El caldo de la violencia

El caldo de la violencia

La puesta teatral «La cocina de Elisa» funciona como una lograda metáfora de la represión de la última dictadura militar.

Nicole y Elisa, los personajes de la obra Cocinando con Elisa -de Lucía Laragione con dirección de Mariana Giovine-, trabajan en una cocina de estancia para monsieur y madame. Las mujeres, interpretadas por Luciana Procaccini y Gabriela Villalonga construyen un vínculo entre el sadismo y el maltrato: Nicole se burla y reniega del analfabetismo e ignorancia de Elisa mientras ella invade la estancia con su juventud.

A medida que transcurre la obra, el lenguaje típico de una cocina clásica y el giro de comedia que le agrega la directora sirven de analogía con la violencia, las relaciones de poder y los mecanismos de la última dictadura militar argentina.

“Fue una obra que empezó en pandemia”, comenta Giovine y relata cómo fue el proceso de construcción de la pieza. Empezaron los ensayos por zoom, luego en el parque Chacabuco porque “había que poner el cuerpo” y finalmente en la terraza de una de las actrices.

Luciana Procaccini sostiene que “fue una suma de entusiasmos” entre todos los que formaron parte de la obra. “Había una necesidad de seguir actuando, de seguir adelante”.

“Cuando hay un texto bueno, la tarea es más fácil”, dice la directora al respecto del escrito original del año 1993. “Es una metáfora culinaria que tiene muchos puntos que explorar”, describe. Por su parte, Gabriella Villalonga destaca que lo más interesante de la obra es “cómo sigue resonando en la actualidad” y la manera en que, según la época, el texto gana nuevos significados.

La directora supo agregar humor y trabajar la obra desde el grotesco. “Hacía que miremos animaciones”, sostienen las actrices y resaltan los estereotipos que dejan a la luz los personajes: la villana sádica y la débil y sumisa sirvienta. “Nos divertimos mucho juntas. En el escenario es salir a jugar con la otra”, dice Villalonga sobre el vínculo que forma con su compañera.

La obra fluye por distintas localidades de la provincia de Buenos Aires y Rosario. Actualmente, está los domingos a las 20.30, en el CELCIT, barrio porteño de San Telmo.

«Un perfecto desconocido te puede salvar la vida»

«Un perfecto desconocido te puede salvar la vida»

Escrita, dirigida y protagonizada por mujeres, la obra «En este mundo loco, en esta noche brillante» aborda el tema de la violencia sexual desde una perspectiva poco frecuente.

En la producción teatral independiente En este mundo loco, en esta noche brillante, inspirada en la obra literaria de la dramaturga brasileña Silvia Gómez, la directora Nayla Pose narra en un formato crudo y honesto una historia de violencia sexual sobre la mujer a quien no se la presenta como un sexo débil, sino como alguien complejo que es capaz de levantarse y seguir cuando todo parece que se va a terminar.

Pose, quien estudió Artes Escénicas en el Conservatorio Nacional (actual Universidad Nacional de las Artes), trabajó con directores como Daniel Veronese y desde muy joven comenzó a dar clases en instituciones estatales. “Me mantenía en un constante estado de creatividad y de aprendizaje -sostiene-. La intención es formarse y aprender todo el tiempo, apostando al diálogo y al intercambio de ideas entre colegas”.

En este mundo loco, en esta noche brillante habla sobre la violencia hacia las mujeres de una manera cruda pero también poética y sensible”, afirma. Rasgos como la ternura, la empatía y la resiliencia emergen para presentar un panorama diferente sobre la violencia de género.

“Me hice un montón de preguntas al momento de introducirme en la producción. Fundamentalmente, ¿de qué forma se habla de este tema? Mi objetivo es expresarlo de la manera más humana posible. La obra tiene elementos diversos: tragedia, comedia, momentos profundamente poéticos que pueden presentar una nueva perspectiva”.

El relato se reúne íntimamente con el público a través de una puesta sincera y directa. “La conciencia ficcional interviene al presentar cortes en la ficción que desvían la forma clásica de narración de la obra, que consiste en una introducción, desarrollo y desenlace. Es en esos cortes donde media la realidad germinada desde el espacio de ensayo. Dicha conciencia parte de la propia irrupción del relato ficcional que la misma Silvia Gómez hace en su libro”.

“Yo no elegí la obra, la obra me eligió a mí”, asegura Pose. “Cuando la leí, sentí que estaba escrita para mí. Por entonces, no conocía a Silvia, pero experimenté una gran familiaridad con su lectura. Es ella quien propone un corte en la narrativa clásica de la ficción para hablar desde el lugar donde ocurren los hechos. Las palabras de Silvia me cayeron encima con total honestidad, por lo que mi objetivo fue retratarlas lo más cerca posible a ese sentimiento. Eso le provee crudeza a la obra”.

