«El fútbol no necesita a las sociedades anónimas»

«El fútbol no necesita a las sociedades anónimas»

Ricardo Enrique Bochini, el máximo ídolo de Independiente y de Diego Maradona, repasa sus inicios, su trayectoria en la Selección y se mete en el debate por las SAD.

Richard para los amigos, el Bocha para la gente. Gambeta, pared, toque. En esta entrevista Ricardo Bochini, la joya más grande como le gustaba decir a Diego, habla de todo un poco: sus inicios en Independiente, los sacrificios para llegar a Primera, el Mundial ’86, su opinión de las SAD y su filosofía del fútbol.

¿Qué recuerdos guardas de esos primeros años jugando a la pelota en tu barrio Villa Angus, en Zárate?

Yo jugaba con mis hermanos y con los vecinos del barrio, todos los chicos jugábamos hasta tarde, hasta las ocho o nueve de la noche, en el potrero. A media cuadra de mi casa estaba el club Estrada, que ahí jugábamos en una cancha de piso de baldosa. Jugábamos entre nosotros, pero también había campeonatos de barrios. Era nuestra diversión, lo que más nos gustaba y lo que más hacíamos era jugar a la pelota por todos lados. Mis padres no decían nada cuando íbamos a jugar todo el día a la pelota porque sabían que estábamos haciendo algo lindo. Mi viejo no iba mucho a verme jugar, ni a mí ni a mis hermanos. Él trabajaba mucho y cuando podía descansaba en casa, así que prácticamente me habrá visto jugar una o dos veces acá en Buenos Aires. Después empecé a jugar con mis hermanos en las inferiores del club Belgrano, afiliado a la liga de Zárate. Ya a los diez u once años la gente me veía jugar y todos decían que jugaba muy bien. En todas las divisiones de Belgrano hacía goles, jugaba bien, ganábamos campeonatos y además yo debuté de muy chico en la Primera División del club. Con trece años ya jugaba con la gente grande de 25, 30 años.

A los quince años viajabas solo desde Zárate hasta la pensión de Independiente en Avellaneda, que estaba bajo la tribuna que hoy lleva tu nombre. ¿Cómo era la vida en la pensión junto a tus compañeros?

El viaje ida y vuelta a Zárate era larguísimo, como cinco horas para ir y otras cinco para volver. Era muy sacrificado, pero lo hacía porque me gustaba jugar al fútbol. Después del primer año de viajar así, les dije a los dirigentes que me quería quedar en Buenos Aires porque estando en la pensión iba a tener mejor entrenamiento y más posibilidades, si había un viaje con las divisiones inferiores podía ir. Así que el segundo año me quedé a vivir en la pensión. Me iba de mi casa por mucho tiempo, iba una vez por mes. Entonces uno extrañaba mucho, era una vida distinta la que yo hacía en Zárate a la que hacía en la pensión. Lo único bueno es que estaba con chicos muy buenos, compañeros que eran todos del interior y nos divertíamos con ellos, la pasábamos bien. No eran buenas las comodidades que teníamos, hacía mucho frío en invierno y mucho calor en verano. Además, no nos alimentábamos del todo bien porque el club no ponía mucho dinero en las divisiones inferiores. La comida era al mediodía y a la noche, y no era tanta. No teníamos nada ahí, era estar en la pensión, entrenar, comer, mirar a veces un poco de televisión, jugar a las cartas o hablar entre nosotros. Trabajé uno o dos años en una curtiembre de un dirigente de Independiente. Trabajaba desde las ocho hasta la una de la tarde, después volvía, comía y a la tarde entrenaba. Tenía que trabajar porque no nos pagaban nada, no teníamos un peso para la ropa ni nada, y mi viejo no tenía para ayudarme. A los 18 años debuté en Primera, el 25 de junio de 1972 en un partido contra River en el Monumental. Perdimos 1 a 0, entré faltando veinte minutos pero jugué bastante bien.

Con Daniel Bertoni forman un dúo que quedó en la historia del fútbol argentino, tiraban unas paredes increíbles y hacían lo que querían con la pelota. ¿Cómo se dio esa complicidad y esa química entre ustedes dos?

Nosotros empezamos juntos en el Juvenil de 1972, yo estaba en Independiente y él en Quilmes. El primer partido que jugamos fue en un amistoso en la cancha de River y anduvimos muy bien, nos entendimos. Cuando Independiente compró a Daniel empezamos a estar siempre juntos, me fui de la pensión y me quedé a vivir en su casa con su familia. Cada uno tenía sus características de  juego. Él era un delantero que jugaba tanto de wing izquierdo como wing derecho, en la Selección Juvenil jugaba por la derecha, y en Independiente por izquierda. Yo gambeteaba, le daba un pase en profundidad porque Bertoni era muy rápido y llegaba a la pelota. También él se tiraba atrás y hacíamos paredes, nos entendíamos bien de esa forma. Cuando estábamos en la casa de él, entrenábamos a la mañana en Independiente y a la tarde íbamos a una cancha de la cervecería de Quilmes y jugábamos, entrenábamos, tocábamos la pelota, hacíamos paredes. Estábamos mucho tiempo juntos con la pelota.

¿Cómo es sostener esa fuerza interior, esa pasión para seguir adelante a pesar de las dificultades y llegar a Primera?

Todos los grandes jugadores que están muchos años en un equipo y que son reconocidos por la gente, aparte de las condiciones, se tienen que cuidar un montón, vivir para el futbol y dejar muchas cosas lindas de lado para llegar a ese nivel. Ser reconocido, ser una figura y que la gente te quiera, es muy difícil. El que tiene condiciones y hace sacrificios, llega seguro. Lo que pasa es que muchos tienen condiciones, pero no hacen el sacrificio porque por ahí les gusta otra cosa, no cuidarse tanto y vos para rendir tenes que estar siempre bien. En la época nuestra era todavía mucho más difícil porque no había tanto cambio de jugadores como ahora, que hay recambio, todos los años cambian un equipo entero. Antes duraban cinco o seis años los mismos jugadores, entonces los jugadores que eran buenos, como estaban tapados, tenían que irse al Nacional B o a equipos del interior, les costaba triunfar acá. Hoy es más fácil, llegan a Primera pero tampoco son tan reconocidos por la gente como antes.

¿Cómo impacta en el fútbol argentino que tantos jugadores buenos se vayan a jugar al exterior tan rápido, siendo tan jóvenes?

