Las preguntas honestas del teatro independiente

Las preguntas honestas del teatro independiente

“Tácito imperfecto” combina el absurdo y la filosofía en un monólogo que desacostumbra nuestra forma de pensar el tiempo ¿Cuántas paradojas puede abrir el teatro? ANCCOM lo piensa junto a Enrique Federman y Mauricio Kartun.

Un hombre temeroso aunque de muchos saberes entra en una peluquería venida a menos. La luz es tenue y el lugar, a priori, no parece el más indicado, pero es el único posible para su loca conferencia. En el centro, una mesa pequeña con varios objetos, algunos evidentes y otros escondidos: un cuaderno, un vaso con dados, una carta, silbatos de distinto tenor. El hombre ensaya con rapidez y pide al espectador que tome nota, porque la obra ha comenzado y el tiempo se escurre en más de una dirección. Escrita e interpretada por Enrique Federman con el asesoramiento de Mauricio Kartun, Tácito imperfecto es una paradoja constante que combina el absurdo con la filosofía, la tesis con el teatro, citas apócrifas con preguntas honestas: ¿Cómo se calcula el porvenir? ¿Quién determina lo que es fugaz? ¿Realmente puede medirse el tiempo?

 

Del papel a las tablas

Acostumbrado al teatro y con mucha experiencia en el ámbito clown, escribir cuentos, poesías y disertaciones que circulan en Tácito imperfecto fue para Federman algo absolutamente novedoso. Todo ese material tomó la forma de un «ensayo apócrifo», donde un hombre con supuestos saberes expone sus interrogantes e ideas sobre el tiempo, con todas las paradojas, contradicciones y fracasos que nuestro lenguaje permite. En diálogo con ANCCOM, el autor revela que al principio pensó en hacer de este ensayo un libro, pero que el reconocido dramaturgo Mauricio Kartun (con quien comparte una amistad de años y algunos proyectos como Perras y No me dejes así) le sugirió convertirlo en una obra de teatro unipersonal. «Entre todos los textos que tenía encontré un hilván, la idea del tiempo, y decidí llevar aquél ensayo a la práctica como una conferencia, una clase dada en un lugar absurdo para tal fin, como lo es una peluquería», añade.

Pero en Tácito imperfecto lo absurdo no se limita a esta primera disonancia. De hecho, para dar forma al peculiar protagonista que él mismo interpreta, Federman pone en juego diversos elementos del clown, un estilo del cual es referente: «Yo me considero un pre-clown. La movida del clown en Argentina comenzó a mediados de los ochenta, y yo ya trabajaba de payaso antes, cuando ‘payaso’ era casi una mala palabra. Pude organizar el primer festival de clown en Argentina: «El Narizazo«, que era algo así como una explosión de narices. Hacía un teatro sin palabras, con pitidos, que me permitían comunicarme en Japón, Singapur, en Italia, donde fuera», recuerda. Con el tiempo se distanció de la práctica, y fue también Kartun quien le aconsejó que retome aquellos trucos para interpretar los textos de su nueva producción: «Entonces fui a la vieja valija de esos años, que tenía muy guardada, y me encontré con pequeñas cosas que me permitieron darle un tono personal a la ‘formalidad’ que tiene el texto, por más absurdo que sea, atravesarlo con lo que yo llamo la clownidad«.

«Todo lo que el teatro independiente disfruta lo consiguió a partir de la movilización. Perderlo sería una tragedia y la única forma de defenderlo es la resistencia», dice Mauricio Kartun.

En las salas y en la calle

Consultado por las posibilidades del arte independiente, en un contexto donde el gobierno nacional muestra claras intenciones de desfinanciar la cultura, Federman no olvida que el teatro tiene capacidad de resistencia: «El teatro siempre estuvo del otro lado. Durante la dictadura del 76, un momento más difícil que este, existió el Teatro Abierto, un espacio donde podíamos encontrarnos quienes estábamos en contra de lo que sucedía. El teatro siempre está ahí, siempre tiene una opción; se puede hacer en una casa con diez personas, sin escenografía, sin vestuario, sin música, en cualquier lugar. En ese sentido es como inmortal, invencible».

