Menos gorras y más derechos

Menos gorras y más derechos

Un pibe muere cada 25 horas por gatillo fácil, según un informe de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI). El dato hace referencia a los años 2016 y 2017, y expresa un incremento de la violencia policial si se tienen en cuenta los períodos precedentes: entre 2003 y 2015, un chico moría cada 28 horas, mientras que, entre 1983 y 2003, se producía una muerte cada 30 horas. Es decir, durante el gobierno de Cambiemos, iniciado en diciembre de 2015, la represión por parte de las fuerzas de seguridad ha ido en aumento.

Es este contexto, la Marcha de la Gorra se realizó por primera vez en la Ciudad de Buenos Aires. La movilización, originada en 2007 en la provincia de Córdoba, y tomada como ejemplo en otras ciudades del país, ayer llegó al epicentro porteño como resultado de la escalada en la violencia y persecución policial hacia los sectores populares y, en especial, hacia los jóvenes. Bajo la consigna “Cuando la gorra crece, nuestros derechos desaparecen”, decenas de organizaciones sociales y políticas se nuclearon en la intersección de Avenida de Mayo y 9 de Julio con el objetivo de rechazar el aumento de la represión a la protesta social, el recrudecimiento de la criminalización de la pobreza y las políticas antipopulares del Gobierno Nacional. Una de las agrupaciones presentes fue la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y su presidente Adrián Lutvak dialogó con ANCCOM: “Esta marcha nació para criticar el avance represivo que vienen teniendo el Gobierno Nacional y las distintas fuerzas provinciales sobre la juventud, sobre la pobreza y sobre los distintos colectivos que protestan en nuestro país”.

En la concentración, pactada para las 16, participaron familiares de víctimas de violencia institucional. Un caso de gatillo fácil lo representa Jon Camafreita, el joven de 18 años asesinado por el cabo Martín Naredo, el 23 de enero de 2012, en el barrio de Balvanera. El hecho ocurrió cuando Jon y un amigo se alejaban de la plaza Boedo, minutos después del desarrollo de una trifulca entre adolescentes, de la que no formaban parte. Fue en ese momento cuando llegó la policía: los chicos comenzaron a correr al notar que un patrullero los perseguía, pero fueron alcanzados a las pocas cuadras. Una vez atrapados, el cabo Naredo le disparó en la nuca a Jon. La prima de Camafreita, Jesús Castro, formó parte de la Marcha de la Gorra y dio sus razones: “Cuando fuimos a reclamar, el cabo estaba libre. En el juicio, lo condenaron a cadena perpetua pero terminó, aparentemente, escapándose. Pienso que estaba todo arreglado. Ahora, le envié una carta a la ministra (de Seguridad Patricia) Bullrich pero todo sigue igual”. Consultada sobre la actual situación, sostuvo: “Si antes eran diez los que mataban, ahora son cien. Están todos liberados y, con abuso de poder, siguen matando a nuestros hijos, a nuestros pibes, por solamente usar una visera o, como dicen ellos, por tener cara de negro”.

Bajo la consigna “Cuando la gorra crece, nuestros derechos desaparecen”, decenas de organizaciones sociales y políticas se nuclearon en la intersección de Avenida de Mayo y 9 de Julio.

Alrededor de las 17, la marcha arrancó destino al Congreso de la Nación, vía Avenida de Mayo.  Encabezada por la CORREPI, organismos de derechos humanos y algunas Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la movilización pisó fuerte por las calles de la Ciudad, pese al mal clima que se preveía desde temprano y que se confirmó tiempo después, cuando unos leves chaparrones dificultaron el cometido. “Es importante visibilizar esta situación: hay un retroceso de los derechos de las grandes mayorías en favor de las minorías del gobierno”, señaló Lutvak.

