Antorchas que calientan los motores para la marcha del 24

Antorchas que calientan los motores para la marcha del 24

La comunidad de la Escuela Mariano Acosta realizó una caminata en homenaje a los desaparecidos del establecimiento, de la Facultad de Filosofía y Letras y a las madres que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz para buscar a sus hijos. También homenajearon a Pablo Grillo.

En el barrio de Balvanera hay una escuela del color del sol, un amarillo anaranjado que se mezclaba con los tonos saturados de la media tarde del jueves. Desde lo más alto, caían tres banderas hasta el suelo. Más bien parecían columnas que sostenían aquel edificio, con la fuerza de las palabras que portaban: Verdad, Memoria y Justicia. 

En la Escuela Normal N° 2 Mariano Acosta, la dictadura militar es una historia que se mantiene vibrante ante las amenazas del negacionismo. Sus 43 estudiantes detenidos y desaparecidos están en las aulas donde se cuentan sus historias, en los lápices que continúan escribiendo, en los niños que gritan “¡Presente!” cada vez que dicen sus nombres. Daniel, Rodolfo, Ricardo, Jorge, César, Julio, Roberto, Carlos, Claudio, escritos debajo de las fotos de sus pancartas repartidas entre las familias. Desde hace siete años que se organiza la Marcha de las Antorchas, días antes de los 24 de marzo. Las actividades de esta fecha no se quedan dentro del establecimiento. Como aclara Luz Ayuso, Coordinadora del Archivo Histórico de la escuela, el Acosta “tiene las puertas abiertas al barrio, quiere pensarse junto a su comunidad”. Con pancartas en mano, tambores en batucada y antorchas encendidas, la comunidad comenzó su recorrido, con varias paradas por delante. “Adonde vayan los iremos a buscar”, coreaba.

El camino fue diferente al de años anteriores. Un reclamo coyuntural exigió pausar en el Hospital Ramos Mejía; casualmente, a dos cuadras del punto de partida: el fotógrafo Pablo Grillo continúa internado con un estado delicado luego de haber sido herido en la represión del 12 de marzo. La escuela quiso expresar todo su apoyo a la familia y todo su rechazo al accionar represivo de las fuerzas de seguridad, con especial énfasis a Patricia Bullrich. Fabián, su padre, agradeció el amor con una conmovedora noticia: “Hoy me dijo: `Hola, viejo´”. Las familias, profesores y estudiantes estallaron en aplausos fuertes y esperanzados. 

A pocos metros de la avenida Independencia, la marcha y su batucada tuvieron que detenerse para recordar a los 602 compañeros desaparecidos de lo que antes fue la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; hoy sede de Psicología. 

Entre tantas personas y tantas historias, desde el Programa Universidad y Dictadura se creó la iniciativa “Vidas situadas”, una reconstrucción minuciosa de la geolocalización de los lugares que habitaron, especialmente sobre su paso por Filo. Desde la carrera universitaria que estudiaron y el título recibido, hasta los compañeros con los que compartieron aula, el proyecto busca vincular las vidas particulares de cada uno en relación con lo colectivo, como el proyecto de país por el que lucharon. 

Tan solo una cuadra más para alcanzar el fin de esta marcha. En la esquina de General Urquiza y Estados Unidos, la Iglesia de la Santa Cruz estaba casi cubierta por la oscuridad tempranera del otoño entrante. Las antorchas de la Memoria llegaban para darle luz al relato que consiguió justicia gracias a un niño de 12 años, hijo de Perla y Adolfo Mongo. Esteban fue testigo de la atroz escena de los secuestros de la Santa Cruz; lugar de encuentro para la angustia de algunas madres del barrio, de las que se gestaría una lucha imparable por la Verdad de sus hijos. 

En esta marcha también se sumaron los maestros y estudiantes de la Escuela Nº15 Jorge Luis Chinetti, que está a metros de la Iglesia. Es una escuela con más de cien años de existencia. La Chinetti busca expropiar el edificio, alquilado en esa locación desde 2006, por falta de inversión ante un grave estado de deterioro de la infraestructura. Con su reclamo en alto, la institución que antes portaba el nombre de un represor y lo cambió por uno de un profesor desaparecido, tomó la guitarra, el saxofón, la flauta traversa y el micrófono:  

Azucena Villaflor, Madre del amor

Dónde están los que faltan, dónde están.

Dónde están, quiero saber la verdad.

Flor de Azucena, ahí tendrán la primavera.

Tras los aplausos, comenzaron a sonar los tambores rugientes. De repente, en medio de la emoción, con una puntería calculada, una cascada de agua cayó del edificio de la esquina, empapando a varios de los percusionistas y bailarines. El tirador no se presentó ante su audiencia. Quizás quiso apagar el ruido, o, quizás, a las antorchas. Pero en esta comunidad, la arenga hace de la llama un incendio.

Los tambores redoblaron la apuesta y sonaron sin parar para seguir avivando el fuego, al canto de “Milei, basura, vos sos la dictadura”.

