Glifosato récord en el Paraná

Glifosato récord en el Paraná

El investigador del Conicet Rafael Lajmanovich detectó en el río la presencia de herbicidas, insecticidas y fungicidas que superan los estándares internacionales permitidos. Consecuencias para la salud.

Rafael Lajmanovich es doctor en Ciencias Naturales, profesor de ecotoxicología en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) e investigador del Conicet. Hace veinte años indaga en el impacto de la agroindustria en el ecosistema. En el último Congreso de Salud Socioambiental, realizado en la ciudad de Rosario, presentó los resultados de un trabajo reciente: “Alerta ambiental: arroyos de la cuenca del Paraná bajo amenaza tóxica”.

 

¿Cómo llegaron a investigar los arroyos de la Cuenca del Paraná?

Esto no es algo que recién empieza, sino que llevamos muchos años trabajando en estos temas. En mi caso, casi veinte años. Y no son trabajos aislados, sino que siguen un patrón de distintas investigaciones vinculado a todo lo que sea el impacto de la agroindustria, en especial de los cultivos transgénicos, sobre los ecosistemas, y particularmente sobre los anfibios anuros. Además, el tema de los arroyos comenzó con la primera investigación importante que hubo en Argentina que demostró que todo el centro del país estaba vertiendo o llevando sus fuentes agroindustriales, en especial glifosato, hacia la cuenca del río Paraná. Hay un trabajo de 2016 realizado por el fallecido doctor Marino, a partir del que quisimos investigar. Lo que sucede es que estos productos no se utilizan en el río, sino que se usan en las cuencas que están alrededor de los ríos. Entonces, empezamos a estudiar los arroyos, tanto del lado de Entre Ríos como del lado de Santa Fe. Después quisimos investigar una cuenca más grande que es la del Arroyo de las Conchas que está del lado de Entre Ríos, cerca de la ciudad de Paraná, en la cual hay una reserva natural que es una de las pocas que hay en el área. Para eso, estudiamos varios arroyos que tienen relación con esta cuenca e investigamos cómo es que esa cuenca, que termina en el Paraná, se está contaminando.

 

¿Qué encontraron?

Lamentablemente se cumplió la hipótesis porque estaba bastante contaminado. De hecho, los mayores valores de glifosato se encontraron dentro de la reserva natural. Pero no es porque se use en la reserva, sino porque el sentido de escurrimiento de la cuenca hace que todo un área muy grande termine volcando su agua y pasando por la reserva.

 

¿Qué es lo que hallaron exactamente en términos de agrotóxicos?

Herbicidas, insecticidas y fungicidas. Y generalmente lo que más se encuentra son herbicidas como glifosato y atrazina e insecticidas como cipermetrina. Asimismo, en el artículo de investigación se menciona que “los niveles del herbicida glifosato superaron el estándar de calidad establecido por la Unión Europea para la vida acuática. Los niveles del insecticida cipermetrina detectados en el agua de estos dos arroyos también superaron los límites establecidos por la Unión Europea para la vida acuática y los criterios de la EPA, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.

 

¿Por qué se habla de un récord histórico?

Porque es uno de los valores más altos registrados en la literatura hasta la actualidad. No quiere decir que no haya un valor más alto, pero tampoco hay muchas investigaciones que se hagan con este tipo de cuestiones.

 

En cuanto a los efectos concretos de los agrotóxicos, ¿qué es lo que produce en peces, anfibios y otras especies del río?

Los niveles que se hallan si bien no alcanzan a ser letales tienen efectos crónicos, de disruptores hormonales, efectos inductores de tumores. Se les llama dosis subletales.

 

¿Qué riesgos existen para las personas que se encuentran cerca de las zonas fumigadas? ¿Y para quienes consumen agua o pescado provenientes de esas aguas?

El riesgo es importante porque muchas veces este tipo de sustancias tienen más riesgo por su consumo crónico que por un ocasional accidente a una dosis alta. Entonces, el riesgo radica en que muchas de estas sustancias son inductoras. Sobre todo el peligro tiene que ver con todo lo que sea riesgo tumoral y riesgo genotóxico. O sea, le alteran el material genético de los organismos y entre esos organismos obviamente estamos nosotros.

 

¿Estos altos niveles de agrotóxicos se encuentran en el sedimento?

Exactamente, esos altos niveles se encontraron en sedimento. Ahí se acumulan.

 

¿Cómo funciona eso? ¿En un futuro podría trasladarse al agua?

