Toca madera

Toca madera

Este año, Maderera Córdoba creció en socios pero no pudo sostener el volumen de trabajo.

Un hall espacioso que parece hecho de madera, con piezas exhibidas como si fuese una galería de arte. Sumado a los armarios, mesas y bibliotecas, se exhiben casitas, sillas, letras, carteleras y hasta macanas de policía. Sobre el mostrador, un cartel gigante con protagonistas gauchescos declara: “Guapo es el que labura”. Mientras espera a ser atendido, quien visita Maderera Córdoba -una empresa recuperada y autogestionada por sus trabajadores-, ubicada al 3165 de la avenida porteña que le da su nombre, tiene una gran muestra de creaciones pulidas y sin pintar con los que entretenerse. Se nota, desde el primer momento, que en la elaboración de esos objetos hay un factor fuertemente humano.

Un contexto difícil, una dinámica particular

“Este año crecimos como empresa en cantidad de socios, pero de cualquier manera estamos un cuarenta por ciento abajo”, dice Guillermo Sabatella,  quien fue el primer presidente de la cooperativa. Se apoya en la mesa de una cocina separada de la oficina administrativa por un biombo antiguo con motivos. Al otro lado se escucha una radio que anuncia un 34,5% de pobreza. “Durante los primeros cinco años de existencia la cooperativa creció a tasas chinas”, remarca Sabatella, quien señala que se trataba de un local con mucha fama, ochenta años de existencia y que está ubicado sobre una avenida importante. “En ese momento, además, la economía en general acompañaba. A medida que vieron que funcionaba, los clientes se volvieron a acercar”.

En un taller espacioso y repleto de aserrín, Felipe Ramírez marca una tabla de madera con un compás y una regla. El carpintero, nacido en Bolivia, está en la cooperativa desde que se constituyó.  “Ya no tenemos encargos de muebles grandes, como antes”, dice sobre el zumbido de las máquinas que usan dos de sus compañeros para cortar tablones. “Aunque igual tenemos lo suficiente para poner  plata  a salvo”, agrega.

Maderera Córdoba ha trabajado con clientes como el Gobierno de la Ciudad o el Museo de Bellas Artes..  Pero Felipe nos informa que, además de los encargos de armarios, bibliotecas y camas, también se redujeron mucho los pedidos de grandes empresas.  “Se hacen cosas más chiquitas”, explica. “La mayoría es público que viene de la calle y entran a comprar algo”. Los clientes, dice, empezaron a desaparecer en “cuando entró Mauricio (Macri). Fue bajando de a poco. Fue gradual”.

Carlos Saso es el actual presidente de la cooperativa. En un rincón anexo del taller, junto a un muchacho que trabaja con una amoladora mientras escucha cumbia con un buen equipo de sonido, explica: “Nosotros con el dinero tenemos un reparto de igualdad, no como las empresas privadas. Y en otros años teníamos un sueldo bastante bueno en relación a las empresas del mismo rubro. Ahora no nos podemos aumentar nada”. El impacto que la inflación tuvo en el consumo no dejó exento a nadie, y los miembros de la cooperativa tienen el depósito de materiales casi vacío, encargando a sus proveedores los que necesitan para la ocasión. “No despedimos personas para ajustar gastos”, recuerda Saso  y añade:.“El retiro de dinero queda ahí y tratamos de sobrevivir con eso.

La dinámica de la maderera, cuenta Felipe, incluye que algunos días de la semana familiares de los cooperativistas vayan a trabajar y se lleven un dinero a cambio. Sin embargo, en los últimos años comenzó a escasear el trabajo que se les pudiera asignar. La preocupación de Felipe es basal. Quiere que aumente el trabajo “así estamos más tranquilos”.

“Yo te enseño a ser cooperativista, a laburar la madera, pero tenés que cumplir como un relojito», dice Sabatella.

Una década y media

Junto a la heladera hay un bol con agua y otro con comida para gatos. La mascota llegó prácticamente al mismo tiempo que se recuperó el edificio. “Era muy chiquito. Ahora tiene catorce años”, dice Guillermo. La cooperativa se conformó en 2003, cuando la hija del antiguo dueño abandonó el terreno luego haber declarado la quiebra. Fue una de las primeras empresas recuperadas del movimiento que se originó tras los coletazos de la crisis de 2001.

“Tuvimos la suerte de que el terreno no estaba a nombre de la maderera, sino de la hija del dueño. Entonces lo remataron, hicimos quilombo y la justicia de la Ciudad decidió pagar el terreno, que volvió a nosotros en función de la ley que nos amparaba”, narra Sabatella, quien se refiere a la Ley porteña 1529 del 25 de noviembre de 2004.

