La manta cortísima

La manta cortísima

 

 

 

La situación de los manteros en la ciudad de Buenos Aires está complicada, aunque en verdad siempre lo estuvo. En el contexto de pandemia todo se intensifica y problematiza. Después de un año y tres meses del anuncio de la cuarentena, las dificultades que tienen para vender son las mismas y hasta han aumentado. Sin ánimos ni esperanzas de recibir una solución, cientos de personas se ven obligadas diariamente a tender su manta sobre las veredas de barrios como Once para recaudar lo necesario para cubrir gastos diarios y mantener a sus familias.

Los manteros debieron cancelar su actividad durante buena parte del año pasado al quedarse en sus casas, situación que se repitió en abril y mayo pasado. “Hubo nueve días que no pudimos trabajar, no pudimos venir directamente. Volvimos con miedo de que la policía nos saque todo. Por eso vinimos con poca mercadería”, cuenta resignada Mariana Belozo de 25 años, vendedora de zapatillas en Once. Su testimonio desnuda gran parte de las problemáticas que deben afrontar, además de un esfuerzo constante por trabajar y un contexto que no ayuda.

La Policía de la Ciudad, en reiteradas ocasiones, impide a los manteros trabajar, no sólo secuestrando la mercadería para no devolverla jamás, sino también ejerciendo violencia verbal y física contra los trabajadores: al que se rebela lo detienen. Fue el caso de Malick, vendedor senegalés de ropa deportiva, a quien a principios del mes de mayo la policía le secuestró tres bolsos repletos de mercadería por un valor aproximado de ochenta mil pesos.

En estado de desesperación por perder su fuente de trabajo y toda oportunidad que tenía, Malick insultó a los oficiales y estos además de secuestrarle todas sus pertenencias lo llevaron a la comisaría. “Vienen y te empiezan a levantar las cosas como si fueran los dueños, se quedaron con toda mi inversión, ese era mi trabajo. Les pregunté dónde tenía que ir a buscarlo y me dijeron que no me lo van a devolver. Estaba enojado, los insulté y no me arrepiento. Me costó mucho tiempo volver a recuperarme”, cuenta.

Como Malick, hay cientos de vendedores ambulantes en situación de vulnerabilidad a merced de lo que dispongan las fuerzas. No les queda más que acatar sin diálogo, sin opción y sin propuestas. Los inconvenientes entre la policía y los manteros no es un tema reciente. La Asociación de Vendedores Libres viene dando lucha contra esta problemática desde hace muchos años. Su vocero, Omar Guaraz, no da el brazo a torcer y expresa: “Ante los operativos policiales nos replegamos para evitar la represión y nos reunimos en asamblea, donde decidimos volver a trabajar como todos los días”. Guaraz es consciente que en tiempos de pandemia son varios los problemas con que lidiar, y para ello apela a la unión, al consenso y al diálogo.

Otra disputa e inconveniente frecuente es con los comerciantes locatarios, que en muchas ocasiones amenazan a los vendedores con denunciarlos y echarlos de lo que ellos consideran “su parte de vereda”. Hasta suelen cobrar “renta”, “alquiler” o “cuidado” del metro cuadrado de vereda para que el mantero coloque sus productos.

Por otro lado, ante la crisis los vendedores sufren una merma en las ventas. Mariana, que trabaja en Once hace más de tres años, cuenta que a principios de 2020, antes de la cuarentena, vendía entre 5 y 8 pares de zapatillas por día. Hoy no llega a 4 pares diarios. Esta misma variable se replica en todos los rubros de la zona: calzado, blanquería, bijouterie, bazar o indumentaria.

Rosa, vendedora de ropa infantil hace más de 10 años en la zona, cuenta que en 2017 hubo una única propuesta a manteros por parte del Gobierno de la Ciudad para moverse al predio sobre Juan Domingo Perón y Bolougne Sur Mer. El mismo funcionaría como feria. La propuesta consistía sólo en brindar un lugar, sin puestos armados, sin electricidad, sin agua, sin gas, sin baños, sin ningún tipo de infraestructura para el comercio. Además, el predio era demasiado pequeño para la cantidad de manteros que tiene la ciudad de Buenos Aires, por lo que era imposible mudar a todos los vendedores.

