Unidas en la diversidad y ante la adversidad

Unidas en la diversidad y ante la adversidad

Madres, mujeres con discapacidad, trans, trabajadoras de la economía popuplar, jubiladas, adolescentes marcharon juntas en el 8M para protestar contra las políticas de Milei. ¿Cómo las afecta el ajuste?

Mery,  vendedora ambulante. 

“Desde que entró este presidente estoy mas preocupada porque no puedo conseguir ningún trabajo. Soy madre soltera y tengo una hija de 12 años que va a la escuela y en la secundaria me piden muchos materiales y no me alcanza la plata, pero no me dejo caer.”

Mariela Verzero, psicóloga especializada en casos de violencia sexual. 

«En el consultorio, que es el área donde más afecta el ajuste, las personas que atraviesan esta problemática no tienen el dinero para pagar la atención de las consecuencias de la violencia sexual. Y si trabajás por obras sociales, pagan a los 90 días. Cuando se cobra, el dinero ya se devaluó, no te sirve; la inflación se come ese aporte. Entonces, le impide a las personas acceder a la atención, y a nosotros a trabajar».

 

Victoria, mujer con discapacidad movil.

«El ajuste me pega no solo por la parte economica, que ya es algo muy dificil, si no porque el gobierno de turno usa términos horribles para nuestra comunidad. El presiendente se burla de los chicos con sindrome de dawn, uso palabras como ´mogólico´ para discriminar, me parece espantoso. Y, aparte de todo, las personas con discapacidad cada vez mas tenemos que luchar más para obtener nuestros medicamentos, lo mismo que los pacientes oncologicos. Es algo que a mi me ha golpeado desde el minuto cero».

 

Magda, jubilada.

«El ajuste me afecta dolorosamente por ser jubilada. Creo que merecemos tranquilidad a esta altura, habiendo trabajado toda la vida. Lo hicimos honestamente, entregando nuestro esfuerzo y, por lo tanto, queremos que nos retribuyan, que nos respeten como personas, y que nos den lo que necesitamos y merecemos.Esto que estamos pasando es una angustia».

 

Araceli Pasmera, trabaja en el Área de Desarrollo Social de Género y Diversidades del municipio de Escobar. 

“Hoy nos atraviesa el hecho que no podemos llegar a fin de mes, que nos viven violentando como colectivo trans y que el Estado se está volviendo cada vez más ausente. Vamos a seguir en las calles para visibilizarnos y no retroceder en cuanto a derechos conquistados”.

 

Vanina Beira, integra la Campaña Nacional por el Aborto Libre, Seguro y Gratuito.

«Esta vez vine por mi cuenta y traigo conmigo a todas las compas que mató este sistema patriarcal, que se viene reforzando día a día con gobiernos como el de Javier Milei, donde justamenete para conmemorar el Día de la Mujer, le quitan el nombre al Salón de las Mujeres. El ajuste es terrible: tengo 48 años y no consigo trabajo, agarro el auto y hago Uber, llevos mujeres nada mas porque llevar varones es una complicación».

 

Tamara Marcos, madre soltera y estudiante de Abogacia.

«El ajuste me afecta en muchas mediadas porque no cobro asignación universal. Trabajo en un café siendo mesera y me tuve que volver a vivir con mis padres».

 

Rocio (izquierda) y Croma (derecha), autoconvocadas.

«Este ajuste los estamos viviendo como el orto, con el trabajo, con el alquiler, con los precios de la comida. Nos quedamos sin laburo hace unos meses y nos quedamos sin casa tambien. Por suerte conseguimos algo por una persona con la que más o menos pudimos hacer un arreglo; pero la situación habitacional es un desastre, más después del DNU. Ya no te alcanza la guita.» 

Liliana (izquierda), docente e integrante la agrupación Nuevo Encuentro de la localidad de Presidente Perón; María Amelia (centro), referente del Plab FinEs  y Adriana (derecha), docente del Plan FinEs.

