La Bombonera late pero no vota

La Bombonera late pero no vota

Las elecciones, por ahora suspendidas, tienen en vilo al pueblo xeneize y también al resto del país. La punta del lanza de las Sociedades Anónimas Deportivas y la utilización del fútbol para hacer política nacional.

Las elecciones en Boca no se realizaron este domingo y sobre el campo de juego de La Bombonera, donde estaba todo preparado para que los socios asistieran a votar, reina la incertidumbre. Después de acusaciones cruzadas, denuncias, artilugios legales y una audiencia que de negociación tuvo poco, no hubo bandera blanca entre el oficialismo, encabezado por el máximo ídolo del club, Juan Román Riquelme, y la oposición, liderada por Andrés Ibarra y Mauricio Macri, expresidente de la institución. El domingo hubo una multitudinaria marcha de hinchas, encabezada por el ídolo y actual vicepresidente, para exigir la realización de los comicios y el lunes, la jueza Alejandra Abrevaya, que las había suspendido la semana pasada, decidió apartarse de la causa.

Todo comenzó en la madrugada del martes, cuando la jueza a cargo del Juzgado Nacional N°11, Alejandra Abrevaya –curiosamente hermana del legislador del Pro Sergio Abrevaya-, decidió suspender la votación a causa de “irregularidades y anomalías en el padrón”. El fallo, firmado a la 1:14 AM, hace lugar a la denuncia presentada previamente por el propio Ibarra, en la cual acusa a la actual conducción de haber pasado 13.364 socios adherentes a la categoría de activos, es decir con derecho a votar, entre agosto y noviembre de 2021. Este viernes, la comisión directiva apeló la medida cautelar impuesta por la magistrada. Si se respetan todos los plazos judiciales, no sólo no se votará el domingo, sino que parece imposible que los comicios se lleven adelante el 17, último día disponible para hacerlo.

La carrera por presidir al club más popular del país parece estar lejos de su línea de meta. Ambos aspirantes representan dos idiosincrasias completamente diferentes: de un lado administrar a la institución como si fuese una empresa, del otro conducirla como un club social y deportivo de primer nivel mundial.

Es la política, estúpido

“Boca está metido en la política nacional y hace mucho más ruido que los demás equipos”, dice el periodista Ezequiel Fernandez Moore y explica que esto se ve reflejado en que, gracias a una muy buena gestión al frente de la institución, Macri logró posicionarse políticamente hasta convertirse en Presidente de la Nación. En cambio, Rodolfo D’Onofrio, exmandamás de River, a pesar de sus aspiraciones, ni siquiera llegó a ser diputado.

Sería ingenuo pensar que el triunfo de Javier Milei en las elecciones nacionales, no impactará en los comicios xeneizes. El libertario, quien confesó que ya no era hincha del club después del regreso de Riquelme como jugador, una decisión populista desde su punto de vista, es el principal aliado del creador del Pro. Además, afirmó que si Martín Palermo asume como director técnico del club –tal como propone la oposición- volvería identificarse con la azul y amarillo. Mientras tanto, Riquelme es cercano a Sergio Massa, hoy desaparecido de la escena política luego de su derrota electoral.

“Durante el Macrismo, Boca fue colonizado por un partido político que es el Pro”, asegura Fernandez Moore. Entre los integrantes de la actual lista opositora, se repiten varios nombres de la facción que gobernó la institución entre 1995 y 2019. También se destaca la presencia de Mario Pergolini, ex vice de Jorge Ameal. Para Fernandez Moore no es lo mismo si el presidente es un ídolo popular o un candidato político: “Sin Macri, pasa a ser un club sin tanto discurso político”, comenta.

Es la económica, estúpido

“Quieren que Boca sea el primer club privado de la Argentina y que no se vote nunca más”, advirtió Riquelme en los últimos días en referencia a los objetivos de la oposición. Es conocida la postura de Macri a favor del sistema de Clubes Sociedades Anónimas, similar al modelo inglés. “Cada club debe poder elegir cómo quiere organizarse. Si creen que lo mejor es convertirse en SAD hay que dejarlos”, declaró recientemente en la presentación de su fórmula. Macri no pudo imponer la discusión de las SAD cuando Julio Grondona conducía la AFA en 1999. Perdió la elección 39 a 1. Tampoco cuando ocupó la Casa Rosada entre 2015 y 2019.

“Los históricos equipos británicos han cedido sus potestades a favor de los núcleos económicos dueños del mundo. Allí hay concentración de capital y recursos, lo que da más posibilidades dentro del campo de juego”, plantea el periodista y escritor Ariel Scher.

La Premier League es uno de los mejores espectáculos del deporte mundial. Incomparable a la Liga Argentina, en la que 28 equipos juegan en cualquier día, a cualquier horario y, muchas veces, en estadios semivacíos. Si sumamos los cambios de reglamento sobre la marcha, los ascensos sospechados y los arbitrajes bajo la lupa, pareciera que estuviésemos hablando de dos deportes completamente diferentes. Ahora bien, ¿la única solución es entregar a estas instituciones sociales con patrimonios centenarios y un capital simbólico imposible de monetizar, a la voracidad del mercado?

