La historia de un hito que nunca sucedió

La historia de un hito que nunca sucedió

El director Jorge Colás cuenta cómo filmó «Viedma, la Capital que no fue», un documental que aborda el frustrado proyecto de Raúl Alfonsín de trasladar la sede administrativa del país a la Patagonia.

El director de cine Jorge Leandro Colás estrenó este jueves Viedma, la Capital que no fue, en Cine Gaumont, espacios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) del interior del país y Cinépolis Recoleta. El realizador habló sobre la producción del documental, que analiza el fallido proyecto de traslado de la capital hacia el norte de la Patagonia y anticipa: “Pensamos en la película como un organismo vivo que puede ir mutando hacia otras cosas como una serie o un podcast”.  

¿Cómo y por qué surgió la idea de este documental?

Yo soy de Viedma, vivo desde muy chico en Buenos Aires y la idea del traslado de la Capital Federal a Viedma siempre estaba dando vueltas en mi cabeza. Yo vengo haciendo documentales hace más de diez años, creo que es el formato más rico porque te permite trabajar con materiales reales, como la gente, los espacios, los archivos y los registros de cosas que son concretas, siento que ahí hay una fuerza que la ficción no tiene. Cada vez que digo en Buenos Aires que soy de Viedma la gente me responde: “Ah, de Viedma, de la Capital que no fue”. En un momento dije alguien va a hacer este documental y yo me voy a querer matar porque es una película que hasta me hubiera gustado verla a mí como espectador. No me demoré más y empecé a contactarme con los testimonios que muchos eran de un círculo bastante cercano y próximo, primero fueron charlas informales y después seguimos con todas las otras cuestiones que implican rodar un documental. Fueron alrededor de tres años todo el proceso de producción hasta al estreno de la película.

 ¿Cómo fue la elección de los testimonios y la recolección y edición del material de archivo?

El eje de la película siempre tuvo tres partes concretas con respecto a los entrevistados: la parte más política e histórica con gobernadores, diputados, intendentes de esas regiones involucradas en aquella época, otra parte arquitectónica con los arquitectos que organizaron el proyecto, que trabajaron desde Viedma y Buenos Aires y, por último, una tercera parte que tenía que ver más con lo social, con los vecinos que llegaron a Viedma en busca de un futuro mejor y también los vecinos que se veían afectados por el movimiento que iba a significar el traslado de la Capital. Así que, en base a esos tres ejes, fuimos buscando y encontrando a la gente más representativa de cada uno. Con respecto al archivo, trabajamos con una productora que es especialista en material de archivo audiovisual y dividimos la búsqueda en dos grandes grupos, uno que tenía que ver con las transmisiones oficiales que involucraban a Raúl Alfonsín, los spots publicitarios que promocionaban la nueva capital, que no estaban ni siquiera digitalizados, así que fue muy emocionante tener esos materiales inéditos en la película. Después, por otra parte, empezamos a rastrear los medios locales porque nos parecía interesante escuchar la historia desde los vecinos, los estudiantes y toda esa gente de la propia ciudad que estaba siendo involucrada en este proyecto de la nueva ciudad.

Hay mucha sorpresa de ver que en realidad fue un proyecto bastante concreto y que estuvimos mucho más cerca de lo que podemos pensar de modificar la Capital de Argentina y eso lo pone en escena la película.

Jorge Colás

 

  • ¿Qué significa para usted y para la gente de la Patagonia poder contar esta historia?
  • Me parece que está bueno que podamos contar en esta película todo ese proceso de tantos años y que salga un poco a la luz nuestra historia. Es muy importante porque mucha gente piensa que fue una idea de Alfonsín dicha en un discurso afiebrado y la verdad es que no fue solo eso. Al contrario, hubo un montón de gente trabajando para diseñar el proyecto desde el planeamiento general hasta la calefacción en cada una de las casas, estudios muy detallados de suelos, arboles, hasta un análisis de los hospitales de Viedma y Carmen de Patagones para saber si estaban en condiciones de brindarle atención de salud a toda esa gente que iba a llegar. Hay incluso una ley que fue sancionada y consensuada en la Cámara de Diputados y Senadores y que nunca fue derogada, muchas cuestiones que la gente se sorprende cuando empieza a ver la película. Hay mucha sorpresa de ver que en realidad fue un proyecto bastante concreto y que estuvimos mucho más cerca de lo que podemos pensar de modificar la Capital de Argentina y eso lo pone en escena la película.

 En el documental algunos testimonios hablan de esta idea como un fracaso. ¿Usted cómo califica este proyecto inconcluso?

En lo local, como viedmense siento que es verdad esa idea de la frustración, por algo que pudimos ser y no fuimos. Para toda la región este proceso de traslado de la Capital es como un hito, pero de algo que no pasó. Después en cuanto a algo más global, siento que la película y mi mirada tiene que ver con la nostalgia por esos primeros años de democracia en donde se pensaba un país que podía ser distinto, que podía ser mejor y dejar atrás los años tan terribles de la dictadura. Creo que ese intento de traslado fue tal vez en estos 40 años de democracia, el último gran proyecto drástico que podría haber cambiado el país, no hubo en este tiempo una propuesta tan marcada de cambiar el eje del país, federalizarlo y mirar hacia el sur pensando en potenciar la Patagonia.

