Impunidad para el genocida Eduardo Alfonso

Impunidad para el genocida Eduardo Alfonso

Una resolución de la Cámara de Casación Penal dejó sin efecto la condena del represor por el asesinato de Domingo García, desaparecido durante la última dictadura. La hija de la víctima asegura que apelarán en la Corte.

En tiempos donde la historia es relativizada desde las huestes oficialistas, y vuelven a tener voz discursos de reivindicación de la dictadura cívico militar de 1976, la Sala II de la Cámara de Casación Penal falló a favor del exmilitar Eduardo Alfonso, dejándolo impune por el asesinato de Domingo Antonio García. El jefe de operaciones estuvo prófugo cuatro años en Paraguay antes de ser condenado en primera instancia por su participación en el allanamiento ilegal a la casa de los García-Recchia. Sin embargo, ahora, podrá salir en libertad nuevamente pese a las pruebas que lo involucran en el homicidio.

“Esta decisión es política, no tiene ningún anclaje jurídico”, asevera Juliana García en conversación con ANCCOM, hija de Domingo García y Beatriz Rechchia, que con tres años fue privada de su libertad junto a su madre embarazada de cinco meses. “Esto tiene que ver con el clima de época, y las políticas de Estado respecto a las cuestiones de memoria, verdad y justicia”, concluye. En el juicio por el operative ilegal hecho en el domicilio de Villa Adelina, se demostró el asesinato de Domingo Antonio tras un enfrentamiento armado, así como el posterior secuestro de Beatriz Recchia que estaba embarazada y tuvo que dar a luz meses más tarde bajo condiciones inhumanas en el centro clandestine de detención, tortura y exterminio ubicado en Campo de Mayo.

La abogada Carolina Villella, que lleva adelante causas judiciales de Abuelas de Plaza de Mayo, asegura que “este fallo desconoce los hechos juzgados anteriormente, y lo que se está buscando es evitar la cadena perpetua para Alfonso”. También señala que “hay una explícita contradicción entre lo que la Sala II sentenció hace 4 años, y lo que resuelve ahora”. Cuando el exmilitar se entrega en el año 2017, la justicia en primera instancia lo absuelve por el asesinato a García, pero frente a los recursos interpuestos por la querella de Juliana García, el 3 de diciembre de 2020, Alfonso fue condenado a las penas de prisión perpetua e inhabilitación absoluta y perpetua por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de San Martín, siguiendo los lineamientos establecidos por la CFCP.

En su búsqueda incansable de justicia, Juliana García afirma que presentará un recurso ante la Corte para que revise este nuevo fallo de Casación y se vuelva a dictar la sentencia. “Alfonso es una persona que tiene poder real en el Ejército, y evidentemente no le soltaron la mano. No es casual que haya podido aguantar cuatro años prófugo sin problemas, y con ayuda de la Interpol”. Por su parte, Villella expresó que “acá se están violando las obligaciones internacionales en relación al deber de investigar, de juzgar y sancionar adecuadamente estos crímenes, por lo que presentaremos un recurso extraordinario con el que volveremos sobre el pedido de perpetua para el represor”.

A veinte años de la Masacre de Quilmes

A veinte años de la Masacre de Quilmes

Hace dos décadas, cuatro adolescentes murieron tras un incendio en la Comisaría 1ª ante la mirada pasiva de los policías que los habían golpeado y torturado. Desde entonces, se prohibió el alojamiento de menores en esas dependencias bonaerenses.

El 20 de octubre de 2004 cuatro adolescentes perdieron la vida en un incendio en la Comisaría 1ª de Quilmes ante las miradas de los policías que los habían golpeado y torturado, y que de forma deliberada tardaron mucho tiempo en socorrerlos, los sacaron de sus celdas y los siguieron golpeando. Veinte años después, este caso se ha convertido en un hecho emblemático en la lucha contra la violencia institucional y los beneficios judiciales que siguen teniendo las fuerzas de seguridad que actúan de forma violenta.

Aquel día Diego Maldonado, de tan sólo 16 años, recibió la noticia de la muerte de su hermana menor mientras se encontraba privado de su libertad, por lo que solicitó poder asistir a su velatorio. Los policías le negaron esta petición y le cortaron la comunicación con su familia. Este hecho fue la gota que rebalsó el vaso para los 17 jóvenes, todos menores de 18 años, que se encontraban en el lugar de forma transitoria esperando sus traslados a algún centro de detención juvenil o a centros de rehabilitación por consumo problemático.