La directora cuenta que conoció a Silvia por medio de una videollamada en la cual intercambiaron gustos, sentimientos compartidos, lecturas feministas que las marcaron y futuras ideas. Posteriormente, se encontraron en persona cuando Silvia Gomez realizó un viaje a Buenos Aires. “Me conecté con ella a través de la literatura al compartir su misma manera de ver el mundo”, dice Pose.

En la obra se habla del universo femenino y de su enorme capacidad para la resiliencia. “Después de la caída, se levanta y sigue caminando”, remarca Pose. La obra carece de escenografía, ya que, según ella: “Es tan potente lo que sucedía en la actuación y en los ensayos que me incitó a llevar aquella mística de ese territorio tras bambalinas a su exposición al público”.

“Intento que la audiencia empatice con los hechos que la atraviesan. Los acontecimientos narrados son sensibles, pero intentamos, mediante la puesta en escena y la actuación, abordarlo de la forma menos tensa posible. Anhelo que el latir que posee la obra pueda acompañar a quien la vea, que se cuestione, que la sienta, que se posicione en la agenda. Mi intención es que la violencia sexual como tema esté presente, pero no por la pesadez y el estigma que conlleva, sino que la obra sea un aporte para su discusión”.

“Utilizo recursos que a mí me resultan conmovedores y deseo que eso se pueda llegar a transmitir. La actuación como recurso por parte de actrices completamente entregadas en cuerpo y carne a la obra, la música, la iluminación, romper con la convención más tradicional para develar al público todo el artificio con el cual está construida la historia. Poder dar vuelta la escena y reflejar toda la verdad de la misma, sin mediaciones”.

“Me interesa especialmente el público joven, me genera esperanza. Las dos actrices que abordan la obra -Daniela Flombaum y Carolina Saade- son jóvenes. Quería mostrar un vínculo maternal entre ambas, algo que alguna vez en la vida todos hemos experimentado. Me identifico mucho con esa sensación de ser maternada por un par, por eso intenté presentar eso en el territorio del juego de la escena. Una mujer que tiene más experiencia sobre otra que es abusada por un varón”.

La historia refleja todo el universo artístico que inspira a la directora. Pose trata de intervenir con la alimentación que posee del mundo sensible donde no solo reside el teatro, sino también otros abordajes artísticos como la literatura o el arte plástico sobre el cual se siente particularmente atraída. “Me gusta llegar a las personas. Me interesa generar algún tipo de sentimiento. Recuerdo la conmoción que me generaron ciertas obras de arte. Conmover es estar moviéndose con algo y busco que el público reciba con igualdad de importancia el tema y el arte que envuelve la obra”.

El relato busca centrarse en la empatía y en el vínculo entre pares. “Dos personas que son desconocidas se unen a partir de un hecho trágico que da pie al vínculo entre las dos protagonistas de la obra. Mi intención es que el público se lleve el fervor que se produce en la resistencia a partir del acto de compartir una conexión con la otra persona. Un perfecto desconocido te puede, literal y poéticamente, salvar la vida. Ganar una amistad, cantar y levantarse junto al otro es la sensación que intento transmitir”.

 

En este loco mundo, en esta noche brillante se presenta los domingos de junio a las 20 en el espacio Dumont 4040 (Santos Dumont 4040, Chacarita).

¿Qué les pasa a los presos?

¿Qué les pasa a los presos?

«El libro de los jueces» se estrenó este jueves en el Cine Gaumont y relata la experiencia de dos magistrados que recorren las cárceles. Una novedosa concepción del perdón y el derecho restaurativo.

“Mi interés está puesto en el ejercicio de la actividad y de la función de los jueces en nuestra sociedad” afirmó Matías Scarvaci, director y guionista de El libro de los jueces, la película que se estrenó este jueves en el cine Gaumont.

El director de Los cuerpos dóciles, galardonada en el Festival de Mar del Plata, recorre esta vez el trabajo de dos jueces que ejercen el derecho penal restaurativo en la provincia de Buenos Aires. Recorriendo junto a los jueces Walter Saettone y Alejandro David, la cámara de Matías refleja lo que es un tema descuidado socialmente: las condiciones de vida en las cárceles, las distintas historias de los reclusos, así como una novedosa concepción del perdón, la libertad, la marginalidad y la soledad que atraviesan las personas que son sometidas a un sistema diseñado para el castigo.

“Es un castigo psicológico, más que físico”, señala en la película una de las personas privadas de su libertad, entre las tantas historias que construyen el lenguaje cinematográfico buscado por Scarvaci. Para el director, “esta película narra una parte del estado de situación actual de la justicia y de la Argentina. Y de cómo nuestra sociedad resuelve el problema penal.”

