¡A volver! ¡A leer! ¡Vamos a volver!

¡A volver! ¡A leer! ¡Vamos a volver!

Presencial o virtual, la Feria llega igual. Este 1, 2 y 3 de octubre de 14 a 20, los porteños podrán visitar el evento que reúne a más de 200 editoriales independientes. Habrá stands de Sigilo, Blatt & Ríos, Leteo, Eterna Cadencia, Mardulce, Notanpuan, Ampersand, Cuenco de Plata, Godot, Limonero y muchas otras. Será en el barrio de Almagro, con entrada libre y gratuita por la esquina de Perón y Gallo. Además, contará con charlas virtuales que se transmitirán por el canal de Youtube de la Feria y una librería que permitirá comprar online a quienes no puedan concurrir personalmente. Algunos de los invitados de este año serán Mariana Enriquez, Leila Guerriero, Alejandro Zambra, Martin Kohan y Tamara Tenenbaum, entre otros.

Esta nueva edición es la primera que tendrá una modalidad mixta. El año pasado, en medio de la pandemia, fue 100% online, lo que impulsó a las editoriales a adaptarse mediante una alianza con las librerías con plataformas de venta digital. “Si bien hoy hay una necesidad de volver a encontrarse, la virtualización de la Feria – cuenta Víctor Malumián de Ediciones Godot – permitió una federalización y una mayor difusión de ciertos contenidos”. Entre los títulos destacados de la editorial se encuentran Tenés derecho a permanecer gorda de Virgie Tovar y el clásico ¡Goza tu síntoma!, de Slavoj Zizek.

Con sus pro y sus contras, para Malumián, la digitalización de ciertos contenidos llegó para quedarse. Sin embargo, la presencialidad hizo sentir su ausencia el año pasado. “Si bien es verdad que comprando digitalmente uno podría encontrar todo, generalmente va hacia lo que fue a buscar. No hay un encuentro con lo inesperado. No está eso de pasear por una librería y terminar descubriendo títulos que no se conocían o autores nuevos. Además, lo que te muestran los e-commerce ya está pensado desde un algoritmo con información previa.”

Desde la editorial Limonero, Luciana Kirschenbaum cuenta que si bien la experiencia con la feria virtual fue buena, hay mucho entusiasmo de volver a la presencialidad este año. Destaca que, si bien la incorporación de la virtualidad permitió nuevas posibilidades, como la de poder conversar con gente de otros países, “hay algo de lo tangible de la lectura que solo se da en la presencialidad.” Limonero presentará en la feria uno de sus últimos lanzamientos: Discordia de Nani Brunini.

          También desde Ampersand apuestan a la vuelta de la presencialidad, que para la propuesta de la editorial tiene algo irremplazable. Emilio Jurado Naón, jefe de Prensa de esta editorial, cuenta: “Nosotros nos queremos destacar por el aspecto físico de los libros, la calidad de las imágenes y los materiales”, una cualidad que queda en segundo plano cuando la virtualidad es total. El catalogo de la editorial cuenta con títulos como El método Borges de Daniel Balderston o Libros chiquitos de Tamara Kamenszain. Sobre esta poeta, fallecida este año, habrá una charla homenaje en la Feria.

         Además, junto a la Fundación Hemocentro de Buenos Aires, Céspedes Libros, Roma Bar y un grupo de librerías se organizó una colecta de sangre para el viernes 01, cuyas inscripciones ya se encuentran completas.

         El mapa con las editoriales, el itinerario de las charlas y los invitados pueden verse completos en la web de la FED, o mediante sus posteos en Instagram, Facebook, Twitter o Youtube.

Una lucha de película

Una lucha de película

En el marco de la Semana del Documental Argentino se proyecta Recatate con los pibes, dirigido por Mariano Corbacho y Marcos Coria. El documental profundiza y visibiliza las luchas de los estudiantes secundarios de CABA en defensa de la educación pública. 

Apartando la mirada del concepto que dan los medios masivos de comunicación respecto a los estudiantes de las escuelas públicas de CABA, el documental hace un recorrido por las marchas que han realizado los jóvenes desde 2010 hasta 2018. La idea del proyecto surgió cuando los directores, luego de varias investigaciones, no encontraron mayores registros de los movimientos estudiantiles en instituciones públicas secundarias. Fue entonces que pensaron que era necesaria la creación de un espacio en el que los estudiantes, protagonistas de estas luchas, pudieran alzar la voz.

