“Estar en contacto con distintas disciplinas es una parte esencial de ser artista”
Cuatro años después de su último disco, Florencia Núñez regresa con Fe, un proyecto que reafirma su estilo y permite ver la madurez que ha alcanzado como compositora. Su relación con Jorge Drexler y las ocho nominaciones a los Premios Graffiti.
Florencia Núñez sintetiza más de una década de trayectoria en Fe, un disco donde su voz y su mirada sobre la vida se entrelazan con letras introspectivas y poéticas. La artista uruguaya retoma elementos de sus trabajos anteriores -desde la guitarra criolla y el acordeón hasta la impronta pop de los vientos- y los combina con canciones que celebran el presente, los encuentros y el amor.
El álbum, que cuenta con la participación de Jorge Drexler, Laura Canoura y Raly Barrionuevo, recibió ocho nominaciones a los Premios Graffiti y tuvo su presentación oficial en el espacio La Carbonera, ubicado en el barrio porteño de San Telmo.
En diálogo con ANCCOM, Núñez analiza su recorrido, reflexiona sobre la influencia de la literatura en la composición y explica por qué abrirse a distintos estilos y disciplinas es clave para su proceso creativo.
¿Qué te inspiró a crear un nuevo disco después de cuatro años?
Como siempre me dediqué a escribir canciones, se sintió extraño estar tanto tiempo sin publicar material propio. Fe nació como una afirmación personal y resume quién soy hoy, cómo crecí y cómo evolucionó mi trabajo. Tiene algo de cada disco anterior, pero con una mirada más madura. La inspiración vino de muchos lugares. Siempre digo que me inspira la vida, porque nunca se sabe qué puede disparar una canción. Este disco habla de afirmación, de celebrar el presente, los encuentros y el estar aquí y ahora. Expresa mi forma de ver el mundo con optimismo esperanzado, convencida de que las cosas pueden mejorar.
¿Cómo se relaciona con tus trabajos anteriores?
Siento que el primer disco fue una declaración de intenciones y una forma de marcar hacia dónde quería ir. El segundo llegó con más madurez, con canciones, sonoridades y producciones mucho más trabajadas. Hubo un salto grande entre uno y otro, y solo pasaron tres años entre ambos. En el tercero también hubo un crecimiento, sobre todo a nivel interpretativo y de producción. No tanto en la composición, porque no eran canciones mías, pero sí en la manera en que la música se mostraba y en el lugar que ocupé como intérprete. Este cuarto disco reúne un poco de todo eso. Retoma elementos del primero, como la guitarra criolla, el acordeón y la armónica, que había dejado un poco de lado. También recupera del segundo esa impronta más pop, con los vientos, como la trompeta, que se volvieron una especie de sello del proyecto. Y del tercero toma la soltura interpretativa que gané en ese momento. Por eso me gusta pensar que Fe es el resultado de un recorrido. No podría haber hecho este disco sin haber pasado por los tres anteriores. Lo siento como una maduración natural, tanto en las letras como en las melodías y en todo el proceso creativo. Era necesario transitar ese camino para poder llegar a este álbum.
¿Por qué elegiste llamarlo Fe?
Es un concepto que venía pensando desde hace tiempo. Estaba escribiendo varias canciones que giraban en torno a esa idea de la fe, de creer, de ver un camino posible incluso cuando los demás no lo ven. Me acuerdo que cuando compuse Lo canté, una de las canciones que terminó siendo una especie de emblema del disco, y que además lo abre, incluí la palabra “fe”. En ese momento sentí que tenía sentido que fuera la primera, porque marcaba el tono de lo que iba a tratar el álbum. Ya venía trabajando la idea en mi mente, pero cuando pude plasmarla en una canción sentí que cerraba todo. Haber encapsulado el concepto en un tema me dejó muy conforme, porque se convirtió en una especie de punto de partida para todo el disco.
Tras tanto tiempo sin publicar material propio, ¿cómo fue volver a componer?
