Mar 18, 2020 | Comunidad, Novedades, slider

Los móviles policiales recorren las calles pidiendo a los habitantes por megáfono que permanezcan en sus hogares.
En la capital fueguina alguna que otra persona camina sola por las calles, va hacia su casa o a comprar pan. También es posible ver algún auto circulando. Al fondo, más allá de las luces de Ushuaia, entre las montañas violáceas, el faro Les Éclaireurs contempla la ciudad. Muchos negocios permanecen abiertos, pero desde el lunes 16 de marzo sus vitrinas y puertas tienen un cartel que en letras blancas y rojas que dice: “Atención”. Quien lea, se enterará que temporalmente sólo podrá comprar por delivery, que se han establecido horarios especiales para los grupos de riesgo, o que la capacidad habilitada de personas dentro del local ha sido reducida.
Los móviles de la Policía provincial, desde el martes 17, salieron a recorrer las calles pidiendo a los habitantes por megáfono que permanezcan en sus hogares y eviten las reuniones. Este mismo día las fuerzas federales y provinciales custodiaron a micros de turismo para trasladar a cruceristas que llegaban de la Antártida al aeropuerto de la capital fueguina, tras la orden de que dejaran la ciudad cuanto antes.
“Vivimos momentos muy duros. No solo nosotros, nuestro país, el mundo entero, ante una enfermedad que día a día va creciendo”, anunció el gobernador Melella, cuando llamó a los fueguinos a detener sus quehaceres cotidianos y a permanecer en sus casas. La provincia austral y Chaco se convirtieron así en las primeras del país en sancionar por decreto una medida semejante.
Además de la suspensión de todo tipo de actividades públicas y privadas, el decreto 0468/20 prohibió que niños, niñas, adolescentes y grupos de riesgo salgan de sus domicilios. Para eso, cada familia deberá designar un adulto responsable, quien sólo podrá salir por cuestiones laborales, para concurrir a centros sanitarios, comprar alimentos, asistir a personas pertenecientes a grupos vulnerables, o dirigirse a entidades financieras por causas de fuerza mayor o a puertos, aeropuertos y otros centros de transporte y asistencia esenciales.
“Sólo le vamos a ganar a este virus si nos detenemos, si nos quedamos en nuestros hogares”, sostuvo el mandatario.
Asimismo, el gobierno provincial pidió a los turistas que vuelvan a sus lugares de origen y solicitó que no vengan a quienes lo tenían planeado. “Es cierto que esto trae problemas económicos, pero también es cierto y mucho más doloroso que pone en riesgo la vida de muchos”, declaró el gobernador.

Cada familia debe designar un adulto responsable, quien sólo podrá salir por cuestiones indispensables.
Nicolás tiene 26 años y vive en Ushuaia. En diálogo con ANCCOM, asegura que la decisión no fue tan inesperada para la población, que seguía las noticias por medios masivos y redes sociales: “El domingo ya se hablaba por todos lados de lo que estaba ocurriendo”.
Hasta el momento, en la ciudad austral se confirmaron dos casos de coronavirus. Se trata de una madre y su hijo, ambos ushuaienses, quienes se contagiaron en un viaje a Francia. Cuando llegaron, se pusieron en cuarentena y evitaron contagiar a otros. “Fueron muy responsables y los dos están evolucionando, no tienen síntomas” asegura Ignacio Chávez, periodista del diario Ushaia24.
Desde la resolución del día 16, uno de los puntos más conflictivos habría sido la prohibición del ingreso de turistas, junto con el cierre de escuelas: “La ciudad es una de las más turísticas del país y es habitual encontrarse con miles de extranjeros en el centro”. En el instituto donde Nicolás trabaja como profesor de Educación Física, las clases quedaron totalmente suspendidas.
El gran problema fue que el pedido a los turistas desembocó en la congestión del transporte aéreo. Muchos vuelos habituales se destinaron a trasladar en primer lugar a turistas extranjeros, dejando varados en la provincia a argentinos que habían llegado de visita o por otros motivos temporales. Esta situación es particularmente crítica teniendo en cuenta que la provincia es una isla. Como tal, “el transporte terrestre es mínimo, depende en un 90% de los aviones”, explica Chávez.
