Mar 5, 2021 | Géneros, Novedades

A menos de una semana de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, la celebración por las históricas luchas por los derechos de las mujeres terminará en un Paro Internacional Feminista. Mientras tanto, la justicia de la localidad de Malvinas Argentinas, en Córdoba, investiga si Kateherine Saavedra fue atropellada con un auto por su pareja el pasado domingo 28 de marzo. De confirmarse este hecho, la joven de 22 años sería otra víctima de un “noviazgo violento”.
Durante este año, según el informe publicado por el Observatorio Lucía Pérez, se denunciaron 59 femicidios. Los casos de Úrsula Bahillo y Guadalupe Curual ponen en evidencia un patrón: mujeres que denuncian violencia de género y falta de respuesta del Estado y sus instituciones. Según el Observatorio mencionado, en 15 de los femicidios cometidos entre enero y febrero, las víctimas habían denunciado previamente a su agresor.
A seis años del primer “Ni Una Menos”
“Casos como el de Úrsula o Guadalupe resultan un punto de inflexión por sus características. Son mujeres que toman conciencia de la violencia y hacen lo que se le reclama a la víctima, que es denunciar. Independientemente de los números estadísticos, lo que supone un agravamiento es que los mecanismos institucionales no funcionan y subestiman la situación de riesgo y peligro en que están las víctimas”, afirma Paula Rodriguez, periodista, escritora y autora del libro Ni una Menos.
Los femicidios de Úrsula y de Guadalupe pusieron en debate público, social y mediático el rol del Poder Judicial, con foco en los magistrados, fiscales e instituciones que deben tratar las violencias por cuestiones de género.
“Estamos viendo un patrón que se repite. Las mujeres hacen las denuncias, piden protección y las instituciones no responden como deberían. Desde 2015 hasta acá hay un cambio en la sociedad, no son las mismas historias que aparecen en el “Ni una Menos”, porque hay una conciencia del peligro e identificación de las violencias, que lleva a las víctimas a no quedarse pasivas. Lo que no hay es un acompañamiento ni reacción institucional ni comunitaria”, agrega Rodriguez.

Patricia Nasutti, mamá de Úrsula Bahillo frente a Tribunales.
La agenda del gobierno y la del periodismo feminista por momentos coincide pero reclama más acciones concretas y políticas activas. La Ley Micaela sancionada en enero de 2019, que obliga a los funcionarios de los tres poderes y organismos públicos a capacitarse es sólo un punto de partida que no encuentra aún correlato en la práctica.
El presidente Alberto Fernández insistió este 1 de marzo, durante la apertura de sesiones ordinarias, en continuar con la agenda por los derechos de las mujeres. Sostuvo que la batalla contra la violencia de género debe ser tomada como política de Estado. Asimismo, apuntó al rol desempeñado por el Poder Judicial para señalar la cultura patriarcal consolidada en sus funcionarios. “Se consuman sin que muchos jueces y fiscales hagan lo necesario para impedirlos”, sentenció.
Este jueves la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner aprovechó su declaración por la causa “Dólar Futuro” para insistir en el tema: “que se despabilen los argentinos de una buena vez por todas. El Poder Judicial incide todos los días en la vida de los argentinos, en las mujeres que masacran en femicidios espantosos cuando ustedes, como jueces y fiscales, se quedan sentados y no pasa nada, y no hacen nada”.
Rodríguez asegura que aún “no hay un trabajo en cambiarle la cabeza a la Justicia ni una mirada puesta en las víctimas. De todas maneras [la respuesta] no sólo se agota en lo judicial o punitivo, hay una serie de apoyos que deberían existir para que no se llegue a estos niveles de riesgo. La obligación de los Estados es evitar la repetición de los hechos de violencia, no solamente dar una respuesta punitiva o de vigilancia como las tobilleras electrónicas”.
Por su parte, la periodista Claudia Acuña integrante del Observatorio de Femicidios Lucía Pérez y de la Cooperativa lavaca, entiende que “Todo femicidio es evitable. Con una política activa y con los elementos que se pueden detectar a partir de la información que disponemos, podemos de alguna manera establecer muchas políticas y formas de evitarlos”.

