«Nunca más, ahora y siempre»

«Nunca más, ahora y siempre»

En las calles y en las redes, bajo el hashtag #AhoraMasQueNuncaNuncaMas, sobrevivientes de la última dictadura contaron sus historias y llamaron a defender la democracia.

“Queremos seguir viviendo en un país donde se respeten los derechos, donde podamos seguir festejando cada vez que se conquistan más derechos, por eso los invito a todas y a todos a gritar, ¡nunca más, ahora y siempre!”, exclamó Carlos Pisoni, integrante de la agrupación H.I.J.O.S., en la estación Constitución, en el marco de una iniciativa de los organismos de derechos humanos de cara al balotaje.

Sobrevivientes de la dictadura, madres, abuelas, hijos, nietos restituidos y familiares de desaparecidos se concentraron en cuatro puntos estratégicos de la ciudad de Buenos Aires: Plaza Miserere, estación Congreso de Tucumán de la Línea D de subte, Plaza de Mayo y la citada estación Constitución del Ferrocarril Roca, con el propósito de defender la memoria, la verdad y la justicia ante la embestida negacionista y reivindicatoria del terrorismo de Estado de La Libertad Avanza.

La propuesta incluyó el diálogo con transeúntes y el relato de historias personales de víctimas para generar conciencia sobre el riesgo que significa la elección de este domingo. “Ojalá reflexionemos acerca del país que queremos. No queremos una candidata a vicepresidencia que propone una tiranía. Tampoco un candidato a presidente que defienda Margaret Thatcher”, afirmó Pisoni en diálogo con ANCCOM.

“Es gente que reivindica los delitos de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado, que reivindica el secuestro, la tortura, la violación, el asesinato, la desaparición y el robo de los hijos e hijas de las víctimas. Estamos hablando de una idea de gobierno que nada tiene que ver con la historia reciente de la Argentina”, subrayó el nieto restituido Guillermo Pérez Roisinblit en la Plaza de Mayo, donde estuvo repartiendo pañuelos blancos: “Representan la lucha de las Madres y Abuelas, pilares de estos consensos que hemos sabido alcanzar en estas cuatro décadas, esta democracia que tanto nos costó conseguir», expresó.

Con el trasfondo de 40 años ininterrumpidos de ejercicio democrático, la actividad de los organismos estuvo marcada por la preocupación acerca de los discursos apologéticos de la última dictadura, pero no sólo por esto: también por la amenaza contra derechos adquiridos como el matrimonio igualitario, o incluso por la propuesta de la dolarización, que dejaría del país sin moneda propia.

“Como sociedad, no podemos permitir que un grupo de personas, por ambición de poder, quieran ensuciar la tarea de más de 40 años de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”, dijo en Plaza Miserere el nieto restituido Juan Pablo Moyano, hijo de los desaparecidos Edgardo Patricio Moyano y Elba Altamirano.

Mientras tanto, en la estación Congreso de Tucumán, en el límite de los barrios de Belgrano y Núñez, la hija de desaparecidos Verónica Castelli contó su historia: “Mi mamá fue secuestrada embarazada de seis meses y medio, fue llevada a un centro clandestino de detención, fue torturada estando embarazada. Recién pude conocer a mi hermana en 2008 porque los militares la regalaron y la dieron en adopción”. Y concluyó: “No queremos que este país lo presidan personas que reivindican la última dictadura”.

Proponen una nueva ley de la calle

Proponen una nueva ley de la calle

Lo acontecido alrededor del caso de M. mostró, con total crudeza, cómo lo más estremecedor de la pobreza existe -y resiste- en los rincones de la ciudad más rica de la Argentina. De repente, se puso sobre el tapete la realidad de este colectivo de personas absolutamente despojado de derechos. Y la ceguera que afecta a la sociedad en general parece cesar, al menos por unos días, al menos por unas horas. 

Un censo realizado por distintas organizaciones e instituciones sociales en 2019 reveló que en ese momento había 7.251 personas en situación de calle en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de las cuales 871 eran niños y 40, mujeres embarazadas. Son innumerables las problemáticas que confluyen en estos números: entre ellas, la falta de acceso a la vivienda, a la educación, al trabajo, a la salud, la exposición extrema y constante a situaciones de violencia por razones de género, a consumos problemáticos y un tristísimo etcétera. La cifra, coinciden todos los actores involucrados, creció –aún sin relevamientos precisos- de manera exponencial tras la pandemia

En este contexto, Constanza Guillén, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) en CABA, en diálogo con ANCCOM explicó que es urgente la creación de “Centros de Integración que puedan recibir, contener y acompañar a las personas. Alguien que está hace años en la calle, tiene que aprender todo de vuelta porque justamente es una persona que fue expulsada del sistema social, económico y laboral en el que vivimos”. A su vez, dado que ya hay segundas o terceras generaciones en la calle, en muchos casos se trata de personas que nunca tuvieron una primera instancia de integración social.

