«Sin residentes no hay hospital»

«Sin residentes no hay hospital»

Los residentes no cobran desde junio.

Escoltados por un metrobús acotado y tres motos de la Policía de la Ciudad, la columna de guardapolvos blancos comenzó a avanzar por la avenida Brasil a las 11:10 de la mañana del último miércoles. Las pancartas y carteles que sostenían los manifestantes daban cuenta de la situación que están viviendo: “Residentes de Nación en lucha”, “Sueldos por debajo de la línea de pobreza”, “4 meses sin cobrar”, “87 pesos la hora”, “Salarios dignos”, “Basta de ajustes en la salud pública”.

Los bombos y las bocinas de automovilistas en señal de apoyo acompañaban las voces esforzadas en los cantos: “Olé olé, olé olá / olé olé, olé olá / sin residentes, no hay hospital / precarizados no vamos a trabajar.”

A las 10, médicos y profesionales de la salud residentes en hospitales nacionales de toda la provincia de Buenos Aires habían comenzado a reunirse en el Hospital Garrahan; más precisamente, en la entrada sobre la esquina de Brasil y Pichincha. El motivo era dar inicio al paro y la movilización hacia el Ministerio de Salud y Desarrollo Social, y reclamar así por las condiciones de trabajo. “Llevamos cuatro meses sin cobrar y con un sueldo que está por debajo de la línea de pobreza. Firmamos inicialmente un contrato que era por 29 mil pesos en bruto, y en limpio terminaban quedando 24 mil pesos, lo que da un promedio de entre 87 y 100 pesos la hora, de acuerdo a la jornada laboral que tenga cada especialidad.”, explicaba Andrés Cugat, residente de primer año en el Hospital El Cruce. “Así que ese es el reclamo: que se nos pague lo que se nos debe, que se nos pague un salario digno y que se termine con el recorte en la Salud Pública.”

Del mismo modo, Julieta Frontero, del Hospital Colonia Montes de Oca, sostenía: “Con estas condiciones de trabajo, que mantenemos desde junio, no tenemos garantizados ningunos de los derechos que tiene cualquier trabajador. Esto sucede a nivel nacional. Estamos nucleándonos nada más los hospitales de Buenos Aires, Capital, Conurbano y los compañeros que se suman desde Mar del Plata, pero esto sucede a nivel nacional.” Los residentes, subrayan, tampoco cuentan con ART ni cobertura médica.

Los residentes tampoco cuentan con ART ni cobertura médica.

Los trabajadores que participaron del paro y la movilización pertenecen a los hospitales nacionales Colonia Montes de Oca, Posadas, El Cruce, Garrahan, Baldomero Sommer, Laura Bonaparte y Rehabilitación Psicofísica del Sur (Mar del Plata). Pero también a la Dirección Nacional de Epidemiología y Análisis Situacional de Salud, a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y a la Administración Nacional de Laboratorios Malbrán.

Los protagonistas de la manifestación, con guardapolvos y mascarillas, insistían en que ellos no eran estudiantes, como se cree desde el sentido común. “Nosotros somos profesionales que rendimos un examen nacional que se rinde en todo el país, donde, de acuerdo a nuestra nota, elegimos el hospital que queríamos e ingresamos el 1 de junio a trabajar. Este trabajo es de dedicación exclusiva,: por cuatro años solamente nos podemos dedicar a este hospital y por el sueldo que nos da Nación. Y desde que iniciamos la labor hasta el día de hoy, no estamos cobrando.”, explicaba Cugat. Martina Pesce, residente de la Dirección de Epidemiología de la Nación, expresó también que “esto tiene que ver con transformar algunos derechos en privilegios”. Y agregó: “Hoy en día, si vos no tenés una red que pueda sostenerte durante cuatro meses, no podés ser residente de Nación. Y eso es un escándalo, porque nosotros apostamos a una salud pública, inclusiva y de calidad, y no hay posibilidad de que eso exista si no existen residentes que eligen seguir formándose como trabajo. Porque somos trabajadores. Y no es que somos cualquier trabajador: somos los que, cuando entrás al hospital todos los días, te recibimos.”

La caravana tardó poco más de una hora en llegar a su destino: el Ministerio de Desarrollo Social, dirigido por Carolina Stanley, y específicamente la Secretaría -así degradada por el Gobierno Nacional- de Salud. El recorrido llenó de guardapolvos y bocinas primero la avenida Brasil, luego Entre Ríos, San Juan y Bernardo de Irigoyen, sucesivamente, hasta Moreno, donde está la entrada del otrora edificio de Obras Públicas. Frente a una Evita exaltada, los profesionales cantaron y agitaron sus carteles hacia el Ministerio, haciéndose oír, esperando que alguien los oyera. “A vos te digo que se siente / vivir dentro del hospital / cobrando un sueldo insuficiente / queremos trabajar con dignidad.”

“Vamos a presentar formalmente otra carta más, sumada al grupo de cartas que ya hemos presentado. Nos gustaría que se nos reciba en este contexto.”, dijo Micaela Solé, residente de pediatría en el Hospital Garrahan. “En un momento se nos ofreció una reunión de carácter extorsivo, ni siquiera con una propuesta concreta. Decían: ‘Bueno, vamos a pensar qué hacemos si dan de baja el paro’. Eso era una propuesta irrisoria y con horas de aviso, por eso decidimos sostener la movilización. Pero estamos definitivamente abiertos al diálogo, queremos respuestas concretas y la mejora salarial. Necesitamos que nos den el espacio para debatir esto.”, contó Solé.

