Una cooperativa ambulante

Una cooperativa ambulante

Mientras reclaman que el Estado termine de reconocerlos como trabajadores formales, los artistas callejeros se organizan para democratizar la cultura y obtener fuentes de trabajo.

Pies tímidos, balanceos vacilantes y bailes desinhibidos acompañan el remolino musical que se gesta en el barrio de Recoleta. Danzantes y curiosos, se reúnen en la esquina de Junín y Vicente López a bailar y cantar. Bajo, guitarra, batería y saxofón son la fórmula para que la gente se desate. Frente a los músicos, sobre una pequeña banqueta de lona, hay un sombrero galera. Así transcurre el espectáculo, una tarde de sábado, de El Pelado Del Subte (EPDS), una de las bandas integrantes de TCA Producciones, la cooperativa de los Trabajadores de la Cultura Ambulante.

El origen de TCA Producciones se remonta a 2018, cuando se aprobó la reforma del Código Contravencional impulsada por el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, que plantea que los “ruidos molestos” provenientes de la vía pública constituyen una contravención. Viendo que el trabajo diario de los artistas callejeros se veía comprometido y negado, nació la lucha de la agrupación, cuyos miembros, gracias a la organización colectiva, son hoy reconocidos como parte de la economía popular.

Con la democratización de la cultura como bandera, los integrantes de TCA Producciones comparten la idea de que su trabajo permite el acceso al arte a personas que, sobre todo en tiempos de crisis económica, “no pueden pagar un show privado”, como describe Julián Mouriño, guitarrista y voz del dúo La Tribu Subterránea, parte de la cooperativa. Alan Bonafine, saxofonista de EPDS, agrega: “Quien no tiene, puede igualmente sentarse y escuchar todo el show gratis. Eso es democratizar la cultura”.

La elección de la calle como escenario no se limita a una decisión política. “Los espacios públicos son la ventana para el resto de los eventos privados que hacemos”, explica Julio Arredondo, bajista y voz de EPDS. Con repertorio fijo, ensayos y dedicación profesional, los artistas de la productora preparan a diario los espectáculos que brindan no solo en la calle, sino también públicos y privados. Trabajando a veces doble turno y otros medio, el cuidado de la voz es una de las prioridades de los cantantes que, entre apurados y amargados, son capaces de tornar semblantes grises en sonrisas.

El promedio de trabajo diario oscila las cuatro horas. El doble turno es reservado para los viernes y sábados, “días buenos para laburar porque hay otra onda de la gente”, como dice Rodrigo Pérez Barfly, voz y teclado de La Tribu Subterránea. De realizar jornada completa, no llega a ser de ocho horas porque “la voz para las seis [horas] llega muy rota” y se trata de un instrumento indispensable que de sobreexigirse puede poner en riesgo el resto de la semana laboral.

Ante afonías o enfermedades, se prioriza el reposo hasta la recuperación para no comprometer la salud ni el trabajo. “La voz es sagrada, hay que cuidarla lo más que se pueda –sostiene Pérez Barfly–. Cuando uno la pierde, lamentablemente hay que parar”. Para los dúos o bandas, el espectáculo puede continuar con un cambio de roles, pero en el caso de los solistas, la jornada puede verse limitada a hacer un set instrumental.

Para La Tribu Subterránea, la cifra generada en un “buen día” ronda los 10 mil pesos. Los fines de semana lo complementan con el caché fijo que reciben por eventos en bares y espacios privados. Con la inflación, que se come los ingresos de la galera, el dúo destaca: “Lo que nos sirve mucho y nos salva son los eventos”.

Los integrantes de EPDS reconocen las dificultades debido a la crisis, pero resaltan el trampolín laboral que significa su trabajo en la vía pública: “A través de la calle salieron la mayoría de las contrataciones”, señala Bonafine.

Las posibilidades de eventos que surgen en la vía pública compensan los problemas que se pueden presentar en la calle, donde, denuncia Arredondo, “la Policía y el Estado no nos terminan de reconocer como trabajadores formales”.

A pesar de su incorporación al Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP), su formalización como artistas callejeros para un ejercicio pleno de sus derechos laborales aún es incompleto. Pueden inscribirse en el Registro Oficial de Artistas Callejeros de la Ciudad dependiente del Ministerio de Cultura porteño, sin embargo, el permiso final para poder actuar en la vía pública es otorgado por las comunas, lo que puede restringir, de manera arbitraria, su labor.

