Un ataque que alimentó el fuego de la Memoria

Un ataque que alimentó el fuego de la Memoria

La agrupación de Derechos Humanos H.I.J.O.S en la Red Nacional denunció el ataque a una de sus militantes y la opinión pública se hizo eco del repudio y la violencia que generan los discursos de odio legitimados por el actual gobierno.

Una militante de la Red Nacional H.I.J.O.S. fue abusada y amenazada de muerte por dos individuos que forzaron la entrada a su domicilio. Este atentado despierta viejos fantasmas en un contexto en el que el ministro de Defensa, Luis Petri, reivindica a los militares genocidas de la dictadura de 1976 y se habla de un posible indulto por parte del gobierno.

En la mañana de hoy la Red Nacional H.I.J.O.S., que desde 1995 lucha por el juicio y castigo a los genocidas de la dictadura del ‘76, denunció en sus redes sociales que una de sus militantes fue abusada sexualmente y amenazada de muerte por dos sujetos que forzaron la entrada a su hogar.

 Según el comunicado, se trató de un ataque político “motivado por su militancia en derechos humanos y feminista” y que se vio reflejado en que los atacantes pronunciaron estar allí para matarla, se llevaron carpetas con información de la agrupación y pintaron en la pared del hogar las siglas “VLLC” (“Viva la libertad, carajo”), frase enunciada y representativa del actual presidente argentino, Javier Milei. Lucila Puyol, integrante de la agrupación, remarcó a ANCCOM la necesidad de dar repercusión a lo ocurrido y que la justicia avance rápidamente en la investigación de los hechos pero “por el momento ni siquiera le tomaron la declaración a la compañera”, comentó.

Al hablar del impacto que tuvo el comunicado en redes sociales, Puyol desestima a aquellos que lo tratan como una noticia falsa ya que “tiene que ver con los trolls que seguramente soltó el gobierno” para opacar lo ocurrido y afirma que H.I.J.O.S. recibió mensajes de organizaciones, como Abuelas de Plaza de Mayo, que muestran su adhesión. “No son payasos de redes sociales”, resumió.

El ataque se realizó a pocos días de que se cumplan cuarenta y ocho años del último golpe de Estado en nuestro país. La agrupación denuncia que este atentado tiene un “claro correlato con las acciones y discursos de odio que las máximas autoridades del país expresan cotidianamente”.

En los últimos días, circularon versiones que indican que Milei tendría intenciones de anunciar un indulto a favor de los militares genocidas de la última dictadura militar. No sería una sorpresa ya que el presidente negó a los 30.000 desaparecidos y la vicepresidenta preside el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), organización que desde 2006 reclama investigar episodios de violencia a cargo de los movimientos revolucionarios previos al golpe del ‘76.

Por su parte, el ministro de Defensa, Luis Petri, asistió a la presentación del libro sobre el coronel Argentino del Valle Larrabure que se realizó en el Círculo Militar y se fotografió junto a Cecilia Pando y otras esposas de militares condenados por crímenes de lesa humanidad. También afirmó que las Fuerzas Armadas fueron “demonizadas” por su accionar durante la última dictadura.

En un contexto en el que el propio gobierno nacional representa una reivindicación institucionalizada del terror generado por las Fuerzas Armadas durante el golpe, no sorprende que haya ocurrido un ataque de tal violencia en nombre de La Libertad Avanza. A pocos días del 24 de Marzo, Puyol cree que en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia “va a haber una respuesta contundente de nuestro pueblo que va a salir masivamente a las calles” para enfrentar “todo el maltrato que venimos recibiendo en este último tiempo”, resumió.

“Un cierre arbitrario que va en contra de la educación pública”

“Un cierre arbitrario que va en contra de la educación pública”

El gobierno de Jorge Macri quiere cerrar la única escuela pública de fotografía de la ciudad de Buenos Aires. La comunidad de la “Maestro Quinquela” denuncia el intento y resiste.