Las páginas de la memoria

Las páginas de la memoria

Miles de personas recorrieron la primera Feria del Libro de Derechos Humanos que este fin de semana se realizó en el predio de la Ex-Esma. Talleres, actividades culturales y debates para pensar la nueva coyuntura. Entre otros textos se presentó «Tu nombre no es tu nombre», donde Federico Bianchini cuenta la historia de Claudia Poblete.

La tarde transcurre entre libros y arte, talleres y juegos de mesa, muestras, debates, presentaciones y lecturas compartidas; entre recuerdos y memorias, reflexiones, testimonios, encuentros y reencuentros en la primera Feria del Libro de Derechos Humanos del Espacio Memoria (Ex-Esma). Personas de todas las edades, solas o acompañadas por amigos, familias, parejas, recorren el espacio, no solo llevándose libros, fanzines, stickers, pines, ilustraciones, sino también intercambios con autores, que reciben a los curiosos con una sonrisa, compartiendo recomendaciones, experiencias, y muchas veces, hasta las historias e ideas detrás de sus trabajos. En el fondo, algunos dejan registros de su paso en una pizarra que contiene carteles que reflejan qué es lo que “nunca más” (violencia, odio, persecución por pensar diferente, represión, fascismos), y “más que nunca” (empatía, construcción comunitaria y popular, solidaridad, defender nuestros derechos) se debe recordar o no olvidar.

Niños y niñas corren de un lado al otro, ansiosos por descubrir cada rincón del lugar, que se encuentra atravesando dificultades por el desfinanciamiento del Gobierno nacional a las políticas de memoria, verdad y justicia. Pero esta iniciativa deja olvidar a todos por un momento las dificultades y demuestra la potencia del trabajo colectivo. Los más pequeños se maravillan con los juegos de mesa y se entretienen hasta que otra cosa llama su atención. Algunos se unen a los más grandes y deciden que también quieren estampar frases con sellos y colores: abrir, encontrarse, memoria, verdad, justicia, son algunas de las palabras que eligen escribir.

Afuera, la gente disfruta del buen clima en los espacios verdes, algunos compartiendo una merienda en las mesas, otros regados en el pasto en lecturas colectivas, entre mates y galletitas que van de mano en mano. El olor a la comida cocinada en las parrillas impregna el aire y el sonido de la música en vivo resuena a medida que uno se va acercando a la feria que tiene lugar al aire libre. Algunos adolescentes agrupados escuchan sentados, otros aplauden al son de la música, parados cerca del pequeño escenario que recibe bandas.

“Quiero que cuando alguien habla de una Feria del Libro de Derechos Humanos, que toda la sociedad argentina venga y apoye, aunque no compre nada, que venga a pasear, que mire, que debata, que se suma a las mesas de discusión, que tome la palabra, que opine, que cuestione, que discuta. Creo que es un lugar para pensar. Así que estoy muy contento con lo que hay, me gustaría que venga muchísima más gente”, confiesa Adrián Dubinsky, productor general de la Feria.

La actividad se realizó el viernes 14 y el sábado 15 de marzo, con entrada libre y gratuita, en el marco del Mes de la Memoria. “Es la primera vez que se hace acá. Esta idea la trajo Mónica Hasenberg, fotógrafa que viene registrando a las Madres de Plaza de Mayo y organismos de derechos humanos desde la década del 70. Hace cuatro años me vino a proponer hacer esta feria, pero en el Parque de la Estación, algo muchísimo más modesto. Y después me convocaron Gabriela Alegre y Julián Athos Caggiano para esta actividad (del Ente público Espacio para la Memoria). La idea principalmente era, en un momento de mucha tensión, donde hay algunos que se preguntan qué son los derechos humanos, o para qué sirven, o de dónde salieron, o los ponen en cuestión, iniciar un debate, no desde un foro de derechos humanos, sino pensar los derechos humanos desde la literatura, desde el arte. Cualquier libro que agarrás de esta feria, sea de literatura, de poesía, ensayo, ciencia ficción,  policial o, de terror, podés extraer un párrafo y pensar los derechos humanos que nos constituyen como un sujeto”, cuenta Dubinsky que se emociona cuando mira las personas caminando por los stands: “Hay comunidad nuevamente”, subraya.

 

Es imposible no advertir el colorido pañuelo conformado por personas en miniatura al entrar a la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo. Media hora antes, niños y niñas acompañados por sus familias se reunían a ayudar al artista Andrés Riva a formar las siluetas de papel que formarían la figura, con el objetivo de armar una multitud que sostenga nuestras memorias, derechos y luchas. “El equipo de difusión de Abuelas de Plaza de Mayo me invitó a colaborar con la campaña La Memoria en marcha se multiplica y surgió la idea de usar estas siluetas de papel que son, que evocan o convocan recuerdos primarios, del orden de la niñez, de otro tipo de ternura. Algo que parece individual después se multiplica, y si haces algunas cosas técnicas muy simples, como que los pies toquen el piso o se estén tocando entre sí, después los podés parar. Y resulta que al ponerlos a todos juntos, parecen que son una multitud y se arma como una marcha llena de colores, de formas distintas, de imágenes distintas, y trabajar eso con niños acá es súper importante”, explica Riva, que espera que sea una actividad que se pueda replicar y retomar en escuelas y en los hogares.

