“Con la política de la motosierra, todo pende de un hilo”

“Con la política de la motosierra, todo pende de un hilo”

Tiktoker, y analista política, Gabriela Ivy logró construir una comunidad de más de 70 mil seguidores en sus redes. Con su toque inclusivo y crítico, comparte diariamente información y combate estoicamente a los haters, a quienes ha bautizado “liberpijis”.

“Buen día reinas, estoicas y etéreas”. Con este saludo a sus seguidoras, Gabriela Ivy comienza a difundir en historias de Instagram las noticias de la semana, que actualiza minuto a minuto. Analiza desde su lugar como estudiante de Ciencia Política las medidas anunciadas diariamente por el Gobierno, critica con su humor moderno e incorpora modismos de las nuevas generaciones. Es así como se ganó el apoyo de una comunidad que crece todas las semanas, al representar una figura que no encuentran en los medios tradicionales.

La casa de Gabriela es su set de grabación. Con sus cómics, sus plantas, sus pelucas, el escritorio en el que se sienta a grabar sus vídeos y su bola de boliche tirada en una esquina, el espacio representa un caleidoscopio. En este mano a mano con ANCCOM, comparte su proceso de transición, la incursión en redes sociales, su camino en la política y su lectura del panorama actual.

Gabriela Ivy viene del partido de San Martín, de José León Suárez. “Soy una persona que estudió y se formó en la educación pública, que se crió en ambientes hostiles, lo cual me ha ayudado hoy a lidiar con las amenazas y con los insultos en las redes sociales. Al ser una mariquita desde siempre -porque se nace marica- mi pasado también me ha preparado para enfrentar, desde distintos puntos, las situaciones que surgen en mi día a día y la violencia en redes, en la calle, la discriminación, y más en un contexto como el actual, con un gobierno de derecha y un nivel de conservadurismo LGBTodiante. Me considero una persona intensa, y esa intensidad me ayudó a construir lo que tengo y soy ahora, sobre todo al ser reactiva. Soy la clase de persona que cuando me dicen “Che, no hagas esto, no te conviene”, a mí me dan más ganas de hacerlo. Ese es mi origen, eso es lo que me mueve”. 

 

Transicionaste en un momento de desinformación, ¿se convirtió en tu primera gran herramienta para comunicar en redes?

Fue la excusa perfecta. Buscaba cómo tramitar el cambio del DNI, y no había información al respecto. Así que, en el proceso de preguntar y chocarme con paredes, decidí volcar todo esto en un material audiovisual. Así comenzó todo. Empecé con el proceso de hormonización, algo que nunca me sedujo demasiado. Primero porque estoy muy conforme con mi cuerpo, pero sí me pareció importante hacerlo porque me topé con un montón de cosas sobre el sistema médico que es bastante discriminador. Me enfrenté con los médicos y elevé denuncias al Ministerio de Salud por destrato. Todo eso lo volqué en mis redes, compartí mi propio proceso mientras lo iba navegando. De repente, iba desayunándome con las vivencias, una imagina, piensa o cree cómo será el proceso, pero termina siendo muy distinto. La transición es algo que no se termina nunca, porque todo el tiempo te estás descubriendo. Pero lo bueno de eso, cuando hacés ese clic de decir “a partir de ahora soy pirula”, es esta cuestión de que ahí te permitís hacer lo quieras. Si te da curiosidad, ya tenés el coraje de ir y hacerlo. Me hormonée un año y medio cuando dije: “No, esto no es para mí”. No es necesario hormonizarse o hacer un cambio de DNI para transicionar, yo lo hice para mojarle más la oreja al Estado, a los conservadores, a los odiadores. Exponerme así, de esta manera, también forma parte de mi proceso de transición, porque pretransición no me hubiese animado a bancarme todos los insultos que me banco ahora. Te empodera, desde otro lado tu ser mismo quiere salir cuando no puede más, por más que intentes taparlo te empezás a sentir mal, te empieza a agarrar depresión, te sentís incómoda con vos misma porque hay algo que quiere salir, que ya no puede estar más encerrado. En aquel momento, irrumpió la segunda oleada feminista, la lucha por la interrupción voluntaria del embarazo, y eso me militarizó bastante. Cuando empecé a militar el feminismo, al ver las marchas encontré un movimiento tan sólido que me ayudó a decir “vos podés transicionar, vas a tener algo que te cubra, que te contenga”. Recuerdo que después de una de las marchas, fui a un barcito al que iba siempre sola, y me senté en la barra y me di cuenta que era el momento. Al otro día fue cuando le dije a mi jefe que iba a cambiar el DNI, sin saber mi nombre.

 

 

 

 

¿Cómo encontraste tu nombre?

Quise elegir el nombre con el que hacía shows de transformismo, Luxuria. Pero hablando con mi psicólogo me di cuenta que tenía que separar la persona del artista. Siempre me llamó la atención que los Gabrieles y las Gabrielas de mi vida habían sido personas importantes. ¿Por qué no ser yo mi propia persona importante? Quiero formar parte de esos Gabrieles y Gabrielas, es más, como soy una persona trans no binaria, ‘Gaby’ no tiene una binariedad. Ivy porque me gusta DC Comics y amo a Beyoncé, uní ambas cosas. La hija de Beyoncé se llama Blue Ivy y Poison Ivy es un personaje de Batman que encima es colorada, cerró por todos lados. Me pareció perfecto, y el Ivy fue medio marketinero, lo pensé también como un branding, mi propia marca. Pensé: “De acá va a salir todo lo que siempre quise” como hacer shows, música, que la gente me salude en la calle

 

¿Cómo reaccionó tu entorno?

Hubo gente que se fue, pero muchas personas nuevas se acercaron. Al final fue positivo. Si una persona cercana y querida se aleja porque no acepta que su amiga transicione, me hizo un favor. De hecho, fue muy parecido cuando empecé a hacer el contenido de política; también mucha gente se fue por difundir este tipo de información, expresar mi opinión, hacer análisis políticos. Hablar de política fue como una salida del clóset. Soy muy estructurada, me mentalicé y me preparé para todo lo malo que iba venir cuando tomé la decisión de transicionar. Cuando transicionás, hay mucho varón que te dice confundido “cómo que no sabés lo que sos”. Al contrario, cuando transicionás ya tenés demasiado en claro qué es lo que sos. Cuando dije: “A partir de ahora soy Gabriela” fue como tener que firmar un contrato donde sé que hay una sociedad LGBTodiante, que voy a tener que enfrentar toda mi vida. Me parece más peligroso ir por la calle y que se me cruce alguien a insultarme, que pueda tener un arma o lo que sea, a que lo haga alguien en un comentario. Esas personas tienen una carencia. Hoy en redes lo veo de manera mercantilista, porque contestarle a un hater me sube el algoritmo. Eso también lo empezás a hacer cuando transicionás, el ver los beneficios dentro de todo lo malo. Es muy propio de la disidencia también.

¿Cómo decidiste dedicar tu contenido al análisis político?

Estudié Diseño de Imagen y Sonido, y quería despuntar el vicio de editar videos. Arranqué en YouTube hablando de transición. Cuando empecé a estudiar Ciencia Política decidí usar las redes como práctica. Todo lo que iba aprendiendo, lo iba contando en mi canal de YouTube, y lo que ayudó mucho a que suba este relato era tener enemigos, tener mis Némesis -gente transfóbica, y más tarde los libertarios-. Así comencé a crecer, porque hacía videos con respuestas hacia ellos, las personas odiadoras de la comunidad LGBT, al conservadurismo, al machismo. Entonces, las redes como Instagram y Tiktok me permitieron dialogar con ellos, discutir y debatir.

 

¿Cómo fue tu acercamiento a la política?

Siempre me gustó, pero yo no lo sabía, por eso hablo de una segunda transición o salida del clóset. Cuando era chica, mi familia alquilaba VHS en el videoclub, una noche alquilaron un unipersonal de un humorista que actuaba como un político dando un discurso. Mi mamá me advirtió que me iba a aburrir, pero no. Escuché todo atentamente. En el secundario y en la facultad me encontré con una forma de hacer política no seductora, con palabras difíciles, y parecía algo lejano, inaccesible. En 2018, cuando empiezo a hacer activismo, Milei ya estaba dando vueltas en la tele. Me cansé de ver gente en la política, que no sabía de política, me harté de los burros políticos. Dije: “Yo quiero saber de política para ser una persona que esté en la esfera y sepa de política”. Y así me inscribí en Ciencia Política, Siempre eligiendo la educación pública.

 

¿Cuándo empezaste a analizar el fenómeno libertario?

