Otra semana negra

Otra semana negra

La historia de la crisis en los medios sumó esta semana un nuevo capítulo con el despido de dos trabajadores de la agencia estatal Télam y 30 de Radio Del Plata. Aunque con características diferentes, ambos ajustes retratan la sangría en los medios de comunicación -en especial radiales y gráficos- en los últimos dos años.

El caso de Del Plata tuvo un costado siniestro. Los trabajadores fueron notificados el domingo por la noche y por teléfono que habían sido desvinculados por la empresa Radiodifusora del Plata S.A., parte del grupo Electroingeniería S.A. propiedad de Gerardo y Sebastián Ferreyra y Osvaldo Acosta. Al día siguiente los trabajadores iniciaron un paro de 24 horas con retención de tareas que interrumpió la programación y derivó en la decisión del Ministerio de Trabajo de dictar la conciliación obligatoria. Esa medida implica la reincorporación inmediata de los despedidos y la reanudación de la programación sin interrupciones hasta el 19 de junio. En ese lapso, la empresa deberá dar una respuesta a la crisis que atraviesa la emisora.

Nicolás Trinchero, delegado de la comisión interna del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa), informó a ANCCOM que los telegramas fueron llegando a los domicilios de los trabajadores a destiempo y que mostraban irregularidades en los motivos de despido. “No teníamos certeza concreta de cuántos eran los despedidos, nos fuimos enterando a medida que llegaban los telegramas”, agregó.

Los trabajadores denuncian desde hace varios meses los incumplimientos de la empresa: el atraso en el pago de salarios y su abono en cuotas, la falta de depósito de cargas sociales, el incumplimiento del pago de aguinaldos y el ofrecimiento de retiros voluntarios. El 14 de mayo iniciaron una medida de fuerza como respuesta a la imposición de reducir los salarios de todo el personal un 50% durante 60 días. Durante esa semana, la empresa manifestó a los trabajadores su intención de reducir personal por lo que algunos trabajadores negociaron un acuerdo para que se les abone la correspondiente indemnización en cuotas, mientras que otros accedieron a otra fuente laboral. Ese acuerdo fue incumplido por la empresa que alegó que los trabajadores “habían abandonado su puesto de trabajo”. La maniobra se tradujo en doce despidos de la semana pasada.

Con los 30 despidos de esta semana sumaron 42 los trabajadores que se habían quedado sin su fuente de trabajo. Trinchero informó que la empresa se puso a su disposición para ofrecerles el pago de la correspondiente indemnización, pero que ellos ya “no confían” en sus palabras, por lo que decidieron llevar adelante una asamblea permanente y exigir la inmediata reincorporación de los trabajadores. Finalmente, el martes se llevó adelante una reunión en el Ministerio de Trabajo en la que se dictó la conciliación obligatoria hasta el martes 19 de junio, lapso en el cual la empresa deberá dejar sin efecto las 42 cesantías. Los trabajadores levantaron la medida de fuerza y ya se encuentran en sus puestos de trabajo.

Télam

En Télam, el martes pasado el redactor de Economía Ángel Jozami y una miembro de la mesa de edición, Fernanda Arce, ambos trabajadores que no contaban con ningún tipo de sanción dentro de la empresa, fueron notificados de su desvinculación. Según un comunicado de la agencia del día lunes, la razón de su despido fue el “acto de irresponsabilidad” y la “falta de ética y profesionalismo” que los trabajadores habían tenido en su trabajo en un cable publicado el día 13 de este mes en el que se informaba que los propietarios de las Lebac que vencerían 48 horas después eran en su mayoría extranjeros, cuando en realidad sólo un 5% eran de ese origen, según datos del Banco Central contrastados en el comunicado.

Asamblea de trabajadores de Télam levantan la mano en una votación.

El jueves 31 de mayo los trabajadores de Télam harán radio abierta frente a la redacción.

En diálogo con ANCCOM, Esteban Giachero, delegado de la comisión interna del SiPreBa, remarcó que ésta es una maniobra que constituye una “sanción desproporcionada y sin justa causa”. El protocolo para modificar una información errónea ya publicada, explicó a esta agencia, es simplemente “levantar” el cable del acceso a los abonados y publicar la nueva información, cosa que no sucedió durante los quince días que la nota estuvo “al aire” para ser consultada.