“La Argentina tiene una tradición de resistencia a ese modelo, que va en sentido contrario a lo que plantea Macri, quien en caso de lograr un lugar preponderante en la institucionalidad de Boca, representaría un respaldo para el modelo de organización de los clubes bajo la lógica del mercado”, explica Scher.

Ante la consulta de ANCCOM, Diego Lajst, quien ocupará el cargo de protesorero en caso de producirse un triunfo opositor, afirma que: “Boca es y será una asociación civil sin fines de lucro por siempre. No creo que este el contexto dado en el fútbol argentino para la implementación de las SAD. Se necesitaría una ley nacional y la AFA rechazó la moción para modificar el estatuto”. El exsecretario general de la Asamblea de Representantes cree que Ibarra representa el cambio que necesita el club, el cual se encuentra bajo “el relato riquelmeano”.

Trabajo social

“Creemos que los socios quieren seguir siendo un club de fútbol, social y deportivo, sin fines de lucro, como fue creado. Estamos ante gente que viene por otra cosa. Algo que no es ilegal ni monstruoso, pero que simplemente no nos representa. No tiene que ver con nuestra identidad”, expresa Alejandro Veiga, integrante de la lista oficialista. “Volvimos a tener deportes amateurs, a la gente dentro del club, a más de 200 chicos becados en la colonia de vacaciones. Estos son objetivos que las SAD no se pueden permitir porque solo buscan ganar plata. En Boca se hace un gran trabajo social, el cual se deberá profundizar en los próximos cuatro años”, cuenta el candidato a vocal a ANCCOM.

“Es sabido que Riquelme y Macri se odiaron toda la vida, pero Román realmente piensa que el club estaba siendo utilizado antes de su llegada, no es un relato”, dice Marcos Bonocore, cronista de Boca en TNT Sports. A eso se refiere el 10 cuando declaró que en estas elecciones, el socio debe elegir entre ser un club de fútbol o que lo usen para hacer política. “Las SAD tienen cosas positivas en cuanto a desarrollo, pero lo más importante es que el club sea auténticamente de los socios y que no se convierta en un trampolín para otras cuestiones”, sostiene Bonocore.

 Si bien es apresurado catalogar estas elecciones como claves para el futuro del deporte madre nacional, si ponen en escena un juego de opuestos al que la sociedad deberá acostumbrarse. Riquelme expresa una relación de cariño y preocupación para con el club. Su victoria sería un guiño al modelo que sostiene a los clubes como espacios de pertenencia y a los socios como sus verdaderos dueños. Si Macri pusiera un pie en el fútbol argentino de nuevo, significaría dejar sin llave la puerta de ingreso para jeques árabes, estadios ultramodernos y capitales extranjeros. El partido que mantiene en pie de guerra al Mundo Boca aún no tiene fecha y todo parecería indicar que se realizaría bien entrado el 2024. Mientras tanto, La Bombonera no va a latir y, por ahora, tampoco va a votar

En Fiorito, Diego sigue siendo Pelusa

En Fiorito, Diego sigue siendo Pelusa

Los vecinos y amigos del barrio de Maradona lo siguen adorando con la alegría del primer día. A tres años de su muerte, proliferan anécdotas y recuerdos. Todos lo conocieron desde la cuna.

Pancho Torres, amigo de la infancia de Diego.

Pancho Torres, amigo de la infancia de Pelusa.

A pocas cuadras del Puente La Noria, desde el Camino de la Ribera, la calle Larrazábal se extiende hacia el interior de Lomas de Zamora. Es como un angosto túnel del tiempo, que al cabo de unos minutos traslada a los transeúntes a un mundo en el que Diego Maradona sigue vivo. 

Para los vecinos, él nunca se fue, ni siquiera cuando murió el 25 de noviembre del 2020. En la tierra santa de Villa Fiorito, su rostro aparece en las fachadas de casas, clubes, centros culturales y comercios, no solo como homenaje al jugador más grande de la historia, sino también como reflejo de la identidad barrial. 

El potrero donde transcurrieron sus primeros partidos fue tomado y ahora hay una decena de casas. Sin embargo, aún se mantiene otra de las canchas en las que jugó, ubicada en la esquina de Larrazábal y Chivilcoy. Allí se encuentra Estrella Roja, la primera institución en la que compitió Maradona.  

Junto a la entrada del club, un mural gigante muestra el cartel de la Estación Fiorito, tal como quedó después de que le reemplazaran las letras I y O por un 10. A su lado, un Diego de apenas 11 años mira tímidamente hacia el frente, mientras a un costado el futbolista ya consagrado celebra con la Copa del Mundo en una mano y la medalla en la otra. 

