Piden que Conectar Igualdad no distribuya software comercial

Piden que Conectar Igualdad no distribuya software comercial

Docentes, activistas e investigadores cuestionaron la decisión del Ministerio de Educación de incluir el sistema operativo Windows en las máquinas del programa.

El jefe de Gabinete, Juan Manzur, junto al ministro de Educación, Jaime Perczyk; entregan netbooks en 2021.

En el marco del regreso del Programa Conectar Igualdad, que tendrá como beneficiarios estudiantes y docentes de escuelas secundarias, investigadores universitarios, especialistas en educación y organizaciones sin fines de lucro ponen en tela de juicio la decisión del Ministerio de Educación de convocar a una licitación para que los dispositivos distribuidos dispongan de un sistema operativo privativo, el Windows, además de uno libre, el Huayra.

Estos especialistas consideran que esta medida es perjudicial para el desarrollo de los estudiantes, mientras que ponderan el rol del software libre para la educación: “Lo que hace el software privativo es cerrar puertas y establecer condiciones para su uso, mientras que el software libre es el único que ofrece las oportunidades pedagógicas para un real acceso para el desarrollo de tecnología”, afirma Beatriz Busaniche, docente, investigadora e integrante de la Fundación Vía Libre, organización que promueve, entre otras cosas, al uso software libre para fines educativos y culturales.

Los cuestionamientos comenzaron el 13 de enero, cuando se publicó en el Boletín Oficial la Licitación 137/2021. Allí, el Ministerio de Educación de la Nación incluyó el requisito de que las nuevas máquinas del plan tuvieran, además de Huayra, el sistema operativo de Microsoft. La respuesta del colectivo de activistas, docentes y organizaciones, que apoya el retorno del programa “Conectar igualdad”, se tradujo en una carta crítica a esta decisión en particular en la que solicitó que se revierta la medida. La misiva señala que esta decisión es un “despropósito” y destaca la función del Software  Libre que “ha probado y demostrado con creces su capacidad de ofrecer sistemas apropiados, funcionales, respetuosos de derechos y libres para todas las tareas educativas”.

En este sentido, la solicitud señala que la relación entre el Microsoft y el Estado Argentino no es algo nuevo, sino que se retrotrae al acuerdo firmado entre la cartera y la compañía norteamericana en el 2004 y afirma que “la inclusión arbitraria de un sistema operativo y un paquete de oficina privativo que solo servirá para promover el marketing de una empresa con larga trayectoria de abuso de posición dominante en el mercado”. 

“Es necesario que desde la educación se promueva el software libre porque hay diferentes motivos que más allá de la brecha tecnológica, tienen que ver con la inclusión”, afirma Maria Teresa Lugo, directora del Centro en Políticas Públicas, Tecnologías y Comunicación de la Universidad Nacional de Quilmes, y destaca el “rol” del software libre para el desarrollo de una comunidad para “aprender en conjunto”.

En tanto, Busaniche señala que entre las múltiples dificultades que conlleva el uso de software privativo se encuentran la “prohibición de estudiar el programa” y “establecer modificaciones o mejoras en los programas” y afirma que “esto desincentiva la investigación y genera un tipo de relación de mero usuario o consumidor”.

Otro de los planteos generados por este debate es el tema de la obsolescencia programada en varios dispositivos que son descartados al no poder “actualizarse” por motivos de capacidad de almacenamiento o porque el sistema operativo deja de funcionar.

“Normalmente, un parque informático que tiene dificultades con el sistema operativo Windows puede ser rescatado con distintas distribuciones de software libre”, aclara Busaniche, y añade que “las máquinas que usan ese sistema operativo en el mayor de los casos terminan llenas de virus o con actualizaciones pendientes por la poca capacidad de los dispositivos y eso redunda en que en muchas ocasiones se descarte equipo que puede ser reutilizado”.

Otro de los ejes del debate gira en torno a los perjuicios económicos que provoca esta medida en virtud del giro de dividendos al exterior por el pago de propiedad intelectual. En este sentido, Valeria Odetti, especialista en Educación y Nuevas Tecnologías, plantea que en un contexto de crisis económica, la decisión de adquirir los servicios de software comercial para fines educativos “no es necesario” y que generaría una pérdida económica para el Estado a causa del pago de “propiedad intelectual”, que según la especialista, es uno de los hechos que más divisas hace perder al país. “El software libre cumple perfectamente el rol para el uso educativo, además posibilita un mejor desarrollo de los estudiantes, quienes podrán investigar más y hasta tener un pensamiento más crítico sobre el uso de los sistemas”, afirma la especialista.

