El gobierno libertario arrasó a la Secretaría de Derechos Humanos

El gobierno libertario arrasó a la Secretaría de Derechos Humanos

El último día del 2024 bajo el eufemismo de reestructuración, Milei cerró el Centro Cultural Haroldo Conti y despidió a medio centenar de trabajadores. En toda la Secretaría, en 2024 cesantearon a 400 personas.

Las vísperas de la celebración de Año Nuevo son fechas en las que las personas suelen relajarse. Ya pasó la Navidad, el calendario está en la recta final y solo resta juntarse con familiares, amigos y seres queridos para levantar las copas. Sin embargo, para los trabajadores del Centro Cultural Haroldo Conti y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación el epílogo del 2024 tuvo un sabor amargo.

Ese mismo 31 de diciembre, a horas del brindis, muchos de ellos recibieron una comunicación por WhatsApp que les indicaba que a partir del 2 de enero tendrían que realizar “guardia activa” desde sus hogares y que habría despidos. No había nombres, ni siquiera una comunicación oficial por parte de las autoridades del área, bajo la órbita del Ministerio de Justicia a cargo de Mariano Cúneo Libarona, por lo que la incertidumbre fue el factor común del cierre del 2024 y el inicio del 2025.

Ante tantas dudas, los trabajadores del espacio ubicado en el predio donde funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) –uno de los principales centros de tortura y exterminio de la última dictadura cívico-militar– asistieron normalmente a su trabajo y se encontraron con el edificio cerrado y la indicación de que fueran a la Secretaría de Derechos Humanos.

Allí, se encontraron con una muralla de policías que, celular en mano, revisaban quienes aún tenían trabajo y podían ingresar y quiénes eran los que no corrían con la misma suerte. “Esa fue la manera de enterarse. Además de echar gente a fin de año, lo hicieron con un método muy cruel”, detalla a ANCCOM Matías Cerezo, quien trabaja desde hace 15 años en el Centro Cultural Conti.

Desde el vamos, el accionar de la Secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Alberto Baños, causó malestar. No solo por dejar, al menos, 40 familias en la calle apenas arrancado el año y sino también por las formas, dignas del gobierno del que integra. “Recién esta semana mandaron la lista de quienes quedaban, no de los despedidos. Y siempre a través de una comunicación no oficial”, resalta Cerezo, quien es director de proyectos culturales de la institución.

“Baños dice que no se cierra el centro cultural, pero que hay una reestructuración y por eso hay una ‘guardia activa’. Yo te digo que es imposible que funcione el centro cultural con la cantidad de gente que quedó”, analiza.

“Sobre todo por la idoneidad de la gente que despidieron, porque en un espacio así se programa teatro, música, danza, se hacen muestras de artes visuales, de fotografía, se organizan seminarios académicos, se proyecta cine, tiene una biblioteca. Cada una de esas áreas tiene gente que sabe de ese tema, que sabe producir esas actividades y tienen muchos contactos con ese mundo para convocar artistas o académicos. Entonces no es que después cualquier persona puede hacer eso. Lo desmantelaron al Centro Cultural Haroldo Conti, es imposible que tenga actividades”, protesta el trabajador del centro cultural, con una mezcla de bronca y tristeza por la situación que se está viviendo.

Un ejemplo de lo que dice Cerezo se puede graficar con el área de Educación, que se encarga de las visitas guiadas para los colegios y quedó reducida a una sola empleada. Algo similar a lo que ocurrió con el área de Montaje, que organiza las muestras de artes visuales y pasó de seis a dos trabajadores; o la de Iluminación, fundamental para el teatro, donde había un equipo de siete personas y solo quedaron dos. “La intención política es la de desmantelar el Conti. Y en algún punto estamos también ante un achicamiento muy grande de la Secretaría de Derechos Humanos”, sostiene.

Castigo ideológico

“Ellos tienen un discurso para la sociedad y otro para adentro. Para afuera dicen que no se va a cerrar nada, pero lo cierto es que lo están desmantelando. Esto no es un ajuste económico, porque es nimio el dinero que se gasta acá, esto es un castigo ideológico”, remarca. Todo esto sucede después de un año bajo la administración libertaria en el que el Centro Cultural Haroldo Conti, al igual que tantas otras instituciones, no recibió ni un peso del Estado. Incluso, ni siquiera designaron un director.

