“Lo de Irán ha servido para esconder el infanticidio masivo y el exterminio en Gaza”

“Lo de Irán ha servido para esconder el infanticidio masivo y el exterminio en Gaza”

El filósofo y periodista Martín Gak, especialista en Medio Oriente, analiza el provisorio “alto el fuego” entre Israel e Irán, en lo que caracteriza como un proceso israelí “expansionista y extremadamente violento”. ¿Por qué dice que el genocidio a los gazatíes es incomparable con otros?

“Mientras duró el bombardeo de Israel a Irán, y la escalada de respuestas, se desvió la vista de las masacres y la hambruna que persisten en Gaza”, plantea el filósofo y periodista Martín Gak, quien lleva más de diez años cubriendo la situación en Medio Oriente, y aporta una visión más amplia y comprensiva del conflicto. El presidente iraní Masoud Pezeshkian anunció este martes el fin de la “guerra de 12 días” entre la República Islámica e Israel: se cierran así dos semanas que incluyeron misiles cayendo sobre Teherán y Tel Aviv, el ataque de Estados Unidos a instalaciones nucleares iraníes, un bombardeo a una base estdounidenese en Qatar, un fallido acuerdo de cese al fuego con declaraciones airadas de Donald Trump (“¡No saben qué carajo están haciendo!”) y versiones contrapuestas sobre el enriquecimiento atómico.

“Mi lectura es que Trump salió a intimar a Israel, no a Irán, para que aceptase el alto al fuego. Irán dejó relativamente claro que sólo iban a parar las hostilidades en tanto Israel frenase el bombardeo. Según el alto al fuego planteado por Estados Unidos, a las 7am del 24 de junio Irán tenía que dejar de bombardear Israel, pero Israel tenía doce horas más bombardeando Irán; la segunda etapa del cese al fuego empezaba a las 7pm hora Jerusalén y, después de eso, el cese al fuego total empezaría en la mañana del 25 de junio. Evidentemente un absurdo, incluso con un sentido de colegio primario de justicia. Lo que pasó fue que Israel siguió disparando, Irán no frenó su bombardeo y en ese momento fue que Trump empezó a hacer aseveraciones en espacios públicos que de alguna manera estaban destinados, al menos en lo formal, a los dos lados, pero era evidente que se dirigían principalmente a Israel, porque Irán ya había dicho que no solo iban a dejar de bombardear, sino que estaban interesados en volver a una mesa de diálogo. La cuestión en este momento es si es realmente posible que los israelíes se mantengan quietos y dejen de tirar sobre la población y la infraestructura de Irán. Si ese es el caso, el cese al fuego se va a mantener; en caso contrario, veremos un recrudecimiento de las hostilidades en las próximas horas.”

¿En qué situación deja el fin de la guerra a Irán e Israel?

La infraestructura iraní está debilitada, pero no severamente debilitada. Está claro que los bombardeos fueron un fracaso, principalmente porque no lograron degradar la capacidad militar de Irán, que no solamente siguió bombardeando sino que lo hizo con enorme éxito: la destrucción en sí representa un 2% del territorio de Tel Aviv y alrededor del 33% ha sido paralizado. La coordinación general del ejército está en el medio de Tel Aviv, en Kirya, y toda esa zona fue blanco de bombardeos iraníes, con lo cual la gente de allí no se movía, no salía a la calle. Y, por otro lado, teniendo en cuenta que Irán no tiene armas atómicas, sino un programa de uso civil de energía nuclear, tanto el conocimiento como la infraestructura necesaria están dispersos. Entonces no es que Estados Unidos o Israel pueden bombardear dos o tres puntos del territorio y terminar con el programa atómico iraní; eso incluso la inteligencia israelí dice que no es posible.

¿Cómo se sabe que ese programa atómico es para uso civil?

Lo que sabemos es, por un lado, que la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) registra un 60% de enriquecimiento de material atómico (se necesita 90% para hacer armas atómicas) y lo viene registrando desde el comienzo del Tratado de No Proliferación, o sea por lo menos hace 25 años. Y, por otro lado (y quizás sea más significativo), que el Directorio de Inteligencia de los Estados Unidos ha dicho específicamente que Irán no tiene la intención de desarrollar armas atómicas. Entonces, ¿es absolutamente imposible que Irán esté desarrollando armas atómicas? No, probablemente no. Pero por lo menos no hay ningún indicio de que ese sea el caso. Ahora, si Irán no tenía intención de desarrollar armamento atómico, evidentemente un bombardeo doble a lo largo de doce días va a cambiar su perspectiva. Con lo cual yo creo que el problema del ataque, entre tantos otros, es que justamente acelera el interés de desarrollar armas nucleares por parte de Irán.

Es importante recordar que a pesar de que en Auschwitz los números de muertos fueron mucho mayores, en Gaza los números de cómplices son mayores aún. Porque tenemos a una población política que ve todo esto y no hace nada, y en este sentido creo que son partícipes.

Martín Gak

¿Cómo se relaciona este conflicto con lo que hace Israel en Gaza?

Yo lo que veo es que el frente iraní es parte de un conflicto más amplio que incluye al Líbano, Siria, Yemen, Gaza y Cisjordania, que es un proyecto expansionista, extremadamente violento, que tiene como fin último establecer un polo geopolítico dentro de la región. Esto es una pregunta de quién controla Medio Oriente: Rusia tiene su esfera de influencia, que termina aproximadamente en Siria; Estados Unidos tiene su esfera de influencia; China tiene su esfera de influencia en el sudeste asiático; e Israel, específicamente la gente alrededor de Netanyahu, tiene la idea de establecer, probablemente en conjunto con Arabia Saudita y países sunitas, un polo que controle los movimientos y las dinámicas de poder en la región, y el primer paso para ello es la colonización de Gaza y Cisjordania. Creo que lo de Irán ha servido para esconder el infanticidio masivo y el proceso de exterminación en Gaza: durante los doce días que duró esta guerra entre Irán e Israel, en Gaza se mató a alrededor de 900 personas durante las “masacres del pan”, situaciones en que la gente camina kilómetros para tratar de proveerse de comida para ellos y su familia en medio de una hambruna, y los israelíes abren fuego sobre quienes esperan en los puntos de distribución, que están siendo utilizados como señuelo. De hecho, los últimos dos días fueron de los más sangrientos en varias semanas, con casi 200 gazatíes acribillados. Entonces creo que estamos mirando a Irán, porque es lo lógico, porque hay un frente de conflicto que es sumamente peligroso, pero también al hacer eso estamos desviando los ojos de Gaza.

¿Y cuáles son las informaciones que llegan de Gaza?

Lo que sabemos es que es una carnicería, por un lado, que hay una hambruna endémica por el otro, y que hay un colapso casi total del sistema de salud; de la provisión de insumos para la salud. Entonces la gente está muriendo de cosas que son tratables: chicos muriendo desahuciados dentro de las enfermerías después de ser baleados, y que hubieran sido salvados por una transfusión de sangre, pero no hay sangre. Tampoco hay paliativos: tengan en cuenta que Gaza tiene la mayor población de niños amputados del mundo, y muchas de esas amputaciones (que son al menos 14.000) son hechas sin anestesia, porque Israel ha estrangulado la entrada de anestesia a Gaza. Con lo cual la situación es dramática, y el hecho de que tengamos una población entera que no come y no tiene acceso a agua, quiere decir que todos los riesgos secundarios (los que no son de politraumatismos relacionados con explosiones y con armamento) se multiplican; porque alguien que tiene algún tipo de infección que puede ser menor, si no tiene acceso a agua ni a comida, tarda mucho más en recuperarse, si se recupera. Tenemos un sitio total que estrangula la ciudad, el bombardeo es generalizado, el 70% de la infraestructura destruida y, si hacemos un cálculo muy conservador, no menos de 250.000 y 350.000 muertos, porque el número de víctimas contadas es 50.000, pero nadie sabe cuánta gente hay debajo de los escombros.