Mauricio Kartun también compartió su punto de vista con ANCCOM y expresó que «todo lo que el teatro independiente disfruta lo consiguió a partir de la movilización, de la insistencia. Por ejemplo, La Ley de Teatros fue largamente peleada y se dio a partir de un dificultoso consenso. Perderlo sería una tragedia y la única forma de defenderlo es la resistencia, que está en las salas, en los escenarios y, por supuesto, en las calles».

La paradoja

La música, el cine, el teatro y todas las expresiones artísticas peligran bajo la vara del éxito comercial como parámetro definitorio de su calidad estética, su utilidad social y, como se ha visto en el cuerpo de la Ley Ómnibus, su permanencia en la inversión pública. ¿Cómo puede el arte soportar estas presiones?.

Kartun observa que «mientras que el arte comercial responde a exigencias de mercado, y necesita buenos resultados rápidamente con la menor inversión posible, en el arte independiente ocurre definitivamente lo contrario. Mi contador nunca termina de entender por qué si una obra se puede dirigir en dos meses yo utilizo un año entero para montarla. Y es que el arte independiente es escandalosamente antiresultadista, porque sus resultados van más allá del equilibrio de una ecuación. Trabaja en honor a un viejo concepto que vale la pena recuperar: ‘por amor al arte’».

Cambio y adaptación, resultadismo y antiresultadismo son algunas de las paradojas que circulan por la obra de Federman. Él mismo reconoce su lugar en el péndulo: «Uno hace las cosas para intentar vivir de esto, que llegue a más gente, que se expanda. Muchos intentos salen mal y mueren en el camino, algunos duran un poco más. El resultado está en la continuidad… el resultado sigue siendo la incógnita».

Tácito imperfecto está disponible todos los viernes hasta el 26/04, a las 22:30 en Beckett teatro (Guardia Vieja 3556, CABA)

 

Teatro bajo las estrellas

Teatro bajo las estrellas

El grupo de teatro callejero La Runfla presenta «Sombras de holograma. O la luz de los abrazos» en Parque Avellaneda. ¿Qué tiene que ver el antiguo Platón con las modernas redes sociales?

Sombras del Holograma. O la luz de los abrazos, una crítica desde el arte a la sociedad hipertecnologizada y consumista, es una obra del grupo de teatro callejero La Runfla, que se presenta en Parque Avellaneda, todos los sábados de marzo, a la gorra.

La obra fue inspirada en la alegoría de la caverna de Platón que consiste en la idea de que los hombres atados solo a sus percepciones no pueden ver la verdad por desconocimiento del mundo. Las sombras en la caverna representan lo que no queremos reconocer como realidad. Las cadenas, el impedimento para descubrirla. “La idea de la caverna de Platón sugiere que alguien que maneja la sombra hace creer una realidad que no es. Y que cuando alguien logra salir de la caverna, se entera de cómo es y al volver lo cuenta y los demás no le creen ¿Cuáles serían esas cadenas hoy? Las redes sociales y las fake news que transmiten ellas mismas ¿Quién maneja esa sombra? La sombra la maneja el poder ¿Y quién es el poder? ¿Tiene cara? Tiene una cara accidental de un líder, es decir, un holograma, porque desaparece en cuanto se equivoca”, declara Héctor Alvarellos, director de la obra. Y agrega que “hoy en día, nosotros dependemos más de las redes que de nosotros mismos”.

En relación a la propuesta y el formato, en la calle no hay otra alternativa que “pasar la gorra”. No tienen un contrato. No les piden autógrafos. A diferencia del teatro que se da en lugares privados, que cuenta con un público tal vez más predispuesto y con más capacidad de crítica porque saben con lo que se van a encontrar, la calle les permite a las personas nutrir su conocimiento para generar luego un análisis al respecto. Otra característica del teatro callejero es que tiene una escenografía genuina. El espacio en que sucede compone la historia y puede ir mutando dependiendo de dónde se sitúa el público, que además, puede moverse, trasladarse. En este caso, distintos momentos de la obra van desarrollándose en diferentes lugares del Parque Avellaneda.