A modo de protesta y cansados de las vejaciones que sufrían por parte de los policías, incendiaron un colchón para que los dejasen salir, pero el fuego se salió de control y los agentes que se encontraban en el lugar tardaron demasiado en reaccionar. Cuatro chicos murieron a causa de este hecho.

Elías Giménez tenía 15 años y estaba allí porque la policía lo confundió con un homónimo que estaba prófugo, un hombre de 30 años, y lo detuvieron por averiguación de antecedentes.

Diego Maldonado, de 16 años, y Manuel Figueroa, de 17, tenían problemas con el consumo de drogas. Diego murió en un móvil policial, esposado a otro compañero, mientras eran trasladados al Hospital de Quilmes.

A Miguel Aranda lo golpearon antes y después del incendio, él estaba preso preventivamente desde hacía ocho meses. Estuvo en coma durante 17 días y falleció cuatro días después de despertar y pedirle a su madre que “no diga nada de la policía”, por miedo a las represalias.

Los adolescentes que estaban en aquella comisaría se encontraban repartidos en dos calabozos ciegos de tres por cuatro metros, y a diario eran sometidos a violentas requisas, siendo constantemente humillados por los policías que los hacían desnudarse frente a sus compañeros, los golpeaban e insultaban, no tenían tiempo de esparcimiento ni los dejaban salir al patio.

Elvia González, conocida por todos como Telvi, quien falleció en julio de este año, era la madre de Diego Maldonado. A ella fue a quien algunos sobrevivientes le contaron que los policías organizaban peleas entre los adolescentes, uno de ellos se le acercó luego de los hechos para pedirle disculpas porque lo habían obligado a luchar contra su hijo.

“Estamos hablando de una mecánica sostenida que pasaba dentro de la comisaría de violencia contra los pibes, de denigración y desnudos, les pateaban las pertenencias”, dijo a ANCCOM el exsacerdote Tobías Corró Molas. Todo esto, según sus palabras, se trataba de “quebrar psicológicamente al detenido y aniquilar cualquier tipo de resistencia”.

Tobías estuvo acompañando a las familias de las víctimas y a los sobrevivientes en todo el proceso posterior al hecho. “Mi rol lo fui aprendiendo, al principio fue acompañar y facilitar muchas audiencias para que las personas que los podían ayudar pudiesen conocer a las víctimas”, explicó. Luego de un largo proceso para lograr que la noticia trascendiera y llegase a personas clave, él se encargó de “ser parte de la causa y estar en contacto con los abogados”.

No más pibes en comisarías

Hoy Tobías trabaja en un Centro de Formación Profesional en Quilmes, junto a la parroquia y a un hogar de día. Ese fue siempre el lugar de reunión con las familias, en donde se fue comunicando los avances de la causa y deliberando los pasos a seguir. “Es un proceso que desde que lo empezamos lo empujamos para adelante, cuando mirás para atrás ves que pasaron 20 años, pero para nosotros siempre fue ver qué sigue, qué logramos y para dónde vamos”, agregó.

“Las familias siempre fueron protagonistas de sus propias causas, por eso no nos permitíamos hacer audiencias sin ellas”, comentaba Tobías. La ya mencionada Telvi, junto con Isabel Figueroa, madre de Manuel, que falleció en diciembre del año pasado, fueron las más activas luchadoras por la justicia de sus hijos.

Su estrategia fue siempre acompañar en otras causas para mostrar también la suya de esa forma. “La idea es trascender el propio reclamo y construir algo más transversal y colectivo”, comentó Tobías. Y agregó que “la realidad es que la lucha nunca termina porque siempre hay otras causas y otras vinculaciones, los que han sido víctimas de violencia institucional saben que la vida va a cambiar para siempre”.

En 2015, once años después de los hechos, se realizó el juicio. Allí fueron condenados diez policías por el Tribunal en lo Criminal N° 3 a condenas de entre 3 y 16 años, aunque la mayoría de ellos recibió penas leves o fueron beneficiados con libertad condicional. El entonces comisario Juan Pedro Soria recibió 10 años por los delitos de estrago culposo seguido de muerte y omisión de evitar torturas. “Él no pegó, pero lo que se le atribuye es que en su comisaría y con él presente hubo reiteradas torturas y no hizo nada para evitarlas”, comentó Tobías.

Entre los testimonios más importantes estuvieron los de los sobrevivientes, a quienes el tribunal les creyó porque se limitaron a señalar sólo lo que habían presenciado. Un oficial, el imaginario a cargo de la custodia de los chicos, declaró que fue el único que intentó hacer algo a tiempo pero no tenía las llaves de las celdas en su poder, y que para cuando liberaron a los adolescentes “llovieron algunos palos”, dando a entender que fueron golpeados aún después del incendio.