Habitués del espacio público, los artistas callejeros observan y conviven con las vicisitudes de las veredas de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano, incluidas las consecuencias de la crisis económica que empuja a las masas fuera del sistema. Y allí trabajan para difundir y compartir cultura, arte y música para todos, todas y todes. “Siempre sucede algo que hace que cada día en la calle sea especial”, concluye Julián Mouriño.

“Sí al Parque, no a la calle”

“Sí al Parque, no a la calle”

Vecinos y trabajadores de la feria de libros en contra de la decisión del Gobierno de la Ciudad de reabrir la Calle Beauchef.

Centenas de vecinos abrazaron el Parque Rivadavia el pasado sábado para oponerse a la apertura de la calle Beauchef. El gobierno porteño ya comenzó la obra, que bordearía el edificio que ocupan la Escuela Normal N° 4, el Liceo N ° 2 y profesorados docentes. Los puestos de la tradicional feria de libros ya fueron trasladados a la Avenida Rivadavia, los árboles resultaron talados y las mesas de ajedrez removidas. La comunidad educativa, además, alerta que, con una nueva arteria abierta al tránsito, se pondrá en riesgo la entrada y salida de niños y niñas del nivel inicial.

Todo comenzó el 7 de enero, a las 7 de la mañana. Ese día, integrantes de la Cooperadora del Normal 4 acudieron a la institución, con el objetivo de controlar las obras de mejora, que estaban previstas durante el receso escolar, para que todo estuviera listo para marzo. Sin embargo, el verde de los árboles y los puestos que se encontraban al costado de la escuela y constituían el paisaje tradicional del Parque Rivadavia, habían cambiado. Esa mañana, de manera sorpresiva aparecieron cercas metálicas amarillas, árboles talados y cinco camiones de Gendarmería.

En esa jornada nació la lucha de la Cooperadora del Normal 4, de la Feria del libro del Parque, de la ONG S.O.S. Caballito, de los vecinos y de todos aquellos que se solidarizaron para defender un espacio, que ya había corrido peligro en 1993 y que, debido a la barrial lograron, en aquel momento, parar las obras.

Esther, vendedora de libros frene a su puesto que fue dañado durante el desalojo.

Abrir la calle Beauchef al tránsito y unirla con Ambrosetti, por medio de la Avenida Rivadavia, es el argumento que se sostiene como solución para evitar el congestionamiento de vehículos que se genera en Rosario y José María Moreno. La obra se inscribe dentro de las reformas que permite el nuevo Código Urbanístico de la Ciudad.

El sábado 12 de enero a las 16, más de 200 vecinos se juntaron en asamblea, en la cual ratificaron la consigna “sí al parque y no a la calle” y decidieron que el 19 de enero a las 12 se realizaría un abrazo simbólico al Parque.

El lunes 14, una comisión de vecinos fue recibida en la Defensoría del Pueblo. Allí presentaron sus objetivos para salvaguardar el Parque y sus reparos a la apertura de la calle Beauchef. La Defensoría se expidió y se comprometió a participar del abrazo. El mismo día presentaron un amparo judicial en conjunto entre el comunero de Caballito Osvaldo Balossi, de Unidad Ciudadana, la Cooperadora del Normal 4, la ONG “SOS Caballito” y el Observatorio por el Derecho a la Ciudad.

Durante las semanas previas, por las tardes, los vecinos se convocaron para juntar firmas, charlar, concientizar a otras personas y convocarlas a defender el espacio verde, tan histórico como querido y necesario en una zona con mucha densidad edilicia. El abrazo al Parque Rivadavia, el 19 de enero al mediodía, debía ser multitudinario y así lo fue.

Estaba convocado para las 12, pero varios minutos antes, la puerta del Normal 4 estaba rodeada de madres, padres, adolescentes, abuelos y legisladores como Javier Andrade (FPV) y Gabriel Solano (Frente de Izquierda). También se hicieron presentes otros dirigentes, como Eduardo Jozami y representantes del gremio docente UTE. Allí, los integrantes de la Cooperadora de la escuela lucían pecheras blancas con una insignia redonda en tonos verdes, con una imagen que simula el parque, visto desde arriba, con una ronda de niños abrazándolo, acompañada por una leyenda que decía: “Sí al Parque, menos cemento”. Ellas y ellos entregaban a los asistentes un pequeño sticker con esa misma imagen.

