Una noche frente a La Rosada

Una noche frente a La Rosada

Unidad Piquetera acampó en Plaza de Mayo en reclamo de mejoras sociales. Dirigentes y militantes pasaron toda la noche y recién levantaron la medida de fuerza cuando lograron ser atendidos por el ministro de Desarrollo Social, Juan Zavaleta. «Nos quieren sacar de la calle pero no de la pobreza», señalan.

 

La Unidad Piquetera, con las organizaciones que la componen, Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), Polo Obrero, Libres Del Sur, Nuevo Más, Movimiento Socialista de Trabajadores (MST), Movimiento Territorial de Liberación Rebelde (MTL), entre otras, convocaron a una movilización nacional y llamaron a un acampe en Plaza de Mayo que se sostuvo durante veinticuatro horas. Los manifestantes levantaron campamento en cuanto lograron ser recibidos y concretar una reunión con el Ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, agendada para el 24 de agosto.

“¡Marcelo calentame el agua!”, gritó un chico con capucha y campera larga, mientras le alcanzaba el termo a su compañero que estaba por cruzar la calle. Se iba haciendo de día y lo que iluminaba Plaza de Mayo ya no era las luces de las lámparas ni los pequeños fuegos dispersados por el césped, era el sol saliendo por detrás de la Casa Rosada que encandilaba Isaac Quispe, referente de Libres Del Sur La Plata, quien se cubría la cara con una mano mientras decía que “el pedido no es solamente que nos reciban, sino que den respuestas concretas a la falta de alimentos. La escala inflacionaria licuó directamente el ingreso de los sectores más humildes e incluso a las clases medias. Queremos un bono de veinte mil pesos para los jubilados y las jubiladas,y para la asignación para los trabajadores de la economía popular, puntualmente para el Potenciar Trabajo y que los comedores y merenderos reciban la comida que corresponde”. 

El hilo de humo que salía del carbón esparcido en el piso de la noche anterior, levantaba un olor áspero a madrugada de desvelo. A un costado de dos ollas al fuego, Marta Elías, referenta de Libres Del Sur Morón comentó que “la noche fue fría, pero los compañeros se organizaron para que haya agua caliente, para cocinar y en muchos casos se prendieron algún fueguito. Estuvo bastante tranquila por suerte. Bien organizada, con la buena predisposición y la buena onda que le ponen los compañeros para pasar la noche”.

A las ocho de la mañana se empezó a escuchar el sonido de redoblantes, un solo fuego quedaba prendido y cuatro personas con pecheras de las organizaciones sociales limpiaban la vereda de la plaza, cubierta hasta hace pocos minutos por carpas de colores.

A las nueve, catorce policías de civil cruzaron Avenida Rivadavia que un rato después habilitarían para el tránsito. Una de ellos pide por favor a la gente circular por la vereda. Los oficinistas atravesaban la plaza en malón pegados a la reja de Casa Rosada sin detenerse. Cada tanto miraban de refilón hacia su izquierda, caminando a destiempo del ritmo de los bombos. Los que estaban sentados en la plaza empezaban a desayunar con los rayos de sol que ya pegaban de frente. Tutucas, bizochitos y mate pasaban de mano en mano en rondas de señoras tejiendo y niños bostezando. Una señora se hacía sombra en la cara con un cartel que rezaba: “Abajo el ajuste”. A las 9.45, el 111 ya pasaba veloz por la avenida. 

«El acampe es la consecuencia de una política social que no da para más. Si las organizaciones sociales no manejaran los planes, habría mucha gente que no iría. Van obligados», expresó esa misma mañana el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. 

Candelaria, militante de FOB Autónoma, se sumó en el cambio de guardia para cubrir a sus compañeros que se habían quedado a acampar. “Yo no vine obligada. Soy consciente de que lo que dice Larreta son discursos de odio hacia las clases bajas y las organizaciones sociales. No venimos obligados. Venimos a luchar por lo que nos corresponde como trabajadores, nadie nos paga nada. El FMI, la deuda, son un montón de cuestiones que nos tocan a nosotros por ser los de más abajo”.  

“De la rosa todo separado, Gabriela De-La-Rosa. G-D”, dijo Gabriela con una sonrisa divertida mientras esperaba a que anoten su nombre. Como referenta de la Mesa Nacional del Polo Obrero explicaba que “se están peleando a ver quien es más anti-piquetero, y en realidad el tema es que acá somos cada vez más, porque el reclamo es concreto y genuino. La gente tiene mucha voluntad de organizarse, por más que en algunos medios quieren agarrar a algún distraído o hacer quedar como que la gente viene porque la obligan. Quieren hacer pasar por estúpida a la gente que se está organizando”.

