La magia de la ciencia

La magia de la ciencia

El empresario en tecnología e ilusionista Gustavo Guaragna presentó el espectáculo de magia “Memorias del futuro” en el edificio Cero+Infinito de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA en defensa del sistema científico y tecnológico. Entrevistado por ANCCOM, el CEO habló del rol de la educación pública, de la meritocracia y de la internet actual.

Diez minutos antes de la hora pautada en el edificio nuevo Cero + Infinito, en Ciudad Universitaria, se encontraban el protagonista del espectáculo y las personas de técnica ultimando detalles. También había algunos allegados entre amigos y compañeros de trabajo. A medida que se aproximaba la hora la sala empezaba a recibir estudiantes, docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. La mayoría se había enterado de la función por la gacetilla enviada por correo electrónico. “Yo me enteré dos minutos antes porque me contó una amiga”, explicó un estudiante de grado de la Carrera de Matemáticas.

Los encargados de presentar al ilusionista fueron el secretario de extensión de la Facultad, Santiago Sosa, y el secretario académico Rodrigo Castro quienes expresaron que el espectáculo buscaba dar visibilidad  a los recortes presupuestarios en el sistema de investigación de nuestro país. También señaló Castro que la acción conjunta de un empresario con la universidad pública obedece a la necesidad permanente de solidificar lazos, ya que la investigación y la industria tienen un vínculo directo.

Cuando la función comenzaba, Gustavo Guaragna se apresuró a aclarar que no es egresado de la UBA, pero que estudió en otras universidades públicas: aunque no finalizó las carreras, asistió a la UTN de Rosario donde estudiaba Ingeniería en Sistemas y más tarde a la Universidad Nacional de La Plata, para cursar Ciencias de la Computación.

Luego explicó que esta presentación en la UBA fue su forma de contribuir de alguna forma para dar difusión a un momento difícil del sistema educativo. El ilusionista abrió el show con la frase de Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. De ahí en adelante el mago sorprendería a la audiencia con sus trucos.

Guaragna es un reconocido empresario en el sector informático. Cuenta que siempre supo qué quería ser: cuando aún estaba en el nivel primario que quería programar computadoras y ser mago ilusionista.

Su presentación en la Facultad de Ciencias Exactas ofrecía el particular contraste de llevar la magia a un lugar donde prima la racionalidad.

 

¿Hay una presión extra frente a un público de científicos?

No. A mí me gusta jugar con esa cosa de la racionalidad y nada me gusta más que verles la cara y los ojitos cuando en un momento pueden soltarse de la lógica y dejarse llevar por la poesía que trato que quede impregnada en lo que voy contando. El show está pensado para que en algún momento tengan esa sensación de maravilla y de dejarse llevar por el misterio. Obviamente la ciencia persigue un misterio para buscar una verdad, pero siempre que corrés un velo para develarlo te das cuenta que detrás de eso aparecen diez o mil, un millón de misterios nuevos. Entonces también hay una parte muy fuerte de eso de perseguir algo que a  lo mejor no tiene solución pero igual estás convencido y para mí es ese proceso el que lo hace científico al científico.

 

Entonces la ciencia y el arte no son contrarios.

Para nada, en absoluto. Después hay buen arte, mal arte; buena ciencia y mala ciencia. Cuando uno percibe la buena ciencia, no tiene ninguna diferencia con el arte.

 

Guaragna es CEO de una empresa que tiene 70 empleados en la Argentina y otros veinte en Chile. Trabajan totalmente de manera remota. “Lo más importante para valorar a alguien a la hora de ser contratado es la honestidad”, explica y cuenta que en general prefiere contratar a personas con formación universitaria.

¿Qué postura tenés frente a la cuestión de la meritocracia? ¿En qué medida incide el esfuerzo personal y en qué medida las condiciones iniciales?

A la mayoría le gustaría que las condiciones fueran equivalentes para todos; que frente a las mismas condiciones puedan tener las mismas oportunidades. La realidad es que vivimos en un mundo en que la no-distribución de la riqueza es una tendencia imparable. Entonces esto del mérito, creo que se podría llegar a abordar solamente frente a la igualdad de condiciones o de oportunidades. Tenés que tener un centro de coordenadas a partir del cual podes decir: “Bueno hizo más esfuerzo, menos esfuerzo”. Pero la realidad es que no todos tienen las mismas oportunidades. Tiene que ver con la alimentación, con el entorno, un montón de cosas. Aparecen muchas más flores cuando tenés un jardín bien cuidado.

 ¿Qué significa para vos estar acá en la universidad pública y, particularmente, en la UBA?

A la universidad pública le debo todo. En particular la UBA para mí es un tótem. Y en particular la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales es un orgullo nacional. En la universidad pública yo también trabajé y formé parte de la Universidad Nacional de La Plata y la tecnológica de Rosario. Exactas de la UBA es uno de los lugares que son centros de conocimiento donde está la cuestión de la universalidad del conocimiento. Gente que estudiando cosas dentro de la misma rama estudia cosas muy diversas. Es cuna de grandes y también casa de grandes. Para mí, es un honor estar acá.

 ¿Qué rumbo está siguiendo internet en este momento?

Internet hoy en día se ha transformado en una sombra o en una caricatura de lo que se soñaba o se esperaba que fuera cuando comenzó. Internet, que planteaba la posibilidad de construir la famosa idea de la aldea global, del acceso común al conocimiento y compartirlo, se ha convertido en una caja de resonancia, de eco. Ha habido una concentración enorme. Nuestro consumo cultural está muy sometido a algoritmos que lo que hacen es mantenernos en lo que ya nos gusta o en el gusto común. Estos tiempos requieren muchísimo más esfuerzo del consumidor, del lector, para criticar, someter a juicio eso que se nos ofrece para el consumo, ver si verdaderamente es lo que queremos consumir e inclusive forzarse uno a probar otros contenidos culturales completamente distintos, como una manera de ver otra parte del mundo. Conocer otros sabores: no puede ser todo dulce o salado.

En uno de los carteles que promociona el show aparecía la frase de Arthur Clarke: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.

La presentación de Gustavo Guaragna en la Facultad de Ciencias Exactas planteaba desde el principio el desafío a las falsas dicotomías. Pudo observarse durante el espectáculo que la búsqueda del conocimiento  y el ejercicio de la imaginación son perfectamente compatibles. Pero otra idea desmitificada fue la que opone a la actividad empresarial con el compromiso por la educación pública. El desarrollo económico de un país requiere investigación científica y educación de calidad.

“Milei es muy bueno humillando y basureando al otro”

“Milei es muy bueno humillando y basureando al otro”

El escritor Martín Kohan advierte sobre la violencia del discurso político gobernante y la continua denigración de las instituciones culturales, a las que llama “curros” y “kioscos”. “Hay que insistir con la práctica de la discusión y el intercambio, recuperar la percepción social de que insultar y denigrar es un papelón: esa es una forma de resistencia”, plantea.

“Las formas y los actos de la crueldad ya existían, pero el modo en que ciertas prácticas se generalizaron y se familiarizaron son un elemento de esta época que puede ser singular”. El escritor, ensayista y profesor universitario Martín Kohan es un lúcido observador de la escena cultural y política, y sus definiciones sobre el gobierno de Javier Milei y el clima social son portadoras de sensibilidad y agudeza. “Porque ciertas prácticas y formas de la crueldad que conocemos no dejaban de alguna manera de irrumpir y desentonar en una escena donde el registro medio no era ese, entonces cuando alguien ponía en circulación una expresión y un regodeo de la crueldad eso era disonante respecto de la atmósfera dominante. Un poco nos hemos ido habituando a la agresividad, a la humillación, al basureo y esto cambió el tenor”, dice en esta entrevista con ANCCOM que transcurre en el bar Sócrates, a una cuadra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en la calle Puán, donde Kohan da sus clases de Literatura Argentina.

