Charly García te espera en la esquina

Charly García te espera en la esquina

Con motivo de los 40 años que cumple «Clics Modernos», Nueva York bautizará con el nombre del músico argentino a la esquina donde se realizó la foto de tapa del emblemático disco.

En 1983 Carlos Garcia Moreno se mudo una temporada a Nueva York junto a su representante Daniel Grinbank para trabajar en el Electric Lady Studios, fundado por el gran Jimi Hendrix. Allí grabó casi todos los instrumentos de su segundo disco solista: pianos, teclados y guitarras, aunque contó con la colaboración de algunos músicos como Pedro Aznar en el bajo (quien por entonces integraba Pat Metheny Group) pero que también había sido miembro de Serú Girán. La gran novedad fue la incorporación de la batería electrónica Roland TR-808, una de las primeras cajas de ritmos programables.

 La producción de lo que iba a llamarse originalmente Nuevos Trapos cambió cuando García, caminando junto al fotógrafo Uberto Sagramoso en búsqueda de una pared para grafitear, se encontró una silueta oscura, pintada por el artista callejero canadiense Richard Hambleton, que le recordó a las que portaban durante una marcha a las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos de Derechos Humanos. Esta silueta estaba acompañada de la leyenda en inglés “Modern Clics” frase que traducida al español le cerraba perfecto al músico y compositor para lo que quería expresar en sus canciones.

Volver a las pistas

Con el regreso de la democracia, el rock nacional convocó a la juventud a las pistas de baile. Sus letras eran el reflejo del cambio de época que se estaba viviendo: la sociedad ya no tenía miedo de expresarse libremente después de los años oscuros de la última dictadura cívico-militar. Como explica el músico Sebastián Furman, “Clics Modernos está hecho por canciones que parecen más bailables aunque también tienen un trasfondo muy oscuro por ser compuestas en dictadura. Entonces combinan un sonido moderno y a la vez una cosa muy de la Argentina tanguera, por lo que muchos dicen que es el mejor disco de la historia nacional”.

El autor del podcast La canción sin fin, producido por Futurock y donde se describe y analiza la obra de Charly García, explica que en el disco “se respira libertad, algo de lo que vendría y algo de lo que pasó. Fue muy especial la época en la que salió”. El 5 de noviembre de 1983 fue la fecha elegida para su lanzamiento, un mes antes de que los militares se retiraran del poder. El 15 de diciembre de ese año se presentó oficialmente en el Luna Park. Canciones como “Nos siguen pegando abajo” o “No me dejan salir” son una referencia al periodo de oscuridad que atravesó Argentina pero también manifiestan ese espíritu de celebración digno de la transición democrática.

Aniversario

Para festejar el 40 aniversario de Clics Modernos la intersección de Walker St. y Cortlandt Alley en el barrio de Tribeca, en Nueva York, pasará a llevar oficialmente el nombre de “Charly García Corner”. Allí, en pleno Manhattan fue tomada la foto que ilustra la portada de Clics Modernos, el segundo disco solista de Charly Gacia lanzado hace 40 años.

El reconocimiento será posible gracias al trabajo del actor y director Mariano Cabrera, radicado en Estados Unidos y al consulado argentino que trabajaron junto al Departamento de Transporte de la ciudad estadounidense para que esa esquina sea bautizada. En la actualidad esa pared de la zona de “lower manhattan” le pertenece a un hotel importante.

 Como parte de la inauguración brindaran un show de media hora Hilda Lizarazu, quien hizo coros en la banda de Charly García entre los años 1989 y 1993, Alfie Martins y Fabián “Zorrito” Quintiero en los teclados junto a dos músicos chilenos que integraron The Prostitution la última banda conocida de Charly García: Toño Silva y Kiuge Hayashida.

Furman entiende que las canciones de García están vigentes aún 40 años después por que asegura que tienen un trabajo, profundidad y desarrollo meticuloso, que están compuestas con amor, dedicación y creatividad, y cree que “las cosas que se hacen bien son las que perduran”.

