Visita al horror

Visita al horror

En el marco de la causa denominada Brigadas, se realizó un reconocimiento ocular en el CCDyT Pozo de Banfield. Victoria Moyano Artigas conoció el lugar donde nació.

El último martes siguió adelante el juicio por los crímenes de lesa humanicadad cometidos durante la dictadura cívico-militar en las brigadas de Quilmes, Lanús y Banfield. En esta ocasión, se realizó una inspección ocular al ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio conocido como Pozo de Banfield, ubicado entre Luis Siciliano y Luis Vernet en el barrio Villa Centenario, partido de Lomas de Zamora. Esta visita contó con la presencia de los jueces Ricardo Basílico, Walter Venditti y Esteban Rodríguez Eggers, los auxiliares fiscales Juan Martín Nogueira y Ana Oberlin, integrantes de la Unidad Fiscal Federal de Delitos de Lesa Humanidad; querellantes, la Defensoría Pública Oficial, defensas particulares y familiares de las víctimas de las atrocidades de la última dictadura militar. 

El recorrido comenzó en el portón por el cual ingresaban los autos y camiones con las personas detenidas desaparecidas. El estruendo del ruido de la chapa ya heló la sangre. Las personas presentes dijeron que ese sonido en particular era el mismo que se escuchaba cada vez que abrían y cerraban ese portal, que dirigía a la tortura, la muerte y, en algunos casos excepcionales, la salida con vida del Centro Clandestino de Detención (CCD). 

Detrás de ese portón había un patio, donde Pablo Díaz, sobreviviente de La Noche de los Lápices, fue secuestrado y detenido durante tres meses, desde septiembre hasta diciembre de 1976. Fue él quien comenzó a relatar los hechos que recordaba de su estadía como detenido. 

Díaz guió a las personas que lo acompañaron en el recorrido hacia la parte de atrás del patio. Señaló el espacio donde los dejaban estar al aire libre, aunque aclaró que eso no ocurría con frecuencia. Las paredes estaban marcadas con agujeros resultado de haber disparado contra ella. El sobreviviente contó que esos huecos son de simulacros de fusilamiento. “Tiraban arriba. Lo que siempre pensé era ‘me mataron’, pero yo no sabía cómo era la muerte en realidad”, recordó.

Antes de ascender hacia el segundo piso, Díaz destacó que era muy importante mencionar que “te subían golpeándote. A las compañeras embarazadas las bajaban en una chapa, y por ahí se escuchaba cuando se les caían. Pasaban a donde estaba la cocina”. Allí, según distintos testimonios en este juicio, se realizaban los partos.

El CCD está conformado por tres plantas. El recorrido del interior inició en el segundo piso donde se encontraban los calabozos dispuestos en dos pasillos separados. En total, dentro del espacio había 24 celdas que, a su vez, tenían puertas de chapa gruesas, y un baño hacia el fondo del corredor. En aquella época no entraba luz. Mientras más se avanzaba, el espacio se volvía cada vez más oscuro. Como señaló el sobreviviente, los adolescentes estaban destinados a cuidar a las embarazadas: “Si alguna compañera estaba por parir, golpeábamos la puerta y gritábamos que llamen a emergencia”. 

Pero, acto seguido, al ingresar al baño, narró hechos de extrema violencia: “Traían a las chicas a verlas desnudas bañándose. A María Clara, de 17 años, la empiezan a abusar acá. Sola. La llevan a la celda. Ahí empezó a gritar y se golpeó la cabeza contra la pared mientras decía ‘me quiero morir’. En el calabozo la estaban tocando. Ahí su novio Horacio empieza a gritar ‘basta’ porque nosotros escuchábamos que gritaba que no la toquen”.

Teresa Laborde, también participó de la visita, acompañada de su hermana Martina. Cuando vió el interior de los calabozos comenzó a contar la historia de su madre, Adriana Calvo, quien la dio a luz en la parte trasera de un auto: “La primera noche la pasó abajo. Cuando la suben acá me quieren llevar, mi mamá estaba en una celda de éstas. Justo estaba con Santucho, Cristina Navajas y Patricia Huchansky. Habían resistido un montón de torturas. Navajas estaba embarazada. Me salvaron la vida. Cuando vieron que no me iban a pasar, tiraron una pastilla de gamexane dentro de este lugar, esta celda que es muy chiquita. Estaban tapados los respiraderos y se metieron todas las mujeres que estaban ahí para hacer un cerco para que no respire ese veneno”. 

En el primer piso es donde se vieron las mayores transformaciones del espacio para que luego, en un eventual juicio, no coincidan los recuerdos de los sobrevivientes con lo visible. Por ejemplo, en una pared se ve que hubo una modificación, pues antes había una puerta y coincide con los relatos de los testimoniantes. También es posible reconocer una escalera que fue construida posteriormente, ya que el material no es el mismo que el resto del edificio.

Dentro de uno de esos espacios, un poco más grandes que los calabozos del segundo piso, estuvo detenida Adriana Calvo, y fue reconocido por sus hijas, Martina y Teresa por los relatos que le han llegado de su propia madre, como de sus compañeros de cautiverio.