“Este 8 de marzo marchamos en un contexto de una pérdida total de la visibilidad de los derechos del pueblo. Siempre somos las femeninas las que estamos a la palestra de todo lo que es la economía social, popular y doméstica” afirma Liliana. Adriana agrega: «Son los alumnos quienes se ven perjudicados al no poder continuar con sus estudios frente a las actuales normativas del gobierno”. María Amelia completa: “No estoy a favor de todas las payasadas que está diciendo el presidente al burlarse de la legalización del aborto. Hoy vengo a defender los derechos de la educación y de las mujeres”.

 

Rocio, madre soltera.

«El ajuste me afecta porque no solo jamás llego a fin de mes si no tengo que estar midiendo entre criar a mi hija o salir a laburar por un mango más que tampoco alcanza para cubrir mucho. Tengo que poner en una balanza el tiempo que le doy a mi hija , estoy siempre contra la espada y la pared. A Milei le digo que salga más a la calle y que vea al pueblo, que nos estamos cagando de hambre».

 

Elizabeth, integrante del Grupo Afingheira y terapista ocupacional.

«El ajuste es tremendo, no llego a fin de mes, ni siquiera para poder hacer las cosas que me dan placer con mi cuerpo, como tocar el tambo o danzar. Es muy dificil seguir, estoy angustiada todos los dias».

 

Marcela Pedernera, integrante del Frente de Artistas del Hospital Borda.

«Todos los años preparamos una obra para presentar. Este año era en Chapadmalal pero no se va a dar, trabajamos todo el año para llevarla a escena y el recorte nos hace imposible poder viajar».

 

«Somos un tsunami»

«Somos un tsunami»

Una multitud de mujeres y disidencias colmó la Plaza del Congreso para exigir el cese de la violencia contra las mujeres y protestar por la crisis social y la misoginia del gobierno de Javier Milei. Empezó a crecer nuevamente la ola verde.

Con su pañuelo blanco característico sobre la cabeza, Taty Almeida encabezó el acto multitudinario en un 8M muy particular por el marco misógino y de ajuste antisocial que impulsa el gobierno libertario: “Estamos acá para defender los derechos que hemos ganado, no se puede gobernar sin Congreso, sin Congreso no hay democracia, es acá donde se debate y no sentado en twitter”.

Unión y que el pueblo no se quede dormido fue uno de los pedidos de Almeida para quienes escuchaban su discurso; un llamado a la lucha colectiva para alzar sus voces y evitar que la motosierra vaya por sus derechos conquistados: educación pública, aborto legal o jubilacion para las amas de casa.

“La casta no es el pueblo, Pettovello no somos aguantadero” entonaban en un único coro y en medio de una agarradera de manos, las trabajadoras de los comedores populares, un rato antes, camino al Congreso de la Nación. Fue su manera de protestar contra el hambre y el ajuste al pueblo argentino por parte del Gobierno Nacional.

A pesar del sol ardiente de la tarde del viernes y el tránsito imparable de la Ciudad de Buenos Aires, un grupo de mujeres abría el paso en plena Avenida de Mayo para alzar sus reclamos ante las medidas de Javier Milei: “Frente a la derecha fascista, resistencia trans-feminista”, decía una de las pancartas. 

Con el puño en alto y adelantada del resto, una mujer encabezó el cántico “Milei basura, vos sos la dictadura” que bastó para ser repetido por miles de mujeres que empuñaban pañuelos verdes y violetas, coloreando las calles mientras sus gritos retumbaban en toda la Plaza del  Congreso. 

“Gobierno liberticida: nos matan de hambre en nombre de la libertad”, “La violencia de género crece con el aval del Estado” y “La educación pública se defiende en la calle” eran algunos de los carteles que protagonizaron la movilización del Día de la Mujer.

En medio de la euforica marea feminista, una joven hizo entre ver un cartel con cuatro fotos: Karina Milei, Victoria Villarruel, Patricia Bullrich y Lilia Lemoine, seguido de la frase “no me representan”. 