Además, advirtió que toda información disponible en Télam pasa por un estricto control llevado adelante por las cúpulas jerárquicas: los gerentes periodísticos Luis Sartori y Daniel Capalbo; y el jefe de la sección de Economía, Ricardo Sarmiento, a quienes señaló como responsables directos de los despidos.

El conflicto de los trabajadores de Télam ya lleva mucho tiempo. En una nota publicada el 18 de mayo por este medio, los trabajadores denunciaron censura, vaciamiento de secciones y agotamiento de contenidos. “Recolectamos más de 50 casos de cables que nunca fueron publicados, en secciones blandas que se supone que no hay demasiados temas conflictivos para la línea editorial del Gobierno”, comentó en ese momento Mariano, un trabajador de la agencia.

Los trabajadores de Télam se encuentran en asamblea permanente en reclamo por la inmediata reincorporación de los despedidos e iniciaron una campaña para defender sus fuentes de trabajo y el derecho a la información. Este jueves a las 13:00 también realizarán una radio abierta frente a la redacción, en Bolívar 531. ANCCOM consultó con el Ministerio de Trabajo si está previsto iniciar algún tipo de negociación, pero no obtuvo respuesta.

La educación sobre la mesa

La educación sobre la mesa

Restaurante y Parrilla Don Battaglia es una cooperativa de trabajo gestada tras la quiebra del grupo OJA. La historia fue contada hace pocos días en este espacio: el 9 de febrero de 2013 los compañeros de Battaglia toman el local tras la quiebra, pasan varios días durmiendo allí hasta que consiguen la matrícula habilitante, y se constituyen como cooperativa. El año pasado decidieron otorgar a sus trabajadores la posibilidad de cursar un bachillerato allí mismo para poder terminar sus estudios.

La historia se remonta al vínculo territorial que tiene la Cooperativa Don Battaglia con otras organizaciones del barrio de Villa Crespo, reunidas en la Mesa Territorial de Cooperativas (METECO) de la Comuna 15,  que reúne 14 cooperativas y organiza talleres y actividades, incluido un campeonato de fútbol que se disputa desde 2016.

Agostina Betes es referente de bachilleratos e integrante de la Comisión de Educación de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Además milita en el Movimiento Popular La Dignidad, organización que cuenta con el Bachillerato Popular Villa Crespo que funciona de noche en el Club Atlanta. “Decidimos participar del torneo de fútbol, donde se cruzan laburantes de la cooperativa Battaglia con profesores y estudiantes de nuestro bachillerato -cuenta-. Allí, como producto de esas comuniones que genera el deporte, los laburantes comentan que no terminaron el secundario pero sus horarios laborales no les permiten estudiar.” Significaba todo un reto para la gente del bachillerato: “Lo planeamos durante un año, porque para nosotros significaba un gran esfuerzo armar un bachi de la nada”, agrega Agostina.

Hasta que, continúa ella, “una tarde de lluvia llegó acompañada por Esteban (otro compañero docente) a la primera reunión para ver como armábamos el bachillerato. Nos sentamos con algunos de los trabajadores, que en ese momento eran todos hombres”. A partir de ese momento comenzaron a ponerse de acuerdo y decidieron que la mejor opción era hacerlo de martes a jueves en el horario intermedio, entre los dos horarios de trabajo de los trabajadores del restaurante, de mañana de 11 a 15 y el de tarde de 20 a 24. Así fue que a principios de abril del año pasado arrancaron las clases de 16 a 19.

Pensaron en un módulo de tres años, aunque aquellos que tienen estudios previos pueden cursar uno o dos años. Agostina cuenta orgullosa que son “la única experiencia de La Dignidad que funciona dentro de una cooperativa con trabajadores. Es también el único bachi de La Dignidad que funciona en turno tarde, cuando todos funcionan por la noche. Es una experiencia totalmente diferente”.

Laura, nueva profesora, escucha la charla introductoria del ciclo lectivo 2018.

Los seis bachilleratos de La Dignidad otorgan títulos oficiales.

El otro profe que se acaba de sumar al proyecto es Enzo Scargiali. Sostiene que los trabajadores “tienen la necesidad de estudiar y trabajar especificidades propias de su tarea cotidiana. Porque con realizar su labor no alcanza: hay que llevarles herramientas para poder trabajar, reflexionar y seguir construyendo la cooperativa.”