“Estuvimos un año completo sin presupuesto y sin conducción, pero nosotros lo logramos sostener con una programación muy activa todo el año. Cine, teatro, música, actividades culturales y académicas. Vos ves las redes y el Conti continuó a full”, asegura Cerezo. No obstante, la falta de interés del gobierno de La Libertad Avanza por este espacio quedó de lado cuando el mismo secretario de Derechos Humanos de la Nación, Alberto Baños, censuró un Seminario de Políticas de Memoria que se estaba desarrollando en sus instalaciones.

Por lo pronto, el conocimiento de la noticia del cierre del Haroldo Conti despertó la bronca de mucha gente, que el sábado 5 dijo presente en la ex-ESMA para participar de un festival organizado por el personal nucleado en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). “Fue contundente el apoyo, yo nunca había visto tanta gente ahí. Aparte lo organizamos en dos días y la respuesta de la gente fue increíble”, destaca Cerezo.

“Estamos pidiendo la reincorporación de todos los trabajadores y trabajadoras y la reapertura del Conti. Además, estamos en un plan de lucha convocando a artistas e intelectuales en las redes sociales pensando cómo seguimos, pero no nos van a parar con intimidaciones”, resalta.

“Han dejado vacías áreas enteras de la Secretaría, que no van a poder llevar adelante su tarea, como el Registro Único de Víctimas del Terrorismo de Estado», dice Nana González.

“Nunca vivimos lo que estamos viviendo ahora”

Nana González es trabajadora de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y delegada sindical de ATE en dicho espacio. En diálogo con ANCCOM, cuenta en detalle cómo se transitó el primer año de gobierno de Javier Milei y da detalles del panorama actual, acrecentado por los despidos masivos de las últimas semanas. “Estos dos días tuvimos veinte desvinculaciones más de trabajadores y trabajadoras de distintas áreas y en el último año fueron 400 los trabajadores despedidos de un sector que tenía 800 puestos de trabajo. Estamos hablando de la mitad de los trabajadores “, resalta.

“Han dejado vacías áreas enteras de la Secretaría, que no van a poder llevar adelante su tarea, como el Registro Único de Víctimas del Terrorismo de Estado. Esa es la situación en la que estamos ahora”, detalla. Al igual que en el Centro Cultural Haroldo Conti, el argumento que esgrimen las autoridades es la “reestructuración” del sector, forma elegante de maquillar un ajuste que ya tuvo su réplica en casi todo el Estado nacional. “Durante el macrismo hubo despidos, pero nunca vivimos lo que estamos viviendo ahora. Realmente representa el desguace total de la Secretaría de Derechos Humanos”, sostiene González.

“La mitad del organigrama de la Secretaría de Derechos Humanos no tiene funcionarios designados. Por eso, algunas áreas sin funcionarios incluso siguieron trabajando”, analiza la delegada. “Este año de trabajo fue muy difícil en todas las áreas de la Secretaría de Derechos Humanos. Sin embargo, los trabajadores y trabajadoras siguieron sosteniendo las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia en cada una de sus dependencias”, concluye.

La motosierra avanza sobre los derechos humanos

La motosierra avanza sobre los derechos humanos

Una asamblea de trabajadores del estado se convocó de manera urgente este jueves en el predio de la Ex-ESMA ante el anuncio del cierre del Centro Cultural Haroldo Conti y el Archivo Nacional de la Memoria. ATE denunció la militarización del predio y despidos masivos en la Secretaría de Derechos Humanos. También hubo cesantías en Parques Nacionales. Mirá las fotos de ANCCOM.

“Esta muestra es un logro colectivo”

“Esta muestra es un logro colectivo”

Desde el 8 de noviembre, en el Centro Cultural Haroldo Conti, puede visitarse la tradicional Muestra Anual de Fotoperiodismo organizada por ARGRA, que estará en exhibición allí hasta febrero de 2025.