 

 

Aun así Rosa aceptó: “Sí, fui al predio. No se vende nada, es horrible, está bien,  no nos cobran nada pero no podemos estar ahí, es perder días de trabajo por nada.” Así que desistió y volvió a la vereda de su viejo puesto. Tanto Mariana, Rosa y Malick como cientos de manteros a lo largo y ancho de la ciudad de Buenos Aires siguen trabajando cada día bajo las mismas o muy similares circunstancias. Solo por nombrar algunas: la persecución de la policía, la violencia con que acude y “resuelven” y los robos y/o secuestro de mercadería. Además se le suma la situación de crisis sanitaria por el coronavirus, las restricciones para el comercio y la baja en las ventas. Demasiadas cosas que padece este sector de la población.

Nacer en pandemia

Nacer en pandemia

El periodo neonatal, comprende los primeros 28 días fuera del vientre materno y es la etapa más crítica del desarrollo de una persona. El bebé se desarrolla a un ritmo acelerado y cualquier acontecimiento en su salud puede afectar el resto de su vida. En las áreas dedicadas a neonatología de los hospitales conviven médicos, enfermeros y profesionales de diversas especialidades médicas. En diálogo con ANCCOM, diversos profesionales del área cuentan cómo afectó el coronavirus a este segmento de la población y cómo les cambió la rutina de trabajo en el sistema de salud público. En la Ciudad de Buenos Aires este sistema comprende: un centro de salud especializado en maternidad que concentra la mayoría de los partos, el Hospital Materno Infantil Ramón Sardá; 12 maternidades (11 de ellas en hospitales generales de agudos y una en el Hospital Prof. Dr. Juan P. Garrahan); y tres hospitales pediátricos: el Hospital General de Niños Pedro de Elizalde, el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez y el Garrahan.

El cuidado por cumplir con el protocolo por covid 19 se suma al arduo y minucioso trabajo que desde ya requiere la tarea de atender a los bebés en su llegada al mundo. Adriana Iaroti, médica terapista del área en el Hospital General de Agudos Carlos G. Durand, expresó: “La terapia intensiva en neonatología es una línea muy fina entre lo invasivo y la extrema delicadeza. Es como hilvanar con nubes, una tarea así de artesanal. Requiere un trabajo en equipo entre nosotros y con los padres”. En este lugar donde inicia la vida, aún con la cuidadosa atención que requieren los frágiles pacientes, no están exentos de problemáticas que se arrastran desde tiempos pre-pandémicos, y que sin embargo este contexto complejiza.

El protocolo extremó los cuidados y les obligó a reorganizar la manera en que realizan su trabajo para garantizar el contacto del bebé con la madre: una cuestión fundamental en esos días posteriores al nacimiento. Si bien el covid 19 no afecta especialmente a los bebés, sí a sus madres. Carolina Asciutto, coordinadora del Equipo de Transporte Neonatal del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME) en C.A.B.A., explicó: “La población neonatal no es objetivo del virus, por el momento. A pesar de la baja incidencia, ante la incertidumbre tratamos al bebé como si fuera positivo”. Claudio Solana, jefe de Maternidad del Hospital Sardá y quien además coordina -junto con Luis Somaruga (del hospital Rivadavia)- la Red de Neonatología de Hospitales Públicos de la Ciudad, detalló: “Habremos tenido unos diez bebés con covid aproximadamente, no fueron cuadros graves. Ninguno nació positivo, pero sí hemos internado algunos luego de que volvieran infectados de sus casas”. Gabriela Maydan, enfermera del Hospital Sardá, sostuvo: “Siempre se prioriza el contacto con la mamá. Si están bien se van juntos a la habitación. Tenemos casos confirmados de mamás. Es por eso que se está reforzando terapia, se está reubicando personal de nuestro equipo allí y también se previeron camas disponibles para recibir adultos de otros hospitales en caso de que haya una situación de desborde sanitario”.

“Habremos tenido unos diez bebés con covid aproximadamente», dice Claudio Solana, jefe de Maternidad del Hospital Sardá.

Los espacios son un factor clave del protocolo. La complejidad para resolver esta cuestión radica en aislar a los pacientes: la tarea más importante que se convirtió en un desafío. En el Sardá hay cuatro sectores: aquel al que van los prematuros o que tengan algún problema; otro al que van las madres asintomáticas o sin sospechas de covid 19; otro para las mamás con sospechas de estar contagiadas; y en cuarto lugar, al que van las madres con covid confirmado. Maydan sostuvo: “No se pueden poner demasiadas camas en el mismo lugar. Si hay una madre aislada, hay que buscar otro espacio. Fuera de terapia intensiva, no hay ningún lugar que esté aislado al cien por cien. En el lugar que acondicionamos para los bebés sospechosos de covid hay una puerta de vaivén, por ejemplo. El hospital no está preparado para una pandemia así”.

