Una extranjera en su propia vida

Una extranjera en su propia vida

Este jueves se estrena «Las Corrientes», un nuevo largometraje de Milagros Mumenthaler que trata de descifrar el mundo interior de una exitosa diseñadora de moda.

Después de pasar por el 50° Festival Internacional de Cine de Toronto, la 73ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, el New York Film Festival, Busan y Viennale, entre otros, se estrena en las salas del país Las corrientes, el tercer largometraje de la cineasta argentina Milagros Mumenthaler.

La película comienza en Suiza, con Lina (Isabel Aimé González Solá) recibiendo un premio por su trabajo como diseñadora de moda. En ese escenario idílico, el descontento se manifiesta en su rostro y resalta entre los aplausos, gente enfundada en vestidos de lujo y copas de champagne que la rodean. La tensión se acrecienta con su próxima acción: arrojar el premio al tacho de basura del baño.

Luego de un recorrido por las calles de Ginebra, Lina atraviesa un puente ubicado sobre el Lago Lemán, y a mitad de su recorrido, sin ningún tipo de vacilación, se tira al agua. A partir de esa zambullida, el personaje principal pareciera despertar del hechizo que protagonizó a lo largo de los últimos años.

A través de una videollamada, Mumenthaler cuenta que la película nació de esa imagen: una mujer tirándose a un río helado. La idea se apoderó de su cabeza y comenzó a tomar forma a partir de distintas preguntas: ¿Quién es? ¿Vive ahí o está de viaje? ¿Tiene familia? ¿Lo que hace, es un acto consciente o inconsciente?

Como sugiere su título, las corrientes en las que se sumergió la arrastran, destiñen la fachada de una vida que podría considerarse un Edén: una carrera exitosa, prestigio asociado a su nombre, el piso en Recoleta donde vive rodeada de lujos junto a su marido (Esteban Bigliardi) y su hija pequeña (Emma Fayo Duarte). Aunque nada pareciera estar mal, Lina hace equilibrio sobre una soga que pende de unos pocos hilos, anunciando un inminente punto de quiebre.

La germinación de la idea de Mumenthaler se complementó con la lectura de La mujer temblorosa o la historia de mis nervios, escrito por Siri Hustvedt. “La autora contaba que un día dio una charla en homenaje a su padre y durante el discurso empezó a temblar de una forma muy llamativa –señala-, como si fuesen sacudones, pero ella seguía como si nada sucediese. A partir de eso, empecé a pensar esta idea de la disociación del cuerpo con la mente, y me interesó trabajar la idea de que el cuerpo tiene memoria”.

La protagonista regresa de Suiza con el recuerdo del premio enterrado en su memoria, encerrada en sí misma, con un rechazo hacia el agua y ocasionales ensoñaciones desadaptativas que alteran su percepción de la realidad. A partir del extrañamiento en el que se encuentra sumida, se distancia de su presente y reconecta con su pasado, que pareciera redescubrir junto a los espectadores.

Cuando su higiene alcanza un punto crítico por su imposibilidad de entrar en contacto con el agua, se remite a vínculos deshechos por el tiempo en busca de ayuda. La primera en recibirla es Amalia (Jazmín Carballo), una vieja amiga que trabaja en una peluquería heredada de su madre. En principio, ella es la única persona con la que se sincera y se entrega a sus cuidados. También, impulsada por la especie de trance en el que se encuentra sumida permanentemente, visita a su madre, que vive en una casa protegida de los peligros del exterior y de la luz natural. No se lo menciona explícitamente, pero su forma de vida está marcada por una fobia. En ese encuentro hay tanta alegría como tensión: se reencuentran como si fueran dos desconocidas; no son las mismas personas que se vieron por última vez.

El cuerpo de Lina reclama un punto de fuga. Cada paso que da está marcado por un sentimiento de inadecuación e incomodidad en todos sus roles: de esposa, de madre, pero también de hija. No pertenece a su mundo actual, pero tampoco al anterior.

Mumenthaler reconoce un hilo conector entre Las corrientes (2025) y sus películas anteriores Abrir puentes y ventanas (2011) y La idea de un lago (2016). En todas ellas, hay un interés por representar lo que le pasa internamente a los personajes. “La idea –dice sobre su nueva película- es entrar en la cabeza de Lina y vagar por sus pensamientos”.

La directora nació en Buenos Aires pero creció en Suiza. Su familia se exilió para escapar de la última dictadura militar, y se trasladó a Ginebra, escenario inicial de la película. Desde el principio, tenía claro que buscaba una actriz para interpretar al personaje principal que estuviera atravesada por dos países, y la encontró en la mendocina González Solá, que está radicada en Francia. “El personaje es alguien que está medio cortado en dos o en más partes. Ahora veo mi trabajo y pienso que hay trazos de mi persona en Lina, que tienen que ver con cortarse, relacionados con el hecho de que yo me fui de Argentina. Esa situación mía, creo que le daba a Lina algo bastante concreto que aportaba a que se sintiera como una extranjera en su propia vida, preguntándose si es la protagonista de su vida. Incluso que se le olvide cómo llegó hasta ese punto de quiebre” reflexiona la actriz.

La musicalización de la película enfatiza el mundo de las fugas de Lina, explica la directora. Su búsqueda era una mezcla de ensoñación, tensión y suspenso, sonidos lúdicos y nostalgia, un cóctel acorde a la trama. A través de un trabajo conjunto con su marido, seleccionaron “The Planets, Op. 32: II. Venus, the Bringer of Peace”, de Gustav Holst. Mumanthaler explica: “Me pareció un tema muy representativo de Lina, un personaje con una parte lúdica, donde ya no sabe que más le puede pasar, preguntándose por qué le pasó sin terminar de entender del todo qué es lo que le pasó”.

