Aguas turbias

Aguas turbias

Organizaciones mapuche de Neuquén denuncian la contaminación del Lago Mari Menuco por las perforaciones de YPF. De ese recurso beben más de 600.000 personas.

La organización “Salvemos el Mari Menuco” dio una charla informativa en el Centro de Estudios Sociales (C.E.L.S.) para difundir el conflicto que están teniendo los vecinos y comunidades mapuches de Neuquén y Rio Negro con la empresa YPF.

El gobernador de la provincia neuquina, Rolando Figueroa, aprobó mediante el Decreto 276/25 la habilitación de la perforación de más de 400 pozos en los alrededores de los lagos Mari Menuco y los Barreales.

Lef Nahuel, miembro de la comunidad mapuche, explicó las implicancias del megaproyecto: “El lago Mari Menuco abastece de agua a una gran cantidad de poblaciones de la zona, son alrededor de 600.000 personas que toman de ese lago y donde hoy YPF, a través de una autorización del gobierno provincial, está perforando para sacar petróleo mediante fracking, que es una metodología de extracción petrolera mucho más agresiva que la que se conoce habitualmente porque se utiliza un montón de químicos y se destruye la roca con dinamita”.

El conflicto, según Lef, comenzó cuando la empresa entró en la comunidad Catripain en marzo de este año: “Quien hoy dirige YPF, Horacio Daniel Marín, prácticamente amenazó a la comunidad de que les iba a pasar por arriba”, relató. Posteriormente hizo una oferta de dinero que la comunidad rechazó diciendo que no permitírian que esa zona sea perforada –señaló Nahuel- y después de cuatro meses de conflicto ellos se retiraron de la comunidad, pero fueron a perforar a la orilla del lago, lo que para nosotros es casi lo mismo, por más que no estén adentro del territorio de la comunidad porque el agua es la misma y es el agua que toman no solo las comunidades mapuches, sino toda la gente que vive en Neuquén”, describió el vocero mapuche.

La organización Salvemos el Mari Menuco presentó un amparo para que se detenga este proyecto ya que no se realizaron las consultas pertinentes a la comunidad. Sin embargo, el recurso fue declarado inadmisible. También se presentó un recurso administrativo de nulidad del Decreto 276/25 por haber omitido instancias de evaluación.

Leonora Jaúregui, miembro del  Observatorio Petrolero Sur que trabaja en temas vinculados a la energía y el ambiente hace 15 años, evaluó la factibilidad del proyecto: “La basura del fracking, las toneladas y toneladas de barro que se generan, no se puede poner en cualquier lugar. Por ejemplo, cerca de las poblaciones. Entonces, es necesario recuperar cada una de estas problemáticas o cada uno de estos impactos y ver cómo hacer para que, en todo caso, destruyan lo menos posible o contaminen lo menos posible”, describió. Jáuregui plantea que el diálogo significa aceptar las contradicciones: “Pero para eso necesitas poner en discusión, reconocer el problema y ver qué es lo que se puede hacer con eso. En este caso en particular, no es posible estar haciendo fracking cerca de las fuentes de agua más importantes que abastecen a todo Neuquen y Río Negro. No es posible”.

Por otro lado, Jaúregui declaró que este proyecto se saltó instancias importantes de evaluación medioambiental, y plantea que el único estudio hecho fue realizado por la propia empresa: “Es como un estado de irregularidad total. Hay un avance en un contexto de ilegalidad”, comentó. La instalación de la empresa en esta zona afectaría a doce comunidades mapuches en las que viven aproximadamente 80 familias.

¿Moda, ideología o respuesta a la crisis?

¿Moda, ideología o respuesta a la crisis?

Un festival en el Mercado de Pulgas buscó poner en escena un debate urgente: frente al avance del ultra fast fashion y la crisis económica la moda sustentable se presenta como alternativa. Esta manera de consumir de forma más consciente choca con la dura realidad de la industria argentina.

