“Sólo siento emoción”, dice un simpatizante de Talleres de Remedios de Escalada tras más de un año y medio sin ver a su equipo desde la tribuna. Complicados económicamente por la ausencia del público en las canchas como por la caída en el pago de los socios, las instituciones del Ascenso tuvieron su regreso con protocolo: a cada espectador se le solicitó la libreta, carnet o certificado de vacunación virtual.
El día anterior, a unos 11 kilómetros de allí, en la Isla Maciel, también se vivió una fiesta. En los alrededores del estadio “Dr. Osvaldo Baletto”, del club San Telmo, hinchas de todas las edades se acercan, entre gritos y cánticos, para ver al “Candombero” que milita en la Primera Nacional.
Los kioscos callejeros están abarrotados de hinchas comprando bebidas, panchos y choripanes. “Mientras no estábamos acá, hicimos de todo. Desde vender comida hasta barbijos. Esto es volver a la normalidad”, afirma una comerciante que tiene puesta la camiseta azul y celeste del local y cuyo puesto de helados y golosinas se ubica justo frente al estadio.
La tarde del sábado está nublada en Remedios de Escalada, partido de Lanús. En la calle Timote, donde se encuentra el ingreso al “Pablo Comelli”, los hinchas del “Albirrojo” esperan para entrar mientras caen unas gotas. Con sus banderas, bombos y platillos, viven con felicidad la vuelta del fútbol.
“La fisonomía del barrio cambia completamente. No es lo mismo un día de partido sin la gente”, cuenta un vecino que mira cómo la gente hace fila en las inmediaciones y una decena de policías efectúan los controles para el ingreso. “Me siento feliz, esperé esto por mucho tiempo”, afirma Quique, socio vitalicio desde hace 40 años, quien porta orgulloso su casaca roja y blanca junto a su nieta.
El retorno del público también beneficia a los comercios de la zona, entre ellos un almacén ubicado frente al estadio que se inauguró hace dos semanas. “Estamos a full y expectantes con esta situación”, confiesa su propietario y remarca que este es el mejor momento desde su apertura. El local también hace las veces de guardarropa para los hinchas de Talleres que dejan sus paraguas, ya que en la cancha no se permiten. “A partir de ahora, vas a tener que cobrar el servicio”, le dice un hincha al almacenero que sonríe mientras los clientes siguen entrando en el negocio.
En cancha de San Telmo, los más de 22 grados de temperatura y el sol sobre las gradas hacen que los hinchas busquen hidratarse de cualquier forma. “¡Heladoooo!”, grita una y otra vez el heladero, quien durante buena parte del primer tiempo es el punto de atención de niños, madres, padres y abuelos que se acercan para comprarle. “Esperemos que siga así a lo largo del año”, dice el vendedor que también ofrece caramelos y garrapiñadas. A los 30 minutos, se da cuenta que no tiene más mercadería. “¡Se acabó!”, dice señalando con sus dos manos que ya no hay más, mientras niños y adultos con ganas de un palito se alejan fastidiosos y acalorados.
En el buffet de Talleres, las mesas están llenas de platos con restos de alimentos, mientras Judith y Rodrigo, empleados del club, escuchan sin parar los pedidos de los clientes. “No escuchaste. La chica pidió una porción de papas”, corrige la encargada al cocinero. Todo parece haber vuelto a la normalidad. La pandemia no solo afectó al fútbol profesional, sino también a otros deportes y actividades recreativas que se realizan en la institución. A esto se sumó la caída en el ingreso por las cuotas de los socios. “Hoy estuvo muy movido el asunto. Realmente extrañamos no solo los días de partido, sino los días en que los socios vienen aquí para comer o solo pasar el rato”, destaca Rodrigo.
“El partido es solo una excusa para encontrarnos con amigos del barrio, para hablar”, expresa Fernando, otro socio vitalicio del club de Escalada, aunque señala que antes de la pandemia la cosa no iba tan bien. Fernando critica la AFA por el tema del calendario de los partidos y porque “hace años vienen dejando de lado al Ascenso”. “Antes éramos un grupo de veinte amigos con quienes nos reunimos, ahora solo quedo yo”, se lamenta.