En tanto, Lugo plantea que otro de los temas a tener en cuenta se relaciona con el empleo de los datos personales y afirma que “es importante saber quiénes son los dueños de los datos de los estudiantes con esta medida”.

ANCCOM intentó establecer comunicación con funcionarios y colaboradores del Ministerio de Educación de la Nación al respecto de esta medida, pero no obtuvo respuesta oficial.

 “El funcionamiento del software libre para la educación es valioso porque permite dar a conocer otras opciones. El software libre permite que los estudiantes se transformen en protagonistas y no en meros espectadores”, afirmó un funcionario del Ministerio de Ciencias y Técnica de la Nación consultado por ANCCOM que prefirió no revelar su identidad, y agregó que “el software libre también posee programas más livianos, y esto es fundamental, porque posibilita que los recursos rindan más”.

Huayra

Las computadoras entregadas por el programa Conectar Igualdad disponen de un sistema operativo de software libre denominado Huayra Linux, que fue diseñado por el Estado Argentino. En tanto, los especialistas destacan el papel del software libre para generar innovación tecnológica y el rol del programa “Conectar Igualdad” para recortar la brecha digital. “El costo del sistema operativo Huayra tiene que ver con la inversión, el desarrollo , en formar capacidades, en actualizar, ofrecer soporte y generar trabajo genuino en el país”, aclara Busaniche y afirma que este software “plantea una serie de libertades que permite estudiarlo, de compartirlo libre y legalmente, de establecer una serie de proceso y tener una mirada pedagógica mucho más integral y basada en el derecho de las personas”.

Por último, los investigadores y especialistas en materia educativa esperan que el Ministerio de Educación retroceda con la licitación y que las computadoras dispongan solo de software libre. “El software libre tiene una dinámica y una capacidad de tener múltiples distribuciones, usos y además es un sistema que se adapta a  las capacidades de las personas, de la región, Estado o proyecto pedagógico” señala Busaniche. Mientras que Lugo plantea que “el debate que se está generando en este momento es muy oportuno porque apunta a que es una decisión que va más allá de lo técnico, sino que implica una reflexión colectiva acerca de que queremos que los chicos aprendas, como hacerlo y, por otra parte, vincularla con el desarrollo y la innovación del país”.

El medioevo en el conurbano bonaerense

El medioevo en el conurbano bonaerense

Desde hace 20 años se realizan ferias medievales en la Argentina. Sus aficionados cuentan el trabajo que hay detrás, sus motivaciones para participar y algunos hasta se ilusionan con la posibilidad de que el combate medieval sea un deporte olímpico.

“Esto más que un trabajo es un estilo de vida”, afirma Rob, un diseñador de pipas con símbolos nórdicos, quien, al igual que muchos de los que participan en las ferias medievales, empezó su afición luego de visitar un evento con esta temática en 2015. En estos enceuntros, que hunden sus raíces en el siglo VII y se hicieron populares en el XX, confluye gente diversa que personifica a diferentes sociedades del siglo IV al XIV. Unas y otros cuentan y explican a los visitantes las historias de las distintas regiones y las ilustran con artesanías, vestimentas, comidas y armas que son réplicas de las culturas representadas.

En la Argentina, las primeras ferias medievales se organizaron a principios de la década del 2000, influidas en buena medida por las novelas de John Ronald Reue Tolkien, autor de El señor de los anillos. En la actualidad, se realizan más de 70 en el país, la mayoría en la provincia de Buenos Aires. Miguel Ángel es el organizador de Terra Avstralis y participa de eventos medievales y fantásticos desde hace 20 años. “Interpreto a más de 30 personajes –comenta–, entre ellos Merlín y Gandalf”. Hoy está caracterizado como un bufón medieval.

“Conocí este ambiente en una feria que se realizó cerca de mi casa. Al principio tenía una idea vaga sobre lo medieval. Creía que se trataba sólo de vikingos o caballeros. Cuando me contaron acerca de los lombardos y me interioricé de su historia, dije: ´Listo, quiero hacer de ellos por lo que representan: valor y valentía´”, relata David, uno de los integrantes de Valherjes Arimani, uno de los grupos de aficionados que realizó su primer evento medieval en 2007.