A los libertarios los empiezo a seguir en 2018, me parecía muy extraño el fenómeno que sucedía en redes. Por ejemplo, aparecía Milei cantando Leonardo Favio y había muchos perfiles con la serpiente y el limón comentando. Había mucha gente que conocía y apoyaba a este personaje caricaturesco, que supo conformarse un fandom. Trabajo en sistemas, me encargo de la consultoría de un software administrativo contable, y tengo un jefe liberal, así que me llegaba mucha información de la línea de pensamiento de los liberales a través de él. Dije “esto es un tema de tesis”, y empecé a indagar y a sumergirme en el mundo de este fenómeno. Me llamaba la atención su ideario, que después, estudiando, me di cuenta que el liberalismo es otra cosa, totalmente distinto a lo que promueven ellos. Nunca más me quedé sin material, se puede seguir escarbando siempre. Es seductora la lógica anticasta. Hay mucho dinosaurio en la política, y está también el tema del nepotismo. De joven ya escuchaba los mismos apellidos que ahora, Menem, Bullrich, Caputo. Los militantes deberían sentirse traicionados, al fin y al cabo, su partido disruptivo se juntó con los mismos de siempre. Se necesita gente joven en la política, de cualquier bando, pero con ideas frescas. Algo que reconozco, que es admirable por lo llamativo, es la fidelidad que le tienen los libertarios a Milei. Hoy trabaja codo a codo con Caputo, a quien denostaba en 2018. Se alió con Patricia Bullrich, a quien insultó de todas las formas posibles. Si Javier Milei sale disfrazado de dinosaurio a la calle, sus militantes lo van a seguir. Yo, con mis ideales políticos, no pongo las manos en el fuego por nadie, soy muy crítica. Espero que esto sea una fase característica de la juventud, que estos chicos de grandes se rían de lo que apoyaron. Es muy propio de la adolescencia eso, seguir algo o alguien y de grande darse cuenta que no era por ahí. Lo que da lástima es que en este caso estuvo el país en juego, no era si apoyar o no a Taylor Swift, que podés dejar de escuchar su música o descolgar el poster de la pared. Es distinto, apoyaron un proyecto del que no nos podemos desligar o desprender.

Cuando yo era adolescente, la rebeldía era tener sexo prematrimonial o con alguien de tu mismo género. Hoy, ser rebelde es ser como tus abuelos, es volver a esa línea de pensamiento conservadora, retomar los valores de la familia tradicional o al varón gritando.

Gabriela Ivy

¿Cuál es tu público principal?

Mi contenido “explotó” antes de las PASO de 2023, cuando todo el mundo quería hablar de política. Hace un tiempo, contraté a una community manager porque quería crecer en Instagram, y me preguntó a qué público quería llegar. Yo pensé, al tener 42 años, seguro voy a atraer gente de treinta y pico nada más. Y me sorprendí cuando fui a la Marcha del Orgullo, me saludaban adolescentes, personas de 18 y 20 que me seguían en TikTok. Al buscar mis estadísticas, vi que el público que más me mira son personas entre 18 y 25 años. Fue muy llamativo, porque se piensa que la juventud de ahora es toda antipolitica o libertaria y no, hay una contracara.

 

¿Por qué crees estos discursos calaron en una gran parte de la juventud?

Mi teoría es que, a partir del avance del feminismo y progresismo en los últimos años, con todas las conquistas de derechos, hubo una resistencia por parte de las masculinidades que pensaban que iban a perder sus privilegios, y así nace la figura rebelde de Milei y adquiere poder. Cuando yo era adolescente, la rebeldía era tener sexo prematrimonial o con alguien de tu mismo género. Hoy, ser rebelde es ser como tus abuelos, es volver a esa línea de pensamiento conservadora, retomar los valores de la familia tradicional, el varón gritando, todo eso. Venden ideas liberales, sin ser liberales. A una persona liberal no le tendría que molestar que yo sea una persona trans. Estos son conservadores, como Agustín Laje y Victoria Villarruel, que escriben libros discriminando a nuestra comunidad, propagando discursos negacionistas y en contra de la educación sexual integral. Es puro conservadurismo, no parten de nada liberal, y así nacen los discursos de odio.

 

¿Los derechos conquistados en el último tiempo están en peligro?

Sí, esto es algo histórico. Lo vengo viviendo desde que soy chica. Los derechos no están tallados en piedra. Siempre en la Marcha del Orgullo está el gay con privilegios que pregunta: “¿Para qué marchamos? Si ya tenemos derechos”. Se piensan que porque ellos se pueden casar entonces no hay más derechos por conquistar. Todo el tiempo estamos en riesgo de que nos quiten derechos, es más, a veces los conquistamos y después no se cumplen. Ahora, con la política de la motosierra, todo pende de un hilo. Muchas políticas para la protección de mujeres y la comunidad LGBT dependen del Estado, con el recorte y ajuste de éste, y la línea que proponen ellos totalmente en contra de la comunidad, todo corre peligro.

 

¿Qué responsabilidad sentís que tenés dentro de tu comunidad y plataforma?

Mi rol es ser un canal. No busco ser referente, si lo soy, bienvenido sea. Pero yo soy un canal, soy la abuela chusma en la ventana. Recibo información y la paso, la comunico en redes. Combato el desconocimiento, la desinformación. Creo fuertemente que son las razones por las cuales ganó el actual Gobierno, por el desconocimiento de la gente. Recién ahora me está cayendo la ficha del impacto que tengo, acorde a las reacciones de la gente. Que vengan a entrevistarme, o que me llamen de tal lugar, o que de repente me siga Nancy Dupláa, lo noto en cosas empíricas. Al final del día no sé quién está del otro lado, por eso me gusta ir a las marchas y conversar con la gente, quiero ver qué piensa. Hace poco recibí un comentario que decía: “No estoy de acuerdo con nada de lo que decís, pero me encanta tu forma de comunicar”. Esa es la fuerza de las redes. Estas herramientas generan resultados, como la victoria de Javier Milei, con una muy fuerte campaña en redes.

 

¿Qué rol deberían tener los nuevos comunicadores en los medios tradicionales y en las plataformas digitales?

Lo tienen que bajar al vulgo, es importante que a cualquiera le llegue la información. Considero que es ahí donde hago el foco cuando explico algo, y es cuando justamente tengo mayor devolución de los usuarios. La gente me dice: “Lo dijiste vos, y así lo entiendo”. Si hablo de las Leliqs, lo voy a terminar complejizando, entonces lo explico con peras y manzanas y con un caso fijo. Falta eso, accesibilizar la información. Yo doy capacitaciones acerca de sistemas, y siempre hago de cuenta que estoy en un jardín de infantes, no por subestimar a la persona que está recibiendo la capacitación, sino porque le tengo que llegar a la persona que es ingeniera, contadora, y a todo el mundo. Y como todo el mundo, o la gran mayoría, hizo jardín de infantes, parto desde esa premisa. Como estudié Diseño de Imagen y Sonido, también parto desde lo gráfico. Y desde lo comunicacional, falta eso, ese rol inclusivo.

 

¿A qué aspiras ahora?

Sé que me voy a aburrir creando contenido, me aburro muy fácil de todo. Quiero ser diputada. Quiero incorporarme en la política, y ser decente, producto de las redes sociales. Mis redes son mi currículum.

 

¿Cómo sobrellevas el odio?

Hoy son todos trolls o bots repitiendo las mismas palabras, y me aburrieron. Leo tres comentarios y lo dejo. No tengo tiempo para dedicarles, aparte de trabajar, me llaman para entrevistas y reuniones constantemente. Por eso ahora tengo un equipo que trabaja en mis redes, sumado a la cantidad de odio y amenazas. Me aburre que no tengan argumentos inteligentes. Si alguien me dice “se te trava el video”, ¿qué video puedo hacer? Que le pueda llegar a otra persona, que le pueda hacer conocer cosas de la comunidad LGBT. No vale la pena, no tienen fundamentos.

 

¿En algún momento te propusiste parar?

Una única vez. Yo hacía contenido para Youtube, con muchos menos seguidores, y cuando arranqué en TikTok, y las visualizaciones comenzaron a ser más masivas, empecé a recibir mucha crítica. Ahí sí me hizo daño, y dejé pasar cuatro meses. Después entendí que, si quería hacer llegar mi información, también iba a llegar a gente mala. A su vez, esto significaba recibir un caudal más grande de odio. Me mentalicé: “Si se revuelve el río, por algo es, algo estoy provocando”. Si te denuncian un video informando, es porque algo molesta, algo les jode, y eso me parece un buen motivo para seguir creando.

 

A nueve meses del Gobierno de Javier Milei, ¿cuál es tu lectura?

Está decantando todo lo que se sabía que iba a suceder. Tengo videos del año pasado anticipando lo que iba suceder que posteo porque efectivamente así sucedió. En marzo del año pasado, subí un video presagiando el cierre de las universidades públicas.