La cancha de Estrella Roja está rodeada de casas que se separan del campo de juego solo por unos centímetros. En los extremos antes estaban los arcos del potrero ocupado, pero el paso del tiempo los deterioró y ahora hay dos nuevos, de color celeste y blanco. 

Dentro de la cantina, Pancho Torres limpia la barra. Las paredes del lugar están repletas de imágenes de Diego, casi como si fuera una parroquia y no una entidad deportiva.

-Siempre viene mucha gente a hablar y yo lloro porque lo conocí de pibe — declara Pancho entre  lágrimas. 

Los caminos del cantinero y el futbolista se cruzaron a principios de la década del 70, en la vera del Río Matanza – Riachuelo. Torres estaba cazando pájaros, cuando vio que el cuarto hijo de los Maradona se acercaba con una gomera en la mano. En cuanto lo divisó, se tiró al suelo y gateó entre los arbustos hasta que lo tuvo a unos metros. 

-Pelu, dame la gomera o te tiro — amenazó Pancho, mientras apuntaba con el elástico de su arma rudimentaria al rostro del niño. Diego dudó durante unos segundos, pero acató la orden.

Con el tiempo, el robo quedó en el olvido y se volvieron amigos. Cuando no jugaban al fútbol, iban al basural conocido como La Quema a revolver montañas de residuos buscando algo para comer o llevarse a la casa. Es que Villa Fiorito estaba signada por la pobreza y los esfuerzos de los vecinos para sacar adelante un barrio al que el Estado jamás había llegado.  

La situación era tan precaria, que los vecinos cuentan que a la hora de buscar trabajo no podían decir que vivían en esa zona del conurbano bonaerense. Solo aparecían en los diarios cuando ocurría algún crimen. 

Por ese motivo, la gloria de Maradona fue vivida como una reparación histórica:

-Con su forma de jugar al fútbol hizo conocer a Fiorito en todo el mundo, demostró lo que puede surgir de un pibe así, de la villa. Este pibito cruzó todos los límites, como la música que no tiene fronteras, él tampoco tiene fronteras —sostiene Pancho—. Me siento re orgulloso de Fiorito, de lo que es él, que nunca se le fue la villa de la boca. No se disfrazó de nada, no se regaló con nadie, ni se arrodilló delante de nadie.

Torres vive en el club. Allí guarda alguno de los tesoros que heredó de su amigo, como una campera y un par de zapatillas Puma usadas por él.

-Yo a veces hablo con Pelusa. Acá lo conocen todos, pero yo tuve la oportunidad de conocerlo, de darle la mano —confiesa—. Yo lo saludo, le digo “Buen día, Pelu”. 

La casa en la que se crió Maradona está a unas cinco cuadras de Estrella Roja, en Azamor 523. Se esconde detrás de unas rejas sobre las que cuelgan algunas banderas y de dos árboles que custodian el camino que conduce a la puerta.

Sobre el frente de la construcción, la cara de Diego aparece con la mirada puesta en el infinito. De su cabeza se desprenden los rayos de una luz que le da una imagen santificada, confirmada por la inscripción ubicada en la parte inferior de la pared, en la que se lee “La casa de D10S”. 

A mí a veces me preguntan por qué no tengo un tatuaje. A él lo llevo siempre en la cabeza y en el corazón— confiesa Vaca.

Son las doce del mediodía y junto al antiguo hogar del astro futbolístico, “Vaca”  atornilla el panel interno de la puerta de su  auto. Él fue otro de los primeros testigos de la magia maradoneana. 

-Nos criamos juntos, crecimos juntos. Jugábamos acá en la calle —comenta—. No teníamos idea de lo que podía llegar a ser. Él es quien es también por el papá, por el sacrificio del papá, que venía de trabajar y lo llevaba a La Paternal. A veces no quería ir, pero era de agarrarlo y llevarlo. 

Al igual que Pancho, cada vez que se refiere a Diego, lo llama Pelusa. Es como si hubiera dos Maradona: el prócer y el humano. Al primero le respetan el nombre de su documento; con el segundo usan el sobrenombre del chico que cazaba ranas a la vera del río.

—A mí a veces me preguntan por qué no tengo un tatuaje. A él lo llevo siempre en la cabeza y en el corazón— confiesa Vaca.

Sus palabras reflejan los sentimientos no solo del barrio que vio crecer al dios argentino, sino también los de todos aquellos que se aferraron a Maradona cuando no había más que palos y pobreza. Es por eso que su sonrisa se repite una y otra vez en las paredes de Fiorito, porque en su alegría se consolidaba la de las clases populares. Se trata de una impronta que ya quedó sellada en la memoria histórica y que nadie podrá borrar jamás. 

La pasión también puede ser silenciosa

La pasión también puede ser silenciosa

Los jabalíes, la Selección Argentina de futsal de sordos, se prepara para el Mundial de Brasil. Le faltan fondos para poder viajar.

Una columna de personas con pecheras naranja flúor cruza la Avenida San Martín trotando desde la diagonal Tinogasta. A la cabeza va un entrenador que marca los pasos con un pitido. Se dirigen hacia el Club Comunicaciones.

