«Japonesa, japonesa»

«Japonesa, japonesa»

Ichika Egashira se incorporó a Excursionistas y se convirtió en la primera nipona en llegar al fútbol argentino. ¿Qué diferencias percibe entre su país natal y el que la recibió?

El 2023 empezó de manera intensa para Excursionistas. El conjunto del Bajo Belgrano firmó un convenio con la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF) para que sus jugadoras puedan realizar una carrera universitaria a la par de la futbolística. Días después , las redes del club anunciaron el desembarco de Ichika Egashira, la primera jugadora japonesa en arribar al fútbol argentino femenino.

Su llegada generó tantas expectativas que tuvieron que armar una presentación con conferencia de prensa y su primer entrenamiento a puertas abiertas para el público. 

Casi un mes después, Ichika intenta aprender español para comunicarse mejor con sus compañeras. Entrena todos los días de 12 a 14 en el estadio de Excursio. Mientras camina normalmente hacia la calle La Pampa junto a Fernando Moya, preparador físico y entrenador que vivió varios años en Japón y gestó su llegada, se cruzan con una gran cantidad de hinchas con bombos y camisetas del equipo. Mientras se dispone a practicar, varios micros se preparan para salir desde la cancha y alentar al plantel masculino de Excursionistas quien debe enfrentar a Gimnasia de La Plata por Copa Argentina.

Ante un ruido estremecedor de fondo, sale con la pilcha de entrenamiento del vestuario. Nació para las cámaras, sonríe ante cada gesto de sus compañeras que la invitan a posar con un mate, luego con una pelota y todo lo que esté a mano. La hacen sentir cómoda, el idioma del fútbol es universal. Un poco ansiosa por su debut oficial, parece exigirse un poco más, lo que la obliga a entrenar diferenciado por unos días. Pedro Lacal, su entrenador, le da unas indicaciones a Moya para que se las pase a Ichika. Mientras sus pares se distribuyen en el césped , a ella le toca el gimnasio. 

Tiene tan solo 20 años por lo que mudarse al otro lado del mundo no fue una decisión fácil. Con respecto a la reacción de sus padres, Ichika le comenta a ANCCOM: “Sabían que quería jugar en el extranjero pero no se imaginaron que tan lejos. Se preguntaron por qué no me fui a Europa. Yo lo tenía decidido, no les di chance a que se negaran”. 

El fútbol femenino comenzó a tener mucho más preponderancia en varios países potencia hace muy poco. En Japón, la WE League, primera división y de carácter profesional, tuvo su primera edición en 2021. Para jugar a la pelota, Ichika vivía rodeada de chicos. “Hasta la secundaria superior jugaba en equipos de varones. Los contrarios se sorprendían con que hubiera una chica. Si me hacían una falta decían: ´Pero sos chica ¿Que haces jugando acá?´”, sostiene Egashira. 

Muy parecido a Tokio, la extensión de Buenos Aires hace que las personas no se conozcan mucho entre sí.  Egashira vivió toda su vida en Kansai, Shiga, un lugar perfecto para evitar el ruido constante, ubicado entre Kioto y Tokio, donde abundan castillos, templos y la naturaleza. “Vivía en medio de la montaña, en un pueblo alejado de la ciudad. Es una comunidad muy unida. Todos los adultos cuidan a los niños. Esa creo que es la gran diferencia con un lugar como Tokio, donde es tan grande que nadie se conoce con nadie. Las personas de mi lugar son mucho más efusivas”, afirma Ichika. 

La jugadora japonesa se permite conocer Buenos Aires como turista y hasta como youtuber. Rápidamente observa lo caótica que puede ser. Fuera de su departamento en Parque Chas para evitar el ruido constante está su nueva familia, sus compañeras en Excursionistas, que le dan cariño como si estuviera junto a sus padres.

No le hizo falta mucho tiempo en el país para notar varias diferencias que se dan entre las mujeres japonesas y argentinas. “Acá son muy efusivas, abiertas y directas en el trato. En Japón, al ser chica no podías gritar o expresarte de esa manera. Me acuerdo que en el colegio, una profesora decía que era una señorita y que tenía que comportarme más adecuadamente. Me intentaban marcar una especie de camino. Me siento mucho más cómoda aquí con la naturalidad con la que pueden manejarse”, subraya Egashira.

Entre otros detalles, destaca que puede vestirse como quiere que nadie la va a juzgar. Así como se podía observar en el mundial a los japoneses limpiando los estadios con una disciplina notable, no logra entender como los baños públicos no son como los de su país. 

A la par de su personalidad detallista, Ichika dice: “En Argentina uno tiene que pensar todo el tiempo cómo rebuscarse para las cosas cotidianas, en Japón tenes casi todo al alcance de la mano, no necesitas pensar o renegar con todo. La forma de vida de los argentinos siento que me va a hacer crecer mucho”. 

Excursionistas forma parte de la primera división del fútbol femenino argentino. De 20 equipos, paradójicamente, sólo dos son dirigidos por mujeres. Ichika llegó en un momento donde la semilla va creciendo día a día. En 2019, AFA anunció la semi profesionalización de la primera división, donde en cada plantel deben existir por lo menos doce contratos para las jugadoras. Los sueldos son equivalentes a jugadores masculinos de la primera C, por lo que muchas chicas tienen otro trabajo. Varios clubes tradicionales comenzaron a darle entidad a las mujeres e incluso muchos de ellos tendrán inferiores. Algo que debería ser normal llegó mejor tarde que nunca. Aun así, se necesita mucho más para una completa profesionalización. 

Su debut con la hinchada se fue posponiendo pero ella ya piensa en su futuro, su sueño está organizado. Con su esfuerzo espera convertirse en referente para otras chicas japonesas que quieran jugar al fútbol y viajar al extranjero. “Quiero estar en Argentina tres o cuatro años y después jugar en Barcelona, como Messi. Quiero ser una jugadora top en Europa, ese es mi sueño” sostiene la número 28 de Excursionistas. 