Desde el momento que una persona dice “no fueron 30,000 desaparecidos” y la gente lo vota igual, si una persona se anima a ser tan facho de decir eso, imagínate lo que viene después. Se vienen cosas peores. Ese peor escenario, está pasando. Este muñeco sigue viajando a conocer a Zuckerberg, mientras acá se están cocinando todo. Pero como dijo Cristina en su momento, hay que dejarlo, porque son tan improvisados, tan nuevos, tan desfachatados, que todo va saliendo. El problema está en que son políticas que matan. Va a haber momentos difíciles, aquí se van a establecer las piezas fundamentales de lo que va a venir para el futuro de la política. El peronismo, en contraposición, también se tiene que replantear muchas cosas. Todavía se siguen peleando entre ellos. Yo creo que ahora es el momento fundamental para que empiecen a salir los nuevos cuadros políticos personas jóvenes, frescas, diversas

«Los diputados visitando a genocidas es la ruptura del pacto democrático”

«Los diputados visitando a genocidas es la ruptura del pacto democrático”

Juan Pablo Csipka habla de «Una batalla de todos los días. Cómo recuperamos la democracia en la Argentina», un libro en el que desgrana la transición de los 80, desde el fracaso económico de la última dictadura y su derrumbe hasta los juicios a la Juntas y la asonada militar de Semana Santa.

 

“Desde el primer momento, el objetivo de Alfonsín era evitar otro golpe de Estado”, comenta Juan Pablo Csipka, periodista, investigador y autor del libro Una batalla de todos los días. Cómo recuperamos la democracia en la Argentina (Editorial Marea). Csipka se centra en el levantamiento de Semana Santa de 1987, un momento crucial que sintetiza las tensiones políticas y sociales de la época. El autor utiliza este evento como hilo conductor para analizar el período que va desde la descomposición de la dictadura en 1980 hasta los años 90.

 

¿Cómo surge el libro? ¿Qué te llevó a centrarlo en la transición democrática?

Siempre me interesó el concepto de transición democrática, ver cuáles fueron los límites de esa transición. ¿Cuándo comenzó y cuándo terminó? No hay una convención. Yo digo que la transición empieza, no en Malvinas, sino dos años antes, en 1980: ahí empieza la descomposición de la dictadura. El trabajo sucio ya estaba hecho, y comienzan a exportar la represión ilegal a Centroamérica para reprimir la Revolución Sandinista porque ya no había a dónde más reprimir acá, pero los grupos todavía estaban enviciadísimos. Empieza el descalabro económico, colapsa el modelo de (José Alfredo) Martínez de Hoz. Se produce el recambio de (Jorge Rafael) Videla por (Roberto) Viola, y Viola cae por un golpe interno que le hace (Leopoldo) Galtieri. Este periodo culmina en el verano del 91 con la derrota definitiva de la amenaza carapintada, cuando Carlos Menem reprime en diciembre del 90 como no había podido hacer Alfonsín. En el medio están los indultos: impunidad para todo el aparato represivo y la economía más o menos estabilizada. Volvemos al orden de 1980, es una transición que termina de manera agridulce.

 

En el libro vas narrando y corrigiendo varios equívocos de esa década, como que la Obediencia Debida fue la consecuencia directa del alzamiento pero que Alfonsín ya tenía un borrador, en realidad.

El alzamiento es la reacción al Punto Final. En el verano del 87 vence el plazo de los 60 días que habían dado para hacer las denuncias y en febrero empiezan las citaciones, y los militares están en una situación de sospecha, no se define quién tiene que ir, quién va a ser el próximo y hay un despelote bárbaro. En el medio, Alfonsín va a Las Perdices, un pueblo de Córdoba. Típico acto de presidente de antaño en la Argentina, dice que va a enviar un proyecto de ley que amplíe el alcance del Punto Final, estaba tranquilizando al generalato. No nombra la Obediencia Debida, pero dice que hay militares que actuaron por coerción. Después vino Semana Santa y ese acto quedó en el olvido, pero los carapintadas se han querido quedar con la memoria histórica de decir que la Obediencia Debida la lograron ellos. Otro mito es que el alzamiento de Semana Santa no fue un intento de golpe de Estado; Semana Santa se propuso un objetivo y lo consiguió, e incluso uno podría pensar que realmente buscaban llegar al punto extremo de la reunión con Alfonsín cara a cara y después dejar la imagen de él y la victoria de “sacamos la ley”. La ley iba a salir, el tema es que las condiciones del debate son muy distintas por lo que pasa en Semana Santa.

 

Durante la campaña presidencial, Alfonsín habló de “los tres niveles de responsabilidad”: los que dieron las órdenes, los que las cumplieron y los que se excedieron. ¿Por qué el gobierno no quería continuar hacia abajo con los juicios por violaciones de Derechos Humanos?

Había mucho desgaste, Alfonsín consideraba que eso consumía todo su gobierno. Consideraba que alcanzaba con juzgar a los comandantes, o sea a los que dieron las órdenes y a los que se excedieron. Algunos nombres emblemáticos de la represión: (Ramón) Camps, a (Alfredo) Astiz él lo quería ver en cana. Y tenía esa lógica de los políticos de la guardia vieja, había que reprimir porque había guerrilla, había insurgencia. Hubo excesos, no consideraba la idea de plan criminal. Reivindicaba la lucha contra el terrorismo, pero nunca iba a reivindicar y aceptar el terrorismo de Estado. Además, era un desgaste muy grande juzgar durante todo su mandato. El juicio a las Juntas termina cuando se cumplen dos años de mandato, un tercio de la presidencia. En el debate del Punto Final él lo plantea en cadena nacional: ya llevo la mitad de mi mandato con esto, diciendo entre líneas: es un desgaste tremendo, hasta qué punto el sistema democrático puede estar tensionado y sufrir la posibilidad de un nuevo golpe si avanzamos.

 

¿Cómo influyó la “Teoría de los Dos Demonios” en la percepción y el tratamiento de las violaciones de derechos humanos en este período?

Hay un libro a comienzos del 84 que es Montoneros, la soberbia armada de Pablo Giussani, que después es una especie de periodista oficial de Alfonsín. En ese libro defenestra a Montoneros; empieza, muy tenebrosamente, a plantear que tenían una estructura que quería equipararse a los militares: cómo manejaban la militarización, ciertos aspectos de mesianismo, y eso armó un debate muy complicado. El propio Alfonsín habilita ese debate con los dos decretos: el 157/83 que procesa las cúpulas de Montoneros y el 158/83, a los comandantes, el propio presidente está aquí haciendo la equiparación. Yo creo que es una cuestión de orden cronológico, o sea para poder juzgar la represión ilegal tenían que avanzar con lo que había generado esa represión ilegal.

 

En el contexto actual, ¿cómo ves la reivindicación de esta teoría por parte del gobierno de Javier Milei?

El gobierno actual va más allá, es la lógica de (Victoria) Villarruel de que hay un solo demonio: la guerrilla. Villarruel no acepta el concepto de terrorismo de Estado, lo ha reivindicado, y cuando habla de terroristas, dice terroristas a secas, habla de la guerrilla. Ni siquiera es negacionista, es justificadora y apologista directamente. La cuestión negacionista en estos últimos años ha alcanzado otros niveles, se discuten las cifras de desaparecidos. La represión fue ilegal, no se puede pedir exactitud. Llegaron al extremo de agarrar a un mitómano, lo de Luis Labraña es vergonzoso, “porque yo inventé los 30.000”. Es mitomanía pura.

 

¿Y sobre la “memoria completa”?

El concepto de memoria completa me interesa porque se le podría haber dado una vuelta de tuerca que lamentablemente no se le dio, que es usarlo en el sentido de referirnos a la represión ilegal por el lado de los militares, pero hay un sector que quedó muy solapado, que nadie le dio demasiado interés, que es el bloque civil de la dictadura. Ese para mí sería el uso más interesante de memoria completa, los civiles. ¿Dónde están los civiles? Martínez de Hoz, todos los funcionarios del Ministerio de Economía, del Banco Central, los ministros que fueron civiles, los empresarios de medios colaboracionistas: Ford, dentro de nuestro gremio Atlántida, Para ti. Eso para mí es memoria completa. Y la derecha se lo apropió por el tema de la lucha insurgente.

 

Para mí, el uso más interesante de memoria completa sería preguntarse por los civiles: Martínez de Hoz, todos los funcionarios del Ministerio de Economía, del Banco Central, los ministros que fueron civiles, los empresarios colaboracionistas: Ford, dentro de nuestro gremio: Atlántida, Para ti. Eso para mí es memoria completa. Y la derecha se lo apropió por el tema de la lucha insurgente.

Juan Pablo Csipka

¿Cómo influyó el cambio del programa económico en 1975 en la configuración de las políticas económicas argentinas y el desarrollo del neoliberalismo en el país?

