Políticas públicas contra la pobreza

Políticas públicas contra la pobreza

Acampe frente al Ministerio de Desarrollo Social por la Emergencia Alimentaria.

“En materia de ingresos, la pobreza habría subido un 35 por ciento en el primer semestre antes de las PASO. La movida financiera, la devaluación y el efecto inflacionario incrementaron el desempleo y el subempleo, reduciendo la capacidad de consumo en los sectores populares”, explica Agustín Salvia, director del ODSA e investigador CONICET. Para Salvia, la situación de emergencia económica, social y financiera durará hasta mediados del año que viene y se deberá aplicar un plan de estabilización. La pobreza se acrecentó en los últimos cuatro años y está entre las principales preocupaciones de la opinión pública. En tanto, el Congreso se apresta a aprobar la Emergencia Alimentaria.

En este contexto, Salvia propone dar refuerzos en materia de ingresos a los sectores más pobres mediante planes sociales como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y agrega: “También deberíamos ampliar la capacidad de abastecer de alimentación a las escuelas, comedores y merenderos comunitarios y extender esos almuerzos a los fines de semana”. Y sostiene: “Hay que recuperar el fomento al empleo social que se perdió en estos dos últimos años a través de cooperativas, apuntando a la prestación de servicios a la propia comunidad”. Como objetivos a largo plazo, el director del ODSA sugiere hacer un plan de investigación y desarrollo y articular al sector formal con el informal: “Habrá que garantizar que, en un contexto de inversiones relativamente estable, los sectores más dinámicos como el agropecuario o el minero generen excedentes que se vuelquen subsidiariamente a la inversión en la pequeña y mediana empresa”.

Desde el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), sus miembros consideran a los sectores populares como un área esencial que ayudaría a una rápida reactivación de la economía. La investigadora Lorena Putero, integrante del CESO y especialista en Economía Social y Solidaria propone tres formas en las que esta perspectiva económica puede aportar a la causa: la producción de alimentos, la construcción de viviendas y el trabajo educativo. “La agricultura familiar es periurbana, por lo tanto, se necesitan políticas activas de asistencia en la logística, desde poner en funcionamiento y ayudar a organizar el sistema de transporte hasta subsidiar y acompañar por un tiempo la distribución de alimentos en las zonas urbanas”, afirma Putero. A su vez, ella esclarece que dicha producción de alimentos está en transición agroecológica, lo que quiere decir que tiene pocos productos químicos y usa menos insumos importados, favoreciendo a la salud de los argentinos.

La vivienda es una necesidad que el CESO detectó desde el censo 2010 al recoger datos de hacinamiento y falta de hogar. “Es un sector que rápidamente genera puestos de trabajo en una relación alta entre inversión de dinero y cantidad de puestos creados y satisface velozmente una carencia fundamental del pueblo”, argumenta Putero.

Imagen de la Villa 31 en la Ciudad de Buenos Aires.

Una tercera medida para recuperar puestos de trabajo está ligada al sector educativo: “Se puede generar empleo de acompañamiento, de asistencia técnica desde el fortalecimiento de la cultura pero que sea territorial, que se haga en los barrios con gente de ahí y eso va a suscitar la distribución del ingreso”, plantea la especialista Putero. Las disposiciones sugeridas crearían más de 500 mil puestos de trabajo usando menos del 30 por ciento de las reservas del encaje bancario. “Con un uno por ciento del gasto público se podría solucionar el problema alimentario y además se originaría trabajo”, finaliza.

Para el diputado nacional, Daniel Arroyo, hoy existe un grave problema de hambre y malnutrición: “Hay cada vez más gente en los comedores comunitarios, más chicos que comen en las escuelas y menos raciones de comida, por eso lo principal es declarar la emergencia alimentaria”. Luego, en el mediano plazo, Arroyo alista algunas medidas para frenar la caída como la regulación de los productos de la canasta básica de alimentos, el armado de un esquema crediticio que apoye a los pequeños productores y el establecimiento de una ley de góndolas. “Otra forma de ayudar a los sectores populares es desendeudando a las familias, armar un sistema de crédito no bancario a tasa muy baja, del 2 o 3 por ciento anual, para máquinas y herramientas y que, por ejemplo, el carpintero pueda comprarse su sierra circular”, describe Arroyo. Y agrega: “Hay que cuidar a los sectores productivos donde trabajan mujeres y jóvenes. Tenemos casi un 30 por ciento de desocupación en los jóvenes. Por último, hacer obra pública con mano de obra intensiva, esto es mucha vereda, cordón, cuneta y vivienda social”. Arroyo considera que la reconstrucción de la Argentina va a llevar dos años aproximadamente: “El objetivo es mover el mercado interno, encender la economía, fortalecer el consumo y poner en marcha el mercado, de abajo hacia arriba, en el desarrollo local”, define.

