La vuelta de las asambleas barriales

La vuelta de las asambleas barriales

Como ocurrió en la crisis de 2001, vecinos porteños y del conurbano se reúnen en plazas y esquinas para debatir la situación social y proponer acciones de resistencia..

Entre piquetes y cacerolas volvieron las asambleas barriales. Nacidas al calor de la crisis de 2001, el ajuste inédito desplegado por el gobierno de Javier Milei las hizo renacer. ANCCOM miró el mapa y fue a escuchar qué plantean, cómo lo dicen y cuáles son sus objetivos. Se juntan con las agrupaciones estudiantiles, se organizan para estar en la marcha del 24 de marzo por el aniversario del Golpe de Estado de 1976, repudian el DNU y bancan la lucha de los trabajadores de Télam.
Tras la debacle del gobierno de la Alianza, con la rebelión popular sofocada a pura represión que causó 38 muertes, vecinos y vecinas de la Ciudad de Buenos Aires encontraron en las asambleas de su barrio un espacio para debatir lo social, lo político y lo económico, y planear estrategias de acción colectiva además de reclamos hacia el gobierno, primero el encabezado por Fernando de la Rúa y enseguida el conducido por Eduardo Duhalde.
Sus reglas de organización eran la horizontalidad y la democracia directa. Con el tiempo, algunas de sus voces fueron reconocidas a la hora de implementar políticas públicas. Mientras en 2011 florecieron en Almagro, Flores, Caballito, Villa Crespo, San Telmo, Barracas, Villa Soldati, Parque Patricios y La Boca; en el 2002 surgieron también en el conurbano: Wilde, Avellaneda, Sarandí, Lanús, Carapachay, Vicente López, Florida, Villa Martelli, Merlo, Moreno y Haedo, entre otras.
Las actuales asambleas resurgieron de la mano de los sectores medios urbanos, con la misma dinámica de la experiencia anterior. El pasado 30 de diciembre se convocó a la primera Asamblea de Asambleas en Parque Rivadavia. Allí, algo más de 200 personas de más de 30 asambleas de la CABA y del Conurbano resolvieron impulsar encuentros cada 15 días. Luego pasaron a reuniones virtuales. Coordinaron cacerolazos y movilizaciones al Congreso, cortes de calles por las secuelas de la tormenta o por la falta de suministro eléctrico.

De Caballito a Barracas

La asamblea de Caballito se junta una vez a la semana en el arco del Parque Rivadavia y a veces en Parque Centenario. En algunos de los encuentros comparten alimentos no perecederos y útiles escolares para colaborar con los distintos espacios del barrio. Esta asamblea realiza un “festi” ,con juegos y baile, pero también tiene un plan de lucha: están en contra del DNU y del protocolo represivo del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich. Además, todos los miércoles a las 20 hacen su cacerolazo en Acoyte y Rivadavia. 

Santiago Adano, participante de la asamblea de Caballito, dialogó con ANCCOM y explicó cómo es la participación dentro de la asamblea: “Son reuniones semanales, con personas con las mismas inquietudes, ganas de ponerse en acción en esta coyuntura, también de acompañarse, la idea es que haya pertenencia territorial, que sea gente del barrio”. La idea es que haya debate, que los encuentros sean dinámicos y prácticos, y que se genere una nueva forma de intercambio donde puedan confluir con otras demandas, como las estudiantiles. “Hay cierta conciencia del rol que pueden tomar los partidos y de que está bueno que no se repitan ciertas dinámicas partidarias”, agregó Santiago.

Laura, una vecina de la asamblea de Monte Grande, indicó que hay una plaza histórica en la que comenzó la asamblea del 2001 y durante años los vecinos la han mantenido intacta como un espacio asambleario y de memoria de los desaparecidos del barrio. “Esta asamblea está formada por trabajadores, jóvenes y vecinos históricos de las luchas del barrio, que tienen que ver con la memoria de los desaparecidos, además de  estudiantes universitarios y algunos vecinos de Pompeya y de la Villa 20 que no tienen asambleas propias”, señaló. 

En la asamblea de Monte Grande se discuten propuestas y análisis de la situación. Cada vecino toma la palabra, se hace una ronda para que participen todos. A su vez, cuando se integra un vecino nuevo se le da prioridad para que se exprese, y luego se le informa sobre las actividades de las distintas comisiones.

Federico Puy, docente e integrante de la asamblea vecinal de Barracas, resaltó la importancia del debate y la movilización para luchar contra las desigualdades y las propuestas del gobierno actual. A su criterio, “son lugares de lucha y de organización donde nos encontramos con otros trabajadores y trabajadoras que no pueden organizarse en sus propios lugares de trabajo. Nos moviliza poder enfrentar, organizar y ser cada vez más compañeros, y nos motiva pensar que las asambleas pueden ayudar en esa organización de cada uno y cada una para pelear contra las burocracias sindicales”.