“Yo soy egresada del año 2012. Vengo de una familia obrera y no hubiese podido acceder a una carrera de fotografía profesional si no existiera un espacio como la Escuela Maestro Quinquela”, expresa Elena Gorosito, exalumna del instituto, a quien este curso le brindó una salida laboral y hoy se encuentra trabajando en el canal Urbana Tevé.

Elena fue una de las tantas exestudiantes que se acercó al “camarazo” realizado en la puerta de la escuela, junto a docentes y organizaciones barriales de La Boca, en una emotiva muestra de solidaridad y compromiso con el derecho a la educación.

La convocatoria tuvo lugar en Caminito, corazón de la Boca, a pasos de la sede donde funciona la carrera de fotografía, que tiene una duración de dos años y ofrece una formación diaria de lunes a viernes de 19 a 22:30. Al final del ciclo, los estudiantes obtienen el título de “Aptitud profesional en fotografía”, otorgado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

“La resolución que certifica los títulos caducó, y no nos dan una nueva que permita dictar el curso y que asegure los estudiantes dentro de la institución”, explica Elena Aguirre, profesora de la escuela. A contramano de otras instituciones educativas nocturnas que sufren de baja matrícula y languidecen, la Quinquela siempre fue muy concurrida.

Antes del cierre dispuesto unilateralmente por el Gobierno de CABA, la carrera contaba con cinco divisiones, tres de primer año y dos de segundo, con unos 200 estudiantes, más docentes y no docentes.

Actualmente, los estudiantes que se graduaron en 2023 se ven imposibilitados de obtener sus títulos, y los que cursaron el primer año ven interrumpido su proceso educativo. «La escuela era como un hogar para nosotros, tanto por la jornada horaria como por el vínculo que teníamos con ella. La falta de claridad sobre qué sucederá, nos sumerge en una incertidumbre abrumadora», afirma la estudiante Laura Luque.

La escuela de fotografía «Maestro Quinquela» comparte instalaciones con la escuela secundaria técnica del mismo nombre, que funciona de mañana y tarde, y que tiene 75 años de historia en el barrio de La Boca.

Dada la cercanía del 24 de Marzo, durante el camarazo también se levantó la consigna «Memoria sí, pañuelos de hoy y de siempre» –impulsada por los organismos de derechos humanos–, con el pañuelo de Quinquela como símbolo. “Además de ser un reconocido pintor, Quinquela fue un niño huérfano que conservó medio pañuelo durante toda su vida, representando así las oportunidades que le permitieron convertirse en artista”, cuenta Natalia Quintos, una vecina que se sumó a la convocatoria.

El cierre de hecho de la escuela de fotografía se apoya en una resolución gubernamental que prohíbe el inicio del curso. Esta medida fue implementada previamente con el propósito de mitigar la situación por un período de tres años, con vigencia hasta diciembre de 2022, y con el compromiso de resolverla de manera definitiva.

«El Gobierno intenta justificar sus acciones basándose en esa resolución previa, lo cual resulta absurdo. Otra resolución podría resolver fácilmente el problema», sostiene Gustavo Castro, exdocente de la escuela. «La solución definitiva reside en la emisión de una resolución sin plazos, que garantice la continuidad del curso sin interrupciones», agrega.

“Como legisladores, elevamos un pedido de informes al Gobierno de la Ciudad que aún no contestaron, para ver los motivos de este cierre arbitrario y que va en contra de la educación pública y del legado de Quinquela”, señala Juan Pablo O’Dezaille, miembro del bloque Unión por la Patria en la Legislatura porteña. Tras el inicio de las sesiones, siguen esperando una respuesta. Así todo, la comunidad del Quinquela continúa movilizada para defender su continuidad.

De carne éramos

De carne éramos

El aumento del precio de la carne vacuna es superior al de la inflación general. En un año, su consumo bajó un siete por ciento. Las hamburguesería deberieron bajar su margen de ganancias para no perder clientela.