Exacto, eso es así por ahora, en algún momento podría dejar de serlo. Hay un cierto movimiento desde los sedimentos hacia el agua. Se van manteniendo los niveles en el agua que son los que llegan más que nada a los organismos. Respecto a los organismos que se alimentan de los barro, son menos. Pero igual en las cadenas tróficas van pasando desde el sedimento hacia otros niveles de las redes alimentarias.

¿Cuál pensás que puede ser el escenario a diez o veinte años?

Si no se cambia el modelo, se va a incrementar la contaminación, la deforestación y la desaparición de especies. Además, en simultáneo, va a aumentar la incidencia de algunos tipos de enfermedades en la población humana más relacionadas con enfermedades tumorales, de disrupción hormonal, etcétera.

 

¿Cuáles pensás que podrían ser medidas urgentes para revertir la situación?

En este caso, se deberían alejar todo lo posible los lugares de aplicación de los agrotóxicos respecto de los cuerpos de agua. Y tratar, además, de disminuir el uso, cosa que no parece ser algo que va a ocurrir ni a corto ni a mediano plazo.

 

En este sentido, ¿cómo evaluás el fallo de la Corte Suprema de Santa Fe que que ordenó alejar las fumigaciones a 1095 metros de cualquier lugar poblado?

Son fallos que no se cumplen. Solo en lugares muy puntuales, por ejemplo en un barrio, en ese caso se cumplen por determinado tiempo hasta que la gente se olvida y se deja de cumplir.

Se suele instalar la idea de que hay que elegir entre producir a gran escala o cuidar el ambiente. ¿Qué pensás al respecto?

Obviamente no tendría que ser el camino opuesto porque se tendría que poder sin destruir nuestro propio entorno. Pero sé que es difícil. O sea, hay todo un contexto mundial que hace que Argentina sea todavía algo así como el granero del mundo y a esto se le suma hoy el hecho de ser proveedor de metales. Eso hace que tengamos industrias altamente contaminantes como es la agricultura transgénica a gran escala, cuando paradójicamente gran parte de nuestra población no llega a cubrir la canasta básica. Siempre el mismo cuentito: producir alimentos para 400 millones de habitantes y nosotros somos alrededor de 40 millones y no nos alcanza. Pero eso también es una falacia, no se producen alimentos. Lo que se produce son commodities que sirven para alimentar el ganado de otros lugares.

 

¿Cuál es la situación hoy en torno al silenciamiento de la cuestión del glifosato o de los agrotóxicos en general?

Y si antes había silenciamiento, ahora pasamos a la negación. Bueno, negación también siempre hubo. Ambas cosas van juntas ¿no? Silenciamiento por un lado y negación por el otro. Y ahora es el peor escenario imaginable en cuanto a prioridades y proyectos de investigación porque lo que incluye contenido socioambiental no es apoyado de ninguna manera.

 

Alarma en la estación Independencia

Alarma en la estación Independencia

Luego de la denuncia de ANCCOM sobre el túnel contaminado, sonó la señal que indicá peligro de explosividad. Los trabajadores esperan una nueva inspección mientras continúa la preocupación por las filtraciones de hidrocarburo.

Un inspector de la Dirección General de Protección del Trabajo de la Ciudad visitó la Estación de Subte E en la intersección de las avenidas 9 de Julio e Independencia, luego de la publicación de la nota de ANCCOM en junio sobre las filtraciones de hidrocarburos en el subte. El agente labró un acta y días después, la alarma de explosividad se encendió por los niveles elevados de gases en el antiguo túnel de combinación entre las líneas E y C del subte, clausurado desde hace casi medio siglo.

“En esa inspección no estaba inundado ni los valores daban explosividad. Pero unos días después había un nivel de explosividad que disparó la alarma del lugar. Se hizo una inspección y lo que se constató es que se habían tapado las canaletas que van a la cámara de desagüe, por lo cual se inundó gran parte de ese túnel de combinación. Eso hizo que disminuyera el volumen de espacio donde los gases podrían evacuar”, narra Francisco Ledesma, de la Secretaría de Salud Laboral de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro.

Al saltar las alarmas del sistema de monitoreo del subte, se convocó a la Policía Federal, Bomberos y a los trabajadores encargados de los pozos de bomba. “Eso estaba anegado por agua que tenía residuos por un lado cloacal, pero por otro lado también de lo que es la filtración de tanques de combustible”, continuó el sindicalista. En las fotos y videos enviadas a este medio, se observa cómo sólo quedan algunos pocos escalones del túnel a la vista, el resto figura tapado por los fluidos.

