“Estar en contacto con distintas disciplinas es una parte esencial de ser artista”

“Estar en contacto con distintas disciplinas es una parte esencial de ser artista”

Cuatro años después de su último disco, Florencia Núñez regresa con Fe, un proyecto que reafirma su estilo y permite ver la madurez que ha alcanzado como compositora. Su relación con Jorge Drexler y las ocho nominaciones a los Premios Graffiti.

Florencia Núñez sintetiza más de una década de trayectoria en Fe, un disco donde su voz y su mirada sobre la vida se entrelazan con letras introspectivas y poéticas. La artista uruguaya retoma elementos de sus trabajos anteriores -desde la guitarra criolla y el acordeón hasta la impronta pop de los vientos- y los combina con canciones que celebran el presente, los encuentros y el amor.

El álbum, que cuenta con la participación de Jorge Drexler, Laura Canoura y Raly Barrionuevo, recibió ocho nominaciones a los Premios Graffiti y tuvo su presentación oficial en el espacio La Carbonera, ubicado en el barrio porteño de San Telmo.

En diálogo con ANCCOM, Núñez analiza su recorrido, reflexiona sobre la influencia de la literatura en la composición y explica por qué abrirse a distintos estilos y disciplinas es clave para su proceso creativo.

 

¿Qué te inspiró a crear un nuevo disco después de cuatro años?

Como siempre me dediqué a escribir canciones, se sintió extraño estar tanto tiempo sin publicar material propio. Fe nació como una afirmación personal y resume quién soy hoy, cómo crecí y cómo evolucionó mi trabajo. Tiene algo de cada disco anterior, pero con una mirada más madura. La inspiración vino de muchos lugares. Siempre digo que me inspira la vida, porque nunca se sabe qué puede disparar una canción. Este disco habla de afirmación, de celebrar el presente, los encuentros y el estar aquí y ahora. Expresa mi forma de ver el mundo con optimismo esperanzado, convencida de que las cosas pueden mejorar.

 

¿Cómo se relaciona con tus trabajos anteriores?

Siento que el primer disco fue una declaración de intenciones y una forma de marcar hacia dónde quería ir. El segundo llegó con más madurez, con canciones, sonoridades y producciones mucho más trabajadas. Hubo un salto grande entre uno y otro, y solo pasaron tres años entre ambos. En el tercero también hubo un crecimiento, sobre todo a nivel interpretativo y de producción. No tanto en la composición, porque no eran canciones mías, pero sí en la manera en que la música se mostraba y en el lugar que ocupé como intérprete. Este cuarto disco reúne un poco de todo eso. Retoma elementos del primero, como la guitarra criolla, el acordeón y la armónica, que había dejado un poco de lado. También recupera del segundo esa impronta más pop, con los vientos, como la trompeta, que se volvieron una especie de sello del proyecto. Y del tercero toma la soltura interpretativa que gané en ese momento. Por eso me gusta pensar que Fe es el resultado de un recorrido. No podría haber hecho este disco sin haber pasado por los tres anteriores. Lo siento como una maduración natural, tanto en las letras como en las melodías y en todo el proceso creativo. Era necesario transitar ese camino para poder llegar a este álbum.

¿Por qué elegiste llamarlo Fe?

Es un concepto que venía pensando desde hace tiempo. Estaba escribiendo varias canciones que giraban en torno a esa idea de la fe, de creer, de ver un camino posible incluso cuando los demás no lo ven. Me acuerdo que cuando compuse Lo canté, una de las canciones que terminó siendo una especie de emblema del disco, y que además lo abre, incluí la palabra “fe”. En ese momento sentí que tenía sentido que fuera la primera, porque marcaba el tono de lo que iba a tratar el álbum. Ya venía trabajando la idea en mi mente, pero cuando pude plasmarla en una canción sentí que cerraba todo. Haber encapsulado el concepto en un tema me dejó muy conforme, porque se convirtió en una especie de punto de partida para todo el disco.

 

Tras tanto tiempo sin publicar material propio, ¿cómo fue volver a componer?

Me pasa algo, y es que trabajo mucho por etapas y por discos. Cuando estoy en pleno proceso -grabando, produciendo, cerrando detalles-, casi no compongo. Solo puedo comenzar a crear nuevas canciones una vez que un disco está terminado.  Soy bastante estructurada en ese sentido. De hecho, muchas de las canciones de Fe empezaron a tomar forma después del disco anterior, especialmente entre 2021 y comienzos de 2022, en plena pandemia. Ese contexto atravesó mucho la creación, ya que es un disco muy introspectivo, pero también con una mirada hacia adelante, con la idea de que todo se iba a volver a abrir. Si bien estuve bastante tiempo sin publicar canciones propias, no me costó reencontrarme con la escritura. Incluso llegué a componer muchas más canciones de las que finalmente quedaron. Enseguida encontré el rumbo, entendí hacia dónde tenía que ir y cuáles piezas debían formar parte si o si de este disco.