Según Mariano Corbacho, el objetivo principal de este trabajo es darles a los jóvenes un lugar en el que puedan expresar el motivo de sus luchas, sus propuestas y las herramientas que utilizan para poder alcanzar las mejoras necesarias en las escuelas públicas. Además, los creadores del documental buscan remover el punto de vista estigmatizador que tienen muchos respecto a los movimientos estudiantiles secundarios.

Asimismo, a través del proyecto audiovisual, los directores de Recatate con los pibes, quienes también se desempeñan como docentes en escuelas públicas, buscan colaborar con los jóvenes para que así puedan aspirar a mejoras en la infraestructura de los establecimientos educativos y lograr que el Estado pueda garantizarles una educación digna.

“El nombre de Recatate con los pibes hace referencia a la jerga juvenil que viene a significar un “ubicate, ponete en tu lugar de pibe”. Es un llamado a la reflexión y a la unión por esa lucha. El documental está hecho de los jóvenes y para los jóvenes. Queremos que los mismos estudiantes vean las herramientas y las conquistas que pueden lograr a través de la manera en la que se organizan. Para nosotros fue muy llamativa la manera en la que los chicos realizan encuentros individuales dentro de su escuela, para luego salir, reconocerse y unirse a otros establecimientos educativos que afrontan los mismos problemas infraestructurales. Es por eso que esperamos compartir este material principalmente en espacios educativos”, indicó Corbacho en diálogo con ANCCOM.

Sin embargo, las luchas de los estudiantes secundarios son un tema que tiene larga data. Una de las fechas marcadas en el corazón de las escuelas públicas es la ocurrida en La Plata el 16 de septiembre de 1976, más recordada como La Noche de los Lápices. A esta lucha se le suma en 2010 el Estudiantazo, que se destacó por la toma de escuelas en distintas ciudades del país. El reclamo principal fue por las malas condiciones de las infraestructuras edilicias de los establecimientos educativos. Reclamo que continúa hasta el día de hoy.

El documental se puede ver de manera online y gratuita a través de la plataforma  Vivamos Cultura del Gobierno de la Ciudad. Además se presentó en Bolivia, Ecuador, Uruguay y próximamente en Panamá.

Mirada sobre la trata

Mirada sobre la trata

Alejandra Marino da cuenta de un compromiso con las luchas feministas siendo socia fundadora de ACCIÓN Mujeres del Cne y parte del espacio de género de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC). La cinesta, quién realizó películas como Hacer la Vida (2020) y El Sexo de las Madres (2012), donde promueve la visibilización de problemáticas de género y la paridad de género, estrenará el jueves 15 de abril en el Cine Gaumont el largometraje Ojos de Arena.  

La historia comienza en la Capital Federal y rápidamente se traslada a un pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Allí van la psicóloga forense Carla (Paula Carruega), y Gustavo (Joaquín Ferrucci), quienes están separados desde la desaparición de su hijo y que se reencuentran siguiendo una pista que los lleva a la casona de Horacio (Manuel Callau) e Inés (Ana Celentano), una pareja que también tiene a su hija desaparecida. Estas historias se cruzan con el caso de una vidente (Victoria Carreras), quien busca a su nieta. Los personajes están unidos por la ausencia que duele como arena en los ojos que «representa el paso del tiempo que hace más difícil encontrar a une hije perdide», definió Marino. 

La trama invita a los espectadores a ser parte de una historia de ausencias y de sus consecuencias en la vida de las familias víctimas. Desde el principio se centra en la angustia de Carla, la protagonista que convive con la falta de su hijo, mientras atraviesa la separación con Gustavo a raíz de su sentimiento de culpa, ya que la desaparición sucedió cuando ella estaba protegiendo a Leila (Natalia Ayala), una joven captada por la trata que denunció a su captor. 