Sobre el pasto de la plaza, dos señoras charlan sentadas entre frazadas con carteles naranjas que rezan: “Que los ajustes no los paguen los trabajadores” y “El hambre y la pobreza avanzan con la inflación”. Otra mujer sentada sobre una heladerita portátil sostiene una lámina que tiene escrito: “Abran fábricas que generen puestos de trabajo”. Al frente del escenario, un cartel se extiende con la frase: “Nos quieren sacar de las calles pero no de la pobreza”, rodeado de banderas multicolores de las diferentes organizaciones. El acto de cierre dio comienzo a las diez y media. 

Ante los dichos del viceministro de Desarrollo Social, Gustavo Aguilera, sobre una «protesta desproporcionada» el dirigente de Polo Obrero Eduardo Belliboni replicó arriba del escenario que lo desproporcionado en Argentina es “el hambre que hay con un país tan rico”. “Lo que fue el piquete y cacerola va a volver a la argentina porque van por la clase media. ¿Qué le pueden sacar a un compañero que cobra 22 mil pesos? Ahora le van a sacar a los que están un poquito mejor”. El dirigente también se refirió a los acuerdos entre el empresariado y CGT que “terminan en que los salarios no suben y los precios sí. Lo que hay que hacer es un plan de lucha por un salario mínimo igual a la canasta básica alimentaria. Basta CGT y CTA de coquetear con el gobierno. Si hicieran la mitad de lo que estamos haciendo, en este país no habría el salario de miseria que hay”, agregó. 

“Todos los funcionarios titubean y todos los funcionarios nos dicen que tenemos que esperar, que tenemos que tener paciencia, mientras nuestra heladera permanece vacía, mientras seguimos sin conseguir laburo. Esperar reuniones que son de acá a quince días cuando no sabemos qué va a pasar hoy con nuestro país,” decía Damaris Rolón, referenta del Frente de Organizaciones en Lucha. Por su parte Federico Alonso, dirigente del MTR agregó: “Si el programa de ellos es el hambre, la miseria y la desocupación. Nuestro programa tiene que ser el trabajo, la dignidad y el cambio social”.

Luego de un acampe de 24 horas a nivel nacional, habiendo concretado la programación de una reunión con el Ministro de Desarrollo Social, Juan Zavaleta, con fecha el 24 de agosto, la conductora del acto sometió a votación el levantamiento de la manifestación. “Manos arriba quienes quieran desconcentrar”. Un montón de manos se levantaron en toda la plaza, dando por terminado el acampe. 

Santo y seña para un fuerte reclamo

Santo y seña para un fuerte reclamo

La impactante cifra de medio millón de personas marchó bajo la consigna «Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo». Muchos lo hicieron desde Liniers a Plaza de Mayo y otros se sumaron directamente en la 9 de Julio. La unidad de los movimientos sociales se expresó en San Cayetano.

Gorras, camperas y el vapor de mates calientes cubrieron las caras dormidas de los compañeros que esperaban en avenida Rivadavia y Cuzco desde las ocho de la mañana. En la mañana fría de Buenos Aires el encuentro y los abrazos acompañaron al sonido de los redoblantes ya ansiosos de movimiento. 

Este año, bajo la consigna “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”,  los movimientos sociales conocidos como “Los Cayetanos”  convocaron una vez más a movilizar el 7 de agosto, día de San Cayetano, patrono del trabajo.

Entre el manto de banderas que ya desde temprano comenzaban a cubrir la avenida, la bandera grande de la UTEP se impuso al frente y al centro mostrando en letras grandes la “Unión de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular”. Las banderas de las organizaciones sociales Corriente Clasista y Combativa (CCC), Somos Barrios de Pie, el Frente Popular Darío Santillán, el Movimiento Evita, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y de la Vía Campesina, entre otras, ya teñían la calle de colores.

Algunos arrancaron a caminar desde Luján el martes, otros en las asambleas populares del sábado, también estaban los que se sumaron en Liniers, el domingo a las ocho y en avenida de Mayo y 9 de Julio ya los últimos esperaban desde temprano la llegada de sus compañeros para realizar el acto central. 

“El 7 de agosto, día de San Cayetano, es una fecha que nos abraza a todos y todas quienes formamos parte de la UTEP, pero también es la fecha en donde pudimos construir nuestro sindicato. Nosotros arrancamos siendo el triunvirato, después el cuarteto y bueno, así se conformó la UTEP. Gracias a esta fecha que nos abrazaba de manera conjunta. Este es ya el séptimo año en que nos movilizamos”, dijo Dina Sánchez, secretaria general de la UTEP.

Cruzando las vías sobre Cuzco, dejando atrás a las pecheras de colores y los redoblantes, el santuario de San Cayetano tenía una cuadra de fila para ingresar. A un costado, una línea de carpas blancas donde vendían chapitas, colgantes, cuadros y estatuas del santo. “Se vende mucho hoy”, dijo María mientras le entregaba un collar rojo a una pareja que quería un recuerdo de la fecha. 