Teniendo en cuenta el entusiasmo y su talento mostrado, no va a ser una sorpresa si en algunos meses consigue hablar un perfecto español y en unos años se ponga la azulgrana tal como lo hizo el astro rosarino. Ichika Egashira puede convertirse en el lazo perfecto entre la perseverancia argentina y la organización japonesa. Es cuestión de tiempo escuchar que coreen su nombre en el bajo Belgrano. 

Vamos las Verdes

Vamos las Verdes

Las futbolistas del equipo femenino Sub-19 de Excursionistas sueñan con consolidar la carrera profesional. Un botón de muestra de las dificultades que enfrentan las mujeres para apropiarse de un deporte históricamente masculino.

El día está soleado, es un martes al mediodía, cuando un auto con cuatro chicas llega al club Sacachispas, ubicado en el barrio de Villa Soldati, al sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Minutos más tarde, un nuevo grupo, pero en un vehículo -manejado por el padre de una jugadora de fútbol- llega al lugar. El resto del equipo, arriba por su cuenta al estadio.

Así, de a grupos sueltos, todas por separado, llegan las jugadoras del Club Femenino de Excursionistas a su partido de local en una cancha de la Ciudad que no es la de ellas. Siempre es igual, sea en Sacachispas o en el club Deportivo Español entran con la misma pasión y compromiso.

Excursionistas, club que fue fundado en 1910, se encuentra ubicado en La Pampa 1376 en la zona del Bajo Belgrano de la Ciudad de Buenos Aires. Actualmente, el equipo juega en Primera A y está federado en la AFA. En 1991, se disputó el primer torneo de fútbol femenino de la AFA, el cual contó con ocho clubes: River –que salió campeón-, Boca, Independiente, Excursionistas, Deportivo Español, Laferrere, Yupanqui y Sacachispas. Pero recién, en 2019 llegó la profesionalización –precaria- al país.

Estas futbolistas que acaban de arribar a Sacachispas tienen entre 16 y 19 años y forman parte de la categoría sub 19 de Excursionista. Su entrenadora es Micaela Amarilla. A pesar de las dificultades que conlleva este deporte en Argentina, Fatima Danura (18), futbolista de Excursionistas, dice: “El fútbol no es solamente jugar a la pelota, es más un sentimiento porque te da amistades, te da metas, te da ganas. A la hora de jugar me desconecto de las cosas malas que me pueden estar pasando en la vida cotidiana, es un momento en el cual uno puede hacer algo que te gusta, te llena completamente”.

Pasó una hora y media, son las 13.30 horas en el vestuario de Sacachispas. Suena cumbia de fondo y las jugadoras se cambian, algunas se ponen gel en el pelo y la entrenadora les da una charla técnica con mucho entusiasmo, pero también con dulzura, sobre cómo encarar el partido. El equipo sale al campo y juega en una cancha auxiliar que no está en condiciones: no hay césped que cubra el suelo en su totalidad, el piso se encuentra desnivelado y hay mucha arena, lo que implica que las futbolistas realicen más esfuerzo físico del que deberían. Aún así, lograron imponerse 2-1.

“Jugar en equipo y patear la pelota, eso es la felicidad”, dice Camila Agüero (17), defensora de Excursionistas, cuando ANCCOM le consulta sobre lo que significa el fútbol para ella. Muchas empezaron recientemente a jugar de forma profesional y un gran número del equipo, casi todas, demostraron un fuerte interés a temprana edad por el deporte. “Surge desde que tenía cuatro años. Iba a la plaza con mi papá y con mi hermano y era la típica que no entendía nada de fútbol. Poco a poco, sin que nadie me enseñe, le empecé a agarrar un gusto, comencé a jugar con los chicos de la plaza y era raro porque era la única mujer que jugaba ahí de chiquita, pero le agarré cariño y pasión”, afirma Danura, delantera de la Reserva.

“Un día me di cuenta que todos todos los chicos del barrio me venían a buscar para los partidos; me conocían como la marimacho, por ser la única mujer jugando”, cuenta Florencia Arevalo, mediocampista de 19 años de Excursionistas que tenía seis años cuando empezó a interesarse en el deporte. «Mis primos y hermanos jugaban a la pelota, en ese momento no tenía con quien jugar y en el aburrimiento empecé a patear con ellos. Con el tiempo, se dieron cuenta que era buena y me empezaron a enseñar sobre el deporte y me unían a sus partidos”.

Chapo Myriam (19), futbolista que juega de lateral en Excursionistas afirma: “Hay casos desafortunados donde las mujeres abandonan por cuestiones económicas que, lamentablemente, afectan a muchas jugadoras como al cuerpo técnico, que quieren crecer, que les gusta el fútbol y desean formar parte de un plantel profesional, pero aunque no se vea tan grave, lo económico siempre cuenta”. En este deporte son diversas las problemáticas a las cuales se enfrentan las jugadoras. “Las dificultades que noto son económicas: aunque el femenino esté en la A, el salario es mínimo” dice Arévalo. Y agrega: “Hay personas para las cuales esto es un trabajo, y la economía no las ayuda, muchísimas horas dedicándole a este deporte y ningún sustento”.

A muchos clubes no les interesan los equipos de Reserva, que son los que están dedicados a formar jugadores y jugadoras futbolísticamente para que puedan pasar a jugar en Primera División. En este sentido, Agüero relata: “Les dan dos pelotas, una canchita así nomas y listo. Eso está mal porque las chicas son el futuro”. Además, la jugadora explica: “No se nos da mucha importancia como al fútbol masculino y no genera lo mismo. Deberíamos tener todas contrato o por lo menos un viático”. Este año, las jugadoras juntaron dinero para pagar las bebidas y alimentos que consumen durante y pospartido, como así también, plata para pagarle a los fotógrafos. En este sentido, Danura sostiene: “Se están destrabando un poco las dificultades, pero obviamente tenemos muchas contras, especialmente el público que casi no hay en comparación al masculino y el tema del dinero. Siento que está creciendo el fútbol femenino pero todavía le falta”.

