Hebe eterna

Hebe eterna

En el día en que la fundadora de Madres de Plaza de Mayo hubiera cumplido 97 años se la recordó con una nueva ronda a la Pirámide de Mayo y se anunció el lanzamiento de una cátedra libre para reflexionar en torno a su legado. Axel Kiciloff estuvo presente.

Como cada jueves desde el año 1977, las Madres de Plaza de Mayo realizan la ronda alrededor de la Pirámide de Mayo, mientras exclaman los nombres de las personas desaparecidas durante la dictadura. La ronda número 2486, la de este jueves, fue diferente: Hebe de Bonafini hubiese cumplido 97 años. Así fue como desde Madres de Plaza de Mayo y otras organizaciones -Movimiento Derecho al Futuro, Asociación de Trabajadores del Estado, entre otras- se reunieron de manera masiva para rememorar a una figura insoslayable en la lucha por los derechos humanos.

“Hebe está presente en nuestra lucha, en nuestro corazón, y en la solidaridad de pensar en el otro”, dijo Irene Molinari, Madre de Plaza de Mayo de la filial de Mar del Plata. Sara Mrad, de la filial de Tucuman, agregó: “Hebe nos enseñó que el muro de la dictadura, de los problemas económicos y de la desigualdad de clase, era la puerta abierta para la lucha. Ahora, hay que luchar contra un gobierno sometido a los designios del Fondo Monetario Internacional y del Nuevo Plan Condor. ¡Tomémosle la mano a Hebe y derribemos ese muro!”

Después de las palabras de las Madres Josefa “Pina” de Fiore y Carmen Arias, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, tomó el micrófono para recordar a Hebe, mientras apuntó contra el gobierno de Javier Milei: “Hoy homenajeamos a la que siempre tenía la palabra justa, a la que nunca le temió a los poderes establecidos, a la que enfrentaba con su cuerpo, inteligencia y coraje a la dictadura militar. Y con Hebe, homenajeamos a quienes hoy vuelven a ser víctimas del intento de ninguneo y persecución que sufrieron en ese entonces. Decimos entonces que son 30.000 compañeros desaparecidos y que no va a venir ningún ignorante a discutir lo que en Argentina es una bandera para siempre”.

 

Cátedra libre

De la mano de Cristina Caamaño, exrectora de la Universidad Nacional de las Madres (UNMA) y Carmen Arias, actual presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, se presentó al público la cátedra libre que apunta a generar un espacio de diálogo y reflexión. Esto se da en el marco de la “Semana Hebe de Bonafini”, que además celebró la apertura de la Biblioteca en la Universidad y la presentación de la muestra fotográfica “Tiempos Violentos” que expone la violencia palpable y legitimada por el gobierno de La Libertad Avanza.

Caamaño explicó que la dinámica de la cátedra funcionará bajo el análisis de los discursos de Hebe, donde una vez por mes los estudiantes se reunirán a poner en discusión diez fragmentos de discursos que desde la universidad tienen seleccionados. A modo introductorio, se proyectó un video del archivo de Madres del año 1986 en la Facultad de Filosofía y Letras. Allí, se la escucha a Hebe hablar con la convicción que la caracterizó durante toda su carrera política. “No somos nada más ni nada menos que la mera presencia de nuestros hijos”, decía Hebe, mientras el público que la escuchaba en el auditorio se emocionaba al volver a tenerla frente a ellos. El ministro bonaerense de Desarrollo de la Comunidad, Andrés “El Cuervo” Larroque, dijo: “Hebe tenía el sentido del pueblo en sus entrañas. La importancia de esta cátedra es que sistematiza el pensamiento nacional y popular”. Posteriormente, le dejó un mensaje a la militancia de cara al futuro: “aunque haya sectores a los que le moleste, las Madres son grandes dirigentes ya que nunca se olvidaron del por qué de su llegada hacia la acción política. El homenaje hacia Hebe no está en las palabras sino en los hechos. Ese debe ser nuestro compromiso”.

 El cierre estuvo a cargo del grupo musical “Aguafuertes”. La semana en honor a Hebe de Bonafini culminará con la presentación de Hebe Vive por Carlos Polimeni, hoy viernes 5 de diciembre a las 20 hs. en la UNMA.

Un entusiasta de la maquinaria del terrorismo de Estado

Un entusiasta de la maquinaria del terrorismo de Estado

Tres sobrevivientes de la ESMA declararon en el juicio que investiga los crímenes de lesa humanidad en los que participó Gonzalo Chispa Sánchez, integrante de la patota que, entre otros, asesinó a Rodolfo Walsh.

Durante la mañana del miércoles 3 de diciembre se llevo a cabo, de manera virtual, la tercera audiencia del juicio a Gonzalo “Chispa” Sánchez, integrante del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) y uno de los responsables del operativo que terminó con el asesinato de Rodolfo Walsh. No fue una jornada más: tres mujeres sobrevivientes declararon ante el Tribunal Oral Federal Nº 5 y le recordaron a uno de sus represores escenas del horror que les hacían vivir.

Pese a que la audiencia se desarrolló de manera virtual, algo que es fruto de malestar entre sobrevivientes y militantes, el imputado no puede evitar ver las caras y escuchar los testimonios de quienes sobrevivieron a sus horrores y hoy exigen justicia.