Pasando una garita de seguridad, el verde impregna los ojos. Las luces de las canchas están altas y el cielo nocturno parece abrirse. Gritos de gol, arengas, risas jóvenes y el humo de un asado. Un pulmón de ocio en una ciudad gris. La última cancha pasando el buffet está más callada. No hay gritos: reina el sonido de los zapatos contra el brillante, aunque empolvado, pavimento deportivo.

Remeras azul francia con el logo oficial de la AFA forman grupos en la cancha. Ezequiel Toth, entrenador de arqueros, y el director técnico, Pablo Artesi, practican con dos jugadores en un arco. Manuel Giles y León Savia, ayudantes de campo, cambian de lugar conos y triángulos de plástico al otro lado de la cancha. En el arco contrario, diez jugadores se ubican lado a lado.

“En esta corrida buscamos intensidad”, indica el preparador físico, Lucio Caloni. A unos metros está Natalia González, intérprete de lengua de señas de la Selección Nacional masculina de futsal de sordos, Los Jabalíes. Lucio pregunta si hay alguna duda, los chicos lo miran a él, sin necesitar traducción, y niegan la cabeza. Cuando Lucio se da vuelta para alejarse unos metros, los capitanes del equipo se preguntan cuántos sets son.

En un entrenamiento sonoro, Lucio hubiera chiflado para dar inicio. Sin embargo, acá mueve la mano a los costados, reclamando atención y buscando las miradas de los chicos. Los jugadores se ponen en sus marcas sin perder de vista al preparador. Lucio levanta un cono blanco y el equipo corre hasta la última línea. Vuelven ajetreados al inicio. El preparador saca de abajo de su brazo un cono amarillo y el equipo corre a la línea más próxima. Entre ambas metas, hay otra línea, que identifican con conos rojos.

Lo que hubiera sido un “¡dale! Más rápido”, Lucio lo replica con un virulento agite de mano y un grito que no emite ningún sonido. El ejercicio se repite por diez minutos. En los primeros piques, los jugadores casi no muestran cansancio. Al acercarse a la línea de llegada, algunos sonríen dejando ir un poco de aire.

Lucio, con el ritmo cardíaco intacto, está satisfecho y da por terminada esa parte de la entrada en calor. Algunos ya están rojos, en especial el jugador más joven. El preparador acompaña una respiración profunda con las manos: que se tomen dos minutos para descansar. No necesita llamar a Natalia para comunicar eso. Les da palmadas a los que pasan cerca. Manuel llama con un movimiento de “hola” a uno que, de tan agitado, respira por la boca. Le corrige la posición de la pierna para correr. El jugador de 20 años lo mira atentamente y copia el movimiento.

Todos se acercan a uno de los costados de la cancha. Manuel agarra una pizarra con la cancha ilustrada y fichas magnéticas. Mientras habla, muestra estrategias de ataque y zonas para construir un gol. Habla rápido y los mira a los ojos, con cuidado mueve las fichas. En cada oración, se detiene y mira a Natalia, cediéndole la palabra. Con seriedad nerviosa trata de descifrar si entendieron.

Los jugadores miran el tablero y las señas que hace Natalia González de manera intermitente. Sin afectar su concentración, se rascan la cara y se espantan mosquitos. León, el otro ayudante, toma la posta de la explicación. Habla lento, Natalia lo traduce en simultáneo. “Bueno, vamos a jugar”, propone emocionado.

Revuelve dentro de una bolsa. “Mirá lo que es esto”, suelta indignado mientras levanta una tela desgastada y apenas cosida. “Manu, andá pedirle más pecheras a Sergio, que estas son una poronga”, grita resignado. Los dos defensores se acercan a pedir otras indicaciones y Savia llama con ligera ansiedad a la intérprete.

Manuel va al arco y Savia y Natalia se quedan sobre la línea del costado, observando. No pasan dos minutos y el entrenador detiene el juego para corregir a uno de los jugadores más grandes, de 26 años. “Tomá el medio”, dice mientras agita las dos manos armando un corredor. El jugador asiente, con visible confusión.

Empieza a correr, pero no toma el medio, así que León entra a la cancha. Natalia también: traduce en el centro para que todos la vean. Ahora la idea se entiende. Se reanuda el juego y el equipo se desliza con fluidez al área de gol. Manuel aplaudió en silencio y exageró una expresión facial de suficiencia.

Irrumpe el traqueteo del tren Urquiza. En la cancha, las indicaciones son en un tono bajo. Alcanza sólo con que Natalia las escuche. Prima el sonido del golpe de la pelota y el rechinar de los botines en el pavimento. Se escuchan lejanos los gritos de las canchas no-silentes. Manuel sale del arco con las manos en alto: “¡Una corrección!”. Llama a Natalia y se mueve por la cancha, explicando posiciones.