Por otro lado, desde finales de 2021, la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) firmó un convenio con Excursionistas para incentivar a las jugadoras a que puedan estudiar en el ámbito universitario mientras desarrollan su carrera como futbolistas. La universidad se comprometió a brindar asesoramiento técnico y de gestión, entre otras actividades, para que el equipo pueda tener un mejor desempeño. “Esta alianza no representa un hecho aislado. Existen antecedentes similares, como la de la UAI con el club Urquiza y la de la UBA con el club Defensores de Belgrano”, amplía un comunicado de la institución educativa.

El sábado cinco de noviembre, con un sol radiante, las chicas se preparan para jugar su último partido. Esta vez juegan en el club Deportivo Español, en el Bajo Flores, contra Gimnasia y Esgrima de La Plata. En los vestuarios se percibe cierto nerviosismo pero también emoción: es el último que juegan en el año y quizá se desarme el grupo para la próxima temporada. Salen a la cancha y lo dan todo, pero no es suficiente. Perdieron 3 a 1. Incluso, una de las Verdes sufrió un desgarro pero que rápidamente fue atendida por los médicos y contenida por la entrenadora.

 A pesar del resultado, cuando finaliza el partido Micaela felicita a las jugadoras y hace hincapié en que disfruten todo lo conseguido: la manera en que mejoraron durante todo el año, tanto en los partidos como en el entrenamiento. También les pide que no bajen los brazos si quieren seguir una carrera profesional en el fútbol. Ellas remarcan que siguen jugando porque aman lo que están haciendo y por el apoyo y esfuerzo de sus familias que hacen lo que sea para verlas felices. “Hoy en día tengo unas compañeras geniales, que en realidad, somos una familia. Siempre me pongo en la cabeza que todo esmero tiene su recompensa, y que si no llega hoy, va a llegar mañana o cuando tenga que llegar”, afirma Camila. Del mismo modo comparte Chapo: “Es lo que amo hacer y me enseñaron a nunca bajar los brazos. Allá voy en busca de un sueño, que ojalá, algún día pueda cumplir”.

Arévalo destaca: “Nunca tuve una buena economía y sé que si sigo insistiendo y buscando otros medios voy a lograr crecer , pero no veo una vida sin fútbol, dejar el fútbol para mí sería entrar en depresión. Solo por eso sigo. Y sé que con perseverancia las cosas van a llegar”, concluye Florencia.

El primer viernes de noviembre, en las canchas del Parque Sarmiento, en el barrio de Saavedra, terminan el último entrenamiento del año, el mismo día que cumple años su entrenadora. El esfuerzo y la dedicación que realiza el grupo se puede observar a simple vista, así como también la unión y el cariño que se tienen entre ellas. Varias jugadoras distraen a la entrenadora, que a pesar de ser su compleaños estaba ahí firme con ellas, enfocada en preparar al equipo para el último partido de la temporada. Mientras que otras se agrupan y sacan de sus mochilas una torta y una vela y, de improvisto, comienzan a cantar el feliz cumpleaños logrando así, sorprender a Micaela. Así finalizaban el último entrenamiento del año las jugadoras de categoría sub 19 junto con su entrenadora. Muchas de ellas pasarán el año próximo a jugar en primera división.

 

La pelota del fútbol femenino está manchada

La pelota del fútbol femenino está manchada

Jugadoras de fútbol femenino se manifestaron frente al Congreso para exigir justicia por Juliana Gómez, la futbolista de Argentino de Merlo fallecida en un accidente cuando regresaba de disputar un partido en Santa Fe. Reclamaron mejoras en las condiciones en las que se desarrolla la actividad.

Más de un centenar de jugadoras de fútbol femenino se reunieron frente al Congreso de la Nación, ayer por la tarde, para pedir justicia por el fallecimiento de Juliana Gómez, jugadora de fútbol de Argentino de Merlo, y por mejoras en las condiciones en las que se desarrolla la actividad.

La asamblea fue convocada por la agrupación “Unidas por el fútbol femenino” bajo tres consignas: “No nos den la espalda”, “Igualdad de condiciones” y “Basta de desidia en el fútbol”, y contó con la presencia de jugadoras en actividad, retiradas, familiares y allegados. 

Pasadas las 17 comenzaron a llegar las jugadoras que dejaron la rivalidad de los equipos a un lado, en una jornada donde tuvieron puesta la misma camiseta y estuvieron unidas por igual propósito: el pedido de justicia por la muerte de Juliana Gómez -fallecida en un accidente mientras su equipo viajaba a Santa Fé para disputar un partido-, y el reclamo para los clubes y para la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), respecto de sus condiciones laborales. 

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En diálogo con ANCCOM, Aylen Montiel, jugadora de Primera División, reflexionó acerca de la necesidad de que se visibilicen las demandas del futbol femenino y sostuvo: “Hoy en día somos todas jugadoras, de la A, de la B o de la C, y tenemos que pedir por derechos que nos corresponden a todas”. 

Entre los reclamos que se manifestaron se incluyen: que los clubes se encarguen de financiar los gastos de transporte, comida y hospedaje cuando las jugadoras deben jugar en condición de visitante, que no se las abandone ante las lesiones, y se les brinde asistencia médica y acompañamiento. 

También, denunciaron instalaciones en malas condiciones, la necesidad de mejoras en los recursos y herramientas para la preparación física, las dificultades para solicitar el pase y poder ser transferidas a otros equipos, y por cuidado de la integridad física y mental.