Mapa de Asambleas

La asamblea de Scalabrini Ortiz impulsó el Mapa de las Asambleas, como una herramienta para los medios de comunicación y periodistas tengan información de unas ochenta asambleas barriales que empezaron a organizarse en distintos territorios desde diciembre pasado, que ya ha servido para acercar nuevos integrantes. Además de los mapas disponibles en el sitio, está a disposición un listado público y actualizado, y ahí pueden verse también las asambleas que hay en la provincia de Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Tierra del Fuego y Córdoba. Las últimas actualizaciones cuentan con un sitio propio para cada asamblea. Para apoyar a Télam y su continuidad como agencia de noticias, planean un relanzamiento del mapa junto a las y los trabajadores, en convocatoria abierta a medios alternativos de todo el país, periodistas y asambleas que quieran participar.

Las redes de organización barrial recompusieron una vitalidad que parecía haber quedado debilitada, opacada por tantos años de hegemonía de la política por arriba. Aunque los medios de comunicación de mayor alcance las ignoran, las asambleas volvieron a convertirse en un elemento más de resistencia social.

La malvenida a Milei

La malvenida a Milei

Partidos de izquierda, caceroleros autoconvocados y agrupaciones de jubilados protestaron en la Plaza de los Dos Congresos mientras el presidente inauguraba las sesiones parlamentarias.

La tarde-noche fue tomando color a medida que se acercaba el horario pactado para que el presidente Javier Milei diera el discurso que marca el inicio de las sesiones del Congreso Nacional. Las agrupaciones de izquierda, movimientos de desocupados, jubilados y asambleas de autoconvocados se ubicaron desde temprano sobre la plaza del Congreso; no se dejaron amedrentar frente a un operativo que contó hasta con una división del Ejército con inhibidores para drones. Esta vez todo se desarrolló en un tensa armonía en el rechazo que solo se vio interrumpida por la presencia de algunos pocos fanáticos libertarios congregados bajo el lema “Las fuerzas del cielo”

Cerca de las siete de la tarde se cerró definitivamente el paso a través de las avenidas Rivadavia y Entre Ríos. Un grupo de personas que salía de sus trabajos se acercó al vallado policial y entre los diversos reclamos, un señor esbozó “¿Dónde está nuestra libertad de circular?”. Los efectivos de la Policía Federal le respondieron en un tono poco amable que debían desviarse hacia las calles laterales Bartolomé Mitre o Adolfo Alsina. La actitud impaciente de la policía caracterizó la jornada.

Mientras tanto en el corazón de la plaza un grupo de chicas entregaba panfletos convocando a todos a marchar y cacerolear argumentando que en menos de tres meses de gobierno Javier Milei se produjo una verdadera catástrofe social y que la pobreza pasó del 44 por ciento en el tercer trimestre del 2023 al 57 por ciento en enero de 2024, más de 27 millones de argentinos.

Las columnas del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Partido Obrero (PO) y las corrientes de tendencia guevarista desfilaron cantando “Que entiendan el peluca y Patricia… Soy piquetero y lucho toda la vida” y “Unidad de los trabajadores, al que no le gusta se jode, se jode”. Entre sus militantes se observó algunas y algunos de los principales dirigentes de la izquierda: Romina Del Plá, Vanina Biasi, Nestor Pitrola, Eduardo Belliboni y Gabriel Solano.

Solano, legislador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, le comentó a ANCCOM que esta manifestación es “un llamado a las centrales sindicales a que salgan a las calles para enfrentar al gobierno, porque si Milei se sale con la suya se vienen la reforma laboral, más despidos y ajustes sobre el salario y jubilaciones”. Luego agregó que el gobierno actual es un “gobierno criminal”, por lo que es “importantísimo” que el pueblo argentino pueda expresar su repudio a lo que está pasando.

La reacción de los espontáneos

Una hora más tarde, la atención se fue corriendo hacia la otra vereda de la avenida Rivadavia, donde comenzaron a sonar con potencia un acotado número de cacerolas. Un grupo de manifestantes sin identificación partidaria convocó a la mayoría de la prensa presente en las inmediaciones del congreso que acudió en búsqueda de reportajes. Solo había una bandera que llamaba a “tirar abajo” el decreto de necesidad y urgencia presentado por el poder ejecutivo nacional y algunas pancartas como “La casta no es el pueblo”. Quienes golpeaban sus instrumentos de cocina lo hacían al tiempo que denunciaban al gobierno de Javier Milei como una dictadura.