Hugo D´Elía fue condenado a diez años por apremios ilegales en concurso real con torturas, Juan Carlos Guzmán a nueve años por los mismos hechos, y hubo penas de entre tres y cuatro años para Basilio Vujovic, Elizabeth Grosso, Franco Góngora, Daniel Altamirano, Jorge Gómez y Gustavo Ávila.

El exoficial inspector Carlos Pedreira Catalonga fue quien recibió la pena más alta, de 16 años. En 2022 fue trasladado a la Unidad Penitenciaria N°9 de La Plata, y es el único ex agente que cumple su condena en cárcel común. En diciembre del mismo año también fue condenada a cuatro años de prisión y ocho de inhabilitación la exagente Elida Marina Guaquingchay Bogado, quien se constató que estuvo en el lugar de los hechos pero que, según ella, no participó porque se encontraba embarazada y con contracciones.

Pocos meses después de la masacre, el por entonces Ministro de Seguridad León Arslanian prohibió por resolución el alojamiento de menores de edad en dependencias policiales. En 2004, al momento de los hechos, había más de 300 chicos menores de edad detenidos en comisarías. En la actualidad, el cumplimiento de esta resolución sigue siendo un motivo de reclamo.

Creerle a los pobres

Según Tobías, los procesos judiciales en casos de violencia policial son siempre complejos y requieren de una labor más dedicada que lo normal: “Los pibes cuando son acusados ni se dan cuenta y tienen el juicio y la condena encima, cuando uno se mete con las fuerzas de seguridad se da cuenta que hay un verdadero trabajo dispuesto a sacar inocentes o minimizar las penas de los efectivos”. Además comentó que “el fiscal sabe que su primer aliado es la policía porque trabajan codo a codo en las detenciones y allanamientos, pero cuando un tribunal le cree a los pibes pobres, se muestra que no son impunes”.

Finalmente reflexionó sobre todos los años de lucha que siguieron a la masacre, y que a pesar de que se hizo justicia “no hay nada que pueda restituir la vida de los pibes, y las mamás sabían eso”, cuando ellas se enteraron de las condenas, “no hubo en sus rostros una sonrisa, sino una triste calma”.

Los sobrevivientes de la masacre hoy siguen intentando retomar sus vidas, sabiendo que hay un deber de verdad para con Diego, Elías, Manuel y Miguel, y que se animaron a declarar por ellos, para que pudiesen descansar en paz y con dignidad, que siempre fue lo único que sus familiares querían conseguir.

«Por primera vez cuento ante un juez lo que viví»

«Por primera vez cuento ante un juez lo que viví»

El sobreviviente Juan Olivero testificó durante la quinta jornada del juicio que investiga la Masacre del Pabellón Séptimo, ocurrida el 14 de marzo de 1978, en plena dictadura.

El pasado miércoles 6 se realizó una nueva audiencia del juicio oral por la Masacre del Pabellón Séptimo en los tribunales de Retiro. Durante la audiencia, testificó Juan Olivero, otro de los sobrevivientes de la masacre. 

En representación de la querella, Claudia Cesaroni comenzó a realizarle preguntas y. Olivero contó que estuvo preso durante el 1976 hasta 1982. Había sido trasladado al pabellón de Devoto meses antes de la masacre. Por entonces, tenía 20 años. 

Cesaroni le preguntó sobre lo ocurrido los días 13 y 14 de marzo en la unidad penitenciaria, a lo que el testigo explicó que todo inició con el conflicto de la televisión. Durante su relato, mencionó un intercambio de palabras que se dio entre un interno (a quien posteriormente identificó como Tolosa) y un guardiacárcel que le ordenó que apague el televisor. Olivero contó que el interno se terminó rehusando a la orden y que él se fue a dormir antes de que termine la película que estaban viendo todos. 

La abogada querellante le consultó al testigo si recordaba haber oído o visto algo particular durante la madrugada, luego de lo sucedido, pero él respondió que no. Sin embargo, durante la mañana de ese mismo día su compañero Hugo Barzola le comentó que horas después de lo ocurrido con la televisión había entrado parte del cuerpo penitenciario para hablar con Tolosa.

Olivero explicó que el recuento de reclusos se realizó a las 7 de la mañana, al igual que todos los días. Sin embargo, la particularidad de esa vez fue que luego del procedimiento se escuchó un silbato y vio entrar al cuerpo de requisa. “Tenía el doble de personal, aproximadamente serían 70 personas. Entraron gritando, puteando, denigrando y pegando con los palos,  algunos tenían cadenas”, relató el testigo. A lo que añadió haberse ido al fondo con las manos atrás y que al girar la cabeza vio cómo estaban golpeando a sus compañeros. 