A pocos metros, enfrente de la obra, se ubicaron el micrófono y los parlantes que fueron utilizados por los oradores. Unos pocos minutos, pasadas las 12, comenzó Pablo Torres, en representación de los puesteros de libros usados, que habló de lo que impacta a obra en sus trabajos. Hizo alusión a la supuesta encuesta online que hizo el Gobierno: “Acá está la demostración clara. Esos 111 vecinos que votaron a través de Internet es una farsa. El barrio está aquí presente y dice “Sí al Parque, no a la calle”. Anunció que habría una suelta de libros y quien lo deseaba podía llevarse uno de manera gratuita. “Es la paz, es el amor, es la cultura y el trabajo, lo que estamos defendiendo es de todos.”

Luego leyó un documento firmado por los Amigos del Parque Rivadavia, la Asociación Cooperadora del Normal 4, el Centro en Defensa del Espacio Público, la Feria del libro del Parque Rivadavia, la Regional Centro CTA Capital, “SOS Caballito”, que expresaba que el proyecto de apertura de la calle Beauchef viola la Constitución de la Ciudad y el plano urbano ambiental, ya que en Caballito hay solo 1, 50 m2 de espacio verde por habitante, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires el promedio es de 6. La obra le restaría un quinto al Parque. También mencionó el riesgo de aumento de la contaminación sonora y visual y la defensa de los espacios culturales, recreativos y la histórica feria de libros. Se hizo énfasis en que no fueron informados, ni consultados con anterioridad y que por eso piden la anulación de esta obra.

Además, habló Carla Martínez, presidenta de la Cooperadora del Normal N° 4, Alejandro Bassignani, ex presidente de la Asociación de Amigos del Parque Rivadavia, entre otros vecinos.

La preocupación frente a la seguridad y el bienestar de los alumnos es un factor importante, sobre todo porque a la escuela asisten menores con Síndrome de Asperger y, según sus padres y especialistas, el ruido del posible tránsito, podría asustarlos y alterar su conducta al ingresar o salir del establecimiento.

Al grito de “Andate Macri”, acompañados con bombos y trompetas de fondo, se inició la marcha que abrazó al Parque. La multitud bloqueó parcialmente la Avenida Rivadavia.

En el trayecto, ANCCOM dialogó con algunos afectados directos, como Ester, puestera de la feria, una de las personas más perjudicadas en el traslado: “Me rompieron todo el puesto, no cierran las ventanas. Solo soldaron una pata y no quisieron hacer nada más. Dijeron que yo no hice mantenimiento, metieron mil excusas. El pecado mío es ser pobre. No tengo forma de defenderme, no tengo dinero. Desde que asumió Macri la feria se vino abajo, yo estoy fundida. Ni libros tengo. No hay respuesta del Gobierno, nos dejaron acá tirados”, expresó.

Zulma de la Asociación de Exalumnas del Normal N°4 contó: “Talaron los seis gingkos biloba históricos, que eran los árboles de hojas doradas”. Esos eran producto de la diversidad de especies que tenía el Parque, que incluye centenarios ombués (aunque el año pasado talaron uno), magnolias y araucarias, entre otras especies. “Además -continúa Zulma-, la República Popular de China había regalado dos gingkos en un aniversario que conmemoraba la bomba de Hiroshima y Nagasaki (porque ese árbol fue el primero en resurgir después de la explosión atómica), pero también fueron talados, eran un símbolo. El que se está salvando es el árbol histórico en el que leía Sarmiento. Están destruyendo la memoria de Buenos Aires.” El Parque Rivadavia era la antigua Plaza Lezica, una quinta perteneciente a una familia adinerada de Buenos Aires, durante el siglo XVIII, con diseño de Carlos Thays (h), que se caracterizó por tener árboles de diferentes partes del mundo y regiones de Argentina.

Karina Figueroa, perteneciente a la Cooperadora del Normal 4 comentó que se ha pedido al Gobierno de la Ciudad por una ampliación en la cocina del edificio de la escuela y se lo negaron por falta de presupuesto, Pero, en contrapartida, la apertura de la calle sale 25 millones de pesos. “Nosotros ahora tenemos comedor porque hay jornada completa, (una necesidad de la comunidad), pero no llega a ser ni de 10 metros cuadrados, necesitamos una pared y un techo.” También expresó su preocupación por el tema del tránsito: “Como papás cuidamos la seguridad de los chicos, cuando salen de la escuela, hay muchas motos que pasan y les roban los celulares. Los menores son una presa fácil. Consideramos que, si abren la calle, la vía de escape de motos va a ser mucho más activa.”