Con su paraguas rojo para evadir el sol y musculosa blanca que dejaba relucir el tatuaje “Putaza-Barata” en sus pechos, una mujer levantó su cartel “Respeto y derecho para las trabajadoras del sexo. Basta de fascismo”.

Frente a ella, la Asociación de Madres de Plaza de Mayo se llenó de carteles en apoyo a Télam, acompañados del canto “Unidad de los trabajadores, al que no le gusta, se jode, se jode”. En un levantar de puños colectivo, comenzó a escucharse “La patria no se vende, la patria no se vende”. 

Del otro lado de la calle, en la vereda del todavía estatal Cine Gaumont, una joven con su remera de Eva Perón y una sonrisa pícara alzó un cartel contundente: “Queremos la renuncia de Milei y Caputo y si no, será la cabeza”. A su lado, un muñeco que solo tenía un ojo gigante en su cara se presentó en las puertas del cine, dando su apoyo a los trabajadores del INCAA, acompañado de la frase “Somos un tsunami cultural, sí la vemos”

De fondo, un grupo de mujeres de los pueblos originarios armaron una ronda de tambores y alzaron sus voces armónicas al ritmo de “Fuerza y coraje”, que causó emoción y aplausos de quienes escuchaban al pasar. 

Ya con el sol cubierto y las oleadas de viento que anteceden una tormenta, quienes buscaban acercarse al Congreso de la Nación fueron sorprendidas por las vallas de la Policía de la Ciudad que impedía su acercamiento.

En la espera, un grito fuerte y colectivo hizo que todas las mujeres se muevan a la par de “y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta, votó a Milei”, acompañado de carteles que tomaban cada vez más fuerza y se hacían aún más altos entre la multitud: “Ni flores ni bombones, Milei en helicóptero” y “Milei es muerte”. 

La movilización se opuso al cierre del INCAA y Télam, a la privatización del Banco Nación y Aerolíneas Argentinas, acompañada del canto generalizado “Yo no lo voté”. 

El grito final de “treinta mil desaparecidos ahora y siempre” en modo de recordatorio que no fue una guerra sino un genocidio, fue acompañado fervientemente a Taty junto a un canto popular “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza” mientras las gotas de la lluvia comenzaban a caer. 

Mujeres cooperativas

Mujeres cooperativas

En la semana de la reivindicación de los derechos de la mujer, tres trabajadoras cuentan su experiencia en otro modelo de organización económica. Relatan cómo se unieron para enfrentar las dificultades del mercado laboral, para recuperar una fábrica u organizarse para cuidar a sus compañeras.

En la semana en la que se conmemora la lucha de las mujeres trabajadoras por igualdad de derechos, que tuvo origen con las trabajadoras textiles de las fábricas de Chicago, ANCCOM conversó con mujeres que llevan adelante asociaciones y cooperativas de trabajo para demostrar que otra economía es posible. De Berazategui y como parte de la Comisión Directiva de Safra, habló Graciela Avalos; desde el valle de Uco, lo hizo Francisca Agüero, integrante de Mujeres de la Viña y María Ramallo, integrante de la cooperativa Ave Fenix de la economía social y popular, se pronunció desde Ezeiza.

Graciela forma parte de Safra, una cooperativa de Berazategui que fabrica caldos deshidratados, sopas instantáneas y salsas. Tuvo origen en 2010, cuando los trabajadoras y trabajadores decidieron recuperar y autogestionar la empresa que estaba en vías de extinción. “La idea de formar una cooperativa surgió por necesidad. Antes de llevarla a la quiebra comenzaron a hacer un desgaste y muchos se fueron buscando otros horizontes y los pocos que quedamos dijimos que teníamos que hacer algo: o formábamos una cooperativa o cerrábamos y nos íbamos. Ni siquiera hizo falta tomar la empresa porque hicieron abandono del lugar”.