¿Qué esperas de la recepción de la película?

– “Espero que pueda llegar a la mayor cantidad de gente posible. Gente que esté interesada en el tema, que tenga sensibilidad Ojalá que sea de mucho interés sobre todo del Poder Judicial, las personas que intervienen en la temática, los operadores judiciales y también las Universidades. Me parece que está bueno que la película pueda discutir en esos ámbitos.”

 

 ¿Cómo fueron los casi dos años de rodaje?

 Primero fue el contacto con los protagonistas: los jueces. Establecer vínculo con ellos. Luego, acompañarlos en el territorio, tanto en las cárceles como en las comisarías, en la jurisdicción donde ellos ejercen.”

Con respecto al foco de la película, Scarvaci sostuvo: “Mi interés está puesto en el ejercicio de la actividad y de la función de los jueces en nuestra sociedad. En mostrar esa tarea, ese rol. En entender qué significa y cuál es la resonancia en los cuerpos de las personas sobre las que caen las sentencias, las decisiones que ellos toman. Y, sobre todo, estar en un lugar que me parece inédito. No sé si hay mucho registro de documentales que muestren la tarea de los jueces. Me parece un lugar de mucho poder. Hay todo un imaginario sobre sobre qué significa ser juez. Entonces me parecía que era poderoso mostrarlo en términos cinematográficos. A partir de allí descubrí a dos jueces que son a mi entender muy interesantes: además de ser jueces me parece que le dan un plus en términos cinematográficos por las características personales y profesionales que tienen: la manera que ejercen su rol, el acercamiento o la mirada. Me parece que en ese sentido la película discute con el estado de la Justicia. Y es interesante que se pueda dar esa discusión para tratar de mejorar”.

 

 

¿Cómo fue el trato con los detenidos, los oficiales, los jueces? ¿Cómo se prestaron a la cámara?

En general fue muy bueno. Está muy invisibilizada esa problemática, entonces el hecho de que haya un interés de poner la mirada ahí generó una buena recepción. Yo también tengo experiencia en trabajo en cárceles, conozco un poco como es. No soy experto en el tema pero sé lo que es ir a lugares de encierro. Hay algo de la naturalización de la mirada o de la cámara que tiene que ver con las experiencias anteriores que me sumaron al momento de establecer relación con esos ámbitos.”

 

¿En qué hacías foco al capturar la realidad del encierro desde lo documental?

A mí me interesan las historias humanas, lo singular de la humanidad, las personas. Me parece que ahí hay una multiplicidad de sentido que intento capturar y narrar en las películas. La realidad en determinados contextos es muy poderosa: en este caso es muy poderoso estar privado de la libertad, muy doloroso. Y me parece que esa condensación es interesante en términos artísticos.”

 

¿A qué se refiere el derecho penal restaurativo?

Es un tema que se está aplicando hace no relativamente mucho tiempo. Una parte de la Justicia intenta ir para ese lado. Tratar de restaurar lo que se rompió, tratar de trabajar sobre la mediación penal. La película intenta tocar ese tema, que me parece muy poderoso. Aparece el perdón como forma de superar, de mitigar el dolor y no quedar trabado, cristalizado en la experiencia dolorosa o acumulando rencor. Soy muy cauteloso en ese sentido porque no todos los delitos son los mismos. La película pone el eje no solo en el victimario sino también en las víctimas. Desde hace un tiempo funciona la Ley de Víctimas: la víctima también es parte del proceso penal, se la tiene en cuenta, se las escucha. Escuchar en un sentido amplio, una escucha activa que permita generar empatía con quien habla o con quien necesita hacer catarsis. Me parece que eso es contenedor. Esos pequeños movimientos, esos pequeños gestos, también están retratados en la película y me parece que hacen a la cuestión. También hay asociaciones de víctimas que trabajan esto del perdón como forma del tratamiento de la condena o del agravio sentido.”

 

¿Por qué el nombre El libro de los jueces?

 El libro de los jueces es un libro donde se establece cuál es la función de los jueces en nuestras sociedades. Un poco tenía que ver con eso, con ir a una idea más elemental o más básica para desnaturalizar lo que está naturalizado: que a las personas se las priva de su libertad, se las encierra y nos dejamos de preguntar qué les pasa. Hay quienes piden «mano dura» sin saber precisamente cómo es que funciona: generalmente con discursos mediatizados, estereotipados en relación al delito o a los delincuentes. Entonces el nombre del documental va un poco por ese lado.

El libro de los jueces se exhibirá en la Sala 3 el Cine Gaumont en funciones que se proyectarán a las 12:30, 14:15 y 20:15.