Otra pieza escogida fue “Something Wild In The City: Mary Ann’s Theme”, de Morton Feldman. “Siempre aparece cuando viene una parte más relacionada a su infancia, a la parte de los recuerdos. Cuando aparece esa música hay un cierto temor a ir hacia ese lugar, donde ella no puede resolver nada”, comenta la directora.

 

Las entradas para ver Las Corrientes se pueden conseguir aquí

“Estar en contacto con distintas disciplinas es una parte esencial de ser artista”

“Estar en contacto con distintas disciplinas es una parte esencial de ser artista”

Cuatro años después de su último disco, Florencia Núñez regresa con Fe, un proyecto que reafirma su estilo y permite ver la madurez que ha alcanzado como compositora. Su relación con Jorge Drexler y las ocho nominaciones a los Premios Graffiti.

Florencia Núñez sintetiza más de una década de trayectoria en Fe, un disco donde su voz y su mirada sobre la vida se entrelazan con letras introspectivas y poéticas. La artista uruguaya retoma elementos de sus trabajos anteriores -desde la guitarra criolla y el acordeón hasta la impronta pop de los vientos- y los combina con canciones que celebran el presente, los encuentros y el amor.

El álbum, que cuenta con la participación de Jorge Drexler, Laura Canoura y Raly Barrionuevo, recibió ocho nominaciones a los Premios Graffiti y tuvo su presentación oficial en el espacio La Carbonera, ubicado en el barrio porteño de San Telmo.

En diálogo con ANCCOM, Núñez analiza su recorrido, reflexiona sobre la influencia de la literatura en la composición y explica por qué abrirse a distintos estilos y disciplinas es clave para su proceso creativo.

 

¿Qué te inspiró a crear un nuevo disco después de cuatro años?

Como siempre me dediqué a escribir canciones, se sintió extraño estar tanto tiempo sin publicar material propio. Fe nació como una afirmación personal y resume quién soy hoy, cómo crecí y cómo evolucionó mi trabajo. Tiene algo de cada disco anterior, pero con una mirada más madura. La inspiración vino de muchos lugares. Siempre digo que me inspira la vida, porque nunca se sabe qué puede disparar una canción. Este disco habla de afirmación, de celebrar el presente, los encuentros y el estar aquí y ahora. Expresa mi forma de ver el mundo con optimismo esperanzado, convencida de que las cosas pueden mejorar.

 

¿Cómo se relaciona con tus trabajos anteriores?

Siento que el primer disco fue una declaración de intenciones y una forma de marcar hacia dónde quería ir. El segundo llegó con más madurez, con canciones, sonoridades y producciones mucho más trabajadas. Hubo un salto grande entre uno y otro, y solo pasaron tres años entre ambos. En el tercero también hubo un crecimiento, sobre todo a nivel interpretativo y de producción. No tanto en la composición, porque no eran canciones mías, pero sí en la manera en que la música se mostraba y en el lugar que ocupé como intérprete. Este cuarto disco reúne un poco de todo eso. Retoma elementos del primero, como la guitarra criolla, el acordeón y la armónica, que había dejado un poco de lado. También recupera del segundo esa impronta más pop, con los vientos, como la trompeta, que se volvieron una especie de sello del proyecto. Y del tercero toma la soltura interpretativa que gané en ese momento. Por eso me gusta pensar que Fe es el resultado de un recorrido. No podría haber hecho este disco sin haber pasado por los tres anteriores. Lo siento como una maduración natural, tanto en las letras como en las melodías y en todo el proceso creativo. Era necesario transitar ese camino para poder llegar a este álbum.

¿Por qué elegiste llamarlo Fe?

Es un concepto que venía pensando desde hace tiempo. Estaba escribiendo varias canciones que giraban en torno a esa idea de la fe, de creer, de ver un camino posible incluso cuando los demás no lo ven. Me acuerdo que cuando compuse Lo canté, una de las canciones que terminó siendo una especie de emblema del disco, y que además lo abre, incluí la palabra “fe”. En ese momento sentí que tenía sentido que fuera la primera, porque marcaba el tono de lo que iba a tratar el álbum. Ya venía trabajando la idea en mi mente, pero cuando pude plasmarla en una canción sentí que cerraba todo. Haber encapsulado el concepto en un tema me dejó muy conforme, porque se convirtió en una especie de punto de partida para todo el disco.

 

Tras tanto tiempo sin publicar material propio, ¿cómo fue volver a componer?

Me pasa algo, y es que trabajo mucho por etapas y por discos. Cuando estoy en pleno proceso -grabando, produciendo, cerrando detalles-, casi no compongo. Solo puedo comenzar a crear nuevas canciones una vez que un disco está terminado.  Soy bastante estructurada en ese sentido. De hecho, muchas de las canciones de Fe empezaron a tomar forma después del disco anterior, especialmente entre 2021 y comienzos de 2022, en plena pandemia. Ese contexto atravesó mucho la creación, ya que es un disco muy introspectivo, pero también con una mirada hacia adelante, con la idea de que todo se iba a volver a abrir. Si bien estuve bastante tiempo sin publicar canciones propias, no me costó reencontrarme con la escritura. Incluso llegué a componer muchas más canciones de las que finalmente quedaron. Enseguida encontré el rumbo, entendí hacia dónde tenía que ir y cuáles piezas debían formar parte si o si de este disco.

 

¿Qué historia hay detrás de “Gracias, muchacha”?