El espíritu de resistencia no sólo lo tenían los trabajadores y trabajadoras, sino que contaron con el apoyo de los vecinos de la fábrica, quienes les avisaron cuando empezaron a llevarse las máquinas del lugar, por lo que tuvieron que empezar a dejar guardias todo el día: “La mayoría éramos mujeres y de noche una mujer sola en el lugar era más peligroso. Durante todo el día íbamos las mujeres, con los chicos y a la noche se quedaban los varones”.

Graciela trabajaba en la empresa como personal de maestranza y dice que eso la ayudó y le sirvió porque escuchaba muchas cosas que nunca pensó que en algún momento le iban a servir para entender cómo organizar el trabajo, desde la producción hasta la venta. Cuando surgió la idea de la cooperativa nadie sabía nada de cooperativismo: «Para mí conformarla fue un mundo aparte, había escuchado de empresas recuperadas por sus trabajadores, pero no sabía bien lo que había que hacer. Un día estuvimos ahí y dijimos: ´¿Seguimos luchando por esto o cada uno se va a su casa y ve su rumbo?´ Había muchas chicas jefas de familia con hijos que su única entrada era esa. Fuimos aprendiendo con muchas ganas. Fue difícil aprender, pero tuvimos gente que nos ayudó, de la UOM y del INAES, por ejemplo». 

Graciela plantea que recuperar la empresa le dio otro valor al trabajo en cooperativa: «Lo único que tenés es la necesidad de sostener un trabajo y las ganas de trabajar». Graciela también menciona la diferencia que hay entre el mercado laboral formal y el cooperativismo: «Acá lo que entra, se reparte para todos igual, no hay empleados. La otra diferencia es que cuando pasamos por momentos difíciles en lo que estás en la disyuntiva de cerrar o no, en ningún momento se piensa que vamos a sacar a cinco o diez para salvar a unos pocos, en la cooperativa se salvan todos o ninguno.» Y también la ve en el rol que las mujeres tienen en Safra: «Cuando estaba el anterior dueño llegó un momento en el que quería echar a las mujeres porque decía que faltaban porque se embarazaban, o porque siempre tenían problemas con los hijos y echó a bastantes chicas. Éramos más mujeres porque el trabajo es muy manual y las mujeres tenemos más habilidad con las manos. Los varones estaban en lugares donde tenían que hacer tareas de fuerza». Graciela destaca que hoy en la cooperativa trabajan todos igual: “Todos a la par, siempre cuidando el respeto entre todos porque somos todos iguales, todos tenemos que saber hacer todo. Tenemos muchos proyectos a futuro, queremos ampliarnos, pero también queremos que el consumidor tenga la posibilidad de elegir”.

Mujeres de la Viña es una asociación productoras conformada por 23 trabajadoras. Estas mujeres eran dueñas de tierras en el Valle de Uco (Mendoza) donde se producían uvas de alta calidad que, en su mayoría, eran comercializadas a bodegas extranjeras.

Federica Agüero, técnica de los centros de desarrollo vitícola del INTA quien trabajó en articulación institucional con la Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), contó que se conformaron en 2018 como una asociación que trabaja con espíritu cooperativo. En ese año, las uvas no tenían buen valor y estaban teniendo inconvenientes para venderlas y colocarlas en la zona, dominada por bodegas extranjeras que compran a los pequeños productores para sus vinos de alta gama. «Ese año las bodegas estaban con stock de vino y era un problema que tenían en común las mujeres».

Federica trabajaba dando asesoramiento y apoyo técnico en la zona: «Me di cuenta que había muchas mujeres dueñas de sus unidades productivas que les costaba mucho insertarse en el mercado y ser visibilizadas en el sector vitivinícola. Las empezamos a visitar con más frecuencia y se unieron, en especial a las que eran mujeres porque los hombres, como es una actividad masculinizada, se apoyaban con el precio de la uva, se prestaban maquinaria y con las mujeres no sucedía eso». 