“Hay espigas, espigas, espigas ¿Qué va a llevar mi príncipe?”, se escuchó de fondo.

El olor a sahumerio y palo santo inundaba la cuadra. “Dos por cien las espigas”, grita un señor. El santuario decorado de blanco y amarillo convocaba a un centenar de fieles que esperaban ser bendecidos con “pan y trabajo”, como decia el pasacalles ubicado frente al mismo. 

 De vuelta en la avenida Rivadavía, se escuchó gritar “agarremos al medio”, mientras un grupo se acomodaba al centro de la columna que ya ocupaba tres cuadras. 

 “Frente a la agenda del sector concentrado que continúa pujando por sus intereses particulares en detrimento de las mayorías, especulando y remarcando sin resignar nada; nosotros y nosotras estamos en la calle para imponer nuestra agenda, que puja por los intereses y las necesidades de los y las de abajo. En un contexto de persecución a las organizaciones, seguimos fortaleciendo la unidad, profundizando la organización y peleando por Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”, decía el comunicado de la UTEP.

 “¡Qué onda Tano!”, gritó uno a su compañero, que con una sonrisa se acercó a abrazarlo mientras le daba pequeños golpes sobre la campera con la frase “Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores”.

 Las espigas se colaron entre mochilas, dedos y abrazos, con la intención de bendecir a los portadores. Previo a salir se escucha la bendición del cura que cierra con “buena marcha hermanos”. 

 “Acá tenés a los peregrinos de Francisco, a los movimientos sociales, a los samaritanos y a samaritanas ¡Arrancamos compañeros!”, gritaron desde el parlante al mismo tiempo que los pies se ponían en marcha para comenzar la caminata.

Primero avanzó la Virgen sujetada por Juan Grabois y rodeada de dirigentes y creyentes. Unos pasos más atrás, la seguía una fiesta de tambores y banderas, acompañada por la militancia. 

Del altavoz de la camioneta que lideraba la marcha sonaba un chamamé. Los “Misioneros de Francisco” acompañaron a la Virgen con su barredora celeste y blanca desde Luján. Frenando cuando se necesitaba para esperar a las organizaciones sociales que seguían atrás, religiosos y militantes avanzaron por avenida Rivadavia. 

Adelante, aparecieron las banderas de los santos populares: Evita, Maradona, Néstor y Cayetano. En la barredora de “Pan, Paz, Tierra, Techo y Trabajo” comenzaba el agite de trapos y el estruendo de las baquetas golpeando los tambores.

“Venimos con un escenario económico social bastante complejo. Nosotros en la economía popular organizada tenemos mucho trabajo, lo que no tenemos son derechos. Eso es lo que venimos a plantear, la Ley Integral de Tierra, Techo y Trabajo -dijo Dina-. El privilegio de comer no lo tienen todas las personas. Creemos que hay que levantar la voz, porque sino pasa lo que pasó hace un par de semanas. El campo levantó la voz y tuvo rápida respuesta, no fue así con los sectores populares. Hay un sector que la está pasando realmente mal y hay que avanzar con respuestas concretas. En los últimos anuncios lo único que hemos obtenido son respuestas para el mercado y para el campo, pero para las organizaciones la única respuesta que hay es la auditoría”.

“Se instaló la idea de que nuestros compañeros no trabajan y yo los veo laburando todo el día”, dijo Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la UTEP, quien inició su caminata desde Luján. “Es momento de que le dejemos un mensaje a esa derecha dura que nos viene persiguiendo. Porque se viene el 2023 y claramente ellos van a querer volver. Nosotros les estamos demostrando que estamos organizados y organizadas”, agregó Dina Sánchez. 

Pasando la autopista, entre risas, se escucharon las voces coordinadas de un grupo de mujeres gritando “Ehhhhh”,en el momento en que se cortó el chamamé y se subió el volumen de una cumbia. “Y cuando no estás / me falta el aire”, sonaba y los cantos de las compañeras acompañaban la letra mientras manos y pies se movían al ritmo de los aplausos. “¡Vamo’!”, grita uno al avanzar. La columna no dejó una cuadra de Rivadavia sin recorrer.

 Mientras tanto en avenida de Mayo y 9 de Julio se escuchaba cantar: “Unidad de los trabajadores / Y al que no le gusta se jode, se jode / Unidad de las trabajadoras / Y al que no le gusta que se joda, que se joda”. Tambores, trompetas y columnas de banderas marcaron la pasarela al escenario y dispersaron detrás suyo a miles de militantes que esperaban la llegada de sus compañeros. Siguiendo por la 9 de Julio un mar celeste, azul y blanco se extendía hasta rodear el Ministerio de Desarrollo. 

