“No son supuestos ni opiniones, estos son casos juzgados”

“No son supuestos ni opiniones, estos son casos juzgados”

Se inició un nuevo juicio de lesa humanidad por los crímenes ocurridos en la Comisaría Quinta de La Plata. Por allí pasaron 200 desaparecidos, entre ellos 13 embarazadas y al menos hubo dos partos.

Comenzó un nuevo juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Centro Clandestino de Detención y Exterminio que funcionó en la ex Comisaría Quinta de La Plata. Se trata de una causa residual de lo que fue conocido como Juicio del Circuito Camps, que el 2012 condenó a seis genocidas. El nuevo debate investiga los crímenes contra 112 víctimas, entre ellas embarazadas desaparecidas, además de nietas y nietos apropiados que fueron restituidos. Los imputados son el multicondenado Jorge Bergés, Pedro Muñoz y José Saravia Day.

El juicio iniciado ayer en el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata está a cargo de la jueza Karina Yabor y los jueces Adrián Basso y Ricardo Basilico. Según el nieto restituido Leandro Fossati Ortega, uno de los querellantes en la causa, el contexto en que se lleva a cabo el juicio es muy particular: “Cobra una importancia aún mayor, ya que hay un Gobierno que no apoya estas políticas, mientras que la vicepresidenta ha realizado declaraciones negacionistas y hasta reivindicando lo que fue la última dictadura militar, considerando estos delitos como excesos pero hay que llamarlo por lo que son: crímenes de lesa humanidad”. Colleen Torres, abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, amplió: “Lo que se espera de este juicio es lo mismo que con todos: que se haga justicia y más teniendo en cuenta que Muñoz es la primera vez que es juzgado. Seguimos en este camino a pesar del tiempo transcurrido”. En relación a las expectativas del juicio Fossati Ortega expuso: “Como con todos los juicios de lesa humanidad espero que se conozca la verdad de los hechos. Queremos encontrar los restos de los desaparecidos, así que ojalá que en este juicio, que es una causa residual, se nos den indicios para encontrar los restos de nuestros seres queridos”.

Al inicio de la audiencia, los jueces escucharon los cargos a los que se les imputa al médico de la Policía bonaerense retirado Jorge Bergés, el policía bonaerense retirado Pedro Muñoz y el teniente retirado del Regimiento de Granaderos a Caballo José Ignacio Saravia Day.

Bergés ya recibió varias condenas por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura, entre ellas en el Juicio Circuito Camps que en 2012 condenó a él y a otros cinco responsables. Sin embargo, lo novedoso es que para Muñoz se trata del primer juicio. Por otro lado, hay más imputados en la causa pero el aletargamiento de los procesos hizo que dos de ellos fallecieran antes de ser juzgados, Néstor Ramón Buzatto y Cecilio Reinaldo Gómez, ambos expolicías del Cuerpo de Infantería.

Dos de los bebés que nacieron y fueron restituidos en la Comisaría Quinta de La Plata lograron ser restituidos.

Las demoras en los juicios de lesa humanidad generan un obstáculo para que todos los acusados sean juzgados en tiempo y forma: “Este proceso tardó porque la justicia es lenta, para determinar si estaba listo para elevarse a juicio se tomaron desde el 2015, recién ahora estamos con el debate. La fragmentación de las causas también hace que sea más lento”, explicó Torre.

En el circuito represivo bajo el mando del jefe del Ejército Ramón Camps, en la Provincia de Buenos Aires, uno de los centros clandestinos bajo su órbita fue ubicado en la Comisaría Quinta de La Plata. Allí se llevó a cabo una maternidad clandestina donde a los pocos días de nacer estos bebés eran alejados de sus madres y entregados a familias ajenas para ser criados. Sin embargo, los militares les aseguraban a las detenidas que entregarían a sus bebés a sus familias biológicas. Al llevarse a cabo la apertura del juicio con la lectura de cargos e imputaciones las mentiras quedaron al descubierto, mientras que los acusados y el abogado de Muñoz continuaron la presentación mediante videoconferencia.

Además, la audiencia fue seguida por familiares y víctimas, como Leonardo Fossati Ortega, junto con integrantes de organismos de Derechos Humanos tales como Abuelas de Plaza de Mayo que se concentraron en el tribunal, pidiendo justicia por las víctimas y condena a los represores.

