Las pibas a un paso del mundial

Las pibas a un paso del mundial

Argentina vs Panamá en la clasificación al mundial, Tres jugadoras argentinas festejanLa tarde cae en Sarandí. Las banderas celestes y blancas inundan las calles que rodean al estadio Julio Humberto Grondona de Arsenal. Hay olorcito a choripán y promesa de fiesta en los tablones. Por primera vez, un partido de la Selección Argentina es libre y gratuito. Las y los hinchas que llegan con bombos y redoblantes completan la celebración. Quince mil personas cruzan los molinetes y llenan las tribunas para alentar a las jugadoras que disputan frente a Panamá un lugar en la Copa Mundial Femenina Francia 2019. Hombres, mujeres, niño y niñas. Los pañuelos verdes se mezclan con las camisetas argentinas y las vinchas. 

El equipo recorre el camino que separa al vestuario del campo de juego escuchando la tradicional “que esta barra quilombera / no te deja, no te deja de alentar”. El camino hasta el repechaje fue difícil. Años sin espacio para entrenar, viáticos miserables, nada de indumentaria ni premios, nulo apoyo oficial, pero siempre la pasión y un reclamo en alto: “¡Queremos ser escuchadas!”. Las pibas salen a la cancha y la multitud les da la bienvenida con cánticos y una suelta de globos albicelestes por el cielo de Avellaneda. Suena el himno panameño y el público responde con un aplauso respetuoso. Suena el argentino y lo corea a viva voz. La checa Jana Adamkova da el pitazo inicial y la percusión de la popular no se detendrá en los 90 minutos siguientes. Los hinchas en las gradas están encendidos, los espectadores fugaces que vuelven de sus trabajos en el tren Roca miran con curiosidad desde el terraplén del ferrocarril, el combinado nacional arranca con buen pie.

Mujer tocando el bombo en la tribuna

Las y los hinchas que llegan con bombos y redoblantes completan la celebración.

A los 10 minutos, penal para Argentina. “¡Penalazo!”, grita un plateísta. Pero la “asombrosa Bailey”, tal como la caracteriza la FIFA en su web oficial, hace valer su reciente título de Guante de Oro y ataja el disparo. Once minutos dura el mal trago hasta que Mariana Larroquette manda la pelota a la red panameña y convierte el primer gol. Cinco minutos transcurren nomás y Eliana Stabile amplía la diferencia. El estadio estalla de alegría. Las pibas dejan todo y la hinchada agradece a puro aliento.

Antes de que termine el primer tiempo, un rincón de la popular empieza a cantar “¡Aborto legal, en el hospital!” y el grito se contagia. Ya en el complemento, mientras la zaguera Aldana Cometti para cualquier intento de ofensiva panameña, Estefanía Banini despliega su calidad de juego, corre y gambetea “a lo Banini” –frente a quienes insisten en llamarla “La Messi”– y le deja servido el tercer tanto a Yamila Rodríguez, dueña de todas las pelotas paradas, que hace honor a su potente pegada.

La roja a la panameña Linedth Cedeño desnivela aún más el juego y, sobre el cierre, la referí cobra un nuevo penal para Argentina que Stábile cambia por gol. Las chicas se abrazan y festejan un triunfo adentro y fuera de la cancha. 

Arquera panameña ataja un pelotazo

La “asombrosa Bailey”, tal como la caracteriza la FIFA en su web oficial, hace valer su reciente título de Guante de Oro y ataja el disparo.

El camino al mundial no es sencillo. Tras 11 años de ausencia albiceleste, el tercer puesto en la Copa América las trajo hasta este repechaje. El próximo martes en el Estadio Rommel Fernández, en Panamá, se disputará el partido de vuelta. Será el último escalón para llegar a Francia 2019.

Despidos y una lucha que recién empieza

Despidos y una lucha que recién empieza

Los obreros de la planta metalúrgica de Canale Redepa SA, situada en la localidad bonaerense de Llavallol, recibieron en los últimos días telegramas de despido que no solo darían fin a la incertidumbre que se mantenía desde hace un mes sino que más de 80 personas quedan sin trabajo.