 ¿Cuáles fueron las sensaciones en estos días de estrenos y cuáles son sus expectativas para los estrenos comerciales?

Fueron muy lindos los momentos de estrenos, primero en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), con gente principalmente de acá y ahí teníamos un poco de incertidumbre, porque era la sorpresa de una historia que quizás apenas sonaba en la cabeza de la gente. Finalmente, algo de razón teníamos porque muchos se encontraron con una historia desconocida así que fue un poco de sorpresa y fascinación de una historia que pudo cambiar el país y no lo hizo. Después, en Viedma, la carga emotiva fue impresionante, hicimos cinco funciones a sala llena y mucha gente con lágrimas en los ojos se acercó para decirnos que vio la película con un nudo en la garganta durante toda su duración. Ahora tengo mucha expectativa con lo que viene porque a pesar de que para los documentales es muy difícil el acceso a las pantallas y que la gente vaya a ver las películas al cine, siento que se está despertando un interés muy grande por este documental. Nosotros, junto a la productora, alentamos a que se acerquen porque trabajamos mucho la imagen y el sonido para que el ámbito natural sea el de la pantalla grande. Por eso, estamos muy expectantes al estreno y a que la película encuentre a su audiencia ideal en esos espacios para después más adelante poder abrir la puerta a otras ideas, como una serie o un podcast, que cuente más en profundidad todo lo que está un poco concentrado en la película y que quedaron afuera. Hay mucho más material del que suponíamos y eso nos hace pensar en la película como un organismo vivo que puede ir mutando hacia otras cosas y proyectamos en un futuro poder concretar estas ideas y que no sea “la serie que no fue”.

«El robo de bebés en España se convirtió en una red de negocios»

«El robo de bebés en España se convirtió en una red de negocios»

Este jueves se estrena «Como decirte que te quiero», un documental de Matilde Michanié sobre el robo de bebés que comenzó con la dictadura franquista pero continuó en democracia.

Durante y después de la dictadura de Francisco Franco en España, entre los años 1938 y 1975, miles de bebés fueron robados a sus madres al nacer. Cómo decirte que te quiero es un documental desgarrador, dirigido por Matilde Michanié, basado en una investigación de Carolina Escudero, que propone compartir el devenir de una búsqueda por conseguir la verdad y la justicia. Se estrena este 4 de mayo, en el cine porteño Gaumont.

Michanié, quien es investigadora, guionista, realizadora y productora de films documentales, estudió cine en Argentina y luego se radicó en Alemania, donde se graduó en la Universidad de Kassel.

¿Cómo fue el primer contacto con Carolina Escudero, a partir del cual ella comenzó a contarte sobre su investigación? ¿Ya tenías un mínimo conocimiento de la causa o empezaste a interiorizarte a partir de su contacto?

A Carolina la conozco desde hace mucho tiempo y retomamos el contacto hace un par de años, ahí me contó de su experiencia con el grupo S.O.S Bebés Robados Cataluña, de la investigación que estaba haciendo sobre el fenómeno de bebés robados durante el franquismo y posterior al franquismo, ya durante la democracia. Yo realmente no conocía ese tema, el área de derechos humanos no es una temática que tenga que ver con mis documentales. Pero me conmocionó mucho, sobre todo porque ella empezó a contarme detalles de diferentes historias. A partir de ese intercambio que tuvimos, empecé a pensar en la posibilidad de elaborar un proyecto documental basado en su investigación.

 ¿Qué sensaciones tenías al principio del proyecto y cuáles te quedaron al final?

Las sensaciones que tenía al principio eran de mucha conmoción porque de todos los relatos a los que yo accedía eran experiencias posteriores a la dictadura franquista, fue un proceso muy movilizante. Y lo que a mí me impresionaba y me sigue impresionando, tal vez comparativamente con nuestra experiencia en nuestro país, es la poca visibilidad del tema, el poco acompañamiento de la sociedad, la soledad de las víctimas en sus reclamos, una especie de profunda negación. Más allá de la política y de la justicia, la indiferencia de la sociedad misma de rever las consecuencias trágicas sociales y personales que dejó el franquismo y todo lo que quedó establecido a partir de esa dictadura y que no se revisó.

 Carolina dice en un momento que la causa la hace recordar a lo ocurrido en nuestro país. ¿Creés que esta historia nos toca más de cerca por esa similitud?

Sí, obviamente. Aunque son dictaduras diferentes, en un punto todas las dictaduras se hermanan. Pero la dictadura franquista fue muy larga, penetró muy ampliamente en la sociedad, en los comportamientos, en los pensamientos, creo que mucho más que acá. Sí digamos que hay resonancias porque semejantes sucesos tienen muchos paralelismos, y entonces a uno le resuena lo que pasó acá, pero creo que de todas maneras las experiencias son distintas en la mecánica, en el método, y vuelvo a decirte: esto siguió sucediendo después de terminada la dictadura franquista porque en España el robo de bebés se convirtió en una red de negocios.

