“El Eternauta es una historia política, no partidaria”

“El Eternauta es una historia política, no partidaria”

El escritor y guionista Luciano Saracino pondera a El Eternauta como la más trascendente obra literaria argentina, leída apasionadamente desde que se publicó, en 1957, hasta la actualidad, en sintonía con la sensacional recepción de la serie de Netflix.

Luciano Saracino es escritor, guionista y, por sobre todas las cosas, un apasionado de El Eternauta. Su amor por las historias de aventuras pueden verse en las decenas de libros que escribió, parte de una obra que abarca novelas, historietas, guiones para cine, televisión, dibujos animados. En 2013 fue el encargado de escribir la serie Germán, últimas viñetas, donde retrata la vida de Oesterheld. La historia de Juan Salvo lo marcó desde muy chico y dejó en él una huella imborrable. “La serie de Netflix me parece un hallazgo desde un montón de lugares –dice–. Volvió a encender la llama de El Eternauta. Es una serie que tiene mucho para decir y le habla al presente, al igual que lo hacía cuando se publicó originalmente en 1957”.

  Saracino, que nació en Buenos Aires, en 1978, considera que El Eternauta es la obra más trascendente de la literatura argentina, una declaración que encontró un detractor inesperado: “Me parece que se le fue un poco la mano”, consideró el periodista Eduardo Feinmann en su programa de A24. Acto seguido, clasificó a Saracino como sarasero. Y luego, tras consultar una inteligencia artificial, consignó que la obra literaria más trascendental es Martín Fierro, de José Hernández. “Lo de sarasero es una chicana, lo importante es su respuesta sobre El Eternauta: ahí es donde quiero dar el debate –dice Saracino–. Lo que hice fue mencionarla como la obra literaria más trascendental de la historia argentina. Hay una provocación por mi parte, no es inocente la afirmación. Nada de lo que hacemos es inocente, todo es político. Yo estaba colocando a la historieta dentro de la literatura. Lo que planteo es que empecemos a hablar de esta hermana menor que es la historieta, que siempre estuvo relegada. A la historieta le daban el permiso de existir, pero que no moleste demasiado. Ese es el debate que me interesa. Gritar a los cuatro vientos y justificar que la historieta también puede ser literatura. Esa es la discusión.

 

¿Por qué hablás de trascendencia?

Cuando hablo de trascendental no estoy hablando de mejor ni de más importante, sino en el sentido más literal. En ese sentido, El Eternauta quizás sea la obra literaria, si le permitimos a la historieta entrar en ese partenón, más trascendental. Trascendió su tiempo; se lee hoy en día tan placenteramente como se leía en el 57. Trascendió sus propias fronteras, ya que es publicada en todos lados del mundo. Trasciende inclusive su propio contexto, nace como historieta pero hoy en día es también una serie posicionada primera a nivel global en plataformas. Trasciende su propio libro. Uno ve la figura de El Eternauta y sin haber leído jamás el libro, puede detectar “esto es El Eternauta”. Eso no sé si lo logran otras obras. Rayuela, El Martín Fierro, El Facundo, por supuesto. No estoy hablando mal de ninguna de ellas. Yo simplemente planteo, ¿cuántos pibes hoy en día se acercan al Martín Fierro con placer y lo leen de manera independiente? Por otro lado, ¿cuántos pibes se acercan hoy a El Eternauta y lo leen apasionadamente? Eso es estar vivo. Eso, para mí, es haber trascendido. Quizás no es la obra más importante, pero es la más trascendente.

 

¿Cómo fue tu primer acercamiento con El Eternauta? ¿Qué recordás de aquel momento?

Leí El Eternauta por primera vez a los seis años, sobre la falda de mi viejo, que no me dejaba tocar las páginas porque eran tan finitas que se deshacían. Tuve la suerte de que él haya coleccionado y encuadernado esas revistas. Él amaba la historia y me hizo amarla a mí también. Me volví un gran divulgador de la historia. En mi colegio primario, yo hablaba de la historia con mis amigos todo el tiempo.

Había muchas cosas allí que me fascinaban: el partido de truco, la nevada. Otra cosa que recuerdo era la ansiedad que me generaba la aparición de los cascarudos. Recuerdo ser un niño que no se salteaba ninguna página, pero que estaba desesperado porque aparezcan. Era un nene que leía vorazmente porque quería llegar a esa parte en donde aparecían esos monstruos. He leído decenas de historietas después, e incluso muchas me han pesado hermosamente en la memoria, pero leer El Eternauta de chico fue algo único. No existían, por supuesto, el celular o internet. Había otros modos de enfrentarse al tedio y para mí, el mejor de todos era leer El Eternauta.

Yo estaba colocando a la historieta dentro de la literatura. Ese es el debate que me interesa. Gritar a los cuatro vientos y justificar que la historieta también puede ser literatura. Esa es la discusión.

Luciano Saracino

¿Qué lugar ocupaban las historias de aventura en tu infancia?

La aventura de chico era todo: las arenas movedizas, el piso de lava, los tesoros. La infancia es el territorio de la aventura y está repleta de ellas. Después aparecen los trabajos remunerados, la rutina, la escuela. Pero previo a eso, el piso es lava, y hay que saltar los sillones porque abajo lo que te toca te mata. Por eso es tan hermoso leer historias de aventuras, porque la infancia es un mapa repleto de aventuras. Además de la patria de uno, a la que uno nunca puede regresar, también es el terreno donde existió la aventura.

 

¿A qué atribuís tantas lecturas políticas acerca de la historia de El Eternauta?

El Eternauta es, desde su concepción, una historia política pero no partidaria. Es un libro político que habla sobre la solidaridad, el héroe colectivo y la idea del grupo. Para mí lo más espectacular de la historia y que trae como novedad es que el malo de la historia no se ve nunca, no tiene nombre, es una entidad que está por encima, los Ellos. Hoy en día lo vemos y decimos, ¿qué estaba diciendo cuando establecía que el mal no tenía nombre, cuando no podías verlo? Eso es política, por supuesto. Es una obra tremendamente ideológica pero no partidista.

El Eternauta en el 57 no fue escrito por un autor peronista. Te diría que lo contrario. Eso lo vuelve todavía más interesante. Depende de quién lo lea, El Eternauta va a hablarle a esa persona y la va a mirar a los ojos. Para todos va a tener una mirada y un modo de decir diferente. En su momento, el kirchnerismo utilizó como bandera el “Nestornauta”. Ese tipo de cuestiones hacen que mucha gente que no leyó la obra crea que esta adscribía a cierto tipo de ideas.

 

¿Qué te cautiva de la figura de Oesterheld tanto en tanto pensador como también creador de historias?

Oesterheld era un intelectual muy lúcido que sabía leer perfectamente su tiempo. En su época, la historieta era un medio masivo de comunicación. Llegaba a las masas, a la gente. Se leían historietas de género: westerns, gauchescas, ciencia ficción. El obrero, la ama de casa, el empleado; todos leían historietas. Las historietas en Argentina eran parte de nuestro consumo cultural diario. Oesterheld percibe todo esto. Se pregunta entonces, ¿por qué no darle al pueblo literatura de calidad? Historietas que tengan una profundidad que hasta ahí no tenían. Lo que hace, entonces, es estudiar los géneros para luego revertirlos. Géneros que venían ya un poco vetustos, que habían sido escritos miles de veces, Oesterheld los reescribe de una manera novedosa, como los westerns y el Sargento Kirk. La idea de hacer algo nuevo de eso que parecía totalmente viejo hasta ese momento.