 

¿Qué historia hay detrás de “Gracias, muchacha”?

Esta canción es muy especial porque, si bien se la escribí a la guitarra, surgió a partir de una entrevista que vi en un pequeño documental sobre una guitarrista uruguaya llamada Olga Pierri. En ese video, ella ya era muy mayor. En un momento, mientras tocaba, le preguntan: ¿Te das cuenta, Olga? Tantos años con la guitarra, desde los seis años…” Y ella, con una ternura enorme y toda la fragilidad del mundo, mira su instrumento y le dice: “Gracias, muchacha”. Yo estaba acostada, buscando ver algo tranquilo para dormir, y me pasó todo lo contrario. Me levanté de la cama, me fui al estudio y escribí la canción. A partir de esa historia se me acercó mucha gente que había estudiado con ella. Todos coincidían en que era una mujer muy exigente pero increíble, y me conmovió que esa conexión se generara a partir de una canción. Creo que el amor por la guitarra es algo muy universal porque es un instrumento cercano, portátil, versátil, capaz de adaptarse a muchísimos géneros. Con esta canción quise rendirle homenaje no solo a la guitarra, sino también a todas las personas a las que acompaña.

Todo lo que uno consume se filtra en lo que crea. La permeabilidad que tengas con el arte es directamente proporcional al resultado de tu obra. Si te encerrás y no escuchás música, no ves cine, no leés ni vas al teatro, es muy difícil que tu universo se nutra de otros.

Florencia Núñez

¿Cómo lograste combinar canciones pop con otras más melódicas?

Esa mezcla refleja mucho quién soy porque escucho de todo: desde música criolla, grupos vocales, pop, rock, hasta indie español y boleros. Por eso no es casual que el disco combine distintos estilos y sonidos. Para mí la música es una red, algo que se expande y conecta distintos sonidos. No me gusta limitarme ni dejar nada afuera solo porque no encaje con lo que se supone que debería hacer. Siento que la creación tiene que tener algo de riesgo, de prueba y error. Por ejemplo, la segunda canción de este disco, Un amor así, tiene un aire de vallenato, algo que jamás habría hecho en mi álbum debut, pero responde a una evolución natural y a mi pasión por artistas como Juan Luis Guerra o Carlos Vives. Hay algo de esa energía latina, del movimiento, de la alegría, que también quise transmitir. Creo que todo eso puede convivir perfectamente, no todo es blanco o negro. Hay una gama enorme de grises y colores, y en esa diversidad encuentro mucha riqueza.

 

Algunos pasajes de tu disco tienen un estilo narrativo y poético. ¿Hay influencia literaria en tus letras?

Todo lo que uno consume se filtra en lo que crea. La permeabilidad que tengas con el arte es directamente proporcional al resultado de tu obra. Si te encerrás y no escuchás música, no ves cine, no leés ni vas al teatro, es muy difícil que tu universo se nutra de otros. El arte tiene que ser un sistema abierto. Vengo de una formación que también tiene mucho de eso, ya que soy Licenciada en Comunicación, y en la facultad me formé mucho en literatura y escritura. Esa mirada me marcó, porque cuando estudias guion te enseñan a escribir con imágenes. No se trata de decir “se sintió triste”, sino de mostrarlo a través de gestos y de acciones. Por eso a mí me gusta que una letra pueda generar imágenes y que quien escucha pueda ver algo mientras oye la música. Me pasa seguido que la gente me dice “cierro los ojos y veo una escena de mi vida, de mi infancia”. Eso me encanta, porque tiene que ver con cómo yo misma disfruto de escuchar música. Así que sí, sin duda hay una influencia literaria y poética en mis letras. Estar en contacto con distintas disciplinas artísticas es un privilegio y una parte esencial de ser artista.

 

¿Hay algún ritual que te ayude a entrar en ese estado de creación?

Muchas veces, cuando escribo, no soy plenamente consciente de lo que estoy creando. Hasta que termino la canción y la releo, no me doy cuenta de todo lo que hay ahí. El momento de escribir es como un trance total. Las canciones que realmente funcionan llegan casi de manera mágica; es un proceso bastante espiritual. Es como si fuera un conducto, y la canción simplemente fluye a través mío. Después me doy cuenta del significado de lo que escribí, o alguien más me lo señala y me sorprende, porque no lo había pensado conscientemente. Este proceso tiene mucho de inconsciente, y me gusta que así sea. Yo suelo ser una persona que quiere tener todo bajo control, pero justamente la música es una disciplina donde no hay certezas. Por eso, cuando llega la inspiración, no hay manera de predecirla. Eso es parte de su magia y de su dimensión espiritual. No sabría decir ni el día ni la hora en que aparece, simplemente sucede.

¿Cómo nació la colaboración con Jorge Drexler?