“Hoy lo que hay son lugares deficitarios y que encima son escasos. Techo y comida. Punto. Claramente va a volver a pasar, que vuelven a la calle y ahí aparecen los discursos -que ignoran la problemática- que dicen que hay personas que eligen vivir en la calle”, narró Guillén y agregó: “Es una barbaridad, ¿quién elige pasar frío, hambre, tener que llegar a hacer colas de una hora y media o dos horas para pedir un plato de comida? Esa humillación, nadie la quiere. No hay un mínimo de empatía en todo eso.”

En cualquiera de las dimensiones de la problemática, las respuestas del Gobierno de la Ciudad son escasas o, directamente, inexistentes, así lo remarcó la referente del MTE: “Por abordar solo uno de los ejes: al Instituto de la Vivienda de la Ciudad lo vaciaron, no hay presupuesto, entonces ¿cuál es la política de vivienda? ¿Cuál es el trabajo que se está dando para revertir la situación de los hoteles que son una mafia? No hay control, no hay regulación sobre eso y ni hablar de la cantidad de viviendas vacías que hay en Buenos Aires”. A su vez, cuestionó que “cuando Horacio Rodríguez Larreta inauguró las sesiones legislativas del Gobierno de la Ciudad este año dijo que hay que criminalizar a las personas que trabajan en la vía pública: ¿qué hacemos con esa gente a la que no están dejando trabajar?”.

El caso de M. puso en escena la emergencia habitacional en la ciudad más rica del país. 

En este sentido, Horacio Ávila, referente de la organización Proyecto 7, manifiestó que “el caso de M. debería ser un antes y un después pero a nivel nacional. Obviamente, el lugar donde hay más cantidad es en la Ciudad de Buenos Aires, no hay dudas. Pero nosotros siempre hemos insistido en esto de que la situación de calle no es solamente en CABA. Hemos viajado a otras provincias y hemos visto la situación de compañeros que es lamentable. Estamos cansados de la falta de respuesta a nivel nacional también”.

Un abordaje integral, nacional y colectivo

A partir de los acontecimientos, y en una urgencia repentina por querer resolver y aplacar la situación, se desató un sinfín de manuales paternalistas que intentan explicar e indicar qué es lo que se debería hacer. Instrucciones y dedos acusadores que ignoran absolutamente la realidad de calle y que lejos están de contemplar a las personas involucradas como actores activos y con capacidad de transformación.

“Lo que nosotros necesitamos es un acompañamiento, que nos apoyen en nuestra lucha, pero no necesitamos que sean nuestros voceros. Nosotros tenemos muy claro lo que tenemos que hacer, lo venimos demostrando hace muchos años, pero necesitamos que nos den las herramientas y los recursos”, afirmó Ávila y agregó: “Vos me podes decir que te duele mucho el frío de las calles y yo te entiendo y lo respeto y lo valoro, pero yo te puedo decir cómo se siente el frío de la calle: hay una diferencia. Queremos que eso se respete. Todo lo que se armó estos días en relación a nosotros sin que fuéramos partícipes, fue malísimo”.

Con respecto a la cobertura en los medios de la problemática en las últimas semanas,  Guillén aseguró que además “la discusión que hay que dar ahora es cómo se tratan estos casos. Porque no se puede decir ‘mala madre’ a una persona que tiene un problema serio de salud mental, un problema serio de adicción. Además, los vínculos y la maternidad en calle son completamente distintos a la idiosincrasia que podamos llegar a tener los de clase media. Entonces hay que acompañar eso desde todos los ejes y tiene que haber un abordaje más humano de lo que hay hoy”.

En este sentido, Nicolás Silva, referente de Red Puentes -organización que aborda casos de consumo problemático y problemas de salud mental-, agregó que “el consumo problemático casi que va de la mano con la situación de calle. No es estigmatizar a las personas pero vivir en la calle es una situación muy extrema, que deteriora la vida en todos los aspectos. Nos encontramos con muchos casos también de padecimiento de problemas de salud mental graves: tratamos de abordarlos pero también tenemos un límite. Hay casos que necesitan una intervención fuerte del Estado, desde los hospitales, desde la salud pública”.