No hay buen espectáculo, no hay buen juego, tanto en Argentina como en Sudamérica. Se ve en los partidos de la Copa Libertadores, que nada que ver con los partidos que había antes y los jugadores que había antes. Nosotros le pudimos ganar al Liverpool de Inglaterra, Boca le pudo ganar al Real Madrid, Vélez le pudo ganar al Milan. No aparecen jugadores de esa calidad y si hay un jugador que se destaque un poco lo venden enseguida. Hay una diferencia económica abismal en lo que gana hoy un jugador en un pase, antes te podían aguantar los jugadores porque ganábamos poco y nada. Nosotros para poder tener un auto o comprar un departamento teníamos que estar cuatro o cinco años ganando campeonatos locales, Copa Libertadores, Copa Intercontinental, todo para poder ahorrar y comprar algo. Hoy un jugador con un contrato masomenos, ya en un año hace todo eso sin ganar nada importante.

¿Cuál es tu opinión de las sociedades anónimas deportivas (SAD)?

El club es de los socios, pero los socios tienen que participar más y saber todo lo que está pasando. El fútbol para mi da ganancia si está bien administrado por los dirigentes, no necesita sociedades anónimas, no necesita que nadie venga a poner plata. Los clubes tienen que trabajar bien las divisiones inferiores, partir de ahí, y tener jugadores para armar un equipo, más los clubes grandes. Esos equipos tienen que estar ahí arriba, peleando campeonatos, no te digo ganar campeonatos todos los años pero pelearlos, estar bien. El club siempre tiene que ser el que se beneficie, no el empresario. Vos fíjate que Boca, River, Racing, Vélez son todos clubes que están bien y no tienen ningún gerenciamiento, no tienen gente que pone plata. La sacaron con los jugadores de divisiones inferiores, que van metiendo, y con los socios. Los clubes se hicieron grandes con los socios y son de los socios.

¿Cómo recordas el Mundial del ’86? La relación con Bilardo fue medio complicada al principio…

Pasaba una cosa que era muy rara porque yo no había sido citado en la primera convocatoria de Bilardo porque decía que era muy grande. Cuando asumió en el ’83, yo tenía 29 años. El citaba a Trossero  y Alonso que eran mayores que yo, Marangoni y Russo que tenían mi misma edad. Osea, no era el problema de la edad sino que él no quería citarme porque teníamos diferencias, la discusión de Independiente –  Estudiantes. Para mí Pastoriza podría haber estado en la Selección Argentina tranquilamente, pero Grondona eligió a Bilardo. Después no le quedó otra que citarme porque nosotros ganábamos Copa Libertadores, campeonato local, y toda la gente del periodismo me pedía. Cuando Argentina perdió un par de partidos amistosos, me empezaron a apurar y el mismo Grondona le dijo que me llevara. Grondona me dijo en el vestuario de Independiente que Bilardo me iba a citar, él fue el que me dio la novedad que iba a ir a la Selección. Después me citaron y estuve sin problemas hasta el Mundial. En la Selección Argentina uno puede tener diferencias con el técnico, pero está primero la Selección que el técnico. Empecé a jugar de titular en la Selección, hice buenos partidos, buenas giras. Yo no estaba seguro, dudada de que me fuera a llevar al Mundial y al final se decidió y me llevó. Era difícil jugar en esa Selección porque el equipo andaba muy bien y no había posibilidades de entrar, el equipo prácticamente no se movía. Diego siempre hablaba de que quería que yo entrara, que jugara un rato con él. Entré en la Semifinal contra Bélgica y fue el único partido que jugué en un Mundial.

¿Qué representa el fútbol en tu vida?

Yo creo que jugué al fútbol como jugaba en el potrero, como jugaba en Zárate, siempre jugué de la misma manera y a la gente le gustaba mucho ese fútbol, especialmente al hincha de Independiente, y también hinchas de otros equipos porque me iba aplaudido de otras canchas. El clásico 10 tiene que hacer ese juego, el que hacía yo. Gambetear para adelante, dar pases de gol, hacer paredes, pausas.

El golazo del Juje

El golazo del Juje

La Escuela de Fútbol Base El Pueblito atrae a chicos del barrio de Pompeya como un imán. Su magnetismo no solo se debe a la enseñanza de buenas prácticas deportivas. También ocupa un lugar preferencial en evitar consumos problemáticos, embarazos no deseados entre adolescentes, y peleas callejeras.

Juan Manuel «el Juje» Porcel administra la Escuela de Fútbol Base El Pueblito, ubicada en la villa homónima, a orillas del Riachuelo. Este lugar, construido por él a pulmón junto a los profes Quique Hernandez y Anahí Puca, se construyó para llenar un vacío de contención que a muchos pibes del barrio no les llega de ninguna otra forma. Realizan un esfuerzo constante para que los chicos se sumen, o no lo abandonen, porque saben que en la medida que se alejan de El Pueblito se acercan a vidas más problemáticas. “Todos son de Pompeya” recalca orgulloso el Juje, señalando el espacio que ocupan un par de docenas de niños y niñas, de edades y alturas dispares, jugando al fútbol bajo el sol de una mañana impecable de septiembre. Los sábados a primera hora sin falta, salvo cuando la lluvia cae demasiado, la escuela de fútbol hace de imán para los pibes, pero el magnetismo de la academia no está únicamente en enseñar a jugar a la pelota. 

La cancha se extiende en el medio de la plaza Obispo Enrique Angelelli, en la parte en donde el barrio de casas bajas se presenta en trío con el Riachuelo y unas soñolientas fábricas que vivieron días más prósperos. El lugar de entrenamiento original está en El Pueblito, una villa que ya cuenta varias décadas de existencia sobre el lado este del Puente Alsina. El Juje explica que a partir de la presencia de un grupo de personas que se juntaban a consumir drogas cerca del lugar, decidieron trasladar las prácticas a la plaza Angelelli, que está a unas cinco cuadras pasando la Avenida Sáenz. Además, por la falta de alguna malla o red de contención, con frecuencia las pelotas terminaban en el agua, y era peligroso para los chicos. 

El devenido entrenador llegó a Buenos Aires hace unos treinta años sin saber “si la pelota era  redonda o cuadrada”, pero entendiendo muy bien lo que significa el deporte para cualquier comunidad. “En esta zona, como en todos lados, tenemos problemas -señala-: el flagelo de la droga, embarazos prematuros, los celos entre parejitas…” Entonces, los profes -como les dicen- son para los chicos un oído infalible, también un consejo y una palmada en la espalda.