Esta canción es muy especial porque, si bien se la escribí a la guitarra, surgió a partir de una entrevista que vi en un pequeño documental sobre una guitarrista uruguaya llamada Olga Pierri. En ese video, ella ya era muy mayor. En un momento, mientras tocaba, le preguntan: ¿Te das cuenta, Olga? Tantos años con la guitarra, desde los seis años…” Y ella, con una ternura enorme y toda la fragilidad del mundo, mira su instrumento y le dice: “Gracias, muchacha”. Yo estaba acostada, buscando ver algo tranquilo para dormir, y me pasó todo lo contrario. Me levanté de la cama, me fui al estudio y escribí la canción. A partir de esa historia se me acercó mucha gente que había estudiado con ella. Todos coincidían en que era una mujer muy exigente pero increíble, y me conmovió que esa conexión se generara a partir de una canción. Creo que el amor por la guitarra es algo muy universal porque es un instrumento cercano, portátil, versátil, capaz de adaptarse a muchísimos géneros. Con esta canción quise rendirle homenaje no solo a la guitarra, sino también a todas las personas a las que acompaña.

Todo lo que uno consume se filtra en lo que crea. La permeabilidad que tengas con el arte es directamente proporcional al resultado de tu obra. Si te encerrás y no escuchás música, no ves cine, no leés ni vas al teatro, es muy difícil que tu universo se nutra de otros.

Florencia Núñez

¿Cómo lograste combinar canciones pop con otras más melódicas?

Esa mezcla refleja mucho quién soy porque escucho de todo: desde música criolla, grupos vocales, pop, rock, hasta indie español y boleros. Por eso no es casual que el disco combine distintos estilos y sonidos. Para mí la música es una red, algo que se expande y conecta distintos sonidos. No me gusta limitarme ni dejar nada afuera solo porque no encaje con lo que se supone que debería hacer. Siento que la creación tiene que tener algo de riesgo, de prueba y error. Por ejemplo, la segunda canción de este disco, Un amor así, tiene un aire de vallenato, algo que jamás habría hecho en mi álbum debut, pero responde a una evolución natural y a mi pasión por artistas como Juan Luis Guerra o Carlos Vives. Hay algo de esa energía latina, del movimiento, de la alegría, que también quise transmitir. Creo que todo eso puede convivir perfectamente, no todo es blanco o negro. Hay una gama enorme de grises y colores, y en esa diversidad encuentro mucha riqueza.

 

Algunos pasajes de tu disco tienen un estilo narrativo y poético. ¿Hay influencia literaria en tus letras?

Todo lo que uno consume se filtra en lo que crea. La permeabilidad que tengas con el arte es directamente proporcional al resultado de tu obra. Si te encerrás y no escuchás música, no ves cine, no leés ni vas al teatro, es muy difícil que tu universo se nutra de otros. El arte tiene que ser un sistema abierto. Vengo de una formación que también tiene mucho de eso, ya que soy Licenciada en Comunicación, y en la facultad me formé mucho en literatura y escritura. Esa mirada me marcó, porque cuando estudias guion te enseñan a escribir con imágenes. No se trata de decir “se sintió triste”, sino de mostrarlo a través de gestos y de acciones. Por eso a mí me gusta que una letra pueda generar imágenes y que quien escucha pueda ver algo mientras oye la música. Me pasa seguido que la gente me dice “cierro los ojos y veo una escena de mi vida, de mi infancia”. Eso me encanta, porque tiene que ver con cómo yo misma disfruto de escuchar música. Así que sí, sin duda hay una influencia literaria y poética en mis letras. Estar en contacto con distintas disciplinas artísticas es un privilegio y una parte esencial de ser artista.

 

¿Hay algún ritual que te ayude a entrar en ese estado de creación?

Muchas veces, cuando escribo, no soy plenamente consciente de lo que estoy creando. Hasta que termino la canción y la releo, no me doy cuenta de todo lo que hay ahí. El momento de escribir es como un trance total. Las canciones que realmente funcionan llegan casi de manera mágica; es un proceso bastante espiritual. Es como si fuera un conducto, y la canción simplemente fluye a través mío. Después me doy cuenta del significado de lo que escribí, o alguien más me lo señala y me sorprende, porque no lo había pensado conscientemente. Este proceso tiene mucho de inconsciente, y me gusta que así sea. Yo suelo ser una persona que quiere tener todo bajo control, pero justamente la música es una disciplina donde no hay certezas. Por eso, cuando llega la inspiración, no hay manera de predecirla. Eso es parte de su magia y de su dimensión espiritual. No sabría decir ni el día ni la hora en que aparece, simplemente sucede.

¿Cómo nació la colaboración con Jorge Drexler?

A Jorge lo conozco desde hace muchos años, primero como artista y después personalmente, porque él veranea en La Paloma, en Rocha, de donde soy yo. Desde que empecé a hacer música me hice amiga de su familia, especialmente de sus hermanos -Daniel, Diego, Paula- y fueron ellos quienes me lo presentaron. En uno de esos veranos, en el festival La Serena, que se hacía en el cine de La Paloma y duraba tres días, él y Kevin Johansen invitaban a distintos músicos a participar. Yo estuve en una de las noches, compartimos escenario y cantamos juntos. Cuando le mostré algunas canciones del disco, le mandé Las vueltas y me dijo que era un temazo, así que le propuse grabarla juntos y aceptó enseguida. Le conté que estaba inspirada en la canción Lucía de Joan Manuel Serrat, como un pequeño homenaje, y me dijo: “Tenemos que mandársela al Nano”. Mucha gente me dice que Las vueltas suena muy a él, que parece escrita entre los dos, pero la canción ya estaba terminada antes de que grabara. Su voz se sumó con total naturalidad y quedó perfecta. Jorge es una persona muy generosa. Justo ahora está grabando un disco nuevo y, en lugar de hacerlo afuera, eligió Uruguay, en un estudio con músicos locales, colegas y amigos de toda la vida. Podría grabar con cualquiera, pero elige a las personas que comparten su mismo espíritu y legado. Creo que el principal activo que tenemos los músicos somos los propios músicos. Esta industria es enorme, pero lo más valioso sigue siendo conectar con quienes comparten tu camino y tus valores.

