Puro jugo de periodismo

Puro jugo de periodismo

Desde su nacimiento en 2010 hasta el día de hoy, Revista Cítrica recorrió un largo camino. Tras el cierre del diario donde trabajaban, un grupo de periodistas decidió apostar al periodismo autogestivo. Hoy, constituidos como Cooperativa de Ex Trabajadores del Diario Crítica, publican una revista en papel, que  en marzo de este año celebró sus primeros 50 números y además sostienen un sitio web.

Pablo Bruetman fue uno de los 180 trabajadores despedidos de Crítica de la Argentina en 2010, mientras Antonio Mata (quien hoy cumple condena por la administración fraudulenta de Aerolíneas Argentinas en 2001) era su dueño. “Los diarios suelen tener diferentes objetivos según quien los financia. En ese entonces se creía que Mata quería el diario para ejercer presión y obtener la concesión de una aerolínea a su nombre, Air Pampas. Al no conseguirlo, abandonó el diario. Fue atrasando el pago de los sueldos hasta cerrar sin previo aviso”, explica Bruetman.

La redacción de la Revista Cítrica es autogestiva. Hoy están constituidos como Cooperativa de Ex Trabajadores del Diario Crítica.

“El conflicto duró seis meses, de los cuales cinco estuvimos tomando la redacción”, recuerda Maxi Goldschmidt, quien trabaja el diario que dirigía Jorge Lanata desde su fundación, y agrega: “La cooperativa inició con dos proyectos. Por un lado, tener una página web. Por otro lado, se había acercado a nosotros la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos (FADICCRA), que son varios medios recuperados o autogestivos. Ellos nos propusieron hacer una revista de domingo que compitiera con revistas como Viva o Rumbos”.revista

“Hoy somos cinco o seis personas que trabajamos en la redacción. Nos dividimos lo que es web y redes y durante el mes también se trabaja la versión en papel, que es mensual. Además tenemos el contacto y colaboración de mucha gente. Todo lo resolvemos colectivamente, con asambleas, reuniones semanales y de área. El trabajo sin jefe debe ser lo más consensuado y democrático posible”, aclara Mariana Aquino, que se dedica al Área Web del proyecto desde 2013.

“Al principio fue trabajo de hormiga, había veces que creíamos que no llegábamos”, recuerda Bruetman. Fiel a su estilo camaleónico, el proyectó debió mutar en el tiempo: de una revista de domingo se pasó a una versión mensual, para afrontar los costos del papel. A su vez se sumaron trabajadores y la cooperativa se involucró en AreCIA (la Asociación de Revistas Culturales de Argentina). El último cambio sustancial se dio en el 2015 cuando la revista pasó a tener una redacción fija en el Hotel Bauen, recuperado y autogestionado por sus trabajadores.

Los últimos años fueron clave para dar impulso a la revista, debido a la situación que atraviesan los medios a partir del cambio de gobierno. Al respecto Bruetman aclara que “en esta época empezaron a caer medios que fueron creados durante el kirchnerismo y no podían sostenerse en el tiempo. Entonces pensamos “¿Para qué ir a buscar otro medio grande donde trabajar? Eso ya nos pasó con Crítica”. Era momento de apostar, y lo hicimos con la poca plata que teníamos, invertida en tener más horas de trabajo”.

La importancia de los medios cooperativos fue constatada por la revista durante la cobertura del caso Maldonado. Según el sitio oficial de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo, la Revista Cítrica fue el primer medio en arribar al lugar del hecho. “Llegamos y nos encontramos con toda una trama que no quería ser contada, y fueron esas primeras notas que lograron instalar que se trataba de una desaparición forzada. Esto fue una bisagra para la cooperativa en cuanto a la visibilidad de la revista,  pero sobretodo nos permitió ver el rol social que cumplíamos”, comenta Maxi Goldschmidt.

Con respecto a los horizontes de la publicación, Goldschmidt señala: “Hoy es de distribución gratuita, pero esperamos volver a venderla en un futuro porque la importancia de estar sostenidos por nuestros lectores es algo a lo que apostamos. No nos importa que crezca solamente Cítrica, sino todos los medios autogestivos y experiencias similares que se vienen desarrollando en todo el continente Esto es a lo que más apuntamos: la comunicación entendida como una herramienta y un derecho, y no como una mercancía”.

