«Nuestra vida no valía nada»

«Nuestra vida no valía nada»

Continúa la megacausa judicial Mansión Seré IV y RIBA II por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención de Zona Oeste. En la quinta sesión declararon dos testigos y dos sobrevivientes que reconocieron los centros clandestinos de detención.

En la quinta sesión del juicio de la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II testimoniaron los sobrevivientes Alejandro Miceli y Aldo Ameigeiras, detenidos en la Comisaría N° 5 de Paso del Rey, ubicada de Moreno, que dependía del ahora acusado Ernesto Rafael Lynch, capitán de la VIII Brigada Aérea de esa localidad. “Se escuchaba gente a lo lejos, que cantaban. Era la procesión a Luján que se hace los 7 de octubre y pasa a dos cuadras de la ruta”, contó Miceli en su testimonio. Por su parte, Ameigeiras sumó otra precisión sobre el lugar de detención: “El tren, al pasar por el puente de hierro del Río Reconquista, hacía en ese tiempo un sonido particular porque iba más despacio. Eso se escuchaba desde la celda”.

Ambos amigos fueron secuestrados el 1º de octubre de 1976 cuando se encontraban cenando en la casa de la familia Ameigeiras, en barrio La Perlita. Compartían la docencia en el CENS N°49 y la actividad religiosa en la comunidad cristiana formada por el sacerdote José “Pepe” Piguillem. Para Alejandro era un “lugar de pertenencia” que había logrado en su infancia al llegar al barrio: “Entré a la parroquia porque mis padres conocían al sacerdote. Me interesaba el cine y él me invitó a los cine-debates que armaban allí. Aldo era uno de los que organizaba las películas. Es un hermano para mí”, dijo.
El momento del secuestro, que también fue vivido por la esposa y el hijo bebé de Ameigeiras, Miceli lo describió como “un instante de mucho ruido, como una explosion que rompió puertas y ventanas. Comenzó a entrar mucha gente y después ya no pude ver porque me pusieron una venda en los ojos y me encapucharon. Me esposaron y solo escuchaba ruidos, gente que se movía de un lado a otro. Viajé en el piso de un auto, pisado por los pies de quienes estuvieran sentados en los asientos. Solo recuerdo sentir que pasamos una vía”, declaró. Luego de ser torturado lo llevaron a un cuarto tan pequeño que no podía recostarse, podía tocar a la vez con ambas manos las paredes a sus costados. “Escuchaba a Aldo pedir agua, duró casi tres días así: ‘Señor, por favor, agua’. Nunca le trajeron. Tampoco comimos. Yo mordía el cinturón de cuero que tenía, no sabía cuanto iba a durar esto y uno quería alimentarse. Las necesidades también las hacía ahí, así que me mojaba la boca con lo que orinaba”, continuó Miceli

Aldo Ameigeiras dio durante su testimonio mayores detalles de las sesiones de torturas y los interrogatorios que debieron sufrir. Lo acusaban de enseñar marxismo y, en torno a su actividad religiosa, de orquestar campamentos de adoctrinamiento e incluso de armar un cancionero que “contenía canciones de la Guerra Civil española y comunistas, que incitaban a la subversión”. También le preguntaban sobre el médico Rodolfo “Rolo” Freyre  y por el sacerdote Piguillem al que se referían como un “cura subversivo, tercermundista y peligroso”. “Me tiraban agua y me picanearon. Me ahogaban con algo similar a una almohada y cuando me la quitaban lograba respirar. Como no alcanzaba a contestarles, me acusaban de no querer colaborar y todo volvía a empezar”.
Ambos testigos describieron que el activismo religioso constaba de tareas pastorales de catequesis o asistencia a los vecinos del barrio. Alejandro Miceli, que en ese entonces estudiaba arquitectura, ayudaba a construir la capilla y así como él participaba en sesiones de cine, otros realizaban actividades de teatro o coro. “Se arreglaban grandes reuniones y misas muy sentidas por todos los vecinos del barrio que se acercaban”, expresó Ameigeiras.