La medida contempla sanciones para quien la quebrante. Sin embargo, desde el primer momento los fueguinos respetaron la cuarentena. Ignacio afirma: “Se entendió que lo que ayer era un beneficio económico hoy puede ser una catástrofe, considerando que la situación de los hospitales es la misma que en el resto del país”. Tan es así que los establecimientos sanitarios de Ushuaia y Río Grande tomaron medidas especiales para minimizar la concurrencia de personas.
Respecto a los comercios de alimentos y almacenes, el decreto permitió que permanezcan abiertos cumpliendo ciertas regulaciones. No obstante, “muchos decidieron directamente cerrar sus puertas hasta fin de mes”, señala Chávez.
Salvando las distancias, el panorama durante los últimos días en los hipermercados del fin del mundo se asemeja a lo acontecido en Buenos Aires, donde fueron notorias la circulación de changos llenos y las góndolas vacías. En Ushuaia, “arrasaron con los tres supermercados que hay, Carrefour, La Anónima y Diarco”, cuenta Chávez. Los productos más comprados habrían sido los de higiene y alimentos no perecederos.
El periodista explica que, si bien el abastecimiento está garantizado, muchas veces no se llega a reponer la mercadería. No obstante, los entrevistados concuerdan en que a grandes rasgos los fueguinos permanecen tranquilos. “Solo que la gente sigue yendo a los supermercados por temor a los cierres”, observa Chávez, mientras que para Nicolás la gente está asustada “porque circula mucha información que quizás no es real”.
“No tenemos que entrar en la desesperación”, sostuvo el gobernador. Por el momento, pareciera que los habitantes de la provincia adoptaron la postura de Nicolás: “Hay que mantener la calma y cumplir con las medidas de precaución para el bien de todos”.
Mar 18, 2020 | Novedades, Trabajo

Ailén Lucarelli, referente de Monotributistas Organizadxs.
Ni ART, ni indemnización por despido, ni antigüedad laboral. Mucho menos vacaciones pagas, aguinaldo o licencias. Sin paritarias, ni representación gremial, ni jubilaciones dignas. Sin Convenio Colectivo de Trabajo. Sin estabilidad laboral. En esas condiciones trabaja el 49% de trabajadores activos en Argentina, según el Instituto Nacional de Datos, Estadísticas y Censos (INDEC), todos ellos monotributistas. Sobre este “régimen de precarización y tercerización laboral”, se le sumó un aumento al impuesto al Monotributo del 51% a partir de enero del 2020, en un contexto de congelamiento tarifario generalizado.
Frente a la situación de “presiones tributarias, ausencia completa de derechos laborales, inestabilidad y flexibilidad laboral”, los prestadores de servicios contratados bajo la modalidad de Monotributo, trabajadores independientes y freelancers, se organizaron dentro de Monotributistas Organizadxs. “Somos un grupo de trabajadorxs monotributistas de distintos ámbitos y rubros que nos organizamos para unirnos en la lucha contra la precarización laboral y para exigir nuestros derechos como trabajadorxs”, se presentan.
La organización se creó a fines de 2019 como forma de lucha contra el aumento, y a partir de Prestadores Precarizados en Salud y Educación, una agrupación que nucléa psicólogos, psicopedagogos, psicomotricistas, terapistas ocupacionales, entre otros. “Al enterarnos del brutal aumento del 51% quisimos coordinar acciones para enfrentarlo, pero como solos no nos daban las fuerzas, creamos el espacio de Monotributistas Organizadxs para articular a todos los monotributistas en una lucha en común para derrotar este impuestazo”, explica Ailén Lucarelli, una de las referentes de la agrupación. “Con una primera asamblea de tan sólo ocho personas comenzamos a organizar el movimiento, que tuvo rápida repercusión debido a que tocamos una fibra sensible de la clase trabajadora argentina, que está sumida en la más absoluta precarización laboral.”
“Ser monotributista en la actualidad es parte de la progresiva «uberización» de la economía”, sostiene Lucarelli, quien es psicóloga y trabaja como acompañante terapéutica de niños con discapacidad. “La patronal o el Estado, dependiendo del caso, queda eximido de pagar los aportes patronales que por ley deben cubrir para contratar trabajadores, y pueden desvincularlos en cualquier momento sin ningún tipo de indemnización. La contracara, para los trabajadores monotributistas, es la falta total de derechos.”