Eso llama la atención, que al finalizar el franquismo, en las décadas del ochenta y noventa esto siguió sucediendo ya en democracia…

Claro, porque se convirtió en una fuente de ingresos para determinados actores de la sociedad: funcionarios, hospitales, maternidades, iglesia, médicos, etcétera, que ampararon la vigencia de leyes que perduraban aún desaparecido el franquismo, y podían ocultar la identidad de esos bebés robados. Y, de alguna manera, la mentalidad en ciertos aspectos siguió vigente en el sentido de que había una disposición de acatamiento a las autoridades, entonces el temor estaba instalado y lo que decía un médico, lo que decía una monja, era autoridad, y eso siguió funcionando en la mentalidad de la gente, y las mujeres seguían teniendo una actitud pasiva ante ciertas circunstancias, también eso permitió que sucediera todo esto.

Hay una facilidad de ocultamiento de parte de la justicia, de parte de la política, porque eso implica tocar muchos resortes, reconocer muchos errores y, a la vez, también hay una indiferencia de parte de la sociedad. En eso hay una diferencia con lo que sucedió en Argentina.

Matilde Michanié

Te  escuché decir que te llamó la atención que un tema tan delicado no se haya visibilizado durante tantos años, incluso al final del documental se informa que estas campañas de ‘Te Estamos Buscando’ de los años 2017 y 2018 mediatizan por primera vez en toda España los casos de los bebés robados…

Claro, a partir de una denuncia colectiva que se hace en 2011, de todos los afectados de toda España, empezó a ponerse sobre el tapete esta cuestión y después las campañas “Te Estamos Buscando”. lo refuerzan. Hay una facilidad de ocultamiento de parte de la justicia, de parte de la política, porque eso implica tocar muchos resortes, reconocer muchos errores y, a la vez, como dije también hay una indiferencia de parte de la sociedad, también en eso hay una diferencia con lo que sucedió acá, porque si la sociedad empuja, tracciona, pide, pelea, llega un momento en que es inevitable que ciertas cosas salgan a la luz y que la verdad se conozca, pero no es el caso de España. Eso sigue sorprendiéndome, porque es una sociedad que sufrió mucho.

 De hecho, en uno de los relatos de las víctimas que integran el grupo, dice que al acercarse a la Fiscalía Central, aun con 261 casos denunciados, no se hicieron cargo de la situación y las derivaron a la Fiscalía de su Ciudad. ¿Cómo viven las víctimas este destrato?

Exacto, porque esa es la mejor manera de desembarazarse de la responsabilidad. Es muy doloroso, socava la esperanza y las fuerzas, vos viste que la mayoría de las víctimas tiene una determinada edad, o sea que es difícil para ellos seguir intentando tras tanto rechazo, tanta negación, tanto obstáculo. Es un proceso que viven una y otra vez porque no reciben ningún tipo de apoyo y no reciben ningún crédito en el sentido de que les crean, es difícil y por eso necesitan apoyo, y el apoyo que no tienen ahí, lo tienen en el exterior, pero no lo logran en su propio lugar que es donde se debe instrumentar la justicia. Para todos es muy difícil, por eso también ahí se ve el taller que hace Carolina de resiliencia, que es muy importante porque es la manera que tienen de reciclar su dolor y de seguir adelante.

 ¿Qué sentías en esos contactos con las víctimas al ver la fortaleza con la que afrontan sus realidades? ¿Qué fue lo que más te sorprendió de ellos y ellas?

 Precisamente lo que estás diciendo, que a pesar de lo vivido y para muchos es como un proceso reciente, porque muchos confrontan lo que les sucedió, con lo que realmente sucedió. Muchos terminan dándose cuenta después de mucho tiempo y hay personas que ingresaron al grupo hace relativamente pocos años,  entonces es un dolor que se va renovando permanentemente. Entonces era también difícil en el sentido de que al remover la historia en esas charlas que teníamos, iban recordando más cosas y eso es muy fuerte para quien recuerda y para quien escucha ese recuerdo.

 

Al final del documental, se muestra que el 5 de octubre del año pasado el Estado español sanciona la Ley de Memoria Democrática y condena por primera vez el golpe militar de julio de 1936 y la dictadura franquista. ¿Qué pensás al respecto?

Franco se muere en 1975, imagínate todo el tiempo que tuvo que pasar para que el Estado español reconozca los crímenes del franquismo, lo que la dictadura provocó, que reconozca al franquismo como una dictadura en sí. Teniendo en cuenta esto, podés imaginarte qué difícil es que el Estado como tal, abarcativo de todas las autonomías, reconozca lo que sucedió con estos bebés, que es una lucha muy fuerte y muy tenaz la que tienen que emprender las víctimas y que hasta ahora no ha dado resultados prácticos.

 

¿Qué sensaciones tenés a partir del estreno?

Yo sé que no es fácil que un documental tenga difusión, o sea que mis expectativas obviamente tienen que ver con que la vea la mayor cantidad de gente posible, que el tema se visibilice y de alguna manera esto pueda transformarse en una suerte de motor para esas víctimas que están allá, para que las impulse, que las ayude a seguir luchando por conseguir justicia y reparación.