“Acá no hay medidas transitorias para combatir la pobreza porque es pan para hoy y hambre para mañana, no alcanza con una ley de emergencia alimentaria”, dictamina Sergio Val, miembro fundador de la Fundación Che Pibe e integrante de la Mesa Nacional de la CTA. La organización social, ubicada en Villa Fiorito, se encarga de proteger los derechos de los niños, les da de comer y les brinda herramientas de higiene además de actividades de recreación. “Yo no le encuentro salida con estos gobernantes, hablo de los que están y los que van a venir. No hay grieta, ambos son distintas caras de una misma moneda. Los dos apuestan al saqueo y nos destruyen las economías regionales”, reflexiona Val, y añade: “Este pueblo no sabe dónde está parado, vota a su verdugo desde hace décadas. Necesitamos un gobierno de verdad, no un gerente de los intereses de otras latitudes”.

Che Pibe alberga a 600 niños, niñas y adolescentes por día. Si bien la alimentación es primordial, su proyecto es esencialmente educativo. “El Gobierno de la Ciudad hace dos años que no nos renueva el convenio para la atención de niños, que si no estuvieran acá estarían cartoneando con sus familias”, comenta Sergio Val.

Como solución ante la pobreza en constante ascenso, el referente social considera un cambio radical: “No veo salida sin una reforma agraria. Hace tiempo venimos trabajando en un proyecto llamado ‘La vuelta al campo’. No podemos tener como utopía urbanizar villas, tenemos un país y tenemos derecho a ese país, no al agujero podrido, inundable y contaminado del conurbano donde terminó nuestra gente por culpa de políticos inescrupulosos”.

En Villa Fiorito, 1 de cada 4 chicos tiene presencia de plomo en sangre. Su capacidad cognitiva se ve disminuida por la combinación de desnutrición y plondemia, que termina generando un retraso madurativo y dificultades en el desarrollo celular. “Somos el octavo país más grande del planeta y tenemos la quinta geografía con mejores condiciones para la agricultura del mundo. Un niño que muere de hambre en la Argentina es un niño asesinado”, ratifica Val.

“La pobreza nunca viene sola, viene con violencia, con jóvenes en conflicto con la ley, con problemas de vivienda. Para dar respuesta a problemáticas sociales complejas, con factores que interactúan y se potencian negativamente, la mirada y la intervención deben tener un carácter integral”, describe, por su parte,  Bibiana Travi, magíster en Trabajo Social, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Moreno. Según Travi, un diseño interesante de política social desde lo teórico, metodológico e ideológico se diluye cuando llega a los barrios. Para evitar esta pérdida de consistencia, la investigadora propone emprender políticas globales. “Tienen que combinar territorialidad, construir con los actores sociales, interdisciplina, intersectorialidad entre distintos niveles del Estado, de las organizaciones de la sociedad civil y simultaneidad en la ejecución de las acciones. Las estrategias tienen que estar sincronizadas para que den resultados”, anuncia. La meta es combinar políticas universales con políticas de focalización que lleguen de forma particular a los sectores vulnerables. “Que los diagnósticos y las intervenciones sociales no sólo atiendan lo económico, que es fundamental, sino también los aspectos que tienen que ver con lo cultural”, concluye la especialista.

Marche un paro para el Gobierno

Marche un paro para el Gobierno

Paro, Microcentro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 30 de abril de 2019. Fotos: Leonardo Rendo / ANCCOM

En la esquina de 9 de Julio y Corrientes, un patrullero estacionado con el baúl abierto. Agrupados a su alrededor, tres agentes de la Policía de la Ciudad charlan tranquilos, echando una mirada fugaz de vez en cuando a su alrededor. Uno de ellos se encarga de cebar el mate que pasa de mano en mano. La escena no representó la típica actitud policial durante el día de paro y marcha contra la política económica del gobierno de Cambiemos convocado por el Frente Sindical para el Modelo Nacional, y al que se plegaron las dos CTA, movimientos sociales y partidos de izquierda. La pasividad policial fue efímera. Al cierre de esta nota, los detenidos eran 39.

Justo enfrente de la escena de los policías tomando mate, debajo del Obelisco, concentraban desde temprano las numerosas columnas de la CTA Autónoma, ATE y otros gremios afines. El golpe acompasado de los bombos repercutía sobre las avenidas, escurriéndose fácilmente por cada calle. Había tránsito y personas caminando, pero en menor cantidad de lo que puede esperarse un día laboral. Desde Once a Congreso y de allí hasta la 9 de Julio los negocios estaban abiertos, pero los transeúntes (imposible saber si estarían trabajando o no) se paseaban con la languidez de un sábado a la mañana.