La estafa emocional al rock argentino

La estafa emocional al rock argentino

Cuando se desató la Guerra de Malvinas, la música nacional copó los medio de comunicación. El festival solidario que dividió a los músicos y recaudó fortunas que no llegaron a destino.

A pesar de la fuerte represión que la última dictadura militar desató contra los jóvenes, durante la Guerra de Malvinas, que se extendió del 2 de abril al 14 de junio de 1982, el rock empezó a afirmarse cada vez más como práctica social y expresión artística. El insólito veto a difundir canciones cantadas en inglés en los medios de comunicación hizo que la música joven, otrora postergada al gueto de lo contestatario, obtuviera una masividad que no había tenido durante los quince años previos.

El periodista y docente Alfredo Rosso recuerda el lugar del rock argentino hasta antes del inicio de la guerra: “El rock siempre fue una manera de resistencia en el medio del Proceso, en una época de censura encarnizada. Para mí el rock demostró ser resistencia por el mero hecho de existir, grabar discos, hacer recitales… Por algo ibas preso por portación de juventud…”

De repente, con el desembarco del 2 de abril la Junta Militar había ganado algo hasta entonces impensado: el apoyo de la gente. Mientras el presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri con sus discursos encendía la llama nacionalista, el chauvinismo se instalaba en todos los sectores de la vida social de los argentinos. La gente llamaba a las radios pidiendo que no se pasaran canciones cantadas en inglés. Los interventores de las radios estales les hicieron caso y de un día para otro, aquel idioma fue erradicado del éter. Estaba bien pasar tango y folklore y empezaba a estar bien también pasar rock argentino, que por primera vez tenía un lugar masivo en la radio.

Sin embargo, uno que sufrió este veto fue el legendario Willy Quiroga (cantante y bajista de Vox Dei), quien le había puesto a su nueva banda de nombre Destroyer: “Si yo le hubiera puesto ‘Destructor’ a mi grupo me hubieran pasado en las radios, pero le puse ‘Destroyer’. Por eso cuando salió editado el disco no lo querían pasar en ningún lado porque era un nombre en inglés…”

Como se sabía que los recursos bélicos de la Nación iban a escasear,  empezaron a llegar donaciones de todos lados, desde efectivo hasta alhajas, bufandas y pulóveres tejidos a mano. Un show benéfico llevado a cabo por ATC (Argentina Televisora Color), la principal emisora estatal, recaudó 20 millones de pesos de entonces y 40 kilos de joyas que finalmente tuvieron un dudoso destino.

Algunos creyeron que el rock no se podía quedar al margen de este clima de gesta patriótica y que había que aportar algo: hacer un concierto por la paz y por los chicos de Malvinas. No queda en claro de quién fue la idea original. Pero rápidamente músicos, como Edelmiro Molinari, propusieron hablar con Luis Alberto Spinetta para colaborar. Lo mismo hicieron Pappo y Charly García. Pronto se sumarían al proyecto los productores Alberto Ohanian, Daniel Grinbank y Pity Yñurigarro. Lógicamente, hubo contactos con el gobierno, que buscaba hacer algo con el rock y Malvinas.

Así se programó un festival de cuatro horas con todos los grupos y solistas que quisieran sumarse y que se denominaría Festival de la Solidaridad Latinoamericana. El lugar elegido fue el campo de juegos de Obras Sanitarias de la Nación. En vez de cobrar la entrada, se optó por pedir ropa y alimentos no perecederos, con el propósito de ayudar a los soldados. Ninguno de los músicos participantes, ni el staff de productoras ni los técnicos cobraron cachet. El festival se llevó a cabo el domingo 16 de mayo, cuando el conflicto bélico ya estaba en pleno desarrollo y aunque revistas como Gente titularan en tapa “Estamos ganando”, la euforia de los primeros días de abril ya se había disipado y empezaba a florecer un claro sentimiento de incertidumbre social y preocupación.