“Sin relato, la memoria se diluye”

Minutos después, el auditorio de la Casa por la Identidad recibe la llegada de Federico Bianchini, escritor de Tu nombre no es tu nombre: Historia de una identidad robada en la dictadura argentina, acompañado de Claudia Poblete Hlaczik, protagonista del libro; de Fernando Krapp, cineasta, periodista y escritor, y de Constanza Brunet, editora, periodista, y directora de Marea Editorial. La mesa funcionó como una especie de entrevista pública de Fernando y Constanza a la nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo y al escritor.

En el año 2000, un juez citó a Claudia Poblete Hlaczik, hasta ese entonces Mercedes Landa, para afirmar que quienes creía eran sus padres no lo eran, que su nombre no era su nombre, su fecha de nacimiento estaba equivocada, y que sus verdaderos padres habían sido torturados y desaparecidos en 1978, durante la última dictadura argentina. El libro sumerge a sus lectores en el complejo y emotivo camino recorrido de Claudia para restituir su identidad. Recupera la historia de vida de los padres, dos jóvenes militantes de izquierda peronista, recopilando los relatos de la última noche que fueron vistos antes de ser secuestrados, a través de testimonios de personas que los vieron en el Olimpo, centro clandestino al que fueron llevados y vistos por última vez.

El libro narra la búsqueda de la familia Poblete por dar con Claudia, el deseo del encuentro en fragmentos de entrevistas que forman parte del Archivo Biográfico Familiar construido por Abuelas de Plaza de Mayo; la infancia de Claudia, el momento en el que se entera de su verdad, el proceso mental y emocional que atraviesa al enterarse, y el camino que hace a su libertad y la restitución de su identidad. El libro es un registro de gran valor a cuarenta años de la vuelta de la democracia en la Argentina: “La dictadura no solo sigue presente en la memoria, sino también en algunos cuerpos”, reflexiona Bianchini en su novela. 

El proyecto surgió a partir de la propuesta de la participación de Bianchini en un podcast chileno llamado Relato Nacional, pero pronto el escritor se dio cuenta de que no es un gran aficionado al formato, y que le interesaba contar específicamente la historia de Claudia, pero sobretodo de entender qué es lo que ella había sentido. “Cuando le hablé a Claudia de la posibilidad de hacer un libro, porque me interesaba más contarlo de forma extensa, su respuesta fue que no podía prohibirme hacer un libro”, cuenta el autor mirando a Claudia en complicidad. “Tenía que ver con ella, pero tenía mucho que ver conmigo también. Yo creo que cuando uno elige un tema para escribir durante, como en este caso, un periodo cronológico de muchos años, muy fragmentado, tiene que ser algo que realmente te interesa contar. Lo que uno también le interesa como persona”, agrega.

Claudia rememora el encuentro a su manera: “La primera reacción fue: ´yo te doy lo que te puedo dar de mi testimonio, de mi historia, y vos con eso hacé lo que puedas´. Es un poco lo que yo digo, de que no te puedo prohibir que lo hagas. La verdad es que, después cuando uno ve los resultados, lo valora y te das cuenta de lo importante que es que exista, porque más allá de lo personal, que es muy fuerte, yo me doy cuenta de la fuerza que tiene mi testimonio. Entonces, tener la posibilidad de dejarlo plasmado, así con tanto respeto, con ese cuidado, y poder participar del proceso, es algo muy importante”.

Claudia confiesa que cada proyecto no sólo la involucra afectivamente sino que la excede: “Uno sabe que abre la puerta a que otros también tengan que  poner su cuerpo y su voz para eso. Es una responsabilidad. Pero no deja de ser súpervalioso. Uno siempre tiene la esperanza de que llegue, no solo para una persona que pueda tener dudas, sino también para que el que sepa algo pueda animar a acercar la información o a invitar a esas personas a que se acerquen”, afirma Poblete Hlaczik.

El libro de Federico Bianchini utiliza no solo los recuerdos y la memoria de la protagonista sino de los amigos, familiares, jueces que formaron y forman parte de su historia, inmortalizandolos en este libro. “Sin relato, la memoria se diluye”, afirma.

“La verdad es que, como siempre, todas las actividades que se hacen acá son súpermovilizadoras y hoy ver en la feria tanta gente participando, familias compartiendo en este espacio y dándole vida, es para mí lo que le da sentido a todo esto. Y poder ser parte de esto, con un libro que cuenta mi historia y que le da difusión a la búsqueda de Abuelas y a lo que significa, que es algo que siempre es importante para uno, es parte de la tarea diaria que realizamos. Marzo es el mes en el que conmemoramos el inicio del golpe de Estado del 76. Van pasando muchos años y es una forma de tratar de llegar y de mantener el mensaje”, reflexiona Poblete Hlzczik, en diálogo con ANCCOM, al finalizar la presentación.  “Todavía sigue habiendo gente que acompaña, comprometida con esta lucha y a la que le importa que la memoria siga viva y que está dispuesta a la transmisión. A pesar de todas las cosas horribles que están pasando, hay un germen ahí de algo que estamos tratando de cuidar y que espero que en algún momento, podamos volvernos a encontrar, y mirarnos a las caras para reconstruir todo esto que se está destruyendo ahora, digamos, que vamos a estar todos para hacer eso cuanto antes”, concluye.