“Hoy, nuevamente, venimos a marchar en contra de este gobierno y en contra de este plan económico. Porque este plan económico nos está matando a nuestros pibes y a nuestros jubilados” denunció  Alejandra Brillante, secretaria de Previsión Social de CTA-Provincia de Buenos Aires, y una de las dirigentes que encabezaba la cabeza de la columna que avanzaba por Diagonal Norte hacia Plaza de Mayo. “La provincia de Buenos Aires, una de las más ricas, hoy está endeudada por las políticas de María Eugenia Vidal. También quiso intervenir nuestra caja en el Instituto de Previsión Social, que históricamente da superávit. Ahora la está tirando a la baja para tener la excusa de intervenirla para seguirnos robando”, opinó sobre la situación en la provincia. “Nuestro pueblo debe entender que tenemos que ir hacia un gran frente común para derrotar a este gobierno y este modelo económico que viene de la mano del Fondo Monetario Internacional”.

“¿Por qué paramos hoy? En defensa de nuestros derechos. El gobierno nos ha desoído. Ha violado la Constitución en materia de derechos laborales”, se escuchaba por los altoparlantes.

Las columnas avanzaban con cierto apuro: ya eran pasadas las 11.30 y resultaba necesario mantener un estricto orden en la manifestación de cara al acto previsto para las 13. Se podían ver a hombres y mujeres de chaleco (el color dependía de a qué gremio o central pertenecieran) con la inscripción “Organización” en la espalda. Llegado el caso, gritaban “¡avancen!” o “¡hasta acá!” con la pericia propia de la experiencia en la manifestación callejera. Todo debía salir perfecto y no era para menos. El día anterior, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich había ofrecido una conferencia de prensa denunciando la quema de cinco colectivos en varias localidades del conurbano bonaerense. Dijo entonces: “Lo que ya estamos viendo, y que ya lo advertí, son actitudes mafiosas. Esta destrucción de capital por aquellos que llaman al paro por el trabajo, lo que hacen es destruir trabajo. Esto es contra lo que nosotros peleamos”. Si la ciudad parecía sumida en el sopor de un fin de semana otoñal, el centro se acalambraba de tensiones por el temor a una posible represión. Los oficiales de infantería parados en fila e inmutables sobre la vereda, armas largas en mano, eran un mensaje de advertencia muy claro.

Sin embargo, no todas las columnas eran voluminosas y ni se desplegaban con grandilocuencia. También podían verse pequeños contingentes, con una o dos banderas, yendo por las calles laterales. Por Bartolomé Mitre, los representantes de la delegación Lomas de Zamora de Sadop se arrimaban silenciosamente hasta la plaza. Su secretario general, Raúl Barboza, comentaba: “Este es un llamado a la unidad para poder salir de esta situación calamitosa que estamos viviendo. Hoy es un día donde todos los trabajadores tenemos que estar juntos”. Y con respecto a las perspectivas que caben esperarse del futuro cercano, dijo: “Lamentablemente, es un gobierno que no ha solucionado los problemas que ya teníamos. Queremos que termine, como todo argentino, pero también queremos políticas más claras. Queremos un gobierno con justicia social y que se acuerde de los trabajadores”.

Ya por Avenida de Mayo el movimiento era frenético. Entraban las columnas de camioneros, impactantes por su número, que avanzaban ensordecedoras con cantos, trompetas y redoblantes. Ocuparían el lugar central frente al palco que se erigía sobre la Plaza de Mayo, ya que el orador principal sería su secretario adjunto, Pablo Moyano.

Hugo Yasky llamó a la unidad de los sectores populares para derrotar a Cambiemos en las elecciones presidenciales.

Refugiados del sol bajo las columnas del Cabildo se encontraban los militantes del Frente Darío Santillán. Casi al lado, se alzaba la bandera de Udocba. Al frente, en la esquina del Palacio de Gobierno de la Ciudad, se mezclaban las banderas de la CTA con las del Sat-Said y con una infinidad de banderas de todos los colores: pequeñas, tipo estandarte, enormes trapos pintados con aerosol (“No al ajuste – PJ La Plata”) y otras más elaboradas que tapaban cualquier intento de asomarse para ver a los oradores.

Hacia las 12.30 se empezó a escuchar por los altoparlantes repartidos por toda la avenida la voz de la presentadora. Lanzaba frases esporádicas: “¿Por qué paramos hoy? En defensa de nuestros derechos constitucionales. El gobierno nos ha desoído. Ha violado la Constitución en materia de derechos laborales”. Y las columnas respondieron, porque rápidamente se fueron apiñando contra el vallado de contención puesto a unos metros del escenario donde se desarrollaría el acto central.

