La precaria situación de los residentes de los hospitales públicos porteños

La precaria situación de los residentes de los hospitales públicos porteños

Ser residente médico en los hospitales públicos de CABA implica sueldos bajos, jornadas agotadoras y una enorme responsabilidad dentro del sistema de salud pública. Guardias interminables, situaciones de violencia, dificultades hasta para pagar el alquiler y reclamos al gobierno de la motosierra.

Jornadas laborales de más de 12 horas. Exposición a situaciones de violencia y acoso. Sueldos de 3.500 pesos la hora. Guardias de 24 horas sin dormir y sin remuneración. Si jugáramos a los acertijos, el trabajo al que se alude parecería alguno que anda en los márgenes de la legalidad. Sin embargo, son características de un rol que es un pilar fundamental del sistema de salud nacional: los residentes médicos.

Los residentes son una figura poco familiar fuera del universo de los hospitales. Conocemos a los jóvenes de guardapolvos blancos que marchan cada tanto, reclamando por su sueldo y condiciones dignas de trabajo. Algunos se indignan junto con los médicos, otros por el reclamo (“ustedes eligieron esta carrera”, “médicos kukas”, y otros comentarios del estilo se leen en los videos publicados por el Hospital Garrahan en TikTok), pero pocos saben bien qué hacen los residentes y cuál es su rol en un hospital.

“El laburo esclavo es la única manera de acceder a una especialidad”, se ríe Florencia, residente de segundo año del Hospital Pediátrico Ricardo Adolfo Gutiérrez. Su nombre real, como el del resto de las entrevistadas para esta nota, fue reemplazado por uno de fantasía para evitar posibles represalias en su lugar de trabajo. “No es que salís de la carrera como médico clínico –agrega-. Salís como médico, hasta clínica es una especialidad. Si vos querés acceder a un título de especialista –cómo cardiólogo, pediatra, ginecólogo– se requiere una residencia”.

La residencia es, en primera instancia, un sistema de formación de posgrado pago. En criollo: los médicos recién recibidos prácticamente no son médicos. La residencia es un trabajo que (implícitamente) se debe ejercer por cuatro años para formarse en una especialidad. Quien elija no realizar la residencia, puede profundizar estudios en áreas de la medicina como estética, laboral o cannábica, por ejemplo.

“Un día regular me levanto 4:45 de la mañana, llego al hospital 5:30”, relata Josefina, residente de segundo año de cirugía en un hospital de agudos de CABA. El horario de ingreso se debe a que son solamente tres residentes a cargo de revisar toda la sala de internación, que tiene entre 50 y 60 pacientes. Además de realizar las curaciones y los postoperatorios, también deben supervisar a los residentes de primer año. Tras una jornada agotadora, llega a su casa a las ocho de la noche, siempre y cuando no esté de guardia.

 Para los residentes de pediatría del Gutiérrez, las condiciones son mejores pero tampoco óptimas. “Yo ingreso un poco antes de las ocho de la mañana por los laboratorios, hacemos las labores de la sala, las consultas, estudios complementarios que se soliciten y evolucionamos las carpetas. Luego hacemos el pase de la sala con mis compañeros y tal vez a las cinco o seis de la tarde me puedo ir”, cuenta Andrés, también residente de segundo año en ese hospital.

“Si tengo guardia, me quedo en la sala hasta las ocho del día siguiente y luego hago el pase con los médicos de planta o mis compañeros y a eso de las nueve o diez de la mañana finalizan mis tareas”, explica Andrés.

Las guardias son uno de los focos más problemáticos de las residencias. Son turnos de 24 horas, con algunos recreos para descansar o dormir un rato, en el mejor de los casos. Durante estos turnos, los residentes suelen atender en la guardia externa (aquella a la que va el público general ante cualquier emergencia) o supervisar salas de internación. “Es bastante demandante porque por un lado tenés la sala con 60 pacientes a cargo tuyo y también está la demanda espontánea donde estamos ayudando desde la tarde –comenta Josefina–. En la sala se descompensan, hay que  llevarlos a terapia intensiva, y queda todo a tu cargo”.

Para los residentes de cirugía, las guardias son más intensas, porque son pocos: al otro día no tienen “postguardia”, es decir, la posibilidad de irse a la mañana. “Supuestamente tenemos postguardia, pero la carga de trabajo es tanta y somos tan pocos que, en solidaridad con nuestros compañeros, decidimos no tomarnos ese día”. Según la normativa, no se pueden realizar más de 1,5 de estos turnos por semana, pero todos coinciden en que tener nueve (o más) mensuales no es un hecho llamativo. En su primer año, Josefina llegó a tener hasta once guardias al mes.