La aceleración inflacionaria dio un fuerte batacazo en el corazón de la mesa argentina: la carne vacuna, central en la dieta nacional, tuvo aumentos desorbitantes y sostenidos. ¿Cómo afecta el alza de precios en los hábitos de consumo de las y los argentinos.

Según el último informe del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), elaborado en enero de 2024, el incremento en los precios de la carne superó el 330% interanual. Esta cifra récord se ubica muy por encima de la inflación general presentada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que registró un aumento del 254% en comparación con enero de 2023.

Ante un panorama generalizado de encarecimiento y descenso de demanda en el rubro Alimentos, la carne vacuna no es excepción. Según estadísticas de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), en enero el nivel de consumo  fue equivalente a 186.300 toneladas de res con hueso, ubicándose casi 7% por debajo del nivel registrado en el mismo periodo de 2023.

El proceso inflacionario, la fuerte devaluación de la moneda nacional, la desregulación de las exportaciones y la pérdida del poder adquisitivo real constituyen una combinación trágica en la tierra del asado y las empanadas criollas. ¿Cómo gambetean los y las argentinas la escalonada de precios?

Constanza Confino es biotecnóloga y vive en el barrio de Monte Castro, en la Ciudad de Buenos Aires. Cuenta que adapta su rutina de compras en función a los descuentos que proporcionan los distintos comercios: “En mi casa compramos carne sólo los días que hay descuentos y solo en los lugares que los tienen. Nos limitamos a comprar sólo lo que entra hasta el tope de reintegro, no gastamos más que eso y lo frizamos  para no quedarnos sin stock”.

Siguiendo los datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el aumento de precios en el mes de enero se dio de forma diferente en supermercados, subiendo un 28.2%, y en carnicerías, rondando alzas de 15.8%. Esto lleva, inevitablemente, a la comparación de productos en diferentes locales tal como cuenta Constanza “Algo que hacemos ahora, que antes no, es mucha búsqueda de precios. Sólo elegimos los cortes que podemos pagar en el lugar que esté más barato”.

Agustín Capelli tiene una cadena de carnicerías llamada “La Ñata”, que cuenta con varias sucursales distribuidas en la zona sur de la Provincia de Buenos Aires. “Hace 20 años estamos en el rubro, nuestra idea siempre fue crecer y darle el mejor producto con el mejor precio y calidad a la gente. Obviamente con el país en el que estamos a veces es complicado. La carne vacuna, y también el pollo, aumentaron bastante este último año y eso te marca mucho a la hora de vender. En este último tiempo la venta cayó”.

Los cortes que registraron mayor alza de precios durante el primer mes del año fueron la tapa de asado, el lomo y la colita de cuadril, superando el 23% de aumento respecto de diciembre según informa el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA). Como sostiene Capelli, esto afecta directamente en la decisión de compra: “Ahora la gente se lleva todo lo que es promoción: el espinazo, puchero, picada común. Bajó mucho la venta de los cortes que tienen hueso, como el asado o el bife, porque rinden mucho menos para una familia. Hoy, lamentablemente, las personas tratan de buscar el precio y no la calidad. Antes era al revés”.

Liliana Castellano es jubilada pero sigue trabajando en su local de indumentaria que fundó hace más de 15 años en el barrio de Bernal, Provincia de Buenos Aires. “En casa fuimos siempre muy carnívoros, casi todos los días comíamos carne. Con los aumentos estamos comiendo mucho menos, dos o tres veces por semana. Ya no elijo qué corte quiero, ahora comparo precios, busco ofertas y cocino en base a eso porque si no es imposible acceder a la carne. Me da risa porque la médica me dijo que tampoco es bueno comer tanta carne por semana por los triglicéridos, al final la miseria me hizo bien”.

Con su experiencia y largos años de vida, vio las variaciones sostenidas en el precio de los alimentos y el cambio en la composición de comidas tipo en nuestro país: “Antes se comía más carne, no era tan cara. Mi vieja hacía casi todos los días, la base de las comidas era la carne. El pollo era más caro, lo guardabas para alguna fiesta o evento. Costaba todo, pero no era tan caro comprar comida en general”.