¿Qué ocurre con el discurso estatal?
Ha habido un traspaso al discurso estatal de estas modalidades, lo cual lo vuelve especialmente grave porque acompañan ciertas prácticas. Tristemente, en la Argentina ha habido muy a menudo políticas que traen dolor y perjuicio a la población. Pero ya no son medidas dolorosas que se acompañan, aunque sea por hipocresía, por discursos que al menos fingen acompañar ese dolor; hay un giro particular que es, primero, que se disfrute del dolor que eso ocasiona, y segundo, que se exponga ese disfrute. Se toman ciertas medidas por las cuales una cantidad de gente pierde su trabajo y queda en la calle, y que desde el propio Estado se exponga la gratificación por el sufrimiento que se está ocasionando, a mí me parece que merece una señal de alarma.

Es la lógica de las redes sociales llevada al Estado
Mi impresión es que sí. Si uno trata de ver zonas, planos de circulación de discursos, todo indica que aunque no quepa hacer una consideración absoluta porque hay intervenciones y registros diferentes, los especialistas en la materia coinciden en señalar que se ha instalado sobre todo en Twitter una convivencia cotidiana con la violencia, con la humillación, con la denigración y con el basureo. Muchas personas pasan muchas horas del día ejerciendo eso o expuestas a eso. El Presidente pasa muchas horas. Si antes existía algo así como un termostato que saltaba ante una sobrecarga de energía negativa de agresividad, hoy ese termostato no existe más. Son niveles muy altos de agresividad que se transitan cotidianamente de una manera naturalizada.

¿Qué cambios observás?
Hay ciertas condiciones que hicieron posible que esto asumiera estas características, por eso para mí el punto de partida es de qué modo ciertos discursos, ciertos registros se generalizaron y se naturalizaron en la sociedad porque esta demostración del disfrute un poco sádico por el sufrimiento en muchos casos suscita consternación, malestar, rechazo pero también suscita adhesión. El actual Presidente de la Nación es en la política argentina probablemente quien mejor captó y aprovechó esas condiciones. Obviamente no tuvo ningún interés ni necesidad de contrarrestarlas, a mí me parecería deseable socialmente hacerlo. Claramente Milei fue quien captó eso, que es una sintonía de época, porque no es un fenómeno solo argentino y la asumió personalmente con una eficacia muy especial. Es muy bueno agrediendo, humillando y basureando al otro, lo hace muy bien. Y porque las condiciones previas son las que son, obtiene un nivel de adhesión

¿Qué lugar queda para la discusión?

Las condiciones generales, no absolutas, pero sí muy extendidas de las que estamos hablando impiden la discusión. Porque si alguien acude a una escena, sea una conferencia de prensa o Twitter, se propone dar una discusión y lo que obtiene inmediatamente son agresiones, denigraciones, humillaciones, ninguna réplica ni refutación a lo que puede estar planteando sino solamente una práctica de basureo, no solamente no hay una discusión sino que se la impide. No pienso que lo contrario a este estado de agresión y agresividad más o menos generalizada sea un estado apacible de condiciones de acuerdo y consenso. Lo que me resulta insatisfactorio del estado generalizado tal como lo estamos describiendo no es que impidan el acuerdo, el consenso y la confraternidad, impide la discusión también, pelear ideas y polemizar proyectos porque no se puede ni siquiera discutir en esos términos. Son sucesivas escenas de intercambio de violencias y no hay discusiones, muy pocas discusiones hay en este tiempo.

 

¿Qué pasa en el campo de la cultura?

Si uno se atiene a las iniciativas que el gobierno manifestó respecto al campo de la cultura, yo no distingo un proyecto alternativo para el funcionamiento de una institución como el Fondo Nacional de las Artes, del manejo del Programa Sur de literatura argentina o del INCAA, lo que propusieron es cerrarlos. Una discusión de una batalla cultural sería sobre criterios y parámetros culturales para gestionar espacios de promoción cultural del cine, la literatura y el teatro. Entonces, bienvenida la discusión sobre estéticas, lineamientos y corrientes. Discutir qué literatura queremos difundir, qué cine, cómo manejar esos fondos, de donde obtenerlos y cómo gestionarlos. Lo que se planteó desde el jefe de Estado fue no solo el anuncio de eliminarlos, que últimamente son más amenaza/extorsión que anuncios, sino que esto fue acompañado de una denigración de las prácticas culturales y de quienes las llevamos a cabo. Si dicen que hay curros en tal o cual lugar, señalen cuáles, quiénes son los responsables y se tomarán medidas al respecto y soy el primero que acompañaría gratamente. Lo que uno registra en el discurso del poder político gobernante es denigrar todas las prácticas culturales llamándolas curros y todas las iniciativas culturales llamándolas kioscos. La idea es que alguien que se presenta al Fondo Nacional de las Artes o que defiende su existencia está defendiendo curros. Como hay una familiarización a la que yo no pienso prestarme ni plegarme, un acostumbramiento a que todo el mundo se vea humillado, basureado o denigrado, esto puede haber sido pasado por alto. A mí me sigue pareciendo grave, proviniendo del jefe de Estado, que tuvo expresiones de enorme descalificación para las distintas prácticas culturales y artísticas en el país. ¿Cómo pensaríamos en una batalla cultural? ¿Cuál sería la discusión de los proyectos culturales? Está basureando, denigrando y humillando y está amenazando con cerrar lugares. ¿Cuál es la propuesta de la política de promoción cultural de la literatura que tiene este gobierno? ¿Qué idea o lineamiento con respecto a las estéticas cinematográficas piensan promover? Yo no detecto que haya planteos consistentes al respecto, solo defenestración y amenazas.

Lo que me resulta insatisfactorio del estado generalizado no es que el insulto y la agresión impidan el acuerdo, el consenso y la confraternidad; impide la discusión también, pelear ideas y polemizar proyectos porque no se puede ni siquiera discutir en esos términos.

Martín Kohan

¿A qué lógicas responde?
Es la premisa de que todos los espacios, todas las prácticas, todos los vínculos sociales se regulan bajo la lógica del mercado. Solo existiría un cine, una literatura, una música, un arte enteramente comercial y mercantil. Si recapitulamos la historia del arte, del cine, de la música argentina, la mayor parte de las expresiones reconocidas y más valoradas, más prestigiosas, no existirían, porque no es el cine, la literatura, el arte, la música del mercado. Existe una lógica comercial y es perfectamente válida, el problema se presenta ante la idea de que esa sea la única que existe.
Recapitulemos la historia argentina del siglo XX. ¿Qué habría sido de Borges con esa lógica? Un escritor que no tuvo impacto comercial hasta pasados sus 70 años. ¿Qué sería de Saer, de Mujica Lainez, de Sara Gallardo, de Hebe Uhart? Y en el cine es lo mismo. ¿Cuál sería el único cine que funcionaría bajo esa lógica del mercado? El de Lisandro Alonso no, el de Lucrecia Martel tampoco. Como planteo y como formulación es sorprendentemente básico, dado que hay una larga tradición de elaboración conceptual teórica y crítica sobre las relaciones entre arte y mercado con posiciones y resoluciones muy diferentes entre términos de integración, antagonismo, infiltración, alternancia para tener que discutir hoy si debe o puede haber arte por fuera de la estricta lógica del mercado. Es elemental y básico hasta lo deprimente que se pretenda presentar como argumentación que la sola regulación del mercado va a ser satisfactoria para la dinámica de la producción de arte de un país, es de un nivel de desconocimiento muy alto tal como fue formulado por el Jefe de Estado.

¿Cómo se responde a esa lógica?
A esa lógica socialmente dominante se le ofrece resistencia. Si una intervención o una postura va a abrir una discusión o va suscitar una serie de agresiones, ahí hay un primer punto sobre el cual resistir. En este estado de cosas, hay que resistir e insistir con la práctica de la discusión y el intercambio. Cualquier discusión hoy, incluso la más álgida y vehemente, solo por el hecho de desarrollarse como tal y no como un intercambio de insultos y denigraciones es una forma de resistencia. Reestablecer la posibilidad no solo de dialogar sino también de discutir y pelear ideas. El exabrupto ya existía pero era un papelón que pasara eso. El punto es que se perdió ese efecto vergonzante, empieza a tener un halo de valoración positiva. La pregunta es ¿qué está pasando que dejó de ser un papelón que a alguien le pregunten algo y se desencaje y empieza a gritar desaforadamente y hasta sea celebrado y aceptado? Recuperar la percepción social de que es un papelón eso, esa es una forma de resistencia. Confío que con el tiempo volveremos sobre ciertas escenas que transcurren sin sobresalto y diremos:“Qué papelón”.

