Comenzó el juicio a los cuatro policías acusados por la masacre de Monte

Comenzó el juicio a los cuatro policías acusados por la masacre de Monte

Los organismos de derechos humanos son querellantes en un juicio con jurado popular que investiga los asesinatos de cuatro chicos ejecutados en mayo de 2019.

Los cuatro policías acusados, sentados detrás de sus abogados defensores.

Cuatro policías están siendo juzgados por un jurado popular, acusados de haber provocado la Masacre de San Miguel del Monte, en la que fueron asesinados cuatro chicos el 20 de mayo del 2019 al ser perseguidos y tiroteados por un móvil policial que luego provocó un choque.

El proceso está a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de La Plata, en cabeza de la jueza Carolina Crispiani. El juicio inició el lunes 8 y se extenderá en jornadas consecutivas hasta el 17 de mayo. Los acusados son los oficiales Leonardo Daniel Ecilape, Manuel Monreal y Mariano Alejandro Ibañez y el excapitán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Rubén Alberto García, quienes se encontraban a bordo de los patrulleros que persiguieron a los chicos. Los uniformados enfrentan la acusación de «homicidio agravado por abuso de función como miembro de las fuerzas policiales calificado por el empleo de armas de fuego, y violación de los deberes de funcionario público».

Los policías siguieron a los tiros al Fiat 147 en los que se encontraba Camila López (13), Danilo Sansone (13), Gonzalo Domínguez (14), Rocío Quagliarello (13) y Aníbal Suárez (22), quien manejaba. En consecuencia, el Fiat chocó contra un acoplado que estaba detenido en la ruta provocando la muerte de Camila, Gonzalo, Danilo y Aníbal por el impacto. Solo sobrevivió Rocío –que en su momento declaró en Cámara Gesell–, que asiste a un proceso oral y público en la que se cruzan dos versiones. “Por un lado la verdad de las víctimas que ya no están producto de la violencia policial, y por el otro la pretensión de los imputados de culpar a Aníbal, el joven de 23 años y dueño del Fiat 147, por haber consumido alcohol, y al grupo que se trasladaba con él por no haberse detenido ‘para identificarse ante la autoridad’”, según la crónica de la agencia Andar. La mamá de Danilo, Gladys Ruiz Díaz, describió el dolor y la constante sensación de “muerte en vida”, como así también las amenazas, hostigamientos, mensajes intimidatorios de la policía y agresiones a su casa que han derivado a una custodia permanente por parte de Gendarmería. Los testimonios de las familias fueron desgarradores, relataron con mucha angustia la revictimización que padecieron cuando la policía intento difamar a sus hijos y les dijeron que habían salido a robar.

Loana Sanguinetti junto a su hija Rocío Quagliariello, la única sobreviviente de la masacre.

El fiscal de juicio es Mariano Sibuet, mientras que la querella está dividida en tres partes: la abogada Dora Bernardez representa a las familias Domínguez y Suárez; Margarita Jarque, de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), patrocina a las familias Sansone y López; mientras que Ricardo Minoli acompaña a la familia Quagliarello. Tanto el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), como la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) actúan como querellantes. La Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires se presentó ante el TOC 4 bajo la figura de “amigos del tribunal” y está siendo observadora del juicio.

Este lunes, día del inicio del juicio, se realizó un fogón en la plaza principal de San Miguel del Monte en conmemoración a los chicos para mantener encendida la “llama de la memoria”. Allí se encontraron seres queridos de los chicos, organizaciones de Derechos Humanos y vecinos de La Plata.

«Yo necesito que la Justicia tome ese caso como lo que es: un asesinato de niños inocentes”, expresó la madre de Gonzalo Domínguez. Además, resaltó que el patrullero siguió a un 147 que “iba muy despacio, paseando, durante dos kilómetros disparando al menos doce veces”. Susana Ríos cree que los chicos vieron algo: “Pasaron por un lugar donde no sé qué estaba haciendo la policía, para mi ese fue el motivo”. “Evidentemente son asesinos”, concluyó.

Por otro lado, Juan Carlos Sansone, papá de Danilo, declaró: «Queremos que nos digan por qué hicieron lo que hicieron. Hasta el día de hoy no sabemos por qué los empezaron a perseguir, me gustaría preguntarles, jamás nos dijeron nada».

El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, sentado detrás de los abogados querellantes.