Solana detalló el proceso de cuidados de la madre y el bebé: “Al principio, se aislaron los bebés de sus madres, pero eso duró muy poco al advertir que el virus no se transmite por medio de la lactancia. Entonces, pueden estar juntos siempre y cuando se tengan los cuidados habituales (como el barbijo y la higiene de manos). Si nacen prematuros o con alguna patología, se aíslan en internación y se hisopan”. Por otra parte, Maydan, aclaró: “Si el bebé viene por guardia como caso sospechoso o desde la sala de parto con una mamá con covid, se lo aísla. Cada tres horas o cuando sea necesario, uno de nosotros entra y otro espera afuera por si necesita algo. Si no hay ninguna complicación para ambos, se puede quedar junto a ella. Sí sucede que al bebé el test le da negativo y queda aislado hasta que la mamá esté en condiciones para salir del aislamiento y la internación en Obstetricia. Es decir, luego del transcurso de nueve días, si la madre no tiene síntomas graves se le lleva la incubadora para no interrumpir la lactancia. No está comprobado que el virus se transmita a través de la lactancia ni por la placenta”.

Al principio, se aislaron los bebés de sus madres. Eso cambió al advertir que el virus no se transmite por la lactancia.

En el caso del Durand, hay un espacio para bebés sanos pero cuyas madres están en terapia o han fallecido. Iaroti contó la sensación de cuidar al bebé que está separado de su madre: “Querés que ella esté con su hijo y a la vez no podés hacerlo. Por eso inventamos otras formas de comunicación. Internet es una de las herramientas que nos permiten eso. Recuerdo que una madre estaba angustiada y me mandaba mensajes de voz. Hasta que ella pudo concurrir a Neonatología a verlo, yo le hacía escuchar los audios al bebé. Y en ese momento, cuando escuchó la voz, se conectó de una manera… tendría que haber filmado la reacción del bebé. Son las cosas lindas dentro de lo terrible”.

En relación a las condiciones edilicias, en el Hospital Durand la situación es preocupante: “Pudimos recuperar el agua caliente, pero hay muchas cosas que cambiar y no hay inversión. Seguimos trabajando, tenemos cosas buenas que tienen que ver con los recursos humanos, pero estamos recortados en términos de lo que aporta el Gobierno de la Ciudad porque dicen que no hay dinero para hacer una obra de gran envergadura. Por nombrar algunas cosas: los pisos están todos rotos, se tapa el baño a cada rato, nosotros tenemos que hacernos cargo hasta del agua que tomamos. Aportamos los aires acondicionados para el verano y el equipo de fútbol All Boys nos donó las estufas. Después hay equipamiento que es necesario para detectar problemas en bebés prematuros y que está contemplado en sus derechos, pero como no disponemos de él no podemos hacer estudios, como el de fonoaudiología. Hay irregularidades como la autorización de incubadoras nuevas que nunca llegaron”, expresó Iaroti

En medio de este contexto, los cuidados también comprenden al personal de salud. Asciutto –del SAME- detalló cómo es a la hora de trasladar a los bebés: “Usamos el equipo de protección íntegro, más que nada por los familiares, y los 11 de mi equipo estamos todos vacunados”. Por su parte, Maydan explicó cómo se organiza el personal en el Sardá: “Hay una persona designada a covid por fin de semana y vamos rotando, porque al ser un virus respiratorio provoca desconfianza y esto genera un estrés por la rigurosidad de los cuidados que requiere. También, se están haciendo capacitaciones internas sobre este virus”. En el caso de Neonatología del Durand, que atiende prematuros extremos, nunca dejaron de poner el cuerpo, aclaró Iaroti: “Muchos ejercieron su derecho a tomarse licencia y algunos quedamos por decisión propia”.

“Si el bebé viene por guardia como sospechoso o desde la sala de parto con una mamá con covid, se lo aísla», dice Maydan.