Sin embargo, quien primero los recibió fue la línea de contención formada por 24 policías. Si bien no hubo grandes conflictos –todos los manifestantes estaban de acuerdo en mantener la movilización en carácter pacífico–, sucedió un episodio confuso en el que, mientras Andrés Cugat instaba a sus compañeros a moverse sobre la calle Moreno (para liberar por completo la avenida 9 de Julio), fue golpeado por un efectivo en la espalda. La situación fue conversada con los jefes del “operativo”, y no pasó a mayores. Los trabajadores de la salud permanecieron en asamblea.

Pasadas las 13, dos residentes de cada hospital, fueron recibidos en el Ministerio por Javier O’Donnell, subsecretario de Calidad, Regulación y Fiscalización de la Secretaría de Salud. En aquella reunión se acordaron algunos puntos preliminares como para comenzar una negociación: compromiso para garantizar ART y regularizar la obra social de todos los residentes; pago de los sueldos adeudados en un plazo máximo de 10 días; y una mesa de trabajo establecida para la semana siguiente, con el objetivo de resolver la recategorización salarial. de no cumplirse con lo prometido, el jueves 9 habría una nueva asamblea de los trabajadores en el Hospital Garrahan.

Martina Pesce expresó el agradecimiento a quienes se sumaron a la causa: “Poder contar con el apoyo de todos y de todas es muy importante, para poder definitivamente destrabar este conflicto. Entendemos que lo que estamos pidiendo, lejos de ser algo descabellado, es simplemente que nos paguen lo que deben por lo que trabajamos.” Como a cualquier trabajador.

La palabra libera

La palabra libera

El objetivo del encuentro es compartir saberes y prácticas vinculadas a la lectura y la escritura, y difundir la producción artística realizada intramuros.

“No cambia nada estar sucio/ la gente pasa y me mira/ cuando pasan por al lado mío/ parece que soy invisible/ pero dos pasan y dicen/ que soy un sucio/ yo los miro y me ignoran/ parece que no ven a nadie./ No cambia nada estar sucio/ cuando me miro tengo manchas negras/ pero son las manchas que no puedo tocar/ porque son heridas de mi infancia/ cuando miro mis heridas recuerdo/ las cosas malas y algunas buenas/ que me pasaron en la vida./ Por eso cuando la gente pasa y me ignora/ ya no me importa, lo que me importa/ es borrar las manchas de mi cuerpo/ así se me sana el corazón”. Esto escribió Nahuel en 2014 en el marco de los talleres de lectura y escritura dictados en el Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado Manuel Belgrano, ubicado en la Capital Federal , como parte del Programa de Extensión en Cárceles (PEC) de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil de la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A.

La poesía sin título de Nahuel, como la de otros tantos presos, utiliza la palabra creativa como un medio de resistencia dentro de un contexto de encierro. Producciones como esta podrán encontrarse este jueves y viernes en el Centro Cultural Paco Urondo (25 de mayo 201, CABA), forman parte del VI  Encuentro Nacional de Escritura en la Cárcel: “Soltar la lengua”, organizado por el Departamento de Letras y el Programa de Extensión en Cárceles (SEUBE). El Encuentro “busca abrir un espacio de reunión y debate sobre la palabra escrita y las lenguas, políticas y acciones que atraviesan el encierro. El objetivo es compartir saberes y prácticas vinculadas a la lectura y la escritura, y difundir la producción artística y las distintas formas de organización e intervenciones desde el arte, la cultura y la educación realizada intramuros”, señala la invitación al evento que, además, contará con conferencias, paneles temáticos, mesas de lectura, proyección de cortos y una feria de cooperativas y proyectos sociales, ambos días desde las 13.

“Este objetivo se renueva cada año por la vasta producción y el entusiasmo que nos llega de todas partes del país, que van cambiando el enfoque, los motivos y la agenda de temas y problemas que abarca el encuentro. Todo eso, obviamente, tiene que ver con lo que se vive y palpita adentro, que se vuelca en los trabajos, los diálogos e intercambios, las producciones”, explica Juan Pablo Parchuc director del Programa de Extensión en Cárceles. La experiencia fue creada en el 2010 con el fin de promover prácticas y acciones de enseñanza, investigación y extensión en contextos de encierro o vinculadas con las problemáticas propias del sistema penal y la cárcel y orientadas a defender los derechos humanos y generar herramientas para la inclusión social de las personas privadas de su libertad ambulatoria y liberadas.

“La cárcel y los cuerpos que la habitan están atravesados por la palabra escrita: las leyes, la sentencia del juez, los informes criminológicos», subrayan los organizadores.

