El legado de Darío Santillán

El legado de Darío Santillán

A 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, el barrio La Fe de Montechingolo, donde militaba el primero de los dos, mantiene viva su memoria pero también el trabajo social y la organización barrial con el objetivo de construir un mundo mejor.

A 23 años de la masacre de Avellaneda, cuando la Policía Bonaerense mató a los militantes sociales Darío Santillán y a Maximiliano Kosteki, ANCCOM estuvo en Monte Chingolo, la localidad donde hoy el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) continúa su trabajo territorial, levantando la bandera de quien fuera uno de los suyos. Desde aquel oscuro 26 de junio de 2002 hasta hoy, sin descanso, el movimiento mantiene viva su memoria a través del trabajo social, la organización barrial y la resistencia popular, con la convicción de que un mundo mejor es posible.

En 2002 Argentina atravesaba una de las crisis sociales más profundas de su historia reciente. La pobreza, la desocupación y el hambre, productos del colapso económico marcaban el pulso de un país desolado que todavía tenía abiertas las heridas de diciembre de 2001. Fueron seis meses muy críticos tras el estallido. Ese junio de 2002, los piqueteros jugaban una pulseada silenciosa con el gobierno del presidente interino Eduardo Duhalde: querían cortar el acceso sur y los funcionarios estaban dispuestos a impedirlo. Para variar, el FMI exigía mayor control de las calles, y así la represión se hacía presente en cada jornada de protestas. Aquel 26 de junio, miles de manifestantes se congregaron en el Puente Pueyrredón para reclamar por trabajo, alimentos y asistencia en los barrios más carenciados.

La Policía Bonaerense –una de las cuatro fuerzas que integraron el operativo bajo órdenes del entonces gobernador Felipe Solá– avanzó con una brutalidad inusitada. Entre las postas de goma, algunas balas de plomo fueron disparadas contra la multitud. A Maximiliano Kosteki, de 22 años, lo mataron frente al Carrefour de Avellaneda y sus compañeros lo trasladaron a la estación ferroviaria. Poco después, Darío Santillán, de 21 años, fue ejecutado cuando se negó a abandonar a su compañero herido mortalmente, a quien no conocía. En ese momento lo ejecutaron por la espalda y su gesto trascendió la escena y se volvió bandera.

Las imágenes del crimen –captadas por fotoperiodistas Sergio Kovalewski y Pepe Mateos–, recorrieron el país, y dejaron al descubierto que no se había tratado de un enfrentamiento entre piqueteros, como había propalado el gobierno de Duhalde, sino de un asesinato a manos de las fuerzas represivas del Estado.

Veintitrés años después, en Monte Chingolo, el barrio donde militó Darío Santillán, su nombre sigue vivo en el trabajo cotidiano del FPDS, una organización que lleva su legado y lo multiplica en el trabajo comunitario. Allí, donde nunca dejó de funcionar la bloquera M’Barete, hoy funciona un merendero, jardines comunitarios, bachilleratos populares y espacios de contención. Todo lo que Darío soñó, y por lo que murió, hoy se construye con esfuerzo colectivo y compromiso con los barrios carenciados. 

De la crisis al barrio organizado

Carlos Leiva empezó a militar en diciembre del 2001, cuando el desempleo estaba desatado y la pobreza se profundizaba. “Nos habíamos quedado sin trabajo”, contó. “Vivía a media cuadra de donde estaba el comedor, me fui acercando cuando la necesidad se hizo fuerte. En ese momento no había otra salida”. Allí, Carlos conoció a Darío. Y desde entonces no se separó del Frente. Participando, ayudando en el comedor, acompañando a las familias. Cuando la organización comenzó, agrupada en la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, tenían presencia en cuatro barrios de Lanús. Hoy son ocho en Chingolo y muchos más en otros distritos. “Antes teníamos muchos más compañeros”, dijo Carlos. “Hoy, por las políticas de este gobierno contra los movimientos sociales, somos menos. Todo lo que tenemos lo conseguimos a pulmón”, apuntó entre el polvillo de la obra y un mate caliente.

El Frente es el sostén del barrio, el apoyo a los más carenciados. Es la organización y resistencia contra la pobreza, la desocupación y el narcotráfico que seduce a los más jóvenes. Desde los bloques que ellos mismos hacen, el plato de comida, hasta el acompañamiento a los adolescentes, el Frente nunca cesó de trabajar. “Nos cuesta más que antes”, comentó Leiva y agregó: “Atravesamos la pandemia siendo un eslabón clave. Nos decían ‘quedate en casa’, pero había que comer. Nuestros comedores no cerraron entonces ni lo hicieron durante está crisis brutal”.

En una semana de memoria por la masacre de Avellaneda, el Frente planteó el pasado 20 de junio una jornada en la que cada distrito eligió sus actividades. En Almirante Brown, por ejemplo, embellecieron sus espacios pintando y arreglando. En otros lados hubo charlas, debates, proyecciones de documentales y encuentros con los distintos compañeros que hoy están organizados. “Nosotros elegimos hacer lo que hacemos siempre: trabajo solidario en uno de nuestros espacios”, explicó Leiva. Así, pasaron el día construyendo un local destinado a niños, niñas y adolescentes, con el objetivo de plantear una alternativa al narco que rápidamente está captando a los más jóvenes. “Les ofrecen una salida más fácil: el celular, unas zapatillas nuevas, cosas que los padres no pueden comprar porque eligen comer”.