El Centro de integración Monteagudo es parte de Proyecto 7. Fotografía de archivo. 

Red Puentes, junto al MTE y Proyecto 7, una organización que cuenta con cuatro centros de integración, participaron en el diseño del proyecto de Ley Integral para Personas en Situación de Calle y Familias sin Techo, presentado en septiembre de 2020 por el diputado nacional del Frente de Todos, Federico Fagioli. Si bien es evidente que una problemática con tantas aristas no se resuelve con una sola ley, “son varias las líneas de trabajo y acciones concretas que planteamos en el proyecto -sostuvo Fagioli-. Me atrevo a decir que es una ley muy pragmática. Está claro que hay una fundamentación basada en conceptos éticos y profundamente humanos pero, como siempre, avanzamos con lineamientos claros y concretos”.

El proyecto propone la creación de un registro anual para medir cuántas personas en situación de calle hay a nivel nacional, un Sistema Nacional de Atención Telefónica articulado con un Sistema Nacional de Atención Móvil y una red de Centros de Integración Social. El objetivo de estos Centros de Integración es romper “con la lógica del ‘parador’ al que entran a las 8 de la noche para a las 5 de la mañana y estar de nuevo en la calle. Estos espacios no brindan ninguna solución de fondo -desarrolla el legislador-, por eso lo que pretendemos es que sean lugares en donde las personas tengan un acompañamiento terapéutico, formación en oficios, contención psicológica, entre otros aspectos que cada realidad pueda necesitar”.

El proyecto de ley también propone el trabajo conjunto entre el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y una mesa conformada por el Ministerio de las Mujeres, el Ministerio de Hábitat y Vivienda, la Sedronar y las organizaciones sociales especializadas en los distintos aspectos que conforman la problemática. “Una de las cosas importantes que tiene es que se pensó con diferentes ministerios y junto a organizaciones y compañeros en situación de calle, que también saben cómo resolver el problema. Ese laburo, articulado con las organizaciones tiene que seguir estando, porque la problemática no se labura de otra manera que no sea articulando y de manera integral”, comentó Silva, de Red Puentes. 

“Nosotros no podemos seguir cumpliendo el rol que tendría que estar cumpliendo el Estado -advirtió Guillén, del MTE-. Por eso también es necesario proponer políticas públicas, porque si no nos vamos a quedar siempre en la trinchera y no termina siendo transformador, que es lo que buscamos. Pero acá no hay que inventar ninguna rueda: el Estado tiene que poner los recursos para potenciar y mejorar lo que ya se viene haciendo”.

En este sentido, Fagioli expresó que “no es cierto que la realidad no se puede transformar, o que las cosas sólo pueden ser de una manera. Las organizaciones sociales vienen a destaparnos los ojos porque nos muestran con hechos concretos, específicos, que se pueden construir proyectos solidarios, colectivos y que realmente cambien el estado de las cosas”.

Con respecto al tratamiento del proyecto, el diputado aseguró que “hubo algo clave en estos días que fue la visibilización de la problemática, que nos tiene que ayudar para empujar esta ley y cambiar de una vez por todas esta realidad. Esperemos que la indignación y las ganas de transformar no se diluyan cuando el tema desaparezca de las pantallas”. Por su parte, Ávila mencionó que, en caso de ser aprobado, “necesitamos que nuestros compañeros sean protagonistas absolutos, si no otra vez va a haber un montón de gente, que no entiende nada, hablando por nosotros”.

Una problemática tan compleja, intrínseca y potenciada por las lógicas del neoliberalismo y enraizada, a su vez, a una historia de egoísmos de unos pocos que, como siempre, azotan las vidas de muchos, no puede menos que obligar a la Argentina toda a reflexionar, de una vez por todas, que no se trata de “empezar a mirar” algo que siempre estuvo pero que “nadie vio”, sino de dar lugar a quienes la viven, la padecen y, por ende, la comprenden en su total profundidad.

“Ojalá que en algún momento no existamos como organización: eso significaría que no hay más personas en situación de calle”, expresó Ávila y concluyó: “Mientras tanto, mejor es que seamos protagonistas y no actores o actrices secundarios. Queremos ser artífices de nuestras vidas y no que el resto nos diga lo que tenemos que hacer”.