Luego de que una de las unidades de Grupo Canale, Industrias Alimenticias Mendocinas Sociedad Anónima (IAMSA) fuera declarada en quiebra el 1 de octubre, la planta de Llavallol dejó de recibir materiales y órdenes de trabajo. Los empleados, sin respuesta por parte de las autoridades y con tres meses de salario impago, cumplieron durante ese lapso su horario de trabajo y realizaron un buffet autogestionado para sustentarse.

Antes de que llegara la noticia, en Llavallol se respiraba indignación a pesar de la calma característica del barrio. Desde la estación de tren podían observarse diversos carteles con el pedido de los trabajadores: ‘‘En Canale queremos trabajar y cobrar’’. A un costado del portón de la fábrica y sobre unas improvisadas mesas hechas con tablones, se vendían hamburguesas y choripanes cocinados en una vieja parrilla. Pocos autos circulaban por la calle Santa Catalina, mientra que algunas bicicletas y peatones que frenaban a colaborar con su compra.

Dentro de la enorme construcción gris donde, hasta hace poco tiempo, se fabricaban las latas de alimentos de Canale, gobierna el silencio. La imponente maquinaria metalúrgica completamente apagada, los pocos materiales que quedaron cubiertos de polvo y el fuerte olor a encierro dan cuenta de la situación, que bordea el abandono.

Maquinarias apagadas en la fábrica sin funcionamiento.

‘‘Desde marzo venimos arrastrando pagos fraccionados. El pago siempre fue irregular. Y ahora llegamos a octubre con tres meses acumulados de deuda’’, cuenta Julio Retamazo, trabajador del sector de litografía desde hace más de diez años. El panorama de los cien obreros metalúrgicos de Llavallol es incierto porque Redepa SA no se ha declarado en quiebra hasta el momento. Con respecto a IAMSA, explica que ‘‘ellos tienen la quiebra con continuidad laboral, nosotros estamos abandonados’’.  

Grupo Canale posee tres plantas en Mendoza, una en Catamarca y una en Llavallol. Camilo Carballo es el principal propietario, con el 50% de las acciones de Canale Llavallol. El otro 50%, que pertenecía a IAMSA, quedó en manos de un juez y un síndico. Al estar la base central en Catamarca, las negociaciones para reflotar la empresa se encuentran muy lejos del sur del conurbano bonaerense. La Unión de Obreros Metalúrgicos (UOM), por su parte, mandó esta semana a un representante a Catamarca para seguirle el rastro a Carballo, aunque comparten la misma incertidumbre que sus afiliados. Según el testimonio del grupo obrero, el empresario no se ha apersonado en la planta a hacerse cargo de la situación. Además, la fábrica actualmente carece de autoridades, ya que han renunciado sus dos directivos.   

El panorama de los obreros metalúrgicos de Llavallol es incierto porque Redepa SA no se ha declarado en quiebra hasta el momento.

Al dialogar sobre el día a día de este último mes, los rostros se enrojecían y las voces temblaban. ‘‘A todos nos cayó muy mal’’, ‘‘muchos tenemos deudas y también hijos que mantener’’, ‘‘tantos años de trabajo tirados al tacho de basura’’, expresaban varios en simultáneo. Del total de trabajadores, un 80% tienen 20 o más años de antigüedad, llegando a casos en los que se encontraban a pocos meses de jubilarse. Sobre la iniciativa de crear un buffet atendido por ellos mismos, comentaban que cualquier cosa era mejor que estar adentro de la fábrica ociosa: ‘‘Ahí adentro es un cementerio… te volvés loco o te largás a llorar’’, dicen los operarios.

A pesar de todo, la voluntad y la energía se renuevan: se han organizado caravanas por el barrio para informar a los vecinos de lo que estaba pasando y también se gestionó un festival musical en la calle para recaudar fondos. Canale Llavallol es el segundo hogar de un gran número de familias y es un emblema para el barrio y para todo el partido de Lomas de Zamora. Los vecinos se solidarizan, contribuyen con lo que pueden y apoyan al colectivo de obreros en sus diferentes formas de lucha.