Ante el llamado de ANCCOM, desde Emova negaron el hecho. Sin embargo, un trabajador de los pozos de bomba que acudió al llamado ratificó la información y comentó: “Afortunadamente, funcionó la alarma. Inmediatamente nos avisaron y fuimos a ver. Estaba tapado el drenaje, se lo destapó y dejó de sonar la alarma. En 30 años es la primera vez que me sucede esto. De ahí se vuelca todo el agua a pozo de bombeo, ahí se drena el agua a las cámaras de AySA (Agua y Saneamientos Argentinos SA). Al obstruirse, el agua quedó acumulada hasta más o menos un metro”.

En el acta N° 611763/2024 (sic), confeccionada el 12 de junio pasado con el año aparentemente mal datado, consta que la Dirección General de Protección del Trabajo intimó a Emova, la empresa concesionaria, a resolver ciertas deficiencias: la acumulación de líquidos en pisos, el mal estado del sistema eléctrico (sin protecciones adecuadas ni tableros completos), falta de limpieza en las escaleras hacia el túnel (donde posteriormente se inundó) y la ausencia de documentación sobre la ventilación del sector, entre otras.
Todas esas irregularidades ya habían sido pedidas en octubre pasado, según se desprende del acta N° 611769/2024, y ni Emova ni Shell se hicieron cargo. Contactado por este medio, el inspector a cargo de ambas actas prefirió no hablar con la prensa.

Ledesma señaló que las cañerías datan de cuando se construyó la línea: «En esa época la cantidad de edificaciones y milímetros que caían de lluvia, eran mucho menores. Entonces, el diámetro de los caños de desagüe hacia las cámaras y los pozos de bombas era más chico que lo que hoy se necesita».

Asimismo, reclamó por las obras dilatadas. “Lo primero es hacer un estudio –dijo- para ver si se puede romper el piso sin generar chispas, porque es un lugar que tiene un grado de explosividad baja, pero la tiene, para poner un caño que recolecte el agua. Tendría que tener más diámetro para permitir un mayor caudal y se va a tener que limpiar la cámara y, por consecuencia, el pozo de bombas. También habría que ver de agregar alguna bomba más”. Cerró el tema comentando que debido al riesgo de explosividad existente, prefiere evitar que sus compañeros vayan a esa zona si no es por alguna inspección o alguna razón muy puntual vinculada al funcionamiento de las bombas.

Aparte, deslizó que el dueño del terreno sería “el Vaticano, la curia”. Ante la consulta de este medio al Arzobispado de Buenos Aires, contestaron que desconocen la titularidad del predio y que no figura entre sus inmuebles, aunque no descartaron que pertenezca a alguna parroquia. En la misma manzana se encuentra la Casa de Ejercicios Espirituales fundada por María Antonia de Paz y Figueroa, también conocida como Mamá Antula, canonizada en 2024 por el Papa Francisco, lo que motivó la inclusión de su nombre en la contaminada estación Independencia de la Línea E. En un artículo de Noticias de Antropología y Arqueología, se menciona que la hoy estación de servicio ubicada sobre el subterráneo era parte del convento, antes de ser separada, demolida y vendida por la Congregación. Sin embargo, desde ANCCOM no se pudo constatar que pertenezca a esta congregación.

Ni Shell-Raízen ni SBASE respondieron ante los llamados por parte de ANCCOM. Desde Emova se prefirió no hablar de las inspecciones y se limitaron a negar que haya sonado la alarma.

El último acta de la DGPT indica que la reinspección sería a partir del 20 de julio último y que si no hay avances, podría disponerse la suspensión de tareas en el sector. Hasta la fecha, no consta que la hayan realizado.

Una planta de hidrógeno verde oscuro

Una planta de hidrógeno verde oscuro

Vecinos y vecinas de Colón, Entre Ríos, y Paysandú, Uruguay se oponen a la construcción de una refinería de 400 hectáreas que impactaría sobre el medio ambiente y la actividad económica de la región.

Los habitantes de Paysandú y Colón comparten inquietudes por un megaproyecto que transformará sus playas, el turismo y por ende, su economía. Las playas vírgenes del país uruguayo pasarán a ser la sede de una planta de hidrógeno que modificará también las vistas que tiene por el momento la ciudad entrerriana, convirtiéndose así, según los vecinos, “en el patio trasero de esta fábrica”.

