Dudas sobre la Ley de Economía Social porteña

Dudas sobre la Ley de Economía Social porteña

El pasado 3 de diciembre se sancionó, con 52 votos positivos y tres abstenciones, la Ley de Promoción de la Economía Social en la Legislatura de la Ciudad. Según un comunicado del Ministerio de Desarrollo y Hábitat porteño, uno de los organismos impulsores del proyecto, esta es una iniciativa que busca “fortalecer el desarrollo productivo de la economía popular, que involucra a cientos de miles de personas”. La titular de la cartera porteña, María Migliore, asegura que esta ley otorgará herramientas para que el sector pueda crecer e integrarse a las cadenas de valor y así generar trabajo de manera sostenida. Por su parte, los verdaderos protagonistas de ese sector plantean dudas, críticas y expectativas.

A grandes rasgos, la ley establece la creación del Registro de Unidades Productivas de la Economía Popular y Social, que es el registro de proveedores estatales en la ciudad; el acceso a herramientas financieras, como líneas de crédito; y la creación de un fondo público-privado a través de la constitución de un fideicomiso en el Banco Ciudad para financiar proyectos productivos.

A partir de este marco, diferentes cooperativas y fábricas recuperadas expusieron su visión sobre la nueva legislación. Una de ellas fue la cooperativa de productos lácteos Séptimo Varón, formada por un colectivo de trabajadores que recuperó la empresa en el año 2002. Sus productos se encuentran en el mercado desde hace más de 60 años y, actualmente, cuentan con siete locales de venta minorista distribuidos alrededor del AMBA. Federico Chab, uno de sus miembros, considera interesante que haya una ley que recoja a los actores de la economía social, muchas veces postergados en la agenda legislativa.

Asimismo, pone la lupa en cómo se va a reglamentar, ya que a su criterio hay algunos puntos fundamentales que no se mencionan, como el tipo de financiamiento – por ejemplo, si serán microcréditos o no -, si las cooperativas más grandes, como ellos, pueden acceder a estos beneficios y si hay un máximo de facturación o en la cantidad de trabajadores. Chab asegura que en reiteradas oportunidades “se toma a la economía social como pequeños micro-emprendimientos y en realidad nosotros somos una PyME que factura de a millones. Por esto muchas veces nos quedamos afuera de estos cupos fiduciarios”. Chab espera que los convoquen a participar para aportar su visión en la iniciativa.

Por su parte, Fabián Pierucci, presidente de la cooperativa La Litoraleña, que fabrica tapas de empanadas y tartas, comenta que el fin de aquella no es maximizar ganancias sino crecer como colectivo de trabajadores y, por ese motivo, exige una mayor claridad en la forma de financiamiento que otorgaría la ley. “Si es un fondo privado no podemos aceptar imposiciones”, sintetiza. A su vez, se explaya sobre la falta de delimitación entre el tipo de préstamo que puede necesitar una cooperativa como La Litoraleña, que es una PyME, y la que necesita cualquier otro emprendimiento individual. Asegura que la ley no proporciona ningún tipo de diferencia entre estas dos realidades sumamente diversas. Además, comenta que la ley no hace referencia a un tema tan delicado como la seguridad social: “Seguimos siendo monotributistas y somos un colectivo de 55 personas. Te terminás jubilando siempre con la mínima”, sentencia.

En esta línea, Eduardo Montes, presidente de la Federación de Trabajadores de la Economía Social (FeTraES), se pregunta cómo va a ser el registro formal de los trabajadores, cuál va a ser el organismo de aplicación de la ley y cuáles van a ser las características del fideicomiso. Para Montes la ley tiene “muchas carencias” y no se condice con las políticas que el Gobierno de la Ciudad llevó adelante en los últimos años, como fue “la eliminación y el vaciamiento del presupuesto destinado al sector en el año 2015”, agrega.

En busca de una mirada etnográfica sobre la situación de las cooperativas y fábricas recuperadas de cara a esta nueva ley, Andrés Ruggeri, investigador y director del programa Facultad Abierta en Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, dice que la ley es  un hito importante para un sector totalmente desplazado en la economía formal. “Desde el 2007 que no hay un reconocimiento para este colectivo, me parece bien que haya una medida que recoja su realidad”, señala.

Sin embargo, cuestiona la conceptualización que hace la ley de la economía social: “Si vos armás toda la base del financiamiento desde el lugar de una economía de la pobreza y sin capacidad de crecimiento, pensada para pequeños montos de créditos, vas mal“.

Para Ruggieri, la estructura crediticia está mal planteada porque el Estado no invertiría en el fondo fiduciario sino que lo harían los privados que siempre tienen intereses por detrás. Sumado a esto, sentencia cómo se planteó la conformación del comité de financiamiento, que está integrado por los mismos miembros que van a sostener el fondo. 

Ante la repregunta por la postulada “economía de la pobreza”, profundizó en lo problemático que pueden llegar a ser las valoraciones que edifica la ley en referencia a los receptores de la misma. “Partís de la base que la economía social no tiene escala y por eso brindás microcréditos o créditos sin mucha capacidad y así el sector nunca va a crecer”, concluyó.


 

¿Estamos criando una generación de cretinos digitales?

¿Estamos criando una generación de cretinos digitales?

En un momento histórico donde la tecnología se volvió un medio imprescindible para el estudio o el trabajo de buena parte de la población mundial, la pregunta por los efectos de estar frente a una pantalla por muchas horas y a lo largo del tiempo, se hizo más presente. La virtualización de las relaciones sociales en diversos ámbitos de la vida se profundizó. Niños, niñas y adolescentes se enfrentaron a una mayor exposición a las pantallas. ¿Qué problemáticas plantea esta realidad? ¿Qué consecuencias produce el uso lúdico de las pantallas en los primeros años de vida y en la adolescencia?

