“Los que dicen que simplemente se ahogó, deben escuchar un no rotundo como respuesta”

“Los que dicen que simplemente se ahogó, deben escuchar un no rotundo como respuesta”

La avant premiere de El camino de Santiago, el documental dirigido por Tristán Bauer sobre el caso de Santiago Maldonado, se realizó en la sala de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), en el barrio porteño de Villa Crespo, y allí estuvo el cineasta junto a su equipo, integrado entre otros por el periodista Juan Alonso.

La película teje un hilo narrativo que va desde el avasallamiento del territorio y la cultura mapuche hasta la desaparición de Santiago Maldonado. No se trata de una historia individual sino de una lucha colectiva. ¿Por qué el Estado se encargó de ocultar tanto lo que sucedió con Santiago? Con el eco de “A desalambrar” de fondo y abundante archivo, el relato responde al interrogante.

Omar Quiroga, responsable del guión junto a Florencia Kirchner, dialogó con ANCCOM sobre su trabajo alrededor del caso Maldonado, inicialmente una serie de micros para el programa de Gustavo Sylvestre en C5N y para el sitio web de Página/12. “Luego de ver el material que estábamos obteniendo, pudimos observar la posibilidad de un proyecto mucho más grande para acercarle información a la población. Esto debe interpelar a todo el pueblo argentino”, afirma.

Tristan Bauer, director del film.

Según Quiroga, quien refleja en sus palabras las imágenes que fue construyendo a partir de testimonios de familiares, amigos y conocidos, Santiago fue una persona fiel y comprometida con las causas injustas: “Por más que quieran justificar o por más violenta que quieran dibujar una protesta, nadie debe ser asesinado”. Y agrega: “Uno busca explicación y por eso investiga. Utilizaron las fuerzas del Estado y ahora intentan enterrar lo que pasó”.

El cineasta Tristán Bauer explica que frente a la noticia de la desaparición de Santiago decidieron no ser espectadores de los acontecimientos sino ponerle imágenes a la historia para contar lo que ocurrió. “Los que dicen que Maldonado simplemente se ahogó, deben escuchar un no rotundo como respuesta. El objetivo es despertar conciencias y seguir el camino de lucha”, sostiene.

“Los drones en la Patagonia iban volando al calor de los sucesos, mientras se iban desarrollando, por lo que, junto con Juan Alonso, logramos avanzar y construir esta historia”, cuenta Bauer, cuyo equipo fue investigado, filmando y editando a medida que iban sucediendo los hechos.

El camino de Santiago aborda distintos puntos de la trama que involucran de manera directa a funcionarios del actual Gobierno, hijos de las familias latifundistas de la Argentina: Marcos Peña Braun, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear, y más.

Omar Quiroga, el encargado de la investigación periodistica.

El documental también retrata las masivas manifestaciones por Santiago Maldonado. “Debemos estar orgullosos del poder de movilización popular que tenemos. Ellos creen que pueden contenerla pero estoy seguro que no es así”, asegura Bauer, a quien no lo sorprenden el reciente decreto que involucra a las Fuerzas Armadas en la seguridad interior ni el acuerdo con el FMI. “Lo único que espero es que no vuelvan a realizar una vez más las atrocidades que se han cometido en la Argentina y en América Latina”, dice.

Las voces del círculo íntimo y de la comunidad mapuche Pu Lof dan relieve a la experiencia vivida por Santiago. Soraya Maicoño, integrante de la comunidad, evoca la historia del shopping Patio Bullrich, otrora una casa de remates donde se ofrecían, junto a las vacas y los caballos, esclavos mapuches para las familias patricias.

Productor y fotógrafo, Manuel Fernández, subraya la importancia de los nuevos dispositivos tecnológicos, como el drone, que les permitieron realizar un registro nítido de la Patagonia, y afirma que el documental también “tiene como objetivo responder una pregunta histórica: ¿Por qué la Patagonia es el lugar más codiciado por las empresas y los extranjeros?”. “La estancia Benetton equivale 43 veces a la Ciudad de Buenos Aires”, precisa.

