¿Cómo habitar la escuela después de un año de pandemia? 

¿Cómo habitar la escuela después de un año de pandemia? 

El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires autorizó la vuelta a clases presenciales de la educación inicial, primaria y media para el miércoles 17 de febrero, mientras que el resto del país se sumará entre el 1 y 20 de marzo. Apenas se dio a conocer el protocolo definitivo, surgieron una serie de controversias en relación al tema. Por un lado, quienes quieren una vuelta a la presencialidad urgente. Por el otro, quienes encuentran en la espera una medida responsable. En el medio, una multiplicidad de voces que permiten dialogar y dar un debate más profundo sobre la educación. 

Una experiencia de aprendizaje contemporáneo. Así definió Mariana Maggio, Magíster en Didáctica y Doctora en Educación de la UBA, en diálogo con ANCCOM, al ciclo lectivo que está por comenzar. Una experiencia que debe integrar tanto la presencialidad como la virtualidad, que debe -debería- darse en esa doble dimensión. Adriana Puiggrós -política, pedagoga y ex secretaria de Educación- la acompaña en el pensamiento, afirmando que es necesario incorporar la educación digital como un soporte más. Claro, sostuvo, esto implica mucho trabajo: que los docentes estén bien formados, porque si la comunidad de la educación pública no controla la tecnología, la tecnología va a terminar por controlarlos. “Y cuando digo ‘la tecnología’, estoy diciendo ‘las corporaciones productoras de tecnología»’, sentenció Puiggrós.

Maggio insistió en que las propuestas que se lleven a cabo deben poder funcionar tanto en la escuela como en las casas porque este año todavía tiene por delante situaciones complejas. Los escenarios pueden ser cambiantes y la propuesta pedagógica tiene que ajustarse; eso es algo, “que no nos puede tomar por sorpresa”, agregó. Intermitencias por situaciones de contagio; cortes abruptos en caso de nuevos brotes: hay que estar preparados frente a esas circunstancias; “va a ser muy difícil volver atrás”. 

Celeste Mac Dougall, profesora, activista y especialista en Educación Sexual, está convencida de que no solo la propuesta educativa incluirá a la virtualidad sino que probablemente, los primeros días, la escuela será exclusivamente un espacio de socialización. Sin embargo, compartió con ANCCOM una preocupación no menor: estar en el aula y en los espacios virtuales simultáneamente implica otro tipo de trabajo. “El tema es que eso no vaya en contra de las condiciones laborales de nosotros como trabajadores”,  aclaró. Observó críticamente que “hubo un reconocimiento de la necesidad de la escuela, pero lamentablemente pensada como un espacio de contención de pibes y nada más, no como un lugar de construcción de saberes pedagógicos. Las familias y la sociedad se dieron cuenta del rol clave que tiene la escuela en los chicos, pero eso no se tradujo en un reconocimiento positivo”. Ni reconocimiento salarial, ni reconocimiento de condiciones laborales para los docentes.

En este sentido, Diego Levis -Doctor en Ciencias de la Información y docente- planteó que para poder cumplir con el protocolo y garantizar el distanciamiento en las aulas, habría que dictar más clases. Por lo tanto, implicaría más trabajo para los docentes, sin mejoras en sus  condiciones laborales. Al mismo tiempo, Mac Dougall reforzó esa posición: “Nosotros antes de la pandemia ya planteamos que un aula con tantos pibes era un problema y ahora queda más explícito”, sostuvo. Lo que están planteando entonces es que haya reglas claras para sí garantizar una presencialidad donde se asegure la sociabilidad de cada estudiante, sin poner en riesgo la salud de nadie, generando espacios de aprendizajes y al mismo tiempo brindando buenas condiciones laborales para los docentes. 

Podemos debatir qué es mejor, qué ventajas o desventajas implica la virtualidad, pero para esas chicas y chicos que perdieron la vinculación con el sistema educativo en 2020, por los lugares en donde viven, las situaciones precarias en las que se encuentran o la falta de  acceso a la tecnología, volver al aula implica volver a tener garantizado de un derecho. Maggio planteó que, en este caso, existe una clara urgencia porque nadie se tiene que quedar fuera del sistema educativo. “Me parece que más allá del deseo que tenemos de que los edificios escolares estén abiertos, tenemos que ser cautos respecto de lo que importa”, concluyó.