Vueltas y vueltas en el aire

Vueltas y vueltas en el aire

Directora y precursora del género de la danza aérea, Brenda Angiel describe el proceso artístico y el entramado temático detrás de su obra «T para T» que se acaba de reponer y ya va por su tercera temporada.

Estrenada en noviembre de 2021, T para T indaga en el duelo y el amor entre un hombre y una mujer, envuelta por el dinamismo del género de danza aérea del cual su directora, Brenda Angiel, fue pionera. “Poesía aérea”, así la define, y respecto a la obra cuenta -en inclusivo- que fue marcada por el contexto de pandemia que implicó una situación personal de duelo en su vida y en la de los bailarines: “Les intérpretes hablan de sí mismes y al mismo tiempo de todes, lo que permite que nos sintamos, de alguna manera, reflejades. Ya no son una mujer y un hombre sino diversas entidades de género. Abordar y problematizar esta cuestión a través de la danza significa también un espacio de transformación”.

“Quería representar un dúo. Con lo sucedido en la pandemia, en conjunto con otros acontecimientos personales que nos fueron ocurriendo a les integrantes, la obra terminó de adquirir una estructura”, explica Angiel. “Era algo que ya lo venía planeando desde hacía tiempo, por lo que estos temas se fueron interrelacionando con la danza de manera natural”.

Al comenzar la obra, Angiel afirma: “Mi madre era muy parecida físicamente a Doris Day”. El nombre de T para T deviene de haber elegido el famoso standard de jazz “Té para dos” (1925) para relatar que hay una vínculo existente más allá del dúo entre un hombre y una mujer. “Actualmente somos un té para tres. Té para dos es el ideal de enamorarse y formar una familia, algo de otra época, una situación distinta a lo que somos hoy como sociedad”. 

En 1994, Angiel arrancó de forma casual a incursionar en el mundo de la danza aérea. “Iba a estrenar una obra en la que las bailarinas -incluyéndome- usarían arneses para bailar suspendidas en un escenario que contaba con tres frentes. Me di cuenta que había un montón de posibilidades para ejecutar los movimientos. Finalmente armé una obra completa sobre danza aérea de bailarinas colgadas con arneses y sogas”.

Años después, en 1998, Angiel expuso una masterclass de baile donde logró estructurar todos sus conocimientos y experiencias. “Ahí generé la técnica a modo de abecé, con definiciones y conceptos concretos de lo que se trataba de bailar en los aires. No sólo lo defino como danza aérea sino también como contemporánea, ya que se distingue por ser una búsqueda distinta del baile común”.

Angiel precisa que a través del acto artificial de colgar a una persona de sogas y arneses es posible crear un lenguaje que remite a una obra de danza. “Siempre me enfoqué en el lenguaje de la danza, en el que los movimientos construyeran una narrativa de baile abstracto. Se asemeja a edificar una narrativa de la música, indescriptible con palabras. Es abstracto ya que une lo tiene que sentir en el cuerpo”. Las obras de Brenda Angiel poseen una naturaleza distinta que es encarnada desde la danza ejecutada tanto en el aire como en el suelo, lo cual dispone de varios tipos de narrativas como también de movilidad corporal.

 

Anteriormente, Angiel realizó obras que entrecruzaban el lenguaje y el baile, pero confiesa que es en T para T la primera vez que se conecta con una dramaturgia narrativa. Describe a la danza como “el arte del movimiento que no necesita de las palabras para contar una historia”. Una obra con distintas capas, entre las cuales se encuentra la danza que habla desde un lenguaje abstracto pero ligado a lo que sucede en este momento histórico respecto a las transformaciones actitudinales, los comportamientos, el vestuario, lo que se dice y lo que se cuenta.

“Pretendo que el público disfrute mi obra, me interesa comunicarme por medio de la danza y que la gente se conecte con el gesto artístico. Descubrí que la danza aérea tiene la posibilidad de no ser hermética al tener otros condimentos que la hacen atractiva para que llegue fácilmente al público. Quiero expresar un mensaje de manera sencilla, simple y de forma directa”.

 

T para T se presenta todos los sábados de mayo a las 21 en Aérea Teatro (Bartolomé Mitre 4272, Almagro).

Un sótano lleno de luz

Un sótano lleno de luz

A propósito de los 40 años de democracia, la CaZona de Flores abrió un ciclo de cine con el documental «Parakultural: 1986-1990», un viaje al under porteño de aquel entonces. ¿Cuál es la contracultura de hoy?

Videos inéditos del mítico espacio de la contracultura de fines de los ochenta, fotografías y entrevistas a figuras artísticas como Verónica Llinás, Carlos Belloso, Alejandra Flechner, María José Gabín, Sergio Rotman y Walas (Massacre) permiten hacer un flashback con un clima de época que trascendió en la sensibilidad de varias generaciones.