En cuanto al sótano, al que nunca se había podido ingresar porque es un espacio que se inunda con facilidad, Pablo Díaz sostuvo: “El traslado final era acá. Nosotros escuchábamos camiones que entraban y se llevaban los cuerpos. Hay disparos, que, si sacan el agua, se ven. Decían (los torturadores) que no habían sufrido porque habían muerto de un tiro en la nuca”. Y continuó: “Ellos hablaban del sótano. Decían que las embarazadas iban a ir a una chacra con las madres a criarlos. Después hablaban de ‘¿ya la llevaron al sótano?’. Siempre me pregunté qué sótano. Ahora tiene lógica”. 

El sobreviviente detalló que los fusilamientos ocurrían mientras estaban los detenidos drogados. A partir de calmantes que les daban en las celdas que se encuentran en el sótano, una a cada lado de la escalera, mientras esperaban que les hiciera efecto, para luego arrastrarlos y pegarles patadas. “Nos daban calmantes después del simulacro de fusilamiento. Los calmantes eran droga. Te ibas. Cuando me dieron un calmante me dormí. Ahí si me mataban estaba, supuestamente, la piedad del militar estaba en decir que no íbamos a sufrir. Era una cosa de horror”. 

Aquí, en este espacio, Díaz y los familiares de los detenidos desaparecidos encontraron su momento para hacerles saber su malestar al juez por la tardanza de las sentencias y pedir que revoque la prisión domiciliaria para los represores. 

Todo el recorrido fue en torno a la emoción y las lágrimas. Pero la cocina que se había convertido en el lugar donde las madres daban a luz en la clandestinidad, se volvió el lugar más duro de conocer. Este sector ubicado en el edificio delantero del Pozo de Banfield y al que hay que acceder por escalera fue visitado, en primera instancia, por las hijas de las detenidas desaparecidas. Fue el lugar donde nació Victoria Moyano Artigas. Los azulejos blancos, como relataron los testigos, estaban ahí. Era la primera vez que la nieta restituida pisaba el lugar de su nacimiento. Y como tal, fue acompañada por muchos sentimientos encontrados. Los familiares que estuvieron con ella durante todo el recorrido, pidieron si la podían dejar unos minutos sola. Sin las cámaras, sin los periodistas, sin el tribunal. Solo ella y ese espacio marcado por el dolor. 

Luego de finalizado el recorrido, ANCCOM dialogó con los presentes. Graciela Borelli, hermana de Raúl Borelli, desaparecido desde diciembre de 1977, opinó que fue con mucha emoción por los chicos que nacieron allí, y subrayó: “Los reclamos son por la verdad, en primer lugar, que no hemos logrado avanzar en la verdad por el pacto de silencio que existe tanto en los militares uruguayos como argentinos. En segundo lugar, está el reclamos de justicia. No sé si ponerlo primero o segundo, están en el mismo lugar, pero la verdad sana y la justicia fundamentalmente no te sana a ti, sino a la sociedad”.

Victoria Moyano Artigas manifestó que fue la primera vez que pudo entrar: “Por lo tanto, es fuerte. Es un lugar fuerte y siniestro. Está bien hacer la visita y en esta instancia. Está bien aportar todo lo que uno pueda para terminar con la impunidad y que haya justicia. Por otro lado, nosotros cuando hablamos de memoria, verdad y justicia no hablamos de una consigna vacía. Llegamos a una instancia judicial y tenemos a los represores con prisiones domiciliarias. Es contradictorio que los genocidas que torturaron, violaron, desaparecieron gente y secuestraron bebés estén en su casas. El reclamo histórico es que no gane el reloj biológico a la impunidad y que esta gente tenga que cumplir su condena en cárcel común, perpetua y efectiva”.

En sintonía, la legisladora porteña por el bloque PTS- Frente de Izquierda, Alejandrina Barry también opinó sobre la causa. Barry nació en la cárcel de Olmos. “El recorrido estuvo marcado por la emoción. Es algo que siempre vuelve a aparecer. Mi mamá estuvo detenida acá previo a la dictadura, embarazada de mí. Es una lucha de muchas décadas y llegamos hasta aquí por los sobrevivientes. Adriana Calvo fue la precursora que investigó sobre cada una de nuestras madres y padres, nos ayudó con todos esos testimonios. El gran problema es que los sobrevivientes y los familiares, en nuestra lucha colectiva, hemos hecho de todo, y siempre fue en contra de la justicia y el Poder Judicial. Hasta el día de hoy sigue siendo así”.

Por último, las hermanas Martina y Teresa Laborde, en conjunto, recalcaron: “46 años y todavía seguimos reclamando justicia. Seguimos reclamando que también se juzgue a los civiles responsables, a los medios de comunicación, a la iglesia porque también venían los curas que tienen información. Exigiendo que los carceleros que estuvieron acá hay que ir a buscarlos porque seguramente tienen información. Podrían ser juzgados”.

Los dictadores también estaban en la escuela

Los dictadores también estaban en la escuela

Al cumplirse 46 años de La Noche de los Lápices, el ciclo Cine por la Identidad proyectó «La mirada invisible», de Diego Lerman. Los resabios represores que aún permanecen en las aulas.

El jueves 15 de septiembre en vísperas de un nuevo aniversario de la Noche de los Lápices, -el operativo en el que la dictadura secuestró y torturó a diez estudiantes secundarios, seis de los cuales continúan desaparecidos- se proyectó la película La mirada invisible, dirigida por Diego Lerman y protagonizada por Julieta Zybelberg y Osmar Nuñez, en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en la ex ESMA. El film está basado en la novela Ciencias Morales, de Martín Kohan, está ambientada en el año 1982, momento en que se debilita el gobierno de facto que inició en 1976.