“Es la primera vez que el libro se presenta acá en Argentina. Salió en octubre de 2023 en España y lo estuve presentando por allá, y poder presentarlo acá, con Claudia, es algo muy interesante”, dice Bianchini. Y recuerda: “En España, el libro va por la tercera edición, tuvo mucha difusión. Juan José Millás,  un escritor español, le dio mucho impulso en un programa que es muy escuchado en la radio, y eso hizo que me llegaran muchos comentarios de gente que quizás ni había escuchado esta historia y sabía muy poco de Abuelas de Plaza de Mayo”.  Y concluye: “El hecho de presentarlo hoy con Claudia ya era algo que estaba bueno. Sobre todo porque, por lo general, cuando uno presenta un libro, se suele hablar mucho más el texto; pero el hecho que estuviera la protagonista también hacía que hubiera otro tipo de preguntas que tenían que ver con la forma en la que ella no sólo había recibido el libro, sino cómo había procesado todo esto y su historia, que a fin de cuentas me parece que es lo importante en este caso”.

“Éramos jóvenes que queríamos un mundo mejor” 

“Éramos jóvenes que queríamos un mundo mejor” 

El sobreviviente de la última dictadura Carlos Alberto Lafit declaró en el juicio que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Mansión Seré y RIBA. El tribunal innovó en el procedimiento judicial para que las víctimas de un represor fallecido puedan acceder a la verdad de lo sucedido con sus padres.

“Me dice que me agarre la cabeza. ‘Por qué’, le digo, ‘Porque te la voy a volar’”, contó que le respondió el guardia que lo había llevado del cuello hacia una habitación dentro del destacamento de Palomar, centro clandestino de detención identificado por el testigo Carlos Alberto Lafit, uno de los dos sobrevivientes que testimoniaron en la sesión N° 16 de la causa Mansión Seré IV y RIBA II, llevada a cabo este martes. Lafit, en aquellos años miembro de la Juventud Peronista y estudiante universitario, hizo caso omiso a la directiva del guardia: “Como una última rebeldía, de una juventud que venía cansada de tantas dictaduras militares, donde el mismo clima de época hizo que participáramos por el ideal de una sociedad más justa, no me agarré la cabeza”, reflexionó. Recuerda que esperó el tiro, pero el guardia nunca disparó: A cambio, fue llevado a una celda de dos metros por uno que utilizaban como sitio de castigo.

Sobre las circunstancias en las que fue secuestrado mientras salía de la universidad, recuerda que lo esperaba “una persona morocha, alta y corpulenta” acompañado de un muchacho con el ojo golpeado, que él reconoció: “Cuando salíamos del comedor universitario el chico nos pedía manzanas”, dijo. Se trataba de “Palomeque”, quien le confesó que por supervivencia, tuvo que entregar su nombre a los militares.

Ya detenido, uno de los episodios de tortura que recuerda Lafit fue la ocasión en la que un guardia pateaba en el piso a un compañero suyo: “Yo le dije al oficial que no lo patearan porque estaba dolorido desde antes, ‘¿Ah sí?, ¿vos sos el buen samaritano?’ me respondieron, y me empezaron a patear a mí, con esos botines con punta de plomo que usaban los militares”. Aferrarse a la religión lo rescataba, de a ratos, de tanto horror. “Sentí la presencia de Dios no por fanatismo religioso sino por creyente”, sostuvo el testigo y dijo: “Me quedó siempre ese interrogante de por qué otros compañeros tuvieron que sufrir, no aparecer, cuando yo tuve ese privilegio, que es un derecho en realidad, de estar vivo. Por eso estoy acá. Porque ese mismo corazón, con el que actuamos con sueños e ideales por una sociedad mejor, lo tenían ellos también. Queda ese dolor de por qué otros corrieron otra suerte”, admitió Lafit acerca de su liberación del cautiverio que duró casi dos meses.

Para finalizar su testimonio, dirigió unas palabras al tribunal y les agradeció “por seguir manteniendo esta línea de investigación porque esto no debe ocurrir más en nuestra patria, ni en ninguna parte del mundo. Fue un horror lo que vivimos. Las secuelas quedan en la memoria y el corazón. Solo éramos jóvenes que queríamos un mundo mejor”.

“Entiendo que en este contexto adverso quizás los testigos vuelvan a tener miedo», dijo María Eva Pérez.