El viernes 28 de abril se proyectó el documental Parakultural: 1986-1990 (2021) en La CaZona de Flores (Morón 2453 CABA), y dio inicio al ciclo de cine del colectivo Divagario. El Parakultural funcionó como una usina de arte, laboratorio de reconocidos actores y actrices, además de legendarias bandas de rock y punk. La película recupera registros audiovisuales, imágenes y entrevistas a figuras  que participaron del mítico espacio de la contracultura post dictadura.

Se trata de la ópera prima de los realizadores Natalia Villega y Rucu Zárate, y reúne más de 50 testimonios y material documental que los mismos protagonistas del espacio les hicieron llegar. Cuenta con las mencionadas  intervenciones de las integrantes del grupo teatral Las Gambas al Ajillo, la genialidad de Belloso -que tras ese trampolín trascendió  junto a Damián Dreizik con el dúo Los Melli en el ciclo televisivo De la Cabeza-, suma el saxo de Los Fabulosos Cadillacs, Sergio Rotman y también a Walas (Guillermo Cidade) de Massacre –por entonces, políticamente incorrecta Palestina–, el baterista de Attaque 77, Leonardo De Cecco; y,  el tempranamente fallecido (en 2021) Palo Pandolfo, guitarra en esos años de Don Cornelio y Zona, entre otros. 

Además, se suman algunos fragmentos compartidos por los directores Goyo Anchou y Peter Pank de La peli de Batato (2011). En palabras del director Rucu Zarate: “Cuando empezamos a buscar información sobre el Para nos dimos cuenta que no había mucho de la época y muy poca bibliografía. Ese fue nuestro motor, porque no podía ser que no haya nada plasmado en ningún lugar. Arrancamos con la investigación haciendo entrevistas, que era la única forma de conocer su historia. Y a partir de ahí, ellos mismos como de boca en boca, nos decían a quién más podíamos consultar para entrevistar. Tuvimos la suerte de dar con la gente que le gustaba el cine o la fotografía que nos brindó los registros visuales, porque en esa época no era común tener una cámara. Cuando nos dimos cuenta teníamos toda la historia ahí, contada por ellos”. En este sentido, aclara que la realización del documental duró alrededor de cuatro años. El director agrega que hubo mucha gente que quedó afuera porque era imposible que estén todos. “Hubo gente que se ofendió, también quienes no quisieron participar”, se lamenta por el caso de Humberto Tortonese.

 «Había un fervor democrático y una necesidad de tomar los espacios», cuenta María José Gabín.

El Parakultural, un sótano ubicado en Venezuela 336, formaba parte del mapa porteño de cultura subalterna junto con las experiencias que se hacían en lugares como Cemento, por la calle Estados Unidos, y El Rojas (Centro Cultural Ricardo Rojas, dependiente de la UBA) en Avenida Corrientes. El espacio se caracterizó como un lugar abierto a la experimentación y la potencia creativa. En palabras del actor Carlos Belloso, el Parakultural sentó las bases para conceptos artísticos y una estética particular. Creado por Omar Viola y Horacio Gabin presentó a diversos referentes del teatro, de la música, poesía y performance, que iban desde Flema, Los Redondos, Todos Tus Muertos, Los Auténticos Decadentes y Conmoción Cerebral hasta Batato Barea, Clú del Claun, Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta, además de Los Melli y  Las Gambas al Ajillo. Un lugar único en donde la purpurina se mezclaba con las guitarras de punk rock.

El núcleo emergente formó parte de la llamada explosión cultural que se generó con el retorno de la democracia, en 1983, como parte del destape de los años ochenta. María José Gabín afirma sobre dicho contexto, que había un fervor democrático y una necesidad de tomar los espacios. Desde lo artístico hubo “dos extremos, por un lado tomar las calles, a través del clown y por otro, tomar los sótanos”, resalta.

Sobre cómo pensar los espacios para una contracultura hoy, a 40 años de la democracia, el director comenta que le cuesta pensar un Parakultural hoy. Por una parte, remarca: “Creo que está lleno de lugares, como este mismo [La CaZona de Flores], donde se están gestando cosas. La gran diferencia es el contexto. La realidad que estamos viviendo nosotros es muy distinta a la de ese momento; era una época donde todo estaba empezando a surgir. Por ejemplo, antes las bandas de punk rock no podían tocar en cualquier lado. Eso hoy ya no pasa. Lo grotesco ya no asombra. En ese momento salir a la noche a un lugar era otra cosa, capaz que ni llegabas. En algún momento el Salón Pueyrredón pudo ser ese lugar (en Av. Santa Fé y Godoy Cruz).

Por otra parte, destaca el enfoque que tuvieron Omar Viola y de Horacio Gabín como gestores culturales –a la vez actores–, en ese escenario que ahora es película. “Lo que hicieron es siempre desde el lugar del arte, sin pensar en el beneficio económico. Fue lo que más me impactó de su trabajo, ellos privilegiaron la creación artística por sobre lo económico. No se preocuparon por cuánta gente metían, o si la idea era rentable”, concluye Zárate mientras reflexiona con la satisfacción de la tarea cumplida: “Siempre te queda la duda ¿lo habremos contado bien? Y que te lo digan ellos, los protagonistas, es una satisfacción y te anima a hacer otros proyectos. Ellos siempre te animan a más”.

