Poesía que brota entre los desechos

Poesía que brota entre los desechos

Literatura, artesanía y reciclado confluyen en las obras de Alejandra Bosch, escritora, tejedora, recicladora y creadora de Ediciones Arroyo, editorial autogestiva santafesina.

Alejandra «Pipi» Bosch es la poeta, editora y gestora cultural santafesina detrás del proyecto Ediciones Arroyo, una editorial autogestiva de poesía contemporánea que utiliza la basura como material principal para producir sus libros. Gestada en Arroyo Leyes, un pueblo costero ubicado a 20 kilómetros de la capital santafesina, la editorial ha publicado más de 130 libros de poetas nacionales e internacionales desde su creación en 2016.

Se destaca por sus llamativas ediciones artesanales: las tapas de los libros tienen un fondo negro con distintos bordados en color que las cubren de pájaros, flores y camalotes y con collages de letras. Son libros-objetos; no sólo es el texto poético, sino también una obra de arte única en cada portada. Para crearlas, Bosch recicla cajas y sachets de leche que juntan para ella una red de recolectores de distintas ciudades. Darle una segunda vida a lo que para otros es basura es la premisa.

Ediciones Arroyo es, en palabras de su creadora “un proyecto absolutamente ajeno a todo el canon y de lo que se entiende por una editorial comercial”. Alejandra y su hijo se encargan artesanalmente de todo el proceso de edición; desde la selección y curaduría de autores y poemas, la creación de ilustraciones, a la impresión, diseño y creación de las artísticas tapas. Otra característica que la hace única es que los textos son cedidos de palabra. “Los libros circulan por el ambiente literario argentino, por librerías, ferias y universidades, pero nosotros jamás hemos registrado un derecho autor. Nos mandan los textos por correo, armamos los libros, series breves de entre tres a diez poemas con alguna ilustración y el trabajo de las tapas que es lo que nos caracteriza” explicó Bosch en una entrevista para ANCCOM.

El proyecto surge de la confluencia de distintas facetas de su creadora; además de poeta, viene de un linaje de bordadoras y estudió artes visuales como primera carrera. Después de vivir 15 años en Brasil, Bosch volvió a Santa Fe y presentó un proyecto al municipio para dar talleres sobre el reciclado de los desechos  domiciliarios en donde las personas podrían aprender a tejer en crochet con bolsas de plástico y otros residuos. “Me dediqué a tejer y enseñarle a la gente a reciclar el plástico. En una oportunidad, una alumna en vez de cortar las tiritas para el tejido me trajo un sachet de leche entero y ahí se me ocurrió hacer una tapa de libro; vi que daba el tamaño justo para un libro de poesía pequeño”. Para ese momento, Bosch ya estaba en el circuito literario santafesino y había publicado su primer libro, Niño pez, en 2015. “Me inventé el trabajo perfecto porque pude cruzar mis dos pasiones: el arte y la poesía” declaró la coordinadora de Ediciones Arroyo.

La experiencia de Ediciones Arroyo trascendió fronteras y captó la atención de algunas instituciones académicas como la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), donde la editorial cartonera es vista como una referente en su campo. Esta institución brasileña, a través de su Programa de Posgrado en Ciencias de la Literatura, no solo incorporó libros de la editorial en su biblioteca, sino que ha invitado a Bosch a compartir su obra.

El encuentro fue organizado por Eduardo Cohelo, Luciana di Leone –profesores de la UFRJ– y Mabel Boechat Telles, estudiante que lleva adelante su tesis doctoral sobre la obra de la poeta. En septiembre, Alejandra viajó a Río a compartir tanto el proceso editorial que lleva adelante en Ediciones Arroyo, como su propia experiencia como autora y la relación de su obra con las prácticas artesanales de bordado que heredó.

Tras descubrir a Bosch a través de una traducción en el sitio «Mulheres Que Escrevem», Boechat Telles se interesó no solo por su poesía, sino también por su labor como editora y artesana. El reciente encuentro en la Facultad de Letras de la UFRJ fue, para ella, un momento clave en su investigación: «Escuchar y conversar con Alejandra y ver sus libros hechos a mano fue muy enriquecedor para mi investigación» declaró Boechat Telles en una entrevista para ANCCOM. La estudiante señaló también la importancia de construir redes entre escritores latinoamericanos, esencial para seguir profundizando en las intersecciones entre poesía, edición y artesanía. Para Alejandra, la invitación representa un reconocimiento al trabajo autogestivo y artesanal que lleva desarrollando durante casi una década. En sus palabras, «esto indica que todavía hay gente interesada en los circuitos no comerciales, en tender puentes y redes».