Valentina es residente de primer año en el Garrahan y antes de adplicar al cargo trabajaba en una guardia externa. “Cobraba más de lo que gano ahora haciendo sólo una guardia de 24  y otra de 12 horas por semana. Trabajaba muchísimo menos y ganaba más”. En la provincia de Río Negro, por ejemplo, una guardia cotiza $267.900 en día hábil y $401.800 en días inhábiles. Los residentes, sin embargo, las realizan sin percibir remuneración, ya que estas horas de trabajo no están contempladas en los sueldos, dejándolos en una situación de desventaja económica y emocional frente a las expectativas de trabajo que recaen sobre ellos. “Cualquiera que vaya a una guardia de un hospital público es atendido por un residente, somos nosotros solos en las guardias. Si tuvieran que pagarnos las guardias, sería imposible sostenerlo”, plantea Florencia. Al no ser horas remuneradas, no se computan en las vacaciones: “Si uno en la rotación se quiere tomar vacaciones, después tenés que recuperar las guardias y te sobrecargás”.

Las guardias también son las situaciones de mayor vulnerabilidad para los médicos, ya que muchas veces están solos o en grupos pequeños. Esta falta de apoyo y la escasez de recursos humanos afectan tanto su desempeño como su bienestar. “En el fondo, aunque haya alguien que se pueda consultar, cuando ponés una firma o tomás una decisión, sos vos”, comparte Josefina, residente de cirugía general, reflejando la carga personal de sus decisiones y la presión de trabajar sin descanso.

“El sistema de salud está colapsado y a veces son muchas horas de espera en la guardia. Lógicamente, para los padres tener un hijo enfermo es lo peor que te puede pasar, pero eso genera mucha violencia, insultos, amenazas y condiciones muy hostiles”, explica. Los golpes agresivos en las puertas, los gritos y las personas filmando a los médicos son ocurrencias cotidianas en la guardia externa. “El año pasado hubo una situación muy fea donde una paciente con patologías psiquiátricas arrastró por el piso a una residente, le pegó, la lastimó”, comenta Josefina sobre la vulnerabilidad en la sala de internación. La residente lastimada tuvo que quedarse a finalizar su guardia, sin poder acceder a cuidados médicos y vigilando a la paciente que la había agredido. Luego de ese incidente, el Hospital lanzó un protocolo para situaciones de violencia que indica que, en caso de ser víctima de una agresión, el residente se pueda retirar.

“Imaginate las condiciones en que estamos peleando para tener papel higiénico”, cuenta Florencia.

Otro punto son los pacientes judicializados, que están a la espera de resolver su situación habitacional o penal. Andrés se considera con suerte porque él solo fue agredido verbalmente alguna vez, mientras que otros de sus compañeros sufrieron agresiones físicas. Por supuesto, esto se combina muchas veces con situaciones de maltrato laboral ejercidas por los propios médicos.

En un intento por hacer frente a estas condiciones, existen mecanismos de representación. Según la Ley 22.127 que regula el sistema nacional de residencias de salud, cada hospital debería contar con un subcomité de representación de residentes, que es una figura encargada de mediar con las autoridades superiores. Sin embargo, muchos desconocen su existencia y su capacidad de acción es limitada por la falta de recursos, lo que trunca la posibilidad de exigir mejores condiciones de una manera eficiente. “Nosotros en el hospital tenemos que pagar el agua que consumimos”, resalta Andrés sobre las carencias materiales. “A veces faltan sábanas para los pacientes, para los médicos que se quedan de guardia, papel higiénico, jabón”. El testimonio de Florencia da cuenta de que es una vivencia compartida en el hospital. “Imaginate las condiciones en que estamos peleando para tener papel higiénico”.

La precariedad económica se suma a las extensas jornadas, incrementando un agotamiento físico, mental y emocional de quienes se encuentran en primera línea de atención. Como indica Lara, residente de tercer año de pediatría, “perdimos un 15% del sueldo neto en lo que va de año debido a la inflación”. Estos factores crean un escenario donde los residentes deben enfrentar no solo la carga de sus responsabilidades, sino también la imposibilidad de equilibrar sus ingresos con sus gastos. Valentina cuenta que ella es afortunada de no pagar alquiler. “Compañeros que alquilan trabajan en otros lugares porque con ese sueldo no llegan a fin de mes.” Andrés, que es ecuatoriano, vive una situación similar: “Mi esposa empezó la residencia hace unos meses y todavía no cobró su primer sueldo. Estamos viviendo solo con mi sueldo, dos personas. Tenemos una situación particular porque nuestro contrato es viejo. Si tuviera que pagar un alquiler al precio actual, no llegaríamos a fin de mes, porque ahora llegamos con lo justo”. Actualmente, los residentes entrevistados cobran entre 700.000 y $1.300.000 pesos al mes, dependiendo del hospital, un sueldo, en el mejor de los casos, de 3.500 pesos por hora. Esta variación se da porque hospitales como el Garrahan, por ejemplo, dependen de Nación, mientras que el Gutiérrez es dependencia de Ciudad de Buenos Aires. La intensidad de la motosierra de los distintos sectores del gobierno se hace sentir en los salarios.