Desguazan el Museo del Libro y de la Lengua

Desguazan el Museo del Libro y de la Lengua

Primero, fue la educación. Luego, la ciencia y la tecnología. Ahora, la cultura. El gobierno avanza, una vez más, sobre los capitales simbólicos que potencian a una sociedad democrática. Maestros, científicos e investigadores, trabajadores de museos y bibliotecas, son atacados y perjudicados por las medidas de ajuste impulsadas por Cambiemos. Esta vez, le tocó al personal del Museo del Libro y de la Lengua, ubicado en Avenida Las Heras al 2500, el cual es un anexo de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

Museo del Libro y de la Lengua, en el marco de su vaciamiento.

El Museo del Libro y de la Lengua se inauguró el 29 de septiembre de 2011 y abrió sus puertas para el público, el 10 de octubre de ese año. Fue pensado como un medio para conocer la cultura nacional y nuestra condición de hablantes y lectores. La directora del museo hasta diciembre de 2015, María Pía López lo definió así: “El museo tenía la idea de producir una especie de transmisión, de poner en acceso a un conjunto de personas un tipo de saber, un tipo de lectura, un tipo de intervención. Este museo tuvo muchas muestras que tenían que ver con la literatura argentina”. López, socióloga y docente de la UBA, contó que este espacio cultural, en el que trabajaban intelectuales, escritores y traductores, “era un lugar clave para la difusión de editoriales independientes y para el feminismo argentino”, debido a la maratón de lecturas sobre femicidios que se realizaban.

Sin embargo, esta semana, las autoridades de la Biblioteca Nacional que dirige Alberto Manguel decidieron cerrarlo. Una fuente cercana a la Biblioteca Nacional le comentó a ANCCOM el proceso de clausura. “Apenas asumió esta gestión, lo que se hizo, aparte de los despidos iniciales, fue hacer que el museo perdiera el rango de dirección y pase a ser una simple sección. Lo segundo que hizo fue quitar la muestra permanente de la lengua que se encuentra en la planta baja con la historia de la lengua castellana. Ahora, como etapa final, concluye con el desarme de todo el equipo de trabajo”, expresó. Es decir, existían señales de que lo que pasó iba a pasar. Aun no hay despidos en el área, pero sí es un hecho el desarme del equipo de trabajo y la reubicación del personal. “El desguace del museo significa desarmar el equipo que está trabajando y asignarle otras funciones que no tienen nada que ver con el motivo por el cual fue armado”, indicó el allegado. A partir de esta acción, se supone que desde el lunes, el espacio, proyectado por el arquitecto Clorindo Testa, permanecerá cerrado, y con ello, todas las obras a exhibir.

Muestra sobre artistas beatniks argentinos «Déjalo Beat» en el Museo del libro y de la lengua, en mayo de 2017

Según la fuente consultada por ANCCOM, el presupuesto de la Biblioteca Nacional fue reducido en un 20 por ciento, lo cual constituía otra señal del cierre del museo. La exdirectora López dijo al respecto: “El cierre del museo es muy coincidente con la política que están llevando adelante con la Biblioteca, que, en principio, es vaciarla de público, que no haya gente en estos espacios, junto con un ajuste presupuestario”. En educación, en ciencia y tecnología (siendo el caso más palpable el del INTI) y en cultura, campos necesarios de desarrollo para cualquier sociedad pero atacados por Cambiemos, la política de gobierno es la misma: recorte de fondos. “El Gobierno puede usar el argumento de ajuste económico pero estoy segura que no es un problema económico, sino que son decisiones político-ideológicas. Está en curso una ofensiva de disciplinamiento social, de privación a las personas de sus derechos, siendo el ajuste una coartada más que una razón real”, reflexionó López.

Sobre la decisión del cierre no hubo notificación oficial. Las autoridades de la Biblioteca dejaron trascender que allí funcionarán ahora diferentes centros de investigación, uno de literatura infantil y otro indigenista. Por lo pronto, ordenaron desarmar, en primera instancia, la muestra permanente sobre la lengua. Queda la muestra del libro, aunque se estima que desaparecerá en poco tiempo. “El cierre de este museo significa desconocer que las políticas públicas e institucionales que pagamos todos con nuestros impuestos debieran exceder a las gestiones de turno”, dijo el allegado a la Biblioteca Nacional, quien consideró que Alberto Manguel tomó la decisión porque relaciona el Museo con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Y agregó: “Tranquilamente, esta gestión podría haber pensado que las reflexiones sobre nuestra identidad, la lengua castellana, el libro como objeto y la literatura podrían reformularse en todo caso. No necesitaban tener la impronta de la gestión anterior, si es que el director actual consideraba que había que llevarlo por otro camino. Pero lejos de eso, lo que se termina haciendo es destruir todo”.