Actualmente, y con los telegramas en mano, los obreros organizaron un acampe pacífico en las puertas de la fábrica para reclamar por sus puestos de trabajo y por el pago de la deuda salarial. ‘‘Si hay que hablar con el diablo, hablemos con el diablo, pero hay que salvar esto’’, sentenciaba Julio unos días atrás, generando asentimientos del resto.    

Canale Llavallol es el segundo hogar de un gran número de familias y es un emblema para el barrio y para todo el partido de Lomas de Zamora.

Las cataratas de Segey

Las cataratas de Segey

Pedro Barandarian, director de Segey.

La ciudad de La Plata es el escenario que habita un hombre de escasa estatura, con unos peculiares bigotes y solo 42 kilos a cuestas. Pareciera no alcanzar para hacer un film, hasta que habla. Su castellano incómodo deja entrever desde el comienzo el exilio y un misterio que ni él mismo parece saber cómo develar. También sus silencios desnudan el desarraigo, ese de estar sin terminar de pertenecer. Su nombre es Segey, al igual que el del documental, y nació en Estonia. Atravesó desde la guerra contra Afganistán hasta la convivencia con la realeza en Marruecos, sirviendo al rey. Después de esos torbellinos arribó a la Argentina a fines de la década de 1990, y aunque critica duramente a los políticos del país, no piensa en irse.  Ni él tiene claro cómo decidió su destino, pero llegó y acá es pintor autodidacta, que pincela las Cataratas del Iguazú sin haberlas conocido, pero que anhela hacerlo. Cada pizca de él refleja su imbricada historia, la que atrapó y le rogó ser contada a Pedro Barandiaran, su director.

Segey, al igual que el del documental, nació en Estonia. Atravesó desde la guerra contra Afganistán hasta la convivencia con la realeza en Marruecos, sirviendo al rey.

Segey ganó el premio a mejor película en el Festival de Cine Documental de Buenos Aires y se proyectará todos los viernes de octubre en el Centro Cultural Recoleta. Cuando se piensa en la vida de una película, sobre todo en un documental, es imposible no preguntarse cómo se gesta, qué hace que historias tan pequeñas lleguen a la pantalla grande y merezcan ser visitadas. Cómo se confía en que esa vida será capaz de remover a otras. Barandiaran empezó dejándose llevar por su curiosidad: “Conocí a Segey a partir de una nota que leí en un diario de La Plata, en 2012, dice el director. Había un mapa que mostraba dónde quedaba Estonia, y una foto de Segey sonriéndole a un periodista detrás de cámara. La nota no estaba firmada. Eran los highlights de su vida. Me fascinó el aspecto que tenía Segey, parecía un personaje de una película del finlandés Aki Kaurismäki. Lo empecé a investigar por Internet y unos meses después lo fui a conocer a un centro cultural, donde decían que estaba dando un curso de pintura. Cuando fui, tenía una sola alumna, que pintaba en caballete un cuadro de las Cataratas. Todavía estaba lejos de ser una película, pero intuía que tenía un buen personaje”.

En el relato, el protagonista muestra sus pinturas de las Cataratas con orgullo y se convierten en la puerta de entrada  a su universo. No las conoce pero buscó fotos en Internet y parecen haberlo conmovido desde el principio. De pocas palabras, pero seleccionadas con pinza: “Mucho más mejor mirar originales, pero es lejos”, dice Segey. A partir de esa frase, exclamada en su castellano con extraña sintaxis, nace un suceso central de la película: su viaje a las Cataratas, que irrumpe en su vida como una manera de hacer posible lo imposible, y de ver en una persona que atravesó la guerra y el desarraigo, la fragilidad de un niño que se conmueve ante lo desconocido.

“Conocí a Segey a partir de una nota que leí en un diario de La Plata, en 2012 «, dice el director.