Lo cierto es que hoy son muchas las dificultades que se les presentan a La Runfla y muchos más grupos de teatro callejero. El Estado no da una respuesta válida a los reclamos de quienes son parte del desarrollo de las diversas actividades artísticas. No hay presupuesto que alcance para cubrir todos los requisitos necesarios para ponerlo en funcionamiento.

Alvarellos señaló que “las dificultades son muchas. Los actores, no viven de la profesión. Alguien que viene a trabajar acá sabe que lo que vamos a repartir ahora sirve para la picada, pero no para vivir. No hay un presupuesto, y acá se da la pelea por el hecho de que no se destruya todo lo que es el Instituto Nacional de Teatro, que da subsidios. No puede poner la plata la cooperativa y esperar recuperarla con el público. Hay que pagar lo que es técnica, traslado y el actor es el último que cobra. Eso es un problema. Todos son partícipes de esto. Todos cumplen una función”.

Para Javier Giménez, integrante del colectivo teatral, “la identidad de La Runfla está definida por el trabajo en grupo, sostenido por lo que perciban en la gorra. No podría jamás significar un ingreso suficiente para prescindir de otros empleos”. Sin embargo, los actores mantienen la esperanza y no quieren afirmar que no se puede vivir de la actuación.

Giménez agregó: “Hace 34 años investigamos y producimos. Habitamos el espacio abierto y público porque en él conviven transitando les seres humanos de toda condición. Porque estamos convencidos que la calle, espacio hostil por definición, casi sinónimo de la intemperie y el abandono, puede ser resignificado desde la poesía del teatro al ser alcanzado por la belleza efímera de la representación. La calle significa el ámbito político del encuentro con el otro; de la expresión artística que interpela su tiempo y sus circunstancias”.

Finalmente, en cuanto a la actualidad, ambos señalan que en estos tiempos se necesita más Estado que nunca y que el teatro que ellos realizan es arte fuera de sala. “Las condiciones y características tan particulares de nuestro lenguaje hace que el acompañamiento del Estado a partir de subsidios y otros estímulos sea muy importante y su reducción un perjuicio indiscutible. Seguimos necesitando políticas de Estado que contribuyan al crecimiento de este lenguaje. No se trata solamente de incrementos en términos sólo presupuestarios sino de las condiciones necesarias para nuestro funcionamiento e itinerancia. Reducción en las trabas legales a la hora de abordar los distintos espacios abiertos y públicos: calles, pasajes, plazas, parques, etc. Mayor acompañamiento de un arte que esencialmente desborda las frías leyes del mercado”, concluyó Giménez.

Se puede ver la obra, todos los sábados de marzo a las 21:00 en Parque Avellaneda, Avenida Directorio, entre Olivera y Lacarra, Comuna 9, CABA.

¿Dios necesita ir a terapia?

¿Dios necesita ir a terapia?

La obra «Oh Dios Mio!», escrita por la israelí Anat Gov volvió al Teatro Nün protagonizada por Lili Popovich y Juan Pagliere bajo la dirección de Carlos Kaspar.

Oh Dios Mio! vuelve al Teatro Nün todos los domingos de febrero y marzo a las 20:30. La obra escrita por la guionista israelí Anat Gov y dirigida por Carlos Kaspar, plantea un hilarante encuentro entre una psicóloga prestigiosa y un paciente misterioso que necesita una sesión con urgencia y resulta ser nada menos que Dios.

Ubicado en Villa Crespo, el Teatro Nün vuelve a acoger esta obra de 80 minutos de duración en donde sobran las risas y los momentos emotivos. Caracterizada por su profesionalismo y talento como coach actoral y actriz Lili Popovich se pone en la piel de Ela, una psicóloga de gran prestigio que además es madre soltera de un hijo con autismo.