Mientras las agrupaciones -La Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el Movimiento Evita, Patria Grande, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), entre otras- alcanzaban lentamente el Congreso, un escenario se terminaba de armar para luego brindar un festival a cargo de algunas bandas como Militantes del clímax, Klan y Asterisco. Antes de que la marcha llegara a su fin, las grisáceas nubes y la llovizna habían concluido. El clima y el lugar de la concentración eran diferentes, pero el clamor de la protesta continuaba vigente. Al escenario subió Taty Almeida, representante de Madres de Plaza de Mayo, quien se expresó sobre la problemática que asedia a los jóvenes de los barrios más humildes del país: “Felicitamos a los que organizaron esta Marcha de la Gorra, que contrapone la gorra de los chicos y la gorra de los que son policías y todas aquellas fuerzas de seguridad. Recordemos a Santiago Maldonado y a todos los asesinados y desaparecidos por parte de las fuerzas de seguridad”. Al calor de aplausos y cantos, el reclamo persistió con el fin de hacerse escuchar en alguna parte del imponente Congreso. “Claramente, hay una política de las fuerzas de seguridad mucho más represiva en las protestas, en las cuestiones relacionadas con los derechos humanos y en los barrios, por eso queremos visibilizar este problema. La violencia institucional no empezó ahora, pero sí hay un recrudecimiento muy importante que creemos que hay que denunciar”, indicó Lutvak, presidente de la FUBA.

Un pibe muere cada 25 horas por gatillo fácil, según un informe de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI).

Otro de los familiares de víctimas de violencia institucional que protagonizó la movilización fue Nicanor, padre de Marcelo Bogado, quien fue asesinado por el sargento César Luis Díaz, el 26 de mayo de 2004, en el barrio de Villa Tesei. “Desde que murió mi hijo, pasaron tres años para que se iniciara el juicio. Sin embargo, el asesino se fue de la sala de audiencia con solo haberle prohibido, durante dos años, la portación de arma. Eso terminó de quebrar a la familia, sufrimos mucha impotencia y bronca”, dijo Nicanor a ANCCOM. Bogado tenía 20 años cuando sucedió el crimen. Había terminado de trabajar y se encontraba en un pool cuando cuatro personas ingresaron al lugar buscando a alguien. Al no lograr su cometido, se fueron pero regresaron a los veinte minutos, llevándose a Bogado en un Ford Escort, por un motivo que aún se desconoce y que las versiones policiales no hacen más que contradecirse. En el viaje, un patrullero seguía a los jóvenes y los obligaron a bajarse con las manos en la nuca. Pese a las declaraciones de la policía, Bogado fue esposado y luego, agredido de gravedad. Finalmente, mientras el adolescente explicaba, arrodillado, que no tenía nada que ver con la confusa situación, el sargento Díaz le pegó un tiro en la nuca y otro en la frente. “Si hay algo que aprendí de CORREPI es que no solamente un policía reprime, tampoco dos o tres, sino toda la institución es la culpable. Es importante que estemos organizados por nuestra condición de trabajadores y de vulnerabilidad, y por lo tanto, con la posibilidad de ser reprimidos”, señaló Nicanor.

Otro ejemplo de vulnerabilidad, frente los constantes ataques policiales, lo constituye la villa 1.11.14. Hace algunos meses, Mónica, la maestra secretaria de la Escuela Infantil N°6 del Bajo Flores, le contó a ANCCOM lo siguiente: “Es muy habitual la muerte de chicos por la zona. Si no mueren en un tiroteo que se da entre bandas, se da por intervención policial o por el juego perverso con las armas”. Mientras que Dolly Demonty, madre de Ezequiel, quien fue detenido ilegalmente y luego torturado y asesinado por la Policía Federal en 2002, dijo: “La violencia institucional, por parte de las fuerzas de seguridad, está muy complicada en el barrio. Acá la Policía mata a los pibes como si fueran pajaritos, no los detienen. Algunos justifican ese accionar pero hay que darles una oportunidad de vida a los pibes para que cambien”.