Jorge Bergés escuchó sus cargos, mientras su rostro vía Zoom aparecía en primer plano, sin gestos ni reacción. En la sala se le imputó la privación de la libertad a Julio López, sobreviviente de ese Centro Clandestino y desaparecido por segunda vez, en democracia, el mismo día que se darían los alegatos del juicio por los Crímenes del Circuito Camps en 2012. Su familia y la sociedad aún esperan saber qué pasó con él. También se lo acusa de partícipe secundario de torturas, siendo él quién traía al mundo a los bebés de las mujeres secuestradas. Según testimonios reunidos en el Archivo Nacional de la Memoria y en causas judiciales, pudo determinarse que en la Comisaría Quinta de La Plata estuvieron secuestradas unas doscientas personas, entre las cuales había niños, niñas y, al menos, trece mujeres embarazadas. Al menos dos de ellas dieron a luz en este centro clandestino. Por sobrevivientes se sabe que Inés Beatriz Ortega dio a luz un varón en la cocina de la Comisaría, ya que fue detenida cuando estaba embarazada de siete meses. El parto fue asistido por Bergés. Fossati Ortega fue uno de esos bebés y restituyó su identidad en 2005: “No lo tomo como el médico que me trajo al mundo, sino como un genocida que ha colaborado en mantener cautivas a mujeres embarazadas en condiciones infrahumanas”.

Luego, continúo la lectura de los cargos a Pedro Muñoz, imputado por todos los crímenes de este centro clandestino de detención. Se lo acusa por los 110 casos de la Comisaría, entre ellos cuatro nietos restituidos y los padres de Fossati Ortega. José Saravia Day está acusado por el secuestro y tortura de tres conscriptos: Jose David Alekoski, Roberto Campos y Juan Ignacio Araujo. Ellos cumplían el Servicio Militar Obligatorio cuando fueron raptados y retenidos en la Comisaría Quinta de La Plata. Saravia Day fue identificado como uno de los represores por López durante uno de sus testimonios en el proceso de juzgamiento a genocidas. Aleksoski aún permanece desaparecido, mientras que Araujo y Campos sobrevivieron. Estos casos antes del juicio no se conocían, salieron a la luz gracias a las investigaciones de los juicios.

Los imputados Néstor Ramón Buzzato y Cecilio Reinaldo Gómez fallecieron antes de que el juicio llegue a la instancia de debate oral, y debían responder por su participación en el operativo de la Calle 30, en el que fue secuestrada la nieta Clara Anahí Mariani, quien aún continúa desaparecida. Este caso por la lentitud de los procesos judiciales quedada sin posibilidad de ser juzgado en este tramo.

Al final de la audiencia hubo peticiones sobre el imputado Muñoz a quien se le otorgó la prisión preventiva, siendo el único que estaba en su casa sin prisión domiciliaria, llegando hasta el día del juicio totalmente libre. El próximo jueves 4 de julio se llevará a cabo otra audiencia. Hay esperanza por la explícita responsabilidad penal de que los tres acusados, sean condenados. Fossati Ortega aseguró la importancia del conocimiento de los procesos judiciales: “La sociedad y sobre todo las nuevas generaciones tienen que saber que no son supuestos ni opiniones, estos son casos juzgados”.

El gobierno intenta frenar la búsqueda de los nietos desaparecidos

El gobierno intenta frenar la búsqueda de los nietos desaparecidos

A través de un proyecto de decreto, Abuelas de Plaza de Mayo tomó conocimiento de la intención de eliminar la Unidad Especial de Investigación (UEI) para la búsqueda de los nietos y nietas apropiados por el terrorismo de Estado. Salió a denunciarlo y pedir que se revea la medida.

Un proyecto de decreto impulsado por el Poder Ejecutivo intenta cerrar la Unidad Especial de Investigación (UEI) para la búsqueda de niños desaparecidos como consecuencia del accionar del terrorismo de Estado. La información se filtró y alarmó a Abuelas de Plaza de Mayo que salió a denunciarlo un comunicado de prensa: “La eliminación de la UEI ralentizará la búsqueda de nuestros nietos y nietas y resultará un perjuicio para la ciudadanía, un obstáculo para la justicia y un gasto para el Estado”. Guillermo Pérez Roisinblit, nieto restituido por Abuelas y actual miembro de la Comisión Directiva de la organización, detalló: “Desde el punto de vista de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia esto es algo gravísimo, pero hay que entender que se están llevando puesto todo, es un desgobierno, no hay una sola medida a favor de la ciudadanía”.