¿Por qué Oesterheld se inicia en la militancia política?

Después del 57, lo que cambia en Oesterheld es el mundo que lo rodea. Cambia el contexto y la sociedad. Ese pueblo al que él le escribía, ahora era peronista. Él venía, si se quiere, del socialismo o del antiperonismo. Pero se reconvierte para entregar la vida por una causa a la que él inclusive había visto con malos ojos. Eso nos habla de una persona amplia, que se puede permitir cambiar de opinión y, por sobre todas las cosas, que amaba profundamente a sus hijas. Ellas fueron quienes empezaron a acercarse al movimiento y lo acercaron a Oesterheld también. No al revés. Él decidió que sus pasos iban a ser detrás de sus hijas y detrás de ese pueblo al que le escribía.

 

Germán, la serie sobre Oesterheld

En 2013 Saracino guionó la serie Germán, últimas viñetas, en donde retrata la vida de Oesterheld tras escribir El Eternauta. Allí vemos al escritor lidiar con editoriales tradicionalistas y una nueva generación de historietistas incipiente, con la dictadura militar como telón de fondo. La producción fue emitida por primera vez en 2013 por

“Una de nuestras propuestas es el impuesto a la vivienda ociosa”

“Una de nuestras propuestas es el impuesto a la vivienda ociosa”

Luca Bonfante tiene 26 años, es militante universitario de Historia y se presenta como candidato a legislador como segundo en la lista del Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad. Su vínculo con las redes sociales.

Estudiante de Historia de la UBA, fue allí, en la Facultad de Filosofía y Letras, donde comenzó a ganar popularidad durante el conflicto y las marchas universitarias de 2024. Esta notoriedad fue acompañada por un aumento de seguidores e interacciones en sus redes, ya que suele usar sus cuentas de X, Instagram y TikTok para subir videos de militancia o informativos y debatir con sus opositores políticos, especialmente libertarios. En unas elecciones legislativas donde el componente universitario está muy presente, Bonfante obtuvo un lugar expectante en la lista del FIT-U, compuesto por cuatro partidos: el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), al que pertenece, el Partido Obrero (PO), Izquierda Socialista (IS) y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). Será el segundo candidato en la nómina encabezada por Vanina Biasi.

 

¿Cómo fue pasar de la militancia universitaria a ser candidato?

Fue bastante repentino. El movimiento universitario que se puso de pie el año pasado, de manera muy abrupta. Veníamos movilizándonos en defensa de la educación pública después del 23 de abril y del 2 de octubre, pero la toma de facultades fue algo que se extendió de forma notablemente rápida no sólo en Buenos Aires, sino por todo el país, y ahí muchos militantes estudiantiles, no sólo en mi caso, ganaron una importante exposición política y mediática. Una particularidad de la izquierda es que siempre trata de reflejar las luchas en las listas, y creo que la visibilidad mía muestra también la simpatía que hay de un sector de la población hacia los estudiantes, por el reclamo universitario. Además, ese tema expone una de las principales debilidades del Gobierno.

¿Cuál fue la respuesta que recibiste en tu facultad a partir de tu candidatura?

Fue muy buena y me siento respaldado por los estudiantes porque formamos parte de un proceso colectivo. El movimiento estudiantil se caracteriza por tener métodos asamblearios, por organizarse en los cursos desde abajo, con comisiones de base y con los docentes, entonces muchos compañeros me dicen que sienten que están haciendo campaña por “uno de los nuestros”.

En caso de entrar en la Legislatura, ¿qué ofrece tu espacio que los demás no?

Lo que nos diferencia es cómo actúan nuestros espacios políticos. Hablando lisa y llanamente, el radicalismo habla mucho en defensa de la educación pública, pero después a la hora de las votaciones y cuando las papas queman, terminan dándose vuelta o panquequeando, como pasó con el senador (Eduardo) Vischi cuando se trató de poner en pie una comisión investigadora por la cripto estafa. También cuando se debatió la Lley de Presupuesto Universitario hubo radicales con peluca que votaron en contra y a favor del veto de Milei, y lo mismo sucedió cuando se trató el aumento de jubilaciones. Lo que diferencia a nuestro espacio político del resto es que nosotros no nos vendemos, no panquequeamos y tampoco nos pueden comprar. Si bien hay muchas personas que no comparten el 100 por ciento de nuestras ideas, sí reconocen las convicciones de nuestra parte.

La campaña de tu espacio es fuerte en las redes, ¿qué rol le asignan?

Las redes sociales juegan un rol muy importante partiendo de la base de que en estas elecciones no hay espacio publicitario gratuito en radio ni en televisión. Desde ese punto de vista estamos forzados a involucrarnos en ese mundo. Es cierto que ahí la derecha venía sacando ventaja, pero desde la izquierda hemos podido ponernos a la altura de las circunstancias y tomar ese desafío de lleno. Los propios resultados los reflejan: hoy las cuentas de la izquierda, particularmente la de Myriam Bregman y la mía, están a la misma altura, o incluso más, que las de candidatos que ponen muchísima más plata para hacer publicidad. Me meto de lleno en el proceso creativo, porque mis cuentas las manejo yo. Tenemos un grupo de compañeros que saben filmar, pero las ideas las pensamos entre todos.

¿Cuál es el objetivo de esos contenidos?

La idea en primer lugar es llegar a más personas que no piensan como uno, entonces ahí hay que intentar romper el cerco mediático que se arma con la izquierda y después tratar de meterse en la discusión de la actualidad, pero con una perspectiva diferente y tratando también de reflejar otros valores. Nos empeñamos en hablar distinto al lenguaje libertario, que usa siempre la expresión “domado” y todas referencias al sometimiento. Nosotros buscamos inculcar otro lenguaje que enseñe nuestros principios más solidarios, no homofóbicos, de no dejar a nadie tirado, y creo que cómo se dice habla mucho de lo que uno quiere decir.

Afirmás que, si bien una parte de la juventud está con las ideas libertarias, hay otra gran porción que está del otro lado, ¿qué te lleva a asegurar eso?

Hay varios ejemplos que demuestran que no toda la juventud se volvió libertaria. El año pasado hubo dos movilizaciones universitarias masivas, hubo tomas de facultades como hace mucho tiempo no había. Y también lo vemos este año, en la movilización que hubo el 1 de febrero después de los dichos de Milei en Davos. Las calles del país se llenaron de jóvenes que repudiaban profundamente lo que dijo porque no están de acuerdo con la homofobia. El gobierno de Milei quiere instalar una agenda que puede garpar en Estados Unidos, pero no en este país que tiene una gran tradición en defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas. Además, se viene reflejando en distintas situaciones, como en la calle acompañando a los jubilados, que una parte importante de la gente joven no se volvió de derecha. Yo a lo sumo opino que hay polarización y que hay una tendencia hacia eso, no solo en la Argentina sino en todo el mundo. En las elecciones que hubo en Alemania hace muy poco se vio eso: en el rango etario de 18 a 24 años la ultraizquierda salió primera e inmediatamente la ultraderecha salió segunda. Entonces creo que ese es el fenómeno global.