 

“A medida que nos conocíamos me iba contando con más detalle las aventuras de su vida, que eran increíbles y parecían no agotarse nunca. Un día le pregunté por su familia, y me contó algo que en la película pasa un poco desapercibido: había hecho la promesa de no sacarse el bigote hasta reencontrarse con Vadim, un hijo treintañero que había dejado en San Petersburgo”, explica Barandiaran, demostrando cómo el protagonista fue soltando de a poco la sensibilidad de los detalles. Por más que expresaba no querer volver a su país y haber sufrido mucho, tenía algo allá lejos que había dejado y le pertenecía, ese hijo al que aún estaba unido por la inmutabilidad de su aspecto físico, a modo de promesa, de lealtad, o  de demostración de amor.

Cuando el director descubrió que la contraseña de la casilla de correo electrónico de Segey es la fecha de nacimiento de su hijo, se aseguró de que la historia merecía ser contada y que ese vínculo iba a ser parte del núcleo. A mitad del relato se hace presente Vadim de manera disruptiva, y es una sacudida emocional en el protagonista y por ende, en los espectadores. El abandono reclama y a la vez el cariño se mezcla con el dolor, en una enredadera de contradicciones. Pero no hay dudas de que le importa y que todo el misterio que abraza los recorridos de su vida son demolidos cuando el hijo lo interpela. “En el desarraigo que él narraba, tener un hijo y la expectativa por volver a encontrarlo era una fisura, una contradicción –dice el director-. Había aparecido un elemento que en su relato de refugiado él decidía suprimir, la familia, pero que era imposible de ocultar por su densidad, un agujero negro que ponía todo a gravitar”.

Durante todo el documental la cámara realmente parece invisible, ya que el protagonista fluye y se desnuda como lo haría en la soledad de un domingo con las persianas bajas. Este resultado deviene de un proceso de dos años de arduo trabajo para conocerlo y crear la confianza necesaria para experimentar. Además, el equipo de trabajo casi que convivió con Segey durante dos semanas, que fue lo que duró el rodaje. Con respecto al protagonista, el director expresa: “También hubo una entrega muy grande de su parte que fue fundamental. Él sabía perfectamente cómo funcionaba esa relación de sujeto y observador, incluso más que yo, y se dejó llevar por lo que proponíamos. Cada vez que prendíamos la cámara surgían cosas muy buenas, de una frescura muy genuina. Sus tiempos dentro del plano son preciosos, y fue lo que me permitió encontrar en el montaje el ritmo de la película”.

Los sesenta minutos que dura la película son punzantes y claros en el mensaje, pero aún así, no se cierran todos los interrogantes que envuelven a Segey. En este sentido, Barandiaran expresa: “Empecé a filmar con las mismas dudas que tenía cuando lo conocí, y las sigo teniendo ahora. Hacer la película no me dio una respuesta sobre las tribulaciones de Segey, y entendí que tampoco iba a poder dárselas al espectador, no quería clausurar nada”. En ese sentido, el documental invita a una construcción activa por parte del público, para intentar soldar los agujeros desde la imaginación. En esta línea, el director expresa que su intención es provocar un sentimiento genuino, acompañarlo sin juzgar e intentar comprender. Por más que su historia sea parecida a muy pocas, la espina dorsal de Segey son sentimientos universales: el miedo, la soledad, lo pendiente e inconcluso, la soledad y hasta la contradicción de no parar de fumar aunque cueste respirar. “La mayoría de las personas están limitadas por dificultades para comunicarse, en una lucha constante consigo mismas –concluye Barandiaran-. Esta es una película que presenta un personaje encerrado, pero que además está al margen de todo, casi colgando del mundo. Y acercarse a su historia es para mí una manera de ensanchar ese margen, que es donde en definitiva creo que habitamos todos”.

Segey se proyecta en el Centro Cultural Recoleta todos los viernes de octubre a las 21.

