Jun 10, 2021 | Novedades, Vidas políticas

Perú ha sido sin dudas uno de los países latinoamericanos más convulsionados a nivel político en los últimos años. Desde el gobierno de Alberto Fujimori, electo en 1992, devenido en autogolpe de Estado, y hoy condenado y preso por crímenes de lesa humanidad, pasando por Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski (PPK), las figuras de corrupción y de impeachment -vacancia, como le dicen allá-, imperan con fuerza en el país andino. El pasado 6 de junio los peruanos eligieron a quien será su nuevo presidente a partir del 28 de julio de este año. En medio de un clima de gran apatía política, inmerso en una profunda crisis sanitaria y económica, sumado a importantes tumultos en las calles en noviembre último y a la inestabilidad política que llevó a tener tres presidentes en una semana; el pueblo peruano tuvo que decidir el pasado domingo en un ballotage entre los dos candidatos antagónicos, Keiko Fujimori y Pedro Castillo.
Los menos esperados
El 11 de abril se llamó a elecciones generales, de la que participaron un total de 18 candidatos. Se esperaba que pasaran a segunda vuelta la ya anteriormente candidata Verónika Mendoza del partido de izquierda Juntos por el Perú, el derechista Hernando de Soto y Yohny Lescano, de Acción Popular. Keiko Fujimori se posicionaba en el último lugar junto al único contrincante de Mendoza, Pedro Castillo, con menos de un 8% de intención de voto cada uno. Sin dudas, los resultados que llevaron a un ballotage entre estos dos últimos candidatos fueron una sorpresa para todos, incluso para ellos mismos. Castillo pasó con apenas el 19% de los votos, mientras que la ultraderechista Fujimori llegó a segunda vuelta con tan solo el 13% de los votos.
Keiko Fujimori, de 46 años y miembro del partido Fuerza Popular, no es sólo la hija mayor de Alberto Fujimori y hermana de Kenji, congresista del mismo partido y que detenta gran influencia en el recinto, sino que también fue tres veces candidata a presidenta y tres veces perdedora en el ballotage: en 2011 con Ollanta Humala, en 2016 con PPK, y hoy -con más del 99% de los votos escrutados- con Pedro Castillo, quien sería el nuevo presidente de Perú. Imputada por corrupción en el caso Odebrecht por recibir una importante suma de dinero de parte de la constructora para financiar su campaña en 2011, Fujimori pasó más de un año en prisión preventiva, y más de cinco meses encerrada en 2020 antes de ser liberada a causa de la pandemia. Durante su campaña propuso el reinicio de obras de infraestructura que habían sido interrumpidas, y un modelo neoliberal de libre mercado para el país.
Pedro Castillo Terrones, de 51 años, es docente y sindicalista. Proveniente del campesinado, lideró la resistencia campesina en los 90 contra Fujimori, y formó parte de la huelga de maestros de 2017. Izquierdista, el candidato de Perú Libre se erige hoy como el nuevo presidente del Perú. Sin embargo, su figura es controvertida en algunos sentidos: si bien aboga por una mayor estatización, por una Asamblea Constituyente que responda a las demandas de una nueva Constitución por parte de la sociedad, como así también por los derechos de los siempre postergados durante los gobiernos derechistas, Castillo es también conservador en cuestiones de índole social como el matrimonio igualitario, la igualdad de género o el aborto. Durante su campaña se lo ha visto dando polémicas declaraciones en torno a estos temas, que los colectivos feministas y LGBTIQ+ no recibieron con agrado. Algunos de sus detractores lo vinculan con el brazo político de Sendero Luminoso, la organización armada de extrema izquierda, a la cual se le atribuyó el pasado 23 de mayo, la masacre y asesinato de 16 personas en la zona del VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro), y que dejó un supuesto mensaje a la población a votar en blanco o a anularlo en las elecciones de junio. Tiempo antes, Castillo había pedido la liberación de los líderes de Sendero Luminoso. “Yo creí que ese hecho podría haber significado el fin de la candidatura de Castillo”, dice Jois Mantilla, periodista y comunicador peruano y agrega: “Sin embargo, ha habido algún interés, no solamente del sector de la prensa sino de autoridades del gobierno mismo, en tratar de no agitar ese tema y tratar de contenerlo para que no afecte. Incluso la misma presidenta del Consejo de Ministros dijo, a los pocos días de esa masacre, que no tenía que utilizarse con fines políticos”.
Mantilla opina que ambos candidatos no han ganado las elecciones por sus propios méritos o por su popularidad -en lugar de Castillo, de hecho, se veía en primera vuelta a la única candidata con potencial para derrotar a la derecha, a Verónika Mendoza-, sino que llegaron más bien por la polarización y revanchismo extremo que hay en el país, que se tradujo como antivotos en estas elecciones:” Los dos candidatos han recogido antivoto. La propia Fujimori tiene un tremendo antivoto que hasta hace algunos meses llegaba hasta el 70 y tanto por ciento, como consecuencia de los últimos años en que gobernó en el Poder Legislativo a través de 73 congresistas en el parlamento. Nunca en la historia de Perú había tenido ningún político con esa cantidad de representantes”, sigue Mantilla. “Ese poder que tuvo lo despilfarró, lo utilizó pésimamente, para proteger a personajes corruptos, jueces corruptos, magistrados de todo tipo, fiscales, y para protegerse de alguna manera a ella también de las acusaciones que tiene sobre la nuca por lavado de activos, y por lo cual ha sido condenada: Están pidiendo 30 años de prisión para ella”, detalla, y agrega: “Y el señor Castillo, recibió el antivoto también de los sectores de derecha, de los sectores que ven en él la amenaza comunista, muy similar a la que se implantó en Venezuela y en Cuba”.

El sufragio en las regiones rurales y campesinas tuvieron un peso significativo a favor de Castillo.