Realmente una marca en la historia humana en cuanto al nivel de crueldad y de tragedia…

Yo honestamente creo que nunca hemos visto algo como esto.

¿No?

No, yo creo que no. Y yo me dedico a esto: trabajé por mucho tiempo sobre la segunda guerra mundial, conozco las invasiones japonesas en China, te puedo hablar de los conflictos africanos de diversos tipos incluyendo genocidios como el de Ruanda, de Sudán, de la República Democrática del Congo, etc. Pero creo que la diferencia es que muchas de estas de alguna manera se hicieron a la sombra, que los perpetradores tenían algún grado de vergüenza y la necesidad de esconder lo que estaban haciendo. Este no es el caso de Israel, que está haciendo esto a la luz del día, lo está publicando para que todos lo vean y sus soldados están vanagloriándose por las masacres y la destrucción de infraestructura en TikTok y en Instagram. Entonces creo que es importante recordar que a pesar de que en Auschwitz los números de muertos fueron mucho mayores, en Gaza los números de cómplices son mayores aún. Porque tenemos a una población política que ve todo esto y no hace nada, y en este sentido creo que son partícipes: según una encuesta de Haaretz, casi un 50% de los israelíes cree que es legítima la exterminación de los palestinos de Gaza.

Argentina, un blanco blando

Los coletazos del conflicto, según Martín Gak, alcanzan a todos los países: en Estados Unidos se divide el Partido Republicano, de la India salen bots en apoyo a Israel, Rusia ve acercarse el peligro del terrorismo islámico y la economía china se angustia ante una eventual escasez de petróleo. Argentina, por su parte, ha tomado una postura explícita de apoyo a los bombardeos contra Irán, y su presidente Javier Milei redobló la seguridad en sus viajes diplomáticos.

“Argentina entra un poco, decía yo, como ‘el hermano tonto del Río de La Plata’, de los israelíes y los americanos –dice Gak–. Argentina tiene dos experiencias de atentados en territorio nacional, y efectivamente sigue siendo un ‘blanco blando’. Porque si uno quiere mandarle un mensaje fuerte a Estados Unidos o Israel, y no quiere hacerlo en Estados Unidos o Israel, es mucho más fácil hacerlo en Buenos Aires. Y yo creo que lo que estamos viendo es una expresión clara y deprimente de la ineptitud total de este gobierno, en este caso específico en términos de política internacional: creo que están jugando en una liga para la cual no están entrenados ni tienen realmente la capacidad. Y mientras todo se pacifique esto no es necesariamente un problema, pero si se vuelve a recalentar el conflicto entre Irán e Israel, entonces Argentina se tiene que pensar como un blanco posible. Y me temo que este es un modo en que Israel y el sionismo usan a la comunidad judía, a la cual yo pertenezco, como escudos humanos; porque si va a haber un atentado, los atentados —subrayo— presuntamente asociados con Irán que han ocurrido en Argentina siempre fueron contra la comunidad judía, no contra objetivos militares o administrativos. Entonces hay algo en esa dinámica que es realmente necio, inepto y en última instancia peligroso”.

Los libros liberan

Los libros liberan

En dos años de vida, la Fundación As, presidida por la periodista Ana Sicilia, recorrió 60 contextos de encierro en todo el país y entregó 13.000 libros a personas privadas de su libertad.

La Fundación AS busca promover la lectura en contextos de encierro y en sectores vulnerados de la Argentina. Si bien la institución cumplió dos años, Ana Sicilia –su presidenta- comenzó con el proyecto Libros en los Pabellones en octubre del año 2017. Desde ese entonces, recorrió 60 espacios de reclusion en todo el país y entregó más de 13.000 libros a personas privadas de su libertad.

 

La semilla de un proyecto

 En el año 2008, cuando Sicilia cursaba Teorías de la Comunicación en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Quilmes, su profesor Alejandro Kaufman sembró una semilla que años después dio frutos.

“Estábamos en clase y un estudiante mencionó el tema de ‘la ola de inseguridad’, era una cuestión de agenda en ese momento. Y Kaufman dijo: ‘A ver, tanto que hablamos de la inseguridad, vamos a hacer un ejercicio, ¿cuándo fue la última vez que les robaron? ¿Y cuántas veces les robaron en la vida?’. Éramos 25 estudiantes, al que le habían robado más recientemente había sido hace un mes y medio y había personas a las que nunca les habían robado. Con ese simple ejercicio desarmó el chip de todos. A mí me desarticuló un pensamiento y me dejó el espacio para pensar. Siempre estamos hablando del hecho delictivo ya consumado, de la punta del iceberg, pero no de cómo se construye”.

¿Cuándo fue la primera vez que ingresaste a una cárcel?

En el año 2017 me invitó Julián Maradeo, tallerista de escritura de la Unidad 9 de La Plata. Yo no lo conocía, todo surgió porque vio una nota que yo había escrito en un blog. Después de la primera vez, en El Ágora (ese nombre recibe el espacio cultural donde se dictan los talleres en la Unidad 9 de La Plata), los chicos me invitaron otra vez, fui tres veces de invitada y en el 2018 me dicen: “Anita, ¿por qué no te sumas y te quedas? Vení, aunque sea una vez por mes”. Y así fue que empecé a ir al taller con Julián Maradeo. Dos años después de dar las clases junto a Julián, él se fue del espacio y me dejó el lugar a mí. Y hoy lo seguimos sosteniendo, son dos horas los martes a la mañana.

Ahí te diste cuenta de la ausencia de libros.

Claro. Un día les dije: “Chicos, yo no voy a dar un taller de escritura y lectura si no tenemos libros”. Y me respondieron: “Pero la biblioteca de la cárcel está en la otra punta, es muy difícil ir a buscar los libros”. Bibliotecas hay en todas las cárceles. El tema es el acceso, poder llegar, que les den el pase y que haya un libro digno, que no sea un manual de estadística del año 1998. Entonces, les pregunté si me autorizaban a pedir por las redes algunos libros. Me dijeron que sí, así que empecé a pedir por Twitter. De esa manera se armó la primera biblioteca, lo subieron en el Facebook del Ágora que lo manejaba una de las coordinadoras de los talleres. Y la foto de esa biblioteca la vió un chico que estaba detenido en la Unidad 43 de González Catán, pero que había estado detenido en la Unidad 9 de La Plata y había sido parte del Ágora. Ahí siento que empezó a armarse todo. Él me invitó a llevar libros a su Unidad y me hizo la autorización. En ese momento los celulares no estaban premitidos -se autorizaron en la pandemia-. Entonces, si me llamaban y me contestaban desde otra cárcel era todo como muy de queruza. La conexión es muy piola con los pibes. A veces voy a una cárcel y aunque no me conozcan en ese pabellón saben que estoy ahí porque el referente de ese pabellón habló con el de otra cárcel. Además, durante los primeros pasos del proyecto, trabajaba como periodista en el prime time de la televisión y esa exposición en muchas ocasiones me permitió acceder más fácilmente a los pabellones porque las personas se enteraban del proyecto a través de ese medio. 