Acompañado de una profunda emoción, en el transcurso de la jornada se dejó un micrófono al alcance de las presentes para poder hacer uso de la palabra. Marina Martínez, de la agrupación Pioneras del fútbol femenino, manifestó que no sólo se trata de una problemática del fútbol femenino en Buenos Aires, sino en todo el país. “Las mujeres siempre fuimos discriminadas y olvidadas, pero así y todo llegamos”, recordó.

Cada vez que deciden hablar para expresar su disconformidad, corren el riesgo de no ser convocadas a los próximos partidos. Por eso, algunas jugadoras deciden no aparecer en la primera línea de los reclamos. Sin embargo, muchas otras entendieron que esta jornada era significativa y un punto de partida para que las cosas cambien. 

En ese sentido, Mercedes y Paula, jugadoras del Social Atlético Televisión (SAT), señalaron: “Nos hemos acostumbrado a no hablar, pero es momento de ponerle voz a lo que está pasando y lo que sentimos” y agregaron: “¿Cuántas vidas más se tienen que perder para que nos juntemos y salgamos a luchar por lo que merecemos?” 

A las 19 se leyó un comunicado por parte de las jugadoras: “Hoy nos reunimos para contarle a la comunidad cuál es la situación que se está viviendo en el fútbol femenino desde sus inicios. Algunas cosas han cambiado, pero seguimos viviendo muchas injusticias y necesitamos que se resuelvan de manera urgente”. 

En cuanto al pedido de justicia, expresaron: “Nos unimos en un mismo reclamo. Lo que sucedió con Juliana Gómez el 8 de octubre nos conmovió a todas, de tal manera que nos motivó a organizarnos. Todas sentimos el miedo de haber sido ella, hoy todas somos Juliana Gómez. No fue un accidente, fue negligencia y consecuencia de la desidia de los clubes”. 

Al respecto, explicaron que “el viernes 7 de octubre, las jugadoras de Argentino de Merlo se trasladaban en sus propios autos a Santa Fe. Llegaron el sábado por la mañana sin dormir, desayunaron y se dirigieron al estadio para jugar la fecha oficial del torneo. Al finalizar el partido, se duchan, y sin descansar, emprenden la vuelta a Buenos Aires. A mitad de camino sucede lo peor: uno de los autos en el que iban cuatro de las jugadoras vuelca en plena ruta a la altura de Baradero. Julieta Gómez falleció al instante, tres jugadoras fueron hospitalizadas, y todo un plantel de jugadoras sigue afectado por los hechos”. 

La tragedia fue aún más dolorosa, horas después también falleció el chofer, Ricardo López. Su familia, denunció que no fue a causa de las lesiones que le provocó el accidente sino por agresiones que sufrió de parte de allegados a Juliano Gómez. Sea como sea, ambas muertes quizá se hubieran evitado si la precariedad no atravesara al fútbol femenino.

“Hoy es el inicio de un suceso histórico. Nosotras somos la historia. El fútbol debe ser en igualdad de condiciones. No nos vamos a callar, ni vamos a parar hasta que todo sea como soñamos”, concluyó el comunicado. 

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Carolina Troncoso la tiró larga por la derecha, le ganó en velocidad a la lateral de River y tiró un centro bajo al área. Recibió Andrea Ojeda de espaldas al arco, marcada de cerca, y pivoteó rebotándola hacia atrás. A la altura de la medialuna del área, con el número 16 en la espalda, apareció Lorena Benítez a la carrera para entrarle de lleno a la pelota y clavar un derechazo inatajable contra el palo derecho. Transcurrían tan sólo 30 minutos del primer tiempo y ya Boca goleaba a River 3 a 0 en la final del primer torneo semiprofesional de fútbol femenino argentino. Todas corrieron a festejarlo con ella, que terminó aplastada debajo de una montaña de compañeras que gritaban desaforadas.

“No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de mis goles fueron remates de afuera, pero bueno, no son muchos”, se sincera Benítez. Con 22 años, la volante central es una prodigio del fútbol femenino nacional: formó parte del seleccionado que jugó el histórico Mundial de Francia en 2019, fue referida como una de las mejores jugadoras de futsal en el mundo y, la semana pasada, le fue otorgado el premio a Mejor Jugadora del Torneo tras la final que ganó Boca en un descomunal 7 a 0 frente a River.

Las luces se encendieron sobre su fútbol, pero también sobre su maternidad -es madre de mellizos: Renata y Ezequiel- y su trabajo en el Mercado Central. Sin embargo, Lorena no acuerda en que el camino de una jugadora deba ser ese. En esta entrevista con ANCCOM, reflexionará sobre la necesidad de una profesionalización completa del fútbol femenino. Recordará sus orígenes humildes y el camino que abrió ella a la fuerza para ingresar a ese mundo -todavía- abrumadoramente masculino. Con voz cansada luego de un largo día de trabajo y entrenamiento, hablará de fútbol, contará sus sueños y develará sus deseos personales.

Lorena Benítez fue galardonada como la Mejor Jugadora del primer torneo argentino semiprofesional de fútbol femenino.

Boca salió campeón invicto y sin goles en contra. Tanto en la semifinal con San Lorenzo como en la final con River, dos rivales de peso, dominaron completamente el partido. ¿A qué se debió este rendimiento tan alto?

Creo que al esfuerzo nuestro. Desde que empezamos a entrenar durante la pandemia teníamos bien en claro lo que queríamos. Sabíamos que este campeonato iba a ser muy importante porque era el primer torneo semiprofesional, pero también fue clasificatorio a la Copa Libertadores. Pudimos demostrar la preparación y las ganas que teníamos en la cancha y ganando el campeonato.

Normalmente, el fútbol femenino se juega en las canchas auxiliares de los clubes. Pero la final la jugaron en el Estadio José Amalfitani, la cancha de Vélez Sarsfield. ¿Se sintió el cambio por disputar el partido en un campo de juego más amplio?