El neurocientífico Michel Desmurget esbozó en su libro La fábrica de cretinos digitales: los peligros de las pantallas para nuestros hijos un llamado a la reflexión y a la acción sobre los efectos nocivos del uso recreativo de los dispositivos tecnológicos. Entre los numerosos discursos que celebran este uso y los que rechazan y desmienten cualquier resultado beneficioso, Desmurget toma posición: “¿Cómo es posible que, después de cincuenta años de coincidencia de resultados en las investigaciones, los padres sigan pensando que este tipo de productos tienen efectos positivos en el desarrollo de los niños?”, expresa en su obra. Los usos tempranos de los dispositivos digitales determinan en buena medida el consumo posterior. Además, los primeros años de vida son fundamentales para el aprendizaje y la maduración cerebral.

El Doctor en neurociencia ofrece investigaciones científicas como prueba y pone en cuestión los conceptos “nativos digitales” y “revolución digital” que para él se basan en el mito del Homo digitalis, el cual forma parte del imaginario colectivo. Frente a la homogeneización que difunden las leyendas sobre una población uniformemente hiperconectada, Desmurget expone datos que dan cuenta de situaciones heterogéneas relacionadas con las características socioeconómicas de los hogares. No existe una nueva generación uniforme de individuos expertos en el manejo y la comprensión de las herramientas digitales. Los niños, niñas y adolescentes hacen usos diversos de los dispositivos y el tiempo que le dedican también varía. Por lo tanto, para analizar el consumo de las pantallas, no hay que perder de vista el contexto del que cada uno forma parte.

El mito de los nativos digitales

Grandes porciones de la población mundial no tienen acceso a Internet, afirma Carolina Duek, doctora en Ciencias Sociales, magíster en Comunicación y Cultura, investigadora del Conicet y docente. La especialista indaga en los usos que las infancias hacen de las pantallas, los consumos culturales y la socialización atravesada por la presencia de los dispositivos electrónicos. En el ámbito de la investigación, analizar el acceso a los dispositivos implica indagar en un perfil de clase social. “Uno de los grandes hallazgos de la pandemia tiene que ver con la absoluta visibilidad que tienen las desigualdades sociales, económicas, culturales y educativas en Argentina y en el mundo. No son nuevas pero sí se pusieron en evidencia de múltiples formas. Entonces creo que desnaturalizar el acceso es un buen primer paso para abordar el contexto cultural contemporáneo desde una perspectiva materialista”. En Argentina, como en muchas partes del mundo, las posibilidades de conectividad son desiguales y en estas condiciones han surgido iniciativas de las propias comunidades que se organizan para tender redes y garantizar el acceso a Internet.

Duek explica que si bien hay muchos artículos que dan cuenta, o por lo menos pretenden dar cuenta, de ciertos efectos de las pantallas en niños y niñas, no hay ningún estudio que sea concluyente cuyo diseño metodológico pueda ser extrapolable a múltiples países, regiones, clases sociales, entre otros factores. “Lo que aparece como impedimento es que las conclusiones tienden a ser parciales y a estar orientadas en función a las preguntas de investigación. Esto no es nuevo pero sí hay un afán particular en lo que respecta a las infancias, en tratar de sistematizar cuánto tiempo, cuántas horas, desde qué edad les hace bien o les hace mal estar frente a una pantalla”. Para la investigadora es importante primero preguntarse por el contexto sociocultural en el que vive ese niño o niña y luego se podrá evaluar qué efecto puede producir en términos conjeturales esa exposición. “Porque muchas veces frente a la soledad, contextos hostiles o responsabilidad de hermanos menores, ver la televisión, estar enganchado en YouTube o estar frente a una tablet, es mucho menos nocivo que presenciar situaciones de violencia”, señala.

Por otra parte, Duek coincide con lo que plantea Desmurget respecto al concepto de nativos digitales. Cree que hay que desnaturalizarlo así como romper con la idea de que por haber nacido en un momento histórico particular, ya sos “algo”. Respecto del uso patológico o preocupante de las tecnologías, Duek afirma que tenemos que pensar las pantallas en coexistencia con otros dispositivos y con otros espacios. Pero en contexto de pandemia encontrar un equilibrio ha sido desafiante, difícil e incluso hostil. “Porque no podés ver a tus amigos y amigas, incluso ahora que estamos en una fase más avanzada de la pandemia respecto de los permisos, la no escolaridad ha modificado muchísimo la experiencia cotidiana de niños y niñas en este 2020”. En este sentido, es relevante reflexionar sobre los usos educativos de las pantallas y no sólo los ociosos. El autor de La fábrica de cretinos digitales hace hincapié en el “uso idiotizante” de estas tecnologías, que predomina en comparación con las actividades que pueden ser enriquecedoras como las iniciativas pedagógicas y los recursos educativos a los que se puede acceder por medio de las herramientas digitales.

Las consecuencias sobre el desarrollo

En el mes de mayo la Sociedad Argentina de Pediatría compartió un comunicado en el que explicó que era posible que el tiempo de pantalla de niños, niñas y adolescentes aumentara ya que la continuidad escolar y las relaciones sociales se habían digitalizado. En ese marco, elaboró recomendaciones tomando como referencia las directrices de la Asociación Americana de Pediatría que pidió priorizar al niño o niña, el contenido y el contexto en el que utilizan las pantallas, recomendando límites más laxos. Antes de la pandemia sugería que los niños menores de dieciocho meses no utilizaran pantallas de ningún tipo y luego no más de una hora por día como máximo, menos de ser posible. Ya que la niñez es un período de crecimiento y desarrollo donde son fundamentales la tridimensionalidad del mundo real y la interacción humana.