Fueron liberados el 7 de octubre, luego de pasar un tiempo en otro lugar de detención donde pudieron ver que había más celdas y otros detenidos. Ameigeiras relató que “al baño te llevaban por un pasillo y, si se te corría la venda, veías varias celdas. Aún tengo miedo que aparezca alguien en el pasillo y me vuelvan a buscar”, confiesa. Aunque se mudó, no pudo volver a Moreno. Se sentía vigilado porque “las cosas siguen sucediendo. Viví un exilio forzado. De un minuto a otro no éramos nadie, no valía nada nuestra vida. Y luego, otra vez de la nada, teníamos que volver a ser quienes éramos y simular que no pasó nada. Me costó mucho tiempo y dolor, estaba por empezar mi doctorado cuando pasó todo, me cambió la vida. Uno tenía que construir, la familia, los hijos. No les podía transmitir solo desazón de lo vivido sino también esperanza”.
Ambos amigos se volvieron a mostrar juntos en público luego de cinco años del secuestro. Ameigeiras finalizó su testimonio muy emocionado: “No veía la hora de que llegara este momento. Para ustedes será una instancia permanente. Para uno es la forma de dar vuelta la página. Ahora doy un pequeño testimonio sobre lo que he vivido y sufrido. Por muy pequeño que sea, hubo un tiempo en que para mí no merecía la pena contarlo. Pero en los últimos años me convencí de que no tenían ningún derecho a hacer lo que hicieron”.

Desde la querella de Moreno por la Memoria se presentaron en esta sesión los abogados Sebastián Taiariol y Gastón Fraga, con quien ANCCOM pudo dialogar. Fraga rescató la importancia de los testimonios en cuyas declaraciones se puede acreditar el circuito represivo de Zona Oeste, los esquemas y los lugares físicos de represión. “Además se vinculan con los testimonios del primer día cuando Julio César Leston (excabo primero de la Regional de Inteligencia Buenos Aires, RIBA) mencionaba que estaba a cargo del factor religioso en la base de inteligencia y que conocía al padre “Pepe” por  dichos del barrio. Justamente estas dos víctimas formaban parte del grupo religioso y por ello fueron secuestradas y torturadas, es decir, que también está reconociendo Leston en esa declaración que hacía tareas de inteligencia en términos territoriales, y se acredita así el circuito represivo”.

En un juicio anterior, ambos sobrevivientes participaron del reconocimiento de la Comisaría N° 5 de Paso del Rey. “Estaba muy cambiado, no era demasiado reconocible. Sin embargo, el juez hizo retirar el cielorraso y pude ver el lucernario -claraboya de vidrio-. Aldo golpeó desde la celda de al lado y fue claro que el lugar era ese”, relató el arquitecto Miceli, recordando que durante los días de cautiverio golpeaban la pared que los separaba con Aldo para comunicarse que “seguíamos vivos”.

En la sesión también declararon dos testigos cuyos familiares fueron secuestrados por la Fuerza Aérea de Moreno. Una de ellas pidió mantener en reserva su identidad. Por su parte, Mónica Inchauspe, relató que era una adolescente cuando su padre Miguel Angel Inchauspe, secretario del bloque radical de Moreno, fue detenido. Recuerda que dijeron que se debía a “un delito financiero que nunca existió. Fue una interna partidaria. El denunciante tenía buena relación con la Fuerza Aérea. Lo liberaron luego de estar un mes en la Comisaría 1º junto a otros compañeros de partido. Pidió un acta de detención y le dijeron que él nunca había estado detenido, solo demorado”, sostuvo su hija. El día que se presentaron en la casa, su padre no estaba, y una custodia se quedó con ella y su madre. “Cuando volvió lo invitaron a pasar por la comisaría de Moreno. No lo esposaron, tal es así que se fue manejando su auto y ahí perdimos todo contacto con el”. Ya en una ocasión anterior, las “tres Marías” habían buscado a su padre y este debió esconderse por dos meses. Según explica la testigo, “las tres Marías” era la forma coloquial de referirse a las tres camionetas sin identificación que recorrían constantemente las calles de Moreno y que todos sabían que pertenecían a la VIII Brigada Aérea. “En un pueblo chico uno se siente marcado, por más que te hubieran detenido sin motivo y no hayas hecho nada, la gente empieza a mirarte distinto”, dijo haciendo referencia a lo difícil que también fue el después de la liberación.
La quinta audiencia tuvo también, por parte de la defensa de los acusados, el intento fallido de “ensuciar” la escena. Durante el receso tomado al finalizar los testimonios, el hijo de Miceli, según los abogados defensores, “insultó y realizó gestos obscenos” contra ellos. En su posición, alegaron que ellos “sólo hacen una defensa técnica, propia de su trabajo” y solicitaron a la jueza María Claudia Morgese que se lleve a cabo el mismo procedimiento que se aplicó al imputado Juan Carlos Vázquez Sarmiento por su performance en la tercera audiencia. Respecto a este incidente, el abogado querellante Gastón Fraga, dialogó con ANCCOM y sostuvo: “Fui testigo. Solo se dio un entredicho, que podría haberse evitado, pero propio de un hijo que está escuchando las terribles declaraciones de su padre. Y no pasó a mayores. Por lo que la denuncia tampoco puede pasar a mayores porque no hubo ningún delito. No es comparable con un imputado que se desnuda y hace improperios durante la audiencia, y que solo busca de forma muy cínica desestimar este juicio y buscar algún tipo de beneficio personal para sí”.