Lo que refiere al entrenamiento físico está a cargo de Quique Hernández, compañero de trabajo del Juje en una fábrica, y su compañero como entrenador en la escuela de fútbol. Hernández está orgulloso de haber jugado en la primera en Perú en sus tiempos mozos, y se percibe rápido que su preocupación es el esfuerzo desde lo técnico en los jóvenes futbolistas. El profe detecta, con solo ver un par de movimientos, quien “ya la está pisando”, o aquel que “brilla con luz propia”. Porque en El Pueblito, hay talento además de garra.

Thiago Aramayo arribó de Jujuy hace unos meses para probar suerte en Deportivo Riestra, un club de Primera División, en donde la competencia es mucho más exigente que en las liguillas de inferiores del Norte. Llegó a través del trabajo de scouting de un sistema de profes y preparadores, que recorre las provincias buscando talentos ocultos, complicados por la suerte de nacer lejos del centro del país. Thiago vive en la pensión de Riestra, pero quienes lo cuidan, acompañan y aconsejan son los técnicos de El Pueblito. Con el aval de sus padres, Juje y Quique hacen las veces de sus padrinos.

El esfuerzo de Juje, Quique y Anahí llegó hasta el punto de desarrollar una buena red de conexiones para darle posibilidades a los futbolistas. Santiago Flores, de 16 años, y sentido como propio en El Pueblito, fue a probarse al Inter de Porto Alegre, uno de los clubes más grandes de Brasil. Juje, explica, “tiene buen llegue” con la gente de la filial del club gaúcho en Buenos Aires, además de conocidos en otros clubes grandes porteños, que llegado el caso, pueden abrirle las puertas a pibes de la cantera pompeyana. “Después me invitaron a jugar en Atlanta, jugaba con la sub 20, yo con 15”, dice Santiago y agrega: “Ahora estuve con unos problemas en casa y paré de jugar, pero estoy con ganas de volver”.

Pero la parte excluyente para dar clases de fútbol en El Pueblito es estar en todo. Juje mismo reconoce que “hay que ser un poco mágico” para resolver situaciones u ocupar roles que, en ocasiones, nadie más lo hace.“Los momentos más difíciles para nosotros son el día del padre o de la madre. Algunos chiquitos acá no los tienen. Y las navidades son crueles, tema regalos, vemos que al vecino le regalaron una bicicleta nueva y otros padres ni siquiera se acuerdan”. Todas las fiestas, incluyendo cumpleaños, se festejan con regalos de por medio. El Juje conoce los nombres de sus chicos uno por uno, conoce a sus familias, está al tanto de sus historias y cada una de sus virtudes y defectos.

La nube de polvo, levantada por el correteo de los pies, hace un contraste mayor con su figura, que se adentra unos pasos en la cancha, y vuelve rápidamente para no interferir en el campo de juego. El perímetro no tiene líneas, pero él se encarga igual de poner los límites. “A nosotros no nos gusta que vengan pibes o pibas atrevidas, lo que hacemos entonces es puro físico, no jugar, y ahí los que quieren jugar en serio, sobre todo las chicas, se la bancan y se quedan”. Además, el Juje, cuando van a torneos o a visitar clubes grandes, actividad codiciada por sus futbolistas, requiere previa charla con los padres para asegurarse que no se estén llevando ninguna materia. En caso de que sí, no van.

Juje y Quique se acercan a la plaza Angelelli todas las mañanas de los sábados, aunque no hayan dormido la noche anterior. “Salimos a las 6 de la fábrica, y a las 8 ya estábamos acá”, resumen. La constancia de años, el llegar frenéticamente directo del laburo sin dormir, cantidades de tiempo, y también dinero, son inversiones cotidianas de los profes para mantener en funcionamiento la escuela. Más de una vez políticos y funcionarios “han venido a sacarse fotos con los chicos, a preguntarle qué talles usan, y así como aparecen se van y no vuelven más”. El trío de instructores realiza estas acciones desinteresadamente, sin pretender nada a cambio más que ver a los pibes crecer caminando derecho en un barrio de calles laberínticas, en el que un mal giro puede llevar por un camino de problemas.

“Mi mamá y mi abuelo son evangelistas, yo veía cómo trabajaban de manera solidaria en Jujuy”, recuerda -obviamente- el Juje. “Cuando era chico, íbamos a repartir algunas pequeñeces en comunidades indígenas, y era increíble cómo salían los chicos a recibirlas, cómo la respetaban”. Hoy, los chicos festejan cuando lo cruzan por Pompeya. “El otro día pasando por acá, viene y me abraza un grandote de barba, que lo miraba y no lo reconocía”, hasta que llegó fácil la imagen a su cabeza, cuando el chico, convertido en adulto, le explicó que se acordaba de él porque hace ya unos cuantos años, era el que en el barrio “regalaba los guardapolvos”.

 

De alguna manera, en el medio de la inestabilidad de la vida cotidiana, donde parece que todo cambia antes de poder aprehenderlo, el trabajo en El Pueblito se mantiene firme ante el tiempo, como una piedra que se resiste a ser erosionada por un río insistente y cruel. “Algunos chicos tienen un buen pasar, y otros por ahí la sufren” comenta el jujeño. Acaba de atajar una pelota que se iba a la calle, pateada con fuerza por alguno de sus pibes, y su respiración se entrecorta entre la conversación, los recuerdos y las reflexiones de años de trabajo que se amontonan para salir. Mientras da indicaciones asomándose a la cancha ante la multitud de pibes que corren atrás de la pelota, dice: “Yo también fui un chico que le faltaron cosas, poder estar para ellos es todo”.

Generalmente, al terminar el entrenamiento, la caminata de vuelta al barrio incluye la parada en una parrilla sobre la vereda para compartir unos choripanes, y la posterior compañía de los profes, asegurándose que chicos y chicas se acerquen a la zona de sus casas. En este mediodía fresco de septiembre sobre la Avenida Erezcano, algunos árboles alegran la calle con sus primeros brotes verdes después de un invierno helado, que igualmente, “no fue capaz de bajarnos un sábado”.