Eduardo Belliboni, referente de los movimientos piqueteros, estuvo entre quienes se acercaron rápidamente a saludar y abrazar la manifestación. El integrante del Polo Obrero señaló a los medios de comunicación que la política del gobierno de no enviar alimentos a los comedores de los barrios más humildes es perversa y debe ser derrotada en las calles. Belliboni cerró todas sus intervenciones llamando a la unidad de acción: “¡Piquete y cacerola, la lucha es una sola!”.

A las acciones se sumaron los Jubilados Insurgentes con un grito de guerra: «Trabajador te estamos avisando que tu jubilación te la están arruinando».

La caravana del repudio

Cerca del horario estimado para el acto legislativo se cortó el tránsito a la altura de la intersección de la Plaza del Congreso con la calle Paraná. Se pudo ver el despliegue del imponente Regimiento de Granaderos a Caballo y de autos oficiales del gobierno. De un lado quedaron los manifestantes en la plaza con banderas de las organizaciones como la Agrupación Nacional Clasista Antiburocratica (ANCLA); del otro, un grupo mucho menor de simpatizantes de las ideas libertarias caracterizado por banderas de color amarillo y el estampado de la serpiente de Gadsden, muy popular en la cultura estadounidense y que simboliza el abrazo al liberalismo clásico y libertarianismo o la rebeldía contra el Estado.

Ambos bandos comenzaron a intercambiar chicanas e insultos hasta que la policía escoltó a los seguidores del gobierno del otro costado de la avenida Entre Ríos para evitar que la cosa pasara a mayores.

Apenas veinte minutos antes de las nueve de la noche, la comitiva presidencial empezó su lento avance. “¡Hijos de puta!, ¡Hijos de puta!” fue el grito de repudio generalizado que se apoderó de los atrincherados contra el vallado de las fuerzas de seguridad en la plaza, como si se tratará de una cancha de fútbol que se viene abajo por un mal arbitraje. A medida que eran abucheados, Milei y su hermana recorrían, completamente blindados las últimas tres cuadras hasta la explanada del Congreso de la Nación.

Violencia es mentir

Mientras adentro del recinto se repetía un discurso ya conocido, afuera la gente se congregaba en un local chiquito que sacó un televisor a la calle para ver lo que sucedía en el Congreso. En semicírculo frente a la pantalla, los manifestantes se agarraban la cabeza y lanzaban improperios ante cada uno de los puntos que tocaba el documento que leyó el Presidente. “¡Mentiroso!” y “¡Cínico!” fueron algunos de los adjetivos que más se repitieron en el momento que se atacó oficialmente a las organizaciones de izquierda. Los menos eufóricos chistaban para tratar de volver a centrar la atención sobre la TV pero la excitación iba creciendo con la lectura de cada párrafo.

Una vez que finalizaron las formalidades del acto todos retornaron a su posición inicial de protesta. Un grupo minúsculo de manifestantes decidió acercarse hasta la esquina donde empieza la Avenida Callao y volcar su bronca en contra de la policía que les arrojó un poco de gas pimienta para disuadirlos.

Entradas las diez de la noche la mayoría de los manifestantes comenzó a desconcentrarse pacíficamente hacia el lado de la 9 de Julio, mientras cantaba “La patria no se vende”.

Si bien la convocatoria opositora encabezada por la izquierda fue aceptable en número, la plaza no supo estar llena como en otras ocasiones. El operativo resultó totalmente desmesurado para la cantidad de manifestantes que decidieron acercarse hasta el Congreso. Llamó mucho la atención la ausencia del peronismo alrededor del Congreso. Una parte de los referentes nacionales y populares prefirió hacer una oposición cómoda desde sus hogares y en sus cuentas de redes sociales. ¿Estrategia o desidia? Difícil saberlo.

Al menos, hasta finalizar está crónica, en las inmediaciones a la plaza no se registraban hechos de mayor gravedad, detenidos o heridos.

Plata por leyes

Plata por leyes

En medio de un enorme operativo de seguridad, Javier Milei inauguró las sesiones parlamentarias con un discurso en el que ofreció un «alivio fiscal» a las provincias a cambio de que le aprueben la Ley Ómnibus. También invitó a la dirigencia opositora a firmar el Pacto de Mayo, un decálogo del ideario mieísta sobre el que se estructuraría el futuro de la Argentina. Además, anunció el cierre de la Agencia Télam y criticó al peronismo.