Tanto en Escalada como en Isla Maciel, el clima es de fervor por la vuelta. Los equipos son recibidos por sus parcialidades cantando, saltando sin parar y con una lluvia de papel picado. Las canciones aluden al barrio y a sus clásicos rivales, Dock Sud en el caso de San Telmo, Lanús y Temperley en el caso de Talleres.
San Telmo viene de ganar en la fecha previa y está necesitado de sumar puntos para escapar de los puestos del fondo de la tabla, por eso su hinchada está ansiosa. El desahogo llega a los 38 minutos de la primera parte con el gol del central Ezequiel Filipetto. Algunos hinchas se abrazan, otros se cuelgan del alambrado, después de más de un año festejan un gol dentro de su estadio.
Pero al minuto del segundo tiempo, mientras muchos espectadores todavía están refrescándose en los baños o en la puerta esperando sus bebidas, el “Tricolor” empata el partido. “¿En serio empató?”, pregunta un hincha y le pega al alambrado mientras insulta al aire. A los 64 minutos, cuando algunos estaban reclamando más ganas, Javier Velázquez anota el segundo gol del “Candombero” y desata el júbilo de la hinchada, que hasta el final del encuentro aumenta la efusividad de sus cantos.
“Terminala juez, ¿cuánto más vas a adicionar?”, le reprocha un hincha al árbitro mientras de fondo el resto corea “yo soy de San Telmo / es un sentimiento / no puedo parar”. Cuando el juez da por finalizado el partido, un grito intenso se apodera del estadio y continúa durante toda la salida.
En Remedios de Escalada, los hinchas esperan una victoria ante Fénix, rival directo en la zona baja de la B Metropolitana. El primer tiempo es trabado, casi sin situaciones de gol. Los hinchas alientan sin cesar, aunque algunos murmuran por la falta de remates al arco. El segundo tiempo también es friccionado y la impaciencia crece a cada minuto. Entonces el técnico del visitante, Cristian “el Ogro” Fabbiani, ex futbolista de Lanús y River, se convierte en chivo expiatorio para que los hinchas locales descarguen su ira.
“¡Pégale al arco!”, gritan desde la tribuna, pero no hay caso. Cuando suena el silbato que anuncia el final del encuentro, el grueso de la hinchada aplaude a sus jugadores y se retira lentamente. Pese al empate, muchos se van contentos porque después de más de un año volvieron a presenciar un partido. “Yo estuve internado y lo pasé mal durante este tiempo –cuenta un hincha de Talleres–, por lo que volver a la cancha fue un verdadero placer”.
Presencial o virtual, la Feria llega igual. Este 1, 2 y 3 de octubre de 14 a 20, los porteños podrán visitar el evento que reúne a más de 200 editoriales independientes. Habrá stands de Sigilo, Blatt & Ríos, Leteo, Eterna Cadencia, Mardulce, Notanpuan, Ampersand, Cuenco de Plata, Godot, Limonero y muchas otras. Será en el barrio de Almagro, con entrada libre y gratuita por la esquina de Perón y Gallo. Además, contará con charlas virtuales que se transmitirán por el canal de Youtube de la Feria y una librería que permitirá comprar online a quienes no puedan concurrir personalmente. Algunos de los invitados de este año serán Mariana Enriquez, Leila Guerriero, Alejandro Zambra, Martin Kohan y Tamara Tenenbaum, entre otros.
Esta nueva edición es la primera que tendrá una modalidad mixta. El año pasado, en medio de la pandemia, fue 100% online, lo que impulsó a las editoriales a adaptarse mediante una alianza con las librerías con plataformas de venta digital. “Si bien hoy hay una necesidad de volver a encontrarse, la virtualización de la Feria – cuenta Víctor Malumián de Ediciones Godot – permitió una federalización y una mayor difusión de ciertos contenidos”. Entre los títulos destacados de la editorial se encuentran Tenés derecho a permanecer gorda de Virgie Tovar y el clásico ¡Goza tu síntoma!, de Slavoj Zizek.