Ese mediodía frío y gris en las puertas de Obras se estacionaron varios camiones militares, pero no para llevarse detenida gente, como era usual en esos años en los conciertos de rock, sino para cargar todo lo recaudado: 50 camiones de abrigos y alimentos. Cerca de 60 mil jóvenes asistieron al festival. Por supuesto, la radio y Canal 9 transmitieron el recital en directo.

Artísticamente, el concierto fue todo un éxito. La revista Pelo lo cubrió, titulando en su tapa: “La hora del rock nacional”. Participaron el Dúo Fantasía, Miguel Cantilo y Jorge Durietz (también conocidos como Pedro y Pablo), Edelmiro Molinari con Ricardo Soulé, el grupo Dulces 16 con Pappo de invitado, Tantor, Luis Alberto Spinetta, Litto Nebbia, Rubén Rada, Beto Satragni con Oscar Moro; y un final con Charly García, David Lebón, Raúl Porchetto, León Gieco, Nito Mestre y Antonio Tarragó Ros. El manager Peter Deantoni, que en ese entonces trabajaba en la agencia de Daniel Grinbank, apunta: “Convocamos a todos los artistas, algunos no vinieron por distintas razones. Por ejemplo, Virus no participó porque los Moura tenían un hermano desaparecido. Violadores no actuó porque a Grinbank no le gustaban porque usaron en un show un telón lleno de esvásticas. Y a Riff tampoco se lo incluyó porque se tenía miedo que su actuación generara disturbios».

Lastimosamente, nada de lo recaudado llegó a destino. Piltrafa, cantante de los Violadores, acusó al festival de ser fratricida y colaboracionista, un mero encuentro de “momias”: “Cuando prendimos el televisor en medio de un ensayo del grupo para verlo, casi le doy una patada a la pantalla de la bronca”, confesó en una entrevista de 1997. Alfredo Rosso se opone a esta opinión: “Yo estuve en el Festival de Malvinas. Estuve al costado del escenario, algo que no hice casi nunca en mi vida, porque no soy de ir a los backstage. Así que te puedo decir que ninguno de los músicos hizo apología de la Guerra de Malvinas, si no que en todo momento se habló de paz. Todos estuvieron ahí en función de una campaña solidaria, que después supimos que se malversó, lo cual explica la calaña de mucha de esa gente que se hizo cargo de las donaciones».

El periodista agrega: “Pero al margen de eso, no hubo una sola palabra en favor de la guerra o en favor de los militares. Y no creo que ninguno de los músicos que participó haya sacado ningún tipo de rédito personal que haya potenciado sus carreras. O sea que fue algo realmente altruista y pacifista. Puede haber gente que tenga otra visión, pero a mi entender, la mayoría de la gente que tiene una visión distinta no estuvo allí».

Jorge Durietz coincide con la opinión de Rosso: “El Festival fue maravilloso. Estábamos todos muy emocionados y contentos. No estoy para nada arrepentido de haber participado porque fue un encuentro que convocó a amantes de la música y de los ideales, sobre todo del pacifismo y libertad, que nosotros siempre defendimos».

“Nos jugaron en contra las ganas de ayudar y fuimos manipulados».

Pero fue una estafa emocional y premeditada del gobierno militar: “Nos jugaron en contra las ganas de ayudar y fuimos manipulados por el gobierno, obviamente. Después, con el paso del tiempo, me enteré por medio de mi prima que vive en Ushuaia, que capaz que ibas a un quiosco a comprar chocolates o cigarrillos y adentro de los paquetes aparecían cartitas que la gente habían puesto. Y lo mismo pasaba en las tiendas de venta de ropa usada cuando en los bolsillos de las prendas aparecían cartas y golosinas que los chicos le habían mandado a los soldados”, relata Deantoni.

