Sí a la Plaza Clemente, no al shopping

Sí a la Plaza Clemente, no al shopping

Cientos de vecinos del barrio de Colegiales realizaron el último sábado un festival en la esquina de Concepción Arenal y Conde en defensa de la Plaza Clemente. El predio está catalogado en el Código de Planeamiento Urbano como Urbanización parque, es decir espacio verde de uso público. Sin embargo, un cartel de obra anuncia la construcción de cocheras subterráneas y locales comerciales.

El evento fue organizado por un grupo de vecinos autoconvocados que desde hace años esperan que el gobierno porteño cumpla la ley y construya la Plaza Clemente. “El Gobierno de la Ciudad incumple las dos leyes que establecen que acá tiene que haber una plaza. Una de esas leyes es la reforma del Código de Planeamiento Urbano que, entre las distintas zonificaciones que establece en toda la ciudad, habla específicamente de este predio y lo designa como urbanización parque, y la otra es una ley de la legislatura votada por unanimidad en el año 2013 que decidió que esta plaza se llame Clemente en homenaje a Caloi”, explicó Ernesto Golomb, vecino de Colegiales.

Las sombras de Tute y Rep se proyectan sobre el mural donde pintan la figura de Clemente, personaje histórico de Caloi.

En acción: Tute y Rep realizaron grandes dibujos de Clemente sobre los carteles que rodean el predio.

Durante el festival hubo música en vivo, actividades participativas para chicos e intervenciones artísticas de distintos dibujantes. Los vecinos organizaron además una colecta de alimentos no perecederos para, a través del grupo Mafalda Consciente, donar aquellos a distintos comedores.

Reconocidos dibujantes como Tute y Rep realizaron sobre los carteles que rodean el predio grandes dibujos cuya figura principal fue Clemente, la creación de Caloi, padre del primero de los artistas mencionados. Tute, quien fue además unos de los principales difusores del evento, destacó: “Fundamentalmente lo que acá se está exigiendo es que se cumpla con una ley votada en la legislatura porteña en el año 2007, estamos reclamando que se construya la Plaza Clemente y que se desanden los pasos de la idea de poner acá un centro comercial con un estacionamiento subterráneo. Desde lo personal el reclamo es no solo como habitante de la ciudad de Buenos Aires sino también como hijo de Caloi, que es el homenajeado en esta plaza”.

Una de las vecinas exhibe lo que debería ser la Plaza Clemente.

Maquetas hechas por los mismos vecinos ilustraban lo que debería ser el predio según la ley y en lo que se convertiría con el proyecto licitado. “La idea del gobierno es construir dos grandes bloques de cemento con negocios a cielo abierto y arriba, como para justificar que esto sigue siendo urbanización parque, poner pasto en la terraza”, afirmó Graciela Magan mientras explicaba una de las maquetas.

Colectivos barriales, figuras artísticas y agrupaciones políticas diversas se hicieron presentes en el lugar para mostrar su apoyo al reclamo de los vecinos. “Hay una ley que explícitamente indica que acá se debe construir una plaza y sin embargo el gobierno porteño quiere hacer un shopping. Hay en la ciudad toda una política de enajenación del patrimonio público y a favor de los grupos inmobiliarios”, sostuvo Gabriel Solano, legislador de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Izquierda y los Trabajadores.

Refiriéndose al proyecto de construcción del shopping y a la licencia otorgada Ernesto Golomb afirmó: “Hay una política desde el gobierno de la ciudad de limitar el desarrollo de los espacios verde y promover emprendimientos comerciales que son un negocio en sí mismo, acá se le estaba dando a la empresa una concesión por treinta años por un canon ridículo”.

Mientras Rep pinta sobre los carteles que rodean el predio, a sus espaldas una gran cantidad de personas lo observa.

El festival contó con una numerosa presencia de vecinos.

Melisa Brarda, vecina de Colegiales y una de las organizadoras del festival, expuso la necesidad de un nuevo espacio verde para el barrio: “Este predio por ley debería ser un espacio verde y público, con acceso libre para todos aquellos que quieran utilizarlo, con vegetación y árboles y con suelo absorbente. Un estacionamiento subterráneo evitaría que escurra el agua de lluvia y modificaría la dinámica del barrio”. Y agregó: “Según la Organización Mundial de la Salud tiene que haber diez metros cuadrados de espacio verde por habitante mientras en la ciudad hay menos del 10% de lo que debería haber”.