A Jorge lo conozco desde hace muchos años, primero como artista y después personalmente, porque él veranea en La Paloma, en Rocha, de donde soy yo. Desde que empecé a hacer música me hice amiga de su familia, especialmente de sus hermanos -Daniel, Diego, Paula- y fueron ellos quienes me lo presentaron. En uno de esos veranos, en el festival La Serena, que se hacía en el cine de La Paloma y duraba tres días, él y Kevin Johansen invitaban a distintos músicos a participar. Yo estuve en una de las noches, compartimos escenario y cantamos juntos. Cuando le mostré algunas canciones del disco, le mandé Las vueltas y me dijo que era un temazo, así que le propuse grabarla juntos y aceptó enseguida. Le conté que estaba inspirada en la canción Lucía de Joan Manuel Serrat, como un pequeño homenaje, y me dijo: “Tenemos que mandársela al Nano”. Mucha gente me dice que Las vueltas suena muy a él, que parece escrita entre los dos, pero la canción ya estaba terminada antes de que grabara. Su voz se sumó con total naturalidad y quedó perfecta. Jorge es una persona muy generosa. Justo ahora está grabando un disco nuevo y, en lugar de hacerlo afuera, eligió Uruguay, en un estudio con músicos locales, colegas y amigos de toda la vida. Podría grabar con cualquiera, pero elige a las personas que comparten su mismo espíritu y legado. Creo que el principal activo que tenemos los músicos somos los propios músicos. Esta industria es enorme, pero lo más valioso sigue siendo conectar con quienes comparten tu camino y tus valores.

 

¿Qué representa haber recibido ocho nominaciones a los Premios Graffiti?

Siempre me conmueve que lo que hago movilice a tanta gente, tanto en la industria como en la crítica. Sobre todo porque no es un trabajo mainstream, ya que en Uruguay se hace todo de forma muy artesanal. También creo que tiene que ver con la coyuntura: hoy se presta más atención a los discos hechos por mujeres, algo que hace veinte años era diferente. Si bien ya gané el premio a Compositora del Año en 2018, siendo la primera mujer en lograrlo, volver a estar nominada me entusiasma mucho. Además, estar en categorías como Álbum del Año o Tema del Año con un disco tan personal tiene un valor especial. Ojalá alguno de esos premios llegue a casa, pero más allá de eso, estoy feliz con este álbum porque está llegando a la gente, que es lo más importante.

 

¿Cómo es tu vínculo con el público argentino?

Es una relación que todavía estamos consolidando, pero que quiero afianzar y hacer crecer. Ahora estoy trabajando con una productora argentina, así que siento que tengo una base de operaciones acá y muchas ganas de seguir desarrollando el proyecto. Tengo la certeza de que este es el camino, y esa sensación me impulsa a seguir apostando por este vínculo.

 

Una obra sobre la incomprensión

Una obra sobre la incomprensión

“Lejos de todo lo que hace mal” cuenta la experiencia de muchos adolescentes y jóvenes que tienen que esconder su sexualidad. ANCCOM fue al estreno y dialogó con el director y con el autor de la obra, quien además integra el elenco. “Hay que seguir contando estas historias”, dicen.

Un matrimonio de clase media en los años noventa se prepara para un viaje a Nueva York. Sin embargo, pequeños silencios y mentiras comienzan a resquebrajar la aparente armonía familiar. Juan Cruz, un adolescente que ya no quiere jugar al rugby y enfrenta definiciones que no sabe cómo comunicar, y Lucía, la menor, con una relación secreta, son los protagonistas de esta trama donde la necesidad de decir la verdad y de vivir con autenticidad se vuelve urgente.

Lejos de todo lo que hace mal, estrenada en El Método Kairos la noche anterior a la última Marcha del Orgullo LGBTQ+ –aunque Santiago Girard y Maximiliano Galeano, autor y director respectivamente, aseguran que fue casualidad–, ofrece una experiencia teatral intensa, íntima y humana y cuenta la historia de muchos adolescentes que tuvieron que esconder su sexualidad de sus padres por miedo al rechazo.

La obra surge de la historia personal del Girard quien, en diálogo con ANCCOM, relata: “Es algo bastante autorreferencial, tiene mucho que ver con parte de mi vida, con salir del clóset, con ese proceso, y nació desde ese lugar. Fue un trabajo muy personal e introspectivo”.

Girard, además se animó a actuar y a interpretar a la figura del padre frente a su propia familia, presente la noche del estreno. “Fue difícil al principio, porque hay que ponerse en el papel de alguien con quien conviviste toda la vida. Me tocó en muchos lugares personales. Tuve preguntas de mis viejos, del tipo: ‘¿Vos lo sentiste así?’. Se generaron charlas que estuvieron buenas, porque en algún punto también fue sanador”, reflexiona.

Desde el living de la casa de una familia típica, la obra aborda temas profundos como la hermandad y la desigualdad entre la maternidad y la paternidad. “Hay una escena donde los hermanos son más amigos y otra donde son más enemigos. Me parecía muy importante que se vea que esa es la hermandad, explica Galeano, el director. Y Girard agrega: “Yo quería que se viera. Una madre que lleva adelante la casa y el padre que está ahí con su diario”.