Ese año el problema era la venta de la uva y surgió la propuesta de hacer un vino bajo su propia marca aprovechando que lo que mejor que tenían era la materia prima, ya que sus uvas son de alta calidad. El proyecto fue creciendo de menor a mayor ya que primero fueron seis o siete productoras y después, con el boca en boca se fueron invitando a otras productoras. Agüero comentó que al principio les costó porque costaba que ellas encontraran su espacio. Pero que la idea era darles un espacio para que pudieran capacitarse en la elaboración de vino y fortalecerse como mujeres empresarias, productoras y que pudieran visibilizar todo lo que estaban haciendo. 

Otro punto en común de estas mujeres era el amor por sus tierras que no querían perder, porque también eran tradiciones de familia. Los viñedos eran tradición masculina e históricamente los trabajaban los hombres. Pero, más allá del arraigo a sus tierras, más allá que las unía la necesidad al momento de vender la uva y elaborar un vino para mejorar la rentabilidad, las experiencias compartidas pasaban por no ser visibilizadas como mujeres productoras, explica Agüero. «Entonces empezaron a trabajar, a charlar, a contar historias y eso las unió y les permitió plantearse objetivos claros y sumar mujeres que estén en la misma situación». Federica las acompañó, escuchó, asesoró y ayudó a buscar capacitaciones. «Mi rol es contar las historias hermosas que tiene cada una. Hoy, en 2023 las veo y es increíble el crecimiento de este grupo, vendiendo su marca a nivel nacional con cuatro líneas de vino. 

En 2018 estaban preocupadas por tratar de levantar la cosecha y tratar de saber cómo negociar el valor de la uva a la bodega, y hoy están trabajando para exportar su línea de vinos, su marca. Por ejemplo, hay mujeres que vendieron toda su vida a bodegas, donde tenían que rogar y negociar el precio. Hoy las llaman porque son conocidas, porque saben que producen su propia marca y porque el bodeguero quiere su uva, entonces hay otro tipo de negociación. No son esas productoras sumisas que vendían la uva con tal de no dejar nada en la planta y levantar la cosecha, hoy están en otra posición».

Agüero destaca que Mujeres de la Viña es un colectivo que está todo el tiempo estudiando, porque ellas aprenden en todos los roles: desde la finca, que empezaron a capacitarse con asesoramiento técnico, después en la elaboración del vino. «Ellas están asesorando y aprendiendo siempre sobre comercialización, comunicación, sobre toda la cadena completa que lleva el vino. El estar constantemente capacitándose, adquiriendo conocimiento también les genera poder. El conocimiento es fundamental en ellas porque algunas son profesionales, otras amas de casa, otras modistas, otras trabajadoras de la educación. El valor más importante que tienen es que se transmiten una a la otra su conocimiento y eso también las empodera y las pone de pie frente a cualquier situación en las que tenga que negociar con una bodega, vinoteca o empresario del vino».

María Ramallo comenzó a trabajar en la cooperativa Ave Fénix de la economía social en 2009 debido a la situación económica que atravesaba el país. «Me llevó a ser parte de una cooperativa el tener que satisfacer una necesidad, participar en la economía social a través de un colectivo, organizado solidariamente y para prestar un servicio a la comunidad».

En el trabajo que realizaban, pudo darse cuenta de la diferencia que se da con el mercado laboral tradicional: «Las cooperativas dan oportunidades no sólo económicas, sino también educativas. Por fuera no tendríamos esas oportunidades, ya que las cooperativas generan los espacios para eso». María dice que las mujeres en las cooperativas tienen herramientas que sirven como una salida económica instantánea, pero también como oportunidad de estudio, ya que son un espacio para organizarse y satisfacer sus necesidades en todos los ámbitos de sus vidas y también en su propia comunidad. 