 

¿Qué representa haber recibido ocho nominaciones a los Premios Graffiti?

Siempre me conmueve que lo que hago movilice a tanta gente, tanto en la industria como en la crítica. Sobre todo porque no es un trabajo mainstream, ya que en Uruguay se hace todo de forma muy artesanal. También creo que tiene que ver con la coyuntura: hoy se presta más atención a los discos hechos por mujeres, algo que hace veinte años era diferente. Si bien ya gané el premio a Compositora del Año en 2018, siendo la primera mujer en lograrlo, volver a estar nominada me entusiasma mucho. Además, estar en categorías como Álbum del Año o Tema del Año con un disco tan personal tiene un valor especial. Ojalá alguno de esos premios llegue a casa, pero más allá de eso, estoy feliz con este álbum porque está llegando a la gente, que es lo más importante.

 

¿Cómo es tu vínculo con el público argentino?

Es una relación que todavía estamos consolidando, pero que quiero afianzar y hacer crecer. Ahora estoy trabajando con una productora argentina, así que siento que tengo una base de operaciones acá y muchas ganas de seguir desarrollando el proyecto. Tengo la certeza de que este es el camino, y esa sensación me impulsa a seguir apostando por este vínculo.

 

“Este reconocimiento a Diego en una universidad pública debe ser un llamado de atención para la clase política”

“Este reconocimiento a Diego en una universidad pública debe ser un llamado de atención para la clase política”

Fernando Signorini fue el preparador físico de Diego Maradona, su amigo y quien le transmitió pasión por el pensamiento político. Fue uno de los protagonistas del Primer Congreso Internacional sobre El 10 y ANCCOM lo entrevistó.

Hablar de Maradona no puede limitarse solo a su figura: también es hablar de quienes lo acompañaron, de los que lo contuvieron, lo guiaron y lo quisieron. En el marco del Primer Congreso Internacional sobre Diego Armando Maradona, diversas personalidades se dieron cita en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. La misión del encuentro es clara: hablar y abrir nuevas rutas de conocimiento a partir de Diego. Si hay alguien que, por contexto e historia, no podía faltar, es uno de sus grandes amigos y expreparador físico: Fernando «el Profe» Signorini.

El Profe comenzó a trabajar con Diego en el año 1983, cuando Maradona estaba en Barcelona y lo ayudó a recuperarse de una grave lesión en el tobillo. En medio del ritmo frenético y el éxtasis que rodeaba la apertura del evento, el primer lugar que buscó Signorini fue la Galería de Arte del Congreso, rememorando esos mil y un recuerdos que sigue atesorando de su amigo.

¿Qué significa que el primer Congreso Internacional sobre Maradona se realice en la universidad pública?

 Es una demostración de lo que tendría que ser y no es el sistema, sobre todo en estos países tan discriminatorios. A los chicos de los barrios populares, de los barrios humildes, marginales, sí, pero marginados también, no se les permite la posibilidad de llegar a las universidades.

Que Diego haya sido el primero en entrar, aunque ya no esté, es una clara señal para los dirigentes, para los políticos, que tienen que hacer todo lo posible para terminar con esa perversa diferencia que se hace entre los que tienen y los que no tienen. Lo de la meritocracia es un invento de ellos, es lo mismo que le quieren hacer creer a sus empleados explotados: que el trabajo los dignifica. ¿Qué los va a dignificar si no les alcanza ni para comer? El trabajo dignifica solo si es digno. Este reconocimiento a Diego en una universidad pública debe ser un llamado de atención para la clase política.

 ¿Qué creés que hacía a Diego tan consciente de las causas sociales?

 Creo que hay personas que no son posibles de ser explicadas. Algunos pensarán que fue porque nació en esas condiciones, pero eso no es del todo cierto. Hay quienes nacen en la misma condición y terminan jugando para el poder. No pongo el hecho de que Diego haya nacido en una villa como el elemento esencial de su actitud contestataria, porque otros argentinos, como el Che Guevara o el Padre Mugica, nacieron en condiciones distintas y compartían esa misma sensibilidad para defender las causas justas de los desposeídos.

Creo que esa conciencia ya la tenía en sus genes y la desarrolló de la mejor manera porque, además, tuvo la posibilidad de hacerse escuchar. Diego decía lo que dicen millones de personas a quienes el poder ignora. Él tenía la voz y nunca se calló la boca, nunca aceptó ser oveja del rebaño. La mayoría de los jugadores de hoy saben que el serrucho sigue afilado y que a ellos también les pueden «cortar las piernas». El sistema ha encontrado en el fútbol una nueva forma de imponer el miedo como factor de dominación, algo que antes se lograba con la religión. No podés hablar, no podés perder, porque el poder, los técnicos, los dirigentes y los sponsors siempre están expectantes.

Diego decía lo que dicen millones de personas a quienes el poder ignora. Él tenía la voz y nunca se calló la boca, nunca aceptó ser oveja del rebaño

Fernando Signorini

En otras entrevistas has dicho que ya no mirás tanto fútbol, que no te gusta. ¿Hay un posible retorno a ese fútbol de antes?

Lo veo cada vez más lejano, y no solamente porque sea un fútbol menos humano. Para que haya un retorno, deberían cambiar los argumentos principales en cuanto a los valores que rigen en la sociedad. El mundo se cambia con cultura o no se cambia con nada.

Antes, los chicos de los barrios marginales jugaban hasta diez horas por día, en absoluta libertad, sacando toda su creatividad; el juego era su maravillosa posibilidad de ser feliz, como decía Menotti. Pero hoy, todo eso ha sido reemplazado por la tecnología: los celulares y la PlayStation ocupan ese tiempo. El fútbol ya no es esa expresión cultural de las clases populares. Es mucho más previsible, más directo y más físico. Si las cosas ya no emocionan, tienen una vida corta. Y eso es lo que pasa con la mayoría de los partidos de fútbol de hoy, salvo contadas excepciones.

