May 16, 2019 | Comunidad, Géneros, Novedades, slider

Las mujeres trans son las más afectadas por la violencia.
El Observatorio Nacional de Crímenes de Odio hacia Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans -creado por la Defensoría LGBT, la Federación Argentina LGBT (FALGBT) y la Defensoría del Pueblo de la Nación- publicó su informe anual 2018 sobre crímenes de odio hacia la disidencia sexual. El relevamiento muestra que las mujeres trans son las más afectadas, con 59 muertes. Sin embargo, el informe advierte que los datos recolectados muestran números muy por debajo de los reales dado que existe un subregistro al que no se accedió porque muchos casos no son denunciados o, en otros tantos, no se registra a la persona asesinada como trans porque no se respeta su identidad de género. Por otro lado, un registro que llevan adelante organizaciones sociales como Mujeres Trans Argentina junto a personalidades como la religiosa católica Mónica Astorga Cremona, de Neuquén, contabilizó 79 muertes de mujeres travestis y trans, también para el año pasado. Además, en lo que va de 2019, treinta son los fallecimientos: una muerte cada 96 horas. Las defunciones registradas fueron por causa de asesinatos, suicidios y travesticidios o transfemicidios sociales, siendo estos últimos los más numerosos.
“Nosotras comenzamos a seguir y a tener un registro de los transfemicidios y los travesticidios sociales. Estos son las muertes de nuestras compañeras que no terminan con un expediente o un rótulo dentro de la Justicia pero que sí dan cuenta de que vivieron en condiciones de extrema vulnerabilidad en donde el Estado no garantizó el acceso a los derechos”, explica a ANCCOM Pía Ceballos, militante trans, referente de la Multisectorial de Mujeres y parte del directorio del Observatorio de Violencia contra las Mujeres de Salta. En relación al tema, Alba Rueda, referente trans y presidenta de Mujeres Trans Argentina detalla: “El travesticidio/transfemicidio social es una cadena de violencias que se inscribe dentro de un sistema opresivo. Tiene como último eslabón la muerte de las personas trans.” La discriminación hacia las mujeres travestis y trans es iniciada desde temprana edad y es una constante a lo largo de sus vidas. La cadena comienza con la exclusión familiar, seguida del acoso escolar, el consecuente abandono de los estudios, la no inclusión laboral y el maltrato en las calles, hospitales y demás instituciones, generando un promedio de esperanza de vida de entre 35 y 40 años.
Por otro lado, los asesinatos perpetrados hacia mujeres travestis y trans presentan la especificidad de ser efectuados con especial violencia. Al respecto, el Informe destaca que se realizan con saña, odio y de manera más brutal. A su vez, estas muertes no son aisladas: se encuentran dirigidas también hacia otras personas. En este sentido, Rueda explica: “El perpetrador no sólo violenta un cuerpo trans. Estos crímenes implican un mensaje social a toda la comunidad trans.”

“El perpetrador no sólo violenta un cuerpo trans. Estos crímenes implican un mensaje social a toda la comunidad trans”, señala Rueda.
El ataque a Mirna Antonella Di Marzo, ocurrido el 21 de octubre de 2018, que terminó en su muerte tras tres meses en coma, es un caso, entre otros, que reúne los elementos que caracterizan al transfemicidio o al travesticidio. La hermana de la víctima, Janet Di Marzo, cuenta que Mirna tuvo que abandonar sus estudios luego de haber cursado medio año en el secundario. “Se cansó de la discriminación. Además, las autoridades no hacían nada”, relata a esta agencia. También recibió maltrato en hospitales. Al respecto, Janet mencionó que su hermana tuvo complicaciones luego de operarse y que en los hospitales no la querían atender. El acoso se hizo extensivo a diferentes espacios públicos por lo que cuando salía mayormente iba acompañada de algún familiar. Con respecto a la vida laboral de su hermana, Janet aclara: “No tuvo nunca un trabajo. Llegó a la prostitución, a lo que llegan todas. El año pasado empezó de nuevo el estudio porque se había cansado. Tenía promedio 10. Se enojó conmigo porque yo dejé de estudiar.” El presunto asesino, José Gustavo Gareca, se encuentra detenido con prisión preventiva, y está imputado de haber atacado a golpes a Mirna a la salida de un boliche, provocándole las lesiones que terminaron en la muerte de ella.
Para el tratamiento de estos casos, el juicio por el travesticidio de Amancay Diana Sacayán cobra una importancia sin precedentes. Con una sentencia única en Argentina, su asesinato, cometido en 2015, fue calificado como travesticidio, siendo reconocido, de esta manera, como un crimen de odio hacia su identidad de género. Al respecto, la abogada feminista y militante lesbiana Luciana Sánchez explicó la importancia del uso de los términos: “Diana había trabajado sobre la necesidad de considerar los travesticidios y transfemicidios como crímenes con una etiología particular, con algunos puntos en común con los femicidios pero también con sus diferencias. En particular, su epidemiología es diferente: la incidencia del travesticidio en la población trans supera ampliamente la incidencia del femicidio en la población de mujeres cis y trans. Por eso es importante el travesticidio como un fenómeno a ser estudiado de manera particular y no como un femicidio más.”
Sin embargo, los obstáculos legales y administrativos siguen efectuándose de manera constante contra los derechos de las personas travestis y trans. “Hablar de crímenes de odio por discriminación hacia el género en la Justicia es todavía un tema pendiente, sobre todo ante la falta de formación técnica de actores con incidencia en estos procesos. Es evidente que los agentes estatales no tienen incorporado el enfoque de derechos humanos con perspectiva en diversidad de género”, señala José Lazarte, abogado de la familia Di Marzo.