Cada grupo busca que el visitante tenga una experiencia interactiva a partir de la narración de historias, mostrándole herramientas y utensilios de la época, el origen de los nombres y en algunos casos permiten que pruebe las armas y armaduras. También comparten con sus pares historias e información para aprender sobre otras sociedades y culturas.

En cada puesto, el público se encuentra con artesanías inspiradas en los pueblos medievales, muchas fabricadas manualmente y con instrumentos usados en la Edad Media. “Esto comenzó como un hobby hasta que me interioricé más sobre los vikingos y me enamoré de esta forma de arte, por eso decidí dejar mi anterior empleo y me dediqué al diseño de hachas”, expresa Adrián, quien empezó a producir herrería vikinga hace seis años. El hombre, de barba blanca y aspecto recio, pero que trasmite calidez, recuerda la primera hacha que fabricó y que lo motivó a crear su emprendimiento llamado Yokan Kunts Og Stal.

En las ferias también hay lugar para el circo medieval adaptado para niños y niñas, donde el bufón presenta a dos caballeros que combaten por una princesa y el público participa del espectáculo. Entre los principales atractivos aparecen los combates entre clubes. La batalla medieval es una actividad que se inició a comienzos de la década del 90 en Rusia. Sus integrantes dedican muchas horas al desarrollo de sus armaduras y vestimentas, que deben respetar el momento histórico que representan. Los combates pueden ser individuales o por equipos.

“Conocí el deporte por un afiche en la parada de colectivos que daba justo enfrente de mi habitación. Fui a verlos y me encontré a un ruso sacando chispas con los golpes del rival. Fue amor a primera vista”, evoca Matías Manfredi, capitán del equipo de San Isidro Medieval en la modalidad “buhurt”. “Me invitaron a un evento en Pinar de Rocha y fue un camino de ida, ver las armaduras, las armas, como se daban golpes a mansalva y ver volar chispas, romperse un escudo y que tiraran a un peleador fuera del campo de batalla”, asegura Alexis Guzmán, competidor en la misma modalidad.

La preparación para una batalla puede llevar seis meses. Se trabaja sobre el aspecto físico y la técnica de combate que es aprendida a través del “soft combat”, con armas y protección acolchadas, que puede ser practicado por menores de edad. “La complejidad inicial es encontrar tu arma. Porque hay un cuerpo para cada arma y una técnica para cada una”, sostiene el entrenador de Kan Kombat, un club que practica soft combat. “Hace poco que participo en este deporte y la verdad que es una práctica llena de aprendizajes, camaradería, historicidad y experiencias”, subraya Bárbara.

Las armaduras son fundamentales. La estructura de protección metálica, de acuerdo al tipo de material, puede pesar hasta 35 kilos y dentro de ella la temperatura puede estar 10 grados por encima del ambiente. El diseño de cada elemento llega a demorar semanas e inclusive meses según el grosor, aunque los peleadores deben usar modelos históricos y respetando la temática que representan. “No podés usar un yelmo ruso con una armadura italiana”, aclara Aníbal Pérez Brocani, alias “Bonasus”, competidor y herrero de San Isidro Medieval.

Muchos practicantes de la disciplina han participado de sus primeras competiciones con equipamiento prestado debido a los elevados costos para adquirirlos. El compañerismo, la preparación física, la armadura, la atención y el estado de ánimo son algunas de las claves de este deporte. “Pelear con la cabeza fría, estar atento a todo lo que pasa alrededor tuyo y aunque la técnica y la práctica es importante, el principal enemigo es el cansancio y la mala postura”, remarca Ariel Bohn, competidor de buhurt. 