La Marcha de la Gorra no solo tiene como objetivo terminar de algún modo con la violencia y represión institucional, sino también enfrentar el discurso hegemónico que circula por los medios de comunicación. En tiempos donde se intenta reinstalar el debate sobre la “inseguridad”, con el consecuente pedido de mayor presencia policial y de reducción en la edad de punibilidad, la movilización intentó fijar otra mirada: desnudar a quienes abusan de su condición de poder para enfrentar y castigar la vulnerabilidad de los sectores populares. Al respecto, Nicanor, el papá de Marcelo, quien lleva una foto colgada de su cuello, expresó: “Prácticamente, desde el comienzo de la democracia, de 1983 a esta parte, hubo y hay personas con las que no contamos porque nos las arrebató el Estado terrorista, capitalista y represor. Hay algunos casos que se conocen, pero muchos más que no, porque los familiares no denuncian y no visibilizan el caso por temor a represalias”.

 

Actualizado 24/11/2017

Por la igualdad, contra la violencia

Por la igualdad, contra la violencia

 

Las banderas e insignias con los colores del arco iris volvieron a adueñarse del centro de la Ciudad. La vigésimo sexta Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Travesti, Transexual, Transgénero, Intersex y Queer (LGBTIQ) cubrió las calles y avenidas en la tarde del sábado con el histórico grito de defensa de la diversidad sexual y un renovado llamado de atención por la defensa de los derechos conquistados y contra la violencia institucional. Organizada por más de cincuenta agrupaciones que luchan por la igualdad de la comunidad, la marcha se desarrolló en la Plaza de Mayo. Fue por la inédita decisión del Ministerio de Cultura de la Nación de no ceder el tradicional escenario en la Plaza de los Dos Congresos, donde el colectivo cerró sus movilizaciones en los últimos 12 años.  

Alrededor del mediodía, la música de “DJ Jara” se adueñó por completo de la Plaza y del ritmo de cientos de cuerpos sin vergüenza, cuerpos semidesnudos, con purpurina, con maquillajes extravagantes y con la voluntad de no pasar inadvertidos. El clima de fiesta ya era una certeza, a pesar de los policías de civil que recorrían la zona mezclándose con turistas y con las familias que se acercaban por curiosidad.

Desde el escenario, una por una, se nombraron a todas las agrupaciones que integran la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo (C.O.M.O) y se repetían las consignas: «Basta de femicidios a travestis, transexuales y transgeneros. Basta de violencia institucional. Orgullo para defender los derechos conquistados «. Detrás de ellas, gritadas a viva voz, se desprendieron las subconsignas que fueron recibidas con aplausos. Aplausos de los que también se adueñó “La Lucio Alberto”: la banda chileno-argentina tocó en vivo y con ritmo de cumbia tiñó de alegría la mítica plaza. Muchos se animaron al baile y a posar para las fotos.

Bajo un sol radiante, llegaron los primeros discursos. El reclamo incluyó justicia por Santiago Maldonado, la inclusión laboral de personas transgénero, la producción pública de misoprostol, el reconocimiento y la no discriminación de las infancias trans y el repudio a la reforma laboral. Los abucheos surgían espontáneamente cada vez que se nombran al presidente Mauricio Macri y a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. El documento final insistió con la condena al «protocolo policial para registrar a las personas LGBTIQ» porque «habilita y legitima la violencia» de la fuerza contra ese colectivo social.

Mientras tanto, en las calles que circundan la Plaza de Mayo las organizaciones preparaban las carrozas con las que horas más tarde desfilarían hasta el Congreso. Las telas de colores, globos, plumas, y banderas de la diversidad se mezclaban con reclamos contundentes y consignas políticas. Tía Marilú arengaba desde el escenario: “El que no salta es heterosexual». Y la multitud que estaba debajo parecía convertirse en una marea roja, naranja, amarilla, verde, azul y violeta. Con el pasar de las horas, la Plaza comenzó a cubrirse: cada vez se veían más ojos pintados con pestañas larguísimas, pelucas de colores, disfraces, cuerpos repletos de purpurina que con desparpajo celebran la diferencia.