“La comunicación es de interés más allá de ámbitos académicos”

“La comunicación es de interés más allá de ámbitos académicos”

Presentado en la Feria del Libro, “Vocabulario crítico de las Ciencias de la Comunicación” reúne a 139 especialistas que definen más de 100 conceptos, en una obra que busca diferenciarse del clásico diccionario.

Coordinado por el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Diego de Charras, la directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, Larisa Kejval, y la docente e investigadora Silvia Hernández, Vocabulario crítico de las Ciencias de la Comunicación reinstala el debate sobre el objeto de la comunicación, sus fundaciones y sus límites. Con una función pedagógica, se propone como una herramienta de consulta para estudiantes e investigadores. La relación entre sociedad, medios y tecnologías, los problemas de los lenguajes y las significaciones, y las relaciones entre procesos culturales, identidades, política y economía, son algunos de los ejes que atraviesan el libro publicado por Taurus.

En diálogo con ANCCOM, De Charras, Kejval y Hernández reflexionan acerca de la importancia de contar con un vocabulario donde quienes forman parte del campo puedan verse reflejados.

 

¿Cómo surgió la idea del libro?

Diego De Charras: Más que surgir, fuimos catalizadores de una idea que estaba desde hace muchos años dando vuelta por la comunidad de la Carrera de Ciencias de la Comunicación. Existieron varios intentos de gestar un diccionario propio para esta ciencia social, pero ninguno llegó a ver el sol, entonces nos propusimos poner en marcha este proyecto y llevarlo al final. Y por suerte lo logramos.

 

¿Por qué no se pudo gestar antes un vocabulario?

Larisa Kejval: Uno de los motivos quizás es que se trata de un campo que es relativamente joven, ya que comienza a institucionalizarse a partir de los años 80, con la creación de las carreras de Ciencias de la Comunicación tanto en Argentina como en el resto de América Latina. Como es poco para un campo de conocimiento, era necesario recorrer algunas décadas para madurar un proyecto de estas características. Otro elemento tiene que ver con que es muy difícil de hacer. De alguna manera, lo que hace un diccionario es, provisoriamente, poner un borde a un campo, es decir, delimitar cuáles son sus conceptos principales y quiénes pueden ser los referentes para dar cuenta de esas nociones. Silvia, en todo el proceso de hechura, estaba muy insistente con una palabra que yo no conocía, “balizar”, que significa poner un señalamiento provisorio dentro de un campo que fluye en el transcurso del tiempo mediante el debate, pero que también es ancho, lo cual implica trazar esos bordes en relación con otras disciplinas o formas de abordaje de lo social.

Silvia Hernández: Sí, yo agregaría que son 40 años de institucionalización que igual no agotan el pensamiento de lo comunicacional, porque si uno mira las referencias bibliográficas más fuertes del libro, eso se extiende mucho más en el tiempo.

 

¿Por qué eligieron la palabra vocabulario y no diccionario?

LK: Todo el tiempo oscilamos entre esas dos palabras, porque fue una idea que formó parte de muchas conversaciones. Siempre fue nombrado diccionario porque era el término con el que conocíamos a este tipo de publicaciones en otras disciplinas. En el momento en el que nos pusimos a pensar el nombre terminamos eligiendo vocabulario porque expresaba mucho más la intención de no pretender abarcar todo, sino un conjunto de nociones que forman parte de nuestro hablar y de nuestros intercambios en una comunidad académica.

SH: Uno podría pensar que el vocabulario es un punto de llegada. En parte sí, cuando concebimos el proyecto tratamos de hacerlo no como un punto final o de decir “esto que hay acá es el campo de la comunicación”. El vocabulario no tiene un propósito normativo de decir qué sí y qué no, sino que en una época en donde la comunicación parece ser todo y que no se puede hacer nada sin ella, necesitábamos una imagen en la que vernos reflejados. De ver qué cosas pudimos hacer y qué no, qué agenda tenemos y también poder observar qué estuvo haciendo un compañero. Me parece que funciona como un mojón en sí mismo para ver cuáles son nuestras referencias.

¿Cuándo empezó el proceso de creación?

LK: Cuando Silvia no quiso ser más secretaria académica (risas). Yo le dije: “Si me vas a dejar, yo sólo te pido que concretemos este libro”.

SH: Empezó en agosto del 2022 y hubo un primer momento caótico de pensar qué metodología íbamos a utilizar y qué queríamos lograr. Eso llevó tanto tiempo como el que tuvieron los autores para escribir y el posterior período de edición. El armado de la idea también supuso pensar qué queríamos hacer, “peinar” otras referencias importantes del campo, ver qué habían hecho otros y realizar consultas. Incluso formamos un comité asesor con un conjunto de docentes de la Carrera para que nos acompañen en los primeros momentos. También tuvimos que decidir qué hacer con los términos clásicos y con los emergentes que, si bien no están reconocidos por todo el campo, queríamos apostar por ellos. Una vez definido el mapa de términos, teníamos que ver si hacían sistema, qué figura componían y quiénes serían los encargados de escribir.

LK: Sí, y todavía hoy nos levantamos pensando en nociones que deberíamos haber incluido, pero a sabiendas de que el vocabulario no abarca todo.

 

¿A qué público está dirigido el libro?

DDC: Es un proyecto que tiene distintas aristas. Una claramente es pedagógica, pensamos en nuestros propios estudiantes, tanto presentes como futuros, como en nuestros colegas, para que funcione como una herramienta de consulta permanente. Tratamos de hacer un documento que jugase en ese filo entre algo que pueda ser leído por alguien externo al campo, pero de las Ciencias Sociales, como para alguien que fuera externo a ambos lugares, pero con un interés por la comunicación y que lo pueda comprender y al mismo tiempo pudiera funcionar dentro de la academia. Por otro lado, tiene una función académica y política en el sentido de que queríamos contener a toda la comunidad docente y de investigadores de la Carrera para que pudieran quedar expresadas distintas líneas de pensamiento, matrices teóricas y perspectivas epistemológicas. Fue un hojaldre que se amasó muchas veces antes de pedir los artículos.

LK: Sí, y creo que hacia adelante va a ser interesante ver cómo repercute en otros territorios, tanto de nuestro país como de América Latina. Si bien es un proyecto que de alguna manera nace en la UBA y en Argentina, hay que ver cómo resuena en otras geografías, qué otros términos han tenido un eco allí y qué no hemos tenido en cuenta. Por ejemplo, nosotros decidimos incluir la noción de “memoria”, que no sé si en otros países de Latinoamérica es igual de significativa que para nuestra historia político comunicacional.

 

¿Cómo definieron cuáles serían los conceptos?

SH: Primero hicimos una especie de conjetura acerca de cómo podríamos ordenar este campo. Para eso, imaginamos tres subzonas: una que piensa la relación entre medios y sociedad, una que reflexiona sobre el problema de los lenguajes y la significación, y otra que medita sobre el vínculo entre identidades, cultura, política y poder. Eso permitió definir un conjunto de términos y ver cómo se ordenaban según esos ejes, pero no es una división tajante, sino que se intersectan de maneras múltiples. Con respecto a la autoría, algunos términos ya venían con su nombre, ya que hay representantes casi exclusivos de algunos conceptos. También había algunas áreas emergentes que nos interesaba que estuvieran, pero que todavía no tenían un concepto decantado, y en esos casos era el nombre del autor o autora el que nos ayudaba a definir la noción encargada de albergar esa zona de interrogaciones.