El playón del Mercado de Pulgas se vistió este sábado de consignas verdes, reciclaje y discursos sobre sostenibilidad. Mesas con agujas, corbatas que esperaban una nueva forma y puestos de emprendedores nacionales donde se mezclaban camperas recicladas, vestidos intervenidos y zapatos que ya habían tenido una vida previa. Fue la nueva edición del Festival de Moda Sostenible, un espacio que, en tiempos de crisis, buscó ofrecer una alternativa al modelo del ultra fast fashion y a una industria textil local que se encuentra en jaque.

El ultra fast fashion representa una amenaza para toda la industria de la moda debido a su esquema de producción masiva, basado en precios irrisorios y calidad deficiente. No sólo distorsiona el mercado sino que también vuelve imposible la competencia para marcas responsables. Este fenómeno agrava la crisis ambiental al multiplicar los residuos textiles y la huella de carbono, pero además, en países como Argentina también golpea de lleno a la industria local, reduciendo la producción nacional y precarizando el trabajo detrás de cada prenda. Según la Encuesta de Coyuntura de la fundación ProTejer, la industria ya tenía una realidad compleja por la crisis económica y la importación masiva; ahora se le suma, el auge de las plataformas extranjeras que dejaron a los talleres textiles nacionales prácticamente sin margen de competencia.

La jornada reunió a emprendedores, diseñadores, marcas y contó, además, con un escenario de charlas donde especialistas y referentes del sector compartieron sus perspectivas. También, se hicieron presentes distintas formas de pensar la moda más allá de la prenda: desde talleres de reciclaje hasta marcas que se organizan bajo el paradigma del triple impacto, un enfoque que combina rentabilidad económica, compromiso social y responsabilidad ambiental. Entre los testimonios quedó claro que, aunque la sustentabilidad aparece como horizonte, la distancia entre el discurso oficial y la realidad de los consumidores y trabajadores argentinos es cada vez más profunda.

El crecimiento de las ventas online en plataformas como Shein y Temu revela un cambio acelerado en los hábitos de consumo: cada vez más argentinos compran ropa afuera. Según un informe de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), en base a datos del INDEC y el BCRA, entre enero y mayo del 2025, el gasto en indumentaria importada creció un 136%. En el contexto de la charla Moda sostenible en tiempos de crisis dictada en el Festival, la especialista en tendencias culturales y de consumo Ximena Díaz Alarcón,  lo explicó con crudeza: “Un consumidor latinoamericano, restringido, con recesiones, con falta de laburo, con falta de ingresos, no tiene la prioridad en comprar sustentable. Y elige la opción de Shein”.

Se toleran los espacios en donde la ropa sustentable es bandera cultural para ciertos sectores, pero se persigue con las fuerzas de seguridad a los circuitos informales de venta de ropa que garantizan oportunidades de ingresos para quienes no tienen otra opción.

¿Ambiente o rebusque?

Los emprendimientos y PyMEs de moda nacionales hacen malabares para subsistir. ¿Se puede hablar de responsabilidad ambiental cuando la urgencia pasa por llegar a fin de mes? ¿Puede sostenerse un negocio de diseño independiente cuando el mercado global impone precios imposibles y las políticas comerciales internas no acompañan? El debate no se resolvió y no parece simple lograrlo. Desde el escenario se sumaron otras miradas que dan respuestas parciales: Cecilia Membrado, de la plataforma Renová tu vestidor, explicó cómo la moda circular permite que muchas familias encuentren ingresos a partir de la reventa de prendas.