Santiago Chiarelli es dueño de “El Birrón”, un bar de tragos y comida rápida, como hamburguesas, sandwiches y lomitos,  que abrió sus puertas en julio del 2023. “Desde que abrimos básicamente se triplicó el precio de la carne. Eso afecta directamente al precio y a nuestra ganancia  porque yo no puedo cobrar, por ejemplo, una hamburguesa a $10.000 porque nadie la va a consumir, tengo que tener un precio competitivo, que se ajuste a la clientela y a la ubicación geográfica.”

“El Birrón” crece rápidamente y se adapta a los bolsillos de la gente: “En cuanto al consumo de nuestros productos con base de carne, notamos que subió en estos últimos meses. Eso si, tuvimos que reducir la ganancia. Primero venía siendo del 33% pero vimos que era insostenible porque el precio de la carne se disparó. Ahora estamos ganando un 20% aproximadamente, que igual rinde, pero seguramente vamos a seguir bajando porque con lo que está pasando ahora no creo que se pueda mantener. Cuando abrimos, una hamburguesa estaba alrededor de $3.000. Ahora están entre $5.500 y $6.800. No podemos cobrar muy caro porque no se va a consumir y queremos que los clientes puedan seguir viniendo y comiendo lo que quieran.”.

El popurrí de historias nos habla de gastos y costos que se ajustan para que el consumo de carne no se convierta solo en un lujo esporádico. La base de la dieta de los y las habitantes de nuestro país se encarece mientras los ingresos se congelan. Cada vez parece más costoso, en una tierra productora, acceder a la carne. Una espiral de incertidumbre, nuevos aumentos previstos y pocos asados que compartir acecha en el corazón de la mesa argentina.

 

 

Un oscuro panorama para los usuarios de Edesur

Un oscuro panorama para los usuarios de Edesur

Otra vez llovió sobre Buenos Aires y otra vez se cortó la luz. A las periódicas interrupciones de suministro y a la desidia de la empresa, hoy se agrega la ausencia total del ente regulador y, en breve, una suba de tarifas que hundirá a más familias en la pobreza.

Otro temporal con fuertes lluvias y viento y otras vez miles de hogares sin luz. Familias, comercios y fábricas de la zona sur del AMBA padecen desde hace años el pésimo servicio de Edesur. A los reiterados apagones masivos y focalizados producto de la falta de inversión, se suma el descontrolado crecimiento inmobiliario, sin el debido desarrollo de la infraestructura eléctrica, que empeora la situación.

En la ciudad de Buenos Aires, en barrios como Caballito, Boedo y Almagro, a la par que se multiplican las torres, también lo hacen los cortes de luz, que afectan negativamente a la calidad de vida de sus residentes. “Casa que se tira abajo y que vivían cuatro o cinco personas, casa que se construye un edificio de diez pisos. De cuatro personas que vivían antes, hoy son cuarenta –afirma Martín Hernán Gorreta, comunero del Frente de Todos en Comuna 5, que abarca Almagro y Boedo–. Y todo esto sin ampliación de la red cloacal, ni de Edesur, ni de gas”.

“El crecimiento desmedido y la falta de planificación urbana pone en peligro la vida de los ciudadanos”, agrega Gorreta, y pone de ejemplo el reciente derrumbe en Caballito, donde dos personas perdieron la vida. El jefe de Gobierno Jorge Macri “debe hacerse cargo de la situación”, enfatiza.

Respecto al tema de la luz, Gorreta subraya la falta de diálogo con el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), así como la ausencia de mesas de trabajo para abordar los constantes cortes de suministro que afectan a las comunas. «Antes teníamos líneas directas de comunicación con el ENRE y con AySA”, señala.