¿Cuáles serían tus proyectos primordiales en la Legislatura?

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hay un gran problema ligado al transporte y a la vivienda. En ese sentido, una de las cosas que nosotros planteamos desde la izquierda, y por eso hemos presentado distintos amparos, es contra los aumentos en el subte. De hecho, muchas veces se han tenido que retroceder los tarifazos porque participamos de las audiencias públicas cada vez que hay aumento. Somos la única fuerza política que forma parte, porque el peronismo no lo hace, lo cual también refleja bastante cómo vienen cogobernando con el PRO. El peronismo maneja el 20 por ciento del presupuesto en esta ciudad, tiene 18 legisladores y como oposición se le conocen muy pocos logros. Eso habla de una complicidad con el oficialismo que no se puede negar. Además, hay que frenar el asbesto de forma inmediata, no puede ser que un material cancerígeno prohibido en varios países siga estando en el subte y se cobre la vida de varios trabajadores. El problema de la vivienda hay que resolverlo de forma inmediata y ahí el impuesto a la vivienda ociosa es una de las propuestas que planteamos de la izquierda. Consiste en poner un impuesto a estos grupos inmobiliarios que tienen 10, 15, 20 departamentos vacíos para que justamente les sea más redituable ponerlo en alquiler que usarlo para la especulación inmobiliaria.

¿Las críticas a la gestión de Jorge Macri más la fragmentación de la derecha pueden facilitar que la izquierda gane terreno en la Legislatura?

El conjunto de todo el escenario electoral refleja una fragmentación de todos los espacios políticos, porque si uno ve incluso las listas del 2023 y las de hoy, ve que todos se cambiaron de logo, de color y de nombre, salvo la del Frente de Izquierda Unidad. Si bien tenemos diferencia entre nosotros, priorizamos la unidad sobre todo en este momento. Las elecciones legislativas en general son una oportunidad para que la izquierda crezca, pero también veo que hay partidos políticos que quieren instalar que son ejecutivas, que se elige jefe de Gobierno y eso no es así. Se eligen 30 legisladores y la izquierda para conseguir dos necesita 120.000 votos.

«Me interesa escribir sobre otras formas de la existencia»

«Me interesa escribir sobre otras formas de la existencia»

El cordobés Chuit Roganovich ganó el premio Clarín 2024 con su novela «Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores» y el Premio Futurock 2022 por su obra «Quiebra el álamo». Aquí habla de sus trabajos, del impacto de los premios y de lo que viene. El sábado estará en la Feria del Libro.

Roberto Chuit Roganovich, escritor cordobés y doctor en Letras, obtuvo el Premio Clarín de Novela 2024 por su obra Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores. Anteriormente publicó Quiebra el álamo, galardonada con el Premio Futurock de Novela 2022.

Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores transcurre en cuatro épocas dispares (1504, 1888, 1945 y un futuro remoto), y es narrada por personajes que atraviesan un escenario similar: mientras la humanidad avanza y reflexiona sobre sí misma, un organismo milenario oculto bajo la tierra irrumpe de distintas maneras en la historia. Su sola presencia aterroriza y, al mismo tiempo, sugiere una promesa de redención. Ese enigmático ser subterráneo, testigo silencioso de los siglos, une los destinos de quienes lo conocen y les ofrece una oportunidad de salvación.

En la nota que hiciste en Eterna Cadencia contabas que al principio tu idea no era publicar. ¿Cómo fue ese pasaje de escribir en solitario a publicar en dos editoriales? ¿Pasaste del miedo al entusiasmo?

El paso a la publicación fueron los premios. La primera novela que escribí, Quiebra el Álamo, se publicó en Futurock en 2022, tras ganar el premio de novela de la emisora. Y Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores salió luego de obtener el Premio Clarín. Por supuesto que sentí miedo: en ambos casos ganaron novelas que yo no consideraba terminadas ni suficientemente pulidas. Pero también lo tomé como un punto final impuesto desde afuera, una instancia exógena que decidía que mi novela debía salir a la luz. Hasta entonces escribía porque me interesaba y, aunque la escritura requiera soledad para el primer borrador, el oficio verdadero surge en comunidad, cuando compartís tu texto con personas de confianza que te señalan qué falla y que puede funcionar. También creo que si Si Sintieras… ganó el Premio Clarín fue porque en el jurado estaban Mariana Enriquez, Samantha Schweblin y Alberto Fuguet. Si hubiesen sido otros, probablemente ganaba otra novela. Mariana y Samantha son exponentes de una literatura que explora otras formas de habitar el mundo, más cercanas al espanto, al temor, a otras cosas. A mí me interesa, además, por el hecho de ser argentino y de participar espiritualmente de este hemisferio sur. Hay heridas que todavía no han sanado.

¿Tiene un significado particular que a un cordobés gane un premio de un diario porteño?

Ganar el Clarín me hizo sentir muy bien, sobre todo siendo de Córdoba. Cuando era chico, veíamos por la calle a Luciano Lamberti, Federico Falco, Camila Sosa Villada, Eugenia Almeida… Íbamos a un slam de poesía o al cine y estaban ahí, cerca. Para los que empezábamos en Letras, eso devolvía la idea de que se podía escribir desde una provincia. Que se podía desde Córdoba. Cuando ganó Luciano el Clarín el año pasado, me alegré muchísimo. Primero porque lo quiero y segundo porque siento que necesitaba ese reconocimiento. Y ahora vengo yo, otro cordobés. Me da orgullo federal. Más aún porque estamos escribiendo algo distinto, más subterráneo. Me siento cómodo ahí.

¿Y cómo es tu método para escribir? ¿Algo ordenado: “dos páginas por día”, o más caótico, por rachas?

No tengo un método. Encuentro huecos para escribir entre trabajos y eso dificulta muchísimo volver al texto, sobre todo al principio. Después, una vez que el universo narrativo tiene coherencia interna y los personajes ganan entidad, las cosas empiezan a suceder casi solas. Pero el arranque es muy difícil. Escribo porque no puedo hacer otra cosa: a veces la lengua se vuelve un enemigo, la paso mal, pero no encuentro mejor forma de ocupar el tiempo vacío. En estos tiempos, escribir me parece un acto casi contracultural: demanda mucho tiempo y retorna muy poco, tanto económicamente como en legitimación.

Más allá del reconocimiento monetario, ¿sentís que algo de todo ese esfuerzo vuelve con los premios?

Sí. Creo que la retribución real, la que yo siento como verdadera más allá de la plata, que es bastante escasa, es el acercamiento de gente que no conozco y que me escribe mensajes profundamente conmovedores. Uno publica sin saber el efecto que puede tener en otro. A veces llegan mensajes muy largos, muy íntimos, de personas que se sintieron identificadas con alguna problemática o con algún personaje. La retribución monetaria aparece y se va, se esfuma en una salida a comer. En cambio, esos mensajes están ahí, en el teléfono, te llegan un domingo a la tarde, justo cuando no estás muy bien y te conmueven. Por ahora, me aferro más a eso que al dinero.