Esta imposibilidad de compaginar la residencia con otro trabajo se agrava en el Garrahan, donde el sistema es aún más demandante. En lugar de contar solo con turnos de lunes a viernes, quienes están en internación deben acudir dos sábados al mes como si fuera un día regular de trabajo, lo que se suma a sus obligaciones semanales y a los dos fines de semana mensuales en los que deben cumplir guardia obligatoria. “No te da tiempo para nada mucho menos para tener un segundo trabajo”, explica Valentina. La situación ha llevado a los residentes del Garrahan a plantear cambios en sus horarios. Como expresa Valentina, “una de las cosas por las que estamos en huelga es para ver si podemos modificar nuestro horario para que sea más acorde a nuestro sueldo; si no nos van a aumentar el sueldo, sería más justo bajar nuestras horas laborales”. El sueldo de los residentes del Garrahan no se actualiza desde diciembre del 2023 y los reclamos que comenzaron en marzo aún continúan sin una respuesta clara de parte del Gobierno nacional. 

La situación de los residentes médicos en Argentina evidencia las profundas contradicciones de un sistema que depende de su trabajo para sostener la salud pública, pero que, a cambio, les ofrece condiciones laborales precarias y sueldos indignos. Las guardias interminables, la falta de apoyo, el acoso y el desgaste emocional son el precio que muchos de estos jóvenes profesionales deben pagar para formarse en sus especialidades. Sin embargo, el agotamiento y la falta de incentivos económicos hacen que cada vez menos personas elijan este camino, poniendo en riesgo el futuro del sistema de salud pública. La voz de los residentes en huelga se alza no solo por sus derechos, sino por la necesidad de un cambio estructural que permita un sistema de residencias digno, accesible y seguro tanto para ellos como para los pacientes que dependen de su labor.

Especialidades en crisis

El sistema de residencias médicas en Argentina enfrenta serias carencias de planificación, especialmente en la distribución de especialidades. “Hay residencias, como anestesiología, que tienen una alta demanda y pocos cupos, y otras, como pediatría, que ni siquiera logran cubrir los puestos», comenta Lara. En algunas provincias, ciertas especialidades prioritarias reciben un pago adicional, pero en Capital Federal eso no ocurre, agravando la situación.

Este desbalance impacta al sistema de salud pública, que depende en gran parte del trabajo de los residentes. “Muchos médicos de planta solo trabajan por la mañana, y los residentes sostienen el trabajo diario. Las malas condiciones laborales y los bajos salarios desincentivan la formación en el sistema de residencias, afectando la cobertura en hospitales públicos,” explica Florencia. “Si uno gana más realizando una aplicación de botox que en dos semanas de trabajo, no es redituable”.

“Cobramos por debajo de la canasta básica”

“Cobramos por debajo de la canasta básica”

Médicos residentes de hospitales públicos dependientes de Nación realizaron un paro de 48 horas y se movilizaron a la sede del Ministerio de Salud en reclamo de un aumento salarial. Tras meses de protestas y ante la indiferencia oficial, anticipan la continuación del plan de lucha.

La marcha y la medida de fuerza –del 25 al 26 de septiembre inclusive– fue convocada por una asamblea que concentra a todas las residencias que dependen del Ministerio de Salud de la Nación. “Somos más de 15 hospitales con algunas otras instituciones. Incluso algunos hospitales que no están en Provincia de Buenos Aires ni en la Ciudad, sino en otras jurisdicciones”, explica Elián Salis, residente de clínica médica del Hospital Posadas. “Conformamos esta asamblea hace tiempo, no sólo con el aumento salarial como reclamo, sino también en defensa de la salud pública, en un contexto donde vemos que se está llevando adelante un ajuste considerable en recursos y, principalmente, en la cuestión salarial”.

A través de un comunicado, los médicos residentes del Garrahan expresaron su preocupación por la crisis en el sistema médico público e informaron su decisión de ir al paro y a la movilización. “Desde abril hemos advertido sobre esta situación y fuimos  adoptando medidas de fuerza de manera escalonada. A raíz de esas acciones y sucesivas negociaciones, se logró el compromiso de una recomposición salarial a través de un bono no remunerativo desde julio de 2024, con la promesa de incorporarlo al salario a partir de enero del próximo año. Sin embargo, a la fecha, dichas promesas no han sido efectivizadas y se ha interrumpido el diálogo con las autoridades, lo que nos obliga a retomar las medidas de fuerza”.

“Nos habían prometido un 35 por ciento de aumento entre junio y julio, que nos venían pateando, diciendo que requería de algunos trámites de aprobación. Íbamos a hacer el paro de 48 horas sin guardia, ahí fue cuando se pudo movilizar la última firma que nos faltaba para conseguir el aumento prometido”, señala Matías, residente del Garrahan. “Dos horas después de que nos comunicaron que la firma final ya estaba, terminaron dando el aumento de baja porque no estaban los fondos suficientes”.

“Hace un montón que cortaron el diálogo, cuando nosotros siempre estuvimos dispuestos. La última respuesta había sido esta promesa que nunca se hizo efectiva. Meses de espera, de paciencia. De creerles, básicamente”, dice Clara, residente del Garrahan. “Lo que queremos es que (Mario) Russo nos escuche para así poder conseguir lo que estamos pidiendo”, agregó, en referencia al Ministro de Salud de la Nación y de quien depende la decisión por el aumento salarial.

Los residentes movilizaron ayer a las 9.30 desde el Garrahan y recorrieron marchando el trayecto que separa al hospital de la sede del Ministerio. Llegaron escoltados por la policía y por agentes de tránsito de la ciudad y se concentraron en la base del edificio de Moreno y Lima.