 “Compañeros, la columna que viene desde Liniers y desde Luján está llegando a la Plaza Congreso. Ya estamos para recibirlos ¡Vamos compañeros que ya llegan! -gritan desde el escenario-. Hoy salimos para mostrarles que además de trabajar venimos con propuestas concretas”. 

 “Compañeros, recibimos a la columna que está marchando desde las ocho de la mañana por Tierra Techo y Trabajo”, se escuchó desde el escenario mientras miles de suelas gastadas dejaban su huella en la avenida de Mayo y, entre aplausos, las rejas se abrían para dejar pasar a los caminantes. 

 Se esperaba una multitud y una multitud llegó. Cerca de medio millón de personas ocuparon la 9 de Julio. El mar de banderas, devotas del viento, rodearon el escenario y se extendieron por cuadras hasta el Congreso.  

 “Una vez más, los compañeros trabajadores de la economía popular, esos que un puñado de chetos llaman planeros, nos hacemos presentes, como cada 7 de agosto para reclamar por políticas públicas concretas -decía Nicolas Caropresi, referente del MTE, desde el escenario -:Tierra, techo y trabajo. Esas reivindicaciones convertidas en proyectos de ley y hoy movilizadas en la calle a través de las organizaciones sociales que convierten los derechos en una reivindicación política”.. 

El acto comenzó oficialmente con la lectura del documento de la UTEP, que subrayaba que “en estos tiempos donde apremia la pobreza y donde se ha profundizado la persecución judicial contra los movimientos populares, reivindicamos nuestra unidad en la diversidad, en la defensa de los intereses de los de abajo”.

 Desde el escenario los y las referentes de los movimientos populares dieron sus discursos. “Lo que nos falta no es trabajo, son derechos laborales”, dijo Gildo Onorato, dirigente del Movimiento Evita, mientras arrancaba el acto. Por su lado, Juan Carlos Alderete, coordinador nacional de la CCC y diputado por el Partido del Trabajo y el Pueblo en el Frente de Todos, dijo que “esta jornada, como las anteriores, alumbra y nos da fuerza, porque la situación se va agravando para nuestro sector”. “El amor por nuestro pueblo, eso es lo que nos motoriza a salir todos los días a la calle”, subrayó Norma Morales, referenta de Barrios de Pie y secretaria adjunta de la UTEP, entre los aplausos de sus compañeros. 

 El cierre del acto, al terminar el discurso del “Gringo” Castro, cerró con un millón de pies saltando al ritmo de “No lo soñé”, mientras la parrillas seguían levantando su humo y las banderas se agitaban con el viento. 

¿Qué hacer con los planes sociales?

¿Qué hacer con los planes sociales?

El debate lo planteó Cristina Kirchner pero la crisis económica los impone en la realidad. Opinan dirigentes sociales y políticos.

Una trabajadora de la economía popular es beneficiaria de un plan social, y vive con su marido y sus 3 hijos percibiendo ingresos de $50.000 al mes. Sale a reclamar porque no quiere trabajar 9 horas por 20.000 pesos y se pregunta por qué tiene que vivir así. Mientras tanto, los videographs recortan maliciosamente su relato y dicen: “Nos quieren mandar a trabajar y eso no es justo». El contexto socioeconómico es complejo: el 37% de la población está debajo de la línea de pobreza y sólo la mitad de los menores de 15 años accede a la canasta básica. Ante ese panorama, ¿qué hacer con los planes sociales?

La propia Cristina Fernández de Kirchner, en el plenario de la CTA afirmó que con una tasa de desocupación del 7% debería haber menos planes sociales. Además, insistió en que la aplicación de las políticas sociales no puede ser tercerizada: “El peronismo no es depender de un dirigente barrial para que me dé el alta y la baja”, habia señalado en esa ocasión. ¿Qué responden desde las organizaciones sociales?

.Eduardo Belliboni, líder del Polo Obrero, cree que estas declaraciones tienen intenciones de quitarle fuerza al movimiento de lucha de las agrupaciones piqueteras. “Tiene el doble objetivo de desarticular la protesta contra su gobierno que ajusta a los trabajadores y de fortalecer la alianza con los gobernadores para el futuro electoral”, señala a ANCCOM. Además, manifiesta que el Estado ya centraliza la entrega de los planes, y que las organizaciones solo desarrollan tareas de acompañamiento de esos beneficiarios.

Por su parte, Dina Sánchez, secretaria de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) e integrante del Frente Popular Darío Santillán, afirma que “gran parte de la dirigencia política habla de la economía popular desde el total desconocimiento. No la conocen, no la entienden y no hay voluntad de entenderla”.