De acuerdo a Desmurget, el uso de los dispositivos es tan sencillo que puede aprenderse en cualquier momento de la vida. Mientras que aptitudes básicas de la infancia y la adolescencia como el pensamiento, la reflexión, la concentración, el dominio de la lengua, la jerarquización de los vastos flujos de información que produce el mundo digital o incluso la interacción con los demás, son aprendizajes esenciales difíciles de adquirir con el paso del tiempo. Las experiencias tempranas tienen una importancia fundamental, asegura. Lo que ocurre en los primeros años de vida marca profundamente lo que viva a futuro un niño o niña. El aprendizaje se produce gradualmente y para el neurocientífico el uso de las pantallas puede obstaculizar la construcción de los primeros armazones y el desarrollo de las competencias. Por ejemplo, el tiempo diario dedicado a las pantallas durante los primeros meses de vida, va en detrimento de las actividades destinadas a la interacción social, emocional y lingüística de los bebés con los adultos, de la observación activa del mundo, los juegos espontáneos y las exploraciones motoras.

Alejandro Maiche es Doctor en Psicología y forma parte del Centro Interdisciplinario en Cognición para la Enseñanza y el Aprendizaje (CICEA) de la Universidad de la República, donde investiga el desarrollo cognitivo en la niñez para comprender los procesos implicados en la adquisición de aprendizajes como el lenguaje, el cálculo numérico y la dimensión temporal y espacial. Consultado sobre la obra de Desmurget, señala que la preocupación puesta en la niñez y la adolescencia se debe a que en estas etapas se adquieren determinadas habilidades y existen períodos de alta sensibilidad, por ejemplo en la adquisición del lenguaje que está correlacionada a la interacción con otros hablantes. Estos períodos no son críticos, lo que significa que no son determinantes y que hay posibilidades de aprender algo nuevo en la adultez. Pero también en la adolescencia se construyen los criterios racionales y morales. “Hay algo en el uso pasivo, en el consumo de las emociones de los otros, que básicamente tiene un paradigma en Instagram y en YouTube. Los adolescentes usan estas plataformas para ver videos de gente jugando, de gente haciendo cosas que ellos no hacen. Está bien la figura del cretino en ese sentido, una masa de gente que consume lo que algunos elegidos hacen. El libro de Michel está bueno porque abre las preguntas para que otros podamos tomar”, afirma. Para Maiche estas aplicaciones son las que terminan triunfando en términos de tiempo diario dentro de los consumos digitales y entre los elementos de peso que atraen la atención de adolescentes y adultos se encuentra el celular. “Hay que, activamente, desactivar las notificaciones automáticas. El problema es cuando las cosas no son tu decisión. Creo que va a haber que regular a las empresas y regular las notificaciones automáticas. Previamente, hay que empezar a llamar la atención desde el lado científico y quizás está faltando obtener datos ciertos sobre las capacidades que se están perdiendo para que después los Estados empiecen a regular. Nadie se anima a decir “no” en medio de una pandemia. En este momento es complicado pero apenas pase, habrá que abordar este tema muy en serio”.

Maiche fue precursor en la idea de usar el despliegue de CEIBAL para la investigación. Se trata del Plan de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea, implementado en el 100% de Uruguay, que busca la inclusión e igualdad de oportunidades y garantiza el acceso a un dispositivo –laptops y tablets- de uso personal a cada niño, niña y adolescente. A través de este programa, junto a un equipo diseñaron intervenciones en la escuela usando juegos de tablets, que consistieron en pruebas y evaluaciones de las capacidades cognitivas de niños y niñas, y su impacto sobre las habilidades matemáticas. “Una de las cosas que explica Desmurget es que los adolescentes que parece que saben un montón de tecnología porque están todo el día conectados, no tienen idea de cómo buscar cierta información en un buscador, por ejemplo. Michel creo que lo dice bastante claro. Dice qué significa ser nativo digital. Debería querer decir que no creés cualquier cosa de lo que circula por Internet. Pero además hay un tema de labilidad emocional, como tu disposición psicológica es justamente la búsqueda de emociones rápidas, vas a ser proclive a lo que te venda una pseudoemoción rápida”.

Un consumo fuera de control

 Desmurget advierte los efectos de los usos abusivos de las pantallas y para explicarlos diferencia qué pantallas se utilizan diariamente, cómo y quiénes las usan. Ya que asevera que el consumo no es homogéneo y que delimitar las modalidades de consumo digital de una población no es sencillo. Para explicar estos efectos, retoma investigaciones provenientes en su mayoría de Estados Unidos, que convergen con las observaciones de otros países similares económicamente como Francia, Reino Unido, Noruega o Australia. El tiempo de exposición a la televisión, los móviles, las tablets, las videoconsolas y las computadoras, destinado a contenidos audiovisuales, redes sociales e Internet, y a los videojuegos, varía desde el primer año de vida hasta los 18 años y de acuerdo a las características socioculturales de cada hogar. En términos generales, Desmurget define tres pilares básicos del desarrollo que corroen las pantallas: las interacciones humanas, el lenguaje y la concentración. Socializar en la “vida real”, desplegar la capacidad verbal y estructurar el pensamiento, quedan en un segundo plano frente al uso abusivo de los dispositivos.

Desmurget no apela a la prohibición o restricción pero sí propone alertar y comunicar sobre las consecuencias que puede producir la exposición a las pantallas lúdicas. Así como expone las omisiones de la industria digital respecto a los productos que comercializan y el lobby que ejercen en el ámbito de las políticas públicas. A su vez, realiza una fuerte crítica a especialistas y periodistas que ponen por delante del interés colectivo el afán de lucro, y comunican las investigaciones respecto a este tema sin rigor.

El neurocientífico destaca la necesidad de explicar desde la infancia los motivos de los límites que se establecen respecto a estos usos, entre ellos las consecuencias negativas en el sueño, la salud, el rendimiento escolar, la inteligencia y la capacidad de concentración. Además es un uso que va en detrimento del tiempo que podría ser dedicado a actividades enriquecedoras como leer, tocar un instrumento, practicar un deporte o hablar con otras personas.