 

Construcción y memoria: la bloquera M’Barete 

En Roca Negra, a ocho cuadras del centro del FPDS en el barrio La Fe, se levanta uno de los espacios productivos más significativos de la organización: la bloquera M’Barete –que en guaraní significa ‘fuerte’ –. Funciona en un terreno recuperado en el 2006, dónde también conviven un comedor, un espacio textil, un jardín comunitario y un bachillerato popular para adultos. La bloquera nació en los primeros años del Frente, fundada por el propio Darío Santillán, con una idea sencilla pero fuerte: fabricar bloques y ladrillos para que los vecinos pudieran construir sus propias viviendas, y al mismo tiempo generar trabajo digno y organización comunitaria. “Hace un año y medio que estoy en la bloquera”, recordó con orgullo Leiva. “Nuestros edificios están hechos, en gran parte, con bloques nuestros. Hoy están certificados por el INTI, antes eran mucho más precarios”, agregó.

Marta Alarcón es militante, cocinera y vocera del FPDS. Ella recordó los inicios del espacio. “Al principio se hacía todo a mano para construir escuelas y generar trabajo. Las paredes de este lugar están hechas con esos bloques. Con el tiempo llegaron máquinas y fue creciendo”. Hoy, la bloquera no sólo produce insumos de construcción. Produce dignidad, memoria y autonomía popular, sosteniendo con cada ladrillo un modelo de organización desde los cimientos, con la convicción de que la realidad se cambia así, trabajando.

 

   Un compañero, un ejemplo, una bandera

 

Así como Leiva, muchos en el Frente convivieron con Darío Santillán en aquellos años de crisis y lucha activa, y lo recuerdan con lágrimas en los ojos pero con el orgullo de saber que su recuerdo aún vive y que los valores por los que él murió siguen siendo el espíritu del Frente que ahora lleva su nombre. “Para mí es muy duro, pero a la vez gratificante”, contó Alarcón, recordando a Darío. “Dar una mano como lo hizo él, dejando su vida, es algo muy emotivo”.

Nadie se olvida de mencionar que Darío fue asesinado por negarse a abandonar a un compañero al que ni siquiera conocía. Tenía 21 años cuando lo asesinaron, pero todos lo recuerdan como el motor del lugar. “Hoy hablás con un pibe de esa edad y no tiene la coherencia que tenía él”, narró Alarcón. “Él nos motivaba, iba casa por casa, te buscaba si no venías a la asamblea, te empujaba a salir, a hacer algo”. Incluso quienes no llegaron a conocerlo, resaltan la importancia de reflotar su ejemplo y convocar desde la memoria. “El gesto solidario de Darío, que al ver a Maxi herido frenó para ayudarlo, sin conocerlo y poniendo en riesgo su vida, es una bandera que levantamos todos los días”, contó Tamara Kallsen, una joven militante del FPDS.

Esa bandera se traduce en los comedores, que sostienen a familias que no pueden garantizar un plato de comida; en el jardín comunitario donde se da educación amorosa y gratuita desde muy pequeños; en los espacios de niñeces, adolescencias y bachilleratos populares. “Buscamos colectivizar nuestras vidas y realidades. Pensar en comunidad, frente a un sistema que todo el tiempo nos empuja al individualismo, a la meritocracia, al ‘sálvese quien pueda’”, narró.

Juventudes, educación y contención 

Contener a los más pequeños es una tarea fundamental para el Frente. Se trata de apoyar a las familias para que puedan salir a trabajar sabiendo que sus hijos están protegidos, y de inculcar los valores del servicio comunitario desde muy chicos. Maia Mauriño es docente en el espacio educativo que está en Roca Negra. “Acá funciona un jardín de primera infancia desde hace más de ocho años. No le decimos ‘guardería’, porque no creemos que se trate de ‘guardar’ a los chicos como si fueran objetos. Es un espacio de cuidado, pero también de aprendizaje”.

Las jornadas de memoria también se llevan a cabo en este lugar, en donde se enseña desde un enfoque político-pedagógico que los invita a jugar, aprender y participar desde la educación popular. “Hacemos política desde lo cotidiano, desde lo social”, comentó Mauriño. “Obvio que creemos que las cosas están mal y que hay que cambiarlas, pero no creemos que eso se resuelva solo yendo a votar cada cuatro años”.

Melina Rogl también enseña en el lugar, es profesora de Lengua en el bachillerato. “Ahí damos clases para adultos que quieren terminar el secundario, que funciona de lunes a jueves por la noche”. El bachillerato está reconocido como anexo de un Centro Educativo de Nivel Secundario, y funciona, como parte de la organización, con asambleas mensuales. Kallsen acota que “hoy, en una situación donde la pobreza crece, donde la crisis ajusta y el narcotráfico se mete cada vez más en los barrios, creemos indispensable volver a abrir este lugar para contener a un montón de pibes y pibas que, si no encuentran espacios de abrazo, terminan en situaciones de riesgo”.

En el barrio nadie tiene el día libre, y así aprovecharon el 20 de junio feriado, aunque la mayoría deja de salir a buscarse el sustento o de hacer las tareas del hogar para estar, para acompañar, para trabajar por los demás y aportar a un proyecto que es social y colectivo. “En momentos donde más nos cuesta, es cuando más necesitamos tejer lazos sociales y no olvidarnos que somos compañeros y compañeras”, comentó Kallsen. Para ella, estas jornadas se vuelven fundamentales porque hay “pibes y pibas desamparados», una política que busca bajar la edad de imputabilidad, sin presupuestos que apuesten a fortalecer la niñez y que abona el abandono estatal. 

