«Mientras que Julio López no aparezca, el Nunca Más será incompleto»

«Mientras que Julio López no aparezca, el Nunca Más será incompleto»

Al cumplirse 17 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López, hubo una nueva marcha en La Plata reclamando ante la impunidad del caso. También se estrenó el microdocumental «Arana sin olvido», filmado en uno de los centros clandestinos donde estuvo secuestrado en la dictadura.

Jorge Julio López declaró en 2006 ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.

Jorge Julio López fue víctima de desaparición forzada durante la última dictadura militar –cuando la patota que comandaba el jefe de Investigaciones de la Policía Bonaerense Miguel Osvaldo Etchecolatz lo secuestró de su casa de Los Hornos, el 26 de octubre de 1976–, y por segunda vez el 18 de septiembre de 2006, cuando se estaba por presentar en el Salón Dorado del Palacio Municipal de La Plata para escuchar los alegatos del juicio contra su verdugo, contra quien había declarado en el proceso judicial.

Este lunes se estrenó el microdocumental sobre el ex centro clandestino Pozo de Arana, donde estuvo cautivo López. Su director, Cristian Jure, describió que es un film de ocho minutos, que estará disponible en el canal de YouTube de la Universidad de La Plata y formará parte de la serie de seis capítulos llamada ¿Quién Soy?, grabada en distintos excentros clandestinos de detención y tortura. Jure habló con ANCCOM y destacó la particularidad que tienen estos episodios. “Funcionan en redes, por eso tienen ocho minutos, están destinados a las nuevas generaciones”, dijo. Además, destacó que realizan estos documentales “para que los 300 nietos y nietas que todavía no han conseguido restituir su verdadera identidad, logren hacerlo. Apuntan a que los hijos de esos nietos no recuperados, para que cuando lo vean pregunten a sus padres: ‘¿Mami quién fue tu mamá, tu papá?’. Esta es una temática transversal a todas las audiencias, pero particularmente estaba vinculado a las nuevas generaciones que tienen un acceso a estos discursos a través del Tik Tok, Instagram y particularmente YouTube”.

En 2014 el genocida Miguel Angle Etchecolatz fue fotografiado con un papel en la mano con el nombre de Jorge Julio López. 

 

El director cinematográfico realizó esta serie como proyecto audiovisual de la Asociación Miguel Bru (AMB), en coproducción con UNLP TV, y fue seleccionado por el Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (Fomeca) y el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) en el concurso «Identidad» de Abuelas de Plaza de Mayo. Los otros capítulos estuvieron dedicados a La Cacha, la ex comisaría 5ta de La Plata, la quinta de los Méndez (Tandil), Faro de la Memoria (Mar del Plata) y el Pozo de Banfield.

López pasó por varios campos de exterminio pero la elección de Arana es fundamental porque en diciembre de 2021, en el marco del juicio conocido como «Arana II», el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) reveló el hallazgo de tres fosas comunes, algo que el testigo había contado en su testimonio de junio de 2006 y que hasta ese momento no se sabía. En los ocho minutos de la obra de Jure dialogan el hijo de López, Ruben, y Ana Laura Mercader, hija de Mario Miguel Mercader y Anahí Silvia Fernández de Mercader, detenidos y desaparecidos que estuvieron en ese mismo centro clandestino. 

“A esta nueva generación queremos brindarle argumentos para el diálogo y el debate, nuevos elementos que le permitan tener acceso a estos relatos tan importantes, sobre todo en estos tiempos de negacionismo, donde empezaron a surgir planteos que creíamos que ya estaban totalmente resueltos”, destacó Jure. “Fue muy duro hacer todos los capítulos pero particularmente este, porque Jorge Julio López es un desaparecido en democracia y eso es una diferencia con el resto de todos los demás, lo que hacen es cuestionar él Nunca Más y decir que mientras López no aparezca el Nunca Más es incompleto”, agregó. 