¿Creés qué hay niños que todavía sueñan con «ser como Diego»?

Sí, claro, la mayoría. Lo dice muy bien Pablito Aimar cuando menciona que ellos, de chicos, no querían ser Batman u otro superhéroe, sino que soñaban con ser Diego. Es realmente increíble hasta qué punto Diego ocupa la mente y los sueños de los chicos.

En mi caso fue distinto. Yo era de una época sin celulares ni tanta televisión, solamente la radio. A mí el fútbol me divertía mucho para pasar un rato con amigos y basta. Como le dije una vez a Eduardo Galeano, bromeando, él menciona que él había tenido dos problemas para jugar al fútbol (la pierna derecha y la izquierda), pero yo le gané, porque a eso le sumé una muy mala visión. Nosotros no nacimos para ser futbolistas.

En la Facultad de Ciencias Sociales, Fernando Signorini abraza a Fabián Grillo, padre de Pablo, el fotoperiodista herido por la represión de la marcha a los jubilados.

El fútbol históricamente aparece como escape en los barrios más humildes, ¿creés qué sigue funcionando así?

Lamentablemente, el poder, en general, no sólo ignora sino que desprecia a los chicos que nacen en las villas miseria. Pero, si alguno de esos chicos, como lo fue Diego, tiene talento, lo usan. A veces pienso, si Diego no hubiera sido un buen jugador de fútbol, ¿qué hubiera sido? A lo mejor un empleado subiéndose a andamios a cuarenta metros de altura para hacer las grandes obras de la gente poderosa, insensible e injusta. O tal vez se hubiera dedicado a la delincuencia para intentar hacer realidad alguno de sus sueños, porque ellos viven en una permanente pesadilla debido a esa injusticia.

Me preocupa que en Argentina haya 5.500 barrios populares, asentamientos y villas miseria para una población de casi 6 millones de habitantes. Si la política no sirve para transformar estas barbaridades, no sirve para nada. Y si el fútbol no sirve también, como elemento cultural y formativo a través de los valores que debe defender, para cambiar este presente tan preocupante de la sociedad, tampoco sirve para nada.

El poder, en general, no sólo ignora sino que desprecia a los chicos que nacen en las villas miseria. Pero si alguno de esos chicos, como lo fue Diego, tiene talento, lo usan.

Fernando Signorini

¿Qué significa para vos que Diego haya mencionado en varias ocasiones, que más que ser su preparador físico, eras su consejero? 

Nada, porque era lo lógico. Hace poco escuché una definición de amistad que me parece la más acertada: «Un amigo es el que te mejora». No es solo el que nació en tu mismo barrio, sino el que te ayuda a ser lo mejor que puedes ser dentro de una manera de entender la vida. Yo supongo que lo que hacía con Diego lo hago con todos mis amigos, y es exactamente lo mismo que hacen mis amigos conmigo.

Si tuvieras que recordar a Diego en una frase ¿Cuál sería?

“Entonces, el domingo jugá vos”. Fue lo que me dijo cuando yo recién comenzaba a trabajar con él y le hice hacer una prueba física. Al terminar, enojado porque no le había gustado correr alrededor de la pista, me dijo que eso no servía para nada. Yo le expliqué que era una prueba desarrollada por un doctor de la Universidad de California, pero insistió en que no servía. Cuando le dije que un jugador de su talla en esa posición debía hacer 3.600 metros, y que él había hecho 2.550, me preguntó: “¿Y vos cuánto hacés?”. Yo estaba en buena forma y le respondí: «Mínimo 3.600 metros». Entonces, sin mirarme, agarró una botellita y me dijo: “Bueno, entonces el domingo jugá vos”. Esa fue la mejor lección que incluía fisiología, anatomía, biología, biomecánica y neurociencia, todo dicho por un jugador de fútbol, no por un científico.

Desalojaron a un militante de derechos humanos

Desalojaron a un militante de derechos humanos

La Policía de la Ciudad desalojó a Alfredo Cuéllar y su familia Cuéllar. Llevaba décadas viviendo en una casa de la calle Raulet, en Parque Patricios. Pero los negocios inmobiliarios fueron más fuertes.

El pasado lunes 27 de octubre, la Policía de la Ciudad desalojó a la familia Cuéllar y a sus vecinos en Raulet 62/64/66, en Parque Patricios. Aunque la orden judicial estaba fechada para el martes 28, el operativo se adelantó, sorprendiendo a las familias y a las organizaciones sociales que preparaban una vigilia para resistir el desalojo.

Alfredo Cuéllar, padre de Florencia “La China” Cuéllar –fallecida en 2012 en una cárcel federal– se ha convertido desde entonces en un referente en la lucha por los derechos de las mujeres en las cárceles.

Desde hace más de 40 años, la familia Cuéllar habita una de las casas de la calle Raulet. Allí también viven otras familias, vecinas de toda la vida, que fueron desalojadas por orden judicial. El operativo estuvo a cargo de la Policía de la Ciudad y se desarrolló en medio de denuncias por violencia y represión.

El procedimiento, que incluyó un despliegue de “más de 70 efectivos, bastonazos y escudazos”, según relató a ANCCOM Alfredo Cuéllar, culminó con un detenido y la violación de los derechos de niños y niñas, sus nietos, que vivían en el inmueble. “El día 27, a las cuatro de la tarde, yo tenía cien policías en la cuadra. A las seis ya habían vallado todo y bajaron como setenta efectivos de un colectivo, con una brutalidad tremenda, y nos metieron adentro de mi casa a los empujones”, narró.