LK: Somos un equipo muy complementario, entonces también tuvimos roles entre nosotros. A Silvia lo que más le preocupaba era la lógica interna y estos conjuntos. Yo en varias oportunidades amanecía pensando en conceptos que no podían faltar y muchas veces eran un nombre propio. Los roles nos permitieron ir y venir en un buen complemento con los énfasis que cada uno de nosotros le puso en base a su trayectoria. Por ejemplo, hay que reconocer en Silvia una enorme experiencia editorial y una cabeza para llevar la carga mayor de este libro que tuvo que ver con el proceso de hechura, de elaboración de directrices y de seguimiento cotidiano del equipo.

SH: Es un campo joven y acá tenemos la posibilidad de acceder a la palabra de las personas que han hecho contribuciones sustantivas con sus definiciones, entonces recuperar esas voces para nosotros es súper valioso.

 

Ustedes lo definen como una obra coral…

SH: Todas las entradas fueron escritas al mismo tiempo, ya que si todos escribían en diferido hubiese tardado mucho más en salir el libro. Igualmente, tratábamos de informar que otras entradas conexas a las que les tocaba escribir iba a haber en el listado final y eso les permitía descartar y saber qué términos no eran necesarios que definan, ya que otra persona se iba a encargar de eso. Nosotros propusimos de base la idea de recuperar debates y en algunos casos a la hora de la elección de los términos y las autorías tomamos algunas decisiones que apuntaban a que eso ocurriera. Por ejemplo, hay algunas entradas que tienen un único término definido por más de un autor, para decir que hay distintas perspectivas desde las cuales se han venido abordando estos conceptos y que son divergentes. Lo fuerte de este proyecto viene ahora en el sentido de cómo será leído. Hay un punto en que somos responsables del proyecto, de la elección de los términos y de las autorías, pero cada uno hizo su camino, volcó su trayectoria y su mirada acerca de eso. Ahora es la comunidad la que tiene que responder sobre esto.

LK: Yo creo que también tiene que ver con el conjunto de directrices bastante exigentes que recibieron las autorías para poner en pocos caracteres una noción que a veces requiere un libro entero. Las sugerencias por parte del equipo editorial, la propuesta de abordaje y genealogía que incluía los principales debates y la delimitación de la extensión o la cantidad de citas que se podían incluir en cada una de las entradas también ayudó a que sea un material abordable y amalgamado.

 

¿Qué términos les gustaría haber sumado y no incluyeron?

LK: No los voy a decir ahora, de ninguna manera (risas). Eso será para futuras ediciones. Ahora estamos disfrutando lo que pasa en la comunidad con un proyecto de estas características que logra construirse como una obra colectiva. Trabajamos muchos y muchas en este proceso, no solo nosotros tres. Desde un equipo editorial formado por Gonzalo Zubia y Magalí Bucasich, que tuvieron la enorme tarea de recibir las entradas, de revisarlas y de editar los trabajos. Roberto Montes, profesor de nuestra Facultad que hizo el enlace con la editorial. Y un comité de asesores con quienes fuimos probando, compartiendo y validando las ideas iniciales, conformado por Washington Uranga, María Graciela Rodríguez, Felisa Santos, Oscar Steimberg y Stella Martini. También colaboró el equipo de Dirección de la Carrera en diferentes momentos.

 

¿Cuál es el principal aporte del libro?

DDC: Yo creo que es una radiografía de un momento histórico. Logra captar una imagen en movimiento que sintetiza una historia y deja una foto para el futuro.

LK: Es un mojón en una conversación, ya que además de condensar abre un montón de charlas entre las mismas páginas y también hacia el futuro. Nos invita a conversar, a volver a debatir y a discutir y eso está buenísimo. Un propósito de este libro es recuperar la conversación entre escritos y entre perspectivas, algo que fue tan central en la conformación de nuestra carrera y que hoy en nuestra sociedad sigue siendo tan necesario. En ese sentido, me parece que seguramente vengan además de las lindas reverberancias, los reclamos y las molestias. Nos hacemos responsables de ello reconociéndonos humanos y humanas, pero dándole la bienvenida.

 

SH: Yo creo que reivindica algunas cuestiones importantes que están en el título: la crítica y la idea de ciencia. Es el nombre de una carrera, pero también es una demanda por el conocimiento. Me parece que es una apuesta a situarnos, a recuperar esas palabras y hacernos cargo de ellas, por eso funciona como un gesto hacia adelante y de revisión. Hay una politicidad en redefinir y pensar el objeto de la comunicación no sólo al interior del campo sino para el conjunto de las Ciencias Sociales. Vivimos en un capitalismo que se dice informacional, entonces la cuestión de la comunicación es de interés más allá de ámbitos académicos y universitarios. Esperamos que el libro pueda llegar un poco más allá también.

 

¿Además de generar debates, puede saldar ciertas discusiones?

DDC: Creo que sí. A lo largo de su proceso de existencia, nuestra Carrera fue conteniendo debates, perspectivas y tensiones. Tratamos de abarcar eso y darle una cristalización. Quisimos expresar eso que conocimos y conocemos y con lo que nos formamos y seguimos formando personas. De alguna manera, convertir eso en un conjunto de entradas y términos con sus descripciones consolida una historia y una parte del campo de las Ciencias de la Comunicación. Por lo menos de nuestra Carrera, que dialoga con otras ciencias sociales y humanas y con el campo de la comunicación del resto del país y de América Latina. Entonces, ahí hay algo que termina de tomar una forma, no definitiva, siempre precaria, pero que se termina de consolidar.

 

¿Están satisfechos con el resultado?

SH: Es algo que nos propusimos, que intenta reunir proyectos múltiples que ya han existido y que ojalá hayamos logrado hacer justicia a las expectativas de toda una comunidad. Ahora se abre eso con las lecturas, los debates y la alegría de las autorías cuando se encuentran con el libro y ven que se publicó tal cual fue prometido y que todo el esfuerzo dio lugar a este producto.

LK: Retomando lo que dijo (la docente e investigadora) Cora Gamarnik hace unos días, es un proyecto necesario porque viene a ocupar un lugar de vacancia, es colectivo, en el sentido de lo coral y de que fuimos muchos los que lo hicimos posible y es perdurable. Son cosas que están haciendo falta en nuestra sociedad.

Sus nietos también los condenan

Sus nietos también los condenan

Dentro del colectivo Historias Desobedientes, que agrupa a familiares de genocidas, nació el subgrupo Nietes, que busca desde una perspectiva generacional y artística sumarse a la consigna de Memoria, Verdad y Justicia.

Historias desobedientes es una organización que reúne a familiares de militares genocidas que repudian su accionar durante la última dictadura militar y reivindican las consignas de Memoria, Verdad y Justicia. Se conformaron en 2017, impulsados por la lucha feminista y su consigna de romper silencios. Dentro de esta organización, ahora nace un subgrupo, Nietes Historias Desobedientes, cuyos integrantes se unen con una historia y una lucha en común. Para disgusto de los negacionistas, además, utilizan la “e” del lenguaje inclusivo para autodefinirse.

Juliana Vacas, tiene 28 años. Vive en Rosario y está estudiando abogacía. Ella siempre supo que sus abuelos habían sido militares. En la casa estaba la gorra, el uniforme y fotos, aunque tiempo después comprendió lo que eso implicaba: «Más de adulta, entendí que los abuelos fueron parte del Ejército argentino que llevó adelante la dictadura militar que desapareció, torturó y mató gente. Antes era: ´Bueno, es el trabajo de mis abuelos´. Después fue preguntarme qué implicaba el trabajo de mis abuelos». «La primera marcha que me sumé a la columna de Historias Desobedientes, hace cuatro años, fue fuertísima. Lloré toda la marcha. Me ayudó a decir: ´Estoy donde tengo que estar. Esos miedos, de que van a decir, se desvanecen. Cuando te colectivas es todo más fácil», explica. 