En la parte sur de Boedo, los vecinos se enfrentan, además, a otra problemática en auge: el aumento de los robos de fusibles, que dejan zonas enteras sin luz durante días. «El mes pasado hubo cinco robos de fusibles. Edesur tarda entre tres días y una semana en reponerlos», cuenta Yamila Iphais Fuxman, integrante de la Junta Comunal 5 por Unión por la Patria.

Aparte de ser privada frecuentemente de un servicio básico, la gente sufre complicaciones adicionales. “Sin electricidad, no pueden preservar sus alimentos, y no sólo eso, no pueden contar con servicios esenciales, como poder cargar un respirador”, remarca Fuxman, quien hace hincapié en que los cortes afectan más a las familias que cuidan de personas mayores o niños con necesidades especiales que dependen de equipos eléctricos.

«No puede ser que empresas que llevan más de treinta años en la ciudad no hayan podido resolver estos problemas, pero siempre tengan prioridad a la hora de recibir aumentos», se queja Fuxman. Y empresas como Edesur, aclara, no operan con pérdidas, al contrario, tienen ganancias, y son entidades cuyas acciones cotizan en bolsa y pueden ser vendidas.

Mientras tanto, Edesur, que tiene su concesión hasta el año 2087, sigue reportando dividendos. Propiedad del holding italiano Enel –del que también es accionista BlackRock, uno de los fondos acreedores de la deuda argentina–, la empresa informó en su último balance que durante 2023 obtuvo una ganancia de 79.732 millones de pesos

Para Fuxman, la ganancia obtenida tendría que estar relacionada con una prestación adecuada: «Las empresas deberían empezar por brindar un buen servicio y luego reevaluar el tema de las tarifas. Pero está invertido el orden, el criterio que tienen para poner los precios».

En función de este criterio invertido, el Gobierno anunció hace unas semanas un nuevo esquema tarifario, por el cual los usuarios de electricidad deberán pagar hasta un 300% más. La exponencial suba está compuesta en buena medida por la eliminación del subsidio estatal a la tarifa para casi todos los sectores. Por ejemplo, para quienes hayan comprado dólares en los últimos meses, o hayan viajado al exterior a un país no limítrofe, o para quienes tienen una prepaga.

“Hay un gran problema cuando se realizan segmentaciones muy abstractas –plantea Jonatan Emanuel Baldiviezo, abogado y fundador del Observatorio del Derecho a la Ciudad–. Un ejemplo de ello es la consideración de que quienes poseen servicios de prepaga no merecen subsidios”. La realidad siempre es más compleja.

“Miles de personas mayores –prosigue–, que han pagado sus servicios de prepaga durante décadas, no son necesariamente pudientes. De hecho, muchas mantienen estos servicios con el respaldo de sus hijos, valorando la salud como un recurso fundamental y realizando sacrificios financieros para asegurar su continuidad”.

Según Baldiviezo, “el incremento de los servicios para aquellos usuarios considerados con capacidad económica, va a suponer un esfuerzo financiero adicional”. Teniendo en cuenta la presión inflacionaria que ya existe sobre las familias –aumentos en alimentos, transporte, alquileres, colegios, prepagas– el tarifazo a luz vendrá a dificultar todavía más la vida la población.

“Este contexto económico está contribuyendo al incremento de la pobreza. La eliminación de subsidios de manera indiscriminada sólo agrava esta situación, dejando a un mayor número de familias por debajo de la línea de pobreza”, sostiene Baldiviezo.

Mientras tanto, Edesur, que tiene su concesión hasta el año 2087, sigue reportando dividendos. Propiedad del holding italiano Enel –del que también es accionista BlackRock, uno de los fondos acreedores de la deuda argentina–, la empresa informó en su último balance que durante 2023 obtuvo una ganancia de 79.732 millones de pesos

Sobrevivir al ajuste

Sobrevivir al ajuste

Compras al por mayor, endeudamiento financiero y solidaridad barrial son algunas herramientas de las clases populares para enfrentar la realidad que impone el gobierno de Milei.