Sentadas en un cantero se encontraban Natu y su pareja Angie. Natu lleva el pelo muy corto, anteojos enormes y un moño con los colores del arco iris en el cuello. En diálogo con ANCCOM, ambas asumieron sin sorpresa el cambio de escenario central. «Es un recorte más por parte del Estado. Si se recorta en salud , en educación ¿por qué no en políticas de género y diversidad? Patricia Bullrich con su protocolo dejó bien en claro el lugar que ocupan en este gobierno las personas gay. Nos incluyen para garantizar la detención ordenada, seas del sexo que seas. No hay  lugar para las diferencias”, puntualizó Natu. Angie la escuchaba y aprobaba sus palabras. Tiene la experiencia de más  de quince marchas y en base a ella destacó la participación creciente de los adolescentes. Las edades le llamaron la atención, como una evidencia de que la sociedad ha cambiado.  “Hoy en día los chicos tienen más libertad para decidir sobre su sexualidad y cuentan con familias que los acompañan”, reflexionó.

En una esquina resonaba una batucada. Eran las activistas de “Las chongas” las que concentraban la atención. Dispuestas en ronda con tambores y redoblantes improvisaban bailes mientras cantaban “dale a tu cuerpo alegría tortillera”. En otro punto de la Plaza, la banda de lesbian reggaeton “Chocolate Remix” se preparaba para subir al escenario. Se trataba del acto de cierre que daba inicio al desfile de carrozas.

La multitud se agolpaba frente al escenario, “Chocolate Remix” los hacía bailar a todos, la fiesta inundaba la plaza, nadie podía quedarse quieto y las letras de protesta y de reivindicación de las diferencias se conjugaban con ritmos pegadizos.  Eran casi las 17:00, y aunque el show podría seguir mucho más, era hora de partir. Las carrozas estaban listas y sus tripulantes también. La columna se desplazaba por Avenida de Mayo. Encabezaba el camión de la Asociación de Travestis, Transexuales, Transgeneros de Argentina  (ATTA) . “Yo sabía, yo sabía que a los travas los mata la Policía (de Patricia )” era el cántico que se escuchaba casi más fuerte que la música.

Actualizado 20/11/2017

Mujeres, arte y fútbol

Mujeres, arte y fútbol

“Lo que a unas les pasa en el escenario a otras nos pasa en la cancha: hay territorios a los que nos cuesta llegar”. Quien dispara la afirmación sin titubeos es Juliana Román Lozano, entrenadora y mano derecha de Mónica Santino, DT de Las Aliadas, el equipo de fútbol femenino que se ganó la Güemes, cancha central de la Villa 31. Su referencia está en la Asociación Civil La Nuestra, una agrupación de mujeres que milita el feminismo desde el deporte y que, en la tarde del sábado, participó del Festival MIA (Mujeres Incentivando Arte) para festejar los diez años del equipo.  

El MIA es un festival de mujeres artistas de diversas expresiones y estilos, organizado por la cantante de rap Karen Pastrana y la productora y cantante Rocío Cuevas. Desde las 16 del sábado, el predio de la Cancha 9 de la Villa 31 fue escenario de talleres, baile y música en vivo: folklore, tango, rap, pop de los 80’s y cumbia.

“Ver una buena jugada de fútbol emociona porque es como el arte: trata de mejorar el mundo”. Rocío Cuevas, productora musical y cantante de Rosario y La Cruz de Sal, mira el escenario y no puede creer que hayan podido montar el MIA en medio de la Villa. Hace unos meses imaginaron la idea junto a Pastrana, que solo baja del escenario para volver a subir de la mano de una nueva artista que hace retumbar su música por todo el barrio. El MIA nació este año y tuvo su primera edición en un local de Palermo. Fue un éxito, pero ahora, en la 31, el festival toma otro rumbo y para el año que viene el objetivo es llevarlo a otros barrios y prolongar los talleres de arte para niñas y adolescentes durante todo el 2018. Esa es la meta a corto plazo, el gran sueño es llevarlo al interior del país, provincias como Chubut o Santiago del Estero, y darles espacio a las mujeres artistas de cada lugar. “En el mundo patriarcal el que divide triunfa. Nosotras creemos que el camino es unirnos”, afirma Rocío en diálogo con ANCCOM.