Con sus pro y sus contras, para Malumián, la digitalización de ciertos contenidos llegó para quedarse. Sin embargo, la presencialidad hizo sentir su ausencia el año pasado. “Si bien es verdad que comprando digitalmente uno podría encontrar todo, generalmente va hacia lo que fue a buscar. No hay un encuentro con lo inesperado. No está eso de pasear por una librería y terminar descubriendo títulos que no se conocían o autores nuevos. Además, lo que te muestran los e-commerce ya está pensado desde un algoritmo con información previa.”
Desde la editorial Limonero, Luciana Kirschenbaum cuenta que si bien la experiencia con la feria virtual fue buena, hay mucho entusiasmo de volver a la presencialidad este año. Destaca que, si bien la incorporación de la virtualidad permitió nuevas posibilidades, como la de poder conversar con gente de otros países, “hay algo de lo tangible de la lectura que solo se da en la presencialidad.” Limonero presentará en la feria uno de sus últimos lanzamientos: Discordia de Nani Brunini.
También desde Ampersand apuestan a la vuelta de la presencialidad, que para la propuesta de la editorial tiene algo irremplazable. Emilio Jurado Naón, jefe de Prensa de esta editorial, cuenta: “Nosotros nos queremos destacar por el aspecto físico de los libros, la calidad de las imágenes y los materiales”, una cualidad que queda en segundo plano cuando la virtualidad es total. El catalogo de la editorial cuenta con títulos como El método Borges de Daniel Balderston o Libros chiquitos de Tamara Kamenszain. Sobre esta poeta, fallecida este año, habrá una charla homenaje en la Feria.
Además, junto a la Fundación Hemocentro de Buenos Aires, Céspedes Libros, Roma Bar y un grupo de librerías se organizó una colecta de sangre para el viernes 01, cuyas inscripciones ya se encuentran completas.
Hace cuarenta años, la República Popular China se propuso un ambicioso objetivo: erradicar la pobreza extrema del país. Y lo logró, justo a tiempo para el aniversario de los cien años del Partido Comunista Chino (PCCH). El 25 de febrero de 2021, el gobierno chino anunció la eliminación de la indigencia y la salida de la pobreza de 800.000 habitantes, hecho que contó con la certificación de organismos como el Banco Mundial. El proceso de desarrollo y crecimiento que China lleva adelante es parte de un plan iniciado en 1949. Primero se asentó sobre las bases del socialismo y luego se apoyó en la apertura hacia el mercado mundial, modeló lo que hoy se suele denominar como un “socialismo con características chinas”.
“Si China aspira a buscar un lugar como una superpotencia global para mediados de siglo, mantener altos niveles de pobreza la convertiría en una potencia endeble, débil”. explica Sergio Cesarín, docente licenciado en Relaciones Internacionales e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, en diálogo con ANCCOM. El PCCH entiende que los altos niveles de inequidad social son un problema para mantener la estabilidad y el desarrollo del país. “El hecho de mejorar la situación de los pobres, los ingresos y el bienestar es importante. La competencia económica ha generado muchos millonarios y esa diferencia social la sociedad china la ve. Entonces la moderación de la pobreza tiene un efecto de equiparación de las posibilidades sociales importante”.
Campesinos chinos, en 1969, junto a un retrato de Mao Ze Dong.
Socialismo made in Asia
“El socialismo es un invento de occidente, Karl Marx era un alemán y su visión del mundo estaba muy sesgada a lo que él conocía a mitad del siglo XIX, o sea Alemania, Inglaterra, Flandes… la única zona industrializada del mundo”, explica Nestor Restivo, historiador, docente y co-director de la revista DangDai. Para implementar el socialismo, China tuvo que adaptar las ideas a su situación particular: “Ellos previeron una teoría que aplicaba a esa región y la adaptaron a su propia realidad. Mao Zedong lo que hizo fue adaptar el socialismo a, por ejemplo, la clase campesina, que era la más numerosa en China. No había burguesía o clase industrial, tuvieron que resignificar el ideario comunista a su realidad”. De esta forma, tomaron elementos del socialismo, el capitalismo e incluso de religiones como el budismo -importado de la India- y los resignificaron.