Nicolás Ruarte, tiene 34 años. Es artista visual y director de teatro. Es nieto de Luis Arias Duval, que fue integrante del batallón 601 y fue enjuiciado en la causa contraofensiva montonera: «Yo me enteré de todo esto post 2003, cuando él cae preso. Antes de eso no sabía nada de su accionar, ni de la dictadura en general, porque mi familia no hablaba nada de todo eso. Al menos no hasta ese momento». Nicolas tenía una relación muy cercana con su abuelo: «Era uno de mis héroes. Realmente fue un proceso muy largo. Fue muy difícil entender de qué se lo acusaba y pasar de defenderlo a condenar esos crímenes».

Nicolás reconoce que siempre fue un poco desobediente: «Creo que los desobedientes tenemos algo así como un gen desobediente que nos une. Fue mi curiosidad la que me llevó a investigar y a no quedarme con lo que mi familia me decía».

¿De dónde nace el grupo de Nietes?

Juliana: De una visión de la historia familiar. La mayoría de nietos y nietas, lo que tenemos es una continuación de la historia que fue guardada bajo siete llaves. A mí me toca militar con mi viejo, pero la mayoría de nietes no tiene a sus papás formando parte de alguna organización de militancia. Son los primeros en su familia que están politizados, los primeros en contar la historia desobediente. Les toca desempolvar esa historia. La lógica de la familia militar es no hablar de eso. Sí, mi abuelo era milico y ya. ¿Qué hizo? ¿Dónde trabajó? ¿Quiénes fueron sus víctimas o posibles víctimas? ¿Qué implicancias tuvo eso en la familia, en la sociedad? Todo eso les tocó a los nietes. Nosotros tuvimos la posibilidad de habitar una sociedad que ya había dado esa discusión a nivel institucional y social, por las madres y las abuelas. Entonces tenemos otras herramientas. Y eso es lo que nos ha permitido no continuar con la lógica del silencio.

Nicolas: Es distinta la relación que se tiene con un abuelo, que la que se tiene con un padre. Nosotros sentíamos la necesidad de charlar de ciertas cosas a nuestra manera. Además, muchos de los nietes también manejamos las redes de Historias Desobedientes, y coordinamos algunas cosas por fuera. Ya había algunas tareas en común y decidimos formar este grupo.

¿Cómo se están organizando?

Nico: Es un grupo de WhatsApp básicamente. Charlamos algunas problemáticas que nos son propias por ser nietos y no hijos de genocidas. Pero formamos parte de Historias Desobedientes, no somos un desprendimiento.

Juliana: Empezamos a recibir a varios nietes. Entonces pensamos que nosotros también podemos aportar desde nuestra mirada particular algo al colectivo. Ahora se agrandó porque sumamos un nieto chileno y dos nietas paraguayas. Creo que llegamos a ser diez. Hay un espectro de edades bastante variado en término generacional: entre 20 y 35 años. Trabajamos la mirada desde nuestra generación. Porque los hijos e hijas tuvieron relación directa con el pariente genocida. A nosotros nos llega como una historia más lavada. Incluso, en muchos casos tuvimos una buena relación con nuestros abuelos.

¿Qué pueden aportar?

Juliana: Tenemos muchos artistas en nietes. Diseñadores gráficos, actrices, actores. Queremos ver cómo aportar, para no caer todo el tiempo en contar nuestra historia personal. Eso, si bien es nuestro gran aporte como Historias Desobedientes, queremos ver qué otra cosa podemos construir. Una de las compañeras de Paraguay es fotógrafa. El compa de Chile es antropólogo. La mayoría somos estudiantes y no queremos caer en lo académico, escribir cosas larguísimas que nadie lee. Queremos ir por lo cultural. Además, porque la batalla planteada por el gobierno actual, es cultural. Creo que en eso nos han ganado en los últimos años. Si no, no hubiesen calado tan fuerte en la sociedad. Están apuntando a una batalla cultural fuerte. Y nosotros tenemos que hacer las nuestras también.

Nicolás: Con Nietes ayudamos en la parte comunicacional y en las redes sociales de Historias Desobedientes. Lleva mucho tiempo y mucho trabajo. Hay que ser muy cuidadoso con lo que uno dice y hace en redes sociales. También, hacemos propuestas artísticas, creativas o de acercamiento a la juventud. Yo siempre estoy con proyectos artísticos, comunicacionales y de obra y militancia artística. Creo que todo el arte es militante. Incluso el que no milita está militando por no militar nada. Es una trampa discursiva. Si no tenes nada que criticar o comunicar, lo que estás comunicando es que estas perfecto con la situación en la que estamos.

Para el último 24 de marzo, Nicolás realizó un filtro de instagram para poder hacer un siluetazo virtual desde Historias Desobedientes. Para quien no pudiera ir a la marcha y como una acción en paralelo a la calle. También, llevó a cabo otros proyectos artísticos en los últimos años, entre los cuales se encuentran: «Historietas desobedientes«, «Llamado a la desobediencia« y «Arismendi«

Llamado a la desobediencia.

La mayor búsqueda de Historias Desobedientes, es de otros desobedientes: «Que nos lean, nos escuchen, llegar a ellos, que pueden acercarse, contar su historia. Es muy importante para colaborar en la búsqueda de la verdad y la justicia. Llamamos a la desobediencia», afirma Juliana.

«Somos una organización de brazos abiertos con toda persona que se quiera acercar, que sea familiar de genocidas, que quiera saber más, que necesite acompañamiento, un espacio de militancia, de amigos incluso. Que sepan que no están solos», sostiene Nicolas. Cada aporte que pueda hacer un desobediente, aunque parezcan cosas perdidas o micro partes de la memoria nacional, sirve: «Cualquier miembro de historias desobedientes que se acerca y aporta su visión, nos ayuda a completar esta verdad».

¿Por qué a Milei le resulta tan fácil despedir a los empleados públicos?

¿Por qué a Milei le resulta tan fácil despedir a los empleados públicos?

Ana Castellani, la exsecretaria de Gestión y Empleo Público del gobierno de Alberto Fernández reflexiona tras el despido de 15.000 trabajadores del Estado en un fin de semana. Cuestiones de hecho, limitaciones legales y problemas típicos del empleo público.

Mientras que la marea de despidos en el Estado por parte del nuevo gobierno nacional sigue en aumento y los expulsados se reúnen para organizarse, aumenta la tensión que desemboca en represión y una creciente presencia policial. Este recorte súbito conlleva también el de numerosas funciones estatales.

La desvinculación forzada de 15.000 trabajadores del ámbito público abre una serie de interrogantes sobre el funcionamiento de la administración nacional. ¿Es realmente sostenible una ola de despidos masivos de este calibre? ¿Cuáles son las medidas de prevención de las que disponemos?

ANCCOM se reunió con Ana Castellani, ex-Secretaria de Trabajo de la gestión Fernández-Fernández, para discutir sobre el funcionamiento y las cuestiones de hecho que rodean este periodo marcado por la incertidumbre.

¿Qué posibilita este manejo de la cuestión pública dentro del marco legal? ¿Qué actitud frente a la construcción previa encontrás?
Milei en campaña fue muy claro sobre lo que pensaba del Estado, de las funciones que tenía que asumir: un ámbito de acción mucho más restringido que el planteado por cualquier otra fuerza política con anterioridad. También dejó en claro lo que pensaba del empleo público: se opuso, hasta formalmente, a la realización de concursos en el marco del programa de regularización de la dependencia.
Es importante aclarar que la relación de los despedidos era totalmente formal porque es una relación de dependencia, enmarcada en la Ley de Empleo Público. Son contratos de renovación anual, no una relación informal o de dependencia encubierta. El tema es que no tiene la misma estabilidad y ha sido una herramienta que los distintos gobiernos del siglo XXI han usado de forma excesiva.
Durante nuestra gestión, cuando hicimos el diagnóstico de la situación, identificamos un problema importante: 36 mil personas que trabajaban en la administración pública con contratos en renovación hace 5 años o más. Estos cargos, evidentemente no correspondían a un proyecto transitorio, sino para cumplir tareas sustantivas. Para eso diseñamos un plan de concursos ambicioso que quedó sin efecto con la decisión del gobierno de no patrocinarlo.