En esta misma audiencia, el tribunal denegó la petición realizada por los abogados que acusaban a Juan Carlos Vázquez Sarmiento en torno a continuar como querellantes en el resto del juicio dado que el represor –uno de los juzgados en esta causas por los delitos de lesa humanidad- falleció hace unos días. En su lugar, se dispuso una “instancia especial” por fuera del actual proceso, novedad jurídica en Argentina en el marco del derecho a la verdad, en la que se abordarán las pruebas testimoniales y documentales que han sido recuperadas a lo largo del juicio para establecer la materialidad de los hechos en relación a la desaparición de José Manuel Pérez Rojo y Patricia Roisimblit, padres de Mariana Eva Pérez y Guillermo Pérez Roisimblit, que posiblemente acontezca tras la finalización de las audiencias previstas de la causa. “Será una audiencia con características especiales. El tribunal rechaza nuestro pedido pero toma nota de que las víctimas tienen derecho a reclamar una respuesta en base al derecho a la verdad y hacen una creación judicial para encontrar ese espacio”, explicó el abogado querellante Pablo Llonto, en diálogo con ANCCOM. A la vez reflexionó: “Está bueno que la justicia frente a situaciones nuevas como las que ocurren ahora encuentre caminos alternativos para dar respuesta a las víctimas. Son pequeños avances. Frente a las posiciones más negadoras de los derechos humanos que podrían concluir ‘se terminó, el acusado se murió y punto’ en este caso abren una puerta alternativa, en una creación jurisprudencial interesante, con estos mismos jueces”. En esta misma línea el abogado hizo hincapié en la importancia de que el proceso judicial continúe: “Por el derecho a la verdad que tienen las víctimas de exigirle al Estado que dé una respuesta respecto de un hecho que cometió el mismo Estado”.

“Me da la sensación de que le cuesta al tribunal dar cuenta de esta omisión de no contemplar a las infancias como víctimas, ni a Guillermo [Perez Roisinblit] ni a mí. Solamente a los tres adultos involucrados. ¡Qué les cuesta reparar eso en un fallo por derecho a la verdad que nos incluya!”, reflexionó Mariana Eva Pérez, en diálogo con ANCCOM, en relación a la desaparición de sus padres. En la misma línea sostuvo: “No es que quiera seguir en este juicio porque me copa Montoneros Zona Oeste, ni soy una investigadora en temas de la Fuerza Aérea, sino porque al ser el ámbito de militancia de mis padres, es muy probable que se hable de personas o hechos que hayan estado relacionados con ellos o con su desaparición”, expresó y agregó: “Realmente no se está garantizando el acceso a la verdad si voy a depender de preguntarle a otras querellas qué se dijo, o esperar que se acuerden del caso de mis padres y pregunten, o que la fiscalía de los 133 casos que tiene se acuerde especialmente de los nuestros”.

En esta misma audiencia, el otro testigo decidió no hacer público su testimonio y resguardar su identidad, derecho al que pueden suscribir todas las víctimas. Llonto fue consultado acerca de las posibles razones por detrás de esta decisión: “Hay testigos que pueden sentir algún tipo de molestia en torno a la exposición de la imagen pública. También puede tener que ver con cuestiones relacionadas a todavía sentir miedo”, sostuvo el abogado. Además, hay una pregunta clásica que se realiza en los juicios: “¿qué daño ha causado todo esto a su familia?” y allí aparecen respuestas de comportamientos familiares, situaciones del pasado que generaron conflictos y daños concretos a la vida y a la salud mental de cada persona y sus entornos. En este sentido, Mariana Eva Pérez sostuvo: “Entiendo que en este contexto adverso quizás la gente vuelve a tener miedo lamentablemente, por lo que sería bueno que el tribunal les ofrezca a los testigos todas las posibilidades intermedias que hay entre que se transmita y no se transmita: se puede transmitir distorsionando la voz, no mostrando la imagen, no dando el nombre. Así podríamos tener acceso a los relatos, porque muchas de las personas están declarando por primera vez”.

La próxima audiencia de esta megacausa será el martes 25 y se llevará a cabo de forma virtual.

Murió otro represor impune

Murió otro represor impune

A los 77 años y mientras era juzgado por crímenes de lesa humanidad, falleció ayer el genocida y apropiador de bebés Juan Carlos Vázquez Sarmiento. Prófugo de la justicia durante dos décadas, nunca dio información sobre sus víctimas ni tuvo condena firme por sus crímenes.

Juan Carlos Vázquez Sarmiento, conocido como “el Colo” en sus años a cargo del circuito represivo de la zona oeste del Gran Buenos Aires, logró con su muerte la impunidad que en tantas oportunidades buscó: prófugo de la justicia durante casi dos décadas y protagonista de dos noticias en el último año: una por posar en una fotografía junto a un grupo de represores condenados y un diputados de La Libertad Avanza en julio de 2024. La otra fue exhibir su genitales a través de la cámara de un Zoom en la tercera audiencia del juicio por la Megacausa Mansión Seré y RIBA II el 24 de septiembre del año pasado, alegando senilidad, con el objetivo de ser declarado insano para afrontar el proceso. En la primera sesión de este año su defensa presentó un nuevo informe expedido por el penal de Ezeiza donde se constató el deterioro de su salud.