Restivo sostiene que si bien hay algunas cuestiones que hacen parecer a China como un país capitalista, no se puede afirmar que realmente lo sea: “Lo que pasa es que al ser un país que se incorporó al mundo, y al ser el mundo mayormente capitalista, no le queda otra que entrar en ese juego de las reglas de comercio internacional”. En su libro China: La superación de la pobreza compila, junto a Gustavo Ng, una serie de estudios sobre las políticas del PCCH para el desarrollo del país. Uno de los ejes es señalar cómo el gobierno chino regula las empresas para que no haya empresarios más poderosos que el mismo Estado, al mismo tiempo que permite el juego del mercado -hasta cierto punto- siempre y cuando también beneficie a la sociedad.
Durante el período maoísta, China creció un 6% al año, pero cuando vino la reforma y apertura de Deng Xiaoping, en 1978, el promedio de crecimiento anual pasó a cerca del 10 y 11%. ¿A dónde fue a parar ese crecimiento? Para Restivo, con la planificación estatal que hay, “ese crecimiento no se lo quedan sólo los ricos. Los ricos y los empresarios privados han ganado mucha plata en China. El Estado los regula cada vez más, pero una gran cantidad de esa migración de riquezas que se creó la maneja el Estado y las empresas estatales, y lo han distribuido de una manera mucho mejor de lo que lo hace Occidente. Mejoraron los ingresos de los ricos, pero también mejoraron los ingresos de los sectores medio y pobres”.
El Partido Comunista Chino celebró su centenario con casi 92 millones de afiliados.
La multiplicidad de actores y la colaboración entre ellos fue un eje fundamental para lograr superar la pobreza extrema. El especialista sostiene que, si bien fue una decisión del PCCH, “se involucró a todo el mundo”, entre ellos universitarios y universidades, empresarios, la Juventud Comunista, etcétera. “Les daban incentivos: si vos te ibas al campo dos años a ayudar con un plan de alfabetización, te pagaban. Fue un plan nacional que involucró a varios actores, todos tenían que ayudar en este mensaje”. El rol de empresas como Hwawei o el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) fue hacerse cargo, “apadrinar” alguna ciudad designada y cumplir con determinado calendario que cubra las necesidades básicas de esa población, como el acceso a los alimentos.
Otra cuestión importante fue la promoción estatal en los sectores rurales a la capacitación de los trabajadores, con el propósito de pasar de una economía de subsistencia a una economía vinculada al mercado. De esta forma, el Estado generaba medidas de incentivo como la construcción de trenes, autopistas y la ampliación de medios de transporte, con el fin no sólo de producir más, sino de garantizar que ese excedente vaya al mercado y genere ganancias a los productores.
¿Es posible implementar medidas como las chinas para luchar contra la pobreza en nuestro país? Para Restivo, la respuesta inmediata sería negativa: “Primero, ahí tenes un régimen de gobierno que no es cuestionable, es un régimen de partido único en el gobierno y es el que manda. Por lo tanto, esa jerarquización estricta de gobernante a gobernado, de tanto cumplimiento, acá no pasa”. A pesar de esto, sostiene que otras cosas sí podrían implementarse, por ejemplo el apadrinamiento de empresas a las provincias más carenciadas. Sin embargo, estos horizontes siguen siendo difíciles de alcanzar: “Ellos definen una política y la mantienen años y años, acá no pasa eso, el plan económico nuestro va de un lado para el otro”.
Para los especialistas, la eliminación de la pobreza en China fue, también, una necesidad geopolítica.