La Biblioteca Nacional fue una de las primeras instituciones en sufrir el ajuste de la gestión de Cambiemos con 140 despedidos. Ahora le tocó al Museo del Libro y la Lengua, mientras otros espacios culturales también suelen padecer el recorte presupuestario. “Nosotros no defendemos una gestión porque es ahí donde nos quieren llevar. Estamos defendiendo una política pública que debiera trascender los mandatos”, expresó la fuente, que decidió preservar su nombre. López, por su parte, explicó qué significa, al fin y al cabo, el cierre de un museo: “La posibilidad de acceder a libros clásicos, fundamentales de la literatura, a niños y jóvenes, me parece muy clave. Entonces, cuando cierra una institución así, se cierra también la posibilidad de democratizar la cultura, de democratizar el acceso a esas riquezas y tesoros que tiene una cultura nacional”.

 

Cooperativismo a la carta

Cooperativismo a la carta

La firma OJA (Organización Jorge Andino) era la propietaria de seis restaurantes porteños y una distribuidora que abastecía a cada local. Corría el año 2012, y el grupo marchaba bien. Los nombres de los locales gastronómicos eran Los Chanchitos, Alé Alé, Mangiata, Don Battaglia, La Soleada y La Zaranda. Sus empleados cumplían con un régimen particular: rotaban de local en local. Un día se enteraron que La Zaranda había cerrado definitivamente: 40 empleados quedaban en la calle. Algo andaba mal.

Fue entonces que los trabajadores de Alé Alé, ubicado originalmente en Villa Crespo, iniciaron un viaje de ida: decidieron pedir ayuda a la cooperativa del Hotel Bauen para ver qué se podía hacer. El grupo OJA estaba en convocatoria de acreedores, se debían alquileres, había contratos vencidos, deudas enormes a proveedores, aguinaldos impagos. Los dueños se habían esfumado y nadie les daba una respuesta. A principios de enero de 2013, comenzó la autogestión en Alé Alé. Un mes más tarde, se sumaron los otros cuatro locales que quedaban abiertos. Cinco historias particulares con el mismo desenlace: la recuperación de puestos de trabajo por parte de los empleados.

Rosendo, mozo de la Cooperativa Battaglia, lleva platos con comida en el restaurante.

Rosendo, mozo y estudiante del Bachillerato Popular que funciona en la Cooperativa Battaglia.

Toda la carne a la parrilla

Tras resistir cuatro intentos de desalojo, los trabajadores de Alé Alé firmaron un acuerdo que les permitió permanecer hasta mediados de 2014 en su local original, situado en Estado de Israel 4503. Luego, como el edificio ya estaba vendido, aterrizaron en su nuevo espacio ubicado en Cabrera 4260, Palermo. Antonio Giammateo es cajero en Alé Alé y vivió de cerca toda la experiencia: “Nunca imaginé que el local podía terminar quebrado. Trabajábamos a cuatro manos, terminaba destruido los fines de semana, entraba plata a más no poder. Pero la corrupción es más fuerte”. El grupo económico que gerenciaba el restaurante estaba gestando el vaciamiento; por ejemplo creó una distribuidora para vender la mercadería remarcando los valores al 21% y llevándose aproximadamente el 30% de la recaudación total.

Los trabajadores decidieron, entonces, ocuparse de su destino. “El local estaba vacío, con deudas, sin mercadería, sin vajilla, pero teníamos lo más importante: 40 personas dispuestas a trabajar”, recuerda Antonio. A pesar del acoso policial y la constante amenaza de la patronal, decidieron abrir y atender a la clientela. Y a partir de ese momento, trabajaron sin respiro.