Al respecto, María Rachid, secretaria general de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, comenta: “El proyecto para una nueva Ley Antidiscriminatoria Nacional fue presentado ya hace más de diez años y representado muchas veces por parte de la Federación Argentina LGBT y otras organizaciones de la sociedad civil. De hecho tuvo varios dictámenes favorables. El último fue de la Comisión de Derechos Humanos y la Comisión de Legislación General que tuvo un dictamen de mayoría importante, casi unánime. Sin embargo, nunca llegó al recinto y creo que tiene que ver con la poca prioridad que el oficialismo le da actualmente a leyes como esta.”
En este sentido, el 10 de diciembre de 2018, la Federación presentó un proyecto de reforma al artículo 2° de la Ley Nacional de Actos Discriminatorios Penales (N° 23.592) para incluir como agravante de un delito cuando éste es cometido por odio a la orientación sexual, género, identidad de género o su expresión. A su vez, desde 2013 se presenta cada año el proyecto de Ley contra el Acoso Escolar y varias organizaciones exigen la reglamentación inmediata de la Ley de Cupo Laboral Travesti-Trans, entre otras iniciativas. Además, en muchas provincias existen aún códigos de faltas y contravenciones con figuras como “la moral y las buenas costumbres”, “el decoro” y “la decencia” que frecuentemente son utilizadas para violentar y discriminar a la comunidad travesti-trans. Por caso, desde el Observatorio de Violencia contra las Mujeres de Salta se busca presentar un proyecto de ley para derogar el artículo 114 del Código Contravencional de la provincia. Mientras tanto, referentes de la lucha por los derechos travesti-trans y familiares de las víctimas esperan que se haga justicia por los travesticidios y transfemicidios acaecidos hasta el momento, que se efectivicen políticas públicas y se modifiquen las leyes necesarias para la inclusión de la comunidad y la defensa de sus derechos.
May 15, 2019 | Géneros, Novedades