 La película cuenta la historia de Marita, preceptora del Colegio Nacional de Buenos Aires que divaga entre dos universos, el que la constituye como una figura de control y poder sobre los y las estudiantes a quienes debe vigilar; y su vida privada, la de una joven de 23 años que vive con su madre enferma y su abuela. A su vez, muestra cómo va desarrollando su admiración por Carlos Biasutto, jefe de preceptores, quien le enseña el método de adoctrinamiento al alumnado. Este personaje esconde un lado perverso que saldrá a la luz. Marita busca en los estudiantes algún accionar que infrinja las normas de la institución, lo que la llevará a vivir situaciones de peligro. 

Osmar Nuñez, quien interpretó a Biasutto, estuvo presente en la función y participó del debate posterior a la proyección, junto a dos estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, moderados por el nieto restituido y director de la Casa por la Identidad, Manuel Gonçalves. Nuñez señaló que el personaje que le tocó interpretar es una persona que existe en la vida real. El actor invitó a reflexionar sobre qué hacemos para que la sociedad sea un poco mejor. Y opinó: “No hay que acompañar a esos Biasuttos. La gente sigue suscribiendo a esas ideas, es el peligro de la democracia, hay que estar muy atentos”. 

En la misma línea, Gonçalves insistió en que “hoy con las situaciones políticas que tenemos, hay que seguir hablándole a las nuevas generaciones sobre lo que el terrorismo de Estado nos dejó dentro de las instituciones democráticas. Hay ciertos resabios del accionar de la dictadura”.

Asimismo, las estudiantes dieron su punto de vista respecto a qué ha cambiado y qué continúa de estas prácticas relacionadas con la violencia institucional. Malena Arouh sostuvo que la película muestra “cómo se hace uso y abuso de poder” y añadió que “son prácticas que se siguen manteniendo”. Y agregó que dentro del Colegio Nacional de Buenos Aires “hay micromundos con ciertos personajes: alumnos, profesores, preceptores y autoridades que sobreactúan esos roles. Y creen que hay que vivirlos al máximo”, subrayó. En esos roles que buscan hacer cumplir “la norma” es donde se cruzan los límites y está el peligro del abuso de poder.

En la misma sintonía, Ana Barrientos Veiga manifestó que muchas veces estas prácticas abusivas se justifican en el prestigio que tiene el establecimiento, autodenominado “el Colegio de la Patria”. También, señaló que incluso se manifiesta en el vínculo que se establece entre el Centro de Estudiantes y las autoridades: “No podíamos confirmar si veníamos a esta actividad porque pedimos a la Rectora cambiar la fecha de la jornada de reflexión por el aniversario de la Noche de los Lápices para el 15, para poder asistir a la marcha el 16, y no nos respondía. Finalmente, no nos dejó cambiarla y el 16 tendremos que hacer malabares para desarrollar la jornada de reflexión y asistencia a la marcha”, ejemplificó. Las estudiantes señalaron que es el Centro de Estudiantes el ámbito en el que se trabaja para modificar esas prácticas, que lentamente y con el tiempo algunas se van cambiando. “En mi época hicimos el shortsazo, porque a las mujeres no nos dejaban ir de pollera o short”, comentó Malena sobre la protesta que hicieron las alumnas en 2015, “eso, por suerte, es algo que ya cambió”. 

Esta película invita a pensar cuáles son las prácticas sociales que aún persisten en democracia desde la época más oscura que vivió la Argentina. Y muestra cómo vivían los jóvenes bajo la Dictadura: la intervención militar dentro de las instituciones públicas -en este caso un colegio público-, la búsqueda de vigilar y castigar a quienes se los veía como una inminente amenaza, la impunidad de autoridades, y evitar o esconder qué es lo que pasaba en ese afuera de las paredes de la escuela. Esta situación provocaba una dicotomía entre un adentro estructurado y un afuera en el que la dictadura se desmoronaba por el debilitamiento del gobierno militar que se apoyó en una guerra contra Gran Bretaña para recuperar el apoyo de la sociedad. 

A 45 años del comienzo de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, la búsqueda continúa. Por eso, junto al INCAA, llevan adelante la proyección de películas y documentales que dan cuenta de la dictadura Argentina de 1976, que dejó como resultado a 30.000 desaparecidos y desaparecidas, y más de 300 bebés, niños y niñas que fueron apropiados y aún sus familias quieren saber qué pasó con ellos. Es por ello que Gonçalves destacó el rol que tuvieron las Abuelas en la búsqueda imparable de sus hijes y nietes. Y agregó: “los Biasuttos están, pero todavía callan. Hoy esos tipos son viejos que están en la cárcel -y es un triunfo de la democracia-, pero hacen silencio, no hablan. Nunca se supo por parte de ellos, en ningún momento, dónde están los desaparecidos”. Para concluir Manuel mencionó la vigencia del delito de apropiación y la necesidad de que la sociedad siga comprometida con la búsqueda: “También, hay identidades que son falsas, que se transmiten de generación en generación, porque muchos de esos nietos apropiados fueron padres, tienen hijos, y ahí está nuestra lucha. Sigue estando vigente”.