Respecto a este punto Puiggrós se preguntó cuál sería la diferencia de empezar el 17 de febrero o el 15 de abril. No hay peligro de que se pierda el contenido. En su opinión el problema a resolver sería el llevar a cabo un planeamiento curricular adecuado. “Cualquier sistema educativo que funciona bien, que está actualizado -en cualquier lugar del mundo- está cada vez más abandonando la organización estricta -con contenidos que deben cumplirse bajo cualquier circunstancia en un tiempo predeterminado-. Sino que al contrario, se está avanzando mucho en el sentido de respetar las diferencias de ritmo; diferentes chicos, diferentes comunidades, diferentes necesidades”. Y recalcó que el debate sobre volver a la presencialidad aparece como un tema politizado. “Quiero deponer la discusión sobre si tienen que ir los chicos a la escuela o no tienen que ir los chicos a la escuela. Realmente es una postura acusatoria que me parece que perjudica muchísimo”. Para ella la discusión debería darse en otros términos, como en la posibilidad de cumplir las medidas sanitarias, por ejemplo.

En esta línea, Levis se preguntó con gran incertidumbre: “En las aulas normales, entran unas 30 personas bastante apretadas y tenemos normalmente unos 40 inscriptos (…) Por otro lado, si tenés que desdoblar la población ¿En qué horario? Si no hay aulas ¿Alguien está pensando en eso? Cuando hablan de las burbujas ¿Alguien está pensando en dónde van a poner a los 35 chicos por clase? Implica 17 por curso ¿Dónde pones los otros 17? ¿Hay espacio en las escuelas para eso?”.

Mac Dougall, por su parte, respondió a estas dudas: “No se está pensando nada porque nos están haciendo pensar a los docentes en cosas que no tendríamos que estar pensando, como por ejemplo las condiciones edilicias. Tendríamos que estar pensando cuestiones pedagógicas, sin embargo nos bajan un protocolo en donde nos dicen que nosotros tenemos que garantizar las condiciones sanitarias”. 

En lugar de tomar posturas maniqueas como educación presencial sí o no, Levis se preguntó: “¿Qué es ‘esencial’? ¿Por qué los casinos sí y las instituciones educativas no?”. 

Lo que podríamos hacer es debatir qué tipo de escuelas queremos, promoviendo un consenso que revalorice lo colectivo, sostuvo Puiggrós. Tanto ella como Maggio insistieron en que es necesario dar este debate. “La pandemia emerge en un mundo que tiene modelos económicos agotados. Tenemos que, no solo discutir lo educativo, sino saber poner en discusión la crisis y los límites a los que se enfrentan distintos modelos y conocimientos disciplinarios”, complementó Maggio. Esto exige que la escuela pueda abordar esas cuestiones, pueda ubicarse como motor de construcción de conocimiento original. 

Entonces, ¿A qué nos estamos enfrentando? ¿Qué podemos capitalizar de lo vivido y que nos garantiza volver al aula?

Puiggrós resaltó como positivo el salto y aprendizaje tecnológico por parte de muchos grupos familiares y docentes. Aunque admitió sus limitaciones, y las dificultades como la ruptura de organización horarios, lo que implica docentes que terminan trabajando durante la madrugada y chicos y chicas haciendo la tarea de noche porque durante el día nadie los pudo ayudar.

Por su parte, lo que Mac Dougall pudo comprobar trabajando con adolescentes y la E.S.I. es que en la virtualidad se hizo muy difícil encontrar un espacio para poder hablar: “Hay muchos que quieren hacer consultas respecto de su sexualidad y no se sienten cómodos haciéndolo en su casa”, lo cual sería una desventaja.

Para Puiggrós sería deseable que se capitalizaran todos los aprendizajes de este año. Hay que recuperar el valor del proceso de socialización que hay en la escuela y hay que avanzar desde las ventajas y desventajas que nos plantearon las circunstancias vividas.

Capitalizar lo aprendido y, por qué no, repensar la clase. Si las aulas de los próximos meses van a ser una parte más de la propuesta educativa, deberíamos pensar ese momento ya no como una exposición anclada a un modelo tradicional y memorístico, sino como una instancia para reforzar lo aprendido vía digital. Y buscar la forma, dijo Maggio, de que ese momento de encuentro se convierta en algo que valga la pena vivir.