Las muertes de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki no apagaron la militancia. A 23 años de caer fusilados por las balas del comisario Alfredo Fanchiotti y su subalterno, el cabo Alejandro Acosta, el Frente Popular Darío Santillán sigue vivo en cada merendero, en cada bloque de la bloquera M’Barete, en cada clase de los bachilleratos populares, en cada jornada solidaria que le arrebata terreno a la exclusión. “Hoy sostenemos el trabajo con su ejemplo, con memoria todos los días, desde lo cotidiano”, afirmó Leiva. Porque el legado de Darío, dice, no es una consigna ni una efeméride, es una forma de vivir, de luchar, de no rendirse. Su historia. concluye, no se cuenta en pasado: se respira, se enseña y se construye.

Un frente contra la motosierra

Un frente contra la motosierra

Más de 150 sindicatos y organizaciones marcharon en el centro porteño hacia el Ministerio de Desregulación, en lo que fue el debut del Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos. El mensaje es claro: unidad, organización y resistencia.

Estado afuera: la actual administración de gobierno, a cargo de Javier Milei, inició una total desregulación de la administración nacional. Una de las herramientas usadas es la denominada motosierra que se aplica desde el Ministerio de Desregulación que conduce Federico Sturzenegger. Hasta ese edificio pretendían llegar más de 150 organizaciones gremiales y sociales. Sin embargo, un fuerte cordón policial les impidió el paso y leyeron en la esquina el documento que tenían preparado, rechazando las desregulaciones y los fuertes ajustes que están haciendo en todos los sectores.

Antes del mediodía habían comenzado a llegar centenares de sindicatos, y miles de trabajadores estatales y agrupaciones sociales a Carlos Pellegrini y Sarmiento. Las columnas superaron a la policía. Se extendieron por Pellegrini desde Bartolomé Mitre hasta la diagonal, Av. Roque Sáenz Peña. Los cordones policiales trataban de contener en la plazoleta de 9 de julio para evitar también el corte de esta vía mano al norte. A medida que avanzaban las columnas hacia y sobre Sáenz Peña, ellos avanzaban también. No faltó el espectáculo de la policía motorizada acelerando cerca de los manifestantes.

El diputado y Secretario General de la CTA Hugo Yasky reflexionó: “Hoy es una jornada que muestra que hay una voluntad de lucha de los sindicatos que hoy estamos en este frente, convocados para defender el salario, para defender los derechos laborales, los convenios con los movimientos sociales, con los representantes y también de los jubilados. Creo que es un gran movimiento que viene a llenar un vacío. Hay que estar en la calle, hay que pelearla y acá estamos”.

La diputada nacional de Unión por la Patria, Julia Strada, también se hizo presente en la movilización: “Es muy importante reclamar por la soberanía y defender los puestos de trabajo ya que Milei básicamente nos está barriendo los derechos”. Sobre la lectura política de la jornada, la diputada manifestó que “es un mensaje para los bloques que le votaron todo a Milei, empezando por el endeudamiento con el Fondo Monetario”. Y para cerrar indicó que “hay que ganar las elecciones: si no lo traducimos en las urnas va a ser muy difícil”.

A su vez, Roberto Baradel, secretario general de SUTEBA y la CTA de la provincia de Buenos Aires remarcó que “esta es una marcha multitudinaria porque nos están asfixiando como a las provincias y a los gobernadores, asfixian la salud, la educación, los salarios. La política le tiene que poner voz al reclamo popular, nosotros no vamos a dejar la calle hasta ocasionarles la derrota”, remarcó el dirigente.

 

Todas las voces

La situación es crítica en muchos sectores. Uno de ellos es el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que intenta resistir el desguace. Verónica Mautone, de la agencia de San Vicente de INTA, explicó: “Queremos defender nuestros puestos de trabajo. Decidieron cerrar la sede experimental de AMBA donde nosotros trabajamos desde la agencia de San Vicente y de nueve agencias más. Esto implica que quedamos en disponibilidad más de 130 trabajadores. Además estamos en contra del decreto que quiere sacar el presidente que afecta a la autarquía, la gobernanza y los centros regionales de todo el INTA”. Luego agregó: “Es importante que nos unamos independientemente de que sindicato, organización o movimiento social que seamos, porque todos defendemos lo mismo y para eso hay que estar unidos”.

También estuvieron presentes los trabajadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que vienen denunciando las malas condiciones de trabajo. Gonzalo Sans Cerbino, secretario adjunto de ATE-CONICET Capital, contó que el organismo “perdió en el último año y medio más de 1.500 trabajadores”. Sanz Cerbino agregó: “Están generando condiciones imposibles de soportar, a la cabeza la reducción del salario. Nosotros perdimos un tercio del poder adquisitivo, por eso hoy nos estamos movilizando junto al conjunto de estatales y muchos otros gremios. Necesitamos parar el desguace del Estado, necesitamos recomposición salarial y organismos de ciencia y tecnología”.

Además, el secretario del CONICET destacó que “el gobierno tiene en la picota al conjunto de los organismos científicos tecnológicos, que están amenazados de intervención o de desguace”. Sanz Cerbino, además del INTA y el INTI, remarcó que el Instituto Nacional de Agua también fue descabezado. Sobre estas acciones consideró que “prefiguran una profundización del ajuste que va a depender de los trabajadores, de la lucha que podamos dar y la fuerza que mostremos en la calle”.

Por su parte, desde Vialidad Nacional también denuncian un desfinanciamiento. “Tenemos el salario congelado desde diciembre de 2023, estamos sin presupuesto, no tenemos financiación ni obras públicas, es una situación devastadora” contó el delegado Ariel Saqui. Además, recordó que el presidente dijo que si aumentaba un impuesto se cortaba un brazo y enfatizó: “La cabeza se tiene que cortar porque no aumentó un impuesto, aumentó todo”. Acerca de la manera de enfrentar el desguace Saqui consideró que “podemos tener diferencias pero tenemos que demostrar unidad”.