En tu novela hay un juego de saltar entre voces y géneros: la novela gótica del Siglo XIX, el fantástico que a la vez convive con la tradición del “New Weird”. ¿Cómo trabajaste ese cruce?

Cada arco narrativo requería entrar en un universo semántico y espiritual distinto. Para escribir a Catalina tuve que pensar y hablar como capellán de Isabel la Católica; para Traverso, sumergirme en la gótica victoriana; para Ishigata, entender la voz fragmentada de alguien consumido por un cáncer y por una planta que lo devora. No podía alternar un capítulo de cada uno en frío: primero iba la investigación previa y luego la disposición espiritual que cada personaje pedía. Además, me aburro si sostengo una sola voz 400 páginas; varias voces fueron también mi forma de divertirme y mantener vivas las estrategias narrativas. En cuanto a la ciencia ficción y el New Weird, me atrae mucho más lo que está pasando ahora en el género, más que esa tradición norteamericana de la «edad de oro», donde todo era muy técnico, muy mediado por la ciencia. Por supuesto que fue necesaria la existencia de Asimov, Clarke o Philip K. Dick, pero también sus desviaciones, como Ursula K. Le Guin. 

También hay una preocupación por la historia muy marcada en la novela. No son casuales los hitos ni las épocas que elegís. ¿De dónde viene esa preocupación por lo histórico? ¿Cómo se conjuga con la idea de lo moderno, del progreso? ¿Y cómo se articula con esta planta que, de algún modo, es eterna y subterránea?

En Quiebra el Álamo, el acontecimiento que marca su pertenencia al género New Weird es una irrupción exógena. Una radicalidad que llega desde fuera. En esta segunda novela, el recorrido es inverso. Me pregunté: ¿qué pasa si eso que nos interpela en lo espiritual, lo histórico o lo político, ya estuvo siempre acá, con nosotros? En general, me interesa escribir sobre formas otras de la existencia. La preocupación por la historia creo que es generacional. No siento que las generaciones más grandes tengan las mismas inquietudes. Nosotros vivimos la historia con una profunda melancolía. Las épocas doradas de nuestros padres, que nos fueron contadas como gloriosas, nosotros las leemos como épocas que tampoco fueron tan felices. Y tampoco creemos que el futuro vaya a serlo. Entonces, nos quedamos en ese limbo, sin pasado glorioso ni futuro prometedor, intentando al menos construir futuros ficcionales donde nos sintamos un poco más cómodos. Es como una lectura, de algún modo, esperanzadora del futuro. Yo no creo que escriba sobre el apocalipsis. Yo siento que escribo sobre formas otras de la existencia que podrían funcionar como un bálsamo al mundo horrible en el que vivimos plagado de hambre, guerras y bombardeo, etc. La colonización, por ejemplo, pesa mucho en nuestra cultura. La Campaña del Desierto sin duda también. Pero Hiroshima, Nagasaki, Auschwitz, Gaza… son modulaciones universales de la violencia y la demencia. Le pertenecen a la especie. Todos tenemos que hacernos cargo, hayamos nacido en Francia, Argentina o Ruanda. Después hay violencias más particulares, más nuestras, más latinoamericanas, sobre las que me quiero hacer cargo.

La planta que tiene un papel central en tu novela, opera desde lo sublime, como un salvavidas que a la vez aterroriza. ¿Te interesa esa ambigüedad horror‑belleza?

Sí, totalmente. Me fascina la caracterización que hace Kant de lo sublime: ese momento en que la razón se suspende y lo religioso, la revelación de tu pertenencia al mundo, se toca con lo terrorífico. En Si sintieras…, Ishigata teme a la planta porque desconoce su potencia mortífera, pero también se enamora de ella al entender que es la respuesta viva al universo, casi un dios. Ese doble movimiento de atracción y espanto me interesa, y aún gana espesor al conectarlo con mitologías originarias, donde la planta se vuelve algo eterno y subterráneo.

Anunciaste que vas a publicar pronto un ensayo con El gato y la Caja  ¿De qué trata tu próximo libro y qué desafíos te propuso escribir un ensayo en vez de una novela?

Es un libro que reflexiona sobre nosotros, quienes habitamos los campos de la izquierda y lo nacional‑popular. Usamos mucha tinta para debatir si Milei es o no fascista o alt‑right, pero seguimos sin preguntarnos quiénes somos, qué hicimos para llegar hasta acá y qué podemos hacer para construir un mundo digno de ser vivido. Es la primera vez que escribo un ensayo tan largo: antes era ficción o textos académicos fríos. Esta vez quise mezclar ambos lenguajes y jugar con las formas discursivas. La crítica está en crisis y el lenguaje críptico nos resta capacidad de acción, por eso busqué un texto lo más digerible posible, apto para cualquier lector sin formación específica.

Roganovich va presentar su novela, Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores en la feria del libro el 10 de mayo a las 19 en el Hall Central (Pabellón 9).

“Nuestro lugar en la Legislatura servirá como punto de apoyo para las luchas que se den fuera del recinto”

“Nuestro lugar en la Legislatura servirá como punto de apoyo para las luchas que se den fuera del recinto”

A días de las elecciones legislativas porteñas, ANCCOM dialogó con Vanina Biasi, Celeste Fierro y Agustín Romero candidatos a legisladores del Frente de Izquierda de Trabajadores-Unidad para conocer sus propuestas. ¿Qué hacer con las viviendas ociosas?

“Hay que construir una verdadera alternativa por izquierda, democrática y hecha por y para las y los trabajadores, que no arrugue con los empresarios y corporaciones”, dice Celeste Fierro, militante del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y candidata por el Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad (FIT-U) de cara a las próximas elecciones legislativas para la Ciudad de Buenos. En un territorio que durante años ha sido gobernado por el PRO y que actualmente tiene a Jorge Macri como Jefe de Gobierno, el FIT-U busca sumar más bancas en la Legislatura para hacer frente a la derecha. Al respecto de este contexto, Vanina Biasi, actual diputada nacional y quien encabeza la lista del FIT-U, señala que en la ciudad “hace falta defender realmente los intereses de quienes vienen siendo golpeados por estos gobiernos. Por eso planteamos que a Macri y a Milei hay que pegarles con la izquierda, porque tanto en las bancas que ocupa el FIT-U como en cada movilización somos consecuentes con lo que planteamos y la defensa incondicional de los trabajadores”.

Con la eliminación de las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) y la fragmentación de los partidos tradicionales, como el peronismo, el PRO e incluso La Libertad Avanza, los habitantes de la ciudad tienen un total de 17 listas para elegir en las próximas elecciones. Ante este escenario, Biasi afirma que esta “fragmentación es producto de la crisis política de varios de los partidos tradicionales e incluso de los que gobiernan hace tan solo dos años. La situación económica a la que nos han llevado y el rechazo de la población a estas medidas ha producido esta pelea por ver quién se salva y logra capitalizar este descontento”.