Además de la anulación del “impuestazo” para las categorías que no alcanzan a cubrir la canasta básica familiar, entre las reivindicaciones de los monotributistas se encuentran también ingresos y jubilación digna -más del 80% de los trabajadores está por debajo de la línea de pobreza y todos, sin importar la categoría, se jubilan con el haber mínimo-; el pase a planta bajo convenio colectivo de trabajo de todos los monotributistas contratados en relación de dependencia encubierta -y derechos laborales de freelancers y autónomos-; y cobertura de salud de calidad garantizada o componente de obra social en carácter optativo.
Respecto de esto último, Guillermo Kühl, otro de los referentes de Monotributistas Organizadxs, explica: “Nosotros pagamos tres componentes: el componente previsional, la simplificación tributarias -que tiene que ver con el pago de IVA y ganancias-, y la obra social. En los últimos años, a los monotributistas no nos están dejando afiliar a casi 20, 30 obras sociales porque, según ellos, el componente que pagamos de obra social no alcanza al valor de un Plan Médico Obligatorio.” Frente a esto, los monotributistas exigen que se garantice la libre afiliación -en tanto está establecido por ley y pagan la obra social. O, en su defecto, que el pago del componente sea optativo.
“También estamos debatiendo el componente de la simplificación tributaria porque nosotros no somos una empresa y no tenemos mucha claridad de por qué deberíamos pagar el IVA o ganancias al Estado”, agrega Kühl.
Debido al aumento del 51% -impuesto que hoy en día los monotributistas están pagando y asunto que organiza las medidas más urgentes de Monotributistas Organizadxs-; los trabajadores precarizados y tercerizados se movilizaron hacia la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), donde se les dijo que nada podían hacer por ser solo un “órgano de aplicación”. Frente a esta respuesta, votaron en asamblea la realización de una audiencia pública en el Congreso de la Nación para presentar un proyecto de ley que anule el “impuestazo” de forma retroactiva al pasado enero y modifique en favor de los monotributistas las regulaciones actuales. Para ello, la diputada nacional por el Frente de Izquierda, Romina Del Plá, se puso a disposición de la agrupación.
Asimismo, luego de una movilización al Ministerio de Trabajo y la presentación de un pliego de reivindicaciones con 70 mil firmas, consiguieron una reunión que se llevó a cabo el 20 de febrero. Estuvieron presentes los funcionarios Adrián Perrone y Alberto Tomassone, quienes se comprometieron a avanzar en las negociaciones y seis delegados de Monotributistas Organizadxs. El siguiente paso sería la conformación de una “mesa chica” para tratar con los diferentes organismos los reclamos que presentan.
El día a día
Lejos del ideal de independencia y libertad presentado como una de las ventajas de este tipo de contratación, los trabajadores que se encuentran bajo la modalidad de Monotributo -o, al menos, la gran mayoría-, enfrentan muchas dificultades en su vida diaria. En muchos casos, incluso, el monotributo no es una opción personal: “Soy monotributista porque el Estado me obliga a eso”, cuenta Emilia, quien prefiere no dar a conocer su apellido para resguardar su identidad. “Trabajo como psicopedagoga en el ámbito de la discapacidad. Le facturo a las obras sociales de forma independiente y, en el caso del centro categorizado para el que trabajo, es una relación de dependencia encubierta porque facturo mis honorarios y ellos a su vez le facturan a la obra social. O sea que mis ingresos son un parcial de lo que debería recibir en esta relación de dependencia encubierta.”
La mayoría coincide en dos aspectos del Monotributo: la precarización laboral y la incertidumbre.
“No tengo acceso a licencias por enfermedad, por embarazo; no tengo vacaciones pagas; no se tiene en cuenta mi antigüedad; no estoy bajo ningún convenio que fije mi salario, no tengo posibilidad de paritarias. No accedo a aguinaldos o bono, y tampoco a indemnización en el caso de que algún empleador decida suprimir el vínculo laboral. Y además de esto, estoy condenada a la jubilación mínima, sin importar a qué categoría haya aportado en mis años laborales”, enumera Emilia, en una lista que parece no acabar.
En una situación similar, Ailén Lucarelli, psicóloga y acompañante terapéutica de niños con discapacidad (APND) en escuelas, relata las diferencias que hay entre su trabajo y el de otros trabajadores escolares: “Cumplo el mismo horario que los docentes, debo firmar asistencia, realizar funciones pedagógicas, hacer adaptaciones curriculares, de acceso y de contenido, redactar informes, articular con los distintos actores de la escuela, las familias y el equipo tratante del niño. Todo esto con poco más de la mitad de lo que cobra un docente que recién ingresa a dar clases (es decir, sin antigüedad). Luego de lo cual debemos pagar nuestro propio monotributo, matrícula, seguros de accidentes personales y de mala praxis, etc. Además, los contratos son de marzo a diciembre, por lo cual hay dos meses enteros que no cobramos nada.”