 

¿Cómo surgió la idea de armar la Fundación AS?

Finalizando el 2019 sentí que el proyecto había excedido mi persona. Después de la pandemia, en el año 2021, armé una videollamada con mis amigas de toda la vida y les propuse sumarse al proyecto de armar la fundación. Y así fue, la Fundación As ya cumplió dos años. Es una locura muy artesanal. Hoy formamos un equipo, somos ocho personas las que componemos el núcleo duro de la fundación y yo me siento acompañada porque tiramos todos para el mismo lado, firmes en el objetivo de promover la lectura.

En el librito que escribí, Libros tras las rejas, está narrada la antesala de lo que fue el armado de la fundación. El registro de los cinco primeros años caminando sola. Es como una especie de diario: yo salía del penal y me ponía a escribir a mano. No con la finalidad de escribir un libro, sino para sacar todo lo que me atravesaba.

 

¿Cómo se desarrollan los encuentros con las personas privadas de su libertad?

En casi todos los espacios siempre es una primera vez. El funcionamiento de los traslados en el ámbito carcelario es permanente y, a veces, llegando a fin de año, masivo. Es una lógica perversa que tiene el servicio penitenciario. Hay muchas cosas que deberían modificarse. Los traslados hacen que no puedas tener un grupo consolidado durante todo el año. Puede que tengas suerte, pero es muy difícil. Me pasa, por ejemplo, que en la Unidad 9 de La Plata hay una persona que está en el taller hace cinco años, pero nunca sabés si mañana se va. Entonces, es complicado. Pero a la vez, dentro de todo lo complejo, trato de buscarle la vuelta. A través de los pibes que fueron trasladados logré abarcar todo el territorio bonaerense, porque eran ellos quienes me autorizaban a ingresar a las unidades.

 

¿Qué dirías ante el discurso que niega a las cárceles como lugares de reinserción social?

A veces me preguntan: “De todos estos libros que llevaste, ¿alguien leyó algo? ¿Y alguien se salvó?”. Y yo respondo que con que uno solo haya leído es suficiente. Porque si de 13.000 libros fue leído uno solo, yo seguiré llevando libros hasta que lean todos. El año pasado me escribió un detenido de la Patagonia a través de Instagram y me dijo: “Hola, Anita, ¿cómo estás? Te conocí en una comisaría en Chubut, me diste un libro, y quería contarte hace un tiempo estoy en libertad, siempre tengo guardado el libro que me diste, me pusiste una dedicatoria para que no me lo roben adentro” (de la cárcel), porque sino la gorra se lo sacaba. Y dijo, “yo se lo había dado a mi mamá para que me lo cuide hasta que salga en libertad. Ahora empecé la psicóloga, estoy terminando el secundario y le presté a mi psicóloga el libro que me diste”. Le había dado el ejemplar en 2021, en una comisaría. Y ese pibe me dice: “Escuchame, cuando quieras que hagamos algo o lo que necesites para la fundación estoy”. Fue a raíz de esa psicosis que se había armado en la gente y que suelen reavivar en cada tramo electoral -la cuestión de la inseguridad-, que comencé a interesarme por lo que sucede dentro de las cárceles. Y hoy cada vez más, confirmo esta idea de que tenemos que mirar qué pasa ahí y tratar el problema estructuralmente.

 

Para contactarse con la Fundación As escribir a su cuenta de IG Fundación AS

 

“La posibilidad de la deriva antidemocrática está aquí”

“La posibilidad de la deriva antidemocrática está aquí”

El ensayista Alejandro Horowicz analiza la condena a Cristina Kirchner, el estado de salud de la institucionalización y el desvanecimiento progresivo de la democracia. ¿Cuál es el rol de la ciudanía?

Alejandro Horowicz es ensayista, periodista, doctor en Ciencias Sociales y docente en la Universidad de Buenos Aires. A lo largo de su trayectoria —desde Los cuatro peronismos (1985) hasta El kirchnerismo desarmado (2023)— ha analizado las tensiones entre poder, legalidad y representación en la historia política argentina.

En diálogo con ANCCOM, Horowicz analiza el escenario actual del país, el estado de la institucionalización y el desvanecimiento progresivo de la democracia. Cuestiona sus cimientos, advierte sobre una legalidad cada vez más estrecha y empuja una pregunta tan simple como incómoda: ¿Cómo la sociedad puede imaginar colectivamente una salida y hacerla existir?

¿Cómo interpretás la reciente detención de Cristina Fernández de Kirchner y su impacto en el sistema político?

Es una sorpresa que no sorprende, es un juicio con sentencia escrita de antemano. La pregunta entonces es: ¿Por qué la sentencia ahora? La respuesta es simple, porque creen que pueden. Si esto es cierto o no es cierto es lo que está en disputa, alrededor de esta disputa es donde se va a ver si la evaluación de los tres supremos y sus validadores sociales es la lectura correcta o si no. No es un mensaje al pueblo ni a la ciudadanía, sino a la dirigencia política, a la casta. Es un aviso de que el programa del partido del Estado no se puede tocar, y si alguien acepta el riesgo de tocarlo, pues bien, le van a quitar el pan, el agua y la sal. Entonces, lo que aquí estamos discutiendo es ni más ni menos el estatuto de la legalidad política, qué es legal y qué no es legal. Un liberal cree que ese estatuto remite al Código Penal, a la Constitución, a la jurisprudencia. Nosotros sabemos que esto remite básicamente a un enfrentamiento directo y ese enfrentamiento no se resuelve en el terreno exactamente judicial, es decir, la amplitud de la legalidad no es un problema textual es un problema del enfrentamiento político real.

Cuando nosotros miramos la situación argentina y la situación internacional entendemos que estamos en un momento donde la reducción del espacio de la legalidad es evidente. Digamos, si en Estados Unidos se puede discutir si un nacido en los Estados Unidos es o no es norteamericano, se puede discutir cualquier cosa. Esto nos hace saber de la  precariedad de lo que se entiende por institucionalidad democrática, y que la institucionalidad democrática no depende de ningún papel, sino básicamente de los términos del enfrentamiento. Entonces, el espacio de la legalidad es el espacio del enfrentamiento conceptual, y cuando queremos decir que hay una batalla cultural lo que estamos diciendo, para no repetir las gansadas de la derecha, es que es esta lectura la que constituye operativamente la legalidad o la ilegalidad vigente. Un modelo es democrático cuando el espacio de la legalidad crece, y el modelo es antidemocrático cuando el espacio se ve reducido. No hay que ser particularmente genial para entenderlo.

La condena a Cristina no es un mensaje al pueblo ni a la ciudadanía, sino a la dirigencia política, a la casta. Es un aviso de que el programa del partido del Estado no se puede tocar, y si alguien acepta el riesgo de tocarlo, pues bien, le van a quitar el pan, el agua y la sal.

Alejandro Horowicz

¿Usted diría entonces que estamos en un estado antidemocrático?