3 de junio de 2015. Primer Ni una menos frente al Congreso de la Nación.
“El Estado puede disponer de la red que está creciendo gracias a las mujeres que trabajan en organizaciones sociales, en sindicatos, en movimientos sociales, en cooperativas, en territorios, en comedores. Todo eso es un ejército que con capacitación y un sueldo podría estar dando batalla a las violencias, acompañando a esas mujeres y atendiendo esas situaciones, cosa que no puede hacerse a partir de una oficina o una línea de teléfono”, propone Acuña.
“Este año hubo 15 mujeres que hicieron denuncias previas y que terminaron muertas. Ahí está el primer grito que nosotras escuchamos de reclamo en cada barrio y en cada ciudad del país, eso es lo que nos están diciendo esas cifras, no son cifras, son pedidos concretos de alarma que suenan y que nos están diciendo que algo está fallando en el enfoque general y que no es un tema de este gobierno, de aquel funcionario o aquella ministra, sino que es un tema sistémico”, agrega la periodista.
Empoderar a las mujeres
A diferencia de la gestión anterior, el gobierno de Alberto Fernández avanzó en la creación de un Ministerio de Mujeres y Diversidades, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta, a través del cual se implementan el Programa Acompañar y el Programa Potenciar Trabajo, este último en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Sin embargo, las medidas resultan insuficientes y no conforman un plan integral contra la violencia de género.
El aumento en el número de casos recogidos este 2021 muestra que la paridad de género en los cargos electivos, entre otros derechos conseguidos por las luchas feministas no tienen un correlato con la deconstrucción de una sociedad machista que exige celeridad en la justicia y un trato no discriminatorio.
“El Estado argentino anunció dos veces un Plan Integral contra la Violencia, la construcción de refugios y la unificación del registro de denuncias, inclusive hay un decreto que lo establece así. Y si bien, obviamente, creo que hay otra voluntad por cumplir con esta medida, también es cierto que son insuficientes. Construir refugios lleva años y necesitamos una solución ahora. Catorce refugios no dan una solución integral a este problema”, explica Acuña.
Asimismo, remarca la necesidad de una alianza entre el Estado y las organizaciones sociales, entendiendo que esa red es la que va a garantizar poder llegar en tiempo y forma a los territorios y “eso significa también empoderar a las mujeres”, agrega.
“El Estado tiene que abrir las orejas y los bolsillos, dar recursos y dar escucha. Escuchar que se pide especialmente por aquellas personas que sufrieron, porque son las que más conocen dónde está el sistema y dónde está hoy la clave para poder corregir las respuestas del sistema y después bajar los recursos”, completa Acuña.
Desde la primera marcha de “Ni una Menos” al 2021 hubo un cambio en la sociedad. Las mujeres ya no son pasivas ante la violencia machista y utilizan los recursos y herramientas disponibles para intentar contrarrestarla. El Estado y la Justicia parecen no estar a la altura de las circunstancias. Pensar una reforma política integral con perspectiva de género de estas instituciones es urgente.
Los tiempos largos de la política y de la justicia no alcanzan. El caso número 60 de Katherine Saavedra confirma que las estructuras patriarcales anidadas en el poder son el principal problema.
Feb 18, 2021 | Géneros, Noticias en imágenes, Novedades
Feb 16, 2021 | Comunidad, Novedades, slider
El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires autorizó la vuelta a clases presenciales de la educación inicial, primaria y media para el miércoles 17 de febrero, mientras que el resto del país se sumará entre el 1 y 20 de marzo. Apenas se dio a conocer el protocolo definitivo, surgieron una serie de controversias en relación al tema. Por un lado, quienes quieren una vuelta a la presencialidad urgente. Por el otro, quienes encuentran en la espera una medida responsable. En el medio, una multiplicidad de voces que permiten dialogar y dar un debate más profundo sobre la educación.
Una experiencia de aprendizaje contemporáneo. Así definió Mariana Maggio, Magíster en Didáctica y Doctora en Educación de la UBA, en diálogo con ANCCOM, al ciclo lectivo que está por comenzar. Una experiencia que debe integrar tanto la presencialidad como la virtualidad, que debe -debería- darse en esa doble dimensión. Adriana Puiggrós -política, pedagoga y ex secretaria de Educación- la acompaña en el pensamiento, afirmando que es necesario incorporar la educación digital como un soporte más. Claro, sostuvo, esto implica mucho trabajo: que los docentes estén bien formados, porque si la comunidad de la educación pública no controla la tecnología, la tecnología va a terminar por controlarlos. “Y cuando digo ‘la tecnología’, estoy diciendo ‘las corporaciones productoras de tecnología»’, sentenció Puiggrós.