Los talleres de escritura que se dictan en las cárceles funcionan como una vía hacia la imaginación de nuevos contextos, horizontes y libertades, tras los barrotes que quedan en la retina de aquel que mira por la ventada de su celda. “La cárcel y los cuerpos que la habitan están atravesados por la palabra escrita: las leyes, la sentencia del juez, los informes criminológicos, también los mensajes que se pasan de una celda a otra y burlan el dispositivo penitenciario o la carta a un familiar a varios kilómetros de distancia. Pero así como es un territorio lleno de palabras también está marcado por el silencio: todo lo que no se dice, se censura o se calla. Los talleres, las aulas y las bibliotecas en la cárcel son espacio donde las personas pueden hablar y la palabra se pone en circulación, se comparte, no se apropia ni se calla”, resalta Parchuc, coordinador de la Facultad de Filosofía y Letras en el marco del Programa UBA XXII en la cárcel de Devoto.

Parchuc hace énfasis en “la potencia de la escritura, no sólo para denunciar las condiciones de encierro y plasmar proyectos, sino para abrir horizontes, crear formas de vida y organizar otros mundos posibles dentro y fuera de la cárcel”. Además señala: “En el caso de la Universidad en la cárcel, además, los talleres funcionan como una cadena de tracción desde la escuela a la educación superior. Muchos de nuestros estudiantes empiezan por un taller antes de tener los estudios secundarios, e incluso primarios completos, y luego termina estudiando Letras u otra carrera de grado”.

Gastón Brossio o “Waikiki”, el seudónimo con el que firma sus producciones, es un ejemplo en este sentido. En la cárcel de Marcos Paz terminó el secundario y en el Centro Universitario de la Cárcel de Devoto (CUD) continuó con sus estudios. “Mi subjetividad cambió completamente. La literatura y los textos académicos sobre todo me permitieron analizar mi vida, replanteármela y fue lo que de alguna manera me abrió el horizonte a otros pasos”, expresa Gastón, quien ha publicado tres libros estando dentro de la cárcel y hoy le faltan solo tres materias para recibirse de Licenciado en Administración General y cuatro para ser Licenciado en Letras de la UBA. Además, trabaja para esa Facultad digitalizando textos para las personas no videntes. “Digitalizo tesis también, aporto a lo que es el capital intelectual dentro de la Facultad y eso me llena de gratitud”, explica orgulloso Gastón,  quien a su vez da clases en el Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado (CSRC) Manuel Belgrano.

Gastón estará en el Encuentro Nacional de Escritura en la Cárcel en una mesa de lectura compartiendo su poesía. “Lo que me mueve a escribir es esa catarsis que encuentro en la escritura. A través de la escritura me desahogaba un montón y en mis poesías eso se ve claramente, por eso me aferré a los ‘poetas malditos’ porque veo en ellos un modo diferente de pensamiento, más creativo, más frío, más sufrido, más crudo, directo y eso fue lo que realmente me impulsó. Tomemos el caso de Artaud, de Poe, de Rimbaud o Baudelaire, esos casos, más allá que tuvieron vidas sufridas y caóticas como la de uno mismo, fueron mis inspiradores para que yo pueda hacer poesía”, reflexiona Gastón contrastando lo que puede haber en el imaginario de muchos acerca de las actividades educativas en la cárcel.

“Queremos que estos encuentros que hacemos todos los años funcionen con esa lógica de apertura y colectivización de la palabra; que sea un lugar donde se escuchen otras voces y relatos; voces y relatos que contienen saberes y experiencias, que son muy valiosas y podrían ser una clave para desactivar las violencias que vivimos tanto dentro como fuera de la cárcel”, concluye Parchuc. La invitación está hecha.

Toca madera

Toca madera

Este año, Maderera Córdoba creció en socios pero no pudo sostener el volumen de trabajo.

Un hall espacioso que parece hecho de madera, con piezas exhibidas como si fuese una galería de arte. Sumado a los armarios, mesas y bibliotecas, se exhiben casitas, sillas, letras, carteleras y hasta macanas de policía. Sobre el mostrador, un cartel gigante con protagonistas gauchescos declara: “Guapo es el que labura”. Mientras espera a ser atendido, quien visita Maderera Córdoba -una empresa recuperada y autogestionada por sus trabajadores-, ubicada al 3165 de la avenida porteña que le da su nombre, tiene una gran muestra de creaciones pulidas y sin pintar con los que entretenerse. Se nota, desde el primer momento, que en la elaboración de esos objetos hay un factor fuertemente humano.

Un contexto difícil, una dinámica particular

“Este año crecimos como empresa en cantidad de socios, pero de cualquier manera estamos un cuarenta por ciento abajo”, dice Guillermo Sabatella,  quien fue el primer presidente de la cooperativa. Se apoya en la mesa de una cocina separada de la oficina administrativa por un biombo antiguo con motivos. Al otro lado se escucha una radio que anuncia un 34,5% de pobreza. “Durante los primeros cinco años de existencia la cooperativa creció a tasas chinas”, remarca Sabatella, quien señala que se trataba de un local con mucha fama, ochenta años de existencia y que está ubicado sobre una avenida importante. “En ese momento, además, la economía en general acompañaba. A medida que vieron que funcionaba, los clientes se volvieron a acercar”.

En un taller espacioso y repleto de aserrín, Felipe Ramírez marca una tabla de madera con un compás y una regla. El carpintero, nacido en Bolivia, está en la cooperativa desde que se constituyó.  “Ya no tenemos encargos de muebles grandes, como antes”, dice sobre el zumbido de las máquinas que usan dos de sus compañeros para cortar tablones. “Aunque igual tenemos lo suficiente para poner  plata  a salvo”, agrega.