Luego del final de la guerra, el rock nacional seguiría creciendo con la incorporación de nuevos grupos y solistas como Zas, Sumo, Soda Stereo, Suéter, Los Twist, Los Abuelos de la Nada, Juan Carlos Baglietto y Fito Páez, Celeste Carballo, La Torre, Los Redonditos de Ricota, que empezaron a descollar en la llamada Primavera Democrática, que se vivió a partir de 1983. Pero esa ya es otra historia…

El rock histórico nacional

El rock histórico nacional

Una muestra en el Museo Histórico Nacional exhibe 800 piezas de los años de oro de un género que resultó identitario para los jóvenes de fines del siglo pasado.

El rock se hace presente en el Museo Histórico Nacional. Hasta el próximo 30 de mayo está abierta la exhibición Los 80. El Rock en la Calle, que cuenta con la curaduría de los historiadores Gabriel Di Meglio y Ricardo Watson y del fotógrafo Carlos Gustino (Aspix). La muestra se puede visitar de miércoles a domingos y feriados de 11 a 19 y la entrada es libre y gratuita. Además, todos los viernes a las 20:30 se puede disfrutar de Rockumenta, un ciclo de proyecciones de documentales al aire libre, con presencia de sus realizadores.

Watson cuenta que junto a su amigo y director del museo, Di Meglio, querían plantear una muestra disruptiva de historia cultural que convocara a otro público, diferente al habitual de la institución: “Además de hablar de los artistas y su obra, queríamos trazar una radiografía social y cultural de la música. Nos interesaba saber dónde se escuchaba el rock, cuál era su geografía, cuál era la estética, qué pasaba con el sonido y qué pasaba con el público”.

La muestra es un camino por el rock argentino entre 1982 y 1991, fechas elegidas por la prohibición de la música en inglés y por el concierto de Soda Stereo en la 9 de Julio al que asistieron 250 mil personas. Comienza con una línea de tiempo para no perder de vista el contexto en el que fue posible el boom de este género musical. Dictadura, Guerra de Malvinas, vuelta a la democracia, juicio a las Juntas, hiperinflación, menemismo, caída del Muro de Berlín, el uno a uno, son algunos de los acontecimientos de la época. De pronto, el visitante llega a un cuarto oscuro y está solo con la guitarra de Spinetta y se cruza con la mirada emocionada de Charly, Moro, Lebón y Pedro en la despedida de Serú Girán mientras suena Rasguña las Piedras en el Festival de la Solidaridad Americana de 1982. Después se encuentra con la valija con la que Luca Prodan llegó a Argentina, se puede sacar una foto en el mural de Clicks Modernos y leer la letra de “Rezo por vos” mientras se le escapa una sonrisa al ver un dibujito de Charly y Spinetta en el papel. Más tarde pasa por un afiche que anuncia a las Viudas en el Luna Park y se deslumbra con los vestidos coloridos de Claudia Ruffinatti y Claudaia Sinesi. El recorrido sigue con el piano de Miguel Mateos y de Fito Páez. Continúa por Los Pericos, Boom Boom Kid, y merece un alto en la guitarra que usó León Gieco para cantar “Sólo le Pido a Dios” con Mercedes Sosa en su regreso del exilio. Al ver el Suplemento de Clarín, llega el momento de la da nostalgia por aquellos años en los que tocaban Los Redondos, Charly y Massacre en una misma noche. Resulta inevitable leer al ritmo “Papá o mamá, papá y mamá, papá o, papá y mamá” en el manuscrito de “Una noche en New York City”. Mientras tanto, un cuadro de Osvaldo Pugliese acompaña, silencioso, la escena.

El recorrido no termina: el under, como corresponde, puede espiarse en el subsuelo del museo. También la sala de proyecciones y el cuarto de un adolescente en los 80. Aquellos que nacieron con Ares y Youtube, pueden usar las “instrucciones para escuchar rock en los 80” y cruzarse con una infaltable colección de cassettes donde los visitantes pueden dejar los nombres de sus canciones favoritas. Uno de ellos escribe: “Mi alma es libre gracias al rock nacional de los 80”.