En Paysandú, Uruguay, la multinacional HIF Global, quiere construir una planta de hidrógeno verde que ocuparía 442 hectáreas. Sin embargo, tanto los vecinos de Paysandú como los de Colón, Entre Ríos, se han pronunciado en contra debido a la falta de contemplaciones sobre el impacto que causaría en las zonas aledañas.

Leonardo Belassi, del colectivo Paysandú Soberano, explicó a ANCCOM que la instalación de la multinacional en Paysandú podría revertir la mejora en la calidad del Río Uruguay. La ciudad sufrió años de contaminación industrial, y estaba recuperando sus playas y su zona costera, con potencial para el turismo. Belassi advirtió que esta nueva actividad industrial podría significar una «afectación gravísima» al disfrute del río y al desarrollo turístico de la región.

El gobierno uruguayo, sin embargo, mostró un fuerte interés en este proyecto, que se enmarca dentro de la llamada hoja de ruta del hidrógeno verde en el país vecino. El apoyo no se vio replicado por los vecinos de Paysandú, que juntan firmas para expulsar a la empresa de la región junto con otras asociaciones de Colón. “En la Constitución –explica Balassi- hay un artículo que prevé que cada departamento tiene la posibilidad de convocar a una iniciativa la cual su población decida sobre un determinado tema”. Para que ello ocurra, sus habitantes deben recolectar quince mil firmas y ya cuentan con cerca del 80%.           

Los habitantes de Colón, también han expresado su preocupación por la instalación de la empresa que estaría frente a sus costas, a sólo dos kilómetros del lugar. Carlos Seratti, integrante de la organización Somos Ambiente, comentó que el problema con este tipo de industrias es dónde y bajo qué condiciones geográficas se realiza. En Colón hay una actividad importante y sobresaliente con respecto al turismo que se vería afectada. “Primero porque hay una modificación estética. Todo lo que está enfrente, que ahora son áreas naturales, va a cambiar y se va a instalar una refinería que ocupará un tercio de la superficie de la ciudad de Colón. Es como si fuera una ciudad más, iluminada con toda la tipología de una industria. Tanques, cañerías, iluminación de noche, en fin, chimeneas”, describe. Los vecinos denuncias que la nueva instalación afectará la economía de gran parte de los habitantes de la cuidad que viven del turismo. A esto se le suma una afectación a la biodiversidad de la zona, que ya sufrió sus primeros cambios debido a los procedimientos de barrido que realizó la empresa en la zona.

Pese a todo, HIF Global colocó en sus documentos como área de influencia directa el territorio uruguayo hasta la orilla del Río Uruguay, explicando que se corresponde con un ambiente rural y con baja presencia de viviendas, donde no se identifican sitios sensibles, tales como: escuelas, hospitales o centros recreativos en un radio a tres km de la planta. Sin embargo, estas afirmaciones parecen contrastar con la realidad si se tiene en cuenta que Colón es una ciudad balnearia, con una población de 58 mil habitantes, a menos de dos kilómetros de distancia.

El gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, le envió el 11 de marzo una carta al presidente de la Mancomunidad Tierra de Palmares e intendente de la ciudad de Colón, Jose Luis Walser, donde le manifiesta el respaldo del Gobierno provincial en la solicitud de relocalización del proyecto de la planta, que es el pedido que defienden también las distintas asociaciones ambientalistas de la zona.

Desde ambos lados de la frontera, según los activistas consultados, hay un desconocimiento generalizado sobre la instalación de la empresa. Esto es debido  al secretismo que ha rondado el proyecto desde sus comienzos, dado que se les negó a los vecinos el derecho de acceso a la información pública.

En el 2024, el Movimiento por un Uruguay Soberano denunció al Poder Ejecutivo antes la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por el “incumplimiento” de no brindar la información correspondiente al memorándum de entendimiento que se firmó con HID Global. El secretario de presidencia, de la gestión de Luis Lacalle Pou, Rodrigo Ferrés, explicó en su momento que esta sería la mayor inversión privada de la historia, la que alcanzaría la cifra de seis mil millones de dólares y generaría alrededor de tres mil puestos de trabajo en su etapa de construcción. La justicia falló a favor de la organización.

Con respecto a la generación de puestos de trabajo en Uruguay, surgieron ciertas inquietudes debido a la visita de representantes de la empresa Techint E&C en la zona de Colón para consultar sobre la disponibilidad hotelera para alojar a cerca de 1.500 trabajadores argentinos, si bien no se confirmó que la empresa Techint E&C esté colaborando con HIF Global en el proyecto de Paysandú, se sabe que ambas empresas trabajaron juntas en el proyecto de combustibles sintéticos en Chile en el 2024.