Los trabajadores del Astillero Río Santiago también se hicieron presentes para denunciar el ajuste en el sector. Nahuel Puig, delegado del astillero, dijo que “nosotros también somos parte del achicamiento, de la falta de inversión y de trabajo”. Además señaló que “entendemos que la salida es colectiva, nuestro rubro está atravesado por un montón de otros compañeros trabajadores”.

Muchos más sindicatos estuvieron presentes y dieron sus testimonio acerca de cómo se vive bajo la motosierra del Estado.

Cierre de la jornada

Para cerrar la movilización, desde la central gremial dieron lectura a un documento donde destacan que “con un cinismo inédito, el primer mandatario manifiesta abiertamente su oposición a las decisiones colectivas del pueblo expresadas a través del Congreso de la Nación” y denuncian la situación actual. En sintonía con la jornada de protesta y unidad convocaron a todos los presentes a continuar la marcha hacia el Congreso en apoyo a la ya tradicional marcha de los miércoles de los jubilados, el sector más castigado por el ajuste de Milei.

«Una reparación histórica que la Iglesia nunca había hecho»

«Una reparación histórica que la Iglesia nunca había hecho»

El párroco Alejandro Llorente y el padre Domingo Bresci oficiaron una misa en homenaje a las víctimas del bombardeo a Plaza de Mayo de 1955 en la Basílica Nuestra Señora de la Merced. Luego dejaron una ofrenda floral en el lugar de los hechos.

Este martes, 17 de junio, se celebró una misa en homenaje a las 309 víctimas de los bombardeos a Plaza de Mayo, a 70 años del crimen. La ceremonia fue llevada a cabo por el párroco Alejandro Llorente y el padre Domingo Bresci en la Basílica Nuestra Señora de la Merced, en Reconquista 209. Los casi 50 asistentes pertenecían a distintas agrupaciones del peronismo y asociaciones civiles. Todos ellos estaban relacionados de una u otra manera al hecho que sacudió nuestro país en 1955.

Luis Miraldi vivía en Belgrano y Sarandí y tenía siete años el día del bombardeo. Junto a su padre, italiano y peronista, observaron desde la alzada del tranvía, en la avenida, los aviones y las bombas cayendo en la plaza. “Estábamos un poco inconscientes y confundidos. Y más allá de las bombas bajando y explotando, lo que más me impresionó fue ver pasar por nuestros costados, autos a muy alta velocidad, hombres con armas en las manos, gritando: “¡Se fue el tirano!, ¡se fue el tirano!, ¡hay que matar al tirano!”. Mi padre estaba preocupado y muy triste, él había entendido enseguida que el peronismo se trataba de cuidar al trabajador”, recuerda. “Horas más tarde, mi primo que esta haciendo el servicio militar, fue a levantar los cadáveres de la calle. Manejaba muy bien y lo designaron camionero para cumplir la terea”, agrega.

Miraldi no recuerda los destrozos en la vía pública producto de las bombas que fueron más de 100, pero no olvida la quema de Iglesias esa noche. “Con el tiempo, sentí mucho dolor por el rol que tuvo la Iglesia en el ataque. Cristo Vence era un canto de época, fue una mala impostación teológica”. Miraldi participa con su esposa en una comunidad eclesial en la Parroquia de la Santa Cruz, y hoy en la Basílica, una de las iglesias atacadas luego del bombardeo, presencian la misa en homenaje a las víctimas de los aviones de la Marina y la Fuerza Aérea.

Durante la misa se leyeron los salmos correspondientes, se celebró la comunión de los presentes y se entonaron los cantos tradicionales. En el inicio, integrantes de asociaciones civiles organizadoras del encuentro dieron las gracias por la convocatoria y compartieron su dolor e indignación ante lo ocurrido: “Cuando se lo compara con Guernica, es errado, porque fue producida por los nazis. Acá fueron argentinos los que cometieron la masacre”, afirma Alberto Lina, vicepresidente de la Comisión Nacional de Monumentos de Lugares y Bienes Históricos.

Los sacerdotes celebrantes también compartieron parte de sus memorias de ese oscuro 16 de junio. Llorente contaba que, durante su crianza en una familia profundamente antiperonista, siempre se habló de la quema de iglesias, pero nunca de aquello masacre previa. “De eso en casa no se hablaba”, dice. “Es mi convicción cristiana la que me trae aquí hoy”, finaliza. Por su parte, el padre Domingo Bresci, uno de los fundadores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, recordó ante los presentes: “Yo era seminarista y venía en el tren con otro sacerdote, íbamos a la Capital porque se contaban cosas espantosas de lo que iba a pasar”. Y sigue con gran efusión: “Vimos la Curia arder, ¡la forma en la que se incendiaban los ladrillos! Pero no vimos aquellos cuerpos que fueron asesinados y que eran el templo vivo de Dios. Retomando lo que contaba a Alejandro de cuando era niño, hablaban de la quema de iglesias, pero no de la quema de los cuerpos humanos, que valían muchísimo más que los miles de ladrillos que se podrían haber quemado”. Y concluye, en relación a la misa: “Este es una reparación histórica que la Iglesia nunca había hecho”.

Una vez terminada la celebración, los concurrentes se dirigieron con una marcha lenta en la fría noche de martes hacia la Plaza de Mayo. Allí se colocó un gran ramo de flores blancas hacia la Casa Rosada y se leyó un discurso en conmemoración de las víctimas y en favor de la democracia. El grupo entonó las estrofas del Himno Nacional y permanecieron unos pocos minutos más recordando en la penumbra del lugar. Al escuchar sus memorias, muchos parecían volver a ser los niños que presenciaron la atrocidad. Uno de ellos, que prefiere no dar su nombre, cuenta que su padre, que militaba activamente, ese día se encontraba enfermo, y muchos años después entendió de lo que se había salvado.