Pero la vocación y el ingenio de los médicos tienen como contracara la precarización, cuando se habla de recursos humanos y más en pandemia. El trabajo en neonatología está atravesado por las políticas públicas y un caso claro de ello es lo que sucede en el sector enfermería en C.A.B.A. Nada de lo descripto por la enfermera Gabriela Maydan es una tarea meramente administrativa y, sin embargo, cobran como administrativos: “Hay enfermeros que incluso son magister y se especializan, más allá de la licenciatura que dura cinco años. Reclamamos no sólo el resarcimiento económico, sino tener ese reconocimiento como profesionales”.

Al mismo tiempo, Asciutto indicó que sólo hay un hospital que se especializa en maternidad, a la vez que en pediatría. En los demás hospitales, todo bebé que nazca con algún problema que requiera tratamiento o que tenga alguna emergencia debe ser derivado y trasladado.  “El principal cambio fue que el trabajo de traslado bajó un 30%. Trabajamos con derivaciones coordinadas con el sistema de emergencia, y también con mamás que se movilizaban desde la provincia de Buenos Aires a la ciudad por motus propio. Este segundo grupo dejó de venir en pandemia, aunque en CABA hay un 50% de usuarias del sistema público que tienen domicilio en provincia”.

Éramos pocos y llegó el hongo negro

Éramos pocos y llegó el hongo negro

A mediados de junio, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió un alerta epidemiológica ante el aumento de casos de mucormicosis, comúnmente llamada hongo negro, asociada al covid-19, principalmente en personas con enfermedades como diabetes, en tratamiento con corticosteroides u otros inmunosupresores.

En Argentina, el Ministerio de Salud de la Nación confirmó el sábado 19 de junio al Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud del primer caso de mucormicosis. Tal como indica el informe, la enfermedad es de progresión rápida, pero es poco frecuente en la población general.

Según la información,.el primer caso se detectó en un paciente de 35 años que registraba antecedentes de haber tenido coronavirus, falleciendo a fines de mayo en el sur del Conurbano bonaerense. El domingo 20 de junio, el MINSA ratificó el segundo caso en Argentina: se trata de una mujer de 47 años que reside en Formosa, con antecedentes de hipertensión arterial, diabetes, mellitus tipo II y de covid-19. Asimismo, en el mismo comunicado, la entidad detalla que el covid-19 puede presentarse como una neumonía leve a potencialmente mortal, con co-infecciones oportunistas causadas por diferentes bacterias y hongos, entre las que puede presentarse la mucormicosis. Se describe al hongo como “oportunista”, ya que este tipo de hongo Mucoral solo provoca enfermedad o infección en aquellas personas que tengan bajas las defensas, así como en individuos inmunodeprimidos o con diabetes mal controlada.

ANCCOM dialogó con el jefe de Infectologia del CEMIC, Pablo Bonvehi, para quien la mucormicosis es causada por la exposición al moho que se encuentra en el suelo, abono, las plantas, así como en frutas y verduras en descomposición. Según detalla el especialista, “la infección ocurre cuando se implanta el hongo en la mucosa oral, nasal y conjuntival, por inhalación o por la ingestión de alimentos contaminados”. Este suele causar dolor, fiebre y tos generando la destrucción y necrosis (muerte) de los tejidos. Una vez infectado los tejidos, estos se tornan negros; de allí el nombre común de la enfermedad.

Esta infección no es reciente sino que, por el contrario y como afirma Bonvehi, es un hongo registrado hace bastante tiempo: “En realidad existe hace muchos años y se trata exclusivamente de un hongo ambiental que no se transmite de persona a persona. Está en el ambiente y que aprovecha a la persona que está debilitada”. Esta mucormicosis pertenece al orden de los hongos hialinos ‘mucorales’ en el que se agrupan distintos géneros y especies como Mucor, Rhizopus, Lichteimia o Cunninghamella, entre otros. Tal como detalla el especialista, esta infección no solo se relaciona con pacientes diabéticos que entran en cetoacidosis (altos niveles de acidez en sangre), sino también en aquellos que presenten algún tipo de inmunosupresión como, por ejemplo, pacientes con cáncer, con enfermedades autoinmunes o que sufrieron quemaduras graves: “El no tener defensas permite al hongo colonizar las fosas nasales penetrando el sistema nervioso y ocasionando necrosis o muerte de tejido, afectando los senos paranasales, la región orbital y hasta al cerebro”.