Hoy, Alé Alé está pasando un gran momento. Recientemente habilitaron un nuevo sector destinado a la venta de cerveza artesanal. Inaugurado a principios de enero, la propuesta resulta un gran atractivo para aquellos que van en busca de picar algo y por qué no, aprovechar la hermosa terraza si el clima acompaña.

Restaurante Alé Alé, comida para servirse y gente sentada en mesas detrás.

Restaurante Cooperativa Alé Alé recuperado por sus trabajadores.

Battaglia es otro los restaurantes cooperativos recuperados. Rosendo Saucedo tiene 43 años y comenzó a trabajar ahí en noviembre de 2005. Es socio fundador de la cooperativa que funciona en Avenida Raúl Scalabrini Ortíz 802, también en Villa Crespo. Recuerda que “en el año 2011 ya los sueldos se empezaron a atrasar, nos demoraban mucho los pagos, fue allí que algunos compañeros empezaron a manifestarse haciendo paro.” Para fines de 2012 se corría el rumor de que se venía todo abajo.

La gente de BAUEN y FACTA (Federación Argentina de Trabajo Autogestionada) puso sus abogados a disposición. Sostiene Saucedo: “Gracias a ellos nos armamos de valor, el sábado 9 de febrero de 2013 tomamos el local y FACTA nos ayudó a que se consolide como una cooperativa, a que podamos tener la matrícula. En agosto recién pudimos alquilar el local. Tuvimos que negociar mucho porque no teníamos garantías, y nos tuvimos que hacer cargo de las deudas”.

Al hablar del presente, a Rosendo se lo nota movilizado: “Por suerte la cooperativa siguió funcionando y hoy nos autogestionamos; todo funciona muy bien”, expresa. Battaglia es además una de las sedes del Bachi Crespo, un bachillerato popular para quienes quieren terminar el secundario. El proyecto empezó a funcionar en 2011 en el Club Atlanta y este año Battaglia se sumó a la propuesta, ofreciendo este beneficio a sus trabajadores.

Fachada de la Cooperativa Bataglia

En la Cooperativa Bataglia, además del restaurante, también funciona un bachillerato popular.

En Avenida Ángel Gallardo 1008, en tanto, funciona Mangiata, cooperativa integrada por 34 empleados. Roberto Montero es presidente y mozo del restaurante. Más allá de las características del proceso de quiebra, Montero hace hincapié en los cambios en su estilo de vida: “Yo venía a mi trabajo, cumplía mi horario y estaba tranquilo. Ahora vivo pendiente de 34 familias atrás que tengo que mantener, cuando yo solo tendría que preocuparme por llevar el pan a mi casa, y que el patrón responda a mis necesidades que son sencillas: cobrar lo que me corresponde.”

Roberto es enfático al señalar los motivos que le generan esa presión: “La situación es complicada por la sencilla razón de que la gente sale menos y tiene menos plata en los bolsillos”. De todas formas, no pierde el optimismo al afirmar que los acompaña una “clientela de fierro”.

Frente al Parque Centenario y a cuatro cuadras de Mangiata, en Avenida Ángel Gallardo 601, funciona Los Chanchitos. Este bodegón, que también tiene su sector de rotisería, nació como cooperativa el 25 de abril de 2013. El camino seguido en este caso es muy similar al del resto. Sus trabajadores lograron constituirse legalmente y, con orgullo, sostienen que del inicio a la fecha han asociado a cuatro compañeros nuevos.

Un trabajadora de la cooperativa Alé Alé pasándole un plato de comida a un compañero.

Los restaurantes La Mangiata, Los Chanchitos y La Soleada siguieron la experiencia autogestiva iniciada por Alé Alé.

El norte (cooperativo ) también existe

En el barrio de Belgrano, más precisamente sobre Avenida Monroe al 1800, se encuentra La Soleada. «El 2012 fue un año de muchos problemas para nosotros: el restaurante venía mal, no nos pagaban; desde aquel febrero nos autogestionamos, nos involucramos con FACTA y nos dimos cuenta que el cooperativismo era una vía importante para devolvernos la dignidad y mantener los puestos de trabajo», afirma el presidente de la cooperativa, Carmelo Milone. A lo cual agrega que «si los dueños no podían, entonces teníamos que hacernos cargo nosotros». No buscaban apropiarse de nada sino defender sus puestos de trabajo. Carmelo destaca que a pesar de ser un año muy duro «hubo aumento de salario, no perdimos ningún puesto y seguimos trabajando muy bien. Con todo lo que soportamos, no vamos a bajar los brazos ahora.”