Desde una postura más conciliadora, Daniel Arroyo, exministro de Desarrollo Social hasta 2021 y actual diputado nacional, asegura que no tiene que existir tercerización con los planes, “ni nadie tiene que quedarse con plata de otro” pero sostiene que los movimientos sociales son parte de la solución en la Argentina.

El legislador explica: “Yo fui el ministro de la pandemia, a mí me tocó sostener la paz social y lo logramos. No se logró en Chile, Ecuador, Perú, ni Colombia, pero sí en Argentina. Y cuando digo lo logramos, me refiero al Estado junto a los movimientos sociales, las iglesias y las escuelas, quienes siguen poniendo el cuerpo en las cooperativas y en los comedores”.

Entonces, ¿hay muchos planes sociales? ¿Deben ser solo un “puente” al trabajo estable? En Argentina, se entiende como plan social a un programa de transferencia de dinero con contraprestación laboral. Actualmente la iniciativa se llama Potenciar Trabajo, y unifica a los programas Hacemos Futuro y Salario Social Complementario. Su objetivo es mejorar el empleo y generar nuevas propuestas productivas a través del desarrollo de proyectos socio-productivos, socio-comunitarios, socio-laborales y la terminalidad educativa. Entonces los beneficiarios y las beneficiarias cobran el 50% del Salario Mínimo y deben contraprestar 4 horas de trabajo en estas actividades.

Otros programas como la Tarjeta Alimentar o la Asignación Universal por Hijo no son planes sociales, ya que son políticas de seguridad social que persiguen otros objetivos como promover el acceso a los alimentos sanos y mejorar la calidad de vida y el acceso a la educación de niños, niñas y adolescentes, respectivamente. Belliboni, por su parte,  define a un plan social como “un recurso que el Estado otorga a las personas que se han quedado sin trabajo y que no tienen acceso ni siquiera a un plato de comida por día” y que “son el resultado del fracaso de los gobiernos para crear trabajo genuino”. Explica que ese es el problema de fondo ya que “los planes no pueden ser un puente hacia el trabajo si no hay trabajo”.

Los primeros planes sociales surgieron a mediados de los noventa con el Programa Trabajar I, que luego tuvo sus versiones II y III. Fue seguido por el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados creado durante la presidencia de Eduardo Duhalde en 2002. “En el 2016 los movimientos sociales, junto a otros espacios sindicales y políticos que nos acompañaron en la lucha, ganamos el Salario Social Complementario, que es un ingreso por tareas que muchos, y fundamentalmente muchas de nosotras, ya realizábamos. Son programas de fortalecimiento a la economía popular, pero también son consecuencia de las malas políticas y de la crisis socioeconómica que atraviesa el mundo y Argentina” expresa Sánchez.

. El Programa que nombra es uno de los que unifica “Potenciar Trabajo”. En resumen, 20 años atrás había 2.200.000 beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar, y actualmente hay 1.300.000 titulares del programa Potenciar Trabajo. Teniendo en cuenta estos números, para Belliboni, a diferencia de la opinión de Cristina, “claro que no son muchos” los planes.

Arroyo plantea que ante un contexto con 45% de informalidad laboral, con gran parte de la población sin acceso a la canasta básica y un mercado que no va a incorporar en los próximos años al 100% de los trabajadores a la formalidad, el debate acerca de los planes sociales presenta tres caminos posibles: reducción de la jornada laboral, flexibilización o ingreso universal ciudadano. Comenta que la primera opción, que corresponde al modelo europeo, consiste en que las personas trabajen menos horas para que más personas tengan empleo. Explica que es una alternativa difícil de aplicar en este país con el nivel de informalidad existente, que podría llevarse a cabo en algunos sectores como el bancario, pero “no es ‘la’ salida para Argentina”.

Por otro lado, el camino que corresponde con políticas neoliberales se basa en la quita de aportes patronales y la flexibilización de las condiciones de contratación de trabajo. “Esto ya se hizo en los ‘90, terminó con 57% de pobreza y 28% de desocupación” declara rotundamente Arroyo.

Otra alternativa es la creación de un ingreso universal ciudadano, es decir, “un ingreso de base para lograr que todos accedan a la canasta básica”. Asegura que hacía este camino apunta Argentina, y América Latina en conjunto. “No lo digo yo, lo dice la Cepal y Naciones Unidas, y es lo que están haciendo Alemania, España e Israel”. El exministro apoya el proyecto de ley conocido como Salario Básico Universal y plantea que, dado el contexto de restricción fiscal, debe aplicarse por etapas. ¿Por dónde debería comenzar? Por las provincias del norte del país, donde las tasas de pobreza son peores que en el resto de Argentina.