Concentración para repudiar la muerte de Facundo Molares, fallecido un día antes en medio de un operativo de la Policía de la Ciudad. Foto: Cris Sille 

La 35ª Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino, que se inaugura este viernes 8 de noviembre en “el Conti” –ubicado en el predio de la exESMA–, reúne más de 150 fotografías seleccionadas de las 2.500 imágenes enviadas por reporteras y reporteros de todo el país.

Como cada año, la exhibición ofrece una oportunidad única para reflexionar sobre los acontecimientos más significativos del año anterior a través de la mirada comprometida de quienes documentan la realidad.

En esta edición, la política ocupa un lugar central, en contraste con la anterior, dominada por la celebración del Mundial de Fútbol. Este año, además, debido a complicaciones logísticas y presupuestarias, la muestra se pasó de julio a noviembre, un retraso que refleja los desafíos que enfrentan los reporteros gráficos en la Argentina actual.

“La precarización laboral y el desmantelamiento de espacios como Télam nos afectó mucho, el 80 por ciento de nosotros estamos bajo la línea de pobreza a nivel salarial”, cuenta Sebastián Andrés Vricella, presidente de ARGRA.

«Es casi un milagro que podamos realizar esta muestra», agrega, y la define como “un logro colectivo” y “un testimonio del esfuerzo de cada profesional que sale a las calles para documentar la realidad”, muchas veces, en condiciones adversas.

“Son pocos los medios y lugares de trabajo que te dan los equipos para trabajar bien y todo eso crea un combo en donde realmente el esfuerzo que realiza cada compañero a la hora de salir a la calle tenga más valor. Cada nota, cada marcha, cada entrevista y cada momento de pausa es poner el cuerpo”, afirma.

“Tenemos una capacidad de resiliencia importante, pero somos trabajadores que necesitamos comer”, sostiene Vricella. Según él, este espacio es mucho más que una exhibición fotográfica, es una muestra independiente y democrática que recorre todo el país, llegando a lugares incluso inhóspitos por esfuerzo de profesionales que se comprometen y dejan el cuerpo para hacerlo posible.

ARGRA se fundó en 1942 en medio de tensiones políticas y se ha mantenido fiel a sus principios fundacionales: defender los derechos de los reporteros gráficos y ofrecer una plataforma independiente y de carácter humanista para que estos puedan ejercer su profesión libremente.

Desde sus comienzos, la asociación se ha dedicado a visibilizar la realidad a partir de una perspectiva que a menudo no se muestra en los medios convencionales. “Este compromiso con la democracia y los derechos humanos sigue siendo nuestro eje”, subraya Vricella.

En el marco de esta edición, el viernes 22 de noviembre se proyectará Errante, una película de Adriana Lestido, fotógrafa y socia de ARGRA. Este film donado representa la colaboración y el espíritu de comunidad que caracteriza a los reporteros gráficos, un grupo que se apoya, se cuida y acompaña.

Con cada fotografía y en cada muestra, ARGRA reafirma su compromiso con una mirada crítica que registra y preserva los momentos que construyen nuestra historia. La 35ª edición de la Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino se convierte así en un espacio de reflexión sobre un año atravesado por grandes cambios, desde la perspectiva de quienes, día a día, retratan las luces y sombras de la sociedad.

“La devolución de la gente es que se ve representada y toma noción y conciencia de lo que pasó y vivió el año anterior”, concluye Vricella.

Memoria infinita

Memoria infinita

Con un enfoque íntimo y personal, Leo Vaca retrató a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en sus casas para componer Un abrazo infinito, la muestra fotográfica que se inauguró en el Centro Cultural Haroldo Conti.

“¿Pueden los objetos capturar algo de lo que puede un cuerpo? ¿Pueden ser acunados? ¿Pueden acunar a su vez a las mismas manos que tantas veces los han acariciado, interrogado? ¿Cómo se teje la trama de la existencia en torno a un cuerpo ausente?” Estas preguntas pueden leerse en el texto de presentación que la periodista Marta Dillon escribió para Un abrazo infinito, la muestra fotográfica de Leo Vaca, que retrató a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en sus casas, así como objetos preciados que remiten a la memoria.