Al día de su muerte estaba cumpliendo la sentencia de 11 años en el penal de Ezeiza por la apropiación del nieto 102, Ezequiel Rochistein Tauro. A su vez, era juzgado en la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II, por el secuestro de los miembros de la familia Pérez Roisinblit en en 1978: José Manuel Pérez Rojo, Patricia Roisinblit, embarazada de ocho meses, y su hija de tan solo un año, Mariana Eva Pérez. El hijo menor, Guillermo Roisinblit, nació en la ESMA, a donde su madre fue trasladada en cautiverio para dar a luz.

El silencio de Vázquez Sarmiento es el mismo que el de muchos otros genocidas que murieron sin dar a conocer dónde están los cuerpos de los desaparecidos o los bebés apropiados. Mariana Eva Pérez es querellante de la causa y nunca guardó esperanzas de que Vázquez Sarmiento hablara: “Lo que sabemos y reconstruimos es siempre gracias a los sobrevivientes. La impunidad, como sucedió en la década del 90, no sirve. En aquella época podían hablar libremente y no lo hicieron. Ya aprendimos que ahí no hay nada para nosotros, que van a ejercer la crueldad hasta el final sin decirnos que hicieron con nuestros seres queridos, llevando eso a la tumba”. Sobre el proceso judicial señaló: “La justicia actuó correctamente, se le otorgó defensa oficial, atención médica y los estudios correspondientes. Si llegó a ser juzgado en este estado fue porque estuvo 19 años prófugo”.

En la misma línea, Pablo Llonto, abogado de Maria Eva Pérez, tras la noticia del fallecimiento de Vázquez Sarmiento declaró a ANCCOM: “Si desde la Corte se dieran directivas claras y fondos, muchos jueces y juezas no harían lo que están haciendo en los últimos tiempos, que es demorar intencionalmente estos juicios y las investigaciones burlándose así de miles y miles de víctimas”. El abogado querellante expresó su disconformidad en torno a los tiempos de la justicia y al accionar de algunos miembros del tribunal en el desarrollo del juicio, que tras distintas postergaciones a lo largo de dos años y un esquema de sesiones aún más prolongado por alternar con el juicio de Campo de Mayo: “La muerte de Vázquez Sarmiento no nos ha sorprendido, cómo no sorprende ya la lentitud de la justicia en llevar adelante juicios por asesinatos, secuestros, torturas y apropiaciones de niños cometidas hace casi 50 años”. Una inoperancia intencionada, enfatizó Llonto”: “En este caso, de muerte de un genocida en pleno juicio oral, es otra muestra de la insensibilidad de la Corte o de algunos miembros, que no cumplen con sus obligaciones de dar celeridad y de poner recursos en los juzgados que investigan los más grandes crímenes cometidos en la Argentina”.

Mariana Pérez señaló que al conocer las últimas pericias, que indicaban el desenlace inminente, presentaron al Tribunal un pedido para continuar en el juicio por el derecho a la verdad, ya que la muerte del procesado es causa de extinción penal y quedarían fuera del debate oral como querella. A la espera de la respuesta del Tribunal, ella determinó que en caso de no poder seguir acompañando el proceso desde adentro lo hará como público: “Es un compromiso que no voy a abandonar y el público es un actor por demás de importante en los juicios”. Sobre el desarrollo del juicio explica que “la etapa de instrucción no está ni cerrada ni clausurada. Hay un montón de medidas que venimos pidiendo desde hace muchos años y que aún hoy no se cumplieron”. Detalla entre ellas la continua desconsideración de la responsabilidad de otros miembros de RIBA (Regional de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires) y víctimas, que a pesar de haberla identificado como su lugar de secuestro, siguen sin ser consideradas como tales. “Ese es el caso del socio de mi papá, que por primera vez estaba incluido en un juicio de Lesa Humanidad y que se quedará fuera otra vez, por estar abarcado en la causa de Vázquez Sarmiento”. Así como también, la necesidad de comprender que RIBA “no era una comisaría o base militar con funcionamiento normal previo a la dictadura, sino que se creó con fines represivos, para luchar contra la subversión en la Zona Oeste del Gran Buenos Aires. Y que todas las personas de allí están comprometidas y sus manos manchadas de sangre”.

Desde el aspecto personal del proceso señala que la megacausa, a diferencia de procesos judiciales anteriores, donde solo se juzgó la desaparición de sus padres, le dio otra visión de lo ocurrido: “Me permitió poner nuestra historia familiar en perspectiva con la lucha colectiva y la represión de toda disidencia política en Zona Oeste. Una lucha política que para mis padres tenía sentido. Por eso, aunque Vázquez Sarmiento haya muerto condenado sólo por la apropiación de Ezequiel Rochistein Tauro, para mí es un montón y lo siento en parte reparador. Quizás por ser casos tan unidos, termina teniendo que ver con nuestra historia familiar: sus padres como los míos también fueron parte de la columna oeste de montoneros”.