“Esto pone en riesgo la buena convivencia que existe entre Paysandú y Colón –señala Belassi-, porque son dos ciudades que desde hace muchos años saben lo que significa la una para la otra. Hay mucha relación, hay familias ensambladas entre las dos ciudades, hay buena vecindad”. Por otro lado, los representantes de las organizaciones a ambos lados del río comentaron sus intenciones de buena voluntad y disposición para que este conflicto se solucione de manera pacífica.

La empresa producirá en la planta además del hidrógeno verde, metanol, que es un compuesto tóxico, venenoso e inflamable, que combustiona con mucha rapidez, tiene la particularidad de evaporarse con la temperatura ambiente y aumentar su volumen 400 veces. “Si se escapan 1000 o 1500 litros o metros cúbicos de metanol acá enfrente es una bomba de tiempo para nuestra población”, explica Belassi.

El acuerdo entre el Gobierno uruguayo y la empresa, que se concretó en el gestión del expresidente Lacalle Pou y estuvo cargado de secretismos y arbitrariedades. Leonardo lo confirma ya que, en las votaciones que dieron paso a que se apruebe el proyecto, dos ediles hicieron gestiones para que recibiera a un integrante de su grupo y a otro de Somos Ambiente. A pesar de ello, lo hicieron a puertas cerradas y aunque estas sesiones en su regularidad se graban y transmiten por Youtube, se cortó la emisión justo cuando ellos expusieron sus argumentos, lo cual generó que solo los ediles se enteraran del perjuicio de la colocación de la planta y se restringiera así, la difusión de la postura de gran parte de los vecinos y vecinas.

Frente al cambio de Gobierno, con la asunción de Yamandú Orsi se abrieron expectativas. El nuevo presidente, se reunió con la empresa para negociar este acuerdo considerando algunos aspecto sociales, económicos y ambientales, además de incluir la opción de que Ancap, una empresa pública estatal, pueda participar del proyecto.

 

Mientras tanto, algunos de los vecinos de Colón juntan firmas para pedir la relocalización de la planta y los de Paysandú piden directamente expulsar a la multinacional de la región. Leonardo Belassi adelantó que el 15 de junio realizarán un festival de música donde junto a artistas locales, se manifestaran contra la refinería. Mientras tanto, los habitantes de la región uruguaya siguen esperando la visita del Ministro de Ambiente para expresarle sus inquietudes.

Le siguen echando nafta al subte

Le siguen echando nafta al subte

El sindicato de los Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) denuncia que persisten filtraciones de hidrocarburos en las Líneas E y C debajo de la 9 de Julio.

Bajo el cruce de las Líneas E y C del subte porteño, una zona permanece clausurada por las filtraciones de hidrocarburos de la estación de servicio de Shell que queda justo encima, a nivel del suelo, en la avenida Lima. Aunque instalaron sensores de explosividad y sistemas de ventilación, el foco de contaminación sigue estando ahí después de casi medio siglo y se propaga hacia las napas freáticas.

“Se nota la suspensión de fluidos en el agua, porque no es agua sola, hay combustible. La bautizamos con el nombre de ‘bomba naftera’ por su olor”, cuenta un empleado que prefiere no revelar su nombre. “Hacía rato que no iba a ese cuarto y lo vi muy deteriorado, es terrible, las fotos son determinantes”, agrega.

La historia comienza en 1979, cuando un operario fue herido luego de encender una luz en ese sector que, debido a la acumulación de gases, desató una explosión. Esto derivó en el cierre de esas partes, incluyendo los pasillos de combinación entre ambas líneas de subte que se ubicaban en los andenes, inaugurados en 1966, y explica por qué actualmente se pasa de un tren a otro subiendo hacia un entrepiso y volviendo a bajar al otro andén.

El trabajador recuerda el derrotero judicial: “En 1991 ya había una denuncia de SBASE (Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado) por la filtración de fluido de combustible, en 1997 sé que hubo una resolución que condenaba a Shell en la Cámara de Apelaciones Civil, en 1999 se ratificó esa condena que obligaba a remover la tierra y eso nunca se hizo eso, a pesar que hay otro fallo en el 2019”. En esa sentencia judicial, se condena a Shell a crear un plan para remediar el daño ambiental y pagar multas en caso de retraso

Roberto “Beto” Pianelli hoy es Secretario General de la Asociación Gremial de losTrabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP). En 1994 comenzaba a trabajar justo en ese lugar y relata: “Cuando yo entré, había un juicio de la Defensoría del Pueblo que llevaba varios años y la contaminación ya había tomado toda la 9 de Julio y parte de San Telmo, es decir, iba para el lado del río”.