Volver… con la frente bien alta

Volver… con la frente bien alta

Volver, como voceaba hace casi un siglo Carlos Gardel, pero con la frente en alto. Ese es el sueño que los y las hinchas de San Lorenzo acunaron por más de cuarenta años. Un sueño imposible que, a fuerza de caminar por innumerables avenidas, de insistir en veladas pequeñas que con el tiempo fueron agrandándose, de gastar los sillones de la Legislatura porteña y, a fin de cuentas, de machacar obstinadamente durante largos años, está a sólo unas horas de materializarse en papel, resolución y ley.

Este jueves 19 de noviembre se realizará la primera lectura y votación del proyecto de Ley de Rezonificación ingresada a la Comisión de Planeamiento Urbano bajo el expediente 2472-P-2020. “La zonificación actual no permite la construcción de un estadio en el predio donde se erigía el Viejo Gasómetro. Es el último eslabón de reparación y restitución histórica al que San Lorenzo tiene fundado derecho”, explica a ANCCOM Miguel Mastrosimone, secretario del club.

Si bien los procedimientos legislativos implican una audiencia pública posterior y una segunda lectura y votación -en caso de aprobarse la primera-, esta fecha supone un punto de llegada para esa inmensa procesión que asoma desde Avenida La Plata al 1700, en el barrio de Boedo.

Una última ley

El 2012 fue un año atiborrado de emociones contradictorias para la gente de San Lorenzo. El equipo de fútbol caía en la tabla de promedios y llegó a jugar una promoción contra Instituto de Córdoba para evitar la pérdida de categoría, lo que hubiera sido su segundo descenso. El club estaba completamente desolado: un balance económico incendiado, las instalaciones de la Ciudad Deportiva en un estado calamitoso, una dirigencia que por incompetencia o corrupción se desmoronaba entre escándalos. Y a la vez, el 15 de noviembre la Legislatura aprobaba la Ley de Restitución Histórica de los terrenos de Avenida La Plata por unanimidad, luego de una marcha histórica, el 8 de marzo, en Plaza de Mayo donde se reunieron más de 100 mil hinchas en apoyo a la vuelta. Un año de llantos y abrazos, tanto por el sufrimiento como por la victoria histórica del regreso al barrio.

Sin embargo, la historia no terminaba allí. Había que reconstruir el club y, a la vez, comenzar a pensar en cómo recuperar en los hechos esos terrenos. Un año después, la Subcomisión del Hincha de San Lorenzo aportó el primer puntapié: la creación de un fideicomiso, la apertura de una cuenta inembargable en el Banco Ciudad donde los hinchas podían depositar el dinero necesario para comprar la propiedad al hipermercado Carrefour. El sistema tenía su pintada de encanto, ya que consistía en la compra de “metros cuadrados” que otorgaban al comprador la figura de “socio refundador”.

“Cuando empezó a caminar la ley, todos nos decían ‘sí, está muy bien esto, pero Carrefour tiene los papeles de que a esos terrenos los compró en forma legal’. La Legislatura nos decía que no podían expropiarlos. Alguien los tenía que indemnizar y el Gobierno de la Ciudad no se iba a encargar. Hasta ahí no teníamos nada más que un proyecto de ley, porque el oficialismo en el club tampoco nos respaldaba. Entonces creamos la figura del fideicomiso y la anexamos al proyecto de ley”, rememora Sergio Peljhan, militante de la Subcomisión del Hincha de San Lorenzo, y continúa: “La garantía de que Carrefour iba a cobrar fue el fideicomiso. Y con eso se logró hacer que 27 mil personas aporten un metro cuadrado, a pesar de no tener nada para darles a cambio. Muchos en buena fe nos preguntaban: ‘¿Cuál es el beneficio de ser socio refundador?’. ¡El beneficio es aportar a la causa más importante del fútbol mundial! ¡Y la gente lo compró! El terreno no era nuestro, no teníamos apoyo oficial, Carrefour no quería vender, nosotros no teníamos un mango, el club estaba devastado y aún así la gente de San Lorenzo logró expulsar a una multinacional”.