El club alemán antifascista que tiene hinchada en Buenos Aires

El club alemán antifascista que tiene hinchada en Buenos Aires

El St. Pauli debutó en la Bundesliga y sus hinchas argentinos lo siguieron desde un bar de Caballito. Banderas LGTB y del Che Guevara se mezclaron con sus insignias marrones.

El reloj marcaba las 17:30 en la ciudad de Hamburgo, cuando en el Millerntor Stadion 30 mil personas alentaban al F. C. St. Pauli. Del otro lado del atlántico, a 11 mil kilómetros de Hamburgo, sesenta personas abarrotaron el bar “Dr. Birra” en el barrio porteño de Caballito, para ver en pantalla grande ese mismo partido. En la Argentina era pleno mediodía cuando se acomodaban en sus lugares decenas de personas vestidas con camisetas marrones y blancas, con el escudo del club St. Pauli presente en gorras, bufandas y vinchas.

“Siempre viene mucha gente pero hoy creo que estamos en nuestro récord de convocatoria”, afirma Jairo Schmidt, quien forma parte de la agrupación “Piratas del sur”, el fans club oficial del St Pauli en Argentina. El humilde club no pisaba la primera categoría Alemana desde el 2011: su nuevo ascenso es un acontecimiento que la peña de Buenos Aires no se podía perder. La Bundesliga es considerada como la quinta mejor liga del mundo, según Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol. Por lo tanto la llegada del club es todo un acontecimiento. Pero por qué, esté pequeño club alemán convoca a decenas de personas Caballito?

 

Mucho más que fútbol

St. Pauli es mucho más que fútbol. Tiene una historia que va a contramano de los deporte actual. El club lleva la política como bandera, acogiendo causas ignoradas por otras instituciones. Se posiciona contra la violencia, el racismo, la homofobia y el sexismo. Su defensa de las minorías lo ha vuelto atractivo para miles de aficionados de todo el mundo.

La historia cuenta que sus fundadores fueron trabajadores portuarios que le instauraron el color marrón típico de sus vestimentas de trabajo. Conserva un espiritu de lucha que los hizo enfrentarse al propio Adolf Hitler, cuando en el apogeo de la Alemania Nazi fue el único club que se negó a expulsar a sus socios judíos.

Todo este bagaje ya hacía del St Pauli un club especial. Sin embargo, la ruptura se dio en la década del ochenta, cuando el distrito en el que se asentaba era considerado una “zona roja”, de indigentes, okupas y prostitutas en la que comenzó a gestarse su actual identidad. El club abrió las puertas a todos los habitantes de la zona, quienes comenzaron a apoyar activamente al equipo. En esa década comenzó a jugar con el estadio lleno y no paró de crecer, adoptando causas que hoy son bandera. En el estadio flameó la colorida LGBT y la cinta del capitán tiene también esos mismos colores. Un histórico mural en el estadio muestra a dos hombres besándose, así como diferentes pancartas en las tribunas portan frases como «Bienvenidos refugiados», o “No hay fútbol para los fascistas”. St Pauli incluyó a miles de personas que estaban fuera del sistema ,lo cual sumado a su cercanía con el movimiento punk y la cultura rock lo han vuelto un club único en el mundo.

“Clubes de izquierda hay muy pocos, uno es el Celtic, aunque el más parecido es el Rayo Vallecano, pero siempre son fracciones de la hinchada, no es todo el club como acá”, expresa Mauricio, hincha del St Pauli desde hace 15 años, quien se refirió a las rivalidades que se ha ganado el club debido a su posicionamiento ideológico: “Por una cuestion de ideología el clásico es con el Hansa Rostock, un club de ultraderecha ubicado a 150 km.”. No obstante, la rivalidad más resonante es contra el equipo más laureado de la ciudad, el Hamburgo. “Es el gigante de la ciudad, aunque tan gigante no es por que sigue en la B”, desliza con sorna, mostrando el orgullo de que su St Pauli sea el único equipo de la región en primera.

 

Piratas del sur

“Siempre que podemos nos juntamos, los horarios de Bundesliga son más amigables para ver los partidos. En el ascenso era usualmente a las 8 o 9 de la mañana”, comenta Mauricio, y cuenta: “Lo conocimos con un amigo por los colores, los dos somos hinchas de Platense y buscábamos clubes con esos colores. Aunque tenemos que derribar ese mito de que los que simpatizamos por St Pauli somos todos de Platense, hay gente de todos los clubes. Lo importante es que los que vengan acompañen la movida y se saquen un poco el termo de la cabeza del barra brava argentino”.

“Hinchas de Platense buscando camisetas marrones y blancas, encuentras 3 o 4 equipos en el mundo y aparece el St Pauli que sorprende con su ideología política y ahí empieza a surgir todo”, explica Schmidt en relación a la importancia de los colores como una llave para dar a conocer al club. “Hay otros clubes marrones pero nosotros estamos acá por que no hay club en el mundo como este”, expresa Jairo en relación a las diferentes luchas del St Pauli, las cuales convocan a simpatizantes de todo el mundo: se calcula que existe cerca de veinte millones en todo el globo.

“Todo arrancó por redes, veíamos los partidos solos, cada uno en su casa, pero después vas hablando con uno con otro hasta que decis: ‘Che juntemonos’”, dice Schmidt que dice que, a pesar de la distancia, el amor por St Pauli es creciente y en parte se debe a su  particularidad en relación al panorama del fútbol global. “Es un oasis dentro del fútbol moderno. Te puede gustar o no, pero es distinto a todo lo que hay. Están todos invitados a ser parte y ver que hay otra manera de ver el fútbol. Yo como hincha de River en la cancha he cantado cosas horribles, hoy no me siento en ese lugar, hay otra forma de ser hincha”, dice convencido y agrega:  “El fútbol y la política van de la mano, está politizado y está bien que así sea, no podes ser del St Pauli y venir acá a decir ´son todos putos, los cogimos´”.

 

Símbolos de una pasión

La pared del bar Dr. Birra se convirtió en un lienzo en donde se proyectó el partido. La gran escala de imagen permite ver con detalle las colmadas tribunas del estadio en la cual flameaban banderas con el rostro del Che Guevara, mezcladas con otras vinculadas al universo LGBT que contrastan con las banderas negras con calaveras blancas que alzan como un símbolo. Esa especie de insignia con reminiscencia pirata estaba replicada en la vestimenta de todos los simpatizantes argentinos. La leyenda cuenta que simbolizan que en el fondo todos somos iguales, ya que los huesos son siempre del mismo color.