Entre los pasillos del Festival, sin embargo, la postal dejaba entrever un límite: la mayoría de los asistentes pertenecía a un sector social con posibilidad real de elegir cómo consumir y de pensar en un consumo consciente y sostenible. Mientras en muchos barrios la ropa usada se volvió la única salida frente a la crisis, en el evento la sustentabilidad aparecía más como una elección estética que como necesidad. “Me gusta venir a esta clase de eventos porque siento que apoyo otro modelo y además encuentro cosas únicas” contó Julieta, de 27 años y vecina de Villa Urquiza, mientras recorría diversos stands con una bolsa de tela colgada en el hombro. Su testimonio, aunque entusiasta, dejó ver aquella distancia: no todos pueden decidir entre el fast fashion y la sustentabilidad; para la mayoría la urgencia hoy pasa primero por llenar la mesa antes que renovar el placard.   

Y es entre estas tensiones en donde se cuela de la misma manera otra contradicción que excede al mundo de la moda. Mientras el Festival de Moda Sostenible fue habilitado y celebrado en un espacio céntrico de la ciudad como lo es el Mercado de Pulgas, en paralelo se levantan ferias populares en plazas como la de Parque Centenario. Allí, cientos de familias dependen de la venta de ropa usada para poder sobrevivir. El contraste deja en evidencia una política desigual: se toleran los espacios en donde la sustentabilidad es bandera cultural para ciertos sectores, pero se persigue con las fuerzas de seguridad a los circuitos informales que garantizan oportunidades de ingresos para quienes no tienen otra opción.

En los puestos del Festival, diseñadores independientes relataron las dificultades de producir en pequeña escala y con materiales reciclados. La mayoría coincidió en que el desafío no es sólo económico, sino cultural: convencer a los consumidores de que una prenda hecha a conciencia puede tener un valor diferente.

Un ejemplo fue el de Fracking Design, una marca que recicla bolsones de arena descartados por las petroleras en Vaca Muerta para realizar productos de marroquinería. Ornella, su creadora, lo resumió con claridad: “Nosotros en realidad no nos comparamos con productos de afuera porque lo que nos diferencia es nuestro valor agregado: el triple impacto y la producción nacional. Nuestro propósito es fomentar el trabajo justo y la inclusión laboral. Toda nuestra cadena productiva son cooperativas o talleres en su casa, lo que genera trabajo local que para nosotros es muy importante”. Su voz mostró que, detrás de cada bolso, no hay solamente materiales recuperados, sino también una apuesta a sostener el empleo nacional en un mercado adverso.

El encuentro dejó una pregunta que trascendió la jornada: ¿qué significa vestirse en la Argentina de hoy? En un país donde los talleres textiles cierran, los negocios bajan sus persianas y la compra extranjera crece como opción mayoritaria, la idea de sustentabilidad se resignifica. Ya no se trata sólo de cuidar el medioambiente, sino también de proteger la economía personal y sostener la producción nacional. La contradicción queda expuesta: en tanto algunos sectores pueden permitirse consumir con conciencia, la mayoría apenas logra vestirse. En una Argentina atravesada por la desigualdad, pensar en la sustentabilidad implica no sólo discutir qué clase de ropa usamos, sino también quienes tienen el privilegio de elegirla.

«El periodismo no puede tener un bozal»

«El periodismo no puede tener un bozal»

El catedrático Damián Loreti y el secretario general de SiPreBA Agustín Lecchi repudian la censura impulsada por el Gobierno para no reproducir públicamente audios vinculados a Karina Milei, involucrada en un caso de corrupción. El derecho a la información es fundamental para la democracia, plantean, y alertan sobre el continuo hostigamiento a la prensa.