La ley, sin embargo, no evita que existan intenciones espurias sobre esos terrenos, ubicados en una zona muy bien valuada. Uno de los tantos carteles que decoran el hall, puesto en el año 2011, advierte sobre el veto de la Ley 4008 realizado por Macri cuando era jefe de Gobierno porteño, que prorrogaba por 6 años la expropiación de 29 emprendimientos productivos. “Siempre existe el riesgo de un ataque legal. Siempre hay alguien que les va a dar una mano, que nos va a complicar”, cuenta Saso. El Movimiento de Empresas Recuperadas  vivió en julio de este año  un nuevo embate cuando el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta propuso, a través de una circular, hacer caer las expropiaciones de cuatro empresas recuperadas bajo el argumento de que “no se ha cumplido con el objeto de la ley, que era mantener puestos de trabajo”.

La maderera tejió muy buenos vínculos con el barrio, con los proveedores y con otras de empresas recuperadas.

El factor humano

Como la cooperativa sirve de sustento para todos sus integrantes, sus reglas son generales.  “Yo te enseño a ser cooperativista, a laburar la madera, pero tenés que cumplir como un relojito. Si no, no funciona bien. Funciona porque podemos distribuir en cierto momento cierta plata. Independientemente de la mentalidad que tengas. Acá sos uno más de todo un grupo y tenés que laburar. De acuerdo a tu experiencia y a tus posibilidades, obvio”, explica Sabatella.

Esa dinámica es más importante todavía en un período de retracción de la economía que en buenos tiempos. “En este momento tenés que ser puntilloso, verificar que esté todo en condiciones. Verificar la calidad de cualquier cosa que comprás. Además siempre cuesta asignar o asumir responsabilidades, pero eso es común a todas las cooperativas”.

Maderera Córdoba sobrevive también porque no está aislada. La relación con el barrio ha sido muy favorable, dicen sus integrantes, quienes hace quince años tenían miedo de que una madrugada llegase la policía con “dos carros de asalto”. “Por las noches sacábamos las cosas. El dinero, las computadoras. Y nos la guardaba la gente de la Iglesia de la otra cuadra, el dentista de la esquina, el kioskero. Hasta que compramos la caja fuerte”, recuerda Sabatella.

Sin embargo,  el factor más importante fue el trato con los proveedores, quienes incluso estando en quiebra siguieron enviando camiones con mercadería “de fiado”, que la cooperativa pagaba cuando lo podía vender. “Cuando nosotros recién comenzamos -cuenta Saso-, ellos nos trajeron un camión de material surtido. Y nos dijeron que lo fuéramos pagando mientras lo íbamos vendiendo. Así hasta que salimos a flote. Esos quedaron como nuestros proveedores. Empezamos sin nada”.

La cooperativa funciona como una empresa más o menos exitosa, reinvierte el excedente sin que haya un dueño que se lo quede. “El capitalismo es eso”, dice Sabatella y subraya: “No quiero ganar más que otro, pero tengo que ganar. Tengo que sostener al tipo que está acá. A veces peleo con uno de los vendedores porque dice ‘lo que pasa es que es amigo’. Pero yo no lo puedo regalar”.

La maderera, cuenta Saso, se especializa en cortes de madera, aglomerado y melamina, así como en molduras, “que no se hacen en ningún lado”.  “Tenemos una estructura muy particular”, se enorgullece,  Sabatella. “Eso nos permite tener clientes de primera línea. Tenemos buenos carpinteros, buena mercadería y relativamente buenos precios

El movimiento de empresas recuperadas como salida

Maderera Córdoba existe en la red que formaron las empresas recuperadas para mantenerse y aprender entre sí a funcionar como cooperativas. Guillermo Sabatella detalla: “Nosotros éramos unos de los que estábamos en primera línea, por circunstancias fortuitas: el equipo que teníamos, el conocimiento y muchos proveedores dispuestos a trabajar con nosotros. Muchas cooperativas no tienen esa posibilidad”.

En el piso superior de la cooperativa existe un bachillerato de formación en economía social. Los miembros de la maderera acuden dos o tres veces al año para conocer a los estudiantes y aportar su conocimiento en materia de Cooperativismo. “Ahora lo que pasa es que el contexto no te facilita nada para hacer una cooperativa”, dice  Saso, quien asiste con regularidad a los encuentros del Movimiento de Empresas Recuperadas. “Ahora el gobierno dice que son inviables. Y varios sindicatos se oponen también porque siendo cooperativa no reciben aportes”, agrega.