“Veo que se empieza, como defensa, a correr las camas en círculo para parar la barbarie que estaban haciendo los milicos. Para que se vayan. Y se fueron”, comentó. Sin embargo, expresó que ahí ni siquiera “había empezado la masacre”, ya que después los penitenciarios volvieron al pabellón de un modo más agresivo, lanzando gases y disparando hacia los reclusos.

Olivero comentó que, buscando protegerse de los disparos y gases, vio muchos cadáveres de sus compañeros tirados en el piso. No obstante, anticipó no recordar el nombre de ninguno de ellos. Junto al resto de sus compañeros con vida, explicó que pusieron colchones sobre la reja, intentando tapar la visibilidad de las autoridades que buscaban agredirlos con ametralladoras o lanzagases. A pesar de ello, el testigo contó que continuaron disparando y vio cómo los colchones que colocaron para tapar comenzaron a prenderse fuego. A raíz del incendio, Olivero contó cómo rápidamente se fue oscureciendo el pabellón. 

“Con lo poco que veía, observo a un compañero que, al fondo a la derecha, se sube a tomar aire y de afuera del pabellón lo balean y cae”, recordó. Olivero recordó que en ese momento sus dificultades para respirar se habían agravado, por lo que se dirigió al fondo del pabellón donde había un poco de luz y trató de saltar hacia una ventana. Sin embargo, al tocarla se quemó las manos: “Las piernas también las tenía quemadas. Después de eso me caigo, me quedo en el piso, es impresionante el calor que tenía ahí”. Si bien el testigo no recuerda cuánto tiempo estuvo tirado, puntualizó que en ningún momento hubo asistencia de parte de los penitenciarios ni de los bomberos hasta ese momento, sino que “el fuego se apagó solo”.

Olivero explicó que en un momento escuchó una voz que ordenaba que “el que pudiera salir que se levante” así les “prestaban atención”. Luego de unos minutos, se levantó y vio cómo su cuerpo estaba todo negro. Al salir del pabellón, el testigo recordó ver el piso lleno de cadáveres, “adelante había cuerpos carbonizados” contó. 

Al salir al pasillo, le pusieron las manos atrás mientras lo hacían bajar tres pisos. Durante ese camino, expresó haber visto más cuerpos tirados de sus compañeros, de los cuales indicó que posiblemente eran cadáveres. Luego del recorrido, contó que lo empezaron a golpear. Posterior a ello, lo llevaron a la celda de castigo, donde no recuerda cuánto tiempo estuvo allí. 

Una vez que lo sacaron de esa celda, lo trasladaron al Hospital Alvear. “Tenía quemaduras en las manos y en las piernas, también infinidad de golpes” relató. Ante la pregunta de si durante su estadía en el hospital le habían tomado declaración, Olivero comentó haber realizado una pero que fue “escueta” y que se la hicieron en un momento en que estaba mal psicológicamente y de salud “apenas andaba”. 

El testigo rememoró las consecuencias que sufrió en los tratos al volver al pabellón de Devoto por ser un sobreviviente de la masacre : “Cuando venía la requisa y nos poníamos desnudos, pienso que algunos me conocían, o al verme las quemaduras de las manos y las piernas prácticamente me sacaban o me molían a palos”. Contó que muchas veces lo mandaban castigado. “No solo era maltrato sino también golpes. La requisa me tiraba a un calabozo y perdía la noción del tiempo allí” explicó Olivero. 

Al preguntarle sobre el momento en que consiguió su libertad, el testigo explicó que se puso a trabajar en una herrería en Santa Rosa durante el año 1982 y que a los cinco meses pidió la libertad condicional, que fue aceptada en abril de 1983. A partir de ahí, convivió un tiempo con su padre. 

Olivero explicó haber hablado con muy pocas personas lo que vivió en el pabellón. La primera a quien le contó fue su esposa y la segunda a Cesaroni, la abogada querellante. “Compramos con mi señora una Netbook y me puse a buscar “Pabellón Séptimo”, ponía “motines” y también apellidos que recordaba hasta ese momento pero no encontraba nada. Hasta que un día volví a buscar “Pabellón Séptimo” y ahí me apareció el libro de la doctora”. El testigo recuerda ver un teléfono para comunicarse con Cesaroni, a lo que posteriormente pactaron un encuentro y él le compartió su testimonio. 