Esperas, fraude y empate técnico
Con tres candidaturas presidenciales sobre su espalda, Keiko Fujimori se manejó durante esta campaña con mucha más prolijidad y organización que la improvisación vista en los actos y discursos del representante de Perú Libre: “A pesar de esto nadie se esperaba, ni Vladimir Cerrón ni el mismo Castillo, que pudiera llegar a la segunda vuelta y menos aún a la presidencia”, agrega Mantilla. “Es una agrupación inorgánica, que no tiene bases, todo se ha creado en el camino, muy informal. Por eso, hay esos pleitos al interior. Por eso, durante esta segunda vuelta, Castillo ha presentado casi tres equipos técnicos, y varios miembros han desertado”.
La tendencia entre ambos candidatos fue durante casi todas las elecciones tan parejas, que incluso se llegó a hablar de empate técnico. Esto generó grandes incertidumbres en la sociedad, que ya había tenido que esperar cerca de cinco semanas para conocer oficialmente a los candidatos que irían a ballotage. Desde este lunes, se vieron en las calles algunas manifestaciones en pedido por los resultados del escrutinio por parte de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), en el marco de uno de los comicios más polarizados en décadas. “Las normas electorales dictan que el ONPE solamente pueda contabilizar las actas físicamente. El ONPE tiene que tener el acta física, y se envía desde el extranjero por valija diplomática”, explica Jois Mantilla, como una de las causas de esta espera. “Y a nivel nacional tienen que llegar las actas desde las regiones más lejanas, en algunos casos tiene que recorrer alguna ciudad y llevarla a otra donde haya aeropuerto, y de ahí tienen que llevarla en avión. No basta ya con un escaneo o foto del acta. Lo que tarda más son las actas que se impugnan, que son más o menos 1.100 o 1.200”, explica.
Rondando siempre de uno a dos puntos de diferencia entre ambos candidatos, los votos del extranjero fueron otro factor que lograron acercar cada vez más entre sí a estas fuerzas políticas antagónicas: en el resto del mundo, Fujimori recibió el 66.48% de los votos, y Castillo el 33.51%. Esto hizo que la poca diferencia entre ellos, se achicara aún más. Hoy, con el 99.82% de las actas procesadas, Pedro Castillo recibe el 50.19% de los votos, y Keiko Fujimori, el 49.80%. En las regiones de Lima, Lambayeque, Piura y Tumbes, Fujimori encabezó los resultados, mientras que, en la región del Amazonas, Arequipa, Cusco, Moquegua y Puno, Castillo fue el más votado. El sufragio en las regiones rurales y campesinas tuvieron un peso significativo.
Veinticuatro horas después de haber pedido prudencia a la población en espera de los resultados, Fujimori organizó una rueda de prensa en la que denunció fraude e irregularidades en el escrutinio. Sin embargo, no presentó prueba alguna para sostener esta teoría. Mientras tanto, pudo conocerse pública y explícitamente la postura de distintos personajes. Los ex presidentes José “Pepe” Mujica y Evo Morales, prestaron inmediato apoyo al candidato de Perú Libre, mientras que el nobel de Literatura Mario Vargas Llosa expresó sus “deseos ardientes de que Keiko Fujimori gane la elección”. La población, por su parte, vivió estas elecciones en muchos casos de una manera mucho más apática. De los 32 millones de peruanos, sólo concurrieron a votar el 52.56%. Los números de la primera vuelta mostraron cifras similares. Esto se traduce en la gran división que sufre el país por parte de una triple crisis: sanitaria, económica y política. “Ha habido mucha apatía en las elecciones pasadas, ha sido muy notoria. Tanto por el tema de la pandemia, y porque la oferta de los 18 candidatos no satisfacía sus expectativas, es que hay muchos que decidieron no ir. Sobre todo los sectores más acomodados del país, preferían pagar su multa que perder el tiempo votando”, continúa el periodista peruano. “Otra razón es que esta campaña ha sido en condiciones de pandemia, donde hay temores de contagio”, señala. Perú es hoy el país del mundo con más muertes por cantidad de habitantes a causa del Covid-19. “En lo económico ya ha habido alzas, problemas, aumento de precios, se ha caído la bolsa -completa-, no sólo por la inestabilidad que genera la elección, sino también por la desidia, por la avaricia y también por la pandemia. La gente está preocupada por conseguir oxígeno, camas y cuidarse de no contagiarse”.

Si no hay contratiempos, la ceremonia de asunción será el 28 de julio.
Hoy la República del Perú tiene un nuevo presidente que reemplazará este 28 de julio al gobierno de transición de Francisco Sagasti. Siempre y cuando no haya ninguna maniobra desestabilizadora de la fuerza de Fujimori. Pedro Castillo tendrá que enfrentarse no sólo a una crisis sanitaria y económica, sumado a una crisis de representatividad y desconfianza por parte de la sociedad, sino también a problemas de fondo que azotan en términos de desigualdad y distribución al país vecino. “Se necesitan mejoras para que los beneficios del crecimiento económico que ha tenido Perú, llegue a más personas que han estado mucho tiempo postergadas y de alguna manera forman el grueso de los votantes de Castillo. Porque desde hace muchos años están postergados, y los beneficios macroeconómicos que recibe el Perú, que es visto desde afuera como una de las joyas de Latinoamérica, por su crecimiento económico, por sus avances, libertades y todo lo demás, a algunas personas no les llega”, continúa Mantilla. “Sin ir muy lejos, avanzas 100 kilómetros y encuentras otro Perú: donde falta agua, donde faltan colegios, donde no hay servicios, donde no hay Internet. A una hora de Lima. Esta población es el grueso que han votado por Castillo, y que están hartos de la desigualdad, de ser postergados, de que siempre son los mismos los que están en las elecciones, siempre los mismos participantes. Y de que siempre hay corrupción. Ellos creen que Castillo borrará estas desigualdades porque es uno de ellos”.