“Yo no puedo llamar ‘la justicia’ al Poder Judicial, porque en mi caso dista mucho de lo que necesito y de lo que tiene para aportar con respecto a mi propia historia. Estoy cansado de lo que viene sucediendo últimamente”, sostuvo Pérez Roisinblit.

Preguntas sin respuestas

Por su parte Guillermo Pérez Roisimblit, querellante junto a Abuelas de Plaza de Mayo por la desaparición de sus padres, en diálogo con ANCCOM expresó: “Me gustaría poder preguntarle a Vázquez Sarmiento ¿cuánto tiempo es suficiente? ¿Cuánto tiempo necesita tener desaparecidos a mis padres, cuánto necesita mantener desaparecidas a sus víctimas? ¿Cuánto es demasiado? ¿Con cuántos años él se sentiría feliz?”  Sostuvo que existe aún una especie de venganza y castigo de parte de los militares con respecto a sus víctimas: “Eligen mantener y sostener este pacto de silencio en el cual no aportan absolutamente nada porque es la última victoria, la frutilla del postre: llevarse la verdad a sus tumbas. Estamos hablando de gente de la peor calaña, que no tiene respeto por la vida humana, que disfruta de la situación en la que tuvo a sus víctimas y también en sostener la desaparición a lo largo del tiempo”.

“Yo no puedo llamar ‘la justicia’ al Poder Judicial, porque en mi caso dista mucho de lo que necesito y de lo que tiene para aportar con respecto a mi propia historia. Estoy cansado de lo que viene sucediendo últimamente”, sostuvo, y agregó: “A mí no me encuentra el Poder Judicial, un juez, un juzgado: a mí me encuentran las Abuelas y gracias al aporte, a la colaboración de una persona de la sociedad que hizo un llamado anónimo a la casa de las Abuelas y así se resolvieron veintiún años de búsqueda”. Desde que lo encontraron, sostuvo, se demoraron 13 años para investigar la responsabilidad de los miembros de la RIBA en el secuestro de su familia, y aun así no tuvieron en cuenta su apropiación al momento de imputar a Vázquez Sarmiento: “Es imposible fácticamente que, siendo superior de Francisco Gómez, habiendo participado del grupo de tareas que secuestró a mis padres y a mi dentro del vientre de mi madre, habiéndose apropiado de Rochistein Tauro, que Vázquez Sarmiento no haya tenido algún grado de participación en mi apropiación”.

“No puede ser que se trate de uno de los genocidas con más participación en la Fuerza Aérea y que sin embargo tenga una sola condena y haya estado encarcelado únicamente cuatro años”, expresó Pérez Roisimblit acerca de la vida de impunidad de Vázquez Sarmiento. “Tiene las manos manchadas con sangre de tantas víctimas, muy barato le salió la cantidad de vidas que arruinó, el daño que hizo, la cantidad de personas que carga en su haber”. A la vez, puntualizó en que si bien Vázquez Sarmiento murió procesado y encarcelado, estaba siendo juzgado por crímenes cometidos hace 46 años y que hacía solo cuatro años que cumplía una condena: “Habiendo encontrado en el 2021 a Vázquez Sarmiento, yo no entiendo cómo estamos hoy en el 2025 y el juicio no avanzó casi nada: estaba absolutamente todo para que se investigara su responsabilidad”.

“Era muy importante para mí poder escuchar lo que tuviera para decir y que también él escuchara mi testimonio”, sostuvo Pérez Roinsimblit. De todas formas, le gustaría seguir participando en el juicio dado que es de crucial importancia lo que pueda ocurrir alrededor del imputado Leston, vinculado también a la desaparición de sus padres; de la misma forma que está expectante por la posible declaración de Ezequiel Rochistein Tauro, quien aún no ha tenido la posibilidad de hacerlo.

La próxima sesión del juicio Mansión Seré IV y RIBA II se llevará a cabo de forma virtual, mañana a las 9 AM y se podrá ver a través del canal de youtube de La retaguardia.

«Cuando bajamos de la camioneta esperamos el tiro»

«Cuando bajamos de la camioneta esperamos el tiro»

Con el testimonio de Silvia Amar, se reiniciaron las audiencias por la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención de la Zona Oeste del Gran Buenos Aires. La declaración complicó al imputado José Juan Zyska.

“Cuando bajamos de la camioneta esperamos el tiro. Nos dijeron ‘no miren para atrás y caminen’. Ahí fue el gran miedo: nos agarramos de la mano con mi compañera, empezamos a caminar despacio y dije ‘acá nos matan’. Cuando sentimos que la camioneta se alejaba empezamos a correr”, expresó Silvia Beatriz Amar, única testigo de la jornada, en la sesión testimonial de este martes 10 con la que se reanudó el proceso judicial de la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II. Luego de un periodo feria judicial el proceso iniciado en agosto del año pasado avanza en la búsqueda por verdad y justicia en un contexto adverso para los Derechos Humanos.