“Una ciudad para unos pocos”

Estas elecciones porteñas se realizan en un periodo en donde la gestión actual (el PRO) está siendo fuertemente cuestionada por varios espacios políticos, incluida obviamente la izquierda. “La reforma antieducativa, la precarización del sistema de salud, trabajadores municipales que cobran por debajo de la línea de pobreza y en muchos casos sin estabilidad laboral, entre tantos otros motivos. Son suficientes para evaluar la gestión del PRO como pésima”, señala Biasi. Y agrega: “Esa es la orientación que han sostenido estos 18 años de gobierno: una ciudad para unos pocos y expulsiva para las mayorías”. Al mismo tiempo, Fierro reflexiona sobre la relación entre el gobierno de la Ciudad y el nacional: “En represión, Jorge Macri ha sido el mejor alumno de Milei y Bullrich, es más hasta le entregó la autonomía de la Ciudad en ese sentido, todo para reprimir a jubilados y a quienes luchan por sus derechos”.

Para hacer frente a esta situación, entre las principales propuestas que se plantea la izquierda se encuentran tres problemáticas a abordar: la salud, la educación y la vivienda. Agustín Romero, quien también se presenta como candidato a legislador y es militante del MST, recalca que las propuestas fueron realizadas de manera colectiva: “Fuimos elaborando con vecinos, trabajadores, estudiantes, mujeres y disidencias, porque nuestra manera de hacer política es colectiva, las bancas abiertas y siempre al servicio de quienes nunca fueron y son escuchados”.

Por otra parte, Biasi destaca tanto la urgencia de incorporar a las enfermeras y enfermeros a la carrera profesional de salud como la real aplicación de la Ley 448 sobre salud mental. Asimismo, Fierro expresa la necesidad de llevar adelante un sistema único de salud en donde se ponga fin a los negociados privados en la materia.

También, para hacer frente a la situación habitacional en la ciudad, la izquierda plantea la incorporación de los más de 200 mil inmuebles ociosos en la ciudad al mercado de alquileres. Esto sería sobre la base de un impuesto progresivo a la vivienda ociosa para los grandes acaparadores que hacen negocio sobre la base de la expulsión de los trabajadores en el territorio. En simultáneo, Fierro habla sobre la idea de establecer “alquileres sociales, es decir sea solo el 15% del salario del inquilino”.

Y sobre la educación, Biasi menciona la derogación de la reforma “BA Aprende”, que no solo degrada los contenidos que se enseñan, sino que ataca la estabilidad docente de la mano del cierre de varios cursos. Además, “sostenemos -afirma Biasi- la defensa de la ESI frente al intento de imponer una regimentación de los estudiantes ante la realidad que viven con la educación pseudoemocional, aprobada en la Legislatura con el apoyo de todos los bloques políticos, con excepción del FITU, a fines del año pasado”.

Una alternativa

“La izquierda tiene que organizar la pelea para que se vaya Milei, un gobierno incompatible con los reclamos populares, que desde que asumió mantuvo un ataque constante sobre las mayorías, y para que los trabajadores intervengan con sus propios reclamos por el salario, las jubilaciones, el derecho a la salud, la educación y la vivienda”, dice Biasi. Y añade: “Nuestro lugar en la Legislatura servirá como punto de apoyo para las luchas que se den fuera del recinto y un canal para su organización. En la medida que logremos desarrollar esa perspectiva crecerá el voto al Frente de Izquierda”.

Además, Fierro subraya la necesidad de la unidad y cuestiona la oposición encabezada por el peronismo en la ciudad: “La salida hoy para echar a Milei es la unidad en las calles. Es organizar la bronca desde abajo, autoconvocarnos en cada sector de laburo, de estudio, en cada barrio, porque la CGT ya demostró no estar a la altura de esta tarea. Ni tampoco los dirigentes políticos del peronismo, como Santoro, que ni una palabra dijo desde que es diputado nacional y ahora se planta como la salvación de la derecha”.

En sintonía, Romero concluye: “Es necesario que la izquierda se postule como una alternativa, no solo electoral, sino también en todos los espacios que intervenimos. El proyecto de la izquierda no es personalista, sino que se construye colectivamente, democráticamente y sobre todo desde las bases. Porque la pelea contra la derecha, su plan de ajuste y de represión se lo enfrenta en las calles, así como lo hacen los jubilados, los sectores en lucha como el Bonaparte, el Hospital Garrahan y los piqueteros”.

«Adorni, Marra y yo podemos jugar juntos en la Legislatura»

«Adorni, Marra y yo podemos jugar juntos en la Legislatura»

Yamil Santoro, encabeza la lista de Unión Porteña Libertaria y en las elecciones del 18 de mayo busca reelegir su banca. Dice que no teme que su estrategia de márketing lo convierta en un candidato bizarro y propone prohibir los cartoneros y trapitos.

 

Yamil Santoro es legislador porteño, abogado y figura recurrente en redes sociales, donde combina consignas liberales, declaraciones provocadoras y estrategias de comunicación poco convencionales. En el último tiempo, su nombre volvió a circular tras haber anunciado que el primer candidato de la lista de su espacio “Unión Porteña Libertaria” sería su hermano Leandro -homónimo del candidato principal de Es Ahora Buenos Aires-, además de que el logo de su espacio era una mezcla de diferentes partidos políticos nacionales. Desde una posición opacada por la presencia de figuras políticas liberales más reconocidas, Santoro apuesta a instalarse con impacto mediático y una estética descontracturada, que él mismo reconoce como parte de una “provocación en el buen sentido”.  En esta entrevista, Santoro explica su forma de hacer política, deja en claro sus aliados y opositores y explica qué lugar quiere ocupar en un panorama político donde, según dice, la visibilidad cotiza más que las formas.

Hace un tiempo hiciste un llamado abierto a personas que quieran formar parte de tu lista, ¿alguno logró integrarla?

Sí. Más de 200 personas se anotaron y, de hecho, uno de los candidatos que a mí más me gustan de mi lista salió de ahí: Leo Piccioli. Leo fue uno de los fundadores de Office Net, que después se convirtió en Staples en Argentina. Estamos hablando de un tipo número uno que se contactó por esa iniciativa, se anotó en el formulario y terminó en nuestra lista. Pero por fuera de los que entraron en la lista o no, a mí me sorprendió para bien que ante la decisión de abrir la participación política haya, en menos de una semana y sin pauta ni nada, 200 personas dispuestas a dar el paso para mejorar las cosas. Yo creo que ahí hay algo súper potente, que merece seguir explorándose.

¿Quiénes son los principales referentes de tu lista hoy?

Hace unos días presentamos la Unión Porteña Libertaria con la idea de dar a conocer a los candidatos. Me parece que lo interesante de nuestra lista es que somos mucho más que Yamil Santoro. Está Leo Piccioli que te hablé recién. Fishel Szlagen que es un rabino y doctor en Filosofía que tenemos en la quinta posición, que nos va a aportar mucho en cuestiones de bioética para discutir filosóficamente un montón de conceptos asociados a la cuestión pública. Luis Guisbert es un chico que vive en la Villa 31 de ascendencia boliviana, que no está ahí para decir “tengo un amigo negro”. Está ahí porque es un crack. El otro día discutía con uno y le decía “en la lista faltan candidatos marrones”. Pararse del lugar de la victimización es una mierda. Yo lo que sí tengo es un pibe crack que lo becó San Andrés, hizo la carrera y es un referente positivo para la comunidad desde ese lado. Yo creo que tenemos una lista que termina siendo un crisol súper interesante de historias y orígenes. Por ejemplo, yo vengo de los monoblocks de Lugano y tenemos gente que no tiene un mango y gente que tiene mucha guita. Ese es un gran diferencial de nuestra lista, que además se traduce en las propuestas.