Sí, obviamente. Nos cuesta un montón a nosotras jugar en los estadios porque obviamente el césped es distinto, las dimensiones de la cancha también. No estamos acostumbradas. Aunque no se notó por las ganas que teníamos y porque corrimos desde el primer minuto.

¿Esa fue también una de las dificultades que tuvieron cuando jugaron el Mundial en 2019?

Sí, aparte también de que los otros países tenían otra preparación. Es muy notorio en comparación a lo que es Argentina. Yo había dejado de trabajar hacía una semana antes de viajar; nosotras queremos vivir tranquilamente de esto, dedicarnos cien por ciento a lo que es el fútbol.

¿Qué cambios paulatinos fueron viendo a partir de la semiprofesionalización del fútbol femenino?

Los espacios, más que nada en el club, que nos fuimos ganando. Por ahí, en vez de una cancha de entrenamiento, ahora tenemos dos o tres a disposición. También una sala de kinesiología, una sala de rehabilitación, de pileta, de hielo. Todas esas cosas que antes no las teníamos para la preparación de un equipo son fundamentales. Lo mismo la alimentación, más entrenamiento, todas esas cosas las fuimos ganando poco a poco.

¿Y qué haría falta para que Argentina pueda ponerse a la par del resto de los países?

Los sueldos, más que nada. Que todas podamos vivir realmente de esto y que ninguna jugadora tenga que salir a trabajar de otra cosa. Una persona que sale a trabajar de madrugada, a la mañana, o lo que sea, no rinde lo que realmente tiene que rendir. Entonces, hace falta que podamos vivir de esto y todas nos dediquemos por completo al fútbol.

Bueno, vos trabajás en el mercado central. Con la profesionalización del fútbol, ¿tenés la necesidad económica de seguir trabajando ahí?

Lo que nosotras ganamos no alcanza, más como está el país. No sé si llega a un dos por ciento de lo que gana el masculino. Yo soy madre de mellizos y quiero lo mejor para ellos. Entonces, mi intención es salir a trabajar para que ellos puedan estar bien y nosotras -su pareja, Verónica Rivero- también.

«Lo que ganamos no alcanza», subraya Benítez.

¿Cómo lo complementás el trabajo con el fútbol, el futsal y tu familia?

Yo entro a trabajar a las 9 de la mañana hasta las dos de la tarde. De ahí salgo directo a entrenar. Entrenamos tres horas al día, seis días a la semana. Llego tipo a las 19 o 20 horas a mi casa, tengo una hora, hora y media de viaje dependiendo el tráfico. Y, por último, que los nenes me dejen descansar. Es bastante poco lo que llego a dormir a veces. El año pasado dejé de jugar al futsal directamente.

¿Por qué?

Porque el club donde jugaba, Kimberley, se desafilió en el femenino. Ahí se desarmó todo el plantel. Igualmente siempre estuve pensando en el descanso que necesitaba y el tiempito para estar con los mellis.

Yendo al plano personal, ¿cómo era tu familia cuando eras chica?

Nací en Lomas de Zamora y viví toda la vida en Luis Guillón. Mis padres son paraguayos, como toda mi familia, que es muy humilde. Terminás remando todo vos sola. Mis padres obviamente me apoyaban en lo que quería, pero también tengo siete hermanos. Cuando estaba en la Selección, en la sub-17, la remaba sola. Y bueno, siempre lo que ganaba era muy mínimo, llegaba a juntar para poder quizás comprarme un botín o ayudarla a mi mamá a comprar las cosas. Una familia muy humilde que por suerte pudo salir adelante. Hoy con lo poco que puedo llegar a generar con el trabajo y el fútbol los sigo ayudando.

¿A qué edad comenzaste a interesarte en el fútbol?

Desde muy chica. Uno de mis hermanos, que andaba atrás mío siempre, me enseñó a patear y demás. Después, mis tíos también siempre estuvieron atrás mío enseñándome a jugar desde muy chica. Jugué en el club del barrio, de la esquina de mi casa, con los varones. De ahí fui a una escuelita de fútbol femenino cuando tenía 11 años y ahí conocí a un entrenador de chicas que en ese momento estaba en San Lorenzo y fui a jugar ahí. Así empecé.

Varias veces contaste que te costó jugar en el club de tu barrio por ser mujer.

Sí, en mi categoría fui más que nada un poco rechazada. En categoría 98, el técnico no quería que yo jugara por ser mujer. Después tuve la oportunidad de que en la categoría 99 me abrieran las puertas de lo que es el fútbol ahí en el club. Así que estuve jugando desde muy chica con ellos. Por supuesto que me sacaban los aritos y me llamaban “Lorenzo”.

En otras palabras, te hacías pasar por varón para poder jugar al fútbol.

Sí, más que nada para que los otros equipos tampoco me rechacen. Mi técnico sentía que estaba al mismo nivel que los chicos, entonces él siempre estaba contento de que yo jugara. Y obviamente también porque quizás yo le servía.

¿Tenías ídolos a esa edad?

No, mucho fútbol no miraba. Sí Messi, toda la vida. Por cómo juega, por la persona que es. Siempre me llamó la atención en todo sentido, más allá de que jugamos en posiciones totalmente distintas. Al único que miré siempre fue a él. Cuando ya conocí el mundo del fútbol femenino y llegué a jugar en San Lorenzo, empecé a tener referentes de ahí, como Florencia Quiñones. También miro mucho a mis jugadoras. Me asombra la forma de jugar de Florencia Bonsegundo. Pero después no, mucho fútbol no miro.

El 2019 fue un año particular para vos: fuiste madre a la misma vez que jugaste un Mundial. ¿Cómo lo viviste?