“El dictamen era que había que levantar la tierra, descontaminar y volver a ponerla. Eso tenía una implicancia concreta, que había que cerrar no solamente la 9 de Julio, sino también las dos líneas de subte, la E y la C. La tierra había que trasladarla a la ciudad de Santa Fe, porque el proceso de descontaminación no se hacía acá. Obviamente, eso nunca se hizo”, señala el metrodelegado.

Francisco “Pancho” Ledesma, el Secretario de Salud Laboral del mismo sindicato, agrega que “hay todo un sistema que se modernizó sobre el tema de explosividad y que le hace mediciones periódicamente, pero nosotros lo que quisiéramos es que hagan una obra y saquen los tanques que están filtrando, porque también perjudica a todas las napas”.

Al respecto, comenta que desde Shell “dicen que mientras no haya indicadores que muestren explosividad, no se puede hacer la obra. El dueño del predio y el de la estación tienen mucha plata, lo podrían hacer. Es más una dejadez y que no les importa el medio ambiente”.

Sobre la filtración en sí, menciona que “siempre se está midiendo que sea muy bajo el tema del gas, por eso se ventea, pero también hay momentos donde crece la cantidad de combustible derramado, debe haber momentos en donde hay más presión y sale. Si a eso le agregas que a veces se rompen caños, entonces se anega y se mezcla. Puede ser nafta, gasoil o kerosene, que son los que provee la estación de servicio”.

Pianelli relata que “en el andén de la estación de Independencia en la Línea E, del lado que va para Plaza de los Virreyes, hay como una jaula, un lugar con rejas. Esa era la recaudación donde se entregaban los cospeles. Nosotros todas las mañanas íbamos ahí para retirar las fichas y el dinero para la boletería. Antes de llegar al final del andén ahora hay un cuadrado que llega hasta el techo, eso era una bajada, había una reja y una escalera que bajaba hacia el túnel. Ahí arriba había como un caño de donde iba cayendo la nafta, la pérdida estaba ahí. Caía sobre esa escalera e iba al túnel. Para que no se vea eso, se hizo ese cuadrado que hay ahora y se cerró hasta arriba”.

En coincidencia con su compañero cuenta que “nosotros entrábamos y había un olor a gasolina que te mataba. Eso ha ido cayendo durante 20, 30 años o más… La estación nunca se cerró porque es la Shell más importante y la que más vende en Argentina”. Desde ANCCOM verificamos también que en el andén de la línea C hacia Retiro, en la punta hacia el sur, hay un reja desde la que, si bien no se ve claro, se puede sentir el aroma a hidrocarburos. “Ese tipo de problemas han generado, por ejemplo en San Pablo, que voló una estación de servicio por ese mismo tema. Imaginate que podía llegar a volar toda la 9 de Julio”, resalta el secretario general.

Aunque los niveles de explosividad se controlan, el riesgo sanitario para quienes trabajan o pasan a diario por allí sigue presente. En palabras de Ledesma: “Más allá de que es una estación neurálgica porque es combinación con dos líneas, justo ahí baja mucha gente y es muy transitada. Ahí la empresa tiene la oficina para los pases de los jubilados, que hacen filas para ese trámite en el pasillo. Por la cantidad de gente te puede faltar el oxígeno, porque encima está como quemado por los hidrocarburos, y se ha descompuesto alguna persona mayor. La gente está de paso… pero los jubilados están mucho más tiempo”.

Esa filtración no es un caso aislado, afectando la Línea D había otra a una cuadra de Av. Scalabrini Ortiz y Av. Santa Fe, en la esquina de esta última y Aráoz “pero eso entró en juicio, tuvieron que sanear todo lo que es el suelo y ahora hicieron una torre, ya no tiene vestigio de ser estación de servicio, esa también estuvo muchos años. La concesionaria perdió, tuvo que pagar y además tuvo que sanear el lugar. Creo que el lugar donde iban los tanques ahora es parte del estacionamiento bajo suelo de este edificio, que es una torre muy moderna”, recuerda el secretario de salud laboral.