Al interior del Congreso, hay una fragmentación que no garantiza la mayoría efectiva de ninguna bancada, pero que puede derivar en una contienda entre la oposición y el nuevo presidente. Pedro Castillo tendrá que gobernar con sólo 37 diputados en un recinto de 130. “Veo días todavía más complicados. Porque el gobierno de Perú Libre no va a ser sencillo, tiene a la gran mayoría de las otras fuerzas en su contra y la mayoría de los otros sectores del parlamento se van a aliar, como ya lo han expresado durante esta segunda vuelta, a Keiko Fujimori. Y sumados van a tener un número importante. Los aliados de Perú Libre van a ser bancadas pequeñas, de tres, cuatro o cinco, que no van a significar mucho”, analiza el periodista. “Así que veo la revancha de Fujimori. Creo que va a haber bloqueo. La resaca de la campaña electoral se va a llevar durante varios meses, sino años. Con lo polarizado que ha quedado el país desde la vez pasada en las elecciones de 2016, y en estas, yo veo todavía conflictos, rencillas, rivalidades y venganzas. Muy probablemente van a obstaculizar y hacerle difícil al gobierno de Castillo”, finaliza.
A partir de mañana aparecen nuevos desafíos para la sociedad peruana, que lejos está de haber resuelto los problemas que estallaron en noviembre del año pasado como consecuencia de la vacancia de Martín Vizcarra. El nuevo presidente tendrá que hacer frente a todas estas cuestiones para poder garantizar por fin la estabilidad democrática, tanto en el período de transición como en los cinco años de gobierno que tiene por delante.

May 26, 2021 | Novedades, Vidas políticas

En Colombia, debido a la lucha sindical, las y los trabajadores han logrado derechos básicos como el salario mínimo, el aguinaldo, el pago de horas extras y dominicales, y las vacaciones remuneradas. Sin embargo, las cifras de agremiación en el país son de las más bajas en el mundo: menos del cinco por ciento está afiliado.
Una causa es la violencia que han su sufrido, por décadas, los militantes gremiales. Según un informe presentado por los sindicatos ante la Comisión de la Verdad –espacio creado por los Acuerdos de Paz para esclarecer los hechos ocurridos durante el conflicto armado–, entre 1973 y 2020 se presentaron más de 15 mil casos de violaciones a la vida, más de 3 mil homicidios y casi 2 mil desplazamientos forzados de los representantes de los trabajadores.
Prueba de ello es Humberto Correa Gómez, vicepresidente de la Unión de Trabajadores del Estado y los Servicios Públicos de Colombia (UTRADEC) y secretario de Derechos Humanos de la CGT de ese país, quien hoy se encuentra refugiado en la Argentina luego de recibir amenazas de las fuerzas militares y paramilitares. El líder sindical cuenta que se enteró de los planes en su contra a través de los medios y de una llamada de un exagente investigador que lo alertó. “Yo no sabía que unos carros que había siempre cerca de mi casa eran del Ejército”, señala.
El Estado colombiano, además, ha sido incapaz de esclarecer más de la mitad de los 89 asesinatos contra referentes sindicales que se perpetraron entre 2017 y 2020. Solo 9 de los 42 casos resueltos obtuvieron sentencia definitiva, los otros siguen en juicio. “Hay una cultura de decir que si mataron a alguien por algo será. El victimario era el que salía libre y la víctima jodida”, sostiene Correa Gómez.
La violencia contra los líderes sindicales fue iniciada por los grupos paramilitares, apoyados políticamente por los ultraderechistas que comenzaron a vincularlos con la insurgencia, explica Correa Gómez y agrega que se intensificó durante el fragor de las privatizaciones del Gobierno de Álvaro Uribe Vélez a las que ellos se opusieron férreamente. “Siempre presentan a los sindicatos como los destructores de empresas, que no generan empleo y que son aliados de la insurgencia”, afirma.

El Estado colombiano esclareció menos de la mitad de los 89 asesinatos contra referentes sindicales perpetrados desde 2017
Las políticas neoliberales de fines de los 90 y principios de este siglo redujeron drásticamente las posibilidades de que los sindicatos se afianzaran. Proliferaron los contratos por prestación de servicios y los pactos colectivos, un mecanismo de negociación entre empleador y trabajadores no afiliados. Como consecuencia, la informalidad laboral en Colombia es casi del 50 por ciento y en los últimos meses ha ido en aumento.
No obstante, los sindicatos han sido un actor clave para impulsar las protestas que llevan casi un mes. Correa Gómez también dirige el gremio de los licoreros en Cali, capital del Valle del Cauca, que ha liderado las movilizaciones en la zona del Paso del Comercio, un barrio ubicado al noreste de la ciudad, en donde se encuentra una de las principales estaciones del sistema de transporte urbano. Desde allí, relata Correa Gómez, su sindicato ha salido con las barriadas y por eso, pese a la distancia, se mantiene atento a lo que suceda. Incluso habla de la situación como si estuviera presente: “La gente que sale con nosotros es totalmente pobre, no tienen ni siquiera para comer y lo único que les queda es pelear”.
Correa Gómez denuncia la violencia en todo el Valle del Cauca y apunta contra el general Eduardo Zapateiro Altamiranda, comandante del Ejército Nacional de Colombia, por un pacto que, asevera, suscribió con la cúpula empresarial para restablecer el orden a través de la represión.

La informalidad laboral en Colombia es casi del 50 por ciento y en los últimos meses ha ido en aumento.