Otro laboratorio es posible

Otro laboratorio es posible

“Básicamente funciona como un test de embarazo, pero con una gota de sangre en vez de orina”, resume con orgullo la farmacéutica Florencia Tiseyra el mecanismo detrás del flamante producto de la empresa: FarmaCov, el primer dispositivo para la detección de anticuerpos de Covid-19 de producción enteramente nacional. La profesional es –junto a un centenar de bioquímicos e ingenieros químico- una de las integrantes de Farmacoop, el primer laboratorio recuperado y autogestionado por sus trabajadores del mundo.

Tiseyra ingresó a la cooperativa a fines de 2019 cuando, tras años de lucha, los trabajadores de la fundida Roux Ocefa consiguieron que el Poder Judicial les permitiera mantener la continuidad laboral y constituirse como cooperativa. “A partir de 2016 empieza el conflicto: los despidos, las suspensiones, todo el proceso que conocemos de las empresas cuando quiebran. Pero no terminaba de dar la quiebra. En el concurso lo iban comprando grupos financieros que lo que hacen es adquirir los laboratorios para vender las patentes sin hacerse cargo de los costos, fundamentalmente de las indemnizaciones, que es lo que más plata lleva. Y como parte de la estrategia de lucha, los trabajadores montaron una carpa en la puerta del laboratorio para evitar que lo desmantelaran”, cuenta. Finalmente, la orden judicial que reconoció a los trabajadores estableció también que muchos de los equipos sustraídos por los dueños anteriores fuesen devueltos, puesto que la continuidad de la empresa implicaba la conservación de los medios de producción.

Ocupar, resistir y producir

El relato contrasta con la realidad actual: donde antes había instalaciones vacías, hoy hay una planta que produce; donde había ex empleados atrincherados reclamando por sus derechos, hay trabajadores que transitan de un lado a otro, atraviesan el vestuario para llegar a la línea de producción y vuelven a los pocos minutos, siempre con una tarea por realizar y alguna prisa. La habitación en la que se exhibe el nuevo producto conecta con otras tres, y estas a su vez con otras más, lo que deviene en un laberinto de paredes blancas solo interrumpidas por equipos de medición y pilas de cajas repletas de pipetas y tubos de ensayo.

Farmacoop es el engranaje final de una compleja maquinaria diseñada para dar una respuesta local a la pandemia de Covid-19. El FarmaCov Test fue desarrollado por científicos del CONICET en el Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI) de la Universidad Nacional de La Plata. Por su parte, la vinculación con el sector privado refuerza el carácter nacional, ya que las empresas Bamboo Biotech SAS y Alimentos Proteicos SRL, ambas argentinas, contribuyeron a financiar el proyecto. El resultado es un test rápido de detección de anticuerpos que se inserta en una estrategia de sustitución de importaciones, con un 96% de insumos producidos en el país, lo que permite reducir su costo a unos 5 dólares por unidad.

El 96% de los insumos del test son nacionales, lo cual baja su costo y genera ahorro por sustitución de importaciones.

Como explica la trabajadora de la cooperativa, la recuperación de la planta y el ingreso al proyecto fueron procesos casi simultáneos: “Nos vinculamos con CONICET a través de los inversores que estaban buscando también un laboratorio en donde escalar la producción. Empezamos a trabajar en mayo, ellos en el desarrollo, nosotros con el montaje de toda esta planta. Pero en abril todavía estábamos terminando la puesta en marcha de la planta de alcohol en gel, que está en la parte de atrás del edificio. Todo lo que ves acá atrás era algo que estaba totalmente venido abajo, era una línea llenadora de ampollas en un momento y después de los años de la quiebra se había venido abajo”.

Tiseyra señala el cuarto contiguo, visible a través de los vidrios que lucen el nombre de la empresa pintado. Se pueden observar tres balanzas de un lado, otros tres instrumentos de medición del otro; algunos frascos Erlenmeyer recién lavados y un par de planillas con los resultados de alguna prueba reciente.

El desafío, por lo tanto, era doble. Pero allí donde los contratiempos se multiplicaban, fue fundamental la experiencia del plantel que sobrevivió al laboratorio Roux: “Se hizo todo el montaje en aéreas especiales. Por ejemplo, hay un cuarto que tiene una humedad por debajo del 35%, porque las tiras del test son sensibles a la humedad. Y todo el manipuleo de la tira cuando está expuesta tiene que respetar esas condiciones. Eso se logra con un deshumidificador rotatorio desecante que va en la parte del techo. Era una máquina que salía sumamente cara, que tenía que venir de Europa. Y un compañero recordó que ese equipo estaba en otra planta. La mayoría no lo sabíamos porque no estaba declarado en la ANMAT. Lo habían puesto para bajar la humedad en el área donde se hacían las sales de rehidratación oral, un producto bastante conocido del ex laboratorio”, explica Tiseyra. Un conocimiento especifico que representó alrededor de 100 mil dólares de ahorro para la cooperativa, e ilustra el potencial de la sinergia entre trabajadores experimentados y la fábrica.