Llegar al Congreso parece una odisea, los colectivos en procesión se agolpan en el centro y las estaciones de subte cerradas generan cuadras de cola en cada parada. Es que la rebelión decidió estallar en la estación Constitución con el primer “Molinetazo” el mismo día que el presidente se disponía a sentar las bases de lo que llamaría “el nuevo pacto social”.

El ambiente en la avenida Rivadavia se percibe tenso, los mismos funcionarios de siempre comparten un café en el mítico Casablanca entre un par de custodios y borrachos conocidos. Parece ser un barrio donde la política y la vida del común de la gente de cruzan, casi de casualidad, o por error.

Los medios repitieron todo el día que el presidente Javier Milei guarda una sorpresa para el final, se rumorea que será el anuncio de un gran acuerdo nacional, sumado a un cierre que mantiene expectantes a los noteros, pero para esto habrá que esperar hasta el final del espectáculo.

La calle se va colmando de fuerzas de la Federal que bajan de innumerables colectivos ploteados de negro. La tribuna del presidente se acomoda en las inmediaciones del Congreso, entre una marcha del frente de izquierda y un par de fanáticos oficialistas pasados de cervezas que dan la impresión de estar aún más convencidos que el mismo mandatario.

Las vallas se encargan de separar quienes tienen permitido luchar contra la casta desde dentro y quienes deben resistir las consecuencias, por fuera. Adentro del Congreso esas diferencias se evaporan entre un montón de saludos y abrazos que poco tienen que ver con el protocolo.

En la sala de prensa los periodistas se agolpan entre los invitados más importantes, otros se dan una vueltita por el sector esperando que algún micrófono los capte. Otros no dan notas, pero saludan cálidamente a noteras que saben cuidar sus fuentes. Se respira un ambiente amistoso, de confianza, todos parecen conocerse, y la mejor forma de pasar el rato son los los cuchicheos entre compañeros comentando posibles horarios de llegada, incógnitas sobre el discurso e internas sobre funcionarios.

A las 20 ingresa la vicepresidenta, Victoria Villarruel, sin mucho movimiento más que dos camarógrafos que suspiran mientras ella llega al recinto. La acompañan unos jóvenes de traje y pelo despeinado como parte de la comitiva, un rasgo que se repite con casi todos los funcionarios más conocidos de La Libertad Avanza.

Poco a poco se van ubicando todos los periodistas lo mas cerca de la entrada que la seguridad lo permita, se rumorea que el mandatario va a llegar antes de lo previsto.

Mientras  se aguarda la llegada del presidente, el diputado Leandro Santoro aparece en el recinto. Ee diálogo con ANCCOM dice que lo que la Argentina necesita para salir adelante es  “un gran gobierno de concertación”..

Los streamers de traje se pasean inflando el pecho, un poco demasiado, casi esperando que alguien se atreva a cuestionar su lugar entre la casta. A solas en los palcos, rodeados de su circulo íntimo, miran con una mezcla de desprecio y desconfianza a los de afuera. Son estos mismos los que festejaron y aplaudieron cuando, en medio de su discurso, el presidente negacionista volvió a poner en duda el numero de desaparecidos por la dictadura militar.

El diputado bonaerense Agustin Romo, representante de La Libertad Avanza, es uno de los tantos chicos jóvenes que se pasean de trajes por los pasillos. Comenta en diálogo con ANCCOM que las propuestas que LLA prepara para la juventud es “el volver a ser una potencia mundial.”

A las 20:50 Milei ingresa en el recinto y cinco minutos mas tarde del comienzo a la apertura. Contrariamente a lo esperado, su discurso se extiende por más de una hora. El mandatario decide endulzar todos sus recortes con slogans de campaña que la tribuna de traje aplaude al ritmo de “motosierra, motosierra” y otros cánticos poco ensayados.

Durante el discurso el recinto de prensa se mantiene tranquilo, hasta que llega el anuncio del cierre de la Agencia de Noticias Telam. Las miradas se cruzan y el silencio se hace incómodo en la sala. Trabajadores de todas las cadenas informativas se buscan con cierta angustia o incertidumbre a sus compañeros, hombres de años en la calle trabajando detrás de las cámaras miran el suelo con tristeza.

El presidente enumera números que nadie sabe de dónde salieron para enrostrarle la crisis a los gobiernos anteriores. Después solo menciona con nombre propio a dirigentes peronistas intentando implícitamente reconstruir una alianza de todos contra el kirchnerismo. Siguió proponiéndole a los gobernados un alivio fiscal a cambio de que sus diputados y senadores aprueben la Ley Ómnibus. En buen criollo: transar plata por leyes. Cerró invitando a firmar un “Pacto de Mayo” en la provincia de Córdoba con gobernadores y dirigentes políticos de todas las fuerzas el próximo aniversario de la revolución que dio lugar al primer gobierno patrio. Pero ese pacto no sonó a otra cosa de un decálogo de la esencia mileísta, por lo que sería solo un contrato de adhesión.