El pintoresquismo de las gradas se reflejaba en el colmado bar. Desde camisetas hasta banderas, sombreros, pines y stickers que se venden como merchandising. El evento es una exaltación de la identidad del St Pauli que incluso da lugar para la argentinización. Entre los adhesivos y pines se encontraban algunos con la cara de Diego Maradona, Nestor Kirchner y Charly García. La revolución alemana argentinizada.

El partido

Cuando el árbitro da el pitazo inicial las energías se concentran en la pantalla. Cada jugada es aplaudida. El local salió a buscar el partido y fue claramente superior al rival en el primer tiempo, generando ocasiones que no pudieron ser concretadas y que se vivieron en el bar porteño como en la propia cancha del St Pauli. Sobre el final del primer tiempo una escapada del capitán Jackson Irvine terminó con un centro que por milímetros no fue empujado por el delantero Jhon Guilavongui. Un sonoro “Uhh” retumbó en el recinto. Una ovación cerró ese primer tiempo que culminó con gusto a poco.

El segundo tramo parece una oportunidad para ponerse en ventaja y St Pauli fue aún más decidido a la ofensiva pero, de repente, todo se puso patas para arriba: tras una gran salvada del arquero rival llegó la contra y el gol de Heidenheim. En aquella jugada los visitantes quedaron tres contra tres y se despertó el abecedario futbolero como si estuviéramos en cualquier cancha argentina: “Lo tendría que haber bajado”, era el reclamo hacia uno de los defensores. Uno de los intercambios más llamativos se dio cuando un hincha se atrevió a gritar el gol del St. Pauli antes de tiempo: “Para que lo gritás, no se grita antes”. Argentinismo en estado puro.

Luego del gol St Pauli, siguió intentando aunque con menos lucidez y otra vez de una contra llegó el segundo del rival que se quedó con un triunfo inmerecido.

Acá no importa el resultado

A pesar de la derrota, finalizado el encuentro se realizaron sorteos teniendo como primer premio una pintura hecha durante el transcurso del partido, que mostraba al capitán Irvine besándose el escudo de la institución. El sorteo despertó la algarabía contenida tras la derrota generando la arenga al ritmo de “Oh, vamos St. Pauli”.

Ya en las inmediaciones del recinto, las conversaciones giraban sobre las dificultades de ser fanático a distancia: “Conseguir una camiseta es un quilombo. Te la tiene que traer de allá y te arrancan la cabeza”. Otro fanático agrega: “El año pasado me trajo una mi hermano, se la compró a un tipo que no sabía ni qué carajo era”, se escuchó. Uno de los simpatizantes apodado “El Oso” conversó con ANCCOM tras el partido: “En diciembre me voy a ver a mi hermano que vive en España y de ahí me voy especialmente a Hamburgo a ver un partido”

Más allá de la molestia por la derrota, para el St. Pauli no todo pasa en el rectángulo de juego. “Uno se hace del St Pauli por otras cosas”, afirma Hernán, hincha del equipo hace varios años. “A mí St Pauli me devolvió las ganas de ver fútbol. Para mí, todo era una porquería y gracias a esto volví a acercarme, volví a ver a mi equipo de toda la vida San Martin de Burzaco”.

“Antes del ascenso, el año pasado, jugamos un viernes, en horario laboral, contra el Hamburgo, el clásico. Si ganábamos ascendíamos, perdimos, pero después terminamos ascendiendo igual. Ese día se llenó el bar, pensábamos que no iba a venir nadie, faltaron todos al trabajo”, comenta El Oso risueño.

“El partido importa, te da bronca, pero vos ves lo que hace el club socialmente y te gustaría que lo haga tu club, yo soy de All Boys, pero acá tenés de todo, de Argentino de Quilmes, de Chicago, de Ferro, de todos lados”, explica El Oso sobre la pasión que despierta el conjunto germano.

Pese a la derrota quienes se acercaron a Caballito para presenciar el partido se retiraron con una sonrisa en la cara. “El resultado no es lo que importa. Si se gana mejor pero no es lo más importante”, afirma Schmidt en consonancia con la actitud del colectivo de hinchas. “El partido más esperado es contra el Bayern Munich. Si se da en un buen dia y horario esto va a reventar”, dice contento, porque más allá de los resultados, St Pauli deja en claro que el fútbol es mucho más que once atletas detrás de una pelota: es un sentimiento y una convicción que trasciende lo deportivo, haciendo que sin importar el resultado, siempre que juegue el St. Pauli, en su gente se dibuje una sonrisa,  tanto en Hamburgo como en Buenos Aires.

 

«Si cerraran los clubes, ¿qué haría el Estado para contener a los pibes?»

«Si cerraran los clubes, ¿qué haría el Estado para contener a los pibes?»

El diputado provincial y expresidente de Lanús, Nicolás Russo, explica por qué se opone a las sociedades anónimas deportivas. El rol social y educativo de los clubes, los negociados de las SAD y los riesgos de vender la pasión al mejor postor.

El diputado bonaerense por Unión por la Patria y expresidente del Club Lanús (2009-2012 y 2018-2021), Nicolás Russo dio su parecer sobre las sociedades anónimas deportivas (SAD), explicó los riesgos que se pueden correr con su implementación en Argentina y resaltó el rol social que cumplen los clubes actualmente en el país.

 ¿Qué opinión tiene respecto de las sociedades anónimas deportivas?

Entiendo que esas sociedades pueden funcionar en otro país. En Argentina no veo la viabilidad por la función social que cumplen los clubes, el trabajo que hacen sus dirigentes y todo lo que generan para la sociedad. No estoy para nada de acuerdo con ese tipo de sociedades. 

 ¿Qué riesgos se corre si se instalan las sociedades anónimas deportivas?

Los riesgos son muchos.Vos te encontras con que, por ejemplo, vienen a comprar un club como Lanús. Viene una empresa, te cambia el color, por ahí la empresa está ligada al color verde y te pone ese color en la camiseta, te quita el granate que distingue a Lanús. ¿Y qué va a hacer la empresa si le interesa promocionar su producto? Te lleva a jugar a otra ciudad: Jujuy, Catamarca, Río Negro o Mendoza, donde los hinchas de Lanús no van a poder ir

 ¿Qué función social cumplen los clubes?