Por su parte, Juan Mercurio cuenta que vieron a los aviones irse hacia Uruguay desde el barrio de Banfield, donde vivía. Otra de las voces que pudo escucharse, describe la caída de las bombas con la mirada que tenían de niños: “Cuando vio que venían los aviones, un amigo me dice: “Mirá, van tirando cosas. Eso ahora explota y caen papelitos”.

«Los pueblos siempre vuelven»

«Los pueblos siempre vuelven»

La Plaza de Mayo hasta la 9 de Julio y ambas diagonales estuvieron tapizadas de militantes, organizaciones políticas, sociales y gremiales. También estuvieron los jubilados, trabajadores del Garrahan, autoconvocados y hasta agrupaciones de Izquierda. Todos se manifestaron contra la proscripción de Cristina Fernánez de Kirchner, que envió un mensaje grabado a la multitud.

Desde primeras horas de la mañana del miércoles 18 de junio, la militancia peronista comenzó a acercarse hacia Plaza de Mayo desde distintos rincones de la ciudad, la Provincia de Buenos Aires y distintos puntos del país. Cerca del mediodía, las imágenes aéreas mostraban una Plaza de Mayo multitudinaria. Los manifestantes que reclamaban por lo que consideran una proscripción injusta contra Cristina Fernández de Kirchner, diseñada por la oposición y el Poder Judicial colmaron Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio y tanto Diagonal Sur como Diagonal Norte estaban repletas. Se sumaron movimientos sociales, las CTA, La Cámpora, miles de independientes y numerosos líderes políticos entre los que se contaron el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el último candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa. Los más entusiastas arriesgaban que en total se manifestó un millón de personas.

Luego de que en la Plaza se entonaran las estrofas del Himno Nacional, la líder del PJ compartió un mensaje con el pueblo a través de una grabación de ocho minutos, al que luego se le sumó lo que parecía una breve comunicación telefónica: cuestionó el fallo que la inhabilita a competir para ocupar cargos públicos y pronosticó que el gobierno de Javier Milei “tiene vencimiento”. Además, convocó al peronismo a reorganizarse y en relación a las muestras de apoyo que recibió sostuvo: “Gracias de corazón. Los he escuchado cantar consignas, la marcha, el Himno. Lo que más me gustó fue escucharlos cantar otra vez `vamos a volver`. No lo escuchaba hace mucho. Me gusta porque revela una voluntad: la de tener un país donde los pibes coman cuatro veces al día (…) Estoy en San José 1111, firme y tranquila y con la prohibición de salir al balcón. Un cachivache todo”.

De esa forma comenzó Cristina Kirchner su discurso, más breve de lo que acostumbra. Repasó algunas conquistas de lo que llamó “década ganada”, como que “los laburantes lleguen a fin de mes y que los jubilados tengan remedios”. Y agregó: “Ese país no fue una utopía. Lo vivimos durante 12 años y medio. Lo dejamos desendeudado, como a las familias y a las empresas”. Cerró su discurso asegurando: “Vamos a volver con más sabiduría, más unidad, más fuerza. El pueblo finalmente siempre vuelve”.

Finalmente, todos a la Plaza

La marcha se gestó al calor de idas y vueltas, marcadas por la tensión política. En principio, la movilización se iba a realizar desde el domicilio de la exmandataria, en la esquina de San José y Humberto Iº, hasta el Tribunal de Comodoro Py, donde debía presentarse para recibir la notificación de la condena. Desde allí la militancia prometía volver con ella hasta su domicilio nuevamente.

Muchos de los que participaron también estuvieron en las vigilias a las afueras de la casa de expresidenta, como Silvana Reynoso, psicóloga, quien argumentó su participación “porque me parece que esta sentencia es totalmente una ignominia contra el movimiento peronista y especialmente contra la figura de Cristina. Históricamente las derechas en este país han sido asesinas. Tenemos que estar alertas por los derechos que estamos perdiendo. Yo no milito en ningún partido, simplemente soy una trabajadora de la salud. Como decía hoy Grabois todos los derechos sociales, civiles y personales, digamos, individuales están en peligro y eso me parece que es muy grave para este país que tiene la historia que tiene con 30.000 compañeros desaparecidos’’.

Ayer por la mañana, el fiscal Diego Luciani había rechazado el pedido de prisión domiciliaria por parte de la defensa. Sin embargo, por la tarde, el juez Jorge Gorini, presidente del Tribunal Oral Federal (TOF) 2, quien se encuentra a cargo de la ejecución de las condenas en la causa Vialidad, decidió que la notificación se realizaría de manera virtual.

Entre las condiciones de detención se encuentran el uso obligatorio de tobillera electrónica, balcón restringido y listado de visitas, del cual quedan eximidas las personas que integran el grupo familiar, la custodia policial, los profesionales médicos y abogados que la representan. Como explicó la referente de izquierda Myriam Bregman, ni a los genocidas les imponen estas condiciones: por ejemplo, solo el 16% debe usar tobillera electrónica. Mayra Mendoza, intendenta del municipio de Quilmes y militante de La Cámpora, informó e ironizó: “Por determinación de la justicia, Cristina ya no va a poder saludar desde el balcón. Ese mínimo contacto que tenía con tanta gente que la viene a saludar, a acompañar, la justicia dispuso que ya no podrá hacerlo. Creo que les molesta la sonrisa”.