El decreto se filtró el miércoles y solo necesita la firma del presidente Javier Milei para entrar en vigencia, por eso desde distintas personalidades y organizaciones salieron a manifestarse solicitando al gobierno que revea la medida. Verónica Castelli, hija de desaparecidos quien desempeñó tareas en la UEI, remarcó que “la medida va en la línea del gobierno, que viene reivindicando a la dictadura militar desde su campaña, pero igualmente apelamos a la reflexión porque Argentina es reconocida en materia de Derechos Humanos y esto implicaría un retroceso”.

La UEI fue creada en 2004 a través de un decreto, dentro de la órbita de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Co.Na.Di.). “La Unidad se funda en el marco de un pedido histórico de todos los organismos de derechos humanos, de los familiares y de los sobrevivientes del golpe al Estado Nacional para que se abran los archivos para saber qué pasó con todas y todos los desaparecidos”, señaló Castelli, quien además explica que “a través del decreto lo que se hizo fue habilitar a la Co.Na.Di funciones de investigación que le permitan acceder a toda la documentación con la que ya cuenta el Estado Nacional”. 

Castelli integró la agrupación H.I.J.O.S, querelló en juicio de lesa humanidad y se encontró con su hermana, que estuvo apropiada durante 31 años, en julio de 2008. Ella sabe de la importancia de las herramientas desplegadas por el Estado durante estos 40 años de democracia. Sobre su paso por la UEI reflexiona: “Es algo que me llena de orgullo, que me permitió y me permite llevar adelante algo de lo que siempre fui consciente y es que en este país, lamentablemente, en el inicio de la democracia las victimas tuvimos que aprender a repararnos a nosotras mismas, tuvimos que volvernos investigadores, tuvimos que aprender de derecho para poder hacer lo que el Estado no hacía y después, de a poco, el Estado fue tomando toda nuestra experiencia y me parece súper importante un Estado que defiende los derechos de la gente y la UEI existe porque es un derecho de la sociedad argentina”.

Guillermo Pérez Roisinblit, nieto restituido por Abuelas y actual miembro de la Comisión Directiva. Archivo. 

“No es cierto que cada uno de los poderes del Estado cumpla solo con la función primaria que le compete, así como el Poder Ejecutivo tiene la tarea de administrar, también cumple con tareas  legislativas, sino no podría emitir decretos por ejemplo”, dice Pérez Roisinblit.

En el proyecto de Decreto que busca eliminar la UEI, el argumento central es la superposición de funciones del Poder Ejecutivo Nacional por tratarse de temas que competen al Poder Judicial. Para Verónica Castelli este argumento no es válido, porque “es importante que los tres poderes del Estado se comprometan con la búsqueda de los chicos, ya no tan chicos, apropiados por la dictadura militar”. En este sentido, Pérez Roisinblit sostiene que “no es cierto que cada uno de los poderes solamente cumple con la función primaria que le compete, así como el Poder Ejecutivo tiene la tarea de administrar, también cumple con tareas legislativas, sino no podría emitir decretos por ejemplo”. Castelli también explica que “la importancia de la UEI radica en que permite realizar investigaciones de las miles y miles de denuncias que el pueblo argentino acerca cotidianamente para esclarecer la identidad biológica de muchas personas sin necesidad de abrir un proceso judicial”. 

La política del Gobierno de Milei en materia de Derechos Humanos es fuertemente criticada por diversos organismos nacionales e internacionales y esta medida solo aumenta tensiones “que se haya filtrado un proyecto de decreto de este tipo no es poco, creo que están tratando de medir la reacción de la sociedad ante esta medida”, sostiene Pérez Roisinblit. En lo que se refiere a las medidas que tomarán desde Abuelas de Plaza de Mayo, Pérez Roisinblit explayó: “Vamos a recurrir a las distintas instancias, si tienen que ser las nacionales serán las nacionales y si tienen que ser las internacionales, serán las internacionales”.

«Para mí no es el Día del Padre, es el Año del Padre»

«Para mí no es el Día del Padre, es el Año del Padre»

A un año de haber recuperado a su cuarto hijo, apropiado por el terrorismo de Estado, Julio Santucho repasa lo que significó encontrar a Daniel, reflexiona sobre la paternidad, la militancia y la necesidad de seguir apoyando la lucha de Abuelas para encontrar a los nietos y nietas que falta.