En tanto, en la Plaza Moreno de la capital bonaerense, el aniversario 17 del segundo secuestro y desaparición forzada de Jorge Julio López fue el motivo convocante para una nueva movilización convocada por la Multisectorial La Plata, Berisso y Ensenada. Es el mismo colectivo de organizaciones que a pocos días de ocurrido el hecho llegó a juntar cinco mil personas en ese lugar, bajo una lluvia torrencial. 

Daniel Satur, periodista platense de La Izquierda Diario, dijo a ANCCOM que “lo más importante de esta convocatoria es que hace 17 años que no se sabe nada o mejor dicho la sociedad no sabe nada, la familia de López no sabe que probablemente funcionarios o ex funcionarios, policías o expolicías sí saben lo que pasó con López”. A su criterio, “hubo una decisión de no decir lo que pasó, se calcula que 200.000 personas de todo el país participan de alguna u otra manera del aparato genocida y hay que tener en cuenta que en el momento que López desaparece una quinta parte de la policía bonaerense estaba conformada por ese personal”. Satur, que siguió durante años el caso, afirmó que “son 17 años de impunidad absoluta, hay quienes un día como hoy no hacen ni un mea culpa, siguen hablando de los derechos humanos, sin la dignidad de admitir que no hicieron nada”.

Satur recordó el momento vivido en 2006 y relató que “en esos días estaba por terminar el juicio Etchecolatz, por cada audiencia de juicio se llenaba de gente porque muchísimos querían presenciar ese hecho histórico”. En su memoria vuelve la mañana en que López nunca llegó a la audiencia donde se iban a presentar los alegatos, un momento muy esperado por él porque finalmente le vería la cara de nuevo a Etchecolatz. “Cuando no llega los abogados denuncian inmediatamente la desaparición de López. Esa noche nos concentramos frente a la gobernación exigiendo que se encontrara ya a López. Obviamente solo hubo discursos para salir del paso, y el viernes dos días después, llovía torrencialmente. Sin embargo, miles de personas caminaron por La Plata exigiendo la aparición con vida de López”, evocó Satur. 

“Desde que desapareció el 18 de septiembre de 2006 los 600 días posteriores la investigación estuvo a cargo de la policía bonaerense que era la principal sospechosa de la desaparición. Esas cosas llevan a esa indignación popular, que durante muchos meses las marchas fueron masivas. Llegando hasta el día de hoy donde el caso está ausente de la agenda pública”, expresó el periodista. A su criterio, la marcha de ayer tuvo el valor simbólico de “una vez más salir a las calles para recordarle a todo el mundo que López hace 17 años está desaparecido y que el Estado es responsable de no haberlo encontrado”.

José Pepe Rusconi, referente de la Asamblea Vecinal Barrio Norte y de Sobrevivientes 2-4-13, también se refirió a aquella primera marcha cuando López desapareció por segunda vez. “Estuvimos en la gobernación y no nos atendían. En esos primeros momentos de mucha tensión e incertidumbre, se organizó la marcha. Fue un día de lluvia, nos empapamos muchísimo pero fue masiva donde también hubo muchos compañeros de otros lugares. Todos bajo la lluvia marchando, una columna sólida, muy poblada, marchando de Plaza Moreno a Plaza San Martín”, recordó. Para él, “López era un compañero platense”, y lo que le hicieron “fue claramente un mensaje por parte de Etchecolatz, esto es lo que pasa a los que vienen a testificar en contra de los genocidas”. 

La bronca y angustia para los vecinos de La Plata es que no haya ni una pista sobre su destino, sino un pacto de silencio. Rusconi destacó que “esta ciudad movilizada ha logrado desde tirar a la dictadura militar hasta conseguir algunas cuestiones como que Etchecolatz fuera preso, esto se logra todo a través de la movilización popular. Lo que espero es que se mantenga firme, porque es la única garantía de frenar a todos aquellos que añoran esas épocas oscuras que hemos tenido en el país”.

 

Homenaje a un hombre valiente

Homenaje a un hombre valiente

Un salón de la Secretaría de Derechos Humanos, ubicada en la ex ESMA, recibió el nombre de Jorge Julio López, el militante desaparecido por segunda vez hace 16 años tras declarar en el juicio que permitió condenar al represor Miguel Etchecolatz.