Maggio insistió en que las propuestas que se lleven a cabo deben poder funcionar tanto en la escuela como en las casas porque este año todavía tiene por delante situaciones complejas. Los escenarios pueden ser cambiantes y la propuesta pedagógica tiene que ajustarse; eso es algo, “que no nos puede tomar por sorpresa”, agregó. Intermitencias por situaciones de contagio; cortes abruptos en caso de nuevos brotes: hay que estar preparados frente a esas circunstancias; “va a ser muy difícil volver atrás”.
Celeste Mac Dougall, profesora, activista y especialista en Educación Sexual, está convencida de que no solo la propuesta educativa incluirá a la virtualidad sino que probablemente, los primeros días, la escuela será exclusivamente un espacio de socialización. Sin embargo, compartió con ANCCOM una preocupación no menor: estar en el aula y en los espacios virtuales simultáneamente implica otro tipo de trabajo. “El tema es que eso no vaya en contra de las condiciones laborales de nosotros como trabajadores”, aclaró. Observó críticamente que “hubo un reconocimiento de la necesidad de la escuela, pero lamentablemente pensada como un espacio de contención de pibes y nada más, no como un lugar de construcción de saberes pedagógicos. Las familias y la sociedad se dieron cuenta del rol clave que tiene la escuela en los chicos, pero eso no se tradujo en un reconocimiento positivo”. Ni reconocimiento salarial, ni reconocimiento de condiciones laborales para los docentes.

En este sentido, Diego Levis -Doctor en Ciencias de la Información y docente- planteó que para poder cumplir con el protocolo y garantizar el distanciamiento en las aulas, habría que dictar más clases. Por lo tanto, implicaría más trabajo para los docentes, sin mejoras en sus condiciones laborales. Al mismo tiempo, Mac Dougall reforzó esa posición: “Nosotros antes de la pandemia ya planteamos que un aula con tantos pibes era un problema y ahora queda más explícito”, sostuvo. Lo que están planteando entonces es que haya reglas claras para sí garantizar una presencialidad donde se asegure la sociabilidad de cada estudiante, sin poner en riesgo la salud de nadie, generando espacios de aprendizajes y al mismo tiempo brindando buenas condiciones laborales para los docentes.
Podemos debatir qué es mejor, qué ventajas o desventajas implica la virtualidad, pero para esas chicas y chicos que perdieron la vinculación con el sistema educativo en 2020, por los lugares en donde viven, las situaciones precarias en las que se encuentran o la falta de acceso a la tecnología, volver al aula implica volver a tener garantizado de un derecho. Maggio planteó que, en este caso, existe una clara urgencia porque nadie se tiene que quedar fuera del sistema educativo. “Me parece que más allá del deseo que tenemos de que los edificios escolares estén abiertos, tenemos que ser cautos respecto de lo que importa”, concluyó.
Respecto a este punto Puiggrós se preguntó cuál sería la diferencia de empezar el 17 de febrero o el 15 de abril. No hay peligro de que se pierda el contenido. En su opinión el problema a resolver sería el llevar a cabo un planeamiento curricular adecuado. “Cualquier sistema educativo que funciona bien, que está actualizado -en cualquier lugar del mundo- está cada vez más abandonando la organización estricta -con contenidos que deben cumplirse bajo cualquier circunstancia en un tiempo predeterminado-. Sino que al contrario, se está avanzando mucho en el sentido de respetar las diferencias de ritmo; diferentes chicos, diferentes comunidades, diferentes necesidades”. Y recalcó que el debate sobre volver a la presencialidad aparece como un tema politizado. “Quiero deponer la discusión sobre si tienen que ir los chicos a la escuela o no tienen que ir los chicos a la escuela. Realmente es una postura acusatoria que me parece que perjudica muchísimo”. Para ella la discusión debería darse en otros términos, como en la posibilidad de cumplir las medidas sanitarias, por ejemplo.
En esta línea, Levis se preguntó con gran incertidumbre: “En las aulas normales, entran unas 30 personas bastante apretadas y tenemos normalmente unos 40 inscriptos (…) Por otro lado, si tenés que desdoblar la población ¿En qué horario? Si no hay aulas ¿Alguien está pensando en eso? Cuando hablan de las burbujas ¿Alguien está pensando en dónde van a poner a los 35 chicos por clase? Implica 17 por curso ¿Dónde pones los otros 17? ¿Hay espacio en las escuelas para eso?”.