A la salida, el presidente se toma unos minutos para responder consultas, su actitud siempre es cuidadosa y se encuentra acompañado por la mirada penetrante de su hermana. Ella no deja de mirar fijamente a todos los periodistas que se acercan con el fin de hacer alguna consulta sobre la apertura.

Algo nervioso esquiva rápido las preguntas protocolares sobre su discurso y se apura a resaltar que lo más importante de la elección de Córdoba como sede del nuevo pacto de Mayo. Es que se trata de la provincia que le dicen La Docta –aclara-. Después, entre risas, agrega: “No se olviden que allí nació Conan”, su mastín ingles fallecido.

Mirándolo a los ojos se lo ve temeroso, un poco distante, como temiendo sufrir la desaprobación de alguna autoridad. Se retira cercado por un grupo de asesores y disputados que los siguen en cada paso, deja una estela de preguntas no respondidas y la duda de que si el pueblo será autoridad suficiente como para desacreditar su gestión.

Afuera del Congreso se reúnen un grupo de oficialistas que busca a toda costa sacarse foto con cada referente de La Libertad Avanza que ocupo tiempo en pantalla. El encuentro no parece ser lo que esperaban los funcionarios, sus caras un poco inquietas e intentando poner distancia deja entrever que el pueblo por el que quieren ser reconocido lleva traje y se pasea por oficinas.

Frente al bar Casablanca se agolpan un grupo de militantes en favor del gobierno que acompañan con vitoreos y carteles de “Dipuchorros”, la salida de los funcionarios. Un poco más allá de esto la calle continúa desierta, el único publico presente es la interminable fila de policías que sigue desde Rivadavia hasta Corrientes. Mas allá de las vallas el pueblo espera el colectivo y parece no estar al tanto de lo ocurrido en el recinto.

La democracia en la era de las polarizaciones – Estuve Ahí

La democracia en la era de las polarizaciones – Estuve Ahí

El sociólogo, profesor e investigador Luis Alberto Quevedo analiza las transformaciones del espacio público en los últimos cuarenta años y proporciona claves para comprender el panorama actual caracterizado por el ascenso de la derecha a nivel global.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

 

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso y Estefanía Hernández.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
Jubilados de vanguardia

Jubilados de vanguardia

Como en la década de 1990, un grupo de trabajadores pasivos se reúne todos los miércoles frente al Congreso para exigir aumentos que les den un respiro en el bolsillo. Participaron de las manifestaciones contra la Ley Ómnibus y fueron reprimidos. ¿Quiénes son? ¿Cuál es su historia?

Jubilados Insurgentes es un movimiento creado en el año 2019 por personas de distintas afinidades y militancias políticas. No tiene dirigentes ni referentes porque creen en una democracia directa que reemplace a un sistema de representatividad que está en crisis. Todos los lunes hacen asambleas vía Meet para reunir a todos los integrantes esparcidos por la Argentina en las que, a partir de consensos, trabajan, cada uno con su idea política, en función del bienestar no solo de los jubilados, sino también de los trabajadores en actividad –porque pelean por la defensa del sistema previsional vigente–, de los estudiantes y de los desocupados.

“Insurgentes trata de poner sobre la mesa todas las necesidades que tienen los jubilados. Hay compañeros a quienes no les dan los medicamentos oncológicos ni turnos de visitas con el médico. La situación es muy grave”, afirma Beatrice, una de las integrantes del movimiento que en los tiempos que corren prefiere preservar su apellido. Y todos coinciden en un número: 500.000 pesos de jubilación mínima, es decir, un monto que por lo menos alcance para cubrir la canasta básica de un adulto mayor.

En la vereda

El grupo Jubilados Insurgentes se junta todos los miércoles a las 15 horas en la puerta del Anexo “A”, edificio ubicado frente al Congreso sobre la avenida Rivadavia entre Riobamba y avenida Callao, y hacen “semaforazos” sin interrumpir la circulación de autos y peatones. Al ritmo de consignas como “Trabajadores, les estamos avisando que sus jubilaciones se las están afanando”, “Paro general”, “Jubilados, carajo”, “¿A dónde está esa famosa CGT?”, “Necesitamos una huelga general”, Insurgentes se organiza del cordón de la calle hacia la vereda para cumplir con el protocolo de seguridad impuesto por este nuevo gobierno.