En 1975 se abandona el patrón de la sustitución de importaciones y entra el rentismo financiero. No es un fenómeno local solamente, es un cambio de paradigma en el mundo. La crisis del petróleo había generado una inflación altísima, estancamiento económico, ahí es cuando empieza la cuestión del neoliberalismo. Y esto va de la mano de otra cuestión que se asemeja al 30, cuando entra en colisión la idea de democracia y capitalismo. En el 75, 76, también: el nuevo programa no se podía aplicar en democracia. En 1930 alcanzó con el Estado policial: la policía haciendo inteligencia, torturando, represión pero de baja intensidad. A partir del 76 toma una magnitud nunca antes vista. Además, la dictadura inventó algo con lo cual la democracia nunca se metió: la Ley de Entidades Financieras del 77, que le dio el monopolio, el manejo de la tasa de interés a los bancos. Timba, timba, timba. El alfonsinismo no terminó de entender el cambio brutal de la economía argentina. El que lo asimila es Menem, quien completó la obra, y no lo dimos vuelta, esa es la gran derrota. Destrozaron la capacidad de transformación de la sociedad argentina. La política a partir de 1983 no es lo que era antes del golpe del 76. El Estado se convirtió en una máquina de recaudar solamente para pagar deuda, nada más. No hay plan de desarrollo.

 

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Según Csipka, la Argentina experimentó tres hitos importantes en este siglo: la crisis de 2001, la pandemia y en el medio, el conflicto por la Resolución 125 en 2008. Este conflicto marcó un punto de inflexión en la política argentina y tuvo repercusiones que se extienden hasta el presente. «La 125 es el acta de refundación de la derecha argentina. No se puede entender la presencia de (Mauricio) Macri sin la 125. El hecho de que la clase media haya asumido el discurso de la Sociedad Rural, o sea, gente que tiene dos macetas en el balcón, acompañando a tipos que tienen 50.000 hectáreas. La gran deuda pendiente de Argentina es que no cambiamos la matriz de la dictadura. La dictadura triunfó de punta a punta. Nos pasaron por arriba y no se pudo regenerar otra cosa”.

 

No hay más amenaza golpista, pero no se ha revertido la matriz económica de la dictadura. ¿Cómo ves el estado actual de la democracia en Argentina?

Uno pensaba que después del 83 la democracia estaba consolidada en términos políticos, el “pacto democrático”: no al golpismo, no a la tortura, no a la violación de derechos humanos. Podemos discutir políticas económicas más a la izquierda, más a la derecha, pero después hay cuestiones que están fuera de discusión: Astiz tiene que estar preso. Y eso entró en duda estos últimos tiempos. Creo que el kirchnerismo se quedó a mitad de camino con el tema de no meter el debate crítico/autocrítico de la lucha armada de las organizaciones. Se generó toda una cuestión revanchista: el curro de los derechos humanos, que ante cualquier emergencia Cristina sacaba a un nieto de un sótano y todo ese tipo de barbaridades. Y así llegamos a tener a Javier Milei y Victoria Villarruel, ahí tenés el estado de la política. Tenemos diputados yendo a visitar genocidas. Eso es lisamente ruptura del pacto democrático. La democracia argentina en términos políticos fue asombrosa por lo que hizo con su modelo de Memoria, Verdad y Justicia, porque no tiene precedente lo que hace el gobierno de Alfonsín. A mí me hubiese gustado, como a todos, que no hubiese habido indultos, ni Punto Final, ni Obediencia Debida. Retrocedimos, avanzamos.

 

Y por último, pero volviendo un poco al principio del libro, me interesa el nombre, Una batalla de todos los días.

Es un fragmento de un discurso de Alfonsín. Me llamó la atención, y un poco lo sintetiza la frase, es la idea de que justamente Alfonsín dice que la democracia empezó el 10 de diciembre, pero la lucha sigue, tenemos que consolidarla. Ahí está la idea de la transición también, no es que de un día para otro pasamos de un sistema al otro. Si bien no es lo mismo el Estado de derecho que el Estado de una dictadura terrorista, el Estado de derecho había que construirlo día por día. Esta idea que Alfonsín tenía de juzgar; decía “vamos a juzgar a los militares”, pero no en el sentido revanchista, sino también en el sentido de garantizar que esto no vuelva a pasar.

«Me gusta el teatro que inspira a los espectadores a tomar decisiones»

«Me gusta el teatro que inspira a los espectadores a tomar decisiones»

El actor y director Mauricio Dayub habla sobre las dos obras que presenta en estos días en Buenos Aires: «El equilibrista» y «El amateur».

Mauricio Dayub es dueño de una mirada sencilla y penetrante, de una profunda calma en la prosa de sus palabras y en el ritmo de su discurso. A los veinte años abandonó su Paraná natal para perseguir su sueño “Vine a ofrecer mi corazón y no le importó a nadie”, dice sobre esos primeros años en la Capital Federal. Dayub dejó la carrera universitaria que sus padres le habían encomendado para dedicarse de lleno a lo que desde muy chico le permitía recorrer diversos mundos en el garaje de su casa. Hoy es un actor y escritor consagrado que puede confirmar lo que le decía su abuelo: “El mundo es de los que se animan a perder el equilibrio”.

Actualmente protagoniza dos obras emblemáticas de su carrera, El Equilibrista -que se presenta todos los miércoles a las 20 en el teatro El Nacional Sancor Seguros – y El Amateur, en cartel en el Chacarerean Teatre, ubicado en Nicaragua 5565, todos los jueves, también a las 20.

¿Cómo describirías a El Equilibrista?

El Equilibrista es la historia que todos podríamos contar si pudiéramos volver a ser niños. Es la historia de mi familia y un secreto que se me reveló durante un viaje, pero rápidamente se convierte en la historia de cada uno. Es una historia más sugerida que explícita, donde los personajes de mi familia pueden reflejar los de cualquier espectador. En ese sentido creo que se logró algo que se busca desde la literatura que es el tomar una parte para reflejar el todo.

Llama la atención la cantidad y la diversidad de recursos que utilizás para contar las historias de cada personaje. ¿Por qué es esto?

Eso está relacionado al tipo de teatro más artesanal que es el que a mí me gusta. Una forma de rendir homenaje a figuras admiradas por mí como Buster Keaton y Chaplin. Es un espectáculo que busca inspirar y hacer imaginar al espectador más allá de lo que ve.

¿Cómo fue el proceso de hacer una obra así? ¿Hubo una depuración de qué historias incluir?

Sí, descarté. En principio comenzamos a armar el espectáculo sin saber cómo iba a terminar siendo. Yo sabía lo que quería: yo quería no solo contar mi historia, sino también prestar atención a la forma. Sentía que el teatro se había ido adulterando, que las personas iban a un teatro pero no veían teatro, muchas profesiones se subieron arriba del escenario, el teatro se había ido abriendo en distintas cosas, y yo quería aportar mi granito de arena a lo que a mí me gusta: el teatro que te hace imaginar más allá de lo que ves. En el escenario se presenta una diversidad de elementos que ayudan a contar la historia y la enriquecen. Como la cola de perro, tuvimos que hacer varios modelos para poder llegar al que encajaba justo en el tiempo del desarrollo de la historia. Tengo un depósito lleno de ese tipo de cosas.

 

Presentás historias muy personales. ¿Qué te devuelve el público?

En principio que era muy necesario hacerlo. Después de casi 20 años en el escenario con un éxito como Toc Toc, con miles de funciones, todos me aconsejaban hacer una comedia para continuar con el éxito, que era lo que al público más le llegaba. Sin embargo, después de cada función de El Equilibrista recibo muchos agradecimientos de los espectadores que me esperan a la salida por la conexión  que tuvieron con la obra y las historias; y por cómo los movilizó.

¿Eso también es parte de tu visión del teatro?

Sí, me gusta el teatro que inspira a los espectadores a tomar decisiones en sus propias vidas. En un mundo donde a menudo seguimos una manada para encajar, el teatro puede fortalecer nuestras convicciones personales y ayudarnos a mantener nuestra identidad.

¿Tenías confianza en que iba a ser bien recibida?

Siempre trato de trabajar pensando que lo que hago va a gustar, pero el éxito es lo que menos ocurre.

Una vez dijiste que cuando eras chico y salías a la vereda no había nada que te permitiera vislumbrar a dónde ibas a llegar, pero sí tenías muy claro que lo tuyo era la actuación…

Sí, me pasaba eso, yo era chico y tenía esa vocación muy clara, yo jugaba en el garage y con lo que encontraba ahí jugaba a ser actor, inventaba cosas y pensaba cómo voy a hacer para vivir de esto, cómo voy a desarrollar esto. Tendría 10 o 12 años, yo habría la puerta y no tenía acceso al teatro. Me acuerdo que llegaba el diario y miraba las carteleras donde estaban los nombres de las obras y títulos de las películas y yo me armaba las historias, eso era lo más cercano que estaba del mundo del espectáculo.

En El Amateur también hay un mensaje de seguir tus propios deseos. ¿Cómo surge esa historia?

La escribí para darle sentido a un momento de mi vida; había dejado a mi familia, a mis amigos, a la ciudad donde nací. Vine a ofrecer mi corazón y no le importaba a nadie, era muy difícil ser percibido por el otro, en un momento me di cuenta que estaba haciendo un esfuerzo descomunal sin saber lo que me esperaba y de tanto volver cansado de tantas puertas que se cierran me acordé de ese tipo que cuando yo era chico batió el record de permanencia en bicicleta, que estuvo 5 días y 5 noches dando vueltas en una plaza para lograr su sueño. Y me pareció que era una analogía de lo que a mí me estaba pasando, del esfuerzo que estaba haciendo tratando de convencer al otro de que yo podía ser actor.