Durante las cada vez más habituales crisis económicas que afectan a la Argentina, la población ha desarrollado recursos de supervivencia que se capitalizan como parte de la memoria colectiva. Sin embargo, luego de la estampida de precios ocasionada tras la última devaluación y el freno a la distribución de alimentos a comedores populares, el escenario se modificó a una velocidad que hace difícil la adaptación. Según el informe de enero del Observatorio Social de la Universidad Católica, 27 millones de personas de argentinos son pobres, el 57% de la población y un 8% más que el mes anterior. Frente a esta realidad, los sectores medios y populares necesitan actualizar sus estrategias de supervivencia.

En la actualidad, quienes pueden, se abastecen con compras mayoristas para resguardarse de aumentos futures y obtener mejores precios. Según diferentes analistas económicos, estos comportamientos traen consigo un contrapeso abrumador para la clase media y baja de la Argentina: la deuda.

En un artículo publicado recientemente en El Dipló, la politóloga e investigadora, Verónica Gago, explica cómo el “ejercicio permanente de endeudamiento y compra en cuotas se dedica a alimentos, gestionado a través de una panoplia de tarjetas de crédito, préstamos de billeteras virtuales y lugares de crédito barrial”. En su análisis de la situación social actual, Gago afirma que “la ecuación escasez-saqueo logró evitarse gracias a dos factores: las redes financieras y las redes de la economía popular organizada”.

“Yo puedo solo”

 Sin limitarse al efecto material de la crisis, Verónica Gago describe la manera en la que la deuda transforma discursivamente a los trabajadores empobrecidos en consumidores libres. Las interpelaciones individualizantes activan una «nueva racionalidad y afectividad colectiva», una de las claves para reflexionar sobre lo que la investigadora denomina «neoliberalismo desde abajo». Gago resalta la manera en que este sistema se arraiga en las subjetividades que, para avanzar, se ven forzadas a enfrentar condiciones críticas de desposesión de capital e infraestructura pública.

Esta propuesta de una salida individualizada tiene como faro al oficialismo actual, quien mejor representa a este tipo de discursividades. Actualmente, dado a la búsqueda por “transparentar la política alimentaria”, el Ministerio de Capital Humano mantiene en cero los fondos atribuidos a una parte importante de comedores y espacios comunitarios. Esta medida impacta drásticamente a un estimado de 1,2 millones de familias que viven en barrios populares.

Tras preguntarle por la situación actual, Sofía Servián, coautora del libro Cómo hacen los pobres para sobrevivir, explica cómo “la ayuda comunitaria, redes de contención o reciprocidad es lo único que explicaba en ese momento [durante el gobierno de Alberto Fernández], y más aún ahora, cómo hacía la gente para sobrevivir”. En cuanto al “sálvese quien pueda”, Servián aclara que en los barrios populares “no se pueden dar el lujo de no necesitar de nadie” y que “se ha acrecentado aún más la ayuda mutua o cooperación como, por ejemplo, ir a comer a la casa de los familiares”. 

La investigadora detalla la importancia de estos vínculos: “La red de parientes, desde lo más lejanos hasta los más cercanos, es la que sostiene en momentos difíciles. Aquellos que están en una ‘mejor’ situación económica ofrecen a los otros changas, alimentos, se prestan plata”.

Al comparar el contexto en el que fue escrito el libro (2019) y la actualidad, la investigadora destaca que en ese momento “era una preocupación no poder comer milanesas o carne más seguido, pero ahora directamente se está jugando la posibilidad de comer o no comer”.

“En la Argentina es un privilegio comer”

Según cifras del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) se registró un aumento del 69,72% en el Índice Barrial de Precios (IBP) durante los primeros meses de la gestión de Javier Milei. Esto, traducido a los gastos de una familia tipo de cuatro personas, implica un aumento de un 66,57% en la canasta básica total y, por consiguiente, una caída rotunda de las expectativas de consumo de las clases populares.