«Vi en una terminal de ómnibus una cantidad de fotos de niñes perdides, que se sospecha han sido secuestrados por la trata», sustuvo la directora en diálogo con ANCCOM sobre lo que la motivó a trabajar una temática que está presente en la actualidad por el estreno de series como Sky Rojo y por las historias reales que en algunos casos consiguen visibilidad en los medios masivos de comunicación. En este contexto, la directora explicó que junto con la guionista Marcela Marcolini, escribieron una historia “atentas a lo que surge en la realidad cotidiana”. En ese sentido, en Ojos de Arena se representa el miedo de Carla y de Leila como consecuencia de la “inacción de la justicia, de la complicidad policial que son representados por personajes de ficción que están inspirados en la realidad”, afirmó la realizadora audiovisual. 

 

En los medios de comunicación y en los distintos géneros audiovisuales se narran historias sobre el delito de la trata de personas que generan debates acerca de los modos y los discursos que se eligen para representar la problemática. En Ojos de Arena se construye una trama que permite pensar una manera diferente de abordar el tema. “Algunos medios de comunicación se ocupan de este tipo de noticias siempre desde un lugar de morbo y de revictimización de las víctimas. Nosotras queríamos contar de otra manera”, señaló la directora. Ese fue un objetivo de la película y se percibe en lo que se elige mostrar y en cómo. «Tuvimos cuidado en las tomas del prostíbulo, en sugerir en lugar de erotizar”, afirmó Marino. 

¿Cómo contar una historia donde hay víctimas sin revictimizar? ¿Cómo evitar caer en estereotipos? Para ello fue necesaria la investigación, por eso se acercaron a Missing Children, organización civil que busca a niños y niñas perdidos, donde vieron videos de las madres que buscan a sus hijos. El trabajo muestra el compromiso con la temática y se ve en el desarrollo de los personajes que exhiben una mixtura entre el dolor, el miedo, la culpa y la valentía para buscar y denunciar. “Carla es una joven fuerte, que trabaja en la Fiscalía y protege a una víctima de trata”, describió así Marino a la protagonista y destacó que las actrices que encarnaron a Carla y a Leila “querían trabajar sus personajes no desde la vulnerabilidad, sino desde la fuerza y protegiendo a les otres y a sí mismas”. 

Ojos de Arena es una película independiente que ganó un concurso del INCAA en 2018 y se realizó al año siguiente. El 2020, en el medio de la pandemia del COVID 19, la película empezó su camino de exhibición compitiendo en el Festival de Cine de Bogotá, en el Festival de Cine de La Habana y actualmente compite en el Festival de Cine Latino de Chicago. “La idea es seguir con los festivales y lo que más queremos es que llegue al público. Nos encantaría que después esté en las plataformas digitales”, expresó la directora. La historia se podrá ver desde el 15 de abril en las salas del Cine Gaumont y en los Espacios INCAA de todo el país.

«La relación entre el sistema productivo y la pandemia es directa»

 

Autora de los libros Malcomidos: cómo la industria alimentaria argentina nos está matando (2013) y Mala leche (2018), Soledad Barruti dedica su oficio a investigar la industria alimentaria mundial, a denunciar la crueldad animal y la destrucción ilimitada de recursos bajo la actual forma de producción, y alertar sobre los efectos nocivos del consumo de alimentos industrializados en la salud de las personas. Hoy, en medio del aislamiento por el Covid-19, sostiene que el surgimiento de la pandemia es una de las múltiples consecuencias del modelo imperante. “Hay que cambiar el sistema y la manera de pensar”, subraya.

En tus libros denunciás que el sistema de producción alimentaria en Argentina conlleva el maltrato animal, ¿de qué manera?