El intercambio con Latinoamérica
A principios de 2005, la presencia de China en la región comenzó a ser notoria a partir de las corrientes de comercio complementario: desde América Latina se exportan materias primas y recursos naturales (principalmente soja y sus derivados, carne, cobre, minerales y salmón) a cambio de bienes industriales, insumos, equipamientos y servicios. Pero esto llevó a poner la lupa sobre el rol latinoamericano y argentino: ¿es una nueva forma de “periferización”? ¿Incluso un factor de desigualdad, al desalentar otros sectores en detrimento del agroexportador? Estas críticas llevaron a que China tome nota y, según Cesarín, a partir del año 2016 hay un mayor dinamismo en el intercambio. “Hay un compromiso en sectores de mayor contenido tecnológico y valor agregado, e incluso de transferencia de tecnología. En este nuevo modo conceptual las inversiones llegan a sectores tecnológicamente intensivos como el automotriz, el espacial, las telecomunicaciones o el energético. Es decir, sigue siendo complementario, pero al menos hay mayor compromiso para mejorar la base cualitativa de las inversiones”.
“China no es una potencia revolucionaria, no viene a cambiar gobiernos”, explica el investigador. La influencia política busca lograr una interlocución válida con los gobiernos más allá de su color político: “China reconoce que somos países con alternancia democrática, y hay perfiles de gobierno que son distintos, la alternancia genera diferencias, matices. Entonces no se muestran como un actor disruptivo, sino al contrario”. Lo que buscan en la región es establecer relaciones de construcción de confianza para tener un diálogo más allá de la alternancia de gobierno que pueda haber, con el objetivo puesto en preservar sus intereses y su punto geográfico estratégico.
Por otro lado, la deuda más importante de China es con el medio ambiente: “Ellos hicieron un desastre ecológico, en 30 años hicieron lo que un país industrializado hizo en 200” señala Restivo. La industrialización en China acarreó numerosos problemas de contaminación, derivados principalmente del uso del combustible, del carbón. Si bien los últimos años buscan revertir parte del daño causado, reducir la contaminación ambiental es una tarea muy ardua debido a la amplitud y complejidad del país. Por este motivo, el interés chino por las energías “verdes” o renovables podría ser un compromiso para reducir los niveles de contaminación, a partir del desarrollo de la energía eólica y solar.
Festejos del 1 de julio, centenario del PCCH.
Tanto para Latinoamérica como para Argentina, la cuestión de la brecha de divisas con el país asiático reside en el tipo de intercambios comerciales. Si China se encuentra en un proceso de refinamiento de la industria -como el que se observa en el plan Made in China 2025-, el rol de la Argentina será seguir exportando materia prima con escaso valor agregado o acordar instalar, por ejemplo, granjas porcinas chinas, lo que puede implicar serios riesgos socioambientales a cambio de la inyección de dólares. Hoy en día, para Restivo, Argentina “no está en posibilidad de exportar a China autos eléctricos. Somos fuertes en alimentos, aprovechemoslo, pero hagámoslo con valor agregado: comida elaborada, carne envasada, hay millones de cosas que se pueden hacer para el consumo de las clases medias de China que están aumentando con mucha mayor fineza y elaboración”.
En una noche cálida y luego de más de un año y medio, el público volvió a los locales bailables bonaerenses. Las medidas gubernamentales habilitan, por el momento, hasta el 70% de la capacidad total. La nueva normativa beneficia no solo a las discotecas sino también a otros comerciantes, debido a que incrementan sus ventas en la nocturnidad.
El horario de apertura de los boliches es entre las once de la noche y las seis de la mañana. Previo al nuevo anuncio nacional, se desarrollaban recitales dentro de las instalaciones bailables, pero con un aforo más limitado y solo podían ingresar aquellos espectadores que habían reservado una entrada.
Las primeras horas
Los guardaespaldas controlan el ingreso, la temperatura y colocan con alcohol en gel al público. A las 23:30, el movimiento en el boliche ubicado sobre la calle Alem, en el centro de Quilmes, es intenso. Cientos de personas circulan por las calles aprovechando la cálida noche de luna llena. La fila es corta. Diez personas esperan detrás de una baranda de metal hasta que el guardaespaldas recibe la autorización para que más personas ingresen al establecimiento.