Desde el Partido Justicialista y distintas organizaciones peronistas vincularon la decisión de notificarla de manera virtual con la necesidad del gobierno de desactivar la marcha de hoy. La senadora nacional, Anabel Fernández Sagasti, había remarcado a través de redes sociales: “¡A no comerse la curva! El miércoles pase lo que pase salimos a las calles a acompañar”.

Paradójicamente, el fallo del pasado martes 11 de junio que estableció “el cepo al voto popular”, como aseguró la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, reorganizó al peronismo detrás de su figura luego de meses de internas.

“Milei tiene miedo”

Desde ayer, en la previa de la movilización, el gobierno nacional trabajó para impedir que manifestantes que viajaban desde diferentes puntos del país lleguen a la marcha: impulsaron la requisa a micros e incautaron carteles y remeras con símbolos peronistas. Además, desde este miércoles por la mañana, se reforzaron operativos policiales en puntos como la autopista Riccheri o las estaciones de tren Constitución y Retiro.

Desde La Cámpora, organización que lidera Máximo Kirchner, denunciaron que las fuerzas de seguridad “intimidan”a los militantes que llegan a la Capital para participar de la protesta contra la detención de la exmandataria y responsabilizaron al presidente Javier Milei y a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “Gendarmería se sube a los micros que viajan desde todo el país para intimidar a los compañeros y compañeras que vienen a bancar a Cristina. Pararon micro por micro, los hicieron bajar, revisaron todas las pertenencias, palparon a todos, les pidieron DNI y les sacaron fotos de prepo a todos los pasajeros y pasajeras”, apuntaron en las redes sociales.

A las 14:40 la Policía de la Ciudad avanzó sobre los manifestantes y despejó el recorrido del  Metrobus en la 9 de julio pero no avanzaron más. Además, estos hechos se enmarcan en la reforma realizada por un decreto de ayer para que la Policía Federal se transforme en el “FBI argentino”, algo que recuerda a épocas oscuras y antidemocráticas de la historia de la Argentina.

A pesar de esos intentos oficiales, militantes de todo el país participaron del acontecimiento, así lo cuenta Lucía Lazarte de 36 años que viajó junto con su familia desde Córdoba: “Al venir de una provincia como Córdoba y ver tanta gente acá me emociona. Amo que haya tantos viejitos y yo creo que ellos por todo lo que atravesaron, saben y valoran más que nadie, las políticas del kirchnerismo. Más allá de lo que uno pueda amar u odiar a Cristina, todos venimos acá por la democracia’’.

Luego de que la expresidenta terminará de hablarle a la Plaza, comenzó a sonar el tema “Todo preso es político” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Cumplida la participación y el reclamo, los manifestantes comenzaron a desconcentrar de forma pacífica y no hubo señales de represión, tal como el conductor del acto había exigido minutos antes por el altoparlante.

 

¿Por qué los empresarios apuestan por un gobierno que les hace perder plata a sus empresas?

¿Por qué los empresarios apuestan por un gobierno que les hace perder plata a sus empresas?

“El país que quieren los dueños”, el libro compilado por Alejandro Bercovich, propone una mirada con lupa sobre quiénes son y cómo operan los poderosos que definen el destino de la Argentina.

¿Cómo nombramos a la Argentina? Varios sentidos circulan en simultáneo, de eso se trata la complejidad. Y Argentina es compleja. Además, cada quien tiene una interpretación de lo que es la patria. Seleccionar una acepción no es excluyente, pero no todos los sentidos de la patria son compatibles entre sí.

Para “los dueños del país” la patria es un negocio. Un negocio que manejan, utilizan, manipulan. Y es que esa es la acción inherente a un negocio: la operación de sacar un provecho, un beneficio. Los dueños de la Argentina imaginan un determinado modelo de país. Pero, ¿cómo es esa Argentina que desean?

ANCCOM dialogó con Alejandro Bercovich, el autor junto con Cecilia Rikap, Lara Bersten, Juan Odisio, Gustavo García Zanotti y Augusto Tartufoli del libro El país que quieren los dueños. Antes de pensar qué país quieren los dueños hay que pensar qué es el país para los dueños. Y antes de pensar qué es el país para los dueños hay que repensar el concepto de “dueños”. En este sentido, el libro propone discutir el rol de la élite empresarial en nuestro país.

¿Hay un proyecto productivo, una idea de desarrollo nacional autónomo o solamente se trata de un mero plan de negocios? A esta élite la recorren diferentes intereses. Por un lado, como capitalistas dueños de las grandes empresas argentinas, y por otro, como acreedores, o sea, dueños de los bonos. De esta forma, muchas veces estamos ante capitalistas ricos pero con empresas pobres. “El patrimonio de los grandes capitales no está siendo destruido. Es más, está creciendo de manera inédita. Y justamente la trama offshore de empresas cáscara -aquellas que se dedican a realizar maniobras de manipulación y simulación con la finalidad de eludir y evadir normas tributarias y fugar capitales- y de guardias fiscales es lo que les permite a estos magnates acrecentar su patrimonio mientras el grueso de la población se empobrece”, afirma Bercovich.

Cuando el país entra en crisis, a los empresarios desde su condición de capitalistas les conviene que el Estado renegocie sus deudas y empuje el crecimiento. Pero, contrariamente, desde su carácter de acreedores les conviene que el Estado realice un ajuste. En este sentido, el autor plantea que “la apuesta de los grandes capitales por [Javier] Milei muestra para mí que prima el carácter de acreedor, de millonario, de rico, sobre el carácter de industrial, de emprendedor o de empresario. Se valora más desde el capital la continuidad de los pagos de la deuda, el no default y no tanto la reactivación.”