Cada testimonio fue distinto, pero todos coincidieron en algo: la presencia constante y activa de Sánchez dentro de la ESMA, su participación en operativos, interrogatorios y tareas internas. Entre pausas, respiraciones cortadas y detalles que vuelven pese al paso del tiempo, las tres delinearon el mismo perfil: un represor joven, operativo y carismático, siempre dispuesto a intervenir con entusiasmo en la maquinaria del Terrorismo de Estado.

«Un recreo»

La audiencia abrió con el testimonio de Silvia Labayru, quien tenía 20 años y un embarazo de cinco meses cuando fue secuestrada el 29 de diciembre de 1976 por un operativo del Grupo de Tareas 3.3.2. Era militante de Montoneros. Fue capturada en la calle; los represores tardaron en colocarle la capucha, un detalle que, contó, la hizo pensar que no saldría con vida. Permaneció un año y medio detenida en la ESMA.

La testigo vio en innumerables ocasiones a Sánchez en el sótano, donde ella era obligada a trabajar. Lo describió como un hombre joven, de baja estatura y contextura fuerte, siempre sonriente, “como si estuviera en un recreo”. Señaló que tenía un rol operativo definido, conocía el funcionamiento interno del centro clandestino y que, entre los detenidos, circulaba la información de que estaba involucrado en el “tema de los bebés”.

Antes de abandonar la videoconferencia, hizo una pausa y agradeció el trabajo realizado por el tribunal. Además, cerró diciendo: “Hasta otra vez”, consciente de que su participación en este tipo de instancias judiciales probablemente aún no haya llegado a su fin.

«Chispa estaba en su salsa»

La segunda en declarar fue Lidia Vieyra, de 69 años, jubilada; secuestrada el 11 de marzo de 1977 a las 12 del mediodía, en el restaurante “Pipo” en la Ciudad de Buenos Aires. Durante el operativo, dirigido por el coronel “Maco” (Julio César Coronel), fue abusada sexualmente. También la llevaron a la ESMA.

Vieyra permaneció secuestrada hasta agosto de 1978, cuando fue obligada a exiliarse en Inglaterra. Su testimonio fue minucioso, hizo hincapié en la participación combinada de la Prefectura, Policía Federal y la Marina en el desarrollo de los operativos. Además, se refirió a la lógica rotativa de los grupos que se desarrollaba los días miércoles. En ese entramado, Sánchez aparecía una y otra vez. Vieyra dice haberlo visto en la sala conocida como “El Dorado”, un espacio donde se analizaban documentos, se planificaban secuestros y se procesaba información arrancada bajo tormentos. Y agregó: “Chispa era un hombre joven. No digo que disfrutara, pero siempre estaba dispuesto; se notaba que estaba en su salsa”.

Antes de dar por finalizado su testimonio, Vieyra se dirigió al tribunal y dijo: “Nos estamos poniendo viejos. No queremos que los genocidas estén en su casa: hicieron aberraciones. Son asesinos”, refiriéndose a las consultas que suelen recibir los sobrevivientes respecto al otorgamiento de prisiones domiciliarias a los represores.

 

«Me cambiaron la vida»

María Eva Bernst, de 72 años, declararó una vez más. Contó que fue secuestrada el 15 de enero de 1978 en la casa de sus padres, en Lomas de Zamora, casi diez meses después de la desaparición de su marido. Allí vivía también con sus dos hijas pequeñas.

La trasladaron encapuchada y esposada en la parte trasera de un auto, junto a otras dos personas. Antes de llegar a la ESMA, donde permaneció secuestrada, el vehículo se detuvo en la casa de Domingo Canova, quien corrió la misma suerte que ella. Ya en el sótano del centro clandestino entendió que estaban allí los tres: ella, Canova y su hermana, a quien en un principio no había advertido que también habían secuestrado. Relató que escuchó primero la tortura de Canova y, luego, le tocó a ella: la desnudaron, la ataron con alambre y la sometieron a picana eléctrica y golpes. Identificó a uno de los torturadores como un agente federal y también al imputado Sánchez. Dijo que simuló un desmayo para que dejaran de golpearla. Además contó que, tras un operativo de traslados, no volvió a ver a Canova.

Con el paso del tiempo, fue asignada a tareas en el sector conocido como “Pecera”. “Algunos compañeros me ayudaron a que me dieran una tarea, para no quedar tirada”, explicó. Con un notorio esfuerzo por remontarse a ese tiempo de horror imperante, hizo referencia a un grito desgarrador que anunció el asesinato de Norma Arrostito.

Describió al imputado como un hombre de unos 30 años, de estatura media, bigote, y siempre cómodo en su rol. Lo vio participar activamente de operativos, como así también frecuentar el camarote donde estaba detenida Susana Burgos, a quien además llevaba a hacer visitas a su hija en Mar del Plata.

Contó que hasta la actualidad continúa padeciendo pesadillas y secuelas físicas. “Perdí a mi esposo, crié sola a mis hijas, perdí mi casa, perdí mi vida como era. Me cambiaron el rumbo por completo”, afirmó con firmeza mientras las lágrimas se asomaban por sus ojos.

Lo que sigue

El fiscal Félix Crous pidió incluir las declaraciones previas de Burgos, ya que ella manifestó no estar en condiciones emocionales deseables para declarar en las próximas instancias del juicio. Además, se aprobó, tras el pedido de la Fiscalía, la citación a Miguel Angel Lauletta, exmilitante de Montoneros, para que aporte su testimonio sobre los hechos.