“¿Tienen reserva?”, es la pregunta constante del guardaespaldas. “Recién a la una se puede entrar sin reserva”, explica el encargado de la seguridad, y agrega: “La entrada cuesta 500 pesos y la consumición no está incluida en la entrada”.
A la medianoche, una combi ploteada con la frase “Ay amor por siempre” se estaciona en la acera del boliche. Es el vehículo de la banda que toca en el lugar. “Es una noche tranquila, por suerte tenemos dos recitales más”, señala uno de los integrantes, mientras baja los instrumentos. En ese momento, quienes estaban afuera de la bailanta, miran con curiosidad cómo el guitarrista prueba las cuerdas de su instrumento en la vereda.
El cantante baja de la combi unos minutos más tarde. Tiene unos 30 años, se coloca un saco violeta y comienza a bailar en complicidad con algunos compañeros. Luego ingresa al establecimiento para dar inicio al recital.
Al comenzar el show, el ingreso estaba restringido. El guardaespaldas decía de forma constante :“Recién se puede entrar a la una, después de que termine el recital”. A medida que los minutos pasan, la fila se extiende a lo largo de una cuadra, con personas expectantes por ingresar al lugar.
Una ráfaga de movimientos
A cuarenta cuadras de distancia, otro local bailable, ubicado sobre la calle General Belgrano y Mosconi, está en su mejor momento. Las personas llegan de todas partes. La fila de dos cuadras debe tener cerca de setenta personas. Las luces de neón y el cartel publicitario del local brillan a máxima potencia.
El local tiene un doble dispositivo de seguridad. Primero colocan alcohol en gel a quienes pasan a las boleterías y luego miden la temperatura en la puerta de ingreso del boliche.
Mientras tanto, dentro del local, una banda de cumbia brinda su recital, a las afueras su equipo de producción se prepara para partir. “Volvimos a la normalidad”, afirmó un integrante de la producción, que lleva una campera con el lema de la gira “Dios está conmigo”. El joven asegura que en la jornada debían hacer ocho presentaciones en distintos locales bailables del Gran Buenos Aires. “Ahora tenemos que ir a La Plata”, afirma, mientras de fondo se escuchan los cánticos del público. En tanto, el equipo de seguridad acelera el ingreso de público para evitar aglomeraciones durante la salida de la banda.
Luego un grupo de cinco chicos y chicas, de unos 20 años, se acerca al filtro policial para poder ingresar. “Pónganse el barbijo”, les dice un policía. Los jóvenes, entre risas y un poco de incomodidad, responden que no tenían. “Vayan para allá, que en ese puesto venden”, les señala. Tres de los involucraron se van hasta el pequeño puesto que cuenta con dos carteles: “Ropero” y “Remises”. Cuando se disponen a comprar, los jóvenes se ven sorprendidos: “Son 200 pesos”, dice la vendedora. Los chicos entre risas compran cinco barbijos. Cuando se acercan a las vallas, uno de ellos dice: “El barbijo más caro del mundo”. Los demás integrantes aprovecharon el momento para sacarse una foto con su reciente adquisición
“Nosotros vinimos por el recital”, dice una de las pibas. “Lástima que ya termina”, dice el policía. Entre risas, la joven culpa a uno de los chicos por haber salido tarde. Este se desentiende preguntando: “¿Tan rápido?”. El policía responde: “Sí, claro. Dura 15 minutos”. Los jóvenes se ríen de la situación. “Bueno, ya que vinimos hasta acá. Esperemos que se saquen una foto con nosotros”, bromea uno de ellos.
Cuando abren las puertas del vehículo para introducir los instrumentos, una de las jóvenes pregunta “¿Nos podemos sacar una foto con el cantante?”. “Sí claro, solo esperen un poco”, asegura una de las integrantes de la producción, mientras la banda sale apurada por un portón negro. El grupo de fans se acerca a los músucis y les piden fotos. Algunos acceden sin dudar. “Dale Chino, rápido, apúrate”, dice un integrante de producción, asediado por los compromisos laborales. Momentos después, el cantante, que usa un saco azul brillante y una toalla que le tapa el rostro, sale del local de forma acelerada y se dirige hacia la cabina del acompañante del vehículo. Antes de partir, y luego de la insistencia de los fans, se baja del vehículo y se saca unas fotos con ellos. Luego se sube al vehículo y se va a toda velocidad del lugar, en donde casi rompe el paragolpes. Los chicos y chicas se quedan contentos por la foto.