Julián ingresa a la liza, como se denomina al área de combate. Es un competidor novato y tiene el apoyo de los espectadores debido a que es oriundo de Ingeniero Maschwitz, donde se realiza el evento. Su rival es Manuel, integrante del seleccionado nacional de combate medieval, quien porta un escudo de Argentina. El “marshall”, como se lo denomina al árbitro, da inicio a la confrontación. Al comienzo, el más experimentado neutraliza los movimientos del debutante, lo derriba con una toma en el cuello y levanta tierra del piso polvoriento al voltearlo. Pero el joven se pone de pie rápido. Segundo round. El novato ataca directamente a su rival, lo tira con un golpe de escudo y el público festeja. Nervioso, el muchacho continúa la ofensiva contra su adversario en el piso, pero éste, sagazmente, aprovecha un descuido para escapar de la situación y luego le patea la cabeza al terminar el asalto. El siguiente round es más friccionado, pero el novato cae en una esquina después de recibir un puntapié en los genitales, considerado ilegal. En la última ronda, el novato está exhausto. El impacto del golpe bajo anterior disminuyó su capacidad de movimiento y su rival aprovecha, lo tumba y con otro golpe termina la confrontación. El derrotado recibe la ayuda del ganador y de personal sanitario, mientras la gente aplaude su desempeño.

Pese a su crecimiento, el combate medieval en Argentina continúa siendo amateur. “Mi expectativa más grande es que el deporte se federalice a nivel nacional y, de este modo, se obtenga cobertura legal para licencia por actividades deportivas, y que se arme una liga”, se ilusiona Ariel Bohn, de San Isidro Medieval. El deseo de Kan, docente de Kan Kombat, es que se produzca un salto cualitativo. “Esperamos que el soft combat crezca y que en un futuro no muy lejano se transforme en un deporte olímpico”, dice mientras muestra los cortes y hematomas que le quedaron de la batalla.

“Los bancos estafaron a la mayoría de los ahorristas”

“Los bancos estafaron a la mayoría de los ahorristas”

El humorista Nito Artaza fue otro de los protagonistas de las jornadas de diciembre de 2001. Cómo fue su pelea contra el corralito de Cavallo y De La Rúa que, afirma, le cambió la vida. Similitudes del papel del FMI en la crisis actual.

Actor, humorista y productor teatral, la carrera política de Eugenio Justiniano Artaza, más conocido como “Nito”, comenzó unas semanas antes del 19 y 20 de diciembre de 2001, con el anuncio del “corralito” del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien dispuso la confiscación de los ahorros de una parte importante de la clase media. A la cabeza del movimiento Ahorristas Bancarios Argentinos Estafados, Nito Artaza encabezó numerosos escraches y cacerolazos contra las entidades financieras y su figura se acrecentó hasta convertirse, años más tarde, en senador nacional por la UCR.

¿Cómo fue tu experiencia como representante de los ahorristas?

Me cambió la vida, fuimos amplificadores de personas que habían sido estafadas por los bancos y lo peor hubiera sido que este escándalo hubiera pasado inadvertido. Fue una experiencia ciudadana que deja en claro que los derechos se ganan con la lucha, que fue pacífica, pero con mucha energía. En esto nos amparaba no sólo la Constitución, sino también los contratos que habíamos firmado con los bancos y una Ley de Intangibilidad. Pero a pesar de todo eso, los bancos estafaron a la mayoría de la gente que podía ahorrar.

¿Dónde te encontrabas cuando Cavallo anunció el “corralito”?

Estaba en Mar del Plata haciendo la temporada. En un momento creí que iba a ser momentáneo y que se iba a revertir. Después que observé cómo era la situación, acompañé a los ahorristas de Mar del Plata, que se encontraban en la lucha por su dinero. Luego del fallo “San Luis”, que fue precedente, el juez López de la ciudad de Mar del Plata ordenó que todos los amparos debían ser pagados por los bancos. 

¿Quiénes se sumaron al movimiento?

Conté con el apoyo de Hugo “Perico” Pérez (ex futbolista de Racing e Independiente) y muchos abogados que me acompañaron y con los que organizamos diversas marchas para protestar frente a los bancos y evitar lo que el Fondo Monetario Internacional pedía.

¿Qué medida motivó que se organizara un movimiento de ahorristas?

Fue cuando se cambió la esencia de la moneda y los dólares pasaron a ser bonos del Estado. Es en ese momento, organizamos una marcha hacia el Congreso y ese fue el inicio de la lucha, porque tuvimos visibilidad en una convocatoria en la que participaron 40 mil personas.

¿Qué pedía el FMI?

Pretendía que los bonos de los bancos se transformaran en bonos compulsivos. Es decir que el Estado se hiciera cargo de las deudas de los bancos con los ahorristas. Además, el organismo pretendía parar los amparos de los ahorristas que tenían la posibilidad de sacar el dinero de los bancos, porque si no el sistema bancario podría quebrarse

¿Qué sentías cuando participabas en cada movilización?