El día de su secuestro, Amar llegó al comercio donde trabajaba con su compañero: una casa de copias en La Plata. Allí los encontró a él y a un cliente con las manos en alto contra la pared. A la fuerza, la ubicaron en la misma posición. Mientras un hombre vestido de civil la interrogaba, otros inspeccionaron el local buscando objetos de valor. A la pareja la subieron a una camioneta: “Fue un viaje eterno en el que fue violada una de mis compañeras por la persona que nos custodiaba atrás”, sostuvo Amar en torno al traslado desde su lugar de secuestro hacia el centro clandestino de detención. “Cuando entramos a la camioneta ya había dos personas, amigos nuestros. El recorrido duró cerca de una hora y media. Pararon a buscar a otro matrimonio y a un estudiante de Abogacía”, relata la víctima, que intentó escapar durante una de estas paradas, pero tras el intento fallido recibió un culatazo en la cabeza: fue así que tomó consciencia de la presencia de armas.

La testigo reconoció similitudes físicas entre el imputado Zyska y el hombre que la interrogó en su lugar de secuestro y que violó a su compañera en el traslado.

Un punto de gran importancia de la declaración ocurrió cuando la testigo reconoció similitudes físicas entre el imputado Zyska y el hombre que la interrogó en su lugar de secuestro y que violó a su compañera en el traslado. El tribunal recurrió a declaraciones previas en las que la Amar, a partir de un conjunto de fotografías, ratificó sus palabras: “Coinciden la cara poseada, el bigote y la tez morena”.
Aunque durante sus días de cautiverio Amar no debió padecer sesiones de torturas, sí fue testigo de los gritos de horror de otros detenidos: “Escuchábamos las voces de compañeros torturados”, subrayó. Recordó simulacros de fusilamientos y ruidos de aviones y trenes que llegaban a la habitación.

La testigo no dejó de destacar las consecuencias psicológicas y físicas que afrontó luego de su liberación. Hizo hincapié en el periodo en que le tocó esperar por su novio, quien siguió en cautiverio por un prolongado tiempo más: “La eterna espera para ver si aparecían nuestros compañeros. Nos decían ‘quedate tranquila que va a aparecer’ pero luego cambiaban a ‘lo vas encontrar en una zanja’. Siempre tuvimos la esperanza de que los íbamos a volver a ver”.

Al finalizar el testimonio, Martha Ibarra, referenta de la Asociación Civil Moreno por la Memoria y querellante de la causa, dialogó con ANCCOM sobre el desarrollo de la megacausa y adelantó que luego de 24 declaraciones quedan aún otras 10. Sostuvo que aunque el juicio estuviera previsto con un desarrollo de dos años son varios los motivos que prolongan la extensión, entre ellos, la alternancia de audiencias cada quince días o la prestación declaratoria de un único testimonio, sumados además entre ellos los testigos de concepto. Puntualizó además que “conocer la modalidad de cada audiencia con pocos días de antelación dificulta la organización y presencia de la juventud en la sala” sector que se siente que debe ser interpelado a concurrir y ser testigo de los avances de las causas.

Por otra parte, en torno al vaciamiento en las áreas destinadas a la defensa, construcción y conservación de Derechos Humanos, vapuleados en el último tiempo por el actual gobierno libertario, Ibarra declaró que “sin trabajadores no hay memoria y es justamente lo que el gobierno nacional está gestando”. Y agregó: “Que los juicios de lesa humanidad continúen aún con este gobierno que reivindica la dictadura y niega los 30.000 marca independencia del Poder Judicial. Pero lo que sí logró el gobierno de Milei es vaciar de trabajadores la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en vez de garantizar con los recursos la continuidad de las políticas públicas de memoria, verdad y justicia. Los Espacios de Memoria -referencia física que otorga mayor sustento a los testimonios de los sobrevivientes, materialidad y prueba de los crímenes allí perpetrados- también están siendo vaciados de trabajadores y recursos”.

De los cinco imputados de la causa, Juan Carlos Herrera, José Juan Zyska, Ernesto Rafael Lynch, Julio Cesar Leston y Juan Carlos Vazquez Sarmiento, este último no estuvo presente lo que dio lugar a que en el inicio de la jornada se realizara un cuarto intermedio para debatir acerca de su inasistencia. Un informe de la unidad penitenciaria de Ezeiza alega un estado de salud deteriorado física y psicológicamente, por lo que la Defensa solicitó la suspensión del juicio para el imputado. El pedido fue denegado por la jueza María Claudia Morgese Martin, aunque reevaluará la situación del imputado en el devenir de las próximas jornadas.

En diálogo con ANCCOM, el abogado también miembro de la Asociación Civil Moreno por la Memoria, Sebastián Taiariol, se refirió al nuevo intento del genocida y apropiador de bebés Vázquez Sarmiento de ser declarado inimputable: “Estimamos que no se encuentra acreditada la indisposición que argumenta su defensa”. Previamente accedieron a las autorizaciones concedidas al imputado durante el año pasado para realizar consultas clínicas y pericias psiquiátricas de las cuales “no surge diagnóstico concluyente sobre la imposibilidad física o psíquica para ser parte de este juicio”.

La siguiente audiencia de la causa se llevará a cabo el 21 de febrero a las 9 horas.