 La próxima audiencia está pautada para el martes 15 de octubre de manera presencial en el Tribunal Federal Oral N°5 de San Martín. El público general puede acercarse previa acreditación por mail al tribunal.

Después de 46 años, comenzó el juicio por la masacre del Pabellón Séptimo

Después de 46 años, comenzó el juicio por la masacre del Pabellón Séptimo

Considerado como un crímen de lesa humanidad de la última dictadura militar, se investiga a tres responsables del Servicio Penitenciarios acusados por la muerte de 65 presos comunes y las heridas causadas a otros 88.

El pasado miércoles 9 se inició en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 5 de la Ciudad de Buenos Aires el juicio contra los tres exintegrantes del Servicio Penitenciario Federal acusados por la muerte de 65 víctimas y las heridas graves de otras 88. Fue tras una requisa y una represión en la cárcel de Devoto en 1978. El caso llega a la instancia oral y pública federal porque en 2014 fue declarado crimen de lesa humanidad.

El juicio dio comienzo en la Sala SUM del TOF 5 con la presencia de familiares y sobrevivientes, entre ellos Juan Olivero, Hugo Cardozo y Roberto Montiel. Los jueces del tribunal, Nicolás Toselli, Adriana Palliotti y Daniel Obligado, mencionaron la presencia, en representación del Ministerio Público Fiscal, del fiscal general Abel Córdoba y sus auxiliares María Laura Grigera y Viviana Sánchez. Con relación a las partes querellantes se encontraron presentes por la Secretaría de Derechos Humanos los doctores Máximo Castex y Ezequiel Uriarte, y por la querella unificada en representación de las víctimas y de la Liga por los Derechos del Hombre se presentó Claudia Cesaroni y Natalia DAlessandro. 

Los imputados estuvieron conectados vía Zoom: el ex director del Instituto de Detención de Devoto, Juan Carlos Ruiz; el exjefe de la División Seguridad Interna, Horacio Martín Galindez y  el exjefe de la División Seguridad Interna, Gregorio Bernardo Zerda. Se hizo mención de un cuarto acusado, Carlos Aníbal Sauvage, exjefe del Cuerpo de Requisa, quien falleció en el año 2021 sin que pudiera dilucidar su responsabilidad en los hechos.

Al abrir  el juicio, Toselli dio lugar a las partes acusadoras para hablar y comenzó el fiscal Córdoba. “Los hechos se enmarcan dentro del contexto del plan criminal multidimensional, donde no se tratan por eventos aislados sino ocurridos en un contexto más amplio, judicialmente acreditado, de crímenes de lesa humanidad cometidos bajo la jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército”. En ese sentido, aclaró que el Servicio Penitenciario Federal no estuvo exento de participación en la represión durante la última dictadura militar. Junto a ello, el fiscal mencionó el proceso de militarización y alerta en que se encontraban inmersas las distintas fuerzas del país durante el año 1978: “No es casual que mediante la Ley 19594 del 24 de abril de 1972 las cárceles y otros establecimientos o instalaciones que albergaban detenidos, procesados o condenados por hechos de carácter subversivo, terrorista o conexo delitos de competencia de la Cámara Federal en lo penal de la nación o detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional fueran puestos bajo control operacional de las Fuerzas Armadas, ya que ello respondía a la política de Estado imperante”. 