Hay mucha confusión con el tema de los concursos, una demanda genuina de las personas empleadas en el sector público, que después se utiliza como demanda política, pero que tiene un problema de implementación elemental: o vas por un DNU que los pase a planta para que venga otro presidente y los saque o vas a un proceso de concursos que lleva en el mejor de los casos un año.

Ana Castellani

Y Milei trunca ese proceso…
Milei retoma el manual de los noventa. No es como el macrismo que consideraba que había ingresado militancia al sistema que había que purgar, la grasa militante. El Estado, que hoy tiene 76 organismos descentralizados, según ellos no tiene que existir y hay que echar gente bajo distintos contratos. Si están bajo el régimen de Ley de Contrato de Trabajo, hay que indemnizarlos. Por eso es más fácil ir contra los llamados Artículo 9, porque son los de menor costo económico. Sencillamente se desvinculan por cese de contrato, más allá de que después haya embargos colectivos y acciones individuales. Pero eso no pasa con todas las reparticiones: había gente vinculada hace 30 años y fue desvinculada a las apuradas, sin ningún registro ni análisis.

Parece que la idea es barrer con todo y después ver cómo seguir… ¿Cómo hacer para seguir avanzando ante tanta incertidumbre?

Lo que pase en empresas regidas por la Ley de Contrato de Trabajo es una cosa. Necesitás pasar por el Congreso. Lo de una dependencia de un ministerio es otra cosa, porque se enmarca en el empleo público. Es muy importante aclarar que no se pone a la gente en la planta de la Administración Pública Nacional. La Ley estipula que solo se ingresa a la planta permanente por un mecanismo de selección abierto, donde el mérito y la idoneidad es evaluada mediante un proceso ya construido. El concurso, en el mejor de los mundos, lleva un año desde que se empieza a armar el expediente que inicia el proceso y su cierre con una designación. No es sencillo colocar a una persona en planta permanente. Hay mucha confusión con eso, porque es una demanda genuina de las personas empleadas en el sector público, que después se utiliza como demanda política, pero que tiene un problema de implementación elemental: o vas por un DNU presidencial que los pase a planta para que venga otro y los saque o vas a un proceso de concursos que lleva tiempo. No hay una varita mágica de pase a planta en la Ley Marco del Empleo Público. Si bien todo empleado público tiene garantizada la estabilidad en la Constitución, cuando tenés un marco regulatorio que establece que cualquiera de las partes puede prescindir de la otra y que presenta la posibilidad de indemnización, se presenta esta inestabilidad. La política de Milei la usa para recortar las funciones del Estado.

 

¿Es esta inestabilidad parte de la irregularidad del marco legal que le da lugar a este tipo de discursos, que estigmatizan el trabajo público?
Acá no hay ningún criterio. Se ha despedido a gente que trabajaba. Nadie puede creer que todas estas personas a las que se está despidiendo efectivamente no iban a trabajar o eran militantes. Como el empleo público es muy vasto y heterogéneo la ciudadanía solo registra que uno hace un trámite y no sabe si es de la nación, provincia o municipio. El empleado público de nación es particular: un 57% de ellos tienen estudios superiores, un porcentaje más alto que los del sector privado, y realizan tareas que requieren de alto grado de profesionalidad. El sistema político tiene que decidir el tipo de administración pública que necesita y cómo sostenerla a lo largo del tiempo. Por ejemplo, al dejar el Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP) sin conducción, toda la oferta que dejamos construida para la capacitación queda sin implementar, porque nadie la firma y no puede ponerse en marcha.  Entonces no se quiere hacer un Estado más eficiente si no se aprovechan los recursos ya armados. No le interesa mejorar el Estado, sino privarlo de sus funciones.

¿Cuáles son los sectores más golpeados? ¿Cuáles consideras que eran más predecibles?

En primera instancia, Milei gobierna lo nacional. Indirectamente, que no manden fondos a las subdependencias también afecta el salario de sus trabajadores, pero no es una acción directa. La única herramienta federal con la que puede afectar trabajadores públicos de otros sectores es mediante la capacitación federal y eso está totalmente parado. Esta estrategia de no-gobierno es una forma de dejar morir a distintos organismos.

La ciencia y tecnología es uno de los sectores más atacados que todavía no pueden cerrar porque se crearon por ley o por decreto. Además porque tienen demasiado prestigio como para ir contra ellos de forma abierta en esta primera etapa. Pero la desfinanciación, la designación de una dirigencia de baja jerarquía, los deja sin forma de conseguir nada.

La Agencia de Promocion Cientifica y Tecnologia venía mejorando mucho a nivel instrumentos, pero ahora no está funcionando y el sistema científico queda en órbita de un Ministerio de Capital Humano que es un experimento raro, un amalgama de funciones de Trabajo, Educación, Cultura, Mujeres, Género y Diversidad, un mega ministerio imposible de gobernar, puesto a cargo de gente sin antecedentes. Esto va a presentar un problema severo para hacer que se implementen medidas desde él.

Todo gobierno tiene problemas para coordinar la acción del Estado pero este caso es realmente inédito, con muchos cargos aún sin designar y altísima cantidad de renuncias a cargos políticos de autoridad. Esto no pasó nunca, es una inestabilidad de rotación del cuadro inusitada. No es gratis cargarte gente de 15 o 20 años de antigüedad, porque cumplen funciones específicas de una trayectoria al interior del Estado. Eso explica la cantidad de errores de gestión. Esto habla de una fragilidad en la administración de la cosa pública que va a ir en aumento con el correr del tiempo.

 

¿Cómo te parece que le llega al resto de la población? ¿Ves posibilidades de un juicio político?
Es un panorama malo, pero no desolador. Las cosas buenas que tiene la Argentina son activos que no hay que destruir. En esa medida se puede construir arcos de alianza en los reclamos. Por lo demás, el mercado laboral que tenemos ya tenía problemas y ahora empieza a tener otros mayores. La gente no está mejor, eso es objetivo. En algún momento, ya pedís un resultado y sin un sendero de mejora que te dé un horizonte de posibilidad, no vas a resistir mucho.Ahí es que todo esto que fue gracioso y llamativo y le permitió a Milei llegar se vuelve totalmente en su contra: las canchereadas de los funcionarios, los paseos, los premios, los aviones… todo alimenta la indignación. Si no se resuelven los problemas materiales, es difícil que el gobierno consolide el marco de apoyo. Yo lo veo totalmente frágil. Ellos sostienen que esa fragilidad es una virtud. Yo creo que no es una virtud la fragilidad en una fuerza política, es una flaqueza del estilo de liderazgo. Si a eso le sumás la falta de trayectoria, la no posibilidad de articulación y la dinamización de estas articulaciones lo único que les queda es ir a por todo rápido, desatar un “ahora o nunca”. El fracaso de la administración se paga con disconformidad social. El juicio político vendrá después. Si vos echas 11 mil o más empleados estatales, eso se derrama en problemas sobre el sector privado, sobre todos los trabajadores. Toda esa gente entra a competir con vos por un puesto de trabajo y también baja su nivel de consumo. Estabilizar lo macroeconómico no sirve si no tenés un mercado laboral dinámico, porque solamente le sirve a los que están adentro, quienes quedan afuera del mercado laboral, ¿cómo compran alimentos?

 

¿Considerás que algún sector que no conoce el trabajo formal dio pie a este avance a nivel ideológico ?