En Lanús entregamos 7.500 becas. Acá los pibes no sólo vienen a hacer deportes sino que acceden a una merienda, a un desayuno digno, a una ducha de agua caliente que en sus casas no tienen. Tenes más de 30 disciplinas amateur: voley, handball, hockey, cumplir con todo eso es deficitario. Tenemos un proyecto educativo de 1.300 chicos y chicas que tampoco da plata, pero cumplimos una función social. ¿Vos crees que una sociedad anónima deportiva va a hacer eso? El rol de los clubes reemplaza al Estado, la función que tendría que hacer el Estado la están cumpliendo los clubes. También hay otro tema que no es menor: cuando no vienen capitales los jugadores se van de Argentina pero no porque los clubes estén mal económicamente, sino por un tema del país. En Europa ganan 20 veces más que acá. Me preocupa lo que van a hacer con lo que se genera. Lanús, en los últimos 30 años, generó muchísimo dinero ¿Que hicimos? Invertir: compramos una sede social, reformas en todo el estadio, piletas climatizadas, vestuarios, infraestructura. Una sociedad anónima la plata que gana la va a girar al exterior. Cualquier problema que hay en la ciudad el primer lugar que vienen es a Lanús, los colegios del Estado utilizan el club, una Sociedad de Fomento utiliza el club. Se utiliza para charlas y talleres. Si un día hubiera una huelga de dirigentes y cerrarán los clubes, quiero saber qué hace el Estado para contener a tantos pibes

 

¿Y por qué piensa que desde el gobierno insisten con instalar las sociedades anónimas deportivas?

 El fútbol es una de las actividades más sospechadas de lavado de dinero. Fijate en Europa: un qatarí tiene un club, un ruso tiene el otro y de repente lo llevan hasta arriba de todo, después se van pero el club vuelve a donde estaba. 

En los últimos 30 años, Lanús  generó muchísimo dinero ¿Que hicimos? Invertir: compramos una sede social, reformas en todo el estadio, piletas climatizadas, vestuarios, infraestructura. Una sociedad anónima la plata que gana la va a girar al exterior.

Nicolás Russo

La diputada nacional por La Libertad Avanza Juliana Santillán, dijo que “la resistencia a las sociedad anónimas deportivas ocurre porqué la casta del fútbol no quiere soltar sus privilegios” ¿Qué opina usted?

 Yo creo que mucha gente opina sin conocer lo que es el fútbol. Te digo esto: no somos los dirigentes, son los socios también. El otro dia escuchaba al kun Aguero diciendo “no entiendo que miedo tienen los socios” ¿Sabes cual es el miedo? Nunca más volver a votar, no ser más dueños del club. El día que vendiste el club, lo entregaste y el día que esa sociedad anónima se cansó, cerró tu club.

 

¿En qué medida cree que instalar las sociedades anónimas deportivas se da por las malas administraciones que han tenido algunas asociaciones civiles sin fines de lucro?

 Primero, el fútbol argentino tiene más de 100 años. Yo la verdad, viendo los clubes, puede haber tres que tienen problemas, dos clubes grandes entre esos. Pero es un problema de 40 años, no lo vas a resolver en un día con una sociedad anónima. Las sociedad anónimas vienen porque ven un negocio, es más una idea del gobierno que de la gente

 

¿Y los capitales privados en las asociaciones sin fines de lucro que función cumplen?

 Los capitales privados si quieren sumarse a invertir en un club ¿cual es el problema? Nosotros no vamos a perder el manejo, que los socios tomen decisiones. En un club como Lanús, por ejemplo, no podes celebrar un contrato que dure más de tres años sin la aprobación de una asamblea, en ella votan los socios en forma directa, levantás la mano y votás, tenés voz y voto. Eso no lo vamos a perder

 

Hay una creencia instalada que si vienen los capitales extranjeros el fútbol argentino será equiparable a la Premier Ligue (Inglaterra) ¿Qué objetivo pueden perseguir esos capitales en el país?

 Acá hay un problema de país, como explicaba antes. La Argentina es un país con una moneda floja, en Brasil que es una economía fuerte y hay sociedades anónimas los jugadores se van a Europa igual. En Chile no les va bien a los clubes, les va como la mierda. En Paraguay, sacando Olimpia, Cerro Porteño y Libertad, es la asociación nacional la que está armando toda la estructura de juveniles. No le veo sentido, vienen los capitales para hacer un negocio puntual, muchas veces se utiliza un país como Argentina para “tercerizar” ¿Es lo mismo venderle un jugador que la rompe a Lanús que al Manchester City? A Lanús le cuesta 10 pesos, al Manchester 30, pero como son los mismos dueños lo compra Lanús y después lo manda a Inglaterra

 

Hubo experiencias de gerenciamiento en Argentina cómo los casos de Racing, Talleres de Córdoba o Mandiyú de Corrientes ¿Por qué no tuvieron éxito?

 El hecho de tener plata no quiere decir que te van a salir bien las cosas. Entonces vienen tipos con dinero que “creen que inventaron la pólvora” y empiezan a perder, perder, y perder dinero y un día se van a la mierda. Además vos gerencias, encontras un activo como los jugadores de fútbol amateur y se hace un acuerdo 80% para el club que los formó y 20% para el gerenciador y al revés para los que trae el gerenciador 80% para ellos y 20% para el club. La sociedad civil sigue estando y se queda con todo lo que es deficitario y ellos manejan el fútbol ¿Qué ocurre? un jugador vale un millon de dolares y el gerenciador lo dibuja que vale 300 y no te paga el 80% de un millón. El resto lo cobra en otro concepto. Eso no es serio 

 

El nuevo sueño americano

El nuevo sueño americano

Estados Unidos oficia de anfitrión para la realización de la Copa América que ya se puso en marcha. A pesar de tratarse de un deporte alejado de su idiosincrasia, adopta al fútbol para no quedarse afuera de uno de los negocios globales más importantes de la actualidad.

El conjunto estadounidense no solo celebró ayer el triunfo en su debut ante Bolivia en la Copa América sino también su injerencia cada vez mayor en uno de los negocios más importantes del mundo. El torneo continental que se está llevando adelante no es el primer evento masivo que el país del norte realiza en materia futbolística: el Mundial de 1994, la Copa América Centenario de 2016 y los mundiales femeninos de 1999 y 2003 son los principales antecedentes. Dentro de dos años será sede de un nuevo mundial, aunque de forma conjunta con México y Canadá, mientras su liga crece en popularidad tanto dentro como fuera del país.