Maderera Córdoba ha trabajado con clientes como el Gobierno de la Ciudad o el Museo de Bellas Artes..  Pero Felipe nos informa que, además de los encargos de armarios, bibliotecas y camas, también se redujeron mucho los pedidos de grandes empresas.  “Se hacen cosas más chiquitas”, explica. “La mayoría es público que viene de la calle y entran a comprar algo”. Los clientes, dice, empezaron a desaparecer en “cuando entró Mauricio (Macri). Fue bajando de a poco. Fue gradual”.

Carlos Saso es el actual presidente de la cooperativa. En un rincón anexo del taller, junto a un muchacho que trabaja con una amoladora mientras escucha cumbia con un buen equipo de sonido, explica: “Nosotros con el dinero tenemos un reparto de igualdad, no como las empresas privadas. Y en otros años teníamos un sueldo bastante bueno en relación a las empresas del mismo rubro. Ahora no nos podemos aumentar nada”. El impacto que la inflación tuvo en el consumo no dejó exento a nadie, y los miembros de la cooperativa tienen el depósito de materiales casi vacío, encargando a sus proveedores los que necesitan para la ocasión. “No despedimos personas para ajustar gastos”, recuerda Saso  y añade:.“El retiro de dinero queda ahí y tratamos de sobrevivir con eso.

La dinámica de la maderera, cuenta Felipe, incluye que algunos días de la semana familiares de los cooperativistas vayan a trabajar y se lleven un dinero a cambio. Sin embargo, en los últimos años comenzó a escasear el trabajo que se les pudiera asignar. La preocupación de Felipe es basal. Quiere que aumente el trabajo “así estamos más tranquilos”.

“Yo te enseño a ser cooperativista, a laburar la madera, pero tenés que cumplir como un relojito», dice Sabatella.

Una década y media

Junto a la heladera hay un bol con agua y otro con comida para gatos. La mascota llegó prácticamente al mismo tiempo que se recuperó el edificio. “Era muy chiquito. Ahora tiene catorce años”, dice Guillermo. La cooperativa se conformó en 2003, cuando la hija del antiguo dueño abandonó el terreno luego haber declarado la quiebra. Fue una de las primeras empresas recuperadas del movimiento que se originó tras los coletazos de la crisis de 2001.

“Tuvimos la suerte de que el terreno no estaba a nombre de la maderera, sino de la hija del dueño. Entonces lo remataron, hicimos quilombo y la justicia de la Ciudad decidió pagar el terreno, que volvió a nosotros en función de la ley que nos amparaba”, narra Sabatella, quien se refiere a la Ley porteña 1529 del 25 de noviembre de 2004.

La ley, sin embargo, no evita que existan intenciones espurias sobre esos terrenos, ubicados en una zona muy bien valuada. Uno de los tantos carteles que decoran el hall, puesto en el año 2011, advierte sobre el veto de la Ley 4008 realizado por Macri cuando era jefe de Gobierno porteño, que prorrogaba por 6 años la expropiación de 29 emprendimientos productivos. “Siempre existe el riesgo de un ataque legal. Siempre hay alguien que les va a dar una mano, que nos va a complicar”, cuenta Saso. El Movimiento de Empresas Recuperadas  vivió en julio de este año  un nuevo embate cuando el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta propuso, a través de una circular, hacer caer las expropiaciones de cuatro empresas recuperadas bajo el argumento de que “no se ha cumplido con el objeto de la ley, que era mantener puestos de trabajo”.

La maderera tejió muy buenos vínculos con el barrio, con los proveedores y con otras de empresas recuperadas.

El factor humano

Como la cooperativa sirve de sustento para todos sus integrantes, sus reglas son generales.  “Yo te enseño a ser cooperativista, a laburar la madera, pero tenés que cumplir como un relojito. Si no, no funciona bien. Funciona porque podemos distribuir en cierto momento cierta plata. Independientemente de la mentalidad que tengas. Acá sos uno más de todo un grupo y tenés que laburar. De acuerdo a tu experiencia y a tus posibilidades, obvio”, explica Sabatella.

Esa dinámica es más importante todavía en un período de retracción de la economía que en buenos tiempos. “En este momento tenés que ser puntilloso, verificar que esté todo en condiciones. Verificar la calidad de cualquier cosa que comprás. Además siempre cuesta asignar o asumir responsabilidades, pero eso es común a todas las cooperativas”.

Maderera Córdoba sobrevive también porque no está aislada. La relación con el barrio ha sido muy favorable, dicen sus integrantes, quienes hace quince años tenían miedo de que una madrugada llegase la policía con “dos carros de asalto”. “Por las noches sacábamos las cosas. El dinero, las computadoras. Y nos la guardaba la gente de la Iglesia de la otra cuadra, el dentista de la esquina, el kioskero. Hasta que compramos la caja fuerte”, recuerda Sabatella.

Sin embargo,  el factor más importante fue el trato con los proveedores, quienes incluso estando en quiebra siguieron enviando camiones con mercadería “de fiado”, que la cooperativa pagaba cuando lo podía vender. “Cuando nosotros recién comenzamos -cuenta Saso-, ellos nos trajeron un camión de material surtido. Y nos dijeron que lo fuéramos pagando mientras lo íbamos vendiendo. Así hasta que salimos a flote. Esos quedaron como nuestros proveedores. Empezamos sin nada”.