En una charla abierta del medio Tiempo Argentino, el Padre “Toto”, de la parroquia de Caacupé del barrio de Barracas, y Dina Sánchez, secretaria adjunta de la UTEP, describieron cómo se vive en carne propia la crisis en los barrios populares.

Ambos califican a la situación como “angustiante” e “indignante” y señalaron con preocupación la falta de interés por parte de la dirigencia política actual ante «comedores desbordados”. “No tuvimos respuestas. Cerramos un 2023 sin alimentos, sin diálogo”, señaló Sánchez. “La ministra [Sandra Pettovello] no nos quiso recibir, nunca vimos a una dirigente burlarse así de la gente”, contaba la dirigente. Según Sánchez, la ministra de Capital Humano, “que de humano no tiene nada” en palabras de la entrevistada, interpeló burlonamente a quienes solicitaban alimentos con frases cómo “¿Quién tiene hambre?”, para posteriormente cerrarles las puertas. “Volvimos a una Argentina donde se discute el alimento”, concluyó.

El Padre “Toto” hizo hincapié en la situación de las mujeres en los barrios populares. “La pobreza tiene cara de mujer”, afirmó. En su intervención hizo referencia a la problemática de quienes, al tener que incrementar sus horas de trabajo, debían dejar solos a sus hijos. “Es una libertad asquerosa, es individualismo”, afirmó indignado el párroco. “Algunos pueden elegir si viajar o no, nosotros tenemos que elegir si no almorzar o no cenar”, concluyeron los entrevistados.

Los colaboradores de comedores comunitarios en el barrio Padre Mugica cuentan que “desde la llegada del nuevo gobierno aumentó la cantidad de vecinos que viene a los comedores. Muchos de ellos son jóvenes de 20/30, varones que vienen a poder comer algo, sumados a las familias numerosas que siempre hubo, al igual que madres solteras”. Este último grupo de personas, según las fuentes consultadas, “al final son las que más sufren, porque hay madres solteras que al no tener ayuda de un padre ausente no pueden darle una buena alimentación a sus hijos”. Debido a que son el único sostén económico de su grupo familiar “necesitan alimentar a su familia porque no llegan con los gastos como para gastar en carne o pollo”, afirman.

La bendición de comer

Por su parte, vecinos de la Villa 21-24 destacan la presencia de la Iglesia como factor decisivo a la hora de afrontar la crisis: “En estos mismos momentos hay un comedor de emergencia y tiene mucha demanda. Hay muchas familias en condiciones limitadas a las que les sirve mucho”, cuentan. Según algunos comentarios del barrio, la iglesia siempre ayuda a quien lo necesita, forjando una relación recíproca con la gente. “La Iglesia suele recibir ayuda, pero muchas veces no alcanza, cuando eso pasa les pide a los que puedan colaborar un paquete de fideos o lo que sea… así se sustenta día a día” relatan.

Desde las altas cúpulas eclesiásticas se ha advertido sobre la falta de apoyo a las instituciones religiosas para afrontar la crisis. Recientemente el presidente del Episcopado, Monseñor Ojea, ha hecho declaraciones sobre el deterioro en las condiciones de vida de los más pobres y de la clase media. El representante de la Conferencia Episcopal se pronunció en contra de las medidas que descontinúan la asistencia del gobierno a centros de ayuda comunitaria: “Para hacer llegar el pan a los barrios es necesario no discontinuar a los grupos ya existentes que están trabajando. Todo lo que atente a que los bienes primarios, como son los alimentos, no lleguen a nuestra gente, no es bueno”.

En este escenario marcado por la incertidumbre económica y social, la supervivencia ante el ajuste se vuelve cada vez más precaria para las clases trabajadoras. La falta de apoyo estatal a redes comunitarias agrava la crisis en los sectores más vulnerables. En este contexto, a pesar de todo, la solidaridad y la resistencia colectiva emergen como elementos fundamentales para enfrentar los desafíos venideros, aunque queda la duda de hasta cuándo se puede sostener la situación bajo estos términos.