Me pasa algo, y es que trabajo mucho por etapas y por discos. Cuando estoy en pleno proceso -grabando, produciendo, cerrando detalles-, casi no compongo. Solo puedo comenzar a crear nuevas canciones una vez que un disco está terminado. Soy bastante estructurada en ese sentido. De hecho, muchas de las canciones de Fe empezaron a tomar forma después del disco anterior, especialmente entre 2021 y comienzos de 2022, en plena pandemia. Ese contexto atravesó mucho la creación, ya que es un disco muy introspectivo, pero también con una mirada hacia adelante, con la idea de que todo se iba a volver a abrir. Si bien estuve bastante tiempo sin publicar canciones propias, no me costó reencontrarme con la escritura. Incluso llegué a componer muchas más canciones de las que finalmente quedaron. Enseguida encontré el rumbo, entendí hacia dónde tenía que ir y cuáles piezas debían formar parte si o si de este disco.
¿Qué historia hay detrás de “Gracias, muchacha”?
Esta canción es muy especial porque, si bien se la escribí a la guitarra, surgió a partir de una entrevista que vi en un pequeño documental sobre una guitarrista uruguaya llamada Olga Pierri. En ese video, ella ya era muy mayor. En un momento, mientras tocaba, le preguntan: “¿Te das cuenta, Olga? Tantos años con la guitarra, desde los seis años…” Y ella, con una ternura enorme y toda la fragilidad del mundo, mira su instrumento y le dice: “Gracias, muchacha”. Yo estaba acostada, buscando ver algo tranquilo para dormir, y me pasó todo lo contrario. Me levanté de la cama, me fui al estudio y escribí la canción. A partir de esa historia se me acercó mucha gente que había estudiado con ella. Todos coincidían en que era una mujer muy exigente pero increíble, y me conmovió que esa conexión se generara a partir de una canción. Creo que el amor por la guitarra es algo muy universal porque es un instrumento cercano, portátil, versátil, capaz de adaptarse a muchísimos géneros. Con esta canción quise rendirle homenaje no solo a la guitarra, sino también a todas las personas a las que acompaña.
Todo lo que uno consume se filtra en lo que crea. La permeabilidad que tengas con el arte es directamente proporcional al resultado de tu obra. Si te encerrás y no escuchás música, no ves cine, no leés ni vas al teatro, es muy difícil que tu universo se nutra de otros.
¿Cómo lograste combinar canciones pop con otras más melódicas?
Esa mezcla refleja mucho quién soy porque escucho de todo: desde música criolla, grupos vocales, pop, rock, hasta indie español y boleros. Por eso no es casual que el disco combine distintos estilos y sonidos. Para mí la música es una red, algo que se expande y conecta distintos sonidos. No me gusta limitarme ni dejar nada afuera solo porque no encaje con lo que se supone que debería hacer. Siento que la creación tiene que tener algo de riesgo, de prueba y error. Por ejemplo, la segunda canción de este disco, Un amor así, tiene un aire de vallenato, algo que jamás habría hecho en mi álbum debut, pero responde a una evolución natural y a mi pasión por artistas como Juan Luis Guerra o Carlos Vives. Hay algo de esa energía latina, del movimiento, de la alegría, que también quise transmitir. Creo que todo eso puede convivir perfectamente, no todo es blanco o negro. Hay una gama enorme de grises y colores, y en esa diversidad encuentro mucha riqueza.
Algunos pasajes de tu disco tienen un estilo narrativo y poético. ¿Hay influencia literaria en tus letras?
Todo lo que uno consume se filtra en lo que crea. La permeabilidad que tengas con el arte es directamente proporcional al resultado de tu obra. Si te encerrás y no escuchás música, no ves cine, no leés ni vas al teatro, es muy difícil que tu universo se nutra de otros. El arte tiene que ser un sistema abierto. Vengo de una formación que también tiene mucho de eso, ya que soy Licenciada en Comunicación, y en la facultad me formé mucho en literatura y escritura. Esa mirada me marcó, porque cuando estudias guion te enseñan a escribir con imágenes. No se trata de decir “se sintió triste”, sino de mostrarlo a través de gestos y de acciones. Por eso a mí me gusta que una letra pueda generar imágenes y que quien escucha pueda ver algo mientras oye la música. Me pasa seguido que la gente me dice “cierro los ojos y veo una escena de mi vida, de mi infancia”. Eso me encanta, porque tiene que ver con cómo yo misma disfruto de escuchar música. Así que sí, sin duda hay una influencia literaria y poética en mis letras. Estar en contacto con distintas disciplinas artísticas es un privilegio y una parte esencial de ser artista.