El predio en cuestión fue foco de conflicto durante muchos años. En un tiempo Canal 9 lo ocupó y lo usó como depósito de materiales. y también fue una sede del Mercado de Pulgas mientras su predio original era refaccionado. Además, estuvo durante años directamente abandonado.

Un hombre en bicicleta, parado, observa lo que sucede más allá. Detrás de él, carteles escritos a mano que dicen "Plaza sí, Shopping no".

Algunos de los carteles realizados por los vecinos que exigen el cumplimiento de la ley.

Los vecinos están convencidos de que el festival y la difusión del reclamo van a lograr que la Plaza Clemente por fin se concrete. “A partir de la presión que se fue generando, (Diego) Santilli, vicejefe de gobierno, anunció en una entrevista radial que no se va a hacer el emprendimiento comercial porque la empresa que ganó la licitación ante el escenario de conflicto decidió bajarse. Lo cierto es que todavía está vigente el decreto que le dio el predio a esa empresa en concesión para hacer la obra, con lo cual nosotros estamos pidiéndole a Santilli que firme un compromiso de que se va a hacer la plaza como corresponde. Acá una ley y hay que cumplirla”, concluyó Ernesto Golomb.

 
El verdadero repulgue noble

El verdadero repulgue noble

La Litoraleña es una fábrica de tapas para empanadas y pascualinas que funciona desde 2015 de manera autogestionada en el barrio de Chacarita. Está conformada por 55 trabajadores que hace pocos meses consiguieron el reconocimiento legal como cooperativa de trabajo. Además, inauguraron un local de venta directa al público ubicado en Garay 3768, en el barrio porteño de Boedo, donde también venden productos de otras cooperativas. ANCCOM recorrió las instalaciones de la planta y dialogó con los trabajadores, que en el plazo de un año deben demostrar que la empresa es solvente.

Seis trabajadores de la fábrica recuperada La Litoraleña.

Desde 2015 La Litoraleña funciona de manera autogestionada y, hace pocos meses, obtuvieron el reconocimiento legal como cooperativa de trabajo.

“El 27 de octubre de 2017 cumplimos dos años desde que se paró la producción y al poco tiempo se empezó la gestión obrera. La nueva etapa comenzó a partir de que logramos legalidad como cooperativa de trabajo”, explicó Fabián Pierucci, asociado a La Litoraleña que integra la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA). Durante un año y medio los trabajadores cumplieron con los trámites judiciales necesarios para conseguir la continuidad laboral y la justicia les otorgó el permiso de explotación.

“En 2015 veníamos sufriendo malas condiciones de trabajo, salarios atrasados, incumplimiento de pago de las cargas sociales. Decidimos no irnos de la fábrica hasta que nos pagaran lo que nos debían, hasta que se solucionara nuestro problema. Ahí empezó la lucha, estuvimos dos meses en esas condiciones”, sostuvo Luis Baini, presidente de la cooperativa.

Imagen del interior de la fábrica recuperada La Litoraleña, mientras los trabajadores realizan sus tareas.

Los trabajadores de la fábrica recuperada tienen un año para demostrar que la empresa es solvente.

De los 115 empleados que tenía la empresa, 80 mantuvieron la medida. Actualmente son 55 los trabajadores los que forman parte de la cooperativa.

Baini recordó los inicios de la nueva Litoraleña: “Decidimos por votación conformarnos en cooperativa, vimos que teníamos una manera de salir y decidimos reactivar la producción como autogestión. Teníamos un muy buen abogado de FACTA que la peleó junto a nosotros y ganamos tanto en lo penal como en lo comercial. Yo estaba imputado por usurpación y salí sobreseído hace poco tiempo. Logramos la matrícula de cooperativa y hoy tenemos legalidad.”

Miguel Ángel Ríos trabaja en La Litoraleña desde hace quince años y en los últimos meses vive además en la fábrica junto a otros compañeros. “Los ingresos que nos llevamos por semana son de alrededor de $2500. Confiamos en que mas adelante vamos a poder aumentar la producción y generar mas ingresos para todos”, afirmó. Y destacó la importancia del trabajo en equipo: “Confío ciegamente en el grupo y se que vamos a lograr mejorar la situación. Todos tienen mucha experiencia y son muy trabajadores.”

Dos pilas de masa sobre una mesada, en el fondo, de espaldas un trabajador y otro cargando otra pila de masa.

“Confiamos en que mas adelante vamos a poder aumentar la producción y generar mas ingresos para todos”, dijo Miguel Ángel Ríos.