La cultura norteamericana, difícil de infiltrar con consumos externos ha permitido e incluso estimulado la avanzada del fútbol en su territorio. Pero, ¿a qué se debe? Todo indica que detrás del deporte, lo que sedujo es su gran negocio. El fenómeno del fútbol es demasiado grande para quedarse afuera de uno de los mercados más importantes del globo. EE.UU. adoptó o captó a esta disciplina para a su manera convertirla en otro de sus tantos consumos de masas.

América

En esta ocasión, el país del Tío Sam recibirá un torneo cuyo nombre refiere al continente y cuya tradición tiene orígenes en el Río de la Plata. La noción de “americanismo” ligada al gentilicio estadounidense en la mayor parte del planeta se pone en jaque. En este caso, la tradición sudamericana irrumpe en las grandes carteleras. En un campo ajeno a la tradición reinante en el resto del continente los norteamericanos tienen su propio fútbol, el que nosotros conocemos como “fútbol americano”, mientras que al fútbol del resto del globo lo llaman “soccer”.

Allí lidera los intereses el póker de deportes conformado por el fútbol americano, el béisbol, el básquet y el hockey sobre hielo. El fútbol ocupaba un lugar marginal, propio de algo que les es ajeno y cuyo fomento estaba casi exclusivamente ligado a la práctica entre mujeres.

Marcelinho Witteczeck, periodista y fotógrafo especializado en fútbol femenino, en diálogo con ANCCOM contó: “El fútbol femenino en Estados Unidos se desarrolló mucho porque desde niñas se lo enseña en las escuelas. Se dirigió a las mujeres para que no entren al mundo del fútbol americano y no compitan en ese rubro. Por eso las chicas allá tienen una formación espectacular”. En consonancia con esto afirma: “En Estados Unidos el fútbol era visto como un deporte de mujeres y de latinos, pero eso está cambiando, aunque sigue siendo más seguido el fútbol femenino. Históricamente es más convocante, sobretodo el seleccionado nacional, que genera más ingresos que el masculino”

 A pesar de esto Estados Unidos sabe que el gran negocio internacional gira en torno al fútbol de varones, al que ha decidido adoptar y metabolizar. La llegada de Lionel Messi al Inter Miami, club del ex futbolista y celebrity David Beckham, le ha dado a la liga local un espaldarazo importante.

Una historia de idas y vueltas

En los inicios del balompié, Estados Unidos fue un habitué de las citas internacionales. Su selección data de finales del siglo XIX, participó de Juegos Olímpicos e incluso del primer mundial de fútbol organizado en Uruguay en 1930, donde ocupó el tercer puesto. Sin embargo, el torneo se debilitó debido a los conflictos con la Asociación de Fútbol de los Estados Unidos y la FIFA, problemas de campeonatos internos, así como las consecuencias que dejó la Gran Depresión. En 1933 se disolvió el campeonato estadounidense.

Desde entonces el fútbol estadounidense tuvo altos y bajos, entre los que se destaca el año 1975 cuando el New York Cosmos, manejado por Steve Ross, presidente de Warner Communications, incorporó a la mayor estrella de la historia del fútbol mundial: Pelé.

Luego de varios traspiés, en 1988, Estados Unidos logró quedarse con la organización del mundial que se realizaría en 1994, sellando allí una fructífera alianza con FIFA en términos financieros. Este espaldarazo fue seguido de la consolidación de la MLS, la cual continuó el sistema de jugadores franquicia con la incorporación de figuras como Carlos Valderrama y la consolidación del primer ídolo local Landon Donovan. Más tarde vendrían Messi, Busquets, o Luis Suárez, pero eso ya es historia conocida.

“Cada país tiene su estilo. En USA es más show y espectáculo, trayendo estrellas como Messi aumenta el espectáculo. Acá cuando se hace un gol se prenden luces de todos colores, se tira humo, es muy distinto, pero también tiene su encanto”, afirma Adam Ozeri, ex futbolista y actual coach deportivo estadounidense.

“El estadounidense promedio cada vez va entendiendo más, aunque no en la medida de Sudamérica, donde cada uno tiene su equipo y entiende de táctica, etc. Pero igualmente está creciendo y el fútbol femenino también. De aquí a diez años el fútbol estadounidense va a ser otra cosa”, reflexiona Ozeri en relación al crecimiento del deporte en su país.

Para el periodista Witteczeck este crecimiento responde a motivos más oscuros: “El fútbol sirve para hacer propaganda, es un negocio estratégico, político y mediático. Lo ha utilizado Mussolini, Franco, Ceaușescu, las dictaduras latinoamericanas, etc. El poder que tiene el fútbol es impresionante”, afirma y agrega: “Estados Unidos busca tener el control del fútbol, lo cual tiene un poder impresionante en el dominio de las masas y la propaganda política”.

Más allá de las interpretaciones el crecimiento del fútbol estadounidense es innegable. Algo que se palpa en el rendimiento de la selección nacional la cual comenzó a clasificar a todos los campeonatos mundiales (solo se perdió uno de los últimos 9), trayendo aún más interés por el deporte.

Consumos diferentes

El paladar norteamericano no estaba acostumbrado a deportes como el fútbol. El aficionado promedio estadounidense está familiarizado con marcadores elevados y le resulta difícil concebir un 0 a 0. Por otro lado, los deportes tradicionales de los Estados Unidos tienen múltiples interrupciones y descansos en el juego dando lugar a que los aficionados coman hot dogs y tomen cerveza.

Adam Ozeri, ex futbolista profesional estadounidense, tuvo la suerte de jugar en ambos hemisferios del continente americano y en diálogo con ANCCOM comentó su experiencia: “La gente viene a los estadios a entretenerse y hay gente que directamente no ve el partido: va a sacar un par de fotos, comen, la pasan bien, lo cual tiene su encanto, pero es muy distinto a lo que pasa en Sudamérica”. Para Ozeri: “Es difícil comparar a los públicos. Vos ves partidos de Boca o Palmeiras y lo que hace la hinchada no se consigue en Estados Unidos, los partidos son más como espectáculos, más shows y no algo de vida o muerte”.