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Un grito enorme para llegar al mínimo

Un grito enorme para llegar al mínimo

Los movimientos sociales realizaron 60 cortes en todo el país en reclamo de la aprobación del Salario Básico Universal, presentado por un sector del oficialismo. En Puente Pueyrredón, una masiva concentración se topó con el bloqueo de uniformes y realizó el acto en el mismo lugar. Fuerte reclamo al Gobierno nacional para alcanzar la cobertura mínima para más de 7 millones de personas, en medio de una profunda crisis económica.

 

Banderas gigantes de telas rasgadas con los nombres de las organizaciones convocantes cubrieron la avenida Mitre en la mañana del miércoles 20 de julio. “Hoy estamos en la calle por este reclamo que en definitiva es justicia social para la Argentina -se escuchó por los parlantes del camión estacionado en medio de la avenida-. Hay más de 60 cortes en todo el país para decir muy fuerte y desde la calle que el hambre es un crimen ¡Salario Básico Universal ya!”.

La Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma (CTA); Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE); La Poderosa; la Federación Argentina de Cartoneros; el Frente Popular Darío Santillán, el Partido Piquetero y el Frente Social Migrante, entre muchos otros, convocaron una vez más a movilizarse por un Salario Básico Universal. En Avellaneda, punto principal de concentración,  llegaron de las intersecciones, con pecheras de todos colores, grupos a pie que se sumaron a la columna que se preparaba para avanzar hacía el Puente Pueyrredón.

En medio de la multitud, Nacho Levy, dirigente de la Garganta Poderosa dijo: “Esta es una jornada importantísima que, de alguna manera, condensa en la calle lo que las distintas asambleas, las distintas barriadas y los distintos grupos comunitarios vienen denunciando hace un montón de tiempo. Me parece que si los anuncios de la ministra (de Economía, Silvina Batakis) tuvieron que ver con calmar a los mercados o al FMI, esta es la muestra más clara que todavía faltan los anuncios que vengan a calmar a estos últimos, que hasta hoy siguen siendo siempre los últimos”. Mientras tanto, detrás, más personas se incorporaban a la columna que iba creciendo lentamente con el paso de los minutos. “Si hay que discutir el déficit fiscal, habrá que discutirlo con el FMI, con los que evaden, con los que fugan. De ninguna manera con las cocineras comunitarias de nuestros barrios que les pusieron el hombro a la pandemia y que todavía siguen bregando por un salario mínimo con el que poder alimentar a su familia”, agregó Levy.

La presencia de Juan Gabrois rodeado de cámaras, dejó nuevamente en evidencia la insistente división oficialista y la resistencia a votar el proyecto de ley por el Salario Básico Universal presentado por la CTA. Dina Sanchez, referenta de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) dijo: “Lo que nos impulsa a estar hoy en las calles es que mucho se habla pero no se concreta nada. Hay que pelearla. Que salga por decreto, que salga por donde salga, pero que salga”.

Una fila de trabajadores con cascos amarillos levantaron el mismo cartel y se colocaron en la delantera. “Es el momento de usarla. Salario Básico Universal”, decía y debajo una foto de una lapicera. Al mismo tiempo, uno de ellos sostuvo una lapicera celeste de dos metros que decía “Salario Básico Universal” en letras blancas. “Lo único que falta es que usen la lapicera para firmar el decreto de Salario Básico Universal” – gritan desde el escenario- “con una sola firma pueden terminar con la indigencia”.

La tensión y expectativa se notó en la espera a que llegaran todos los compañeros convocados. “Hay compañeras de toda la zona sur que todavía no pueden llegar porque cortaron todos los trenes. Hay compañeras que están viniendo caminando pero se está haciendo difícil. Esperamos poder subir al puente, pero no sé, hay mucha cana”, explicó Dina.

Las movilizaciones fueron el resultado de más de 450 asambleas que se hicieron el miércoles anterior en los barrios populares y ruralidad pobre de todo el país. “Las asambleas fueron muy importantes porque escucharon de nosotros y nosotras mismas, las personas que estamos impulsando el salario básico universal -dijo Dina- Se hicieron con el objetivo de romper con lo que algunos grandes medios hegemónicos plantean, que los planeros quieren más planes, que no quieren trabajar, que cortan las calles, bla, bla. Por eso era importante hablar con vecinos y vecinas, ir más allá. Hoy ellos saben por nuestra boca por qué estamos en la calle, no por la tele”. 

Al costado un grupo con pecheras sentados miraban atentos esperando las indicaciones de sus compañeros.

“¿Arrancamos?, dice uno.

“¿Vamos?”, pregunta el compañero.

“Vamos”, confirma el último. 

Se levantaron y comenzaron a caminar hacia la columna. 