Está implicado en la forma productiva. El sistema de producción de carne, huevos, leche, se hace pensando en cómo producir la mayor cantidad en el menor tiempo y espacio posible. La misma lógica que maneja una fábrica de cualquier cosa. El tema es que cuando los animales están implicados, terminan diseñándose formas para se comporten como si fueran engranajes de esa fábrica. Se los obliga a vivir en espacios muy pequeños, hacinados, se impide que expresen stress. Eso en muchos casos se transforma en canibalismo en los cerdos, las gallinas, los pollos, y se producen mutilaciones para evitar que eso ocurra. Todos los cerdos de granjas industriales, todos los que se consumen en nuestro país, al nacer se les arrancan los colmillos y se les corta la cola. A las gallinas se les corta la punta del pico. Todas prácticas sumamente dolorosas que, por supuesto, se hacen sin anestesia. Luego se los medica de manera permanente para que no manifiesten enfermedades. Son escenarios de extrema crueldad que son visibles. Cualquier persona que ingresa desde fuera a una granja industrial ve cómo están los animales en jaulas pequeñas, o en corrales unos junto a los otros, o en feedlots (corrales de engorde). Las vacas sobre la bosta, la tierra, el barro, viviendo al rayo del sol, sin un lugar para ir a guarecerse, sin lugar para hacer nada más que comer, tomar agua y engordar, o dar leche. En el caso de las vacas además se producen preñaciones y separaciones permanentes. Todo eso a los animales les acorta la vida, les genera dolor y crueldad que no está siquiera criticado hacia dentro del negocio. Se piensa todo dentro de lo que ellos consideran “estándares de bienestar animal”.

¿Existe relación entre el sistema productivo alimentario y la pandemia actual?

La relación es totalmente directa. Hacinar animales, hacerlos vivir en sus fluidos, en sus deposiciones, vivir nosotros cerca de un montón de ellos, está disparando pandemias de una manera cada vez más acelerada y más brutal, desde hace treinta años. En los últimos tiempos hay informes de la Organización Mundial de la Salud y de un montón de otras agencias de Naciones Unidas alertando a la población sobre esto, que iba a ocurrir en cualquier momento. Ya venía ocurriendo: la pandemia de gripe aviar, la gripe porcina. Nuestra relación con los animales y con la naturaleza se extremó en un nivel mega bizarro, mega cruel. Mega destructivo y suicida. Estamos rompiendo límites que no deberíamos romper. Estamos destruyendo la biodiversidad en pos de seguir produciendo alimento para animales, que ocupa un tercio de la tierra. Hay que sumarle el tráfico de fauna, el entretenimiento con animales. Toda esa idea abusiva de la naturaleza que tenemos es, entre otras muchas cosas, caldo de cultivo para que salgan virus zoonóticos, muten y nos afecten.

¿Cómo podría lograrse un sistema más respetuoso con otras especies?

Es difícil pensar que, dentro del capitalismo, sobre todo en esta era, se podría llegar a una forma más razonable. Trabajar con la naturaleza como si ésta fuera capitalista es una idea que va a llevar a desastres. Si las personas quieren criar animales, tiene que ser pensando en cómo son esos animales y qué necesitan. La agroecología lo hace. Hay sistemas que se basan en la pequeña y mediana escala en donde los animales no son tratados como cosas. De todos modos, somos muchas personas en el mundo y si todas quieren seguir comiendo esta cantidad de carne que comen, no hay manera de que haya ningún otro sistema que no sea éste: explosivo, explotador y cruel. Eso está bueno decirlo y hacernos cargo. Somos una sociedad que debe dejar de consumir esta cantidad demencial de carne, no buscar sistemas mejores. No hay forma de que se alimenten siete mil millones de humanos con estas fiestas de hamburguesas y de asados que hay en el mundo de una manera menos cruel.

Parecería que el acceso a productos de calidad, como los orgánicos, es un privilegio de pocos. ¿Cómo podrían los sectores populares acceder a ellos?