La recuperación de una máquina abandonada generó un ahorro de cien mil dólares.

Habilitados

A mediados de enero, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) autorizó la producción y comercialización del test. Sin embargo, el camino de las habilitaciones también fue largo. Tiseyra recuerda: “Cuando yo entré, el proyecto tenía que ver con recuperar el laboratorio farmacéutico, ya que la producción de medicamentos había sido la principal actividad de Roux Ocefa. En 2018, cambió la normativa de ANMAT, que se hizo mucho más exigente. Y se hacía más difícil alcanzar los estándares de calidad nuevos con una planta que ya venía deteriorada para la normativa anterior. ANMAT hizo un acompañamiento, se hicieron tres inspecciones y todas rebotaron. Nos preparamos durante todo el verano para la cuarta inspección que iba a ser en marzo, y poco antes de eso comenzó la pandemia”.

Lo que impulsó la habilitación de las instalaciones, continúa Tiseyra, fue la apertura del sector de cosméticos e higiene personal de la fábrica. “Nos contactaron del gobierno de la provincia de Buenos Aires, para sugerirnos si podíamos hacer alcohol en gel. Nosotros hicimos una fórmula que reemplazó el carbopol por otro componente, con propiedades similares. En ese momento el carbopol era noticia porque no se conseguía por ningún lado, era carísimo, los chinos no solamente habían gastado todo lo que producían sino que dejaron de producirlo por la cuarentena. Después empezamos a hacer también alcohol a 70 volúmenes, para desinfectar. Ese fue el primer producto que lanzó la empresa y con el que pudimos habilitar la planta. También el control logístico de barbijos, cuya confección es realizada por distintas Pymes y comenzó a mover la empresa”, cuenta la farmacéutica.

La producción de la cooperativa enlaza con una marcada ética respecto al lugar que ocupan estas empresas en la sociedad. En su página web, al final del listado de productos puede leerse una leyenda en negrita: “Consideramos inmoral la especulación en tiempos de emergencia”. Tanto el alcohol en gel como los barbijos son vendidos “a precios populares” y se asegura una producción diaria para dar respuesta a la demanda constante.

Además de su trabajo específico, la cooperativa realiza actividades sociales con los sectores vulnerados en su barrio.

El FarmaCov Test tiene un uso fundamental para la política sanitaria de empresas y organismos que intentan asegurar el retorno a la presencialidad. Desde Farmacoop señalan que la demanda se satisface a través de convenios con laboratorios de análisis clínicos que ofrecen el servicio: “La restricción que tiene es que son de uso exclusivo profesional. Una persona no puede ir a la farmacia a hacerse el test, sino que se venden mediante laboratorios de análisis clínicos o mediante unidades sanitarias”. Entre los clientes se destacan algunas dependencias públicas, como la Cámara de Diputados de la Nación y el Banco Provincia, y actualmente la empresa participa de una licitación de la Ciudad de Buenos Aires para la provisión de análisis destinados a docentes en el marco de la vuelta a las clases presenciales.

De esta manera, los tests comercializados por Farmacoop constituyen una primera y rápida evaluación de los potenciales casos, lo que representa un complemento a los hisopados: “Los anticuerpos IGG se generan una semana después de que tuviste el primer contacto con el virus. Con lo cual es posible que se solapen dos o tres días que podes dar positivo al PCR y a este test. Luego ya la probabilidad baja y solo das positivo a los tests de anticuerpos”, señala Tiseyra. Por esta razón, explica, es necesario realizar un hisopado ante un resultado positivo del test serológico, para confirmar si se está cursando la enfermedad en ese momento. Además, es un método útil para verificar la presencia de anticuerpos en pacientes asintomáticos, que pudieron haber transitado la enfermedad sin manifestaciones clínicas.