Un cordón policial se formó entre los convocados y las puertas del Ministerio. Del otro lado de la calle aguardaban estacionados un carro hidrante y dos camionetas de la Federal. Los efectivos no permitieron cortar la Avenida 9 de Julio, por lo que los médicos recurrieron a otras maneras de llamar la atención, como la ocupación de la senda peatonal cuando el semáforo se teñía de rojo o el uso de carteles con consignas como “900 mil mínima, plata hay” o “Como mal, duermo mal, cobro mal”.

 “Este es el primer paro que tenemos sin guardia”, agrega Matías. “Eso repercutió un montón porque los residentes somos una pata muy importante en los hospitales. A pesar de eso, contamos con el apoyo de los médicos de planta del hospital.”

“Lo que tiene de particular el Garrahan es que también se están sumando médicos de planta al reclamo, es decir que hay otros profesionales que forman parte de la institución que se están plegando a defender al hospital frente al recorte y el ajuste”, señala Elián.

Juan Pedro, residente del Garrahan involucrado con el reclamo, explica la razón por la cual decidieron que el paro incluya a las guardias médicas: “La medida fue para visibilizar realmente la labor de los residentes”.

 

 “El contexto es de un deterioro sustantivo del poder adquisitivo. Si comparamos nuestros salarios con el de residencias de otras jurisdicciones, los nuestros son los peores pagos”, apunta Elián Salis. “Un residente de primer año a nivel nacional cobró el último mes $721.000 en un contexto donde el trabajo asciende a casi 12 horas diarias con guardias de 24 horas cinco o seis veces al mes. La diferencia es considerable si lo comparamos con un residente de Ciudad Autónoma de Buenos Aires que, incluso a veces teniendo una menor carga horaria, estaba cobrando por arriba de los $950.000”.

“Hasta el momento seguimos cobrando por debajo de la canasta básica familiar”, denuncia Elián. “Si no hay respuesta, probablemente vayamos a una nueva medida de fuerza la semana que viene, en conjunto con otros sectores como los universitarios, los docentes de los colegios medios y otros trabajadores de la salud, para confluir en una gran manifestación en defensa de la salud y de la educación pública”.

«La UBA me hizo médico y Larreta, piquetero»

«La UBA me hizo médico y Larreta, piquetero»

Residentes, concurrentes, médicos de planta, enfermeros y administrativos de los hospitales públicos porteños reclaman por mejoras salariales y condiciones dignas de trabajo. Los concurrentes trabajan a la par que residentes, pero lo hacen sin percibir salario y sin seguro laboral.

Tras ocho semanas de innumerables reclamos y paro en los servicios de salud pública de la Ciudad de Buenos Aires, la precaria situación de los residentes y concurrentes continúa. En el paro del pasado 8 de noviembre, confluyeron además las demandas de médicos de planta, enfermeros, administrativos. En resumen: participó toda la comunidad hospitalaria.

Macarena Machado es concurrente de Psicología del hospital Penna. Entrevistada por ANCCOM, sostuvo que el paro se debe a que el gobierno de la Ciudad no da respuestas: «Ni Horacio Rodríguez Larreta ni Fernán Quirós ni el Ministerio de Salud porteño contestan. El trabajo de los concurrentes no está reconocido, no solo de manera económica, sino que ni siquiera nos reconocen como trabajadores de la salud pública”, asegura.

Otra de las problemáticas por las que los concurrentes reclaman es que, a pesar de que rinden el mismo examen que los residentes, que hacen las mismas rotaciones y que tienen las mismas responsabilidades, no perciben un salario. “No tenemos ni viáticos, ni ART. Por eso también estamos parando”, continúa Macarena.

Gisel es médica concurrente de quinto  año del Servicio de Neurología del hospital Durand. Dice que “trabaja cuatro días por semana sin cobrar un peso”. Al respecto, asegura que hace “todo tipo de procedimiento a la par que los residentes», y añade una larga lista de tareas no reconocidas: «A la vez, superviso a los concurrentes y residentes de años anteriores, hago historias clínicas, las firmo y estoy expuesta a muchísimas enfermedades en sala: trabajé en plena pandemia en la parte de clínica médica sin ningún tipo de cobertura ni ART, obligada además a concurrir bajo amenazas (en el hospital Álvarez en su momento). Esto que pedimos es para que se nos considere como trabajadores, que se nos pague por lo que estamos haciendo, que nos den ART y obra social como a cualquier trabajador”.

Alejandro Ierimonti es presidente de la Asociación de Médicos Municipales, desde ese rol gremial explica que “la falta de inversiones es palpable. Comenzando con el pobre reconocimiento al personal de salud, que lleva a que cada vez más el hospital público no sea la primera opción de trabajo. No se estimula la capacitación y/o la investigación. Solo se mira la agenda de turnos, la estadística”.