 “Vamos compañeros, vamos compañeras!”, gritaron desde el camión. Adelante de todo, la música. Tambores se golpearon con tiras de manguera usadas como baquetas y resonaron el grave tamborileo que hizo vibrar el piso y marcó el ritmo de los pasos. El sonido creció cada vez más rápido y más fuerte, advirtiendo el comienzo de la marcha. 

 Los carteles se levantaron. “Nacionalizar los recursos evita que el FMI se lleve todo”, decía uno.“Ya tenemos dignidad y trabajo ¡vamos por el Salario Universal Básico!”, decía otro. Las personas comenzaron a caminar. 

 Envuelta en su bandera multicolor Roxana frenó a un costado de la columna con dos compañeros, y explicó que estaba ahí por “un futuro mejor, trabajo y dignidad para todos”. Luego saludó y marchó hacia la barredora del “Movimiento indigena plurinacional de trabajadores ABYA YALA”.

 Detrás, entre tambores y trompetas, se escucha del altavoz del camión: “Unidad/ de los trabajadores/ y al que no le gusta/ se jode/ se jode. Unidad/ de las trabajadoras/ y al que no le gusta/ se jode/ se jode” 

Claudia “la Negra” Albornoz, referenta de La Poderosa, explicó que “entender la pobreza o la indigencia, la informalidad laboral es entender la necesidad y la urgencia de este salario básico universal. Estamos hablando de 14.400 pesos, que es el ingreso mínimo para vivir, osea la canasta básica de alimentos para un adulto o una adulta. Eso implicaría los 15.000 pesos del Salario Básico Universal. Y estamos hablando de un 0.7 por ciento del PBI o sea que no estamos hablando de algo que va a comprometer el presupuesto nacional de ninguna manera. Por eso nos parece fundamental que se pueda escuchar este reclamo. Son 9 millones de personas las que necesitan un piso mínimo para vivir. De ellos solo 1 millón 200 mil reciben un programa social que se llama Potenciar Trabajo, pero necesitamos que ese ingreso básico llegue a los otros 7 millones y medio de personas que no está llegando”.

 Una bandera argentina de diez metros flameó acompañada de las manos de decenas de trabajadores del MTE, vestidos con su uniforme azul y con cascos amarillos. Rieron, bailaron y se abrazaron mientras avanzaban sobre la avenida. 

 La extensa columna llegó al Puente Pueyrredón alrededor de las once y media, donde la esperaban cuatro filas de uniformados que impedían el acceso al puente. Con más de 10 camionetas de Prefectura a los costados, la tensión se sintió en las caras serias y atentas. 

 El camión frenó en la entrada al puente y se decidió comenzar con el acto allí mismo. Con toda la gente reunida enfilando al escenario, la comparsa tocó el himno y los dirigentes de las organizaciones dieron sus discursos. El hambre como crimen y cuatro comidas al día como derecho fue el reclamo del día. Los trabajadores organizados de la economía popular siguieron presionando por una respuesta universal, por un Salario Básico Universal.

«Es clave unir los reclamos»

«Es clave unir los reclamos»

Movimientos sociales de la economía popular reclamaron frente al Congreso mientras que los enrolados con la izquierda lo hicieron en Plaza de Mayo. Los separaban las formas pero los unían las consignas: medidas para que los sectores populares puedan enfrentar la crisis económica.

Desde el mediodía de ayer, organizaciones de la economía popular se congregaron frente al Congreso para comercializar sus productos y reclamar políticas que favorezcan al sector.. Simultáneamente, en Plaza de Mayo, una multitud exigió al gobierno mejoras en su calidad de vida al son de las históricas consignas de izquierda como “Basta de ajuste y ataques a las organizaciones sociales”. Existieron puntos en común entre ambos reclamos, como el aumento del salario mínimo vital y móvil; pero la principal diferencia radicó en las formas.

Rodeando las rejas del Monumento a los Dos Congresos, bajo gazebos de distintos colores, el ME.CO.PO, la U.T.E.P, el Movimiento Evita, el Movimiento Nacional Campesino, la Federación Nacional Campesina y el Frente 22 de Agosto, entre otras organizaciones de diferentes rincones del país, crearon una feria que reunió verduleros, alfareros, pasteleros, artesanos, talabarteros, costureros y carpinteros, quienes comercializaron sus productos. Las intenciones, además de vender, se pueden resumir en tres puntos: 1) borrar los estigmas que hay con respecto a las personas que reciben algún tipo de ayuda o asistencia estatal, 2) reclamar políticas sociales y económicas para paliar la inflación, como un salario mínimo vital y móvil universal, la ley “Tierra, techo y trabajo”; un bono equitativo al aguinaldo; salud y educación, entre otros y 3) visibilizar en los ciudadanos de a pie la manera de trabajar de las distintas organizaciones, así como el enorme papel que cumplen en la transmisión de conocimientos que devienen en oficios.