Pasadas las 13:40 el recorrido terminó en el punto de encuentro. El representante de los puesteros volvió a leer el documento con que el que dio inicio, que contó con la adhesión de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, lo que transmitió la idea de la circularidad del abrazo, también desde la palabra. Cuando finalizó la lectura notificó que el miércoles 23 de enero, a las 18, continúa la juntada de firmas en oposición al proyecto de apertura de la calle Beauchef. Luego, con los carteles en alto, bombos, trompetas y voces bien diversas, entonaron el Himno Nacional.

Parque sí, shopping no

Parque sí, shopping no

Sesenta sillas instaladas en la intersección de las avenidas Rivadavia y Acoyte, en el porteño barrio de Caballito, trazan una metáfora viviente. Buscan emular las sesenta bancas que componen el recinto de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Sillas de plástico color negro, más austeras que aquellas sobre  las que reposan los legisladores durante las sesiones. En la calle, los ocupantes de los asientos son los vecinos  del barrio que, por quinta vez, resisten la instalación del “shopping más grande de la Capital” que auguran los adalides del negocio inmobiliario.

La cita fue convocada para conformar un “Parlamento de Vecinos” desde el que se llamó a participar a los habitantes de Caballito y barrios aledaños como Almagro, Boedo, Villa Crespo, y Flores. Algunos de los organizadores no están agrupados, mientras que otros pertenecen a Encuentro en Defensa del Espacio Público, Corredor Verde del Oeste, SOS Caballito, Asociación de Comerciantes de Gaona y Adyacencias, y partidos políticos. El objetivo de conjunto es rechazar proyecto de ley enviado el 15 de septiembre por el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, a la Legislatura para permitir la instalación de un shopping del Grupo Irsa en los terrenos aledaños a las vías del tren y laterales al Club Ferrocarril Oeste.  Por quinta vez, el gobierno porteño intenta aprobar la “deszonificación”  de los terrenos ubicados sobre la Av. Avellaneda entre Fragata Sarmiento y Olegario Andrade, para que puedan ser destinados a la construcción de un megacentro comercial.

Corte de calles Acoyte y Rivadavia, en rechazo al nuevo intento de construir un shopping.

Corte de calles Acoyte y Rivadavia, en rechazo al nuevo intento de construir un shopping.

La acción del martes por la tarde no escapa a ciertas normas de civilidad: se corta medio carril de cada avenida y, cuando el semáforo se pone en rojo, los vecinos se despliegan sobre los otros carriles. Todos se repliegan cuando llega el verde.

Algunos vecinos funcionan como capas tectónicas; vienen organizados “desde la asamblea conformada en 2001”. Otros fueron parte de la resistencia a los anteriores intentos por parte de  un gobierno del PRO de instalar el shopping. Hay banderas y pancartas ya gastadas, otras hechas para la ocasión. “S.O.S Caballito, barrio de casas bajas”, “Ningún shopping vende oxígeno”, “Basta de priorizar el negocio inmobiliario sobre nuestra calidad de vida” y la que más se repite: “Sí al Parque Caballito, No al shopping de Irsa”.

Las contrapropuestas al shopping no son ajenas a los impulsores del Parlamento de Vecinos que proponen que los terrenos en cuestión sean destinados a la creación de un parque. “Estamos cortando la calle porque desde 2013 se vienen presentado proyectos en la Ciudad, también hubo en Congreso, para que esos terrenos se destinen a un parque. Creemos que tiene que haber un proyecto alternativo al del Ejecutivo que garantice más espacios verdes, públicos. Ahora se está consensuando un nuevo proyecto y aspiramos que se consiga la firma de todos los integrantes de la Legislatura. Sabemos que no vamos a contar con las del PRO que tiene 28 votos y necesita 31 para su shopping. Y nosotros debemos reunir 31 para el parque”, dice el ex comunero y actual integrante de Proyecto Parque Caballito – Encuentro en Defensa del Espacio Público, Martín Iommi.

El objetivo de conjunto es rechazar proyecto de ley enviado el 15 de septiembre por el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, a la Legislatura para permitir la instalación de un shopping del Grupo Irsa en los terrenos aledaños a las vías del tren y laterales al Club Ferrocarril Oeste.