La próxima instancia tendrá lugar el miércoles 17 de diciembre a las 9:30. Como en cada una de ellas, las y los sobrevivientes piden que se aceleren los tiempos judiciales y que los genocidas no gocen de beneficios. Tal como sostuvo Vieyra al finalizar su testimonio: “La justicia es buena… cuando llega a tiempo”.

«Para el sistema, Hebe era la peor de todas las madres»

«Para el sistema, Hebe era la peor de todas las madres»

Ulises Gorini acaba de publicar Hebe. La biografía, un trabajo derivado de treinta años de investigación sobre la fundadora de Madres de Plaza de Mayo y figura fundamental de la defensa de los derechos humanos y de la historia contemporánea argentina.

El escritor, periodista y abogado Ulises Gorini acaba de publicar Hebe. La biografía, resultado de más de 30 años de trabajo y numerosas entrevistas a Hebe de Bonafini, Madre de Plaza de Mayo, recopilando sus vivencias y memorias, junto con una extensa investigación acerca del contexto histórico que atravesó su vida. “Una biografía en el sentido histórico no es un mero relato de los episodios de una de una vida, sino es comprender esos episodios en el marco de las relaciones sociales y políticas de una época determinada”, comentó el autor.

El primer encuentro, reconstruye Gorini en diálogo con ANCCOM, fue en el marco de una entrevista en la casa de las Madres de Plaza de Mayo. Ella lo atendió en una oficina que, según él, parecía un santuario, entre pañuelos, estatuillas y velas. Al finalizar la charla él le agradeció, y Hebe le respondió: “No, gracias no. La militancia no se agradece”. Al periodista le sorprendió esta contestación, que tantos años después sigue recordando, y que pintaba el carácter de quien luego llegaría a conocer en profundidad, ya que investigaría su vida. Para concretar ese mismo encuentro, el autor de esta biografía había llamado esperando que atendiera algún encargado de prensa, sin embargo fue ella misma quien le contestó: “Soy yo”, le dijo y lo citó para ese mismo día.

Al recordar ese encuentro, Gorini destaca: “Era una característica muy singular de ella, un rasgo que correspondió a las Madres de Plaza de Mayo, pero que era particularmente muy propio de Hebe, que era trastocar el sentido común. No se trataba de una cuestión de amabilidad haberme dado el reportaje, era un acto de militancia que no correspondía agradecer”.

Gorini comenzó sus investigaciones sobre el movimiento social y político Madres de Plaza de Mayo en el año 1987. El escritor compiló la historia del movimiento en dos tomos, que se publicaron en 2006: La rebelión de las madres y La otra lucha, que más tarde se transformarían en un documental producido para la TV Pública. A su vez, fundó la cátedra de Historia de las Madres de Plaza de Mayo en el marco de la Universidad Nacional homónima.

“Hebe fue una de las mayores representantes de las Madres de Plaza de Mayo, quizá la que mejor lo simbolizó en todo sentido”, argumenta Gorini cuando se le pregunta por qué encaró esta biografía. En el libro recorre no sólo su vida personal sino también cómo ésta se encuentra íntimamente enlazada con la historia de nuestro país. Para el autor, la familia de Hebe, o Kika como se la conocía en su círculo íntimo, era “una familia modelada por lo que fue el Estado de bienestar en la Argentina. Aunque ella estaba absolutamente de espaldas a esos procesos desde el punto de vista político. No veía la relación entre su progreso familiar y el Estado de bienestar; y sin embargo estaban íntimamente vinculados, hasta tal punto que cuando un sector dominante de la economía y la política en la Argentina decide resolver la crisis liquidando al este modelo, también ataca y liquida a la familia de Hebe, como a muchas familias de ese momento”.

“Hebe fue una de las mayores representantes de las Madres de Plaza de Mayo, quizá la que mejor lo simbolizó en todo sentido”, argumenta Gorini cuando se le pregunta por qué encaró esta biografía. En el libro recorre no sólo su vida personal sino también cómo ésta se encuentra íntimamente enlazada con la historia de nuestro país. Para el autor, la familia de Hebe, o Kika como se la conocía en su círculo íntimo, era “una familia modelada por lo que fue el Estado de bienestar en la Argentina. Aunque ella estaba absolutamente de espaldas a esos procesos desde el punto de vista político. No veía la relación entre su progreso familiar y el Estado de bienestar; y sin embargo estaban íntimamente vinculados, hasta tal punto que cuando un sector dominante de la economía y la política en la Argentina decide resolver la crisis liquidando al este modelo, también ataca y liquida a la familia de Hebe, como a muchas familias de ese momento”.

El libro divide la vida de Hebe en cuatro partes. La primera se titula “Kika, la vida prometida (1928-1950)” y relata los orígenes de la familia de Hebe en El Dique, “un caserío de la localidad bonaerense de Ensenada”, a partir de la llegada de sus abuelos desde España e Italia. Su infancia estuvo marcada por ver a su padre trabajar en una fábrica de sombreros, muchas horas y en malas condiciones. Si bien completó la educación primaria, el autor plantea que en esta etapa “se fortalecieron en Kika los valores preconizados universales: el trabajo, el ahorro, la familia y la educación, como clave de ascenso social”. Sin embargo, no se le permitió seguir el magisterio, como ella lo deseaba, ya que en su familia aún predominaba la figura de la mujer que se consideraba que debía abocarse a tener marido e hijos y construir un hogar.