Horas después el gobierno intentaría minimizar el alcance del paro, alegando que, por ejemplo, la actividad de los bancos no se vio afectada. Sin embargo, por Diagonal Norte se podía ver una verdadera marea humana avanzando, con rapidez algunos y otros a los saltos, perteneciente a La Bancaria. Entre bombos y banderas se encontraba Pablo, delegado de la comisión interna del Banco Credicoop. “Son casi cuatro años de un gobierno neoliberal que nos está matando a todos de a poco –declaró-. La idea es mostrarle a este gobierno la disconformidad del pueblo. Y aunque no quiera verla, también es importante que sea la gente la que vea la movilización en las calles”. Como empleado bancario, también está al tanto de lo que implica el modelo económico tomado por el gobierno: “Los bancos no la están pasando mal. Están teniendo ganancias. Pero no por otorgar créditos a las pymes para adquirir capital de trabajo o créditos hipotecarios para que la gente se compre su casa. La plata de los bancos viene de las Leliq, que pagan un 70 por ciento de tasa de interés. Hoy en día las ganancias son por la timba y no por cobrar intereses genuinos y de financiamiento productivo. Pero esto es una burbuja. Tenemos que abrir los ojos y ver que esto en cualquier momento va a reventar. Y ahí vamos a reventar todos juntos”, enfatizó.

La marcha coincidió con la conmemoración del 42º aniversario de las Madres de Plaza de Mayo.

La voz del escenario volvió a aparecer, esta vez pidiendo no caer “en las provocaciones de Patricia Bullrich y los infiltrados”, que estarían buscando mostrar a los manifestantes como un grupo de violentos. Recordó entonces que, tres días antes, se había cumplido el aniversario número 40 del primer paro que hizo la CGT frente a la última dictadura cívico-militar, en 1979. “Tenemos una historia de paz. Pedimos paz, pan y trabajo”, dijo la voz latosa.

Al frente casi no quedaba espacio para moverse. Pero desde varios metros se podía ver a un hombre que pedía permiso y caminaba a contracorriente, con una caja bajo el brazo. “Este es un fondo de lucha para los compañeros y compañeras de la empresa “PedidosYa”. Es un conflicto testigo de este momento. Uber, PedidosYa, Glovo, las apps que se presentan como el futuro del trabajo, ya dieron cuenta que son la precarización absoluta en las condiciones laborales. No les pagan obra social, no tienen un seguro por accidentes. Y se trata de gente que está laburando todo el día en la calle, expuesta al rigor que eso implica. Por lo que ellos luchan es por el reconocimiento de la relación de dependencia. Acá, en el caso de PedidosYa, que era una de las pocas empresas que blanqueaba la relación de dependencia, se está comenzando a despedir gente para contratar monotributistas. Entonces, esta es una lucha contra el avance de la precarización”. Quien dice esto es Matías, docente del nivel medio, militante de Ademys y de la agrupación Democracia Socialista, que de esta forma iba de persona en persona pidiendo una colaboración para el fondo de lucha. Respecto a su situación particular como docente, comenta: “Yo trabajo en una escuela de la Villa 31 y ahí el ajuste se siente muy fuerte. Los chicos te dicen que no tienen para comprar hojas, lápices, lapiceras…para ir a la escuela. Ellos vienen con hambre y sólo esperan la hora del comedor. Tienen problemas con la policía, que los acosa en los barrios. Las mujeres tienen problemas con sus parejas, que las violentan. Hay como un clima de tensión, de saturación. Y así es realmente difícil trabajar. Toda la mierda sale a flote en este tipo de situaciones. Pero, al mismo tiempo, por suerte también sale la solidaridad. En las crisis se ven los dos extremos. Lo peor de la gente y lo mejor de la gente”. Y en disonancia con uno de los supuestos que parecen sostener quienes convocaron a la marcha y piden por la unidad de la oposición, Matías concluye: “El futuro ya está complicado de por sí, gane quien gane en las elecciones. El nivel de deuda que ha dejado este gobierno no es sólo una entrega hoy, es una miseria planificada a futuro. Creo que si uno quiere que la cosa cambie, el próximo gobierno tiene que desconocer el pacto con el FMI. Tiene que investigar la deuda externa, porque está llena de ilegitimidades. Y estamos siempre pagando la renegociación de la renegociación”.

Hubo grandes críticas a los dirigentes de la CGT que no adhirieron a la medida de fuerza.

Un poco pasadas las 13, dio comienzo al acto. La voz exclamaba que se enunciarán las estrofas del Himno Nacional. El ruido de los bombos bajaba lentamente. Muchos se apoyaban la mano en el pecho. Ya sobre el final, el aire se saturaba con los gritos del “oh, juremos con gloria morir” y muchos dedos en “V” se elevaban con euforia.