Este lunes 19 de septiembre se llevó adelante la inauguración del Salón Jorge Julio López de la Secretaría de Derechos Humanos ubicada en la Ex Esma, en conmemoración a quien fue secuestrado durante la última dictadura cívico militar y desaparecido por segunda vez en democracia en el año 2006, luego de declarar en la causa que llevaría a Miguel Etchecolatz a cumplir cadena perpetua. 

El homenaje, tras cumplirse 16 años de su segunda desaparición, contó con la presencia de Rubén y Gustavo López, hijos del desaparecido, diferentes representantes de organismos de Derechos Humanos; Horacio Pietragalla Corti, Secretario de Derechos Humanos de la Nación; el ex canciller Felipe Solá y las madres de Plaza de Mayo Vera Jarach e Iris Avellaneda. 

Luego de descubrir la placa que revela el nombre de Jorge Julio López, Jarach fue la primera en hablar y mencionó que “Julio está presente. Y cuando nosotros decimos que está presente, es así”. Vera destacó la predisposición de aquellos que fueron detenidos, desaparecidos, pero que sobrevivieron para contar lo que sucedió durante la última dictadura militar. “Julio es una figura emblemática que representa la voluntad de luchar por un mundo mejor, de insistir hasta el final”, señaló. 

Darle el nombre de Jorge Julio López a un espacio” es otro acto de Justicia. Es reconocer y dejar una semilla, un recuerdo de él. Siempre menciono: Nunca Más el odio, especialmente para someter y perseguir, y Nunca Más el silencio, hay que recordarlo siempre a Julio López”, describió la mamá de Franca Jarach desaparecida con 18 años, vista por última vez en el centro clandestino que funcionó en la ESMA.

Luego, hizo uso de la palabra Iris Pereyra de Avellaneda y reconoció el bautismo del Salón: “Es bueno mantener la memoria y seguir peleándola por todos los compañeros que han desaparecido en el golpe de Estado de 1976 que ha dejado secuelas terribles y con hijos que han sido desaparecidos y apropiados”, mencionó la madre del Floreal “Negrito” Avellaneda, desaparecido por el terrorismo de Estado con 15 años.

La madre de Plaza de Mayo Vera Jarach, el secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla y Rubén y Gustavo, los hijos de Julio López en la primera fila del acto de homenaje.

El tercero en hablar fue Rubén López, y lo hizo en nombre de su familia y de su hermano que lo acompañó, por primera vez, a un acto homenaje a su padre. “Somos críticos, pero cuando las cosas se hacen bien hay que reconocerlas. Esto es un ejemplo de lo que queríamos, que el Estado nacional pueda reconocer que Jorge Julio López desapareció en democracia”. E hizo hincapié en el presente: “Venimos sufriendo vandalizaciones de sitios de memoria, venimos viendo que este odio se está arraigando en los ciudadanos de este país. No queremos que eso suceda”. 

Por último, Horacio Pietragalla subrayó que “nada va a alcanzar para reparar la ausencia de Jorge para la familia, pero sobre todo la memoria de Jorge Julio López y lo que para la construcción de este proceso de Memoria, Verdad y Justicia en el contexto que se armó”. 

La segunda desaparición de López, opinó el Secretario, “sacudió al Estado para darnos cuenta que los enemigos estaban, que tenían perversidad y estaban dispuestos a cualquier cosa y lo demostraron de la peor manera”.

Jorge Julio López fue un carpintero y militante peronista detenido el 27 de octubre de 1976 por una patota a cargo del torturador Miguel Etchecolatz, Director de Investigaciones de la Policía Bonaerense y mano derecha del genocida Ramón Camps. En su arresto, pasó por cuatro centros clandestinos de detención durante cinco meses, hasta que fue blanqueado y estuvo preso dos años más en la Unidad 9 de La Plata. 