Cesaroni le preguntó si en algún momento tuvo algún tipo de reparación o reconocimiento económico de parte del Estado, lo cual fue negado rotundamente por el testigo. Sin embargo, dijo que “ahora en este momento, lo que es un reconocimiento es estar sentado acá. Por primera vez puedo contar ante un juez lo que viví personalmente ese 14 de marzo de 1978”. 

Posteriormente la querella le exhibió unas imágenes de distintos sectores del pabellón con la finalidad de que el testigo pueda indicar qué reconoce. Entre las fotografías, Olivero identificó la entrada del pabellón, el área en donde se encuentra el guardiacárcel, las ventanas laterales y de frente y, por último, la televisión del pabellón, objeto que el testigo describió como “la protagonista de la masacre”. 

A continuación, el juez Toselli estableció un nuevo cuarto intermedio hasta la próxima audiencia que será realizada el día miércoles 13 de noviembre. 

Viaje a la inclusión

Viaje a la inclusión

La Línea 85, que une Quilmes con Ciudadela, impulsa una iniciativa para incorporar en el transporte señalización pictográfica para personas con trastornos del espectro autista.

Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) son condiciones del desarrollo neurológico que, en distintos niveles, afectan la habilidad de interacción y comunicación social. Un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría de 2022, estima que alrededor de 500 mil argentinos lo sufren en algún grado.

Para ellos, viajar en transporte público puede resultar una experiencia agotadora, con situaciones de tensión o malentendidos. A esto se suma que son personas sensibles incluso a los ruidos, la luz o a los olores.

Atentos a esta realidad, un grupo de trabajadores solidarios de la Línea 85, organizados en “La Banda de SAES”, llevan adelante una iniciativa con el objetivo de incorporar pictogramas en los colectivos, para que las personas con TEA puedan comprender el entorno que los rodea durante el viaje.

“Queremos que Argentina sea el primer país del mundo con su transporte señalizado al cien por cien”, expresa Alejandro Garro, gerente general de la empresa y líder del grupo solidario, entrevistado por ANCCOM.

La implementación de la señalización cognitiva comenzó en 2022, a partir de la campaña “Concientizar, un viaje a la reflexión”, que consiste en colocar flyers en los colectivos sobre donación de sangre y órganos, violencia de género, prevención de cáncer de mama y cultura de la paz; esto último porque la línea fue declarada Embajada de la Paz en 2021.

“Nosotros tenemos actividades solidarias como apadrinar comedores de aquí, de la Ribera. También a una escuela rural en Avellaneda, que es la única que hay en la zona sur, en la costa de Villa Domínico. Y realizamos diversos festejos como el del Día del Niño o exposiciones de colectivos”, cuenta Garro acerca del grupo.

Una de esas actividades realizadas por La Banda de SAES cuando se levantó el aislamiento por la pandemia, fue la presencia de Papá Noel en la cabecera de la empresa, en diciembre de 2021, para que los nenes reciban juguetes y puedan subirse a una unidad de la línea. Alejandro recuerda que se sorprendió al ver que los chicos, en vez de acercarse al volante, iban a los flyers de la campaña que estaban pegados.

“Llamo a Karina, que es la referente de Familias TEA Quilmes [N. de R.: uno de los grupos a los que invitan a eventos] y le pregunto: ‘¿Qué pasa con los nenes?’. Y dice que el flyer ‘es lo más parecido a un pictograma que hay, pero en Argentina estamos tan lejos’”.

Finalizado el evento, Garro rastreó más información hasta que llegó al Ayuntamiento de Aragón, en España, y descubrió que los pictogramas son un SAAC –Sistema Alternativo y Aumentativo de Comunicación– que busca compensar las dificultades de comunicación de algunas personas.

Tras contactarse con el Centro Aragonés para la Comunicación Aumentativa y Alternativa (ARASAAC), le mandaron 24 pictogramas: veinte de ellos para los colectivos y cuatro para las paradas. A su vez, la ONG Salidas inclusivas las adaptó a “la argentinidad” debido a las diferencias con el uso de algunos términos o dibujos con el país ibérico.

“El 1 de marzo del 2022, junto a Salidas Inclusivas y Familias TEA Quilmes, pusimos los pictogramas en los colectivos. Entre todos y junto a los nenes, los pegamos en el primero; y a partir de ahí hicimos otros 110, nuestros. Fue un antes y un después”, recuerda Garro, y agrega que no había antecedentes previos, al menos, en el continente: “Somos la primera línea de transporte público que tiene en su flota cien por cien señalizada, no existía otra”.