Tal realidad laboral tiene implicancias directas en las decisiones personales de los monotributistas: desde recurrir a la ayuda económica de familiares y conocidos hasta tener un segundo -o tercer- trabajo, tal como la venta de productos, que hasta puede generar mayores ingresos que la fuente laboral principal. “No puedo vivir de lo que amo porque mis ingresos son de hambre. La mayoría de los APND buscamos trabajar de cualquier otra cosa, desde cajero de supermercado hasta microemprendimientos como compra/venta de mercaderías, porque se gana más que con esta profesión”, explica Ailén: “Mi mamá, que es docente, me tiene que ayudar a llegar a fin de mes, y la ayuda se redobla en los dos meses de hambre de las vacaciones de verano, en los que no cobro nada. Me gustaría ser mamá y no puedo porque implicaría tener que dejar de trabajar y, ergo, no poder darle de comer a mi hijo o hija.”
Mar 18, 2020 | Comunidad, Novedades
«Las Pioneras» es un grupo, integrado por chicas y un chico de entre 9 y 15 años, que viven en la villa 21-24 de Barracas. Se reúnen sábado por medio, en asambleas, desde hace dos años. En esos encuentros comparten inquietudes, hablan sobre feminismo, la ESI, el aborto, la maternidad infantil, las transformaciones de sus cuerpos, lo que hacen en la escuela y cómo se sienten por ser hijas e hijos de militantes. Salen a dar batalla para darle una dimensión política a sus infancias poniendo en palabras todo lo que los rodea.
Muchas de ellas son hijas de militantes de la Organización La Corriente Villera Independiente que surgió enl 2009, con vecinos y vecinas del barrio. En ese momento tuvieron la urgencia de organizarse y de autogestionarse ante la ausencia de políticas públicas del Gobierno de la Ciudad, para garantizar condiciones mínimas de dignidad en su vida cotidiana. La Corriente está conformada por distintas orientaciones políticas y por personas independientes.
No solo se gestionaron espacios comunitarios, como el de las ‘cuidadoras’, que son las encargadas de atender a los niños y niñas del barrio para que sus familiares puedan salir a trabajar, sino también se organizaron promotoras de salud, para encargarse dela prevención del dengue. Además, se armaron comedores, mesas de urbanización para evitar la embestida urbanística del Gobierno de la Ciudad y un servicio médico villero para que las ambulancias puedan entrar en los barrios. La Organización funciona como una red que se extiende al resto de los barrios villeros de la Ciudad.

Los integrantes de Las Pioneras son hijas e hijos de militantes de La Corriente Villera Independiente.
Los niños y niñas transitan diferentes recorridos y crecen entre luchas, comedores, asambleas, encuentros y plenarios. Van en los vientres de sus mamás y los más pequeños prendidos de la teta, a upa o en carros. Se largan a caminar, entre las muchedumbres que tratan de organizarse para poder comer, para armar cuadrillas para destapar y arreglar cloacas, para trabajar sobre violencia de género e institucional. En ese proceso se planean acampes para visibilizar sus problemáticas, gestionar un semáforo en la esquina de una escuela o incluso el arreglo de veredas y calles en las que abundan los accidentes en el barrio.
En edad escolar chicos y chicas tienen que buscar un espacio en sus casas, para poder hacer la tarea, porque el comedor está abarrotado de personas comiendo. Estos niños y niñas transitan sus infancias, absorbiendo como esponjas un bagaje del mundo adulto, que los interpela, los condiciona y al ir creciendo, comienzan a tratar de ponerle voz a todo eso. Así surgió: «Las Pioneras».
ANCCOM fue a la Villa 21-24, en Barracas, su lugar de encuentro. Era sábado al mediodía, el sol se presentaba abrasador, levantaba la térmica y competía con el calor de las brasas de la parrilla de una vereda, para ver quien cocinaba antes los pollos. El Cuni controlaba la cocción, impoluto.
En un galpón gigante hay mujeres que van y vienen, una pila de maples de huevos sobre la barra y un cordel repleto de remeras blancas que colgaban recién impresas. Por el doblés solo se leía :21-24.

Las Pioneras hicieron su aparición pública en el Niñetazo de 2018, realizado frente al Congreso.