Y hace un tiempo detectaron otra sobre la misma Línea E, ocasionada por la YPF de Av. Directorio entre Thompson y Del Barco Centenera, en el límite entre los barrios Caballito y Parque Chacabuco. Los trabajadores de allí sintieron un fuerte olor, la estación de servicio fue cerrada y, a partir de eso, se dio la reducción del mismo.

“Se rompió un tanque y se pusieron medidores de explosividad, se hacen controles e inspecciones. Nosotros hicimos presentaciones en la Policía de Trabajo, que depende de la Secretaría de Trabajo de la Ciudad, pero ahí sí avanzan con una obra para poder, con todos los recaudos del caso, sacar lo que sería el tanque ese que está bajo tierra y poner otro, obviamente, que no tenga ese problema, y sanar parte de la napa que fue contaminada”, destaca Ledesma.

“El reclamo lo presentamos en la Defensoría del Pueblo, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y a SBASE para que todas esas entidades actúen cada uno desde su incumbencia sobre la Shell, la YPF y sobre los dueños de los predios, porque es como que alquilan el predio. En el de la YPF nos dio resultado, pero en el de Shell no”, añade.

ANCCOM intentó comunicarse con SBASE y la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad (APrA) pero no obtuvo respuesta. Por su lado, YPF respondió que la estación de Av. Directorio al 800 “pertenece a un operador” pero sin precisar cuál.

En su caso, Shell se intentó desvincular al contestar que vendieron las estaciones de servicio y la refinería a Raizen, una empresa que les pertenece junto a la brasileña Corsan que hace unos meses anunció que pretende vender sus activos de la Argentina e incluso habría conseguido interesados en los últimos días.

Contactados por ANCCOM, Raizen se limitó a responder que están “ejecutando un plan de remediación aprobado judicialmente”. Mientras tanto, la zona sigue clausurada, el hedor todavía se siente y la contaminación continúa latente.

Los animales verdes no son un chiste

Los animales verdes no son un chiste

Las cianobacterias pueden producir toxinas que traen severas consecuencias en la salud de humanos y animales mucho menos simpáticas que el cambio de coloración que se dio en carpinchos, vacas y demás que circularon como memes. ¿Qué puede hacer el Estado para mitigar el problema?

 

Hace unas semanas circularon imágenes de carpinchos cubiertos por un manto verde brillante en el Río Uruguay, Entre Ríos. Más allá de lo llamativo de la escena, este fenómeno no es nuevo. Las cianobacterias que pintaron a los roedores son organismos fotosintéticos de larga historia: fueron las primeras productoras de oxígeno en la Tierra, viven en la superficie del agua y están adaptadas a casi todos los ambientes, desde lagos helados hasta ríos y termas. Su nombre significa “bacterias azuladas”

Sin embargo, hay cepas que pueden producir toxinas peligrosas para los seres vivos, llamadas “cianotoxinas”. Las más frecuentes y abundantes son las “microcistinas”, tóxicas para el hígado, y las “saxitoxinas”, que pueden dañar el sistema nervioso. Según la especialista en limnología Inés O’Farrell, “pueden tener distintos efectos que pueden llegar al cáncer, entre otras enfermedades, dependiendo del tipo de exposición, aguda o crónica”.

En los últimos años, las floraciones de cianobacterias en ríos y lagunas de Argentina están en aumento. Lo novedoso es que actualmente han llegado hasta el sur de Argentina, algo que antes no ocurría. Hay varias causas que favorecen su proliferación: el incremento de nitrógeno y fósforo en el agua, generado por la falta de regulación en el uso de agroquímicos y el vertido de cloacas sin tratar, el calentamiento global y el represamiento de los ríos, que limita la circulación del agua. “Mientras no se frene esto, las floraciones van a seguir”, advirtió O’Farrell.

 

Un riesgo para la salud

Las cianotoxinas pueden afectar a animales como carpinchos o vacas que viven cerca de lagunas o ríos, los peces que los habitan,  las aves que se alimentan de esos peces, mascotas que beben agua de río o, incluso, a personas que se toman un baño en aguas contaminadas, sobre todo niños pequeños. En los últimos años, en Argentina se registraron casos de intoxicaciones graves en humanos. Por un lado, un adulto que practicaba deportes acuáticos en Salto Grande sufrió alteraciones hepáticas por exponerse a zonas contaminadas. También una niña de veinte meses tuvo que recibir un trasplante de hígado tras sumergirse en el Río de la Plata. «Cuanto más pequeño es el organismo, más vulnerable es al efecto de las cianotoxinas», explicó O’Farrell.