Alfredo Cuéllar, en su casa, momentos antes de concretarse el desalojo.

 

El inmueble se encuentra dentro del Distrito Tecnológico, una zona impulsada por el Gobierno de la Ciudad desde 2008, que ofrece beneficios impositivos a empresas del sector para promover la radicación de oficinas y startups. Sin embargo, su expansión ha generado un proceso de gentrificación debido al aumento del valor del suelo y la presión inmobiliaria sobre los inquilinos y ocupantes históricos.

Cuéllar contó que alquiló la vivienda en 1984, cuando aún vivía la propietaria original. Tras su fallecimiento, aparecieron distintos intermediarios vinculados con “el infame Francisco Ríos Seoane” (fallecido expresidente del club Deportivo Español) quienes, según denunció, intentaron apropiarse del inmueble. “Empezaron a trabajar de manera impune, bajo la sombra y con amenazas. Yo era un pibe, tendría 20 años, y no entendía nada, pero sabía que ese lugar no les correspondía”, recordó. 

Cuéllar sostuvo que el proceso judicial estuvo plagado de irregularidades. Según su testimonio, la actual propietaria, Úrsula Busset, “es la hija de una abogada que antes se presentó como representante de supuestos dueños del inmueble y luego se convirtió en titular del mismo”. Y denunció que “me terminó sacando de manera irregular porque hay un poder económico muy fuerte detrás. Busset es abogada de Karina Milei y asesora de Diana Mondino”.

La orden de desalojo fue emitida por el Juzgado en lo Civil 35 a cargo de Ramiro Güiraldes, quien aceptó el título de propiedad de Busset, adquirido hace siete años, por sobre los derechos de las familias que llevan cuatro décadas viviendo allí.

Otra de las vecinas desalojadas, Roxana Salem, explicó: “A nosotros nos sacaron siendo propietarios, por una deuda hipotecaria que dejó mi papá, que era impagable, pese a que vivían tres discapacitados nos remataron igual”,

Las familias aseguraron que nunca fueron notificadas adecuadamente del proceso judicial ni se les ofrecieron alternativas de vivienda dignas. Ante la inminencia del operativo, durante el día anterior se organizó una vigilia vecinal para resistir el desalojo y exigir que las autoridades garanticen un lugar donde reubicarlos.

 

La vigilia y el operativo

Durante el día previo al desalojo, las familias que habitaban Raulet 62, 64 y 66 montaron una vigilia frente a las casas. Vecinos, organizaciones barriales y referentes de derechos humanos acompañaron la espera, sin saber con certeza a qué hora llegaría la policía, pero decididos a permanecer en el lugar.

Finalmente, la irrupción se adelantó a la hora pautada y llegó sobre la tarde del mismo lunes 27, cuando efectivos de la Policía Federal rodearon la cuadra para ejecutar el desalojo en un importante despliegue que valló la cuadra y bloqueó los accesos. Las fuerzas avanzaron para desalojar a las familias, entre gritos y empujones, y se llevaron a una persona detenida. Otras mostraron ante las pocas cámaras que había en el lugar los golpes y heridas recibidas.

“No fue un desalojo normal”, explicó Cuéllar. “Vinieron directamente a limpiar el territorio a fuerza de choque, de pelea y de brutalidad. Hubo mujeres muy golpeadas, un compañero detenido, mis nietos fueron violentados. Y ningún organismo de derechos humanos se acercó para defender a nuestros niños”.

La tensión se extendió durante varias horas. Los efectivos retiraron a los ocupantes y colocaron candados en las puertas. Desde entonces, las familias desahuciadas permanecieron a la espera de una respuesta oficial que garantizara una reubicación. 

“No tenemos garantías de nada, todo lo que te dan es una burla. Me quisieron ofrecer 120 mil pesos para alquilar. Hoy mis nietos no pueden ir al colegio porque no sabemos dónde vamos a estar viviendo”, contó Cuéllar.

En paralelo, el desalojo detonó una ola de protestas en redes y entre organizaciones sociales, que lo interpretaron como una muestra de violencia institucional y de un modelo urbano que privilegia los intereses inmobiliarios por sobre los derechos de los vecinos.

El Distrito Tecnológico fue creado por Ley en 2008, con el objetivo de radicar compañías del sector de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en una zona que abarca 200 hectáreas del barrio de Parque Patricios, y parte de Nueva Pompeya y Boedo. 

Según datos oficiales del Gobierno de la Ciudad, desde su sanción por ley, el Distrito atrajo a más de 400 empresas y generó casi 24 mil empleos directos, con alrededor de 300 mil metros cuadrados de oficinas ya construidas o reconvertidas.

Sin embargo, estudios urbanos registraron que esta reconversión trajo consigo profundos efectos de gentrificación. Entre 2009 y 2011, por ejemplo, la superficie solicitada para uso no residencial en Parque Patricios aumentó casi seis veces, mientras que la destinada a la vivienda residencial cayó hasta más de un 15% en ese mismo período.

“Para nosotros esto es una cuestión de clase”, reflexionó Cuéllar. “Ellos consideran que son una clase superior, y que nosotros no tenemos que estar en este lugar ni habitar una casa, porque creen que el lugar nuestro es la villa”. 

De ese modo, el desalojo en Raulet no es visto solo como una operación judicial aislada, sino como parte de una transformación urbana más amplia que desplaza a familias de sectores populares que hace muchos años habitan esas viviendas en nombre de un nuevo modelo urbano e inmobiliario.