Reanuda la jugada. Esta vez, el ataque es firme. Savia indica que uno de los jugadores se cierre más. Manuel no logra atajar. Los chicos dejan escapar un grito. No pueden ocultar la alegría y se abrazan. En la línea Savia y Natalia se ríen. “Te gustó esa, ¿no?”, pregunta el entrenador con orgullo compartido. Mientras se acomoda los lentes, Natalia responde sarcástica: “Ya no me necesitan, ¿eh?”. Con cierto temor, León se apura: “No, no; por favor nunca te vayas”.

Hacen una pausa y un jugador de 22 años se acerca a Savia. Se señala la rodilla con recelo. El ayudante abre los ojos en alarma. Natalia traduce: desde hace unos meses le duele y tiene miedo de lesionarse. No puede dejar de pensar en el V Mundial de Futsal de Sordos a jugarse en San Pablo. Los jabalíes clasificaron, pero a semanas de tener que viajar, no cuentan con los fondos para hacerlo. “La AFA sólo nos da ropa y diez pelotas”, cuenta el director técnico con la mandíbula tensa y frustración en los ojos. Igual siguen dejando el aire en el predio porque mantienen la esperanza.

Savia mira preocupado, respira contemplativamente y le dice: “Jugá sin miedo. Si te lesionas en la cancha, te lesionas jugando”. Dejar todo en la cancha como si en esos breves metros encontraran un poco más de sentido en la vida. Los hombros del chico se relajan: el secreto se evapora sin romperle la ilusión de una posibilidad. Vuelve correteando a la cancha. Es ahora o nunca. Los botines intentan llegar hasta Brasil.

El rugby del pueblo

El rugby del pueblo

Alejado del estereotipo elitista de la disciplina, Virreyes Rugby Club promueve la inclusión social y la solidaridad vecinal.

Las instituciones deportivas en nuestro país ocupan un rol muy importante dentro de la sociedad, y por eso cabe destacar la historia de Virreyes Rugby Club, situado en la localidad de Bancalari, al norte del Gran Buenos Aires. Un club que en 2002 se formó con la intención de extender las fronteras de la disciplina, y que desde sus comienzos transformó el día a día de los habitantes de la zona, quienes decidieron comenzar a formar un colectivo que rápidamente adquirió una identidad definida y generó entre sus integrantes un gran sentido de pertenencia.

Mientras Virreyes recibe a San Marcos, de Monte Grande, por la vigésimo cuarta fecha del torneo de Segunda de la Unión de Rugby de Buenos Aires (que en realidad es la quinta categoría, después del Top 12, y las primera A, B y C y antes de Tercera y Desarrollo),  Marcos Julianes, uno de los fundadores y actual presidente del club, cuenta: “En una época complicada tomamos la iniciativa de traer el rugby para esta zona, y hoy por suerte ya estamos consolidados.” El dirigente, formado en el CASI, agrega: “Durante mucho tiempo, la base, la esencia del crecimiento y la existencia de Virreyes tuvo que ver con que la gente nos recibió de muy buena manera, así como los demás clubes de rugby, a los que convocamos y se acercaron a jugar con nosotros y nos albergaron en su seno a pesar de las diferencias sociales de todo tipo, demostrando el espíritu del deporte”.

Termina el partido, con un triunfo contundente del local por 43 a 12, que lo mantiene en la segunda posición. Luego de salir del vestuario, Jairo Doval, empleado de mantenimiento de un edificio y capitán de Virreyes, cuenta: “Vivíamos en Corrientes con mi familia, nos vinimos para Buenos Aires y conocimos el rugby acá, no teníamos idea de lo que era. Yo llegué a Virreyes a los 11 años, tengo 25, me trajo un conocido del barrio, y a partir de ahí el club para mí es todo, es familia, siento que los chicos de acá son mis hermanos, es el lugar donde te olvidas de todo y a dónde venimos a aportar lo mejor de cada uno”.

En el club hay muchas familias y amigos, que los días de partido se reúnen desde temprano alrededor de la cancha principal para observar los encuentros de las diferentes categorías. Cuenta, además, con un espacio donde los integrantes de los planteles se reúnen a compartir una comida preparada por allegados del club.

A pesar del desgaste que puede implicar el trabajo, el estudio, o cumplir con las responsabilidades de la vida personal de cada uno, el club logra irradiar una energía que atrae a los vecinos del barrio a pasar incluso gran parte de su tiempo libre dentro del predio. Allí, también se desarrollan clases de apoyo para jugadores y niños del barrio.

“Te reciben con tanto cariño que querés pasar tiempo acá. El club también cumple un rol importante en la formación de los jugadores. Se les exige bastante, sobre todo a los juveniles para que se puedan comprometer con el colegio. La verdad que está bastante bueno, porque los chicos tienen la posibilidad de tener clases de apoyo acá adentro y tienen una profesora que les puede dar una mano siempre. También a los chicos que están en la universidad. Yo estudio la Carrera de Ingeniería Mecánica y la verdad que siempre que puedo vengo y me dan una mano, eso es espectacular y muy lindo”, comenta Lucas Díaz, jugador del plantel superior.