No hay ningún estudio que indique que carecer de pantallas para las actividades recreativas conduzca al aislamiento social ni a ningún tipo de trastorno emocional, señala el investigador francés en su libro, publicado antes de la pandemia. En cambio el impacto negativo en la salud, producto del consumo de pantallas durante el tiempo de ocio, se puede observar en muchos efectos perjudiciales. Entre ellos, una alteración grave del sueño, un incremento en el nivel del sedentarismo y la exposición a contenidos inadecuados o de riesgo (relacionados con el tabaco y el alcohol, la violencia, el sexo y los trastornos alimenticios), ya que son prescriptivos y modelan representaciones sociales que inciden en el comportamiento de niños, niñas y adolescentes. Frente a esta problemática, propone establecer normas para que el tiempo de consumo se mantenga por debajo del umbral a partir del cual comienzan a aparecer los efectos negativos. En dosis moderadas las pantallas no dañan y un consumo reducido puede dar lugar a otras actividades de socialización, deportivas, artísticas e intelectuales, o incluso el aburrimiento que también es parte del desarrollo.

El tema, ya complicado, se vuelve aún más complejo aún en tiempos de pandemia. No queda duda de que especialistas de todo tipo, sobre todo piscólogos, sociólogos, educadores y neurocientíficos deberán comenzar a establecer un debate que dé un marco razonable y fundamentado a la discusión y eventuales campañas desde el Estado.

Una película de terror

Una película de terror

Con el pasar de los meses y la evolución del COVID-19 en las distintas partes del país, de a poco la vida comercial empezó a revivir, con los protocolos de seguridad sanitaria correspondientes. Sin embargo, el sector del entretenimiento (shows musicales, teatro, entre otros) se vio especialmente golpeado, encontrando todavía hoy obstáculos para volver plenamente al ruedo. Y eso incluye al cine.

Ya para mayo, Telám anunciaba que se habían perdido cinco millones de entradas de salas de cine y para septiembre, los datos del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA) expresaban que 18 películas habían quedado suspendidas y los puestos de trabajo perdidos alrededor de 15.000. 

“La situación actual es verdaderamente crítica. A partir de la pandemia Covid-19 toda la cadena productiva del cine se vio interrumpida. Desde los rodajes hasta la exhibición, los procesos fueron frenados indeterminadamente. Este parate fue experimentado de una u otra forma en todo el mundo, dando lugar a un verdadero momento bisagra en lo que concierne al futuro de la exhibición y de la producción. En el caso puntual de la República Argentina, la industria venía arrastrando años de ajuste así que la situación de las empresas productoras ya estaba comprometida al comenzar 2020” declaró a ANCCOM Santiago Gallelli, vicepresidente de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC).

“Sobrevivir estos 10 meses de inactividad sosteniendo los puestos de trabajo y el desarrollo de proyectos ha resultado un desafío sin precedentes. Estamos actualmente en un momento de máxima emergencia, donde un 80% de las empresas que integran la CAIC refieren estar en su peor momento histórico y más de la mitad cree que en ausencia de un paquete de medidas específicas de rápido impacto se verán obligadas a abandonar la actividad en el próximo año. Todo eso está en riesgo de desaparecer”, determinó.

El Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina estima que se perdieron 15.000 puestos de trabajo por la pandemia.

Para los cines,  2020 fue igual de complicado. Con las puertas cerradas, la incapacidad de pagar los sueldos y mantener la infraestructura de los edificios se volvían fantasmas cada vez más reales. Si bien en julio se hablaba de volver a abrir las salas con protocolo de por medio, eso jamás sucedió a causa de los picos de contagio que se dieron por esos meses. Algunas franquicias recurrieron al recurso de los autocines, que permitían cuatro personas que fueran convivientes por auto, como una manera de generar ingresos. No obstante, no trajo los resultados esperados. “Estuvimos trabajando con el autocine más o menos un mes pero no fue suficiente para subvencionar parte del gasto. Por el contrario, fue deficitario. Por lo que decidimos descontinuarlo. La experiencia fue linda porque pudimos reencontrarnos con el público y poner la cabeza en otra cosa. Soñar y crear de nuevo. Pero la realidad nos volvió a golpear y nos mostró que no nos iba a permitir un ingreso que ayude a sostener el resto de los costos que estábamos enfrentando” contó Gabriel Feldman, CEO de los complejos Multiplex.

En Las Flores, provincia de Buenos Aires, por ejemplo, si tenemos en cuenta que durante el verano el cine se mantiene cerrado ya que no es redituable económicamente. “La realidad tanto a nivel local como nacional y mundial es muy desesperante. En Las Flores,  cerramos en temporada baja que son los meses de enero y febrero. Si los contás ya llevamos cerrados un año. Si bien nosotros particularmente nos la pudimos arreglar gracias a otras actividades comerciales que tenemos, es frustrante ver las salas cerradas tanto tiempo. Y ahora hay que esperar a que el gobierno mande una nueva disposición”,expresó Emiliano Dupovey, que se encarga del Cine San Martín, el único establecimiento de este tipo en la ciudad, junto a su familia.  

La ayuda estatal alivió un poco el costo fijo de los salarios para las empresas cinematográficas y los complejos pero la falta de un plan de contingencia específico para el sector hizo que el apoyo gubernamental se sintiera como intentar tapar el sol con la mano. Sin embargo, la historia fue distinta para TANU Distribución. “Durante los meses de pandemia, no recibimos ayuda estatal pero porque tampoco nos postulamos a algún subsidio. Todo nuestro crecimiento se lo debemos al apoyo de nuestras familias, a nuestros otros trabajos y a quienes nos confían sus películas. Todos los días trabajamos para internacionalizar las producciones que nos llegan, nos gusta que cada película que está en nuestro catálogo encuentre su audiencia”, explicaron Rocío Rocha y Tatiana Lechner Quiroga, cabezas de la distribuidora y casa productora independiente que se especializa en películas de horror y fantasía. Y agregaron “La pandemia fue también un cambio de paradigma que nos sacudió pero lo tomamos desde el lado del cambio, todo el tiempo estamos cambiando e innovando en nuevas formas de distribuir y producir”.