La cooperativa funciona como una empresa más o menos exitosa, reinvierte el excedente sin que haya un dueño que se lo quede. “El capitalismo es eso”, dice Sabatella y subraya: “No quiero ganar más que otro, pero tengo que ganar. Tengo que sostener al tipo que está acá. A veces peleo con uno de los vendedores porque dice ‘lo que pasa es que es amigo’. Pero yo no lo puedo regalar”.

La maderera, cuenta Saso, se especializa en cortes de madera, aglomerado y melamina, así como en molduras, “que no se hacen en ningún lado”.  “Tenemos una estructura muy particular”, se enorgullece,  Sabatella. “Eso nos permite tener clientes de primera línea. Tenemos buenos carpinteros, buena mercadería y relativamente buenos precios

El movimiento de empresas recuperadas como salida

Maderera Córdoba existe en la red que formaron las empresas recuperadas para mantenerse y aprender entre sí a funcionar como cooperativas. Guillermo Sabatella detalla: “Nosotros éramos unos de los que estábamos en primera línea, por circunstancias fortuitas: el equipo que teníamos, el conocimiento y muchos proveedores dispuestos a trabajar con nosotros. Muchas cooperativas no tienen esa posibilidad”.

En el piso superior de la cooperativa existe un bachillerato de formación en economía social. Los miembros de la maderera acuden dos o tres veces al año para conocer a los estudiantes y aportar su conocimiento en materia de Cooperativismo. “Ahora lo que pasa es que el contexto no te facilita nada para hacer una cooperativa”, dice  Saso, quien asiste con regularidad a los encuentros del Movimiento de Empresas Recuperadas. “Ahora el gobierno dice que son inviables. Y varios sindicatos se oponen también porque siendo cooperativa no reciben aportes”, agrega.

Sabatella se acoda en el respaldo antes de reflexionar que es difícil pasar de patrón a obrero, pero mucho más difícil pasar de obrero a patrón: “Esa experiencia la ganás con los años. El que tiene 20, 25 años se queja un poco de cómo funciona», dice y explica que para integrarse como nuevo socio es necesario pasar un período de prueba de más de un año. “Para demostrar que sos buena persona”, afirma.

 

De la villa a Europa

De la villa a Europa

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Fuera de Foco Crew es una banda de cuerpos que se gestó en los barrios más vulnerados de San Isidro -La Cava, San Cayetano y el Barrio Sauce- en 2015. La compañía artística, que acaba de presentar la última función de su obra ¿Quién levanta la mano?, se prepara para llevar su performance popular, poética y rebelde en su segunda gira internacional por Europa. Los integrantes de la compañía no actúan por actuar ni bailan por bailar: poetizan, se rebelan y luchan a través de la danza, el rap, el hip hop, el teatro y la poesía. Romina Sosa, la directora, en diálogo con ANCCOM repasa: “Fue la necesidad de mirar más allá de la danza, del rap o la poesía. Daba talleres en La Cava, San Cayetano y el Barrio Sauce, barrios populares de San Isidro y un día se me ocurrió juntarlos. No es fácil, y requiere paciencia, porque hay enfrentamientos territoriales y surge el ‘yo no me quiero juntar con el de este barrio’. Al principio, fue más orientado a las pibas cuando convoqué hace cinco años a una movilización y un flashmob frente al Congreso desde estos barrios para agitar y gritar con nuestros cuerpos lo que nos querían hacer callar a las mujeres, los derechos que nos quieren quitar, la vida misma”.

Fuera de Foco Crew estuvo en Alemania el año pasado presentando esta misma obra y se prepara para volver a viajar el año que se aproxima. Además de presentarse también en Francia y Eslovenia. Evelyn López, una de las artistas del colectivo reflexiona: “Haber llegado hasta allá fue el reconocimiento de tantos años de esfuerzo: ensayar para hacer una coreografía sin tener donde presentarnos y un día que te digan que podés hacer una gira y llegar a Europa. Hasta te da un poquito de esperanza, porque en el contexto en el que vivimos es impensado decir ‘viajamos a Europa’. No sólo para nosotros. Mi hermanito me dijo que nunca iba a poder conocer otro país y después vio que yo pude. Es un mensaje para todos los chicos del barrio: que no tenemos un techo que nos marque hasta dónde podemos llegar y que nadie nos dice si podemos cumplir nuestros sueños o no. Creo que el viaje fue eso: un suspiro de esperanza para nosotros y el barrio. Todos podemos tener las mismas oportunidades, aunque a nosotros nos cuesta un poco más”.

La directora de este colectivo artístico trabaja en la Fundación de Beccar y ha tenido la posibilidad de viajar con el arte, pero dice que aquella vez fue diferente. “Fue la primera experiencia de los chicos. Es un golpe de realidad también. Todo lo que vivimos juntos nos hizo entender quiénes somos, qué hacemos y por qué. Europa no es lo mismo que nuestros barrios. Nos hizo más fuertes saber que hay otros lugares con infraestructura, énfasis en políticas públicas, mientras que acá no hay. Y de ahí sacamos la posibilidad de decir ‘esto es lo que somos, lo que hacemos y sentimos’. Y llegar hasta acá está zarpado porque miramos esto y decimos, ahora más fuerte que nunca, que tenemos que agitar a los barrios y a sus pibes, acompañarlos», explica y reconoce que la gira fue un proceso de creación en sí mismo.