Luego, Córdoba disertó sobre los hechos criminales ocurridos en el interior del Pabellón Séptimo de la Unidad Penitenciaria 2 de Devoto el 14 de marzo de 1978. “No se trató de la imposición de suplicios a través de los métodos convencionales, sino de una salvaje represión donde las personas que resultaron víctimas se encontraban privadas de libertad y se vieron en condiciones de encierro absoluto al alcance del fuego y las balas de los autores”, leyó Córdoba. “A raíz de lo que fue calificado como una insubordinación por parte de los alojados en el Pabellón Séptimo del complejo penitenciario durante la madrugada del 14 de marzo y con el objeto de amedrentar a estos y sacar del pabellón al interno Jorge Omar Tolosa, los funcionarios penitenciarios dispusieron la realización de una requisa integrada por un mayor número de efectivos que lo habitual, ingresando de manera inusualmente violenta al pabellón aproximadamente a las 08:15 de la mañana de aquel 14 de marzo”.

La masacre

El fiscal general siguió con la secuencia de los acontecimientos, al detallar que los internos comenzaron a defenderse del castigo de parte del personal penitenciario, arrojando distintos elementos que tenían a su alcance y utilizando las camas cucheta para resguardarse. El cuerpo de requisa retrocedió, y frente a ello, los reclusos amontonaron camas para impedir que reingresaran. Sin embargo, los penitenciarios comenzaron a utilizar gases lacrimógenos y a disparar con armas de fuego desde la pasarela de vigilancia hacia quienes estaban en el pabellón. Como respuesta a la represión, los internos apilaron sus colchones sobre las camas que habían sido previamente colocadas contra la reja de ingreso obstaculizando así la visión del personal penitenciario hacia el interior. En un momento dado, y por motivos que no pudieron esclarecerse, los colchones que estaban apilados contra la reja de ingreso se prendieron fuego y posteriormente comenzó a presenciarse un denso y tóxico humo negro. 

A pesar de ello, las autoridades presentes del Servicio Penitenciario Federal no auxiliaron a los reclusos ni impidieron que el fuego avance, sino que continuaron disparando contra ellos armas de fuego y lanzando gases lacrimógenos desde las pasarelas exteriores de la unidad y desde los patios del complejo. Una vez consumido el fuego y abiertas las puertas del pabellón, los sobrevivientes fueron obligados a salir y cuando se traspuso la puerta de ingreso fueron recibidos por una doble fila de agentes penitenciarios que los golpearon con objetos contundentes, dándoles golpes de puño y patadas a lo largo de un pasillo que se extendía desde la puerta del pabellón hacia otros calabozos. 

A su turno, la auxiliar Grigera destacó que fueron recapitulados otros eventos relevantes previos a la jornada del incendio. Sin embargo, expresó la necesidad de analizar en profundidad el último episodio: qué se hizo y qué no de parte del servicio penitenciario. “No realizó ninguna maniobra encaminada a extinguirlo”, leía Grigera, en alusión al fuego.

Para fundamentar la acusación hacia las autoridades del penal, Grigera fue leyendo distintos testimonios de sobrevivientes que habían declarado en un sentido similar las circunstancias de los hechos, entre los apellidos mencionados estaban Ciardello, Olivero, Cardozo, Rica, Olivera, Gaitán, Montiel, Vera, Vergara, Cinelli, Berti, Romero, Mantilla, Medina, Díaz y Quintero. “Muéranse cachivaches”, “muéranse como ratas” y “muéranse de a poquito”, fueron las palabras que recuerdan algunos de ellos, y que ayer fueron leídas en la audiencia.