La segunda parte, “Bonafini, la señora de (1951-1977)” comienza luego de su casamiento con Humberto “Toto” Bonafini, que en ese momento, si bien era un joven con la misma educación que ella, había conseguido un puesto en YPF que le garantizó buen sueldo y condiciones laborales para mantener a su familia. Juntos tuvieron tres hijos, Jorge, Raúl y Alejandra. Dejaron El Dique y se mudaron a la capital bonaerense de La Plata, donde sus hijos pudieron acceder a una educación de calidad y llegaron hasta la universidad. En la universidad, al mismo tiempo que decaía el Estado de bienestar, Jorge y Raúl comenzaron a militar en el Partido Comunista Leninista- Marxista Argentino (PCMLA). “Militar es interesarse por los problemas de la gente. Es tratar de que los otros vivan mejor en la medida en que uno puede colaborar”, le explicó Jorge a Hebe cuando ella le decía que “no se le ocurría por qué a ellos les atraía militar”.

Previo al golpe, se desarrollo una huelga en YPF en la que participaron “Toto” y “El Negro”, su hermano. Si bien el “Estado de malestar”, como lo llama el autor, ya había empezado a afectar su círculo, Hebe decía: “Todo lo que mi hermano trabajaba era interpretado por mí como una cuestión estrictamente individual, para Humberto y para él mismo, por nosotros, sin pensar jamás que había otras cosas en juego”.

“Cuando a uno le llevan los hijos y te destruyen toda la familia, vos te tenés que sentar a pensar y decidir… Dos caminos te quedan: o vivir o morir. Yo elegí vivir. Kika Pastor se terminó el día que se llevaron a Jorge”. Con esta cita comienza la tercera parte “Hebe, la rebelión permanente (1977-1986)”, que narra el comienzo de su camino de militancia, que la transformaría con el tiempo en una de las figuras más reconocidas en torno a la defensa de los derechos humanos en el mundo.

A partir de la desaparición de sus dos hijos y su cuñada, la vida de Hebe dio un giro drástico ya que tomó un papel activo en la búsqueda de su familia. Mientras encara su búsqueda en solitario, Hebe se topa con otras madres que se encuentran en su misma situación y que comienzan a ir todos los jueves a Plaza de Mayo. Respecto al alcance conseguido por el movimiento de las Madres, Gorini afirma que: “Un mito era que la maternidad las protegía porque eran madres. Esa figura sagrada y consagrada, incluso por el discurso de la dictadura, que se decía occidental y cristiana, que decía que la familia era la base de la sociedad y la madre el centro de esa célula familiar. Bueno, no tuvieron ningún reparo, sin embargo, en secuestrar a madres de Plaza de Mayo tan solo siete meses después de haberse instalado en la Plaza de Mayo”.

La cuarta parte, “Ella, la peor de todas (1987-2022)”, narra el momento en que Hebe se vio envuelta en problemáticas de otro calibre que perjudicaron su imagen. Llevó a cabo un proceso de radicalización y se involucró en temáticas que trascendían la cuestión de las violaciones a los derechos humanos. El autor lo resume en una frase: “Para el sistema, sin duda, se había convertido en la peor de todas las madres”. Por otra parte, su encuentro con Fidel Castro, su cercanía con Sergio Schoklender y su afinidad con el kirchnerismo hicieron que su nombre despertara debates y contradicciones en la sociedad.

Con la publicación de este libro, Ulises Gorini reflexiona sobre la figura de Hebe en un momento en el que se vuelve necesario retomar estas historias al verse cuestionados debates que se creían saldados. “Creo que el ejemplo de las Madres es una guía para una nueva resistencia. Porque ellas en los tiempos más oscuros, en la soledad más extrema,  supieron levantar la cabeza y la bandera para inaugurar una resistencia cada vez más amplia”.

En el epílogo, Gorini condensa la historia de Hebe: “Buscando a sus hijos, encontró a Hebe. Una madre, también, pero una madre nueva, tan singular en la historia que fue ‘parida por sus propios hijos’, que ya no serían dos ni tres, sino treinta mil”.

A ocho años del asesinato de Rafael Nahuel continúa el reclamo por justicia

A ocho años del asesinato de Rafael Nahuel continúa el reclamo por justicia

A pesar de que los responsables materiales fueron condenados, aún deambulan en libertad. Mientras tanto, los familiares de la víctima fueron declarados terroristas, perdieron las AUH y les cerraron sus cuentas bancarias.

Rafael Nahuel tenía 22 años cuando fue asesinado de un disparo por la espalda durante un operativo del Grupo Albatros de la Prefectura Naval Argentina. El crimen ocurrió el 25 de noviembre de 2017 en Villa Mascardi, en el marco de un desalojo ordenado sobre el territorio donde la comunidad Lafken Winkul Mapu había recuperado su territorio desde meses antes. Aquel disparo, efectuado tras un operativo que incluyó más de un centenar de tiros con munición de plomo, marcó uno de los episodios más graves de violencia estatal de la última década. Ocho años después, la herida sigue abierta.