Una mentalidad colonial
Olga Berardinelli, médica general de la Escuela Latinoamericana de Medicina, ha visto con sus ojos las marcas de la violencia en Cali. Por eso, con un grupo de colegas y otros profesionales decidieron ayudar a las personas de “primera línea”, denominadas así por estar al frente de las movilizaciones y que han terminado heridas por la represión policial. Crearon un fondo para obtener medicamentos y alimentos y repartir en los principales puntos en donde se han concentrado las protestas. “Es una situación muy difícil porque el Estado, en vez de protegernos y cuidarnos, nos está atacando”, asegura.
Por estos días tienen prevista una actividad para brindar apoyo médico y psicológico en Siloé, una de las villas de emergencia más pobres de la ciudad y más violentadas durante las movilizaciones. A principio de mayo, en medio de una “velatón” organizada para conmemorar a las víctimas de la represión, la fuerza pública irrumpió en el barrio, asesinó al menos a cinco personas, hirió a decenas e incluso algunas continúan desaparecidas.
El sur de Cali, una de las zonas más opulentas de la ciudad, también fue escenario de la violencia contra la comunidad indígena. La represión contra la minga –así se autodenominan como sinónimo de resistencia– fue perpetrada por fuerzas de seguridad estatal y además por civiles armados que abrieron fuego contra los manifestantes.
Los grupos indígenas, igual que los sindicatos, han sido históricamente estigmatizados por la derecha colombiana y asociados con la insurgencia y los grupos guerrilleros. Durante las últimas protestas, figuras como el expresidente Álvaro Uribe Vélez y miembros de su partido, el Centro Democrático, han lanzado acusaciones en tal sentido, incitando así a las fuerzas de seguridad y a la población civil a recibirlos con violencia.
Uno de los puntos de los Acuerdos de Paz, firmados en 2016, está dedicado a los derechos de estas comunidades. Desde entonces hasta hoy, al menos 300 líderes indígenas han sido asesinados, según la ONG Indepaz. Y si bien en su Constitución, cuya reforma data de 1991, Colombia se reconoce como país multiétnico e igualitario, los grupos indígenas que representan un 5 por ciento de la población se sienten segregados social, económica y políticamente.

Desde 2016, al menos 300 líderes indígenas han sido asesinados.
Israel Zúñiga, actual senador nacional y ex miembro de las FARC, ahora partido Comunes, afirma que esto se debe a una mentalidad colonial de los dirigentes políticos sobre los pueblos indígenas y sus territorios. “Colombia es un país eminentemente centralista que mira con menosprecio a la periferia y que no ha logrado vincular al proyecto de nación a los pueblos del Cauca, del Chocó, de la Guajira, y mira a esas regiones con la misma mirada del conquistador”, plantea Zúñiga entrevistado por ANCCOM.
Y afirma que existe una deuda histórica con los sectores que reclaman la necesidad de autonomía de sus territorios y el reconocimiento del derecho a la etnoeducación: “No es posible que los territorios de la periferia, en donde ancestralmente han habitado, sean los elementos de saqueo de una política extractivista que no tiene en cuenta el tejido social, las afectaciones ambientales ni la relación de nuestros pueblos con sus entornos”.
May 6, 2021 | DDHH, Novedades

Las cámaras de la sala estaban apagadas pero, de pronto, Pablo Diaz, sobreviviente de la Noche de los Lápices, apareció. “¿Se escucha?”, pregunta a cámara mientras se lo ve esperando ansioso para dar su testimonio. Le hacen el famoso juramento de verdad y comienza. Muestra un papel que los años lo dejaron amarillo “Buenos Aires 26 de junio de 1984. Señor Pablo Alejandro Diaz. Referencia legajo 4018. En mi carácter de secretario de Asuntos Legales de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, tengo el agrado de dirigirme a usted a fin de informarle que el día 22 del corriente mes, se me ha elevado a la justicia, la denuncia relacionada con los centros clandestinos de detención ubicado en la jurisdicción de la provincia de Bueno Aires, en la cual se ha incluido el testimonio que usted presentara ante esta Comisión. Dicha denuncia ha quedado radicada ante el Juzgado N° 1 de la ciudad de La Plata, secretaría a cargo del Dr, Roberto Luis Colombo. Certificando el original a cámara”. Hace 37 años había dado su primer testimonio. El martes pasado volvió a ratificarlo.
Pablo fue detenido y secuestrado el 29 de septiembre de 1976 en su domicilio de la ciudad de La Plata, a las cuatro de la madrugada, por un grupo de tareas dependientes de distintas fuerzas criminales. Esa noche estacionaron tres autos en su puerta. Se bajaron e intentaron abrir el grueso portón de entrada de su casa y como no podían, tocaron timbre. El relato de Pablo estuvo cargado de emoción y de mucha memoria a pesar de los años. Cada recuerdo contenía documentos e incluso imágenes fotografías del horror que con la película La noche de los lápices pudo reconstruir.
“Mi hermano que estaba durmiendo en su pieza me despertó. Yo comprendí la situación rápidamente por los hechos que estaban sucediendo en la ciudad de La Plata. Le dije a mi que me venían a buscar. Hicieron tirar al piso a todos mis hermanos. Cuando estoy bajando las escaleras uno me señala. Estaban todos con las caras tapadas menos uno que estaba con traje, el comisario Héctor Vides. Inmediatamente me tiran al piso, y me preguntan por las armas”, recuerda Pablo. Él no tenía armas. Le ponen un buzo en la cabeza y lo secuestran. De allí, fue llevado a una estancia, que luego con los años pudo reconocer como el Regimiento N° 7, el llamado Campo de Arana, donde hoy funciona la Infantería.