Así y todo, la policía bajo las órdenes de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich los amedrentó, al igual que a tantos otros manifestantes, durante las jornadas del 31 de enero al 2 de febrero. “Me comí el gas en los ojos, por más que tenía lentes, y en la nariz. Me dejaron las fosas nasales ardiendo una hora. Vinieron compañeros militantes, me dieron limón y, más o menos, se me calmó, pero el gas que están usando es venenoso: dicen que con leche se calma, pero esto ataca a los pulmones”, indica uno de los jubilados reprimidos y agrega: “No nos van a doblegar, lo único que han hecho es potenciarnos. A nosotros nos reprimieron y crecimos.”

Desde los 15

Mario Palavecino tiene 69 años y vive en el barrio porteño de Villa Lugano. Trabajó 43 años en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en relación de dependencia y hace ‘changas’ desde los 15. Hoy cuida a su nieto mientras su hija sale a trabajar. Si bien militó en la izquierda, actualmente no se identifica ni agrupa con ningún partido político.

Palavecino dice que esta arremetida del gobierno no se arregla únicamente con movilizaciones en las calles: les exige a los dirigentes de las centrales obreras, CTA y CGT, más allá de sus diferencias, a ponerse a la cabeza de las demandas con un plan de lucha nacional que incluya paros y marchas. Al ser consultado por el reciente aumento de las jubilaciones del 29%, cataloga este ajuste como “un afano” y agrega que “debería estar, para los compañeros que tienen la mínima, en un piso de 500.000 pesos, el equivalente a la canasta básica de adulto mayor.”

Para Mario, “este gobierno endurece el garrote contra los trabajadores, pero es muy blando con los titulares del Fondo Monetario. Dicen que no hay plata, pero se la llevan todas las grandes corporaciones bancarias. Se está pagando una deuda altamente fraudulenta que es una estafa al pueblo argentino. No hay plata para los trabajadores, para los jubilados ni para los sectores populares. Al final la casta somos vos, él y yo”, se enoja.

Un paseo por la historia

Rubén Cocurullo, de 76 años, nació en el barrio de Saavedra y aún sigue allí. Trabajó ocho años en relación de dependencia hasta que se dio cuenta que “era explotado por el patrón”. Tomó la decisión de continuar de manera autónoma y lo hizo por 43 años hasta jubilarse con la mínima.

No forma parte de ningún partido político porque “son todos piramidales.” Así, desde 1999, cuando se fue del Partido Socialista Democrático, Rubén decidió formar, junto a otras seis personas, el grupo Jubilados Autogestionados en la Biblioteca Popular José Ingenieros. Junto a dicho grupo, organiza reuniones semanales en el Centro Cultural Casa del Pueblo, situado en Villa del Parque, para llevar a cabo charlas, debates, conmemoraciones y muestras, entre otras actividades culturales costeadas por ellos mismos.

Rubén se remonta al pasado para recordar que hoy, en el gobierno, están “los mismos” que participaron de la Semana Roja de 1909 en Plaza Lorea, de la Semana Trágica de 1919 en la Plaza Martín Fierro, de la masacre de la Patagonia rebelde de 1921, de la masacre de Oberá de 1936 y del asesinato de los Pilagá en 1947: “los Vasena, los Bullrich… esos son exactamente los mismos que nos vienen gobernando”, enumera.

Por último, deja dos mensajes, uno de ellos para los policías que reprimen en las movilizaciones: “Muchachos, despierten de una vez. Ustedes cobran 500 ‘lucas’ por mes como cualquiera. Son trabajadores adiestrados para la represión, para asesinar al pueblo, y no saben que de este lado puede estar el abuelo, el tío, o el padre del amigo.” Y otro para la juventud, especialmente, para quienes votaron a Javier Milei: “A los jóvenes les hicieron leer una mitad de la biblioteca y no la otra. Cuando estos chicos se encuentren sin un ‘mango’ en el bolsillo, sin jubilación y explotados, la decisión que van a tomar va a ser irse del país porque «es una mierda».”

De San Fernando al Congreso

Más de una hora y media tarda en llegar Juan Manuel Quintero desde su hogar, ubicado en la localidad de Virreyes, para reunirse con sus compañeros de Jubilados Insurgentes. A sus 76 años, y luego de toda una vida de trabajo como metalúrgico, Juan Manuel muestra una faceta política que se desliga de su militancia en el Partido Comunista de los Trabajadores (PCT), movimiento que integró hasta la irrupción del Golpe de Estado de 1976, y en el fundado por Luis Zamora, Movimiento al Socialismo (MAS), desde el año 1982, y hoy expresa su descontento hacia los dirigentes partidarios.