Ni pan duro

Ni pan duro

En l os últimos doce meses el pan aumentó un 251 por ciento. Los panaderos se quejan de que no pueden evitar los incrementos y cuentan que la clientela ya no compra como antes.

El consumo de pan se ha convertido en una tradición en la mesa de los argentinos. La profesión de panadero se vio fortalecida con las inmigraciones europeas que se asentaron en el país y brindaron sus recetas. Mignones, figazas, milongas, tortugas, rosetas, baguettes y focaccias son algunas de las variedades que se consiguen en casi cualquier panadería tradicional, sin mencionar la inmensa variedad que conlleva la pastelería nacional. ¿Pero qué sucede con la venta de pan en este contexto de inflación descontrolada y licuación de los salarios? El INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos), publicó un informe que indica que en los últimos 12 meses el precio del pan aumentó un 251,2%.

Carlos Vázquez tiene 40 años, es el dueño de la panadería Lyon ubicada en Chile y Entre Ríos, en el barrio porteño de Congreso: “Hoy a nosotros nos aumenta todo lo que es materia prima, eso nos incide mucho en los precios. La manteca, la margarina, la harina, los huevos; todo incrementa, por eso tenemos que subir todo el tiempo los precios. El momento en el que más se sintió fue no bien asumió Milei, esa semana todo aumentó casi el doble, aumentamos los precios de golpe y no se vendía nada”. Además dice: “Nosotros vendemos comida también, nos aumentaron los elementos que utilizamos para cocinar y hoy la gente lleva menos, antes venían por un sandwich de milanesa o la tarta y hoy esa misma gente viene con el tupper para comprar solamente el pan, se llevan solo lo justo y necesario. Antes era común que se lleven un kilo de pan y hoy se llevan cuatro o cinco pancitos nada más”.

Las ventas en las panaderías han disminuido en el último tiempo. Esta es una de las consecuencias que trae consigo la pérdida del poder adquisitivo por la inflación que asfixia a los trabajadores

Nélida Guzmán, de 56 años, es cajera en la panadería llamada La Familia del barrio de Pompeya, a pocos metros del puente Ezequiel Demonty ( exPuente Alsina). En diálogo con ANCCOM asegura: “Yo creo que hay clientes que hoy deciden amasar algunas cosas y hacerlas por su cuenta, como las prepizzas por ejemplo. Ya no tengo recuerdos de cuál era el precio del pan hace unos meses y me cuesta aprenderme los valores nuevos porque todo el tiempo tenemos que remarcar de nuevo.”

La trabajadora agrega: “Las masas finas y las tortas hoy son un lujo que se da la gente, sobre todo los sábados y domingos que son los días donde más productos se venden por fuera de lo que es pan. Las docenas de facturas salen esos días, durante la semana llevan en menor cantidad, solo lo justo y necesario”.

En la panadería Caris, ubicada en Microcentro, Carabelas y Presidente Perón, un empleado, que llamaremos Enzo para preservar su identidad real, comenta: “Esto de la inflación viene hace rato. La diferencia con otros años es que ahora el porcentaje subió muchísimo en poco tiempo, llegamos a aumentar un 30% en un solo mes. Ya de por sí esta zona viene en decadencia hace mucho tiempo. Este era un lugar donde antes había muchas oficinas y hoy quedaron pocas; la cantidad de masitas finas o facturas que antes se llevaban para un evento o reunión cayó muchísimo, además de la comida que vendemos en el sector de confitería”. Enzo finaliza con la siguiente reflexión: “Las cargas sociales y de impuestos que afrontan los locales de panaderías son muy altas, tener a los empleados en regla y como corresponde cada vez es más difícil con una situación así. Y los ingredientes para los panificados aumentan un montón y los gastos por fuera de eso también, todo lo contrario de lo que pasa con las ventas