Al proyecto inmobiliario de Irsa, se suma el caso de un colegio que podría ser  demolido para la edificación de emprendimientos inmobiliarios. “También estamos sufriendo muchos cortes (de servicios) frente a tanta construcción, y en particular porque en el ex Colegio Santa Rosa se pretenden construir torres donde nosotros queremos que haya una escuela y un jardín público”, agrega Iommi. Y concluye: “Estamos pensando que no solo es un momento de resistir, sino que estamos en condiciones de soñar con un parque, una escuela y un jardín, para empezar a construir, desde los barrios, la Ciudad que queremos y no que lo haga el Jefe de Gobierno con las corporaciones”

“Para construir el shopping se debe rezonificar la parcela, si lo hacen están en condiciones de levantar un edificio de 75 mil metros cuadrados, con un estacionamiento de 50 mil metros cuadrados. Estamos hablando de un barrio en donde, por ejemplo, este verano, de madrugada, los vecinos no conseguían llenar el tanque de agua ni siquiera en viviendo en un PH. Va a ser un colapso y el único interés que se está contemplando es el de IRSA. La ley dice que debe haber una audiencia pública previa a la presentación del proyecto y todavía no hubo nada, además de que no son vinculantes. Los vecinos no queremos más cemento, queremos parques”, apunta Estela mientras sostiene una pancarta.

Juan Carlos vivía en Caballito y se mudó a unas cuadras hacia Flores pero igual participa en el reclamo. “Hay una invasión tremenda de edificios por la especulación inmobiliaria, después vienen los cortes de luz, la baja presión de agua, se tuvieron que cambiar las líneas de gas. Otro problema son las torres que están sobre la Avenida Lorca, al lado de Ferrocarril Oeste, que consumen el equivalente a 16 manzanas de casas bajas. Por eso, ya sabemos lo que pasa. Y los días en que hay partido se llena de autos, imaginate lo que va a pasar con más torres o con el shopping”, explica.

“Sí al Parque Caballito, No al shopping de Irsa”, una de las consignas de la protesta.

Algunos vecinos concurren después de buscar a los chicos del colegio, hay quienes visten camisa, caras de señoras maquilladas y con perlas, y jóvenes con el termo y el mate. Tres patrulleros custodian el corte.

Con 26 años, Daniela piensa en las actividades culturales que hacen con su agrupación Felipe Vallese en el playón que está detrás de los terrenos en cuestión, y en las “cerca de 40 familias que están asentadas ahí y que pueden verse afectadas por este proyecto”. Mientras tanto, algunos pasan y preguntan por qué el alboroto, los vecinos de este lado –de la organización de la protesta- exhiben en detalle y con calma los argumentos que empiezan, finalizan y se sintetizan en  #SiAlParqueNoAlShopping

Todos los consultados repiten el mismo dato: la Organización Mundial de la Salud recomienda cerca de 10m2 de espacios verdes por habitantes. La Dirección General de Estadística y Censos del Ministerio de Hacienda de la Ciudad, sobre la base de datos del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, indica que la Capital Federal no llega a los seis metros cuadrados por habitantes. “Esta es la comuna con el menor promedio, tenemos menos de un metro cuadrado de espacios verdes por persona. Entonces no necesitamos más torres, ni más negocios, necesitamos verde. Acá los parques están colmados.  La alternativa no es shopping o baldío, nosotros decimos sí al parque, que esté urbanizado y donde puedas cruzar desde la avenida Avellaneda a Rivadavia sin dar vueltas”, dice Carlos, de 60 años, mientras alienta a que la gente ocupe las “bancas”.

Rodríguez Larreta aparece en la máscara de un comediante. “Sobran alumnos y sobran escuelas”, dice. Y sigue: “Estaría buena la Ciudad de Irsapolis”. La tribuna grita y chifla. Después de la alegoría, desfilan actuales y ex legisladores: Gustavo Vera (Bien Común), Javier Andrade (Frente para la Victoria), Claudio Heredia (Bloque Peronista), los radicales Hernán Rossi y Marcelo Guouman (Suma +), Alejandro Bodart (MST), y María José Lubertino (FpV). También comuneros, y referentes de partidos y organizaciones sociales.

Además de banderas y pancartas, hay una mesa que colecta firmas para el petitorio de apoyo. Mientras algún orador lanza consignas o críticas a la gestión actual se escuchan aplausos, arengas y abucheos, según corresponda. Un vecino pasa y grita: “Acá a tres cuadras, no hay luz”.

Actualizado 28/09/2016