La obra fue estrenada en los noventa, ¿por qué, después de tanto tiempo, decidiste reestrenarla ahora?

Porque habla de superación y unidad en un momento donde las divisiones parecen dominar. Es una historia que muestra cómo el esfuerzo personal puede inspirar a otros y cambiar percepciones. Inspira a lo que la realidad de hoy no, es un espectáculo de la antigrieta, es el logro de uno que te hace vislumbrar la posibilidad del logro de todos.

Parece difícil en estos tiempos perseguir tus propios sueños..
La realidad te lleva para otros lados, que sigas una manada a la cual tenés que pertenecer porque si no te sentís que quedás afuera, en vez de fortalecer tu personalidad tratar de parecerte a los que les va bien para ver si a vos te eligen y te va bien, eso te hace perder identidad, disminuir tus valores, te desdibujas, en ese sentido el ver teatro puede fortalecer esas convicciones personales.
¿Considerás que el teatro tiene la potencia suficiente para influir de esa manera? 
Mirá, en la Argentina el teatro tiene casi la misma afición que el fútbol, somos una de las principales cuatro potencias teatrales del mundo, somos un país fuertemente teatral, la gente tiene adherida su salida al teatro, se relaciona mucho el espectáculo con las vacaciones y durante el año. Tenemos una cultura que se mantiene y eso es difícil de lograr. Por eso hay que cuidarlo y mejorarlo, que el espectador no se decepcione, tenemos que trabajar siendo conscientes de que somos parte de un movimiento muy importante y que si el espectador sale desilusionado estamos afectando a otras salas y a otros productores.

«Si cerraran los clubes, ¿qué haría el Estado para contener a los pibes?»

«Si cerraran los clubes, ¿qué haría el Estado para contener a los pibes?»

El diputado provincial y expresidente de Lanús, Nicolás Russo, explica por qué se opone a las sociedades anónimas deportivas. El rol social y educativo de los clubes, los negociados de las SAD y los riesgos de vender la pasión al mejor postor.

El diputado bonaerense por Unión por la Patria y expresidente del Club Lanús (2009-2012 y 2018-2021), Nicolás Russo dio su parecer sobre las sociedades anónimas deportivas (SAD), explicó los riesgos que se pueden correr con su implementación en Argentina y resaltó el rol social que cumplen los clubes actualmente en el país.

 ¿Qué opinión tiene respecto de las sociedades anónimas deportivas?

Entiendo que esas sociedades pueden funcionar en otro país. En Argentina no veo la viabilidad por la función social que cumplen los clubes, el trabajo que hacen sus dirigentes y todo lo que generan para la sociedad. No estoy para nada de acuerdo con ese tipo de sociedades. 

 ¿Qué riesgos se corre si se instalan las sociedades anónimas deportivas?

Los riesgos son muchos.Vos te encontras con que, por ejemplo, vienen a comprar un club como Lanús. Viene una empresa, te cambia el color, por ahí la empresa está ligada al color verde y te pone ese color en la camiseta, te quita el granate que distingue a Lanús. ¿Y qué va a hacer la empresa si le interesa promocionar su producto? Te lleva a jugar a otra ciudad: Jujuy, Catamarca, Río Negro o Mendoza, donde los hinchas de Lanús no van a poder ir

 ¿Qué función social cumplen los clubes?

En Lanús entregamos 7.500 becas. Acá los pibes no sólo vienen a hacer deportes sino que acceden a una merienda, a un desayuno digno, a una ducha de agua caliente que en sus casas no tienen. Tenes más de 30 disciplinas amateur: voley, handball, hockey, cumplir con todo eso es deficitario. Tenemos un proyecto educativo de 1.300 chicos y chicas que tampoco da plata, pero cumplimos una función social. ¿Vos crees que una sociedad anónima deportiva va a hacer eso? El rol de los clubes reemplaza al Estado, la función que tendría que hacer el Estado la están cumpliendo los clubes. También hay otro tema que no es menor: cuando no vienen capitales los jugadores se van de Argentina pero no porque los clubes estén mal económicamente, sino por un tema del país. En Europa ganan 20 veces más que acá. Me preocupa lo que van a hacer con lo que se genera. Lanús, en los últimos 30 años, generó muchísimo dinero ¿Que hicimos? Invertir: compramos una sede social, reformas en todo el estadio, piletas climatizadas, vestuarios, infraestructura. Una sociedad anónima la plata que gana la va a girar al exterior. Cualquier problema que hay en la ciudad el primer lugar que vienen es a Lanús, los colegios del Estado utilizan el club, una Sociedad de Fomento utiliza el club. Se utiliza para charlas y talleres. Si un día hubiera una huelga de dirigentes y cerrarán los clubes, quiero saber qué hace el Estado para contener a tantos pibes

 

¿Y por qué piensa que desde el gobierno insisten con instalar las sociedades anónimas deportivas?

 El fútbol es una de las actividades más sospechadas de lavado de dinero. Fijate en Europa: un qatarí tiene un club, un ruso tiene el otro y de repente lo llevan hasta arriba de todo, después se van pero el club vuelve a donde estaba. 

En los últimos 30 años, Lanús  generó muchísimo dinero ¿Que hicimos? Invertir: compramos una sede social, reformas en todo el estadio, piletas climatizadas, vestuarios, infraestructura. Una sociedad anónima la plata que gana la va a girar al exterior.

Nicolás Russo

La diputada nacional por La Libertad Avanza Juliana Santillán, dijo que “la resistencia a las sociedad anónimas deportivas ocurre porqué la casta del fútbol no quiere soltar sus privilegios” ¿Qué opina usted?

 Yo creo que mucha gente opina sin conocer lo que es el fútbol. Te digo esto: no somos los dirigentes, son los socios también. El otro dia escuchaba al kun Aguero diciendo “no entiendo que miedo tienen los socios” ¿Sabes cual es el miedo? Nunca más volver a votar, no ser más dueños del club. El día que vendiste el club, lo entregaste y el día que esa sociedad anónima se cansó, cerró tu club.

 

¿En qué medida cree que instalar las sociedades anónimas deportivas se da por las malas administraciones que han tenido algunas asociaciones civiles sin fines de lucro?

 Primero, el fútbol argentino tiene más de 100 años. Yo la verdad, viendo los clubes, puede haber tres que tienen problemas, dos clubes grandes entre esos. Pero es un problema de 40 años, no lo vas a resolver en un día con una sociedad anónima. Las sociedad anónimas vienen porque ven un negocio, es más una idea del gobierno que de la gente

 

¿Y los capitales privados en las asociaciones sin fines de lucro que función cumplen?

 Los capitales privados si quieren sumarse a invertir en un club ¿cual es el problema? Nosotros no vamos a perder el manejo, que los socios tomen decisiones. En un club como Lanús, por ejemplo, no podes celebrar un contrato que dure más de tres años sin la aprobación de una asamblea, en ella votan los socios en forma directa, levantás la mano y votás, tenés voz y voto. Eso no lo vamos a perder

 

Hay una creencia instalada que si vienen los capitales extranjeros el fútbol argentino será equiparable a la Premier Ligue (Inglaterra) ¿Qué objetivo pueden perseguir esos capitales en el país?

 Acá hay un problema de país, como explicaba antes. La Argentina es un país con una moneda floja, en Brasil que es una economía fuerte y hay sociedades anónimas los jugadores se van a Europa igual. En Chile no les va bien a los clubes, les va como la mierda. En Paraguay, sacando Olimpia, Cerro Porteño y Libertad, es la asociación nacional la que está armando toda la estructura de juveniles. No le veo sentido, vienen los capitales para hacer un negocio puntual, muchas veces se utiliza un país como Argentina para “tercerizar” ¿Es lo mismo venderle un jugador que la rompe a Lanús que al Manchester City? A Lanús le cuesta 10 pesos, al Manchester 30, pero como son los mismos dueños lo compra Lanús y después lo manda a Inglaterra

 

Hubo experiencias de gerenciamiento en Argentina cómo los casos de Racing, Talleres de Córdoba o Mandiyú de Corrientes ¿Por qué no tuvieron éxito?

 El hecho de tener plata no quiere decir que te van a salir bien las cosas. Entonces vienen tipos con dinero que “creen que inventaron la pólvora” y empiezan a perder, perder, y perder dinero y un día se van a la mierda. Además vos gerencias, encontras un activo como los jugadores de fútbol amateur y se hace un acuerdo 80% para el club que los formó y 20% para el gerenciador y al revés para los que trae el gerenciador 80% para ellos y 20% para el club. La sociedad civil sigue estando y se queda con todo lo que es deficitario y ellos manejan el fútbol ¿Qué ocurre? un jugador vale un millon de dolares y el gerenciador lo dibuja que vale 300 y no te paga el 80% de un millón. El resto lo cobra en otro concepto. Eso no es serio 

 

¿Hitler y Milei son parecidos?