En este nuevo aniversario, María —tía de Rafael y una de las figuras más activas en el reclamo de justicia— lo recuerda entre bronca e impotencia: “Es tan injusta la vida, es tan injusto lo que le pasó a Rafita. Hasta hoy no hay justicia. Él ya no está y el que lo mató sigue caminando libre”.

A lo largo del año, la causa judicial tuvo algunos avances. En julio se confirmó la condena contra los cinco prefectos responsables del crimen: Sergio Cavia, Francisco Javier Pinto, Juan Obregón, Carlos Sosa y Sergio García. La Cámara Federal ratificó lo determinado por el Tribunal Oral Federal de General Roca, que consideró probado que los uniformados cometieron “homicidio doloso agravado por el uso de arma de fuego, con exceso en la legítima defensa”. Sin embargo, aunque la sentencia marcó un precedente relevante, para la familia y los organismos de derechos humanos el fallo es insuficiente: no responsabiliza a quienes dieron las órdenes políticas y operativas que derivaron en la represión.

Aun así, la misma Cámara habilitó la revisión de las penas –originalmente de entre cuatro y cinco años–, lo que podría generar una reducción. Mientras tanto, ninguno de los condenados está detenido. El dato contrasta con la rapidez con la que se aplican medidas restrictivas contra integrantes de comunidades mapuches en la región.

En aquel momento, la entonces ministra de Seguridad del gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, respaldó sin matices el accionar del Grupo Albatros. “Le damos a la versión contada por la Prefectura Naval Argentina carácter de verdad”, dijo en conferencia de prensa. 

En paralelo al avance del caso por el asesinato, la comunidad Lafken Winkul Mapu enfrentó este año su segundo juicio penal por usurpación y seis miembros fueron condenados. El hostigamiento judicial sobre el lof se profundizó aún más cuando siete de sus integrantes –entre ellos María– fueron incluidos en el listado oficial de “personas vinculadas con actos de terrorismo”, una herramienta administrativa que no requiere decisión judicial y que implica severas consecuencias económicas y civiles.

“Nos llaman delincuentes, usurpadores. Sabemos que a Rafita no lo vamos a recuperar más, pero ojalá pudiéramos tener justicia. No sé si alguna vez el pueblo mapuche la tendrá”, dice María, que perdió la Asignación Universal por Hijo tras ser incorporada a esa lista. Además, tanto a ella (que sufrió un ACV luego de la muerte de Rafael) como a uno de sus hijos les quitaron la pensión por discapacidad. Y como consecuencia directa de esa clasificación, varios miembros de la Lof quedaron sin acceso a sus cuentas bancarias: automáticamente fueron bloqueadas por decisión de entidades financieras obligadas a cumplir la normativa.

Muertos civiles

Gustavo Franquet –de la Gremial de Abogados y Abogadas, entidad que representa a la comunidad– explica que la medida responde a una decisión política: “Los han incluido sin ningún argumento. Listan hechos de todos los conflictos que puedan imaginar de todas las comunidades en un periodo de quince años, incluso causas que terminaron en absoluciones. La sola inclusión obliga a las empresas financieras a cerrar cuentas. Para Bullrich, todos los mapuches son terroristas”. También advierte que la lista no es revisada por el Congreso ni por el Poder Judicial. “No hace falta ni siquiera estar imputado”, agrega.

Esa decisión administrativa tiene efectos concretos en la vida cotidiana. María cuenta que incluso visitar a su hijo se volvió un desafío. Juan Pablo Colhuan, lonko de la comunidad, está detenido desde octubre en la unidad penitenciaria de Rawson por usurpación de tierras y otros hechos atribuidos desde 2017 en adelante. Según Franquet, debía ser trasladado a Esquel, pero el Ministerio dispuso su reubicación en Rawson, donde las condiciones de vida son más estrictas. “No tiene relación con la acusación”, señala el abogado.

Colhuan es hermano de la machi Betiana Colhuan, autoridad espiritual de la comunidad. Sus integrantes fueron condenados por la usurpación del predio que Betiana había identificado como territorio ancestral dos meses antes del asesinato de Rafael. Ese contexto explica por qué jóvenes y adultos del Lof permanecieron dispersos en la montaña durante el operativo de 2017. Rafael llegó al lugar para asistirlos: llevaba comida y abrigo. No estaba armado. Ninguno lo estuvo. En el lugar del hecho se encontraron únicamente piedras y una lanza ceremonial. 

El Grupo Albatros disparó entre 114 y 129 veces con munición de plomo, utilizando pistolas 9 milímetros y subfusiles MP5. La investigación determinó que Rafael fue perseguido montaña arriba y baleado desde atrás. Su muerte ocurrió en el marco de una campaña de estigmatización contra el pueblo mapuche, sostenida desde sectores del gobierno nacional y replicada por medios de comunicación. El hecho coincidió además con un clima social marcado por la conmoción que rodeó la muerte de Santiago Maldonado, desaparecido durante una represión de Gendarmería y encontrado sin vida semanas después. El día que asesinaron a Rafael, el cortejo fúnebre de Maldonado atravesaba Esquel.

A ocho años, la cacería judicial y administrativa sigue más activa que nunca. María lo vincula directamente con la política del gobierno de Javier Milei: “Nos dicen terroristas, nos meten presos y nos matan por la espalda. Es increíble que ya hace ocho años Rafita no esté entre nosotros y sigamos sin justicia. Este gobierno no hace cumplir las leyes”.