«Una compra más racional y menos impulsiva»

«Una compra más racional y menos impulsiva»

Este lunes termina la Feria del Libro, que presentó una caída de ventas en relación al año pasado pero no tan pronunciada como lao que esperaba la industria editorial.

“¡Te compraste tres libros y todavía no llegamos ni al Pabellón Verde!”, le dice una mujer a su hija, calmándola con una mano en el hombro. El recorrido de la Feria, si se entra por Plaza Italia, empieza en el Pabellón Ocre y sigue por un túnel de carpa hasta los pabellones Azul, Verde y Amarillo. En el sector Informes se pueden obtener mapas, que los visitantes abren, consultan y comparten con curiosidad.

En el primer pabellón se encuentran los stands de las provincias con títulos de autores locales. En el Azul están las editoriales y librerías de cooperativas con ofertas que van del clásico 2×3 hasta títulos por 600, 1.200 y 1.500 pesos. Por último, en los pabellones Verde y Amarillo aparecen los grandes grupos editoriales y librerías, como Cúspide, El Ateneo, Grupo Planeta y Penguin Random House, con nueve diferentes promociones bancarias para sus clientes. El precio de colocar un stand en la Feria depende del pabellón: el Verde es el más caro de todos y el de mayor cantidad de metros cuadrados. La Feria cuenta con 1.500 espacios disponibles, y este año, al igual que el anterior, fueron todos ocupados.

Nicolás, expositor de Grupo Planeta, afirma que este año la cantidad de visitantes disminuyó respecto del año pasado, pero no tanto. “La Feria de 2022 se hizo después de dos años de pandemia, por eso tuvimos más gente”. De todas maneras, “en la segunda semana de esta edición observamos un incremento del volumen de personas, cosa que no estaba prevista”. En cuanto a la decisión de compra, “hoy las personas vienen sabiendo lo que quieren llevar, algunos hasta traen una lista hecha a mano, o en las notas del celular, con los títulos de los libros o los autores”. Belén, su compañera, plantea: “Lo que vemos hoy es una compra más racional que impulsiva; la crisis económica afectó el comportamiento del consumidor en general, y el de los lectores en particular”.

Desde el Grupo Planeta, que concentra a editoriales como Seix Barral, Booket y Tusquets, señalan que el top tres de títulos más vendidos este año son Blanca, la niña que quería volar de Benjamín Vicuña, La Gioconda y Leonardo de Daniel López Rosatti, y El nudo de Carlos Pagni. En cuarto y quinto lugar se encuentran la obra completa de Enrique Pichon-Rivière, Del psicoanálisis a la psicología social, y Hábitos atómicos del empresario estadounidense James Clear.

En Riverside Agency, ubicada en el pabellón verde, los expositores sostienen que entre los títulos más solicitados se encuentran Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez (que ya va por su 29º edición), Fortuna, de Hernán Díaz, ganador del premio Pulitzer de este año, y Literatura infantil de Alejandro Zambra, todos ellos editados por Anagrama.

En el stand de la librería Cúspide, a diferencia de otras, hay que hacer fila para entrar. Para sus expositores, el gran protagonista de esta edición es el público joven. “Los ejemplares de la saga de Alice Keller salen como pan caliente. También los escritos de Wattpad”, afirman. En Kel Ediciones, la distribuidora de libros en inglés, la fila de personas para abonar rodea todo el stand.

Carlos Díaz, editor y director de Siglo XXI, dedicada a las Ciencias Sociales y Humanidades, reflexiona: “Arrancamos bastante mejor de lo que esperábamos para esta coyuntura económica tan complicada (las Jornadas Profesionales previas coincidieron con la corrida del dólar). La Feria de 2022 fue inesperadamente buena, así que nos estamos comparando con un año extraordinario. Hoy estamos un poco abajo en ejemplares, pero lo consideramos un buen resultado en este contexto, y miramos con optimismo los días que quedan”.

“Soy de Lanús y vine a pasar la tarde con amigas. Terminé gastando más de lo que tenía pensado”, confiesa Cecilia, entre risas. En su bolsita lleva tres ejemplares de Milan Kundera. Según los números publicados por la Fundación El Libro, hasta el cierre de esta nota la Feria registra más de 1.180.000 visitantes. En la edición de 2022, el número cerró en 1.324.500 personas.

Sin embargo, los visitantes no son los únicos compradores de libros. Según informan desde Grupo Planeta, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) –fundada por Domingo F. Sarmiento en 1870, hoy integrada por más de 1.500 bibliotecas de todo el país– compró con un 50 por ciento de descuento miles de ejemplares. Esto es gracias al programa Libro%, lanzado por el Ministerio de Cultura de la Nación, que implica un acuerdo comercial del 50 por ciento off entre editoriales, bibliotecas populares y libreros durante las Jornadas Profesionales de la feria, que se realizan en los tres días previos a la apertura al público general.