Los lápices siguen escribiendo la memoria

Los lápices siguen escribiendo la memoria

Las cámaras de la sala estaban apagadas pero, de pronto, Pablo Diaz, sobreviviente de la Noche de los Lápices, apareció. “¿Se escucha?”, pregunta a cámara mientras se lo ve esperando ansioso para dar su testimonio. Le hacen el famoso juramento de verdad y comienza. Muestra un papel que los años lo dejaron amarillo “Buenos Aires 26 de junio de 1984. Señor Pablo Alejandro Diaz. Referencia legajo 4018. En mi carácter de secretario de Asuntos Legales de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, tengo el agrado de dirigirme a usted a fin de informarle que el día 22 del corriente mes, se me ha elevado a la justicia, la denuncia relacionada con los centros clandestinos de detención ubicado en la jurisdicción de la provincia de Bueno Aires, en la cual se ha incluido el testimonio que usted presentara ante esta Comisión. Dicha denuncia ha quedado radicada ante el Juzgado N° 1 de la ciudad de La Plata, secretaría a cargo del Dr, Roberto Luis Colombo. Certificando el original a cámara”. Hace 37 años había dado su primer testimonio. El martes pasado volvió a ratificarlo.

Pablo fue detenido y secuestrado el 29 de septiembre de 1976 en su domicilio de la ciudad de La Plata, a las cuatro de la madrugada, por un grupo de tareas dependientes de distintas fuerzas criminales. Esa noche estacionaron tres autos en su puerta. Se bajaron e intentaron abrir el grueso portón de entrada de su casa y como no podían, tocaron timbre.  El relato de Pablo estuvo cargado de emoción y de mucha memoria a pesar de los años. Cada recuerdo contenía documentos e incluso imágenes fotografías del horror que con la película La noche de los lápices pudo reconstruir.

“Mi hermano que estaba durmiendo en su pieza me despertó. Yo comprendí la situación rápidamente por los hechos que estaban sucediendo en la ciudad de La Plata. Le dije a mi que me venían a buscar. Hicieron tirar al piso a todos mis hermanos. Cuando estoy bajando las escaleras uno me señala. Estaban todos con las caras tapadas menos uno que estaba con traje, el comisario Héctor Vides. Inmediatamente me tiran al piso, y me preguntan por las armas”, recuerda Pablo. Él no tenía armas. Le ponen un buzo en la cabeza y lo secuestran. De allí, fue llevado a una estancia, que luego con los años pudo reconocer como el Regimiento N° 7, el llamado Campo de Arana, donde hoy funciona la Infantería.

“Llegamos y me dejaron parado contra la pared por más de 24 horas. Cuando yo me encontraba agotado, me golpeaban”. Luego lo llevaron a un cuarto. Puesto en un catre, atado de pies y manos con alambre y unas telas. Lo desnudaron. El buzo en su cabeza siempre lo mantuvieron. Le preguntaron qué participación había tenido en las organizaciones políticas secundarias, en la Unión de Estudiantes Secundarios, o en la Juventud Guevarista. Si era del Che o si era peronista, también le preguntaron por las pintadas de baños en los colegios secundarios y su participación en el Centro de Estudiantes. “Cuando les decía que no había tenido participación, me daban con picana eléctrica en los genitales o en las heridas. Se te cierran los puños por la corriente eléctrica. Luego de la sesión, cuando no aguantaba más y gritaba me decían que si tenía información de algún chico, que abriera las manos y ellos iban a parar la tortura. Por supuesto, abría las manos, pero no podía decir nada porque tenía los labios quemados por la tensión eléctrica”, describe.

 “¿Qué carajo tenían que hacer ustedes yendo a las villas si tenían todo en su casa?”, le reprochó un represor a Pablo mientras lo interrogaba.  Ya en otro cuarto le cambiaron el buzo de la cabeza por una venda de tela de color roja. “Siempre me acuerdo porque por la luz podía ver figuras. Era un hombre grande y me dice que empiece a contar desde la primaria”. Le preguntó qué pensaba de las villas miserias porque sabía que Pablo iba a dar clases de apoyo escolar con las agrupaciones, la UES y la Juventud Guevarista.  El odio de clase se reflejaba en las palabras del coronel quien, en realidad, le reprochaba a Pablo su preocupación por lo que socialmente no era, porque provenía de una clase media alta.

“La característica era que esta persona se diferenciaba mucho en el lenguaje con respecto a los que nos torturaban o eran represores directos. Los coroneles eran más ideológicos que los guardias y los policías de la provincia. Estaba claro que unos daban las órdenes y otros, los policías, eran los que pònían la mano de obra: las torturas, las violaciones”, expresó. “Ya vamos a ver qué hacemos con tu vida. Síganle dando el escarmiento”, le dijeron luego de haberle aplicado la famosa tenaza, el modus operandi de tortura que implicaba sacar la uña del pie.