Galeano destaca la red de apoyo que se construye en el teatro independiente cuando hay algo que contar. “Nos conocimos en un taller y un día Santi me mandó un texto y me pareció maravilloso. Le hice unos comentarios y le ofrecí darle una mano si quería llevarlo a cabo. Y de golpe, la próxima vez que nos vimos, me ofreció dirigir la obra. Fue completamente inesperado”.

“Fue todo a pulmón”, afirma Girard. “La escenografía la resolvimos nosotros, con ayuda de familiares y amigos –señala Galeano–. Fue un enorme trabajo porque queríamos respetar la década lo más posible. Apareció un teléfono y capaz que no era ese teléfono”.

Galeano vive su vida a través del teatro. Es profesor en una escuela, tiene su propio proyecto donde forma actores, a veces se sube a los escenarios con algunos papeles y ahora también dirige. Además, concibe el teatro como un espacio “dentro de la realidad donde se arma otra historia. Que todos estemos en una comunión creyendo eso, a mí me parece como una locura pactada entre todos. Eso es algo que no va a reemplazar la IA, porque es vivo. Con el público la obra se termina de hacer”.

Para Girard, profesor de matemática, Lejos de todo lo que hace mal “fue un reencuentro con el teatro, y en eso tuvo mucho que ver Maxi, porque yo había dejado hacía bastante tiempo. Arranqué a estudiar teatro en mi adolescencia porque sentí que el teatro era un lugar donde, y esto nunca se lo conté a nadie, se podía llegar a conocer gente, porque el ambiente es de la comunidad. Y me enamoré del teatro, pero nunca me animé a ir a fondo y vivir de eso”.

El nombre de la obra surge de una frase del guion que hace referencia al momento en el que uno debe irse a otro lugar para no tener que ocultar su homosexualidad. “A mí lo que me atrajo de la obra es el no sentirnos comprendidos por las personas que queremos”, expresa Galeano.

Girard comparte su propio proceso: “Fue muy solo, muy personal, porque no me animaba, porque tenía vergüenza, porque me daba miedo. El miedo al rechazo es bastante fuerte. Hasta que en un momento dije: ‘O sigo fingiendo una vida que no es la mía o me enfrento a lo que venga’”.

A diferencia de los años noventa, cuando había mucho más ocultamiento, “ahora las cosas son diferentes, aunque, en algún punto, estamos volviendo a algo que no me gusta. Por eso estas historias son importantes y que hay que seguir contándolas”, opina Girard.

Y concluye: “Si bien en su momento uno puede pensar ‘si pudiera elegir, elegiría otra cosa’, hoy no. Me gusta la vida que tengo, cómo la llevo adelante. En aquel momento, sí, claro, porque era más fácil vivir la vida que esperaban mis viejos, mis hermanos, mis amigos. Pero hoy no lo cambiaría por nada. La realidad es que, como termina la obra, yo también tuve un final feliz. Nunca me rechazaron, siempre estuve acompañado. Hoy vivo mi sexualidad con total libertad”.

Lejos de todo lo que hace mal se puede ver todos los viernes de noviembre y el 5 de diciembrea las 22.30 en el Método Kairós, El Salvador 4530 (CABA).Entradas en Alternativa Teatral.

En el cierre de campaña, Milei se animó a hablar del narcotráfico

En el cierre de campaña, Milei se animó a hablar del narcotráfico

Realizó un acto en Rosario ante miles de simpatizantes. En su modo rock star, llamó a sostener el rumbo y apuntó contra los candidatos de Fuerza Patria.

Con un fuerte operativo policial, este jueves, La Libertad Avanza llevó a cabo su acto de cierre de campaña en Rosario. Con la presencia del presidente Javier Milei, el oficialismo eligió la ciudad santafesina como escenario final antes de las elecciones, en un evento que buscó reforzar el voto libertario en el interior tras una campaña marcada por tensiones internas y el desgaste de la gestión.

El acto estuvo rodeado de un estricto dispositivo de seguridad: cortes de tránsito, vallados y más de 850 agentes provinciales desplegados en la zona ribereña. Milei arribó en helicóptero y mantuvo horas antes una reunión en el hotel Ross Tower con parte de su gabinete. Finalmente, el cierre se realizó en el Parque España, sobre la costanera central de Rosario, donde miles simpatizantes se congregaron con banderas y cánticos libertarios.

La elección de Rosario no fue casual. Parte de los mensajes del discurso presidencial giraron en torno a la lucha contra el narcotráfico. “Esta ciudad y esta provincia estaban inundadas por el narcotráfico, hasta que llegó la doctora Bullrich con el plan Bandera y los sacamos a patadas”, afirmó Milei desde el escenario sin vincular el tema con la fallida candidatura en la provincia de Buenos Aires de José Luis Espert, quien debió renunciar cuando se evidenció que parte del financiamiento de su proyección política provenía de Fred Machado, sospechado de vínculos con el tráfico de estupefacientes.