Los acusados

Tiempo después, fueron mencionadas las conductas descriptas y probadas que se le atribuyen a Ruiz, Galindez y Zerda (habiendo mencionado también a Sauvage). Éstas son la imposición de tormentos reiterados en 153 ocasiones, de los cuales 65 se encuentran agravados por la muerte de las víctimas. Juan Carlos Ruíz deberá responder en calidad de autor mediato ya que era quien tenía el poder de mando sobre el personal que intervino en las torturas y por ser la máxima autoridad presente en el día de los hechos en la unidad carcelaria. En tanto, Horacio Galíndez y Gregorio Zerda son señalados como coautores, porque las acciones sólo podrían haberse llevado a cabo bajo expresas órdenes del director y máxima autoridad del instituto penal.

Dicha acusación se fundamentó al mostrar -a través de testimonios y documentación- que una vez comenzado el incendio, las autoridades presentes dejaron avanzar el estrago con el objeto de someter a los internos a un castigo ilegal. Y una vez apagado el fuego, torturaron a los sobrevivientes. “Ya culminado el mismo sometieron a los sobrevivientes a graves castigos físicos que se prolongaron durante todo el recorrido desde el pabellón séptimo hasta los calabozos a los que fueron arrojados” leyó Grigera.

Torturas

Tras un cuarto intermedio, la abogada Claudia Cesaroni presentó una síntesis del requerimiento de elevación a juicio. “Esta causa fue reabierta a partir de la insistencia de un sobreviviente, Hugo Cardozo, y de la determinación del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos en el año 2011. Nosotras somos parte de un equipo jurídico que trabaja activamente de modo militante por la defensa de los derechos de las personas privadas de libertad en aquel momento y en el presente”, expresó. Esa insistencia se concretó en la presentación ante la justicia federal en marzo de 2013. 

“Fuimos a pedir que esta causa se reabra, porque había sido archivada por la justicia ordinaria en 1979. A partir de eso se fueron sumando otros sobrevivientes, familiares, así como también expresas políticas que estaban en la cárcel de Devoto en ese momento y que fueron testigos de esa masacre”, explicó Cesaroni. También añadió que cada acción jurídica que fue y vaya a ser llevada a cabo será en el marco de la lucha colectiva por la memoria, verdad y justicia. A criterio de la abogada y criminalista, el Servicio Penitenciario fue parte del aparato de terror de la dictadura.

Más adelante, tuvo la palabra Natalia D’Alessandro, también abogada querellante, quien continuó con la lectura del resumen del requerimiento, reconstruyendo los hechos de las acciones iniciales al motín a partir del conflicto de la televisión con el interno Tolosa. En ella, se contó específicamente todo lo que vivieron los presos durante el incidente, incluyendo las lastimaduras, lo que sintieron al salir, pisar a otros fallecidos y saber que los continuarían golpeando a pesar de estar quemados. “La violencia fue inusual, aún para quienes estaban acostumbrados a recibir palos como parte de la rutina”, leía la abogada. 

Luego Cesaroni retomó la palabra. Entre sus declaraciones estuvo la necesidad de contrastar la versión oficial avalada por Sauvage, un planteo basado en que los presos fueron los que causaron el incendio a partir de una pelea realizada entre ellos. Sin embargo, cuando se le preguntó si se sabía quiénes habían sido los responsables de la acción dada, el exjefe del Cuerpo de Requisa contestó que no reconoció a los actores. Esta versión fue altamente cuestionada por la querella debido a dejar incógnitas sin resolver, entre ellas, cómo podía ser que ningún guardia haya presentado lesiones, o bien, por qué no se realizó ninguna tarea efectiva de parte de las autoridades para frenar el fuego. 

Al rato, Cesaroni, conmocionada,  mencionó a todos los fallecidos y gravemente heridos durante la masacre. 