Sabatella se acoda en el respaldo antes de reflexionar que es difícil pasar de patrón a obrero, pero mucho más difícil pasar de obrero a patrón: “Esa experiencia la ganás con los años. El que tiene 20, 25 años se queja un poco de cómo funciona», dice y explica que para integrarse como nuevo socio es necesario pasar un período de prueba de más de un año. “Para demostrar que sos buena persona”, afirma.

 

“Es demencial festejar la muerte”

“Es demencial festejar la muerte”

Tras el recital brindado por el Indio Solari en el predio La Colmena de Olavarría, en el que murieron dos hombres, las miradas condenatorias sobre las víctimas y de quienes participan de este tipo de recitales no demoraron en aparecer. Pablo Semán, sociólogo, Doctor en Antropología Social e investigador del CONICET, analiza la mirada sobre la “cultura del aguante”, el rol del Estado, la organización del evento y la culpabilidad y el uso de alteradores de la conciencia.

Luego de las muertes del sábado en el recital del Indio Solari se evidencia que hay una mirada demonizadora de lo que se llama “cultura del aguante” ¿Por qué?

Yo creo que siempre es más complejo de lo que está creyendo todo el mundo, porque hay una mirada demonizadora de eso que tanto los detractores como los apologistas llaman la “cultura del aguante”,que en realidad es una fetichización que empieza ya con ponerle ese nombre para creer que se sabe algo cuando en realidad no se sabe nada. Pero lo que termina pasando es que se opaca u obtura la realidad que hay detrás. Entiendo que han sido demonizados con lo de cultura del aguante pero también han sido “embellecidos” con esa misma idea. Porque hay una representación apologética también y hay que preguntarse si una parte de quienes hablan de la cultura del aguante no exaltan en los otros lo que ellos no se animan a hacer o admiran secretamente. Hablan de usos de drogas, de éxtasis, de pogo, de la libertad de los cuerpos, de un montón de cosas refiriéndose un tanto elogiosamente.

¿Qué sería entonces lo que comúnmente llamamos como “cultura del aguante”?

Lo que llaman “cultura del aguante” es un conjunto de procesos muy complejos y de práctica muy diferentes que no son un conjunto cerrado. El público del Indio es más variado y combina esas prácticas en desarrollos muy diferentes. Tomar una parte aislada por el todo, privilegiando en esa parte lo que llama la atención de las miradas polémicas y opuestas,  es profundamente reductivo.

pablo seman en su estudio

«Hay una mirada demonizadora de eso que tanto los detractores como los apologistas llaman la cultura del aguante”.

¿Qué es lo que no se termina de ver por tener estas miradas acerca de esta cultura?

En este caso, los críticos de la cultura del aguante tienden a creer que la gente es autodestructiva, quilombera, que se excita y se descontrola y por eso que pasan las cosas que pasan.Y sin hacer ninguna concesión al término de “cultura del aguante”, lo que yo puedo decir es que la gente fue muy cuidadosa, es más, si la gente no hubiera sido muy cuidadosa hubiera terminado en un verdadero desastre. Creo que una buena parte del público, en las condiciones que fuera, hizo suya las palabras del Indio que tiene que ver con la idea de cuidarse uno mismo, pensar que nadie va a cuidar a uno mejor que uno mismo, más allá que en el discurso del Indio eso tiene un valor ambiguo.

De hecho en la semana anterior al recital, a través de Marcelo Figueras, el biógrafo personal del Indio, se difundió un mensaje donde se pedía que el público se cuidara y cuidara al de al lado. ¿Cuál sería el valor que tiene ese mensaje?

Yo creo que el Indio entiende a su público, sabe de dónde viene una parte y de las cosas que es capaz. Entonces, en diálogo con ese público, les propuso que bajaran un cambio. En ese sentido los ha instado: “Sí, hagamos fiesta pero tengamos un límite, un mínimo de disciplina para poder festejar y que no haga daño”. Pero por otro lado, creo que tiene otro valor que es el énfasis en una producción independiente, que se hace cargo del show y maneja el negocio. De alguna manera hay una relación, yo diría de hostilidad con el Estado, que tiene muy buenas razones de ser, por algunas cosas que pasaron, pero tiene la consecuencia de que se hace opaco frente el Estado. Y por otro lado el Estado es ciego. Así que es una combinación muy problemática: hay una organización que es opaca y un Estado que es ciego.

Igualmente hay cierta idea de que estos eventos son incontrolables, con esta misma idea del “pogo más grande del mundo”.