“Llegamos y me dejaron parado contra la pared por más de 24 horas. Cuando yo me encontraba agotado, me golpeaban”. Luego lo llevaron a un cuarto. Puesto en un catre, atado de pies y manos con alambre y unas telas. Lo desnudaron. El buzo en su cabeza siempre lo mantuvieron. Le preguntaron qué participación había tenido en las organizaciones políticas secundarias, en la Unión de Estudiantes Secundarios, o en la Juventud Guevarista. Si era del Che o si era peronista, también le preguntaron por las pintadas de baños en los colegios secundarios y su participación en el Centro de Estudiantes. “Cuando les decía que no había tenido participación, me daban con picana eléctrica en los genitales o en las heridas. Se te cierran los puños por la corriente eléctrica. Luego de la sesión, cuando no aguantaba más y gritaba me decían que si tenía información de algún chico, que abriera las manos y ellos iban a parar la tortura. Por supuesto, abría las manos, pero no podía decir nada porque tenía los labios quemados por la tensión eléctrica”, describe.
“¿Qué carajo tenían que hacer ustedes yendo a las villas si tenían todo en su casa?”, le reprochó un represor a Pablo mientras lo interrogaba. Ya en otro cuarto le cambiaron el buzo de la cabeza por una venda de tela de color roja. “Siempre me acuerdo porque por la luz podía ver figuras. Era un hombre grande y me dice que empiece a contar desde la primaria”. Le preguntó qué pensaba de las villas miserias porque sabía que Pablo iba a dar clases de apoyo escolar con las agrupaciones, la UES y la Juventud Guevarista. El odio de clase se reflejaba en las palabras del coronel quien, en realidad, le reprochaba a Pablo su preocupación por lo que socialmente no era, porque provenía de una clase media alta.
“La característica era que esta persona se diferenciaba mucho en el lenguaje con respecto a los que nos torturaban o eran represores directos. Los coroneles eran más ideológicos que los guardias y los policías de la provincia. Estaba claro que unos daban las órdenes y otros, los policías, eran los que pònían la mano de obra: las torturas, las violaciones”, expresó. “Ya vamos a ver qué hacemos con tu vida. Síganle dando el escarmiento”, le dijeron luego de haberle aplicado la famosa tenaza, el modus operandi de tortura que implicaba sacar la uña del pie.
Un simulacro de fusilamiento fue otra de las cosas que le tocó vivir a Pablo con 17 años, en sus días en Arana. Siempre, previo al simulacro, llegaba un capellán que les ofrecía confesarse para “librarse de los pecados”. “Cuando nos ponían en el paredón, los más chicos pedíamos a nuestras madres. No queríamos ser asesinados, empezábamos a tener un ataque de histeria, de nervios”. Eran sacados y pasados a un descampado donde podían escuchar los ladridos de muchos perros. Podían olerlos. Los sentían. También escuchaban cómo cargaban las armas. “Éramos aproximadamente seis o siete personas. Ellos hablaban y volvía a pasar el capellán, pero esta vez decían: `Tiren´”, expresa Pablo y continúa: “Nosotros sentíamos los disparos. En un momento que tiran, un compañero dijo: ´Viva los Montoneros´. No puedo reconocer quién, porque se mezclaban con mis gritos y el de muchos de nosotros”. Pablo sintió la muerte. Realmente sintió que lo habían matado en vida. “Uno estaba esperando a ver cómo era la muerte, esperando si era dolorosa, si los agujeros estaban en el cuerpo. Esto es un segundo, pero es muy prolongado. Uno dice ya está ya pasó, pero siente agonizar al otro”.
Una noche empieza a ver un movimiento de micros. Fue el momento del traslado al Pozo de Banfield. Allí lo dejaron en un calabozo inundado, a solas, desnudo, tan solo en ropa interior. Ya no recordaba dónde había quedado su ropa. Una característica del Pozo de Banfield era que estaba lleno de adolescentes y de embarazadas en estado muy avanzado, como el de Gabriela Carriquiriborde que estuvo con él los días que empezó con trabajo de parto o Cristina Santucho quien también estaba embarazada y estaba casi en fecha de parto. Pablo pensaba que las chicas embarazadas eran adultas, las veía así porque iban a ser madres. Pero eran muy jóvenes. “Cuando me enteré que Gabriela tenía 22 años no lo podía creer. Yo creí que era más adulta, creo que porque me calmaba más a mí. A veces me hacía apoyar la cabeza de su panza para escuchar los latidos de su bebé. Era un juego”.
En la celda contigua, se encontraba María Claudia Falcone, de 16 años. Ahí la encuentra, así como también a Osvaldo Buseto y Alicia Calinati que estaba con su padre. Pablo hizo un dibujo donde describe cómo era el pozo de Banfield. Una especie de plano que mostraba la organización de calabozos pequeños.
No abrieron las celdas por una semana. “Dormíamos en el piso y hacíamos nuestras propias necesidades allí porque no nos abrían. Yo a veces tenía sed y llegué a tomar mi pis. No sé, el hombre es un animal de costumbre. El olor era muy profundo. Luego de esa semana nos sacaron y nos dieron de comer. Y nos trataban de sucios por los que habíamos hecho”, expresa Pablo quien además recuerda que uno de los problemas de las chicas eran los períodos de menstruación con lo cual los guardias les decían que se sacaran la ropa interior. “Eso no era un hotel. No tenían por qué cuidarnos”, recordó Pablo que dijo un guardia.
En el Pozo de Banfield Pablo escucha por primera vez el nombre de Jorge Antonio Bergés, allí lo conoce, ya que estaba permanente. Bergés era un médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y era quien se ocupaba específicamente de las embarazadas. “Para él, ellas eran una joya a la que tenían que cuidar. Él tenía mucho interés en que tuvieran familia. No les importaba la madre sino el chico. El médico llegó a decirle a los guardias que con ellas no se metan que si querían algo que agarren a las chicas”. Y fue así, tanto a Claudia como a María Clara las agarraron. “Recuerdo que cuando volvimos del baño, a las chicas las dejaron últimas, las empezaron a manosear. Especialmente a María Clara Ceochili. Le dio un ataque de nervios y cuando regresó a la celda se empezó a dar la cabeza con la pared y a gritar. Pedía que la maten”, declara con la voz quebrada y recuerda: “Nosotros empezamos a gritarle que parara. La particularidad de Clara es que rezaba mucho. Su familia era muy católica, en alguna oportunidad nos dijo que Dios nos había puesto a prueba. Yo no lo podía entender”.