“El club incluye mucho, más en la parte de las villas», dice Walter López, jugador del plantel superior.

Suele asociarse este deporte a otros sectores más pudientes de nuestra sociedad, pero Virreyes es el claro ejemplo de que el rugby tiene presencia en los barrios populares. “Siempre decimos que una hora más en el club es una hora menos en la calle, y lo tomamos como un gran logro. Son los mismos chicos que están acá alentando, jugando y eso está buenísimo. Los problemas de clase siempre están dando vueltas por afuera y acá adentro tratamos de alejarlos de todo eso”, dice Matías Romero, jugador, entrenador de juveniles e integrante de la comisión deportiva.

Walter López, por su parte, que también juega en el plantel superior, afirma: “El club incluye mucho, más en la parte de las villas. Se suman muchas personas, y eso ayudó mucho a evitar que la gente pare en las esquinas. Las puertas del predio están abiertas todo el tiempo y sabés que acá adentro estás seguro”. Las iniciativas y la predisposición que hay en Virreyes para brindar estos espacios hacen que cada vez más gente tenga ganas de sumarse mejor. En la actualidad, el club tiene fichados unos 400 jugadores en todas las categorías y van por más.

Los mitos de la mayor catástrofe del fútbol argentino

Los mitos de la mayor catástrofe del fútbol argentino

Pablo Lisotto habla de Una tarde de junio (La tragedia de la Puerta 12), una minuciosa investigación sobre la masacre de hinchas en el River-Boca de 1968, en la que desmitifica que esa salida del Monumental estuviera cerrada durante el desbande y apunta al rol represivo de la policía en tiempos del dictador Onganía.

El periodista Pablo Lisotto reconstruye tras una ardua investigación la catástrofe más grande jamás vivida en la historia del fútbol argentino y la cuenta en Una tarde de junio (La tragedia de la Puerta 12), encrucijada en la que murieron más de 70 personas. Fueron 55 años de silencio, de complicidad, de aceptar los comunicados oficiales que salieron bajo el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, y los mitos que surgieron a partir de allí. Casi medio siglo después, el licenciado en Comunicación se puso en búsqueda, ya no de justicia, sino de desmitificar, reavivar las memorias y el recuerdo por las víctimas de aquel 23 de junio de 1968.

Un relato documental de casi 200 páginas que reconstruye cronológicamente un rompecabezas enorme, en donde las piezas del mismo estaban perdidas. Más de 150 testimonios permiten acercarnos, lo más que se pudo hasta el día de la fecha, a los sucesos que se dieron en el marco del superclásico jugado en el estadio Monumental entre River Plate y Boca Juniors. 

Una tarde de junio fue publicado dos meses atrás por Ediciones Al Arco; sin embargo es un trabajo en conjunto que comenzó hace más de cinco años. “Lo que me motivó a escribir este libro fue el compromiso por la lucha de no olvidar el tema. Mi rol como periodista me da acceso a los medios y tener una voz más visible a la que lamentablemente los familiares de las víctimas no pudieron acceder durante estos años”, sostiene el autor.

La historia narrada y reconstruida por Lisotto cuenta y describe el antes, el durante y el después de la tragedia. Presenta a muchas de las víctimas por su nombre, y habla de sus sueños a futuro, sus planes de vida y sus pasiones antes del suceso. En el durante, se encarga de desmitificar muchos de los rumores que se crearon alrededor, e incluso descubre víctimas olvidadas. No, no fueron 71 los muertos, ni todos eran hinchas de Boca, ni hubo mal accionar por parte de River Plate, ya que las puertas estaban abiertas y no había molinetes. Lisotto afirma al respecto: “Hay mitos que se crearon alrededor de esta historia que aún hoy se repiten y muchos profesionales de la comunicación lo hacen, lo cual solo genera más desinformación”.

Sin dudas la falta de tecnología de la época, ausencia de celulares o transmisión por televisión de los partidos, impidió que se pueda saber la verdad. De todas formas, es importante tener en cuenta el contexto sociopolítico. “No descarto que en un contexto como en el que vivía Argentina en ese momento, bajo el gobierno de facto de Onganía, no haya existido la censura de fotografías. Tampoco se puede juzgar a los periodistas de la época porque imagino que no debe ser fácil ser periodista en años de dictadura y en donde tu única fuente oficial iba a ser la voz de la policía”, expresa el autor.

Se vivían tiempos de censura y proscripción hacía el peronismo. Incluso los hechos reconstruidos por Lisotto evidencian que aquella tarde de junio la hinchada de Boca coreó la marcha peronista frente a las autoridades gubernamentales que se encontraban en el estadio Monumental. Pero esto no fue un hecho aislado de ese día. La marcha peronista se entonaba todos los domingos en todos los partidos del fútbol, ya que no se podía identificar a los que cantaban.