Después de haber suspendido su participación en actividades en la provincia de Buenos Aires, territorio que el propio presidente parece dar por perdido, Rosario se convirtió en la vidriera final de su campaña. La ciudad guarda también el antecedente de su frustrada caminata por la peatonal San Martín, hace apenas unas semanas, cuando el mandatario debió retirarse ante protestas de sectores opositores.

En el escenario lo acompañaron Manuel Adorni, Karina Milei, Patricia Bullrich y varios candidatos provinciales. El primero en tomar la palabra fue Agustín Pellegrini, aspirante a diputado por Santa Fe, quien pidió “cuidar cada voto con el corazón” y “darle las herramientas al presidente para que avance con las reformas que faltan”.

El vocero presidencial presentó a los candidatos y dió paso a Milei, que apareció entre un pasillo de militantes al ritmo de “Panic Show” de La Renga, lo que ocasionó que se extendiera la espera de su llegada al escenario. Por momentos, la marea humana que lo rodeaba lo hacía trastabillar y desaparecía de la vista unos segundos. Algún panelista de TV advirtió que “la Casa Militar” se había opuesto a esa forma de entrar. Por supuesto, a Milei no le importó.

Durante su discurso, el mandatario reforzó el mensaje de continuidad, y apuntó contra el Congreso: “Nos enfrentamos a un Congreso destituyente que atacó el programa del gobierno”. 

Además de insistir en la necesidad de sostener el rumbo económico, “Bajar la inflación, bajar la pobreza y bajar la indigencia nos muestra que vamos por el camino correcto, por eso les pido que el domingo nos sigan acompañando”, sostuvo.

En clave de campaña, el presidente volvió a plantear la elección en términos ideológicos, afirmando que “la Argentina camina hacia las ideas de la libertad o hacia el comunismo castro-chavista”. El mensaje reforzó el tono polarizado de la campaña y buscó apelar al voto de quienes ven en su gobierno una alternativa frente a la política tradicional. En esa misma línea, apuntó contra la candidata de Fuerza Patria Caren Tepp, a quien acusó de “usurpadora de tierras”, mientras que renovó su respaldo a Pellegrini.

Finalmente en el cierre de su discurso advirtió: “Si no eligen ustedes, van a terminar eligiendo otros por ustedes”, antes de repetir el lema que marcó toda su campaña: “La libertad avanza o la Argentina retrocede.”

 

El anti – acto

El cierre de LLA se dio en una jornada marcada por tensiones políticas y sindicales. Horas antes y a escasos metros del Parque España, diversas organizaciones sociales, gremiales y estudiantiles realizaron una contramarcha bajo la consigna “Milei persona no grata”. Participaron la CATT, ATE, COAD, la CCC, el Movimiento Evita y la UTEP, entre otros espacios, que marcharon desde la Plaza de la Cooperación pero fueron contenidos por el operativo policial que impidió su avance hacia el parque donde se llevaría a cabo el evento de cierre.

 

A esto se sumaron las renuncias del ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona y del canciller Gerardo Werthein, quien será reemplazado por Pablo Quirno, lo que aportó un condimento adicional a una jornada que mezcló campaña, seguridad y tensiones de gestión. 

Entre drones, vallados y banderas violetas, el cierre de campaña en Rosario dejó una postal doble: la del oficialismo buscando consolidar su narrativa de “cambio histórico”, y la de una oposición social que sigue haciéndose oír a pocos metros del escenario presidencial.

El arte de dibujar encuentros

El arte de dibujar encuentros

Tras su edición inaugural en 2024, el Festival Argentino de Historieta regresa con entrada gratuita y grandes novedades en el Centro Cultural Rojas. Habrá talleres, películas, debates y un homenaje a Daniel Divinsky. Participarán más de 40 editoriales de todo el país.

El Centro Cultural Rojas se convertirá en el punto de encuentro de dibujantes, guionistas, editores y lectores con una nueva edición del Festival Argentino de Historieta (FAH). El evento, del sábado 6 al domingo 7 de septiembre, busca resaltar la narrativa gráfica en toda su diversidad y fomentar su cruce con otras disciplinas artísticas como el cine, la literatura, el teatro y la crónica periodística. “Queremos que resulte atractivo para distintos públicos, no sólo para quienes leen historietas habitualmente”, afirma Santiago Sánchez Kutika, miembro del equipo organizador y editor, en diálogo con ANCCOM.

El Festival nació a partir de la iniciativa de la Comisión de Editores de Historieta de la Cámara del Libro, conformada en marzo de 2024, cuya misión es visibilizar la narrativa gráfica y promover su circulación a nivel nacional e internacional. Su primer objetivo fue celebrar el Día Nacional de la Historieta, que se conmemora cada 4 de septiembre en recuerdo de la primera publicación de El Eternauta en 1957 en la revista Hora Cero, y organizar un festival propio. Si bien la edición anterior se realizó en Adrogué para descentralizar el evento de Capital Federal, trasladarlo al Centro Cultural Rojas permitió consolidarlo como un espacio de encuentro para dibujantes y lectores de todo el país. “Las salas que tiene la locación de este año resultaron clave para desarrollar un festival multidisciplinario”, señala Carolina Uribe, coordinadora editorial de Libros del Zorzal.