Para diciembre de 1976, su estado mental y el de sus compañeros y compañeras era totalmente depresivo. “Pensábamos que estábamos muertos. En un momento dado mirábamos una soga para ver si nos podíamos colgar para terminar con el calvario”.
Bergés le dejaba trapitos a Pablo por si una embarazada tenía problemas. Le había dejado instrucciones de golpear la reja si algo llegaba a suceder y ese día llegó. Gabriela Carriquiborde había empezado con dolores y entró en trabajo de parto. “Me agarró la mano y me dijo: Pablo me viene, me viene, ya está. Empezó a tener pérdidas y yo mojaba los trapos entre sus piernas y gritaba: ¡Claudia va a tener!”. Pablo recuerda sentir como el compañero de Claudia le gritaba y que todos le gritaban. “¡Fijate las contracciones, fíjate el pulso! y no hice nada de eso”, cuenta Pablo. “Me tiré sobre la puerta y empecé a golpear que era lo que Bergés me había dicho. Gabi me decía que lo quería tener y que venía su hijo. Cuando viene la guardia, me dice: “Tenela, tenela” y se empiezan a pelear entre ellos. Vienen con una chapa y empiezan a decirse que llamen a Bergés y que preparen todo”. A la hora escucharon el llanto del bebé. Todos gritaron. El guardia dijo que había sido un varón y que se la llevaban a ella y al bebé a una chacra para que lo pueda criar, que iban a estar bien. “Nosotros nos pusimos contentos. Les creímos”, lamenta Pablo.
Llegó finales de diciembre y por los estruendos y festejos de los guardias, se enteraron que era Navidad. Ese día todos recordaron a sus familias y volvieron a sucederse escenas de depresión porque sentían tan cerca la pirotecnia. Por esos días llevaban a Pablo a un primer piso y lo dejan en una silla. Un mayor del ejército tenía que decirle algo: “Al final se decidió que vas a vivir. Vengo a decirte que te pasamos al PEN”.
“Antes de salir le pido al guardia ver a Claudia, le pido por favor que acceda. En ese momento ella empieza a gritar que sí y los que me llevan me dicen que sea rápido. Claudia estaba apoyada sobre la pared del fondo. Trato de correrle la venda de los ojos, pero le dolía el cuerpo y los ojos por el mismo estado que tenía yo. Me pide que vaya a la casa de la madre y le diga que está bien. Yo le digo que iba a salir y que nos íbamos a encontrar afuera”, confiesa Pablo entre lágrimas y continúa “Ella me dice que había sido violada por delante y por detrás, que nunca más iba a poder ser mujer y me pidió que todos los 31 de diciembre brinde por ellos”. Cuando lo vienen a buscar, escucha voces que empiezan a saludar y despedirlo.
Pablo dice que en estas 20 veces que declaró durante todos estos años, cuando contaba cómo había sido violada Claudia, nunca nadie lo paró para contar este delito. “Pensé que, porque era anecdótico lo que Claudia decía, no me interesaba, pero con el correr del tiempo y de los años supe que no era el hambre, la tortura, la picana eléctrica, los golpes y el encierro el dolor de Claudia, sino que lo más preciado que tiene una mujer, hoy entiendo por muchas adolescentes y por mi hija, es la decisión de con quien hace el amor, lo más preciado que tiene una mujer es su cuerpo. ¡Qué bárbaro! Recién hace dos años, dos fiscales me preguntaron si había tenido violencia de género o abusos”.
“Tengo particularmente las voces de los chicos, de Claudia, Horacio, Panchito que me empiezan a saludar y yo les digo que van a salir”, dice Pablo. Esa fue la última vez que los vio. Esta vez, el nuevo lugar era la Brigada de Investigaciones de Quilmes. A fines de enero, luego de estar allí un mes, lo fueron a buscar y fue trasladado a la Comisaría tercera de Valentín Alsina de Lanús. Allí no lo querían recibir por la cantidad de golpes que tenía y su estado deteriorado, pero lo bañaron, le cortaron el pelo, lo curaron y quedó allí como un detenido legal. Además, también recibió la visita de su familia, después de tanto tiempo y llegó a decirle a su hermana que fuera a la casa de Claudia Falcone con la esperanza de que podría estar allí. En la siguiente visita, Pablo recibió la noticia de que a Claudia no se la vio nunca más. Debía amigarse con el concepto de desaparecida. Una terrible palabra, un concepto que persigue y no deja nunca despedirse de los seres queridos, que no permite el duelo ni un lugar para ir a llorar.
Pablo se refirió además a las discusiones banales de si fueron 30 mil o nueve mil desaparecidos “Ruego por una sola persona, por un solo ser humano, y piensen en 9 mil en fila, si quieren cuantitativamente obviar 20 mil más. Nunca le saquen al ser humano la responsabilidad de lo que es capaz de ser y pregúntense para qué es la justicia. Es para ordenar al ser humano en su debilidad de poder hacer el bien y el mal constantemente”, expresa y finaliza: “Qué horror, qué dolor. Sáquenles la prisión domiciliaria a los genocidas por favor, entiendan que el crimen de lesa humanidad es el peor crimen en el mundo. No tengo más. Ojalá no haya otros 37 años de espera. Gracias señor presidente”.
La lucha de Pablo Diaz y sus compañeros y compañeras ha dejado grandes conquistas como el boleto estudiantil gratuito; y su testimonio ha dejado grabado en la memoria colectiva el horror de lo que significó la última dictadura cívico-militar en nuestro país.