Según Bonvehi, esto se vincula con los pacientes de covid porque aparentemente el hongo encuentra un terreno fértil para multiplicarse y avanzar en los pacientes por el uso de corticoides: “Estas medicaciones son buenas para la oxigenación y tratamientos de covid, pero a personas con tendencia a tener diabetes, puede generarle una diabetes hiperglucémica que facilita la aparición de este hongo”. Sabiendo esto, en EE. UU. y en muchos hospitales argentinos, a partir del séptimo día de uso de corticoides, se inicia tratamiento con fluconazol, que es un antimicótico.

En la India, más de 9 mil pacientes fueron diagnosticados con esta infección fúngica y hay casos en Uruguay, Estados Unidos, Brasil, México, España, Italia, Austria, Irán. En India, según el especialista, se produce este aumento por tres condiciones territoriales: la cantidad de personas a nivel país (tiene más de 1.409 millones de habitantes y es el segundo país del mundo por población), la cantidad de casos por covid y la prevalencia de diabetes en la población.  Siguiendo esta línea, el infectólogo sostiene que “hay que estar atento a los síntomas pero sin entrar en alerta; ya que se trata de una enfermedad infrecuente aunque sea alta la tasa de mortalidad”. Esto quiere decir que las personas que no tienen problema de defensas, pueden convivir con estas esporas sin que se genere la enfermedad. En el caso de las personas diabéticas el doctor recomienda mantenerse controlado, vacunarse y mantener los cuidados de higiene para evitar el covid. Por último, Bonvehi remarca la importancia de diagnosticarse a tiempo por ser una enfermedad de curso agudo y severo.

Chacarera de los pobres

Chacarera de los pobres

Festivales, peñas, guitarreadas y encuentros culturales están suspendidos hasta nuevo aviso. Músicos y bailarines quedaron afectados en este contexto sanitario. ¿Cómo hacen para sobrevivir? La comunidad folclórica pide la palabra.

La segunda ola de coronavirus está provocando un desconcierto absoluto en el ambiente artístico. Todo indica que falta tiempo para que los trabajadores de la cultura puedan volver a estar cara a cara con el público, y así poder recuperar su fuente de ingresos.

“Solo vivía de las actuaciones y actividades asociadas a la música, con eso mantenía el alquiler de una casa y todo tipo de sustento diario para mis hijos”, dice Carlos Bustamante, cantautor santiagueño que reside hace pocos años en la provincia de Buenos Aires. Sus “oficinas” eran los colectivos que circulan en el Conurbano y sus herramientas de trabajo la voz y la guitarra.

En nuestro país hay un total 86.542 de trabajadores y trabajadoras culturales, según el Registro Federal del Ministerio de Cultura de la Nación. De los cuales 50.757 recibieron el apoyo extraordinario “Cultura Solidaria”, ayuda que implica el pago de dos cuotas de 15 mil pesos para ayudarlos a afrontar esta difícil situación.

Reinventarse y elegir otros rubros del mercado laboral parece ser la única solución posible para los hacedores del arte. Ejemplos sobran. Tal es el caso del locutor nacional Pablo Bauhoffer, quien conduce el espectáculo más importante de la música folclórica argentina: el Festival Nacional de Folklore de Cosquín,  el cual – dicho sea de paso- tuvo que cancelarse por la pandemia. “Fue entonces que me puse a hacer comidas con la ayuda de mi mamá y con la ayuda de la suegra de mi hermano, horneamos pan para vender todas las semanas; también empanadas, locro, pollo relleno”, explica.

Además, cuenta que en una primera instancia pudo “resistir el embate” con sus ahorros y con su estudio de grabación, que ya lleva más de 15 años en la provincia de Córdoba. Añade que en el mes de diciembre pudo entrar a trabajar en la inmobiliaria donde alquila: “Estoy yendo tres días a la semana, tres horas, lo cual es una gran ayuda económica”, agrega.

En cuanto a la danza, el panorama es aún más desolador. “Es una actividad (profesional e informal) precarizada histórica y estructuralmente, esto se viene padeciendo desde hace mucho, no hay leyes que nos amparen en situaciones extremas, como esta pandemia”, se lamenta Sonia Lescano, coordinadora y comunicadora perteneciente a la región AMBA del Movimiento Federal de Danzas. En Argentina, la música, el cine y el teatro son disciplinas que están reglamentadas. En cambio, la comunidad dancística no cuenta con una ley nacional que la regule. Aunque “fue presentada nuevamente por la senadora Norma Durango, que ha ingresado el expediente”, afirma Lescano.