Fue muy doloroso acompañar a los ahorristas que en el medio perdieron a sus familiares, que tenían problemas de salud o que no podían ayudar en la educación de sus hijos. Durante esa etapa, según un informe de la Fundación Favaloro, más de 20 mil personas fallecieron por problemas cardíacos.

¿Cuánto duró la lucha?

Unos cinco años. En el medio, algunos recuperaron sus ahorros mientras que otros no. A través de los amparos y de las medidas de la Suprema Corte de Justicia, logramos tener reuniones con el presidente Eduardo Duhalde y con su ministro de Economía, Roberto Lavagna. Nuestro movimiento consiguió que se abra el “corralón” y que el dinero no fuera todo para los bancos. Ellos nos decían que la convertibilidad era insostenible, que convertir un peso en un dólar era un error grave y, al producirse la devaluación, ya no había manera de pagarlo.

También se reunieron con el FMI…

Organizamos un viaje junto a una abogada y nos reunimos con Anoop Singh, director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo. En esos encuentros, lo más importante era enfatizarle la gravedad de parar los amparos, porque era la única medida que tenían los ahorristas de recuperar su dinero.

¿Qué respuestas les dieron?

Singh nos respondió que las entidades bancarias estaban en condiciones de devolverles los ahorros en dólares, pero que debían hacerlo con el tiempo…

¿Qué otras iniciativas impulsaron?

Juntamos 10 mil firmas y nos presentamos en Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Esas medidas violentaron los derechos a la salud, el ahorro, el derecho a la propiedad. Los bancos, en simultáneo, hacían malversación de fondos porque seguían prestando con dinero ajeno pero retenido. Después de esta denuncia, el por entonces secretario ejecutivo de la Comisión, (el argentino) Santiago Cantón, envió una delegación al país para ver la situación con los bancos. Después nos volvimos a reunir con el Fondo, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, y en una de esos encuentros le pedimos al FMI que analizara su actuación con nuestro país.

En 2003, el FMI reconoció que fue corresponsable de la crisis del 2001 porque prestó dinero de manera irresponsable a través del “Megacanje” y eso provocó la fuga de capitales.

Nito Artaza

¿Y qué dijeron?

En 2003, el FMI reconoció que fue corresponsable de la crisis porque prestó dinero de forma irresponsable con el “Megacanje” y eso provocó la fuga de capitales. Esto para nosotros fue muy importante para demostrar al mundo lo que estaba ocurriendo en el país.

¿Cómo recuerda la situación económica y política de ese periodo?

Este problema no solo afectaba a los que pudieron ahorrar. En 2002, Duhalde, en una reunión, me mostró a miles de piqueteros en la Plaza de Mayo y me dijo: “Ustedes ahorraron, pero estos no comen”, lo cual era una situación real y complejizaba la crisis.

¿Qué consecuencias tuvo el corralito?

El argentino común tiene miedo de invertir y de guardar sus ahorros en los bancos y, por ende, generar crédito en el país. Le damos crédito a los norteamericanos o a los que están en un paraíso financiero y no a la Argentina. El país no tiene un mercado de capitales fuerte, a pesar de que tiene un potencial enorme, cuestión que oportunamente marcamos a las autoridades locales e internacionales.

¿Cómo fue tu encuentro con Domingo Cavallo?

Me llamó una noche y me invitó a su casa. El ya no era Ministro de Economía. Y ahí me dijo: “Hay que defender la convertibilidad porque si se sale, esto estalla”.

¿Qué le contestaste?                                     

“Me parece que la convertibilidad, que usted mismo construyó, es inviable”. Después continuó insistiendo con lo mismo, que debía sostenerse en $ 2,60, que había que hacer otra convertibilidad y que eso se lo tenía que comentar a Duhalde porque había un interés de pesificar las deudas de las empresas y que detrás de eso había un interés económico y político.

¿Cómo evaluás el desenlace?

La situación era muy compleja. Nosotros entendimos que se le dio la razón a los que querían pesificar a costa de los ahorristas. Creo que todo pudo haber terminado mejor si no se hubiera respondido solo al interés del sistema financiero.

¿En qué sentido?