Hay una trampa en la forma que se comunica qué es la comida orgánica. Es un negocio pensado como una especie de estrategia de las industrias alimentarias dentro del sistema económico capitalista que ofrece a quienes reclaman una forma de consumo libre de químicos y con cuidados que tienen que ver con la salud, con la contaminación y con algunos aspectos de bienestar animal. Como se supone que hay una mejora, es más caro, nada más. Sí cambiaría la forma de distribución de la comida y de la producción, y del acceso a la producción, a la tierra y a los medios productivos que reclaman tantos productores. La agroecología es un sistema basado en la producción a mediana y pequeña escala, familiar, humana, libre de agroquímicos, pero también desde otra forma de economía. Cortando los canales de distribución y de comercialización, salir del supermercado, volver a los mercados. Volver a ser los productores los que ponen los precios y distribuyen sus mercaderías, los que se acercan directamente a los consumidores. Que los consumidores sean co-productores y que puedan armar un sistema más justo, más limpio y más saludable para los primeros empobrecidos y las primeras víctimas de este sistema alimentario que son quienes trabajan con esos alimentos. Quienes trabajan en esos campos, son los primeros marginalizados por esta sociedad. Modificar la matriz productiva llevaría a eso. Es lo que está reclamando en nuestro país la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), que son unas quince mil familias productoras en toda la Argentina que tienen un programa muy bien fundamentado para hacer esa transición hacia la agroecología. Ahora con el coronavirus son los únicos que se han dedicado a ofrecer alimentos sanos a la población más vulnerable, repartiendo bolsones en los barrios más difíciles. Por eso digo una y otra vez que lo que hay que cambiar es el sistema y la manera de pensar. Si no, estamos todo el tiempo emparchando malas ideas de base. Y eso tiene un límite. Y el límite es cada vez más evidente.

¿Desde dónde deben gestarse los cambios?

Hace falta un cambio de consciencia colectivo. En cuanto a cómo nos relacionamos con la naturaleza, con los animales, entre nosotros. Eso va más allá. Creo muchísimo en las políticas públicas, pero en este asunto en particular hace falta un cambio de conciencia.

¿Qué tipo de medidas podría tomar el Estado?

Hay países que aplicaron ciertas formas de disminución de la crueldad. En Europa, por ejemplo, en la mayoría están prohibidas las “jaulas baterías” que son donde las gallinas están de a dos todas sus vidas dando un huevo por día, sin poder salir ni hacer nada, atrapadas como máquinas. O pedazos de máquinas que dan huevos. Allá dejaron de utilizarse porque resultan insalubres, muy crueles y también porque los consumidores informados las dejaron de elegir. Y hay prácticas que se denunciaron y fueron prohibidas por otros países. Pero es muy difícil. Está todo tan mal que habría que cambiarlo todo.

¿Considerás que sería aceptable el consumo de productos animales bajo un sistema de producción distinto?

En la medida que hay información, las elecciones que hace cada uno se corresponden con la estructura vital de cada uno. No puedo decirle a nadie lo que tiene que comer y si me parece bien o mal. Lo que sí puedo es plantear. Ahí donde falta información, está bueno reponerla. Muchas personas creen que comen un yogurt y están comiendo un alimento sano. Gastan un montón de plata en dárselo a sus hijos y no tienen idea de qué hay detrás de eso. Si pusieran en Google “campos industriales” y vieran qué hay, capaz no lo elegirían. O capaz sí. Pero bueno, la información es necesaria y hoy no está al alcance de todo el mundo.

¿Los comunicadores podrían contribuir a lograr cambios en el estado de las cosas?

La información es algo que falta en la sociedad y cuantos más comunicadores seamos comunicando libres de conflictos de interés lo que la sociedad necesita saber, más posibilidades de cambio va a haber. Entonces sí, recontra-réquete creo en el periodismo. Lamentablemente los medios de comunicación están atravesados por intereses muy tremendos difíciles de sortear. Pero hay buenos periodistas por fuera de los medios –como Darío Aranda, Marina Aizen, Laura Rocha, Nazaret Castro– haciendo trabajos sumamente interesantes.

Sur, resilvestración y después

Sur, resilvestración y después

El impacto del COVID-19 obliga a repensar la relación del ser humano con la naturaleza y los impactos que ha ocasionado en ella a lo largo de la historia. El cineasta Juan Dickinson presenta el jueves 12 de noviembre por Cine.ar TV su más reciente documental Proyecto Parque Patagonia para ahondar en uno de esos conflictos en el noroeste de la provincia de Santa Cruz, entre los habitantes y productores locales y un proyecto de resilvestración de 500.000 hectáreas en manos de la fundación Rewilding Argentina, cuyos objetivos ambientalistas ponen en riesgo la forma de vida y las actividades económicas de los habitantes del lugar.

“Es un conflicto falso, en el sentido de que ambas partes están interesadas en hacer lo mejor por nuestro planeta, pero no lo están haciendo de la mejor manera”, expuso el director y productor en diálogo con ANCCOM.