La programación comenzará con un homenaje a Daniel Divinsky, editor de Quino y Roberto Fontanarrosa –entre otros humoristas gráficos-, socio fundador de Ediciones de la Flor y figura clave en la formación de varias generaciones de lectores. A la par, se desarrollará una charla abierta para que autores, editores, dibujantes y público compartan experiencias en torno al editor fallecido el mes pasado. Luego, los visitantes podrán asistir a proyecciones de películas inspiradas en novelas gráficas, como La Casa, basada en la obra de Paco Roca; Hugo en Argentina, documental sobre el dibujante Hugo Pratt; y Pequeño Nicolás, que recrea la infancia del personaje ilustrado por Sempé y Goscinny, creador de Ásterix.

También habrá propuestas para el público infantil y adolescente. El sábado a las 16 se realizará el taller “¡Por Tutatis!”, a cargo de Ediciones Del Zorzal, donde los niños podrán reinventar historias de Astérix y dibujar a romanos temerosos. A las 17, María Eugenia Alcatena dictará un taller enfocado en la escritura de guiones de historieta y la interrelación entre texto e imagen, repasando recursos y especificidades que diferencian a este género de otros medios y lenguajes.

El domingo a las 15, los artistas Marko Torres y El Bruno (Mauro Serafini) llevarán adelante la actividad interactiva “Dibujando monstruos y zombies” en la que combinarán demostraciones en tiempo real con la participación del público. “Para nosotros es muy importante ofrecer la posibilidad de conversar con los autores, que firmen ejemplares o regalen un dibujo”, comenta Uribe.

Esta segunda edición reunirá a referentes consagrados y a nuevas voces de la historieta argentina. Entre los invitados se destacan Juan Matías Loiseau, más conocido como Tute, que presentará su nueva novela gráfica Ensayo para mi muerte y Gustavo Sala, que moderará un espacio para que guionistas y dibujantes formen duplas creativas. También participarán Max Aguirre, Martín Ameconi y Rodolfo Santullo con una actividad que combinará la lectura de sus obras dedicadas a Charly García y Alfredo Zitarrosa con un repaso de sus procesos creativos. “Son actividades participativas que tienen como finalidad jugar y pasar un buen rato”, asegura Sánchez Kutika.

El encuentro se completa con más de 40 editoriales, desde proyectos independientes como Estudio Mafia o Primavera Revólver, hasta sellos multinacionales como Planeta o Random House. “La idea es que la gente vea todo lo que se está produciendo local e internacionalmente y pueda encontrarse con nuevas cosas”, señala. Con respecto al futuro de la historieta, el editor de Hotel de las Ideas agrega: “Para nosotros es importante que siga viva y que mucha más gente se entere de que sigue existiendo”.

Además de la entrada libre y gratuita, el FAH ofrecerá postales firmadas por los autores en cantidad limitada, para que los visitantes puedan llevarse un recuerdo sin necesidad de comprar un libro. “Nuestro objetivo es seguir creciendo y que éste sea un primer paso dentro de una larga serie de ediciones del Festival”, afirma Sánchez Kutika. La iniciativa refuerza el espíritu inclusivo del evento y lo afianza como un espacio de encuentro colectivo en tiempos donde prima la individualidad. “Estar presentes uno al lado del otro es súper importante, sobre todo en esta época”, concluye.

 

La programación completa del Festival Argentino de Historieta se puede conocer aquí

Estrenaron un documental sobre la resistencia al golpe del 55

Estrenaron un documental sobre la resistencia al golpe del 55

«Ensenada ‘55» cuenta el relato no oficial de lo que pasó durante el derrocamiento a Perón. La historia de los que combatieron para defender al gobierno a través de un relato familiar que, a la vez, es colectivo.

Se estrenó Ensenada ’55: un film donde Hugo Crexell reconstruye un episodio olvidado de la historia argentina a partir de un recuerdo de infancia: la voz de su padre contando, como anécdota de sobremesa, que había piloteado un avión durante los combates de septiembre de 1955. Ese relato fragmentado, que a él le parecía más una película que un hecho histórico, se transformó décadas después en el disparador de una investigación tanto personal como colectiva. 