Sosa se tituló en Arte y Danza en la Fundación “Crear Vale la Pena”, un centro cultural comunitario en la localidad bonaerense de Beccar. Además de ser artista y bailarina, es educadora y trabaja dando talleres de Educación Sexual Integral en escuelas. “La educación es cuerpo – dice- y el arte un derecho y educación”.

La propuesta de esta obra teatral performática consiste en ponerse en el lugar del otro. La directora plantea que “la poesía es de todos o no es de nadie: te sentás y podés sentirte realmente en el lugar de todos estos actores. Porque tuviste la posibilidad de vivir dignamente, tal vez no sentís lo que sentimos nosotros. Nos interesa que la gente vivencie a través de nuestros cuerpos emociones, estados y mensajes acerca de ciertas cuestiones políticas y sociales. Pensamos en qué temas tocar y queremos describir en nuestros cuerpos los derechos que merecemos por ser villeros y villeras. En nuestros barrios hay temas como la exclusión, además tocamos género –yo sufrí abuso sexual por muchos años– la educación y la seguridad. Ponemos el cuerpo en marcha y movimiento para mostrar al mundo los diferentes estereotipos que son, al final, un estereotipo uniforme. Y trabajamos con un mensaje de lucha social y transformación consciente a la vez”. Evelyn cuenta: “El mensaje de ¿Quién levanta la mano? no es uno, sino que es el conjunto de la problemática: es pasarla por el cuerpo, vivirla y visibilizar cómo sentimos y vivimos el sistema sobre nosotros”.

Quienes forman parte de Fuera de Foco Crew se denominan agitadores culturales. Cada vez que pasa algo en el territorio, lo cuentan, acompañan estos procesos duros en el barrio que tienen que ver con el trabajo esclavo infantil, las adicciones, el abuso sexual, violencia de género, urbanismo social y exigen entre sus reivindicaciones el derecho a un hábitat saludable y a la educación. Agitadores culturales porque la obra comprende una forma de creatividad social y política. Para Sosa: “El muro que separa un country de una villa es también cultural. Hay maestros y maestras que sufren dentro y fuera de la escuela porque siguen padeciendo en sus casas, no se olvidan de los pibes. Para nosotros el arte es una herramienta de transformación poderosa. No somos artistas en escena, sino que también cada uno es referente en su barrio”. Explica la dimensión pasional propia de la creación artística: “No podríamos haber hecho ¿Quién levanta la mano? si no fuésemos personas cognitivas, sensitivas. El cuerpo no sólo respira, canta y siente, sino que también piensa. La cabeza comanda al cuerpo y la pasión es la que nos mueve a crear. Pienso, siento, soy. Pensamos con el cuerpo, poetizamos los ambientes sonoros, somos rebeldes a la hora de plantarnos con un rap. Usamos diversas disciplinas artísticas porque el mundo es diverso cultural y sexualmente y de todas las formas que nos podamos imaginar. Más allá de artistas y activistas jóvenes por los derechos, somos humanos”.

Fuera de Foco Crew está empezando la gestión para el año próximo crear la Escuela de Agitadores Cmunitarios y seguir proyectando el arte en los barrios. Cuenta Romina que ese es también su objetivo: “Llevar el mensaje a más personas y al mundo sobre qué es la cultura viva y popular de acá. Es tierra, cemento, cuerpo, voces queriendo ser escuchadas, de los que están y de los que ya no están”.

Memoria, verdad y justicia por los derechos humanos y contra el neoliberalismo

Memoria, verdad y justicia por los derechos humanos y contra el neoliberalismo

Durante la jornada, once comisiones debatieron sobre la actual agenda de los derechos humanos.

Unas 1800 personas participaron del III Encuentro Federal de Derechos Humanos en el Espacio Memoria (ex ESMA). “Trabajar para generar propuestas de políticas públicas en la materia y poner a la Argentina como ejemplo del mundo pero de abajo hacia arriba”, tal fue objetivo como expresó en la apertura de la jornada el diputado nacional y nieto restituido Horacio Pietragalla, uno de los organizadores.

Junto a él estaban el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el ex secretario de Derechos Humanos de la Nación Martín Fresneda, Sergio Maldonado y Agustín Cetrángolo en representación de HIJOS. Este último destacó que el encuentro y su nutrida convocatoria marcaban la importancia de la defensa de los derechos en una actualidad en la que el propio gobierno “negacionista y neoliberal” los deteriora constantemente. Y recordó que esta gestión llegó a poner en duda la cantidad de desaparecidos en la última dictadura cívico-militar, ejecutó operativos represivos brutales como el de la movilización contra la reforma previsional, y habilitó casos como los que terminaron con la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.

Durante la mañana y la tarde del sábado, los militantes de organizaciones sociales, políticas, sindicales, originarias, LGTBIQ, de mujeres, de migrantes y de derechos humanos de todo el país que se acercaron a la exESMA se distribuyeron en once comisiones y en los distintos edificios del predio para debatir y elaborar propuestas.