Las materias que se dictan son: Salud Social, Economía Popular, Historia, Matemática con Orientación Contable, Prácticas del Lenguaje y Teoría Política. Son alrededor de 12 estudiantes,  la mayoría trabajadores de la cooperativa, pero hay algunos que vienen de afuera.

“Tenemos boletines, en los cuales no ponemos notas, lo que damos son devoluciones por escrito, donde analizamos el proceso educativo durante todo el cuatrimestre, y a su vez los alumnos nos dan su devolución sobre nuestro desempeño”, explica Enzo.

Experiencias

Joaquín entró porque vio un cartel en la entrada de Battaglia. Y Beatriz leyó en la calle un afiche del Bachillerato Villa Crespo, pero le resultaba muy tarde terminar de cursar en Atlanta a las 10 de la noche para recién entonces volver a Devoto. Por eso optó por estudiar en el restorán cooperativo.

María Salto, en tanto,  trabaja en el turno noche en el Hospital Italiano, y quiso inscribirse en el Bachillerato de Villa Crespo con el ciclo lectivo ya iniciado: “Me dijeron que no había vacantes. Justo me crucé con un compañero del hospital. Me dijo que podía hablar con alguien que podría ubicarme. Eso me dio esperanzas, dejé todos mis datos y un día me llegó un mensaje de texto. Me avisaban que tenían un lugar y que me acercara a Battaglia”, recuerda. María ya está cursando el segundo año, y asegura que tiene “excelentes compañeros, el lugar es acogedor, estamos todo el tiempo a pesar del cansancio y las dificultades que todos acumulamos. Los profes lo hacen muy llevadero”.

Los chicos y chicas del bachillerato tienen ganas de hablar. Cuentan que tienen un compañero de más de 60 años, o que hay chicos que vienen a cursar en su día de franco. Las materias les hacen ver las cosas de otra manera: destacan la importancia de ponerse en el lugar del otro. En este sentido, María afirma: “Salgo de acá y me voy a trabajar, duermo muy poco. Estoy totalmente agradecida a los profesores, el año pasado llegaba a clases y por momentos me dormía. La voluntad, el empeño, el trabajo en conjunto te llevan a seguir por más”.

Grupo de estudiantes y profesores sonríen a cámara con el pizarrón detrás.

Los 12 estudiantes reciben sus clases en el restorán entre las 16 y las 19 horas.

¿Educar para qué?

Los bachilleratos de La Dignidad surgen en 2007, están reconocidos por el Estado, otorgan títulos oficiales pero los educadores y las educadoras no cobran salario docente. En la actualidad se dictan seis. “Queríamos conservar la autonomía de decisión y la posición respecto de nuestro propio espacio de construcción político-pedagógica. Nosotros hacemos los bachis porque entendemos que la transformación social se da en muchos aspectos, y uno de ellos es la educación”, remarca Agostina.  Se trata de construir colectivamente espacios desde los cuales cuestionar la mirada hegemónica de la sociedad. Por eso se trata de formar “ya no individuos sino seres sociales emancipados. Estos espacios en el fondo tienen una razón política de ser”, cierra.

Tanto Enzo como Agostina coinciden en que no se trata de reemplazar al Estado; por el contrario aclaran que “el nuestro es un lugar inclusivo. Nosotros somos las clases populares organizadas para autogestionarse la educación. Entendemos que el Estado debería garantizar el derecho a la formación de todos y todas, pero la educación del sistema capitalista sólo forma individuos oprimidos: nuestra educación tiene otro objetivo que es liberarnos”.

 

Facturas que queman

Facturas que queman

El lunes 16 de abril, frente al Congreso Nacional, organizaciones de productores y cooperativas nucleados en la Corriente Clasista Combativa, montaron una feria y realizaron un acto en rechazo al último aumento en las tarifas de luz, gas y agua. Una vez finalizado, quemaron, de manera simbólica, las facturas de servicios a las que calificaron de impagables para miles de personas.