Con casi un año de ardua y cuidadosa labor a cuestas, Fernández reflexiona sobre las repercusiones del documental, ninguneado por los grandes medios. “Están intentando sacarle prestigio pero en verdad tiene un trabajo sólido que lo respalda tanto a nivel de investigación periodística como desde el eje artístico”.

En la Argentina de los 30 mil desaparecidos, el caso de Santiago Maldonado es una pieza dentro de un gran rompecabezas histórico de años de sangre y atropellos y de un poder oligárquico que hoy tiene a sus miembros más conspicuos sentados en los sillones de los ministerios.

El camino de Santiago se estrenará oficialmente el 1º de agosto y se podrá ver todos los martes y miércoles de agosto en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) y los viernes de ese mismo mes en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET).

El camino de Santiago se estrenará oficialmente el 1º de agosto.

La Avant Premiere de «El Camino de Santiago». se realizó en la sala de Directores Argentinos Cinematograficos (DAC).

Gritos de gol y de dolor a pocas cuadras distancia

Gritos de gol y de dolor a pocas cuadras distancia

Es el último sábado de junio y “La visita de las cinco” en el Museo Sitio de Memoria ESMA comienza a poblarse con gente de todas las edades. La humedad acentúa el frío. Cuatro personas guían el recorrido: los ex detenidos desaparecidos Ricardo Coquet y Alfredo Ayala, la pareja de otro, Cristina Muro, y el periodista deportivo Tití Fernández. Cada uno guarda memorias distintas del Mundial 78.

A pocas cuadras de la ESMA, la cancha de River fue escenario de varios partidos de la Copa del Mundo. Según la dirección del viento, los detenidos engrillados y esposados podían escuchar los gritos de gol. Cristina Muro, integrante de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Politicas, viaja en el tiempo a febrero de 1977, un año antes de que comenzara el Mundial.

“Un grupo de tareas de la ESMA ingresó a mi casa. Yo estaba sola con mi bebé de cinco días y mi otro hijo de dos años y medio. Mientras unos allanaban mi casa, otros me pegaban patadas en el suelo que provocaron que los puntos del parto se me abrieran. Así me enteré que mi marido estaba detenido. Ese día me vino a buscar mi mamá y nos fuimos a su casa de La Boca. Coloqué todos los muebles en la puerta por miedo a que me hayan perseguido. Yo estaba destrozada física y mentalmente”, relata.

Un guía explicando y personas escuchando en la muestra.

A 40 años del Mundial 78 sobrevivientes de la ESMA cuentan sus vivencias del horror en la exposición “El Mundial en la ESMA”.

Aquel domingo 27 de febrero de 1977 a la noche, Cristina se despertó con sirenas que rodeaban la manzana. “Entré en pánico y lo único que llegué a decirle a mi mamá cuando me asomé por el balcón, ya que era la única opción que me quedaba, es que si eran ellos, que por favor cuidara a los nenes. No iba a permitir que me lleven”. Pero en el momento en que se asomó vio una multitud que se dirigía hacia La Bombonera, donde la Selección Argentina iba a jugar un amistoso con Hungría.

“A seis meses de ese día, mi mamá me dijo unas sabias palabras: ‘Si hoy no le festejás el cumpleaños a tu hijo de tres, le vas a cagar la vida para siempre’. Y ahí entendí que una cosa no tenía que ver con la otra. Ya bastante los genocidas nos estaban cagando la vida para que encima yo le agregara más pesar sobre el tema”, expresa y añade: “Mi hijo más grande vivió el Mundial juntando las chapitas de Coca Cola que había que levantarles el plastiquito y ahí traían los países para coleccionar. Pero también se crió sabiendo la verdad”.

Cristina nunca dejó de buscar a su marido, Carlos Alberto Chiappolini, hasta hoy desaparecido. La información que pudo obtener fue por sobrevivientes de la ESMA que declararon que falleció por las torturas en los interrogatorios. No hay rastros de él, por lo que se sospecha que sus restos fueron cremados en el campo de deportes que da al río.

Primer plano de mujer hablando con micrófono.

Cristina nunca dejó de buscar a su marido, Carlos Alberto Chiappolini, hasta hoy desaparecido.