Esto explicaría por qué muchas veces los grandes empresarios apoyan gobiernos que perjudican sus compañías, como sucede en el actual. Un gobierno que renuncia al desarrollo autónomo y al entramado industrial. “Lo que ocurre es que algunos capitalistas empiezan a perder dinero en sus negocios principales, a perder ingresos” -sostiene Bercovich y agrega: “Y a pesar de esa pérdida tienen a buen resguardo su patrimonio, porque lo tienen en el exterior y no lo tienen invertido en ese negocio. Esta apuesta se mantiene igual a pesar de las pérdidas que se generan en las empresas. Eso es lo que me produce curiosidad y perplejidad porque se me escapa del sentido común que alguien apueste por un gobierno que le hace perder plata.”

Este particular escenario puede explicarse en la Argentina por el acérrimo antiperonismo que recorrió (y recorre) por años la historia de la Argentina. Según Bercovich, “ahí es donde entra justamente la dimensión político-ideológica de esta apuesta, que es la apuesta de una élite que arrastra sus perjuicios, sus ambiciones, sus piezas, sus viejos conflictos”.

Además, Milei representa esa displicencia que siente la élite respecto de la democracia y del resto de la comunidad. “De algún modo en Milei lo que encontró es la llave para disciplinar al resto de la sociedad y terminar de fijarse como una élite dominante, aun cuando no construya la hegemonía que construyen las clases dirigentes”, comenta el periodista. 

Bercovich retoma el concepto de “capitalismo caníbal” de Nancy Fraser: al capital ya no le alcanza con explotación del trabajo sino que necesita expropiarlo. En el ámbito macro, los Estados se encuentran subordinados a los mercados. En la esfera micro, las familias se subordinan a las empresas. “Fraser despliega en su libro cómo se combina la crisis climática, la acción de la ultraderecha fascista y racista, el ajuste y la deuda con el mecanismo de palanca de ese ajuste y la crisis de la democracia de occidente. Son todas cosas que van de la mano y que no pasan solo en Argentina. Está pasando en simultáneo, por lo menos, en la mitad del planeta”, señala el autor.

El país que quieren los dueños está compuesto por seis capítulos. El primero a cargo del mismo Bercovich que es también el compilador de esta obra polifónica. Le sigue un análisis de Gustavo García Zanotti sobre las grandes empresas y las guaridas fiscales. En el tercer capítulo, Cecilia Rikap aborda la dimensión comunicacional de la imagen de Javier Milei en la era digital. A continuación,  Juan Odisio propone un recorrido histórico sobre la élite argentina. El quinto, un ensayo de Lara Bersten, se centra en Vaca Muerta. Finalmente, el libro cierra con el capítulo de Augusto Tartufoli, dedicado a la vida cotidiana y al tiempo libre de la élite.

Sobre el ensayo de Rikap, docente e investigadora del CONICET que indaga en las asimetrías de poder y la economía digital, Bercovich plantea que “el análisis de las plataformas y los algoritmos que hace es clave para entender la lógica de lo que está en el negocio de la red. En el capitalismo monstruario, la renta está tomando la forma que tomaba en el feudalismo, una renta que se concentra muchísimo en los propietarios, en este caso no de la tierra, sino de la nube. En esa lógica, nuestros tecnocapitalistas, nuestros tecnofeudales, son vasallos de otros más poderosos que están en Estados Unidos”.

La actual tecnoburguesía local es la mayor defensora de la ultraderecha, que se subordina a los magnates digitales. “La hipótesis del libro de que las grandes familias apuntaron por Milei porque de algún modo renunciaron a la Argentina se verifica muy concretamente en este carácter vasallático de todo el ecosistema de plataformas y algoritmos argentinos nominalmente, pero que funcionan sobre la infraestructura estadounidense y que no derraman en absoluto ni en capacidades tecnológicas ni en  ventajas económicas para la Argentina”, indica el autor.

La pregunta por cómo nombramos a la Argentina no es solo simbólica: es económica y política. La patria se disputa desde múltiples sentidos en tensión. El país que quieren los dueños propone mirar esta disputa desde la élite empresarial, una mirada que apunta en contra de la soberanía de la Nación en pos de maximizar sus beneficios individuales.

Frente a una élite que renuncia a un horizonte común, la pregunta se vuelve urgente: ¿es posible construir una Argentina que no funcione como un negocio para pocos sino como un proyecto colectivo? 

El bombardeo se sigue reescribiendo

El bombardeo se sigue reescribiendo

A 70 años de la Masacre de Plaza de Mayo, cuando la Fuerza Aérea argentina lanzó un ataque contra su propia población, dejando más de 300 muertos y 800 heridos, autores del libro “16 de junio de 1955. Bombardeo y masacre: imágenes, memorias, silencios” revisan el acontecimiento y reconstruyen la memoria de una herida aún abierta y fragmentada.

“Este es el único caso en el que un sector de las Fuerzas Armadas, en este caso la aviación de la Marina de Guerra, bombardea a sus propios ciudadanos sin que haya ninguna señal de que algo de este orden podía suceder”, señala Juan Besse, antropólogo, profesor de Geografía en la Universidad de Buenos Aires y autor del libro 16 de junio de 1955. Bombardeo y masacre: imágenes, memorias, silencios, junto a María Graciela Rodríguez. El investigador usa un concepto de Antonin Artaud, “el teatro de la crueldad”, para describir los sucesos que ocurrieron aquel día. Más de un centenar de bombas cayeron en el centro porteño, bombas que producían efectos de mutilación. Además, los militares también usaron sus aviones para ametrallar a trabajadores que habían salido a protestar en la zona del Bajo. “Este teatro tuvo efectos de discernimiento político”, agrega.