La vuelta de la industria del cine es incierta aún pero las percepciones al respecto varían según el sector. “Existen protocolos aprobados que virtualmente permiten retomar los rodajes, pero lamentablemente su aplicación es muy costosa y están fuera del alcance de la enorme mayoría de las producciones locales. Asimismo, se suma la incertidumbre en cuanto a la cantidad y el alcance de los mecanismos de financiación que estarán disponibles para el cine nacional en 2021. Es crucial discutir qué cine será posible, para lo cual el sector debe ponerse a la altura de los aspectos macroeconómicos y restablecer un sistema de créditos y subsidios en parámetros sustentables. Y al mismo tiempo, derribar barreras y generar estímulos para atraer servicios de producción que dinamicen la industria y la devuelvan a sus niveles históricos de actividad”, expresa Gallelli.

Solo en los dos primeros meses de aislamiento se dejaron de vender cinco millones de entradas de cine.

Por el lado de las salas, Feldman cuenta: “Creemos que posiblemente en el mes de enero podamos estar arrancando. Nos estuvimos reuniendo con las autoridades, tanto de CABA como nacionales, para que pronto podamos ofrecer entretenimiento, que siempre fue, históricamente, la principal salida de los argentinos. Sabemos que van a empezar a aparecer, a nivel mundial, algunas películas importantes que la gente está esperando. Esa es nuestra expectativa. Con el cambio de año y los nuevos aires renovar la esperanza y la fe en que podamos salir adelante de esta situación tan compleja”.

A pesar del año innegablemente difícil, Rocha y Lechner Quiroga miran el vaso medio lleno. “No tenemos seguridades al respecto. De lo que sí estamos seguras es de que a pesar del contexto podemos resaltar que se abrieron puertas de comunicación y lazos a través de internet que en otro contexto por ahí no hubiesen existido. Lo mismo para las películas, vimos que llegaron a más puntos del país y ni hablar de otras partes del mundo”.  

No se olviden del control de mamas

No se olviden del control de mamas

Según un informe del Instituto Nacional del Cáncer (INC), el de mama es la principal causa de muerte por cáncer en las mujeres de nuestro país. Distintas instituciones y especialistas coinciden en la importancia de la detección temprana como método más efectivo para prevenir la enfermedad. Sin embargo, en un año dominado por una extensa cuarentena, el saldo fue un descenso en la cantidad de consultas, exámenes e intervenciones, así como también hubo una merma en los tratamientos. Ante este panorama ¿Qué recomiendan los especialistas?

Lo primero a tener en cuenta debe ser que cuando se habla de cáncer de mama se trata de la formación de células ubicadas en la mama que forman un tumor maligno. Por eso, desde el Ministerio de Salud advierten que ante la detección de anomalías es importante la consulta urgente a especialistas. Si bien existen varios factores de riesgo entre los que se encuentran la edad, los antecedentes familiares, la primera menstruación temprana o terapias de reemplazo hormonal entre otras, desde esa cartera informan que un porcentaje ubicado entre el 70 y 80% de los casos “se da en mujeres sin antecedentes familiares ni riesgo aumentado de tener la enfermedad”.

Claro que también existen varias alternativas para combatir y prevenir la enfermedad. Las recomendaciones van desde evitar el sedentarismo, “seguir una dieta rica en frutas y verduras y baja en grasas; realizar ejercicio físico; no fumar y moderar el consumo de alcohol”.

Matilde Yahni nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires, y cuenta que desde chica aprendió a remar antes que andar en bicicleta. Se recibió de médica y se especializó en medicina familiar, nutrición y diabetes. Hoy, con 55 años, relata que hace un lustro le tocó remarla de otra manera: justo el día que cumplió los cincuenta se enteró de que tenía cáncer de mama. “Soy médica, hice los controles siempre a tiempo y a los cincuenta me tocó. Y por qué no me va a tocar a mi si a una de cada ocho mujeres en el mundo le toca tener cáncer de mama. Lo importante es la prevención, lo mío por suerte fue un diagnóstico temprano.” Ahora preside el equipo de “Bote Dragón Rosas del Plata, conformado por treinta y ocho mujeres remeras que pasaron por la enfermedad y encontraron en ese deporte una alternativa para mejorar la calidad de vida. Según cuenta Yahni a un medio local, “el remo puntualmente beneficia la recuperación de la musculatura del tronco y los brazos y ayuda al drenaje linfático afectado por la extirpación de los ganglios axilares.”

En un boletín editado por el Ministerio de Salud en el mes de abril, explican: “Las personas con cáncer son más susceptibles de contraer cualquier infección debido a que la enfermedad y algunos tratamientos (por ejemplo, la quimioterapia, la radioterapia extensa o los trasplantes de médula ósea) debilitan las defensas del organismo”. En tiempos de Covid-19, desde la cartera sanitaria recomiendan que se tomen mayores precauciones a la hora de controlarse aquellas personas que están en grupos de riesgo, pero que no dejen de hacerlo.

Justamente, las primeras recomendaciones de profesionales e instituciones coincidían en la prudencia a la hora de salir del hogar. Sin embargo, a medida que transcurría el tiempo y la cuarentena se extendía, el debate sobre qué hacer fue avanzando y desde distintas organizaciones como la Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC) lanzaron la campaña de prevención “Si querés cuidarte, salí de tu casa”. Desde la institución explican que “no está para nada enfrentada con las directivas de las autoridades sanitarias”, sino que “se busca que todas aquellas personas que están en fecha de realizarse un control preventivo de cualquier potencial enfermedad oncológica o que ya habiendo sido diagnosticados de cáncer deben continuar con sus tratamientos, no dejen de acudir a la consulta a causa de la cuarentena.”