 

La lucha y los reclamos continúan. Las últimas semanas se sumaron los hospitales Garrahan y Posadas. Norma Lezana, secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan (APyT), señaló: «El actual plan de lucha de la APyT comenzó el 25 de agosto pasado con un abrazo al Hospital Garrahan en su 35° aniversario, y luego dos jornadas de paro: los días 29 de septiembre y 19 de octubre pasados. En esas oportunidades, con marchas al Ministerio de Salud de la Nación y al Ministerio de Economía de la Nación, respectivamente, para reclamar al Gobierno nacional un 80 por ciento de recomposición salarial por la pérdida desde 2017 más el ajuste por inflación de este año, que llegará aproximadamente al 100 por ciento», detalla.

A lo largo de estas semanas, distintas pancartas se leyeron en el centro porteño: “La UBA me hizo médica, Larreta piquetera”, “Residentes y concurrentes en lucha”, “Recomposición salarial ya”, “Estudié 8 años para ser pobre”, “Atiendo a tu hijx por 300 pesos la hora”, entre otras.

Mario Mateo es bioquímico, médico de planta del Hospital Muñiz y subraya: “Fui residente, conozco bien la problemática. Ganan 120 mil pesos por mes. ¿Te parece que es un sueldo para gente que ha estudiado toda su vida? Es la precarización absoluta. Además de eso, los hospitales cada vez están peor, sin infraestructura, sin insumo ¿Es más importante arreglar una vereda o mantener la salud de la gente? Hay muchas personas que no tienen recursos, que vienen al hospital público. El día que no exista más, ¿qué van a hacer? Esa es la problemática. El plan es luchar y luchar, son años de estudio, de vocación, para que después no puedas ganar un sueldo que ni siquiera llegue a la canasta básica”, dijo en diálogo con ANCCOM.

La mayoría de los profesionales que atiende en hospitales públicos son residentes y concurrentes: “no estamos atendiendo para que el impacto sea mayor y que toda la población que se atiende en el  hospital público vea lo que está pasando”, concluyó Macarena Machado.

Paro y movilización de residentes y concurrentes

Paro y movilización de residentes y concurrentes

Residentes y concurrentes de los hospitales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires decidieron, en asamblea, continuar con un paro por tiempo indeterminado junto a una nueva movilización, como respuesta a la aprobación intempestiva de la ley que intenta regular su trabajo, y de los incidentes ocurridos el jueves 28 de noviembre, día en que el oficialismo aprobó con mayoría automática una ley que residentes y concurrentes ven como la legalización de la precarización. 

En este marco, los médicos residentes y concurrentes se dirigieron hacia la jefatura de gobierno para entregar una carta al Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, y luego hasta el Ministerio de Salud, donde se reunieron con la ministra Ana María Bou Pérez.

Médicos de los hospitales Santojanni, Piñero, Rivadavia, Argerich, Ramos Mejía, Alvear, Muñiz, entre otros, se sumaron a la movilización. Sin embargo, a raíz de una reunión poco fructífera, la Asamblea votó en la puerta del Ministerio continuar con el paro de actividades hasta conseguir el veto de la ley, ya que la ministra, a pesar de reconocer que faltó comunicación con los residentes, no accedió a derogar la norma y además aprovechó el encuentro para comunicarles el descuento salarial que sufrirán por los días de paro.  Los profesionales de la salud también decidieron un acampe a partir de las 8 del miércoles en la Jefatura y una asamblea a las 10.

Los médicos definen a esta nueva normativa como “regresiva”. La norma apela al desarrollo de su actividad profesional pero no lo define como un trabajo, sino como una “actividad de formación intensiva continua”. Aplica a los hospitales municipales y propone un aumento de las horas de trabajo (no concordante con el salario percibido), de las licencias por maternidad o paternidad y de las sanciones.

 

Se habla del cumplimiento de 64 horas de trabajo semanales y no se contempla el franco postguardia, un logro conseguido hace pocos años y que no se cumple en todos los hospitales. En cuanto al salario, la ley indica que “no podrá ser inferior a la remuneración percibida actualmente y se ajustará por acta de negociación colectiva”, pero no indica cómo será esa negociación ni el nuevo régimen salarial, además de que se deja de calcular los sueldos en base a los de planta permanente del hospital.

Bajo este argumento de priorizar la formación, no se reconoce a los residentes y concurrentes como trabajadores de la salud y a las guardias, maratónicas, como un trabajo. Además, la norma regulariza la precarización de las tareas de los concurrentes, quienes no tienen salario, ART ni viáticos. Por otro lado, disminuye los 30 días de licencia de paternidad y maternidad a 14 y los días por estrés pasaron a ser 7. A su vez, permite sancionar bajo parámetros «morales», lo cual califican como arbitrario, ya que no hay un patrón común que seguir.

¿Quiénes son?

Los residentes son quienes reciben a los pacientes en los hospitales y atienden en las guardias. Son médicos que ingresan al sistema de salud por orden de mérito y acceden a prestaciones básicas. Por su parte, los concurrentes no pueden acceder a dichas prestaciones, pero se les permite trabajar para poder completar su capacitación. Son profesionales matriculados que trabajan en un hospital público ingresando por medio de concurso y sin ningún tipo de remuneración.