Cinco historias que demuestran que los trabajadores pueden. Transformaron una situación de inestabilidad y abandono patronal en fortaleza, para convertirse en  dueños y hacedores de su propio destino.

42 veces 24

42 veces 24

Con una Plaza de Mayo colmada en su mayor parte por ciudadanos autoconvocados, se celebró ayer el acto central por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia.  A las 16.30, con la lectura de un documento que duró aproximadamente una hora, los organismos de derechos humanos recordaron a los 30 mil desaparecidos, volvieron a denunciar el plan sistemático de desaparición de personas y la complicidad civil y subrayaron el “retroceso en las conquistas de los derechos humanos” durante el gobierno de Mauricio Macri. “Cuando hay voluntad política los Derechos Humanos puede ser política de Estado”, enfatizó la presidenta de Abuelas de Mayo, Estela de Carlotto.

Sobre el boulevard de la calle Carlos Pellegrini, Elsa Lombardo va y viene, corretea por ahí con su nieta Micaela bajo una pequeña arboleda que oxigena la avenida 9 de Julio. Juegan. Ríen. Después de un rato se sienta en un banco, con la respiración un poco agitada recuerda: “Yo trato de reírme todo el tiempo, pero estuve en el infierno”.

Elsa fue secuestrada la noche del 28 de julio de 1978 en la casa en que vivía con sus compañeros Enrique Ghezan, Isabel Fernández Blanco y su bebé de 40 días, en Munro. La brigada operativa de El Olimpo, un centro clandestino de detención, la secuestró cuando cocinaba polenta con chorizos. “Una vez que me tuvieron reducida se comieron la comida, se iban turnando”, recuerda.

A casi 40 años de su peor pesadilla, ofrece un taller literario en ese mismo lugar. “A mí me costó mucho volver al Olimpo, empecé a ir de a poco hasta que en un momento se me ocurrió dar un taller literario, y me dijeron: un solo día no, los talleres son de marzo a noviembre. Y así empecé a ir”. Algo emocionada, confiesa estremecerse cada vez que entra, “pero cuando estoy ahí digo: `Acá estoy compañeros, acá estoy´”.

Abrazo, lágrimas, sonrisas, familias y cánticos acompañaron al colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía, integrado por hijos y nietos de represores que condenan los crímenes realizados durante la dictadura por sus propios padres. Fue su primera movilización como colectivo un 24 de marzo. El grupo tiene menos de un año, se fundó después del fallo judicial que habilitó -temporalmente- la aplicación del 2×1 para los crímenes de lesa humanidad.

En la intersección de Lima y Avenida de Mayo, la directora del documental La guardería, Virginia Croatto, toma mate, charla y se ríe como una ciudadana más que va a la Plaza de Mayo a pedir Memoria, Verdad y Justicia. “Lo que más me atrapó era ver cómo nos afectaba a los niños lo que estaba pasando”. El documental muestra el exilio de los hijos de los militantes en Cuba, del cual Croatto fue parte. “Creíamos que teníamos un tío que iba a hacer aparecer a todos nuestros familiares que habían desaparecido”.

Las noticias que llegaban al país caribeño no eran las mejores y tener que contárselas a un niño no era una tarea sencilla. “Cada vez que había que contarle a un chico que un familiar se había muerto, se esperaba a que venga otro familiar a darle la noticia, había mucho respeto en ese sentido”. No obstante, el espíritu de la niñez seguía latente en la guardería: “Nosotros mismos convertimos la información que nos daban los grandes en relatos infantiles. A nuestra manera entendíamos la revolución y los ideales de nuestros padres. Igualmente, sabíamos que estaban desaparecidos, pero creíamos que iba a aparecer, que iban a volver”.

La principal noticia de la mañana del sábado fue la liberación del ex secretario de legal y técnica de Cristina Fernández de Kirchner, Carlos Zannini y del dirigente Luis D’Elía. ANCCOM habló con él en medio de la marcha: “No pasé por mi casa, del penal me vine directo para acá”, cuenta el dirigente que aún permanece imputado en la causa del memorándum con Irán. Sobre esa causa afirmó: “Está herida de muerte”.