En 2013, el Ministerio de Desarrollo Social sumó a Argentina Trabaja un nuevo programa que se llamó Ellas Hacen, con el objetivo de otorgar una ayuda económica a madres solteras y a mujeres que hubieran atravesado situaciones de violencia de género. María, además del trabajo en la cooperativa, tuvo la oportunidad de realizar una diplomatura que dictó el organismo y comenzó con otras compañeras un equipo de «operadoras de género». En ese sentido, asegura: «Doy gracias a que las cooperativas me dieron el lugar y así estudié una diplomatura que me abrió muchas puertas». Desde ese año trabajó en la cooperativa y ayudó a decenas de mujeres que recurrían a sus asesorías y acompañamiento por grupos de WhatsApp: «Fue un trabajo que costó pero que al fin pudimos articular con las instituciones del distrito para ayudar y acompañar a las mujeres que estuvieran atravesando diferentes problemáticas. Hoy acompaño a las mujeres en sus denuncias, empezando ese camino al que llamo «la ruta crítica». 

María se jubiló hace dos años, pero no dejó de trabajar y tampoco de luchar por los derechos que faltan conquistar. «Los próximos años los veo difícil con este sistema capitalista. Creo que las cooperativas son clave para generar trabajo, igualdad, equidad; la salida está en la economía popular», asegura.

Graciela, Federica y María son tres de las tantas mujeres que se pusieron en pie ante las adversidades que se les presentaba el mercado laboral. Como reflexiona Federica: «Las mujeres somos así, si nos cierran las puertas nos metemos por la ventana. No hay maneras que nos pongan trabas. Solas sí, y es lo que tratamos de transmitir siempre a otras mujeres productoras o emprendedoras y es que la unión hace la fuerza». 

¿Por qué marchamos?

¿Por qué marchamos?

ANCCOM retrató a manifestantes del 8M y le preguntó sobre sus razones para movilizarse. Conocé las respuestás.

 

Geraldine (20),  Lomas de Zamora. «Marcho por las que no están, porque tengo sobrinas y es importante decirle a las nenas que luchen por sus derechos».

Karina (21), Lomas de Zamora. «Marcho por muchas cosas, por todas las injusticias».

Nani (23), Lomas de Zamora. «Marcho por mi violación, para que se haga justicia».

Guadalupe (19). «Marcho para que me dejen de acosar y verme como un objeto sexual en la calle».

Camila (27), Claypole. «Marcho por los derechos conseguidos y los que faltan, y por todas las que no están». 

Paola (34), Claypole. «Marcho para que el día de mañana mi hija pueda ser libre».

Morella (7), Claypole.

Mica (17) y Wanda (17), Buenos Aires. «Es nuestra primera vez acá y nos encanto, queríamos ver cómo era estar. Es un tema que debería ser celebrado todos los días, no solo una fecha, porque es una lucha siempre».

Meliza (22) y Angie (26).  «Estamos acá por la lucha, por las hermanas, para luchar por los derechos de todas y que sea más equitativa».

Mercedes, (79), Palermo: «Me convoca la marcha y también el problema de Milagro Sala y Cristina (Kirchner) proscripta».

Pamela Del Río (38). «Estamos con las compañeras del conurbano por la lucha».

Mariana (34) y Mirna (39). «Vinimos a hacer una perfomance contra la violencia obstetrica».

Cristina Suarez (69). «Estoy acá porque soy mujer y eso es suficiente».

Belen (29) y Aneley (43). «Venimos a trabajar porque somos mujeres independientes».

Abril (20), Quilmes. «Marcho para honrar a las mujeres».

Lara (16). «Vengo porque tengo miedo de salir a la calle y no volver.  Marcho por las que fueron a estudiar y no volvieron para graduarse».

Ariana  (27). «Marcho por la unión de las mujeres y por la lucha». 

Lucia (20). «Marcho por la injusticia diaria». 

María (66), Buenos Aires. «Estoy acá por la lucha de la mujer».

Abril (16), Buenos Aires. «Me convoca la desigualdad que pasan las mujeres día a día y no tener miedo para caminar sola.»

Mía (15), Florencio Varela. «Me convoca bailar acá y desde chiquita en el escenario».

Veronica (58), Lanús, y Sonora cañahuate.