Y las pibas se fueron juntando
Belén, Lola y Leo son referentes y coordinadores de la asamblea «Las Pioneras» y del centro de alfabetización, entre otras cosas, del Movimiento Popular La Dignidad (MPLD).
Belén le contó a ANCCOM cómo surgió todo esto. Ella conoció a las pibas allá por el 2018, en el funeral de Gilda, una vecina muy comprometida con las cuestiones del barrio, que peleaba por los derechos de los trabajadores y contra la violencia de género. Gilda tenía cinco hijos y murió electrocutada durante una tormenta, mientras se encontraba en una obra del del Gobierno de la Ciudad, que se había considerado finalizada.
Belén continuó su relato, con un hecho sucedido el 29 de septiembre del 2018, frente al Congreso, cuando se realizó el Niñetazo, para visibilizar los peligros que aquejaban a las infancias, producto de la crisis desatada a fines de ese año.
«Las Pioneras» participaron activamente en aquel evento generando consignas claras. Hablaron al público y sabían qué decían. Este hecho formó parte de un antes y un después en la continuidad del grupo. Habían encontrado un espacio de encuentro, de charlas, de contención, para viabilizar todo eso que portaban, que les atravesaba. Luego comenzaron a reunirse los sábados.
Participaron en la Jornada de Norma Pla, que se dio en el marco de la lucha contra el gobierno de Cambiemos, cuando éste quiso echar mano a las jubilaciones de amas de casa. Luego dieron un taller sobre infancias y educación sexual integral (ESI), para niñas y niños, durante el “Encuentro Plurinacional de Mujeres” en La Plata. Y en el último Pañuelazo del 19 F, «Las Pioneras», que estuvieron representadas por seis chicas de entre 10 y 14 años, invitaron a jugar a unos 60 concurrentes y con un manejo escénico sorprendente por la simpatía y la frescura, les sacaron del confort y les llenaron el alma de preguntas.

En el Pañuelazo del 19 F, Las Pioneras invitaron a jugar a 60 personas.
Viky tiene 13 años y contó que conoció a las chicas en el comedor, le encanta ir los sábados, porque aprende mucho sobre los derechos de los niños y los de las mujeres. Ella tenía 6 años, cuando su mamá, Cristina, fue a la Organización, por primera vez, a buscar leche y ya se quedó para formar parte del movimiento de mujeres villeras. Cristina, ahora, está a cargo de un comedor para 40 familias y además integra el espacio de ‘cuidadoras’. Es catequista y puede transitar su vida perfectamente entre la religión y el feminismo. Madre e hija comparten los viajes a los Encuentros de Mujeres hace dos años.
Zamira, tiene 12 años. Su mamá, Natalia, llegó a la Organización cuando Zami tenía 8 meses, fue en busca de comida, ya que su marido estaba desempleado y ella se había quebrado un brazo y no podía continuar con su trabajo. Natalia, hoy, es la referente de la Organización del barrio.
Vos antes acompañabas a tu mamá y papá a las marchas y asambleas, pero ahora tenés tu propio espacio, ¿qué te parece eso?
Realmente, cambió mucho mi forma de pensar porque en mi escuela no daban nada. Ni ESI, todo lo que aprendí fue sola y en este espacio. Me enseñaron muchas cosas acá.

Mar 18, 2020 | Novedades, Trabajo

A fines del año pasado la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (FeArCA) realizó una publicación en sus redes en la que recomendaba a la comunidad aeroagricola “minimizar el uso habitual del principio activo glifosato, limitándose a los casos que sean específicamente indispensables y prescriptos por profesionales agronómicos”. El vicepresidente de la Federación, Diego Martínez, sostuvo que el comunicado estuvo relacionado con una serie de prohibiciones de la fumigación aérea en distintos departamentos de las provincias con actividad agropecuaria, sobre todo Buenos Aires y Santa Fe.
Según el dirigente desde FeArCA se busca ir contra la demonización de los pilotos fumigadores y entiende que “es una actividad regulada desde lo aeronáutico y lo agronómico. Operamos y aplicamos según lo que reglamenta el SENASA. Entonces, el problema tendría que ver con los permisos que dan nuestras agencias”. Sin embargo, desde la Federación no se cuestionan si las autorizaciones del SENASA están basadas en información correcta y actualizada, aún sabiendo que existen múltiples investigaciones que prueban la toxicidad y cancerigenocidad del glifosato. Por ejemplo, en la Antología Toxicológica del Glifosato publicada en 2018 se reúne una vasta producción científica que refuta los argumentos en los que se basan las habilitaciones.