Un simulacro de fusilamiento fue otra de las cosas que le tocó vivir a Pablo con 17 años, en sus días en Arana. Siempre, previo al simulacro, llegaba un capellán que les ofrecía confesarse para “librarse de los pecados”. “Cuando nos ponían en el paredón, los más chicos pedíamos a nuestras madres. No queríamos ser asesinados, empezábamos a tener un ataque de histeria, de nervios”. Eran sacados y pasados a un descampado donde podían escuchar los ladridos de muchos perros. Podían olerlos. Los sentían. También escuchaban cómo cargaban las armas. “Éramos aproximadamente seis o siete personas. Ellos hablaban y volvía a pasar el capellán, pero esta vez decían: `Tiren´”, expresa Pablo y continúa: “Nosotros sentíamos los disparos. En un momento que tiran, un compañero dijo: ´Viva los Montoneros´. No puedo reconocer quién, porque se mezclaban con mis gritos y el de muchos de nosotros”. Pablo sintió la muerte. Realmente sintió que lo habían matado en vida. “Uno estaba esperando a ver cómo era la muerte, esperando si era dolorosa, si los agujeros estaban en el cuerpo. Esto es un segundo, pero es muy prolongado. Uno dice ya está ya pasó, pero siente agonizar al otro”.

Una noche empieza a ver un movimiento de micros. Fue el momento del traslado al Pozo de Banfield. Allí lo dejaron en un calabozo inundado, a solas, desnudo, tan solo en ropa interior. Ya no recordaba dónde había quedado su ropa. Una característica del Pozo de Banfield era que estaba lleno de adolescentes y de embarazadas en estado muy avanzado, como el de Gabriela Carriquiriborde que estuvo con él los días que empezó con trabajo de parto o Cristina Santucho quien también estaba embarazada y estaba casi en fecha de parto. Pablo pensaba que las chicas embarazadas eran adultas, las veía así porque iban a ser madres. Pero eran muy jóvenes. “Cuando me enteré que Gabriela tenía 22 años no lo podía creer. Yo creí que era más adulta, creo que porque me calmaba más a mí. A veces me hacía apoyar la cabeza de su panza para escuchar los latidos de su bebé. Era un juego”.

En la celda contigua, se encontraba María Claudia Falcone, de 16 años. Ahí la encuentra, así como también a Osvaldo Buseto y Alicia Calinati que estaba con su padre. Pablo hizo un dibujo donde describe cómo era el pozo de Banfield. Una especie de plano que mostraba la organización de calabozos pequeños.

No abrieron las celdas por una semana. “Dormíamos en el piso y hacíamos nuestras propias necesidades allí porque no nos abrían.  Yo a veces tenía sed y llegué a tomar mi pis. No sé, el hombre es un animal de costumbre. El olor era muy profundo. Luego de esa semana nos sacaron y nos dieron de comer. Y nos trataban de sucios por los que habíamos hecho”, expresa Pablo quien además recuerda que uno de los problemas de las chicas eran los períodos de menstruación con lo cual los guardias les decían que se sacaran la ropa interior. “Eso no era un hotel. No tenían por qué cuidarnos”, recordó Pablo que dijo un guardia.

En el Pozo de Banfield Pablo escucha por primera vez el nombre de Jorge Antonio Bergés, allí lo conoce, ya que estaba permanente. Bergés era un médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y era quien se ocupaba específicamente de las embarazadas. “Para él, ellas eran una joya a la que tenían que cuidar. Él tenía mucho interés en que tuvieran familia. No les importaba la madre sino el chico.  El médico llegó a decirle a los guardias que con ellas no se metan que si querían algo que agarren a las chicas”.  Y fue así, tanto a Claudia como a María Clara las agarraron. “Recuerdo que cuando volvimos del baño, a las chicas las dejaron últimas, las empezaron a manosear. Especialmente a María Clara Ceochili. Le dio un ataque de nervios y cuando regresó a la celda se empezó a dar la cabeza con la pared y a gritar. Pedía que la maten”, declara con la voz quebrada y recuerda: “Nosotros empezamos a gritarle que parara. La particularidad de Clara es que rezaba mucho. Su familia era muy católica, en alguna oportunidad nos dijo que Dios nos había puesto a prueba. Yo no lo podía entender”.

Para diciembre de 1976, su estado mental y el de sus compañeros y compañeras era totalmente depresivo. “Pensábamos que estábamos muertos. En un momento dado mirábamos una soga para ver si nos podíamos colgar para terminar con el calvario”.

Bergés le dejaba trapitos a Pablo por si una embarazada tenía problemas. Le había dejado instrucciones de golpear la reja si algo llegaba a suceder y ese día llegó. Gabriela Carriquiborde había empezado con dolores y entró en trabajo de parto.  “Me agarró la mano y me dijo: Pablo me viene, me viene, ya está. Empezó a tener pérdidas y yo mojaba los trapos entre sus piernas y gritaba: ¡Claudia va a tener!”. Pablo recuerda sentir como el compañero de Claudia le gritaba y que todos le gritaban. “¡Fijate las contracciones, fíjate el pulso! y no hice nada de eso”, cuenta Pablo. “Me tiré sobre la puerta y empecé a golpear que era lo que Bergés me había dicho. Gabi me decía que lo quería tener y que venía su hijo. Cuando viene la guardia, me dice: “Tenela, tenela” y se empiezan a pelear entre ellos. Vienen con una chapa y empiezan a decirse que llamen a Bergés y que preparen todo”.  A la hora escucharon el llanto del bebé. Todos gritaron. El guardia dijo que había sido un varón y que se la llevaban a ella y al bebé a una chacra para que lo pueda criar, que iban a estar bien. “Nosotros nos pusimos contentos. Les creímos”, lamenta Pablo.