El dilema de estacionar
En las cercanías del boliche de la calle Alem, no hay espacio libre para estacionar. El único lugar disponible es exclusivo para los autos de los personajes que actúan en el lugar. En el playón de estacionamiento, ubicado en frente del local, el costo es de 400 pesos.
En la bailanta de la calle Mosconi, los espacios de estacionamiento son limitados. Los cuidacoches ubican los vehículos en espacios increíblemente estrechos. El precio para estacionar en las cercanías del lugar es de 350 pesos y se debe pagar por adelantado. “Esto lo tengo que hacer porque si no se van sin pagar”, admite el acomodador de coches. El hombre, de unos 60 años, asegura que la afluencia de personas fue mayor en comparación a las semanas anteriores, donde el boliche estaba abierto, pero con un aforo menor y limitado solo para los recitales.
Los otros beneficiados
Uno de los grandes beneficiados de la noche de la calle Alem es un kiosko ubicado a una cuadra del boliche: sus ventas mayoritariamente provienen de personas que esperan ingresar al local bailable. “A esta hora, cigarrillos, bebidas y papas fritas fueron las cosas que más vendimos”, aseguró el kioskero, contento por el aumento de las ventas en comparación a las otras semanas. “A este ritmo, en verano no daremos abasto y de seguir así deberemos contratar más personal”, afirma el comerciante.
“¡Cómo necesitábamos tener un día como hoy!”, admite una señora que trabajaba en un puesto de guardarropa. “Por suerte los chicos confían en nosotros”, declara la comerciante, que tiene su puesto nocturno en la avenida Mosconi desde hace siete años.
En la esquina de la avenida Mosconi, un señor y una señora colocan una parrilla. Encienden el fuego con tranquilidad y recién a las 3 de la mañana, colocan los chorizos y hamburguesas en el fuego. “La venta empieza a fluir entre las 4:30 y 5:00, cuando los pibes salen del baile con hambre”. Los precios oscilaban entre los 100 y 300 pesos, de acuerdo al tipo de sándwich. “Ahora que vienen más personas, la venta va a mejorar. Alguna vez la suerte tiene que caer de nuestro lado”, cuenta el vendedor.
Cuando el día atardeció y el sol se puso en el Congreso, alrededor de las 19, cientos de antorchas encendidas lo despidieron aferradas por manos pintadas de negro, simulando ser petróleo y en rechazo a los hidrocarburos. Eran miles las personas, la mayoría jóvenes, que a espaldas del Congreso de la Nación reclamaban que no se les diera la espalda.
“Hoy salimos a la calle, porque no hay Planeta B”, cantaban las voces enérgicas y resonantes que llegaron a la Plaza del Congreso alrededor de las 18.30. Los cantos fueron súbitamente interrumpidos por el ritmo de los bombos de murga de Talleres Batuka, que recibían a todas las columnas que ya concluían su recorrido iniciado en Plaza de Mayo.
Una hora antes, mujeres cubiertas con un atuendo de un color violeta llamativo, emulando aquella vestimenta de las mujeres de los países islámicos, caminaron en total silencio en contraste con su alrededor para terminar ubicadas en primera línea de la marcha. Extendieron sus brazos hacia los costados y guiaron las banderas que se aproximaban. Llamaron la atención de los concurrentes, y cientos de fotos las tuvieron como protagonistas. Formaban parte de Extinction Rebellion Argentina (extinción o rebelión), un movimiento social a nivel mundial que se caracteriza por realizar actos de resistencia no violenta.
La marcha por la Crisis Climática de alcance mundial, se replicó a lo largo de toda la Argentina. En la Ciudad de Buenos Aires la movilización partió desde la Plaza de Mayo hasta el Congreso. Reunió más de 10 mil personas, encolumnadas con organizaciones o no encolumnadas, pero cada cual con su reclamo latente. La heterogeneidad de partidos y colores políticos colmaron la plaza unidas por la preocupación por el futuro.