Finalmente, D’Alessandro brindó unas últimas palabras en homenaje y respeto por los familiares, allegados y sobrevivientes presentes. “Deben considerarse las circunstancias en que fueron cometidos los hechos imputados así como que los mismos fueron perpetrados por agentes del Estado, todos ellos miembros del Servicio Penitenciario Federal, quienes utilizaron en todo momento medios violentos en contra de las víctimas, las cuales se encontraban detenidas bajo su custodia”, leyó. “Por todo ello, solicitamos que en primer lugar, se tenga por realizada la síntesis del requerimiento de elevación a juicio y se juzgue la masacre del Pabellón Séptimo entre el 13 y 14 de marzo de 1978 en el que 65 presos llamados comunes, fueron asesinados mediante el humo, el fuego, las balas y los golpes, y otros 88 sufrieron torturas brutales, como un crimen contra la humanidad, se asignen responsabilidades y se impongan las penas correspondientes. Porque como dicen los familiares que se han reunido para realizar este recorrido en demanda de memoria, verdad y reparación, mientras no haya justicia, el fuego seguirá quemando”, finalizó 

Posteriormente Toselli dio por formalmente cerrado el debate y concluyó la jornada, realizando un cuarto intermedio hasta el próximo miércoles a las 10 horas. 

“No voy a esperar a ser flaca para vivir”

“No voy a esperar a ser flaca para vivir”

Por cuarto año consecutivo se llevó a cabo el Encuentro Plurinacional de Gordes. Esta vez, en la provincia de Buenos Aires. Talleres. Debates. La importancia de lo colectivo y de mantener los temas en agenda.

El pasado sábado 28 de septiembre se llevó a cabo el 4º Encuentro Plurinacional de Gordes en Pilar, Provincia de Buenos Aires. A cuadras de la estación de tren Del Viso, en el club Club Municipal de la localidad bonaerense, se encontraron diferentes referentes de la militancia gorda de Argentina, Uruguay, Brasil y Estados Unidos. Bajo la consigna “Sosteniendo comunidad en la incertidumbre”, la jornada consistió de diversos talleres y conversatorios para poner en común las problemáticas de las personas gordas: la discriminación, la falta de implementación de la Ley de Talles ya aprobada, la estigmatización en el sistema de salud, entre otros.

El Encuentro fue organizado por el Colectivo Gordes Activistas de Argentina (CGA), que milita “contra el estigma, la violencia, la patologización y discriminación constante hacia los cuerpos gordos en esta sociedad”, según sus canales de comunicación oficiales. La agrupación nació en 2021 y ya llevó a cabo cuatro encuentros: a éste la antecedieron Rosario, Mar del Plata y Morón.

La jornada, que comenzó bailando al compás de la música, propuso inicialmente un taller para debatir la aplicación de herramientas para la gestión de la salud a través de la ESI, y otro para crear “imágenes de resistencia” a partir de las consignas del activismo gordo mediante la técnica del collage. La idea era, además de conocerse, iniciar el debate y compartir puntos de vista sobre las temáticas planteadas.

A continuación, se inició el conversatorio en el que referentes del activismo gorde internacional compartieron sus experiencias y visiones. Lucia Portos -subsecretaria de Políticas de Género y Diversidad de la provincia de Buenos Aires-, Laura Contrera -doctora en Estudios de Género e integrante del Colectivo de Gordes Activistas de Argentina-, Tigress Osborn -directora ejecutiva de «National Association to Advance fat Acceptance» (NAAFA) de Estados Unidos- y Vito Romero -integrante de Colectivo La Mondonga de Uruguay- coincidieron en la necesidad de construir redes militantes para desafiar la discriminación basada en el peso.

“Para un gorde –afirmó Contrera- no hay nada mejor que otre gorde”. Esta frase, que se convirtió en el lema del Encuentro, refleja la importancia de la comunidad como un espacio de apoyo y resistencia política. “La situación internacional de ‘ajuste magro’, de represión y violencia, de encajar a la fuerza o extinguirte, nos deshumaniza, nos fragmenta, nos somete a este régimen de austeridad y control donde los derechos pasan a ser privilegios para unos pocos. Por eso insistimos tanto en la importancia de la comunidad y lo colectivo”, apuntó. Con “ajuste magro”, la doctora en Género, se refiere al paradigma que plantea eliminar la grasa del sistema, entendiéndola como el signo que deviene a los cuerpos en improductivos, a los que hay que depurar, de los que hay que extraer el excedente. Además, profundizó en la experiencia de lo que significa ser gorda en un mundo hostil, señalando que la gordofobia no solo es un estigma social, sino también una forma de violencia que busca controlar y disciplinar los cuerpos. “A nosotres nos prometen la infelicidad y la soledad. Pero acá estamos, juntes y riéndonos”, expresó Contrera. Asimismo, la activista argentina hizo un llamado a desmantelar la gordofobia internalizada invitando a las personas gordas a priorizar la organización y la lucha colectiva sobre la búsqueda individual de la delgadez.