Una carroza distinguida

Una carroza distinguida

El Tour Carrocero, organizado por los fanáticos de la película Esperando la Carroza, fue distinguido de interés cultural por la Legislatura porteña. Un paseo por el barrio que el film convirtió en mítico.

En una mañana de otoño, y como no podía ser de otra manera, domingo, se juntaron en la plaza del barrio porteño de Versalles, varias decenas de personas para disfrutar del Tour Carrocero, una iniciativa que comenzó con un grupo de fans muy aguerridos del clásico del cine argentino Esperando la carroza.
A pesar de ser un día bastante fresco, mucha gente se acercó con el mate y el termo para disfrutar de este recorrido tan especial.

Matías Altamore de Francesco, vecino del barrio de Versalles a cargo del tour, contó a ANCCOM que los eventos “carroceros” se hacen desde el 2018. Al tour se suma la proyección de la película en un centro cultural y la puesta en escena de la obra de teatro de Esperando la Carroza. En esta ocasión, el recorrido se realizó para conmemorar los 38 años de la icónica película y para celebrar la distinción de Declaración de Interés Cultural por parte de la Legislatura Porteña, para el colectivo carrocero.

A partir del 2022 comenzaron a realizar el tour una vez por mes, a través de una convocatoria desde sus redes sociales, principalmente su instagram. Matías dijo que para él, Esperando la carroza es todo: “Es el barrio donde nací y me crié, es un grotesco rioplatense”. Al preguntarle cuál es su frase favorita, confesó que se le hace difícil elegir una. Pero se inclina por: “No se juega así con los sentimientos de la buena gente, hijo de puta”, del personaje interpretado por China Zorrilla.

Alrededor de las 11 de la mañana, las personas se concentraron en la glorieta de la plaza de Versalles, en donde el legislador porteño Juan Pablo Arenaza, quien hizo entrega del diploma de Declaración de Interés Cultural. El funcionario reconoció que Esperando la Carroza es una película clásica del cine nacional que hasta hoy ha atravesado muchas generaciones y se declaró un fan del film. Aseveró, además, que la Legislatura votó este reconocimiento por unanimidad.

Por su parte, Matías junto a su compañero Marcelo, agradeció a todos los presentes y afirmó que esta mención especial “no es para mí, sino para todos los carroceros”.

Luego del pequeño acto homenaje, el guía carrocero invitó a las personas a acercarse a ver y tomar fotos con un mural en donde se puede ver a la mítica Mamá Cora, de Antonio Gasalla. Además, contó que se trata de un proyecto en el que están trabajando, donde buscan pintar varios murales en distintos puntos de Capital Federal y algún lugar de la provincia de Buenos Aires en homenaje al film.

Entre quienes se acercaron a hacer el tour se podía escuchar cómo reproducían diálogos de la película mientras reían y conversaban. Gente de todas las edades disfrutó de un «domingo muy especial», como dice Nora -interpretada por Betiana Blum- en la película.

La primera parada fue en la mítica plaza en donde se filmó la escena de Mamá Cora, junto a los viejos del barrio (vecinos reales) yendo al funeral de “la húngara” y la escena entre Nora (Betiana Blum) y Susana (Mónica Villa), cuando “se sacan las caretas” y hablan de infidelidades.

 

El recorrido continuó por las calles de Versalles, mientras los fanáticos de la película iban reconociendo algunos lugares y recordando distintos momentos del largometraje. Aterrizaron en la casa del hermano Antonio Musicardi, interpretado por Luis Brandoni y su esposa, Nora. En una pequeña vuelta a la manzana, los carroceros se toparon con la terraza de la Dominga, el personaje de Cecilia Rossetto, que le pide a la vieja Mamá Cora que cuide al Oscarcito por dos horitas. Y justo en frente, lo que ellos llaman “el templo carrocero”, la casa donde transcurre gran parte de la historia, en donde viven Elvira (China Zorrilla), Sergio (Juan Manuel Tenuta) y Matilde (Andrea Tenuta). En la casa actualmente vive Flavia, quien en diálogo con ANCCOM dijo que se siente halagada de que su casa sea icónica por esta divertida historia, le gusta que las personas se acerquen a sacarse fotos junto a la puerta de los Musicardi. Porque es un “ícono del cine nuestro”. “Fue hermoso ver cómo se hace cine, desde adentro recuerda-. Eso fue lo que más me gustó. Esa experiencia es lo que más rescato”.