Y el olvido, que todo destruye, no pudo matar esa vieja ilusión. Seis años después, el 5 de mayo, Carrefour cerraba definitivamente sus puertas. “Sin pedirle un sólo peso al Estado ni a la Ciudad, el club le pagó 110 mil millones de pesos y luego 4 millones de dólares gracias al compromiso y la solidaridad de miles de hinchas y socios, no sólo de San Lorenzo, ya que entendían que se trataba de una causa justa”, cuenta Mastrosimone. Y, según lo estipulado por la ley, San Lorenzo tomó posesión de los terrenos a las 00.00 horas del 1 de julio en una fiesta multitudinaria donde desfiló una carroza con los ídolos del pasado y el presente, con una vigilia de horas donde se realizaron conciertos, rememoranzas y que finalizó en un estallido de alegría, mezcla de euforia, recuerdos y grandes esfuerzos.

Pero habría que esperar más, seguir guardando esa esperanza humilde que es toda la fortuna que los hinchas llevan en el corazón. “Esta Ley de Rezonificación tendría que haber venido ligada a la Ley de Restitución Histórica. Estamos hablando de ocho años para una rezonificación. A Carrefour, en su momento, le dieron la rezonificación en sólo quince días”, acota Carolina Bidart, militante de la agrupación San Lorenzo Feminista.

El objetivo a partir de entonces era otro: mostrar que el regreso de San Lorenzo a Boedo no consistía únicamente en una cancha de fútbol. “Queremos devolverle al barrio todo lo que perdió por 40 años de un hipermercado que lo único que hizo fue tirarlo abajo. Carrefour abría a las 8 de la mañana y cerraba a las 8 de la noche, y ahí Avenida La Plata quedaba muerta”, expone Peljhan. El planteo de San Lorenzo es un “proyecto urbano integral” que incluye espacios verdes, un jardín de infantes, primaria, secundaria, una sede del Gobierno de la Ciudad, un destacamento policial, una biblioteca, un museo, actividades culturales y deportivas, y, por último, un estadio de fútbol. “Hay un promedio de entre 15 y 20 partidos de fútbol de local por año. Por lo tanto, tendriamos 345 días al año de un club social, deportivo, abierto al barrio. Hace cuatro años, San Lorenzo inauguró el Polideportivo Roberto Pando a la vuelta del hipermercado, en terrenos recuperados por la Subcomisión del Hincha, y las calles alrededor cambiaron completamente: los comerciantes están chochos, se pusieron glorietas en las esquinas, hay iluminación y una garita de seguridad de Gendarmería en la esquina de las torres de Inclán”, continúa.

“Realizamos varias encuestas y reuniones por Zoom bajo la coordinación de una reconocida firma danesa gracias a la que nos encontramos con un 80% de recepción positiva al proyecto. Incluso nos hemos reunido con representantes de la Cámara Comercial e Inmobiliaria y también coincidieron en que lo que propone el club para el barrio será altamente beneficioso para sus habitantes”, acota Mastrosimone. En esos encuentros virtuales, los y las vecinas tuvieron la posibilidad de expresar sus dudas, discrepancias y expectativas respecto a la instalación de San Lorenzo en el barrio. San Lorenzo Feminista, por su parte, participó de la coordinación de una reunión particular con énfasis en una perspectiva de género para el proyecto. “Por ejemplo, una de las vecinas es integrante de la Red Cultural de Boedo. Ella no es ni hincha de San Lorenzo ni le interesa el fútbol, pero contaba que desde su agrupación se encargaban de organizar, entre otras cosas, los ‘corsos libres de acoso’ en el barrio. Y lo que nos contó es que más allá de la cancha, lo que a ella le importaba era que San Lorenzo pudiese ser un lugar desde donde trabajar para seguir pensando cosas para el barrio”, indica Bidart. Y también cuenta que un tópico muy recurrente fue el miedo de ellas a transitar actualmente de noche por el barrio: “Vivimos en una sociedad y una ciudad que es androcentrista, que está pensada por hombres para hombres. Entonces sabemos que es muy difícil para las mujeres y disidencias habitarla. Creemos que pensar la vuelta a la par, con nosotras adentro, puede traer una vuelta a Boedo con perspectiva de género e inclusiva. Es una oportunidad histórica para sentarnos y pensar una nueva construcción de la ciudad, del barrio y de San Lorenzo”.