El año pasado, Julio Santucho recuperó a su hijo que había sido apropiado durante la última dictadura militar. De pasado activo en la militancia revolucionaria de los años 70, Julio fue dirigente del Partido Revolucionario de Trabajadores (PRT). En 1976 cuando estalló el golpe de Estado se encontraba cumpliendo funciones en Europa para el partido. Los militares secuestraron a su mujer, Cristina Navajas, que continúa desaparecida, con la quien tenía dos hijos y en ese momento estaba embarazada. Las posibilidades de que ese hijo viva eran pocas, pero nunca perdió la esperanza. En julio de 2023, después de muchas idas y vueltas, las pruebas de ADN confirmaron que Daniel Santucho es su hijo y pudo recuperar parte de su historia. “Alguien me dijo que era el padre del año, por la recuperación de Daniel, y sí, yo pienso en el año y en mi vida y estoy feliz y orgulloso de tener los hijos que tengo”, afirma en vísperas al día del padre.

¿Qué Significa este Día del Padre para usted?

Para mí no es el Día del Padre, es el Año del Padre. Así que lo vivo como uno más, es algo de todo el año para mí. Lo que sí puedo decir es que soy un padre muy feliz por los hijos que tengo y estoy orgulloso de que me reemplacen en la lucha y que me superen en la elección de las estrategias y los lenguajes de comunicación adecuados a los tiempos actuales. Miguel es un destacado militante de derechos humanos, miembro de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y Florencia es la directora del Festival Internacional de Cine Ambiental y Derechos Humanos. Y Dani, es un regalo de la vida, que abre una esperanza de que otros jóvenes resuelvan sus dudas sobre la identidad y recurran a Abuelas para verificar si fueron víctimas de la dictadura y privados de su identidad biológica, lo cual era uno de los aspectos del plan de genocidio implementado por la Dictadura.

¿Qué piensa de la paternidad y qué pensaba en su etapa militante?

 A nosotros se nos ha criticado, incluso nuestros hijos en un momento; por qué teníamos hijos en la situación en la que estábamos. Pero bueno, nosotros teníamos una idea compartida por todos los miembros de nuestra organización. Si bien, nosotros queríamos hacer una revolución y estábamos en una situación en la que corríamos riesgo, la idea era que teníamos que ser parte del pueblo y vivir como el pueblo. Además, nosotros con Cristina queríamos tener hijos, no es que había una obligación. Tuvimos a Camilo y a Miguel, Daniel digamos que fue inesperado porque se dio en ese momento en el que yo me estaba yendo a Europa por tres meses. Yo creo que nació porque Cristina tuvo la voluntad de tenerlo porque a pesar de que estuvo en un campo de concentración siendo torturada pudo tenerlo, y eso yo creo que es fuerza de voluntad. Ahora pienso que el mundo es má complicado, que la pobreza es cada vez más grande, sobre todo en nuestro país por eso si fuera joven quizás adoptaría un chico, pero esa es otra reflexión. Yo estoy muy feliz de los hijos que tengo todos son maravillosos, los admiro. Son mejores que yo. En ese sentido, soy un padre muy feliz.

Daniel -que recientemente restituyó su identidad- y Miguel Santucho, dos de los hijos de Julio.

¿Como fue el reencuentro con sus hijos después del secuestro de Cristina?

Apenas me enteré del secuestro de Cristina yo quise volver a buscarlos porque yo le había prometido que si le pasaba algo a ella yo me iba a hacer cargo de los chicos. Ella me lo pidió claramente, cuando yo me fui me acompañó a Retiro y me dijo: “Yo te voy a pedir algo, que si me llega a pasar algo, que los chicos no se queden ni con mi mamá ni con tu mamá, ni con otros amigos, te los tenés que llevar vos”. Entonces lo primero que hice fue decirles que me volvía a la Argentina a buscar a mis hijos, pero bueno me dijeron que yo no podía ir pero que me lo iban a resolver y mandaron a Susy, que era una Argentina que vivía en Italia hacía muchos años y no tenía ningún antecedente. Estuvo unos meses en Argentina tratando de convencer a mi suegra, al final lo logró y los trajo a Italia. Primero los chicos iban a París así que los recibí en el aeropuerto. Ahí nos reencontramos, tuve a Miguel que tenía año y medio en brazos y me arrodillé para hablar con Camilo que tenía tres años y medio y le dije que a la mamá se la habían llevado los militares. Yo estuve mucho tiempo meditándolo porque no sabía si era lo mejor, pero decidí decirles la verdad, así que le dije lo que había pasado, que a su mamá se la habían llevado los militares y no sabíamos dónde estaba. Ahí él me contestó: “Ah, entonces no me abandonó”. Entonces creo que fue lo mejor que hice, le saqué esa angustia que él tenía de que lo habíamos abandonado. Después Susy fue mi segunda esposa y decidimos tener una hija, ya estábamos conviviendo hacia dos años con los chicos y yo la convencí un poco porque quería tener un hijo con ella y nació Florencia. Creo que ella no se arrepiente porque además es muy lindo tener una hija mujer.