¿Hay algún ritual que te ayude a entrar en ese estado de creación?
Muchas veces, cuando escribo, no soy plenamente consciente de lo que estoy creando. Hasta que termino la canción y la releo, no me doy cuenta de todo lo que hay ahí. El momento de escribir es como un trance total. Las canciones que realmente funcionan llegan casi de manera mágica; es un proceso bastante espiritual. Es como si fuera un conducto, y la canción simplemente fluye a través mío. Después me doy cuenta del significado de lo que escribí, o alguien más me lo señala y me sorprende, porque no lo había pensado conscientemente. Este proceso tiene mucho de inconsciente, y me gusta que así sea. Yo suelo ser una persona que quiere tener todo bajo control, pero justamente la música es una disciplina donde no hay certezas. Por eso, cuando llega la inspiración, no hay manera de predecirla. Eso es parte de su magia y de su dimensión espiritual. No sabría decir ni el día ni la hora en que aparece, simplemente sucede.
¿Cómo nació la colaboración con Jorge Drexler?
A Jorge lo conozco desde hace muchos años, primero como artista y después personalmente, porque él veranea en La Paloma, en Rocha, de donde soy yo. Desde que empecé a hacer música me hice amiga de su familia, especialmente de sus hermanos -Daniel, Diego, Paula- y fueron ellos quienes me lo presentaron. En uno de esos veranos, en el festival La Serena, que se hacía en el cine de La Paloma y duraba tres días, él y Kevin Johansen invitaban a distintos músicos a participar. Yo estuve en una de las noches, compartimos escenario y cantamos juntos. Cuando le mostré algunas canciones del disco, le mandé Las vueltas y me dijo que era un temazo, así que le propuse grabarla juntos y aceptó enseguida. Le conté que estaba inspirada en la canción Lucía de Joan Manuel Serrat, como un pequeño homenaje, y me dijo: “Tenemos que mandársela al Nano”. Mucha gente me dice que Las vueltas suena muy a él, que parece escrita entre los dos, pero la canción ya estaba terminada antes de que grabara. Su voz se sumó con total naturalidad y quedó perfecta. Jorge es una persona muy generosa. Justo ahora está grabando un disco nuevo y, en lugar de hacerlo afuera, eligió Uruguay, en un estudio con músicos locales, colegas y amigos de toda la vida. Podría grabar con cualquiera, pero elige a las personas que comparten su mismo espíritu y legado. Creo que el principal activo que tenemos los músicos somos los propios músicos. Esta industria es enorme, pero lo más valioso sigue siendo conectar con quienes comparten tu camino y tus valores.
¿Qué representa haber recibido ocho nominaciones a los Premios Graffiti?
Siempre me conmueve que lo que hago movilice a tanta gente, tanto en la industria como en la crítica. Sobre todo porque no es un trabajo mainstream, ya que en Uruguay se hace todo de forma muy artesanal. También creo que tiene que ver con la coyuntura: hoy se presta más atención a los discos hechos por mujeres, algo que hace veinte años era diferente. Si bien ya gané el premio a Compositora del Año en 2018, siendo la primera mujer en lograrlo, volver a estar nominada me entusiasma mucho. Además, estar en categorías como Álbum del Año o Tema del Año con un disco tan personal tiene un valor especial. Ojalá alguno de esos premios llegue a casa, pero más allá de eso, estoy feliz con este álbum porque está llegando a la gente, que es lo más importante.
¿Cómo es tu vínculo con el público argentino?
Es una relación que todavía estamos consolidando, pero que quiero afianzar y hacer crecer. Ahora estoy trabajando con una productora argentina, así que siento que tengo una base de operaciones acá y muchas ganas de seguir desarrollando el proyecto. Tengo la certeza de que este es el camino, y esa sensación me impulsa a seguir apostando por este vínculo.