Flavia que rememora con mucho cariño la película, hasta ahora nunca abrió las puertas de su casa para recorrer el interior, debido a que aún vive allí. Sin embargo, asomó la esperanza y dijo que quizás se cumpla el sueño carrocero, para el festejo de los 40 años del estreno.

Siguiendo con el tour, entre los carroceros se encontraban Mónica Frolli en el papel de una divertida Nora y Paula Belén Viola llevando orgullosa una remera de Susana e interpretándola también. Ambas divirtieron a la gente haciendo la escena de la plaza en donde la nuera más joven de Mamá Cora acusa a su cuñada de engañar a su marido.

Entre risas Mónica y Paula también confesaron ser carroceras sin saberlo, por el simple hecho de mirar la película y saberse los diálogos de memoria. Ambas se conocieron en un encuentro de fanáticos y enseguida se reconocieron en los respectivos personajes que interpretan. A partir de allí forjaron una gran amistad y disfrutan de encontrarse en este barrio de la ciudad, tan escondido para muchos.

Tanto Paula como Mónica aseguraban que es un orgullo ser parte de este grupo. La actriz que interpreta a Nora en el tour dijo en diálogo con ANCCOM: “Para mí es una joya del cine nacional que no debe morir. Y el día que Mati o Marce no estén, tiene que seguir esto alguien joven, que no muera”.

Mientras que la fan de Susana rescataba la cantidad de jóvenes que asiste al evento, como su sobrina, que ya de muy pequeños conoce este film y se sabe las escenas de memoria. “Yo no sabía que era carrocera, yo repetía los diálogos sola en mi casa. Cuando encontré este grupo, dije guau qué bueno. Esta peli es una parte muy nuestra.”

Durante el recorrido, Matías fue contando algunas curiosidades de la película: que fue muy casera y los vecinos prestaron desde una maceta hasta un loro para que actuara. Otro gran dato es que Darío Grandinetti, quien interpretaba a Cacho, es un hincha apasionado de River y sin embargo por única vez se atrevió a ponerse una camiseta de Boca. La excusa fue hacer un personaje muy tonto y provocar a los xeneizes.

Para finalizar el recorrido, los carroceros y los curiosos se volvieron a juntar en la plaza que fue la primera parada. Allí, entre risas y aplausos, decidieron entre todos interpretar la última escena: Mamá Cora y los viejitos caminando a paso ligero y agarrados de los brazos. Quienes se animaron se posicionaron en el centro de la plaza y recrearon el final de la película, mientras muchos otros filmaron la llegada.

Si bien el tour culminó allí, quienes querían pudieron acercarse al club social  “Luz del Porvenir” para ver la proyección de la película y disfrutar de alguna comida casera. Finalmente, por una módica entrada se podía acceder a la obra de teatro Esperando la carroza, el vodevil, una adaptación del guión original.

Realmente “qué duda cabe” de que se trató de un muy divertido domingo para todos los que se acercaron a recorrer las locaciones de esta tan querida obra nacional.

La voz de Túnez en la Argentina

La voz de Túnez en la Argentina

La tunecina Mariem Labidi presenta su primer disco. Cómo pasaron sus canciones de expresar la protesta social a dar cuenta de su mundo interior. La Primavera Árabe y las similitudes de su país con Buenos Aires.

Mariem Labidi tiene 40 años, es cantante y hace 25 que se dedica a la música. En 2009 vino a vivir a la Argentina y es una de las 40 personas nacidas en Túnez que residen en el país. En algunas de sus interpretaciones, Mariem aborda temas como la libertad, la lucha contra la opresión y la búsqueda de la identidad, cuestiones muy conectadas con la historia reciente tunecina. Se considera como una artista poliglota y versátil musicalmente; canta en muchísimos idiomas distintos géneros musicales, como el jazz , melodías tradicional árabe y fusiones de distintos géneros. Mientras presenta su primer disco, que contiene canciones cuya letra y música son de su autoría, cuenta sobre su recorrido.

¿Por qué llegaste a la Argentina?

Llegué en 2009, te diría que fue un poco de azar porque no tenía pensado un destino fijo, podía ser Argentina como cualquier otro país del mundo. No conocía el idioma y la información que tenia de Argentina a nivel general era muy poca.

¿Sentiste un choque cultural al llegar?

Muy poco, logré adaptarme enseguida. Lo único que sabía de Argentina es que era un quilombo vivir ahí (risas), pero la realidad es que fui agradablemente sorprendida. La gente es muy acogedora y de alguna manera muy similar a la gente de Túnez. Más allá de que no nos encontramos cercanos en distancia son dos países con mucha influencia del Mediterráneo, compartimos el mismo gusto por la comida y la costumbre de agasajar a nuestros invitados. También veo que en los dos lugares son de salir mucho y compartir tardes sentados en la vereda tomando algo y charlando. El personaje del gaucho argentino tiene bastante de árabe, sobre todo en su estirpe de caballero. Tuve la suerte de no sentir un choque cultural. Además, me gustó encontrarme con mucha más libertad que en mi país.