“Es una película que nace de un recuerdo de la infancia muy fragmentado. Mi papá me contaba cuando yo tenía 10 u 11 años, en la mesa familiar, cómo se había subido a un avión y había bombardeado canales de Río Santiago, donde estaba la Escuela Naval, para defender al gobierno de Perón. Para mí era más una película que algo histórico. Ahora entiendo que mi viejo quería plantar esa semilla para que yo lo supiera”, cuenta Crexell a ANCCOM en una entrevista poco tiempo después de la proyección de la película en la sala Jorge Luis Borges de la emblemática Biblioteca Nacional. “Nunca me había propuesto hacer algo audiovisual, ni de escritura, ni siquiera una investigación. Pero surgió, y al contarle mi historia a la productora de la película, Paula Tagliabue, oriunda de Ensenada, recibí el impulso de indagar sobre el tema. Ella sabía del hecho por su lado, como mucha gente de Ensenada, La Plata o Berisso, a diferencia de lo que sucede acá en Capital. Yo soy de Buenos Aires y, si no fuera por mi familia y estos relatos de mi padre, no me habría enterado demasiado al respecto. Lo que mi viejo me contaba me parecía como imposible, porque es información que no está en los libros”.

El film no solo aborda una historia familiar sino también un capítulo deliberadamente silenciado por el relato oficial: los enfrentamientos en Ensenada, La Plata y otras ciudades argentinas durante el golpe que derrocó a Juan Domingo Perón. Para Crexell, uno de los mayores desafíos fue romper con la idea de que la caída del presidente había sido un desenlace incruento.

“Lo que para la historiografía oficial había sido la caída de Perón, en realidad fue una gran cantidad de combates que no ocurrieron únicamente en Ensenada o en el Río de la Plata; también hubo bombardeos y combates en Mar del Plata, en Bahía Blanca, en el sur, en Rosario, en Córdoba… no fue un golpe incruento, ni Perón cayó por su propio peso, mitos que la historia oficial se ocupó de divulgar. Hubo realmente una gran resistencia, que podría haber torcido el rumbo de la historia si el vicealmirante Isaac Rojas no hubiera mandado a bombardear la destilería de La Plata. Los que ganan se arrogan el derecho de narrar estas historias. El poderoso elige qué contar y qué quitar”, asegura Crexell.

La película se construye a partir de testimonios, archivos y huellas materiales que todavía subsisten en Ensenada. El director eligió no hacer un documental enciclopedista, sino un relato cinematográfico que interpele al espectador. La mezcla de recursos —animación, proyecciones, música con tensión de thriller— busca ampliar el alcance de la obra más allá del público especializado.

“Yo no quería una película con una carga de archivo tremenda. No había muchos archivos fílmicos; simplemente lo que aparece al principio, que nos costó muchísimo encontrar, donde se muestra Plaza de Mayo llena de antiperonistas festejando el golpe, y los lugares donde sucedió el bombardeo, otra prueba más donde se ven claramente destrozos, sobre todo en la Escuela Naval. También fuimos al archivo de Ensenada, donde están las fotos donde aparece la casa bombardeada de uno de los protagonistas de la película, Rodolfo Ortiz. Fue una especie de tejido de archivos, un rejunte de retazos”.

En ese recorrido, Crexell tuvo acceso al archivo Rojas, un tesoro documental que confirmó la veracidad de las historias que había escuchado de niño.

“Por ser hijo de un capitán de navío, pude acceder al Archivo Rojas, que está en el Centro de Estudios Históricos Navales. Nos abrió una puerta enorme. La mayoría de las cosas que se ven son de ahí o del legajo de mi papá. Todo lo que en la película se ve rotulado como “secreto” era así, nada de eso está retocado. Y así se mantuvo durante muchas décadas, hasta que, por el 2013, Agustín Rossi -en ese momento ministro de Defensa-, mediante una política de desclasificación de archivos, liberó parte del documento, que podía encontrarse en Internet. Se permitió el escaneo de montones de documentación donde se contaba todo lo que sucedió del 16 al 20 de septiembre más o menos, es decir, el tiempo que duraron los combates. Más tarde, en 2017, cuando asumió Macri, la familia de Rojas hizo una apelación judicial para que se cierre ese archivo a consulta pública. Como nosotros comenzamos nuestra investigación en 2017, tuvimos que hacer un pedido de acceso a la información pública, gracias a las sugerencias de la Mariana Nazar, del Archivo General de la Nación. Esa fue la batalla más importante que tuvimos que dar. Usé el documento con mucho cuidado, seleccionando los recursos que me parecían un poco más audiovisuales, vistosos para una película, como las proyecciones de fotos que se ven en la pared de mi casa, partes del legajo o partes del juicio que le hizo el Tribunal de Honor a mi papá”.

Así, Crexell y su equipo comenzaron formalmente a investigar. Primero, trabajaron todo el material que resultaba de su propia historia familiar, a partir de lo que recordaban su mamá y uno de sus hermanos, reubicando ese recuerdo fraccionado y antiguo para resignificarlo, uniendo las piezas de un rompecabezas muy complejo y difuso donde primaba el desafío de descubrir qué había de falso y qué de verdadero.