Es que la clave de esta enfermedad es la detección temprana. Para esto el Instituto Nacional del Cáncer (INC), en sus campañas de prevención, resalta la importancia de los chequeos anuales, que. consisten en mamografías a partir de los cincuenta años y hasta los setenta para personas sin antecedentes y asintomáticas. Estas deberán repetirse cada uno o dos años, dependiendo cada caso. Aquello no significa que las personas fuera de ese rango etario queden exentas del control. Y tampoco los hombres.

En nuestro país se registran aproximadamente veintiún mil casos anuales de cáncer de mama, sobre todo en mujeres, aunque cerca del 1% son en varones. Desde el INC recomiendan complementar los estudios con el examen clínico. En un dossier publicado en su web, desde la institución resaltan la importancia del auto examen como una forma de conocer el cuerpo propio, como una herramienta de empoderamiento que tienen las mujeres para conocer la fisonomía, densidad y textura de la mama.

Desde la Sociedad Argentina de Mastología (SAM) advierten que si la enfermedad es detectada a tiempo, existe hasta un 95% de posibilidades de cura y se utilizan tratamientos menos agresivos. Sin embargo, desde esa institución denuncian que en el contexto de pandemia “solo un 40% de las mujeres realizó sus controles mamarios, si se toma en cuenta los promedios de años anteriores.” Al mismo tiempo que “se está operando sólo el 35% de los cánceres de mama que habitualmente se operan durante el mismo período.” Juan Luis Uriburu, presidente de la SAM, señala que “seguramente en uno o dos años encontremos las lesiones que hoy no controlamos. Probablemente las veremos en estadíos más avanzados, necesiten tratamientos más intensivos y agresivos que los que indicaríamos ahora y, tal vez, disminuyan las probabilidades de cura».

Desde LALCEC prevén las mismas complicaciones en un futuro cercano y anticipan que “De prolongarse esos números será inevitable que veamos un aumento de diagnósticos tardíos y peores pronósticos de nuestros pacientes lo que redunda en un crecimiento en la mortalidad por cáncer.” Para evitar esta situación es fundamental ver el bosque tras el árbol. Si el coronavirus no posterga el cáncer, la falta de chequeos lo puede complicar. Como dice el dicho, más vale prevenir que lamentar.

Un problema matemático

Un problema matemático

Matemática es una materia que está en todos los años del secundario de la provincia de Buenos Aires. Con el aislamiento, los docentes bonaerenses tuvieron que adaptarse a la virtualidad, pero ¿cómo hicieron para enseñar esta asignatura?

Algunos profesores no llegaron a conocer a sus estudiantes y así lo describió Marina Coussiur, profesora de matemática en la ciudad de Azul: “No conocer a los chicos es una gran dificultad, lleva mucho más tiempo detectar particularidades a través de la pantalla o leyendo producciones”. Soledad Quiroga, profesora de Matemática en el partido de Moreno, fue contundente al definir su experiencia en el aislamiento: “La enseñanza en la cuarentena fue terrible”.

En un momento en el que se habla tanto de “reinvertarse”, los profesores debieron modificar su forma de dar clases. “Tuvimos que transformarnos en autodidactas por obligación para aprender las herramientas que teníamos y sentirnos cómodos con alguna”, describió Carlos Catalá que es profesor de matemática en Moreno. Por su parte, su colega Patricia Chumbita que trabaja en General Rodríguez, afirmó: “Fue encontrarme con nuevas cosas y con la dificultad de que no sabía manejar mucho internet y tuve que aprender”.

La forma “tradicional” de enseñar Matemática cada vez se utiliza menos en las aulas. Es decir, la manera en que el docente explica, muestra un ejemplo y el estudiante realiza algunos ejercicios similares. Lo que se intenta es que el “hacer matemática” integre el desarrollo de habilidades en los alumnos. Así lo explica Rita Rivas, profesora de matemática en General Rodríguez: “Para comenzar un tema nosotros iniciamos con un problema que incluye o trata de traer los temas que ya hayan visto y hacer algo nuevo con eso”. Este año explicó con videos que graba ella misma filmando la hoja y se lo pasa por whatsapp a los chicos.  

Por su parte, Luciana Gómez, que trabaja en la ciudad de General Belgrano, Buenos Aires, también coincide en su forma de enseñar en el aula: “Considero que la Matemática debe ser aprendida por los alumnos en una construcción de sus conocimientos. En la resolución de problemas, ya sea que este venga de la misma matemática o no. Pero para poder hacerlo el alumno tiene que poder interactuar con otros compañeros o bien con el docente para poder discutir, confrontar ideas o pensamientos”. Ahora, durante “la interminable cuarentena”, como ella misma la define, reconoce que “envié un trabajo más bien de actividades a partir de un modelo, de una situación que uno le da y que resulta como un ejemplo a seguir para saber que se espera que hagan en las demás actividades propuestas”.

Marina describe que “en el aula utilicé bastante la deducción para llegar al contenido a partir de una situación problemática” y señaló la nueva manera de hacerlo: “Desde la virtualidad presento el contenido y luego se resuelven actividades y se aplica a algunos problemas”. La profesora de Azul preparó el material teórico con recortes de distintas bibliografías, pero haciendo aclaraciones y explicaciones puntuales. Además acompañó estas producciones con link de videos tutoriales de distintos canales de youtube y semanalmente se encontró a lo largo del año con sus estudiantes a través de classroom o zoom para realizar correcciones.