Eso demuestra que son el poder real. Eso ocurre también en Estados Unidos y en la Unión Europea. El sistema financiero y las grandes corporaciones son el poder real. Después está el poder formal, lo que votamos e hicieron lo que pudieron y otros respondieron al poder financiero y abajo de todo eso está el ciudadano. Eso no tiene que volver a ocurrir.

“Esas jornadas fueron la rebeldía hecha acción”

“Esas jornadas fueron la rebeldía hecha acción”

Nacido en 2001 en los barrios populares y en los piquetes de las rutas, el MTL fue una de las organizaciones que aglutinó el reclamo de desocupados y ocupados víctimas del neoliberalismo.

Carmen López, la cuarta desde la izquierda, se convirtió en referenta del Movimiento Territorial de Liberación.

La crisis económica, el aumento de la desocupación y la indigencia, la criminalización de los sectores populares, la precariedad laboral y el descontento con la esfera política se combinaron en la rebelión de diciembre de 2001, cuando diferentes actores sociales en distintas ciudades del país salieron a las calles para reclamar “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

“Las jornadas del 19 y el 20 fueron la expresión de una rebeldía popular multifacética que se venía acumulando”, sostiene Carmen López, referente de la agrupación social Carlos Chile y del Movimiento Territorial de Liberación (MTL), una de las múltiples organizaciones sociales que tuvieron un rol protagónico durante aquellos días.

En los barrios, se trató de un prolongado proceso de descontento que terminó reuniendo a sectores asalariados y desocupados que padecían la misma política económica desde la dictadura y que luego continuaron los gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa. Según López, ese proceso hunde sus raíces en otras revueltas anteriores: las jornadas hiperinflacionarias a fines de los 80 y principios de los 90, las puebladas en el sur y noroeste patagónico a mitad del largo gobierno de Menem. “A mediados de los 90, el espacio público empieza a ser transitado por los movimientos de desocupados, el movimiento piquetero cuya modalidad de lucha, fundamentalmente, eran los cortes de rutas, y que fue migrando a las áreas urbanas, articulando las viejas y las nuevas formas de una territorialización, donde se vinculaban trabajadores ocupados y, sobre todo, desocupados”, reflexiona la militante social.

El MTL nació con la crisis social del 2001, aunque no tuvo un desarrollo homogéneo. La lucha por acceso a las tierras en la Provincia de Buenos Aires y la resistencia contra las políticas de extradición de inmigrantes en la Ciudad de Buenos Aires fueron solo dos, de las múltiples en toda la Argentina, que llevaron a su conformación. “El movimiento se sumó a las diferentes manifestaciones del campo popular que se desarrollaban alrededor del país y que se expresaban de manera autónoma”, afirma López.

«Contuvimos a los vecinos y vecinas que encontraron como expresión de rebeldía ante la crisis social el saqueo, la movilización y la ocupación de terrenos”.

La referente social destaca el rol de los movimientos sociales en los barrios populares, en donde las políticas neoliberales habían causado estragos y desencadenaron, entre otras consecuencias, los saqueos a los comercios en esas jornadas de 2001. “Organizar la resistencia fue como el hecho natural de reconocerse como clase. En cada uno de los lugares, las barriadas venían acumulando hambre y desocupación, y en aquel momento –cuenta López– contuvimos a los vecinos y vecinas que encontraron como expresión de rebeldía ante la crisis social el saqueo, la movilización y la ocupación de terrenos”.

Durante la tarde del miércoles 19 de diciembre de 2001, Fernando De la Rúa, en medio de una jornada de protestas, ocupaciones y saqueos en distintas zonas del país, anunció el estado de sitio por cadena nacional. La medida generó un rechazo masivo en la sociedad y una multitud incalculable salió a las calles, en distintas provincias, a protestar contra el gobierno. Para López, fue un momento sorprendente por la “espontaneidad y masividad de las protestas”.

“El estado de sitio nos trae mal recuerdo porque muchos lo padecimos en las dictaduras –afirma–. La protesta fue una respuesta al estado de sitio, fue un no volver atrás, fue sentir el dolor de lo perdido y una respuesta al accionar de las fuerzas represivas. Y también fue la contracara de un pueblo cansado de la crisis social y política a la cual lo tenían sometido”.