Yo partiría de lo siguiente: en Argentina hay mucho espectáculo masivo y no todos terminan en quilombos ni muertos, es posible hacerlo.Tanto los apologetas como los execradores del Indio tienen una idea como si una cultura fuese un tsunami, un fenómeno natural que es incoercible. Cuando en realidad la cultura es plástica, es flexible, y justamente funciona, entre otras cosas, regulada por instituciones. La segunda cuestión es algo que observa la antropóloga Guadalupe Gallo, que dice que nuestros espacios de diversión y ocio masivo se caracterizan por el escaso cuidado de los asistentes porque nunca hay baños suficientes, no hay agua, no hay ventilación, no hay cuidado para los trabajadores de la noche, pero tampoco para los clientes que tratan con esos trabajadores. O sea: lo que pudo ocurrir en Olavarría se enraiza en una larga tradición de degradación de los espacios de ocio, sobre todo, pero no únicamente, de los públicos menos pudientes económicamente.

¿Y que tendría que hacer el Estado para empezar a regular estos eventos entonces?

Yo no sé en qué grado el Estado está informado de cómo suceden estas cosas. Primero tiene que tener un sistema para informarse. El Estado no sabe que hay un cambio de escala de los eventos por razones tecnológicas, económicas y demográficas. Son cada vez más comunes estos eventos. Por eso digo que el Estado es ciego, porque no retiene para sí una idea contemporánea de qué es el consumo de música, que no es la música sino los eventos en donde se consume la música. Si se quiere controlar situaciones de público hay que saber cómo son los públicos y los eventos.Hay una segunda tarea del Estado, que creo que es complicada, pero que uno no puede abandonarse a la imposibilidad, que es cómo organizar la contención. De alguna manera hay que ver cómo actúa la policía, porque lo que pasa también en Argentina es que a la policía le dicen repriman o no repriman y  esas dos órdenes las entienden. La policía tiene que saber no solamente cómo actuar represivamente, sino cómo promover ciertas reglas, ciertos comportamientos. Aparte la contención policial no tiene por qué necesariamente ser represión ilegal ni sangrienta, la contención del Estado puede no ser directamente una provocación.

Por ejemplo,  ¿el Estado debería saber que en los recitales del Indio es común que vaya gente sin entradas porque sabe que pasan igual?

Ahí hay dos camadas de hechos, el Indio diciendo “bueno no hay cómo evitar que vaya todo el mundo todo el tiempo”, que para mí está mal. Y el Estado que si supiera y no estuviera ciego, diría “no me importa si vos pensás que hay sold out o no, te prohíbo hacer un solo recital, o nosotros vamos a controlar la cantidad de gente”. Se pone un perímetro policial en la ruta a 25 kilómetros, donde digan “miren ya entraron 150 mil, no entra más gente”. Tal vez esto que yo propongo no sea posible, pero no es posible que sea aceptable que no se pueda generar y consensuar una dinámica de concierto que entrañe menos riesgos.

«Yo creo que el Indio entiende a su público, sabe de dónde viene una parte y de las cosas que es capaz».

¿Y qué miradas en común hay sobre las víctimas en este caso en comparación de, por ejemplo, lo ocurrido en Time Warp?

En común hay, en los dos casos, que movilizan lo peor del resto de las sociedades, los peores prejuicios del sentido común. La propia descripción de la cultura del aguante enfatiza los mismos rasgos que el sentido común mira y yo no digo que eso rasgos no estén presentes pero no es solo eso lo que hay. El otro rasgo común es que hemos llegado a un tope de la agresividad simbólica. De un lado y del otro, participamos de experiencias de construcción del otro como un ajeno, como un demonio que tiene de los dos lados la misma intensidad, los mismos recursos, la misma falta de escrúpulos, eso me parece que también los iguala. Cuando fue lo de la Time Warp fue demencial que quisieran tratar de catalogar a los muertos de acuerdo a su supuesta orientación política y, de acuerdo al rótulo que se les pusiera, festejar la muerte. Esta vez pasó lo mismo desde lugares diferentes.Y después la otra cosa en común aunque en signo distinto, es que son miradas que tienden a ver las cosa de una forma relativamente clasista, entonces “estos son malvados porque son chetos, los otros son malvados porque son pobres”. Me parece que la cuarta cuestión es la más compleja de todas y la más difícil de abordar que es la cuestión de las drogas.

¿Qué cuestiones, respecto a la visión sobre el consumo de drogas, sale a relucir en estas ocasiones?