Pierucci destacó las mejoras de las condiciones de trabajo bajo la modalidad de la autogestión: “En esta etapa se pone de manifiesto la diferencia de objetivos de la empresa bajo patrón y la empresa como cooperativa de trabajo. Mientras bajo patrón el objetivo es la ganancia, aun con formas ilegales o turbias, el objetivo de la cooperativa es mantener los puestos de trabajo genuinos y aumentar todo lo posible la calidad de vida del trabajador.”

“Ahora tenemos que empezar a aumentar el volumen de venta para poder tener nosotros más ingresos”, afirmó Baini. En el mismo sentido, apostando a sostener y acrecentar el nivel de producción,  Pierucci explicó: “La idea es ampliar las ventas lo máximo posible, para eso tenemos que empezar a reconquistar segmentos de mercado y abrir nuevos canales de distribución.”

La Litoraleña produce distintas versiones y tamaños  de tapas de empanadas y pascualinas, que se venden en su local  de venta directa al público ubicado en Boedo.

Dos integrantes de la cooperativa realizando su trabajo, en la zona de maquinaria de la fabrica.

La cooperativa tiene como objetivo mantener los puestos de trabajo y aumentar la calidad de vida del trabajador.

La mayor parte de los insumos que la fábrica necesita para producir los obtiene comprándolos a otras fábricas autogestionadas. “Empezamos a buscar vínculos con otras cooperativas de trabajo, la idea es integrar todo el proceso de producción o gran parte del mismo de forma cooperativa. Hacia afuera lo fundamental es ser solidario”, sostuvo Pierucci. Y agregó: “Creemos que es importante contactarnos con el consumidor de tal forma de dar a conocer que la gestión obrera tiene un plus. Nosotros también somos consumidores y nos interesa mucho mantener la calidad de la producción”.

El fallo judicial que legalizó a la fábrica como cooperativa les impone tiempos. Tienen el límite de un año para demostrar que pueden mantener los puestos de trabajo y estar en mejores condiciones. Confían en que van a lograr mantener la cooperativa: ingredientes fundamentales como el apoyo del grupo y su capacidad de lucha ya los tienen.

 

Rugby femenino made in Lanús

Rugby femenino made in Lanús

Los rayos amenazaron todo el día con la suspensión de la fecha y por eso los varones retrasaron su encuentro para jugar sin riesgos. Ahora las chicas, que estuvieron esperando que ellos terminen, se disponen a entrar en lo que queda de verde en la cancha de Lanús Rugby Club. La capitana Tamara Charo da las últimas palabras de aliento para el equipo: “A Ro le duele la rodilla, estamos echas mierda, pero vamos a dejar todo. No perdamos la pelota”. Después se escucha al unísono: “Un, dos, tres Lanús”.

El Lanús Rugby Club se fundó en el año 1996 y nada tiene que ver con el Club Atlético Lanús –que participa con éxito en los campeonatos de fútbol profesional– aunque ambas instituciones estén pegadas una de la otra. El equipo de mujeres rugbiers comenzó en 2012 con un grupo de chicas que empezó a entrenarse por su cuenta y que al poco tiempo encontró en Emiliano Mito Serafini (32), ex jugador de rugby en el club, a su entrenador.

ra Lugo corre con la pelota de rugby en la manos, totalmente embarrada mientas la persigue una rival

La centro del equipo de Lanús, Iara Lugo, corre mientras es perseguida por una de las jugadoras de Almafuerte.

Las chicas entran a la cancha, impecables con los colores blanco y el clásico granate en sus remeras para enfrentarse al Almafuerte, un club de Ciudad Evita. A los cinco minutos de empezado el partido, ya no hay manera de distinguirlas de sus rivales, de los dos lados el marrón oscuro se adueña de las camisetas. El equipo bonaerense de zona sur no tiene suplentes e incluso empieza el encuentro con nueve jugadoras de campo cuando deberían ser diez por equipo. Del otro lado, Almafuerte cuenta con una cuantiosa banca.

Pero paradas al lado de las suplentes de Lanús se encuentran Jimena Tévez, de 15 años, que hace unas semanas arrancó a entrenar, y Luciana Carrasco, de 20, que hasta hace poco integraba el equipo. Alientan desde afuera. A los minutos de empezado el partido llega la décima jugadora: Carolina Del Valle Schaab, de 36, que viene de un largo día de trabajo como seguridad privada. “Le lloré al supervisor, le tuve que suplicar hasta que me dio permiso y me dejó salir un par de horas antes para poder jugar”, confiesa, mientras cuenta cómo retorno al equipo luego de una lesión y de otros compromisos personales: “Me dije ‘me tengo que replantear volver, si no puedo entrenar todo lo que se necesita, aunque sea venir una vez por semana, volver a arrancar y darles una mano’”.