Una vida de lucha

Alfredo Cuéllar, es un militante de derechos humanos especializado en la defensa de personas privadas de la libertad y víctimas de violencia institucional. “El destino me puso en un lugar en el que nunca quise estar”, contó. “A partir de lo que le pasó a mi hija me convertí en algo que nunca me imaginé, y hoy me veo con la sorpresa de que mi nombre está en los libros de la policía porque logré desarticular la cúpula del poder penitenciario. Y eso no es gratis”.

Su visibilidad pública creció luego de la muerte de su hija, el 23 de diciembre de 2012 en la Unidad IV del Penal de Mujeres de Ezeiza. La causa fue caratulada como suicidio por las autoridades penitenciarias, aunque Cuéllar y distintas organizaciones sostienen que la joven presentaba signos de golpes y que no tenía intención de quitarse la vida. Desde entonces, el caso se transformó en un símbolo de las muertes bajo custodia del Estado.

“La China” había ingresado al sistema penitenciario siendo muy joven y fue trasladada a pabellones de mayores donde, según denuncias, enfrentó hostigamiento sistemático y condiciones violentas. Su historia se transformó en un símbolo de las vulneraciones del sistema penitenciario y visibilizó las condiciones de violencia y desamparo que atraviesan muchas mujeres privadas de su libertad.

Luego de la muerte de su hija, Alfredo Cuéllar, fue víctima de múltiples amenazas y episodios de persecución por su empeño de denunciar los abusos dentro del sistema penitenciario. Desde entonces, su nombre se volvió incómodo para algunos sectores del Poder Judicial y policial.

“Por nuestra militancia empezó a salir a la luz lo que pasaba en las cárceles, y eso molestó”, recordó. “Allí violaban a las mujeres, las maltrataban, las golpeaban y las asesinaban”. Él se encargó de exponer todo eso, de ponerle nombre y cara a cada una de esas historias, y eso lo convirtió en enemigo para el sistema.

El 19 de mayo de 2019, Cuéllar fue secuestrado en las inmediaciones de Parque Patricios, en un episodio que marcó un punto de inflexión en su vida. 

“Cuando volví a la realidad estaba tirado en un descampado en Camino de Cintura, cerca de las 4 de la mañana. Esa fue la forma en que intentaron callarme”, contó. “Pero al hacerme más visible se les hizo difícil seguir amenazándome. Me hicieron daño, pero no me quebraron”.

Para él, el reciente desalojo no fue un hecho aislado, sino la continuación de una persecución que lleva más de una década.

“No tuvieron piedad. Encontraron esta oportunidad para ejecutarme, me dejaron en la lona”, reflexionó. “Pero no me van a matar, voy a seguir adelante con más fuerza porque ahora entendí cómo se maneja la justicia. El miedo lo transformé en lucha”.

Esa transformación, asegura, es la que hoy lo mantiene de pie. Después de años de dolor, pérdida y resistencia, Cuéllar afirmó que su compromiso con la militancia es también una forma de supervivencia.

“Hoy más que nunca me siento más fuerte –dijo–, porque alguien tiene que enfrentarlos. Yo sé que con la militancia puedo doblar el brazo de la justicia. Ahora entendí cómo se manejan. Voy a luchar con más fuerza porque jamás voy a permitir que el derecho que le violaron a mis nietos quede impune”.

Organizaciones de la sociedad civil le marcan la agenda a la próxima defensora de las infancias

Organizaciones de la sociedad civil le marcan la agenda a la próxima defensora de las infancias

Elaboraron un documento con un decálogo de prioridades y le exigen al organismo que recupere un perfil activo. Mientras tanto, falta aun el aval del Senado para que María Paz Bertero asuma en el cargo.

Asociaciones civiles y organizaciones sociales elaboraron una serie de compromisos que el nuevo Defensor de Niños, Niñas y Adolescentes, a elegirse próximamente, debería asumir. Las postulaciones para ese cargo cerraron el 3 de julio y la terna propuesta se elevó a la Comisión Bicameral Permanente del Defensor/a de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes el 22 de septiembre. La designación de María Paz Bertero como defensora ya tiene media sanción en Diputados pero deberá ser tratada en el Senado en las próximas sesiones. Con fuertes expectativas, las organizaciones que integran el espacio Infancia en Deuda (IED) reforzaron sus propuestas y el pedido por una Defensoría más activa frente a un contexto de emergencia.

IED está conformado por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), Aldeas Infantiles, Doncel y otras ocho organizaciones sociales preocupadas por la situación crítica de niños, niñas y adolescentes en nuestro país, (en adelante, NNyA).

Francisco Rodríguez Abinal, abogado y coordinador del programa Derechos Sociales por la Niñez en ACIJ, declaró que “el concurso se llevó a cabo de forma ordenada, cumpliendo con las pautas del reglamento y los plazos establecidos por el cronograma en todas sus etapas. Este proceso contó con una celeridad importante en comparación con el concurso anterior. Recordemos que el reglamento se estableció en 2017, los postulantes se presentaron en 2018 y la defensora fue elegida en 2019. Fueron tres años de demora”. Si bien es cierto que el proceso actual inició una vez vencido el mandato de la defensora Marisa Graham, Rodríguez Abinal observó que “este concurso se haya hecho en tres meses habla de un sentido de responsabilidad institucional”.

Infancia en Deuda enumera diez puntos, entre los que pide una Defensoría activa en el tratamiento intensivo de la pobreza y alimentación, producción y transparencia de la información, y mayor acción federal. Insiste en la priorización de acciones de exigibilidad y garantía de acceso a la justicia, medidas en salud y embarazo en la adolescencia, y protección integral de derechos. Así como también exige mayor incidencia en materia de educación, políticas de cuidado, revisión del Régimen Penal Juvenil, y agendas emergentes en relación con las nuevas tecnologías y el medio ambiente.