Ricardo Coquet, militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), estuvo secuestrado en la ESMA desde el  10 de marzo de 1977 hasta diciembre del año siguiente. Junto a otros compañeros, realizó trabajó esclavo durante su cautiverio y, además del horror vivido, lo pagó con varios dedos de una mano. Mientras transcurría el Mundial, en el sótano de la ESMA se había montado una imprenta, una sala de documentación, diagramación, comedor, una sala de enfermería, tres salas de tortura, todas comunicadas por un corredor que era llamado cínicamente “el pasillo de la felicidad”. Allí trabajó Ricardo

“El día que Argentina le ganó a Perú por 6 a 0, yo estaba con un compañero, Miguel Ángel Lauletta. Había un televisor muy chico y los dos éramos ultrafutboleros. Vimos el partido y por unos segundos pudimos abstraernos del terror que se vivía en este lugar”, cuenta Coquet mientras observa el sótano. En un momento del match, uno de los guardias cerró la puerta, algo recurrente cuando llegaba algún detenido y comenzaban las torturas. “Cuando salimos del comedor donde estaba el televisor, encontramos a un compañero, del otro lado, muerto en el suelo. Se lo veía cianótico, seguro que se había tomado la pastilla para que no lo agarren vivo. Al verlo, caímos otra vez en el lugar donde estábamos”, rememora.

Alfredo Ayala, militante y referente villero de Montoneros, estuvo secuestrado desde septiembre de 1977 hasta 1980. También fue obligado a realizar trabajo esclavo y todavía hoy recuerda las constantes amenazas de muerte: “Te amenazaban si te veían desganado o si no trabajabas mucho, te daban una dosis de pentotal y te mandaban a los vuelos”. Ayala recuerda que imprimían las calcomanías que decían “Los argentinos somos derechos y humanos” y que se repartían en la vía pública como campaña para contrarrestar a los medios extranjeros que informaban la verdad al exterior.

“Mi participación respecto al Mundial arrancó en enero del 78 cuando me sacan de ‘capucha’, el lugar donde estaba el grueso de los detenidos, y me mandan al sótano. Esto funcionaba como una suerte de ‘sala de prensa’. Acá se confeccionaban hasta los discursos que debían reproducir los medios de comunicación”, evoca.

Primer plano de dos personas escuchando atentos la exposición

A lo largo del recorrido se incluyen testimonios recogidos en la megacausa ESMA.

En el sótano funcionaba además un estudio fotográfico, una sala química de revelado y una isla de edición de video. “Tengo imágenes muy claras en mi memoria sobre la circulación de ciertas personalidades mediáticas y periodistas que eran de los grandes medios de entonces. El Poder Judicial todavía nos debe el juicio a los civiles. Los que están en el Gobierno ahora son los hijos y los nietos de los milicos de esa época. La lucha por la verdad de los cinco mil compañeros que pasaron por acá continúa”, afirma.

A lo largo del recorrido, se incluyen testimonios recogidos en la megacausa ESMA: “Me llamó la atención cuando los militares colocaron un televisor para que los compañeros vean los partidos –dice uno–. No sé si era para hacerlos sentirlos bien o peor aún. Pero la realidad es que mientras escuchábamos los gritos de los goles, también escuchábamos los gritos de los torturados”. En otra de las declaraciones, una sobreviviente recuerda que al ganar el Mundial muchos de ellos fueron subidos a varios autos para ver el festejo en las calles, la gente llorando emocionada, las banderas, y gritando por Argentina. La mujer pidió sacar la cabeza por la ventanilla para sentir el aire y, por un momento, se le cruzó gritar que estaba secuestrada, pero al segundo se dio cuenta que nadie iba a hacer nada.

El periodista deportivo invitado, Tití Fernández, toma el micrófono y cuenta que, con 27 años, él salió a festejar al Obelisco y lo volvió a hacer en 1979 cuando Diego Maradona y Ramón Díaz ganaron el Mundial juvenil en Japón: “Fui uno de los tantos idiotas que salimos a festejar diciendo que los argentinos éramos derechos y humanos. No nos habíamos enterado de esto y ahora me da vergüenza. Esta historia recién la empecé a vivir de grande”, confiesa y opina: “Los políticos utilizan la Copa del Mundo para ocultar la realidad, para su beneficio. Hoy la Argentina se quedó afuera del Mundial y lo único que espero es que en la tapa del lunes no vuelvan a hablar de Nisman”.