¿Puede la Justicia silenciar información que podría ser de interés público en nombre de la protección del honor y la intimidad?, se pregunta la prensa en relación a los audios difundidos de Karina Milei en Casa Rosada, emitidos en el canal de streaming Carnaval por el programa “Data Clave”, del periodista Mauro Federico. Ante esto, el gobierno decidió ir a la justicia y denunciar en el fuero de lo Civil y Comercial para que se prohíba la difusión de “cualquier chat, foto, audio y video anunciados el día 29/08/2025 como correspondientes a su persona, a través de cualquier medio de comunicación de forma escrita y/o audiovisual y/o a través de redes sociales desde todo sitio, plataforma y/o canal web”. El tema de los audios ya tiene un antecesor, y son los mensajes de voz que se conocieron de Diego Spagnuolo (ex titular de la ANDIS) donde hablaba de supuestas coimas entre la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y la Droguería Suizo Argentina. El caso desató un debate jurídico y político sobre los límites de la libertad de expresión y el derecho de la sociedad a estar informada. “Es un caso clarísimo de censura previa –expresó Damián Loreti, abogado, profesor y jefe de cátadra en Derecho a la Información en la UBA–. Está prohibido por el Artículo 14 de la Constitución Nacional y además por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el Artículo 13, donde establece que el modo de proteger esos bienes jurídicos llamados fines legítimos es por vía de aplicación de responsabilidades ulteriores, no la censura”.

La denuncia fue aceptada y el juez en lo Civil y Comercial, Alejandro Marianello falló a favor de Karina Milei y ordenó el cese de la difusión de los supuestos audios de la hermana del Presidente. El juez –que tiene casi una decena de denuncias en su contra por acoso sexual y laboral- consideró que no existe censura previa, sino que en realidad se trata de proteger “la especial sensibilidad de los intereses estatales comprometidos”. En su demanda, el Gobierno expresa que estas grabaciones buscan “influir ilegítimamente en la opinión pública, alarmar y desinformar a la población, desestabilizar los principales indicadores de la política económica y, de este modo, influenciar el proceso electoral en las próximas elecciones legislativas”.

Ante esta situación, la medida judicial no quedó sin respuesta, ya que desde la Editorial Perfil con Jorge Fontevecchia a la cabeza y patrocinado por destacados abogados como Roberto Gargarella, Ricardo Gil Lavedra, Sebastián Guidi y Hernán Gullco, firmaron la apelación a la cautelar del juez Marianello que prohíbe la difusión de los audios que comprometerían al gobierno y en específico a la secretaria del Presidente. Fontevecchia tituló a su editorial“Sr. Presidente, nos vemos en la Justicia”, y explica que la apelación es un recurso de revocatoria con apelación en subsidio. Además, en la apelación se explica que “el único modo en que esta resolución puede ser cuestionada es precisamente que lo hagan sus afectados directos, como lo son los medios de prensa sobre los que recae la prohibición”.

La discusión no involucra únicamente la libertad de los medios o de los periodistas, sino que está en juego un derecho colectivo: el de la ciudadanía a acceder a información de relevancia pública. En esa línea, Agustín Lecchi, trabajador de prensa y Secretario General de SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) añade: “El periodismo no puede tener un bozal y no hay nada más nocivo para la seguridad nacional (que es lo que argumenta el Gobierno Nacional), que la desinformación. Esto es para que no se conozca el plan de gobierno que tienen, para que no se conozca la corrupción, las muertes por fentanilo, y cómo mientras ajustan a los jubilados y discapacitados roban la plata que debería ser para los sectores más vulnerables de la sociedad”.

Para el gremio de prensa, la decisión judicial no protege derechos sino que instala un mecanismo de silenciamiento peligroso, ya que la resolución para Lecchi: “Busca generar autocensura y disciplinamiento hacia el conjunto de trabajadores y trabajadoras de prensa, porque además no sólo está el fallo de la justicia, sino también el pedido del gobierno de allanar a los medios de comunicación y a los periodistas involucrados”.

Para Loreti lo sucedido no es un episodio aislado sino parte de un cuadro más amplio de hostilidad hacia la libertad de expresión:“Desde que asumió Milei hay decenas de episodios, incluidas represiones a las personas que protestan, a los periodistas que cubren las notas, a la disolución de TELAM, a la pauperización de los medios públicos, del sistema universitario y del científico, a la presentación de querellas penales contra periodistas, agravios directos a periodistas. Todo esto determinó que el informe anual de la Relatoría en Libertad de Expresión, empezara señalando el grado de preocupación que tiene el Sistema Interamericano de Derechos Humanos respecto de Argentina”. En este marco agregó: “La situación de la libertad de expresión en Argentina hoy tiene un marco entre normativo y factual que le ha hecho perder muchísimos escalones en cualquier indicador de libertad de expresión o de derecho a la información y derechos humanos en general”.