La fábrica

La planta de Farmacoop está situada en el límite de Villa Lugano, al sur de la ciudad. Al frente se observan las primeras casas de la Villa 15; detrás, el Barrio Piedrabuena; y a unas cuadras comienza Ciudad Oculta. La cooperativa forma parte del barrio, no solo geográficamente, sino también en la vinculación con las organizaciones locales que resisten en una de las zonas más carenciadas de la Capital: “Nosotros tenemos un acercamiento con el barrio, pero no a partir de la producción puntualmente, sino con el trabajo comunitario. El 25 de Mayo hicimos un locrazo, una olla popular para unas 700 personas. Para el Día del Niño, también hicimos chocolatada y repartimos alfajores. Hay una muy buena relación con varios comedores de la zona en términos de apoyo social”, señala Tiseyra.

Termina el recorrido. Una parada previa por el vestuario para retirarse el equipo sanitario que exigen las medidas de higiene de la planta y nuevamente el alcohol en las manos. Es la hora del almuerzo y parte del plantel ya está reunido para poner en pausa otro día de producción. Aun quedan obstáculos por superar y la pandemia amenaza con continuar exigiendo al sector, pero la historia del primer laboratorio recuperado del mundo demuestra que la organización colectiva es un remedio eficiente.

El aborto es legal en la Argentina

El aborto es legal en la Argentina

A las 4:12 de la madrugada se anunció en el recinto del Senado de la Nación, ante la mirada de gran parte del país que se mantuvo en vela, la aprobación de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Fueron 38 votos afirmativos, 29 negativos, una abstención y cuatro ausencias. En las afueras del Congreso, los gritos de alegría no se hicieron esperar tras las largas horas de vigilia. Con amplia legitimidad a partir de hoy el aborto en Argentina es legal, seguro y gratuito. En la misma sesión, fue sancionada la Ley de los 1.000 Días, que prevé el cuidado y la salud integral durante el embarazo y la primera infancia. Tras una extensa jornada de debates que inició a las 16 horas del martes, los resultados superaron las expectativas de todos. Ya que durante la jornada se hablaba de una paridad entre quienes aprobaban y rechazaban la norma, con cuatro indecisos y dos ausentes (entre ellos el ex presidente Carlos Menem), por lo que los resultados eran difíciles de descifrar en el inicio, y el debate parecía reñido.  

 

Las calles, como cada jornada feminista, estuvieron colmadas por miles de mujeres de distintas edades con sus sonrisas, esta vez tapadas por los barbijos. La esperanza las convocaba y no fueron defraudadas: se hizo historia en Argentina. Las lágrimas corrían por las mejillas y los abrazos intentaban contener la emoción de generaciones de mujeres que por fin habían conquistado un derecho que reclamaban desde hace décadas. Las movilizaciones empezaron desde temprano y durante el transcurso del día distintas agrupaciones fueron rodeando el Congreso para pedir, una vez más, que se consagre el derecho a decidir sobre los cuerpos gestantes. La agitación era evidente, nadie sabía exactamente qué iba a ocurrir. Algo parecido sucedió en 2018 cuando el proyecto se rechazó,  pero esta vez, si bien las predicciones eran inciertas, los rumores sobre una leve ventaja alumbraban una esperanza que se iba incrementando a medida que transcurría el debate en el Senado.

La IVE legaliza la práctica del aborto durante las primeras 14 semanas de gestación. En el caso de las menores de 13 años, se deberá contar con un consentimiento informado y la asistencia de un padre o tutor legal. Otro punto sobresaliente fue la objeción de conciencia por parte del profesional de la salud, quienes tienen derecho a decidir si desean o no realizar la intervención, aunque no podrán negarse en caso de que la vida de la madre corra riesgo. Además, las obras sociales y prepagas deberán incorporar la cobertura gratuita. La ley busca también fortalecer el cumplimiento y correcta implementación de la Educación Sexual Integral, vigente desde 2006.

 

La despenalización del aborto es una conquista de la lucha feminista y es especialmente importante para los sectores más vulnerables, donde hasta ahora las mujeres se veían obligadas a recurrir una y otra vez a la clandestinidad. Nera Albornoz, representante de la Garganta Poderosa explicaba: “Las que corren más riesgos de morir en un aborto clandestino son las más empobrecidas. El aborto existió siempre en Argentina, las que tenían mejor acceso eran los cuerpos gestantes de clase media. Si tenías plata, podías tener un aborto en mejores condiciones. Si no tenías plata, corrías riesgo de vida”. La aprobación de esta ley busca disminuir la brecha de desigualdades sociales y de clase entre las mujeres. Todas las personas gestantes son ahora dueñas de sus propios cuerpos. 