Juan Manuel acusa a este gobierno de tener relaciones muy estrechas con el sionismo, con los ‘yankis’ y con los anglosajones. “Quieren destruir todas las conquistas que ganó la clase obrera. La mayoría de los políticos se hacen los distraídos y algunos dicen «cuanto peor, mejor». Por eso, les exigimos a las tres centrales sindicales (Confederación General del Trabajo, CTA Autónoma y CTA de los Trabajadores) que luchen para tirar este plan económico e ir con uno distinto que empiece por un aumento de todo: jubilaciones, pensiones”, enfatiza. “Si no, este país es semicolonia. ¿Es difícil? No, no es difícil. La clase obrera a nivel mundial está luchando: hizo 25 paros en Latinoamérica, hizo un paro en Alemania. Hay una situación revolucionaria que llegó acá: la clase obrera puso en jaque al gobierno el 24 (de enero) y, lamentablemente, las conducciones le dieron un respiro”, agrega.

Remando contra la corriente

Beatrice tiene 78 años y vive en Balvanera, “ahí en Once”, dice mientras señala en dirección a los autos que circulan por la Avenida Rivadavia. Estudia Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: le quedan tan sólo dos exámenes y la entrega de dos informes para recibirse y cumplir aquel sueño que se vio truncado desde joven, cuando le contó a su padre que quería arrancar la ‘facu’. “¿Qué? ¡Vos tenés que ser maestra jardinera, casarte y tener hijos!”. En ese recuerdo aparece la lucha histórica de las mujeres, ese combate contra aquello que se llama ‘estigma’ y existe hace siglos. Ella, militante del movimiento feminista, insiste en que la desigualdad de género sigue siendo la misma porque todavía las mujeres no ganan lo mismo que los hombres y deben cuidar a los hijos, cumplir con las tareas del hogar y mantener su empleo formal al mismo tiempo.

Beatrice trabajó en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) de manera ininterrumpida por 26 años y, ahora, con una pensión de 169.000 pesos –una cifra que se considera como ‘privilegio’ dentro de los jubilados–, no le “da para nada.” De hecho, cuenta que vive con su hijo de 52 años para recortar sus gastos lo máximo posible. “Se invirtió todo: ahora es mi hijo quien se hace cargo de gran parte de las cosas, es él quien me cuida a mí.”

En la mirada de Beatrice “hay un sistema que indica que somos descartables. Los jóvenes producen hasta que se vuelven descartables, y eso forma parte de un sistema que se llama capitalismo. Es el ‘usar y tirar’. Esto es una lucha de tipo política: en la medida que sigamos así, el capitalismo no va a aguantar”.

 

«En la negociación de la ley tuvieron las peores prácticas de la política»

«En la negociación de la ley tuvieron las peores prácticas de la política»

Los investigadores Pablo Vommaro y Pablo Semán analizan el fracaso del gobierno al intentar aprobar la Ley Ómnibus en el Congreso. «No fueron transparentes», acusan al oficialismo.

Después de una jornada de debate en la Cámara de Diputados, la Ley “Bases” retornó ayer a comisión por falta de acuerdo en la votación de los artículos. La Ley, junto al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y las 10 medidas para la economía, forma parte de la megareforma liberal que pretende llevar a cabo el gobierno de Javier Milei para “dar un punto de giro en la historia argentina”.

El proyecto comenzó a debatirse en la Cámara de Diputados el miércoles 31 y obtuvo aprobación general el viernes 2. El martes 6 de febrero, comenzó la votación de los artículos particulares y tras un cuarto intermedio llamado por el propio oficialismo, se pidió que el proyecto volviera a comisión debido a que se estaba votando una cáscara vacía.

Después de esta derrota, el diputado Oscar Zago de La Libertad Avanza (LLA) en declaraciones a la prensa aseguró: “No vamos a ser flexibles, vamos a continuar con el programa que teníamos”. También declaró que el regreso a comisión del proyecto «no es ningún paso atrás”. Además, desde el espacio advirtieron que la traición «se paga cara» y arremetieron contra los gobernadores y los bloques aliados.

La vuelta a comisiones pone en evidencia las tensiones entre la oposición autodenominada dialoguista y un oficialismo que se siente “traicionado”. La Oficina del Presidente Javier Milei publicó un comunicado en el que acusó a los gobernadores de “destruir la ley artículo por artículo horas después de haber acordado acompañarla”. Desde Israel, donde se encuentra de gira, Milei tuiteó en su cuenta de X: “Vamos a continuar con nuestro programa con o sin el apoyo de la dirigencia política”.