May 5, 2021 | Comunidad, Novedades

La crisis sanitaria está en un momento crítico, según un comunicado de la OMS del 27 de abril “hubo casi tantos casos en el mundo en una semana como en los primeros cinco meses de la pandemia”. El organismo insiste en que más que nunca hay que concentrarse en la vacunación.
En promedio, en los países de ingresos más bajos, una de cada quinientas personas ha recibido una de las vacunas, mientras que en los ricos una de cada cuatro ya está inmunizada total o parcialmente. La desigual distribución remite a nociones como carrera por las vacunas o nacionalismo de vacunas que circulan por los medios desde hace más de un año.
Hay iniciativas que intentan dar respuesta, como COVAX, impulsada por la OMS, la Coalición para las Innovaciones en la Preparación ante Epidemias (CEPI) y la asociación Gavi. Esta última tiene entre sus miembros fundadores a Bill Gates, defensor incondicional de la medicina monopolista.
COVAX se define como una “colaboración global innovadora para acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las pruebas, tratamientos y vacunas de COVID-19”, pero muchos países latinoamericanos plantearon sus críticas, como lo hicieron en la 27 Cumbre Iberoamericana, por la falta de solidaridad de los estados más ricos en la distribución de vacunas.
Valeria Arza, investigadora independiente del CONICET y coordinadora de proyectos de Ciencia Abierta, afirma: “Es muy parcial la solución, se necesita algo más radical que permita aprovechar la capacidad productiva existente y sobre todo generar incentivos para invertir en mejorarla. De esa forma, aun pagando un precio justo por las licencias, se podrían disminuir costos de transporte, logísticos y aumentar la producción de vacunas. Necesitamos una estrategia a largo plazo, equitativa y global”.

Biden anunció que su país cambiará de posición y, finalmente, respaldará la iniciativa de liberar las patentes.
A raíz de una propuesta realizada por India y Sudáfrica ante la OMC en octubre de 2020, una alternativa empezó a tomar vuelo: suspender temporalmente las secciones del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) que atentan contra la producción de vacunas a gran escala y el suministro oportuno de productos médicos en general. El acuerdo establece ciertas flexibilidades para momentos de emergencia, pero “además de las patentes, hay otros derechos de propiedad intelectual que también pueden suponer un obstáculo, y las opciones para superarlo son limitadas”, señalan ambas naciones en su iniciativa.
Arza sostiene que es una cuestión de economía política: “El potencial de que te penalicen desde la OMC hace que ningún país se anime a hacer uso de estas herramientas. Se necesita un posicionamiento global, o por lo menos del sur global”.
La propuesta logró el patrocinio de 58 países y entre los que se oponen están Estados Unidos, Brasil y Japón, aunque este miércoles Joe Biden, el jefe de la Casa Blanca, anunció que finalmente su país respaldará el levantamiento del derecho a la propiedad. En Argentina, Itai Hagman, diputado del Frente de Todos, presentó un proyecto de ley para que la liberación de patentes se impulse también desde el Congreso.
Además se sumaron organizaciones como Amnistía Internacional y Médicos sin Fronteras con petitorios especiales que advierten sobre la necesidad de vacunar a la mayor parte de la población mundial antes que las nuevas cepas avancen haciendo que las vacunas existentes pierdan efectividad. Las próximas reuniones ordinarias del Consejo de ADPIC para tratar el tema serán el 8 y 9 de junio de 2021.

La vacuna de Astrazeneca que fue desarrollada en un 97 por ciento con financiamiento público.
El principal argumento de quienes se niegan a flexibilizar las restricciones, en consonancia con los lineamientos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), es que las patentes incentivan la investigación y la innovación para mejorar la calidad de vida humana.
Mariano Fressoli, investigador adjunto en CONICET en el área de estudios sociales de la ciencia y la tecnología, explica dos razones para refutar tal idea: “El papel que ha adquirido la patente en el capitalismo actual tiene que ver con el neoliberalismo, que en el ámbito científico se relaciona con la desinversión de la investigación y la obligación que se impone a las universidades y laboratorios de patentar para financiarse. Pero muchas de las innovaciones que se producen partieron de los recursos del sector público”, señala. Un ejemplo es la vacuna de Astrazeneca que fue desarrollada en un 97 por ciento con financiamiento público, según The Guardian.
Un segundo punto para refutar que las patentes contribuyen a la producción de conocimiento, opina Fressoli, son las innovaciones en torno a las licencias abiertas que existen desde la década del 80: “Primero se usaron para software, hardware libre y obras culturales. Este sistema de propiedad intelectual protege una forma de hacer innovación que es mucho más dinámica, rica y creativa mediante la participación voluntaria de gente con intereses diversos”.
Hay sistemas de drogas y vacunas abiertas como Open Source Malaria. En Estados Unidos existe Foldit, una aplicación de simulación de proteínas que puede descargar cualquiera y, en Argentina, Cientopolis es un proyecto para la ciencia ciudadana. “La mayoría usa este tipo de herramientas cotidianamente, como Wikipedia o Linux, falta demostrar didácticamente desde la comunicación que funcionan”, agrega.

La OMS insiste en que, para superar la pandemia, más que nunca hay que concentrarse en la vacunación.
Más allá de que la consigna es #LiberenLasPatentes, el reclamo es más amplio. Las patentes son diagramas, pero para producir a gran escala se necesita el know how, el conocimiento tácito no codificado y la transferencia de tecnología. Bregar por la apertura de patentes es necesario, pero Fressoli sostiene que también hace falta cambiar la orientación de la financiación pública para que los científicos no tengan como única opción la producción o la transferencia de conocimiento en las empresas o, si es bajo esa opción, que sea con licencia abiertas.