Los residentes son profesionales de la salud, al terminar la carrera se reciben y concursan por un cargo. Trabajan de 8 a 17, aunque muchas veces deben quedarse después de horario. Además, hacen al menos dos guardias de 24 horas por semana. No solo cumplen su especialidad, sino que realizan funciones extras, tales como camilleros, administrativos, profesores, cuidadores. Si bien es cierto que se están formando, no solo trabajan fuera de su horario sino que no duermen y, si lo hacen, es en el hospital. 

Romina Vasco, licenciada en Obstetricia y jefa de residencia de la Maternidad Estela de Carlotto de la Provincia de Buenos Aires, fue a la marcha en apoyo a sus compañeros de CABA para que se vuelva atrás con la ley. Cuenta que en la provincia se participará de una jornada realizada por los residentes para que también se discuta la ley que los afecta a ellos, la cual se encuentra frizada.

“Nosotros compartimos las mismas condiciones de trabajo, si bien realizamos guardias de 12 horas y no de 24, a fin de año debemos cumplir la misma cantidad de horas trabajadas”. Pide que los residentes dejen de ser quienes cubren los puestos que los internos de los hospitales no realizan y que se deje de esconder que más que profesionales en formación son auténticos trabajadores.

Rosario Román, residente de Medicina General de Familia en el Cesac 36 y una de las administradoras de las redes de Asamblea CABA, asegura que son categorizados como la mano de obra barata del sistema de salud, cuyos derechos son muy vulnerados. Si bien considera que es necesaria una reformulación de la normativa que los regula, pide que la Ley 2828 se derogue: “No nos tuvieron en cuenta en su desarrollo”, se queja.

Cuenta que la situación precarizadora se da en todas las dependencias de las residencias y que los residentes son los más postergados en cuanto a derechos y sueldos: “Perdimos mucho valor adquisitivo, las paritarias van a la baja y estos cuatro años fueron de impacto muy negativo”. Y advierte Rosario: “Podemos llegar a estar 30 horas sin dormir atendiendo guardias de 24 horas, y si es día de semana tenemos que realizar la jornada del día siguiente. Nosotros debemos estar supervisados por más que estemos graduados, pero no sucede así”. 

Valeria Grud es residente del Hospital Durand y cuenta que ha llegado a trabajar sin dormir por más de 28 horas. Justo a una compañera, con solo 6 meses de experiencia, estuvieron solas con más de 70 camas a cargo, incluyendo quimioterapias. “Realicé todo tipo de procedimientos con y sin descanso, estuve de guardia 24 horas y seguí trabajando otras 10 horas más, llegué a quedarme dormida en un consultorio y además debemos tolerar muchas humillaciones por parte de los médicos de planta”. Informa que la residencia es una formación de posgrado y no solo requiere título, sino también matrícula nacional. Además de realizar todo tipo de actividades, llegan a firmar certificados de defunción y operan: “No somos estudiantes, somos trabajadores”, discrimina Grud.

Luz Rodríguez fue concurrente del Hospital Gutiérrez en salud mental. Cuenta que en el 2006 sostenían el servicio 50 concurrentes, 6 residentes y solo 10 médicos de planta, confirmando el hecho de que ellos son los que mantienen los hospitales en funcionamiento. “Los residentes no son solo médicos, también hay psicólogos, psiquiatras, farmacéuticos, bioquímicos. Toda la comunidad de la salud se ve afectada por esta ley, no tenemos organismos que nos defiendan”.

Sonia Almada fue concurrente del Hospital Durand y cuenta que durante el tiempo que trabajó había muy pocas residencias pagas. Trabajaba de lunes a viernes más de 15 horas en el equipo infantil-juvenil de salud mental y ellos debían pagar la supervisión de manera privada si no encontraban un psicólogo que quisiera trabajar de manera gratuita. “Desde el equipo organizábamos nuestra capacitación convocando a profesionales de la UBA para dar talleres y jornadas. No siempre podíamos conseguir un consultorio y muchas veces teníamos que atender en pasillos y jardines”, describe Almada.

En la movilización del lunes no estuvieron solos. Ramón es paciente del Hospital Muñiz y estuvo presente apoyando la lucha. “Con esta nueva ley, Larreta los ha refundido. Ningún convenio laboral acepta estas horas de trabajo y encima les achican los sueldos, lo bueno es que los jóvenes toman conciencia y salen a pelear por sus derechos”. Como sobreviviente de la dictadura cívico militar, afirma que tiene la obligación moral de apoyar la lucha de la salud pública: “Tengo casi 70 años, hice el juramento de luchar hasta que me muera con los chicos, las chicas, los jubilados, los niños y de defender lo público”.

Una ley votada de forma express

Victoria Montenegro, diputada de la Ciudad por Unidad Ciudadana y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, fue una de los siete legisladores que no pudieron emitir su voto. Cuenta que le comunicaron del proyecto de ley el miércoles 20 luego de que el Poder Ejecutivo convocara a una reunión informativa. Siendo consciente de la realidad de los residentes y concurrentes, sostiene que era necesario más tiempo para debatir y convocar a una comisión de salud, lo que la ministra en principio había aceptado.

Sin embargo, el Ejecutivo emitió una orden para que el dictamen se firme el viernes 22, ya que el oficialismo tiene los diputados suficientes para constituir el quorum. En ese escenario, empezaron a trabajar con los distintos sectores para incorporar aportes al proyecto original junto a las demandas de los residentes, pero como esto no sucedió, pidieron que se retire el proyecto y que vuelva a comisión.