El Mundial era algo que no me esperaba, jamás se me había cruzado por la cabeza. No había tenido la oportunidad de estar en la selección mayor porque estaba haciendo el tratamiento de fertilización asistida. Y fue algo realmente increíble, porque un Mundial es el sueño de cualquier jugadora o jugador. Por suerte pude estar ahí. Y por suerte pude estar en el nacimiento de mis hijos. Los disfruté poco pero bueno, creo que el hecho de haber estado cuando nacieron fue el momento más maravilloso de todos.

La buena racha continuó, porque la semana pasada fuiste elegida como la mejor jugadora del torneo con gol en la final incluído. ¿Cómo definirías tu forma de jugar? ¿Sos de pisar el área como en esa jugada?

No, me dicen a veces que le pegue de afuera. Yo creo que no es mi juego. Me gusta jugar un poco más retrasada, tener la cancha de frente, dar pases, asistencias. Creo que el gol no es lo mío. No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de los goles fueron de remates de afuera, no son muchos. En la final, la adrenalina del partido me hizo terminar llegando al área y convertir.

Cambiando de tema, también sos madre. ¿Cómo vivís la maternidad? ¿Cómo ven tus hijos que seas jugadora?

Es algo realmente muy hermoso porque creo que tener hijos no se puede explicar. Es un amor aparte de todo. Aparte del deporte, de la pareja. Los disfruto el tiempo que puedo estar con ellos y ellos obviamente disfrutan estando con su madre. Creo que se les nota la alegría cada vez que me ven jugar en la tele y gritan “mamá, mamá”, porque es lo único que saben decir hasta ahora.

¿Qué esperás para ellos en el futuro?

Que sean felices con lo que decidan hacer, con lo que realmente se les presente en el camino. Y ojalá tomen buenas decisiones, pero eso es algo que realmente una no lo puede decidir.

Esto también se relaciona a cómo una futbolista tiene que sobrevivir. Alguna vez contaste que, aún teniendo uno de los mejores salarios en Boca, igual necesitabas otro trabajo para mantener a tu familia. ¿Cómo ves el panorama del fútbol femenino argentino?

Hay que mejorar en muchas cosas. Va a ir creciendo poco a poco, como realmente tiene que ser. No está bueno tampoco pegar unos saltos gigantes, sino ir disfrutando lo que se nos va presentando en el camino. Sí, siempre crecer y no estancarse. En algún momento, no sé si nosotras, pero quizás las que vienen atrás, van a poder vivir de esto.

Hablando particularmente del juego, ¿son distintos el fútbol masculino y el femenino?

Son muy distintos. Los hombres tienen otra fuerza, tienen otro ritmo. El juego en sí es el mismo. La diagonal hay que hacerla igual, los cambios de frente si pueden hacerse se tienen que hacer igual. Lo que cambia mucho es el ritmo y la fuerza que tienen los hombres. Pero después es el mismo deporte y es la misma pasión.

¿No creés que haya ninguna ventaja de lo femenino?

No sé. Me parece que quizás nosotras lo sentimos de otra manera. No sé si llamarlo así, pero creo que también al no ser profesionales, jugar por lo que realmente nos gusta y hacerlo como hobbie, nos lleva a que una lo sienta el doble, digamos.

Hablás de vivirlo de otra forma. El martes pasado jugaron Tristán Suárez contra San Telmo por el ascenso a la Primera Nacional y se podían ver en el partido patadas, gritos, insultos, mañas. ¿Eso sucede en el fútbol femenino?

Me parece que los hombres son un poco más sobreexigentes en esas cosas. Creo que se calientan un poquito más también. Nosotras sí nos pegamos, pero no creo que con una doble intención o algo así. Creo que disfrutamos de lo que hacemos y siempre tratamos de hacerlo de la mejor manera.

Tenés 22 años y una carrera larga por delante. ¿Qué esperás del futuro?

Seguir creciendo, obviamente. Jugar quizás en Europa. Ese el sueño de cualquier futbolista también. Seguir jugando mundiales. Apostar siempre a más.

¿Tuviste ofertas de Europa?

Sí, pero creo que todavía no estaba preparada para ese momento. Prefiero prepararme mejor.

¿Preparar en qué sentido?

En cuanto a lo físico, a la cabeza. En poder llevar a la familia. Un montón de cosas, decisiones que tenés que tomar.

¿Tenés algún sueño en particular?

Creo que ya he vivido un montón de cosas, como el Mundial, que es algo máximo. Ojalá pueda seguir viviendo de lo que es el fútbol o, mejor dicho, llegar a vivir realmente lo que es el fútbol.

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Trabaja en el Mercado Central, es madre de mellizos y se consagró campeona argentina de fútbol

Carolina Troncoso la tiró larga por la derecha, le ganó en velocidad a la lateral de River y tiró un centro bajo al área. Recibió Andrea Ojeda de espaldas al arco, marcada de cerca, y pivoteó rebotándola hacia atrás. A la altura de la medialuna del área, con el número 16 en la espalda, apareció Lorena Benítez a la carrera para entrarle de lleno a la pelota y clavar un derechazo inatajable contra el palo derecho. Transcurrían tan sólo 30 minutos del primer tiempo y ya Boca goleaba a River 3 a 0 en la final del primer torneo semiprofesional de fútbol femenino argentino. Todas corrieron a festejarlo con ella, que terminó aplastada debajo de una montaña de compañeras que gritaban desaforadas.

“No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de mis goles fueron remates de afuera, pero bueno, no son muchos”, se sincera Benítez. Con 22 años, la volante central es una prodigio del fútbol femenino nacional: formó parte del seleccionado que jugó el histórico Mundial de Francia en 2019, fue referida como una de las mejores jugadoras de futsal en el mundo y, la semana pasada, le fue otorgado el premio a Mejor Jugadora del Torneo tras la final que ganó Boca en un descomunal 7 a 0 frente a River.