La posibilidad de tener clases a través de plataformas como zoom o meet no es algo accesible para todos los alumnos. Todos los profesores destacaron como una de las mayores dificultades la falta de conectividad. Ya que algunos estudiantes no poseen internet o computadora por su situación de vulnerabilidad y otros tienen un único dispositivo y tal vez son varios hermanos para compartirlo. Sin embargo, Soledad destaca que “con los grupos de whatsapp, de zoom, de meet o de Messenger empezó a ser un poco más enriquecido”, aunque la plataforma utilizada depende de cada grupo y la conectividad de los estudiantes.

Con el aislamiento se perdió la interacción docente-estudiantes e incluso entre ellos mismos. Así lo destaca Enrique Guirado, profesor en General Rodríguez, Buenos Aires: “Se ha perdido el dinamismo que tiene y necesita una clase de matemática en esa interacción con los chicos que tenemos en el aula”. Carlos también modificó su forma de enseñanza y destacó: “Salimos del docente que toma todas las dudas para ir al docente que va hacia cada punto, hacia cada uno de los chicos”. Y describió: “Los docentes hacíamos de guía, recopilábamos dudas en común para enseñarlas una sola vez en el pizarrón. Salimos de todo eso, a tratar de resolver sus dudas, muchas veces eran las mismas que otros compañeros pero había que explicarlo una y otra vez porque acá está cada uno por separado”.

Coincidiendo con su colega, Soledad señaló: “Los chicos en la presencialidad si no entienden, podés acercarte, te fijás la manera de explicárselo distinto, un montón de veces, hasta que el pibe lo pueda llegar a entender. Pero en esta cuestión virtual, y ellos teniendo este mito de que la Matemática es muy difícil, es complicado”. Mientras que Luciana reflexionó: “Debe haber cierta cuota de autonomía por parte del alumno para que pueda leer o escuchar, analizar y decodificar la situación que se le ha propuesto e iniciar la resolución y los chicos no tienen esa autonomía”. Enseguida, agregó: “Los docentes somos responsables de eso, no hemos sabido enseñarles a resolver las situaciones, o por lo menos iniciar un recorrido para resolverlas sin la necesidad de que los docentes estemos encima diciéndole las cosas”.

Catriel, estudiante de 6° año en General Rodríguez, diferenció la explicación del profesor en la presencialidad y en la virtualidad: “En la presencial la conexión es más directa y rápida. Los primeros dos meses no tuve contacto directo con la profesora más allá de los PDF y algún otro mail. Es distinto aprender con alguien cerca para recibir ayuda en el proceso que tener que esperar semanas o incluso más por una respuesta”. No sólo se tuvieron que adaptar los docentes, sino que “la adaptabilidad de los chicos fue enorme. Fue también difícil para ellos”, señaló Carlos, y reconoció: “Hubo que tratar de encontrar un consenso, un punto en común en el que todos estuvieran cómodos con las herramientas usadas. Fue bastante complicado. De hecho en la mayoría de los casos no se encontró”.

Catriel contó: “Básicamente todo lo hice leyendo en internet y viendo el tema en distintas páginas de Matemática. No tenemos clases por zoom”. En tanto, Lucas, alumno de 4° año de una escuela pública de Moreno, señaló: “La profesora de la escuela manda ejemplos pero hay veces que los entiendo mejor con un video en Youtube”. Soledad, como profesora reconoce que sus videos para explicar “tienen que ser cortos, que no le ocupen a ellos mucho espacio, que les guste y quieran mirarlos”.

Otra de las dificultades fue la corrección. “Los alumnos me mandan un ejercicio hecho y cuando está equivocado no hay posibilidad de tener ninguna didáctica para que se entienda de que se aprende del error. Por lo tanto, puede ser que alguien se enoje al escuchar o algo al recibir una corrección virtual porque no está el trato cara a cara”, aseveró Rita.

Los docentes de Moreno ya tenían una experiencia de suspensión de clases. El 2 de agosto de 2018 tras una explosión por un escape de gas en la escuela N°49, en la que lamentablemente perdieron la vida la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez, los alumnos de las escuelas públicas del distrito no asistieron a las aulas durante ese año. Sin embargo, la situación era diferente. Porque como explica Soledad: “Vos podías ir a la escuela. Se armaban tutorías con horarios y les podías explicar, podías armarte láminas”. Carlos destaca otra gran diferencia con la situación actual: “Los chicos podían juntarse, reunirse para hacer los trabajos. Ahora cada uno tuvo que afrontar su realidad”.

Por último, los profesores hicieron referencia a los contenidos. Luciana contó que “se intentó dar contenidos nuevos pero fue muy difícil y también notamos que resultaba frustrante para los chicos el no entender. El pedir ayuda, el explicarle y seguir sin entender qué hacer con eso”.  Por su parte, Enrique reconoció: “Se ha hecho una selección de los temas que necesitamos dar para que los estudiantes estén preparados para el año siguiente”. Carlos también coincide en que “no digo que no hubo conocimientos nuevos. Pero fue tan a cuenta gota lo nuevo con respecto a lo que hubiese sido un año normal o un año con clases presenciales, que no se compara”.

No se compara una clase presencial con las explicaciones por video, audio o texto que puedan dar los profesores a sus estudiantes. Pero ahí está la matemática que sigue siendo la misma pero su enseñanza se trató de adaptar los tiempos que corren y claramente no es nada fácil.

Comenzaron los alegatos en el juicio Contraofensiva Montonera

Comenzaron los alegatos en el juicio Contraofensiva Montonera

 

Una nueva etapa de audiencias de alegatos del juicio Contraofensiva Montoneros se llevó a cabo ayer en el Tribunal Federal N° 4. Fue la última audiencia del año y se pidió justicia por Gervasio Guadix, quien fue secuestrado y asesinado durante la última dictadura militar. Su pareja Aixa Bona, sobreviviente, también fue secuestrada con su hija Dolores Guadix, ellas fueron quienes impulsaron insistentemente el pedido de justicia que hoy llega a sus instancias finales. 