Durante siglos, las mujeres fueron excluidas del mundo del arte. Es decir, existieron, pero no eran visibilizadas, estaban ausentes en los museos y en los libros de historia. De esa manera, para ellas el arte se convirtió en un espacio más por el que luchar.
Estrella de Diego, profesora de Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense de Madrid, expuso sobre la cuestión en el marco de la Semana del Arte, realizada el mes pasado en la ciudad de Buenos Aires. Entre otros espacios ella participó del Programa de Charlas Art Basel Cities, una serie de diálogos con oradores del ámbito académico, artístico e institucional. Allí reflexionó sobre la situación de las mujeres en el arte contemporáneo y describió su mirada sobre lo que acontece en la ciudad: “Es fascinante encontrar en Buenos Aires el interés que el feminismo despierta. Para las personas de nuestra edad que hace muchos años le venimos dando vueltas al tema, es enormemente satisfactorio y muy extraño”, destacó.
De Diego puso la escena en el contexto mundial y aseguró que los museos están cambiando. Sin embargo, cree que se ha replanteado una carrera de “sacar a la luz mujeres” que es un “poco absurda”. Considera que está bien que los museos se replanteen, pero opina que no tiene que salir todo lo que ha estado abajo. “Los museos tienen que ser inclusivos y no binarios. Muchas veces con ese afán de sacar a todas las mujeres de los depósitos se vuelve a repetir el binarismo”.
Para ella, es imprescindible no volver a repetir el modelo de exclusión. Según su visión, la teoría de género ayuda a tener una perspectiva “dúctil y no taxativa” sobre las cosas, que es lo que siempre ha hecho esta sociedad patriarcal. Lo dejó muy claro: no hay que cambiar un poder por otro. Insistió en que los estudios de género enseñan a estar alerta porque el discurso dominante siempre está mintiendo. “Si tú estás alerta, lo único que no tienes que hacer es caer en el binarismo, porque si estás alerta para una cosa tienes obligación de estar alerta para todas”. Para De Diego, lo que las mujeres quieren es tener una historia, saber de dónde vienen: “El problema fundamental es que las artistas en la historia no sabían de dónde venían, nadie sabía que existía Artemisia Gentileschi, ni Clara Peeters”. Para ellas estamos acostumbrados a un canon y muchas veces las mujeres lo rompen, “se les exige lo canónico y es un error”. Además, lamentó el hecho de que en los museos no se dé la opción de la diversidad.
La profesora también reflexionó sobre la equidad, ya que según advirtió, los porcentajes son muy debatidos en España: “Las niñas hasta hace poco no tenían ejemplos a seguir, no se hablaba de mujeres artistas, mujeres políticas o presentadoras de televisión. Si no has visto a nadie no te lo planteas”. Algo que diferenció de la escena local ya que en Buenos Aires hay muchas mujeres al mando. “En España ninguno de los museos importantes tiene al mando una mujer”. Y agregó que en Brasil muchas mujeres son las que más venden, pero disimulan y ejemplificó: “Durante muchos siglos hemos vivido frente a una cultura del disimulo, hemos estado acostumbradas a mandar sin mandar.”
María Laura Rosa, Doctora en Arte Contemporáneo y alumna de De Diego en la Universidad Complutense de Madrid, en diálogo con ANCCOM sumó su mirada sobre el estado del arte en relación al género. “Estamos mucho mejor que las artistas de los 80, que cuando fueron a pedirle el Centro Cultural Recoleta a Osvaldo Giesso para hacer Mitominas, les dijo que nunca les habían dado el lugar a mujeres, es más, que nunca habían expuesto mujeres artistas ahí, y finalmente se los dio. Entre eso y hoy, 40 años después estamos mejor. Pero sigue habiendo mucho machismo dentro del sistema, básicamente es un sistema desigual”, describe la docente e investigadora adjunta de Conicet por el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Rosa explicó que durante siglos estuvo ausente la figura de la mujer en la escena artística pero que la situación está cambiando: “Hace algunas décadas las mujeres que tenían conciencia eran las feministas y algunas pocas más. Con conciencia me refiero a darse cuenta del lugar opresivo que tienen en el sistema, el lugar que ocupás por tu género. Ahora tengo alumnas que le reclaman a los docentes por qué no están dando mujeres en periodismo, historia”.
María Laura Rosa es, además, docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y sus investigaciones están relacionadas a cuestiones relativas al arte y la teoría feminista en Argentina y Latinoamérica. “En mi generación tranquilamente transitabas por toda la carrera sin preguntarte por qué no te habían dado una sola mujer. Yo fui consciente de eso cuando tuve a De Diego, porque era mi única profesora, de una carrera de 30 materias, que daba material sobre una mujer”, confesó.
Rosa también diagnostica la situación del arte con números y ejemplifica cómo se están pensando las exposiciones en los museos de la ciudad. Comentó que el porcentaje de mujeres en la colección estable del Museo de Arte Latinoamericano (MALBA) bajó en plena ola verde a 12,55%, y que por otro lado, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) que se resistía al ingreso de mujeres, ahora tiene una gran inclusión en toda su curaduría. Con respecto al Museo Nacional de Bellas Artes, indicó que por un reclamo social están empezando a sacar de las bodegas a grandes artistas argentinas de fines del siglo XIX.
Concluyó diciendo que en el 2016 surgió una organización llamada Nosotras Proponemos que comenzó a vigilar la inequidad en el arte: “Es una cuestión de justicia, hay que nombrar mujeres en un jurado, porque en nuestra carrera el 80% son profesionales mujeres.”
May 9, 2019 | Géneros, Novedades

Graduadas y estudiantes organizadoras sostienen la placa «Sección transfeminista Lucía Perez».
“Es bastante increíble haberlo logrado. Nos emociona un montón”, dicen las creadoras del proyecto al ver el salón de actos lleno de estudiantes. La primera biblioteca transfeminista es hoy una realidad en la prestigiosa Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini.
La idea surgió el año pasado con un grupo de WhatsApp formado por cuatro egresadas de la promoción 2008. “Todos los días se sumaban más compañeras y terminamos siendo 60”, cuenta una de ellas. En un primer momento, apenas buscaban organizarse para que la plata recaudada en la celebración por los 10 años de egresados fuera destinada a algo concreto. “No se sabe bien qué pasa con la recaudación de esos eventos. La plata queda en una caja, pero se devalúa. Hay una cuestión de ineficiencia”, agregan.
Al principio tenían distintas propuestas, pero finalmente optaron por el armado de una sección transfeminista en la biblioteca del colegio. La idea responde al cambio de paradigma a partir de los debates por la legalización del aborto y las marchas del Ni Una Menos. También, escucharon a las nuevas camadas de egresadas que pusieron palabras donde antes hubo silencio.
“Hace 10 años la violencia de género había sido invisibilizada por nosotras mismas porque no teníamos categorías para explicar lo que nos pasaba. No lo vivíamos como algo colectivo sino individual”, dicen las graduadas. Por eso, pensaron en una biblioteca para que “haya libros que pasen de mano en mano y lleven a descubrirse, preguntarse y organizarse para salir a las calles todas las veces que sea necesario en defensa de nuestros derechos”.
De la propuesta inicial de la biblioteca -en aquel evento de los 10 años- a la inauguración el viernes pasado, el camino no fue fácil. “Las autoridades minimizaron la biblioteca. Les costó pensar que fuera algo probable”, cuenta Eugenia Marino, secretaria general del Centro de Estudiantes. Gracias a la militancia de las alumnas y al trabajo en conjunto con las graduadas se pudo avanzar en la gestión. “Es emocionante que gente que se fue del colegio hace 10 años traiga este proyecto. Nunca pasó”, afirma Marino.