Carl Schmitt tiene una fórmula muy precisa, dice: el soberano es el que puede imponer el estado de excepción. Lo que nosotros estamos viendo son formas del estado de excepción que se aplican en todas direcciones. Cuando nosotros miramos qué le pasa a un dirigente sindical que tiene que discutir sobre las condiciones de salud o enfermedad de uno de los afiliados a su gremio y resulta que la comisión que tiene que determinar si está sano o enfermo es una ART, y la ART desconoce la existencia de las enfermedades profesionales, por ejemplo. El modo en que esto está ladeado no requiere de mayores implicaciones: al que hace esta defensa le arman después una causa penal. Entonces, está muy claro que estamos viendo, más acá o más allá de que al gobierno de Milei le convenga o no le convenga sacar a Cristina de la cancha personalmente, que no es una discusión simplemente sobre Cristina, es una discusión sobre el estatuto de la legalidad política, y el estatuto de la ilegalidad política es la calidad real de la ciudadanía, no un conjunto de declamaciones vacías, sino un conjunto de prácticas sociales reales. Entonces, el impacto de esto es muy claro: o la Corte impone estos términos o nosotros como campo imponemos los nuestros. Si no imponemos nuestras coordenadas de legalidad, el horizonte será la represión de jubilados cada miércoles, la ley antipiquetes, y, en su expresión más brutal, Gaza. Entonces, en una punta tenemos la legalidad popular, en la otra punta está Gaza y en el medio estamos nosotros.

 

¿Existe la posibilidad de una deriva antidemocrática en la Argentina?

La posibilidad de la deriva antidemocrática está acá y aquí. Conviene entender que no estamos hablando de un futuro potencial, sino de presente continuo del indicativo. El poder se conjuga siempre en primera persona singular y en indicativo. Yo puedo. Yo no puedo. Yo podré es una promesa, no tiene nada que ver con la ecuación del poder. El poder está siempre en presente del indicativo, esto es sintácticamente decisivo y políticamente definitivo. Entonces, esto no es a futuro, esto es hoy, aquí, ahora. Esto es lo que está sucediendo. La deriva de este gobierno es inequívoca, este gobierno es eso. No entender esto, es creer que este gobierno depende de un debate electoral y de un resultado electoral. Pues bien, lo que las elecciones nos hacen saber es que la mitad del padrón no vota. En consecuencia, la debilidad de la legitimidad política es manifiesta, la mayoría no le cree absolutamente nada a nadie y este es el único balance compartido de la sociedad argentina. Por lo tanto, hay que hacerse cargo no de lo que va a suceder, sino de lo que ya sucedió.

 

¿Encontrás paralelismos con otros episodios de persecución política en la historia?

Sí, siempre. Todo período reaccionario puede ser homologado con otro, y en ese sentido los paralelismos son razonables. Existe una pereza intelectual que consiste en ir y definir todo como fascismo. El fascismo es un movimiento histórico, plebeyo, de masas anticomunistas en respuesta a la Revolución Rusa. No hay hay amenazas socialistas, no hay alza general de la sociedad frente a esto. A ver, es una dirección profundamente reaccionaria, pero que es otra cosa y hay que explicitarla. Pensar es, ante todo, establecer la diferencia específica entre dos términos. Buscar analogías, en cambio, no es pensar. Como los abogados tienen la costumbre y la necesidad profesional de buscar analogías, porque tienen que mirar si encuadrás o no encuadrás en determinada ley, pues bien, ese es un problema de los abogados no nuestro.

 

Se estuvo hablando como de una fujimorización en la Argentina, ¿Es posible?

Hablar de fujimorización me parece una forma de distraer del problema real. El problema es que el partido del Estado, esto es, el bloque de intereses del bloque de las clases dominantes en el planeta tierra y en el orden capitalista, tiene para cada ciclo histórico un programa global. Cuando uno mira las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, uno ve que son iguales en Tanganica, Atenas, en Boston y en Neuquén. El efecto del mismo programa en Tanganica, en Boston y en Neuquén no es igual porque cada formación histórico social tiene su propia particularidad y lo que en Boston es un problema relativo en Tanganica es un programa mortal. La Argentina tiene un desequilibrio estructural de ocho puntos, que es el impacto del costo del sistema financiero de la deuda sobre el producto bruto de la Argentina. Cuando vos tenés que equilibrar un sistema que arranca con ocho puntos en contra, lo único que va a suceder en esa reducción de gastos para llegar al equilibrio es una masacre. En consecuencia, lo que en Boston es una discusión ideológica de matices sobre si yo expando el producto, y de ese modo, alcanzó el equilibrio no por reducción de gastos sino por aumento de ingreso, aquí estamos discutiendo una tragedia. Entonces, el orden político no discute el programa del partido del Estado. La casta nos hace saber que a cualquiera que se separe un mililitro de la dirección de Milei -esto es, a favor del capital y contra los asalariados-, le van a quitar todo y le van a hacer un juicio de inmediato. Entonces, es un mecanismo del disciplinamiento de la casta, no otra cosa. Ahora bien, en el mecanismo del disciplinamiento de la casta se juega ni más ni menos que nuestras posibilidades reales de intervención como partido de gobierno y el secreto que aquí se presenta es que nos hacen saber que ningún partido de gobierno, que no acepte a rajatabla el programa del partido del Estado, va a ser legal. Cosa que tenemos que saber porque esto es así, salvo que nosotros tengamos la potestad de modificar esta situación y volverla legal. Dicho de otro modo, ellos nos dicen que esto es delito. Nuestra respuesta debe ser clara: no, delito es la acusación de ustedes.

 

Siguiendo esta línea, ¿qué implicancias tienen los decretos de Milei en la estructura institucional del país? ¿Cómo afecta la concentración de poder en el Ejecutivo?

Cuando observamos los poderes delegados por el Congreso, entendemos que el Congreso no solo no regula sino que forma parte de la ofensiva. El comportamiento judicial no consiste en atenerse al derecho sino en avanzar irrestrictamente en la misma dirección. Vos tenés los tres poderes del Estado alineados con el mismo norte. Hay mucha gente que no soporta que las cosas son como son, pero la única chance de que esta insoportabilidad resulte conducente es aceptar que son como son para poder cambiar. Nadie puede cambiar aquello que no se atreve a reconocer. Uno de los problemas decisivos en este momento es que la sociedad Argentina sencillamente no sabe qué hacer, y en lugar de aceptar que no sabe qué hacer, que ya es bastante, juega a que sí saben. Pues bien, el resultado de este juego se llama Milei.

 

¿Cómo ves la reacción de la sociedad?

La cuestión es la conjugación verbal, primera persona del singular: yo. El secreto de la teología es que nos propone un salvador y las respuestas teológicas requieren que la salvación sea exterior. No tenemos ninguna respuesta teológica posible. O nos hacemos cargo de la cuestión, o no hay ningún otro camino. O entendemos que tenemos que inventar colectivamente otra cosa o estamos en el horno. A ver ¿qué es un escritor? alguien que cuenta unas fantasías que no existen, pero tiene la capacidad de hacerlas existir. La potencia de un momento histórico es la capacidad colectiva de imaginar otra cosa. Lo que tenemos bloqueado en este momento es esa capacidad.

¿Qué rol creés que juegan los medios de comunicación en la percepción de la democracia y la reacción de la sociedad?

Creo que el lugar de los medios ha sido exagerado de una manera descomunal. Los medios, por supuesto, están en condiciones de soplar las llamas. Cuando hay una tendencia determinada, es posible fogonearla, pero no pueden inventarla. La tendencia existe con absoluta independencia de los medios. El secreto de una derrota política es que los derrotados aceptan que su experiencia no es fuente de conocimiento. Es decir, si no hay nada que averiguar, el derrotado renuncia a indagar y busca escuchar quien lo va a salvar, mientras actúa en estos términos, es un derrotado sin camino. O salís de ese lugar, o no hay salida. El punto de partida es siempre uno: yo.