En conversación con ANCCOM, Pablo Semán, sociólogo y antropólogo, afirmó: “Milei extrema su propuesta y su estrategia de negociación, propone un sólo camino; se hace así y sólo de esta manera. Cuanto más extremo es Milei, más se dificulta la perspectiva de los dialoguistas de integrarse al gobierno y facilita que se opongan a sus propuestas”.

Desde que empezó a ser tratado en comisiones, “Bases” ha sufrido considerables modificaciones, en un intento de sumar adhesiones desde los sectores de la oposición dialoguista. Los bloques del PRO, UCR y Hacemos Coalición Federal fueron claves para que el oficialismo lograra la aprobación en general, pero perdieron parte de su apoyo en la votación de los artículos. Siguiendo a Semán, “en ese contexto hay una tensión muy grande entre La Libertad Avanza y una parte importante del PRO por un lado, y el resto, tanto los opositores dialoguistas como el kirchnerismo. El Gobierno pretende tener el control absoluto y dictar las reglas. Eso afecta a la oposición dialoguista porque tiene responsabilidades de gobierno y no puede ceder el control”. Estos sectores que apoyaban la ley en un primer momento y querían integrar la coalición de gobierno, tuvieron que retroceder porque “no les garantiza condiciones de gobernabilidad y triunfo en sus respectivos distritos. Es por eso que el principal conflicto que hay es entre el Gobierno y las provincias y no entre el Gobierno y los partidos opositores” afirmó el investigador.

Después de esta derrota, “el Gobierno tiene dos desafíos muy importantes, uno es parar la inflación y el otro es tener un perspectiva de crecimiento que pueda contener distintos actores, desde los sectores privados hasta los sectores populares. Esto requiere de armar una alianza antes de que la agravante situación económica le traiga descrédito”, sostuvo el sociólogo.

En su presentación inicial, el proyecto tenía más de 600 artículos controversiales que modificaban 20 leyes de diversas temáticas, desde económicas, políticas, hasta de seguridad y ambientales. En una entrevista para ANCCOM, Pablo Vommaro, historiador  docente e investigador de la UBA, CONICET y CLACSO, afirmó: “Los puntos negativos eran muchísimos, casi todos, porque los que no eran negativos a nivel económico, eran negativos para el bienestar popular y los que no eran negativos para el bienestar popular eran negativos a nivel de las instituciones del marco jurídico y de las formas democráticas”.

Si bien lograron declarar la emergencia en varias áreas, no lograron la aprobación de las 11 facultades especiales que demandaba el Poder Ejecutivo en un primer momento. Siguiendo a Vommaro, “La delegación de facultades extraordinarias es claramente antirrepublicana y avasalla atribuciones legislativas y judiciales.” El paraguas de la emergencia pública y la entrega de facultades especiales “sería darle carta blanca a Milei para hacer lo que quiera. ¿Cómo va a rendir cuentas el gobierno si tiene facultades delegadas sin ningún control legislativo ni judicial, ni ningún control popular?”, afirmó el historiador.

Además, el hecho de que la serie de normativas a modificar hayan sido enviadas como un paquete, sumado al DNU “tiene una intencionalidad, que es avasalladora de los poderes de la república. Había una idea apocalíptica de que si no se aprobaba la totalidad de los decretos había un precipicio. Esto tiene que ver con el tono de comunicación confrontativo y negativo que tiene este gobierno y que encabeza Milei”, indicó el investigador.

En cuanto a las instancias de negociación previas entre la oposición y el oficialismo, Vommaro afirma que “no fueron transparentes y se llevaron a cabo lejos de la mirada del público. Tuvieron los peores comportamientos de la política: los sobornos, las prebendas, las coimas, que una ley la redacte un particular que nada tiene que ver con el gobierno, rozando el conflicto de intereses”.

A nivel de la opinión pública “hay cierto nivel de desconcierto e incertidumbre. El enojo y el descontento que motivó en buena parte el triunfo de Milei pervive en el electorado. Es una insatisfacción que viene con el descrédito de la política en general”, explicó el historiador. Desde los sectores sociales que lo apoyaron, sostuvo, hay “cierta esperanza, cierta idea de ‘darle tiempo’, un período de tolerancia. Igualmente es un apoyo que está decreciendo. A pesar de este lento declive o descenso, sin duda todavía hay una sensación de expectativa y la sensación de bronca contra lo que había”.

“Creo que es un gobierno donde hay muchos errores y se combina la inexperiencia, la ineptitud y el cinismo. Sus votantes están esperando que haga algo de las cosas que prometió y todavía no hace, y esa paciencia se va agotando”, ratificó Vommaro.