Luciana Peker, Lara Bertolini, Eleonor Faur y graduadas en la inauguración.
Con el dinero recaudado, el Pellegrini compró 20 libros, pero se logró duplicar la cifra con donaciones de autoras, organizaciones y referentes feministas. Todas las decisiones se debatieron con las estudiantes, desde el nombre de la biblioteca hasta qué libros comprar. Se eligió llamarla Lucía Pérez en honor a la joven de 16 años violada, empalada y asesinada en octubre de 2017 en la ciudad de Mar del Plata. Para las graduadas, el caso fue tratado mediática y jurídicamente desde un lugar en el que se bastardeaba a la adolescente y se la responsabilizaba por ser rebelde. Por eso, consideran importante que la biblioteca lleve su nombre para visibilizar la lucha contra la violencia machista. “La elección tiene todo el sentido del mundo -dice Marino- queremos que el femicidio tan terrible que sufrió una piba de nuestra edad esté presente con nosotras cada vez que agarremos un libro”.
En cuanto al uso de la categoría transfeminista, una de las graduadas, Albertina Neumark, explica: “Buscamos incluir a otros y a disidencias, a todo aquel que se pueda sentir interpelado. Queremos que el proyecto sea lo más amplio posible y dinamice vínculos con autores y textos. También, otro objetivo es contribuir a la implementación transversal de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI). Y una biblioteca transfeminista fue lo que se nos ocurrió para que eso sucediera”.
A comienzos de este año, la escuela lanzó un aviso institucional para anunciar la inauguración de la biblioteca. “Escribieron ‘los graduados’ en vez de utilizar el lenguaje inclusivo -relatan las egresadas con enojo- Y nosotras queríamos hacer otra cosa: una apertura con referentas feministas y las pibas para representar el vínculo con las estudiantes”.

La rectora, Ana Barral, terminó dando marcha atrás y la inauguración finalmente fue el viernes pasado. Hubo actividades con entrada libre y gratuita desde las 10:30 hasta las 21. Los estudiantes que estaban en clase pudieron asistir con la autorización de la Rectora.
La jornada arrancó con la presentación de los libros Gorda vanidosa y La marea sindical, con la presencia de sus respectivas autoras, Lux Moreno y Tali Goldman. Al mediodía, hubo un conversatorio sobre fútbol feminista, disidente y antipatriarcal que contó con la presencia de Macarena Sánchez, la primera futbolista en firmar un contrato profesional en el país, y otras referentes como Mónica Santino, Anuka Fernández Fuks, Sofía Rodríguez Pugia y Micaela Cannataro.
Por la tarde tuvo lugar una charla con Suzy Qiú y Agustina Paz Frontera, las creadoras de Caja de herramientas, la serie web de educación feminista producida por la Universidad General Sarmiento en alianza con la Universidad de José C. Paz.
La última actividad del día estuvo a cargo del panel central titulado La revolución de las hijas y la construcción de identidades, en alusión al libro de la periodista Luciana Peker, quien estuvo presente junto con la activista travesti, Lara Bertolini, la investigadora Eleonor Faur y Emilia Viacava, una ex alumna del colegio Nacional Buenos Aires que en abril de este año denunció por abuso a un coordinador de viajes de estudio.
Las organizadoras recalcaron la predisposición de todas las invitadas para colaborar gratuitamente: “Tiene que ver con la impronta feminista. Las mujeres hacemos trabajos no reconocidos pero que también son valiosos.”
La inauguración fue un éxito y los estudiantes participaron ampliando el debate. Tal es el caso de una alumna que pidió la palabra para explicar la necesidad de la aplicación transversal de la ESI: “Toda la educación sexual que tenemos se reduce a ponerle un preservativo a una zanahoria en primer año. Hasta en el Pelle, que es tildado de progre, falta la ESI. Les alumnes exigimos a la institución más información. Hoy el Pelle está muy atravesado por el feminismo, pero eso no pasa en todo el país. Hay chiques de otros colegios que se sorprenden cuando ven todo lo que logramos.”
La jornada terminó con un pañuelazo en el salón de actos y una clara afirmación: “Hoy ya no estamos ni nos sentimos solas. Hablamos porque otras y otres hablaron. Hablamos para que otras y otres hablen. Nos estamos pasando la posta, y no vamos a parar. En el Pelle y en todos lados, ¡No nos callamos más!”.