En este sentido, la cautelar contra la difusión de los audios no solo abre un debate jurídico sobre los límites de la libertad de expresión, sino que también plantea una pregunta de fondo sobre el tipo de relación que el Estado quiere establecer con la prensa y con la sociedad en su conjunto. Lo que está en juego no es únicamente la transparencia en este caso puntual, sino la calidad del debate público y con ello, la fortaleza misma de las instituciones democráticas.

Según Lecchi, lo que está en juego es el carácter colectivo del derecho a la información, no se trata de un privilegio de periodistas o de los medios de comunicación, sino de una garantía fundamental para toda la ciudadanía. “Este no es un problema particular de la prensa –explicó–. Nosotros reivindicamos el rol social que tiene el periodismo y eso es garantizar la información a toda la ciudadanía. El derecho a la información y la libertad de expresión no es un derecho particular de quiénes ejercemos la profesión, sino es un valor colectivo de toda la sociedad. En este caso, el juez está acallando voces para que la ciudadanía no esté informada y eso es la consecuencia más grave».

Este episodio con los audios de Karina Milei, trasciende lo coyuntural. El bozal judicial no solo restringe una noticia, sino que pone en duda el contrato democrático entre ciudadanía, Estado y prensa. En tiempos donde la desinformación y la opacidad se convierten en herramientas de poder, la libertad de expresión se vuelve no sólo un derecho a defender, sino un terreno donde se juega el futuro de nuestra democracia.

Un día peronista

Un día peronista

Frente a los pronósticos de apatía, una razonable cantidad de ciudadanos se acercaron a votar en las elecciones bonaerenses. Ya desde temprano, los dirigentes de Frente Patria mostraban sonrisas y optimismo. Todo lo contrario ocurría en la Libertad Avanza, donde la tensión, los gestos adustos y los pases de factura se incrementaban a medida que pasaban las horas. Kicillof calificó a su búnker de «verdadera fiesta» y Cristina festejó en su balcón. Mirá las fotos de ANCCOM.

Y siga, siga, el baile

Y siga, siga, el baile

La coréografa, bailarina y dramaturga Brenda Angiel habla de Ringtone, una pieza de sesgo autobiográfico que a través de la danza reflexiona sin perder el humor sobre envejecer, el paso del tiempo y la relación entre madre e hija que comparten un arte y ahora también el escenario.

“Esta obra se da en un aquí y ahora muy específico en el vínculo con mi hija, que decidí disfrutar al máximo mientras dure. Darme el gusto de bailar con ella mientras yo pueda, por eso también es una obra con una fecha de vencimiento más corta por lo personal y particular del vínculo, en que los roles no pueden ser ocupados por otros bailarines. Sucede ahora, en otro momento no sé si podremos”, explica Brenda Angiel sobre Ringtone, su nueva obra, que estrenó el pasado sábado en Aérea Teatro, espacio que gestiona y dirige en Almagro.

En un momento de su vida en que confluyen inquietudes personales que la rodeaban, Angiel buscó una forma dramatúrgica para reunirlas y darles materialidad significante. A partir del dolor generado por una artrosis de cadera, el deseo de compartir escenario con su hija Sara y de preguntas relacionadas a la profesión, Angiel “parió» Ringtone. “Esta obra sirvió como motivación para seguir haciendo lo que disfruto porque a veces la situación puede angustiar y deprimir. Entonces es poder volver a la cosa vital y pulsional de bailar. Es un modo de reivindicar a la danza, que a pesar de todo podemos seguir bailando”, explica.