Poco tiempo después, otras cuatro líneas donde la empresa es socia y las administra, fueron sumadas a la iniciativa: 98, 275, 307 y 506 de La Plata. La primera lo hizo el mismo año que la 85, mientras que las otras tres se incorporaron el año pasado.

En palabras de Alejandro Garro, la señalización cognitiva se encuentra o va a estar presente en 63 líneas y 5400 colectivos, con el compromiso que todas ellas las tengan en su flota. “Todavía no llegamos porque también es un costo 20 pictogramas, por ahí hablamos de 18 o 20 mil para cada colectivo. En tiempos difíciles como lo son ahora para el transporte, a veces la prioridad es otra”, reflexiona.

Desde enero de 2023, la carrocera Todo Bus pega los pictogramas a todas las unidades que fabrican. También se pueden encontrar en corredores de otras ciudades como Santa Fe y Tucumán. Por otro lado, la Provincia de Buenos Aires busca aprobar un proyecto de ley para introducir su obligatoriedad en todas las unidades. Si bien no hubo avances, la Cámara de Diputados declaró su beneplácito por la iniciativa de La Banda de SAES.

Pero Garro destaca que el “golpe importante” fue cuando se sumó el Grupo DOTA: “Nuestra empresa tiene muy buena relación con su cabeza [N. de. R.: el principal dueño del holding], Ángel Faija. Vio la campaña, me pregunta de qué trataba, le cuento y me responde ‘bueno, vamos a hacerlo’. Hicimos una presentación en la terminal Puente La Noria, donde ahí guardan tres mil colectivos”.

La Municipalidad de Quilmes puso los pictogramas en sus paradas, mientras que Avellaneda y Lomas analizan sumarse a través de una ordenanza del Concejo Deliberante. “No se puede ir y pegar los pictogramas en las paradas porque si no te viene una infracción”, advierte Garro, en referencia a que está prohibido pegar carteles en la vía pública.

Con respecto a la respuesta del público a los pictogramas a bordo de las unidades, señala: “En Instagram tenemos mucha repercusión, muchos padres que nos escriben. Hemos mandado pictogramas a colegios, dimos charlas. Cada vez que nos invitan, vamos”.

Destaca la aceptación de los más chicos, así como también que recibe videos y dibujos que mandan los padres. “Hay nenes que ya somos amigos. En todos los eventos son los primeros en estar y hasta ellos cuentan sobre la señalización. Le pido a ellos que me hagan la campaña”, en alusión a que hablen con sus palabras sobre su importancia. “Nos ayudan a saber qué hacer dentro del colectivo. Son útiles para todos, es un derecho”, explica un chico que aparece en uno de los videos que muestra Garro.

Sin embargo, no todo es color de rosa, ya que hubo vandalismo de la señalética en algunas unidades e incluso casos de robo de aquellas que se encontraban pegadas en las paradas de Quilmes. “No sé si es por política o porque a la gente les llama la atención los dibujitos y se los lleva. No le encuentro un porqué. Es una cosa de locos”, se lamenta.

“Está todo hecho, necesitamos voluntad política para que salgan ordenanzas en municipios, una ley en la provincia o Nación; y el apoyo de empresas también. Es contagio, pero si saliera una norma, ya la empresa estaría más obligada. No digo que una línea que tiene 100 colectivos, que está haciendo un esfuerzo enorme, vaya a poner los pictogramas, pero por ahí que cada vez que se incorpora un cero kilómetro, que los tenga. Entonces, de a poquito, vos vas haciéndolo”, concluye.

El Gobierno continúa atacando a la salud mental

El Gobierno continúa atacando a la salud mental

El Centro 1 Hugo Rosarios, en Núñez, será cerrado según anunció el Ejecutivo nacional para lotear el terreno. El centro depende del gobierno porteño, pero el espacio es de Nación. Los trabajadores vienen convocaron a una asamblea para este miércoles a las 10.

Los trabajadores del Centro de Salud Mental N° 1 Dr. Hugo Rosarios están en estado de alerta y movilización porque el gobierno nacional quiere subastar el terreno donde funciona. Exigen una respuesta inmediata al Jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, que asegure la continuidad de los servicios. El 24 de octubre entró en vigencia el Decreto 950/2024 donde se ratificó, entre otros, el Decreto 952/2016 que autorizaba la enajenación del terreno ubicado en Manuela Pedraza 1558. Bajo la presidencia de Mauricio Macri el personal logró frenar el avance de los negociados privados sobre el predio, aunque en una especie de deja vu, el presente los obliga a volver a luchar por la salud pública, gratuita y de calidad. 

El Centro N° 1 funciona desde 1968 en el barrio de Núñez, aunque alberga gran parte de la demanda de atención de salud mental de toda la zona norte del Área Metropolitana de Buenos Aires. Más de mil pacientes por semana son atendidos de forma interdisciplinaria: allí trabajan psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, nutricionistas, entre otros profesionales. También funcionan dos hospitales de día: uno para adultos, y “La Cigarra” destinada a niños con autismo y psicosis. “Los hospitales de día tienen la compleja estrategia de evitar la internación y fomentar la inclusión social de los pacientes”, sostuvo Marcela Giménez, terapista ocupacional y delegada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

Ni quienes reciben atención en el Dr. Hugo Rosarios ni los empleados del hospital fueron avisados sobre la situación en la que se encuentran. “Si llegan a cerrar ahí ¿qué hacemos nosotros los pacientes? Con todo lo que vivimos, se la siguen agarrando con los que menos tenemos”, expresó con incertidumbre y angustia Ana Hlousek, paciente del Centro hace 13 años. No conformes con destruir la trama urbana e identitaria de la ciudad, ocho años después, intereses de unos pocos vuelven a insistir contra los puestos de trabajo y la integridad de los pacientes del Centro de Salud Mental N°1. 

El vocero presidencial Manuel Adorni, en un intento de justificar la subasta de inmuebles de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) argumentó que están en desuso o mal uso y generan gasto. Sin embargo, Hlousek agregó que “el Centro funciona bárbaro, ahí me salvan la vida, es un lugar maravilloso”. La paciente, además, es pensionada, por lo que comentó que si no le entregaran la medicación que necesita para su estabilidad, no podría pagarla. En el centro también proveen fármacos de manera gratuita a quienes los requieren, otorgando más de 500 recetas por mes. 

“Es paradójico que en este momento donde se le da lugar a hablar de salud mental en el espacio público y mediático, haya una falta de políticas orientadas a achicar la brecha entre las personas que son atendidas, y quienes necesitan asistencia y nunca recibieron, casi el 70 por ciento”, explicó Giménez. El Centro N°1 Dr. Rosarios junto al Centro de Salud N° 3 Ameghino son los únicos dos centros de salud mental públicos de la Ciudad de Buenos Aires. 

Dentro del plan de lucha que definieron los trabajadores, convocan a toda la comunidad, pacientes y profesionales a acercarse a la asamblea abierta que se realizará el 6 de noviembre, este miércoles, desde las 10 de la mañana en Manuela Pedraza 1558. Buscan visibilizar el estado de alerta para que el gobierno de la Ciudad intervenga con Nación y lleguen a una resolución que proteja al Centro N° 1. “El equipo puede ser con los mejores profesionales, mucha vocación y amor, pero si no están las condiciones administrativas, presupuestarias y físicas no es posible y no condicen las palabras con los hechos” cerró Marcela Giménez. 

 

Pinte y vuelve

Pinte y vuelve

Un emblemático mural de Perón y Evita ubicado en el barrio porteño de Caballito fue borrado horas después del 17 de octubre. Tras la denuncia en redes, vecinos, militantes y artistas decidieron reconstruirlo.

El sábado 19 de octubre, 48 horas después del Día de la Lealtad, los vecinos de Caballito se encontraron con la ausencia del mural histórico de Perón y Evita que ocupaba la ochava de la esquina de Río de Janeiro y Machado, a metros del Parque Centenario. En su lugar, apareció el paredón pintado color ladrillo. La imagen rápidamente llegó a las redes sociales, con usuarios indignados por un lado y otros felices por la eliminación de la imagen.

La polarización se acrecentó con la divulgación de las fotos de un nuevo mural, allí mismo, con la figura de Javier Milei, pero resultó ser un montaje. Mientras tanto, vecinos y militantes peronistas se acercaron, lijaron la pared y comenzaron a restaurar el viejo mural.

La obra vandalizada pertenecía al escultor, dibujante y docente Rodolfo Aguerreberry (1942-1997). Fue profesor de la Escuela de Bellas Arte Manuel Belgrano y coordinador de talleres creativos de plástica en Fundación ORT. Fue, además, uno de los responsables del “siluetazo”, junto a Julio Flores y Guillermo Kexel, que consistió en la realización de siluetas como modo de representar a los desaparecidos durante la dictadura militar. La intervención –el trazado del perfil del cuerpo de una persona recostada sobre un papel extendido– visibilizó la causa de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y fue parte del paisaje urbano previo a la vuelta de la democracia.

El mural borrado en Caballito mostraba el abrazo entre Perón y Evita del 17 de octubre de 1951, Día de la Lealtad y de la primera transmisión televisiva en Argentina. La leyenda debajo decía: “Los días más felices fueron, son y serán peronistas”. Aguerreberry lo pintó junto a militantes entre 1994 y 1995, y fue restaurado por vecinos en noviembre de 2022.

Adriel Fontanarrosa, estudiante de Derecho, trabajador ferroviario, militante de la agrupación 26 de Julio y delegado del sindicato La Fraternidad, reunió hace unos días a un grupo de personas dispuestas a restaurar el mural y, en diálogo con ANCCOM, relata cómo se organizaron.

¿Cuál era el valor del mural?

El peronismo trajo algo que nunca se va a poder borrar: la lucha por los derechos de los trabajadores. Para mí este mural, como tantos otros a lo largo y ancho del país, es una marca no solo en una pared, sino una parte de nuestra historia marcada en los corazones de los trabajadores.

 

Este Gobierno arremete contra la historia, pero también contra la educación pública, la salud, los jubilados, ¿cuál creés que es su plan?

No hay un plan concreto. Este Gobierno ataca a los estudiantes, a los abuelos, arremete contra el transporte, y contra las necesidades básicas de un trabajador y de cualquier persona. Ataca la educación, cuando esta es necesaria para salir adelante, para garantizar el ascenso social en este país. El transporte también es fundamental, es lo que todos necesitan para movilizarse al trabajo, generar ingresos y mantener a sus familias. La doctrina de este Gobierno se basa en el odio, en la motosierra y en el ataque al que no piensa igual. El presidente incita constantemente al odio y la división entre argentinos, entre estudiantes, entre jubilados, entre el pueblo y la propia policía y fuerzas de seguridad, lo cual es triste, porque los mismos policías que hoy reprimen a los abuelos también se van a jubilar el día de mañana. Lo que impulsa esta gestión es muy dañino, desde tapar un mural a generar cada vez más violencia entre argentinos y argentinas.

 

¿Se ha podido confirmar quién dio la orden de tapar el mural?

No se sabe quién es el responsable, pero entendemos que acá hay un ataque concreto por parte del Gobierno de la Ciudad, del mismo presidente, gente que lo apoya o de cualquier persona que desea seguir generando divisiones en el país. Meterse con el peronismo, que no es solo un movimiento, sino una doctrina y una forma de vivir -porque el que es peronista lo es toda la vida-, genera repudio y tensión entre nosotros y el que tenemos enfrente.

En redes circuló un montaje que reemplaza el mural con una imagen del Presidente…

Es falso, por supuesto. Esto demuestra cómo el Gobierno y sus votantes logran manipular la realidad a través de las redes sociales y otras plataformas solo para generar violencia y disputas.

 

¿Cómo se difundió la convocatoria para restaurar el mural?

Los que llevamos el peronismo en el corazón sentimos la necesidad de dar una mano. Desde el Sindicato La Fraternidad se nos acercó el pedido de conseguir gente dispuesta a ayudar en la restauración, y en muy poco tiempo teníamos pintores, militantes y vecinos dispuestos a poner manos a la obra. Todos peronistas, todos con el movimiento en el corazón. La frase fue terminada, pero próximamente artistas y miembros del PJ Juventud restaurarán la imagen del abrazo. La tan emblemática imagen pintada en 1995 seguirá presente, demostrando que el peronismo nunca se va ir, nunca lo van a borrar, tapen los murales que tapen, nunca van a borrarlo del corazón de los argentinos.

 

¿Qué impacto tuvieron?

El impacto fue inmediato, fue sorprendente la reacción de la juventud. Me llena de orgullo ver jóvenes preocupados por cosas como esta, verlos comprometidos con el movimiento, y ver lo que el peronismo genera en ellos.

 

Recientemente el Presidente afirmó que le encantaría “meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo con Cristina adentro”, ¿qué opinás?

Este hombre lo único que hace es implantar una noción de combate, violencia y odio. Ataca gratuitamente a todo el mundo. Con sus dichos quiere decir, prácticamente: “Los voy a terminar de matar”. Al peronismo nunca lo van a matar, porque es muchísimo más grande que todos ellos. El peronismo debería reconocer sus errores, ya que gracias a ellos ganó este Gobierno, y asumir la responsabilidad y compromiso de solucionar los problemas de la gente. Esas son nuestras bases, sin prometer nada ayudar al trabajador, al estudiante, al jubilado, al sector de salud y transporte.