¿Hitler y Milei son parecidos?

Carlos Rozanski analiza la figura del primer mandatario argentino en su nuevo libro “De Hitler a Milei. Curiosidades dementes criminales”. “Este presidente es peligrosísimo para la democracia”, subraya.

El presidente de AEVAS (Asociación Civil de Altos Estudios en Violencias y Abusos Sexuales) y exjuez de Cámara Federal, Carlos Rozanski, presentó su último libro, De Hitler a Milei. Curiosidades dementes criminales. Allí, realiza una comparación de las personalidades, actitudes y visiones, los equipos de los que se rodearon y la forma en que construyeron “enemigos” el lider del partido nazi alemán y el libertario recientemente elegido como presidente de Argentina. El trabajo que, como afirma Dora Barrancos en el prólogo, resultará polémico, tiene como finalidad advertir sobre los riesgos de que una persona de estas características gobierne un país. En diálogo con ANCCOM, el autor reflexionó acerca de la publicación, la actualidad marcada por el gobierno de Javier Milei y las consecuencias que identifica  no sólo de cara al futuro, sino las que ya se sienten en la actualidad.

 

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

El origen del libro fue el avance de la figura de Javier Milei en la política. Cuando resultó designado diputado ya tenía algunos antecedentes de violencia y de mensajes bastante crudos y desesperanzadores en sus conceptos. Se refería al Estado como algo malo, que había que destruir y que él estaba en condiciones de hacerlo. Esa contradicción lo ponía en la mira como para ver qué pasa con un personaje así si continúa su carrera política. Y no sólo que continuó, sino que llegó a ser presidente de la nación. Así surgió la idea. Viéndolo y escuchándolo. Como yo venía siguiendo históricamente la llegada de Hitler al poder en la Alemania nazi, hubo determinadas cosas que me llamaron mucho la atención y ahí entonces las comencé a profundizar y el resultado es el trabajo que se publicó.

 

Siempre se habla del pasaje de ser un outsider, una figura de los medios, a ser alguien que forme parte del Estado, primero como diputado y ahora como presidente.

El problema no sería que un outsider termine en un cargo importante. El problema es cuando una persona perversa llega a lugares de poder. Yo creo que el problema pasa más que nada por la maldad de sus concepciones. Y eso es un fenómeno muy nuevo. Yo no lo tenía visto ni siquiera en dictadura porque, si bien era genocida y sus métodos eran extraordinariamente violentos, tenía esa cosa de intentar disimularlo: había un fusilamiento y te decían que era un enfrentamiento. Tenían esa forma de encubrirlo. En cambio este hombre no, es directo en sus apreciaciones, lo cual además de hacerlo altamente peligroso es muy llamativo en su personalidad.

 

Como dice en el libro, es una exposición, una forma de enorgullecerse de esta crueldad…

El está orgulloso de su maldad. Él y las personas que lo rodean. No son gente tradicional. Cuando su ministra de Relaciones Exteriores manifiesta estar a favor del mercado de órganos y lo explica, vos ahí te shockeás un poco y decís: “¿Qué está pasando? ¿Ante qué estamos?” ¿Qué tipo de personas pueden decir semejantes estupideces y luego pasar al acto en las medidas que toma Milei como presidente? Eso es lo que preocupa en mayor grado.

 

Retomando la elección del título y del trabajo: ¿cuáles son los puntos de contacto en la comparación con Hitler?

La comparación surge de hechos reales. Javier Milei toma de los discursos de Adolfo Hitler, de su gestualidad, de su perversión, un montón de cosas. Por supuesto adaptadas a la realidad actual que tiene que ver más con lo digital. Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, tenía a su disposición la tecnología de ese momento: micrófonos y amplificadores. Javier Milei tiene mucho más hoy, porque la comunicación digital que le ha permitido llegar y convencer a distintos sectores y estratos sociales y ganar una elección presidencial, lo cual también es un síntoma de alarma de los riesgos de que la comunicación esté siendo utilizada por personajes nefastos como él.

 

En el Capítulo 3 analiza la propaganda de Hitler en aquel momento, ¿qué relación hay con la forma en que hoy La Libertad Avanza utiliza la digitalización y las redes sociales?

Centralmente veo una coincidencia en la construcción de un enemigo. Toda la propaganda nazi inicial no hablaba de destruir y aniquilar a los judíos. Hablaba de aniquilar a los comunistas. Y el enemigo definido por Hitler y por su ministro de Propaganda era el comunismo, el socialismo, la socialdemocracia, todo el progresismo de la época. Hitler enfocó al comunismo como el mal de aquellos tiempos y unos años después agregó a los judíos y decidió su exterminio. Hoy Javier Milei está haciendo lo mismo cuando habla textualmente del comunismo como enemigo. Los resultados históricos tienen que servirnos para entender a qué pueden llegar las personalidades desquiciadas como la de Adolfo Hitler. No es una cuestión menor que Milei elija el mismo enemigo y que concentre toda su energía en enfrentarlo y combatirlo. Es claramente la obra de una persona que no está en sus cabales y el resultado es lo que estamos viviendo: la destrucción de una parte de la sociedad argentina. Esta cuestión hay que abordarla. Hay que tener la valentía de sentarse a conversar sobre este tema. Y a mí entender la oposición no está encarándolo como corresponde, con la gravedad que tiene.

 

Negar alimentos y medicamentos oncológicos: ese solo ejemplo autoriza su comparación con el régimen nazi en cuanto al concepto de la vida humana y qué debe hacer un gobernante.

Carlos Rozanski

¿Cómo debería plantearse esta oposición?

Milei se ganó todos los números para el juicio político y la destitución. Si el gobierno niega la entrega de medicamentos oncológicos, si tiene cinco millones de kilos de alimentos y se niega a entregarlos, no es sólo que la ministra de Capital Humano tiene el mismo nivel de perversión de Javier Milei, y forma parte de su grupo cercano, sino que sus actos por orden de Milei se están traduciendo en enfermedad y muerte. La gente que necesita atender una enfermedad y comer, si no lo hace se muere. Estamos ante un individuo altamente peligroso que traduce en actos su violencia verbal, porque en realidad los discursos de odio preceden los actos de odio. Y Milei ha venido durante años pronunciando discursos de odio y hoy lo está ejecutando. Negar alimentos y medicamentos oncológicos: ese solo ejemplo autoriza su comparación con el régimen nazi en cuanto al concepto de la vida humana y qué debe hacer un gobernante. Si no nos preocupamos lo suficiente no vamos a poder corregirlo.

 

¿Qué rol tiene el Poder Judicial en esta situación?

El Poder Judicial técnicamente tiene en sus manos la resolución de todo esto. No lo están llevando adelante porque no quieren, obviamente. Tenemos un Poder Judicial con un sector importante de gente decente, honesta, que trabaja bien todos los días. Y otro sector que son los delincuentes peligrosos, que trabajan para hacer daño, que no va a hacer absolutamente nada porque está de acuerdo con lo que hace Milei, como lo estuvieron con la dictadura. Eso también le pone mucho dramatismo al momento que vivimos, porque el Poder Judicial que tiene las herramientas no las usa para frenar a Milei y su grupo, y el Poder Legislativo tampoco lo está haciendo. Y una de las cosas más graves que nos está pasando es la inmovilidad de la oposición.

 

¿Ve en Milei un peligro para la democracia?

Milei es peligrosísimo para la democracia, no cabe duda. Pero además lo venía anunciando antes de ganar la presidencia y lo está concretando. Pidió la Ley Bases como también la pidió Hitler en 1933. Y no es casualidad que en aquel momento Hitler haya pedido facultades extraordinarias para legislar y hoy las esté pidiendo Milei. Querer reemplazar al Congreso es una característica de los tiranos. De hecho, lo inmovilizó tanto que con varios pedidos de juicio político ni siquiera se le está dando trámite y no hay protesta sobre eso. Milei es un peligro para la sociedad argentina. Está llevando adelante actos de destrucción social y eso aumenta el riesgo de lo que pase en el futuro. De ahí la necesidad de que la oposición reaccione lo antes posible. Yo creo que Argentina tiene todas las condiciones para reaccionar adecuadamente y para enfrentarlo. La dictadura duró menos que en otras partes de la región precisamente por la lucha y la reacción. Y no hay duda que Argentina tiene en su comunidad todos los elementos necesarios para enfrentar lo que está pasando. Ahora, el tiempo que tarde va a ser irrecuperable para aquellas personas que están padeciendo de manera directa el daño que le está ocasionando Milei y su gente. Por eso la urgencia.

 

¿Cómo son estas formas de resistencia en la actualidad? Si pensamos en la movilización por el primer intento de aprobación de la Ley Bases, ¿finalmente no salió en aquella oportunidad por falta de experiencia del oficialismo en el Congreso o por la reacción popular?