Las chicas del equipo Almafuerte cubren la pelota

Luego de la postergación del partido por una lluvia, el equipo de rugby femenino de Lanús comenzó con un try abajo el encuentro.

Es que luego de la modificación que dispuso en 2017 la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) de que se pasara a jugar el torneo femenino con diez jugadoras –en vez de siete como se venía haciendo– varios equipos en desarrollo como lo es Lanús, tuvieron dificultades para presentar el equipo completo, teniendo que jugar muchas veces sin cambios o en desventaja numérica. Luego de sufrir por la falta de jugadoras, Mito asegura: “Ahora terminamos con el equipo armado y ya podemos empezar un escalón arriba”.

Durante los primeros minutos del partido, las chicas están algo dubitativas y la presión de Almafuerte las hace retroceder en campo propio, el entrenador granate pasea de un extremo a otro, sobre uno de los costados de la cancha, mientras sigue las jugadas con detenimiento. Pero Lanús Rugby Club no logra salir de la zona defensiva y al poco tiempo Almafuerte marca el primer try. El entrenador camina bordeando la cancha, junta a las jugadoras y les dice: “Tranquilas, confiemos en nosotras”.

Con la desventaja, las locales empiezan a ganar posiciones y a recuperar rápido la pelota. Suenan los cuerpos y el agua con cada tackle. El médico tiene que ingresar por el pedido a los gritos de una de las jugadoras de Almafuerte tras un golpe en su pie.

Abrazo de las chicas de Lanús Rugby Club, se alcanza a ver las remeres embarradas

Carolina del Valle, pidió salir antes de su trabajo para que sus compañeras no jugaran el partido en desventaja numérica.

Las locales se asientan mejor en el campo y empiezan a pasarse la pelota. Luego de varios avances, a Iara Lugo, de 21 años, se le abre un espacio, esquiva a una, se cuela, aguanta el tackle a destiempo de su rival, lucha contra el barro, levanta más alto las piernas para escapar, a pura fuerza y velocidad pasa. De atrás la siguen cinco jugadoras desesperadas, está casi a punto de llegar a la línea final pero la derriban. Antes de caer, Iara le pasa la pelota a Rocío que había seguido la jugada. Sola por la banda izquierda, convierte el try del empate.

“Ro” es a la que le dolía la rodilla antes de empezar el partido, se llama Rocío Soto y sufrió la rotura de los ligamentos durante 2016. Además es profesora de Educación Física y hace dos años que cambió el handball por el rugby. “En el profesorado le dieron solamente rugby a los varones y muchas nos quedamos con ganas de conocer el deporte, entonces por eso dije: ‘Me voy a sacar las ganas, pruebo y si no me gusta me voy’”, recuerda de sus inicios en el deporte.

Luego del empate, las granate agarran confianza, Iara se escapa varias veces más y amplía la diferencia. Su familia desde la tribuna festeja, en especial su abuelo Alfonso y su abuela Chichina, que la incentivaron para que empezara a practicar rugby. “Una la ve que se posesiona jugando, le gusta tanto, que deja todo ahí”, dice Chichina mientras Alfonso replica: “Estamos contentos y firmes todos los domingos alentando a la nieta”.

 

Una de las chicas de Almafuerte tendida en el piso luego de un choque

Finalmente, las chicas de Lanús Rugby Club pudieron dar vuelta el resultado «dejando todo» como marca la capitana del equipo.

También hay tiempo para que la más chica del equipo, Daiana Penayo, de 15 años, marque un try. La adolescente se unió a Lanús a principios de 2017, provenía de otro club de la zona pero que no se encuentra federado en URBA. “Yo sentía que podía dar más, decidí dar una paso grande y venir acá,” relata Daiana que recibió durante todo el partido las indicaciones del entrenador: “Un pasito adelante Dai”,  “abrite un poco”,  “más cerca de Iara”. Con la victoria conseguida, Mito les comentaba a sus amigos del club: “¿La vieron a Daiana en la cancha? Va para adelante, no tiene miedo.”