LAS AUDIENCIAS

Se prevén ocho jornadas consecutivas del juicio, que culminaría el miércoles 17 de mayo. Durante el lunes se eligieron a los titulares y suplentes del jurado. En la segunda audiencia comenzaron a hablar los familiares de las víctimas y la defensa de los policías imputados.

La mañana del martes comenzó con el alegato de defensa de los policías bonaerenses quienes responsabilizaron de los hechos a Aníbal Suárez, a quien acusaron de manejar en estado de ebriedad, de emborrachar a los adolescentes y de huir de la policía tras conducir en zigzag.

 

Emanuel y Hugo Suárez, primo y tío de Aníbal, sostuvieron que un mes antes de la masacre la Policía había extorsionado a Aníbal luego de detenerlo por no tener los papeles del auto en regla. «La Policía nos hizo señas de luces y nos llevaron a la comisaria. Ahí nos empezaron a apretar porque teníamos el domicilio en Misiones. Que teníamos que pagar una multa para salir, les dimos cinco mil pesos que, para nosotros, era mucha plata», relató Emanuel.

Yanina Zarzoso, mamá de Camila López, también declaró este martes ante el jurado. Como la familia de Sansone, Yanina no supo de los disparos y de la brutalidad policial hasta el día siguiente cuando su padre -el abuelo de Camila- recibió esa información por parte de un amigo que trabajaba en la estación de micros de Monte. La propia policía del pueblo había estado comentando, en conversaciones casuales, lo ocurrido durante la noche anterior. Sin embargo, un video de una radio local fue necesario para terminar de dar vuelta la versión policial.

Susana Ríos contó cómo se enteró que su hijo había estado en un accidente de auto y cómo la intendenta de aquel momento, Sandra Mayor (actual presidenta del INTI Instituto Nacional de Tecnología Industrial), y los funcionarios municipales, Hugo Medus y Claudio Martínez, le negaron que hubieran existido disparos contra el Fiat 147 en el que viajaba Gonzalo, al tiempo que alimentaban la versión del “accidente”. En este sentido, habrá un segundo juicio referido al encubrimiento de los hechos, falsificación de documentos, entorpecimiento de la investigación y ocultamiento de evidencias que desarrollaron para exculpar a los policías responsables, donde el abogado de la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), Ismael Jalil, será testigo. “Monte fue una masacre emblemática, es un crimen de Estado donde se juzga a la institución policial, no a cuatro policías”, dijo ayer el letrado.

Durante la acusación, el fiscal del juicio Mariano Sibuet le pidió al jurado popular que “emitan un dictamen justo para hacer honor a la justicia”. El abogado dijo que los policías imputados cometieron un “acto atroz” y que las víctimas vivieron momentos de “terror, angustia y miedo”.

“Necesito justicia para que mi hijo descanse en paz”

“Necesito justicia para que mi hijo descanse en paz”

«Tengo esperanza y confianza en la justicia. Dentro de todo el dolor, eso me está dando tranquilidad», cuenta Ríos.

La vida de Susana Ríos cambió por completo la madrugada del 21 de mayo. A través de Facebook le llegaron rumores de disparos en las adyacencias del pueblo. A las 4 confirmó lo peor: su hijo Gonzalo Domínguez, de 14 años, era uno de los pasajeros del Fiat 147 que se estrelló contra un camión sobre la colectora de la Ruta 3, luego de una persecución policial.

Gonzalo viajaba junto a sus amigos Danilo Sansone (13), Camila López (13), Aníbal Suárez (22) y Rocío Quagliarello (13). Rocío fue la única sobreviviente. “Todavía no pude hablar con ella. Me cuesta salir. Cuando pueda, y si su mamá me lo permite, la voy a ir a visitar. Por lo que me contaron, está recuperándose muy bien”, cuenta Susana, quien hoy, a sus 56 años –y tras la muerte de Gonzalo– quedó viviendo sola en su casa de San Miguel del Monte. Sus otros dos hijos, Marina de 30 y Juan Ignacio de 27, ya no viven con ella.

Susana fue de las primeras en sospechar de la primera versión que hablaba de un choque, que se descartó cuando la autopsia confirmó que el cuerpo de Gonzalo había sido impactado por una bala. Con esta información, empezó a revelarse el encubrimiento policial. Horas más tarde, cuando se publicaron las imágenes de las cámaras de seguridad que mostraban a los agentes tiroteando ferozmente al Fiat 147, no quedaron dudas. El resultado inmediato fue el descabezamiento de la cúpula local de la Bonaerense.