En Instagram anunciaste que tenés más de cien proyectos…

Sí, proyectos de verdad, porque acá hay muchos que tienen bloques en la Legislatura o que son diputados hace cuatro años como Marra, pero que te proponen cosas como si recién ahora empezaran a ser diputados.

¿Cuáles son los principales problemas que tienen los porteños hoy?

Creo que hablar de los “porteños” me parece siempre una generalidad como medio infeliz. Sí te puedo decir que lo que encuentro en las recorridas que hago por la ciudad es inseguridad y malestar en el espacio público.

¿Hay olor a pis como dice Rodríguez Larreta?

El olor a pis estaba también con Horacio. Pero la mugre, el espacio público descuidado, la falta de mantenimiento adecuado, problemas de congestión de tránsito, donde aparte ahí entran cartoneros y trapitos también como fuente de desorden o malestar. El caos, los tachos de basura y la gente que revuelve y todo el quilombo que eso representa son problemas que se deben solucionar urgentemente. Pero también el riesgo de los arrebatos, el choreo de los celulares que es una epidemia en la ciudad… Eso hay forma de solucionarlo. Todos sabemos dónde los revenden en Once o en otros barrios.

¿Y cuál es, desde la herramienta legislativa, la manera de solucionar eso?

Lo voy a anunciar esta semana, así que no te voy a dar el spoiler.

Volviendo a los 100 proyectos, ¿tenés alguno que me puedas contar?

De los que puedo mencionar, ya está ingresado el proyecto para prohibir trapitos y cartoneros. Estamos por meter un proyecto para que la exención que hoy existe en la ciudad de Buenos Aires de Ingresos Brutos para profesionales graduados, se extienda a los que realizan tareas terciarias. Y ahora estoy negociando con el Gobierno para ver si logramos un proyecto superador para que las primeras categorías de las escalas del monotributo no paguen el impuesto de los Ingresos Brutos. Entonces generamos una exención generalizada por el nivel de ingresos.

¿En qué consiste el proyecto de los trapitos y cartoneros?

Prohibirlos. De hecho, en la Ciudad de Buenos Aires, los cartoneros estuvieron prohibidos hasta el año 2003. Después el peronismo levantó la prohibición y todo lo que vino fue un proceso de tratar de regularizarlos como actividad laboral, pero yo creo que se pierde de vista de que genera externalidades negativas.

¿Y no creés que esa prohibición le quita a miles de personas su única fuente de trabajo?

Sí, mi diferencia con Marra, que los trata de fisuras, es que yo creo que son personas que todos los días se levantan para salir a laburar haciendo una tarea brutalmente ingrata como es empujar un carro para ir a revolver basura y poder poner un plato de comida arriba de la mesa de su familia. Para mí son héroes. Ahora, a partir de ahí, llevan adelante una tarea que lamentablemente perjudica al resto de Buenos Aires. Pero hoy la ciudad tiene suficientes herramientas para acompañarlos económicamente mientras tanto y cuenta con dispositivos de empleo como para acercarlos a un empleo formal de calidad, porque son 4.000 personas que demuestran que quieren trabajar. Después lo que tenemos que ver es cuáles son las aptitudes de cada uno y a qué tipo de empleo se los puede integrar.

¿Tu proyecto no contempla un programa de promoción de empleo?

 No hace falta que lo haga. Ahí es donde creo que está bueno entender cuál es la diferencia entre el rol del Ejecutivo y el del Legislativo. Nosotros ya votamos cientos de miles de millones de pesos para el Ministerio de Desarrollo Social y la Secretaría de Trabajo de la Ciudad de Buenos Aires. El Poder Ejecutivo tiene la plata para ayudar a esa gente. Vos como Poder Legislativo lo que decís es “esta actividad no”. Por supuesto que me importa y me ocupo, pero no es que voy a sacar una ley para darles empleo.

Hace unas semanas tu espacio político trascendió por haber publicado un logo muy similar al de otros partidos y por decir que el candidato principal de la lista iba a ser tu hermano Leandro. Unos días después aclaraste que era parte de una estrategia: ¿todo eso era para posicionarte en la discusión pública frente a otros candidatos más reconocidos?

Si. Y creo que fue exitoso. Por supuesto, que ese tipo de estrategias no están desprovistas ni de riesgo ni de costos, pero creo que el saldo fue netamente positivo teniendo en cuenta que es una candidatura que no corre con la ventaja de un acompañamiento de grandes estructuras y de grandes cantidades de dinero, sino que tenemos propuestas, trabajo, ideas, pero que eso implicaba tener la cancha inclinada con respecto a la fuerza con la que el resto de los actores salió a la cancha. Nosotros logramos, por un lado, instalar la candidatura y el espacio con mera fuerza, inteligencia y creatividad y, además, lograr un statement, porque al final del día lo que nosotros queríamos plantear es que hay dos Santoro, uno el de “Unión por la plata” o “el frente de chorros” o como lo quieran llamar y estamos nosotros. Y en ese contraste, creo que con el video donde anuncio que finalmente soy yo el candidato, pudimos marcar ese contraste en que no somos todos lo mismo.

¿No temés que con estas acciones tu figura se vuelva un poco bizarra?

 Es un riesgo. Es probable que quizás el conocimiento haya aumentado y eso haya tenido algunos componentes negativos en algún segmento, pero mi principal riesgo en esta campaña es la invisibilización o la falta de conocimiento. Yo creo que los beneficios superan a los costos, pero también sería necio no reconocer que no a todo el mundo le gustó ni a todos les pareció una idea espectacular.

En tus redes tenés un perfil polémico, con títulos llamativos o resonantes ¿Se debe a que creés que tu electorado puede estar en los ciudadanos jóvenes o es tu forma de ser?

Soy bastante provocador en un buen sentido. Primero, como una suerte de definición política, yo no subestimo al electorado, entonces prefiero plantear ideas y conceptos complejos. Después hay un tema de estilo o de forma: que algo sea serio no quiere decir que no pueda ser divertido. Quiero plantear mi mensaje de una manera que capte la atención de las personas y los obligue a sacar la mirada un segundo de culos, gatitos y brownies para, por dos minutos, hablar de políticas públicas. Entonces, desde ese lugar a veces el disfraz, el título, el impacto o la provocación ayudan a captar la atención.

También contás con el antecedente de Javier Milei que, con un perfil polémico, logró posicionarse como una figura política.

Totalmente, pero creo que lo que permitió Milei es romper con la solemnidad impostada, porque el problema que yo tenía cuando hacía esto, mucho tiempo antes que Javier, es que estaba el eje tan corrido hacia lo solemne que caías en el lugar del ridículo. Lo que logró Milei fue, desde el ridículo, correr el eje de lo aceptable y por supuesto cosechó los beneficios de eso. Ponerme la capa turca, tener un Darth Vader en el escritorio o cuando fui con la remera de Star Wars a Crónica, son recursos pensados que apuntan a generar un anclaje, pero aparte es genuino. Una cosa es que vos seas un bodrio y que te pongas tipo (Horacio Rodríguez) Larreta en el meme ese de Hello Kitty y otra es cuando realmente sos eso en tu vida y lo único que haces es dejar de esconderlo.