“La IVE es un derecho que toda persona con capacidad de gestar debería poseer, ya que es nuestro cuerpo, nuestro dolor, nuestras decisiones y planes de vida”, dice Agustina de 25 años, estudiante de Ciencia Política. “No penalizar a quien decide interrumpir su embarazo es fundamental, pero por sobre todo, se debe priorizar el acceso en condiciones salubres y acordes con una política pública, y no sólo para quienes pueden pagar una clínica privada sin riesgos de por medio”, expresó. 

Mientras el debate se desarrollaba en el recinto, el arte inundaba las calles. Pinturas, bailes, cánticos, y música de los tambores de las batucadas. Muy cerca del Congreso, el colectivo Actrices Argentinas, que siguió presionando con fuerza estos últimos dos años, esperaba desde muy temprano el resultado de la votación. La actriz Laura Azcurra, con su pañuelo asistió una vez más junto a sus compañeras. Para ella su rol como artista es también sumamente político: “Tenemos que informar y sacarnos las caretas. Poder hacerlo desde nuestro espacio sabiendo que la gente recibe nuestros trabajos, nuestros personajes, es importante poder dar una voz social a lo que estamos atravesando”, mencionó y agregó: “Venimos con las compañeras desde que empezamos a abrazar la lucha, a exponer y comunicar la importancia de esta ley. Esto sin dudas ha sido una conquista del movimiento de mujeres y de disidencias. Pusimos este tema en la agenda, en lo social, en la comunicación, y también en la política”.

 

Otras mujeres que también entienden la potencia y lo convocante del arte son las chicas y disidencias de Talleres Batuka. Después de tocar varias canciones de los tambores que hacen la espera un poco menos pesada. La gente se reúne alrededor para bailar a su ritmo y animar la escena: “Para nosotras los tambores son nuestra herramienta de lucha, nosotras vamos a la calle con los tambores a visibilizar. Las clases y los ensayos son un camino que transitamos solamente para estar donde hay que estar. Para nosotras el arte es el paso a poder estar acompañando todo esto”, planteaba “Cingui” representante del taller. 

 

Cuando la música se detuvo, los argumentos comenzaron a volverse repetitivos luego de varias horas de debates. La votación se hacía esperar, pero la alegría invadía las calles cuando alguno de los indecisos confirma su voto afirmativo. Entre ellos se encontraban Lucila Crexell, quien se abstuvo en 2018. En su discurso pronunció ciertos cambios de perspectiva: “no cambié mis creencias personales, no cambié mi modo de pensar sobre lo que creo del aborto. Cambié el enfoque sobre lo que creo de cómo debe ser abordado” y despertó gritos de festejo entre todos los presentes. Más tarde fue el turno de Sergio Leavy, diputado por el Frente de Todos en Salta, quien habría votado en contra en 2018, pero tras una reunión con Alberto Fernández unos días antes, y por la convicción de dejar de lado sus ideas personales, votó finalmente a favor de la despenalización. También votó a favor Oscar Castillo, de quien se conocía una posible abstención, y Stella Maris Olalla, la mayor incógnita entre los indecisos, quien finalizó su exposición diciendo que “se trata de una cuestión de derechos y el Estado debe elegir la continuidad de un embarazo o no, de acuerdo a la autonomía de la mujer. Mantener la prohibición no eliminará el sistema clandestino”. 

El debate y los cambios de opinión de la sociedad en general y de los senadores en particular, fueron producto de la lucha feminista, que no dejó de recalcar la importancia de este derecho. Camila tiene 25 años, asistió a la movilización con la agrupación Puebla Fuerza Colectiva, y analiza algunas de las resistencias que se dieron años atrás: “Considero que las principales dificultades se encuentran en concepciones que son antiguas, que no responden a la sociedad de este siglo. Creencias que son obsoletas, y que la ciencia ha demostrado enormemente erróneas. La desinformación es, sin duda, la mayor dificultad”, sintetizó. 

 

Luego de los abrazos, festejos y más bailes, aquellas chicas que pusieron su cuerpo durante estos años, que supieron hermanarse y que cantaron y vibraron al unísono, levantando sus pañuelos en alto, se alejaron de las calles para descansar, sabiendo que esta conquista es sólo el inicio de la lucha que continúa sosteniendo: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”. 

 

Esta vez, el grito resonó con la convicción de haber conquistado otro derecho.