Fueron seis los oradores. El primero (presentado como “líder del Frente Sindical”) fue Sergio Palazzo, secretario general de La Bancaria. Su discurso fue en gran medida una respuesta a distintas acusaciones que hicieron medios de comunicación y funcionarios al respecto de la convocatoria. “Algunos hablaron de amenazas, de cortes, de mafias… amenazas son las que hacen ellos con las conciliaciones obligatorias (en referencia a las dictadas por la Secretaría de Trabajo este lunes a los gremios aeronáuticos, cerámicos y de actores, a las que hicieron caso omiso); amenazas son cuando pretenden amedrentar con descuentos al salario por parar; amenazas son cuando meten miedo en la sociedad diciendo que va a haber disturbios; cuando dicen que si no ganan las elecciones, el país va a estallar”. Como la mayor parte de los discursos, llamó a continuar con más movilizaciones y el armado de un plan de lucha. “Si quieren más paro, van a tener más paro. Y si quieren más gente en la calle, la multiplicaremos por miles”, exclamó enérgico. De todas formas, también dedicó unas palabras a los dirigentes de la CGT, a quienes reclamó que recapaciten en su posición. Finalmente, concluyó con una declaración puramente electoral: “No tengamos miedo de que el futuro es el problema. El futuro es hoy y ahora. Es necesario un gobierno nacional y popular en octubre y la unidad es la piedra basal del mejoramiento en la vida de los trabajadores”.

Luego habló Mariano Sánchez, en representación de los movimientos sociales. Las columnas de la CTEP, Barrios de Pie, la CCC y el Frente Darío Santillán se encontraban sobre la Diagonal Sur. Su discurso fue un llamado a la unidad, “un gran frente con todos. Tenemos que derrotar a Macri en las urnas o en la calle. Si no lo derrotamos en la calle, habrá que derrotarlo en las urnas”, fue una de sus frases más contundentes.

“Si quieren más paro, van a tener más paro. Y si quieren más gente en la calle, la multiplicaremos por miles”, exclamó Sergio Palazzo, de La Bancaria.

A su turno, Ricardo Peidró, de la CTA autónoma, destacó la diversidad de corrientes que ese día ocuparon la plaza. “Trabajadores precarios, desocupados, formales, jubilados: la verdadera unidad es esta”. Recordó también que el 30 de abril se conmemora el 42° aniversario de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo (motivo por el cual adelantaron el acto para que no entorpeciera la celebración que harían las Madres en esa misma plaza): “Queremos ser coherentes con los miles que siempre lucharon a lo largo de la historia”. Su cierre fue una declaración alineada a uno de los puntos en común más importantes que tuvieron todos los oradores: “¿Se creen que nos vamos a quedar cruzados de brazos hasta las elecciones? Los pibes se cagan de hambre hoy…Hoy es la lucha”.

Pablo Micheli (CTA) fue más duro con la dirigencia de la CGT. “Estos del binomio no sé si son boludos, están equivocados o son traidores. Hay muchos que intentan romper, como estos dirigentes que llaman a un paro el 1° de mayo cuando tendrían que estar acá”, remató Micheli. También se refirió al advenimiento de las elecciones cuando anunció que “son tiempos de lucha. Queremos que vuelva el peronismo, que vuelva un gobierno nacional y popular. Para eso hay que ganar la calle con más paros y más marchas, porque la victoria está en la unidad. Hay que acompañar el camino a la elección con el movimiento obrero, las organizaciones sociales y el pueblo en la calle”, concluyó.

“Recuerden esta fecha, hoy empieza una nueva historia para la clase trabajadora”, comenzó Hugo Yasky (CTA de los trabajadores y diputado nacional por el FPV-PJ) quien, luego de describir un panorama de crisis en el país, llamó a la unidad y la esperanza: “Este país sólo se puede hacer con la unidad del pueblo”.

Omar Plaini, del gremio de los Canillitas, tuvo la responsabilidad de leer un documento realizado en el Plenario de regionales de la CGT en SMATA. Se trató de un escrito basado en cinco puntos que podrían resumirse de la siguiente forma: 1) Rechazo de todo intento de reforma laboral, paritarias libres y aumento del salario mínimo, vital y móvil; 2) Cambio en la política económica, con protección a la industria nacional, el mercado interno y un repudio total al Fondo Monetario Internacional; 3) Retrotraer las tarifas de los servicios al 1° de diciembre de 2017 (de acuerdo a la ley votada en el Congreso y que luego fue vetada por Presidencia); 4) Derogación de la reforma previsional y aumento de emergencia a los jubilados y pensionados; 5) Defensa de la producción y mano de obra nacional.

La columna más numerosa fue la de Camioneros.

Por último, Pablo Moyano, secretario adjunto de Camioneros. Luego de que la presentadora lo nombrara, se escucharon estruendos de fuegos artificiales y las columnas del gremio se agitaron en algarabía. El comienzo fue un rosario de agradecimientos: a las 70 regionales de la CGT que decidieron unirse al paro, a la confluencia del Frente sindical con las CTA y los movimientos sociales y, en especial, a la agrupación interna de la UTA liderada por Miguel Bustinduy que provocó que no prestaran servicio casi un centenar de líneas de colectivos (en un gesto que muestra la fractura al interior del gremio transportista). Destacó entonces “los huevos” de los dirigentes que se encontraban aquella tarde en la Plaza de Mayo. Respecto a las conciliaciones obligatorias dictadas por la cartera del secretario de Producción Dante Sica, fue elocuente: “Que se metan las multas en el culo, a nosotros no nos aprieta nadie”. Como cierre del acto mismo, enfatizó: “Ellos ratifican el modelo económico, nosotros ratificamos que vamos a seguir peleando”.