Tras la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, Jorge Julio López fue un testigo crucial para atestiguar en los Juicios por la Verdad, posteriormente en el proceso oral y público contra Etchecolatz, que fue condenado a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad y murió el 2 de julio último a los 93 años en la Clínica Sarmiento, donde estaba internado con custodia policial.

La segunda desaparición de Jorge Julio López ocurrió el 18 de septiembre de 2006 cuando se dirigía a escuchar la sentencia contra Miguel Etchecolatz. Las últimas personas que lo vieron, aseguraron que fue en cercanías a su hogar, en Los Hornos. Aún hoy no se sabe qué sucedió con él, pero en una de las audiencias a las que acudió Etchecolatz, tenía en su mano un papel que decía “Jorge Julio López secuestrar”.  

Culminado el homenaje, ANCCOM dialogó con los oradores. Rubén López remarcó que su padre “tenía un gran compromiso con sus compañeros de lucha. Él vio cómo asesinaban y atormentaban a Patricia Dell ‘orto y Ambrosio de Marco en los centros clandestinos de detención, en Arana, sobre todo. Era un tipo que nos formó diciendo ‘esto hay que hacerlo’. Nos formó con los hechos”, recordó. “A raíz de lo que nos pasó como familia, en lo personal, empecé a militar”, señaló Rubén y sobre la seguridad de los testigos en los juicios de lesa humanidad para que lo de su padre no vuelva a suceder, recordó a la familia Iaccarino y a la de Oscar Herrera, pues su padre, madre y su hermano siguen desaparecidos. “Rodolfo (Iaccarino), en el año 2009 se le acercaron unas personas y le dijeron ‘deja de joder porque te va a pasar lo que a López. Un tiempo después, Rodolfo tuvo una descompensación”, señaló. “Siguen dando vueltas. Quizás no los ‘viejitos buenitos’ como decía una exdiputada, pero si ese odio sigue dando vuelta. Ahí es donde tenemos que combatir. Sobre todo, llegarles a los pibes con que militen, no importa dónde, pero que militen”. 

El excanciller y exgobernador de la Provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, también participó del homenaje.

Felipe Solá, quien cumplía la función de Gobernador en el momento de la segunda desaparición de Jorge Julio López, estuvo presente en el homenaje y en diálogo con ANCCOM enfatizó que este hecho “es una herida que no cierra”, y agregó que “fue vital como testigo para condenar a Etchecolatz, uno de los mayores asesinos de nuestra historia, jugándose la vida, tal vez sin saberlo”. 

El excanciller contó: “Mientras duró mi gobierno, y mientras lo estábamos buscando tuvimos pistas fallidas todos los días. Revisamos todo. Tal vez, todo haya ocurrido en un breve lapso ese mismo día, el 18 de septiembre, cuando todavía nosotros no sabíamos que no volvía y que ya no estaba”. Y opinó: “No eran épocas de odio generalizado, eran épocas de odio de un grupito concreto, que actuó como grupo comando, vinculado a Etchecolatz, vinculado también, al efecto que tuvo la declaración de Julio”.

Al ser consultado sobre los discursos de odio que hoy se sostienen en la sociedad argentina, Solá invitó a los jóvenes a que “no discutan si fueron 30.000 o 28.000. Piensen en lo que ocurrió en la Argentina y que fue hecho por el Estado, no por un grupo de delincuentes. Que entiendan la diferencia entre un sádico que tortura, que es terrible, a que lo haga sistemáticamente el Estado que nos representa a todos”. 

Por su parte, el Secretario de Derechos Humanos, Pietragalla, reconoció que la desaparición de Jorge Julio López fue una de las acciones que llevaron adelante quienes se resistían a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. “Tal vez, la más canallesca y más dolorosa para todo el campo nacional y popular porque fue desaparecer devuelta a un hombre que estaba aportando su testimonio para la reparación integral de las víctimas de terrorismo de Estado. No sólo para él, ni para las víctimas directas, sino para toda la ciudadanía”. 