La muestra, iniciativa de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, está compuesta por unas 120 fotografías y se inauguró el 6 de julio en el Centro Cultural Haroldo Conti. Leo Vaca es fotógrafo, editor y colaborador de revistas nacionales e internacionales como Anfibia, Rolling Stone y Brando. En 2018 ganó el Premio Gabo en la categoría Imagen por el trabajo “Memoria, verdad y justicia para las pibas”, una cobertura del Ni una menos.

El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, y las madres de Plaza de Mayo Taty Almeida, Clara Weinstein y Bella Friszman presenciaron la inauguración de la muestra.

En diálogo con ANCCOM, el fotógrafo contó el proceso de creación de la muestra: “El inicio del proyecto fue en el contexto de la pandemia y la única forma de retratar a las Madres y a las Abuelas era en sus casas. Encontré en ese esquema de trabajo un hallazgo, porque nos permitió verlas en otro contexto, en un perfil mucho más íntimo, en su cotidianidad. Esos espacios también reflejan sus historias de lucha: esos livings, esas habitaciones están abarrotados de objetos y de memoria”.

 Unas manos que sostienen un portaretrato con una fotografía en blanco y negro, un paquete de cigarrillos, un poema escrito en un cuaderno escolar, un vestido, un álbum con recuerdos. “Los objetos tienen mucho para decir. Son objetos con vida, muy presentes y muy latentes. Resguardados por ellas, adquieren un sentido muy diferente al que podría tener el objeto por sí mismo”, reflexionó Leo Vaca sobre el protagonismo que adquieren las cosas en Un abrazo infinito.  

. “Los objetos tienen mucho para decir. Son objetos con vida, muy presentes y muy latentes. Resguardados por ellas, adquieren un sentido muy diferente al que podría tener el objeto por sí mismo”, reflexionó Leo Vaca.

 

El evento contó con la presencia de las Madres Taty Almeida, Clara Weinstein y Bella Friszman y del secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla Corti. Un grupo de la Escuela Popular de Música Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora 

interpretó temas como “Zamba para olvidar” y “Déjame que me vaya”.

“Pensamos constantemente cómo explicarles a las generaciones jóvenes lo que significó esa dictadura y cuanto aún perdura del daño que generó- reflexionó Pietragalla Corti- Quiero agradecer al fotógrafo Leo Vaca porque esta muestra contribuye a eso”.

“La memoria nunca va a desaparecer a pesar de que muchos la quieren borrar. No lo van a lograr mientras existan jóvenes como ustedes que tomen la posta de nuestra lucha”, dijo ante el público Taty Almeida.

 

 

La muestra puede visitarse de martes a jueves de 13 a 19 y viernes, sábados y domingos de 13 a 21. Centro Cultural Haroldo Conti, Avenida del Libertador 8151, CABA. Entrada gratuita.

El sano juicio

El sano juicio

El próximo viernes se estrena en el Malba «El juicio», el documental de Ulises de la orden que condensa las 530 horas que duró el proceso judicial a las juntas militares que encabezaron la dictadura. Hubo un preestreno en el Conti.

El sábado 25 de marzo, sólo un día después de que Plaza de Mayo se llenara, una vez más, por la Memoria, la Verdad y la Justicia, la sala de cine del Centro Cultural Haroldo Conti en la ex ESMA se completó para que decenas de espectadores vieran El Juicio, una joya documental íntegramente hecha con archivo del Juicio a las Juntas de 1985. La película, realizada por el director Ulises de la Orden, el montajista Alberto Ponce y la directora de producción Gisela Peláez, se estrena el 7 de abril en el MALBA y se podrá ver todos los viernes a las 20.

Un reclamo de justicia es una de las primeras cosas que se escuchan cuando arranca el documental de casi tres horas que sintetiza el Juicio a las Juntas, y se escucha en la voz del fiscal Julio César Strassera. En adelante, los argumentos de algunos de los 22 abogados defensores e incluso de los propios militares de la última dictadura cívico-militar que van desde lo escalofriante hasta lo francamente ridículo; los crudos y aún más escalofriantes testimonios de las víctimas; decenas de detalles inéditos que van desde una toma de Emilio Massera arrancándose nerviosamente un pelo de la cara hasta las miradas cómplices y sarcásticas entre Strassera y Luis Moreno Ocampo. Todo eso y un montón de otras escenas vistas por casi nadie reconstruyen la historia hasta el “Nunca más” final con el que el fiscal cerró su alegato.