Las fuerzas de seguridad asesinaron a decenas de personas el 19 y 20 de diciembre. “Tengo palpable el recuerdo de la represión a las Madres de Plaza de Mayo, el gaseo y los disparos contra los manifestantes y el hombre baleado en las escalinatas del Congreso”, evoca López, que tiene claro quiénes “no se doblegaron” ante las políticas de seguridad del gobierno de De la Rúa. Asimismo, critica la decisión de la Corte Suprema de Justicia que permite a los procesados por la masacre seguir apelando los fallos y sin siquiera prisión efectiva. “Si no hay justicia para los muertos de esa jornada, no hay ley de reparación histórica que funcione”, razona López en alusión al proyecto de ley que se comprometió enviar al Congreso el presidente Alberto Fernández, para resarcir económicamente a los familiares de víctimas.

La dirigente del MTL considera que la sociedad debe “recuperar el significado histórico de la lucha popular del 19 y 20 de diciembre”. Fue “un despertar político” que rompió con el disciplinamiento de las políticas que se iniciaron durante la última dictadura, subraya. “Esas jornadas fueron la rebeldía hecha acción, en esas columnas que se juntaban en las esquinas con las organizaciones territoriales. Fue un momento único que marcó un rechazo al vaciamiento y a la instalación de un modelo neoliberal que dejaba desamparadas a millones de personas”.

“Los bancos estafaron a la mayoría de los ahorristas”

“Los bancos estafaron a la mayoría de los ahorristas”

El humorista Nito Artaza fue otro de los protagonistas de las jornadas de diciembre de 2001. Cómo fue su pelea contra el corralito de Cavallo y De La Rúa que, afirma, le cambió la vida. Similitudes del papel del FMI en la crisis actual.

Actor, humorista y productor teatral, la carrera política de Eugenio Justiniano Artaza, más conocido como “Nito”, comenzó unas semanas antes del 19 y 20 de diciembre de 2001, con el anuncio del “corralito” del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien dispuso la confiscación de los ahorros de una parte importante de la clase media. A la cabeza del movimiento Ahorristas Bancarios Argentinos Estafados, Nito Artaza encabezó numerosos escraches y cacerolazos contra las entidades financieras y su figura se acrecentó hasta convertirse, años más tarde, en senador nacional por la UCR.

¿Cómo fue tu experiencia como representante de los ahorristas?

Me cambió la vida, fuimos amplificadores de personas que habían sido estafadas por los bancos y lo peor hubiera sido que este escándalo hubiera pasado inadvertido. Fue una experiencia ciudadana que deja en claro que los derechos se ganan con la lucha, que fue pacífica, pero con mucha energía. En esto nos amparaba no sólo la Constitución, sino también los contratos que habíamos firmado con los bancos y una Ley de Intangibilidad. Pero a pesar de todo eso, los bancos estafaron a la mayoría de la gente que podía ahorrar.

¿Dónde te encontrabas cuando Cavallo anunció el “corralito”?

Estaba en Mar del Plata haciendo la temporada. En un momento creí que iba a ser momentáneo y que se iba a revertir. Después que observé cómo era la situación, acompañé a los ahorristas de Mar del Plata, que se encontraban en la lucha por su dinero. Luego del fallo “San Luis”, que fue precedente, el juez López de la ciudad de Mar del Plata ordenó que todos los amparos debían ser pagados por los bancos. 

¿Quiénes se sumaron al movimiento?

Conté con el apoyo de Hugo “Perico” Pérez (ex futbolista de Racing e Independiente) y muchos abogados que me acompañaron y con los que organizamos diversas marchas para protestar frente a los bancos y evitar lo que el Fondo Monetario Internacional pedía.

¿Qué medida motivó que se organizara un movimiento de ahorristas?

Fue cuando se cambió la esencia de la moneda y los dólares pasaron a ser bonos del Estado. Es en ese momento, organizamos una marcha hacia el Congreso y ese fue el inicio de la lucha, porque tuvimos visibilidad en una convocatoria en la que participaron 40 mil personas.

¿Qué pedía el FMI?

Pretendía que los bonos de los bancos se transformaran en bonos compulsivos. Es decir que el Estado se hiciera cargo de las deudas de los bancos con los ahorristas. Además, el organismo pretendía parar los amparos de los ahorristas que tenían la posibilidad de sacar el dinero de los bancos, porque si no el sistema bancario podría quebrarse

¿Qué sentías cuando participabas en cada movilización?