“Tenemos que elegir entre el plato de comida o pagar la luz”

“Tenemos que elegir entre el plato de comida o pagar la luz”

Alumbrada por una llama, la bandera de cabecera sintetizó el reclamo con una leyenda breve: “Basta de tarifazos”. Detrás, se multiplicaron con velas en todas las versiones. En botellas de plástico, casi por la mitad, más derretidas y más completas, sostenidas por antorchas caseras, o por vasitos de telgopor que resistían al viento que trataba de apagarlas. Entre las velas también había luces, blancas y de colores Y fueron miles los representantes de las sectoriales del país, de empresas recuperadas, de Pymes, de clubes de barrio, de vecinos y jubilados los que se unieron ayer en el Congreso para marchar hacia el Obelisco para reclamar al gobierno de Cambiemos una urgente revisión de los aumentos en las tarifas de servicios. La movilización había sido convocada por las dos Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA), y el Movimiento 21F que lidera el gremio de Camioneros y la Multisectorial contra el Tarifazo, junto a la Confederación de Trabajadores de la Economía (CTEP) y la Corriente Federal de Trabajadores (CFT). Contó, además, con la adhesión de numerosas organizaciones sociales, políticas y sindicales como bancarios, canillitas y actores.

Oíd mortales el grito sagrado, libertad, libertad, libertad”. Voces de adultos, mujeres, ancianos, y niños entonaron con diferentes matices el Himno Argentino. “Por los 30.000 desaparecidos y por el chico que manejando su colectivo hace días fue asesinado brutalmente porque en el país no hay seguridad, por todas las víctimas”, se escuchó desde los micrófonos. Y por un minuto todo lo que había sido ruido se enmudeció.

La columna principal estuvo encabezada por los líderes de varias de las organizaciones convocantes: Pablo Moyano (Camioneros); Hugo Yasky (CTA de los Trabajadores); Pablo Micheli (CTA Autónoma); Daniel Catalano (ATE-Capital) y Omar Plaini (Canillitas). También marcharon el líder del partido MILES, Luis D Elia; el ex abogado de la CGT y actual diputado de Unidad Ciudadana, Héctor Recalde, y los referentes de los Metrodelegados, Roberto Pianelli; de los docentes bonaerenses de UDOCBA, Miguel Ángel Díaz, y del gremio de actores, Alejandra Darín. 

 

Las organizaciones consensuaron un documento que fue leído en el cierre en la Plaza de la República, frente al Obelisco. El reclamo se concentró en el pedido de “prohibir los aumentos por un año” para la electricidad, el gas y el agua. Además, los manifestantes exigieron dar marcha atrás con los incrementos decretados a lo largo de este año y retrotraer el cuadro tarifario al 31 de diciembre de 2017.. Por último, pidieron devolver el dinero a quienes los hayan pagado aplicando descuentos en las futuras facturas y anular los cortes de servicios aplicados por falta de pago en cualquiera de estos servicios.

En los discursos también hubo duras críticas al proyecto avalado ayer por el gobierno -con usina en el radicalismo- para moderar el impacto de los aumentos. “La posibilidad que plantean de rever esta política tarifaria termina siendo una verdadera tomadura de pelo. Proponen prorratear las boletas en cuotas con interés, sin modificar ni una coma de imponer a los sectores más humildes tarifas que después no se van a poder pagar”, advirtió Yasky.

Alejandra Darín, presidenta de la Asociación Argentina de Actores (AAA) y Lola Berthet, secretaria adjunta de la organización, leyeron el documento único de todas las organizaciones convocantes a la Marcha de las Velas contra el tarifazo. La redacción se había consensuado una semana antes en el Hotel Bauen.

En su primera semana de gobierno, Mauricio Macri decretó la emergencia del sector eléctrico nacional. Desde entonces hasta hoy no sólo el cuadro tarifario de dicho sector sino de todos los servicios públicos experimentaron un aumento creciente”, describieron. Los manifestantes hicieron escuchar su descontento. “Esta política comporta un intencional desconocimiento del papel del Estado como garante del derecho de los usuarios, y ello sólo puede explicarse en la determinación gubernamental de favorecer a las grandes empresas vinculadas a la oferta de servicios públicos”, subrayaron.

Y advirtieron: “Mientras en los hogares nos cuidamos, en las casas de todos y todas los que viven de su trabajo, y no del trabajo ajeno, tienen que elegir entre un plato de comida o pagar la luz. Las cooperativas, las empresas recuperadas, las pequeñas y medianas unidades productivas y de servicios que son las que emplean el mayor número de trabajadores de nuestro país ya no pueden hacer frente a la factura”.