Uno de los asistentes a la proyección aludió a la recientemente estrenada Argentina, 1985, aunque pronto los espectadores acordaron que no tiene demasiado caso comparar porque son materiales diferentes, quizás ambos igualmente necesarios. Pero si alguna conclusión de índole comparativa se puede extraer tras ver El Juicio, por repetida que suene, es que la realidad supera ampliamente la ficción. En tres horas de película no voló una mosca salvo por las risas sarcásticas del público ante los insólitos argumentos de la defensa y algún quejido indignado, y la sensación general al terminar de verla es la de haber estado ante un material valiosísimo. “Te atraviesa y te interpela con un maravilloso dolor y a la vez te da fuerzas. Cuando termina la película sabés que estás del lado correcto”, anticipó Lola Berthet, la directora del Conti.

El Juicio no se logró sin ayuda o, lo que es lo mismo, sin personas que comprenden la importancia del archivo y de preservar todo material que permita recordar la historia. Cuando Ulises de la Orden quiso hacer una película sobre ese acontecimiento, dio con Memoria Abierta, la organización que le proveyó las 530 horas de juicio digitalizadas. “Memoria Abierta es una alianza de organismos de Derechos Humanos de Argentina que trabaja hace muchos años por preservar y dar acceso a los archivos”, explicó Verónica Torras, su directora. En este sentido, detalló que la organización “tiene hace muchos años una copia digitalizada del Juicio a las Juntas a la que damos acceso en nuestra institución a investigadores, docentes, y también, por suerte, a personas de la cultura como Ulises que se interesan por estos materiales”.

“Esta es una película íntegramente basada en el archivo”, recalcó Torrás y expresó que fue “una experiencia muy interesante ver cuántas infinitas posibilidades tienen los archivos de hablar y de seguir hablando a lo largo del tiempo”. En este sentido, Peláez aportó que el montaje “genera nuevos sentidos” sobre un hecho del que se suele pensar que “ya está todo dicho”, que está cerrado y sobre el que ya se estudió todo lo que se podía. Contra esta idea, resulta que “la realidad es que hay aristas infinitas, nuevas, para seguir pensando en este presente y que todavía vale la pena seguir investigando”, en palabras de la productora.

Además, Peláez anticipó que “algo bastante impactante de este documental es que van a ver muchísimas personas testimoniando, contando su historia desde ambos sectores en este juicio, que permiten dejar bastante en evidencia los distintos tonos políticos de una sociedad que aunque hayan pasado tantos años sigue bastante presente”. En esta línea, advirtió: “Esos tonos políticos hoy acechan, entonces es necesario mantener un nivel de atención para poder preservar y seguir continuando con muchos años más de democracia”.

A su vez, Ulises de la Orden hizo una breve síntesis del surgimiento de la película: “Este proyecto nació hacia 2013 como nacen los proyectos de hacer una película, medio caóticamente, desordenado, y en una primera instancia de investigación lo primero que apareció era que existían estas 530 horas de archivo que como cineasta me convocaron automáticamente y despertaron mi deseo de conocerlas y de ver si realmente en ese archivo radicaba la posibilidad de hacer una película”.

Quinientas treinta horas de juicio. “¿Qué nos pasó que tenemos que esperar 40 años para ver esta película con un material que estuvo ahí esperando 40 años para ser difundido y editado?”, se preguntó emocionado uno de los asistentes cuando terminó la proyección. Para tranquilizarlo, Verónica le respondió que a pesar de que nadie hubiera hecho un documental con él hasta hoy, el material del juicio es uno de los archivos más consultados de Memoria Abierta. “No es un material que no haya sido consultado, tal vez el tema es que son 530 horas, un registro audiovisual que había que tener la decisión de invertir la cantidad de tiempo, de esfuerzo que implica hacer una película sobre este material”.