La muestra cuenta con casi 800 instrumentos, letras, piezas de vestuarios, fotos, afiches, videos y otros objetos. Número impresionante que se logró con mucho esfuerzo y colaboración, ya que no había un patrimonio del rock. “Quisimos mostrar la amplitud de la escena oficial del rock y el famoso under de los 80. Nos interesaba que no solo se hablara de los artistas, sino que estén presentes los diseñadores, vestuaristas, periodistas y productores, toda la industria” concluye Watson.

Entre las 1.200 personas que visitaron la muestra el domingo pasado, está Ramiro de 36 años, nacido en Campana, al igual que Nekro (Carlos Rodríguez, el líder de Fun People) y dice: “Tuve una banda punk muchos años, un amigo me avisó de la muestra y me vine. Sin dudas, lo que más me gustó es que incluyan cosas de Fun People”, dice mientras señala la tabla de Charles Manson. También asiste Cintia de 44 años, quien invitó a Gerardo de 53 porque es “una fanática del rock de toda la vida” y no podía perdérselo: “¿Lo que más me gustó? Ver la ropa de Charly”, asegura. Además, Maira de 18 años, mientras recorre los pasillos del museo con su mamá afirma: “Me encantó ver la guitarra de Cerati. La muestra es buenísima”. Y si fuese un recital, el público hubiese pedido bises.

Una muestra al Pelo

Una muestra al Pelo

Cuando todo era nada, era nada el principio. Y de eso trata la Muestra Patrimonio Rock que desde el 9 de agosto se puede visitar en el Espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Alsina 1835. La expo que recorre los primeros años del género cuenta con visitas guiadas que se realizan todos los lunes, miércoles y viernes, a las 15, y visitas libres los martes y jueves. Se accede con turno solicitado previamente por la página web.

Una recorrida apasionante que incluye diversas facetas del fenómeno socio cultural que atravesó épocas, contextos y circunstancias que lo fueron moldeando. Una parte central de la exposición es la colección física de la revista Pelo, que forma parte de la hemeroteca de la biblioteca, como material editorial que acompañó y describió este movimiento contracultural durante más de 30 años.

De movida lo que sorprende son las instalaciones visuales donde se pueden apreciar series de fotografías (del archivo de las 30 mil fotos de Pelo, de 1970 a 2001, muchas de ellas muy poco conocidas), posters y tapas de revistas que permiten acercarnos a los primeros años del rock nacional, la época fundamental en que se gestó este movimiento artístico.

También hay vitrinas en las que se encuentran materiales con los cuales se hacían las publicaciones en el viejo oficio periodístico: las máquinas de escribir con que fueron escritos los primeros números de la Pelo, los grabadores de cinta de la época, las hojas de diagramación y papel pautado en las cuales se volcaban las notas de la revista, y también dos sillones que durante años formaron parte de la redacción y en los que se sentaron para ser entrevistados Charly García, Luis Alberto Spinetta, Norberto Pappo Napolitano, Raúl Porchetto y León Gieco, entre otros.

Una instalación simula lo que era la mesa de trabajo en la revista para la fotocromía, en donde se elegían las fotos para las notas en color. Allí se pueden ver negativos agrandados con imágenes de grupos pioneros de nuestro rock como Vox Dei en la terraza de la redacción de Pelo; Manal ensayando en Brasil para su regreso en 1980; Los Gatos, con y sin Pappo; Almendra en una producción fotográfica en el barrio de la Boca; y Arco Iris.

Por supuesto, varios de estos artistas también tienen un sector determinado en la muestra fotográfica principal, dedicado a las bandas y solistas fundacionales del rock argentino: Almendra, Los Gatos, Manal, Pappo, León Gieco, Sui Generis, Moris, Litto Nebbia, Billy Bond y La Pesada de Rock n´Roll.