“En este salón central en la Secretaria de Derechos Humano va a haber muestras, reuniones y muchas actividades, pero, sobre todo, toda persona que entre va a tener presente que tiene el nombre de un hombre valiente, que lamentablemente no está con nosotros”, resaltó. Pietragalla también se expresó sobre lo que sucedió en las últimas semanas en el país: “Hay que reflexionar sobre esos discursos de odio. Hay que cortarlos. Hay que decir Nunca Más para que no pase devuelta todo lo que pasó”. 

En sintonía con los demás testimonio, Iris Pereyra de Avellaneda describió que lo que le sucedió a Jorge Julio López con las dos desapariciones, también le sucedió al Negro Avellaneda y aseguró: “Nosotros siempre estamos pendiente para hacerle homenaje y recordarlo a Julito. La Justicia es lerda, pero por lo menos está la justicia del pueblo y eso es bueno”. 

Iris remarcó: “Hay que hablarles a los jóvenes como hago en los colegios, en las universidades y en las cárceles. Les comento que no pierdan la Memoria y segundo que se arrimen a un lugar político, a un lugar de derechos humanos, donde se sientan cómodos, y no abandonen la lucha de los derechos humanos. Les aconsejo a los chicos que sigan con la lucha porque para nosotros son la esperanza. Los jóvenes son nuestra esperanza”, culminó Iris Pereyra de Avellaneda. 

¿Dónde están Julio López y Santiago Maldonado?

¿Dónde están Julio López y Santiago Maldonado?

A once años de la desaparición de Julio López, testigo clave en el juicio que condenó a cadena perpetua al genocida Miguel Etchecolatz, y a 48 días de la desaparición forzada de Santiago Maldonado en el Pu Lof Cushamen, una multitud se reunió en La Plata y Plaza de Mayo para exigir, una vez más, “aparición con vida” de ambos y la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

Organismos de Derechos Humanos, sociales y políticos nucleados en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia organizaron la jornada y responsabilizaron a la Policía bonaerense por la desaparición de López y a la Gendarmería por la de Maldonado. Como sucedió en las últimas marchas, en la desconcentración hubo un pequeño grupo de personas que intentó generar un clima violento, pero los manifestantes lograron aislarlos y desactivarlos.

Actualizada 19/09/2017

Julio López: diez años de ausencia

Julio López: diez años de ausencia

Una buena cantidad de engrudo sobre la pared descascarada de Pringles 1100. Una hoja, y otra repasada de pegamento para fijar el papel. “Está en blanco porque quiero representar lo que no está… ¿Cómo se dice?” –pregunta un niño al observador de su obra– “Sí, eso. La ausencia”.

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Jorge Julio López no está, desapareció. Por segunda vez, nos falta. Así como también faltan las explicaciones sobre su ausencia. El 18 de septiembre de 2006, la boina azul, la campera bordó y los zapatos que lo habían acompañado en las audiencias previas, quedaron preparados en una silla de su casa. El albañil de Los Hornos, que estuvo secuestrado durante la última dictadura en los centros clandestinos Destacamento Policial de Arana –“Pozo de Arana”– y Comisaría Quinta de la Plata, debía presenciar los alegatos de los querellantes en el juicio en el que testificó contra Miguel Osvaldo Etchecolatz y otros genocidas al mando de esos espacios de tortura y exterminio. Sin embargo, nunca llegó. A diez años de aquella mañana, aún no se sabe qué pasó con él, dónde está.

Este sábado, la pared descascarada que limita con la escuela Rosario Vera Peñaloza, en el barrio porteño de Almagro, fue el punto de encuentro de alumnos de primaria y sus familias. Para recordar la ausencia de Jorge Julio López, y mantener vivo el reclamo de memoria, verdad y justicia por su desaparición, la cooperadora y la comisión de padres de la escuela decidieron sumarse a la propuesta del fotógrafo Gerardo Dell’Oro: A pegar por López. La iniciativa consistió en poner en común una carpeta, que circuló por internet, con fotografías de López en distintos tamaños, para que cada persona pudiera descargar, imprimir, y pegar en la vía pública. “La idea era, a 10 años de la desaparición de López, visibilizar su ausencia. Visibilizar al testigo desaparecido, ya que con él se pierde mucha de la información que tenía. Hay policías que están en actividad, y él los estaba denunciando. Lo que yo quería, entonces, era rescatar su figura como testigo. De las cinco fotos que subí, en las tres que están a color, López tiene puesto el característico buzo bordó con el que iba a declarar”, dijo a ANCCOM Dell’Oro, integrante de la comisión de padres de la escuela a la que asiste Ciro, su hijo.