Las luces se encendieron sobre su fútbol, pero también sobre su maternidad -es madre de mellizos: Renata y Ezequiel- y su trabajo en el Mercado Central. Sin embargo, Lorena no acuerda en que el camino de una jugadora deba ser ese. En esta entrevista con ANCCOM, reflexionará sobre la necesidad de una profesionalización completa del fútbol femenino. Recordará sus orígenes humildes y el camino que abrió ella a la fuerza para ingresar a ese mundo -todavía- abrumadoramente masculino. Con voz cansada luego de un largo día de trabajo y entrenamiento, hablará de fútbol, contará sus sueños y develará sus deseos personales.

Lorena Benítez fue galardonada como la Mejor Jugadora del primer torneo argentino semiprofesional de fútbol femenino.

Boca salió campeón invicto y sin goles en contra. Tanto en la semifinal con San Lorenzo como en la final con River, dos rivales de peso, dominaron completamente el partido. ¿A qué se debió este rendimiento tan alto?

Creo que al esfuerzo nuestro. Desde que empezamos a entrenar durante la pandemia teníamos bien en claro lo que queríamos. Sabíamos que este campeonato iba a ser muy importante porque era el primer torneo semiprofesional, pero también fue clasificatorio a la Copa Libertadores. Pudimos demostrar la preparación y las ganas que teníamos en la cancha y ganando el campeonato.

Normalmente, el fútbol femenino se juega en las canchas auxiliares de los clubes. Pero la final la jugaron en el Estadio José Amalfitani, la cancha de Vélez Sarsfield. ¿Se sintió el cambio por disputar el partido en un campo de juego más amplio?

Sí, obviamente. Nos cuesta un montón a nosotras jugar en los estadios porque obviamente el césped es distinto, las dimensiones de la cancha también. No estamos acostumbradas. Aunque no se notó por las ganas que teníamos y porque corrimos desde el primer minuto.

¿Esa fue también una de las dificultades que tuvieron cuando jugaron el Mundial en 2019?

Sí, aparte también de que los otros países tenían otra preparación. Es muy notorio en comparación a lo que es Argentina. Yo había dejado de trabajar hacía una semana antes de viajar; nosotras queremos vivir tranquilamente de esto, dedicarnos cien por ciento a lo que es el fútbol.

¿Qué cambios paulatinos fueron viendo a partir de la semiprofesionalización del fútbol femenino?

Los espacios, más que nada en el club, que nos fuimos ganando. Por ahí, en vez de una cancha de entrenamiento, ahora tenemos dos o tres a disposición. También una sala de kinesiología, una sala de rehabilitación, de pileta, de hielo. Todas esas cosas que antes no las teníamos para la preparación de un equipo son fundamentales. Lo mismo la alimentación, más entrenamiento, todas esas cosas las fuimos ganando poco a poco.

¿Y qué haría falta para que Argentina pueda ponerse a la par del resto de los países?

Los sueldos, más que nada. Que todas podamos vivir realmente de esto y que ninguna jugadora tenga que salir a trabajar de otra cosa. Una persona que sale a trabajar de madrugada, a la mañana, o lo que sea, no rinde lo que realmente tiene que rendir. Entonces, hace falta que podamos vivir de esto y todas nos dediquemos por completo al fútbol.

Bueno, vos trabajás en el mercado central. Con la profesionalización del fútbol, ¿tenés la necesidad económica de seguir trabajando ahí?

Lo que nosotras ganamos no alcanza, más como está el país. No sé si llega a un dos por ciento de lo que gana el masculino. Yo soy madre de mellizos y quiero lo mejor para ellos. Entonces, mi intención es salir a trabajar para que ellos puedan estar bien y nosotras -su pareja, Verónica Rivero- también.

«Lo que ganamos no alcanza», subraya Benítez.

¿Cómo lo complementás el trabajo con el fútbol, el futsal y tu familia?

Yo entro a trabajar a las 9 de la mañana hasta las dos de la tarde. De ahí salgo directo a entrenar. Entrenamos tres horas al día, seis días a la semana. Llego tipo a las 19 o 20 horas a mi casa, tengo una hora, hora y media de viaje dependiendo el tráfico. Y, por último, que los nenes me dejen descansar. Es bastante poco lo que llego a dormir a veces. El año pasado dejé de jugar al futsal directamente.

¿Por qué?

Porque el club donde jugaba, Kimberley, se desafilió en el femenino. Ahí se desarmó todo el plantel. Igualmente siempre estuve pensando en el descanso que necesitaba y el tiempito para estar con los mellis.

Yendo al plano personal, ¿cómo era tu familia cuando eras chica?

Nací en Lomas de Zamora y viví toda la vida en Luis Guillón. Mis padres son paraguayos, como toda mi familia, que es muy humilde. Terminás remando todo vos sola. Mis padres obviamente me apoyaban en lo que quería, pero también tengo siete hermanos. Cuando estaba en la Selección, en la sub-17, la remaba sola. Y bueno, siempre lo que ganaba era muy mínimo, llegaba a juntar para poder quizás comprarme un botín o ayudarla a mi mamá a comprar las cosas. Una familia muy humilde que por suerte pudo salir adelante. Hoy con lo poco que puedo llegar a generar con el trabajo y el fútbol los sigo ayudando.

¿A qué edad comenzaste a interesarte en el fútbol?

Desde muy chica. Uno de mis hermanos, que andaba atrás mío siempre, me enseñó a patear y demás. Después, mis tíos también siempre estuvieron atrás mío enseñándome a jugar desde muy chica. Jugué en el club del barrio, de la esquina de mi casa, con los varones. De ahí fui a una escuelita de fútbol femenino cuando tenía 11 años y ahí conocí a un entrenador de chicas que en ese momento estaba en San Lorenzo y fui a jugar ahí. Así empecé.

Varias veces contaste que te costó jugar en el club de tu barrio por ser mujer.