Titi Fernández junto a otras dos personas observando la muestra.

La exposición “El Mundial en la ESMA” estará abierta hasta el 31 de agosto, de martes a domingos de 10 a 17, con entrada libre y gratuita.

En el tercer piso, ‘la pecera’ fue otro espacio usado para trabajo esclavo: traducción de artículos periodísticos, análisis de bibliografía, redacción de libros. Allí, entre los cubículos, se encuentra la historia de Lisandro Raúl Cubas, militante de la Juventud Peronista (JP) que estuvo detenido entre octubre de 1976 y enero de 1979. Estudiante de Ciencias Económicas en la UBA, Raúl tuvo que oficiar de periodista y entrevistar al director técnico de la Selección, Cesar Luis Menotti. Con el carnet falsificado del Colegio Profesional de Periodistas y de la revista Confirmado, bajo amenaza de muerte, ingresó a la cita concertada y cumplió con la tarea que le encomendaron. No se animó a decirle a Menotti que era un desaparecido, pero sí salió en la foto oficial publicada a los pocos días en el diario La Nación: el objetivo era que su familia lo reconozca y supiera que estaba vivo.

La exposición “El Mundial en la ESMA” estará abierta hasta el 31 de agosto, de martes a domingos de 10 a 17, con entrada libre y gratuita.

El Gobierno apunta, la policía dispara

El Gobierno apunta, la policía dispara

Facundo Ferreira fue fusilado de un tiro en la nuca por efectivos de la policía tucumana en La Bombilla, una de las villas más pobres de la capital provincial, mientras transitaba con un amigo de 14 años en una moto. La foto de su cuerpo sin vida, tirado en el piso del barrio donde se crió, se hizo viral.

El reclamo de justicia por su muerte llegó hasta la porteña Plaza Lavalle, frente a Tribunales, que se llenó de carteles y banderas de la JP Evita, del Movimiento Popular La Dignidad, Agite Rebelión, Sur, Jóvenes de Pie, Seamos Libres, ATE, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), CTEP y otros colectivos. Las organizaciones y distintos referentes se acercaron a acompañar a los amigos y familiares del niño, que encabezaron la movilización con una gran pancarta que decía, simplemente, “Justicia por Facundo”.

La marcha de la gorra fue en Plaza Lavalle

También se sumaron un grupo de madres de chicos víctimas del gatillo fácil con las caras de sus hijos estampadas en sus remeras. Las mamás de Nehuén Rodríguez, asesinado por la Metropolitana, y de Sebastián Bordón, ultimado hace 21 años por la policía mendocina, fueron dos de las que estuvieron en la marcha para abrazar a la mamá de Facundo.

Entre la multitud, Yamila, de 27 años, integrante de “Ningún pibe menos por la droga” y militante en su barrio Manuel Alberti, del partido de Pilar, expresó su cansancio por el abuso policial que sufren cotidianamente. “Constantemente nos están deteniendo por portación de rostro. Nos agarran y nos separan porque piensan que somos delincuentes”, afirmó. “Los pibes no son los peligrosos -añadió- sino los que están en peligro. Nosotros trabajamos en la Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC) para ayudar a los compañeros a que salgan de la droga, y muchas veces son los mismos policías los que encubren las ventas de drogas en el barrio”.

Facundo tenía once años. El pedido de justicia conmueve hasta las lágrimas.

Gerardo, parado en la esquina de 9 de Julio y Corrientes, contemplaba con su guardapolvo blanco cómo avanzaba la columna tratando de leer las consignas: “Micaela presente”, “Justicia por Franco y Mauricio”, “Basta de represión”, “No a la baja de imputabilidad”. El docente trabaja en la Villa 31 y quiere cambiar la realidad pero, dijo, “con un Estado ausente la justicia se vuelve cada vez más inexistente”, y se quedó pensando sobre la cantidad de jóvenes cuyos nombres no aparecían en ningún cartel en la marcha.