Mac Dougall, por su parte, respondió a estas dudas: “No se está pensando nada porque nos están haciendo pensar a los docentes en cosas que no tendríamos que estar pensando, como por ejemplo las condiciones edilicias. Tendríamos que estar pensando cuestiones pedagógicas, sin embargo nos bajan un protocolo en donde nos dicen que nosotros tenemos que garantizar las condiciones sanitarias”.
En lugar de tomar posturas maniqueas como educación presencial sí o no, Levis se preguntó: “¿Qué es ‘esencial’? ¿Por qué los casinos sí y las instituciones educativas no?”.
Lo que podríamos hacer es debatir qué tipo de escuelas queremos, promoviendo un consenso que revalorice lo colectivo, sostuvo Puiggrós. Tanto ella como Maggio insistieron en que es necesario dar este debate. “La pandemia emerge en un mundo que tiene modelos económicos agotados. Tenemos que, no solo discutir lo educativo, sino saber poner en discusión la crisis y los límites a los que se enfrentan distintos modelos y conocimientos disciplinarios”, complementó Maggio. Esto exige que la escuela pueda abordar esas cuestiones, pueda ubicarse como motor de construcción de conocimiento original.

Entonces, ¿A qué nos estamos enfrentando? ¿Qué podemos capitalizar de lo vivido y que nos garantiza volver al aula?
Puiggrós resaltó como positivo el salto y aprendizaje tecnológico por parte de muchos grupos familiares y docentes. Aunque admitió sus limitaciones, y las dificultades como la ruptura de organización horarios, lo que implica docentes que terminan trabajando durante la madrugada y chicos y chicas haciendo la tarea de noche porque durante el día nadie los pudo ayudar.
Por su parte, lo que Mac Dougall pudo comprobar trabajando con adolescentes y la E.S.I. es que en la virtualidad se hizo muy difícil encontrar un espacio para poder hablar: “Hay muchos que quieren hacer consultas respecto de su sexualidad y no se sienten cómodos haciéndolo en su casa”, lo cual sería una desventaja.
Para Puiggrós sería deseable que se capitalizaran todos los aprendizajes de este año. Hay que recuperar el valor del proceso de socialización que hay en la escuela y hay que avanzar desde las ventajas y desventajas que nos plantearon las circunstancias vividas.
Capitalizar lo aprendido y, por qué no, repensar la clase. Si las aulas de los próximos meses van a ser una parte más de la propuesta educativa, deberíamos pensar ese momento ya no como una exposición anclada a un modelo tradicional y memorístico, sino como una instancia para reforzar lo aprendido vía digital. Y buscar la forma, dijo Maggio, de que ese momento de encuentro se convierta en algo que valga la pena vivir.
Feb 10, 2021 | Novedades, Trabajo