Mientras los más chiquitos dibujaban sentados en la vereda de la calle Pringles, algunos padres sacaban con espátulas las imperfecciones de la pared para alisar la superficie. Dell’Oro, sobre el piso, organizaba las distintas piezas que formarían las dos grandes fotografías que se pegarían a modo de rompecabezas. En la primera, de Rafael  Yohai, López está levantando su mano derecha en la declaración del juicio a Etchecolatz en 2006. La segunda, de Helen Zout, es una fotografía en blanco y negro del rostro de López con los ojos cerrados: “Es un ícono, por esa cosa premonitoria que tuvo. Ahí, todos los que lo conocimos, lo vemos absolutamente. Él sabía muchas cosas, tenía mucha información, mucha memoria. Y, además, quería que todo eso se sepa. Entonces eso es lo que representa esa foto, donde está relatando su historia”, expresó Dell’Oro. En menor tamaño, también pegaron en la pared otras tres fotografías. La más vieja, en la que López posa para Dell’Oro, es del 99: “Es del día en que declaró en el juicio por la verdad”, aclaró el fotógrafo. “Él era uno de los testigos que estaban citados. Seguían más para testificar, pero ante la contundencia de su declaración, y de toda la información que tenía, el Tribunal decidió hacer un cuarto intermedio en las audiencias para ir a hacer una recorrida por la zona de Arana, que es donde él estuvo secuestrado, para tratar de ubicar los lugares detallados por López”, agregó. Las otras dos fotografías, de Horacio Paone y Gustavo Calotti, son de inspecciones oculares que permitieron comprobar que la memoria del “Viejo” –como le decían sus compañeros– permanecía intacta a pesar de los años.

Con el balde rojo lleno de engrudo, Dell’Oro subió a la escalera y dio comienzo a la intervención. Después de él, otros padres, con paciencia, hicieron coincidir una a una el resto de las piezas que formaron la fotografía de Yohai. Sobre ella, la leyenda: “Desaparecido en democracia. 10 años sin Jorge Julio López”. Dejando la brocha a un lado, la presidenta de la cooperadora metió sus manos en el balde y distribuyó cuidadosamente el engrudo aplastando el afiche con sus dedos. Mientras, la madre que se encargó de difundir la propuesta de Gerardo en la escuela, aprovechó el pegamento sobrante del pincel para repasar algunas puntas despegadas de los afiches que pusieron el 24 de marzo. “La idea más que nada es acercar la comunidad a la escuela, tratando de que la gente se involucre más desde el compromiso. Cada vez se suma más gente. Para el 24 de marzo pegamos estas fotografías. También habíamos pegado dibujos de los chicos, pero los sacaron. Si bien la convocatoria fue con poco tiempo de anticipación, fue masivo el acercamiento de la gente”, explicó Analía Kanzepolski. Y agregó: “La de Gerardo nos pareció una iniciativa muy linda. Es una propuesta familiar, y me parece que esto de venir a la escuela, apropiarse de lo público, y que después los chicos vean lo que pegaron es una buena experiencia para ellos. Les explicamos que era un sobreviviente de la dictadura,  y que cuando fue a declarar desapareció en democracia. Les dijimos que es un caso particular, bastante callado por los medios, en el que nunca se supo nada”. Julio Colantoni, también miembro de la comisión de padres, consideró que la importancia de la iniciativa es reforzar la idea sobre las cosas que tienen que cambiar: “Lo que se denuncia es la no resolución de problemas tan delicados. Que una persona desaparezca en democracia, que no se sepa dónde está, que desaparezca en una situación en la que iba a denunciar a un genocida para que lo juzguen como corresponda.” dijo Colantoni, sin necesidad de completar la frase.