Al llegar a la Casa de Tucumán, vallada y rodeada de policías, la gente comenzó a gritar al unísono “asesinos”. En tono pacífico, familiares y dirigentes sociales levantaron la voz reivindicando la lucha y el repudio al continuo abuso de las fuerzas de seguridad. Un referente del MTE-CTEP remarcó: “Ellos no saben ni un poco lo que vivimos nosotros, no se pueden imaginar. Somos todos laburantes, todos los días salimos, pisamos el barro de nuestras calles y pensamos cómo bancar la olla. ¡Tenemos que seguir pensando en políticas públicas para nuestros pibes y pibas!”.

La madre de Jon Camafreitas, otro joven víctima de gatillo fácil, bajó por un momento una pancarta por Facundo que sostenía emocionada, tomó la voz y denunció a la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y a la política represiva estatal, evocando los casos de Rafael Nahuel y Santiago Maldonado: “¡Basta de matar a nuestros hijos!”, exigió.

Facundo estaba por comenzar el secundario y su gran sueño era comprarle algún día una casa a su mamá. La “doctrina Chocobar”, incentivada por los medios masivos de estigmatización y refrendada por Mauricio Macri y sus funcionarios, acabó con su sueño y con su vida. Las balas policiales no son meros abusos: son la expresión más sangrienta de una política criminal. Ajuste y represión, hasta que el pueblo se levante.

“El feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos”

“El feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos”

Si bien en Argentina son la mitad de la población, su tasa de empleo sigue siendo más baja que la de los varones: 43,1% contra 66,3%. La Ley N° 25674, del año 2002, conocida como de “Cupo Sindical Femenino”, busca garantizar la presencia de mujeres en cargos electivos, como mínimo un 30%, y su participación en las comisiones negociadoras. Pero según un análisis reciente de organismos estatales, no hay mujeres en las comisiones directivas y solamente conducen el 18% de las secretarías, subsecretarías o prosecretarías, y de éstas el 74% serían de Igualdad, Género o Servicios Sociales de las organizaciones gremiales. El panorama es peor en la propia CGT –la única central con la que el Gobierno se sienta a discutir–, donde las mujeres representan apenas un 8%.

El último informe nacional sobre la situación de la mujer en el mundo del trabajo muestra una brecha salarial del 23,5% con los varones, que asciende a un 35% en el caso de las personas asalariadas no registradas. A esto hay que sumar el tiempo y las tareas dedicadas al hogar, no remunerados, que para las mujeres en Argentina son, en promedio, tres horas diarias más que la de los hombres. ANCCOM dialogó con Anna Jonquel, del gremio de canillitas, quien mantiene esta doble lucha tanto por sus condiciones laborales como por sus derechos de género en un rubro históricamente masculino.

Mujer amamantando a su hijo durante un manifestación.

Las asociaciones sindicales no cumplen con la Ley de Cupo Sindical Femenino que busca garantizar la presencia de mujeres en cargos electivos y su participación en las comisiones negociadoras.

Anna es universitaria, militante desde 2011 y canillita desde 2014. Hoy, junto con su cooperativa (fundada en 2001), se movilizará dentro de la Corriente Federal de los Trabajadores. “Uno de los aspectos que desarrollamos es transformar las relaciones laborales. Tenemos que trabajar de manera cooperativa ya que entendemos que es la forma de trabajo de toda actividad canillita y ámbitos de la vida”, explica.

Rememora la lucha de los canillitas luego del retorno de la democracia: “Cobramos un porcentaje de tapa. Como nos pasó a todos en el 2001, el trabajo fue flexibilizado. Nosotros pasamos del 40%, al 32% y, aunque parezca mentira, todavía aún hoy no lo pudimos recuperar”.

Anna subraya la influencia del Grupo Clarín y lo sucedido con Papel Prensa en la última dictadura cívico-militar: “Viene concentrando toda la actividad gráfica y de la comunicación y, claramente, luchar por un mayor porcentaje en estas condiciones hace que sea cada vez más complicado. Como cualquier empresa, quiere aumentar las ganancias, por lo que afectar las fuentes de trabajo es un método viable para ellos”, dice y resalta la importancia de organizarse en momentos coyunturales complejos para no sólo resistir, sino avanzar.

los brazos de una mujer tirando de una soga.

La lucha del rubro canillita por un porcentaje de tapa se dificulta por la concentración de la actividad gráfica y de la comunicación que tiene el Grupo Clarín.