En entrevista con ANCCOM el piloto Marcelo De Dio, quien efectúa fumigaciones en la provincia de Santa Fé, sostiene que “lo más riesgoso de la actividad es el vuelo pero después el transporte y la aplicación de los químicos es segura, pero por supuesto que tiene que estar regulada para dejar tranquilos a todos”. Aunque la fumigación se encuentra normativizada tanto desde el agro como desde la aviación las pautas impuestas por los entes reguladores no siempre se cumplen. “Entramos continuamente en contacto con los agroquímicos. Lo que más intentamos es no aspirarlos. Se trata siempre de tener ventilada la sala para que se vayan los vapores. Rara vez usamos máscaras o guantes”, cuenta De Dio y le resta importancia a las implicaciones que esto puede tener en la salud de los pilotos.
Antonio trabajó largos años en el negocio de la aerofumigación y ya prestó testimonio en diversas investigaciones, a partir de allí sufrió perjuicios que hoy le hacen querer mantenerse en el anonimato. Aún así entiende que es un tema de vital importancia que debe ponerse en agenda. “En definitiva para ser piloto aeroaplicador necesitas horas de vuelo, no significa que estés en conocimiento del daño que puede provocar su actividad. Falta información para que los pilotos puedan estar al tanto del peligro al que se enfrentan”, sostiene el ex piloto en diálogo con ANCCOM y explica el por qué de la férrea defensa a esta actividad. Antonio entiende que “las aplicaciones muchas veces escapan al control del Estado y eso causa mucho daño. Habría que establecer otro tipo de controles más exhaustivos y el Estado no sé si cuenta con la infraestructura para lograrlo porque la actividad abarca mucho territorio”.
Así se pone de manifiesto la complejidad de la problemática que involucra a diversos actores, desde los dueños de los campos, los trabajadores y también consumidores, comunidades de escuelas rurales y ciudadanos en general que conviven en las inmediaciones de los campos fumigados, sin mencionar el daño que los agroquímicos producen en el medioambiente. Una modificación de la manera en que se maneja la fumigación de las plantaciones debería contemplar que muchas personas viven actualmente del trabajo de la fumigación, como es el caso de estos aviadores. “Muchas veces importa más, cómo vivimos, qué le damos de comer a nuestras familias, si no no haríamos esto”, resume Antonio.
Un primer paso en este terreno se ha dado desde el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires donde se ha creado el Observatorio Técnico de Agroquímicos para abordar el uso de principios activos en el agro desde una perspectiva científico-técnica. “La correcta aplicación de agroquímicos, el análisis de cómo son su efectos y cuál es la regulación que debe adecuada es un problema que tiene que ser abordado por la política pública. No es algo que podamos dejar de lado”, declaró a Telam el ministro, Javier Rodríguez. El funcionario sostuvo que “hoy la información y las investigaciones están dispersas y los organismos científicos tecnológicos no encuentran un lugar en donde volcar los resultados para ponerlos en diálogo y en debate. Esa será la función del Observatorio”. De esta forma podrán realizarse propuestas para legislar conscientemente la aplicación de agroquímicos.
El activismo que busca promover buenas prácticas agrícolas para un desarrollo sustentable y el bienestar de los pueblos actualmente fumigados sigue dando duras batallas contra los magnates del agronegocio que no reconocen el problema de los agrotóxicos. Aún así la sola prohibición de la fumigación aérea, no ligada a una regulación consciente de los principios activos por parte de las autoridades correspondientes, sólo lleva al malestar y preocupación de quienes trabajan diariamente en estos rubros.
Mar 12, 2020 | Deportes, Novedades

Imaginemos que vamos a un espectáculo deportivo donde el partido que veremos no es lo más importante. Donde los jugadores no son los únicos protagonistas. Por más increíble que parezca, existe una liga en el mundo del básquet que le escapa a cualquier tipo de competencia convencional. La NBA encabeza la elite de la pelota naranja desde hace 60 años, no sólo en calidad deportiva sino también en popularidad. Así, cuenta con un detrás de escena que hace posible un total de 82 partidos para cada uno de los 30 equipos de la liga, según el calendario oficial.