La resistencia que hace falta en cada momento de la historia no es idéntica, va variando. Evidentemente la movilización es imprescindible para frenar un proceso como este pero de ningún modo es suficiente. Ahí hay un error de concepto político: la movilización no resuelve el problema, sino que exterioriza un reclamo. La actitud digna de los dirigentes es ponerse a la cabeza de ese reclamo y traducirlo en actos. El Poder Legislativo en un juicio político, por ejemplo. El Poder Judicial con las medidas cautelares que están previstas. Y es evidente que no fue suficiente, porque no tenemos una Corte Suprema que asuma la responsabilidad de frenar a este aprendiz de tirano que está cada vez más peligroso en el sillón presidencial.

 

En el libro se aborda el vínculo entre infancias y personalidades en la adultez. ¿Cómo es esa relación?

Lo sucedido a una persona desde que nace puede influir en cómo será de adulto. El problema es cómo se traduce. Hay muchísima gente que ha sufrido violencia en la niñez y que luego de adulto es una persona solidaria y con gran humanidad. Otras personas, en cambio, pueden resultar perversas. Duele profundamente que se ignore la gravedad que tiene que un presidente defina al Estado como el pedófilo en el jardín de infantes. Hay un concepto profundamente perverso estas afirmaciones.

 

A raíz de ello surgió el debate sobre la salud mental de Milei y si está capacitado y en condiciones de ejercer la presidencia.

Es un tema muy delicado porque, en primer lugar, hay cierto prurito en tocar la cuestión de la salud mental. El psicótico es penalmente inimputable en el derecho argentino porque al no comprender el efecto de sus actos, no sería lógico que se lo sancionara por ellos. En este caso, el problema no es si Milei es imputable penalmente sino las consecuencias de sus actos, porque a la gente que él está dañando cuando le niega medicamentos o alimentos no le importa si es imputable o no.

 

En el Capítulo 1 describe varios aspectos de Milei como la misoginia o la discriminación, ¿cuáles son las cuestiones que más le preocupan de que una persona así forme parte del gobierno?

En primer lugar él afirma públicamente que tiene cinco perros cuando en realidad tiene cuatro. Parece una tontería. Pero él está convencido de que uno de sus perros está vivo y resulta que está muerto y fue clonado. Hay una alteración de la visión de la realidad que tiene este hombre que aumenta con otros mecanismos que él utiliza para denigrar, para ofender, para insultar. Él utiliza como insulto la palabra “mogólico” y en la sociedad argentina tenemos una legislación precisamente que repudia de manera expresa la discriminación que está haciendo de una determinada discapacidad. Eso, sumado a la misoginia y a estos otros rasgos de la personalidad, lo transforman en peligroso, más que nada porque esas ideas luego se transforman en actos que pueden ser leyes, como lo es la Ley Bases.

 

«Las políticas de Milei tienen una dimensión tanática»

«Las políticas de Milei tienen una dimensión tanática»

El historiador e investigador Ezequiel Adamovsky analiza el gobierno, sus continuidades con el macrismo, su relación con la clase alta y las posibilidades de un verdadero cambio social.

Historiador, activista e investigador del CONICET, Ezequiel Adamovsky escribrió numerosos libros. En el último, Del antiperonismo al individualismo autoritario, reflexiona sobre las nuevas modalidades de la política argentina y sus efectos sobre la estabilidad del sistema democratico. En esta entrevista, aporta su visión respecto a este viraje institucional, sintonías con proyectos del pasado y las posibles salidas de cara al futuro.

 

¿Esta nueva ola de neoliberalismo es parte del ideario liberal clásico?

Hay continuidades, pero también hay cosas diferentes. Si la nueva ola arranca con Macri, que en su momento intentó balancear su proyecto social con el económico, lo que busca imponer Milei hoy encuentra grandes sintonías. No por nada Macri le dio su apoyo, incluso perjudicando el proyecto de su propio partido. Desde mediano a largo plazo hay muchas similitudes: Macri buscó balancear lo económico con lo que consideraba los imperativos de la política. Ganó con una mayoría ajustada y se planteaba un avance gradual. Las conclusiones del fracaso de este proyecto antes del fenómeno Milei son evidentes: Macri mismo decía que la próxima vez tenían que venir con todo, a fondo con el mismo proyecto. Esta conclusión, general a la derecha, tiene en Milei una ocasión inigualable para avanzar porque encuentra en él una persona lo suficientemente poco interesada en conservar un aparato político. Además, es una persona narrada como un outsider, un loco “bueno” que la gente votó porque las cosas no funcionaron. Por eso se aferran con tanta convicción a este momento, porque saben que si esto fracasa, después van a tener que esperar para volver a intentar algo parecido. La sintonía no se da tanto a nivel económico, sino político: en el último tramo del macrismo se veía el giro bolsonarista de forma más clara, este autoritarismo en la forma de llevar el proyecto político para impactar sobre el esquema económico a largo plazo.

 

Vos hablás de una nueva institucionalidad, ¿en qué se hace más evidente? ¿En dónde asoman los intereses que subyacen?

Este gobierno es bastante transparente desde todo punto de vista. Si uno analiza las manifestaciones de apoyo constantes de las entidades empresariales, magnates locales y sectores de peso, están encantados. Incluso cuenta con el apoyo de magnates internacionales, como Elon Musk, y organismos como el FMI, que apoyan inmediatamente sus medidas y proyectos. El RIGI es, también, otra instancia sumamente transparente: es otorgarle una cantidad de facilidades, derechos y privilegios a empresarios en niveles inéditos. Luego, a nivel impositivo, bajar los impuestos a los sectores adinerados y aumentar los del sector medio es un movimiento transparente en cuanto a los intereses de clase que representan. Eso revela el hecho paradójico: es sorprendente que un presidente que tiene un soporte tan endeble en los otros dos poderes, que no tiene un número significativo de legisladores, ni gobernadores afines, ni ha digitado nada en la Corte Suprema, alguien que recién llegó pueda avanzar como si nada. Que encuentre todos los apoyos necesarios de las instituciones, incluso quebrando la letra de la ley, es porque se lo permiten y lo reciben gustosos. Ahí creo que está la verdad última de las instituciones políticas que tenemos y su relación con los intereses de clase. De no ser así, es inexplicable que la Corte Suprema permita la aplicación de una medida tan obviamente inconstitucional como el mega DNU sin siquiera aceptar su tratamiento. El caso es indicativo del lugar que tiene la Corte como garante de esos intereses de clase. La mayoría multipartidaria inedita que apoya a Milei, la minoría peronista y el resto de fuerzas políticas, por más que a veces tienen deidades republicanas, deja pasar poderes extraordinarios a una persona que dice explícitamente que viene a destruir el Estado. Eso solo se explica por la conexión de estos organismos con los intereses de clase. Por eso es una oportunidad inigualable.

 

Vos señalás que, con el desembarco del neoliberalismo en los noventa, la sociedad tuvo una reacción que se cristalizó en políticas progresistas. ¿Te parece que esta nueva ola es una reacción a estos planteos? 

Hay un condimento local que es evidente en el proceso, la crisis económica, que genera frustraciones al interior del país, y que se vio acompañada por el agotamiento de una propuesta política como lo fue la del kirchnerismo, que apeló con fuerza a una narrativa política de expansión de derechos, de un Estado presente, garante del bienestar y positivo. Al agotarse, todo el discurso se vuelve menos creíble y la frustración se vuelve despecho en contra de esa narrativa y las figuras que la representaron. Pero a la vez, esta explicación me parece insuficiente, porque al ampliar la lente, estos fenómenos de derecha radicalizada que hoy vemos en Argentina vienen sucediendo en países que no comparten la crisis económica, que no vienen de un fracaso político. Uno puede estar más o menos de acuerdo, pero Bolsonaro después de Lula en Brasil, la llegada de Trump en EEUU luego de Obama, no parten de gobiernos que empeoraron la situación y, sin embargo, hay reacciones similares. Es evidente que hay una frustración respecto a la democracia que trasciende el escenario argentino, que no está ligado al fracaso de una experiencia política puntual. Hay que pensarlo en relación a un cambio en las subjetividades políticas, no tanto en los cambios materiales. El escenario que tenemos es de creciente presión del capitalismo hacia adentro. Como ya ocupó todo lo que puede ocupar, deja de expandirse hacia fuera y se vuelve a su interior, intensificando la presión sobre la persona para obtener su excedente, lo que implica un empeoramiento en las condiciones de vida. La frustración que esto genera se vuelca en contra de un sistema político que, evidentemente, ya no nos representa. Después está la dificultad de percibir una opción superadora clara, porque en todo el mundo, no solo en Argentina, hace décadas oscilamos entre gobiernos que aprietan el acelerador con la mercantilización de la vida y gobiernos que intentan poner curitas o algún paliativo, pero no implican una propuesta que opere mejor. Nos quedamos entre el choque y la ambulancia. En la medida que no existe una alternativa política superadora capaz de convocar a las voluntades generales, el único escenario viable para un proyecto de vida mejor para las personas es el individualismo. El otro entonces aparece como un obstáculo o amenaza y la política es aquello que se percibe avanzando sobre la vida personal, frustrando los proyectos de vida. También hay otra variable que es importante considerar, que es el escenario pospandemia. Con el avance del Estado sobre el ámbito privado, se le dio un poco más de credibilidad a los discursos de la derecha radicalizada. Son cambios subjetivos que van desde antes de la pandemia, pero que se intensifican.