“El problema fue la forma en que esto se trabajó, no se convocó a los protagonistas. Si bien la ministra es médica y fue residente, pasaron varios años y hoy la realidad es otra, se necesita el intercambio con los que hoy son residentes. ¿Qué urgencia había en sacarla en 48 horas? No hubo ámbito de discusión, se jactan de cumplir con la institucionalidad y el diálogo, pero no lo respetaron, estas son las consecuencias: represión y paro”, concluye la legisladora.

Gabriel Solano, legislador por el PO y el FIT, por su parte, sostiene que el proyecto que se aprobó es un atropello que viene a darle carácter de ley a un régimen de explotación laboral. “Los residentes tienen salarios de miseria, sufren precarización laboral que no solo afecta al trabajador sino también al paciente, afecta lo psicológico y la atención que pueda brindar”, detalla Solano. “Es importante que el proyecto se anule y que Larreta haga uso de su facultad para vetarlo, si bien yo hablé en la sesión no pude votar, se debe abrir una verdadera negociación”, reclama. Asegura que estas leyes tan reaccionarias solo se votan de manera antidemocrática y no con un debate franco y honesto: “Este conflicto se gana en la calle”, afirma.

Luis Zamora, perteneciente a la lista Autodeterminación y Libertad, define a los residentes y concurrentes como un movimiento formidable y autoconvocado: “Su reclamo es legítimo, son el sostén de los hospitales, la salud pública está saliendo a la superficie en lo que refiere al ajuste y la falta de presupuesto”. Zamora informa que frente a un régimen político que vota de forma no democrática, hace falta que el Poder Ejecutivo no promulgue la ley, pero si lo hace se debe presentar otro proyecto que lo derogue o hacer una acción judicial, ya que Fernando Vilardo y Marta Martínez – quienes forman parte de su partido – tampoco pudieron votar”, detalla.

Como consecuencia, cinco de los siete legisladores que quedaron fuera de la sesión presentaron un pedido de impugnación de la norma. “Queremos solicitarle al Jefe de Gobierno y a la Ministra de Salud que veten esta ley que implica un retroceso en nuestros derechos como trabajadores y trabajadoras, que se convoque a una mesa de diálogo con todas las partes intervinientes para elaborar un proyecto que sea representativo del colectivo, que implique una mejora en las condiciones de trabajo y nos reconozca como tales”, reza la carta que los residentes y concurrentes presentaron en la Jefatura.

La ley 2828 votada el jueves 28 de noviembre fue aprobada solo con votos de los legisladores oficialistas – en este caso 34, cuando solo eran necesarios 31 – mientras que aquellos que se oponían a la ley no solo debieron salir a frenar la represión que se estaba dando afuera de la Legislatura, sino que no pudieron sufragar. Es decir, la norma fue aprobada sin que se computen votos de los bloques de la oposición y con la abstención de los 5 legisladores del bloque Evolución. Por tanto los médicos continúan de paro y en asamblea permanente hasta que se vete la ley con la que desacuerdan.

«Sin residentes no hay hospital»

«Sin residentes no hay hospital»

Los residentes no cobran desde junio.

Escoltados por un metrobús acotado y tres motos de la Policía de la Ciudad, la columna de guardapolvos blancos comenzó a avanzar por la avenida Brasil a las 11:10 de la mañana del último miércoles. Las pancartas y carteles que sostenían los manifestantes daban cuenta de la situación que están viviendo: “Residentes de Nación en lucha”, “Sueldos por debajo de la línea de pobreza”, “4 meses sin cobrar”, “87 pesos la hora”, “Salarios dignos”, “Basta de ajustes en la salud pública”.

Los bombos y las bocinas de automovilistas en señal de apoyo acompañaban las voces esforzadas en los cantos: “Olé olé, olé olá / olé olé, olé olá / sin residentes, no hay hospital / precarizados no vamos a trabajar.”

A las 10, médicos y profesionales de la salud residentes en hospitales nacionales de toda la provincia de Buenos Aires habían comenzado a reunirse en el Hospital Garrahan; más precisamente, en la entrada sobre la esquina de Brasil y Pichincha. El motivo era dar inicio al paro y la movilización hacia el Ministerio de Salud y Desarrollo Social, y reclamar así por las condiciones de trabajo. “Llevamos cuatro meses sin cobrar y con un sueldo que está por debajo de la línea de pobreza. Firmamos inicialmente un contrato que era por 29 mil pesos en bruto, y en limpio terminaban quedando 24 mil pesos, lo que da un promedio de entre 87 y 100 pesos la hora, de acuerdo a la jornada laboral que tenga cada especialidad.”, explicaba Andrés Cugat, residente de primer año en el Hospital El Cruce. “Así que ese es el reclamo: que se nos pague lo que se nos debe, que se nos pague un salario digno y que se termine con el recorte en la Salud Pública.”