En tanto, Luciano Lugones vive en Merlo y es profesor y director del ballet folclórico “Flor de Ceibo”. Cuenta que en 2019 se quedó “sin trabajo estable” y se dedicó a “dar clases, armar certámenes y organizar peñas. Ahora, para solventar sus gastos cotidianos trata “de hacer changas, me dedico al armado de PC y a la herrería”. Por otra parte, Marcela Alzogaray directora de la agrupación folclórica “Mi alma en la danza”, también de Merlo, relata: “Al no poder realizar peñas no podemos juntar plata para abastecernos de los elementos esenciales como: los trajes, sombreros, ponchos, zapatos”. No solo eso, también comenta que sus alumnos “son chicos de bajos recursos, chicos de barrio, la danza los contiene, el folclore es su refugio”.

¿Lo virtual como una posible salida?

Para cuidar la salud, el protocolo sanitario vigente  impide el contacto físico en las actividades culturales. Hoy solo predomina otro tipo de vínculo entre personas – o mejor dicho conexión- gracias a la virtualidad. “Sin dudas, le doy gracias a la vida de pertenecer a esta era donde existe la tecnología, las redes sociales, las plataformas, en donde achicamos las distancias con la gente”, dice Juanjo Abregú, violinista y cantante nacido en la provincia de Tucumán, a quien la pandemia lo “golpeo desde otro frente” como es la enfermería, profesión que viene “haciendo paralelamente desde hace 12 años”, en el Hospital Rivadavia.

Las herramientas digitales fueron grandes aliadas a la hora de fomentar la cultura. Pero eso no implica que sea una tarea sencilla. “Todo evento que tenemos en mente lo pensamos como para que sea virtual pero cuesta muchísimo”, asegura Noelia Ciocca, creadora de la cuenta de Instagram TyC Folk, que difunde noticias relacionadas al ambiente folclórico. Uno de sus objetivos en esta pandemia es “ayudar a algún artista que no la está pasando bien económicamente”. Para ella es “muy difícil vivir del arte completamente, mi compañero trabaja en el armado de muebles, y yo me dedico a la docencia y otros emprendimientos”.

Por su parte, el productor artístico Víctor Ríos afirma haberse reinventado: “Abrí un sello discográfico propio invirtiendo en bandas, en canciones básicamente, y trabajando con plataformas”. No obstante, desconfía del streaming como forma efectiva de generar ingresos, ya que “rinde para los artistas grandes y solo al principio, los menos conocidos solo cubren los gastos”. Cuenta que es representante de “Los 4 de Córdoba” y lo último que hizo, a nivel artístico- antes del cierre- fue “el homenaje al Chango Nieto para la Peña de Morfi en Telefé”.

El covid 19 está provocando un estado de emergencia cultural. Antes de la pandemia la comunidad folclórica argentina disfrutaba de grandes noticias como la aprobación de la Ley de Cupo Femenino en los escenarios y la enseñanza obligatoria del folklore en las escuelas. Eso ya forma parte del pasado. Hoy el sector artístico se dirige a un destino incierto. La mayoría se encuentra en la economía informal o son monotributistas. Valorar el trabajo de estos artistas es una deuda que tenemos como sociedad, ya que el folclore, tal como lo expresó alguna vez Augusto Raúl Cortázar,  “es el alma máter de un pueblo”.

El mal sabor del desencuentro

El mal sabor del desencuentro

Juan Manuel Insfran, presidente de la Cámara Argentina de Cerveceros Artesanales (CCAA), cuenta que “aproximadamente el 95% del producto producido por las cervecerías artesanales del país es consumido en bares, restaurantes, cervecerías; es decir: necesitamos a los gastronómicos para nuestro sector”. Las medidas de restricción por la emergencia sanitaria a causa del covid-19 han perjudicado, entonces, al sector durante 2020 y ahora nuevamente, con el confinamiento total de los últimos fines de semana y con la reducción horaria de 10 a 19 durante los días de semana.  “La pandemia afectó fuerte y negativamente a las cervecerías artesanales, porque una buena proporción tiene enfocado el negocio a bares y restaurantes”, señala Leonardo Ferrari, uno de los socios fundadores de la cerveza artesanal Antares. A la vez, Mariano Prieto, cofundador de la cervecería Sandoval en la Ciudad de Buenos Aires, explica que “lo que más complica de las medidas del gobierno es no trabajar con un turno de cena”. Las estadísticas de las cervecerías artesanales son preocupantes: “Un 60% tiene deudas con proveedores, más del 40% tiene deudas de más de un mes de alquiler, y un 70% debe más de un servicio” comenta el presidente de la CCAA y confiesa: «Estamos en un momento crítico, y no creemos que se vuelva a reactivar en los próximos meses”. Incluso, hay lugares de la Argentina, como Villa General Belgrano, que vive exclusivamente del turismo en fechas festivas, como la Fiesta de la Cerveza, conocida como October Fest. “El mes pasado, sólo un 10% de las empresas cocinó cerveza. Jamás en toda nuestra historia había pasado eso, están sufriendo mucho”, resume Insfran.