Hoy hay una fragmentación en la derecha o la centro derecha con varios candidatos dispersados en diferentes listas ¿Creés que eso puede hacer que el peronismo logre un resultado que se le viene negando en la ciudad?

No, y ese es un error de lectura que se está esparciendo en parte motivado o impulsado por el PRO y por La Libertad Avanza. El peronismo va a sacar la misma cantidad de votos que sacó siempre. Entre 25 y 30 puntos. Pero esta además es una elección legislativa. Lo que hay que ver el día después de la elección es qué paquetes de bancas quedaron y qué coaliciones posibles pueden armarse. El no peronismo de la ciudad de Buenos Aires va a sacar más o menos el 70% de la votación. En este sentido, Adorni, Marra y yo podemos jugar como ya venimos funcionando, con cierto nivel de diálogo en la Legislatura.

Es decir que hoy hay diferencias que hacen que no puedan ir en la misma lista, pero en la práctica legislativa van a ir contra el peronismo.

Exacto, pero vamos a un caso práctico: por la intención de voto que tienen Adorni y Marra, los dos ya están adentro. El que está en el margen, que puede entrar o no, soy yo. Entonces, en realidad yo estoy compitiendo contra el cuarto de la lista de Adorni o el de marra, que nadie conoce.

¿Con qué resultado estarías contento?

Yo apunto a sacar la mayor cantidad de votos posibles, por supuesto que hay un criterio de subsistencia. De mínima, me gustaría que mi banca resulte reelecta. Pero voy a ir a una construcción de largo plazo.  La gran ventaja que tengo con casi todos los candidatos es que soy una generación política posterior, si querés de la misma que Santoro y Marra. Pero después, competimos contra Adorni, Larreta, Lospenatto; gente que está de vuelta en la política. En ese sentido, hacer una elección donde yo salga jerarquizado, instalado y posicionado como uno de los tipos que se viene en la ciudad de Buenos Aires, es ganancia.

“Una ciudad que cierre con todos y todas adentro”

“Una ciudad que cierre con todos y todas adentro”

María Magadalena Tiesso busca su tercer período en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y habla con ANCCOM sobre la lista de Es Ahora Buenos Aires, a la que define como una propuesta amplia y diversa dentro del Partido Justicialista, que apuesta por un modelo de ciudad más justo e inclusivo.

María Magdalena Tiesso es una legisladora oriunda del barrio porteño de Flores que ha hecho de su militancia política no sólo una vocación, sino también una forma de vida. Desde muy chica participaba en movilizaciones, escuchaba la marcha peronista con sus padres y hasta festejaban sus cumpleaños en la unidad básica del barrio. Su primer acercamiento a la política fue en el colegio, pero el camino tomó más fuerza en los años 90, cuando sus padres, junto a otros compañeros, fundaron la organización Peronismo Militante, de la que Magalí forma parte desde hace más de 17 años.

Actualmente, transita su segundo mandato como legisladora porteña. Y va por más: se presenta como candidata por Es Ahora Buenos Aires, “una propuesta amplia y diversa dentro del Partido Justicialista, que apuesta por un modelo de ciudad más justo e inclusivo”.

En esta entrevista, Tiesso habla sin filtro sobre las desigualdades estructurales en la Ciudad de Buenos Aires, el rol de la militancia y la urgencia de volver a enamorar con la política.

¿Cómo te sumaste a Peronismo Militante?

Nací en una familia de militantes. Siempre cuento que yo festejaba mis cumpleaños en la unidad básica que tenían mis padres, que estaba en la esquina de mi casa, en Flores. La política fue algo que siempre estuvo en mi casa desde muy chica. Mis viejos me llevaban a las movilizaciones; a veces se juntaban con compañeros en algún bar y siempre se cantaba la marcha peronista. Mi viejo siempre cuenta que cuando nací —voy a cumplir 37 años, así que fue hace bastante— lo primero que hizo fue cantarme la marcha peronista. Siempre dice: “Lo primero que escuchaste de mi boca fue la marcha peronista”. La política estuvo presente en mi vida desde siempre. Arranqué en el colegio, haciendo algunas movidas, pero después, mis viejos junto a otros compañeros, fundaron en la década de 1990 Peronismo Militante, organización de la que formo parte hace diecisiete años.

¿Cómo usarías la herramienta legislativa para incidir en la realidad de las personas en caso de ser reelegida?

De la misma manera en que venimos utilizándola en los años que me tocó ser legisladora: pensando proyectos por y para la gente que vive y transita la ciudad. No en la lógica del macrismo y de La Libertad Avanza, que tienen esa mirada de ver la ciudad como un negocio, sino pensando proyectos para los habitantes. Y cuando digo para la gente, hablo de cosas concretas: el Observatorio de Personas Mayores, pensar en que los adultos mayores puedan viajar en subte gratuitamente; proyectos de acceso a la vivienda —y no proyectos que estén vinculados al negocio inmobiliario—, proyectos de espacios verdes, proyectos que mejoren la calidad educativa de nuestros pibes y pibas.

Es también haber sancionado el Proyecto del Boleto Educativo, que nos costó muchísimo y que fue fruto de mucha militancia. Desde ahí creo que se puede transformar legislativamente. Obviamente, no siendo gobierno, se nos hace mucho más difícil que nuestros proyectos y propuestas lleguen a la Cámara y sean tratados. Lamentablemente, la mayoría de las veces, nuestros proyectos ni siquiera llegan a ser discutidos en las comisiones.

Impulsaste la creación de un Observatorio de Personas Mayores. ¿Qué necesidades detectaste en este grupo etario?

En la Ciudad de Buenos Aires, casi el 25% de la población es adulta mayor y sus necesidades son muchísimas. Hace tres años conformamos una mesa de trabajo con compañeros y compañeras de distintos espacios y centros de jubilados, que se reúne cada 15 días con constancia y mucha militancia. De ese trabajo surgió la creación de la Comisión de Adultos Mayores en la Legislatura; antes no existía, lo cual era absurdo considerando la magnitud de esta población. En cuanto a las problemáticas, son las mismas que enfrenta toda la sociedad, pero agravadas. No es lo mismo estar en situación de vulnerabilidad a los 20 años que a los 65. A los 20 quizás podés conseguir algún trabajo, aunque sea precario; pero a los 65, ni siquiera eso. Además, los programas de asistencia son totalmente insuficientes: el subsidio habitacional ronda los $150.000, una suma con la que hoy no se alquila ni una habitación en una villa. Y quienes superan los 60 años ni siquiera pueden acceder a ese subsidio, sino que pasan directamente al programa «Vivir en Casa», que otorga apenas $70.000. Esto evidencia un problema estructural que el Gobierno de la Ciudad no atiende: no existen políticas públicas reales dirigidas a los adultos mayores. Además, vivimos en una época de globalización digital, donde muchos trámites se hacen a través de dispositivos electrónicos, pero una persona de 70 u 80 años no siempre tiene acceso o manejo de esas herramientas. El Estado debería garantizar una atención digna y accesible. Ni hablar de los programas de recreación o integración social: hacen falta políticas pensadas para una población que hoy es sumamente activa, que no se queda en su casa tejiendo. Hay que cambiar el chip: pensar en políticas públicas que garanticen calidad de vida, pero también reconocer que el derecho a la vivienda y el derecho a la salud deben estar garantizados para que vivir dignamente sea una realidad.