 

¿Cómo influye la presencia de capitales extranjeros en la estabilidad institucional y la crisis económica?

Vamos a tener que entender que el capital es extranjero, no que hay capitales extranjeros. ¿Qué quiero decir? Cuando vos mirás el enfrentamiento entre Elon Musk y Trump, podés creer que estás en presencia del enfrentamiento entre dos loquitos, entre dos millonarios, que cada cual hace lo que le parece. Pero en rigor de verdad, digamos, la categoría loquito no es exactamente una categoría que yo manejo, por lo tanto en esa cancha observo lo que dicen especialistas. Pero entiendo que más allá o más acá de la locura personal de ambos, hay un carácter social que no se me escapa y es el que quiero subrayar. Hay una inadecuación entre el Estado nacional y los intereses de las burguesías vivas. Dicho de otro modo, cuando alguien cree que China es simplemente una decisión del comité central del Partido Comunista Chino, no se equivocan, pero está reduciendo este problema de un modo brutalmente unilateral, porque entre otras cosas existe la burguesía China. Cuando uno mira la lista de Forbes, uno ve la presencia de unos cuantos multimillonarios chinos. ¿Oíste que alguna vez algún multimillonario chino se pronunciara sobre la paridad cambiaria entre el shuan y el dólar? No, pero vos tenés derecho a decirme mirá Alejandro, los multimillonarios chinos de la burguesía China no tienen experiencia política propia, que por tanto hay toda una tradición cultural que hace que no plantean nada. Yo en general tengo ciertas reservas sobre este modo de lectura, pero te voy a conceder para este análisis que podría ser así. ¿Y la burguesía alemana, la burguesía francesa, la italiana y la norteamericana que tienen sus inversiones en China, qué? Entonces allí vemos que estos burgueses, por más que hayan nacido, en Teotihuacán o en Berlín, no dependen sus intereses de donde han nacido, sino del modo en que el capital globalizado está organizado hoy. Es decir, lo que le convenga o no le convenga al Estado, digamos, alemán, no necesariamente tiene o no tiene que ver con lo que le conviene a un burgués nacido en Alemania. Elon Musk tiene intereses decisivos en China. De modo que en un conflicto de verdad entre China y los Estados Unidos, los intereses de Elon Musk se tensan de una manera fenomenal y entonces el enfrentamiento entre Musk y el presidente de los Estados Unidos excede el problema de las personalidades de ambos y remite a las condiciones materiales de la práctica de la política. Dicho de otro modo, en un caso alguien está intentando desde el Estado norteamericano, una política, y vemos como no hay dos políticas. Razona como una especie de patotero de barrio, entonces dice la verdad, fijate,  a esta chica que tengo enfrente yo la puedo cagar a patadas y a Horowicz también lo puedo cagar a patadas y a Pirulo también lo puedo cagar a patadas, pero hay un pequeño detalle ¿qué pasa si la chica, Horowicz y pirulo organizan un frente común? También lo puedo cagar a patadas a los tres juntos, pero el juego cambia. Entonces el juego que este buen hombre hace, produjo un realineamiento internacional donde él queda en soledad. Y eso muestra que su sagacidad no es afortunadamente muy grande y sus posibilidades empiezan a temblar. Veremos de nuevo los diarios hoy y Israel acaba de atacar Irán, él pidió hace horas que no lo

hiciera. Entonces ¿qué estamos diciendo? He escuchado hasta el cansancio que Israel es un peón del imperialismo norteamericano. No, esto es una tontería mayúscula. En Israel, el gobierno juega un juego al que arrastra a otros, y ese juego es posible porque los otros permiten ser arrastrados. Israel puede hacer lo que hace en Gaza, entre otras cosas, porque los países árabes de alrededor no se lo impiden. Bastaría que los países árabes de alrededor se plantarán en esa cancha para que Israel no pueda. Entonces lo que estoy tratando de decir es: acá no estamos hablando de acciones sueltas que se resuelven con astutas jugadas de circunstancia de alguien, acá hay una crisis global de hegemonía y en esta crisis global de hegemonías se están redefiniendo todos los lugares. Nuestro lugar también está en redefinición. O intervenimos, o lo definirán por nosotros.

 

Siguiendo la línea de una sociedad que piense colectivamente en una realidad, ¿es posible una salida democrática como tal?

La democracia puede ser un proyecto a construir. Esto no es la democracia y el 83 nunca fue otra cosa que la democracia de la derrota. La continuidad de los gobiernos nos hace saber esto y que las fuerzas políticas que construyeron esto puedan ser derrotadas por un outsider, las pone a todas juntas en valor. No por lo que ellos creen que son, sino por lo que son. Milei es la calidad de la política nacional, no es simplemente un pequeño hotentote desagradable y salvaje. En ese espejo hay que mirarse, y la imagen que surge no es muy simpática pero es la nuestra.

Una criatura como presidente

Una criatura como presidente

En el Día del Periodista, ANCCOM entrevistó a dos jóvenes acreditadas en la Casa Rosada para que cuenten cómo ven el gobierno desde el centro del poder. Maia Jastreblansky, de La Nación y Cenital, y Melisa Molina, de Página/12 y la 750 -ambas formadas en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA-, hablan también del pluriempleo y los ataques a la prensa.

“Casi todos los escritores tenemos que trabajar también en otra cosa”

“Casi todos los escritores tenemos que trabajar también en otra cosa”

Se estrena en el Gaumont El Piletero, el Metrodelegado y el Cadáver, una docupelícula dirigida por Eduardo de la Serna y protagonizada por los escritores Félix Bruzzone y Kike Ferrari. “Yo pertenezco a la clase de los que construimos el mundo, y eso lo ejerzo tanto cuando trabajo en el subte como también cuando escribo”, plantea Ferrari en esta entrevista.

Dirigido por Eduardo de la Serna, El Piletero, el Metrodelegado y el Cadáver es un documental mixturado con elementos de ficción que aborda la cuestión de aquellos escritores que no ejercen plenamente su oficio, sino que se ven forzados a realizar otras actividades para poder vivir. A través de charlas, entrevistas y participaciones de distintos eventos, se exhiben en el film distintos retazos de la vida de los escritores Kike Ferrari y Félix Bruzzone, cuyos principales empleos se encuentran alejados del arte y de las obras literarias. Ferrari trabaja desde hace más de diez años en el Subte de la Ciudad de Buenos Aires, mientras que Bruzzone se desempeña como piletero. El relato tejido a dos voces tiene como disparador la aparición de un cadáver anónimo en un túnel subterráneo, a partir del cuál se empiezan a elucubrar distintas teorías. El film retrata los pensamientos de sus protagonistas, su compromiso político y sus historias de vida.

Ferrari tiene 53 años y confluyen en él tanto su producción literaria como su trabajo a jornada completa como empleado del Subte de la Ciudad de Buenos Aires, que le valieron el apodo de “el escritor proletario”. Novelas y cuentos de género policial como Que de lejos parecen moscas (2011) u Operación Bukowski (2004) le valieron a Ferrari distintos reconocimientos en el ámbito literario, como el premio Silveiro Cañada de la Semana Negra de Gijón (España). Él tuvo, desde un primer momento, muy en claro que su principal fuente de ingreso no sería provista por la literatura.

¿Cómo fue el proceso de producción de la película?