¿Cuándo y cómo supo que había un hijo más que había nacido en cautiverio y que podía estar vivo?

Yo sabía que Cristina había estado embarazada porque ella me dejó una carta en la que me decía que tenía un atraso y, además, iba hablando con sus compañeras de celda en donde se presentaba y les decía que estaba embarazada. Pero concretamente no sabíamos si ese hijo o esa hija había nacido porque ningún sobreviviente lo confirmaba. Incluso, en el centro de detención que era el Pozo de Banfield, estuvo Adriana Calvo, que da el testimonio en el Juicio a las Juntas. Ella nos contó que, con su hija recién nacida en brazos, pasó una noche con Cristina en el calabozo y estuvieron hablando de todo, de la vida, de la política y de la familia, pero Cristina no le dijo nada de su embarazo. Cuando ellas se encontraron era abril, y Cristina ya no estaba embarazada así que siempre nos quedó la duda y la esperanza de encontrarlo.

¿Cómo llevó a cabo su búsqueda?

Cuando yo llego a Argentina en 1993, lo primero que hago es contactarme con Adriana, y ella me dice que cuando la vio a Cristina no estaba embarazada y que no le dijo nada de un hijo, que era imposible porque ella pensaba que se lo hubiera dicho. Después, ella cambia de opinión y dice que estaba segura de que Cristina la estaba cuidando. Como ella iba a tener una bebé no la quería asustar. Eso fue lo que declaró hasta último momento, asi que nosotros nos quedamos con la duda. A pesar de esto, mi suegra Nélida Navajas dedicó su vida a buscar a su hija y a su posible nieto, por eso se metió en Abuelas de Plaza de Mayo y tuvo una militancia activa para tratar de encontrarlos. Mi hijo Miguel, que había venido conmigo desde Roma también se sumó a la militancia en la agrupación HIJOS y después también empezó a acompañar a su abuela, así que estábamos al tanto de todo, si había alguna pista, o una denuncia. Lo que pasa es que las pistas se iban extinguiendo y de mi hijo no encontrábamos nada. Por eso el mérito es todo de Daniel que tuvo datos de gente que conocía la familia apropiadora y que le decía que esos no eran sus padres, así empezó a dudar y se acercó a Abuelas, primero en 2019 que lo cortó la pandemia. Después volvió con toda la carga y se descubrió la verdad. El final feliz fue el 25 de julio del año pasado sale el resultado de ADN y se confirma que Daniel es hijo mío y de Cristina. Así que estamos disfrutando el momento, muy felices de haberlo encontrarlo y de que esté ahora con nosotros.  

¿Cómo fue su reencuentro?

El primer día tuvimos una conversación por videollamada y al otro día nos encontramos en Buenos Aires, yo viajé desde Tucumán y Miguel viajó desde Italia. Después viajamos a Roma para que Daniel conozca a sus otros hermanos que viven en Roma. También fuimos a Santiago donde tenemos un montón de familia y Daniel no podía entender cómo tenían tanto afecto, los primos, los tíos. Además, él es muy cariñoso, siempre me llama y siempre que podemos nos vemos. Es increíble el carácter que tiene porque se crió con un policía malhumorado que no lo quería, que le demostraba que no tenía ningún interés, por eso él también empezó a sospechar. A pesar de eso, el tipo salió así, muy cariñoso con sus hijas, conmigo y siempre lo demuestra.

¿Qué sintió al volver a ser padre de un hijo de 46 años después de tanto tiempo?

Me cambió la vida, a nosotros y a él. Ha sido un año muy intenso porque de golpe nos encontramos y empezamos a compartir momentos de fiestas y abrazos, en los que él me preguntaba cosas acerca de su mamá y la familia. Yo le conté toda la historia y él lo ha ido asimilando de a poco porque son demasiadas cosas, la historia de nuestra familia es dura: yo tengo cinco hermanos desaparecidos y además otras cinco personas más, Cristina, las dos mujeres de mi hermano y dos sobrinas. Son diez personas asesinadas. Por eso también recuperar a Daniel es muy importante, es recuperar una parte de Cristina, una parte de nuestra familia y una parte de la historia que nos habían quitado.