El MIA nació este año y tuvo su primera edición en un local de Palermo. Fue un éxito, pero ahora, en la 31, el festival toma otro rumbo y para el año que viene el objetivo es llevarlo a otros barrios.

Mónica Santino, referente del fútbol femenino en la Argentina, directora técnica de La Nuestra, señala que el festejo sintetiza lo que el equipo hizo en todos estos años: tejer una red con otros grupos de mujeres, militar desde la cancha. También, festejar es fortalecerse para lo que viene: el objetivo para 2018 es convertir a La Nuestra en un club de fútbol femenino. Un espacio en donde las mujeres entrenen desde los primeros años, lo que no existe en los clubes tradicionales que las reciben desde los 14 o 15, ya perdido el tiempo clave para la formación de un deportista cuando se construye identidad y pertenencia. “Cuando hablamos de despenalizar el aborto es lo mismo que decir que vamos a ejercer el derecho al juego, porque tiene que ver con tomar el control de nuestros cuerpos”, dice Mónica entre canción y canción. De fondo suena la voz de Ayelén Zuker, una de las cantantes del cuarteto vocal M.a.m.b.a.s, la banda preferida de Santino en la grilla del festival, mujeres con mucho glamour que cantan canciones de los años 80.

Cerca de las 18, Karen se sube al escenario para recibir una visita especial, y en medio de la cancha de básquet, entre grupos de mujeres que toman mate o cerveza, Higui y Mónica se abrazan, un abrazo que se nota fuerte, y cuando llega la pelota enseguida se dibuja un pase entre una y otra, una línea perfecta que encaja como el abrazo. “Cuando agarro la pelota soy yo, no me importa nadie ni nada”, dice Higui, la mujer que estuvo presa por defenderse de un grupo de hombres después de sufrir agresiones por ser lesbiana. En la comisaría, deprimida y a punto de “tirar la toalla”, Higui juntaba las imágenes de sus líderes, recortes de revistas que hacían de santuario: estaba el Che, el Diego, Tévez, y Mónica Santino, recortada de una nota en una revista que repartía el cura que cada tanto la iba a visitar. “Me emociono porque yo la conocí ahí, en la revista, y ahora está acá conmigo”, señala Higui en conversación con ANCCOM.

Mientras tanto, en el pasillo que rodea la cancha, los talleres acumulan rondas de pibas y pibes que se acercan a mirar. En uno de los grupos, tres jugadoras de La Nuestra prueban los instrumentos: Alexia, arquera, de unos trece años, está en el bajo. Ninguna sabe tocar, pero ahora las coordinadoras del taller cuentan hasta cuatro y ellas arrancan la canción que acaban de componer: “No me importa nada lo que digan, yo soy la dueña de mi vida”. Chicas Amplificadas es un taller itinerante de rock para niñas y adolescentes de 7 a 17 años, que se da en escuelas de Capital Federal y Gran Buenos Aires. “Hay que trabajar el empoderamiento desde los primeros años”, explica Sol, una de las coordinadoras del taller, “porque hay muy pocas que saben tocar instrumentos, a veces por falta de recursos, a veces por vergüenza”.

Ayelén Zuker, una de las cantantes del cuarteto vocal M.a.m.b.a.s.

Alexia y Milagros son arqueras en La Nuestra, y Juana juega de delantera. Cuando se enteraron del festejo, lo primero que preguntaron fue si había que llevar pelota. “En el barrio no suele haber eventos así, con escenario y buen sonido”, dice Jesica, vecina de la villa, que apenas escuchó “la base” se vino con su hija y su novio, que tiene un dúo de rap. “No conocía a ninguna mujer rapera”, admite mientras mira a Karen en el escenario. Jesica, en cambio, dice que escucha música de mujeres. “A mí me gusta el rap porque habla de la realidad, de lo que vivimos acá todos los días”. Jesica no toca pero le gustaría, y cuenta que de camino al festival, vio un cartel que ofrecía clases de breakdance y le dieron ganas de anotarse. Giselle, también vecina del barrio, dice que sabía del festival porque la hermana juega al fútbol en otro equipo de la villa. “Me gusta que las mujeres podamos jugar, ir a la cancha en vez de quedarnos en casa como nos enseñan de chicas”. reflexiona.