Sí, en mi categoría fui más que nada un poco rechazada. En categoría 98, el técnico no quería que yo jugara por ser mujer. Después tuve la oportunidad de que en la categoría 99 me abrieran las puertas de lo que es el fútbol ahí en el club. Así que estuve jugando desde muy chica con ellos. Por supuesto que me sacaban los aritos y me llamaban “Lorenzo”.

En otras palabras, te hacías pasar por varón para poder jugar al fútbol.

Sí, más que nada para que los otros equipos tampoco me rechacen. Mi técnico sentía que estaba al mismo nivel que los chicos, entonces él siempre estaba contento de que yo jugara. Y obviamente también porque quizás yo le servía.

¿Tenías ídolos a esa edad?

No, mucho fútbol no miraba. Sí Messi, toda la vida. Por cómo juega, por la persona que es. Siempre me llamó la atención en todo sentido, más allá de que jugamos en posiciones totalmente distintas. Al único que miré siempre fue a él. Cuando ya conocí el mundo del fútbol femenino y llegué a jugar en San Lorenzo, empecé a tener referentes de ahí, como Florencia Quiñones. También miro mucho a mis jugadoras. Me asombra la forma de jugar de Florencia Bonsegundo. Pero después no, mucho fútbol no miro.

El 2019 fue un año particular para vos: fuiste madre a la misma vez que jugaste un Mundial. ¿Cómo lo viviste?

El Mundial era algo que no me esperaba, jamás se me había cruzado por la cabeza. No había tenido la oportunidad de estar en la selección mayor porque estaba haciendo el tratamiento de fertilización asistida. Y fue algo realmente increíble, porque un Mundial es el sueño de cualquier jugadora o jugador. Por suerte pude estar ahí. Y por suerte pude estar en el nacimiento de mis hijos. Los disfruté poco pero bueno, creo que el hecho de haber estado cuando nacieron fue el momento más maravilloso de todos.

La buena racha continuó, porque la semana pasada fuiste elegida como la mejor jugadora del torneo con gol en la final incluído. ¿Cómo definirías tu forma de jugar? ¿Sos de pisar el área como en esa jugada?

No, me dicen a veces que le pegue de afuera. Yo creo que no es mi juego. Me gusta jugar un poco más retrasada, tener la cancha de frente, dar pases, asistencias. Creo que el gol no es lo mío. No soy de pisar el área o gambetear a la arquera. La mayoría de los goles fueron de remates de afuera, no son muchos. En la final, la adrenalina del partido me hizo terminar llegando al área y convertir.

Cambiando de tema, también sos madre. ¿Cómo vivís la maternidad? ¿Cómo ven tus hijos que seas jugadora?

Es algo realmente muy hermoso porque creo que tener hijos no se puede explicar. Es un amor aparte de todo. Aparte del deporte, de la pareja. Los disfruto el tiempo que puedo estar con ellos y ellos obviamente disfrutan estando con su madre. Creo que se les nota la alegría cada vez que me ven jugar en la tele y gritan “mamá, mamá”, porque es lo único que saben decir hasta ahora.

¿Qué esperás para ellos en el futuro?

Que sean felices con lo que decidan hacer, con lo que realmente se les presente en el camino. Y ojalá tomen buenas decisiones, pero eso es algo que realmente una no lo puede decidir.

Esto también se relaciona a cómo una futbolista tiene que sobrevivir. Alguna vez contaste que, aún teniendo uno de los mejores salarios en Boca, igual necesitabas otro trabajo para mantener a tu familia. ¿Cómo ves el panorama del fútbol femenino argentino?

Hay que mejorar en muchas cosas. Va a ir creciendo poco a poco, como realmente tiene que ser. No está bueno tampoco pegar unos saltos gigantes, sino ir disfrutando lo que se nos va presentando en el camino. Sí, siempre crecer y no estancarse. En algún momento, no sé si nosotras, pero quizás las que vienen atrás, van a poder vivir de esto.

Hablando particularmente del juego, ¿son distintos el fútbol masculino y el femenino?

Son muy distintos. Los hombres tienen otra fuerza, tienen otro ritmo. El juego en sí es el mismo. La diagonal hay que hacerla igual, los cambios de frente si pueden hacerse se tienen que hacer igual. Lo que cambia mucho es el ritmo y la fuerza que tienen los hombres. Pero después es el mismo deporte y es la misma pasión.

¿No creés que haya ninguna ventaja de lo femenino?

No sé. Me parece que quizás nosotras lo sentimos de otra manera. No sé si llamarlo así, pero creo que también al no ser profesionales, jugar por lo que realmente nos gusta y hacerlo como hobbie, nos lleva a que una lo sienta el doble, digamos.

Hablás de vivirlo de otra forma. El martes pasado jugaron Tristán Suárez contra San Telmo por el ascenso a la Primera Nacional y se podían ver en el partido patadas, gritos, insultos, mañas. ¿Eso sucede en el fútbol femenino?

Me parece que los hombres son un poco más sobreexigentes en esas cosas. Creo que se calientan un poquito más también. Nosotras sí nos pegamos, pero no creo que con una doble intención o algo así. Creo que disfrutamos de lo que hacemos y siempre tratamos de hacerlo de la mejor manera.

Tenés 22 años y una carrera larga por delante. ¿Qué esperás del futuro?

Seguir creciendo, obviamente. Jugar quizás en Europa. Ese el sueño de cualquier futbolista también. Seguir jugando mundiales. Apostar siempre a más.

¿Tuviste ofertas de Europa?

Sí, pero creo que todavía no estaba preparada para ese momento. Prefiero prepararme mejor.

¿Preparar en qué sentido?

En cuanto a lo físico, a la cabeza. En poder llevar a la familia. Un montón de cosas, decisiones que tenés que tomar.

¿Tenés algún sueño en particular?

Creo que ya he vivido un montón de cosas, como el Mundial, que es algo máximo. Ojalá pueda seguir viviendo de lo que es el fútbol o, mejor dicho, llegar a vivir realmente lo que es el fútbol.