“Cuando buscamos bibliografía sobre septiembre de 1955, el golpe de Estado, aparecían nombrados algunos combates en Río Santiago, pero nada de un bombardeo ni de la historia de resistencia civil que se alojaba detrás. Era un tejido mucho más complicado de contar de lo que se pensaba. Había muchas contradicciones, sobre todo respecto al sentido de lealtad. De hecho, alguien me recordaba después de una función que Rojas había sido nombrado jefe de la Escuela Naval por el propio Perón”.

El núcleo íntimo de Ensenada ’55 es, sin embargo, la figura del padre. Crexell debió desdoblarse entre el rol de hijo y el de cineasta para mirar a Hugo Alberto Crexell como un personaje histórico atravesado por contradicciones. La película también expone las ambivalencias políticas de aquel aviador: su lealtad a Perón en 1955, su posterior desencanto y la imposibilidad de volver a volar tras ser juzgado.

“Fue duro, me tuve que desdoblar. El hijo tuvo que quedar siendo hijo y el investigador-director tuvo que distanciarse un poco de esas imágenes. En 2017 era algo que me conmovía, que removía muchos aspectos de mi historia, de mi familia, pero, a medida que avanzábamos, empecé a ver a Hugo Alberto como Hugo Alberto: no era mi papá, era un personaje con toda la contradicción del mundo que no me iba a poder dar las respuestas que yo necesitaba, y que entonces yo tenía que reducir como director más que como hijo ciertas cuestiones que no me cerraban, y que siguen sin cerrar, ambivalencias que se proyectan una y otra vez tanto en el film como en el espectador. La investigación está llevada así, generando este ir y venir y el cambio casi constante de opinión”.

Ensenada ‘55 contó con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), que, en palabras del director, “si bien es muy necesario y lo agradecemos mucho, no alcanza nunca a cubrir la totalidad del proceso de una película”.

El largometraje vio la luz en un momento muy turbulento de la política argentina. Sobre esto, Crexell afirma: “Presentar una película que va a contracorriente del relato oficial es un acto político. Estuvimos investigando durante ocho años, filmando en el territorio, generando un vínculo con el lugar, con su historia, con los testimoniantes. Es una verdad irrefutable, nadie está ahí contando algo que no le pasó. Todo lo que se ve en los testimonios es verdad. Con el archivo Rojas, me confronté con el dato duro: ataque número tanto, hora tal, se tiraron tantas bombas, cayeron en tales lugares… todo lo que se ve en el documental es lo que encontré. Incluso hay una escena donde se muestra, en el Museo del Astillero, un chapón que pertenecía a la Fragata Libertad que recibió un bombazo ese día, se ve la marca. A mí me toca correrme y que la película hable por sí misma de todo esto que sucedió, que fue silenciado y ninguneado por obvias razones”.

El estreno en Ensenada, en el marco del Festival Internacional de Cine de esa ciudad, tuvo un fuerte impacto comunitario: vecinos y familiares de víctimas del bombardeo se reconocieron en la pantalla y agradecieron que la historia finalmente fuera contada.

“Lo más lindo que pasó hasta ahora fue que se estrenó a sala llena como parte del Festival Internacional de Cine de Ensenada, el FICE, como película de apertura, a 10 o 15 cuadras de donde había sucedido el bombardeo, fue muy emotivo. Mucha gente me agradeció por contar esa historia, porque para ellos era muy importante y nadie se había encargado, hasta ese momento, de transmitir. Hay gente que participó en la película y hoy ya no está, otro motivo por el cual era muy fuerte de ver el documento, el legado de ese testimonio que quedó ahí para siempre”.

Ensenada ’55 se inscribe así en un doble registro: el de la memoria íntima que se expande hacia lo colectivo, y el de la disputa con una historia oficial que eligió callar.

Para el director, el documental significó también un cierre personal y profesional: “Siento que cerré un capítulo de mi historia personal y al mismo tiempo pude develar un entramado de historias y de testimonios que estaban oscurecidos, contribuyendo un poco a la conversación sobre qué sucedió en septiembre de 1955 en Ensenada. Pienso en el cine como herramienta transformadora. Mi oficio de docente definitivamente influyó en la manera de construir la película. Hay un cierto prejuicio sobre el vínculo entre la juventud y el cine argentino, particularmente entre la juventud y el documental, cuando en mis clases me encuentro todo el tiempo con un interés increíble por la historia. Hay que desprenderse de ciertos prejuicios y conectar, porque la historia puede ser interesante para un joven, y es muy necesario que ocurra esa comunicación”.

Ensenada ’55 se inscribe así en un doble registro: el de la memoria íntima que se expande hacia lo colectivo, y el de la disputa con una historia oficial que eligió callar. Una invitación a mirar el pasado con otros ojos y a preguntarse qué resonancias conserva en el presente.

La película se proyectará el próximo jueves 28 de agosto, a las 18, en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales UBA (Santiago del Estero 1029, CABA), en el marco de la “Semana de la Memoria”, y el 16 de septiembre, para el aniversario de la resistencia de Ensenada, se estrenará en el cine Gaumont.