“Básicamente funciona como un test de embarazo, pero con una gota de sangre en vez de orina”, resume con orgullo la farmacéutica Florencia Tiseyra el mecanismo detrás del flamante producto de la empresa: FarmaCov, el primer dispositivo para la detección de anticuerpos de Covid-19 de producción enteramente nacional. La profesional es –junto a un centenar de bioquímicos e ingenieros químico- una de las integrantes de Farmacoop, el primer laboratorio recuperado y autogestionado por sus trabajadores del mundo.
Tiseyra ingresó a la cooperativa a fines de 2019 cuando, tras años de lucha, los trabajadores de la fundida Roux Ocefa consiguieron que el Poder Judicial les permitiera mantener la continuidad laboral y constituirse como cooperativa. “A partir de 2016 empieza el conflicto: los despidos, las suspensiones, todo el proceso que conocemos de las empresas cuando quiebran. Pero no terminaba de dar la quiebra. En el concurso lo iban comprando grupos financieros que lo que hacen es adquirir los laboratorios para vender las patentes sin hacerse cargo de los costos, fundamentalmente de las indemnizaciones, que es lo que más plata lleva. Y como parte de la estrategia de lucha, los trabajadores montaron una carpa en la puerta del laboratorio para evitar que lo desmantelaran”, cuenta. Finalmente, la orden judicial que reconoció a los trabajadores estableció también que muchos de los equipos sustraídos por los dueños anteriores fuesen devueltos, puesto que la continuidad de la empresa implicaba la conservación de los medios de producción.
Ocupar, resistir y producir
El relato contrasta con la realidad actual: donde antes había instalaciones vacías, hoy hay una planta que produce; donde había ex empleados atrincherados reclamando por sus derechos, hay trabajadores que transitan de un lado a otro, atraviesan el vestuario para llegar a la línea de producción y vuelven a los pocos minutos, siempre con una tarea por realizar y alguna prisa. La habitación en la que se exhibe el nuevo producto conecta con otras tres, y estas a su vez con otras más, lo que deviene en un laberinto de paredes blancas solo interrumpidas por equipos de medición y pilas de cajas repletas de pipetas y tubos de ensayo.
Farmacoop es el engranaje final de una compleja maquinaria diseñada para dar una respuesta local a la pandemia de Covid-19. El FarmaCov Test fue desarrollado por científicos del CONICET en el Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI) de la Universidad Nacional de La Plata. Por su parte, la vinculación con el sector privado refuerza el carácter nacional, ya que las empresas Bamboo Biotech SAS y Alimentos Proteicos SRL, ambas argentinas, contribuyeron a financiar el proyecto. El resultado es un test rápido de detección de anticuerpos que se inserta en una estrategia de sustitución de importaciones, con un 96% de insumos producidos en el país, lo que permite reducir su costo a unos 5 dólares por unidad.

El 96% de los insumos del test son nacionales, lo cual baja su costo y genera ahorro por sustitución de importaciones.
Como explica la trabajadora de la cooperativa, la recuperación de la planta y el ingreso al proyecto fueron procesos casi simultáneos: “Nos vinculamos con CONICET a través de los inversores que estaban buscando también un laboratorio en donde escalar la producción. Empezamos a trabajar en mayo, ellos en el desarrollo, nosotros con el montaje de toda esta planta. Pero en abril todavía estábamos terminando la puesta en marcha de la planta de alcohol en gel, que está en la parte de atrás del edificio. Todo lo que ves acá atrás era algo que estaba totalmente venido abajo, era una línea llenadora de ampollas en un momento y después de los años de la quiebra se había venido abajo”.
Tiseyra señala el cuarto contiguo, visible a través de los vidrios que lucen el nombre de la empresa pintado. Se pueden observar tres balanzas de un lado, otros tres instrumentos de medición del otro; algunos frascos Erlenmeyer recién lavados y un par de planillas con los resultados de alguna prueba reciente.
El desafío, por lo tanto, era doble. Pero allí donde los contratiempos se multiplicaban, fue fundamental la experiencia del plantel que sobrevivió al laboratorio Roux: “Se hizo todo el montaje en aéreas especiales. Por ejemplo, hay un cuarto que tiene una humedad por debajo del 35%, porque las tiras del test son sensibles a la humedad. Y todo el manipuleo de la tira cuando está expuesta tiene que respetar esas condiciones. Eso se logra con un deshumidificador rotatorio desecante que va en la parte del techo. Era una máquina que salía sumamente cara, que tenía que venir de Europa. Y un compañero recordó que ese equipo estaba en otra planta. La mayoría no lo sabíamos porque no estaba declarado en la ANMAT. Lo habían puesto para bajar la humedad en el área donde se hacían las sales de rehidratación oral, un producto bastante conocido del ex laboratorio”, explica Tiseyra. Un conocimiento especifico que representó alrededor de 100 mil dólares de ahorro para la cooperativa, e ilustra el potencial de la sinergia entre trabajadores experimentados y la fábrica.