“En la provincia de Buenos Aires el consumo de cerveza artesanal durante la pandemia bajó un 80%”, dice Pepe.

Martín Pepe, presidente de la Cámara Bonaerense de Cerveceros Artesanales comenta que “en la provincia de Buenos Aires el consumo de cerveza artesanal durante la pandemia bajó un 80%”, y completa: “Un 35% de locales de cervecería artesanal tuvo que cerrar. Vemos que se cierran y quedan los locales armados, pero con las persianas bajas, porque no pueden pagar el alquiler”. Pepe confiesa que en su cervecería hoy factura un 20% de lo que vendía antes: “Hubo recortes de personal, gastos, impuestos”, y también admite que “hace más de un año estamos viviendo de ahorros o moratorias a pagar”.   ¿Delivery y take away? El sector de cerveza artesanal tuvo que buscar alternativas para seguir subsistiendo, los gastronómicos se vieron obligados a pasar su negocio a delivery o take away. Sin embargo, “nadie pide una cerveza artesanal en el delivery, lo que se está haciendo es asociarse con cadenas de comidas para incluir la cerveza artesanal, porque el delivery de la comida sí funciona más”, confiesa Pepe. Prieto, quien en su cervecería distribuyen dos marcas de cerveza artesanal y una industrial, declara: “De cada cien pedidos, uno sólo pide cerveza por delivery, la mayoría quiere comidas, y sólo algunos incluyen la cerveza. La situación influye tanto en los bolsillos de las cervecerías como en los de los proveedores: a nosotros, antes, un barril nos duraba cuatro días como mucho, hoy nos dura entre uno y dos meses”.

“Las comisiones que cobran las plataformas de delivery son increíbles, van desde un 25% al 30% más IVA», dice Sandoval.

Otra de las trabas que atraviesan las cervecerías para la distribución de comida a domicilio, son las aplicaciones de comidas. “Son un mal necesario”, resume el dueño de Sandoval y explica las razones: “Las comisiones que cobran son increíbles, van desde un 25% al 30% más IVA, de cada cien pedidos que entran tengo que darle 25% a la aplicación, pero hay que estar sí o sí porque si no las ventas bajan y se pierden clientes”. Con respecto a los productores de cerveza artesanal, el presidente de la CCAA explica que ellos están intentando vender directamente el producto al cliente de manera online. “Funciona, pero no sirve, muchas productoras están invirtiendo en botellas, pero tienen que sacar grandes volúmenes para lograr un bajo costo y ser competitivo; y las máquinas de embotellado y etiquetado valen fortunas en dólares”. La lucha por las góndolas Desde hace dos años, el sector cervecero artesanal intenta dar pelea en las góndolas de los supermercados y comercios de cercanía. Algunas batallas fueron ganadas, pero sólo con aquellas marcas que están posicionadas en el mercado. Un ejemplo es Antares, su dueño explica que hoy la ganancia de la cerveza está enfocada en ese negocio: “A nosotros la pandemia nos afectó negativamente, pero un poco menos que otros cerveceros artesanales, por la venta de latas y botellas en los comercios y supermercados. Intentamos hacer crecer eso, para tratar de compensar la caída de los bares y gastronomía”. Pepe cuenta la situación y dice que “las grandes marcas de cervezas industriales impiden que haya competencia en los comercios y supermercados, hay una competencia desleal”. En este sentido, La Ley de Góndolas era una posibilidad para entrar a competir en ese mercado. Sin embargo, Insfran cuenta que uno de los problemas es “que estamos unificados en la categoría con los aperitivos y cervezas, donde quienes ocupan los lugares son las empresas industriales, no hay lugar para el cervecero artesanal, pedimos que haya una separación en la nomenclatura”.

