Organizaciones sociales proponen una reforma tributaria progresiva
El Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad presentó un proyecto para una reforma fiscal justa, donde quienes más tributen sean los que más ganan, un camino inverso al que lleva adelante el gobierno.
El gobierno resignó el equivalente al 3,45 por ciento de recursos del PBI en pos del equilibrio fiscal en 2024. Estas partidas del Estado provienen de los presupuestos de varias carteras ministeriales como Economía, Seguridad, Salud, Defensa, Justicia, Interior, Infraestructura y los poderes Judicial y Legislativo. Se suma la caída presupuestaria en ítems claves como agua potable y saneamiento (75%), el acompañamiento a mujeres y colectivos LGBTIQ+ (85%), vivienda y urbanismo (82%), educación y cultura (44%) y seguridad social (15%).
El Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad (ELFE) es una red que busca aportar análisis que impulsen políticas fiscales que pongan en el centro la justicia social, en la que paguen más los que tienen más. Esta organización en la que convergen la Friedrich Ebert Stiftung (FES Argentina) y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), presentó el documento “Hay otro camino. Proyecto para una reforma fiscal justa” donde trazan una ruta sobre el gasto, los impuestos, la evasión y la deuda pública.
Para atrás o para adelante
En el texto del informe se destaca que nuestro país siempre “ha recaudado impuestos en forma regresiva” exigiendo un mayor esfuerzo a los que menos tienen e invita a “repolitizar y democratizar la discusión fiscal”. En este sentido, las políticas que deberían marcar el paso del camino a seguir son: el impulso del gasto público equitativo y transparente, el alivio de la carga fiscal sobre los que menos tienen, el freno a la evasión fiscal y reducir el peso de la deuda pública.
Para llevar adelante estas políticas proponen, entre otras cosas, reconstruir la prevención y atención a la violencia de género, garantizar un sistema previsional inclusivo y sostenible, recuperar la inversión pública estableciendo un piso mínimo, gravar a los que más tienen, fortalecer la fiscalización y cooperación internacional de criptoactivos, transparentar y democratizar el acceso a la información sobre la titularidad de los grandes patrimonios, impulsar alivios de deuda con evaluaciones y criterios de sostenibilidad que tenga en cuenta los indicadores sociales y fortalecer la coordinación internacional para exigir reglas más justas, entre otros.
La presentación del documento fue coordinada por el periodistas Julián Marini, se realizó en el bar cultural Paz Arriba y estuvieron presentes Pablo Semán, investigador del CONICET; Silvia Naishtat, periodista económica de Clarín; Corina Rodríguez Enríquez, investigadora del CONICET-CIEPP – DAWN; y Claudia “La Negra” Albornoz, referente de La Poderosa.
“Casi el 11 por ciento de la recaudación de los impuestos corporativos se pierden por el traslado de beneficios a guaridas fiscales», señaló Rodríguez Enríquez.
La encargada de abrir el evento fue Uta Dirksen, la representante de la Fundación Friedrich Ebert quien manifestó “preocupación por el momento que estamos viviendo”. “Vemos ataques a las democracias en muchas partes del mundo, un fuerte ascenso de la derecha, con un discurso violento, antiderechos y eso tiene mucho que ver con lo económico”, agregó Dirksen.
A su turno, Rodríguez Enríquez destacó los puntos fuertes de la propuesta y remarcó que “la hegemonía actual es de una narrativa anti-Estado, pro ajuste, pro pago de la deuda, que desprecia los derechos humanos, que entiende que la desigualdad es un resultado razonable de los méritos individuales. Nosotros nos proponemos desafiar esa narrativa y que se pueda convertir en acción política y social”. En el plano fiscal detalló que “casi el 11 por ciento de la recaudación de los impuestos corporativos se pierden por el traslado de beneficios a guaridas fiscales, por eso hacemos una serie de propuestas que tienen que ver con transparentar el acceso a la información para poder dar cuenta de estos abusos”.
Rodríguez Enríquez también señaló que “la deuda implica una distribución regresiva de los ingresos, es insostenible no sólo económica sino socialmente, sostiene un modelo de financiarización, de extractivismo y un modelo de dependencia contrario a un modelo de desarrollo que creemos que sería justo. La deuda afecta la vida cotidiana, no es algo que está afuera, impide a vastos sectores de la población acceder a la salud, a la educación, a las garantías más básicas de sus derechos”. Al respecto, Naishtat agregó que “el principal recaudador de la Argentina es el Fondo Monetario Internacional que ya se llevó en lo que va del año 100 mil millones de dólares por el pago de intereses”.
Desde el barrio
Claudia Albornoz, referente de barrial del interior del país expuso la situación de las familias “En el barrio ya no se toma leche –subrayó-, hace rato que se toma mate cocido”. La dirigente social además dijo que “en las profundidades están los barrios populares, somos explotados. La soberanía, para ellos, es sinónimo de guita, no de patria”, cerró Albornoz.
Semán describió el momento actual: “No hay confianza en el agente político inmediato, la gente piensa que todos los políticos son narcotraficantes, no sólo Espert”, remarcó el sociólogo.
La presentación de esta propuesta en la Argentina de hoy es tan necesaria como disruptiva. Mientras que el marco internacional va hacia la reducción de la jornada laboral, la implementación de un programa impositivo más progresivo, la regulación y el gravamen a las nuevas actividades económicas que tienen que ver con las plataformas de venta y con las cripto, el presidente Javier Milei promueve aún más ajuste, desregulación económica y una reforma laboral regresiva en materia de derechos laborales.