“La calle no es un lugar para vivir”

“La calle no es un lugar para vivir”

A las 12 del mediodía más de un transeúnte se detiene frente a la Plaza de los Dos Congresos y se lleva la mano a la frente para poder ver, bajo el sol que encandila, a un centenar de personas en situación de calle que se reunió allí con una consigna clara: “La calle no es un lugar para vivir”. Las banderas gigantes de las agrupaciones convocantes hacen de telón y atraen las miradas de todos y todas. Incluso de aquellos que a diario bajan la vista ante las más de 7.000 personas que habitan lo inhabitable: la calle. Pero esta vez la mirada es distinta. Porque se trata de un grupo de personas que no están allí para mendigar—pedir es lo que hacen involuntariamente todos los días—sino que están para exigir. Y no es una plaza arbitraria de la ciudad, están justo frente al Palacio Legislativo.

El encuentro de personas en situación de calle que tuvo lugar el sábado a partir de las 11 de la mañana fue convocado por una multiplicidad de organizaciones sociales que buscan dar continuidad al masivo Frazadazo del 23 de agosto. Los integrantes de Proyecto 7 y las remeras que los definen como la militancia de la calle, las chicas de Frida y No Tan Distintas que estiran las frazadas como símbolo de lucha y la Asamblea Popular Plaza Dorrego, entre otras agrupaciones, idearon la jornada con el fin de visibilizar y accionar un plan de lucha, frente a una situación por demás insostenible.

“La calle mata, y no es una metáfora” afirma Horacio Ávila, hombre que habitó la calle y alma pater de Proyecto 7. En lo que va del año, 23 personas murieron como consecuencia de la vulnerabilidad y el aislamiento. Más de 20.000 personas corren el riesgo de vivir en la calle por el ajuste y, ahora también, por la irregularidad en el pago de los subsidios habitacionales que constituyen casi siempre el único recurso con que estos hombres y mujeres cuentan para no estar a la intemperie. “El Congreso nos tiene que mirar”, dice Horacio. “Tenemos que dejar de ser invisibles para el gobierno y la sociedad, compañeros y compañeras: ollas sí.”

Horacio Ávila.

La olla se destapó a eso de las 13 y Fabián se acercó al encuentro guiado por el aroma del guiso de fideos. Se sienta tranquilo a comer la esperada porción abundante y cuenta que vino caminando desde Palermo. Está contento porque llegó a tiempo para el almuerzo y piensa quedarse para hacer frente al reclamo. Fabián conoce el nombre de todas las calles desde Palermo hasta Congreso, “una por una, sin pifiar”. Termina de comer y dice que asistió al Frazadazo y le gustó: “Me trataron bien, hablé con varias personas y está bueno empezar a organizarnos para exigir al Estado y para ayudarnos entre nosotros”.

A las 15, los miembros de las agrupaciones definieron la fecha del próximo encuentro pautado para el sábado 3 de noviembre. El objetivo sigue siendo el reclamo en torno al cumplimiento de la Ley 3706 y la sanción de una ley equivalente a nivel nacional. Hacia el final de la jornada el panorama presentó con fuerza la cualidad que lo define: pensar la calle, ya no como lugar para vivir. La calle, como espacio de lucha.

Frazadazo frente al Congreso de la Nación el 23 de agosto de 2018.

 

“No al ajuste en discapacidad”

“No al ajuste en discapacidad”

Organizaciones sociales y políticas, asociaciones y ONG que luchan por los derechos de las personas con discapacidad se concentraron en el Congreso para manifestarse en contra del recorte que el Gobierno nacional pretende realizar sobre las pensiones por discapacidad. Agitaban sus banderas y carteles bajo las consignas: “No a la quita de pensiones»; “Un derecho no es un gasto»; “No al ajuste en discapacidad».

Entre los manifestantes, Andrea, mamá de Leonel, un chico de 12 años que padece el síndrome TDAH (déficit de atención con hiperactividad o sin hiperactividad), se reunió a otras madres que están en la misma situación y se organizaron para juntar firmas e impulsar una ley para que los niños puedan tener una cobertura de tratamientos que funcione en las escuelas. “El proyecto de ley está encajonado en el Congreso de la Nación desde marzo de 2017”, manifestó Andrea y aseguró que “lo que está haciendo el Gobierno es gravísimo. Vamos para atrás, en vez de avanzar. Exigimos la no quita de pensiones a discapacitados. Pedimos que nos escuchen”.