«La deuda es con nosotras»

«La deuda es con nosotras»

Miles de mujeres se movilizaron en todo el país en el marco del Paro Internacional Feminista #8M para exigir al gobierno justicia con perspectiva de género frente a a un Poder Judicial patriarcal y machista, reivindicaron el pedido por la igualdad, el reconocimiento de todos los trabajos y el reclamo por salarios dignos.

A pesar de que en gran parte del país las temperaturas no cedieron y alcanzaron los 37 grados, las calles ardieron pero esta vez no por la temperatura, sino por la indignación y el pedido a viva voz de miles de mujeres que exigieron transformaciones de fondo al sistema judicial. Además se movilizaron en contra de la violencia de género, de la precariedad laboral y reclamaron por la falta de salarios dignos, en un nueva jornada de #8M. En CABA, los carteles, banderas, cánticos y las diferentes muestras artísticas y gastronómicas, también sumaron a la atmósfera que se pintó de violeta y verde.

Los diferentes colectivos, sindicatos feministas y las personas que se autoconvocaron se dieron cita en Avenida de Mayo y 9 de Julio para marchar hacia el Congreso a las 15, pero sobre las 16:30 tuvieron que desplazarse hacia las calles Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, ya que se fueron sumando miles de  personas a la manifestación.

Marisela Escalante, vocera de la organización La Poderosa, contó que llegaron a las 6 de mañana desde la Villa 31, porque buscan recaudar 500.000 firmas para poder presentar un proyecto de ley de iniciativa popular que reconozca salarios dignos para las trabajadoras de los comedores comunitarios y para organizar las distintas cooperativas autogestionadas por mujeres cabeza de familia. “Nosotras estamos hoy presentes para que se reconozca la ley por salarios dignos para las compañeras que cocinan en los comedores populares. El Gobierno sabe que los comedores existen porque aporta la comida pero no reconoce a las mujeres que trabajan en ellos”. Y cerró: “Esta iniciativa no es de ningún partido político, comedores populares hay en todo Buenos Aires y en todas las provincias, lo que queremos es que el Gobierno reconozca el derecho de las trabajadoras de cobrar un sueldo digno. Durante la pandemia las cocineras fueron las que mantuvieron a los distintos vecinos que no tenían trabajo y pasaban situaciones muy difíciles. Pedimos las garantías sociales por ley para cualquier trabajador/a”.

 Por su parte, la secretaria de Igualdad de Oportunidades y Género de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad de Argentina (ATSA) zona sur, Natalia Fernández, sostuvo que “nuestra consigna es ‘por todos los derechos, por todas la mujeres’. Venimos a reivindicar todos los derechos de las mujeres, que la paridad de género no sea solo algo impuesto por números, sino algo activo y tangible. Pedimos tener real participación en todos los ámbitos. Es la primera vez que nosotras participamos de este movimiento, pero el sindicato no se puede alejar del pedido de la sociedad que es un cambio. ATSA zona sur  es el primer sindicato en todo la Argentina que en la lista tiene paridad de género, es un paso muy importante y necesario”.

Sobre las 16, los cánticos de las estudiantes de los secundarios retumbaron en cada edificio a la altura de Santiago del Estero. Mora de 16 años, estudiante del Instituto Lomas de Zamora y miembro del comité estudiantil de género, dijo: “Creo que es importante salir a las calles y visibilizar todos nuestros reclamos, ya sea por la implementación de los derechos que ya conseguimos, como la ampliación de los que quedan por conquistar, también por las distintas violencias y femicidios. Es la primera vez que vengo y lo pude hacer con mis compañeras y es algo inolvidable, estar todas juntas y unidas en un día como hoy para hacernos escuchar es necesario y hermoso”.

Desde el colectivo Ni Una Menos, la militante Paola Roca expuso el conjunto de reclamos por los que se movilizan: “La transformación de la justicia, la ilegalidad de la deuda externa que nos empobrece a todas y todes, el acceso a la tierra y vivienda y la agenda clásica de género, en contra de las violencias, la homofobia, la transfobia, lesbofobia, etcétera. Estas son nuestras reivindicaciones a la que se le suman otras no accesorias, sino relevantes en el sentido de que el feminismo tiene algo particular para decir sobre la agenda social”.