Abr 17, 2019 | Géneros, Novedades

El uso del lenguaje no binario fue el gran eje de todos los debates.
“Nunca una letra tuvo tanto contenido como la ‘e’”, dijo una de las moderadoras de mesa, resumiendo a la perfección el primer Congreso de Lenguaje Inclusivo, organizado por la Secretaría de Género y Niñez de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires y llevado a cabo en la Universidad Nacional de la Plata (UNLP). Con fuerte presencia de la comunidad LGBT+, los debates se fueron desarrollando a lo largo de dos días de ajetreada actividad.
Para les oradores y planificadores de este evento, fue el cumplimiento de un sueño. Durante la presentación, Karina Nazabal, secretaria de Género, Niñez y Adolescencia de la Defensoría del Pueblo, optó por usar la palabra “encuentro”, para ilustrar cómo en esos dos días, 11 y 12 de abril, se cruzaron un sinfín de historias de mujeres, travestis, trans, y otras disidencias sexuales. “Somos un gran tejido, una gran red, pero, sobre todas las cosas, un gran grupo humano, una familia, que sostenemos, desde nuestro lugar, el mundo más justo e igualitario que soñamos”, explicó Nazabal a ANCCOM.
El lenguaje inclusivo tuvo una importante impulso el año pasado, cuando la letra ´e´ empezó a utilizarse con mayor asiduidad como manera de expresar la inclusión.

“Visibilizar experiencias despierta consciencias”, dijo Gabriela Mansilla.
“Visibilizar experiencias despierta consciencias”, dijo Gabriela Mansilla, madre de una niña trans y parte de la Asociación Civil Infancias Libres. Para la activista, la tarea es encontrar un tercer lugar, ya que el lenguaje inclusivo incumbe a la corporalidad. En el panel de “Niñeces”, mostrando el ejemplo de su hija, explicó cómo la comunidad travesti se ve en riesgo por la necesidad de encajar en los estándares binarios de género impuestos por el sistema de salud. “Decir ‘si sos mujer, parécete a una mujer’ tiene que ver con lo que nombramos, con lo que entendemos de los cuerpos”, explicó Mansilla.
Una de los fundamentos de esta nueva forma de hablar es que lo que no se nombra no existe. Una lengua que sólo refiere a hombres excluye de su universo a una amplia gama de identidades. “Existe un entrenamiento patriarcal internalizado, que son formas de control que el lenguaje naturaliza”, expuso Ro Ferrer, ilustradora de la editorial Chirimbote.
En ese mismo panel, Jorge Víctor Ríos, activista gay y docente de la provincia de Misiones, remarcó el carácter contestatario y rupturista de la e, pero también advirtió que paulatinamente se va llegando a un consenso con respecto a su uso. Al crearse reglas, surge una tensión, pero “luego vendría algo más”, argumentó Ríos. “Quedaría la lucha por democratizar el lenguaje y la sociedad. El lenguaje es una de las armas, pero no es una imposición”.
Sus palabras terminarían siendo un augurio. No menos de una hora después, en la mesa “Lo instituido y lo instituyente”, expusieron dos lingüistas con miradas opuestas con respecto al lenguaje inclusivo. Mientras que Angelita Martínez, del Centro de Estudios e Investigaciones Lingüísticas de la UNLP, consideró que la lengua es un instrumento comunicativo, y su uso es creativo y su sintaxis motivada, el otro panelista fue su antítesis. Daniel Molina, escritor y crítico licenciado en Letras de la Universidad de Buenos Aires, le preguntó al público oyente “¿Qué culpa tiene el castellano?”.
Su ponencia fue la voz disidente en un congreso en el que todos parecían estar de acuerdo. Para Molina, el español es neutro y no nació machista. “El lenguaje inclusivo es metido artificialmente, es un apósito, una solución falsa para un problema que no existe,” expuso el crítico. Sus palabras no dejaron a nadie indiferente: los espectadores, que durante los otros paneles de la jornada habían escuchado en silencio, lo interrumpieron repetidamente con cuestionamientos y contraargumentos. El acalorado ida y vuelta resultó inútil, porque nadie dio el brazo a torcer.

Los paneles se desarrollaron durante dos jornadas a sala llena.
El ambiente cargado se disipó poco después, cuando uno de los invitados a la mesa de cierre entró bailando al auditorio. Danna Galán, activista drag de Bolivia, llamó a usar el lenguaje inclusivo como una herramienta para pensar la historia colonizada y patriarcal y empezar a escribir una propia. “El lenguaje es más que una letra, es un debate político, cultural, y de identidades de género,” sostuvo Galán.
Nazabal fue la última oradora de un congreso que no se adecuó a las convenciones tradicionales y académicas de estos eventos. “Mi feminismo es no binario, y su categoría política para construir es el amor. Nombrarnos como todes es nombrarnos y reconocernos desde el amor”, concluyó la funcionaria.