Pasadas las 17:00 se desplegó un escenario por el que pasaron voceros de distintas organizaciones. Héctor Filippa, representante del Observatorio del Área de Trabajo, hizo hincapié en una serie de inclumplimientos por parte del Gobierno nacional y aseguró que es fundamental “unirnos en contra de este sistema que vino a sacarnos las pensiones; que vino a sacarnos los derechos; que vino a quitarnos las prestaciones; este sistema que no nos quiere dar salud, que nos quiere exterminar. Este gobierno nos quiere sacar del medio a las personas vulnerables”. Acto seguido, la actriz Lola Berthet, integrante del Sindicato de Actores y Actrices expresó: “Lo que está haciendo el Gobierno con las pensiones y la salud pública es una masacre y no lo vamos a permitir, por eso estamos acá. La cultura está presente junto a ustedes. No vamos a permitir que nos saquen nuestros derechos”.

Pedro Ireneo Ávalos tuvo poliomielitis y actualmente padece sus secuelas. Es vicepresidente de la Confederación de Jubilados, Retirados, Pensionados y Adultos Mayores. Sentado en su silla de ruedas denunció: “En el 2016 nos sacaron dos millones de dólares del fondo solidario de redistribución que es un fondo que financia las prestaciones de discapacidad de las obras sociales. Hoy, dos años después, vemos los efectos de ese despojo. Mil millones de dólares están puestos en la bicicleta financiera. Esto ha pasado desapercibido para la sociedad. ¿Y cuáles son las consecuencias? Hace dos años que a las personas con discapacidad nos niegan o nos dilatan las prestaciones porque la Superintendencia no paga porque la plata está en la bicicleta financiera”. A continuación afirmó que, a pesar de todas las dificultades, “estamos contentos porque nos hemos reunido hoy acá para decir: ‘Acá estamos’” y lamentó: “En la vereda de enfrente (Congreso) se está vendiendo la patria. Eso lo tenemos claro”.

Parada sobre su bastón beige y con la mirada dirigida al Congreso, Rosa Liliana Almirón -presidenta de APPA (Asociación Polio-Postpolio Argentina) y, además, coordinadora del Observatorio Internacional por los Derechos de las personas con Discapacidad- habló sobre la necesidad de salir a las calles, mostrarse y hacerse escuchar. También agregó que “la gravedad existe hace bastante porque están cortando las prestaciones. Eso significa que aquellos chicos a los que no les llega la asistente que les enseña a respirar, se mueren. Ya hay chicos que se están muriendo”.

Mientras tanto, frente a la plaza, los diputados y diputadas discutían el presupuesto nacional del año 2019 con un enorme rechazo de la oposición. Hugo Yasky, luego de dar su intervención, se sumó a la lista de oradores en el escenario y exclamó: “Estamos terminando una sesión en la que el Jege de Gabinete Marcos Peña acaba de confirmar que forma parte de un gobierno que vive en otra galaxia y quiere hacer aprobar un presupuesto que se lo escribieron los tecnócratas del FMI”. El Secretario General de la CTA y diputado nacional de Unidad Ciudadana aseguró que “si hay algo que en un país que quiera ser digno no se puede discutir, son los derechos de los jubilados, los derechos de los niños, los derechos de las personas que tienen capacidades diferentes. Eso tiene que estar fuera de discusión y hoy tenemos que hacer este acto porque hay una decisión de recortar todo lo que tiene que ver con los derechos conquistados”.

Antes de finalizar y en memoria de los chicos y chicas muertas por la baja de pensiones, se prendieron velas y se cantó el Himno Nacional Argentino. Entre banderas, carteles, lágrimas y abrazos se escuchó: “Y los libres del mundo responden, al gran pueblo argentino salud”.