La recuperación de una máquina abandonada generó un ahorro de cien mil dólares.
Habilitados
A mediados de enero, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) autorizó la producción y comercialización del test. Sin embargo, el camino de las habilitaciones también fue largo. Tiseyra recuerda: “Cuando yo entré, el proyecto tenía que ver con recuperar el laboratorio farmacéutico, ya que la producción de medicamentos había sido la principal actividad de Roux Ocefa. En 2018, cambió la normativa de ANMAT, que se hizo mucho más exigente. Y se hacía más difícil alcanzar los estándares de calidad nuevos con una planta que ya venía deteriorada para la normativa anterior. ANMAT hizo un acompañamiento, se hicieron tres inspecciones y todas rebotaron. Nos preparamos durante todo el verano para la cuarta inspección que iba a ser en marzo, y poco antes de eso comenzó la pandemia”.
Lo que impulsó la habilitación de las instalaciones, continúa Tiseyra, fue la apertura del sector de cosméticos e higiene personal de la fábrica. “Nos contactaron del gobierno de la provincia de Buenos Aires, para sugerirnos si podíamos hacer alcohol en gel. Nosotros hicimos una fórmula que reemplazó el carbopol por otro componente, con propiedades similares. En ese momento el carbopol era noticia porque no se conseguía por ningún lado, era carísimo, los chinos no solamente habían gastado todo lo que producían sino que dejaron de producirlo por la cuarentena. Después empezamos a hacer también alcohol a 70 volúmenes, para desinfectar. Ese fue el primer producto que lanzó la empresa y con el que pudimos habilitar la planta. También el control logístico de barbijos, cuya confección es realizada por distintas Pymes y comenzó a mover la empresa”, cuenta la farmacéutica.
La producción de la cooperativa enlaza con una marcada ética respecto al lugar que ocupan estas empresas en la sociedad. En su página web, al final del listado de productos puede leerse una leyenda en negrita: “Consideramos inmoral la especulación en tiempos de emergencia”. Tanto el alcohol en gel como los barbijos son vendidos “a precios populares” y se asegura una producción diaria para dar respuesta a la demanda constante.

Además de su trabajo específico, la cooperativa realiza actividades sociales con los sectores vulnerados en su barrio.
El FarmaCov Test tiene un uso fundamental para la política sanitaria de empresas y organismos que intentan asegurar el retorno a la presencialidad. Desde Farmacoop señalan que la demanda se satisface a través de convenios con laboratorios de análisis clínicos que ofrecen el servicio: “La restricción que tiene es que son de uso exclusivo profesional. Una persona no puede ir a la farmacia a hacerse el test, sino que se venden mediante laboratorios de análisis clínicos o mediante unidades sanitarias”. Entre los clientes se destacan algunas dependencias públicas, como la Cámara de Diputados de la Nación y el Banco Provincia, y actualmente la empresa participa de una licitación de la Ciudad de Buenos Aires para la provisión de análisis destinados a docentes en el marco de la vuelta a las clases presenciales.
De esta manera, los tests comercializados por Farmacoop constituyen una primera y rápida evaluación de los potenciales casos, lo que representa un complemento a los hisopados: “Los anticuerpos IGG se generan una semana después de que tuviste el primer contacto con el virus. Con lo cual es posible que se solapen dos o tres días que podes dar positivo al PCR y a este test. Luego ya la probabilidad baja y solo das positivo a los tests de anticuerpos”, señala Tiseyra. Por esta razón, explica, es necesario realizar un hisopado ante un resultado positivo del test serológico, para confirmar si se está cursando la enfermedad en ese momento. Además, es un método útil para verificar la presencia de anticuerpos en pacientes asintomáticos, que pudieron haber transitado la enfermedad sin manifestaciones clínicas.
La fábrica
La planta de Farmacoop está situada en el límite de Villa Lugano, al sur de la ciudad. Al frente se observan las primeras casas de la Villa 15; detrás, el Barrio Piedrabuena; y a unas cuadras comienza Ciudad Oculta. La cooperativa forma parte del barrio, no solo geográficamente, sino también en la vinculación con las organizaciones locales que resisten en una de las zonas más carenciadas de la Capital: “Nosotros tenemos un acercamiento con el barrio, pero no a partir de la producción puntualmente, sino con el trabajo comunitario. El 25 de Mayo hicimos un locrazo, una olla popular para unas 700 personas. Para el Día del Niño, también hicimos chocolatada y repartimos alfajores. Hay una muy buena relación con varios comedores de la zona en términos de apoyo social”, señala Tiseyra.
Termina el recorrido. Una parada previa por el vestuario para retirarse el equipo sanitario que exigen las medidas de higiene de la planta y nuevamente el alcohol en las manos. Es la hora del almuerzo y parte del plantel ya está reunido para poner en pausa otro día de producción. Aun quedan obstáculos por superar y la pandemia amenaza con continuar exigiendo al sector, pero la historia del primer laboratorio recuperado del mundo demuestra que la organización colectiva es un remedio eficiente.
Dic 30, 2020 | Noticias en imágenes