También habla del dolor que atraviesa a la familia: “Rafita era muy joven, con muchas ganas de vivir, y se la quitaron en un segundo. A veces recuerdo su sonrisa y esa última conversación en la que le dije que no fuera. Me dijo: ‘Voy a ir porque mi familia está arriba; tengo que llevar comida’. Eso fue lo último que escuché de él”.

Las consecuencias del desalojo siguen marcando la vida de los niños de la comunidad. María lo cuenta con tristeza: “Los niños llegan al lugar y quieren su ruca (casa). Se acuerdan de todo. Juegan actuando lo que pasó ese día. Nadie de derechos humanos vino a preguntar cómo quedaron después del desalojo. El mayor tiene once, los más chicos siete. No pueden vivir en paz”. También denuncia el robo de animales –caballos, gallinas, toros y una vaca preñada–, además de herramientas, máquinas de coser, ponchos y elementos de la vivienda de la machi. “Duele que nos digan usurpadores cuando todo lo que teníamos lo perdimos. No era nada robado. Todo se compró con trabajo”, dice.

Sobre el Gobierno actual, María agrega: “Le roba a los pobres para darle a los ricos. A nosotros nos detienen por nada y nos sacan lo mínimo que tenemos. Ojalá algún día se reconozca todo el daño que nos hicieron a nuestros mayores. Nosotros estábamos primero. Defendemos el agua, los ríos, las montañas. No estamos en contra de la gente que viene a vivir, estamos en contra del Estado que viene y nos asesina”.

María también describe las dificultades para ver a su hijo detenido: “Si me dejaran, me iría a dedo. Solo quiero verlo y darle un abrazo. No hizo daño a nadie. Luchó por un territorio donde se levantó una machi, que nos costó muchísimo. Solo queríamos vivir como mapuches”.

El testimonio de Franquet aporta una lectura jurídica y política sobre el futuro de la causa: “Estoy seguro de que los prefectos que asesinaron a Rafael, con este gobierno, no van a ir presos un solo día”. El abogado recuerda que los propios Albatros reconocieron haber ingresado con armas de guerra cuando el predio ya estaba desalojado: “Declararon que cuando les tiraron piedras empezaron a disparar. A Rafael lo mataron por la espalda. Todo quedó claro en el juicio”.

Hoy, la comunidad sigue reclamando justicia. En Villa Mascardi, las marcas de la represión permanecen visibles. La muerte de Rafael Nahuel no fue un hecho aislado: se inscribe en una política sistemática de criminalización del pueblo mapuche. Para su familia, su ausencia es un duelo que se renueva cada día, pero también un motor para seguir reclamando. “Él siempre va a caminar entre nosotros espiritualmente”, dice María. “Lo que más queremos es verdad y justicia. Nada más”.

El miércoles por la tarde, bajo la consigna “verdad y justicia por Rafael Nahuel: de Roca a Bullrich, el Estado es responsable”, se realizó una manifestación en el Monumento a Julio Argentino Roca, entre Diagonal Sur y Perú, Ciudad de Buenos Aires. En el encuentro se pidió “justicia por Rafita” y “castigo a los culpables”. Y se cerró con la directriz: «Amulepe taiñ weichan», una frase en mapudungun que significa «nuestra lucha continúa».

Memoria a cada paso

Memoria a cada paso

El mes que viene, la iniciativa Baldosas por la Memoria cumple veinte años de ininterrumpida labor, señalizando en las veredas porteñas los lugares por los que transitaron los militantes desaparecidos. «Tantas veces las rompas, tantas veces la repondremos», proclaman.

El pasado 12 de noviembre a las nueve de la mañana, los vecinos, agrupaciones y comunidad educativa del barrio de Barracas, se reunieron en Plaza España para colocar una Baldosa por la Memoria de Ricardo Cittadini, militante detenido desaparecido. A la mañana siguiente el homenaje amaneció vandalizado, con rastros de haber sido martillado. “La primera baldosa que ponen en Barracas en el espacio público de la plaza, ya la rompieron. En una noche. La idea siempre es volver a colocarlas, tantas veces las rompan tantas veces las pondremos de vuelta”, declaró Pablo Salazar, miembro de Pompeya No Olvida y uno de los asistentes al acto. En el mismo sentido, Sara Pastorino de Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad, expresó: “Acá en el barrio tenemos desde el 2009 la baldosa que recuerda a Eugenio Cabib. Cinco veces la tuvimos que colocar, porque alguien la destruye. Pero la volveremos a poner tantas veces como sea necesario”. La militante barrial advierte: “Lógicamente las baldosas sufren las inclemencias del tiempo, están en la vereda, la laca no resiste, pasa gente. Eso es una cosa. Otra cosa es cuando se ve la destrucción por parte de la mano del hombre”. Al repasar los hechos vandálicos con que se ha intentado destruir los homenajes a los detenidos desaparecidos, Pastorino advirtió: “Siempre actúan ocultándose, por la noche, para que nadie los vea.  Nosotros no. Nosotros hacemos todo a cara descubierta y a plena luz del día”. 