Llegó finales de diciembre y por los estruendos y festejos de los guardias, se enteraron que era Navidad. Ese día todos recordaron a sus familias y volvieron a sucederse escenas de depresión porque sentían tan cerca la pirotecnia. Por esos días llevaban a Pablo a un primer piso y lo dejan en una silla. Un mayor del ejército tenía que decirle algo: “Al final se decidió que vas a vivir. Vengo a decirte que te pasamos al PEN”.

“Antes de salir le pido al guardia ver a Claudia, le pido por favor que acceda. En ese momento ella empieza a gritar que sí y los que me llevan me dicen que sea rápido. Claudia estaba apoyada sobre la pared del fondo. Trato de correrle la venda de los ojos, pero le dolía el cuerpo y los ojos por el mismo estado que tenía yo. Me pide que vaya a la casa de la madre y le diga que está bien. Yo le digo que iba a salir y que nos íbamos a encontrar afuera”, confiesa Pablo entre lágrimas y continúa “Ella me dice que había sido violada por delante y por detrás, que nunca más iba a poder ser mujer y me pidió que todos los 31 de diciembre brinde por ellos”. Cuando lo vienen a buscar, escucha voces que empiezan a saludar y despedirlo.

Pablo dice que en estas 20 veces que declaró durante todos estos años, cuando contaba cómo había sido violada Claudia, nunca nadie lo paró para contar este delito. “Pensé que, porque era anecdótico lo que Claudia decía, no me interesaba, pero con el correr del tiempo y de los años supe que no era el hambre, la tortura, la picana eléctrica, los golpes y el encierro el dolor de Claudia, sino que lo más preciado que tiene una mujer, hoy entiendo por muchas adolescentes y por mi hija, es la decisión de con quien hace el amor, lo más preciado que tiene una mujer es su cuerpo. ¡Qué bárbaro! Recién hace dos años, dos fiscales me preguntaron si había tenido violencia de género o abusos”.

“Tengo particularmente las voces de los chicos, de Claudia, Horacio, Panchito que me empiezan a saludar y yo les digo que van a salir”, dice Pablo. Esa fue la última vez que los vio. Esta vez, el nuevo lugar era la Brigada de Investigaciones de Quilmes. A fines de enero, luego de estar allí un mes, lo fueron a buscar y fue trasladado a la Comisaría tercera de Valentín Alsina de Lanús. Allí no lo querían recibir por la cantidad de golpes que tenía y su estado deteriorado, pero lo bañaron, le cortaron el pelo, lo curaron y quedó allí como un detenido legal. Además, también recibió la visita de su familia, después de tanto tiempo y llegó a decirle a su hermana que fuera a la casa de Claudia Falcone con la esperanza de que podría estar allí. En la siguiente visita, Pablo recibió la noticia de que a Claudia no se la vio nunca más.  Debía amigarse con el concepto de desaparecida.  Una terrible palabra, un concepto que persigue y no deja nunca despedirse de los seres queridos, que no permite el duelo ni un lugar para ir a llorar.

Pablo se refirió además a las discusiones banales de si fueron 30 mil o nueve mil desaparecidos “Ruego por una sola persona, por un solo ser humano, y piensen en 9 mil en fila, si quieren cuantitativamente obviar 20 mil más. Nunca le saquen al ser humano la responsabilidad de lo que es capaz de ser y pregúntense para qué es la justicia. Es para ordenar al ser humano en su debilidad de poder hacer el bien y el mal constantemente”, expresa y finaliza: “Qué horror, qué dolor. Sáquenles la prisión domiciliaria a los genocidas por favor, entiendan que el crimen de lesa humanidad es el peor crimen en el mundo. No tengo más. Ojalá no haya otros 37 años de espera. Gracias señor presidente”. 

La lucha de Pablo Diaz y sus compañeros y compañeras ha dejado grandes conquistas como el boleto estudiantil gratuito; y su testimonio ha dejado grabado en la memoria colectiva el horror de lo que significó la última dictadura cívico-militar en nuestro país.

SUBITE al boleto educativo

SUBITE al boleto educativo

La lucha por el boleto estudiantil gratuito nunca dejó de estar presente. Aquello que comenzó en la década del setenta, hoy volvió al centro de la escena. Luego del aumento de las tarifas de transporte –100 por ciento en colectivos y trenes, y, en breve, el 60 por ciento en subtes– dictaminado por el gobierno nacional, cinco proyectos fueron presentados para retomar el tema. El “Boleto Educativo Gratuito” de Patricio del Corro y Marcelo Ramal (Frente de Izquierda); el “Boleto Educativo” de Pablo Ferreyra (Frente para la Victoria); el “Boleto Estudiantil” de Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica); el “Boleto Estudiantil Metropolitano” de Juan Francisco Nosiglia (Suma +); y el “Boleto Educativo Gratuito” de Graciela Ocaña (Confianza Pública), solo para el transporte de pasajeros de corta distancia.