En los dos casos hay sustancias que alteran la conciencia y ambos casos los que miran demoníacamente esas experiencias creen que las drogas producen efectos que en realidad no necesariamente producen. Hay una la imaginación en común que tiene cada uno de estos grupos que creen que las drogas del otro te llevan a la muerte. Y no es así,la gente usa alteradores de conciencia y al mismo tiempo se cuida. La gente no salió estando borracha a tirarse contra las paredes el sábado y tampoco sucedió en Time Warp Entonces ahí hay toda una mirada sobre la relación drogas-ocio que quienes miran y acusan no la tienen muy clara.

 

Actualizado 16/03/2017

 

La CGT perdió la agenda

La CGT perdió la agenda

La multitudinaria movilización convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT) terminó con incidentes luego de que la dirigencia sindical prometiera un paro nacional, sin determinar la fecha y condicionándola según las “rectificaciones” que el gobierno pudiera llegar a hacer. Desde el comienzo del acto hubo chiflidos e insultos para los oradores de parte de los trabajadores que demostraban su descontento por la demora en la convocatoria a la primera huelga general, tras 15 meses de gobierno de Cambiemos.

Desde el mediodía hubo concentraciones de agrupaciones sindicales de todo tipo, ya sea las que nuclea la CGT, inclusive la de su rama más combativa alineados en la llamada Corriente Federal de Trabajadores, como los que pertenecen a las dos CTA (Central de Trabajadores de la Argentina) que esta vez marcharon juntas. También hubo presencia de sindicatos clasistas, de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular), de agrupaciones partidarias de izquierda y kirchneristas, así como también numerosas personas autoconvocadas. Los organizadores estimaron una concurrencia que superó las 300 mil manifestantes. La unión de los trabajadores se hacía visible con el objetivo de que se llamara finalmente a un paro general.

El acto de la CGT tuvo lugar en la intersección de las calles Moreno y Diagonal Sur, en frente del Ministerio de Producción, donde se armó un escenario para que los dirigentes sindicales le hablaran directo a sus bases.  La jornada comenzó cuando el orador oficial pidió un minuto de silencio para recordar, entre otros a José Ignacio Rucci, como uno de los defensores de los trabajadores. La respuesta Inmediata, sin embargo, fue el cántico “vamos a volver” seguido de un masivo grito: “Paro general”.

Manifestantes se concentran en la movilización convocada por las centrales sindicales en Diagonal Sur y Avenida Belgrano.

Desde el comienzo del acto hubo chiflidos e insultos para los oradores de parte de los trabajadores que demostraban su descontento por la demora en la convocatoria a la primera huelga general.

En medio de ese clima, Carlos Acuña, uno de los tres secretarios generales que encabezan la CGT, tomó la palabra y empezó a cuestionar al Gobierno: “Basta del manoseo que tenemos”, dijo. Luego felicitó a los trabajadores por la amplia participación en la manifestación y por el apoyo a los docentes en la marcha del día de ayer. Acuña continuó denunciando la cantidad de despidos y suspensiones sufridas, el aumento de las tarifas, y recordó el veto presidencial a la Ley Antidespidos, así como la inflación creciente. Desde el público aparecían los primeros silbidos y los gritos que replicaban: “Ya lo sabemos, llamá al paro general.”

Rápidamente, el micrófono pasó a manos de Juan Carlos Schimid, otro de los secretarios generales de la CGT, a quienes algunos manifestantes recibieron con el grito de “Vende Patria”. Mientras tanto, se hacía sentir con fuerza de nuevo el grito “paro general”. En ese clima, Schmid destacaba el daño que produjo en la industria local la apertura de las importaciones. “Vamos a ir a un paro nacional, a una medida de fuerza, para que el silencio ensordecedor le haga ver al gobierno nacional, ese retrato social que la mayoría de los argentinos no ve”.

Ante estos dichos, el público se aliviaba esperando que cuando Héctor Daer, el restante titular de la CGT, tomara la palabra dijera efectivamente la fecha del tan ansiado paro. Pero después de quejarse sobre el techo a la paritaria, que el gobierno quería imponer, y de jactarse de defender a los trabajadores Daer sostuvo: “Vinimos a decirles a este gobierno que si no hay rectificaciones, el Consejo Directivo de la CGT ya tomó la decisión de hacer un paro de 24 horas.” Esto generó la respuesta de un público enfebrecido que al instante replicó : “Ponele fecha, la puta que te parió”. Daer concluyó su intervención reivindicando la coherencia de su espacio por haber sido pacientes, mientras los manifestantes, enojados, silbaban y gritaban: “Cagones”; “traidores”; “Perón te queda grande.”