Taty Almeida y Estala Carlotto cerraron el encuentro.

En el espacio de Familiares se reunieron las de Sitios de Memoria, Lawfare y Violencia Institucional. A esta se sumó Sergio Maldonado, quien en diálogo con ANCCOM se refirió al papel del Estado en la violación a los derechos humanos: “La desaparición forzada tiene que ver con eso. Cuando pasó lo de Santiago, lo persiguió y desapareció el Estado, que colaboró desde la negación diciendo que no se encontraba ahí, después que estaba en diferentes lugares y luego de cuatro rastrillajes apareció en el mismo lugar el 17 de octubre. Esa es la violencia del Estado”, sostuvo y agregó: “No hay un avance desde el año pasado. Pasa el tiempo y no hay una política que se concrete”.

En la misma comisión expuso Miriam Medina, la madre de Sebastián Bordón, asesinado en 1997 por la policía de Mendoza mientras estaba de viaje de egresados. Por su caso fueron condenados el comisario Hugo Trentini como el máximo responsable, los tres uniformados acusados de golpearlo hasta la inconciencia, el cabo que lo cuidaba cuando escapó del Destacamento y una parapsicóloga que declaró haberlo visto con vida.

Miriam, un emblema en contra del gatillo fácil, también conversó con ANCCOM: “Para convertir tanto dolor en lucha creamos en Moreno la Casita de Sebastián, como un lugar de memoria. Hoy funciona allí un jardín maternal con 95 chicos”, contó y recordó la solidaridad que recibió cuando perdió a su hijo: “No estuvimos solos en esta lucha, fue colectiva junto a los vecinos y a las Madres de Plaza de Mayo. Hebe (de Bonafini) nos contactó con los abogados en Mendoza. Y cuando apareció el cuerpo, Pepa Noia (otra Madre) cortó la ruta con nosotros”.

Adolfo Pérez Esquivel, Horacio Pietragalla y Sergio Maldonado apuntaron contra las políticas del gobierno en materia social y de derechos humanos.

En otra sala del edificio, mientras tanto, se reunió la comisión de Lawfare (“guerra judicial” según su traducción al español), en donde se abordaron los casos recientes de persecución política, entre ellos el de Milagro Sala. Una de sus abogadas, Paula Álvarez, opinó que “con la asunción de Gerardo Morales en Jujuy comenzó la violación sistemática de las garantías constitucionales tanto para Milagro como para los integrantes de la organización Túpac Amaru”. Y añadió: “Con la creación del Ministerio Público de la Acusación, el Gobierno provincial garantizó la persecución y la violación de los derechos humanos que hoy se materializa, por ejemplo, en la ausencia de revisión de los juicios”.

La Casa de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora albergó dos comisiones, la de Memoria y Juicios de Lesa Humanidad y la de Comunicación. En la primera participó Pablo Llonto, abogado querellante en causas como la de los desaparecidos de La Tablada y la de Campo de Mayo. “Lo que se construyó hasta hoy nos tiene que dar fuerza hacia adelante. Para los que llevamos décadas nos duele el doble cada muerte de una madre, padre, familiar al que ya no podemos dar respuesta. Esa tristeza que nos embarga aún con las sentencias favorables es especial porque es una tristeza de victoria”, afirmó.

Y enumeró algunas consecuencias del tiempo sobre las causas: “Por ejemplo, las prisiones domiciliarias y los pedidos de libertad condicional de los genocidas, los miles de casos que más allá de los años que pasaron, no se supo a qué centro clandestino fueron llevadas las víctimas. Y posiblemente ya no lo sepamos, porque el nivel de información está llegando a su último goteo, es cada vez más difícil conseguir un sobreviviente que no haya hablado nunca. Les vamos a sacar jugo a las piedras y obtener la mayor cantidad de datos pero tenemos que ser conscientes de que la búsqueda de testigos directos y de documentación está llegando a sus últimos metros”.

Más de 1.800 personas llegaron a la exEsma para participar de la jornada de debates.

Pablo Verna, miembro de Historias Desobedientes junto a otros hijos de genocidas, también participó de la Comisión de Juicios. Él mismo presentó un proyecto de ley en el Congreso para modificar el Código Procesal en casos de delitos de lesa humanidad y que los familiares de los represores puedan denunciar y declarar contra ellos. “Es muy bueno haber colocado en el juicio por la Contraofensiva Montonera todo lo que escuché de mi padre y mi madre y aportar así a la reconstrucción de una verdad histórica, y que eso sirva para más memoria, verdad y justicia”, expresó.

Enfrente, en la Casa de la Militancia de HIJOS, funcionó la comisión de Trabajo y Derechos Humanos, y un poco más allá, en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, las restantes: Salud Mental, Identidad, Migrantes y Comunidad Afrodescendientes, Pueblos Originarios y Derecho a la Tierra, y Diversidades.

Manuel Gonçalves Granada, nieto restituido en 1997 y hoy parte de la Comisión Directiva de Abuelas, habló con ANCCOM antes del cierre del encuentro. “Entendemos que robarle la identidad a una persona es uno de los actos más violentos que pueden existir. A partir de que uno desconoce su verdadero origen, toda la construcción de su vida está basada en una mentira”, manifestó.