Con un altavoz y al ritmo de las batucadas sobre la 9 de Julio se escuchó fuerte y claro a las militantes de distintas agrupaciones de izquierda sentenciar: “El gobierno de Fernández no para de chamullar/}cartelea ministerios y presupuesto real/lo escucharon en la radio,  salió por televisión/ ese 8 de noviembre diciendo que terminó/, no terminó, eso se sabe/gritemos juntas el Estado es responsable”.

Desde la provincia de Jujuy, Olga Choque de 70 años, llegó con un cartel de un metro en el que denunciaba distintas problemáticas que no son conocidas pero que aquejan a los propios. Con un vestido típico, color rosa y amarillo, y un sombrero, Choque declaró: “Soy de pueblos ancestrales milenarios, estoy tratando de visibilizar los distintos conflictos que tienen nuestras comunidades en la provincia de Jujuy, por ejemplo, el tema territorio- tierra y litio, este es uno de los motivos por los cuales el Gobernador de la provincia, Gerardo Morales, está buscando arrasar con todas la comunidades, desaparecer los pueblos ancestrales que vivieron siempre en esos lugares. Es muy grave lo que está pasando y no solo nos afecta a las mujeres sino a toda la comunidad”.

Por su parte, Daniela Ortiz Durán de 27 años, migrante colombiana en Buenos Aires hace 8 meses, expresó: “El feminismo es una fuerza que te ayuda a hacer parte de una colectividad, te enseña a reconocer y recordar que no estás sola y que haces parte de algo mucho más amplio y diverso. Mi deseo en esta oportunidad es conocer las distintas facciones y diversidad que alojan los feminismos que incluso a veces son tan contradictorios. Al ser migrante la lucha feminista ha sido un vehículo para empezar a construir vínculos nuevos y a tejer una solidaridad que se pierde en el momento de migrar y que bajo el pretexto de tener una lucha en común, se van reconstruyendo no solo esa esfera, sino las distintas esferas de la vida cotidiana”.

 

 

Ortiz destacó: “Sé que hay distintas corrientes feministas que pretenden que la demanda no se enuncie solo hacia el Estado nacional, sino que intentan ser un poco más abarcativas, es decir, saben que la lucha es aquí pero también las compañeras de Colombia, Perú, Irán y distintos lugares del mundo exigen lo mismo. Entonces, soy consciente de que esta es una lucha que excede el salir a demandar algo  al Estado que en últimas terminan siendo un ejercicio que reitera una subalternidad de las mujeres.” Y agregó: “Venimos a exigir pero también venimos a agenciar y a conocer dentro de nuestras propias posibilidades que otros colectivos hay, que están haciend ,y que ya hay mujeres haciendo cosas. Creo que va más allá de exigir al Estado o gobierno y es más de mostrarnos protagonistas y conocer qué están haciendo otras compañeras y darnos cuenta que los cambios están sucediendo y que no estamos a la espera de que pasen, si no los conseguimos”.

Al caer la tarde y ante los últimos rayos de sol, miles de personas se reunieron frente al Congreso

para dar cierre a la jornada. Magdalena Fernández Recoba, docente en una escuela de Floresta, ya un poco cansada y sentada en la vereda con un guardapolvo que en la espalda decía “La profe te cree”, habló del papel crucial que cumplen docentes en la educación y cuidado de niñas y niños y dijo: “Nosotras tenemos un espacio muy importante en las aulas y debemos estar abiertas a todo lo que nos puedan contar y tomarlo, para muchxs es el único espacio de expresión. También es muy importante que se implemente la Educación Sexual Integral ESI, que se trabaje y se cumpla en todas las escuelas, es fundamental para las infancias y adolescencias que este sea un lugar donde nos ocupemos de la ESI”.