Disiente con quienes ven en la tecnología la principal amenaza, sostiene que el problema central es el avasallamiento de Clarín y los puntos de venta: “Algo que no pudimos evitar fue que se vendan diarios en estaciones de servicio, farmacias y supermercados. Eso a nosotros nos mata porque perdemos clientes”. A pesar de esto, gracias a la lucha en CABA Y Gran Buenos Aires pudieron frenar la distribución de diarios por correo que quería hacer Clarín por suscripción.

El desempleo en otras áreas, según Anna, repercute en la actividad de los canillitas: “Una de las grandes dificultades que estamos teniendo ahora es que hay muchos barrios fabriles y `gracias´ al ajuste, todos los compañeros canillitas están cerrando. ¿Para qué van abrir si los trabajadores que antes pasaban por la zona a comprar el diario o la revista para el nene ya no van? El diario es uno de los consumos que se recortan”. Y denuncia que aumentar el precio del diario no es la solución, porque se pierden clientes. “Nosotros no tenemos convenio colectivo, así que no nos queda otra que salir a pelear por el porcentaje. Muchas de las distribuidoras quebraron y las compraron. La historia de AGR no está muy lejos de esto. ¿Qué es lo que sucede? Mediante los caminos de distribución, Clarín concentra y elige”.

una mujer tapandose el rostro con un pañuelo en el contexto de una movilización.

No hay un cupo de igualdad dentro del rubro de canillitas porque, al ser de herencia familiar, por lo general, son los hombres quienes toman el negocio.

Son aproximadamente 5 mil canillitas en Capital y Conurbano. Dentro de la cooperativa de Anna se organizan para hacer un recorrido semanal en donde salen hablar con sus otros compañeros. “La idea es organizar para ponerle un freno a esto. No te puedo decir ya la cantidad de compañeros que quedaron sin trabajo”, cuenta con tristeza.

En su cooperativa, solo el 8% son mujeres. “Al ser un rubro familiar que se va heredando, por lo general es el hombre el que toma el rol del negocio pero siempre con su compañera presente. Nosotros en la organización hablamos mucho, y concebimos que el feminismo es la profundización del modelo de igualdad que soñamos todos. Entendemos que no tenemos un cupo de igualdad pero en este momento nuestro eje está puesto en no dar un paso atrás. La comisión directiva puede dar decisiones orgánicas pero nosotros planteamos una centralidad dentro de la cooperativa. Todos realizamos un trabajo minucioso. La idea es construir herramientas políticas para que todos tengamos herramientas de discusión”.

mujer tapandose el rostro con una mascara y lleva colgada como una capa la bandera argentina

La movilización del 8M es fundamental para continuar deconstruyendo el machismo presente en las prácticas culturales, incluyendo la lengua.

Anna agrega que la cooperativa tiene una “pata territorial-barrial” y plantea que esos son los puntos que se deben ganar recordando las grandes huelgas del país. “Cuando vamos al barrio a bancar la olla o los abusos policiales, nos parece más que importante llevar adelante los bachilleratos populares ya que son batallas de ideas. Ahí nos damos cuenta que la presencia la tienen los hombres, porque son las compañeras mujeres las que se quedan al cuidado de los chicos, la casa y la comida. Intentamos romper justamente con eso, pero desde una manera que no vaya al choque. No podemos entrar en su casa, en su ámbito privado e imponer. La idea es compartir material y debate para la deconstrucción de todos y todas”.

Para Anna la movilización del 8M es más que fundamental para continuar deconstruyendo el machismo presente en las prácticas culturales, incluyendo la lengua. “Es lógico que reaccionemos primero con todo lo que vivimos. Nosotras vivimos doblemente la explotación como mujeres en estos contextos. Lo que vivimos para decidir parar… por favor. Y la verdad es que sin el aval de la CGT no es una batalla ganada”, resalta e insiste en que el cupo femenino no es estratégico, sino que hay que transformar los sindicatos: “Ya no podemos seguir hablando de una democracia representativa, sino una democracia participativa”, concluye.