Aunque muchos no estaban enterados, sobre la 9 de Julio la infantería había reprimido a  manifestantes que atacaron las sedes del Banco Francés y el Banco Galicia. Terminaron detenidas 39 personas por estos hechos y, según explicó la Policía de la Ciudad, también por haber amedrentado a choferes de colectivos de las líneas que no habían parado.

Por eso, al terminar el acto, la presentadora volvió a llamar a la calma. Insistió en “volver en paz, con las banderas en alto, a nuestros hogares”. En ese intante comenzó a sonar Jijiji, la clásica canción de los Redondos que aparece siempre al finalizar las marchas, mientras las columnas se alejaban tranquilamente por las avenidas entre los puestos de bebidas y comestibles que ya empezaban a levantar sus tiendas.

“Hay que convocar un paro nacional”

“Hay que convocar un paro nacional”

 

¡Tienen la máquina de hacer llover comprada! ¡La tienen comprada!” exclamaba una voz refugiada bajo el techo de una galería sobre Hipólito Yrigoyen y Virrey Cevallos. Las columnas de manifestantes llegaban desde varias avenidas hasta el Congreso conforme avanzaba también la nube oscura que traía la tormenta. No obstante, ni la lluvia ni los fuertes vientos lograron callar los bombos y las trompetas que entonaban al ritmo del que parecería ser el hit de toda convocatoria popular desde hace ya más de un año: MMLPQTP.

 

La marcha encabezada ayer por la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) junto a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), que confluyó con la impulsada por la CGT, se consolidó bajo la consigna “Por la unidad, la producción y el trabajo”. No es casual, sin embargo, el contexto en el que se desarrolló, marcado por el anuncio del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) del incremento del índice de pobreza al 32%, la suspensión de la reunión de los movimientos sociales con Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social de la Nación, la semana pasada y la exigencia de una Ley de Emergencia Alimentaria. Al resoecto, Gildo Onorato, dirigente de la CTEP y Secretario de Políticas Sociales del Movimiento Evita declaró a ANCCOM: “Hay una convocatoria de la CGT por la unidad, por la producción, por el trabajo. Nosotros le agregamos a eso la emergencia alimentaria, para que sea tratada con urgencia, teniendo en cuenta los niveles de pobreza y exclusión que tenemos en Argentina”. Añade luego: “Entendemos que hay que convocar un paro nacional, que hay que construirlo, fortaleciendo los acuerdos, las coincidencias y planteando la agenda de los sectores populares, que la están planteando muy mal”.

“Unidad de los trabajadores” fue el grito favorito de las columnas, que tras dar vueltas a la plaza del Congreso adornadas con pilotos y paraguas, se deslizaron por Avenida de Mayo hasta la 9 de julio, donde viraron para dirigirse hacia el Ministerio de Desarrollo Social, cortando el Metrobus y desviando el tránsito. Entre las seis cuadras de agrupaciones (donde se destacaron también el Movimiento Barrios de Pie, la Asociación de Trabajadores del Estado, el Frente Popular Darío Santillán y el Frente de Organizaciones en lucha) uno de los gremios que marcó mayor presencia fue el de la Educación. Roberto Baradel, Secretario General del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, describió la situación de los docentes como “compleja” y narró: “Ayer se dio un nuevo accidente en una escuela de Moreno, que lastimó a otros docentes. Hay desidia, abandono y también nos vemos afectados por el salario, por la inflación y por las políticas de ajuste de este gobierno”. Representantes de Conadu sumaron a los reclamos los recortes en el presupuesto universitario y en la investigación y el cierre de numerosos institutos. También se encontraban entre los presentes los docentes agrupados en UTE, FEDUN, FATUN, Suteba, Sadop y APUBA.


El pedido de paro nacional fue unánime, tal como se inscribía en la extensa bandera que se posicionó detrás del escenario anclado en Avenida Belgrano. Pese al rumor de que no habría acto al finalizar la convocatoria, representantes de los principales movimientos hicieron lectura de un documento donde se insistió en la unidad y el fortalecimiento del diálogo entre los trabajadores y las trabajadoras de la Argentina y se expuso la preocupación por el cierre de fábricas y comercios frente a la apertura indiscriminada de las importaciones y el crecimiento del desempleo. También se mencionó la decadencia de las cooperativas de trabajo y de la economía popular, el aumento del costo de vida, el fomento de monopolios en la producción de alimentos y el cierre y desfinanciamiento de comedores escolares. “Paro, paro, paro, paro nacional” continuaba el grito de los manifestantes previo a entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino y dar por finalizado el acto. Por último, se anticipó una próxima jornada de lucha para el jueves 11 de abril.