 

La oposición al regreso también existe. El miércoles 11 hubo dos movilizaciones: 10 mil personas en Avenida La Plata con el fin de expresar su postura a favor del proyecto de San Lorenzo, mientras que en la puerta de la sede del Gobierno porteño se reunió un grupo de vecinos descontentos por la vuelta que, por las fotos que los medios publicaron, no superaba la treintena de participantes. En los últimos meses, las casillas de correo de los y las legisladoras se llenaron de planteos en contra del arribo del club al barrio. Aunque los números de los sondeos realizados por San Lorenzo y aquellos que expresan las calles mostrarían una mayoría abrumadora en apoyo al proyecto, la actividad de estos grupos es intensa: incluso en los últimos días publicaron un supuesto informe por parte de la Facultad de Ingeniería de la UBA que dictaminaba la inconveniencia de un nuevo estadio. Rápidamente, la Universidad de Buenos Aires aclaró que se trataba de un informe falso. “Vienen trabajando en esa línea de inventar cosas, de difundir noticias falsas. Nosotros no nos manejamos así. Los hinchas y las hinchas que militamos la vuelta nos manejamos con la verdad, con la memoria, buscando justicia para San Lorenzo. Pero si se quieren manejar así está bien, hay libertad de expresión y pudieron expresarse tanto ellos como quienes estuvimos en Boedo”, opina Bidart.

El club, sus agrupaciones y sus hinchas han planteado su postura y su proyecto. Serán los y las legisladoras quienes deberán decidir si aprobar la rezonificación que permita la construcción del complejo y, a su vez, devolverles a ellos y al barrio la historia, las costumbres, la vida y el dulce recuerdo que supieron tener.

Los recuerdos

El 2 de diciembre de 1979, Hugo Coscia -extremo derecho de San Lorenzo- pateaba un penal que sería atajado por el arquero de Boca, Hugo Orlando Gatti, sellando así el 0 a 0 del último partido en el Viejo Gasómetro. Daniel, un hincha al que las nieves del tiempo platearon su sien, recuerda ese día: “Fue un partido malo, horrible. Pero todos teníamos la esperanza de que no iba a cerrar, nos fuimos con la sensación de que no iba a suceder”. 

A partir de 1978, el Intendente de de la última dictadura militar, Brigadier Osvaldo Cacciatore, había comenzado a incitar a la dirigencia del club para que venda sus terrenos de Avenida La Plata. Su idea e interés -cuenta Adolfo Res, hincha, historiador y uno de los impulsores de la vuelta a Boedo- era disponer de ese espacio para la construcción de varias torres. Se esbozó la Ordenanza Municipal n° 38.696, que disponía la apertura de calles en donde estaba emplazado el Gasómetro. Finalmente, en febrero de 1983, con el estadio ya vendido, la Ordenanza fue derogada y allí Carrefour terminaría abriendo su primera sucursal en el país.

Daniel es uno de los tantos hinchas cuya historia no se puede entender sin la presencia de San Lorenzo. Su abuelo materno fue socio fundador, el primo de su madre había formado parte de la “barra de la gomera” en la década del 40 y su propio primo segundo fue integrante en los 70 de ese grupo de personas que vivían en el club: “Mi tío abuelo lo hizo socio ni bien nació, así que a los 25 años ya era socio vitalicio. Se crió en el Pasaje Pereyra, cruce con Garay, jugando a la pelota con el ‘Bambino’ Veira y los muchachos de esa época. Esa barra no tenía nada que ver a lo que es ahora. Ellos estaban siempre, jugaran o no, en todas las actividades del club. Me acuerdo todavía cuando sacaban a ventilar las banderas, que eran propias o robadas a otras hinchadas, en la tribuna visitante. Y él se tiraba ahí, con la camisa negra abierta, a tomar sol tranquilo”.

Era una época en la que no se podía opinar. El “Proceso de Reorganización Nacional” se había propuesto el aniquilamiento de cualquier resistencia o vanguardia obrera, un disciplinamiento social que iba desde lo político hasta lo cultural. “Lo que hicieron con San Lorenzo fue devastador”, lamenta Peljhan. “Era un centro social muy grande. Los históricos carnavales que todos conocen, la pileta que había ahí, las canchas de tenis. El proceso militar quería destruir cualquier tipo de concentración social y cultural. Había un eslogan por esa época: ‘el barrio de Boedo: barrio de tango, cultura y San Lorenzo’. En el Viejo Gasómetro se realizó el primer acto de las Madres de Plaza de Mayo. Todo eso atentaba contra los intereses de la Junta”.