Para ordenar tanto material, el documental se divide en 18 episodios y sus creadores intentaron seleccionar casos testigo y diferentes ejes temáticos sobre las distintas maneras en que los dictadores ejercían la represión, la desaparición y la tortura. Robos a los desaparecidos, engaños, complicidad eclesiástica y empresarial, un sadismo absoluto, violencia sexual y tormentos particularmente misóginos contra las mujeres van quedando expuestos a lo largo de toda la película. “Al ver el material encontramos otros temas que no sabíamos que existían y temas que pasaron a ser tema ahora por la evolución de la sociedad. En aquel momento, en el juicio circuló sin dudas lo de la violencia sexual contra las mujeres, pero pasó totalmente desapercibida. Entonces hoy, la sociedad es un tema que lo tiene en valor, por lo menos presente, y nosotros quisimos incorporarlo”, explicó Ponce.

“Debió haber sido muy duro ver todas esas horas de juicio, escuchar todos esos testimonios”, señaló uno de los presentes en la proyección del 25. “Fue muy duro porque fue verlo durante mucho tiempo de corrido”, reconoció Peláez y resaltó además que “muy pocas personas han transitado todo el material”. A pesar de lo difícil de escuchar a diario y por horas el horror relatado en primera persona, “había que seguir” porque los plazos apremiaban. “Eso a veces hacía que la válvula de escape saliera por lugares impensados, yo tuve insomnio, tuve épocas donde me enganchaba en cuanta cena me invitaban porque necesitaba descargar”, recordó.

Ponce, Peláez y De la Orden tardaron cerca de ocho meses en mirar todo el Juicio a las Juntas. “Empezamos a trabajar de lunes a viernes de 10 de la mañana a 6 de la tarde los tres frente a un monitor viendo el archivo en tiempo real desde el tape número 1 hasta el 530 y cada uno de nosotros hizo un documento, distintos tipos de documentos para después volver al archivo. Había que relevar muy bien el material porque tampoco íbamos a tener oportunidad de volver a verlo”, explicó la directora de producción. El primer resultado fue un armado de ocho horas y media de extractos seleccionados, que tras 20 nuevos intentos culminó en la película que se verá en el MALBA.

“Yo no sabía cuánto duraba la película y cuando me dijeron tres horas dije ´uy, no, no me voy a quedar tres horas´. Podría haberme quedado más. Quinientas treinta horas, mamita, qué trabajo”, reflexionó un espectador. Además, señaló que el material es aún más valioso teniendo en cuenta “que ese juicio no pudo transmitirse en directo, nunca autorizaron hacerlo, y que ese juicio tal cual como se grabó se debió preservar por las dudas fuera de nuestro país”.

Quien también estuvo en la ex ESMA ese 25 de marzo para resaltar la importancia del juicio fue Lila Pastoriza, sobreviviente de ese mismo lugar cuando funcionaba como un centro clandestino de detención. Al pedir la palabra, les habló directamente a los creadores del documental: “Lo que ustedes hicieron es importantísimo, porque yo creo que el juicio se había olvidado en estos 40 años, y lo pensé muchas veces: ¿Qué pasó con el Juicio a las Juntas?”, se preguntó. “Yo, que era expresa de la ESMA y participé en ese juicio sentía en muchas de las cosas que hacíamos en esa época que el juicio había desaparecido, nadie hablaba de él. Muchas veces discutimos con gente, con compañeros más jóvenes, que no tenían idea. ¿Y cómo iban a tenerla? No se hizo nada más, quedó como ahí, incluso por alguna gente bastante despreciado. Yo lo defendía muchas veces ese juicio”, recordó.

Posiblemente nadie que vea la película terminará despreciando el Juicio a las Juntas, porque la experiencia atrapa, atraviesa y conmueve desde el minuto uno hasta el 177. “Les pedimos que pasen la voz de que esta película existe, y si todo va bien va a seguir estando en el MALBA durante un tiempo”, expresó Peláez y reveló que “también existe el sueño de De la Orden de hacer 40 proyecciones de la película en 40 localidades del país por los 40 años de la democracia que se cumplen este año en Argentina. Es un proyecto que nos encantaría concretar, pero todavía es un deseo”. Por lo pronto, los viernes de abril desde las 20 horas se proyectará en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. La historia está ahí, registrada, esperando para activar la Memoria y defender el presente contra el olvido del pasado. Solo necesitamos escucharla y pasar la voz.