“Vos podés tener mucha técnica o lo que sea, pero tenés que poner ganas y actitud. Eso no se negocia y no te lo da nadie. Eso siempre lo marco, porque no hay con qué darle. Podemos perder, podemos ganar pero dejando todo”, reconoce Tamara Charo , la capitana de 36 años, que sueña con que en el club se abran las infantiles de rugby femenino para poder entrenar a las nenas a partir de los cinco años. Mito, que además de entrenar al equipo femenino, es entrenador de juveniles, infantiles y del plantel superior, concluye al hablarle a las chicas después del partido: “No me pasa con ningún otro equipo, de estar fuera de la cancha y salir con los ojos llorosos, solo me lo transmiten ustedes.”

Actualizado 06/02/2018

Un dolor que no cesa

Un dolor que no cesa

A 13 años de la tragedia de Cromañón, sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas recordaron a las 194 personas fallecidas en el incendio del boliche el 30 de diciembre de 2004. Desde el mediodía del sábado, se instaló una radio abierta y se realizaron actividades culturales en el santuario del barrio de Once, un espacio de homenaje ubicado en los alrededores de lo que fuera el boliche República de Cromañón.  

En el cierre de la jornada, se encendieron 194 velas en la puerta del boliche. 

Por la tarde se conmemoró la tradicional misa en la Catedral Metropolitana, seguida de un acto en Plaza de Mayo. Además, se entregaron reconocimientos a  agrupaciones que luchan por justicia en casos en los que está involucrado el Estado. Estuvieron presentes representantes de familiares de la tragedia de Once, Madres de Plaza de Mayo y familiares de víctimas de AMIA, entre otros. Los familiares leyeron un documento consensuado por todas las agrupaciones participantes y luego iniciaron una marcha hacia el lugar de la masacre, en la calle Bartolomé Mitre al 3000. Allí, nombraron a cada una de las víctimas, con un pedido de justicia que incluía también a los más de 1.400 heridos sobrevivientes y a los familiares fallecidos por las secuelas psicológicas de la tragedia.  

Al finalizar el homenaje, hubo una suelta de globos blancos a las 22.50, hora del incendio ocasionado por una bengala en el recital de la banda Callejeros. Para cerrar la jornada, se encendieron 194 velas en la puerta del boliche, como insignia de la lucha y símbolo de recordación.

Actualizado 02/01/2018

El nuevo fútbol para todos

El nuevo fútbol para todos

La privatización de las emisiones televisivas de fútbol tras casi ocho años de ser gratuitas, le puso precio a un bien cultural e identitario de la sociedad. Los 300 pesos que cuesta el pack (sin contar los 900 pesos promedio que sale el abono al cable más lo que cada operadora cobra por el servicio HD), hacen del fútbol televisado un bien inaccesible para buena parte de la población. Decididos a no perder esa conquista cultural, los vecinos de distintas zonas de Capital Federal se organizan todos los fines de semana para brindar las transmisiones de fútbol gratuito en pantallas gigantes. Generan, así, un punto de encuentro y resistencia para no perder los derechos conseguidos. Parque Chas, Lanús Oeste, La Boca y Caballito son algunos de los lugares que mantuvieron la iniciativa y que reúnen en cada encuentro a cientos de personas.

En la entrada de la Unidad Básica (UB) “Ahora y Siempre” de La Cámpora, la agrupación política y social afín al kirchnerismo, ubicada en el barrio de Caballito en Paysandú al 1678, figura un cartel significativo: “Fútbol para Todxs”, donde la “x” invita a participar. En la vereda, a un costado de la sede, un televisor tradicional brinda imágenes del River-Newell´s, acompañadas de la voz de Sebastián Vignolo y el comentario de Diego Latorre. Frente al aparato, una mesita sostiene un mate y un termo, y también un paquete de bizcochos. Alrededor de ella, en posición expectante a lo que sucede en la pantalla, sillas de plástico ubicadas en forma planificada para que todos y todas logren la mejor visión posible. La cálida tarde cae, mientras que el partido está a punto de arrancar. Son las 19.15 y Adrián, vecino de Caballito, llega a la juntada para ver a su querido Millonario, no sin antes saludar a los militantes y organizadores de la movida que comenzó a desarrollarse luego de que el Gobierno nacional decidiera dar de baja el Fútbol Para Todos (FPT).