A principios de octubre, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de la Ciudad de Buenos Aires, se propuso colocar una Baldosa por la Memoria en recuerdo de Victorio Paulón, dirigente sindical, militante y  preso político durante la última dictadura cívico militar. El lugar elegido fue la vereda de la actual Secretaria de Trabajo, ex Ministerio. Días antes del acto de colocación, una cuadrilla de la Comuna 1 despejó el espacio donde se pondría la Baldosa. “Antes del acto fuimos a ver si estaba todo bien. Estando ahí vimos cómo tapaban el agujero que habían hecho el día anterior. No era gente de la Ciudad, suponemos que eran de la Secretaría de Trabajo, porque estaban vestidos de otra forma y de otro color”, recordó Salazar. El 7 de octubre, se llevó adelante el homenaje a Paulón con un acto en la vereda de la Secretaría, se volvió a abrir el hueco que habían tapado el día anterior y se colocó la baldosa. Tras el evento, la Ministra de Capital Humano Sandra Pettovello realizó una denuncia por delitos de daño y desobediencia. El imputado fue Daniel “Tano” Catalano, Secretario General de ATE Capital. El dirigente explicó: “De denuncia pasó a ser una causa penal donde se me acusa de resistencia a la autoridad, destrozos y desobediencia”.  En un comunicado, el Ministerio expresó que se rompieron baldosas y no se pidió autorización para la colocación de la pieza intervenida. Hecho que Catalano desmiente: “Nosotros tuvimos dos meses de gestión con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Gobierno nacional para poder poner la baldosa. Y fue  la cuadrilla de la Ciudad misma la que preparó el espacio para que se pudiera colocar. El hecho político ya estaba autorizado”.  

La causa llevada adelante por Pettovello contradice las propias disposiciones del Estado. Tanto la Legislatura porteña como el Congreso Nacional declararon de interés la iniciativa de Baldosas por la Memoria. Catalano sostuvo que el motivo “tiene que ver con que Pettovello es negacionista, está convencida de que no son 30.000 y tiene acuerdos con los sectores que justifican la desaparición, la tortura y el secuestro llevado adelante por la dictadura cívico militar”. Salazar por su parte explicó: “Nosotros no tenemos que pedir permiso para colocar una baldosa, solo tenemos que avisar. Como las actividades de Barrios por Memoria y Justicia fueron declaradas de interés cultural, tenemos la venia de la Ciudad”. 

Inicios

En 1996, nació en Alemania la iniciativa de las Stolpersteine, cuyo significado es “piedras de tropiezo”. Estas pequeñas baldosas cuadradas se ubican en las puertas de las casas donde vivieron víctimas del Holocasuto y fueron diseñadas para irrumpir en el trayecto diario de los transeúntes, llevando la memoria de las víctimas a la cotidianeidad del espacio urbano. 

En Argentina, la iniciativa de Baldosas por la Memoria nació en el año 2005 cuando Osvaldo López, sobreviviente del centro clandestino de detención Virrey Ceballos, se propuso contactar a los diferentes barrios que tuvieran relevamiento de las historias de vidas de los detenidos desaparecidos. San Cristóbal, Liniers, Pompeya y Almagro fueron algunos de los pioneros que comenzaron a organizarse en lo que hoy se llama Barrios por Memoria y Justicia.   “La idea fue señalizar las veredas por donde los compañeros y compañeras habían transitado” , recordó Salazar.  

La primera Baldosa por la Memoria se colocó el 10 de diciembre del 2005. “Eso significa que en poquitos días nos vamos a convertir en veinteañeros, hace dos décadas que empezamos con esta tarea”, destacó el vecino de Pompeya. El sitio elegido para comenzar el proyecto fue la Iglesia de la Santa Cruz, lugar que fue punto de reunión para los familiares de detenidos desaparecidos durante los primeros años del terrorismo de Estado. En ese sitio, un grupo de tareas secuestró en 1977 a dos de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, Esther Ballestrino de Careaga y Mary Ponce de Bianco, a las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon y al resto de los agrupados que buscaban a sus hijos e hijas. “Aquí secuestraron a 12 compañeros militantes populares detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado”, recuerda la baldosa en homenaje a “Los 12 de la Santa Cruz”. 

 

Algunos compañeros desaparecidos son recordados en más de un sitio: “En un barrio podés encontrar varias baldosas de una misma persona. Acá estudió, acá trabajó, acá vivió, acá lo secuestraron. Es una forma de decir: por acá transitaron”, mencionó Pastorino.

Salazar recordó una escena para ilustrar lo que han sido  estas décadas de militancia por la memoria: “Hace unos años estábamos colocando una baldosa y mientras uno de los vecinos de Pompeya hacía la mezcla, llegó un hombre que se lo quedó mirando, conmovido. Cuando se vieron, se abrazaron y empezaron a llorar”. Ninguno de los dos había sabido nada del otro desde el comienzo del terrorismo de Estado y ese reencuentro les permitió saberse vivos. “Los reencontró la baldosa de un compañero después de años. Fue un momento muy emocionante”, recuerda el militante de Pompeya No Olvida. 

Memoria en la escuela 

Luz Ayuso, Samanta Casareto y Pablo Pineau son quienes llevan adelante el Espacio de Memoria de la Escuela Normal Superior Mariano Acosta, ubicada en el barrio porteño de Balvanera. El área nació en el año 2009 y busca recuperar la historia de la institución que tiene 151 años y abordar la memoria desde la educación a través del trabajo archivístico y pedagógico. 