 

La reforma, con sangre entra

La reforma, con sangre entra

Tras 17 horas de debate ininterrumpido, a las 7.08 de la mañana, la Cámara de Diputados aprobó por 127 a 117 la reforma previsional que, entre otras cosas, cambiará la manera de calcular el haber jubilatorio, la Asignación Universal por Hijo y las pensiones de discapacitados y ex combatientes de Malvinas. De esta manera, el Gobierno pone en marcha un recorte en la seguridad social que, según quién lo calcule, va de 70.000 a 100.000 millones de pesos. La nueva ley se aprobó tras masivas movilizaciones de repudio que se prolongaron hasta la madrugada y, sistemáticamente, terminaron con represión y detenidos.

Con un Congreso vallado desde las 21 del domingo, más de 500 mil personas se movilizaron ayer al mediodía en contra de la reforma previsional impulsada por el Cambiemos, según estimaron algunos gremialistas que ayer convocaron. El operativo estuvo a cargo de la Policía Metropolitana y no, como ocurrió el jueves pasado, de Gendarmería. La brutalidad fue la misma: gases, balas de goma, un centenar de detenciones y sesenta heridos.

“¿Qué golpe? Si tienen los medios de comunicación, el poder económico, fuerzas de seguridad y encima el Poder Judicial. ¿Pero sabés lo que pasa? No le da la cara para sacarle a los que más tienen pero sí a los jubilados”, reflexionaba un periodista de radio mientras relataba cómo la Plaza de los Dos Congresos comenzaba a llenarse de agrupaciones políticas y gremiales.

Mientras la bancada oficialista lograba quórum y daba inicio a la sesión, las columnas de la Asociación de Trabajadores del Estado, Unidos y Organizados, La Cámpora, Nuevo Encuentro, El Hormiguero, Proyecto Popular, sindicatos docentes, partidos de izquierda, el colectivo Ni Una Menos, organismos de derechos humanos, entre muchas otras, nutrían la enorme manifestación de repudio a la baja de los haberes jubilatorios propuesta por Cambiemos. Los manifestantes ocupaban toda la Plaza de los Dos Congresos y la Avenida de Mayo hasta la calle Piedras, nueve cuadras bien abigarradas.

La violencia institucional se respiraba en el aire antes de que los gases lo volvieran, en efecto, irrespirable. “Desde la Defensoría del Pueblo me pidieron que venga con la pechera como ‘mediadora de conflictos’. Hace 20 minutos me avisaron que ya la Policía le pegó a un par de compañeros”, contaba una mujer. “Si el jueves le dieron a los diputados, ¿no les van a dar a ustedes?”, preguntaba otra. “¿Qué onda? Re intimidatorio”, remataba una tercera.

Mientras, una joven miraba el helicóptero policial que sobrevolaba la zona. Segundos después, los militantes de La Cámpora empezaron a retirarse, lo que desconcertó a compañeros de otras organizaciones que estaban allí. “Compas, con tranquilidad, vayan dándose vuelta”. Cuatro referentes de otras agrupaciones pasaron corriendo con estruendos de fondo que no se sabía de donde provenían: “¡Replieguen las banderas! ¡Caña acá compañero, por favor! ¡Comencemos a desconcentrar!”.

Una lluvia de piedras cayó sobre la policía desde la primera fila de la marcha. El polvo blanco del gas lacrimógeno se esparció desde el centro de la plaza hacia los extremos y rápidamente la gente se cubrió las caras con sus pañuelos verdes por el aborto legal, rojos, cuadriculados blancos y negros, o con las remeras guardadas. “Dos años atrás era impensado todo esto. ¿Cómo puede ser que haya cambiado tanto? Ahora que te llegue un mensaje de cómo cuidarte y qué estrategias de prevención tener en una marcha es algo normal”, dijo un joven.

Ante la represión, la multitud respondió con cánticos que, al contrario de otras movilizaciones, fueron masivos y al unísono: “Unidad de los trabajadores y al que no le guste ¡se jode, se jode!”, o el tradicional. De manera organizada, las columnas comenzaron a desconcentrar, intentando protegerse del accionar, otra vez desenfrenado, de las fuerzas de seguridad.