¿Cómo lo vienen llevando?

Recién ahora estamos entrando en la normalidad, porque hasta el mes pasado andábamos viajando, bueno las entrevistas siguen, pero ya no son tan seguidas.

¿Qué puede decirles a aquellos padres que hasta hoy siguen buscando a sus hijos incluso en este contexto tan difícil?

Creo que no hay que perder las esperanzas y apoyar a todas las campañas que hace Abuelas, los nietos recuperados que están trabajando y otros organismos. Pienso que la principal arma que nos queda son las campañas de sensibilización y que para eso también desde mi punto de vista es muy importante el audiovisual. Y con este material trabajar en las escuelas porque también los nietos pueden estar involucrados. Yo creo que nos queda esa arma, porque las otras búsquedas por partidas de nacimiento y datos de ese tipo están agotadas, es difícil. También para que ayuden a esos jóvenes de 50 años a que les surjan dudas, porque la única posibilidad es que a la persona o al nieto robado le surjan dudas y que él se presente a buscar su identidad. Entonces para eso también tiene que ver el entorno social.

Hay equipo

Hay equipo

El Equipo Argentino de Antrpología Forense cumple 40 años identificando restos humanos de víctimas de la dictadura militar, un trabajo que trascendió fronteras, habilitó exhumaciones en más de sesenta países y permitió conocer la identidad de los soldados enterrados como NN en Malvinas.

“Los huesos hablan, acusan, cierran heridas, abren nuestros caminos de lucha, alimentan la memoria”

Nora Cortiñas

 

La sala de reuniones es grande. Hay una mesa larga y una biblioteca llena de libros, todos numerados. Las paredes, al igual que la mesa, son blancas. Encima de ella no hay más cosas que unos folletos rojos que dicen “Tenés una historia, tenés un derecho. Equipo Argentino de Antropología Forense”. La sala es grande, pero no lo suficiente como para albergar simultáneamente a los más de 60 integrantes del equipo.

Virginia Urquizu está sentada en la cabecera, tiene el pelo recogido en una media cola y sus manos están apoyadas en la mesa. Es investigadora y también la coordinadora del Área de Casos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Trabaja en él desde 2007 y su rol fue evolucionando con el paso del tiempo a la par del equipo. Ingresó trabajando en atención a los familiares en el marco de la iniciativa latinoamericana para la identificación de personas. Hoy se encarga del trabajo con las familias, la toma de entrevista, las notificaciones y el proceso de restitución.

“El equipo se divide en diferentes áreas y todas cuentan con un coordinador. Entre las más destacadas se encuentran las Unidades de Casos, Búsqueda, Comunicación e Informática, y el Laboratorio Antropológico y el de Genética Forense”, cuenta Urquizu. Y agrega: “Trabajar en el área que yo coordino implica la necesidad de tener mucho cuidado ya que estamos ante personas que están pasando por una situación muy dolorosa. Estamos ante una familia que está con una búsqueda que viene arrastrando hace décadas y que no tiene muchas certezas sobre lo que pudo haber pasado con su familiar”.

Durante los años de 1976 y 1983, la Argentina atravesó la dictadura militar más cruda y violenta de su historia, la cual estuvo caracterizada por la desaparición sistematizada y forzada de personas a lo largo de todo el país. Estas desapariciones implicaron no solo una violación hacia los derechos humanos sino también un crimen de lesa humanidad. Al día de hoy, el paradero de la mayoría de las más de 30.000 personas sigue siendo aún desconocido.

En 1984, en el marco de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y con el apoyo de Abuelas de Plaza de Mayo, aparece la figura de Clyde Snow, un antropólogo forense texano convocado para darle inicio a las exhumaciones y el análisis de los restos óseos de los posibles desaparecidos en dictadura. Para ayudarlo a realizar esta labor, Snow junta a un grupo de cuatro estudiantes de no más de veinte años cuyos nombres pasarían a la historia. De esta forma, Luis Fondebrider, Patricia Bernardi, Mercedes Doretti y Morris Tidball Binz fundan el Equipo Argentino de Antropología Forense, que el pasado 23 de mayo cumplió 40 años.