El deporte es la excusa para una serie de consumos laterales que al fin y al cabo se vuelven centrales para la “experiencia”. Algo diametralmente opuesto a como se vive el fútbol en las tierras donde más se practica y consume. Sin embargo, los estadounidenses han logrado consolidar un punto medio entre el show de deportes como la lucha libre y el fútbol americano, adaptándolo al soccer a través de la incorporación del factor “espectacular” por medio de la aparición de figuras reconocidas a nivel mundial disputando la liga.

 “A la Copa América se le presta atención, pero es difícil cubrir el territorio. Estados Unidos es muy grande. Hay ciudades en donde no se mira fútbol», dice Ozeri.

Consultado sobre el interés que genera la Copa América en su país, Ozeri responde: “A la Copa América se le presta atención, pero es difícil cubrir el territorio. Estados Unidos es muy grande y tiene mucha población. Hay ciudades en donde no se mira fútbol y otras que sí”.

El negocio

Desde la explosión del escándalo del FIFAGate, las nuevas autoridades del organismo han bregado por un saneamiento del fútbol. Sin embargo, la manipulación de este en pos de los negocios sigue más firme que nunca e incluso se ha institucionalizado durante la gestión de Gianni Infantino. Todo se cubre con el manto de piedad de una supuesta democratización del deporte que tiene como fondo la ampliación del negocio a través de la inclusión de cada vez más países en la organización y participación de las Copas del Mundo.

En relación a estas modificaciones, el periodista Ariel Scher cuenta: “Las modificaciones efectuadas a la estructura de las Copas del Mundo están íntimamente ligadas al mercado. La lógica del capitalismo es que todo es mercancía y el fútbol es concebido como un producto hiperglobal. La industria del show deportivo tiene esa dimensión, más allá de que existe lo nacional y el arraigo”. Y explica: “Más equipos participando implican más lazos directos de más personas y más posibilidades de vender productos a esas personas. El fútbol está ligado a fenómenos identitarios. Que tu equipo juegue aparece en ese territorio y desde ahí se explica la expansión de participantes en los mundiales”.

La elección de las sedes también termina atada a la cuestión económica. Así se eligen como sedes países sin tradición futbolística que a través de inversiones millonarias elevan la vara en términos infraestructurales e imposibilitan la organización del campeonato por parte de países de menor desarrollo. Incluso naciones del llamado Primer Mundo deben recurrir a presentar candidaturas múltiples para tener chances de acoger el evento.

Según Scher “El campo de la política y los negocios se entrecruzan constantemente. Son entrecruzamientos que responden a determinados modelos de deporte y de negocio. Las posibilidades de algunas cosas en el fútbol terminan ligadas a la acumulación de capital, aunque nada es posible sin los actores y las pasiones, son elementos que se entrecruzan para dar como resultado esta escala planetaria”.

Consultado acerca de cómo se traslucen estas operaciones en la organización de esta Copa América, Scher responde: “La Copa América es la competición de selecciones más antigua del mundo, la operación que hay es trabajar sobre esos viejos arraigos y potenciarlos a través de los dispositivos mediáticos y comerciales. El fútbol es multivalente, es de los pueblos, pero también de los grandes poderes económicos”. Scher pone la lupa sobre algunas nociones: “Además de pensar el rol de Estados Unidos habría que pensar el rol de ´lo nacional’ en este mundo. Hay una especie de globalización también en lo deportivo, habría que ver cómo se redefine lo nacional”.

Continuando la reflexión sobre lo nacional, haciendo referencia a las publicidades en torno a la Selección Argentina, Scher comenta: “Lo que es claro es que las corporaciones que enaltecen el patriotismo y nos invitan a lo nacional son en su mayoría multinacionales”.

En América los países de la región aún en condiciones de llevar adelante estos eventos son Brasil y Estados Unidos que han organizado cuatro de las últimas cinco Copa América. “Estados Unidos se ha vuelto el centro de la CONCACAF sacándole lugar a países como El Salvador, México o Guatemala que podrían llevar adelante una copa. Ahora van a organizar su segundo mundial en 30 años, disfrazados de América del Norte, pero Canadá y México están de adorno”, explica Witteczeck sobre la preponderancia de los Estados Unidos en su confederación.

Aunque el poder de USA no se limita al continente. Su presencia se volvió clave luego de los mundiales de 2010 y 2014, que no habían sido éxitos económicos para la FIFA que tuvo que poner obscenas sumas de dinero para viabilizar los faraónicos eventos que necesitaban de una impresionante inversión para mejorar la infraestructura deportiva. Con esto como antecedente Estados Unidos tenía todas las fichas puestas en la organización del mundial de 2022, sin embargo, cuando en el año 2010 este fue otorgado a Qatar, generó una indignación que dio lugar al inicio de la investigación del FBI sobre el proceso de elección.

En 2015 estallaría el mayor caso de corrupción en la historia del deporte. El FBI a través de leyes extraterritoriales y soplones logró sacar a la luz hechos de soborno, fraude y lavado de dinero. Con la desarticulación de la “vieja FIFA”, Estados Unidos comenzó a tener mucha más injerencia y poder en el mercado del fútbol. “El lazo de Estados Unidos con el fútbol parece más fuerte que nunca, algunas instituciones han jugado muy fuerte”, afirma Scher aunque señala que en una disputa tan lábil y volátil no se pueden hacer aseveraciones perdurables.

Para Witteczk, el volantazo que se pegó después del FIFAGate tuvo claros ganadores: “Fue a favor de Estados Unidos y de la OTAN. La FIFA de Infantino y la Conmebol de Domínguez se adaptan de acuerdo al poder. Ellos vetan a la selección de Rusia, pero cuando en la Eurocopa albaneses y croatas dicen ‘muerte a los serbios’ no pasa nada. La Copa América se inauguró con el discurso de un pastor evangélico, algo que va en contra de cualquier estatuto. No hay justicia, ellos se flexibilizan para obtener dinero y poder”.

Más allá de las victorias que acumule a lo largo de este campeonato continental, Estados Unidos en el fútbol viene ganando hace rato. La Copa América es una prueba piloto para el próximo mundial, el más ambicioso de todos los tiempos, organizado por tres países y con 46 equipos, un experimento que deja a las claras que lo que realmente les interesa a los popes del fútbol es explotar el negocio que genera la pelota. El verde del césped queda relegado ante el verde del dólar ya que, a fin de cuentas, gane quien gane el torneo, la FIFA y Estados Unidos están viviendo el sueño americano.