Luego de 40 años, los imputados Jorge Apa, Roberto Dambrosi, Jorge Bano y Cinto Courtax se conectaron desde las computadoras de sus casas para escuchar el alegato del abogado querellante Rafael Flores. Los acusados cumplen prisión domiciliaria preventiva y solo Courtax se encuentra en una cárcel especial. 

“Estos sujetos, ahora ancianos y de aspecto inofensivo, fueron los cerebros y autoridades que organizaron estos y muchos otros crímenes en la última dictadura militar”, expresó Flores. Mientras el abogado relataba los tormentos que vivió la familia de Guadix durante su búsqueda de la verdad sobre lo ocurrido, fue interrumpido debido a que el acusado Dambrosi se estaba quedando dormido en la silla. Fue necesario llamarle la atención: “Le pido que no se duerma por favor, es un momento importante sobre su destino y futuro”, señaló el presidente del Tribunal. 

El asesinato de Guadix fue uno de los más comentados durante el transcurso del juicio. La última vez que fue visto con vida por su pareja y su hija fue el 26 de agosto de 1980, cuando salió de su casa para encontrarse con unas personas. En realidad, la cita nunca se llevó a cabo porque fue secuestrado y mantenido cautivo, cerca de un mes, en Campo de Mayo. Al día siguiente su pareja Aixa Bona también fue secuestrada junto a su hija. 

La niña fue liberada en la calle, donde quedó sola al cuidado de una vecina. Mientras Bona era interrogada en el Centro Clandestino de Detención, el ejército fue a buscar a su hija horas más tarde. La menor fue trasladada a una comisaría donde familiares directos de Guadix la fueron la buscar: “Se llamó al teléfono de una tía que encontraron colgando del cuello de Dolores, este número solo lo pudo haber dado Guadix, ya que Aixa no lo conocía”, detalló el abogado estableciendo que en ese momento Gervasio seguía con vida. 

El 2 de noviembre de 1980, un hombre se hizo pasar por Guadix en el Paso de los Libres, la frontera con Brasil. Luego de gritar “me autoelimino, soy montonero”, bebió lo que suponía ser cianuro líquido y cayó al suelo. En su alegato, Flores no solo cuestiona lo poco verídico de las supuestas palabras finales, sino que destaca que en esa época la agrupación montoneros ya no usaba el cianuro y mucho menos en estado líquido, porque no se distribuía. Durante la investigación se encontraron muchas irregularidades en los distintos documentos. Las fechas no coincidían y se contradecían.

La autopsia del cuerpo de Guadix fue otro documento muy estudiado. Allí figuraban las firmas de distintos profesionales, entre ellos el médico del Ejército Gabriel Salvador Matharan quien ya testificó anteriormente. En el documento se especificaba que no se habían encontrado señales de violencia o golpes. El Equipo Argentino de Antropología Forense realizó en agosto de 2009 una segunda autopsia y certificó que había una fractura en el brazo derecho de Guadix, que no había sido notificada anteriormente. A pesar de que figuraban las firmas de distintos profesionales, ninguno de ellos admitió recordar absolutamente nada del procedimiento.

La noche anterior a que se montase el suicidio, algunos militares se encontraban cumpliendo servicio en Paso de los Libres. Uno de ellos confirmó haber estado allí porque le habían avisado que un hecho iba a ocurrir al cual debía estar atento. Le ordenaron que permaneciera toda la noche observando a una persona en el puente. Flores comenta al respecto que “llama la atención la capacidad adivinatoria para saber que algo iba a suceder antes de que sucediera”. 

Este montaje fue, para el abogado, un intento de evitar que se siga buscando el cuerpo de Guadix. Las luchas por la verdad y justicia que los familiares de las víctimas y los organismos de Derechos Humanos llevaban a cabo en esa época ejercieron un papel importante: “Habían logrado que la comunidad internacional tomara conocimiento de lo que pasaba con la represión en Argentina”, dijo Flores. Por lo que la desaparición de Guadix no pasó desapercibida: “El caso fue pensado de manera secreta para exhibirlo como el suicidio de un subversivo por el que se había presentado un recurso de habeas corpus y se habían realizado denuncias”, recordó. 

Flores afirma que es necesario tener en cuenta, a la hora de determinar culpables, que se trató de un plan sistemático de exterminio: “El asesinato de Guadix no fue el resultado de un delito aislado cometido por uno o varios, sino diversas instancias de un mismo proceso represivo”. Los cuatro implicados fueron nombrados uno por uno mientras se detallaban los delitos por los que estaban siendo juzgados. Mientras Flores pedía que cumplan prisión perpetua y que el privilegio de disfrutar de cárcel domiciliaria fuese revocada por los delitos de privación ilegal de la libertad, tortura y homicidio, Jorge Apa, Roberto Dambrosi, Jorge Bano y Cinto Courtaux observaban inmutables. 

Antes de que la emoción le quiebre la voz pidiendo una vez más que se haga justicia, Flores solicitó que también se condene a Luis Angel Firpo. A pesar de contar con evidencia sobre su participación en el homicidio, este no se encuentra imputado. En una audiencia anterior huyó de la sala luego de que Dolores Guadix se parara a mostrarle una foto de su padre. Más tarde Dolores declaró para La Retaguardia: “Fue producto de la indignación que le provocaba que siga sosteniendo la misma mentira con tanta evidencia. Con el tiempo transcurrido podrían haber aportado desde otro lugar”, sentenció la mujer. 

El momento es emocionante, luego de años poder acercarse a una justicia, aunque tardía, para la familia de Guadix es un momento reparador e histórico. Dolores declaró: “Fue un camino tortuoso de muchísimos años. Si hay tantas pruebas es porque queríamos que se sepa la verdad, que no se pueda seguir diciendo que mi papá se suicidó”.