En el escenario sigue el desfile de artistas: Nina Uma que vino desde Bolivia y Mare Advertencia Lirika, rapera mexicana, que casi se pierde el festival cuando se encontró con las rutas del DF cortadas por problemas sindicales y estuvo a punto de perder el vuelo. No falta la ronda de sikuris y algunos tangos de la mano de Brisa Videla y su grupo Tangorante. “Las mujeres tenemos que liberarnos”, expresa Linda, que vive en la villa y hace siete años trabaja en el centro de la mujer de la Red Protege, un espacio de encuentro para víctimas de violencia de género. El local de Linda está junto a la cancha Güemes, donde entrenan las chicas de La Nuestra. “En fútbol pasa lo mismo que en nuestras reuniones, nos descargamos y así nos fortalecemos”, le explica a ANCCOM.

Oscurece, pero la villa sigue encendida. En la cancha todavía hay partido, y alrededor van saliendo reposeras con mates, botellas de vino o vasos de cerveza. Desde la entrada al predio se asoma Teófilo Tapia, el abuelo del lugar, como quien pasa a mirar que esté todo en orden antes de irse a dormir. “Cien años va a cumplir el barrio, y nos siguen diciendo que lo van a urbanizar”, denuncia. Y recuerda al Padre Mugica, que ahora le pone nombre al comedor, a la cancha, y a otros tantos espacios de la villa que le rinden homenaje. “El fútbol saca a los pibes de la esquina. Cuando no tienen trabajo, cuando está todo mal, si hay una cancha, en vez de fumar, patean la pelota”, sentencia.

El MIA es un festival de mujeres artistas de diversas expresiones y estilos, organizado por la cantante de rap Karen Pastrana y la productora y cantante Rocío Cuevas.

Chicas Amplificadas es un taller itinerante de rock para niñas y adolescentes de 7 a 17 años, que se da en escuelas de Capital Federal y Gran Buenos Aires.

Actualizado 16/11/2017

 

 

Nieta 125, el mejor regalo

Nieta 125, el mejor regalo

“Cada año que pasa, hacer la foto se complejiza más porque cada vez somos más”, declaró Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, mientras cerraba la celebración de los 40 años de vida de la entidad. Estaba rodeada de otras abuelas, de madres, de hijos, nietos y bisnietos de desaparecidos. Tenía una sonrisa grande y cómplice. Eligió ese momento para hacer un anuncio inesperado para la mayoría del público que la acompañaba en el Centro Cultural Kirchner (CCK): “Hoy tenemos una hermosa noticia: podemos confirmar la restitución de la nieta 125”. El estallido de aplausos, exclamaciones, abrazos y lágrimas de alegría duró un par de minutos y luego la propia Estela leyó el comunicado con la historia de la nueva nieta, hija de Lucía Rosalinda Victoria Tartaglia, pampeana, detenida en noviembre de 1977 cuando estudiaba de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata y militaba de la Juventud Universitaria Peronista. Fue el mejor regalo para este nuevo aniversario.

La Ballena Azul, la sala sinfónica del CCK, había abierto sus puertas el pasado jueves a las 19 y poco a poco se fue llenando: organismos de derechos humanos, colaboradores de las filiales de Abuelas de Córdoba, Rosario, Mar del Plata y La Plata, diputados, algún funcionario, familiares de desaparecidos, nietos restituidos, bisnietos, amigos, donantes. Y todos recibieron con un aplauso infinito a las Abuelas de Plaza de Mayo que subieron al escenario.

Los nietos Manuel Goncalves, Leonardo Fossati y Lorena Battistiol hicieron de maestros de ceremonia. A las palabras de presentación y agradecimiento sumaron el reclamo por Santiago Maldonado. “Este y cualquier gobierno siempre tiene que estar del lado de la memoria y la justicia”, dijo Goncalves.