Los cinco proyectos coinciden en que el boleto estudiantil es indispensable para fortalecer el derecho a la educación y profundizar el carácter inclusivo de la educación pública. Sin embargo, las diferencias aparecen a la hora de determinar si el boleto deberá ser gratuito o una tarifa social; si beneficiará únicamente a la educación pública o, también, a la privada; quién será el encargado de financiar el boleto; si favorecerá a todos los actores: estudiantes, docentes y trabajadores de la educación; y, por último, quién debe ser la autoridad de aplicación, el Ministerio de Educación o el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte.

El FIT

El proyecto de ley presentado por Marcelo Ramal y Patricio del Corro decide enmarcar su propuesta en la defensa del artículo 24 de la  Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, que plantea que “la Ciudad asume la responsabilidad indelegable de asegurar y financiar la educación pública, estatal laica y gratuita en todos los niveles y modalidades, a partir de los cuarenta y cinco días de vida hasta el nivel superior, con carácter obligatorio desde el preescolar hasta completar diez años de escolaridad, o el período mayor que la legislación determine”. El Frente de Izquierda considera que actualmente no hay condición de gratuidad, ya que para concurrir a las instituciones educativas tanto estudiantes como docentes y no docentes deben abonar un boleto muy elevado, al que asocian al lucro de las empresas privadas en desmedro de la educación. “En este momento, la posibilidad de un boleto educativo se convierte virtualmente en un hecho que puede determinar para muchos jóvenes la posibilidad de estudiar o no”, expresó Marcelo Ramal a ANCCOM.

El FIT propone un boleto educativo gratuito que sirva para todas las líneas de colectivos que circulen en la Ciudad de Buenos Aires en algún momento de su recorrido, para el subterráneo y el premetro, los 365 días del año, las 24 horas. Beneficiaría a todos los estudiantes, docentes, y trabajadores pertenecientes a las instituciones educativas públicas de gestión estatal y de gestión privada, con o sin aporte estatal, dependientes del Ministerio de Educación porteño en los niveles inicial, primario, secundario, especial y superior. El proyecto también contempla beneficiar a los estudiantes, docentes y no docentes de las universidades públicas radicadas en la Ciudad de Buenos Aires.

“Los anteriores intentos de aprobar un boleto gratuito en la Ciudad fueron desoídos por el gobierno. Hay un aspecto que nos interesa destacar de nuestro proyecto, a diferencia de los restantes: nosotros planteamos el financiamiento del boleto gratuito en base a las utilidades de las empresas de transporte. Queremos que se analicen sus costos y beneficios, particularmente después del tarifazo, y que esto no signifique una forma de financiamiento que termine derivándose hacia otra parte de la población”, sostuvo Ramal. Además, manifestó su preocupación frente al tratamiento de su proyecto, ya que solo está siendo trabajado en la Comisión de Transporte y Obras Públicas y no fue girado a la Comisión de Educación: “Eso quiere decir que se está concibiendo esta cuestión como un puro problema de política de transporte y no se aborda como un derecho relacionado con la educación pública”, aclaró a ANCCOM.

EL FPV

“Con el aumento de la tarifa del transporte, los sectores medios y populares se ven afectados. Para acomodar sus gastos y llegar a fin de mes, terminan resignando un derecho fundamental, la educación”, afirmó Pablo Ferreyra quien presentó el proyecto de ley por el Boleto Educativo.

En primer lugar, el fundamento principal en el que se enmarca el proyecto es la defensa del artículo 23 de la Constitución: “Asegura la igualdad de oportunidades y posibilidades para el acceso, la permanencia, reinserción y egreso del sistema educativo”. Por lo tanto, el eje del proyecto está puesto en la vinculación entre el derecho a la educación y el Boleto Educativo: “El precio del pasaje es parte importante de que todos los estudiantes puedan asistir a la escuela pública, a la formación terciaria o a la educación superior universitaria”, sostiene el proyecto de ley.

En segundo lugar, el proyecto hace hincapié en que el Boleto Educativo no debe estar destinado únicamente a los estudiantes, sino también a los docentes y trabajadores de la educación en los establecimientos de gestión estatal que se encuentren dentro de la Ciudad. “En el caso de los docentes y los trabajadores, muchas veces deben tomarse más de un transporte. Hay docentes que por la extensión geográfica de la ciudad necesitan recorrer gran parte de la Capital en dos transportes. El tarifazo provocó un encarecimiento del gasto que tenían hasta ahora. El Estado debe garantizar tanto el derecho a aprender como el derecho a enseñar”, puntualizó Ferreyra.

Por último, en lo que respecta a la autoridad de aplicación y los gastos, el proyecto sostiene que será el Ministerio de Educación quien aplique la Ley. En relación a los gastos, “todavía no está resuelto el tema presupuesto, es justamente la discusión que tenemos que darle al PRO”, finalizó Ferreyra.

Coalición Cívica

El proyecto presentado por Maximiliano Ferraro propone un boleto estudiantil gratuito para los estudiantes de los niveles inicial, primario y secundario que viajen en colectivos, subte y premetro. El beneficio rige durante el período correspondiente a los ciclos lectivos de cada año.

En segundo lugar, estudiantes de primaria y secundaria de gestión privada; estudiantes de nivel superior, terciario o universitario de gestión estatal; docentes de todos los niveles de la educación pública, así como docentes de los niveles inicial, primario y secundario de gestión privada tendrán una reducción del 60% de la tarifa. A la persona que acompañe a los niños de inicial y primario se le cobrará la mitad del valor de la tarifa común.