¿Consumías productos culturales o noticias de Argentina antes de tu viaje?

Si, llegué a ver películas de Pino Solanas, también recuerdo ver la película Historias mínimas, escuchar temas de Mercedes Sosa o de Piazzola y leer algunos cuentos de Cortázar . Mucho de estos artistas estaban radicados en Francia y llegaban de rebote a las colonias francesas, como había sido Túnez. Una vez que me adapté al país, conocí artistas como Charly García , Spinetta y Gustavo Cerati . También me gusta el folclore, el tango , varios artistas de distintos géneros. Con lo que no llegué a adaptarme todavía es con los artistas nuevos que forman parte de toda la música urbana , me cuesta un poco , quizás sea por una cuestión generacional. Lo mismo pasa con la música que está de moda hoy en Túnez , todavía no llegó a interpelarme ya que el género número uno en la actualidad es el rap.

¿Cómo era el panorama en tu país cuando decidiste irte?

Estábamos viviendo bajo una dictadura que nos oprimía constantemente, nadie se podía expresar libremente porque enseguida eras castigado. Yo formaba parte de un colectivo de artistas que nos organizábamos para armar recitales, charlas, muestras de arte en universidades y ámbitos estudiantiles, era una de las maneras que teníamos para poder expresarnos libremente.

¿Cómo hacían para organizarse y no ser perseguidos? ¿Lo hacían de manera clandestina?

Todo esto se practicaba de manera libre pero con restricciones, no podías ser directo, utilizábamos muchos mensajes encriptados en nuestras obras para que no parezca que ofendíamos al régimen de Ben Ali. Aprendíamos a expresarnos con sutileza y doble sentido.

¿Volviste a Túnez desde que estás erradicada en Argentina?

Si, volví muchas veces. La primera vez me acuerdo que fue ocho años después de mi partida , encontré el ambiente muy cambiado .La gente está más libre y es algo que se siente en el aire , hay muchísimas más posibilidades de expresarse que antes. Imagínate que yo me fui en 2009 en una plena dictadura que duró más de 20 años, la revolución fue en 2011 , y para mi vuelta ya habían pasado 6 desde que derrocamos a la dictadura.

Hoy en día hay dos posturas sobre los procesos revolucionarios de la Primavera Árabe: por un lado se los toma como una oportunidad perdida y por el otro se los plantea como un gran avance para esas sociedades. ¿Cuál es tu postura en esta cuestión?

La Primavera Áabe se dio en muchos países, en algunos lugares, como en mi país, logramos que se llevaran a cabo elecciones y también se logró imponer una nueva Constitución que por ahora no funciona tan bien. Creo que estamos en camino a seguir mejorando, tuvimos la suerte de salir de la dictadura. Después tenés otro países como Siria o Libia que entraron en una guerra civil, por eso es difícil evaluar a las revoluciones bajo una misma mirada .Túnez es un país democrático con los problemas típicos de la democracia, no es fácil cambiar un régimen de un día para otro, el régimen no se encontraba solo en el gobierno, sino que lo podías encontrar en las instituciones y en las mentalidades de las personas. Tenemos casos de muchos exmandatarios que antes tenían poder y hoy salen disfrazados bajo el nombre de partidos nuevos para seguir con ese poder. Por el momento, Túnez no está teniendo el resultado que yo y muchas personas desearíamos que tenga pero creo que de todas maneras estamos muy bien encaminados, se valora muchísimo tener más libertades que en el pasado.

¿Me podés decir algo de lo cotidiano donde notaste esa libertad?

En muchísimas cosas. Por ejemplo, hoy las mujeres pueden usar el velo si es que lo desean. Mucha gente que no conocía de mi país pensaba que en una dictadura árabe era una obligación usar el velo , pero esta era una dictadura laica , entonces esa acción era condenada con castigos. Hoy la gente puede expresarse religiosamente con libertad. De todas maneras es una situación compleja, la gente que tomó el poder después de la dictadura son religiosos radicales y a veces actúan parecido a sus antecesores en el hecho de imponer ideas y creencias.

Mencionaste la situación con el velo y eso me da el pie para preguntarte como fue el papel de las mujeres en la revolución.

A diferencia de otros países de la región, se puede decir que en Túnez las mujeres siempre contaron con mayor libertad y participación dentro de nuestra sociedad. Por ejemplo, tenemos aborto legal y gratuito desde el año 1957, fuimos bastantes avanzados en varios sentidos, más allá del régimen que estaba vigente.