A medida que en los manifestantes se dispersaban por las fuerzas de seguridad, el debate en el interior del Parlamento se calentaba. El diputado y ex ministro de Economía, Axel Kicillof, detalló, números en mano, que con la nueva ley los jubilados solo recibirán un tercio del aumento estipulado en comparación con la legislación actual. Y denunció la represión que se vivía afuera: “Quieren tapar con cámaras de televisión toda la gente que se moviliza, y, oh casualidad, sólo muestran a los infiltrados que nunca agarran”.

Victoria Donda, de Libres del Sur, apuntó contra la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich: “La única paz que puede existir (con ella) es la de los cementerios”, afirmó. La experimentada jefa de bloque del Frente Renovador, Graciela Camaño, subrayó que “la legitimidad no es una foto de una elección, sino que es una serie de acontecimientos que deben hacer al grupo político”. Y rechazó “a los violentos de afuera pero también a los de adentro porque no es la primera vez que ponen infiltrados”, dijo.

Uno de cruces más picantes se dio entre Agustín Rossi, jefe de bancada del Frente para la Victoria, con la diputada oficialista Elisa Carrió, quien se retiró del recinto: “Te hubieses ido cuando eras funcionaria de la dictadura en el Chaco, mientras que a nuestros compañeros los mataban en Margarita Belén”, le dijo Rossi. Y añadió: “Nunca habíamos tenido el Congreso militarizado desde el regreso de la democracia”, y responsabilizó a Patricia Bullrich por el operativo.

A una cuadra de allí, desde la calle Bartolomé Mitre, salían personas con las caras irritadas y los ojos inyectados en rojo por los gases. Una mujer se acercó y les ofreció agua, otra les  aconsejó ponerse limones en la boca. Cerquita, a unos metros, un chico tirado boca arriba hacía señas de que encontraba bien pero que necesitaba estar tranquilo un rato.

“Ailín no contestó todavía si está bien, ¿no?”, pregunta una amiga. “Están pidiendo levantar la sesión porque están tirando con balas de plomo”, alerta otro. Las versiones, en medio de la represión, se multiplican, igual que los cuidados entre compañeros.

Héctor, 68 años, jubilado, estaba sentado a la sombra de un árbol en la esquina de 9 de Julio y Bartolomé Mitre con un cartel: “Los jubilados son la patria. No los traicionen. Ellos los votaron Señores Diputados”. Mientras se secaba el rostro con un pañuelo, recordaba que hace tres años podía llegar a fin de mes: “Vine con un amigo que le sacaron más de la mitad de los medicamentos, no nos podíamos quedar en casa. Yo fui obrero náutico toda mi vida, no pido riqueza, sólo dignidad”. Y con impotencia reflexionaba sobre los medios y periodistas que a esa altura, casi en cadena, mostraban únicamente el show de las piedras y las balas: “Nos mienten, ¿pero sabés una cosa? Lo que no pueden es borrarte la memoria. Yo en el 2001 vi a mis hermanos cartonear. No puedo explicar lo que fue eso”.

Por Avenida de Mayo, tomados de la mano, Daniel y Verónica se manifestaban como lo habían hecho el jueves anterior. Ambos de 62 años, él profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, explicaba: “El problema es la situación que esconde todo esto, la desinversión en materia de seguridad social”. Luego se levantó la remera y mostró los dos balazos de goma que le acababan de dar una hora atrás sólo por defender sus derechos.

Después de siete horas de represión, ya no había manifestantes en la zona del Congreso. Sin embargo, cerca de las 21.00 comenzaron a tronar las cacerolas en diferentes barrios porteños, bonaerenses y en algunas ciudades del interior, como Rosario y Santa Fe. Miles de personas, después, marcharon con ollas y cucharones a realizar una vigilia frente a las vallas que cercaban el Congreso. Como exactamente hace exactamente 16 años volvieron a sonar, espontáneamente, en repudio a la sordera y la insensibilidad del poder. El mensaje del pueblo es claro: “Si se meten con los viejos / qué quilombo se va armar”. Cerca de las 4 de la madrugada, otra vez los gases policiales lograron la dispersión. Tres horas más, los diputados aprobaron la nueva ley que cumple con  las tres exigencias del Fondo Monetario Internacional: cambio a la baja en la fórmula de sustitución, cambio en forma de actualización y prolongación de la edad jubilatoria.

Actualizado 19/12/2017