Otra parte de este racconto histórico es la mención a los multitudinarios festivales B.A.Rock de 1970, 1971, 1972 y 1982, en donde se reunían las primeras tribus rockeras a ver a los músicos insignia del movimiento, y que quedaron documentados en las películas Rock Hasta que se ponga el sol (Aníbal Uset, 1973), y Buenos Aires Rock (Héctor Olivera, 1983).

Fotos enmarcadas de varios de los protagonistas de esos eventos también están en la exposición, incluyendo a Rubén “Vikingo” Basaldella, uno de los primeros plomos del rock, que asistió en escena a innumerables artistas durante años; o figuras de culto como Pajarito Zaguri. Imágenes de las tribunas de aquellos años, con un público bien hippie, a la usanza del viejo Woodstock, pero nacional. Y la policía omnipresente en todos lados, pidiéndole documentos a esa gente con pintas raras…

Los nombres se suceden a través de las numerosas fotos: Pescado Rabioso, Orion´s Beethoven, Miguel Abuelo, Gustavo Santaolalla, el violinista Jorge Pinchevsky, Alma y Vida, y Gabriela, una de las primeras mujeres que cantó rock en el país. En una foto que llama la atención vemos a Spinetta y Edelmiro Molinari, mezclados con la gente de la tribuna, y es que los festivales B.A.Rock nunca tuvieron VIP, no había lugares reservados para “gente importante” o para quien pagara más, sino que eran eventos democráticos en los que los artistas y el público formaban parte de la misma cofradía. Una época en las que no había vallas ¡y nadie se colaba!

También hay una mención a Mandioca, el primer sello discográfico independiente dedicado al rock, motorizado por el gran Jorge Álvarez, uno de los principales difusores culturales de la época; junto a los jóvenes Pedro Pujó, Javier Arroyuelo y Rafael López Sánchez. Una vitrina con objetos invalorables da cuenta de ello, incluyendo fragmentos de las letras originales escritas por Javier Martínez para el repertorio de Manal, así como la placa original del primer álbum de este trío pionero del blues en castellano.

En el centro del piso inferior de la exposición puede observarse una vitrina que contiene varios vinilos de los artistas fundacionales del género, provenientes de la discoteca de Pelo, “lo que quedó, los que no se robaron”, como detalla Daniel Ripoll, quien fuera fundador y director de la revista y que también está presente en el recinto. Al lado, un sector de imágenes recuerda al Acusticazo, un célebre ciclo de conciertos con instrumentos acústicos de 1972, que contó con la presencia de Raúl Porchetto, Pedro y Pablo, David Lebón, León Gieco, Gabriela y otros. El primer unplugged de Iberoamérica, y también el primer disco en vivo grabado de rock argentino, que tuvo gran éxito.

Otro sector denominado “La Previa” recuerda a la mayoría de los artistas beat comerciales, “complacientes”, para contrastarlo con el movimiento rockero progresivo argentino que vino después. Por último, se pueden ver ejemplares de algunas de las publicaciones contemporáneas a Pelo,  como las revistas Expreso Imaginario, Pinap, Hurra, Algún Día y Canta Rock, entre otras.

La Muestra Patrimonio Rock continúa hasta el 17 de diciembre y promete actividades varias, como proyecciones de películas y homenajes a músicos, que serán anunciadas en la página de la Biblioteca del Congreso de la Nación.

 

La síntesis de Él Mató

La síntesis de Él Mató

El líder habló sobre la situación actual con respecto a políticas culturales, el futuro de la banda, y la industria musical.

En abril presentaron su EP “El Tesoro”, y el nuevo disco, “La Síntesis O’Konor”, que salió en junio y se presentó en cuatro fechas en Niceto Club.

 

Actualizado 20/06/2017