Muchas causas, un solo grito: “¡Basta!”

Muchas causas, un solo grito: “¡Basta!”

Adjudicar el motivo de la marcha a un reclamo particular parecía en principio insuficiente. Porque lo que caracterizó a la movilización que reunió a medio millón de personas en la Plaza de Mayo fue la variedad de causas, distintas entre sí. Pero, al final de cuentas, todas esas causas confluían en un motivo común: la política de ajuste, endeudamiento y represión a la protesta social ejercida sin descanso por el gobierno de Cambiemos.

Este lunes, mientras el presidente Mauricio Macri intentaba reinstalar -en una versión aggiornada- las relaciones carnales de Carlos Menem, en Nueva York, miles de trabajadores y trabajadoras gritaron “basta”. “Basta de despidos, basta de ajuste, basta de hambre, basta de Fondo Monetario Internacional”. Docentes, camioneros, periodistas, industriales y bancarios ingresaron por las calles aledañas y se acercaron al escenario conformando un todo heterogéneo al compás de los cantos populares: ¡Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode!.

Durante la mañana, la CTA Autónoma de Ricardo Peidro llevó a cabo un piquete en el Puente Pueyrredón de Avellaneda y desde allí la columna marchó hacia la Plaza donde tendría lugar, a las 15, el acto central que funcionó como antesala al paro general por 36 horas convocado por la CTA y de 24 horas convocado por la CGT.

A al acto de protesta se sumaron la CTA de Pablo Micheli, la CTA de los Trabajadores de Hugo Yasky, el sindicato de Camioneros de Hugo Moyano, SUTEBA, Trabajadores de Prensa y diversas organizaciones sociales como la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el Frente Darío Santillán y Barrios de Pie, entre otras. Ciudadanos y ciudadanas independientes también se hicieron presentes para reclamar por sus derechos.

Elvira está sola, agita la bandera argentina y cuenta que tiene miedo de no poder pagar el alquiler: “Soy jubilada y con la mínima hoy en día es imposible pagar todas las cuentas, alquilar y que te sobre algo para comer”. A su lado, un docente de SUTEBA le ofrece una botella de agua y se suma al descontento: “La problemática docente es gravísima, es uno de los sectores más castigados. ¿Cómo no vamos a venir? Primero murieron Sandra y Rubén en la escuela de Moreno, después torturaron a una compañera que servía un plato de comida a los chicos. Lo mínimo que podemos hacer es venir a esta plaza y dar cuenta de un reclamo que pertenece al conjunto de la clase trabajadora”.

Cerca de las 16, desde el escenario, el Secretario General de la CTA, Hugo Yasky, dio comienzo al acto: “La Ciudad está llena de columnas de trabajadores y trabajadoras de distintos gremios, de distintas centrales sindicales y de movimientos sociales que tienen algo en común: la conciencia de saber que tenemos que estar más unidos que nunca. Es la primera vez que somos capaces de convocar con esta amplitud y no va a ser la última vez. El paro le va a mostrar al mundo la foto de un país que le dice no al FMI”.

La unión de distintas facciones de trabajadores –rasgo fundamental de la marcha— estuvo a la vista en todo momento. En las calles linderas a la Plaza, cientos de agentes de tránsito desplegaron el operativo impulsado por el Gobierno porteño para ordenar los vehículos y fogonear la idea de que los cortes de calle hacen que transitar la ciudad se vuelva un caos. Sin embargo, hacia el final de la jornada, una escena concreta puso en evidencia la magnitud de la protesta: dos empleados de tránsito abandonaron su tarea, se sumaron a la lucha y cantaron con ganas el himno de Charly García. Probablemente comprendieron la inutilidad de alimentar ese mito que pretende transformar, a la vista de la opinión pública, la lucha política en meras complicaciones de tránsito. De cara al cuarto paro general desde que asumió Mauricio Macri, y en medio de un contexto de crisis, pareciera que cada vez son menos los que se atreven a usar el argumento de que de una lado están los usuarios y del otro “los vagos”.

A las 17.30, la desconcentración llevó tiempo y los transportes públicos hicieron los últimos recorridos antes de parar por completo las actividades a partir de las 20. Con gran adhesión, el paro general hizo de Buenos Aires un verdadero desierto.

¿Una nueva CGT?

¿Una nueva CGT?

Convocados por todas las vertientes de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), organizaciones sociales y sindicales de todo el país marcharon este jueves hacia la Casa Rosada, desde la Av. 9 de Julio y Av. De Mayo, en contra del ajuste de tarifas, de la propuesta de un 15% de aumento salarial, de la reforma laboral en ciernes, de los despidos y del acuerdo del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional.