Creadora de la danza aérea, fundó su compañía en 1994 y desde ese entonces dirige y coreografía diferentes composiciones con un lenguaje que de momento decidió dejar a un costado. “En 2024 se cumplieron 30 años de trabajar en la danza aérea, creo que es un lenguaje que exprimí un montón. Hoy me desafía mucho más coreografiar en el piso y tenía muchas ganas de marcarme a mí misma y a otros”. Su nueva obra se funda en vivencias e inquietudes autobiográficas. “Me interesaba trabajar desde lo personal y desde el movimiento más puro”.

En muchas profesiones la edad suele ser un límite que indica el fin de una carrera casi obligatoriamente. Para Angiel, “no hay límites en la edad, porque se pueden encontrar otros lugares desde donde seguir haciendo y trabajando con tu profesión, en este caso la danza. En particular, no me pensaba tanto como bailarina sino más bien como coreógrafa, entonces nunca pensé en la edad como un limitante. E incluso ahora, no es en sí la edad lo que me limita, sino los dolores físicos que genera la artrosis”. Un punto de inflexión fue la obra anterior,T para Ten la que volvió a bailar algunas partes. “Tuve que amoldarme, ver qué podía hacer y qué mejor no, ya aprendí qué movimientos me generan dolor. En mis solos manejo un abanico de pasos según el rango de posibilidades que tengo hoy. Me costó un poquito más con mi hija porque viene con otra energía y demanda más. También ella tuvo que entender que no soy una compañera de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) –donde Sara estudia–  en su misma situación”.

Voces en off introducen y expulsan del escenario distintas escenas e historias que se entrecruzan, a las que el espectador tiene el privilegio de inmiscuirse y espiar: Angiel coreografiando un ensayo de los bailarines; ella y su hija en el armado de una coreografía; Angiel ensayando su solo. Ensayos donde vemos los cuerpos en movimiento y la voz de la coreógrafa que corrige y busca la perfección. “En esta obra reuní mis dos facetas, la de coreógrafa y la de bailarina, porque lo que sucede con el grupo de bailarines es desde mi rol de coreógrafa y desde mi visión de la obra general, pero luego estoy yo bailando mi solo, o mi dúo con Sara. Hay, además, un juego con los clichés de las danzas, con lo que se busca en una obra. Y de señalar que este no es mi final como bailarina, sino que hay muchos otros lugares desde donde seguir creando danza. Es en sí, la unión de todas mis dudas”. Confiesa que el día siguiente al estreno, luego del cálido recibimiento del público que ovacionó terminada la presentación “me bajó una ficha diferente y no paré de llorar, creo que por los temas que trata la obra”.

Angiel no duda de que parte de la pasión de su hija por la danza proviene, en parte, de lo que ella pudo mostrarle y compartirle de su mundo. Ringtone es la primera obra en que trabajan juntas: “Yo no quería coreografiarla porque ella tiene todo un bagaje, y un carácter, principalmente de danza urbana y hip hop, que yo no. Entonces trabajamos juntas para hacer nuestro dúo y luego ella pensó su solo. Como madre e hija tuvimos que encontrar esa conexión y fusionar los dos lenguajes para construir una mirada conjunta de la coreografía”. En la obra se retoma de manera cómica una escena en que los roles de alumno y maestro se invierten: “Hay algo de negación al no entender que no estoy en su misma situación, por ejemplo, a veces cuando me reta por no llegar a los tiempos o estar lenta”.