A través de una serie de videos, el público revivió y se conmovió con el largo camino de las Abuelas. Los inicios en plena dictadura, las compañeras de lucha que ya no están, los juicios a los genocidas, las restituciones, imágenes de principios de los 90 donde nietos adolescentes hablan a cámara y expresan su gratitud por conocer su verdad, y cientos de fotos de archivo, incluidos viejos afiches de cuando aún se buscaban niños: “Mi abuela me está buscando, ayúdenla a encontrarme” o “Díganle donde estoy, me está buscando”.

 

Hubo un reconocimiento para el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), para la Comisión Nacional por el Derecho a la identidad (CONADI) y para el Banco Nacional de Datos Genéticos a 30 años de su creación. “A partir de un aviso en el diario, nos enteramos que mediante la sangre se podía verificar el vínculo familiar. Eso fue una gran noticia, el tema es que no teníamos la sangre de nuestros hijos y ahí fue donde investigamos si es que la nuestra podía llegar a servir”, se la vio decir a Estela de Carlotto en uno de los videos, en el que además se detallaron las gestiones y visitas a científicos de Estados Unidos y Europa, en los primeros 80, para lograr un método de identificación de sus nietos que hasta entonces no existía.

Durante el acto se destacó el trabajo de Abuelas en las escuelas. La idea de los materiales producidos junto con el Ministerio de Educación es estimular el deseo de los bisnietos, cuyos padres aún no se han animado a conocer su origen, y que así, por medio de sus hijos, puedan hacerlo. “El trabajo de Abuelas no fue solo la restitución de los nietos y el reconocimiento a nivel internacional que han conseguido, sino reconocer la identidad como un derecho”, afirmó Leonardo Fossati.

En medio de un clima familiar y de celebración de la memoria, Goncalves recordó las palabras del ex presidente Néstor Kirchner cuando pidió perdón en nombre del Estado Nacional y desde ese momento convirtió a los Derechos Humanos en una política pública. “Fue muy claro cómo el pueblo salió a las calles contra el ´2×1´. No permitiremos que haya ningún retroceso”, subrayó. “Hay muchas abuelas que no encontraron a sus nietos, pero más allá de haber partido, dejaron acá su semilla de lucha”, afirmó la nieta Lorena Battistiol, quien busca a un hermano nacido durante el cautiverio de su mamá en Campo de Mayo.

Entre recuerdos y emociones, se reconoció la labor del Archivo Biográfico Familiar de Abuelas, creado hace más de 15 años con el objetivo de que cada grupo familiar transmita la historia de sus desaparecidos al nieto encontrado. Mientras seguía el acto, en diálogo con ANCCOM, la histórica referente de la filial de Abuelas de Córdoba, Sonia Torres, expresó: “Hoy estuvo presente una gran parte de nuestro equipo de trabajo. Nosotros también vamos a realizar un festejo por los 40 años allá”. Y añadió: “Mi nieto ya cumplió 41 años y todavía lo sigo buscando”. A pocos metros de ella, el nieto 122, Rodrigo Bustamante García, fruto de la búsqueda de ese equipo, se encontraba con su hija, ambos con sus identidades restituidas.

No faltaron los artistas: Magdalena Fleitas y su grupo de música autóctona para chicos, la actriz Gimena Riestra y su desopilante monólogo sobre la clase media, parte del último ciclo de Teatro por la Identidad, y como cierre Gustavo Santaollalla y su banda. La despedida fue con un invitado especial, Ignacio Montoya Carlotto al piano, y con las Abuelas en el escenario, y toda la sala cantando “Mañanas campestres”. El clima cálido y afectuoso hizo que muchos espectadores rodearan el escenario para estar más cerca, como si se tratara de una reunión familiar, como si intuyeran la buena nueva que en minutos anunciaría Estela.  

Todavía falta restituir la identidad a más de 300 bebés robados por la última dictadura cívico-militar. La bienvenida a la verdad de la nieta 125 no pudo haber tenido un marco mejor. ¡Feliz cumpleaños, Abuelas!

 
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Actualizada 27/10/2017