El 27 de junio de 1990 el Parakultural cerró sus puertas y ahora es propiedad del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh). Como muchos espacios que significaron tanto para la cultura  y que con el paso del tiempo dejaron de funcionar, en su lugar se levantó una construcción que borra el rastro sobre la usina de libertad que significó para una generación que aún así deja su legado.

Omar y Horacio volvieron a abrir las puertas de otro salón a pocas cuadras de allí en la calle Chacabuco. Actualmente coordinan Milonga Parakultural en Maipú 365.  Pero lo que significó el de Venezuela fue irrepetible, porque lo que ocurrió allí fue en el momento exacto: una suerte de amalgama entre artistas y público desencajado del star system que aún no estaba consolidado

Por su parte, desde el colectivo Divagario que coordinó la proyección, destacaron la importancia de recuperar hoy un documental de este tipo. Para ellos, la historia oficial no lo va a contar así. Se trata de un ejercicio sobre la búsqueda de pensar de qué manera podemos contestar a nuestra época y generar espacios de contracultura y creación. Este trabajo audiovisual de aproximadamente 105 minutos de duración se encuentra disponible de manera libre y gratuita on line a través de la plataforma de Youtube. Una memoria de lo subalterno, que hoy tal vez pueda ser un correlato de lo parakultural, transcultural, intercultural o la suma de todo en una nueva síntesis artística.

 

Derechos de autor vs. acceso a la cultura

Derechos de autor vs. acceso a la cultura

La muerte de María Kodama y la aparición de sus sobrinos como herederos patrimoniales de la obra de Borges reavivó el debate sobre la Ley de Propiedad Intelectual.

Ante el fallecimiento de Maria Kodama, viuda del reconocido escritor Jorge Luis Borges y propietaria de su patrimonio, se presentó un escenario legal que llegó al plano mediático. La Ley de Derechos de Autor, sancionada en 1933, entró nuevamente en crisis mientras se encendieron las alarmas sobre el futuro del legado de uno de los escritores de habla hispana más reconocidos del mundo. Gustavo Schötz y Beatriz Busaniche, en diálogo con ANCCOM, analizaron las complicaciones que presenta la norma escrita por Roberto J. Noble –previo a fundar el diario Clarín– y tras ocupar un cargo en el gobierno bonaerense del conservador Manuel Fresco.

La Ley 11.723 establece que las obras permanecerán en dominio privado hasta cumplir 70 años luego de la muerte del autor. A su vez, Argentina debe responder a los parámetros internacionales del Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, celebrado en 1886, y firmado por el país en 1967. En su texto se contempla que la protección “se extenderá durante la vida del autor y cincuenta años después de su muerte”, por tanto la ley local es aún más limitante respecto a las recomendaciones del marco regulatorio global.

“Hay obras que sí tienen una vigencia aún cuando muere el autor, pero hay otras que son muy efímeras y el plazo es igualmente de 70 años, como los videojuegos o los softwares. La norma, en ese sentido, es un poco inflexible”, observa Gustavo Schötz, abogado y doctor en derecho internacional privado, quien sostiene que es necesaria una flexibilización frente a cada caso. 

“El plazo se tiene que asociar a otras cosas. Debería ser posible mantenerlo, pero no permitir que los contratos se refieran a ese plazo”, continúa Schötz, que también es director de la Revista Iberoamericana de la Propiedad Intelectual y profesor en el Centro de la Propiedad Intelectual en la Universidad Austral. En ese sentido, considera correcto que una editorial pueda firmar un contrato que le asegure la tenencia de una obra por toda la vida del derecho, es decir, 70 años luego de la muerte del autor. “No diría reducir el plazo –concluye Schötz–, sino armonizarlo con distintos usos, mercados y utilidades que tienen los tipos de obras”.

El ex Director Nacional del Derecho de Autor (DNDA) afirma que en el caso Borges, si no se hubieran presentado testigos, las obras hubieran quedado bajo la tutela del Estado y no habrían entrado en el dominio público antes del tiempo estipulado por la ley. Bajo esta lógica, este ente tendría el derecho de propiedad y de explotación u administración privada de las obras del eminente autor.

Además, Schötz hace referencia a un término fundamental en el debate de la Ley de Propiedad Intelectual: las obras “huérfanas». “Lamentablemente, Argentina no tiene regulado este concepto. Son obras que se desconoce el paradero de los herederos o del autor y quedan sin poder ser explotadas”, afirmó antes de comentar que es inusual que haya personas dispuestas a asumir el riesgo de invertir en administrar una obra sin saber quién es el titular, ya que puede aparecer luego. “Las obras huérfanas tienen que ser solucionadas. Ese plazo tan largo, sin un adecuado registro y sin saber quienes son los titulares, genera incertidumbre y deja que muchas obras pasen al olvido”, lamenta el especialista. 