En 2019, un grupo de productores locales contactó a Dickinson después de ver su anterior trabajo, Perros del fin del mundo, que exhibe la amenaza de los perros cimarrones sobre las personas y la cultura de Tierra del Fuego. La voz del director les pareció la indicada para difundir la problemática que nació en abril de ese año, cuando la viuda del filántropo estadounidense, Douglas Tompkins, donó 410.000 hectáreas a la zona austral de Chile para cumplir el sueño de su marido de consolidar un parque binacional unificando esas tierras con el lado argentino. Cuando el cineasta accedió a la propuesta se encontró con la resistencia de Rewilding Argentina -fundación creada en 2010 gracias a la herencia de Tompkins Conservation- pero los 53 años de experiencia de Dickinson en el cine le sirvieron para lograr que la directora de la fundación, Sofía Heinonen y un montañista simpatizante que adscribe a los objetivos de la ONG accedieran a revelar su punto de vista.

«Lo que planean hacer es bien intencionado, pero tenés que encontrar la forma de que esté bien para todos», dice Dickinson.

Rewilding Argentina propone la defensa de especies oriundas en peligro de extinción, como el pato macá tobiano, lo que supone la eliminación total de las personas en el territorio y su producción ganadera, que degrada el suelo debido al sobrepastoreo. Si bien miembros del Instituto Nacional de Tecnología Agraria (INTA) afirman que este inconveniente fue resuelto y que la cantidad de animales ha disminuido en los últimos tiempos, el Proyecto sigue en pie y se enfrenta a la constante resistencia de los vecinos y la legislación provincial de Santa Cruz que se niega a cederles más territorio.

El documental recoge testimonios que dan cuenta de la destrucción tanto de fuentes laborales como de la cultura local. Uno de ellos relata que cuando Rewilding Argentina, introdujo en la zona cachorros de puma para regular el ecosistema y la cadena trófica, impactó negativamente a la producción ovina ante la falta de alimento para esta fauna “plantada” en la zona resilvestrada. Otro menciona presiones y hostigamiento por parte de la Fundación bajo el argumento de la “utilidad pública”.

Frente a estos y otros reclamos expuestos en el film, Dickinson aseguró que el consenso es primordial para llevar a cabo proyectos de tal magnitud. “Es importante el enfoque de resolución que querés dar, porque si bien lo que planeás hacer está bien intencionado, tenés que encontrar una manera de que esté bien para todos. De lo contrario, generás una resistencia que te impide prosperar”. Y agregó que según su observación durante el rodaje: “Hay un mensaje que no está adaptado a las condiciones, y eso hace enojar a la gente que ha estado ahí hace mucho tiempo y conoce el lugar. Rewilding Argentina habla de modular la economía basada en el turismo, y muchos vecinos dudan que eso vaya a suceder”.

“El mensaje no está adaptado a las condiciones, y eso hace enojar a la gente que ha estado ahí hace mucho», señala. 

El director rescata la teoría de su gurú ambientalista, del científico y naturalista británico David Attenborough. “Cuando uno mueve una cosa, provoca un movimiento en la naturaleza. Cada vez que vos hacés algo, sobre todo un proyecto tan grande como el de Rewilding Argentina, hay que hacer lo necesario para que eso aguante en el tiempo”. Esta Organización ya llevó adelante un proceso de resilvestración en Monte León –Santa Cruz- que luego careció de mantenimiento, y aunque “reconocieron su error”, los lugareños sospechan que sucederá lo mismo.

“El documental no ofrece ningún tipo de solución, pero trata de presentar los hechos, las opiniones, y da la posibilidad de estar con la gente, ver quiénes son y el grado de apego que tienen con el medio ambiente”, concluye Juan Dickinson. “Es un lugar al que muy poca gente llega y nosotros estamos tratando de hacerlo accesible para que puedan formar una opinión más completa dándole información desde ambas partes”.

Proyecto Parque Patagonia fue seleccionada para participar en la 27ª edición de SUNCINE 2020, el Festival Internacional de Cine del Medio Ambiente en Barcelona. Su estreno en Argentina será el jueves 12 de noviembre a las 20 hs por Cine.ar TV, y se repetirá el sábado