Abr 10, 2019 | DDHH, Géneros, Novedades

Los vecinos de Floresta aseguran que aumentaron los intentos de secuestros en la zona.
El jueves 21 de marzo, una denuncia anónima alertó sobre el funcionamiento de un prostíbulo en Juan B. Justo 6162. La policía se hizo presente en el lugar y clausuró el inmueble, pero los vecinos y vecinas de Floresta observaron que la faja que impedía el ingreso, no tenía ninguna inscripción.
Con el correr de los días, los habitantes del barrio advirtieron que el prostíbulo seguía funcionando y se organizaron de manera espontánea con el objeto de denunciar la red de trata. El 3 de abril un grupo de vecinos y vecinas escracharon el lugar.
La primera semana de abril, las cadenas de whatsapp se convirtieron en el medio de comunicación más usado. Las pibas del barrio, se manejaban informadas gracias a las tecnologías. Las chicas ya venían alertando sobre el aumento de intentos de secuestros en la zona, a través de relatos en primera persona o en tercera, pero con detalles precisos de calle, horario y modalidad. La metodología era coincidente: bajaban dos hombres de un auto y trataban de meterlas a la fuerza. Muchas no denunciaron, por miedo, y otras comentaron que en la comisaría no pudieron hacerlo.
El temor y la cantidad de casos llevó a estas chicas a confeccionar un mapa de la zona con todos los puntos en los que hubo intentos de secuestro. Lo viralizaron para alertar a la población.

Unos 80 vecinos se movilizaron alertando sobre una red de trata que tiene en vilo al barrio.
Relatos entrelazados
El jueves 4 la esquina de Nazca y Juan B. Justo comenzó a poblarse de chicas con el mate, madres con pibes, vecinos sueltos, integrantes de unidades básicas y del Centro de Estudiantes del Terciario Juan B. Justo.
El murmullo de los grupitos iba hilando historias que confirmaban los sucesos viralizados, les ponían nombres y parentescos. Esa cercanía afectiva, los convertía en verdades, les daba un rostro.
Los vecinos marcharon por la avenida Juan B. Justo. En el camino, el contingente se detuvo en la puerta de la casa sospechada para realizar un escrache. Los cánticos, los tambores y el olor del aerosol emanaban indignación e impotencia. Las veredas y las paredes se tiñeron de escritos contra la trata y los vecinos y vecinas que se encontraban cerca comenzaron a salir a ver qué pasaba.

Los manifestantes organizaron un escrache frente a una casa sospechada de funcionar como prostíbulo.
Ver, oir, percibir olores
Voces sin nombre, por miedo, y con mucha proximidad a la casa escrachada, le expresaron a ANCCOM, que no denunciaban el lugar porque tenían hijas mujeres y temían por ellas.
Un vecino declaró que no había escuchado nada en esa casa, pero que veía por su ventana hacia la terraza del lugar y le llamaba la atención la cantidad de colchones desparramados, mujeres sin ropa, la presencia de hombres y una pileta de lona.
En la movilización estaba presente la denunciante anónima. Ella decidió seguir preservando su identidad, pero le contó a ANCCOM que vive a la vuelta de la casa sospechada de funcionar como prostíbulo y que se dio cuenta de lo que se hacía ahí adentro cuando pasó una tarde y “desde las ventanas salían unos tubos grandes, como extractores, con olor a perfume y a encierro”.
Ella relató con firmeza que había hecho la denuncia porque tenía hijas mujeres, que la Fiscalía se había presentado en su casa y tenía que ir a declarar en unos días. Necesitaba conseguir más testigos, pero le resultaba difícil, mucha gente tenía miedo. Sin embargo, Vecinos de la Asamblea Floresta (así se conformó el grupo de whatsapp) decidieron acompañarla.
El grupo continuó camino a la Comisaría 43. Al llegar, la policía armó un muro humano color bordó frente a la puerta. Los vecinos y las vecinas elevaron el volumen de los cánticos. La tensión se potenció. El comisario se presentó y pidió reunirse con un grupo reducido. Cuatro chicas y chicos siguieron al comisario Aldo Minola hasta su oficina.
Una de las pibas le dijo a Minola que había una red de trata con connivencia de la policía en el barrio y que el prostíbulo seguía funcionando. En una atmósfera muy tensa, el comisario elevó el tono de voz, exigió pruebas y pidió la dirección de la casa en cuestión. En el pasillo se amontonaron tres oficiales. La militante les dio la dirección exacta y todos voltearon la cabeza sobre el mapa de comisarías de CABA.
Juan B. Justo 6162, no pertenecía a la jurisdicción de la Comisaría 43, por dos cuadras. El dato descomprimió la tensión. Entonces comenzó una conversación. En ella se planteó todo lo acontecido, el Comisario decidió dar parte a la fiscalía correspondiente para ver qué se podía hacer y se retiró de la oficina. Sólo dos oficiales se quedaron con el grupo reducido durante la hora restante que duró la averiguación.
Las chicas comenzaron a hablar de feminismo con los oficiales. El diálogo siguió con pasajes tensos y terminó con la contestación del policía: “Obedecemos a los políticos de turno. Para eso nos pagan”.