Fue un proceso largo, raro y tropezado. Fue divertido, de las clases de cosas que me gustan, hecha muy a pulmón. Eduardo (De la Serna) me contactó en 2017 para proponerme esta idea. En un primer momento iba a ser solo documental, pero luego se le fue sumando mucho de ficción. Habla sobre la relación entre dos trabajadores que escriben o de dos escritores que tienen otros trabajos, que somos Félix Bruzzone y yo. En un momento pareció caerse el proyecto, por un tiempo no supe más de él. Supuse que podía ser como otros muchos proyectos que quedan en la nada. Después de la pandemia, en 2021, Eduardo se volvió a contactar conmigo para comunicarme que el proyecto volvía a las andadas y que teníamos que filmar nuevas cosas. Retomamos y hubo una segunda tanda de filmaciones. Armamos un poco juntos lo que nos faltaba. Seis o siete meses después se terminó de grabar. El año pasado nos enteramos de que todo eso que habíamos estado produciendo había llegado a buen puerto y que la íbamos a poder estrenar este año. Fue, entonces, un proceso muy largo, hecho por muchas capas, pero que disfrutamos mucho.

 

¿Vés en el audiovisual un lugar potencial para seguir desarrollando tu carrera?

Me interesa, pero estando siempre detrás de cámara. Para escribir. Escribí un guión y tengo algún que otro proyecto por ahí guardado. Es un lenguaje distinto que uno tiene que aprender. Tiene posibilidades distintas. A mí me interesan todas las formas narrativas de la ficción desde el uso de la palabra.

 

¿Creés que tu trabajo en el subte te ubica en otro lugar a la hora de escribir?

Lo que creo que me ubica en un lugar distinto es mi pertenencia de clase. Es mi decisión que el lugar que ocupo en la producción o en el trabajo sea una parte identitaria respecto a quién soy. Ya sea en el subte o en cualquier trabajo asalariado. Trabajé en el subte los últimos doce años de mi vida, y los veinticinco anteriores los trabajé también pero en otro oficio. Lo que me da esto es una pertenencia, un lugar desde el cual vivir. Por supuesto que eso se traduce también en lo que escribo, como todas las demás cosas que me componen. Objetivamente, uno siempre ocupa un lugar en el proceso productivo, más allá de lo que piense. Después podés tener una posición más renegada o no con respecto a tu clase.

Yo pertenezco a la clase de los que construimos el mundo, y eso lo ejerzo tanto cuando trabajo en el subte como también cuando escribo. Esto me acerca a los demás. Por eso tengo participación gremial y por eso me siento uno con mis compañeros del subte pero también con los maquinistas o los obreros de fábrica o los maestros. La decisión consciente está en ese acercamiento a los de mi clase, pero eso no significa que cambie mi lugar objetivo en el mundo, ese siempre es el mismo.

 

¿Qué tan difícil es poder vivir de la escritura en nuestro país?

Son muy pocos los compañeros que pueden vivir exclusivamente de la venta de libros. Después los demás tenemos que tener otras tareas para solventarnos económicamente, que pueden estar más o menos cerca del proceso de escritura. Hay compañeros que son docentes, o que dan clases de creación literaria o que corrigen textos para una editorial. Ellos están más cerca de la literatura. Otros, como Félix, que limpia piletas, o como yo, que trabajo en el subte, estamos más lejos. Pero casi todos, excepto un puñado de nombres, tenemos que trabajar en otra cosa.

 

¿Por qué tu decisión, entonces, de trabajar en algo tan lejano a la escritura?

Yo lo prefiero. De hecho doy muy pocos talleres, tal vez uno o dos por año. Corrijo muy de vez en cuando textos ajenos. No hago mucho más que eso por fuera de mi trabajo. Para escribir necesito estar fresco, necesito tener ganas de escribir, y de poder poner las ideas y la voluntad del trabajo con el lenguaje ahí, en mis textos. Cuando trabajo con textos de otras personas me pasa que cuando vuelvo a mi propio tiempo literario ya no tengo ganas, no tengo ya fuerzas para ponerme a escribir. Es por eso, entonces, que prefiero que el tiempo de mi otro trabajo, de aquel que me veo obligado a hacer para poder vivir, sea otra cosa.

Podríamos decir que gran parte de la producción de tu obra comienza a gestarse durante tu tiempo en el subte?

En ese tiempo que estoy trabajando no dejo de pensar en lo que estoy escribiendo. En el subte craneo mucho. Quizás si tuviese otro trabajo en el cuál es más difícil distraerse o que implica otros riesgos sería otra cosa. Mi trabajo en mantenimiento tiene mucho tiempo de laburo mecánico y físico. En un laburo que lo hacés con el cuerpo y nada más, es muy fácil que la cabeza se te vaya. En esos momentos me permito pensar y organizar ideas que después vayan a ser escritas tres o cuatro horas más tarde, que es cuando llego a mi casa y puedo sentarme a escribir frente a la máquina. En el mejor de los casos, en el durante, saco el celular y escribo o guardo alguna nota o idea para recordarla después. Pero sí, me permite tener mucho tiempo pensando en lo que después va a componer mi trabajo.

 

Si estás leyendo esto

 El 14 de febrero de este año el escritor publicó su última novela, titulada Si estás leyendo esto, en la que se reconstruye un presunto intento de suicidio de Jorge Luis Borges en la década del 30. Ferrari se vale de ese episodio para construir una historia, trayendo escritores de la talla de Ricardo Piglia como parte de la  ficción y entramando, por lo bajo, una historización de la literatura argentina.

 Respecto a la novela, Ferrari explica: “La primera vez que leí respecto a este intento de suicidio fue leyendo Borges: esplendor y derrota de María Esther Vázquez. Pensar en Borges agarrando un arma, queriendo matarse y no pudiendo me pareció una metáfora espléndida de la literatura argentina. Pensé que podía construir una historización de la literatura argentina alrededor de ese revólver que iba pasando de mano en mano, donde mucha gente lo tiene pero nadie lo dispara. Las manos por las que va pasando son autores de los 180 años de la literatura argentina, como Rodolfo Walsh, Sara Gallardo o Ricardo Piglia. Es una novela de ensayo en algún punto, pero escondida dentro de una novela policial de aventuras. Se puede leer de las dos maneras”.

Sobre su vínculo con la obra de Borges, exclama: “¡Creo que Borges es el mejor escritor de la lengua castellana del siglo veinte! Que hayamos tenido la suerte de que haya escrito desde acá, con todo lo que eso implica, es un privilegio enorme. Todo lo que pasó en la literatura argentina a partir del año 46 tiene que ver con cómo se posicionan los escritores frente a Borges. Algunos se mantienen en su estilo, otros enfrentan su poética, otros tratan de huir. Todos orbitan alrededor de esa obra, que es extraordinaria. Hay muchísimo para aprender ahí y para deleitarse del gozo de la lectura sobre todo”.

Del «hecho en China» al «creado en China»

Del «hecho en China» al «creado en China»

El exembajador argentino en Beijin analiza el ascenso del gigante asiático desde una perspectiva geopolítica, filosófica e histórica. El rol de la planificación, el lugar social de los abuelos, la educación como motor del ascenso social y las diferencias con la política internacional estadounidense.