En ciudades sin acceso a agua potable segura, como algunas del Chaco, Santiago del Estero y el Delta del Tigre, la presencia de cianotoxinas representa un grave problema de salud pública. Según Iribarren, poblador del Delta de Tigre y doctor en Ciencias Biológicas (UBA), en el último brote de 2022 muchas tomas de agua del conurbano bonaerense fueron afectadas. “En las islas del Tigre usamos el agua para bañarnos, limpiar, regar las huertas, lavar los platos, darle agua a los animales. Y puede intoxicar a todos por igual, ya sea ingiriendo alimentos de la huerta o por alergias en la piel».

Cloacas al río y falta de regulación

A pesar de su peligrosidad, Argentina no cuenta con regulaciones específicas sobre los niveles de cianotoxinas en el agua. Según O’Farrell, muchas cepas presentes actualmente en el Río Uruguay son altamente tóxicas. «Muchísimas veces la toxicidad está por encima de los niveles de alerta de la OMS. En Argentina no tenemos normativas ni organismos oficiales que regulen la peligrosidad de las cianobacterias».

En la Ciudad de Buenos Aires, las cloacas son vertidas directamente en el Río de la Plata, arrojando grandes cantidades de nitrógeno y fósforo al agua, que alimenta a las cianobacterias. Los desechos cloacales son residuos de los baños o cocinas con gran cantidad de materia orgánica rica en carbono, nitrógeno y fósforo. Además, estos desechos contienen compuestos con fósforo, como los detergentes, o insumos químicos usados en plazas o jardines.

“Este aumento de nitrógeno y fósforo es la condición básica para que se dé un aumento excesivo de biomasa de cianobacterias y se llegue a la floración”, explica O’Farrell. En general, el aumento de cianobacterias conlleva un aumento en la concentración de las cianotoxinas.

Mientras tanto, las poblaciones más vulnerables son las más expuestas a esta contaminación. Muchas comunidades deben potabilizar su propia agua con recursos precarios, lo que implica un aumento del costo para quienes dependen de fuentes naturales para el consumo diario.

Por ejemplo, en las islas de Tigre no hay agua corriente como en la ciudad. Los habitantes suelen recolectar agua de lluvia que cae por sus techos hacia canaletas, con filtros para su consumo. Pero la situación se agravó en el último año. «Hasta el cambio de gobierno de Milei, AySA tenía una política de distribución de agua potable en una lancha para los pobladores. “Pero hace un año perdimos ese derecho, que habíamos alcanzado con el reclamo social», denunció Iribarren. Ahora, deben transportar agua potable desde el continente, exponiéndose a riesgos como la contaminación del plástico al sol.

Un reclamo silenciado

El problema de las cianobacterias tiene solución, pero requiere medidas urgentes. Como explicó O’Farrell, la clave es reducir la entrada de nitrógeno y fósforo en el agua: «Necesitamos plantas de tratamiento de desechos cloacales. No puede ser que en Buenos Aires, con 11 millones de habitantes, la cloaca se vierta en el río. Es un reclamo que venimos haciendo con el Ministerio de Salud de Nación, pero no hubo respuesta”.

El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires desarrolló un Programa de Gestión Integral de Cianobacterias, que cuenta con un sistema de alerta temprana de concentraciones de este tipo de microorganismos en ecosistemas acuáticos. Este medidor permite que, al menos, la población pueda estar informada de si es conveniente utilizar el agua para uso diario, dependiendo de la zona.

El impacto de la contaminación va más allá de los brotes actuales. Iribarren advirtió que a largo plazo incluso podría haber casos de cáncer de hígado en poblaciones expuestas a cianotoxinas en el agua sin saberlo. “Es muy injusto que niños y niñas que viven en Tigre no tengan acceso a agua potable. El Estado tiene que garantizar este derecho”, sostuvo Iribarren.

Los carpinchos pintados de verde-azul fosforescente (no esperanza) en las redes pueden asombrar, pero no se viralizan las imágenes de las cianobacterias intoxicando nuestras pieles, hígados, sistemas nerviosos o mascotas. Si los gobiernos no toman medidas de regulación y medición de toxinas en nuestras aguas, las floraciones de cianobacterias tóxicas seguirán expandiéndose en Argentina, afectando la biodiversidad, la salud pública y la calidad de nuestra agua.