“Hoy las organizaciones sociales, los cooperativistas, los ambientalistas, todos estamos peleando lo mismo y lo estamos haciendo en el mismo lugar donde hace unos meses propusimos una Ley de Envases con Inclusión Social”, dijo Leonor Larraburu, referente de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores, desde un escenario montado sobre un camión, frente mismo al Congreso y de cara a las columnas y banderas que se concentraban en la plaza.
La juventud que se reunió en las calles reclama un cambio de paradigma y sus carteles ilustraban el reclamo. “Nuestras políticas ambientales son un chiste pero nadie se está riendo”, decía uno. “El pueblo / consciente /defiende el medio ambiente”, resaltaban los diversos manifiestos sostenidos por manos igual de diversas, niños acompañdos de sus madres, jóvenes con máscaras de animales, trabajadores organizados, entre otros.
Los mensajes fueron contundentes y tan numerosos como la cantidad de asistentes. Sin embargo no solo los jóvenes estuvieron presentes, gente de otras generaciones también hizo suyo el reclamo.
“Yo estoy acá por el planeta, porque creo que hay que defenderlo y no hay que esperar más. La voz y la fuerza tiene que venir de abajo hacia arriba, declaró con convicción Susana Fernández, de 68 años. Susana forma parte de un proyecto llamado “Zurciendo el planeta”, donde mujeres latinoamericanas cosen y bordan para compartir mensajes sobre la emergencia climática y las muchas maneras de vivir de un modo sustentable.
El futuro preocupa, y con él el mundo que se le deja a las generaciones venideras. “Es el momento de salir a la calle y pelear por aquello que nos están quitando, la posibilidad de un futuro, así como estamos no va a quedar nada. Nos quedan menos de 10 años para cambiar el rumbo, no queda mucho más tiempo”, exclamó Joaquín Gonzalez, de 18 años, miembro del MST.
La convocatoria estaba impulsada desde las redes, con itinerarios e invitaciones a participar, incluso si no se tuviese compañía Jóvenes por el Clima convocaba a unírseles. Las razones para marchar eran, y son, varias. Las más concretas, la crisis climática que acecha y ya está en todos lados; la necesidad de tomas de decisiones de manera urgente para no superar los 1,5°C de calentamiento; presionar por una ley de humedales que se encuentra “cajoneado” desde noviembre de 2020 y exigir por una transición hacía energías sustentables.
A las 15, tres horas antes de que las columnas desembocaran frente al Congreso ya habían comenzado a concentrar los asistentes en Plaza de Mayo, con pecheras distintivas de cada organización o alguna remera que los distinguiese. Las banderas fueron desplegadas una hora después y a eso de las 16.45 las columnas ya estaban expectantes para iniciar su recorrido. Con la gente llegando, también lo hicieron los vendedores que esta vez tuvieron un menú diferente al del resto de las marchas: mucha de la oferta era vegana. Las olas de gente se fueron sumando desde todos los extremos de Plaza de Mayo, hasta confluir en una sola en la calle Avenida de Mayo mientras de frente el sol iba cayendo.
“Nuestro desarrollo tiene que ser armónico con la naturaleza. Pedimos una democracia directa, no se puede hacer nada sin consultar a los pueblos”, declaró contundente, desde el escenario, Mariano Sánchez Toranzo, ambientalista que lleva adelante diversas acciones en pos de la defensa y el cuidado del medio ambiente, y fue despedido con un vitoreo.
Al cierre, desde la Red Nacional por los Humedales reclamaron “decir basta. Basta de ser funcionales a los antiguos paradigmas de progreso, estamos todos en el mismo río y se está secando. Basta del Estado Ecocida. Basta de pelearnos entre nosotros por cual es la bandera más grande o más chica. Y a los muchos que se suman por primera vez hoy, bienvenidos, vengan siempre, los necesitamos.”