Según el INDEC, las proyecciones de pobreza infantil para el primer trimestre de 2025 indicarían que 47,8% de las niñas y niños estaría en situación de pobreza y el 9,3% en pobreza extrema. Al respecto, Rodríguez Abinal señala: “Desde la vuelta a la democracia hasta hoy, la pobreza infantil nunca descendió de los 30 puntos, sin importar los partidos políticos que gobiernen. Considerando que la pobreza es generalmente más grave en este grupo poblacional que en los adultos, hay aproximadamente cinco millones de chicos que son pobres, y un millón 200 mil que viven en situación extrema. Esto implica la pérdida de cosas irrecuperables, como la salud en la primera infancia, la socialización y la educación”.

IED propone que la nueva Defensoría trate de manera urgente la falta de recursos, la inseguridad alimentaria, y el bajo rendimiento educativo, ya que, según este documento, afirman que un millón de NNyA se saltean una comida diaria, y solo el 45% de los que terminan sexto grado aprenden lo esperado en Lengua y Matemática. Aldeas Infantiles, organización presente en Argentina desde 1978, avocada a promover espacios y entornos de protección con programas de cuidado alternativo y fortalecimiento familiar, afirmó, por su parte: “Necesitamos una defensora que tenga capacidad de liderazgo, que pueda contemplar las agendas emergentes, pero que también tenga en cuenta este panorama que es de crisis y desfinanciamiento”.

Rodríguez Abinal, explicó algunos de los motivos por los cuales hay tanta expectativa sobre esta autoridad: “Si vamos a la cuestión federal, las defensorías provinciales son seis en 24 jurisdicciones, y algunas de ellas dependen directamente del Ejecutivo. El hecho de que la Defensoría nacional tenga tanto trabajo por hacer, también se debe a que no exista una red provincial”.

Con respecto a las funciones del cargo, el abogado señaló: “La persona elegida tiene cinco años de mandato y para removerla debe ser una decisión casi unánime, que es muy difícil que suceda. Esto le otorga a la Defensoría una independencia que no tienen muchas instituciones. Posee autonomía presupuestaria, puede iniciar juicios en cualquier jurisdicción del país y se le permite pedir sanciones económicas a quienes vulneren derechos”.“

Por otro lado, remarcó: “También se le permite el auxilio de la fuerza pública, es decir que puede pedir la intervención de la policía, e incluso iniciar auditorías presencialmente en cualquier lugar en el que haya NNyA. Es muy raro que una única institución tenga todas estas facultades. La multifuncionalidad que hace de la Defensoría una institución privilegiada es lo que a nosotros nos lleva a exigir una autoridad activa”.

Dentro de las recomendaciones, la exigibilidad y garantías de acceso a la justicia ocupan un lugar importante. En el Informe sobre el desempeño del primer año de la Defensoría en 2020, ACIJ destacó algunos de sus logros en materia de promoción de derechos y emisión de recomendaciones, pero observó con preocupación la falta de medidas de protección propiamente dichas. “En cantidad de juicios colectivos que hizo, que son aquellos que tratan de defender a muchos niños, sabemos que activamente fueron solamente trece”, dijo Abinal. “Tampoco conocemos ningún pedido de sanciones económicas”, agregó.

La producción de información y la transparencia de los datos obtenidos también es clave en el pedido de IED. Desde ACIJ, el coordinador sostuvo que no fue clara la cantidad de incidencias en hogares y provincias que tuvo la Defensoría en el pasado. Y reconoció que hubo una pérdida de información con respecto a informes sobre cuidados alternativos que el organismo realizó junto a indicadores de UNICEF. Este tipo de cuidados se presentan como una alternativa al sistema formal en el que NNyA viven cuando, por diversos motivos, quedan sin el cuidado de sus padres. En lugar de vivir en hogares o residencias, que han demostrado no ser los lugares ideales para crecer, organizaciones como Doncel proponen que haya una mayor transferencia de recursos del Estado a las familias ampliadas de esos niños, (abuelas y abuelos, tíos y padrinos), en lugar de las residencias. La Ley 26.061 de Protección Integral de la Infancia establece que la permanencia en residencias no puede superar los 180 días, transitoriedad que no siempre es respetada en la modalidad institucional.  

La información producida en esta temática es escasa, y se vuelve necesaria. “Por alguna razón que nosotros no conocemos, la Defensoría dejó de trabajar este tema con UNICEF, y el informe propio tenía muchos menos indicadores. Esto debería haberse sostenido porque no se conoce mucha información del sistema de protección en el que se alojan esos niños”, agregó Rodríguez Abinal.

Esto se confirma siguiendo a Mariana Incarnato, fundadora Doncel, asociación civil con una trayectoria de 20 años en la materia. Ella señaló que “la Defensoría no ha abordado el tema de lleno. Hay 10.000 niños que viven dentro del sistema formal de cuidado, es decir en hogares e instituciones. Y solo una pequeña parte vive al cuidado de la familia ampliada. Esto vulnera el derecho de crecer en un entorno familiar. Es una gran deuda que tiene la política de protección, ya que lo importante no es solo dónde viven esos niños, sino con qué calidad de cuidado son criados”.

En 2005, Doncel fue la principal impulsora de la Ley de Egreso, la cual establece un programa de acompañamiento para jóvenes que salen de las instituciones para continuar con su inserción laboral, académica y social de manera independiente. Incarnato también destacó que, si bien los cuidados alternativos no fueron un tema nodal de la Defensoría, la institución hizo las debidas prestaciones para sostener el programa de acompañamiento de egreso durante el cambio de gestión.

En definitiva, las problemáticas en torno a las infancias son amplias y profundas. Con respecto a lo que se espera que suceda en las próximas sesiones del Senado, Aldeas Infantiles, insistió en la prolijidad con la que se desarrolló el concurso, y en la responsabilidad del Senado de cumplir la Ley 26.061 con la misma transparencia.