Por su parte, Juan Pugliere, actor nacido en Pinamar con una basta experiencia en teatro, encarna a Dios. Ambos actores logran estar a la altura del desafío que representa la obra.

“Es un llamado a la reflexión” comenta a ANCCOM Carlos Kaspar, actor, director y docente teatral con una amplia trayectoria sobre Oh Dios Mio!. La obra volvió de la mano de Kaspar en 2023 y se reestrenó este verano: “Lo que más me movilizó son las preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez, ya sea en la infancia, la adolescencia o en la adultez en relación a la existencia y a Dios. Todos nos hemos preguntado estas cosas que se pregunta este Dios tan atribulado, triste y enfermo” argumenta el director.

Un dios humanizado

La idea de personificar a Dios también presentó un desafío atractivo para el equipo. Kaspar explicó que para pensar en este personaje le pareció importante “romper con los clichés y con cierta distancia” que genera la típica imagen de un dios barbudo, vestido de blanco, sabio y amenazador: “Me pareció muy lindo jugar con esa idea de que sea un hombre común y corriente que camina entre nosotros sin que nos demos cuenta. Soy un convencido de que cada uno tiene una imagen interior totalmente diferente de Dios. Incluso los agnósticos y los ateos la tienen. Me parece que está bueno mostrar un dios más bien mundano”, concluye.

Para Juan Pagliere: “El desafío de ser Dios es inconmensurable, inabarcable, casi te diría que hasta indescifrable por momentos”. Coincide con el director de la obra y con la mirada de hacer un dios más humano: “Kaspar me propuso transitar muchas emociones a la hora de personificarlo. Poder contar a través de este dios al ser humano en toda su totalidad: en sus emociones, personalidades o en sus diversas formas de comunicarse con el mundo. Por momentos era encontrar un dios vanidoso, furioso, omnipotente, alegre, un niño, alguien sensible, reflexivo y también temeroso”, explica Pagliere.

El equipo también encontró inspiración en la escritora de la obra, Anat Gov, quien falleció de cáncer en 2012 en Israel, su país de origen. Reconocida en el mundo por su trabajo como guionista en televisión y teatro, algunos de sus textos también fueron llevados a la pantalla grande; uno de ellas se llama El final que quiero, película estrenada el año pasado y protagonizada por la actriz estadounidense Andie MacDowell.

Oh Dios Mio! tuvo su primer estreno en el país hace más de una década con dirección de Juan Freund. Entre 2013 y 2015 la dirigió Lía Jelín junto con los actores Thelma Biral y Juan Leyrado, quienes se presentaron en grandes teatros por Avenida Corrientes y Mar del Plata. El año pasado tuvo su versión con Paula Morales y Gastón Ricaud con la dirección de Kaspar. Este nuevo equipo también pasó por el Teatro Municipal Carlos Gardel en Lanús, el Teatro Estudio en La Plata y el Teatro Municipal Pepe Soriano en Tigre.

La obra goza de una intimidad muy particular entre los actores y el espectador. El teatro de vanguardia Nün contribuye a generar este ambiente. Lili Popovich sostiene que a pesar de ser presentada en espacios para más de 500 personas la obra se presta a interpretarse de manera intimista: “La única diferencia con los otros teatros es que nos ponen micrófonos inalámbricos. El proceso que hago como actriz junto a mi compañero es el mismo porque no nos separamos el uno del otro para trabajar. La obra no existiría sin dos actores totalmente involucrados con el material”, y agrega: “El público está casi con nosotros adentro”.