Lo que siguió fue un silenciamiento de los hechos, sobre todo en los primeros años de la Revolución Libertadora y la proscripción del peronismo. Para Besse, los historiadores encargados de narrar la masacre instauraron una “prefiguración arcaica de la Teoría de los Dos Demonios”, donde se puso al mismo nivel el bombardeo y la posterior quema de iglesias por parte de militantes del gobierno: “Cuando se describe lo que sucedió se dice que hubo un bombardeo, pero no se dice nada sobre las víctimas, y se dice que hubo incendios, y por supuesto tampoco se habla de muertos porque no los hubo. Lo que se perdió fue patrimonio histórico religioso. Toda esta corriente historiográfica liberal suscribió a algo que uno podría asociar con la figura de una guerra justa”, sostiene.

El libro de Besse y Rodríguez revisa el tratamiento que recibió el bombardeo durante las décadas posteriores, desde el punto de vista de múltiples actores sociales como la política, la prensa o la academia.  “Algo que me resultó sorprendente es que tanto el equipo de María Graciela como el equipo que yo dirigía, no éramos historiadores. Éramos sociólogos, comunicólogos, politólogos, o en mi caso un antropólogo devenido geógrafo. Eso también es indicial”, destaca el investigador, que afirma que esta singularidad da cuenta de “las timideces historiográficas para plantarse frente a este acontecimiento”.

Un nuevo abordaje, el literario

El bombardeo. Plaza de Mayo. 16 de junio de 1955 es una antología literaria publicada este año que reúne una serie de textos de autores sobre lo ocurrido, algo que casi no tiene antecedentes debido a que la literatura sobre aquellos años se remite a otros hechos, como los fusilamientos de José León Suárez (Operación Masacre). Cuenta con 13 relatos de distintos géneros escritos por Mercedes Araujo, Humberto Bas, Juan José Becerra, Juan Carrá, Albertina Carri, Alejandro Covello, Esther Cross, Mariano Dubin, María Pía López, Carla Maliandi, Sebastián Martínez Daniell, Ricardo Romero y Luis Sagasti. Para el compilador y autor del prólogo, Julián López, el bombardeo “es un evento que los artistas no terminamos de escuchar, de representar o de entender”, y a él le parece que eso “es un motor bien interesante para la escritura, un desafío que te deja en un lugar de inseguridad, de incertidumbre y hasta te guía de cierta prevención”.

Con la antología, el objetivo fue abrir una puerta: “Lo único que busca es la posibilidad de la lectura. Y en ese sentido hay una ambición, tal vez un poco desmedida, que es que se pueda leer ese evento. Tal vez no que se empiece a leer, pero que vuelva a circular. Que a 70 años de esa barbaridad se generen nuevas posibilidades de lectura, de referencia, de asociación, de identificación, de cuestionamiento. Entender también por qué el silencio ganó esa partida”. De esta manera se configura un texto que incluye una narración colectiva, una forma de representar inédita para el bombardeo. “No hace falta siquiera opinar, no hace falta siquiera saber. Hace falta abrir el libro y leer”, afirma el escritor.

Guernica sin Picasso

Ambos autores comparan el ataque aéreo argentino con el producido por la aviación italiana y alemana sobre la localidad vasca durante la guerra civil española en 1937, que inspiró la obra del afamado pintor español. “Guernica es una aldea muy pequeña, en relación sobre todo a Buenos Aires, pero tiene el cuadro de Picasso. Tiene esa representación universal de magnitud máxima. Y que el bombardeo no tenga una significa que no permeó de alguna manera”, explica López. Juan Besse recalca que el número de víctimas y de destrucción en el pueblo ibérico fue menor, pero que “la ausencia de una inscripción como la que Picasso produjo con ese cuadro marca una relativa invisibilidad del acontecimiento”.

“Las bombas aparecen ahí como un corte, como la marcación de un tipo de violencia que va a asestar el trabajo y el proceso político en las décadas venideras”, afirma Besse. Recién con el aniversario 50 del hecho se empezaron a instalar políticas gubernamentales en torno a la recuperación de información, reparación histórica y divulgación para entenderlo como un suceso de lesa humanidad. Sin embargo, con el paso del tiempo y los cambios de signo político en el gobierno la reivindicación por la memoria vuelve a ser difusa: “Es un riesgo permanente de las políticas que quieren darle visibilidad, inscripción institucional, a algo respecto de lo cual los dueños de la Argentina no quieren saber nada”. Para el investigador el silencio que hubo y hay es “muy complejo”, ya que “se entraman distintos actores y distintas estrategias”.

López sostiene que el bombardeo fue un “quantum disciplinador fabuloso que definió y que define hasta nuestros días muy poderosamente nuestra vida política, social y cultural”. “Lo que estamos viviendo ahora, y por supuesto en el 76, tiene una línea directa inabordada, una coherencia de un tipo de proyecto que es capaz de asesinar a 309 compatriotas y hacer esa locura”.

Besse subraya que el bombardeo es un acontecimiento sobre el que “no hubo un llanto nacional. Como si fuera muy difícil universalizarlo. Siempre se lo particulariza y parece que esto fue una cosa que afectó a los peronistas”, y sentencia: “se bombardeó una ciudad y mataron a un montón de gente y me imagino que había peronistas y no peronistas”. Además, habla de la necesidad de realizar un debate serio y no oportunista sobre la historia y un duelo, que por la lejanía temporal de lo sucedido sería “transgeneracional”.

López, por su parte, reafirma la importancia de enseñar “que una fuerza tuvo su bautismo de fuego en contra de ciudadanas y ciudadanas del país que las sostiene, las mantiene, que eso implicó la proscripción de un líder político durante 18 años y contribuyó a generar una matriz de expresión política que negó a las mayorías y que prohibió palabras”.