El cartel es un aviso de lo que propone la UB “Ahora y Siempre”: transmitir los partidos gratuitamente para todo aquel que quiera acercarse luego de la privatización del fútbol -primero, sacado de los canales de aire desde el comienzo del actual torneo y luego, con la implementación del pack especial, al margen de la suscripción tradicional por cable-. Lautaro Severino es uno de los organizadores de la idea. Militante en La Cámpora hace cinco años, cuenta cómo surgió, luego de la decisión del Gobierno de Cambiemos: “Palpamos un malestar en los vecinos del barrio. Cuando se jugó el River-Boca, que fue la primera fecha significativa que no podía verse por cable básico. Tuvimos la iniciativa de buscar formas para transmitir de modo propio el partido y abrirlo a toda la comunidad. Fue complicado llegar a esa fecha con los recursos necesarios, pero ese intento de implementar la idea lo sostuvimos, tratamos de que no se dilatara y poder brindar lo antes posible los partidos. Así fue como llegamos a esta fecha, con tres partidos que estamos transmitiendo abiertamente para toda la comunidad”. Lautaro hace referencia a los choques de Racing-Independiente, River-Newell´s y Rosario Central-Boca. Señala que durante el clásico de Avellaneda se acercaron varias personas, entre ellas, una pareja que se disponía a salir a cenar pero que en el camino se tomó un tiempo para observar el encuentro. Es que colocar el televisor en la vereda logra un mayor efecto para dar a conocer la propuesta. No obstante, el principal organizador comenta que, pese a que utilizaron diferentes métodos de propaganda, se valieron de las redes sociales para difundir la idea. “Hubo una recepción muy buena de la comunidad. Encontramos valoración en la originalidad de la propuesta, a la no quietud ante el retroceso de derechos que afecta al estado de ánimo de quien consume fútbol, considerado por algunos con otro valor en su vida cotidiana”, dice Severino. Además, la UB contó con el apoyo de la agrupación “Vecinos Inquietos”, un grupo de vecinos autoconvocados y organizados de forma multipartidaria, ubicado en el barrio de La Paternal, lindante con Caballito.

Una pizarra anuncia que darán gratis el partido de Boca - Central. Al fondo, puede observarse una muchedumbre que rodea la puerta de la Asociación Civil Boca es Pueblo.

“Estamos en contra de la privatización del fútbol, es un bien cultural por el que no se debe cobrar”, dice Pablo de la Asociación Civil Boca es Pueblo.

Dolores Guichandut también forma parte del conjunto de organizadores y organizadoras del proyecto. Militante peronista y docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, expresa: “Nos parece importante mantener el derecho a ver fútbol en algún lugar en un contexto desfavorable, donde las condiciones económicas y los modos de vida se ven afectados”. Vignolo relata situaciones desperdiciadas tanto por River como por Newell´s y con ello, Adrián, hincha de La Banda hasta en las venas, se hace mala sangre, mientras que recibe alguna que otra cargada inocente. “La organización es solidaria y apunta a que este lugar se convierta en un espacio para que todos los vecinos se puedan acercar y vivir la experiencia de ver fútbol”, agrega Dolores. El primer tiempo llega a su fin y Adrián aprovecha a contar sus sensaciones: “Es una muy linda experiencia porque a pesar de que en tu casa veas el partido tranquilo, acá sentís que estás entre amigos, pudiendo hablar de todo, de política, de fútbol, de cosas cotidianas. Me parece una gran iniciativa y espero que perdure. Lamentablemente llegamos a esto porque el Gobierno nos sacó la posibilidad de ver FPT”.

El segundo tiempo arranca con la noche ya caída. El televisor no solo transmite el juego, sino que ilumina la mesa y las opciones de snacks esparcidas allí. La cerveza se presenta como la bebida oficial del encuentro entre organizadores y vecinos. La solidaridad y la simpatía aparecen como valores en común durante la reunión, a pesar de los distintos colores por los cuales se hinchen. Los iniciadores de la propuesta cuentan que no tuvieron problemas al llevar a cabo su idea y que gozaron de la ayuda de distintas agrupaciones del barrio, quienes ya acordaron la entrega de un proyector. “La quita del FPT es una decisión política orientada en un proyecto que tiene como variable de ajuste los derechos de los trabajadores, de las clases medias y las clases populares”, dice Lautaro. Consultado sobre el discurso hegemónico que pone en discusión el gasto público en fútbol y aboga por un supuesto redireccionamiento, indica: “La orientación de esta política no es un recorte necesario que tenga que ver con solventar otras políticas públicas, sino que tiene que ver con un proyecto neoliberal que concentra recursos, sacándolos de las manos de las mayorías y entregándoselos a manos privadas”. Dolores, por su parte, señala: “Quitar FPT no es una política aislada, sino que se enmarca en el cercenamiento de derechos y en el desguace de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en los Decretos de Necesidad y Urgencia y en aquellos artículos clave que vienen a beneficiar al mismo sector empresarial que saca ventaja con la privatización del fútbol”.