Pedagogía policial
Cuando volvió el comisario, expresó que de la Fiscalía le habían explicado que si hay un policía presente en una situación de intento de privación ilegal de la libertad, se hace una intervención de oficio, “porque los agarrarían con las manos en la masa”. Pero en caso de que no hubiera un oficial cerca, hay que hacer la denuncia y la figura legal es acoso callejero, que es una contravención.
Las chicas se inquietaron porque no resolvían la cuestión. El comisario aclaró que, como se trataba de intentos de privación ilegal de la libertad, la figura recae sobre el fin, es decir, si los secuestros son con el objetivo de trata de personas o con el de extorsión. Si se corroborara alguno de esos fines, sería penalizable, pero como esos casos referían a “intentos” no podían presuponer el fin.
La autoridad policial pidió el mapa que confeccionaron las pibas y se anotaron las direcciones que correspondían a su jurisdicción. Se comprometieron a patrullar más la zona y a cambio solicitaron convencer a las otras chicas de hacer las denuncias para poder tener la mayor cantidad de datos posibles. Una de las adolescentes dijo que no les tomaban las denuncias. El comisario contestó que tenían que insistir.
A través de ONG La Alameda se confirmó que en esa causa actúo la Policía Federal, División de Trata, y quedó asentada en la Fiscalía Nº 8, especializada en Trata y Explotación (PROTEX), ubicada en Perú al 500.

Tras el escrache, los vecinos se dirigieron a la Comisaría 43.
Mar 27, 2019 | Géneros, Novedades

Mercedes D´Alessandro, Ana Malimacci y Tina Gerhäusser analizaron el lugar de las mujeres en la economía.
Niñas, adolescentes, mujeres adultas, trans, féminas de todas las edades se sintieron convocadas en el Teatro Nacional Cervantes el sábado 23, por la Asamblea de Mujeres. El evento, que comenzó a las 11 y se extendió hasta pasadas las 22, incluyó las ideas de numerosas personalidades entre las que se destacaron: Dora Barrancos, Nora Cortiñas, Diana Maffia y Rita Segato, entre otras.
En ese contexto, a las 17: 30, se desarrolló la charla “De la fábrica incendiada al techo de cristal: trabajo y desigualdad de género”. La exposición tuvo como eje la desigualdad de oportunidades y la explotación hecha carne en los cuerpos femeninos, ya sean empleadas domésticas, ejecutivas, políticas o migrantes. Con moderación de Liliana Hendel, la economista Mercedes D’Alessandro, la socióloga Ana Malimacci y la periodista alemana Tina Gerhäusser expusieron sus perspectivas.
Invisible
“Hay un montón de horas que se dedican a un trabajo particular que no está pagado en ningún recinto de nuestras vidas. Es el trabajo que hacemos las mujeres en los hogares: cocinar, lavar, planchar, cuidar a los niños y niñas o a alguna persona enferma o que tiene alguna discapacidad. Son jornadas larguísimas”, explicó Mercedes D’Alessandro, fundadora de Economía Feminista, una asociación civil que inicialmente comenzó como un medio de comunicación para difundir temas que hacen a la desigualdad de las mujeres desde lo económico y desde la perspectiva de género.
Una encuesta en Argentina sobre el uso del tiempo, arrojó que, “en promedio las mujeres dedican alrededor de 6 horas diarias a las tareas domésticas, casi una jornada laboral adicional a la jornada laboral paga”, afirmó la economista. “Esto es algo que, en la economía, como ciencia, ha estado invisibilizado porque estudiamos lo que tiene precio. Pero que no tenga un precio, no significa que no tenga un costo”.
D’Alessandro subrayó que, en Argentina, las mujeres ganan, en promedio, un 27% menos que los hombres. Pero, además, cuando las mujeres tienen trabajos precarios de media jornada, considerados como ‘changas’, ese distancia trepa a un 38%.
Las trabajadoras precarias son el 37% del total de las trabajadoras. Dentro de ese conjunto, el rubro que se impone en Argentina –igual que en toda Latinoamérica- es el de empleada doméstica. Ese rubro, a la vez, posee un 76% de tasa de informalidad.
La economista citó otros ejemplos paradigmáticos, como las maestras y las enfermeras. Estas profesiones han sido tradicionalmente femeninas, desde 1800 en adelante. No solo que suelen ser tareas mal pagas, sino que mientras la mujer es la enfermera, el hombre es médico cirujano o quien ocupa el cargo directivo en un establecimiento educativo.
“Cuando nos preguntamos, en Argentina, por qué las mujeres menores de 29 años tienen un 21.3% de desocupación –explicó D´Alessandro-, podemos entender que nos cuesta más conseguir un empleo en ese rango etario, porque existe la posibilidad de que seamos madres. La maternidad es un factor de penalización en el mercado laboral”.