Tampoco eran sucesos aislados los enfrentamientos entre barrabravas y las fuerzas de seguridad. “Formaba parte del folklore futbolístico de esa época que en cualquier cancha los hinchas visitantes se iban del estadio peleando con la policía. Con corridas, balazos, escupidas, proyectiles de un lado y de otro”, dice el autor, y agrega: “Eran los comienzos del fenómeno barrabrava en Argentina, y posiblemente Onganía quería erradicarlos, formaba parte de esa época la represión o el ‘palo fácil’ de la policía”. Aunque tampoco cree que haya habido intenciones de matar aquel día, principalmente hubo negligencia policial en la planificación de la desconcentración de esa puerta.

La realidad indica que si esta era la normalidad por esos años, no ocurrieron más tragedias como esta, hasta la actualidad, de milagro. “Cambió poco y nada en cuanto a la seguridad de los hinchas en las canchas después de ese suceso en 1968, incluso el año pasado en el Gimnasia de La Plata contra Boca, fue casi un puerta 12 a cielo abierto”, comenta Lisotto.

Al mismo tiempo, la falta de una postura oficial frente a los hechos hizo que durante años la pasión solo sea un enceguecimiento. Los hinchas de River Plate sostuvieron que la culpa fue de los hinchas de La Ribera por haber sido violentos antes y durante el partido, y su posterior salida a las apuradas del estadio. Mientras que los hinchas de Boca Juniors culpaban al club de Núñez por no haber abierto las puertas. Esta falta de postura oficial, mismo desde los clubes, solo tergiversa los acontecimientos.

Sin embargo, en estos últimos años, tanto Boca como River se mostraron predispuestos a colaborar con Lisotto en la producción del libro, tanto entregando material bibliográfico de época, como abriendo las puertas del Monumental.

En consecuencia, la escritura de esta crónica puede significar un antes y un después para el fútbol argentino, ya que se podría unificar una historia oficial por parte de ambos clubes, y que, como dice Lisotto en su introducción acerca de la actual puerta ‘M’ del estadio de River Plate, “deje de ser M de Masacre y de Muerte para convertirse en M de Misericordia, por los fallecidos y sus familiares, y M de Memoria, para que ellos estén siempre presentes y para que en el fútbol argentino no vuelva a ocurrir algo así nunca más”.

 

Se viene la Copa del Fin del Mundo

Se viene la Copa del Fin del Mundo

Este mes se disputará en Ushuaia la única competencia oficial del hockey sobre hielo en la Argentina. ¿Cómo afecta al deporte la crisis económica, la ausencia de cancha y la consecuencia de la pandemia?

A pesar de que el hockey sobre hielo en Argentina comenzó a practicarse en la década del 50, poco se conoce del deporte. En el barrio de Caballito funciona Margal, la única pista de hielo en funcionamiento en la Ciudad de Buenos Aires. Allí, cada domingo por la mañana hace su entrenamiento el equipo de la Asociación Civil Escuela Metropolitana de Hockey sobre Hielo (ACEMHH).
“El club ACEMHH se fundó en el 2001, después de años de ir a entrenar en grupo a la pista que estaba en Flores. Existía la necesidad de armar una asociación civil para lograr la representatividad y acceder a algo más. Como proyecto y para lograr una unión, en el 2010 fundamos una federación con un club de Ushuaia y otro de Buenos Aires, y se fueron sumando otros clubes”, recuerda Diego Fernando García Barthe, fundador de ACEMHH y vicepresidente de la Federación Argentina de Hockey sobre Hielo (FAHH), en diálogo con ANCCOM.

El deporte se encuentra atravesado por la cuestión económica y la presencia de pistas. El mantenimiento del hielo y el gasto en electricidad dificulta que un club pueda contar con una pista de hielo que le sea redituable. Al haber pistas comerciales, se prioriza el patinaje recreativo, que hace al negocio. De este modo, el hockey queda subordinado a la pista, y ante la imposibilidad de entrenar durante la semana en horarios por la tarde, se permite la práctica deportiva en horarios extremos: a la madrugada o los fines de semana por la mañana, antes del horario de apertura al público. A su vez, adquirir equipamiento como palos, rodilleras, guantes y cascos, hacen del hockey sobre hielo un deporte costoso.

Para aquellos que deseen sumarse a la actividad, Román Sauchuk, jugador de ACEMHH, comenta que “es recomendable que hayan venido a patinar una o dos veces. Porque tal vez los entrenadores quieren que ya sepas dar un par de pasos para después saber manejar el tejo. Al menos para que sepan caminar, después a deslizar les enseñamos nosotros”. En ACEMHH se ocupan de prestar equipamiento en cada entrenamiento para cubrir la seguridad dentro de la pista.

Más allá de permitir los entrenamientos, en la pista de Margal no se pueden organizar torneos por una cuestión de dimensiones, y porque no hay interés en ser sede. Lo que sí hay son jugadores que entrenan para participar en la competencia que se realiza en el sur del país. En Argentina, la pista más grande se encuentra en Ushuaia, y es la única de medidas olímpicas en todo Sudamérica, con 60 metros y 1800 metros cuadrados de hielo. Su funcionamiento es en temporada, de mayo a fines de agosto, y cada año alberga la Copa Fin del Mundo, el torneo más importante del país, donde compiten la mayor cantidad de jugadores.