Concentración de personas en la marcha y banderas.

Organizaciones sociales y sindicales de todo el país marcharon este jueves hacia la Casa Rosada convocados por la CTA.

Sobre el escenario, ubicado delante de la Pirámide de Mayo, el discurso más fuerte lo dio el diputado Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores. «Hemos asumido un compromiso desde la CTA, queremos ir a una CGT con una conducción que tenga la decisión de pelear contra el ajuste, que incluya a los trabajadores formales y a los movimientos sociales. Hay que salir a pelear, a defender el salario, la dignidad, las leyes laborales y los convenios. Hace falta que cada lucha tenga respaldo de todos. No hay que dejar que un día peleen los del subte, otro día los estatales, otros días los maestros y otro día los camioneros. Hay que unirnos. Las dos CTA, los movimientos sociales», anunció y dejó planteada una propuesta que podría modificar el mapa gremial argentino.

Enseguida, Yasky anunció su adhesión al paro general de la CGT anunciado para el próximo 25 de junio y anunció una gran movilización para el 9 de julio: “Tenemos que ser miles diciendo: ¡La Patria Existe! No vamos a aceptar la hipoteca de nuestros hijos y nietos. »

La jornada había comenzado unas dos horas antes, cerca de las tres de la tarde, cuando un grupo del Club Atlético Social y Deportivo Camioneros y el Sindicato de Camioneros Aguas y Gaseosas comenzó a marchar hacía plaza de Mayo para reunirse con las demás agrupaciones.

“Fuerza compañeros y compañeras estamos en el camino correcto. Si había veto (de la ley contra el tarifazo), había paro y había pueblo trabajador en la calle y en la plaza. Estamos contra los despidos, contra el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Con los trabajadores y las trabajadoras no. Estamos contra los despidos y el ajuste el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional”, dijo Estela Díaz, Secretaria de Género de la CTA en Plaza de Mayo ante miles de trabajadores. Y añadió, recordando la media sanción que había obtenido en la Cámara de Diputados, apenas unas horas antes, la Ley de Interrupción Voluntaria de Embarazo: “Este pueblo avanza cuando gana derechos y los derechos los venimos ganando en el Congreso de la Nación.”

“¡Queremos un salario digno!”, dijo luego Pablo Moyano al arengar a las organizaciones. “Volvemos a reiterar que nuestra organización pide un 27% de aumento, un bono de fin de año y rechazar las diez propuestas de bajar nuestro convenio de trabajo. Si no tenemos respuesta esta semana, el 25, 26, y 27 de junio paramos.”

Dirigentes sindicales sobre el escenario levantando sus manos.

La marcha fue en contra del aumento de tarifas, el ajuste salarial, los despidos y el acuerdo del Gobierno con el FMI.

A continuación, líder de la CTA Autónoma lanzó un tiro por elevación a la CGT: “Nosotros tenemos palabra. Dijimos que si había veto, había paro. Y acá estamos”.

No importo el frío, ni que la Casa Rosada estuviese vallada. Las banderas de los sindicatos y agrupaciones sociales levantaron a lo alto sus banderas y carteles. “No a la reforma laboral por los derechos que nos dejaron Perón y Evita. No al congelamiento de las jubilaciones”, decían las de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER).

Las mujeres de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP),  por su parte, sostuvieron carteles en los que clamaban: “Plena implementación de la Ley de Emergencia Social”; “Sin techo, tierra, techo y trabajo la reforma es control de abajo”; “Basta de inflación y desocupación”; “No al tarifazo.”

Tomás Montenegro, Secretario General de la CTA Chubut intervino diciendo: “Somos punta de lanza de un ajuste feroz del gobierno nacional  y se aplica en las provincias que son cómplices. En la provincia de Chubut hace más de un año que tenemos congelamiento salarial, sin convocatoria paritaria a ningún sindicato. Y luego de la firma del pacto fiscal nuestros salarios se pagan de manera escalonada, la obra social en repetidas veces ha dejado de funcional y el Gobierno aplicó leyes de despido, de ajuste contra los trabajadores de Chubut. Hay una grave crisis política, económica y social. Les decimos al gobernador Mariano Arcioni y al presidente Macri que se pongan a resolver este conflicto y que la Patagonia no puede ser el patio trasero y olvidado de nuestro país. Nosotros también tenemos dignidad. Compañeros resistir, luchar y construir” Pidió el Secretario General de la CTA de Chubut.

Además de ambas CTA y del Sindicato de Camioneros, también adhirieron al paro CTERA, SUTEBA, la Federación de Educadores Bonaerenses, el gremio de los curtidores, la UOM de Quilmes, la CTEP y decenas de otras organizaciones gremiales.