El segundo tiempo arranca con nuevos integrantes en la juntada barrial. Norita, aunque no le interese el fútbol, se acerca y se sienta en una de las sillas de plástico para compartir un momento con los compañeros de la UB y también un vaso de cerveza. Otro chico se suma a la movida, acepta un poco de bebida y de snacks y disfruta atentamente del partido, pese a que es de San Lorenzo. Él cuenta que antes se veía todos los juegos de su Ciclón pero que ahora pagar se le hace difícil. “Pagar algo extra, además del cable, resulta perverso en el método de transmitir fútbol porque es doblemente beneficiario para las partes concentradas”, señala Lautaro para referirse a las ganancias que acumulan las empresas tanto por brindar el cable básico como el pack especial de fútbol. “El uso y abuso que tienen las grandes cadenas de medios deportivos es doblemente obscena”, enfatiza Severino y luego concluye: “El neoliberalismo apunta a confrontar lo público con lo privado y a demostrar que el Estado no puede administrar, en este caso, el fútbol”. Gonzalo “Pity” Martínez marca el gol de River y Adrián festeja con el puño apretado. También Dolores suelta un grito de alegría. Sin embargo, la ventaja dura poco: Luis Leal empata, Brian Sarmiento coloca arriba al conjunto rosarino y Héctor Fértoli señala el tercero. “Mi hermano se suscribió al pack, reconoce que no le gusta pero lo paga igual. Yo soy más reacio. Pensé que esto de ir a un bar o juntarse en un lugar que no es tu casa no iba a volver a ocurrir”, afirma Adrián, con nostalgia de por medio. Critica la decisión política de quitar el FPT y, al finalizar el partido de River, también cuestiona el desempeño deportivo del equipo, haciendo una especie de analogía con el equipo de Cambiemos, en un notable acto de creatividad.

Con el fin del partido, la reunión se alborota. Algunos se enderezan, otros renuevan sus vasos ya vacíos. Llegan vecinos nuevos, hinchas de Boca, quienes saludan y, acción continua, cargan a Adrián. Son más de las 21 y Central-Boca está a punto de arrancar, y así otro beneficio para Fox y Turner y las cableoperadoras, manos privadas que gozan del nuevo statu quo.

Cuba a la vuelta de la esquina

Entre las 11 y las 19, Caminito se convierte en uno de los centros turísticos más concurridos de Buenos Aires. Los ídolos populares hechos estatuas de papel maché asoman desde los balcones y saludan a los miles de visitantes que se maravillan con las imágenes más exóticas de un arrabal desaparecido. Asiáticos, norteamericanos y europeos, con sus bolsas xeneizes y camisetas azul y oro ignoran lo que será el verdadero espectáculo del barrio. En poco más de dos horas, invisible a los ojos del folleto turístico, La Boca se vestirá de fiesta.

Pasadas las 19:30, el local de la Asociación Civil Boca es Pueblo abre sus puertas y da el puntapié inicial del encuentro. Con cumbia de fondo y el partido de River como previa, la esquina de Irala y Lamadrid, en pleno barrio de la boca, se empieza a colorear de azul y amarillo. Jóvenes, hombres, mujeres, parejas con sus chicos, grupos de amigos y de vecinos ocupan los cordones de las cuatro esquinas de la intersección. Birra, vino o fernet en vaso comunitario en mano acompañan las charlas y las risas, siempre futboleras.

Dentro de la Asociación Civil Boca es Pueblo, hinchas de Boca miran el partido. En primera fila, se puede observar una mujer que sostiene un vaso con fernet.

Hinchas de Boca observan el partido en el interior de la Asociación Civil Boca es Pueblo.

Parado en la puerta del local está Pablo, miembro de la agrupación que dio inicio a la iniciativa de un fútbol sin excluidos justo para la fecha del superclásico. “Estamos en contra de la privatización del fútbol, uno labura toda la semana esperando el partido que lo alegre (o bajonee) el resto de la semana, eso es un bien cultural por el que no se debe cobrar”. Pablo levanta la cabeza y ve a dos chicos en la esquina de en frente. Uno con la camiseta de Boca y otro con la de Argentina, juegan con una pelotita y utilizan la persiana de un comercio como arco de fútbol, relatan las jugadas con la alegría a flor de piel, uno sueña con ser como Benedetto, el otro como Tévez. Un pelotazo del que sueña ser Tévez cruza la calle y llega a la esquina de Pablo, que agrega: “Hay muchos hinchas que no pueden pagar ni siquiera el cable, lo peor que le podemos hacer a esos pibes es alejarlos del fútbol”.