La comisión de padres de Rosario Vera Peñaloza se formó a principios de 2015 para hacer frente a la inoperancia del Gobierno de la Ciudad. “Teníamos filtraciones históricas en la terraza, y veníamos hace muchos años pidiendo que se arreglen. Finalmente, se juntaron firmas y se pudo lograr una licitación para que una empresa lleve a cabo la obra. Había problemas con la electricidad y aulas que estaban imposibles de usar por las goteras que caían directamente donde estaban los chicos. Entonces se generó una comisión de padres con el foco bien puesto en la obra”, comentó Mariana Bianchi, madre de la comisión. “Finalmente se llevó a cabo la obra, pero no de manera satisfactoria, porque con la primera lluvia volvieron las goteras, y las constantes fricciones con el Gobierno de la Ciudad. A tal punto que, agotadas las instancias por falta de respuestas, se inició una demanda judicial al Ejecutivo que todavía está en proceso. Le pedimos a la justicia que bregue por las buenas condiciones de los chicos, porque estudiar es un derecho constitucional y tuvimos momentos en los que no quedó otra que suspender las clases”, agregó Bianchi.

Testigo

Mientras la segunda fotografía fue tomando forma y comenzó a definirse el rostro de López con los ojos cerrados, los chicos empezaron a pegar sus dibujos. Al lado de la hoja en blanco representando la ausencia de López, la silueta de una pequeña mano con la leyenda “Justicia por Julio López. Queremos saber la verdad” también capturó la atención: “Veo que algunos chicos saben más de lo que yo pensaba. Lo veo en los dibujos. No sé, yo un poco esto lo hice pensando en mis hijos, o en los chicos que tienen la edad de mis hijos que eran muy pequeños cuando esto sucedió”, reflexionó Dell’Oro.

Para Gerardo Dell’Oro, López es el albañil desaparecido en democracia que nos sigue doliendo y al que debemos buena parte de la información que permitió condenar a Etchecolatz y reconstruir varias de las piezas faltantes en la historia argentina de aquellos años. Pero para él es bastante más que eso. Es la persona que vio con vida por última vez a Mariana Dell’Oro y a Ambrosio De Marco, hermana y cuñado del fotógrafo.

Jorge Julio López vivía en Los Hornos. En ese barrio de La Plata, un grupo de jóvenes había armado la unidad básica en la que militaban Patricia y Ambrosio. “López en ese momento tenía cuarenta y pico, era un tipo grande que se acercaba como vecino a participar. Uno de los compañeros de la unidad básica que estuvo exiliado, regresó al país. Mi familia y yo lo conocíamos desde aquella época, y mantuvimos relación a lo largo de los años. A su vuelta, Pastor –así se llamaba– se reencontró  casualmente con López mientras hacía un arreglo en la casa de un conocido, ya que él era albañil. Fue un encuentro muy fuerte entre ellos, porque López no sabía quién había quedado vivo y quién no”, recordó Dell’Oro. “Pastor era una persona a la que yo podía recurrir cuando quería saber algo de mi hermana. Era alguien que tenía la misma edad, la misma ideología, habían militado juntos, y podía saber cosas de ella que en el ámbito familiar yo no podía preguntar. Y bueno, con los tiempos que tuve para acercarme a él y hablar sobre todo esto, porque yo tampoco tenía muy claro qué es lo que quería saber, me acerqué a Pastor y me comentó sobre la existencia de una persona que había estado secuestrada junto a Patricia y era testigo de su asesinato. Esa persona era Jorge Julio López”, continuó su relato.