Beatriz Busaniche, activista y académica por la cultura libre y los derechos humanos en entornos mediados por tecnologías digitales, confirma que “una de las catástrofes de la larga duración post-mortem sobre los derechos de la obra de un autor es que los derechos son ejercidos por una multiplicidad de herederos”. En caso de que estos no lleguen a acuerdos sobre la forma de administrar las obras y asegurar su reproducción, se corre el riesgo de que la difusión de la obra quede frenada. “Esta no sería la primera vez que pase, hay mucha obra huérfana”, afirma. Además, instó a la reflexión sobre los casos en que los autores son menos conocidos o no son tan valorados en el mercado literario: “Sus herederos nunca aparecen, o son muchos y no se ponen de acuerdo: esto deriva en el virtual bloqueo de la circulación de una obra”, agrega.

“El conflicto entre el acceso a la cultura y los derechos de propiedad intelectual es histórico. Hay una tensión entre la posibilidad de acceder libremente a las obras culturales y la existencia de estas en el dominio privado”, afirma la directora de Fundación Vía Libre. En tanto las obras están bajo la tutela de herederos, los titulares con la potestad de distribuirlas pueden tomar decisiones que afecten al derecho pleno de acceso a la cultura. “En este momento –sostiene Busaniche– no hay un equilibrio. Esto se está tratando de solucionar en la fundación, considerando que es difícil modificar de manera integral los derechos de propiedad intelectual”.

Busaniche es Licenciada en Comunicación Social y Magíster en Propiedad Intelectual. Asegura que “los tiempos de duración del dominio privado sobre una obra son demasiado largos” si se los contrasta con los tiempos de duración del Convenio de Berna, donde son 50 años después de la muerte del autor. En Argentina “hubo intentos de extenderlo 10 años más –explica Busaniche–. Siempre fue por parte de herederos y titulares de herencias suculentas”. En tanto, asegura que quienes quedan con el dominio privado de la obra, tienen la motivación de extender el tiempo para hacer uso de las ganancias y de la distribución de esos bienes: “Son rentas inmensas que, para muchos herederos, son una fuente enorme de ingresos y sin hacer nada a cambio”.

Para Busaniche “es un debate que nos debemos como sociedad”. La duración del derecho a la propiedad intelectual fue cuestionada socialmente tras la muerte de Maria Kodama y la incertidumbre sobre el destino de las obras de Borges. La autora del libro Propiedad intelectual y derechos humanos plantea un interrogante: “¿Corresponde otorgar derechos a los herederos sobre una obra a la que no han contribuido en absoluto?”, mientras enfatiza que no debe ser así. Sin embargo, considera que las posibilidades de hacer un cambio en la ley son remotas. Por ello, sostiene que es necesario frenar los intentos de extender los plazos y buscar habilitar mecanismos con un solo fin: “Que el acceso a la cultura vuelva a tener un equilibrio frente a la longitud y la amplitud del dominio privado sobre las obras culturales, que finalmente forman parte del acervo cultural de una sociedad”.

El fallecimiento de Maria Kodama dejó abierto el debate de la ley de propiedad intelectual y la extensión de la propiedad privada de las obras. En la justicia se presentaron cinco sobrinos de la fallecida para reclamar la herencia de Jorge Luis Borges y quedarse con las obras que llevan 36 años en el dominio privado, y le quedan aún otros 34 años por explotar.

Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Se estrena un largometraje sobre el diario cooperativo Tiempo Argentino, que refleja la lucha, la recuperación y la subsistencia de los trabajadores en defensa de su fuente laboral y de la comunicación social.

El proceso de vaciamiento empresarial que se dio entre diciembre de 2015 y abril de 2016 a cargo de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, el ataque de una patota hacia los trabajadores de la redacción del medio, cuando ya empezaba a dar sus primeros pasos como autogestionado, y una pandemia de por medio, fueron las principales adversidades que Tiempo Argentino tuvo que resistir para poder existir.

Este miércoles 26 de abril a las 18:30, en la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, se estrena el documental De la resistencia a la existencia, dirigido por Pablo Lecaros, que girará en torno a esos ejes y que busca contar una historia de lucha y de reconversiones de parte de los trabajadores de un medio que se intentó silenciar pero que así y todo ya lleva más de siete años como cooperativa.

“Es un documental en el que se abre un álbum familiar de un medio, de una cooperativa, donde encontramos historias más que personales, contada por sus trabajadores, por quienes hacen el diario día a día”, afirma Lecaros. De la resistencia a la existencia intenta sintetizar en 90 minutos, de una manera dinámica y sin perder el hilo central de la historia, toda una producción de materiales de archivo, y más de 38 entrevistados que incluye a figuras como Nora Cortiñas, Taty Almeida, Julia Mengolini, Alejandro Bercovich y Víctor Hugo Morales.

“Es una historia de un montón de personas que decidieron que la lucha era el único camino para poder existir –sostiene Guido Molinari, guionista del documental–. Y de alguna manera también es un gran mensaje hacia lo que significan los medios de comunicación en Argentina. Que no todos los medios de comunicación desinforman, que tampoco tienen que operar en favor de alguien, sino que hay diferentes formas de construir la información. Y creo que el caso de Tiempo Argentino, que ya lleva siete años, que es un medio ya instalado a nivel nacional, es la demostración que a través de la autogestión, a través de su manejo horizontal, se puede construir de otra manera y se puede ser masivo de esa forma”.