Por otro lado, en Plaza de Mayo, una multitud convocada por organizaciones de izquierda como el Polo Obrero, el MST, el FOL y el MTR, reclamaban una audiencia con la ministra Silvina Batakis. Las palabras del líder del P.O., Eduardo Belliboni, resumen la iniciativa: “Universalización o apertura de los programas sociales, trabajo genuino y aumento en el Salario Básico Universal que se toma para pagar el Potenciar Trabajo”, enumeró su reclamo y sumó la necesidad de “herramientas y máquinas para cooperativas”. Ante la posibilidad de no ser convocados a una reunión con la ministra, un sector anticipó la posibilidad de un acampe; sin embargo, no todos estaban de acuerdo ni al tanto. ANCCOM recogió testimonios en ambas plazas, para dar cuenta de la posibilidad de la convergencia entre ambas iniciativas, los puntos en común y las diferencias entre ellas.

Fernando Bermúdez tiene 43 años y trabaja en una cooperativa de aberturas que emplea a 20 personas. Exhiben sus productos en un stand improvisado sobre la esquina de Virrey Cevallos e Hipólito Yrigoyen. Su idea no es generar una relación de paternalismo con el Estado: “Nuestro objetivo, de acá a un lapso, es agradecer al Estado por el Potenciar (el pan Potenciar Trabajo) y seguir con nuestro rumbo”. Respecto del reclamo en Plaza de Mayo, propone que “Obviamente que uno acompaña. Ahora, hay formas que no podemos compartir”. Y agregó: “Vamos a acompañar, pero en el caso de acampe no, porque entendemos que, si estamos reclamando por un salario para los compañeros, por herramientas, por trabajo, no es digno hacerlos venir por la madrugada para que tiriten de frío, es contradictorio. ¿Es justo el reclamo?: sí. ¿Es la forma? No”.

Ángel milita en el Frente Popular Darío Santillán congregado en Congreso, y trabaja en el área de la construcción. Respecto de la manifestación frente a La Rosada y la posibilidad de una unificación, dijo: “Creo que, si esto sigue así, que cada vez la plata alcanza menos, que no hay comida, acá las organizaciones se van a unificar todas para salir en una organización conjunta”. Esa organización conjunta es uno de los grandes anhelos de Celeste Fierro, dirigente nacional del MST, organización que propone la ruptura con el FMI. En sus palabras: “Quienes están en el Congreso son organizaciones afines al gobierno, mientras que acá somos organizaciones de Izquierda. El día de mañana va a haber una reunión, para conformar la unidad de quienes hoy están saliendo a pelear para denunciar el ajuste que se está llevando adelante, y esa unidad se va a llevar adelante con las organizaciones también afines al gobierno. Creemos que es clave unir los reclamos”, sentenció, antes de proponer una posible salida a la crisis: “Tocando los intereses de los que más tienen, que ninguno de los que gobierna ahora o ha gobernado se ha animado, porque gobiernan para los banqueros, para las corporaciones y las patronales y no para la mayoría del pueblo trabajador”.

Al son de bombos y redoblantes, rodeando una pequeña tarima frente a la Pirámide de Mayo, Sandra Vilan coordina al MTL rebelde. Dice que la economía popular es de subsistencia, ya que no está regulada ni asegura un salario básico, aguinaldo, vacaciones ni aportes jubilatorios, “Ven en la economía popular una forma de solución, mientras nosotros lo que creemos es que la economía popular es pura subsistencia”, sentenció. Además, destaca el crecimiento del movimiento de izquierda en el último tiempo, una de las razones es que “un sector de la CTEP que está en el gobierno, ha dejado de luchar en la calle y la gente ante la necesidad sale, y sale organizándose”.

Ya sea desde la venta de sus productos en el Congreso, o desde la multitudinaria marcha a Plaza de Mayo con amenazas de acampe, los sectores populares reclaman mejoras. Mejoras en la calidad de vida, mejoras en el acceso a bienes básicos, a la alimentación, reclaman el acceso a la tierra, denuncian el pago de la deuda, la limosna disfrazada de asistencialismo, el aumento de la desigualdad. Se piden herramientas y enseñan oficios, pero sobre todo se pone de manifiesto un sector popular cada vez más organizado, que produjo una de las congregaciones más grandes del año. ANCCOM fue testigo de la desolación, la incertidumbre e inestabilidad, que por supuesto se traducen en la gobernabilidad. Madres y padres, que luchan por el presente, pero, sobre todo, luchan por un futuro para sus hijos e hijas. “Nosotros queremos laburar, pero queremos trabajo digno, un sueldo digno para darle de comer a nuestros hijos. No que tengan que venir a la calle a reclamar todas las veces porque el gobierno hace oído sordo”, explicó Rosa Ocampo, 41 años, madre de dos niñas.