Si en algún punto hubo sectores que tuvieron funcionamientos que habilitaron esto, no creo que esta sea la solución. Al menos debe acompañarse de cierto armado legal, porque este proceso habilita una gran cantidad de movimiento, pero deja a mucha gente desempleada en una economía ya frenada. La república tiene sus contrapesos, pero ahora no están funcionando como uno esperaría porque todavía hay una idea de que el presidente cuenta con el aval popular. No hay que estar urgido, esto no es el club del helicóptero. Independientemente de cómo le vaya en el gobierno, la llegada de Milei instala ideas muy distintas a las que creíamos parte de la identidad nacional. Esto no es un fenómeno exclusivo de Argentina. Es un fenómeno mundial, donde se corren los límites de lo posible en materia discursos. La fragilidad de la democracia que no ha sabido dar respuestas al resto de problemas cotidianos de la ciudadanía abre el juego político. Todo es cuesta arriba en la gestión. Hoy estás en el mejor momento, mañana estarás peor. La gestión es ardua y cada vez se hace más compleja. Argentina, a diferencia de otros países de la región, sigue teniendo un montón de mecanismos de solidaridad y construcción colectiva como los sindicatos. Por eso se los ataca tanto. Sin tener una visión idílica de ellos, obviamente también son conflictivos, los sindicatos son una forma poderosa de organización colectiva. Eso y los demás sectores que se organicen para hacer frente, son acciones muy importantes. La gente necesita ocuparse con tranquilidad de su vida familiar, doméstica, cotidiana. Ir a trabajar, ir al colegio, hacer un asado cada tanto, juntarse con sus amigos. Pero entre tantos paros, escasez y otros malestares, es todo palo y nada de zanahoria.

La Argentina no es una sociedad suicida. Cuando está peor, sabe decir “Ya basta”. Siempre ha sido así. No pudo la dictadura desmantelarla, con todo lo que se hizo. Así y todo se sigue dando pelea. Imagínate con un gobierno que cada dos años tiene que ver como reválida en las urnas. Ni este ni ningún otro.

“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

Hace nueve meses Daniel Santucho recuperó su identidad y se convirtió en el nieto restituido 133. Además de reencontrase con su familia, en este tiempo, declaró en un juicio de lesa humanidad, visitó el Pozo de Banfield donde nació y su hija lo llevó a la escuela para hablar por el Día de la Memoria.

Daniel Santucho es el nieto restituido número 133 por las Abuelas de Plaza de Mayo. Hace nueve meses, tras un análisis de sangre, confirmó que es hijo de Cristina Navajas, desaparecida durante la última dictadura, y de Julio Santucho, quien se vio obligado al exilio. La búsqueda de la verdad iluminó su historia y hoy sabe que nació en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio conocido como el Pozo de Banfield, cuyos responsables fueron condenados el pasado 26 de marzo después de un juicio que duró tres años y medios. Hoy tiene dos hijas y a través de su testimonio busca generar conciencia sobre el accionar criminal del gobierno militar para que eso no se repita. “Considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y que no se repita”, sostiene. 

¿Cómo surgió el interés para descubrir tu identidad?

 Necesitaba saber la verdad después de haber vivido muchos años en una mentira. Las sospechas empezaron cuando tenía 21 años, tras la muerte de quien yo creía era mi madre. Una hermana de crianza, 20 años mayor que yo, me dijo que ella pensaba que no era hijo de quienes, hasta ese momento, consideraba como mis padres y que no entendía porque nunca me lo habían dicho. Ella era adoptada, pero lo sabía, conocía a su mamá biológica.  

¿Tenías dudas antes de ese momento?

No, yo no tenía ninguna duda. Aunque, durante mi adolescencia había actitudes de mi apropiador cuando aparecían las Abuelas en los medios que me hacían ruido, había una partida de nacimiento que decía que ellos eran mis padres y yo creía eso. En ese momento había mucha impunidad, yo fui anotado como si hubiera nacido un 24 de marzo de 1977, a un año del golpe, fecha que con el paso del tiempo fue tomando otro significado para mí. Pero, incluso después de que hablé con mi hermana, viví muchos años con la duda porque cada vez que quería hablar con quien creía mi papá, y le transmitía mi inquietud él evitaba la situación o inventaba para salir del paso.

«A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa», dice Daniel. En la foto, acompañado por su hermano, el Miguel Santucho.

¿Cuándo decidiste acercarte a Abuelas?

 Mi primer contacto con Abuelas fue en el año 2019. En ese momento me había separado y era un tiempo de cambios en mi vida, en el que sentía que me tenía que hacer cargo de mi historia. En ese encuentro me acerqué más que nada por impulso y presenté lo que sabía hasta ahí y las dudas que tenía. Me escucharon y me dijeron que busque toda la información posible y que necesitaba un acta de nacimiento. Como había pasado mucho tiempo yo ya no tenía una en mi poder así que me acerqué a realizar el trámite. Pero quedó en eso porque mientras esperaba los papeles, estalló la pandemia y quedó todo parado, yo no volví a ocuparme del tema.

Después de la cuarentena, mi apropiador enviudó por segunda vez y se acercó a pedirme ayuda, yo empecé a visitarlo más seguido y al tiempo me pidió que viviera con él, que había muchas personas que se aprovechaban y que le sacaban plata. Así que tomé la decisión de mudarme a su casa. Durante esta convivencia fueron saliendo a la luz cada vez más mentiras. Yo ya era una persona adulta, no era un chico y ya tenía incorporado en mi inconsciente que algo andaba mal. Cuando volvía de trabajar me enteraba que las personas de las que lo tenía que cuidar habían estado y que él las dejaba pasar, me empecé a dar cuenta de que me mentía y teníamos discusiones un día tras otro. También en ese momento había arrancado a hacer terapia y hablar de mis dudas. Eso me hizo dar cuenta de que nadie me iba a venir a decir la verdad, sino que la tenía que salir a buscar yo. Lo primero que hice fue enfrentarlo, ya no pedirle sino exigirle información. Cuanto más lo enfrentaba, cuanto más le exigía, más nervioso se ponía y evitaba el tema; lo que me daba la razón de que me estaba mintiendo. Eso siguió un tiempo así, hasta que un día me invento una historia de que él se había separado de quien yo creía mi mamá y ella me tuvo durante otra relación, que después volvió con un bebé y él se hizo cargo. Ahí me di cuenta de que me seguía mintiendo, que no tenía consistencia lo que me estaba diciendo, que si esa era la verdad porque no me la había dicho antes. La única certeza que conseguí de todo eso fue que él no era mi papá. A partir de ese momento retomé la búsqueda de mi identidad y me acerqué nuevamente a Abuelas con la decisión de descubrir la verdad.

¿Cómo fue el proceso de restitución de tu identidad?

Primero tuve que caer en la realidad de que me habían mentido durante toda mi vida y la peor sensación que tenía era que les estaba transmitiendo todo este problema a mis hijas, yo pensaba: “A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a ellas también”. Después tuve que recabar información, partida de nacimiento, bautismo de fe y además tenía un testimonio del hermano biológico de mi hermana de crianza que recordaba haber escuchado a dos policías diciéndole a mi apropiador, que era policía también, que le iban a conseguir un bebé. Con esa información me presenté a Abuelas y a los días me llegó la fecha para ir a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y hacerme el estudio de ADN. Los resultados tardaron tres meses y durante todo ese tiempo estuve acompañado por mi familia, mi e esposa y mis hijas, que todo el tiempo me preguntaban si tenían una familia, si tenían tíos, abuelos. En ese caso debía tener mucho cuidado con lo que transmitía pese a que todo apuntaba a que podía ser un nieto de Abuelas, porque habían pasado muchos años. Si bien yo quería descubrir la verdad más que nada para que ellas tuvieran las respuestas que yo no tuve, tampoco quería generar falsas expectativas, ya que, si no se confirmaban los estudios, la desilusión podía ser muy grande. Todo cambió cuando llegaron los resultados del estudio que aseguraban que era hijo de Julio Santucho y de Cristina Navajas. Sentí que por fin había podido saber mi historia y que iba a tener una familia de la que nunca me tendría que haber separado. Recuerdo que cuando me fui a hacer el nuevo documento con mi verdadera identidad, tenía una felicidad inexplicable y me tuvieron que sacar varias fotos porque no paraba de sonreír. Después, con el acompañamiento de Abuelas, fui haciendo todos los demás trámites que necesitaba, tanto para mí como para mis hijas.