Con el transcurso de los años, el equipo fue expandiéndose y captando a más jóvenes estudiantes, como es el caso de Silvana Turner, investigadora y antropóloga forense que ingresó al EAAF en el año 1988, cuando todavía era un proyecto muy reciente y desconocido. “El equipo no era como lo conocemos hoy. El campo forense todavía no se había constituido como tal, por lo que no estaba en el horizonte de lo posible verlo como un proyecto profesional para estudiantes o inclusive para los mismos profesionales. Al equipo lo fuimos conformando nosotros a partir de la experiencia en esos años”, expresa Silvana a ANCCOM un par de días después, ya que el día de la visita al equipo la antropóloga se encontraba ausente.

“Se tuvo que ir a una excavación urgente. Son cosas que pasan acá, ¿viste?”, bromea Lucas Guagnini, el Coordinador de Prensa y Comunicación del equipo, cuando pregunto por ella. Hace 36 años que la antropóloga forma parte de este proyecto y ella, al igual que el equipo, fue cambiando de labores. Hoy, se ocupa de temáticas relacionadas a migrantes, femicidios, desapariciones forzadas y pueblos originarios. Para Silvana, cada uno de estos casos se vive de forma distinta, principalmente porque cada situación es una experiencia diferente a las otras. No todas se dieron en las mismas condiciones ni tampoco en los mismos lugares. “El EAAF empezó para dar respuesta a una demanda muy puntual que era la búsqueda de los desaparecidos. Y después, esa experiencia trascendió a otros países y otras búsquedas”, explica la investigadora.

Actualmente, la sede principal del equipo antropológico está localizada en el Espacio Memoria y Derechos Humanos ex ESMA, aunque no siempre se encontró allí. El equipo operó en un edificio en el barrio de Once hasta 2017, cuando Abuelas de Plaza de Mayo le cedió un galpón de la Casa por la Identidad para que muden su trabajo a este sitio. Este cambio tuvo una gran importancia simbólica para ellos. Como expresó uno de sus miembros fundadores, Luis Fondebrider, en la firma por el convenio de uso entre ambas instituciones: “Es un orgullo poder estar con ustedes, creo que de alguna manera el círculo se cierra”.

“Nosotros acá recibimos a las familias. Hay algunas que prefieren no venir. Entonces todas esas cosas las tenemos en cuenta. En ese caso nos movemos nosotros a sus casas o buscamos una lugar alternativo para encontrarnos y llevar a cabo la entrevista y la toma de muestras”, aclara Virginia. Y añade que la mudanza al espacio de la exESMA implicó asimismo una ampliación de su espacio de trabajo: “Estar acá nos permitió tener un laboratorio antropológico mucho más grande y poder tener el resguardo de manera más prolija y cuidada los restos óseos que tenemos en custodia”.

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El Laboratorio de Antropología Forense es el lugar más amplio del galpón. En él hay siete mesas sobre las cuales reposan diferentes variedades de huesos humanos. Esqueletos completos y en buen estado; otros, parciales y más destrozados; hasta cráneos rearmados como si fueran piezas en un rompecabezas. Al fin y al cabo, lo son. Son las piezas que ayudan a descifrar un enigma que sólo ellas pueden esclarecer. Todos los huesos tienen una historia propia para contar si uno está dispuesto a escucharlos.

Gala Maruscak sabe cómo hacerlo. Es antropóloga forense y pertenece al equipo desde 2015. Vestida con un sweater colorido, en contraposición con la sobriedad de la habitación, está sentada en frente de un esqueleto. Sus manos se van posando sobre él como si hubiesen sido creadas para ello. De a ratos, se va turnando entre la mesa donde yacen los huesos anatómicamente acomodados y el microscopio del laboratorio. Mientras trabaja, cuenta que estos restos en particular fueron recuperados en el sitio de inhumación clandestina Pozo de Vargas, utilizado por la última dictadura militar en la provincia de Tucumán para enterrar cuerpos de personas desaparecidas. Ahora están siendo analizados como posibles casos de interés pericial para el proyecto que está llevando a cabo el EAAF desde sus comienzos. Sin embargo, desde 1984, el equipo fue ampliando su abanico de trabajos a lo largo del mundo.