¿Cuáles creés que son los principales problemas que enfrenta hoy la Ciudad de Buenos Aires?

El principal problema es cómo se distribuye el enorme presupuesto que maneja. Si se priorizaran otras áreas, con otra mirada y una ideología política diferente, podríamos solucionar gran parte de los problemas que hoy enfrentamos: la falta de vivienda, el acceso a la salud y la educación, entre otros. Incluso problemas más cotidianos que se agravaron con esta nueva gestión.

¿Hay una desconexión entre los problemas reales de los porteños y las prioridades del oficialismo porteño?

Absolutamente. Hay una desconexión total. No hace falta ser militante ni entender demasiado de política: simplemente caminando por la Ciudad se percibe. Hay realidades completamente distintas entre las comunas del norte y las del sur. Y si hablamos de barrios de alta vulnerabilidad, como las villas, la diferencia es aún más notoria. Todo esto sucede en la ciudad más rica del país y de Latinoamérica. Con los recursos que tenemos, no deberíamos seguir arrastrando problemas estructurales como el transporte, por ejemplo.

¿Cómo ves la situación de la Marcha de los Jubilados, que se realiza cada miércoles frente al Congreso y es objeto de represión por parte de las fuerzas de seguridad?

Lo que está pasando es terrible. Venimos acompañando esas marchas y lo que se vive es desgarrador. No puedo creer tanta deshumanización, tanta crueldad, tanta violencia desmedida. Nunca la violencia es justificable, pero en este caso es aún más injustificable, porque estamos hablando de personas que marchan pacíficamente para reclamar un salario digno, porque literalmente se están muriendo de hambre. El rechazo hacia esos reclamos es absoluto, pero responde a una lógica más amplia: la misma deshumanización, la misma crueldad, la misma violencia sistemática que impulsa el gobierno nacional en todas sus políticas públicas. Desde lo simbólico hasta lo concreto, todo se caracteriza por una violencia organizada, una falta de empatía total. Tenemos un presidente que es violento con su propio pueblo, con la población que debería representar y proteger. Lo que se vive en las calles cada miércoles es el reflejo más brutal de una política de desprecio hacia los sectores más vulnerables.

¿Cómo surgió Ahora Buenos Aires?

«Ahora Buenos Aires» es una propuesta nueva dentro del Partido Justicialista. Se trata de una lista de unidad donde confluyen amplios sectores de la sociedad, de la política y de la militancia. Es una lista sumamente amplia y diversa. Tenemos a Leandro Santoro, quien encabeza la lista, proveniente del radicalismo y que hoy integra el Partido Justicialista. La segunda candidata es la vicedecana de la Facultad de Medicina de la UBA, lo que refleja también la participación del ámbito académico. Además, hay compañeros y compañeras militantes que representan distintos sectores de la sociedad. Esta lista se logró con mucho esfuerzo y unidad, y responde a un proyecto colectivo: no hablamos de proyectos individuales, sino de un proyecto de ciudad. Creemos que llegó la hora de un cambio verdadero, no un cambio vacío como el que en su momento prometió el PRO, sino un cambio real hacia una ciudad para todos y todas. Queremos reconstruir el tejido social que el individualismo extremo vino a romper. Es el momento de construir una ciudad mucho más humana, más solidaria e inclusiva. Nos han propuesto durante años un modelo de ciudad que deja afuera a muchos porteños y porteñas, que expulsa a quienes no pueden seguir el ritmo de un proyecto pensado sólo para unos pocos. Nosotros proponemos todo lo contrario: una ciudad que cierre con todos y todas adentro. No nos interesa que «cierren los números» si eso implica dejar afuera a la mitad de la población. Nos interesa que todas las personas que elijan vivir o habitar en la Ciudad de Buenos Aires puedan hacerlo dignamente: que los jubilados y jubiladas tengan un haber justo, que los trabajadores lleguen en horario a sus empleos en un transporte digno, que puedan sostener un plato de comida digno en sus casas, que sus hijos e hijas tengan acceso a la educación pública de calidad. En síntesis, queremos una ciudad donde vivir dignamente sea posible para todos y todas. Este proyecto de ciudad se basa en terminar con la crueldad, la desidia, y fundamentalmente con el negocio detrás del gran presupuesto que maneja la Ciudad.

¿Los candidatos de derecha y centro derecha –Adorni, Marra, Rodríguez Larreta- comparten agenda o intereses?

No me gusta hablar de derecha o centroderecha porque, en nuestro país, con Perón surgió la tercera posición. Creo que estos candidatos son profundamente liberales. No sé si tienen una agenda común, pero sí comparten intereses y negocios. Se disputan el mismo electorado y buscan convertir a la Ciudad en un negocio, algo que el PRO viene haciendo hace casi 18 años.

¿Qué resultados proyectan? ¿Cuántas bancas pretenden alcanzar?

Pretendemos alcanzar la mayor cantidad de bancas posible. Creemos que vamos a obtener un buen resultado, quizás uno de los mejores que hayamos tenido en la ciudad en los últimos tiempos. Pero, como militantes políticos, no deberíamos desvelarnos tanto por eso. No digo que no sea importante —es fundamental—, pero lo que realmente nos debería desvelar es el para qué. Cómo hacemos frente a tanta degradación, a cómo el individualismo caló tan hondo en nuestra sociedad. Me parece que lo que nos tiene que importar es ver de qué manera volvemos a enamorar desde el peronismo, cómo volvemos a convocar a esos miles de argentinos que alguna vez se sintieron abrazados y contenidos por el peronismo, y que en algún momento dejaron de sentirlo. Esa debería ser la tarea de la militancia, más allá de los números y de lo electoral. No digo que no sea importante, pero hay que volver a preguntarnos: ¿qué hacemos? ¿Cómo reconstruimos el tejido social que hoy está completamente desarmado? ¿Cómo volvemos a ser una sociedad profundamente humana y solidaria, y terminamos con el individualismo extremo y la mercantilización de la vida? Me parece que hay que volver a poner el foco ahí. Una vez que sepamos qué queremos construir, que tengamos un programa común, que volvamos a convocar a nuestro pueblo para que vuelva a mirarnos a la cara y a escucharnos, entonces sí, ahí volvamos a pensar en términos electorales.

¿Sentís que el peronismo que se presenta hoy es diferente al de antes? ¿Tiene otra visión, otros objetivos?

El peronismo es uno solo. Tiene su propia doctrina. Obviamente que hay una actualización política y doctrinaria, eso está clarísimo. No podemos pensar el peronismo de Perón en 1945 igual que en 2025, porque el mundo cambió, y es imposible pensar la política de manera estática. La política es dinámica y siempre está influenciada por el contexto. Pero yo no creo que haya un peronismo “bueno” y otro “malo”. El peronismo de verdad es uno solo: el que lucha por la justicia social.