Horacio Pietragalla, hijo de desaparecidos y diputado nacional habló de una mezcla de sensaciones: “Nos levantamos alegres con la libertad de Zannini y D’Elía, pero a la vez te pones triste por tener que festejar la liberación de dos compañeros mientras hoy hay un gobierno que está haciendo pura política de retroceso en Derechos Humanos, discutiendo si los genocidas tienen que estar en cárcel común, en domiciliarias como pretende el ejecutivo”.

Los momentos más eufóricos del discurso de los organismos de Derechos Humanos fueron cuando se repasaron las medidas del gobierno y la justicia. “Le reiteramos al gobierno que no permitiremos ni un retroceso en memoria, verdad y justicia. Ni un paso atrás ni un genocida suelto”, enfatizó Carlotto y Nora Cortiñas, de Madres Línea fundadora, llenó de aplausos la Plaza de Mayo cuando pidió por “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.

Hacé click en la fotogalería y mirá los dípticos de la memoria realizados por ANCCOM:

Cimbronazos bajo tierra

Cimbronazos bajo tierra

Los trabajadores del subte llevan varias semanas en el centro de la agenda pública. El fallo de la Corte Suprema de Justicia que anuló la personería gremial de su sindicato, primero, y la denuncia por la presencia de una sustancia cancerígena en los nuevos vagones de la Línea B, unos días después, pusieron en primer plano la voz de los hombres y mujeres que cumplen tareas en el transporte bajo tierra de la Ciudad de Buenos Aires.

Roberto Pianelli, secretario general de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (AGTSyP), dialogó con ANCCOM sobre ambos temas y advirtió que el pronunciamiento supremo que firmaron los jueces Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti constituye “una decisión política y absolutamente escandalosa que liquida la libertad sindical”.

“Que la Corte haya tomado esta postura por esta causa entre las miles de cuestiones que debe tener, se debe a una decisión política. A nuestro entender tiene que ver con que esta  Corte cuenta con una mayoría de personas que claramente ayudan a la aplicación de la política de este Gobierno”, reflexionó.

Los trabajadores del subte están convencidos de que el fallo de la Corte del miércoles pasado funciona como un “mensaje” del Gobierno en el medio del tironeo por las negociaciones paritarias que la administración de Cambiemos pretende tener a raya del 15 por ciento. Y también como una señal al mundo empresario por la próxima licitación del servicio de subterráneos porteño. 

El cimbronazo tendrá una respuesta firme en tribunales internacionales. “Vamos a ir a protestar ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y también vamos a recurrir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para  denunciar al Estado Argentino. No sólo hay presos políticos hoy en la Argentina, también se pierden y se bajan las condiciones de vida de  los sectores más vulnerables, los jubilados también se ven afectados y a esto se suma que ahora no hay libertad sindical”, subrayó Pianelli.

 ¿Y mientras tanto? ¿Qué medidas analizan?

Seguiremos actuando como lo que veníamos haciendo hasta ahora. Los fallos anteriores de la Corte nos reconocen determinados derechos que seguiremos ejerciendo. Si hubiera algún intento con esta resolución de cercenar nuestros derechos, tomaremos nuestras medidas de autodefensas. Esa respuesta puede ser desde realizar una movilización, apertura de los molinetes,  paro  parcial o total. Vamos variando la modalidad de protesta para no tener que perjudicar a los usuarios que no son los culpables del conflicto.

Denuncia y respuesta

Casi en simultáneo a la pulseada por la personería gremial, los trabajadores del subte iniciaron una dura pelea -con amenaza de paro incluida- para que la empresa Metrovías y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires atiendan la denuncia por la presencia de asbesto (el componente nocivo y cancerígeno) en los trenes de la Línea B. La firme posición del sindicato obligó a la Subsecretaría de Trabajo de la Ciudad a aceptar la elaboración de un cronograma de inspecciones sobre los trenes en cuestión.

La empresa Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) insistió en esgrimir el comunicado del Metro de Madrid que aseguró que los coches CAF 6000 no tienen asbesto. En febrero se retiraron los coches CAF 5000, pero los metrodelegados insisten con la revisión de los CAF 6000.

“Es probable que los análisis de las formaciones se realicen en el laboratorio del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI)”, le explicó Pianelli a ANCCOM. Y adelantó: “No habrá protestas hasta conocer los resultados”.