El abogado Pablo Llonto advirtió que cada vez queda menos tiempo para obtener información sobre el destino de los desaparecidos.

Al caer la tarde, en el patio del espacio de Abuelas se realizó el plenario de la jornada. Los representantes de los distintos colectivos presentes, diputados nacionales y provinciales, secretarios de derechos humanos de provincias y municipios y referentes varios, se juntaron para ver y escuchar a las personalidades a cargo del cierre: Lita Boitano, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, Taty Almeida de Madres – Línea Fundadora, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Horacio Pietragalla y el brasileño Luis Eduardo Geenhalgh, uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores y abogado de Lula Da Silva. Todos ellos coincidieron en seguir reclamando memoria, verdad y justicia y apostar al futuro con el cambio de Gobierno para terminar con el neoliberalismo que ha provocado la actual catástrofe social.

Catarsis amarilla

Catarsis amarilla

Banderas celestes y blancas cubrieron las barrancas de Belgrano al grito de #SiSePuede en la tarde del sábado 28 de septiembre. La marcha fue convocada por el presidente Mauricio Macri, quien encabezó el encuentro y dijo: “Hoy comienza la marcha del #SiSePuede. 30 días por todo el país, sabemos que un mejor país es posible y está mucho más cerca de lo que podemos ver”.

Apenas unas horas antes de las 17, se empezaron a replicar los hashtags #YoVoy y #SiSePuede en las redes sociales, al ritmo  en que los simpatizantes oficialistas iban llenando las inmediaciones del lugar emblemático: la estación elevada Belgrano C, una de las obras públicas que la gestión macrista inauguró en 2019. Para dar comienzo al acto hablaron la diputada Elisa Carrió y el candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto. Los dirigentes resaltaron que esta es una lucha por las libertades individuales y por la justicia. Pichetto sostuvo que “si gana Alberto Fernández gana Cristina, y va a gobernar ella” y la multitud estalló al grito de “delincuentes”.

A las 17.55 el Presidente arribó a la estación de tren que había sido cerrada por el operativo puesto en marcha para esperar su llegada desde Olivos en el ramal Mitre. Minutos antes subió a Twitter su foto en la formación junto a su esposa, Juliana Awada, acompañada del hashtag #YoVoy. “Empieza octubre de 2019. A los más jóvenes les quiero decir que en unos años sus hijos les van a preguntar dónde estaban y les vamos a contestar; ‘Estábamos haciendo patria’ «, dijo el Presidente para cerrar su discurso.

“A diferencia de otros espacios políticos, lo nuestro es por voluntad propia, venimos por nuestros medios. No venimos por el choripan o la gaseosa ni la bebida alcohólica”, dijo el Superintendente de Servicios de Salud de la Nación,  Sebastián Neuspiller. Varios carteles de la marcha reproducían estas concepciones: “No estoy acá por una ideología”; “No estoy acá porque me trajeron”; “No estoy acá porque me dieron algo a cambio”; “Estoy acá por mis valores y porque quiero una Argentina que progrese” y todos firmaban “#SiSePuede”. Los asistentes reconocieron no haber sido afectados mayormente por la crisis económica que se vive en el país. “A mi particularmente no me afectó la situación económica, entiendo que hay mucha gente que no la pasa tan bien, pero creo que hay que seguir aguantando y poniendo fuerza porque yapasó lo peor”, dijo Andrea Salatino de 46 años.

Al ser preguntados sobre las razones por las que asistieron a la marcha distintas personas sostuvieron que se manifestaban  porque no querían volver al pasado y porque tenían fe en laconstrucción de un país mejor. “El pañuelo del #SiSePuede es una esperanza, no es porqueme guste tanto Macri sino porque siento un desprecio profundo por el autoritarismo, porquese lo que pasó en Venezuela. No es justo vivir en un país en el que vos quieras salir y no te lo permitan”, contó Delia de 68 años, oriunda de Devoto. Y sí, en este momento de pañuelos-que marcan ideologías, el suyo era de color amarillo.

No sólo había banderas argentinas sino también algunas banderas venezolanas, de personas que emigraron a la Argentina. Es el caso de Soraida, de 25 años, quien contó a ANCCOM: “Hoy estamos en un momento clave en el cual se puede perder, porque creo que ningún país está exento de vivir lo que vive hoy Venezuela. Justamente porque se ha tratado de instaurar un modelo político como el cubano, que refleja algo transcrito de la Unión Soviética”. También sostuvo que era su responsabilidad como venezolana acompañar y contar lo que puede suceder si un “socialismo del siglo XXI” se instala en latinoamérica. El discurso se se repetía entre los manifestantes: “Si gana el Frente de Todos Argentina se convertirá en Venezuela”.

Las banderas albicelestes desconcentraron antes de las 19 por las calles de Belgrano cantando al unísono #SiSePuede. Los testimonios recogidos en la marcha dejan en claro los deseos del 32% de la sociedad que vota a Juntos por el Cambio. Los argumentos se centran en la esperanza –a pesar del presente osucuro- por un futuro de desarrollo económico, en la defensa de los derechos individuales y, sobre todo, en el desprecio por los pasados gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner.