«La escuela sola no puede»

«La escuela sola no puede»

A la pobreza que vulnera a niñas, niños y adolescentes, se suman las situaciones de violencia y abuso que padecen a diario. Con la virtualidad que impuso la pandemia, aumentó la exposición al grooming –acoso sexual que ejerce un adulto a través de un medio digital– y la violencia de género en el ciberespacio. Para mitigarlos, garantizar la Educación Sexual Integral (ESI) es fundamental y requiere el impulso del Estado. En cada jurisdicción existen particularidades que dificultan su implementación, como la estigmatización del rol docente, la precarización de la profesión, los intereses y las creencias personales de las autoridades, y la falta de recursos para los proyectos institucionales. En muchos casos, la presencia de la ESI en las aulas termina dependiendo de la voluntad y el compromiso de maestras y maestros. Y con la enseñanza a distancia, aparecieron otras dificultades.

Licenciada en Ciencias de la Educación, doctoranda, investigadora y docente, Laura Sirotzky es la titular de la Subsecretaría de Educación Social y Cultural del Ministerio de Educación de la Nación. Entrevistada por ANCCOM, explica las estrategias para sostener la continuidad pedagógica de la ESI en todo el territorio. Durante octubre y noviembre repasa, se desarrollaron diversas actividades con motivo de los 14 años de sancionada la Ley 26.150, el Programa Nacional de Educación Sexual Integral: conversatorios, se difundieron informes sobre las experiencias escolares en distintas provincias y se presentó el Observatorio Federal de Implementación de la Educación Sexual Integral.

Para Sirotsky, la ESI es un asunto público que concentra tensiones y debates, parte de una agenda de políticas que tienden a construir una sociedad más igualitaria. “Desde esta perspectiva, todos y todas debemos, a lo largo de la educación obligatoria, recibir información y aprender, sin excepción, a cuidar el cuerpo y la salud, a valorar la afectividad, a garantizar la equidad de género, a respetar la diversidad y a ejercer nuestros derechos”.

¿Qué acciones se han llevado adelante para garantizar la ESI en pandemia?

Con la interrupción de las clases presenciales, el Ministerio de Educación desarrolló, y continúa haciéndolo, el Programa Seguimos Educando, que se conforma a partir de dispositivos de acompañamiento pedagógico en simultáneo, por niveles y ciclos, a través de la televisión, por los medios públicos, las radios, la plataforma virtual de Educ.Ar, y cuadernillos impresos para llegar a zonas donde la accesibilidad a Internet es más dificultosa. La ESI ahí tiene un lugar destacado. Está presente todas las semanas en los programas de radio y televisión, en función de los contenidos acordados en el Consejo Federal de Educación. Ha tenido una sección específica para darle visibilidad y hemos trabajado transversalizándola, como indican los lineamientos curriculares. También está en los cuadernos y en colecciones especiales de la plataforma de navegabilidad gratuita como “Más ESI, Más Derechos”, en los que se abordan todos los ejes con recursos y propuestas para estudiantes, docentes y familias. Además, se suma la continuidad de acciones de formación docente que son centrales para seguir fortaleciendo la ESI. Más de 25 mil docentes se anotaron este año en los cursos del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD) y estamos trabajando para profundizar esta propuesta consolidando un trayecto formativo de especialización en ESI.

¿Qué problemas han encontrado para la implementación de la ESI?

Para las escuelas, repensar las estrategias de enseñanza a distancia, buscar las formas de seguir en contacto y educando, fue un desafío. Que las y los estudiantes puedan dar continuidad a los procesos de aprendizaje. Para la educación sexual integral implicó desafíos específicos, que son también una oportunidad para visibilizar todo lo que la ESI es –que es más que hablar de anticoncepción y relaciones sexuales– y ampliar ese universo que tradicionalmente se piensa. También el trabajo con las jurisdicciones es central. No podemos hacerlo si no es articuladamente, consensuando y aunando esfuerzos. Todavía quedan desafíos pendientes para garantizar la plena implementación de la Ley N° 26.150. Para eso trabajamos de manera conjunta, teniendo en cuenta que cada territorio tiene sus particularidades, experiencias e historias.

¿Cómo actúa la Subsecretaría ante la vulneración de derechos en el ámbito educativo?

Existen protocolos y guías, cada jurisdicción tiene sus instrumentos para intervenir. Estamos trabajando actualmente en nuevas herramientas para que las escuelas sean espacios libres de violencia y discriminación. Sabemos que el contexto de aislamiento profundiza estas situaciones. Desde la Subsecretaría venimos trabajando con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades, el Ministerio de Salud y otros organismos del Estado para aunar esfuerzos en su abordaje, porque sabemos que la escuela cumple un rol central en esto. Es a dónde los niños/, las niñas y los adolescentes construyen vínculos de confianza, es donde se detectan situaciones y se puede acompañar y orientar a las familias para que las instituciones correspondientes intervengan. Pero la escuela sola no puede, por eso el proceso de articulación territorial es fundamental para consolidar redes que garanticen el pleno ejercicio.

Al primer semestre de 2020 no se ejecutó el presupuesto del Programa Fortalecimiento de la Educación Sexual Integral, ¿por qué?

La ESI tiene un lugar central en las políticas del Ministerio de Educación que se financian a través de múltiples acciones. La limitación del análisis de desempeño del semestre está vinculada a la reestructuración de los lineamientos del programa. En la gestión anterior, la línea de Fortalecimiento de la ESI estaba en otro programa presupuestario. Por la pandemia, se demoró este procedimiento, pero está en plena ejecución y durante el primer semestre se ejecutó casi el 75% a través de la asignación específica a las jurisdicciones. Además, en lo que va del año lleva una inversión que duplica ese presupuesto en otras acciones como formación docente, elaboración de materiales de Seguimos Educando, producción audiovisual para radio, televisión, contenidos de la Plataforma Educativa, entre otras.

¿Qué es el Observatorio Federal de Implementación de la Educación Sexual Integral?

Desde la sanción de la Ley de ESI (en 2006), las acciones de seguimiento e investigación fueron realizadas desde el Estado nacional, las jurisdicciones, organismos internacionales, universidades y organizaciones de la sociedad civil, entre otros actores y actrices. Sin embargo, es sostenible la demanda respecto de tener a disposición acceso a información sistemática y de calidad que pueda dar cuenta del desarrollo de todas estas acciones y de la implementación de la ESI en todo el territorio. Queremos conocer las experiencias, el impacto de la ESI y lo que aún falta. La información es fundamental para construir políticas públicas sólidas. Con este objetivo se crea y pone en funciones el Observatorio, el cual tendrá una mirada federal, multiagencial, transversal e interseccional, y estará dedicado a la investigación, monitoreo y seguimiento de la implementación de esta política pública. La propuesta es generar conocimiento sobre todas las dimensiones y actores involucrados en la implementación de la ESI, para lograr que se cumpla plenamente este derecho. Se trata de una cuestión que requiere del compromiso de todas y todos para construir una sociedad más justa, igualitaria, con plena vigencia de los derechos.

¿Cuáles son los objetivos a largo plazo?

Garantizar la plena implementación. La ley de Educación Sexual Integral va a cumplir 15 años, tiene un camino recorrido que necesitamos poner en valor conociendo el impacto de las acciones realizadas y delinear las mejores estrategias para lo que falta. Esta ley plantea procesos de transformación profundos. Garantizar la ESI es garantizar el derecho de niños, niñas y adolescentes de acceder a información confiable, segura, validada científicamente, actualizada, y a partir de allí, además, fortalecer el ejercicio del derecho a la salud, a vivir una sexualidad plena, a expresar su identidad, a una vida libre de violencias y discriminación.

Y todo el pueblo cantó “Maradó, Maradó”

Y todo el pueblo cantó “Maradó, Maradó”

Fue como un último partido. Anunciado de imprevisto. Falleció el 25 de noviembre del 2020 y nadie sabe a ciencia cierta a qué hora, aunque quizás en el fondo eso no sea lo relevante. Otra vez todo el mundo -literalmente- hablaba de él. Las calles se redujeron al silencio y, mientras iba anocheciendo, los pequeños focos de llanto se encendían. Fueron velas en La Paternal, ahogo en La Boca, ojos vidriosos en Villa Fiorito. Hacia la medianoche, la Plaza de Mayo se convertía en la popular local de ese equipo llamado Diego Armando Maradona, y en pequeñas esquinas de todo el país se empezaron a escuchar gritos de goles, canciones de aliento, miles de relatos que, en definitiva, hablaban de lo mismo.

Muchos pasaron la noche en la plaza, bajo la promesa de que sería en la Casa Rosada su velatorio. De 6 de la mañana hasta las 4 de la tarde. El Gobierno nacional dispuso tres días de duelo y se prestó a organizar todo para recibir a la gente de Diego. Se colgó un crespón negro en la entrada, se instaló una pantalla gigante que reproducía sus jugadas en el centro de la plaza y ordenaron un recorrido de vallas que comenzaba en la esquina de Avenida de Mayo y 9 de Julio.

¿Qué le podía importar la pandemia a esas personas a las que Diego les dio tanto? Temprano, muy temprano, ya se comenzaron a agolpar en ese camino hacia él. La policía estaba por todas partes, de mirada desconfiada, la misma que muchos le dirigieron a Diego todos estos años. La Infantería dejaba pasar a un grupo de 20 o 25 personas y corrían a parar a los demás, que esperaban afuera cantado que “el que no lo quiere a Diego no quiere a su mamá” o que “el que no salta es un inglés”. Revoleaban por el aire el agua que los empleados de Aysa les daban más atrás, agitaban sus brazos en ese aguante de final de partido.

Hubo un Maradona para cada uno y un Maradona para todos. Cerca del Cabildo, una turista anglosajona se filmaba a sí misma tratando de explicar este fenómeno exótico; periodistas de cadenas internacionales reportaban hacia infinitos puntos del planeta; los fotógrafos se peleaban entre sí para retratar la imagen que lo diga todo. Y lo hicieron, pero no podían explicar nada, no podían adivinar qué se escondía detrás de cada llanto, de cada pelota de fútbol que chicos y grandes llevaban bajo el brazo, de cada flor arrojada con amor sincero.

Al otro lado de la plaza, esa misma gente que entró cantando salía cabizbaja, algunos ahogados en lágrimas y negando con la cabeza. El partido había terminado para ellos, aunque la mayoría a lo sumo había visto, de muy chicos, recién al Diego campeón del 86.

¿Cuándo empezó el partido? ¿Aquel 30 de octubre de 1960, entre los brazos de Doña Tota y Don Diego? ¿En aquellos entretiempos donde los Cebollitas salían al campo para entretener a la hinchada y un pibe morrudito danzaba junto a una pelota casi tan grande como él? ¿El 25 de junio de 1986, cuando ese petizo de rulos era alzado por una marea humana en México mientras besaba con fervor la Copa del Mundo? Una señora que ya transita los cuarenta años salía entre lágrimas inconsolables, contando cómo ella y su hermano salieron corriendo a la calle ese día, se tropezaron y se rompieron las rodillas, pero con la alegría más inmensa que dos chicos podían imaginar. “Es un día muy amargo hoy, la gente sigue hablando mal de él. No se fijan en las cosas reales. Lo único que les importa son las cosas feas, porque esa gente no tiene vida. Todos cometemos errores, pero la alegría del pueblo hay que valorarla. En un momento muy difícil de la república, él nos dio alegría”, sopesa entre el enojo y el orgullo. “Lo amo mucho, estuve enamorada desde muy chica de él. Nadie lo ayudó, él tenía una adicción y nadie lo ayudó. Estaba más sólo que un perro. Todos los que se le acercaron sólo pensaban en los millones que le podían dar esas dos piernas maravillosas”. Y antes de seguir su camino, concluyó: “Todos los que los queremos de verdad estamos acá. Es amor, fútbol…no creo que vaya a mirar más fútbol”.

Otro muchacho más joven, de barba y ropas coloridas, estaba agachado sobre el pavimento a un costado de la fila. Se encontraba dibujando en tiza un retrato del joven Diego que interpelaba a quien lo mirase: “No hay sueño imposible” y “jugate!!”. “Apu, de la Aymara Montaña”, se hace llamar. “Un hincha del Diego”, se presenta. “Esto significa que hay que hacerle caso a la infancia, hacerle caso a los sueños. Él cometió muchos errores y nos trajo muchos aciertos. Por eso esta imagen de la infancia: cuando no estaba la camiseta manchada con ninguna marca, con ningún cuadro. En estado puro”, cuenta mirando con orgullo su creación. Un Diego para cada uno, un Diego para todos.

Es que predominaba la gente joven, esa que no lo vio en vivo, aquella que escuchó los relatos de sus parientes y se enamoraron del Diego que les tocó vivir en presente. El que se equivocó y pagó. “¿Cómo va el partido?”, podrían haber preguntado al llegar a esa gran popular que alentó a Diego. Y entonces, ya enterados, se sumaron a alentar. El Diego de las piernas cortadas, el Diego de la internación en Cuba, el Diego espléndido que tuvo su propio programa de televisión, el Diego director técnico en la Selección, en Medio Oriente, en México y en Gimnasia. “¡Jugate!”, pareciera haber dicho siempre, aunque podía errar un pase o caer en las vicisitudes del juego y la vida.

“¡Vamos, Diego!”, insistía la hinchada afuera de la Casa Rosada. Para el mediodía, la fila ya doblaba por 9 de Julio y se extendía hasta Constitución. No llegarían todos a despedirlo para las 16. Y esa emoción, esa alegría se transformó súbitamente en corridas, gritos de bronca, gases lacrimógenos y balas de goma. La represión se hizo presente. Los hinchas empezaron a retroceder ante el avance de la policía motorizada y los camiones hidrantes. Entre la multitud, una señora refugiada en un quiosco se lamentaba por no poder llegar a despedir a Diego. “Desde las 11 de la mañana estábamos haciendo la fila. Diego es Argentina, es el amor del pueblo. Es pueblo. Es un ídolo que nos va a quedar grabados en el corazón. Diego es amor”, expresaba mientras de fondo se escuchaba aquel mítico cuarteto que Rodrigo alguna vez le había dedicado a Maradona.

Desde la Rosada podían verse a los más arriesgados, quienes treparon las rejas e incluso llegaron a entrar al Patio de las Palmeras ante la desesperación y la desilusión de no ver más al mejor jugador de la historia. La tensión explotó y los empujones, las caídas, los golpes tomaron el protagonismo. Aunque la violencia cesó, ya era demasiado tarde. Las puertas de la casa de Gobierno se cerraron para el público. El velorio se suspendió y dejó a miles de hinchas sin la posibilidad del último adiós. Pero no importó demasiado. Aunque los tiempos se adelantaron, una gran caravana con rosas entre sus manos esperó la salida del más grande con aplausos y al canto de “¡Marado, Marado!” acompañó el cortejo fúnebre hacia el cementerio de Bella Vista.

En el camino, los hinchas de Diego se subieron a la autopista y entre los autos saludaban y miraban el fugaz cortejo. La policía los alejaba, las motos corcoveaban para espantarlos, pero no lo lograron. Y no lograron que llegasen miles a la puerta del cementerio tampoco.

La popular aguantó hasta el final. Muchos lloraron y aplaudieron cuando el pitido marcó el final del encuentro. Y Diego, que lo dio todo, levantó los brazos y se fue. Se fue acompañado por sus hinchas, esos que nunca lo abandonaron.

 

Boxear contra el Covid

Boxear contra el Covid

El box siempre fue una actividad marginal y sus protagonistas vienen, mayormente, de entornos vulnerables.  En 2019. Nery el Maldito Romero estaba tocando el cielo en los cuadriláteros de Los Ángeles y de golpe, con el Covid-19, volvió a entrenar como pudo. En la terraza de la casa, con el permiso de los vecinos, parques y, al cierre de esta edición, en un gimnasio cerrado de barrio que le prestó un amigo. Todo para mantenerse en óptimas condiciones físicas, con la esperanza de que se habiliten los protocolos sanitarios para volver a pelear.

El boxeador de categoría “Superpluma” recorre su carrera y cuenta cómo se mantiene en forma  en un año que era clave para posicionarse en un puesto mejor del ranking  “Me faltaban cuatro semanas para una pelea programada. Era el 17 de abril del 2020 y ahora está suspendida hasta nuevo aviso. También había otra más importante en junio”, se lamenta. 

Si bien, nunca dejó de entrenar y continúa con su rutina, le resulta difícil mantener su carrera. “Arranqué por diversión y hobby. Pero en 2013 saqué la licencia, metí 17 peleas profesionales y gané 3 campeonatos nacionales entre otros. Lo disfruto. Hay un montón de momentos lindos, pero también algunos que son muy duros por las lesiones, desanimos y un montón de cosas en juego. Ahora es mas dificil todavia”

 

«EL 80% de los boxeadores es de clase media baja o baja, padecemos muchas necesidades básicas”, dice Romero.

Con la llegada de la pandemia y el aumento de casos en nuestro país, el boxeo quedó afuera, como los “segundos” (el equipo) cada vez que empieza un round. Como tantos otros deportes, es afectado por las restricciones preventivas, sumado a la falta de un sponsoreo fuerte o promotores que no surgen porque se trata de una actividad de menor envergadura económica que el fútbol o el tenis, entre otras, que ya iniciaron sus torneos.

Así, los boxeadores profesionales y amateurs luchan por mantenerse en forma y listos para su próxima pelea en terrazas o parques haciendo “sombra” con rivales imaginarios. “Estoy tratando de conservar el ojo puesto en el boxeo y con la cabeza firme”, cuenta Romero con humildad.

Entre guantes, celulares y electrodomésticos

Apodado el Maldito por su técnica de pelea dañina, sostiene un entrenamiento duro y diario. Esto es posible porque cuenta con el apoyo de sus sponsors y la convicción de seguir entrenando. Eligió como su máximo referente nacional a Marcos “el Chino” Maidana, quien lo acompañó en su crecimiento. “Siempre me despertó algo distinto a los demás boxeadores», explica.

Nery entrenó tres años seguidos, entre 2016 y 2019, en Los Ángeles bajo la tutela del Team Maidana.  “Mis compañeros de gran magnitud eran Braian Castaño, Alan Castaño y Fabian Maidana”. En ese sentido, se considera un privilegiado. “Pasé a hacer mi primera pelea en E.E.U.U en 2016 y el “Chino” me vino a ver ¡Mirá cómo son las cosas! Para mí entrar en ese equipo fue como que me llamen para la primera del Barcelona”, recuerda Romero esa oportunidad única.

Hoy se la rebusca con las herramientas que tiene, reinventó su entrenamiento con las opciones que permite el aislamiento. “Arranque con una soga y se me cortó de tanto que le dí. Tenía una mancuerna de 10 kilos, una cinta y una colchoneta. Mi preparador físico, Matias Serbin, que es un groso, fue el que tuvo que adaptarse a eso”, cuenta.

Agradece a sus vecinos que lo dejaron entrenar en la terraza del edificio donde vive en el barrio de San Martín. “Uno de mis sponsor me mandó el soporte con una bolsa y el dueño de un gimnasio hace poco me prestó barras, discos y un pie acolchado para pegarle. Hoy no generó el ingreso de antes, pero a un amigo que me dio una mano, lo estoy ayudando a vender celulares y electrodomésticos, y estoy ocupado en eso”Además, recibió la ayuda económica de sus managers y promotores, que lo acompañaron en estos meses.

 

El Maldito Romero entrena en un gimnasio cerrado de barrio que le prestó un amigo.

El contexto todavía es crítico y dice: “Mantener un peso y estar saludable es un 24 por 7,  cuidarse y entrenar todos los días. No se trata de la cantidad de horas sino la calidad que te da el preparador físico y con respecto a la pelea que vos tengas. No es lo mismo un entrenamiento profesional, que cuando era amateur”. 

Consciente de ser un privilegiado y que pocos pueden hacerlo, agrega: “Este laburo es el más lindo. Y tengo la oportunidad de hacer lo que me gusta y creo que es ese el mejor trabajo que podemos tener cualquiera.  Dedicarte a lo que te gusta es suerte de pocos. Con mi psicóloga hablo sobre el pequeño porcentaje de personas en el mundo que se dedican a vivir su sueño. Yo soy uno de ellos”.

“El boxeo es distinto a otros deportes. Es muy difícil, porque creo que un 80 por ciento, es practicado por gente de clase media baja para abajo, donde padecen muchas limitaciones económicas y necesidades básicas y ahora más”, reflexiona el no tan maldito Romero.

No están habilitados los entrenamientos de contacto en gimnasio cerrado, ni tampoco perspectivas futuras sobre próximas peleas que permitan público como mayor sustento económico. “En este momento anormal, con pandemia, siempre trato de mostrarme así. Entrenando, saludable y bien de peso. En tu carrera, eso es todo y si hay algo que tenés que cuidar en este deporte, principalmente, es la salud porque es lo más importante”, cuenta. Su entrenador es una persona de riesgo. Por eso, lo acompaña sólo un asistente, con la debida distancia y en un gimnasio a puertas cerradas sin otros pugilistas. El espacio se lo prestó un amigo a comienzos de octubre, en donde por primera vez pudo pisar un cuadrilátero.

Sin boxeo, todo el plantel es perjudicado: pupilos, jueces, árbitros y el personal que arma una pelea. Hay pesimismo y un rumbo incierto para el retorno del ring con asistencia de público, porque la reapertura de los espectáculos deportivos no figura en la agenda frente a la emergencia sanitaria. Cada provincia habilitará el comienzo de entrenamiento en la medida que las condiciones lo permitan.

Audiencias y reaperturas

 Otros países están retomando esta actividad televisada, porque su escala de negocio como modelo vendible a través de las pantallas lo permite. De momento, son sólo las grandes peleas por títulos mundiales, que también ha entrado en crisis a partir del Covid-19.

 

«Yo hablo con mi psicóloga que integro el pequeño porcentaje de personas que pueden vivir de su sueño», subraya Romero.

En nuestro país, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), ya logró habilitar su torneo con el aval del Ministerio de Turismo y Deporte de la Nación. Otro es el caso de la Federación de Boxeo Argentino (FAB) que maneja alrededor de 2.000 pupilos federados, con auspiciantes escasos para este deporte. “ La FAB está esperando, se sale de la vaina por querer hacer boxeo, pero no se puede en estas circunstancias”, explica Gustavo Nigrelli, jefe de prensa de la Federación, periodista y redactor especializado en boxeo de Diario Popular.

“La FAB es el organismo rector que regula las reglas, las establece, las sanciona y las controla”, añade Nigrelli, mientras confirma que aún no se pueden organizar reuniones amateurs o profesionales en cualquier punto del país.

“Cada provincia se rige de acuerdo a la FAB pero cada una tiene su propia independencia y sus comisiones municipales”, según nos informó el periodista. “Se estimaba para esta época del año que se pudiera pactar una velada de boxeo televisada, sólo con el personal indispensable, pero la emergencia sanitaria ha frenado esto”, se lamenta. 

Llegado el momento, el cuerpo médico de la FAB preparó un rígido protocolo de seguridad según informa Nigrelli. Si bien ya está aprobado por el Ministerio de Salud de la Nación, todavía no está vigente. “La Federación, realiza reuniones por Zoom con la comisión correspondiente, también fomenta el diálogo, como base para la construcción de nuevos consensos en la próxima etapa”, agrega y asegura  “que en cuanto se pueda y se autorice la práctica del boxeo, como corresponde subirse al ring, la Federación va a ser la primera en tomar la posta”.

La fuente económica más importante es la televisión, en un combo junto a sponsors o promotores que puedan solventar una velada boxística. Ese es el principal recurso para que pueda funcionar como espectáculo. El canal DeporTV y su ciclo “Escuela de Boxeo” abordan al pugilismo, no solo como deporte sino desde lo educativo, cultural y social. Conducido por dos íconos del box, Yésica “La Tuti” Bopp y Sergio “Maravilla” Martinez, quien peleó hace poco en España.

Los únicos boxeadores exceptuados para entrenar son aquellos que integran el equipo olímpico de Tokio 2021.

 Hasta el cierre de esta edición el único sector de la actividad boxística exceptuado, era el equipo nacional de boxeo amateur olímpico, que se encuentra entrenando para la clasificación de Tokio 2021. 

“El equipo masculino y femenino está concentrado en Santa Teresita desde el 31 de agosto. Por el motivo de la próxima competencia olímpica. Están en una burbuja, testeados, aislados y haciendo escuela de combate con el entrenamiento habitual”, indica Gustavo Nigrelli.

Probablemente esa burbuja pueda ampliarse. El mencionado ministerio está implementando el programa llamado Clubes en obra. Una de las mayores inversiones de la cartera , con el objetivo de acompañar a los clubes de barrios del país y mejorar la infraestructura. Estos lugares funcionan como un centro de acompañamiento social. Realizan un trabajo virtuoso y a disposición de la sociedad. Muchas veces, los boxeadores amateurs, comienzan como alternativa deportiva en estos lugares. Tal vez, se abran más puertas, se pueda colgar una bolsa, habilitar los cuadriláteros y vestuarios para que los deportistas como el Maldito sigan siendo grandes personas. Mientras tanto, Nery, espera con ansias su próxima pelea.

Un Aconcagua de basura

Un Aconcagua de basura

Comprar y comer, cocinar, vestir, maquillar, perfumar, decorar, plantar, vaya uno a saber cuántas actividades, hasta limpiar implican ensuciar. Es que a todo, básicamente todo, lo contiene alguna cáscara, tela, plástico o vidrio (en este planeta hasta se consigue aire enfrascado), por no mencionar que todo envoltorio desechado lleva otro envoltorio que lo contiene. La basura se empaqueta para ser basura y hay tanta e inimaginable cantidad de residuos generados diariamente que pensar en ese número nos aplastará.

En Argentina, según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (MAyDS), cada habitante produce 1,15 kilogramos de residuos sólidos urbanos por día. Cada dos segundos, Argentina produce una tonelada de basura. Dos segundos, el tiempo que le tomaría al país entero decir dos veces «dos segundos». Anualmente se generan 16,5 millones de toneladas en Argentina, una pirámide de basura cuya base sería de 85 m2 y cuya altura sería similar al Aconcagua. 

Actividades cotidianas como cocinar dejan una montaña de residuos que, así como para existir dependen de los seres humanos,  también son ellos quienes pueden reutilizarla o, fruto de su indiferencia, dejarla contaminar la tierra, el agua y el aire por  años, por días, por semanas, por años, por décadas o por veintena de décadas, dependiendo del tipo de desecho que se trate.

La separación de residuos y su tratamiento es fundamental para  que esa gigantesca e inimaginable tonelada producida por segundo que entendemos como basura, no destruya el medioambiente. La separación y tratamiento de residuos contribuye a que esa tonelada indescifrable pueda clasificarse para saber qué está caduco y qué puede reusarse o reformularse.

En nuestro país, el hábito de clasificación de residuos sólidos urbanos (RSU) es practicado de manera desigual. Hacia 2017, el MAyDS estimaba que en promedio solo el 37% de todas las localidades de todas las provincias contaban con sistema de separación de residuos sólidos urbanos. Solo siete de las provincias poseían la mitad o más de sus jurisdicciones con sistemas de clasificación. Cuatro de ellas alcanzaban, como máximo, el seis por ciento.

De todas formas, e indistintamente de que cada casa separe los residuos según su tipo, hay un colectivo de trabajadores y trabajadoras que basan su actividad en la recolección y posterior discriminación de desechos. En 2019, existían  alrededor de 49 mil recuperadores urbanos, según la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR). Más de cien son las cooperativas que, a lo largo y ancho del país, nuclean a quienes trabajan en transformar lo indiscriminado en reciclable y no reciclable y dar un respiro a la tierra que sostiene y sufre los basurales a cielo abierto, esos espacios que reciben el 65% de esa tonelada generada cada dos segundos en nuestro país.

Alicia Montoya es responsable del equipo técnico de El Álamo, una cooperativa de recicladores urbanos de la Ciudad de Buenos Aires, y define a su organización como socio-laboral, ya que además de colaborar en la disminución la cantidad de residuos haciéndose cargo del reciclamiento de desechos, ofrece a quienes recogen y reciclan esos desechos la posibilidad de volver esa tarea una forma de trabajo digno y organizado. “Previamente a la cuarentena, en El Álamo procesábamos 400 toneladas diarias de residuos reciclables (papeles, cartones, plásticos tipo film y PET, latas de aluminio y vidrios) provenientes solo de los barrios porteños de Agronomía, Parque Chas, Villa Devoto y Villa Pueyrredón y los shoppings de la Ciudad”, explica Montoya. Es decir, las manos de El Álamo procesaban residuos reciclables diariamente, hasta la irrupción del Covid-19, casi cuatro veces el peso del avión más grande de la flota de Aerolíneas Argentinas (el Airbus A330-200).

Igualmente grande en tamaño y pesada debe ser la incertidumbre de los 197 trabajadores de la cooperativa por la disminución de basura procesada, debido a la imposibilidad y dificultad para circular y recolectar reciclables. El Álamo procesa hoy cien toneladas mensuales. Son estos últimos datos aplastantes. Por una parte, resulta asombroso que solo cuatro barrios y algunos centros comerciales de la Ciudad de Buenos Aires produzcan tamaña cantidad de residuos (y se cuenta únicamente aquellos reciclables). Por otra parte, la gran importancia que tienen los desechos, aunque sean indeseados, para un sector de la economía de nuestro país.

De dónde vienen 

La separación cumple dos funciones. Por un lado, permite que se sepa qué hacer con cada desecho generado (cómo tratarlo, si reutilizarlo o bien se busquen las condiciones para que perezca lo menos nocivamente para el medio ambiente) y, por otro, llevar adelante una estadística que permita conocer qué tipo de desechos ponderan de acuerdo al consumo de nuestra sociedad y cómo poder la vasta cantidad de basura que nos rodea. Discriminar permite saber que, por ejemplo, aproximadamente el 49% de los residuos generados en Argentina son orgánicos (comestibles, biodegradables, etc.), 14% papel y cartón (ampliamente reutilizables) y el 15% plásticos.

Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el 41% de los desechos son comida. Eso representa entre 200 y 250 toneladas diarias. 

Clasificar para transformar

Mientras se genera conciencia, hay que pensar también sobre las diferentes maneras de aprovechar ese volumen de residuos generados por impresionante que resulte. Un ejemplo del potencial aprovechamiento puede encontrarse en CEAMSE, la empresa pública destinada a gestionar los residuos generados en el AMBA. En sus cinco estaciones de transferencia y tres rellenos sanitarios propios y dos más en calidad de contratista, mil quinientos trabajadores clasifican y procesan toneladas y toneladas de residuos diarios. Secos o húmedos, reciclables; papeles, cartón, vidrio o plásticos, todo sin metal. Lo que es reciclable se enfarda, lo no reciclable va a los rellenos; los orgánicos (comida y restos de podas) se estabilizan por tres semanas.

Todo eso significa la producción de residuos del 36% de la población del país que se sitúa en el conurbano bonaerense, un promedio de 20.400 toneladas aproximadas de procesamiento diarias en 2019 y un acumulado de casi tres millones y medio de toneladas procesadas en lo que va del 2020.

Lo novedoso es la utilización del biogás resultante de la descomposición de los residuos en los rellenos sanitarios para la generación de energía eléctrica. Marcelo Rosso es ingeniero y gerente en el Área de Nuevas Tecnologías y Control Ambiental de CEAMSE y explica a ANCCOM el proceso: «Dispuestos los residuos en los rellenos sanitarios generan una emisión gaseosa (biogás), una mezcla de metano, dióxido de carbono y otros oligogases. Si a esa mezcla se la depura de humedad y material particulado y se traslada hacia motores a combustión que generan movimiento, tenemos energía eléctrica. Esa energía se estabiliza en media tensión y se brinda, mediante un electroducto, al sistema interconectado nacional de distribución de electricidad. Producimos 20 megavatios por hora, lo suficiente para abastecer a una población de doscientos mil habitantes en el mismo período de tiempo».

 

Tanto el dióxido de carbono como el metano generados por la descomposición de los residuos sin tratar, por ejemplo en un basural a cielo abierto, son altamente inflamables y contaminantes. Pero por otro lado, en CEAMSE no solo tratan esos residuos con estrictas maneras de seguridad, que evita esa contaminación, sino que además generan una energía verde. Es decir, poblaciones como las de Gran San Luis, San Fernando del Valle de Catamarca o José C. Paz podrían ser abastecidas solamente con la energía eléctrica generada, aprovechando la descomposición de ciertos residuos. Lo más importante, de todos modos, es reducir. Y cuando se habla de políticas de Estado sobre la generación de residuos se habla de medidas destinadas a los productores de bienes materiales a reflexionar sobre la nocividad que supone adornar cada bien que producen. Es decir, si vale la pena usar tanto plástico, tanto papel, tanto cartón, tanto vidrio, tanta tinta.

Otros usos 

En 2019, entró en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (o Ley de Envases), que centra la responsabilidad del manejo de residuos y su financiación del manejo  en los productores y que, de aprobarse, disminuiría los aportes de la ciudadanía para la gestión de residuos. Rosso argumenta sobre la importancia de este proyecto de ley. “Sería de gran valor una ley semejante -que se aplica en países vecinos como Brasil, Chile o Uruguay- por dos motivos principales. Por un lado, porque los productores o importadores costearían parte de la logística de captación, tratamiento y reciclaje o reutilización de los embalajes introducidos en el mercado. Pero, además del financiamiento, también eso contribuye a evitar la disposición final de esos embalajes en rellenos sanitarios”. Por su parte, Montoya, concluye: “Es un proyecto de ley fundamental para avanzar en materia de reciclaje. En nuestro país se está discutiendo desde 2005, pero siempre queda en propuesta”. Paradójicamente, es un proyecto que nunca se aprueba pero siempre se recicla.

Otro proyecto es el presentado también en Diputados en 2018 sobre Educación Ambiental que busca unificar criterios en torno a una ley y estrategia federal sobre los residuos, la creación de espacios de formación, intercambio y producción de enfoques tanto de concientización como, principalmente, de acción. El objetivo es evitar la disparidad en la implementación de sistemas de separación de residuos sólidos urbanos en los distintos departamentos a lo largo y ancho de cada una de las provincias y generar el hábito de reciclaje en aquellos lugares donde es casi inexistente.

Por último, en septiembre el presidente Alberto Fernández acompañado del ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Juan Cabandié, anunció un Plan Federal de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto, que se estiman en cinco mil en todo el país y suponen la forma en que los municipios eliminen su basura, que generalmente carecen de medidas mínimas de seguridad que eviten la contaminación del agua, la tierra o el agua. Este proyecto busca, como solución, la construcción de más complejos socioambientales para tratar diferenciada y eficientemente a los residuos dependiendo de su naturaleza, así como también la provisión de equipamiento de protección para los recuperadores y recicladores urbanos de todo el país. Este proyecto demandará, aproximadamente, 250 millones de dólares para su concreción. Desde el MAyDS aseguran que es el primer intento de un gobierno nacional de encarar una problemática que, como se expuso, hasta hoy se concibe como de competencia municipal.