Aunque los productos chinos, japoneses o coreanos forman parte de nuestra vida cotidiana, en Argentina persiste una mirada exótica y lejana sobre Asia. Sin embargo, entender el rol de China en el escenario global es clave para no quedar al margen de las transformaciones que redefinen el orden mundial. En diálogo con ANCCOM, el exembajador en Beijing, Sabino Vaca Narvaja, analiza el ascenso del gigante asiático desde una perspectiva geopolítica, filosófica e histórica. Politólogo de formación y militante de tradición, Vaca Narvaja creció en el exilio cubano como parte de la llamada «guardería montonera», un enclave secreto donde se criaron los hijos de dirigentes revolucionarios como su padre, Fernando Vaca Narvaja.

Ante la confesión de la cronista, que admite no ser experta en China, responde sin condescendencia: “He conocido funcionarios que llegaron a altos mandos sin tener idea de China”. Él, en cambio, estudió ese país, lo vivió durante uno de sus momentos más críticos -la pandemia de covid-19- y adoptó muchas de sus costumbres. Promueve el intercambio de saberes con la misma naturalidad con la que regala libros a quienes, como él, se acercan con ganas de entender.

¿Por qué China tiene un rol histórico tan relevante en el escenario mundial?

China fue, durante siglos —del I al XVI— el centro económico global, con un peso que oscilaba entre el 30 y el 45% de la economía mundial. Esa perspectiva histórica explica por qué, para los chinos, su país no está «emergiendo», sino reemergiendo. Ven este crecimiento como un retorno a su lugar natural en la historia. Esa hegemonía se interrumpe con las invasiones extranjeras entre los siglos XIX y XX, conocidas en China como el “Siglo de la Humillación”, que reducen su participación económica global al 5%. La reconstrucción empieza con la fundación de la República Popular China en 1949. A esto se suma una larga tradición filosófica y estratégica —Confucio, Lao Tse, Sun Tzu— que pone el foco en la armonía interna y la defensa, no en la expansión. Pensemos en la Gran Muralla, el símbolo más fuerte de China, es una muralla: un esquema defensivo. Y el elemento central es la cohesión interna. O sea, la preocupación número uno de China era el orden civil de su población y de su territorio, que era muy grande, muy diverso.

A diferencia de otras potencias de Occidente, pareciera que China no tiene tendencias colonialistas, al menos de las maneras que conocemos. ¿Qué explica esa diferencia estructural?

Hay una tendencia a suponer que el crecimiento de China implicará una lógica imperialista similar a la que conocimos con las potencias occidentales. Pero tanto sus políticas como sus discursos demuestran otra cosa: multilateralismo, paz, desarrollo compartido. Yo creo que esto es algo que se explica primero por la geografía: tienen un territorio inmenso, diverso y difícil de cohesionar. Por eso, históricamente, su prioridad fue mantener ese orden interno, antes que la expansión. Por otro lado, considero que hay un componente filosófico que también tiene mucho peso. Tanto el confucianismo como el taoísmo rechazan la imposición y valoran la armonía con la naturaleza y entre las personas. Incluso sus grandes exploraciones, como las de Zheng He durante la dinastía Ming, no buscaban conquistar sino intercambiar conocimientos, medicina y alimentos. Fue un enfoque de encuentro civilizatorio, no de dominación.

¿Qué rasgos definen hoy a la sociedad china?

Es una sociedad con una fuerte conciencia colectiva. Las metas se encaran con disciplina, sacrificio y sentido de comunidad. También hay una estructura muy jerárquica y un profundo respeto por la autoridad, rasgos que conectan naturalmente con la organización del Partido Comunista Chino. Esto se complementa con una visión humanista y universalista, tanto en lo filosófico como en lo político. Las iniciativas que promueve China en Naciones Unidas —de seguridad, desarrollo y civilización global— apuntan a un mundo multipolar, basado en la cooperación, la transferencia de tecnología y el beneficio mutuo.

Occidente suele interpretar el liderazgo chino como autoritarismo. Sin embargo, su forma de ejercer poder internacional parece ser muy distinta a la estadounidense. ¿Cómo lo viviste en tu experiencia como embajador?

Hay una diferencia filosófica profunda. Mientras Estados Unidos históricamente impone su modelo con sanciones o intervención militar, China apuesta por la no injerencia y el respeto a la soberanía. En sus vínculos internacionales, prioriza la cooperación antes que la confrontación. Durante mis años como embajador, noté que la adhesión al Partido Comunista Chino no es tanto ideológica, sino práctica: los resultados están a la vista. Desde 1949, China sacó a 800 millones de personas de la pobreza. Hoy no hay pobreza estructural. Lidera sectores tecnológicos, cuenta con 75.000 km de trenes de alta velocidad y un desarrollo urbano impresionante. Esa mejora constante genera confianza en el Estado. En una primera etapa de su modelo de desarrollo, China atrajo inversiones con mano de obra barata y exenciones impositivas. Pero exigió un requisito clave: transferencia de tecnología. Las empresas extranjeras tenían que asociarse con empresas chinas. Así, en apenas unas décadas, China pasó de ser la fábrica del mundo a liderar sectores como la industria automotriz y las nuevas tecnologías.

Mencionaste el «sacrificio» como parte del progreso. Y aunque se pueda coincidir, creo que desde acá, a los ojos de los argentinos, muchas veces, ese sacrificio y disciplina chinos se perciben como algo extremo, ¿no?

El sacrificio tiene un contexto: China tiene más de 1.400 millones de habitantes. La competencia es feroz y el estudio es la principal vía de ascenso social. Por eso, las exigencias escolares son altísimas. Aprender mandarín, además, no es sencillo. Es un idioma complejo, con una escritura casi artística.

Lo llevo a un ejemplo quizás medio básico, pero que puede ilustrar las diferencias culturales: cuando corre la noticia de que en el almacén de barrio, los adultos envían a sus hijos menores de edad solos a China, muchos vecinos argentinos suelen acusarlos de fríos, desapegados ¿cómo lo ves?

Muchas familias que emigraron por necesidad envían a sus hijos de regreso a China para que mantengan un vínculo cultural y educativo que para ellos es muy importante. Lo ven como algo positivo para la crianza de sus hijos, porque confían en la educación que recibirán y en que va a ser mejor para su desarrollo humano. Además, se da algo interesante: esas familias que se sacrificaron trabajando en supermercados o fábricas, lograron una mejora económica real. Hoy, muchos de sus hijos ya no quieren continuar esos negocios: quieren estudiar, avanzar, cambiar su destino. Por eso viajan a China. Es una prueba de movilidad social efectiva. Y con respecto a la crianza, aparece una figura central en la cultura china: los abuelos. En general, los núcleos familiares viven juntos o muy cerca, y son los abuelos quienes crían a los nietos mientras los padres trabajan. Son quienes los reciben en China cuando estos niños viajan. Para ellos, los adultos mayores son una institución clave, transmisores de valores, cultura y tradiciones.

China hizo una inversión gigantesca en educación, ciencia y tecnología. Primero envió a sus jóvenes a formarse al exterior y luego los repatrió para volcar ese conocimiento en el país. Al mismo tiempo, fortaleció su sistema universitario, hoy completamente alineado con los intereses estratégicos nacionales. En China se gradúan 1.500.000 ingenieros por año. En Estados Unidos, apenas 200.000.

Sabino Vaca Narvaja

¿Cómo creés que se explica el nivel de desarrollo alcanzado por China?