ANCCOM asistió al Barclays Center de Brooklyn para vivir el encuentro entre los Brooklyn Nets y los Toronto Raptors, último campeón de la NBA. Los locales contaron con grandes apariciones (Caris Levert, alero, 20 puntos; Joe Harris, Escolta, 19) y a fuerza de buen juego asociado y desequilibrio en ataque, lograron llevarse el partido por 101-91.
Rápidamente, al ingresar al recinto se comienza a ver la puesta en escena. El público empieza a poblar de a poco un estadio pensado para 19 mil espectadores, que a juzgar por su tamaño parece más pequeño.
El encuentro comienza a las 19:30. Diez minutos antes del partido, el estadio cuenta con más espacios vacíos que ocupados. Los equipos se alistan, salen a calentar y la situación sigue igual. Pero a la hora de cantar el himno todo cambia. El ritual se repite en cada uno de los 2460 partidos de la temporada, más los de la fase final. En este caso, el primero en cantarse es el canadiense, por la presencia de los Raptors. Todos los espectadores se ponen de pie. La arena se viste de rojo y blanco. Se puede ver la bandera con la hoja de maple en la pantalla gigante que luce el estadio en su parte superior. Se disparan luces hacia donde se encuentran ubicados los fanáticos del conjunto visitante, que con una mano en el corazón entonan el verso “Oh, Canadá”.
Acto seguido, llega el turno del himno estadounidense. Los jugadores norteamericanos acompañan a sus fanáticos y un grupo de soldados de la guardia civil se despliegan sobre el parqué. Algunos colocan su mano en el pecho, pero casi la totalidad del estadio levanta su cabeza para mirar la bandera con estrellas, franjas rojas y blancas desplegadas en la pantalla de cientos de pulgadas que mira a todos los presentes, colgada del techo del Barclays Center. El entretenimiento comienza a cobrar protagonismo.
Arranca el partido y el escenario cambia su piel. Van cinco minutos y los asientos vacíos comienzan a ocuparse, en su mayoría por familias. Todos con algo para comer y beber. Las cervezas y gaseosas se cruzan con hamburguesas, papas fritas, mariscos y hasta algún tipo de pasta. Todo esto es, si uno lo desea, traído a su asiento por los empleados del Barclays Center, más allá de que existen, según detalla la web del estadio, más de 40 puestos de comida y bebida a disposición. La pelota es admirada, pero la comida y el confort también son protagonistas.
Hay tiempo muerto para los Nets y parece que algo se repetirá a lo largo de todo el partido. Cada momento por fuera de la acción del partido es utilizado a favor del entretenimiento. El tiempo muerto dura tan sólo un minuto y es protagonizado por Ally Love, una joven que, con micrófono en mano, recorre las primeras filas del Barclays Center dando a conocer a través de los parlantes del estadio, la percepción de los fanáticos sobre el partido. Allí también aparecen los clientes de American Express, que por ser acreedores de sus servicios financieros, se han asegurado un lugar en la pantalla gigante que cuelga del techo del estadio. Y de repente. ¡Wow! John ha ganado pases para ver al equipo y un beneficio usando su tarjeta de crédito.
El partido sigue su ritmo habitual, pero a cada interrupción se le corresponde un entretenimiento. Cualquiera sea. Desde un lanzamiento de camisetas a la tribuna, un pedido de aliento para que los jugadores levanten el nivel, o un espectáculo de break dance. Lo que lleva a pensar y a concluir, que el público de NBA necesita entretenimiento en todo momento. Sin importar qué. Todo reviste una cierta lógica cuando pensamos en la duración del espectáculo en su conjunto. El partido consta de cuatro cuartos de 12 minutos cada uno, lo que, sumado a las interrupciones lógicas de mitad de partido, tiempos muertos y faltas, entre otras interrupciones, se terminan acumulando un total de dos horas desde que se ingresa al estadio, hasta el momento en que se lo abandona.
La liga estadounidense recubre y esconde un ritual donde, como en cualquier deporte, lo que importa es que triunfe el equipo del que se es fanático. Sin embargo, necesita del show para sobrevivir. El mercado se cuela en los poros de un juego que de por sí, parecería no deleitar lo suficiente. El cotillón y el entretenimiento, termina siendo su marca registrada.
Mar 11, 2020 | Novedades, Trabajo

Electrocución, choques de vehículos, caídas desde alturas y a pozos, derrumbe de instalaciones, golpes, atrapamientos y explosión de calderas son solo algunas de las numerosas causas que produjeron las 534 muertes en el ámbito laboral durante el 2019. El disparador de estas fallas: la reducción de costos empresariales.