Nos comprometemos a persistir en esta clase de medidas legítimas de protesta hasta tanto el gobierno nacional escuche la incesante demanda ciudadana que lo interpela. Para nosotros la más amplia unidad de las organizaciones del pueblo es esta, la que forjamos en las calles levantando bien alto nuestras banderas comunes y así seguiremos. Este es nuestro compromiso”, concluyeron.

Fortalecidos por el eco del ruidazo del miércoles y la nutrida adhesión a la Marcha de las Velas de anoche, los manifestantes comenzaron la desmovilización en el centro de la ciudad. Las banderas se doblaron y las columnas comenzaron a desarmarse.

Un grito en llamas

Un grito en llamas

Las tarifas de luz llegaron y las luces se apagaron. El fuego de los más vulnerables encendió las velas que este jueves iluminaron la protesta desde el Congreso hasta el Obelisco. “La Marcha de las Velas”, en rechazo al incremento de los servicios  públicos que dispuso el gobierno, unió historias que exigían ser escuchadas y pedían respuesta. Además, de los integrantes de las organizaciones que convocaron a la marcha hubo miles de jubilados que con su vela en alto y con algún cartel daban cuenta de su situación de fragilidad.

Quiñones es un jubilado que se llegó a la marcha desde Villa Tranquila, Dock Sud, con su vela en alto y preguntándose: “¿Qué hago con mi sueldo? Con la poca plata que nos dan no hacemos nada”. Con sus 73 años, agobiado por la situación en la que se encuentra por los tarifazos dijo a ANCCOM: “Frutas ya no puedo comprar porque tengo que gastar en otras cosas que son más necesarias para comer”. Las frutas son necesarias para la alimentación, se sabe, pero lo que Quiñones busca es algo que le llene la panza.

Marcha de las Velas en rechazo al aumento de las tarifas de los servicios públicos.

Los sueldos no nos alcanza a los jubilados, tenés que hacer changas”, dijo Cristina. Ella vive con su hija, que recientemente fue despedida sin causa de su trabajo, y con sus cuatro nietos de 17, 14, 10 y 2 años. Actualmente, el único ingreso que tienen es su jubilación y se les hace difícil vivir el día a día. “Voy a buscar la papa a donde sale 10 pesos porque si no te la cobran 20. Busco precios y no dejo de buscar”. Cristina es enfermera y se esfuerza por salir a hacer changas: “Todos los días los tarifazos vienen y la plata se va, porque si no pagas la luz te la cortan”, explicó.

Patricia era docente de Bellas Artes, hoy es jubilada y sostiene: “El tarifazo es imposible de pagar, sobre todo para la gente de menos recursos; o comés o pagás las tarifas”. El aumento puso en una situación vulnerable a los adultos mayores y el fuego de las velas los encuentra en las calles luchando. Así lo expresó Ana de Almagro: “Vine a luchar para que bajen las tarifas de luz, gas y agua porque es insoportable. Un jubilado no puede pagar todas esas cosas”. Además, aseguró que si sigue pagando precios tan altos no va a poder cubrir su comida mensual.

Los jubilados que marcharon mencionaban cómo se vio afectada su alimentación. Pero no era el único reclamo. “El PAMI les quita medicamentos a los jubilados y se los ha cortado poco a poco. Hay jubilados que le quitan determinados medicamentos por tener una jubilación un poco más alta o tener un vehículo a su nombre”, dijo a ANCCOM Oscar, jubilado de Colegiales. “El poder adquisitivo ha bajado mucho y le están pegando muy fuerte a los jubilados que ganan menos. Y pobrecitos aquellos que ganan la mínima o se han quedado sin trabajo”, sostuvo. Los viejos marchan por los viejos, porque como expresó Oscar: “En estos casos hay que ser solidarios con los que más han sido afectados”.

Con 73 años, Esteban miraba la marcha sentado desde un costado del escenario principal y con desilusión dijo a ANCCOM: “Es una dictadura disfrazada, porque está todo mal: la justicia, los medios; hay censura, represión, persecución. Además, si todo sigue así, con el endeudamiento vamos a terminar en un default”, sentenció.