Lo que muchas veces no se ve detrás de un logro tal como superar tecnológicamente a Estados Unidos, es la planificación de largo plazo. China hizo una inversión gigantesca en educación, ciencia y tecnología. Primero envió a sus jóvenes a formarse al exterior y luego los repatrió para volcar ese conocimiento en el país. Al mismo tiempo, fortaleció su sistema universitario, hoy completamente alineado con los intereses estratégicos nacionales. Para darte una idea: en China se gradúan 1.500.000 ingenieros por año. En Estados Unidos, apenas 200.000. Hay una entrevista muy clara del CEO de Apple, Tim Cook, donde explica por qué siguen fabricando en China. Él dice: “No es por la mano de obra barata. Es por la especialización. En EE.UU. no lleno una sala con ingenieros en herramientas de precisión. En China, lleno diez estadios”. China ya no es solo “la fábrica del mundo”. En los 80 lanzaron el “Programa Antorcha”, luego “Made in China 2025” —con el lema del hecho en China al creado en China— y ahora están con “Innovación 2030”, que prioriza inteligencia artificial, computación cuántica, tecnología satelital. La diferencia es que lo hacen con una planificación estatal muy fuerte. Arman ecosistemas donde un grupo de jóvenes puede desarrollar una inteligencia artificial capaz de competir globalmente. Y esa es su ventaja: pensar el desarrollo con soberanía.

¿Y cómo se inscribe en eso la llamada “guerra comercial” con Estados Unidos?

La guerra comercial tiene dos fases. En la primera, Trump intentó frenar el avance tecnológico de China. Fracasó. Ahora, en esta segunda etapa, lo que Estados Unidos quiere frenar es el surgimiento de un sistema monetario alternativo. China avanza en la internacionalización del yuan, desarrolla el yuan digital, y se organiza con los BRICS para comerciar en monedas propias. Lo que Estados Unidos tiene hoy es una enorme deuda, y mantiene su poder global gracias a la capacidad de emitir dólares sin respaldo productivo. Eso genera una burbuja financiera cuyos costos paga el resto del mundo. La guerra en Ucrania también puso esto en evidencia. Volvimos a la teoría de centro-periferia del argentino Prebisch. Porque parecía que los países desarrollados dependían de emergentes como Ucrania, o incluso como nosotros, para garantizar alimentos y energía baratos. Y ahí tenemos que hacer una reflexión profunda: Argentina no solo tiene lo que necesita el mundo… tiene lo que necesitamos los argentinos. La pregunta es cómo agregarle valor sin repetir relaciones de dependencia.

¿Y cómo ves actualmente la política exterior argentina?

El mayor talón de Aquiles de Milei es, precisamente, su política exterior. Es vergonzosa. Argentina venía construyendo, con distintos gobiernos, una diplomacia coherente en derechos humanos, ambiente, género, integridad territorial. Eso era un activo respetado en el mundo. Como país austral, teníamos una posición neutral, heredera de la tercera posición y del Movimiento de Países No Alineados. Este gobierno rompió con todo eso: se subordinó políticamente a otro Estado de una manera que nunca habíamos visto. Incluso en el tema Malvinas, al poner el foco en “los derechos de los habitantes” y no en la integridad territorial, se debilita la posición histórica argentina ante Naciones Unidas. China, por ejemplo, no reconoce la anexión de Crimea, aunque tenga buena relación con Rusia. Porque sostiene un principio: la integridad territorial. Y eso es lo que sorprende. Que Argentina, históricamente coherente, hoy se corra de esa línea. Cuando Trump impuso un arancel del 25% al acero y aluminio —que Argentina exporta bastante—, Milei no reclamó. Cuando se amplió al 10% para todos los productos, respondió que iba a “adecuar la normativa argentina”. Y además quiere dolarizar. Más pérdida de soberanía, imposible. Solo falta que pida la ciudadanía norteamericana.

¿Y cómo queda China en esta reconfiguración?

La relación con China también se ve afectada. Si vos liberalizás tu economía frente a un gigante industrial como China, sin proteger tu industria, vas al desastre. Pero no es que China imponga eso. Tiene acuerdos de asociación estratégica con Argentina y Brasil que respetan nuestras necesidades. No exige un tratado de libre comercio. Con Chile, por ejemplo, sí lo tiene. China no te impone un modelo: te pregunta qué necesitás y construye desde ahí. Eso es soberanía: tener estrategia propia, decidir en qué sectores vas a invertir, cómo proteger tu industria, qué querés desarrollar. Sin eso, la soberanía se evapora. Y lo que queda es pura dependencia. Hoy vemos una entrega. Política, económica y también cultural. Viene Milei, lo visita la general Laura Richardson, viaja once veces a Estados Unidos… Y mientras tanto, el aparato productivo argentino se desarma. Es un industricidio. Y lo más paradójico: dice ser liberal, pero admira a Trump, que hace proteccionismo. Es incoherente incluso con su propia ideología.

¿Cómo explicás el surgimiento de figuras como Milei en la política argentina? ¿Qué responsabilidades le caben al sistema político?

Es el resultado de un deterioro profundo en nuestra cultura política. Los partidos dejaron de discutir ideas, proyectos, planes de gobierno. Se volvieron estructuras meramente electorales, enfocadas en ganar elecciones más que en gobernar con rumbo.
 Además, hay una Cancillería pensada para un mundo que ya no existe: tenemos 30 embajadas en Europa y apenas 15 en Asia, cuando nuestra complementariedad económica está claramente con países como China, India y Brasil. La salida de los BRICS lo ilustra: desaprovechamos un espacio estratégico junto a nuestros principales socios comerciales. Y considero que ahí también hubo una incapacidad por parte de la cancillería de explicar por qué era importante ser parte de los BRICS, en qué nos beneficiaba. No se explicó lo suficiente. Todo esto erosiona nuestras instituciones. La gente percibe una política alejada de sus problemas reales, y es ahí donde aparecen liderazgos rupturistas como el de Milei. Mientras tanto, en países como China, el Estado es valorado porque mejora la calidad de vida de la gente. Acá, si no logramos lo mismo, vamos camino a una degradación institucional más profunda.

¿Qué tan mal parados nos deja un presidente que con frecuencia le falta el respeto a otros miembros de la comunidad internacional? ¿Hay vuelta atrás después de esto?

Nos deja muy mal parados, sí. Pero esto no es un fenómeno exclusivamente argentino: en todo el mundo hay liderazgos preocupantes, desde Trump hasta los partidos de ultraderecha en Alemania. Es verdad que en nuestro caso parece que seríamos los campeones de la distopía. Pero a mí me gusta verlo como una oportunidad. Porque todo lo que esto expone es una falla más profunda: la crisis de representación. Si la democracia se limita a votar cada tantos años y no hay una ciudadanía involucrada, el sistema se vacía. Lo que necesitamos es más democracia, pero de mejor calidad: con participación real, con control ciudadano, con tecnología al servicio del bien común. Hoy, en muchos países, el poder económico ha capturado la política. Gente con fortunas personales superiores al presupuesto de Estados enteros decide políticas públicas. Eso desvirtúa la democracia, que debería expresar la voluntad de las mayorías, no de las corporaciones. Por eso, tenemos que generar instituciones que estén a la altura de los desafíos sociales. En la Argentina, un ejemplo positivo fue la defensa transversal de la universidad pública. Es un espacio en donde Milei no pudo avanzar, y eso se debe a que hay gente que siente que la universidad pública le cambió la vida. Eso muestra que todavía hay activos sociales valiosos. Lo urgente es que el Estado recupere ese espíritu colectivo y lo traduzca en bienestar concreto.