Del mismo modo, Julieta Frontero, del Hospital Colonia Montes de Oca, sostenía: “Con estas condiciones de trabajo, que mantenemos desde junio, no tenemos garantizados ningunos de los derechos que tiene cualquier trabajador. Esto sucede a nivel nacional. Estamos nucleándonos nada más los hospitales de Buenos Aires, Capital, Conurbano y los compañeros que se suman desde Mar del Plata, pero esto sucede a nivel nacional.” Los residentes, subrayan, tampoco cuentan con ART ni cobertura médica.

Los residentes tampoco cuentan con ART ni cobertura médica.

Los trabajadores que participaron del paro y la movilización pertenecen a los hospitales nacionales Colonia Montes de Oca, Posadas, El Cruce, Garrahan, Baldomero Sommer, Laura Bonaparte y Rehabilitación Psicofísica del Sur (Mar del Plata). Pero también a la Dirección Nacional de Epidemiología y Análisis Situacional de Salud, a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y a la Administración Nacional de Laboratorios Malbrán.

Los protagonistas de la manifestación, con guardapolvos y mascarillas, insistían en que ellos no eran estudiantes, como se cree desde el sentido común. “Nosotros somos profesionales que rendimos un examen nacional que se rinde en todo el país, donde, de acuerdo a nuestra nota, elegimos el hospital que queríamos e ingresamos el 1 de junio a trabajar. Este trabajo es de dedicación exclusiva,: por cuatro años solamente nos podemos dedicar a este hospital y por el sueldo que nos da Nación. Y desde que iniciamos la labor hasta el día de hoy, no estamos cobrando.”, explicaba Cugat. Martina Pesce, residente de la Dirección de Epidemiología de la Nación, expresó también que “esto tiene que ver con transformar algunos derechos en privilegios”. Y agregó: “Hoy en día, si vos no tenés una red que pueda sostenerte durante cuatro meses, no podés ser residente de Nación. Y eso es un escándalo, porque nosotros apostamos a una salud pública, inclusiva y de calidad, y no hay posibilidad de que eso exista si no existen residentes que eligen seguir formándose como trabajo. Porque somos trabajadores. Y no es que somos cualquier trabajador: somos los que, cuando entrás al hospital todos los días, te recibimos.”

La caravana tardó poco más de una hora en llegar a su destino: el Ministerio de Desarrollo Social, dirigido por Carolina Stanley, y específicamente la Secretaría -así degradada por el Gobierno Nacional- de Salud. El recorrido llenó de guardapolvos y bocinas primero la avenida Brasil, luego Entre Ríos, San Juan y Bernardo de Irigoyen, sucesivamente, hasta Moreno, donde está la entrada del otrora edificio de Obras Públicas. Frente a una Evita exaltada, los profesionales cantaron y agitaron sus carteles hacia el Ministerio, haciéndose oír, esperando que alguien los oyera. “A vos te digo que se siente / vivir dentro del hospital / cobrando un sueldo insuficiente / queremos trabajar con dignidad.”

“Vamos a presentar formalmente otra carta más, sumada al grupo de cartas que ya hemos presentado. Nos gustaría que se nos reciba en este contexto.”, dijo Micaela Solé, residente de pediatría en el Hospital Garrahan. “En un momento se nos ofreció una reunión de carácter extorsivo, ni siquiera con una propuesta concreta. Decían: ‘Bueno, vamos a pensar qué hacemos si dan de baja el paro’. Eso era una propuesta irrisoria y con horas de aviso, por eso decidimos sostener la movilización. Pero estamos definitivamente abiertos al diálogo, queremos respuestas concretas y la mejora salarial. Necesitamos que nos den el espacio para debatir esto.”, contó Solé.

Sin embargo, quien primero los recibió fue la línea de contención formada por 24 policías. Si bien no hubo grandes conflictos –todos los manifestantes estaban de acuerdo en mantener la movilización en carácter pacífico–, sucedió un episodio confuso en el que, mientras Andrés Cugat instaba a sus compañeros a moverse sobre la calle Moreno (para liberar por completo la avenida 9 de Julio), fue golpeado por un efectivo en la espalda. La situación fue conversada con los jefes del “operativo”, y no pasó a mayores. Los trabajadores de la salud permanecieron en asamblea.

Pasadas las 13, dos residentes de cada hospital, fueron recibidos en el Ministerio por Javier O’Donnell, subsecretario de Calidad, Regulación y Fiscalización de la Secretaría de Salud. En aquella reunión se acordaron algunos puntos preliminares como para comenzar una negociación: compromiso para garantizar ART y regularizar la obra social de todos los residentes; pago de los sueldos adeudados en un plazo máximo de 10 días; y una mesa de trabajo establecida para la semana siguiente, con el objetivo de resolver la recategorización salarial. de no cumplirse con lo prometido, el jueves 9 habría una nueva asamblea de los trabajadores en el Hospital Garrahan.

Martina Pesce expresó el agradecimiento a quienes se sumaron a la causa: “Poder contar con el apoyo de todos y de todas es muy importante, para poder definitivamente destrabar este conflicto. Entendemos que lo que estamos pidiendo, lejos de ser algo descabellado, es simplemente que nos paguen lo que deben por lo que trabajamos.” Como a cualquier trabajador.