Tiempo después, Gerardo Dell’Oro estuvo preparado para enfrentarse a la verdad. “Yo necesitaba terminar con la desaparición. Un relato que no es agradable, pero que es necesario. López me compartió lo que sabía, lo que él había vivido, y me contó la situación en que mataron a mi hermana y a mi cuñado. Un poco eso era lo que yo iba a escuchar. Pero lo que yo no esperaba era que él me hable de lo que Patricia pensaba y sentía en ese momento, lo que ella dijo minutos antes de su muerte: ‘No me maten, quiero criar a mi hija’”, contó Dell’Oro. Cuando Patricia y Ambrosio fueron secuestrados, su hija solo tenía 25 días. “Entonces, la imagen de ella como madre no era muy conocida, muy vista en la familia. Esas palabras de López fueron como un relato/regalo inesperado. La hija de Patricia, que vivió con nosotros, tenía a la madre y al padre desaparecidos. Ella y sus padres eran como cosas siempre separadas. De hecho, no había una foto de ellos juntos. Pero bueno, el relato de López lo que hace es unirlos, de alguna forma. Metafóricamente, lo que hace es juntarlos en ese deseo de Patricia de ser madre, de seguir siendo madre”, recordó con tristeza el fotógrafo.

Jorge Julio López fue secuestrado en octubre de 1976 y tiempo después pasó a disposición del Poder Ejecutivo: “En el 79 queda libre, vuelve a la casa. Pero, en el ámbito familiar, él no tenía muchas posibilidades de hablar de esto. Estuvo muy solo, no tenía contención. En el 79, en el medio de la dictadura, los sobrevivientes eran muy mal vistos, se sospechaba de ellos, contaban cosas que nadie quería escuchar, ni nadie podía creer. Pero bueno, su persistencia fue fundamental. Si todos hubieran olvidado lo que les pasó para poder vivir no existiría ni memoria, ni verdad, ni justicia”, consideró Dell’Oro, agradeciendo principalmente a la Asociación Ex Detenidos Desparecidos.

En 2006, anuladas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el relato que López compartió con la familia Dell’Oro a inicios de los noventa, y en los juicios por la verdad en 1999, sirvió como declaración para reconstruir parte de lo sucedido en los centros clandestinos en los que estuvo detenido, y para comprobar la culpabilidad de Etchecolatz y el resto de los genocidas que participaron de los operativos. “Ese primer juicio de 2006, que además de aportar verdad y memoria aportaba justicia, concluiría con la condena de los responsables. Pero eso que tenía que ser una fiesta, se transformó en la desaparición de López de la forma más perversa que podría haber, que es la mismísima desaparición, los mismos métodos de la dictadura. No sé bien qué sucedió con él, pero desapareció por lo que dijo, por lo que podía seguir diciendo, y por los juicios que en ese momento estaban empezando”, denunció Dell’Oro.

Patricia y Ambrosio fueron brutalmente asesinados en la clandestinidad. López continúa desaparecido, por segunda vez. Miles de familias aún buscan a sus hijos, a sus nietos, a sus hermanos. Sin embargo, en agosto, el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata otorgó el beneficio de prisión domiciliaria al genocida Miguel Etchecolatz por razones de salud, aunque no se hará efectiva porque actualmente está siendo juzgado en otras causas que están en etapa de instrucción. “Me parecen una barbaridad los políticos aliados a este gobierno que piden justicia por gente como Etchecolatz. Porque serán ancianos, estarán presos, pero están cometiendo el delito de desaparición hoy. Todos los desaparecidos de los que Etchecolatz es responsable están desaparecidos hoy, y no se tiene ni verdad ni justicia sobre lo que pasó. Él tiene información que aportar. Hay abuelas que buscan a sus nietos y hay alguien que sabe dónde están. Y mientras sepa dónde están y no lo diga, está cometiendo un delito de lesa humanidad que es el de sustitución de identidad. Lo está cometiendo hoy, es un delito que no prescribe. Entonces no son cuestiones humanitarias. La verdadera justicia sería que digan lo que saben”, concluyó el fotógrafo.
Actualizado 20/09/2016

Marcha por Julio López

Marcha por Julio López

A 10 años de la segunda desaparición de Julio López se llevaron a cabo distintas actividades. Su familia hizo un acto en el Parque Julio López en Los Hornos. También hubo concentración y marcha unificada de diversas organizaciones en la Plaza Moreno, en la ciudad de la La Plata.

 

 

 

 

 

 

Actualizado 21/09/2016