La obra está caracterizada por lo heterogéneo, no solo de dudas y situaciones personales de Angiel, sino por la variedad de lenguajes y formas de expresarlos que encontró para manifestarse. Desde las voces en off, la mezcla de luces y las sombras que proyectan, la fusión de video y baile que llevan a cabo cinco bailarines que entran y salen del escenario, todo colabora para que los movimientos, incluso los del rostro, generen en el espectador variadas impresiones. Resalta y se roba parte del protagonismo, el clásico de Beethoven “Para Elisa”, ringtone del timbre en la casa de Angiel. Las múltiples reversiones de un clásico a diferentes ritmos le permitió abrir un juego de baile y movimientos, apropiándose de versiones como la de Sandro o Damas Gratis y otras menos conocidas y alocadas. “Yo siento que la obra te va pidiendo cosas. Me gusta que desde lo musical tenga una coherencia y que también cuente versiones de distintas situaciones”. Además, explica: “El uso de las voces en off me parecía un recurso interesante porque se podían bailar como si fueran música, pero a su vez, entender el significado y llevarlo a otros lugares. La danza y la voz son distintos planos, pero si uno hace el esfuerzo de decir mientras baila, deja de estar en ese plano musical, ese otro lugar. Es una forma de encontrar un universo nuevo en la obra porque no dije ‘voy a bailar’ y lo hice, sino que se escuchó por los parlantes el ‘me voy a bailar’ convirtiéndolo del plano del habla al musical, entonces, unir esa voz y sus significados con el movimiento, genera distintos planos con las que quería jugar”.

Ringtone puede generar en el espectador lo que este esté dispuesto a entregar, desde la sorpresa y admiración, hasta la angustia del paso del tiempo, al ver dos cuerpos que danzan en simultáneo, como figuras opuestas que a veces se alejan para luego unirse tanto que se pierde el límite entre ambas.

Todos los sábados a las 20 puede verse Ringtone en Aérea Teatro (Bartolomé Mitre 4272). Las entradas se adquieren a través de Alternativa Teatral.

Los periodistas latinoamericanos bajo amenaza

Los periodistas latinoamericanos bajo amenaza

Asesinatos, judicialización, censura, agresiones digitales y precarización laboral. Cuatro prestigiosos reporteros del continente denunciaron la situación profesional en el Encuentro Regional de Universidades, Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas que se realizó en Buenos Aires.

En el marco del Encuentro Regional de Universidades, Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas, el último miércoles tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, un panel acerca de la situación de la prensa en América Latina y el Caribe. El encuentro reunió a cuatro reconocidos periodistas de la región: Mauricio Weibel, Marielos Monzón, Diana Salinas y Álvaro Pan. Las moderadoras fueron la docente y conductora televisiva Anabella Messina y la directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, Larisa Kejval. Cada uno contó sus experiencias en sus respectivos países y compartieron propuestas para un accionar regional conjunto que garantice la seguridad de los periodistas latinoamericanos y el cumplimiento de su rol: informar para dar más herramientas a la ciudadanía.

 El primer expositor fue Mauricio Weibel, chileno y presidente del Foro Latinoamericano y Caribeño de Periodismo, quien expresó que la profesión está atravesando un momento de mucha complejidad porque con los avances tecnológicos, “todo el mundo ya sabe lo que pasa” y los periodistas tienen que informar, pero también tienen que contextualizar y “develar aquello que, como sociedad, ocultamos y no queremos ver”. También destacó que vivimos en un momento de “precarización de la democracia”, donde aumentan las agresiones a periodistas y se vulnera el derecho a la libertad de expresión. Siendo este último “el derecho que los periodistas tienen que proteger, ya que es el que permite el ejercicio de todos los demás derechos”.

Para mostrar lo que está ocurriendo con la prensa, Weibel mencionó el ejemplo de Brasil, donde actualmente hay 2400 juicios a periodistas, algo que exhibe la persecución a quienes ejercen la profesión y a la libertad de expresión y de prensa en su conjunto.

La guatemalteca Marielos Monzón, presidenta de la Red Centroamericana de Periodistas, coincidió en que actualmente se silencia al periodismo y que, en su país, “no se veía este nivel de violencia desde la dictadura”. En sus palabras, “las narrativas de odio y la regresión democrática han causado la reaparición de tres fenómenos gravísimos en la región: el secuestro de periodistas, la persecución a través de la justicia y el exilio de cientos de profesionales en toda Centroamérica”. Monzón puso especial énfasis en la judicialización, porque los crímenes de los que se acusa a los periodistas ya no son únicamente los esperables, como calumnia e injurias, sino también obstrucción a la justicia (por revelar tramas de corrupción dentro del gobierno) y asociación ilícita (por hacer reuniones de editores en la redacción de un diario).

Monzón fue clara al decir que se está usando a la libertad de expresión para atacar a la libertad de prensa y que, cuando se le crea una causa a un miembro de la prensa no solo se lo trata de meter preso, “primero se lo estigmatiza y se trata a todos los periodistas de mentirosos”.

El periodismo latinoamericano tiene mucho en lo que trabajar. Y, según Monzón, “con la asunción de tantos líderes autoritarios en el continente que, además, parecen compartir la misma lista de cosas por hacer y en la que siempre está perseguir al periodismo, es importante la unión”. Por eso, los periodistas centroamericanos se juntaron para proteger el derecho a la información de sus ciudadanos bajo la red que ella preside.

Diana Salinas, colombiana y directora del medio independiente Cuestión Pública, defendió la importancia del periodismo de investigación y estimulo a los jóvenes a seguir este rumbo tan necesario y poco convencional. Bajo la común asociación de que los redactores son personas altruistas que arriesgan su vida todos los días por informar acerca de la realidad colombiana, dijo: “No me hice periodista para ser mártir”. Lo hizo, contó, para revelar la corrupción encubierta y los lazos entre el Estado, el crimen organizado y el narcotráfico.

Salinas instó a quienes se están iniciando en la profesión a que no claudiquen en la idea de hacer periodismo de investigación. También profundizó en las estrategias que su medio usa para proteger a los reporteros que van a cubrir una nota peligrosa o que implica manifestaciones en la calle: “Tenemos chalecos antibalas y una serie de herramientas para resguardar nuestra integridad; la más importante es ser muy rigurosos con la información que publicamos”. En Cuestión Pública son conscientes de que sus notas molestan, y mucho, al poder y por eso hacen un “fact check”, o comprobación exhaustiva de la veracidad de los hechos, antes de publicar. También tienen un editor judicial que no censura ni acorta lo que quieren comunicar, sino que les dice cómo expresarlo para no tener que rectificarse o enfrentar procesos judiciales.

En el último año y medio, asesinaron a tres periodistas colombianos. Hasta la fecha, “no nos han intentado matar”, dice Salinas y cierra remarcando la necesidad de proteger a los periodistas y de que estos hagan lo que mejor saben hacer, que es informar, trabajar en red y crear bases de datos para que los ciudadanos puedan estar al tanto de lo que pasa.

El cuarto expositor fue Álvaro Pan, uruguayo y presidente de la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe. Pan dio a entender que en Uruguay no se registra el mismo nivel de violencia contra periodistas como el expuesto en Colombia y en toda Centroamérica. Se aproximó al tema desde la perspectiva de la protección de la labor periodística como una labor social y un derecho fundamental de la sociedad. Dice que es crucial que los periodistas tengan contacto con esa sociedad y no hagan su trabajo desde un lugar corporativista o respondiendo a intereses políticos, perdiendo visión del grupo al que quieren informar. Declara que “el periodista tiene que dudar y no puede ser obsecuente con ningún poder”.

Hacia el final de la jornada, Mauricio Weibel volvió sobre algunos temas y explicitó que el encuentro no fue convocado para deprimir ni desesperanzar a nadie. Al contrario, dijo, se trató de una instancia para estimular al ejercicio responsable del periodismo, resaltar su rol social esencial y repitió que la libertad de expresión es el derecho que permite el ejercicio de todos los demás derechos. En ese marco, el periodista no es simplemente un transmisor de datos, sino quien brinda herramientas para que la ciudadanía pueda elegir, tomar decisiones, comprender su contexto y vivir en libertad.