Por último, para la financiación plantea crear un Fondo Público para el Financiamiento del Boleto Estudiantil, conformado por los montos que el presupuesto general de la Ciudad le asigne; los aportes que en forma extraordinaria establezca el Poder Ejecutivo; donaciones y legados que se reciban de personas físicas o jurídicas, privadas o públicas; y los intereses devengados por la inversión de dinero.

Suma +

El proyecto presentado por Nosiglia, en primer lugar, trata el transporte público que depende de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es decir subte y premetro.

La medida beneficiará a los alumnos y estudiantes de todas las modalidades –primario, medio, terciario y universitario–, de escuelas e institutos de gestión estatal y privada con aporte estatal. Por último, el boleto tendrá vigencia de acuerdo al calendario escolar.

Confianza Pública

El servicio de transporte público de pasajeros de corta distancia será gratuito para los estudiantes, docentes y no docentes pertenecientes a instituciones educativas en los niveles inicial, primario y secundario de la CABA.

La Multisectorial

El Boleto estudiantil gratuito significa un salto cualitativo en relación a la lucha por la inclusión de la educación pública. Por este motivo, un conjunto de agrupaciones estudiantiles, de trabajadores de la educación, gremios del subte y distintas organizaciones políticas y sociales de la Ciudad se unieron para conformar una Multisectorial por el Boleto Educativo. El objetivo: instalar este debate para “poder conseguir grandes victorias como el boleto estudiantil de la Provincia de Buenos Aires, cuya reglamentación aún sigue pendiente, o el Boleto Educativo de Córdoba, ambos gratuitos”,

Desde la apertura al debate, la Multisectorial busca reafirmar que “la educación es un derecho que el Estado debe garantizar en todas sus dimensiones. Por un lado, educadoras y educadores necesitan garantizar su llegada al lugar de trabajo; por el otro: estudiantes de todos los niveles y sus familias asumen en muchos casos altos costos derivados del transporte hasta su casa de estudios todos los días”. De este modo, a partir de una educación integral se pretende que no haya ningún estudiante excluido.

“Para mí el aumento significó una pérdida importante de dinero, ya que gasto más del doble para ir y volver a la facultad. También implica más gasto de tiempo porque en vez de tomarme dos transportes para llegar más rápido, ahora me tomo uno solo y camino. Desde Constitución ya no me tomo algo a Montes de Oca, sino que voy a pie para evitar gastar doce pesos más, entre ida y vuelta”, dijo Paz, estudiante del CBC. Sofía, alumna de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, también se manifestó preocupada por el aumento en la tarifa del boleto.  “Se me duplicó todo. Entre los tres colectivos que me tomo para ir la facu gasto 50 pesos por día, más o menos. Por suerte, a mí todavía no me afectó lo suficiente como para tener que dejar de estudiar, pero sí es todo un presupuesto, ya que gran parte del sueldo, ahora, se me va en transporte”, expresó.

“Subite al boleto educativo”, es su consigna. Tal es así que el jueves 21 a las 17, el Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFYL) de la UBA convocó a una marcha donde se unieron el movimiento estudiantil y educativo del país. “Hay que enmarcar la lucha en el contexto actual. Esta situación no nació de la nada, sino que tiene que ver con que hace unas semanas se votó un acuerdo para pagarle 14 mil millones de dólares a los fondos buitres. Todo ese dinero va a tener que ser pagado por el conjunto de los trabajadores, por eso la primera medida del gobierno fue un ajustazo y luego un boletazo, un incremento tremendo en la tarifa de pasajes”, explicó Maximiliano Laplagne, presidente del CEFYL.

Debido a la gran convocatoria que tuvo la marcha, y a la magnitud del problema que afecta directamente al derecho a la educación, la semana pasada el Consejo Superior de la UBA aprobó por unanimidad una resolución a favor de la creación del Boleto Educativo, que beneficie a estudiantes y trabajadores de todos los niveles de la educación pública de gestión estatal. Según el documento firmado, el consejo resuelve “exhortar a las Cámaras de Senadores y Diputados del Congreso de la Nación, como a la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos aires, a avanzar en el tratamiento y la aprobación de los proyectos presentados que plantean la necesidad de implementar un boleto educativo”.

“En estos momentos, la lucha por el boleto educativo gratuito está creciendo como resultado del deterioro en las condiciones de vida. El ajuste de (Mauricio) Macri afecta a todos los sectores, y el descontento que genera plantea la posibilidad de llevar la lucha por el boleto, por el salario docente y por el presupuesto más lejos. El año pasado fue aprobada una ley por el boleto educativo en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, dicha ley jamás fue implementada y la gobernadora María Eugenia Vidal declaró que la misma no es ninguna prioridad para su gobierno. A su vez, en la Capital, en Santa Cruz y en otros puntos del país este reclamo va teniendo más cabida. Entendemos que es necesario nacionalizar la lucha por el boleto educativo gratuito y trabajar unitariamente en el sentido de una Marcha Nacional por el Boleto a Plaza de Mayo”, enfatizó Marcos, estudiante de Ciencia Política y militante del ¡Ya Basta! – Nuevo MAS.

Cuarenta años después de La Noche de los Lápices, el debate por el boleto educativo parece que volvió con más fuerza que nunca.

 

Actualizada 10/05/2016