Popovich cuenta que en el primer ensayo “se enamoró de la obra”, que le resultó “sumamente interesante y novedosa”. Su personaje, madre soltera de un hijo con autismo, tiene mucho que reprocharle a Dios por lo que es incapaz de sentir empatía al intentar ayudarlo. La obra construye una historia que cuestiona tanto la existencia y los actos de la humanidad mientras hace un repaso por el Antiguo Testamento de una forma ocurrente. “Para mí fue descubrir una experiencia nueva, ponerme en diálogo interno sobre sí creo en Dios o que me pasa cuando me sucede algo terrible ‘¿Acudo a Dios?’. Empezás a cuestionarte cosas que la obra también cuestiona y de las que nosotros como actores, y el director mismo, debemos preguntarnos. No es casualidad que esta mujer haya sido elegida por Dios para ser su terapeuta”, comenta la actriz.

Un contexto particular

Tanto Lili Popovich como Juan Pagliere sostienen que si bien no les gusta “politizar” la obra, entienden que en un contexto como el actual la cultura es fundamental y debe ser vista como un capital de primera necesidad. Si bien el proyecto de la Ley Ómnibus finalmente no se aprobó, el debate sobre el apartado cultural que planteó, entre otras determinaciones, la derogación de la Ley Nacional del Teatro y recortes a instituciones culturales como el Fondo Nacional de las Artes, representó una amenaza para todo el sector artístico.

Al respecto Carlos Kaspar reflexiona: “Yo creo que es un momento particular en el mundo, no solo en Argentina. Sino mirá lo que sucede en Ucrania o Israel. Que ironía que justamente en Israel se esté perpetrando una matanza de esta manera. Cuando se vulneran derechos, cuando se le hace creer a la gente que el Estado es un simple administrador de bienes y que está bien contaminar un río porque conviene económicamente…, yo creo que justamente la obra habla de esa forma de pensar. En ese sentido, la obra es totalmente autorreferencial”, concluye el director de la obra.

Las entradas pueden adquirirse por Alternativa Astral y en el Teatro Nün ubicado en Ramirez de Velazco 419, CABA.

 

Hacer teatro en un país en llamas – Estuve Ahí

Hacer teatro en un país en llamas – Estuve Ahí

Carlos Rottemberg cumplió 48 años de trayectoria como empresario teatral. Su desarrollo profesional comenzó en los inicios de la dictadura, cuando aún no había cumplido la mayoría de edad, y luego acompañó al período democrático más extenso que vivió la Argentina. ¿Cómo acompañó el teatro el devenir del país en estas cuatro décadas?

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

 

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso y Estefanía Hernández.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
El micromachismo cotidiano puesto en escena

El micromachismo cotidiano puesto en escena

Federico Tombetti repone «Y a otra cosa mariposa», una obra de teatro escrita en la década de 1980 por Susana Torres Molina para denunciar con humor el falocentrismo.

Y a otra cosa mariposa, la obra de teatro escrita en los años ochenta por Susana Torres Molina, vuelve al escenario de la mano de Federico Tombetti como director y cuatro talentosas actrices que, personificadas de hombre, nos invitan a descubrir el mundo privado de los varones poniendo en jaque sus lógicas machistas.

Los sábados a las 22 30 horas el público se agolpa en las afueras del Teatro Nun en Villa Crespo. Todos aguardan con impaciencia la apertura de puertas y el pase a sala. Finalmente, las y los concurrentes de diversas edades se acomodan bajo las indicaciones de las actrices que, ya en personaje, no demoran en “piropear” a los hombres de la sala como parte de una introducción a lo que vendrá.

Y a otra cosa, mariposa retrata la masculinidad con la que la autora convivía a diario en el momento de pergeñar la obra. Hoy, cuatro décadas más tarde, la pieza, con sus respectivas adaptaciones, continúa interpelando a un público diverso que evidencia con carcajadas que tal vez hayan cambiado las formas, las palabras, pero que la construcción íntima del mundo masculino continúa tan cargada de sexismos falocentristas como en aquellos años.

La puesta en escena surge de una actividad que realiza Tombetti en su calidad de docente de la escuela de formación actoral Agustín Alezzo, durante la cual se propone el libreto y se realizan diversas adaptaciones de la obra. Una de esas oportunidades resultó particularmente atractiva para Tombetti,  quien destaca la calidad de las actuaciones de Malena Pereyra y otra alumna de la academia en los personajes de “El Flaco” y “El Gordo”, respectivamente. En ese momento, supo que había encontrado su siguiente proyecto.