“Los medios fueron muy importantes. Nos ayudaron a demostrar que esto no había sido un simple accidente. Por ahora no vi ninguno que no haya tratado con respeto el asunto. Fueron muy cálidos todos”, destaca Ríos y afirma: “Esto repercutió en la sociedad y se pudo conocer lo que realmente fue: una masacre de niños inocentes”.

«El cariño que recibí del pueblo ha sido tremendo», revela Ríos.

¿Cómo está progresando la causa?

Estamos esperando que baje de la Cámara para seguir con otras denuncias que tienen que elevarse. Siempre estoy informada. Junto con mi abogada trabajamos permanentemente. Faltan responsables. Por el momento tenemos trece personas detenidas. Tengo esperanza y confianza en la justicia, y sé que se están trabajando bien. Dentro de todo el dolor, eso me está dando tranquilidad. Espero que se determine qué grado de culpabilidad tuvieron las autoridades implicadas.

¿Cuándo empezó a sospechar de un encubrimiento policial?

Aquella noche, desde las 2, en las redes sociales ya se comentaba de disparos en el pueblo y a partir de ese momento supe que algo estaba pasando. A las 4, cuando fui a reconocer el cuerpo de mi hijo, lo confirmé. Mientras tanto, me mintieron. Rubén Martínez, el secretario de Seguridad municipal, me negó en la cara que lo de los disparos fuera cierto. Pero la mentira duró pocas horas porque lo que ellos presentaban era una farsa. Martínez fue vital para el encubrimiento: por suerte ahora está detenido con prisión preventiva. Esto destapó muchas ollas. Antes no lo sabía pero lo empecé a notar con las denuncias que fueron apareciendo. Me enteré que desde antes maltrataban mucho a los chicos. Esta policía estaba actuando de una manera enviciada y atroz.

Desde entonces Monte dejó de ser un pueblo tranquilo…

Sí, ahora es un pueblo triste y que quiere justicia. También está muy enojado por todo lo que pasó. El tema de la seguridad hay que tenerlo en cuenta y trabajar sobre eso. Hay que devolver la tranquilidad a los habitantes que quedan y sobre todo a los niños. Luego de la masacre tuvimos una reunión con el Gobierno provincial en donde les elevamos requerimientos específicos para la policía. Más que nada, para que esto no vuelva a repetirse. Esto no puede pasar de nuevo. Jamás.

«Estoy asistida por una psicóloga del CELS porque me di cuenta que no puedo sola», confiesa Ríos.

En el pueblo se hicieron numerosas marchas en repudio al accionar policial y en reclamo de justicia, ¿qué significan para usted?

Me emocionan mucho porque me siento acompañada. El cariño que recibí del pueblo ha sido tremendo. Me cuesta salir a la calle pero las veces que salgo, la gente me abraza y llora. El dolor es muy fuerte y juntos debemos buscar que se haga justicia y que el recuerdo de los nenes esté vivo para siempre.

¿Cómo era su relación con Gonzalo?

Yo crié un hijo sano. En mi casa había besos y abrazos. Mis otros hijos ya son grandes y no viven conmigo. Así que Gonzalo, con 14 años, era mi chiquito mimado. Con él teníamos mucho diálogo y conversábamos sobre todo: los peligros, las cosas buenas y las malas. Me hace muy bien recordarlo por cómo era él. Solía ir a la plaza Alsina y a la pista de skate, donde hacían rap. Tenía muchos amigos, con quienes hacían juntadas en la costanera o venían a tomar mates a casa. Después hacía futbol. Hacía las mismas actividades que la mayoría de los chicos de su edad en un pueblo tranquilo como es éste. Bah, que lo era.

¿Usted cómo está?

Pasándolo. Mi día a día es estar en mi casa. El momento en que estoy sola es muy duro. Estoy asistida por una psicóloga del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) porque me di cuenta que no puedo sola. Ya pasaron dos meses y este suceso me cambió la vida. En el resto de la familia también están todos muy tristes. Gonzalo tenía cinco hermanos, dos por mi parte. Mi esposo Omar está internado en La Plata, está en rehabilitación hace un año por un ACV isquémico y todo esto es muy duro para él.

¿Y le quedan fuerzas para seguir atendiendo a la prensa?

Yo voy a seguir dando notas para que el tema siga presente y no quede en el olvido. Quiero que este hecho se recuerde para siempre. Tengo que tener la fuerza y la valentía para seguir hablando porque necesito justicia para que mi hijo descanse en paz. Esta madre no va a bajar los brazos, vos quedate tranquilo.