Este año, la XVII edición de la Copa Fin del Mundo 2023 organizada por la Federación Argentina de Hockey sobre Hielo (FAHH) en Ushuaia, se desarrollará entre el 22 de julio y el 6 de agosto. La competencia se dividirá en dos etapas: la primera con las categorías menores de sub 8, sub 10, sub 12, sub 14, y para juveniles sub 16 y sub 18, mientras que una segunda etapa en los primeros días de agosto contemplará a las categorías mayores.

A nivel institucional, un conflicto atraviesa a la actividad. “La representación nacional la tiene una entidad que cuenta con una presencia reducida, y después está la FAHH que, si bien posee la estructura y las actividades, no tiene la representatividad nacional. Ahí hay un conflicto porque el que tiene la representación no la quiere compartir o abrir, y deja al resto afuera”, sostiene García Barthe. Esta situación dificulta la participación de jugadores y clubes representando a Argentina en la Selección de Hockey Sobre Hielo.

La pandemia: un antes y un después
Antes de la pandemia, la Ciudad de Buenos Aires contaba con tres pistas de hielo. En 2020, ante la imposibilidad de practicar la disciplina y los altos costos de mantenimiento, cerraron Polarcity, en Almagro, y Alpina Skate, en Flores. “Con el cierre de pistas por la pandemia, la actividad retrocedió 15 años. Teníamos una liga con 14 equipos y hoy tenemos un sólo día de práctica por semana”, reflexiona García Barthe.

Margal comenzó a funcionar en febrero de 2022, y ACEMHH es el único club que entrena, a diferencia de otros equipos que no logran conseguir horarios disponibles, considerando que la pista es utilizada para otras disciplinas populares como el patinaje artístico. La subsistencia de los clubes que participan de la disciplina varía dependiendo de la presencia de pistas. Hasta antes de la pandemia, con mayor disponibilidad de pistas en la Ciudad, había otros dos clubes en funcionamiento (Ovejas Negras y Winter), con equipos en todas las categorías: damas, mayores, y menores.

Aquellos jugadores que deseaban seguir jugando, debieron adaptarse al hockey en línea, con rollers. Si bien es otra disciplina, se asemeja en la práctica. Al existir una liga de rollers en la que ACEMHH también presenta equipo, logró acercar al deporte y a la competición a un grupo de jugadores de los distintos equipos que habían quedado relegados por la falta de pistas.

Sauchuk comenta que juega al hockey sobre hielo desde los ocho años. “Toda mi familia es de descendencia rusa. Mi papá se enteró que había un entrenador de patinaje artístico ruso, y me metió a los cinco años a hacer patinaje artístico. Me gustaba mucho mirar hockey, y a los ocho le dije que no me gustaba patinaje y quería pasarme al hockey. Ya patinaba bastante bien, me gustaba, y lo seguí haciendo desde siempre. Mi plan de los fines de semana era el hockey sobre hielo. Entrenaba los sábados a la mañana, y los domingos siempre había partidos. Ahora hago hockey en línea, juego en dos categorías, y me estoy preparando para ir a Ushuaia”. Como él, los jugadores deciden seguir con rollers hasta que vuelva una propuesta competitiva de hielo.

El futuro sobre hielo

 

Las ilusiones están puestas en la construcción de un nuevo proyecto denominado “Fantasy Skate”, que proveerá una nueva pista de hielo en la zona de Devoto, en la Ciudad de Buenos Aires, prevista para 2024. La obra se está llevando adelante a través de una inversión por parte de un particular que tiene intenciones de apoyar al deporte más que al patinaje recreativo. “Ya están presentando los planos y se está tramitando para que sean aprobados por el Estado. Si ya hay una decisión de que la pista va a acompañar a la disciplina con un proyecto deportivo y va a ser con segmentos horarios, es mucho más fácil organizarse”, sostiene García Barthe.

 La nueva pista, con una superficie de 800 metros cuadrados de hielo (el doble que Margal), contempla ser sede de una liga, lo que significaría repartir los días y horarios entre los distintos clubes y otras disciplinas que entrenan en el hielo. Al reanudarse la Liga, se fomentaría la competencia, y el desarrollo deportivo acompañado de las distintas escuelas, los torneos, y las participaciones internacionales.

García Barthe considera que “como el deporte no es conocido, el nivel de exposición es bajísimo, así que a nadie le interesa, nadie pregunta, nadie cuestiona. Hay que ver qué pasa con la institucionalidad. Si se arregla y se ordena, o sigue como está hasta ahora. Eso va a estar en manos de los que manejan esa institución. Pero si el deporte empieza a crecer, y ojalá sea así, va a haber que reordenarlo mejor”.