¿Cuáles eran los reclamos históricamente más comunes de las mujeres en la sociedad tunecina?

Una de nuestras luchas fue –y sigue siendo- lograr una herencia más equitativa. El hombre hereda el doble de lo que puede heredar una mujer. En mi caso somos tres hermanos, un varón y dos mujeres, el día que mi padre fallezca la ley marca que mitad de su patrimonio va a ser para mi hermano y la otra mitad debemos repartirla con mi hermana. Es una regla que proviene de la religión y más allá de eso también está alojado en la mentalidad y practica de la gente. Fue una ley que no fue forzada por la dictadura y el sentido común de las personas lo toma como algo normal.

¿Qué logros podes destacar de ese periodo para las mujeres?

Hoy en día podés fumar en la calle sin que nadie te insulte, antes corrías ese riesgo y hasta el de ser detenida. Además, está penalizado el piropo, los hombres que hagan esto pueden llegar a ir a la cárcel.

¿Este tipo de experiencias de lucha tuvo influencia en el trabajo que estás presentando ahora?

En este momento siento que no hace falta seguir expresándome de la misma manera que en el pasado. Hoy, Túnez es un país libre, el contexto cambió y por lo tanto el mensaje que transmito también cambió. Antes yo cantaba para los demás, lo hacía en modo de protesta y por una causa colectiva, hoy lo hago desde mi propia experiencia y por un mensaje que sale desde mi interior, por eso también me animé a componer. Antes utilizaba el arte como un arma de lucha, hoy solo lo veo como una expresión personal.

El hombre hereda el doble de lo que puede heredar una mujer. En mi caso somos tres hermanos, un varón y dos mujeres, el día que mi padre fallezca la ley marca que mitad de su patrimonio va a ser para mi hermano y la otra mitad debemos repartirla con mi hermana.

Mariem Labidi

¿Cual fue el motivo por el cual te animaste a lanzar tu primer disco después de 25 años?

Me sentía inspirada, toda la vida interpreté poemas y temas de otros compositores porque me gustaba mucho su contenido y los valores que expresaban, temáticas como la lucha contra la opresión estaban muy presentes, pero ahora sentía que yo también tengo algo para decir desde mis adentros y no tanto en nombre de otros. En el disco comienzo con el tema llamado “Diez”, que compuse a mis 15 años y lo voy a interpretar por segunda vez en mi vida durante la presentación del disco en vivo.

Túnez fue un país que antes de la dictadura fue colonia francesa, ¿podés distinguir alguna influencia de Occidente en tu formación como artista?

Totalmente, de pequeña escuchaba artistas como Jack Brel, que es un cantante belga, tuve mis momentos de rock pesado escuchando Metallica, algo de grunge como Nirvana y una gran cantidad de artistas occidentales, hasta me animaría a decir que escuché mas música occidental que oriental en mi juventud.

¿Esto por qué se dio así?

Es que la mayoría de los canales eran extranjeros, teníamos solo dos canales de TV tunecinos que pertenecían al eEstado y la verdad es que sus producciones no eran tan buenas como las extranjeras. Se me hacía aburrido ver ese contenido. Además, la música folclórica era bastante anticuada, no progresaba , tenia la sensación de que se habían quedado en los setenta.

¿Sentís que tu obra intenta despegarse un poco de lo anticuado de ese folclore?

Hoy me siento mucho más cómoda en el genero fusión por toda la apertura mental que transité durante estos años. Me encanta mezclar instrumentos árabes con otros que son parte del mundo, como por ejemplo el bandoneón. La realidad es que al estar lejos de mi país me siento mucho más cerca, consumo mucho de su cultura y noticias a la distancia .Hoy utilizo instrumentos árabes porque los necesito por una cuestión de afinidad con mi país. Además utilizo mucho el dialecto tunecino y el árabe clásico para cantar, es algo inevitable, no lo hago a propósito. Quizás si en este momento me encontraba en Túnez no lo planteaba de la misma manera, se me ancló más esa identidad y tengo mas claro quién soy. El salir de mi lugar y estar en contacto con otra realidad fue lo que incentivó un poco todo este proceso.

¿Qué artistas árabes son los que escuchás con frecuencia?

Hay una cantante egipcia que me fascina y se escuchaba en casa. Se llama Um Kalthu, es de los años cincuenta o sesenta. Sus canciones duran una hora y hay veces que el público va a sus recitales para que cante solo una canción. Este era un estilo muy típico de ella, además nunca sabías que canción de su repertorio tocaba ese día pero terminabas el recital aprendiéndola de memoria porque se repetía constantemente .Es como una ópera que repetía distintas partes de una misma canción varias veces. Te podría decir que a muchos artistas árabes pero ella es una de las cantantes que mas me marcaron.