Movilizado por la vigencia del texto de Torres Molina, Tombetti encontró la motivación justa para darle vida nuevamente a la obra. “En un punto es maravilloso porque en el 80 la autora supo ver algo que ya venía sucediendo y que indudablemente iba a seguir, y por otro, lo terrible es que las prácticas sean exactamente las mismas”, remarca el director ante ANCCOM.

El libreto original fue levemente modificado con la idea de acercar la obra a nuevas generaciones, con problemáticas que si bien hoy son cuestionadas, aún conforman prácticas y formas de vida que incomodan. “El fin último que tiene la obra es que puedan reírse pero que después venga la reflexión. Por medio de los sonidos y los silencios se deja en claro que los personajes tienen la posibilidad de pensar, pero eligen no hacerlo”, finaliza el director.

Y a otra cosa mariposa trata en concreto sobre las omisiones construidas colectivamente sobre el machismo o los micromachismos cotidianos. Desde una mirada de denuncia se utiliza al humor como canal para habitar por un rato la libertad con la que los hombres ejercen su deseo y cómo éste se construye a partir de la opresión, por momentos discursiva, por momentos corporal sobre las mujeres y todos aquellos que no entran en los cánones estipulados por el patriarcado.

Los personajes fueron construidos colectivamente por medio de los aportes personales de cada una de las actrices. “Un trabajo en conjunto bastante extenso que empezó con ir probando, ir observando la realidad y la experiencia personal también”, comenta la actriz Lucia Di Carlo (quien interpreta a “El Pajarito”). “De hecho, los piropos de la segunda escena no están en el texto original, los agregamos nosotras en base a las barrabasadas que nos han dicho por la calle”. Actrices, coach y hasta el mismo director contribuyen a que este irónico espejo convoque por medio del humor al más variado público que por más de 70 minutos no deja de largar carcajadas hasta en las escenas más polémicas. “La gente grande se ríe un montón, no sé si es por incomodidad o porque se identifican”, concluye Di Carlo.

Aparece cierta sospecha sobre la risa, la sospecha de que se están reproduciendo patrones de opresión que en otro contexto resultan dolorosos pero que aquí, conforman una escena que resulta en su conjunto liberadora. La obra construye sobre una base en común, con personajes fácilmente identificables de la vida cotidiana y resignifica experiencias por medio del humor. Según Di Carlo, “hay cosas que una cree que no están y se las encuentra, y habiendo pasado por esta experiencia, interpela un montón, las mujeres estamos más entrenadas para detectar estos movimientos, más mancomunadas, aunadas en ir entendiendo cosas que suceden y que antes naturalizábamos”. Esto se evidencia en las risas de mujeres de todas las edades, pero sobre todo mujeres contemporáneas a la construcción y circulación de esos chistes históricamente machistas. Se trata de darle al público la capacidad de verse en escena y poder reírse desde el otro lado del escenario.

 

El director Federico Tombetti retomó la obra de los años ´80 por la vigencia de sus textos. 

La obra cierra aportando a la vigencia de los dichos recuperados por Torres Molina que, sin spoilear, marca los puntos recitando frases machistas de conocidos personajes de la escena pública actual. Las actrices encarnan un cuerpo político al repetir las palabras de ex presidentes de América Latina y Estados Unidos, cantantes argentinos y periodistas. En esta línea, y considerando el reciente corrimiento discursivo hacia la extrema derecha, la obra representa una apuesta vital, parte de una militancia activa y creativa, una denuncia sobre quienes dominan espacios discursivos de la escena pública y reproducen modelos arcaicos.

El elenco está formado por Ana Belén Capistrano, Lucía Marshall, Malena Pereyra y la mencionada Di Carlo. Las entradas están a la venta por medio de Alternativa Teatral o en boletería (Velasco 419).