El 15 de agosto de 1981, dos años después, San Lorenzo se jugaba la permanencia en la Primera División ante Argentinos Juniors. Ya hacía de local en la cancha de Ferrocarril Oeste. Con sólo empatar, se salvaba. A los 15 minutos del primer tiempo, tras una mano en el área, se cobró penal para San Lorenzo. Eduardo Emilio Delgado fue el encargado de patearlo y, aunque toda la tribuna confiaba en su diestra, el tiro fue atajado por Mario Alles. Más tarde, en el minuto 40, el árbitro Carlos Espósito sancionó otro penal, esta vez a favor de Argentinos. Carlos Horacio Salinas no falló ante César Mendoza, arquero de San Lorenzo. El partido terminó 0 a 1 y San Lorenzo descendió de categoría.

“Creo que nunca en un estadio se escuchó un silencio como el de aquel día. Como que nos cayó un baldazo de agua fría a todos y nos quedamos helados. Sólo se escuchaba al grupito de veinte personas que llevó Argentinos. Yo miraba a los de la barra llorando como chicos y empecé a lagrimear. Lo único que me salió fue un insulto a la Comisión Directiva, tenía un dolor de cabeza…Cuando salía, vi a un hombre mayor apoyado contra el alambrado. Le comento a uno ‘mirá ese pobre hombre’ y me respondió que era el socio N° 3.  A los días salió en el diario que había muerto, del disgusto”, recuerda Daniel emocionado.

Lorena Alloni es una hincha todoterreno. Habla y menciona con orgullo el día en que resistió junto a un pequeño de grupo la represión policial del año 2000 en la Ciudad Deportiva, cuando fueron a manifestarse en contra del gerenciamiento del club, las reuniones en la Subcomisión del Hincha desde 2004, los carnavales que organizan desde 2002 en Boedo -y de los que ella es la conductora- e incluso cuando se instaló cinco días bajo una carpa en la puerta de Carrefour hasta que firmaran de una vez por todas el boleto de compra-venta con el club. Ahora, en plena pandemia, organiza junto a varias agrupaciones una olla popular en la Casa del Vitalicio, en Muñíz e Inclán. “Empezamos para 300 personas y ese día me puse a tomar los datos de la gente. Los demás preguntaban por qué y les respondí que era para llevarles la comida a la casa los días de lluvia. Y cuando me pongo a pasarlos al Word, me doy cuenta que era toda gente del barrio. Las Casas, Mármol, Salcedo, Inclán, Muniz: no era gente de los barrios vulnerables, era gente de clase media que se quedó sin laburo y está cagada de hambre. Ahora damos 3000 raciones por semana”.

Por su edad, el único recuerdo que tiene del Viejo Gasómetro es la pileta. Cuando San Lorenzo perdió la categoría tenía 6 años. “Sí recuerdo toda la Ciudad Deportiva, porque yo me crié ahí haciendo deporte, aprendiendo a andar en patines, en bicicleta. Estuve cuando se hizo la nueva cancha en el 93. Pero hablar de Avenida La Plata y escuchar a toda la gente mayor, a tus abuelos, tus tíos, a todos los que la vivieron y ahora se le caen las lágrimas…se me sientan y me cuentan tantas cosas que…yo quiero vivir todo eso. Yo quiero estar en ese lugar, tengo que estar en ese lugar”. Daniel sí vivió el año en la B: “era una fiesta. No importaba que era sábado, era demostrar que San Lorenzo estaba vivo, aunque estuviese sin estadio y descendido. San Lorenzo llenaba las canchas donde iba, hasta el último partido. Ese es el que más recuerdo, cuando ascendemos en cancha de Vélez con un gol de Insúa de penal”.

Sin embargo, pasaron cuatro años hasta que comenzó a desmantelarse el Viejo Gasómetro, en 1983. “Yo trabajé una temporada en una concesionaria, la concesionaria Lafayette, que era la fusión de Fiat y Peugeot. Y al mediodía me iba a almorzar ahí a la platea de San Lorenzo. Había un hombre en la guardia, le mostraba el carnet y me dejaba pasar, total ya me conocía. Ya había esa tierra, ese polvillo en los pasillos. Estaba todo vacío y frío. No podía creer estar sentado ahí mirando ese estadio que ya no tenía utilidad. Por el field corría siempre un tipo, pero el pasto ya estaba quemado y no estaban las marcaciones de área”, recuerda Daniel. “Cuando lo empezaron a desmantelar no pasé más por ahí. Y a San Lorenzo no lo encontraba. No podía encontrar a San Lorenzo”.