Mi hija me dijo que quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros lo que me había pasado y explicarles por qué iba a cambiar su apellido. Yo pensaba cómo expresarme con los chicos de 8 años para no confundirlos, pero ella empezó a hablar: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de Mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”

Daniel Santucho

¿Cómo vivieron la restitución tus hijas?

Al principio fue muy movilizante. En marzo del 2023 me confirman que los resultados eran positivos. En ese momento, la más grande, tenía 13 años y estaba transitando el Mes de la Memoria en el colegio así que sabía de lo que yo le hablaba cuando me refería a Abuelas, a la dictadura y a lo que me estaba pasando. En ese sentido, me imagino lo fuerte que habrá sido para ella saber que todo eso que veía en el colegio no era algo que estaba solo en los libros, sino que era real, que era mi historia y la suya también, por eso el camino fue de a poco. Para mi es super emocionante ver el interés que ella tiene de saber y de involucrarse en el tema. En el caso de mi hija menor, que ahora tiene 9 años, fue un poco diferente porque al mes de que ya habíamos recuperado mi identidad, y que ya había hablado conmigo y con su mamá, me dijo que ella quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros de lo que me había pasado y decirles quién era yo y quién era ella, porque iba a cambiar su apellido. A mí eso me sorprendió y al mismo tiempo me llenó de orgullo. Cuando llegó el momento de ir me acuerdo que yo pensaba sobre cómo expresarme para ser claro con los chicos de 8 años y no confundirlos, pero ella fue la que empezó a hablar y a contarles a sus compañeros: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”. Con esa simpleza, ella se encargó de transmitir todo. Cuando terminó la directora preguntó si la habían entendido y todos respondieron que sí. Así que después preguntó: “¿Cómo se va a llamar Milagros ahora?” y todos gritaron: “Milagros Santucho” en ese momento se nos empezaron a caer las lágrimas y nos fundimos en un abrazo, fue algo que me llenó de orgullo. Hoy veo a mis hijas y, más allá del parecido físico, puedo ver a mi mamá y a mi abuela que de alguna manera viven en ellas. 

¿Qué fue lo que cambió después de saber tu historia?

Todo cambió, yo cambié y también la relación con mis hijas. Me pude parar desde otro lado en la vida, yo quería saber la verdad para reconstruir mi historia, pero más que nada para mis hijas, porque tarde o temprano a ellas la duda le iba a llegar e iban a empezar a hacerse preguntas. Como padre, saber que lo pude hacer yo me da seguridad y plenitud. También, más allá de todo lo que costó, poder llegar a la verdad antes del fallecimiento de mi apropiador me dio la tranquilidad de sentir de que no se fue impune, que todo lo que hizo no fue gratis y que yo había hecho las cosas a tiempo. El murió estando con prisión domiciliaria y sabiendo que yo había llegado a la verdad, que toda sus mentiras se habían caído.

¿Cómo fue el reencuentro con tu familia después de tantos años de búsqueda?

Yo no lo podía creer, cuando me dan la noticia y me muestran fotos diciéndome quiénes eran cada uno, yo no caía. El primer encuentro fue por videollamada y enseguida que los vi me reconocí en ellos. Después, cuando empezamos a relacionarnos me di cuenta de que tengo un poco de cada uno. Hoy siento que estoy en el lugar correcto y elijo pensar que, más allá de todo el dolor que me causaron mis apropiadores, me pude encontrar. Saber que mi papá, mis hermanos y mi abuela me buscaron durante toda su vida me reconforta y me ayuda mucho para disfrutar del ahora y no dejar que el pasado me afecte. A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa.

¿Estuviste o participaste en algún juicio de Lesa Humanidad?

Si, al poco tiempo de recuperar mi identidad, los abogados de Abuelas y los fiscales me notificaron que había dos juicios en curso. Uno era el Juicio de las Brigadas, que por suerte mi aparición fue antes de que se cierre el límite para presentar pruebas y, por lo tanto, participe como víctima, ya que había nacido en cautiverio, y también como una prueba viviente de que habían existido robos de bebés. En ese caso no había necesidad de declarar, así que no brinde mi testimonio. El segundo fue el que se había iniciado contra mi apropiador, en el cual si fui a declarar ante el juez. En ese momento era todo muy reciente para mí y me dieron toda la facilidad para que cuando me sintiera seguro pudiera hablar. Pese a que él falleció, el juicio sigue en curso, porque son varias las personas implicadas.

Teniendo en cuenta que naciste en el Pozo de Banfield y que tu mamá estuvo ahí ¿Cómo viviste el juicio que condenó a sus represores?

Durante la lectura de la condena, que duró cinco horas, estuve abrazado a la foto de mi mamá y no me pare ni para ir al baño, en ese momento sentía que se estaba haciendo justicia, por ella y por los demás desaparecidos que habían estado ahí. 

¿Qué sensación te dejó la justicia?

El tema de la justicia es complicado, porque es lenta y, en este caso, tardó 48 años. Pero en buena hora que llegó, era necesario. Yo sé que por ahí lo mío es muy reciente, porque hace nueve meses que recuperé mi identidad y supe lo que le pasó a mi mamá, pero he visto varios familiares y otras personas que han cargado con el reclamo durante toda su vida y necesitaban que se hiciera justicia, que quienes habían cometido los crímenes reciban sus condenas. En este juicio hubo represores que hasta ese momento estaban en libertad y terminaron el juicio con cadenas perpetuas. Así que, en este caso, creo que la justicia tardó, pero funcionó y posibilitó que estas personas no hayan quedado impunes de todo lo que hicieron. 

¿Has ido al Pozo de Banfield?

El Pozo de Banfield lo conozco, fui en dos oportunidades, es un lugar frío y oscuro en todo sentido. La primera vez fue el 27 de septiembre del año pasado durante un homenaje que se le iba a realizar a cuatro maestras, entre las que estaba mi mamá. Yo pensaba que era solamente el acto, pero previo al acto hubo un recorrido por los calabozos y las celdas. Fue algo muy fuerte, pero lo hice porque creí que estaba preparado. La segunda vez que fui, fue el 10 de enero de este año, el día de mi cumpleaños y le pedí a mi hermano que me acompañe. A él le costó un poco más, pero fue conmigo. Yo necesitaba estar ahí porque en definitiva fue el último lugar en el que estuve con mi mamá y por suerte siento que conseguí lo que fui a buscar.

¿Cómo sigue tu vínculo con Abuelas después de todo esto?

Mi vínculo es más que nada con los demás nietos que han sido recuperados y somos de la misma generación. Desde el primer momento estuvieron conmigo y me hicieron sentir parte, como si siempre hubiera estado ahí. Con Abuelas no tengo una relación directa, pero estuve en el aniversario del año pasado y subí a hablar al escenario del teatro que estaba lleno, si bien mi participación no es directa, trato de estar presente desde el lugar que puedo.

 ¿Qué pensás del discurso negacionista que circula y es sostenido por el actual gobierno?

Históricamente, esos pensamientos negacionistas han estado presentes. Incluso, durante la reciente democracia. Lo que cambió es que, hasta ahora, siempre habían sido discursos minoritarios. Hoy, por un vacío que hubo en la sociedad, no solo con estos temas sino con muchos otros, se ha abierto la posibilidad de plantear ideas que atrasan como: “no fueron 30.000” o “fue una guerra”. Por este motivo considero necesario remarcar que puede haber distintos pensamientos y opiniones, pero hay un límite que no se debe cruzar. No se puede avalar la tortura, el secuestro, la detención clandestina, las violaciones, el robo de bebés y la desaparición de personas, eso está fuera de discusión. Por eso considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y no se repita. En definitiva, el número no importa, es el acto lo que es repudiable. No hay que correr el foco de lo importante: fue un genocidio. Para esto también es importante remarcar, que todo esto empieza en pequeñas cosas, y ya cuando se clausura a determinado artista o a alguien por pensar distinto hay que impedirlo porque así es como comenzaron todas estas aberraciones que ya vivimos y que aún seguimos sanando.