Pablo le pasa la pelota a Camilo que se encuentra a unos metros: “Primero pensamos en hacer un boicot, juntándonos. Pero así los medios no le iban a dar visibilidad, además el problema iba a seguir estando, el hincha iba a seguir sin poder verlo. De esta manera estamos boicoteando el fútbol pago y además uniendo y dándole una mano al hincha”.

Como en cualquier partido, no faltan las banderas y carteles. “Que vuelvan los visitantes” da la bienvenida y un “Somos de Boca pero no de Macri” despeja cualquier tipo de dudas. En el interior del local, Jacinta asume el protagonismo del equipo de Boca es Pueblo para remarcar que el fútbol pago no olvide otras luchas: “Hay que cuestionar cómo se trata a la mujer en todos los ámbitos del club”, remarca y agrega: “mirá cuantas mujeres hay acá, somos hinchas y queremos y utilizamos las instalaciones del club tanto como los hombres, aunque en el carnet de socia intenten decirnos lo contrario”. Y agrega que “un caso emblemático es el de Marcela Lesich (DT de fútbol femenino) que, tras sacar siete veces campeonas a las gladiadoras, la echaron, en palabras textuales del club porque `consideraban mejor un cuerpo técnico masculino´”.

Detrás del vidrio del local de la Asociación Civil Boca es Pueblo, se puede observar a un hombre vestido con la camiseta de Boca que lamenta una situación. El reflejo en el vidrio devuelve la imagen difusa del televisor que transmite el partido.

“Esto está bárbaro, acá lo ves con clima de cancha, incluso si fuera gratis, es mucho mejor que verlo solo en casa», dice Fernando, un hincha de Boca.

El reloj marca las 21:30 y los equipos ya están en la cancha, mitad afuera y mitad más uno adentro, unas trescientas personas fijan su mirada en la pantalla gigante del local. Lousteau mira su reloj y se lleva el silbato a la boca que da inicio al partido, aplausos y gritos se repiten entre los espectadores. Cuatro minutos más tarde, un nene de 10 años lanza un insulto al aire, hay gol de Central, Marco Rubén anticipa un centro y pone el 1 a 0 en el marcador. Un desborde de Fabra a los 16 minutos levanta aplausos y arengas y la expulsión de Goltz a los 37 despierta algunos enojos. El fin del primer tiempo los manda al vestuario para aliviar tensiones. En el interín, Juan, junto a sus amigos, sentados en el cordón de la vereda, cuenta que “cuando era gratis, de visitante nos juntábamos en alguna casa, ahora que no tenemos pack, esto nos permite seguir juntándonos, está muy bueno”.

Fernando de 52 años y Carlos de 60, vecinos del barrio, esperan el segundo tiempo sin moverse de sus sillas en el interior del complejo. “Esto está bárbaro, acá lo ves con clima de cancha, incluso si fuera gratis, es mucho mejor que verlo solo en casa, compartís las emociones y, además, ¿Quién tiene semejante pantalla?”, dice Fernando.

“No importa dónde juegue, al xeneize lo sigo a donde va” cantan para dar inicio al segundo tiempo. Pasados 15 minutos del segundo tiempo, un bombo y un platillo atraviesan el local por sobre las cabezas y se instalan en la puerta para dar inicio a lo que será una seguidilla de canciones que no terminarán hasta finalizado el encuentro, dejando obsoleto el equipo de música que transmite los relatos del fútbol para pocos. “Vamo, vamo xeneize, te vinimos a ver”, la fiesta se apodera del barrio que se suma a los cantos. Los últimos 15 minutos del partido son a puro dramatismo, con pedidos desmedidos de penal y un palo incluido, los “uuh” se repiten acompañados de manos en la cabeza y protestas de todo tipo.

El momento exacto en que Lousteau marca el final del partido es borrado por el sonido del bombo y el platillo. Hay que guiarse solo por lo que se ve, como en la cancha. La gente se dispersa poco a poco cantando “Dale Bo, dale Bo que no pasa nada”.

Hace un tiempo, el periodista deportivo y candidato a Diputado Nacional del PRO Fernando Niembro, sostenía que “los que quieran ver fútbol gratis que se vayan a Cuba” y que “esto de acostumbrarse a que todo sea gratis es de otro tiempo”. Los vecinos de La Boca consiguieron llevar a Cuba a la vuelta de la esquina.

Actualizado 29/11/2017