En la medida en la que no se plantee un proyecto político dispuesto a discutir las reglas del juego, no a jugar mejor, sino a cambiar el juego, es muy complicado un horizonte de reenamoramiento con la política, lo colectivo. En ausencia de eso la gente se aferra a lo único que tiene: un proyecto individual, factible y confiable.

Ezequiel Adamovsky

¿Milei supo capitalizar el odio como instrumento político?

La expansión del horizonte de validación del derecho por lo colectivo, me parece, va en contra de este movimiento, que yo refiero como un proyecto totalitario, que busca imponer el mercado como principio organizador y validador único  de la sociedad. Que no haya ningún otro espacio por fuera del mercado, darle valor a la práctica, al trabajo, a lo que sea, es un indicio de que este gobierno, como otros, apunta en contra de la organización de los sectores minoritarios, ya sea el sector de derechos humanos, de pueblos originarios, de mujeres, de minorías sexuales… Cualquier figura de la organización colectiva es atacada con una agresividad tremenda, no necesariamente por un deseo de que no existan estos sujetos como tales, sino por la presión de reconducir esa energía hacia el mercado. A estos sectores se les relega a un plano secundario. “Aguantá, trabajá más. ¿Te pagan menos por ser mujer? Prepárate mejor, validate a través del mercado y vas a ir mejorando”. El gobierno, creo, capitaliza del odio en medio de una batalla cultural que, a mi parecer, solo se va a intensificar en la medida que el proyecto económico fracase, que ya está dando sus signos de extremarse. Para compensar la frustración de sus propios seguidores, van a ofrecer más cabezas y nuevos enemigos. Así, se abren momentos de violencia social horizontal y para abajo. Por ponerlo en términos freudianos, me parece que cualquier política tiene una dimensión erótica y tanática. La de Milei tiene más visible el aspecto tanático. Se diferencia del macrismo, que no tenía tan claro un nosotros, en apelar a un cuerpo social individual que busca un país pujante, con personas hacendosas y triunfales en sus propios proyectos, que no se piensan de forma grupal. Uno de los fracasos de los movimientos progresistas es un cierto temor, no discursivamente sino en la acción, a activar esta dimensión tanática. Si uno piensa en el kirchnerismo enfrentado a las corporaciones, se planteaba un enemigo a combatir, pero no propulsó una pateada de tablero, que es el atractivo de esta derecha radicalizada. Hoy Milei invita a patear un tablero que todo el mundo entiende que no funciona. Estamos jugando un juego democratico que es una ficción, porque nos invita a imaginar que nuestro voto define como vivimos y la verdad es que jugamos por una victoria imposible, o que si se da es momentánea y reversible. Cualquier política de cambio de largo plazo se puede revertir con una elección perdida. En la medida en la que no se plantee un proyecto político dispuesto a discutir las reglas del juego, no a jugar mejor, sino a cambiar el juego, es muy complicado un horizonte de reenamoramiento con la política, lo colectivo. En ausencia de eso la gente se aferra a lo único que tiene: un proyecto individual, factible y confiable.

 

¿Esto se debe a la crisis de representatividad o está ligado al propio  funcionamiento de las instituciones? 

Las decisiones se toman dependiendo de la experiencia pasada y el horizonte de posibilidades. Si el horizonte es pequeño, lo que sucede hoy, determinados sectores votantes o dirigentes, que en otro contexto podrían ser más progresistas o alternativos, apuestan a lo que hay. La trampa democrática es estructural: la soberanía está encorsetada en espacios nacionales y la economía está manejada en el espacio transnacional.

Hasta el mejor intencionado de los gobiernos con la más amplia de las mayorías no puede luchar contra determinados resortes económicos. Está fuera de su campo de decisión. Los organismos internacionales, que residen en los países más poderosos, toman la decisión corporativa y esto excede la acumulación política.

Debería considerarse un lente trasnacional para cambiar estas reglas del juego. Lo que sucede es similar en todos los países: hace décadas los ricos pagan sistemáticamente menos impuestos, entonces las pocas políticas horizontales las sostiene cada vez más el asalariado. Esto obliga a los Estados a competir entre sí para atraer inversiones para reforzar su ingreso. El RIGI es un ejemplo, dejando que hagan lo que quieran. Decir que “por treinta años nos comprometemos a no tomar decisiones económicas”, es dejar de ejercer la soberanía para conseguir inversiones. Tampoco es que la contracara sea un escenario utópico socialista donde hay abundancia y dinero para todos. Pasaba en el capitalismo perfectamente capitalista: la gente se jubilaba, había educación y salud pública. El campo de acción de la política tiene en el centro esta transferencia de poder del espacio nacional al transnacional.

 

¿Cómo hacer para llevar estos reclamos nacionales y sentarte en la mesa de los grandes? 

Para poder salir del capitalismo, dice la tradición marxista, es necesaria una construcción política transnacional. Es lo que intentó el movimiento socialista, logrando bastantes avances, pero ahora retrocedió. Hay mucho que se puede hacer, pequeños cambios en las reglas del juego. En Argentina tuvimos alguna luego del 2001, que abrió el horizonte político. Nadie en el 2000 hablaba de pagar pensiones, ni de declarar el default de la deuda y dejar de pagarla. ¿Por qué fue posible? Porque la sociedad se volvió ingobernable, porque los bancos porteños funcionaron tabicados, porque se atacaba al sector privado además de al político. Ese temor expande un poco el terreno de lo posible y trajo pequeños cambios en las reglas: la Asignacion Universal por Hijo como pequeña renegociación de poder entre empleadores y empleados. Falta la fuerza de aprovechar las mayorías consolidadas para cambiar las reglas del juego, aunque sean mínimas.

El peronismo no apunta a un sistema anti-capitalista, eso nunca estuvo en el horizonte de lo posible, pero si podría usar las reglas del juego. Por ejemplo, hoy es evidente que el sistema del Poder Judicial está corrupto de pies a cabeza, no ejerce las funciones por las que está diseñado, es un comité político para intereses privados. Ahí también falta patear el tablero.

¿Cómo interpelar a una población que piensa más en torno al fracaso del proyecto pasado que en las injusticias del presente?

Para articular este cambio subjetivo, que es el mismo que hizo posible la expansión de derechos, tienen que desarrollarse campañas incansables por parte de los sectores comunes, como el movimiento obrero socialista y su autoeducación. Si uno va a los archivos, la comparación al presente es penosa, pero la cantidad de folleteria que se publicó en todo el mundo para enseñar sobre nuestros derechos: las relaciones laborales, el libre albedrío, la importancia de la ciencia, la educación. Hoy ya no se ve ese impulso.

Me parece importante, también, pensar en las condiciones de audibilidad de los discursos. No es que las personas no estén suficientemente informadas, sino que no quieren escuchar. Cualquier crítica del presente que no esté acompañada de una propuesta, un horizonte a futuro diferente y factible, se vuelve muy difícil.  Lo que no tenemos actualmente es una visión de futuro que haga audible la crítica del presente. Ese es el cuello de botella: para que haya un nuevo horizonte de posibilidades no utópico tenemos que superar esta deficiencia de visión a futuro.

 

¿Por qué siempre se termina persiguiendo a los reclamos que perjudican al sector privado?

No hay nada nuevo en que el Estado reprima movimientos sociales reivindicativos, que aplique el rigor de la ley y los trate como terroristas. Ese era el mundo en 1920: el Estado era brutal con las manifestaciones en pos de derechos y garantías elementales. Eran tratados como terroristas, fusilados, perseguidos acá y en todo el mundo. El Estado retoma esta actitud defensiva de inicios del capitalismo, pero lo que sí es nuevo es que haya una porción mayoritaria de la sociedad que lo valide. Hay algo, entre muchas comillas, democrático en esta visión totalitaria del mercado que se impone. En ausencia de una democracia sustantiva en lo político, se forma una dimensión “igualitaria” en el mercado. Este promete que si cada uno se esfuerza tiene la misma chance que los demás, una dimensión fantasiosa, pero igualitaria, a la que apela la derecha. Subordinar a todos al mecanismo del mercado, con la promesa de un horizonte de igualdad, no mediante la participación, los votos, los partidos y las manifestaciones, sino mediante la mano invisible del mercado es una promesa falsa, pero creíble. Lo que le da más terreno al Estado para retomar estas prácticas represivas es, justamente, el avance de los movimientos de derechos civiles, que impactaron en las reglas sobre represión estatal. Aunque solo son un fino barniz, las normas y protecciones pueden caer en cualquier momento. En la medida en que no haya una sociedad que las apuntale a diario la regresión es inevitable.