La discusión sobre la propiedad intelectual abre un debate para pensar si el modelo de producción de conocimiento está a la altura de los desafíos de nuestros tiempos. Al respecto, el investigador dice: “La pandemia es un llamado de atención para la vida en general, el sistema de transporte, de salud, la producción de alimentos, la crisis climática y la producción científica. La necesidad de resolver problemas técnicos y generar conocimiento que vamos a tener en las próximas décadas es enorme. Los mecanismos restrictivos desincentivan porque, ¿quién va a participar voluntariamente cuando los beneficios de eso que se produce quedan en pocas manos? Es algo para pensar, no el siglo que viene sino en los próximos años”.
Abr 29, 2021 | Culturas, Novedades

Rodrigo es uno de los 16 chicos y chicas que integran el Consejo Asesor de Paka Paka.
El canal infantil público argentino Pakapaka lanzó su Consejo Asesor de Chicos y Chicas para su programación. Luego de un proceso de selección realizado durante los últimos meses, 16 niños y niñas de todo el país se reunieron por Zoom este 23 de abril para dar inicio oficial al proyecto.
La iniciativa, que se gesta por primera vez en el país, contó con una gran convocatoria. Cielo Salviolo, fundadora y directora del canal, afirma: “Teníamos ganas desde hace tiempo de generar un espacio de participación sostenido que nos permitiera tener un vínculo bien directo y estrecho con quienes son representantes de nuestras audiencias”.
La propuesta comenzó a tomar forma luego de que se desarrollara “Seguimos Educando”, un programa lanzado durante el 2020 por el Ministerio de Educación para colaborar con la continuidad de las actividades de enseñanza en el contexto de pandemia.
El proceso de selección comenzó con la cita a todos los chicos y chicas que habían formado parte de la propuesta durante 2020. “Como el año pasado participé en ‘Seguimos Educando’, a mi mamá le llegó una encuesta y fui uno de los seleccionados para ser parte del Consejo”, narra Camilo, de 11 años.
Luego de encuestar a los participantes para ver quiénes tenían interés en la propuesta, se seleccionaron 80 participantes, de los cuales se eligieron a 16 chicos y chicas de todas partes del país atendiendo a un criterio de pluralidad.
“Buscamos que hubieran mujeres y varones, que representaran a las distintas regiones del país, que no todos fueran de las ciudades capitales y que la Provincia de Buenos Aires, que cuenta con más consejeros y consejeras porque es enorme, tuviese también cierta diversidad”, manifiesta Salviolo. “Son 16 porque es el número con el que es posible sostener un trabajo continuado durante todo el año”.
Los seleccionados tienen entre 7 y 11 años y ya se reunieron por primera vez a través de Zoom. Según la directora del canal, “la edad tiene que ver con que se puede sostener un ejercicio de participación con encuentros regulares mediados por una pantalla”.
El proceso se dio fácilmente y de manera fluida debido a la gran convocatoria que hubo. “Al primer encuentro llegamos muy preparados, ya que hubo un trabajo muy cuidado todo este tiempo”, sostiene Salviolo. En caso de que surja cualquier inconveniente, además, cada consejero cuenta con dos suplentes para tomar su lugar.
Sobre el desarrollo de la iniciativa, la directora deja en claro que el objetivo no es que el Consejo funcione como un focus group, sino que buscan pensar en conjunto con los niños y niñas el diseño, la agenda de trabajo de Pakapaka, los temas que quieren ver, sus abordajes y tratamientos, e incluso las formas de narrar. “La invitación es más amplia que validar un contenido”, asegura.
Acerca de sus expectativas como consejero, Camilo afirma que le gustaría formar parte de la realización de algún programa que muestre qué hacen los chicos: cómo van a la escuela, las conversaciones y los temas que ven en los Zooms, por ejemplo. También, detalla, “quiero que se hable sobre temas como la música, la ciencia y la astronomía”.
Azucena, de 9 años, dice que haber sido seleccionada como consejera la entusiasma mucho, y que una de las cosas que disfrutaría de colaborar en la diversificación de los contenidos. Sin embargo, resalta que lo que más le gusta del canal es su carácter inclusivo: “Los dibujitos no son ni de nenas ni de nenes: o sea, ninguno lo es, pero la mayoría de las veces si actúan chicas, lo miran chicas y así, y en Paka Paka no ponen siempre mujeres u hombres, así que lo miran todo tipo de personas”.
El Consejo estará acompañado por un equipo formado por distintos profesionales del ámbito educativo, preparados y dedicados especialmente a llevar a cabo una agenda de actividades a lo largo del año. “Cada encuentro tendrá una dinámica de juego que permitirá trabajar distintos temas”, expresa Salviolo.
Muchas de estas propuestas responderán a necesidades planteadas por los mismos chicos. Como uno de los pedidos había sido que desde el canal les cuenten cómo se hacen los programas, para la primera reunión eligieron hablarles sobre La asombrosa excursión de Zamba. “El equipo que realiza la serie le contó a los chicos y chicas cómo se produce y ellos hicieron preguntas, contaron que les gustaría que el personaje principal tenga una mascota y también conocer a su familia”, explica al respecto la directora.
Además, en el encuentro del viernes pasado se abordaron desde temas técnicos hasta cuestiones como guiones y contenidos. “Los invitamos a que imaginen cómo sería un nuevo personaje de la serie”, relata Cielo sobre una de las primeras actividades.
El Consejo, que comenzó sus funciones este abril y las culminará el próximo diciembre, ya tiene lista de espera para su próxima conformación. “Como recibimos muchos correos de chicos que quieren participar, estamos abriendo un listado de interesados e interesadas en integrarlo, y pensando en la posibilidad de que, dentro de unos meses, cuando ya hayamos transitado algunas reuniones, quizá podamos hacer un encuentro ampliado en el que los chicos y chicas cuenten lo que hicieron: poder abrirlo y que ellos sean portavoces de otros y de otras”, redondea Salviolo.