Estos datos fueron relevados por la organización Basta de Asesinatos Laborales (BAL) y registran un 35% más -lo que equivale a 200 muertes más- que el informe emitido por la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT): una cada 14 horas, contemplando un crecimiento de casos respecto al año anterior (una muerte cada 21 horas).
La exposición de estas víctimas ignoradas por el aparato oficial se ha logrado a partir del cruce de información periodística, sindical y datos obtenidos por compañeros del ámbito laboral. “Esta es una cifra provisoria. Sabemos que la mayoría son trabajadores en negro, pero la información no está oculta solo por eso: en muchos casos, las empresas niegan la responsabilidad”, señala Oscar Martínez, miembro de esta entidad fundada en 2016.
Así ocurrió con el obrero Maximiliano Sueiro que, sin casco, cayó cuatro pisos tras la ruptura de un andamio en la Cámara Nacional Electoral donde trabajaba, y cuya muerte fue presentada como un “accidente”. La trabajadora rural Zulma Zarza también fue víctima de la precarización laboral en noviembre, al ser obligada a trabajar en medio de una tormenta eléctrica y exponerse a un rayo que acabó con su vida. En diciembre, la muerte del empleado de mantenimiento Roberto Ruíz, causada por un escape de amoníaco, fue catalogada por la empresa Ecocarnes como una “falla humana” que no compromete al frigorífico, pese a las advertencias realizadas veinte días antes por otros trabajadores y trabajadoras sobre una falla similar a la que acabó con la vida de su compañero.
La mayor cantidad de muertes se generaron en la rama del transporte (19%), casi a la par de la construcción (16%), y la agricultura, ganadería y pesca (14%). Dentro de la industria, en el comercio y los servicios sociales se produjo el 10%, seguidos por los servicios de apoyo a empresas (5%), administración pública (4%), educación (2%), electricidad (2%) y minería (1%).
La mitad de las víctimas fatales no superaban los 40 años de edad. Algunos eran jóvenes ejerciendo su primer empleo que fueron enviados a realizar tareas peligrosas sin contar con la capacitación o los elementos de seguridad correspondientes. También abundan las personas de edad avanzada que, al no obtener una jubilación digna, continuaron trabajando expuestos a riesgos sanitarios.
Otros de los factores denunciados por BAL fue el desarrollo de enfermedades por las pésimas condiciones laborales existentes. La organización reclama que el trabajo debe ser considerado como un factor de afección ya que, como se señala en el informe, “el patrón de desgaste -o sea la forma y ‘velocidad’ con que las patronales nos enferman, nos hacen envejecer, nos accidentan e incluso nos matan- depende del lugar y la forma en que participemos en la producción”.
Mientras que en 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en su apartado “Protección de la Salud de los Trabajadores” que las enfermedades laborales causan entre el 70 y el 80% de las muertes relacionadas con el trabajo en el mundo, la SRT publicó en el Informe Anual de Accidentabilidad Laboral 2017 que en Argentina se produce solo un 3%. Según BAL, esto no se debe a ningún carácter excepcional del país, sino a la falta de registro oficial y al rechazo del 70% de las denuncias hechas a la ART por parte de trabajadores y trabajadoras en los últimos tres años.
Ana Zabaloy, directora de la Escuela N°11 de San Antonio de Areco, falleció el pasado 9 de junio por el cáncer que evolucionó mientras ejercía su profesión. En 2011, comenzó a denunciar las fumigaciones en horario escolar que, en una ocasión, le provocó parestesia facial e insuficiencia respiratoria. “Se encontró con muchísima soledad. El Estado no respondió, y sus compañeras docentes no la acompañaron”, relata Daniela Dubois, integrante de la Red Federal de Docentes por la Vida que Ana fundó en defensa de un campo educativo libre de agrotóxicos. Como amiga, no solo vivió su enfermedad, sino también su empobrecimiento económico debido a los gastos excesivos en medicamentos y tratamientos que la ART no aceptó cubrir.
“Las ART cumplen su rol: ganar plata. Poner un empresario junto a otro empresario es un chiste de mal gusto. Ellos subregistran toda la información”, concluye Martínez y, frente a los logros obtenidos por su agrupación en un marco de negligencia, agrega: “Si los trabajadores queremos saber qué nos pasa tenemos que buscar nuestra propia información. Nadie nos va a regalar la defensa a la vida y la salud”.