Federico Amigo, ex presidente de la cooperativa y hoy secretario, escribió una editorial en el año 2020 titulada “De la resistencia a la existencia”, justamente para contar todo lo que fue atravesando el medio y que una de las cosas que iba a tener que enfrentar era una pandemia y cómo iba a tener que seguir adelante con eso. Ese título, que luego fue elegido para el documental, es una frase con la que dentro de la organización se sienten identificados.

Amigo, en diálogo con ANCCOM, comenta: “‘De la resistencia’ porque nos logramos construir como medio después de haber sufrido un vaciamiento empresarial, desde ese lugar donde lo que teníamos disponible era nuestra fuerza de trabajo, pero no contábamos con recursos económicos para salir adelante, tuvimos que resistir para sostener el medio y sostener las fuentes de trabajo sin mayores elementos. Después vino la recuperación de un medio que si bien nació en 2010 en un modo tradicional con empresarios, se logró reponer a un vaciamiento y convertirse en una cooperativa. Y la existencia también está dada no sólo por el trabajo que pudimos llevar adelante nosotros, por nuestra propia organización y el acompañamiento sindical, sino porque también encontramos una audiencia, un público que nos acompañó durante todo momento, para que Tiempo pudiera llegar a este séptimo aniversario”.

El proceso de vaciamiento sufrido desde diciembre de 2015 hasta abril de 2016, comandado por los dueños del Grupo 23, coincidió con el cambio de gobierno de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y el inicio del mandato de Mauricio Macri. “En abril de 2016, cuando construimos la cooperativa, había arrancado el macrismo. Allí ya se empezaban a ver un montón de políticas estatales que iban en contra de los propios laburantes, casi que nosotros estrenamos una nueva forma de política con un gobierno que no tiraba centros hacia los trabajadores”, comenta Molinari.

De todas formas, son los mismos trabajadores de Tiempo Argentino los que resaltan que uno de los que lideraba el vaciamiento empresarial era Sergio Szpolski, candidato a intendente de Tigre por el kirchnerismo en el año 2015. Ese proceso de vaciamiento implicó que los trabajadores no cuenten con su salario por varios meses ni con el aguinaldo, pero de trasfondo se comenzaba a generar una unidad de casi 200 compañeros que estaban en la misma situación.

Se inició un reclamo a nivel nacional para poder visibilizar la situación a través de festivales en el Parque Centenario y en los actos del 24 de marzo. Así fue como la cooperativa empezó a caminar con sueldos bajos un 19 de abril del 2016. Sin embargo, a los pocos meses se encontraron con un nuevo obstáculo: “Había un objetivo detrás y era que Tiempo Argentino no exista más”, sostiene Molinari.

“El 4 de julio en una madrugada fría, horrible, lluviosa, una patota de más de 15 personas, comandada por quien era supuestamente el que había comprado el diario, Mariano Martínez Rojas, un empresario que nunca se hizo cargo de nada, quiso echar a los compañeros que estaban durmiendo en la redacción –sigue Molinari–. Ante la falta de respuestas avalada por el Ministerio de Trabajo empezamos una permanencia en la redacción, en custodia de los bienes que estaban ahí. Y no pudieron con los trabajadores y las trabajadoras, porque a nosotros se nos unieron colegas de Clarín, La Nación, Infobae, C5N, y de muchos otros: entre los propios trabajadores no existe la grieta. La grieta es entre los patrones, no entre las personas que laburan”.

Tiempo Argentino logró consolidarse, resistió y se convirtió en una referencia nacional en términos periodísticos. Logró ser el medio autogestivo más grande del país sin dejar de competir con el resto de los medios corporativos, pero ofreciendo una mirada, una cobertura y una línea editorial que no se ve en los medios tradicionales.

Tiempo es un medio de alcance nacional que cubre la agenda masiva con el diferencial de aportar su mirada, sin ataduras económicas ni políticas y con la resistencia al poder concentrado como una de sus banderas –señala Amigo–. Además, logra destacarse del resto de los medios corporativos con las coberturas que reflejan los debates del campo popular, las problemáticas de la clase trabajadora, la defensa de los Derechos Humanos del pasado y el presente así como las políticas públicas en salud y educación, entre otros tantos ejes”.

El documental, que comenzó a realizarse en marzo del 2022, tendrá su avant premiere el miércoles, y luego hará una ruta por sindicatos, medios emblemáticos nacionales y festivales a lo largo y ancho del país. “Es una historia que merece ser contada no solo por el medio de comunicación sino también por esas historias invisibilizadas de un colectivo de trabajadores de nuestro país”, concluye Lecaros.

En la primera semana de junio, en ocasión del Día del Periodista, se proyectará también en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Esa misma jornada, se bautizará a la redacción de ANCCOM con el nombre Viviana Mariño, en homenaje a una de las fundadoras de la Cooperativa Tiempo Argentino y editora de la Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación, quien falleció el año pasado.