El acto de la CGT tuvo lugar en la intersección de las calles Moreno y Diagonal Sur, en frente del Ministerio de Producción, donde se armó un escenario para que los dirigentes sindicales le hablaran directo a sus bases.

Después de que Daer concluyera el acto, un grupo de trabajadores de diversos espacios, lograron pasar las vallas y alcanzaron la zona del escenario donde estaban los dirigentes sindicales, y comenzaron a increparlos. De repente irrumpieron integrantes del Sindicato de Camioneros, que agredieron a los que se encontraban allí, y sacaron a Pablo Moyano del lugar.

La indefinición de la cúpula cegetista sobre la convocatoria al paro provocó el descontento de muchos de los asistentes, ya que se sintieron ignorados luego de manifestarse a favor de una medida de fuerza tras pasar 15 meses del gobierno macrista, sufriendo una continua pérdida de derechos, la caída de nivel adquisitivo, los tarifazos, los despidos, la inflación, entre otros ataques a la clase trabajadora.

María José Graiño, perteneciente a la Unión de Docentes Argentinos  (UDA), vino especialmente de San Nicolás para participar de las convocatorias de ayer y de hoy y expresó su malestar: “Realmente estoy indignada. Vinimos hasta acá y veo que está todo arreglado. Nos entregaron, me siento muy triste y apenada. Cómo puede ser que yo venga acá para escuchar que van a llamar a parar 24 horas cuando les estamos pidiendo un paro inmediato, es una vergüenza.” En la misma línea se expresó Gonzalo Fernández, militante  de la agrupación Kolina: “Veníamos con la idea de que teníamos una fecha a partir de hoy del paro general, pero la conducción todavía es funcional a la derecha. Puro amague, se están cagando en las bases”.

Otro trabajador, que no quiso dar su nombre por motivos laborales, ya que pertenece al Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA),  comandada por Rodolfo Daer, hermano de Héctor Daer, daba también su opinión:  “No sé qué está esperando la CGT. Queremos que pongan una fecha concreta porque no da más el trabajador, el pueblo está presente acá.”

 Pero no todos se mostraron disconformes con los discursos del tridente de la CGT, Raúl Ortega de 65 años, referente del Sindicato de Empleados de Comercio de Mendoza -presidida por Armando Cavalieri-, se mostró optimista: “Yo creo que si no hay una mesa de arreglo de acá a 15 días, va a haber paro”.

Por su parte, Liliana (no quiso dar su apellido) trabajadora de Unión del Personal Civil de La Nación  (UPCN) remarcó la necesidad de que el gobierno se abra al diálogo: “Este gobierno está avasallando derechos, y propiciando que miles de trabajadores y ciudadanos estén quedando en la calle y sin trabajo, así que yo espero que bajen sus pretensiones oligárquicas y que se propongan hablar con nosotros, que somos los que realmente tenemos el poder.”

Actualizado 07/03/2017

En defensa de los inquilinos

En defensa de los inquilinos

Distintas organizaciones sociales de todo el país impulsan una nueva norma sobre alquileres, ante los abusos sistemáticos cometidos por inmobiliarias y propietarios. Este año pasará a la Cámara  de Diputados para su tratamiento y eventual aprobación. La iniciativa, que lleva la firma de la senadora del Frente para la Victoria Silvina García Larraburu, propone modificaciones en el Código Civil y Comercial que beneficiarían a los inquilinos.

El proyecto extiende el plazo mínimo de los contratos de alquiler de dos a tres años, se elimina el plazo de seis meses para que el inquilino pueda rescindir el contrato sin causa, se contempla la devolución del depósito en garantía y las expensas extraordinarias las abonará el dueño del inmueble. Además, el proyecto establece que los aumentos sean anuales y que de ninguna manera superen al nivel inflacionario. Otra novedad es que las partes puedan renovar o no el contrato sesenta días antes del vencimiento y se dispone la regulación de las comisiones inmobiliarias por jurisdicción. En caso de no haber regulación específica en la zona, no debe superar nunca el mes de alquiler, como lo establece la Ley 2.340 que corresponde a Ciudad de Buenos Aires.

La problemática de los alquileres se agrava año a año, por las condiciones cada vez más extorsivas y leoninas a las que son sometidos los inquilinos. Luego de un amparo propiciado por Inquilinos Agrupados y la Asociación civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), la  Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, confirmó un fallo de primera instancia que resolvió la ilegalidad de cobrar más de un mes de comisión, una anomalía muy frecuente en las operaciones inmobiliarias. Además, la sentencia obliga al Colegio Único de Corredores Inmobiliarios de la Ciudad de Buenos Aires a realizar un control integral sobre sus matriculados para evitar estos abusos.

El proyecto de ley y las acciones de las asociaciones civiles constituyen una respuesta esperada hace tiempo por parte de los inquilinos. Como parte de ese proceso, en febrero de 2016 se había creado un área de la Defensoría del Pueblo para proteger los derechos de los inquilinos, se trata de la Defensoría del Inquilino, a cargo del ex legislador Fernando Muñoz, que brinda asesoramiento legal, acceso al sistema de mediaciones y presenta políticas y propuestas acordes al sector.

El proyecto de ley y las acciones de las asociaciones civiles constituyen una respuesta esperada hace tiempo por parte de los inquilinos.

El proyecto de ley y las acciones de las asociaciones civiles constituyen una respuesta esperada hace tiempo por parte de los inquilinos.

Respecto de los abusos, Lis Rodríguez, vecina de La Boca, dice  a ANCCOM: “Cuando alquilé un PH con mi novio, además de exigirnos  la garantía propietaria de una amiga, tuvimos que poner los recibos de sueldo de mi padre y mi novio como garantía. Además los arreglos los pagábamos nosotros y la dueña nos reconocía una parte, una vez abonados, ella nos descontaba una parte del alquiler, todo en forma arbitraria. En el momento de rescindir el contrato nos retuvo el anticipo”. Otra experiencia es la de Gabriela Szconadek, vecina de Parque Patricios, que cuenta: “Alquilábamos  con la garantía propietaria de mi tío, una casa que necesitaba muchos arreglos y el dueño no se hace cargo, por lo cual decidimos buscar otra propiedad, pero al morir mi tío, quedamos presos de una casa en mal estado y con un valor muy alto de mercado, ya que no conseguimos  un seguro de caución (que exige ingresos de 20000 pesos como mínimo) para poder mudarnos a un lugar mejor”. En comunicación con ANCCOM, Tomás Beceyro, secretario general y letrado de la Unión Argentina de Inquilinos, manifestó al respecto que “los seguros de caución son relativamente nuevos para las locaciones y de a poco son más aceptados por los propietarios, los bancos brindan garantías similares y  los propietarios los incorporan paulatinamente, como ocurrió con las garantías propietarias de otras jurisdicciones”. Beceyro, en relación al proyecto, consideró que todo lo que ayude a equiparar la relación entre propietarios e inquilinos es muy importante, ya que últimamente parece un contrato de adhesión, en el que el inquilino no es escuchado. “Hay que tener en consideración que se trata de una modificación muy importante y que el derecho a la vivienda está consagrado en la Constitución Nacional. En el hipotético caso que ocurra el veto desde el Poder Ejecutivo se estaría perjudicando a millones de inquilinos y a la vez fulminando una garantía constitucional”, agregó. Por otra parte, el proyecto también prevé deducir los alquileres del impuesto a las ganancias. Por supuesto, distintas inmobiliarias anticiparon su rechazo a lo cambios propuestos.

Actualizado 08/02/2017

Clarín despide y la policía reprime

Clarín despide y la policía reprime

La Policía Federal lanzó balas de goma y gases lacrimógenos contra los manifestantes que se solidarizaban, este martes, con los 380 trabajadores despedidos de la empresa Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), perteneciente al Grupo Clarín. El delegado Ezequiel Gatti recibió dos perdigonazos en la cabeza y otro en la espalda.

El lunes por la mañana, los operarios llegaron a su lugar de trabajo y lo encontraron cerrado, con un cartel en la puerta que informaba un teléfono para negociar indemnizaciones. Por esa razón, decidieron tomar los talleres ubicados en la calle Corrales 1393 del barrio de Pompeya, en la Ciudad de Buenos Aires.

La gráfica funcionó con normalidad hasta la semana pasada, pero los empleados denuncian una maniobra de vaciamiento premeditada. Un operario del sector de Rotativa, con 15 años en la compañía, denunció que “se llevaron 16.000 bobinas”. Y agregó: “Ni para lavarnos las manos dejaron”. Ante estos hechos, los trabajadores montan guardia para evitar que retiren las máquinas más grandes.

La maniobra del Grupo Clarín viene de antes. “Hace un mes fuimos a hablar con los directivos porque nos dimos cuenta que estaban imprimiendo las revistas Viva, Genios,  Miradas -la de Cablevisión- y folletería de Garbarino y Frávega, en otros talleres, pero diciendo que eran de AGR”, cuenta un obrero del sector de Encuadernación con más de 30 años de antigüedad en la empresa. Los directivos argumentaron que había más trabajo del que podían absorber. Tal es el grado de planificación, sostiene, que ya se encuentra impresa toda la tirada de Viva hasta fin de febrero. “Están cubiertos por un tiempo”, dice el operario, junto a un compañero, sentado a la sombra, en la vereda de la fábrica.

El lunes, el grueso de los trabajadores quiso ingresar a sus puestos y se encontró con un operativo policial. Frente a esta situación, ochenta operarios ingresaron y tomaron la planta en defensa de sus puestos de trabajo, mientras el resto quedó del lado de afuera.

Los trabajadores piden la reincorporación de los despedidos, rechazan la indemnización y desconocen el “retiro voluntario” que propone el Grupo Clarín. Daniel Pellegrino, empleado del sector de Control de Calidad, afirma: “Nos dimos cuenta que algo se iba a venir, porque es demasiado el vaciamiento, demasiado el trabajo que se está adelantando acá y el que están mandando a otras gráficas del Gran Buenos Aires”. Otro operario cuenta que en noviembre de 2016 los directivos ofrecieron la desvinculación de 65 trabajadores como parte de un plan de reestructuración, pero ellos se negaron.

La empresa emitió un comunicado en el cual habla de la “reconfiguración que atraviesa el sector de impresión comercial” y la necesidad de una “reestructuración”. De paso, hace responsable al gremio de la situación: “Existen varios sectores industriales que han logrado atenuar dificultades económicas o cambios en la tecnología con acuerdos gremiales-empresarios que posibiliten un horizonte de futuro para la empresa. Incluso ha habido ejemplos en el sector gráfico. Pero en la planta Pompeya desgraciadamente ello no ha sido posible”.

Otro de los motivos que aduce la empresa es el “el rechazo a la realización de trabajos de impresión –por solidaridad gremial–, al provenir de talleres que habían cerrado sus puertas”. Según los trabajadores de AGR, se trataba de trabajos provenientes de la ex Donnelley y la negativa a hacerlos fue en defensa de los compañeros echados de esa imprenta.

Uno de los operarios recuerda que ya en 2004 vivieron una situación similar. En esa ocasión, quisieron despedir a 140 empleados y que gracias a la lucha de la comisión interna redujeron ese número a 80.

Desde que se inició el conflicto, se acercaron referentes políticos y gremiales a la puerta del taller, custodiado por unos cuarenta agentes de la Policía Federal. Entre ellos, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. A partir de las 18 del lunes, la Gendarmería desplegó un cordón de sesenta efectivos con escudos y palos. El dispositivo de seguridad ocupa todas las entradas.

Ese mismo día se había montado un escenario donde se destacó la presencia de Silvia Martínez Cassina, periodista de Canal 13 y delegada gremial de la Comisión Interna de esa emisora, quien hizo una firme denuncia a la precarización laboral a la que se quiere empujar los trabajadores de AGR y a los de todo el Grupo. También estuvieron los dirigentes del Frente de Izquierda Néstor Pitrola, Marcelo Ramal y Nicolás Del Caño. Uno de los discursos más aplaudidos fue el del  representante de la Federación Gráfica Bonaerense, Mario Abraham, que convocó a un paro general del gremio gráfico para este jueves y llamó a todos los trabajadores del sector a no realizar trabajos provenientes de AGR. Todos los oradores coincidieron en que la tercerización de las impresiones y las “negativas” que plantea la empresa son parte del plan de flexibilización laboral avalado e incentivado por el Gobierno nacional de Cambiemos.

Pablo Viña, delegado de los trabajadores de AGR-Clarín, cerró el acto desde adentro de la fábrica. Agradeció el apoyo de los trabajadores, denunció que la redacción del diario Clarín y el taller de Zepita-Clarín trabajan bajo custodia policial. Viña se dirigió con tono desafiante al CEO del Grupo Clarín: “Si querés combate lo vas a tener, Magnetto”. También denunció que el Ministerio de Trabajo, tanto de este Gobierno como del anterior, no hizo nada frente a sus reclamos. Y desmintió que la empresa no tuviera trabajo: “Por el contrario, hay mucho; son excusas para querer quebrar la empresa”.

Mientras los telegramas de despido iban llegando a cada familia y la toma continuaba, los delegados de AGR fueron convocados el martes a una reunión en el Ministerio de Trabajo. En el encuentro, los representantes de la empresa ratificaron su decisión de despedir a todos los operarios y los delegados gremiales solicitaron que el Ministerio de Trabajo dicte la conciliación obligatoria, una medida habitual en este tipo de conflictos. Insólitamente, los funcionarios de la Cartera Laboral que estaban presentes manifestaron que no estaban habilitados para intervenir.

18/01/2017