Fue muy doloroso acompañar a los ahorristas que en el medio perdieron a sus familiares, que tenían problemas de salud o que no podían ayudar en la educación de sus hijos. Durante esa etapa, según un informe de la Fundación Favaloro, más de 20 mil personas fallecieron por problemas cardíacos.

¿Cuánto duró la lucha?

Unos cinco años. En el medio, algunos recuperaron sus ahorros mientras que otros no. A través de los amparos y de las medidas de la Suprema Corte de Justicia, logramos tener reuniones con el presidente Eduardo Duhalde y con su ministro de Economía, Roberto Lavagna. Nuestro movimiento consiguió que se abra el “corralón” y que el dinero no fuera todo para los bancos. Ellos nos decían que la convertibilidad era insostenible, que convertir un peso en un dólar era un error grave y, al producirse la devaluación, ya no había manera de pagarlo.

También se reunieron con el FMI…

Organizamos un viaje junto a una abogada y nos reunimos con Anoop Singh, director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo. En esos encuentros, lo más importante era enfatizarle la gravedad de parar los amparos, porque era la única medida que tenían los ahorristas de recuperar su dinero.

¿Qué respuestas les dieron?

Singh nos respondió que las entidades bancarias estaban en condiciones de devolverles los ahorros en dólares, pero que debían hacerlo con el tiempo…

¿Qué otras iniciativas impulsaron?

Juntamos 10 mil firmas y nos presentamos en Washington ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Esas medidas violentaron los derechos a la salud, el ahorro, el derecho a la propiedad. Los bancos, en simultáneo, hacían malversación de fondos porque seguían prestando con dinero ajeno pero retenido. Después de esta denuncia, el por entonces secretario ejecutivo de la Comisión, (el argentino) Santiago Cantón, envió una delegación al país para ver la situación con los bancos. Después nos volvimos a reunir con el Fondo, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, y en una de esos encuentros le pedimos al FMI que analizara su actuación con nuestro país.

En 2003, el FMI reconoció que fue corresponsable de la crisis del 2001 porque prestó dinero de manera irresponsable a través del “Megacanje” y eso provocó la fuga de capitales.

Nito Artaza

¿Y qué dijeron?

En 2003, el FMI reconoció que fue corresponsable de la crisis porque prestó dinero de forma irresponsable con el “Megacanje” y eso provocó la fuga de capitales. Esto para nosotros fue muy importante para demostrar al mundo lo que estaba ocurriendo en el país.

¿Cómo recuerda la situación económica y política de ese periodo?

Este problema no solo afectaba a los que pudieron ahorrar. En 2002, Duhalde, en una reunión, me mostró a miles de piqueteros en la Plaza de Mayo y me dijo: “Ustedes ahorraron, pero estos no comen”, lo cual era una situación real y complejizaba la crisis.

¿Qué consecuencias tuvo el corralito?

El argentino común tiene miedo de invertir y de guardar sus ahorros en los bancos y, por ende, generar crédito en el país. Le damos crédito a los norteamericanos o a los que están en un paraíso financiero y no a la Argentina. El país no tiene un mercado de capitales fuerte, a pesar de que tiene un potencial enorme, cuestión que oportunamente marcamos a las autoridades locales e internacionales.

¿Cómo fue tu encuentro con Domingo Cavallo?

Me llamó una noche y me invitó a su casa. El ya no era Ministro de Economía. Y ahí me dijo: “Hay que defender la convertibilidad porque si se sale, esto estalla”.

¿Qué le contestaste?                                     

“Me parece que la convertibilidad, que usted mismo construyó, es inviable”. Después continuó insistiendo con lo mismo, que debía sostenerse en $ 2,60, que había que hacer otra convertibilidad y que eso se lo tenía que comentar a Duhalde porque había un interés de pesificar las deudas de las empresas y que detrás de eso había un interés económico y político.

¿Cómo evaluás el desenlace?

La situación era muy compleja. Nosotros entendimos que se le dio la razón a los que querían pesificar a costa de los ahorristas. Creo que todo pudo haber terminado mejor si no se hubiera respondido solo al interés del sistema financiero.

¿En qué sentido?

Eso demuestra que son el poder real. Eso ocurre también en Estados Unidos y en la Unión Europea. El sistema financiero y las grandes corporaciones son el poder real. Después está el poder formal, lo que votamos e hicieron lo que pudieron y otros respondieron al poder financiero y abajo de todo eso está el ciudadano. Eso no tiene que volver a ocurrir.