Actualmente, en Argentina el Equipo tiene en curso tres proyectos fuertes: el ya mencionado Lesa Humanidad, que busca devolverle la identidad a los desaparecidos durante la última dictadura argentina; Desapariciones Contemporáneas, basada en la búsqueda de aquellas personas desaparecidas en democracia; y el Plan Proyecto Humanitario Malvinas, que pretende identificar a los excombatientes enterrados sin nombres en las islas. Sobre este último, hay que remarcar la tarea impecable que realizó el equipo, ya que de los 122 cuerpos exhumados quedan solo cinco sin identificar.

Por otra parte, en el exterior, uno de los trabajos que más resalta es el Proyecto Fronteras, cuyo objetivo es identificar a aquellos migrantes que pasan por el corredor migratorio constituido por Centroamérica, México y Estados Unidos. Además de esta labor, el EAAF trabaja tanto en el país como en el resto del mundo formando y capacitando a otros equipos forenses para que puedan dar respuestas a los requerimientos que sus países necesitan.

Los restos recuperados de estos proyectos son analizados y archivados por el equipo bajo un código específico. En el caso de Lesa Humanidad, la codificación consta del nombre del cementerio y la fosa de donde fueron encontrados. Por más distintos que parezcan, todos tienen algo en común: están unidos por el deseo de que esos huesos transformen sus códigos en un nombre y un apellido. En que recuperen su identidad.

Virginia Urquizo, Coordinadora de la Unidad de casos e investigadora del EAAF.

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El Banco de Sangre, por el contrario, es la sala más chica. No supera el tres por tres y la mayor parte de las paredes se encuentran tapadas por las archiveras metálicas donde se guardan las muestras y los formularios. Nuri Quinteiro está parada enfrente de un cajón abierto y lleva puestos guantes blancos de látex. Mientras saca un pedazo de papel secante de un sobre de madera, enuncia: “Cada proyecto tiene una codificación diferente. Acá tenemos muestras de Lesa de Argentina, muestras internacionales, muestras de Malvinas… Cada una cuenta con un formulario que tiene los datos personales del donante y de la persona desaparecida”.

Nuri Quinteiro es la coordinadora de la Unidad de Identificación y trabaja codo a codo con el Laboratorio de Genética localizado en Córdoba. Desde la sede central, el equipo manda al laboratorio la información sobre el donante y el desaparecido de forma anónima. Cada uno de ellos está representado por un código de barras diferente. “Cuando nos avisan que hay un match genético, ahí nosotros entramos a la base de datos para saber a qué persona se refiere. Para ver qué donante está dando con qué desaparecido”, explica la coordinadora.

Fundado en el 2006, el Laboratorio de Genética Forense está especializado en la identificación de muestras óseas cuyo estado se encuentra altamente degradado. Fue una incorporación clave en el desarrollo del equipo forense para la optimización de las búsquedas y reconocimientos de restos. “La incorporación de la genética a partir de los 90 cambió mucho nuestro trabajo. Cuando se comienza con el análisis genético hay un salto muy importante”, expresa Virginia al respecto.

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De vuelta en la sala de reuniones. Virginia mira el folleto que tiene frente a ella en el que se lee: “Tenés una historia, tenés un derecho”. Toma uno en sus manos y finaliza diciendo: “Es necesario plantear la importancia de que los familiares se sigan acercando. De los 1.400 restos que pudimos recuperar, hay 600 que no están identificados y por eso seguimos buscando a las familias que hasta ahora no se han puesto en contacto con nosotros. Sabemos que la búsqueda que realizamos es una búsqueda particular. No estamos buscando personas vivas. Estamos buscando personas que murieron. Hay familias que no están en condiciones de iniciar esa búsqueda, de dar ese paso. Somos totalmente respetuosos con las decisiones personales. Pero sepan que hay una red esperándolos para poder tomar esa muestra y poder compararlo con los cuerpos que aún no han sido identificados”.

Si tenés un familiar víctima de desaparición forzada entre 1974 y 1983, tenés derecho a saber si fue encontrado y es uno de los 600 cuerpos bajo resguardo del EAAF que aún no fueron identificados. Podes contactarte: 0800-3453236.

Sonrisa eterna

Sonrisa eterna

A las 92 años murió Lita Boitano, la presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. En tan solo un año, la dictadura le secuestró a sus dos hijos, Adriana y Miguel, y la empujo a ella al exilio. Sin embargo, los represores nunca pudieron robarle la sonrisa. Desde entonces, se convirtió en una incansable activista y defensora de los derechos humanos, militancia que sostuvo de manera inquebrantable hasta hoy, cuando su vida se apagó en el mismo momento que se iluminó su legado. su despedida fue en la Legislatura porteña.