Rita Segato, Nora Cortiñas, Diana Maffia y Dora Barrancos fueron algunas de las participantes en las jornadas del Teatro Cervantes.
Distancias
Ana Mallimacci, trabaja en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de Filosofía y Letras e investiga temas relacionados con la problemática de la migración y el género. “Las mujeres migrantes están sujetas a similares condicionamientos que los varones que migran -dijo-. Pero hay ciertas especificidades: la maternidad marca un punto de inflexión en las trayectorias y no sucede lo mismo con la paternidad. Muchas veces deben sumar, entonces, al trabajo no remunerado de cuidados, la necesidad de sostener económicamente al hogar porque muchas de estas mujeres son de hogares monoparentales”.
El envío de dinero no es suficiente para ser “una buena madre”, ironiza Malimacci. Al igual que el resto de las mujeres, cuando migran con sus hijos e hijas, estén en pareja o no, la feminización de los cuidados, condiciona su forma de inserción laboral.
“Sobre los varones migrantes se puede pensar que van a trabajar y se van a ir –señaló-, pero cuando aparece la mujer migrante, se lee como un indicio de deseo de permanencia. Y cuando permanecen los migrantes es cuando se pueden cometer abusos, especialmente con bienes y servicios del Estado”.
La segunda cuestión que destaca la socióloga es que las mujeres migrantes, sin importar sus credenciales en su lugar de origen, suelen insertarse en empleos vinculados al sector de cuidados remunerados. Mal pagos, porque se suponen no calificados. Además, agregó, subyace un debate moral acerca de si esa persona es ‘de confianza’.
¿Quiénes cuidan lo que nosotras no podemos? ¿En qué condiciones lo hacen? ¿Cuánto de las consignas del feminismo más clásico descansan en ese trabajo mal pago y precarizado que solo realizan algunas mujeres? ¿Es posible pensar un feminismo que deja afuera a estas mujeres? El cuidado, parece, no solo está mal distribuido entre varones y mujeres, sino entre mujeres por cuestiones de clase, raciales y étnicas.
La periodista Tina Gerhäusser, entre otras cuestiones, investigó la migración en Mali. En el debate, aporta que “en su afán de avanzar, una mujer que le paga a otra, transfiere la responsabilidad de la carrera”. Las mujeres en posición de mando en Alemania, según ella, sufren un quiebre cuando tienen un hijo o hija, porque pierden ingresos, ganan el 61% de lo que ganaban antes.

«Las mujeres ganan, en promedio, un 27% menos que los hombres», dijo D´Alessandro.
Mandatarias
D’Alessandro destaca que en Argentina hubo presidentas. Además, reflexiona sobre el hecho de que cuando Cristina Fernández de Kirchner ocupó su cargo, durante dos períodos, fue la primera vez en la historia de Latinoamérica que hubo cuatro mujeres presidentas al mismo tiempo; Dilma Rousseff en Brasil, Laura Chinchilla en Costa Rica y Michelle Bachelet en Chile. En la historia de nuestra región hubo solamente 10 mujeres presidentas. “Este dato, en 2019 nos debería llamar la atención, porque hoy, por ejemplo, a nivel mundial hay un 10% de mujeres al mando de sus países. Y en este momento, en América Latina y también en América del Norte, no encontramos a ninguna mujer al mando de su país”.
Una experiencia interesante para mencionar en la actualidad es el gabinete de ministros del mexicano López Obrador que tiene paridad por decisión política. Por primera vez, además, en el país azteca funciona un parlamento de mujeres. Sin embargo, D´Alessandro advierte: “A las mujeres nos sientan a hablar de los temas de las mujeres y a mí, como economista, por ejemplo, me llaman para tratar temas de género y economía y no para hablar del dólar, de la crisis, de la devaluación, como si pudiese opinar solo de trabajo doméstico.”
“Este año hay elecciones en Argentina y hay una ley de paridad que se obtuvo en el año 2017, que implica que debe haber 50% de varones y 50% de mujeres intercalados –recuerda D´Alessandaro-. Cuando inició su gobierno Mauricio Macri, había un 13% de mujeres en el gabinete. Ahora hay un 20, por la reducción de carteras. Hoy los lugares que tienen mayor participación de las mujeres son la Cámara de Diputados y el Senado. En el Congreso hay en promedio un 38% de mujeres. Ellas llegaron a sus puestos a partir de la ley de cupo, de 1991, que postula que tiene que haber un 30% de cargos ocupados por mujeres. Donde no hay estas cuotas de género o de paridad, las mujeres no llegan”.
Gerhäusser explica que en Alemania hay ley de cupo, en los consejos de administración, en el ámbito de los funcionarios. También en la Deutsche Welle, donde trabaja. “Incluir cupos es solo una parte, también está el deseo de crecimiento ¿Por qué no puede haber modelos más flexibles para conducir una empresa? Creo que tener una carrera es como tener un hijo, se le pone pasión y también el derecho a desgastarse. Los empleadores ponen presión para producir. En Alemania si bien hablamos de estos temas, no pasa nada.”
Liliana Hendel avanza un paso más: a la exigencia de cupos, también le suma sororidad. “Tenemos la experiencia de una enorme cantidad de mujeres que tienen un pensamiento mucho más patriarcal y misógino que los hombres. De ninguna manera es la biología la que define las alianzas. Lo saben quienes están en el colectivo de la disidencia sexual y lo sabemos las mujeres que hemos visto con alegría la llegada de otras a ciertos puestos y después nos encontramos con una enemiga de nuestros propios derechos. También esto tiene que ver con señalar los límites de la exigencia de la paridad, porque no solo es necesario más mujeres feministas al frente. Sin estudios de género y sin un compromiso con esos estudios en la función, con la biología no alcanza”.