La red es clave en este proyecto: una de las patas más interesantes del proyecto es la organización para la recolección de la “basura”, que luego Alejandra convierte en piezas de arte. Un gran grupo de recolectores de Arroyo Leyes, Rincón, Santa Fe, Rosario y otros puntos del país recuperan las cajas y los sachets, y se encargan de hacérselos llegar a la editorial. “Nosotros no podríamos existir si no tuviéramos a estas personas que desde el primer momento, cuando consumen un lácteo en sus casas, lo lavan, aplastan y secan para después hacérnoslos llegar” declaró la editora.

En cuanto a los autores, el catálogo empezó recuperando autores locales que habían sido publicados anteriormente y tenían cierto peso en la comunidad.  “Investigué cuales eran las voces que convocaban para las lecturas y las publicaciones en el momento. Con ese criterio seguí invitando a publicar los primeros años. Las primeras ediciones de Arroyo fueron dentro de la serie Dos Poemas. Comenzamos publicando a José Villa, Walter Lezcano, Analía Giordanino, Francisco Bitar, Fernando Callero, Santiago Venturini, Agustina Lescano y Larisa Cumin. Más tarde lo fui abriendo a otros autores no tan conocidos. Hemos dado la oportunidad a poetas nuevos que nunca habían publicado” aclaró Pipi Bosch.

Hoy en día el catálogo está abierto a quién tenga interés de publicar, la premisa es hacerlo lo más horizontal y amplio posible. Durante todo este año está abierta la convocatoria “Fluviales”, para la publicación de libros dobles, que incluyen a un poeta de Santa Fe y a otro de Paraná, fortaleciendo el diálogo literario entre ambas regiones. Para quienes deseen más información sobre esta convocatoria o quieran presentar su obra, pueden escribir a alejandraboschotero@gmail.com.

En el otro extremo de la cadena editorial, la distribución en Ediciones Arroyo es artesanal como los libros mismos: “Llevamos los libros a distintos festivales, encuentros, lecturas y ferias de literatura y poesía,  y ahí vendemos. No trabajamos con muchas librerías porque este género no es tan comercializado en el circuito mainstream. Ahora queremos exportar los libros también, pero siempre llevándolos  nosotros o los mismos poetas para que expongan su trabajo mientras los ofrecen. Siempre fuera de lo esperado en el circuito comercial”, aclaró Bosch.

En un tono reflexivo sobre la situación actual de la cultura, Bosch manifestó: «A pesar de las dificultades hay que seguir adelante y batallar, planteando nuevas formas para resistir. Nosotros somos trabajadores de la cultura que estamos en el territorio, no ganamos premios ni estamos en altas esferas. Nuestra construcción es comunitaria». El ambiente literario, según explica, es un espacio de gran resistencia, donde se forjan alternativas al dominio del canon tradicional. «Estamos permanentemente armando redes con otras editoriales, autores y universidades, tanto locales como internacionales», agrega, convencida de que el trabajo en comunidad es el camino para hacer circular la palabra poética de forma más horizontal y menos condicionada por intereses comerciales. En este sentido, Ediciones Arroyo se presenta como un modelo de cómo se puede hacer literatura desde una perspectiva más inclusiva y accesible.

Bosch concluye con una visión que trasciende lo literario: «Nos mueve el deseo, la necesidad de dejar un legado. Hay que hacerlo igual, independientemente de las circunstancias, de las becas o ayudas estatales, premios o concursos que haya. Obviamente, todo eso ayuda, pero si no está, no podemos perder el territorio». Para ella, la clave está en no abandonar los espacios que se habitan, asumir la militancia desde la vida cotidiana y entender que, como sujetos políticos, la cultura y el arte son herramientas esenciales para la transformación social.

Derecho a la belleza

Derecho a la belleza

Esta semana se realiza en Buenos Aires la XII edición del Festival Internacional VaPoesía Argentina, con el propósito de llevar poemas a sectores vulnerables de la población.

La propuesta surgió en 2013 de la mano de Marta Miranda y Ricardo Rojas Ayrala, escritores y gestores culturales. “Este festival nació con la necesidad de aportar algo a nuestra comunidad. Con Ricardo somos codirectores del festival, y como no somos trabajadores de otra cosa que no sea de la palabra, decidimos que la literatura podía ser una herramienta de inclusión social. Por eso decidimos crear un festival que otorgara espacio a las comunidades que no tienen por hábito participar en eventos como festivales de literatura”, afirmó Miranda y completó: “Con la excusa de la poesía generamos un espacio para que, a través de la palabra, las personas se repiensen como sujetos de derecho. En ese espacio de las palabras, que todos compartimos, creamos un momento donde podemos volver a encontrarnos con nuestros sueños, a pensar lo que queremos, recordar lo que deseábamos, y por qué no, tratar de hacerlo posible.”

Desde su primera edición, el festival convocó a más de 170 escritores internacionales y nacionales, recorrió más de 26.000 kilómetros para abrir el diálogo poético en cárceles, escuelas, barriadas populares, comedores, sindicatos, poblaciones originarias y refugios de gente en situación de calle, entre otros ámbitos. “Los que hacemos VaPoesia –afirmó Rojas Ayrala-  creemos que los desafíos que enfrentan las comunidades en situación de vulnerabilidad es que no se las toma en cuenta como sujetos de derecho. Eso no solo implica el acceso a la vivienda, la alimentación, un trabajo digno, la salud y la educación, sino también el acceso a la cultura en general. Uno de los derechos que queda en el camino, porque pareciera no ser muy urgente, es el derecho a la belleza. Por eso, consideramos que hay que atender todas las otras situaciones estructurales sin perder de vista que se tiene derecho a la cultura en todas sus manifestaciones.”

VaPoesía propone una integración de autores regionales e internacionales para construir un espacio de inclusión que fomente el contacto con la literatura como herramienta para expandir la reflexión y la expresión. Valeria Sandi, poeta boliviana invitada, expresó: “La importancia de la poesía es que nos ayuda a reconocernos en el otro. Hay muchas cosas en común en nuestros territorios, desde las problemáticas hasta nuestros sueños. Escuchar es un acto de crecimiento. Espero que los participantes se lleven interés, ganas de leer y quizás de escribir. Muchos de ellos lo hacen, tienen empatía y ganas de desarrollar actividades desde su barrio o comunidad. Esos impulsos son vitales para continuar.”  Ella, junto a otros poetas, estará el martes a las 15:30 en la Escuela de Artes y Oficios Monseñor Romero, de la Villa La Cárcova, del Partido de San Martín, y el 7 desde las 19 en la Biblioteca El Resplandor, de Boedo.

Por su parte, Magnus Williams Olssen, escritor y traductor sueco invitado al festival, destacó las particularidades de la poesía en nuestro tiempo: “La idea de que la poesía es solo para intelectuales es un concepto que pertenece al pasado. Hoy la poesía es para todos, cualquiera puede publicar sus poemas en una red social. La poesía también es un modo de pensar, un modo de filosofía accesible para todo el mundo.” El autor estará este martes a las 10 en el Instituto de Menores en Conflicto con la ley José de San Martín

En esta edición el festival se desarrolla en dos etapas: desde el 28 de octubre al  primero de noviembre se realizó en la provincia de Mendoza, y del 4 al 8  en Buenos Aires. Su puesta en marcha peligró frente al contexto de crisis social y económica que atraviesa el país, agravado por el desfinanciamiento del gobierno a las políticas culturales.

Al respecto, Miranda sostuvo: “Tuvimos que hacer un ajuste fuerte. Estaba la decisión de suspender el festival por este año o reacomodarnos. No nos dimos la opción de suspender porque la comunidad no se suspende. Invitamos menos autores, recortamos algunos días pero igualmente estamos. Este gobierno claramente no quiere financiar la cultura, no le interesa nada más que los capitales financieros, pero un país está hecho por su gente y nosotros trabajamos con ellos, y somos parte de eso.”

Aparte de Olssen y Sandi, este año el festival contará con la participación de los argentinos Sergio Morán,  Liliana Ponce Laura López, Alejandro y María Laura Decesare, Marcelo Carnero, Mabel Albesa y Jotaele Andrade, y de los colombianos Javier Naranjo y Orlanda Agudelo Mejía.

Otras actividades abiertas al público en Buenos Aires se harán  en el Teatro de la Asociación Bancaria, la Asociación Gremial Trabajadores del Subte, y el  Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo para Jóvenes y Adultos (PAEBYT) de la Ciudad de Buenos Aires y culminarán el viernes a las 19 y 30 en el Café-Bar La Poesía. La agenda completa se puede consultar en  las redes del Festival

La salud mental en una trama cinematográfica

La salud mental en una trama cinematográfica

«Cielo Rojo (Gigantes de Metal)», dirigida por Marcelo Leguiza, aborda desde el género de terror una problemática que cada vez es menos tabú.

Este jueves se estrena en el Cine Gaumont Cielo Rojo (Gigantes de Metal), dirigida por Marcelo Leguiza y producida por Morbo. La película cuenta con las actuaciones de Noe Antúnez, Susana Varela, Germán Baudino, Gabriela Valenti, PaulaMazone, y la participación especial de Esteban Prol y Victoria Carreras. La trama sigue a Bianca, una mujer que es engañada y secuestrada por el líder de un culto conspiranoico que utiliza su cuerpo, y el de su compañera de cautiverio para experimentar científicamente.

El verdadero terror se desencadena cuando Bianca logra escapar. El estrés postraumático, combinado con la tendencia a la alucinación que arrastra desde su infancia a raíz de un abuso, y la falta de tratamiento psicológico debido a la estigmatización de la salud mental en su familia, generan una ruptura en su percepción de la realidad, que se entremezcla con pesadillas del pasado reciente y lejano.

En su recorrido, el film transita distintos géneros como el drama, el terror psicológico y el horror corporal para narrar temáticas relacionadas a la salud mental, la disfuncionalidad familiar, el tratamiento mediático de las víctimas y su repercusión social. “Lo interesante de esta película es que toma el terror para narrar otras cuestiones que acontecen a diario, como los abusos y el uso de psicofármacos,” afirma Varela, actriz que interpreta a la psiquiatra

A través del constante juego con la mezcla de tiempos y la progresiva disolución de las fronteras entre lo real y lo imaginario, la historia se convierte en una experiencia inmersiva para el observador, quien debe discernir qué hechos narrados ocurrieron realmente. “Mi idea –reconoce Leguiza con orgullo- era que el guión no explique nada y que el espectador pueda formar su propia interpretación, cualquier cosa que entienda está bien. El objetivo siempre fue ese. La película pasó por un montón de montajes y puestas para tratar de mantener eso, que también busqué en las anteriores películas.”

En este sentido, afirma haberse sorprendido por el paso del film por un festival LGBTIQ+ en Francia, dado que el interés recíproco entre Bianca y su custodia policial no ocupa un lugar importante en la trama y solo se sugiere a través de sutiles interacciones.

Durante la construcción del guion, el director señala haber trabajado con psicólogas y psiquiatras para retratar correctamente el trastorno de salud mental de Bianca. Al referirse a este tema, menciona que surgieron debates acerca de los límites que puede transgredir un profesional en su trabajo cuando un paciente corre riesgo. Varela, por su parte, añade que hay distintos tipos de profesionales, cada uno con maneras diferentes de relacionarse con sus pacientes, y habló sobre el desafío de su interpretación: “Me tocó un rol complejo. La dificultad de mi papel estaba en el doble juego entre el personaje en sí, y el que la protagonista imagina, donde el tema era no develar.”

El rodaje se llevó a cabo en dos semanas durante  2021, en plena pandemia. Desde entonces, recorrió distintos festivales, entre ellos Fantaspoa (Brasil), Dracula International Film Festival (Rumania), Festival de Cine Fantástico y de Terror Rojo Sangre de Buenos Aires (Argentina), Gato Negro Festival Internacional (Bolivia) y XI Festival Boca del Infierno (Brasil). Leguiza recuerda las dificultades de esta etapa: “Estábamos limitados de presupuesto así que tuvimos que juntar contactos de contactos y darle lástima a los organizadores, decirles ‘che, soy argentino’, contarles la situación del país y la dificultad de pagar la tasa de interés en dólares. Y funcionó, así pudimos presentar una película independiente en distintos festivales.”

Las actrices hablaron sobre la difícil situación que están atravesando los actores, directores y técnicos. Manzone concluye: “Esta película viene de un proceso largo, tiene mucho trabajo y pasión por el cine. Es parte del ADN de nuestra cultura. Poder estar estrenando es una manera de seguir apoyando el cine nacional.”

 

Cielo Rojo estará en cartelera hasta el 6 de noviembre con funciones diarias a las 20:50 en el cine Gaumont (Rivadavia 1635).

Cartas desde la cárcel

Cartas desde la cárcel

Se reestrena la obra «Y con esta Luna», basada en la correspondencia de Charo Moreno, una militante uruguaya exiliada en la Argentina, que fue detenida por la dictadura militar.

Vuelve a escena la obra Y con esta Luna, dirigida por la actriz y directora uruguaya, Charo Moreno, quien fue presa política en Argentina desde 1974 hasta 1984. En la obra documental cuatro actrices le ponen voz y cuerpo a las cartas que la militante devenida en dramaturga envió a su madre desde distintas cárceles argentinas.

El golpe militar en Uruguay, en 1973, obligó a muchos militantes a exiliarse en Argentina, como fue el caso de Moreno. Pero un año después resultó detenida en Buenos Aires, cuando tenía 18 años y estaba embarazada. A través de las palabras que le envía a su madre se accede al cotidiano de esa joven y sus compañeras de cárcel. 

La obra se compone con recortes de 140 cartas. Fueron seleccionadas y ordenadas en relación a cuatro ejes: la vida en la cárcel, la política penitenciaria, el sol y su hijo Andrés, quien nació a comienzos del encierro. Cada carta lleva sellada la palabra “censura”, que paradójicamente significa que pasó por el control de los represores antes de ser enviada. Ellos decidían, en última instancia, qué estaba permitido decir y que no.

El título de la obra retrata un momento que se repetía en la cárcel. Entre las compañeras se hacían caballito para que una de ellas pudiera espiar la luna desde una pequeña ventana. Siempre había alguna que se lamentaba “Nosotras acá adentro y con esta luna allá afuera”. Ese gesto resume varios de los temas que se abordan en la obra: el compañerismo, la vitalidad en las pequeñas cosas, la búsqueda de conexión con el afuera y la esperanza. A pesar de tratarse de 10 años de prisión y todo lo que eso implicó, el tono de la obra es optimista. El hecho de que sean cartas dirigidas a una madre, hace que la ternura esté presente en cada palabra.

La puesta en escena

En la primera escena, las actrices dicen a la vez: “La cárcel es la primera escuela de un revolucionario”, frase de Ho Chi Minh, citada en una carta escrita desde la Brigada de Avellaneda. Mariela Lacuesta, una de las cuatro actrices de la obra, en diálogo con ANCCOM y sostiene: “Nuestra maquinaria es como un instrumento que lo afinamos con esa primera escena”.

En la obra se utilizan elementos brechtianos y las protagonistas se sirven del recurso del extrañamiento que provoca ser fieles a los textos. “La actriz está hablando, no está actuando, es la persona la que lo está diciendo”, explica Lacuesta y agrega: “Las cartas se dicen de una manera neutra, no estás comprometiéndote sentimentalmente con lo que estás diciendo”.

Al finalizar cada obra, las actrices y la directora cuentan por qué hoy en día, luego de 9 años de su estreno, consideran importante seguir poniéndola en escena. Esa convicción también es un gesto militante, así como la búsqueda de intervenir en la realidad a través del arte. Lacuesta sostiene que es crucial hacer la obra en este momento, cuando los movimientos de derecha avanzan en todo el mundo. Por su parte, Moreno subraya desde el escenario que ofrece una voz que no está del todo presente en estos tiempos, la de una juventud resistente y optimista, así como las voces de las presas políticas.

Cuando hicieron la obra por primera vez, en 2015, Lacuesta tenía casi la misma edad que cuando Moreno fue detenida. Hoy ya no son las mismas. Para reestrenar la obra, tuvieron que hacer ajustes. “No queremos recrear a esa chica de 18 años, porque no tenemos esa edad, pero sí acercarnos a esa vitalidad de una piba de 18 años que está escribiendo en la cárcel convencida de lo que cree”, explica la actriz.

Comenzaron trabajando a la gorra, buscando llegar a un público amplio. Recorrieron el país, presentándose en distintos teatros y espacios. Incluso fueron a escuelas, donde para muchos chicos significó la primera experiencia de ver teatro, así como también fue conocer esa parte de la historia. “Te enseñan en la escuela sobre el golpe militar, pero no te hablan de los presos políticos”, afirma Lacuesta. En muchas oportunidades, abren el espacio para debatir con el público después de la obra.

“La devolución de la gente fue siempre muy fuerte”, afirma Lacuesta. Recuerda la actriz una vez que ofrecieron la obra en Neuquén; había muchas ex compañeras de cárcel de Moreno en el público que cantaron las canciones a la par de la obra. También rememora una oportunidad en que realizaron la obra en una escuela y los chicos respondieron escribiéndoles cartas. “Es la maravilla del teatro. No sabés qué fibra le va a tocar al otro”, afirma Lacuesta.

Una de las formas más efectivas para que la obra continúe es el “boca en boca”. Y con esta luna puede verse todos los viernes de noviembre a las 21:00 en Área 623, con entradas disponibles en alternativa teatral. Luego de esta temporada la obra se exhibirá Uruguay.

Borges, Cortázar y María Elena Walsh, vistos por Sara Facio

Borges, Cortázar y María Elena Walsh, vistos por Sara Facio

Con el objetivo de celebrar la trayectoria de la fotógrafa fallecida en junio de este año, se presenta la última exposición aprobada por ella, que incluye imágenes inéditas de su vida y obra.

La Fundación María Elena Walsh, en colaboración con la Secretaría de Cultura de Vicente López, despliega a lo largo de cuatro salas un homenaje a la fotógrafa argentina Sara Facio, que se podrá recorrer hasta el 9 de noviembre en Quinta Trabucco.

La muestra, curada por sus amigas Graciela García Romero y Silvia Mangialardi, reúne una cuidada selección de su vasta obra, poniendo en diálogo a figuras como Borges y Cortázar y revelando imágenes de su vida junto a Walsh.

En diálogo con ANCCOM, Romero y Mangialardi comparten detalles sobre el proceso de selección de fotos, la historia detrás de retratos inéditos y lo que esperan que los visitantes se lleven de la obra de una artista comprometida con capturar la esencia humana.

¿Cómo surgió la idea de la muestra?

Silvia Mangialardi: Sara estaba por cumplir 92 años y teníamos ganas de festejarlo haciendo algo especial. Justo coincidió con que a Graciela le habían propuesto desde Quinta Trabucco hacer una muestra y fue ahí que se nos ocurrió armar esta idea. Se demoró la inauguración por unos problemas eléctricos que hubo en la Quinta y en el medio de esa espera por solucionarlos falleció Sara, así que lo que iba a ser un festejo por sus 92 años se convirtió en una muestra homenaje. Igualmente llegamos a mostrarle cómo lo íbamos a presentar y nos dijo que era el mejor regalo de cumpleaños.

Graciela García Romero: Sí, además Sara sabía que era la última muestra y sentía que ésta la honraba. Cuando la vio, nos dijo que estaba orgullosa y emocionada porque además de ser un reconocimiento, tenía el plus de que lo estábamos haciendo nosotras. No es que la armó cualquier curador, sino que venía de sus amigas. La muestra es un planteo que pone en valor su obra y que, si bien ella la llegó a ver, la elección de las fotos fue nuestra. Sarita lo único que hizo fue darnos el visto bueno, como en general hacía con otras curadurías que no fueran suyas. En general, siempre fue muy respetuosa de cualquier curador que se acercaba y le proponía una idea. Nunca la escuché criticar ni tratar de cambiar nada.

¿Cómo fue el proceso de selección de las fotos?

SM: Como la obra de Sara es muy amplia, decidimos tomar algunos puntos que merecían destacarse. Hicimos una edición absolutamente acotada porque a lo largo de toda su trayectoria ha tomado fotos de muchos escritores, cantantes e incluso figuras políticas como Perón. Quisimos hacer algo del orden de lo íntimo y que fuera apropiado al espacio de Quinta Trabucco.

GGR: Para armar la muestra empezamos trabajando con los planos de la sala. Hay una que lleva el nombre del escritor Jorge Luis Borges, con lo cual fue casi obligada la idea de trabajar con las fotos que Sarita le hizo. Se nos ocurrió como una idea interesante hacer dialogar esas imágenes con las que le tomó a Julio Cortázar, por ser exponentes de distintas épocas. De hecho, cuando los visitantes entran, se encuentran con la imagen de los dos escritores sentados en el living de sus propias casas, al lado de la ventana, reflejando la idea de querer recibir a quien los visita.

¿Hay fotos inéditas en la muestra?

GGR: Sí. Mucha gente cree que son las de Borges, porque se sorprenden de verlo hablando por teléfono o dictándole a la asistente, pero en realidad las inéditas son las que aparece María Elena Walsh y la vida de ellas dos. Particularmente hay una muy especial que es del primer viaje que hacen juntas a Mar del Plata que muestra la complicidad que tenían. La imagen es picada de arriba y se ve a María Elena de joven, con un abrigo y la felicidad de ese amor que recién empieza. En ese sentido, nos pareció que estaba bien dedicar una sala al vínculo de pareja entre ellas dos y mostrar a través de los retratos casi 40 años de relación. Aunque no son de galería, se ve en esas fotos de estudio la habilidad que tenía Sara con el retrato.

SM: Además es interesante porque representa muy bien su estilo. Sara decía que ella no quería ser una paracaidista, sino que quería fotografiar lo que ella sentía, lo que estaba cerca y lo que quería. Haber podido investigar su archivo sin dudas fue toda una aventura. 

¿Qué es lo que hace única a la mirada fotográfica de Sara?

SM: Creo que hay cosas que no se pueden definir. Lo que sí puedo decir es que Sara logró hacer que su estilo sea reconocible. La no-pose, el cuidado en el laboratorio y el acercamiento a los temas son cuestiones que uno ve y sabe que son de Sara.

GGR: Se nota en sus fotos que el paisaje que le interesaba era el ser humano y buscar la esencia de la persona retratada desde un lugar estético. Ella siempre se preocupaba de que estuviera feliz y cómoda.

¿Qué enseñanzas les dejó su vínculo con Sara? 

SM:  La idea de hacer lo que uno cree que tiene que hacer y no darle importancia a lo que los demás piensen. Sara hizo siempre lo que quiso, cuándo y cómo quiso y trabajó muchísimo por los demás, pero sin preocuparse demasiado por lo que pensaran de ella.

GGR: Sara era como una flecha, desde que nació supo quién iba a ser y nada la detuvo. Por ejemplo, para llegar a este punto de mi presente tuve que atravesar varias situaciones y Sara fue la persona que más me ayudó a enfrentarme con mi destino.

¿Qué esperan que los visitantes se lleven de la exposición? 

SM: Me gustaría que se queden con la emoción de mirar el mundo desde los ojos de Sara. Que la puedan sentir a ella y su amor por la fotografía.

GGR: Yo querría que pudieran reconocer y distinguir a Sara del resto. Me gustaría que los jóvenes sobre todo se lleven la pasión, que era una característica de la vida de Sara. Ella cuando iba al estudio no lo hacía por obligación sino por la gran pasión que sentía por lo que hacía. Tanto por las fotos como por la edición, la gestión y por los libros. También me gustaría que los ayude a formarse estéticamente. Siento decirlo, pero cuando Sara llegó a tener una cámara en la mano, ya tenía una formación en la plástica como creo que ningún fotógrafo tuvo y eso se notaba en sus fotos. Por último, ojalá la muestra aporte en la pregunta por la identidad, porque Sara tenía una noción de país y un amor por la patria increíble.   

La muestra “Sara Facio: soy fotógrafa argentina” se puede visitar de manera gratuita en Quinta Trabucco (Carlos Francisco Melo 3050, Florida) de martes a sábados de 10 a 18, hasta el 9 de noviembre inclusive.

De autómatas, zombies y humanos danzarines

De autómatas, zombies y humanos danzarines

“Vivimos desconectados de nosotros mismos, de los demás y de la Tierra”, plantea Valentina Camus, directora de Electrocardiograma, un largometraje coreografiado en el que su protagonista rompe con su rutina gracias a un corazón que le cae del cielo.

Bailar puede ser un medio para redescubrir la autenticidad y liberar las expectativas sociales. Eso parece sugerir Electrocardiograma, el largometraje dirigido y coreografiado por Valentina Camus: su personaje, Alexis, se encuentra con un corazón que le cae del cielo mientras espera el colectivo para ir a trabajar, y el suceso la lleva a experimentar una transformación que la saca completamente de la rutina. La película se convierte así en una reflexión sobre la deshumanización en la vida moderna, planteando que la transformación personal no solo es posible, sino necesaria en un mundo que a menudo impone un ritmo que desconecta a las personas de sí mismas y de los demás.

Camus nació en 1995 en Viña del Mar, en la Región de Valparaíso, pero a sus 18 años se mudór a Buenos Aires, y cuenta que cuando iba a la escuela artística, y se encontró con la materia de Filosofía, comenzó a preguntarse sobre los grandes existencialismos humanos, las grandes preguntas de la humanidad y la filosofía en sí. Cuenta que de ahí surgió un enojo relacionado al dibujo del corazón, ya que para ella, es simple en comparación con su imagen anatómica. En el filme, que podrá verse hoy en el cine Gaumont, el corazón anatómico tiene un rol central para Alexis, en palabras de Valentina, el corazón la lleva a reflexionar sobre lo que significa este órgano para el ser humano y cómo se relaciona con el amar, el deseo, los vínculos y como el ser humano además de amar, sufre. 

La directora cuenta que al primer fotograma del storyboard -una chica que espera un bondi y le cae un corazón del cielo- ya lo había imaginado en Chile, como un hallazgo fortuito, algo aleatorio que no tiene mucha información y es así como inicia la película.

¿Creés que, como Alexis, muchas personas viven en “automático”, atrapadas en rutinas sin cuestionar lo que realmente sienten o quieren?

Alexis, en parte, soy yo, somos todes quienes vivimos en un mundo que nos automatiza, que nos hiperproductiviza. Hay un ritmo de vida citadino —al menos puedo hablar desde este lugar—, que te chupa los rasgos vitales, ¿no? Te vuelve un poco un zombi. Y por eso el corazón. Lo vivo contrasta con algunos transeúntes, por ejemplo los personajes que están esperando el colectivo o que aparecen en la escalinata, que están como muertos por dentro. El ser humano, con su forma de civilización, nos lleva a este automatismo, a estas rutinas, a no cuestionar, a repetir: al autómata. De hecho, cuando estábamos investigando las consignas coreográficas, desde el casting incluso, la pregunta o la investigación que hacíamos era: ¿cómo sería el movimiento de un autómata? ¿Cómo se mueve un autómata? Esta película, además de expresar inquietudes por la danza y la figura del corazón, está impulsada por muchas preguntas sobre la humanidad y sobre cómo nos estamos llevando al colapso, la destrucción climática pero también social.

En un momento Alexis pierde su corazón para encontrar su propia danza: ¿es una metáfora de desprenderse de las expectativas sociales y los automatismos para poder ser realmente libre?

Sí, puede leerse así: a esa danza la llamamos “la danza salvaje”, porque Alexis es un personaje con una personalidad sobreadaptada. Literalmente se ve al espejo y se ve de verdad. Se quita esa máscara de persona que nunca decidió por sí misma, que se dejó llevar por lo que debía hacer. El impacto de este yo que no tomó su deseo frente a su verdadero yo es tal, que experimenta algo cercano a un brote psicótico, pero lo expresa a través de la danza, como si «se volviera loca».

¿Creés que hoy muchas personas solo “bailan” siguiendo el ritmo impuesto por la sociedad, sin encontrar su propio paso?

La película habla de bailar como una manera de acercarte a tu propio cuerpo, a tu propio territorio, de empoderarte, de entenderte, de escucharte. La película también surge de un gran amor por la danza, ese gran amor que sentí cuando empecé a bailar y cuando decidí dedicarme a esto. Hablo un poco de ese proceso, de cómo la danza te abre paso, te acerca un poco más a las personas y a lo humano. Y cómo acercarte a tu cuerpo es volver a ser un poco más humano después de tanto cubículo, tanta oficina, tanto transeúnte, tanto habitar ciudades que no duermen, que van de un lado para el otro, que comen comida chatarra, que utilizan plástico para todo, que dependan del planeta Tierra, que no entienden de dónde vienen los frutos, verduras y granos que comemos. Acercarse al planeta es acercarte a las olas del mar, entender que vamos y venimos de la Tierra, comprender que hay un corazón que palpita dentro, que hay otras personas que también tienen sus corazones, que hay otros seres vivos con los que coexistimos. Y, en el fondo, entender que la salida a este colapso no es individual, es colectiva.

¿Tuviste alguna experiencia personal que te inspirara para contar esta historia? ¿Hay algún momento en tu vida en el que hayas sentido que estabas en automático y algo te sacudió, como le pasa a Alexis?

Es un collage de experiencias. Algunos de esos elementos son los cuestionamientos sobre el ser humano, sobre el colapso climático, sobre cómo el ser humano está llevando su vida hoy en día y cómo eso impacta en la Tierra. También me inspiró el amor por la danza, ver a mis colegas —mis compañeros y compañeras de la universidad pública en ese momento— bailar y pensar: qué hermosos y talentosos son. Sentí la necesidad de admirarlos y de querer decir: «A esto hay que registrarlo, hay que juntar fuerzas y hacer algo juntos».

La película toca el tema de la desconexión. ¿Hoy estamos más desconectados de nosotros mismos, aunque estemos todo el tiempo conectados a otras cosas?

Hoy estamos súper desconectados, es como una mamushka de desconexiones. Primero, está la desconexión entre lo que uno realmente quiere y las elecciones que hace en la vida, el verdadero deseo, y cómo se nos ha impuesto una manera de ser, de comportarnos, e incluso de identificarnos. Por ejemplo, el binomio hombre-mujer, o la idea de que hay que casarse dentro de esos dos géneros. Incluso dentro del mundo LGTBIQ, se reproducen algunas dinámicas donde se espera que uno se identifique con el género asignado al nacer, que elijas cierta carrera, que alcances cierto estatus, que bailes de cierta manera, escuches una música específica o te vistas de una forma particular. Esta desconexión nos separa de nosotros mismos y de los demás. Ni hablar de la desconexión social y colectiva, de la falta de comunicación con quienes nos rodean, de la incapacidad de conectar realmente, no sólo a nivel físico o superficial, sino a través de una mirada o un contacto auténtico. Y si seguimos abriendo esa matrioshka, la desconexión se hace más grande. Se trata de una desconexión con la tierra, con no ser conscientes de que la comida no aparece mágicamente en el supermercado. Esta manera de vivir tan alejada de la tierra es la que nos está llevando al colapso.

Electrocardiograma se proyectará hoy a las 20.15 en el Gaumont, Rivadavia 1635. En la previa, a las 19.30, se realizará una performance alusiva.