Una de las tareas de las que se encarga el Espacio de Memoria es seguir el rastro de los alumnos de la institución que fueron desaparecidos por el terriorismo de Estado. Los primeros 34 nombres de los que se tuvo registro formaron parte de las Baldosas por la Memoria que se colocaron en la vereda de la escuela en el 2012. Este año, se encontraron ocho nuevos casos:  “El trabajo es de rompecabezas, la reconstrucción se hace tendiendo redes”, afirmó Casareto. “Muchos alumnos de acá, luego continuaron estudiando en universidades. Ahí aparece el trabajo de mosaico, porque en el legajo universitario figura el título secundario del Mariano Acosta, entonces nos avisan y comenzamos a buscar. Siete de los ocho nombres aparecieron así. El octavo fue un hijo que vino a decirnos que su papá había venido a esta escuela, y así pudimos encontrarlo”, explicó la docente. El Espacio de Memoria también trabaja en conjunto con organismos de Derechos Humanos como Abuelas de Plaza de Mayo, el Equipo de Antropología Forense y las agrupaciones del barrio. “Hay algo casi poético en esa reconstrucción en red, en trabajar en conjunto para recuperar aquello que rompió y desestructuró el Terrorismo de Estado”, manifestó Casareto. 

El sábado 8 de noviembre, alumnos, familias y docentes del Mariano Acosta confeccionaron dos baldosas en las que se plasmaron los nombres de los ocho compañeros desaparecidos cuyo registro se encontró este año. Las piezas se colocarán en marzo del 2026, en los días previos al Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. 

Trabajo artesanal 

Arena, cemento, agua y ferrite componen cada baldosa. Una a una son fabricadas de forma artesanal. “La técnica la fuimos mejorando paso a paso y año tras año, a medida que ganamos experiencia”, comentó Pastorino. También Salazar se expresó en el mismo sentido: “Con el paso del tiempo fuimos aprendiendo cuáles eran las proporciones, cuánta arena, cuánto cemento. Después descubrimos que con ferrite podíamos darle color y cada barrio fue eligiendo uno distintivo, que hace que la baldosa se diferencie del resto de la vereda también”. 

El trabajo conjunto es parte fundamental en la actividad de las agrupaciones barriales: “Entre los barrios nos fuimos ayudando en las formas de hacer las baldosas, pero también en cómo hacer el acto de colocación, abrir el micrófono para que todos puedan participar, qué hacer y qué no, fuimos aprendiendo entre todos”, señaló el militante.  “Al principio llevó mucho tiempo de debate y reuniones ponerse de acuerdo hasta decidir un texto común”, explicó Pastorino. Cada baldosa recuerda a militantes populares victimas del terrorismo de Estado. “Hablamos de terrorismo de Estado porque hay desaparecidos que son previos al golpe militar, en manos de la Triple A”, remarcó la militante.  “Buscamos un criterio de unidad respecto a cómo nombrarlos. Llamarlos militantes populares fue una forma de considerarlos a todos desde un igual, una referencia unívoca, porque para nosotros son todos compañeros”, manifestó Salazar. 

Un sin fin

“Además de un homenaje y un reconocimiento a los compañeros, cada Baldosa es algo para las generaciones futuras. Hay que mantener viva la memoria, y esto es parte de eso”, remarcó Pastorino. Desde Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad se nombraron las plazoletas del barrio con los nombres de Madres de Plaza de Mayo desaparecidas en búsqueda de sus hijos, con placas que explican quién fue cada una de esas mujeres. Se colocaron muretes en toda la avenida San Juan y realizaron un mural con los nombres de los 92 desaparecidos del barrio. La militante de Vecinos comentó que el último año, a raíz de la iniciativa “Aquí debería votar” de Nietes, “estuvimos recopilando información y encontramos cuatro compañeros desaparecidos en el barrio de los cuales no sabíamos ni teníamos registro. Este es un trabajo que no termina”, concluyó. 

Las docentes del Acosta remarcaron la importancia que adquiere el trabajo del Espacio de Memoria frente a los embates del Gobierno de la Ciudad y la proliferación de discursos negacionistas. Casareto advirtió que:  “Hay una cuestión concreta que tiene que ver con una disputa del sentido. En este momento se está intentado modificar las currículas de la secundaria y uno de los contenidos que más  están en la mira son los de Historia . Eso es fundamental porque si se dice que la Historia no es importante, por qué es lo que principalmente se quiere cambiar. Qué se va a enseñar y cómo se va a enseñar son cuestiones a las que hay que estar atentos”. Ayuso por su parte afirmó: “Los funcionarios del Gobierno de la Ciudad descreen de la educación pública y lo que buscan es  correr el presupuesto y la responsabilidad del Estado, sacarlo de las escuelas y ponerlo en otros lados. Poco a poco, año a año, van atacando la educación pública cada vez más”. Frente a esto, la docente contrapuso: “En cambio lo que uno ve con el proyecto de Memoria es exactamente lo contrario. Apuntamos a construir colectivamente, fortalecer lo público,  armar red con el barrio y con otras instituciones,  trabajar en trama por la Memoria, la Verdad y la Justicia, para conocer nuestra historia,  para ampliar nuestros derechos.  Es decir, son dos proyectos claramente distintos.  Entonces, el embate es muy fuerte pero la resistencia es grande y la convicción también”