“A fin del 2019, cuando nos anunciaron la Ley de Góndolas, muchos salieron a endeudarse en dólares para comprar maquinaria, pero tras la pandemia no creo que muchos resistan”, dice Insfrán.

Nuevamente aparece la cuestión del embotellado, enlatado y etiquetado para la cerveza artesanal: “Se requiere de una transformación de estructura, el sector antes funcionaba con barriles y hoy no se lo vende a nadie, por eso necesitamos de máquinas para ayudar a que la cerveza artesanal compita en las góndolas, se avanza en eso, pero a un ritmo lento, no con la velocidad que queremos”, reflexiona Insfran y además cuenta que el aumento del dólar en el 2018 afectó a la compra de maquinarias para embotellamiento: “A fin del 2019, cuando nos anunciaron la Ley de Góndolas, muchos salieron a endeudarse en dólares para comprar maquinaria, pero tras la pandemia no creo que muchos resistan”. En el comunicado oficial de la CCAA piden: “Necesitamos acciones concretas e inmediatas para que las 6.500 familias que dependen de nuestro sector puedan seguir produciendo. Mientras tanto, las grandes corporaciones siguen teniendo canales de venta en los supermercados y nuestro sector sigue paralizado, por lo cual la brecha sigue ensanchándose. Necesitamos que la implementación de la Ley de Góndolas equilibre esa disparidad”.

“La ayuda que da el gobierno no alcanza”, coinciden tanto la Cámara nacional como la bonaerense.

Otra de las cuestiones es que la producción de cerveza artesanal surge mayoritariamente en grupos familiares: “El problema es que los que producen cerveza lo hacen en familia, y no tienen sueldos, tienen ganancias o no, las ayudas del gobierno no alcanzan”, explica Pepe y cuenta la situación de familias que vivían de este negocio donde hoy el ingreso es cero. “Conozco cervecerías que se transformaron en verdulerías por delivery”, subraya. “La ayuda que da el gobierno no alcanza”, coinciden tanto la Cámara nacional como la bonaerense. “En el primer ASPO del año pasado, se lanzaron los programas del ATP y fue una de las mejores ayudas que nos dio el Estado, nos gustaría volver a tenerlo, hoy tenemos el REPRO 2 pero no es suficiente”, explica Insfran. Desde el sector piden, entre otras cosas, “obtener créditos a tasas subsidiardas con menos requisitos, que no cierren las importaciones al tipo de tecnología que necesitamos, que la Ley de Góndolas se expanda a negocios de cercanía, que se regulen algunos impuestos”, en pos de “comenzar a trabajar en recuperar nuestras PYMES y así seguir trabajando para fortalecer la industria nacional”. La situación actual de emergencia sanitaria a causa del covid-19 está presente en los cerveceros artesanales. Desde la CCAA plantean que “hay muchas cosas que se pueden hacer para ayudar al sector, entendemos la situación y no pedimos una apertura total de los comercios porque sabemos que la gente tiene miedo”. Sin embargo, Prieto plantea que “quedó demostrado que la gastronomía no contagia, es cierto que los bares son puntos de encuentro y de sociabilización, pero no se está actuando de forma lógica con las medidas restrictivas. Eso no quita que la situación sanitaria esté al límite, pero la situación económica también lo está”. “El sector cervecero está muy enojado con el gobierno”, sintetiza Pepe y amplia: “Es muy triste lo que está pasando porque no vemos un horizonte, nos molesta la incertidumbre, no nos dicen medidas a largo plazo con una agenda clara. En los momentos de restricción es donde más nos endeudamos y cuando abrimos podemos saldar las deudas”.

“El sector cervecero está muy enojado con el gobierno”, sintetiza Pepe

La cerveza artesanal no es un producto de necesidad, entonces “es lo primero que se deja de consumir, notamos que la gente ya no tiene dinero para comprar una cerveza artesanal”, subraya Insfran. Además, tanto Pepe como Ferrari coinciden que es un producto que se consume socialmente para esparcimiento, entonces “al cortar los encuentros sociales, la cerveza se corta”. Ferrari confiesa que “hubo un cambio social que afectó negativamente, el hecho de que haya caído la presencialidad en los trabajos repercute en las cervecerías, quienes muchas veían el aumento de clientes en los happy hour, después de la jornada laboral”.