Contrera hizo un llamado a desmantelar la gordofobia internalizada invitando a las personas gordas a priorizar la organización y la lucha colectiva sobre la búsqueda individual de la delgadez.

En entrevista con ANCCOM, Lucía González, militante política y parte de CGA, declaró: “El colectivo reúne a personas que venían trabajando en la temática de diversidad corporal, body positive y activismo gordo en Argentina. Armar un espacio de activismo para charlar estos temas no sólo para tratar lo político y las cosas que queremos cambiar a nivel de derechos y leyes, sino también hablar sobre cómo la industria de la dieta cercena y violenta nuestros cuerpos con regímenes que son insostenibles y peligrosos para nuestra salud”. Sobre las actividades del colectivo el resto de año, aclaró: “Sacamos comunicados y hacemos alianzas políticas, trabajamos con el gobierno para instalar y que se consideren estas temáticas también”. En cuanto al encuentro, la militante destacó que se inspiraron en el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans que se lleva 37 años. “La dinámica es hacer ejes y talleres específicos para tratar la problemática gorda”.

En un tono más personal, y con relación a la experiencia de militar en el activismo gorde, González reveló que su participación en CGA le “permitió salir del closet de la gordura. Me dio la posibilidad de proyectar mi vida, reconociéndome a mí misma y no desde la mirada del otro sobre mí, sobre mi cuerpo”. Parte de salir del aislamiento y la discriminación a la que se somete a las personas gordas es conectar con otras personas que vivan lo mismo, de ahí la importancia de organizaciones y eventos como este. “Veo a otras gordas que también me inspiran, personas que viven pisando fuerte, no pasando desapercibidas que es el lugar que se nos asigna. Soy gorda, soy esto. No voy a esperar a ser flaca para vivir. Vivo y lo gozo. Y a través de mi vida lo vas a ver”, cerró contundente González, dejando un mensaje inspirador para otras personas gordas.

Otro eje importante fue la estigmatización de las personas gordas en el área de la salud y la nutrición. Uno de los reclamos es la despatologización y la capacitación de los profesionales de la salud en cuerpos que salen de la norma. ANCCOM conversó con Candela Galante, especialista en nutrición inclusiva y co-creadora del curso de actualización de posgrado «Diversidad corporal gorda para el abordaje integral de la salud» de la Universidad Nacional de La Plata. “La Facultad de Ciencias Médicas –señaló- tiene mucha hegemonía y normatividad de los cuerpos, pero aún así algunes buscamos recorridos que sean más fieles con lo que pensamos, creemos y militamos. Es importante que en los espacios de atención haya cierta sensibilidad y escucha para con el paciente”.

La profesional se acercó junto a un grupo de colegas al Encuentro no sólo para ganar herramientas y mejorar la práctica sino también “para encontrarse con otras personas que sean cercanas al tema y de las cuales aprender. En este contexto es más que importante juntarse, apoyarnos para poder sobrevivir. No hay que perder la perspectiva colectiva”.

Otra de las banderas que se levantó en el Encuentro fue por la lucha de la implementación de la Ley de Talles en Argentina. Esta normativa, que busca establecer un sistema único de talles basado en medidas antropométricas de la población garantizando que la indumentaria se adapte a la diversidad de cuerpos existente, fue impulsada durante años por organizaciones civiles y activistas, y sancionada en 2019. Sin embargo, y aunque es fundamental para reconocer el derecho a vestirse de todas las personas y crucial en los reclamos del activismo gordo, nunca llegó a implementarse. Para la organización, a pesar de que se realizaron estudios y presentado propuestas, la inacción de las autoridades generó la falta de una tabla de talles nacional publicada que frenó por completo el avance en su implementación.

Instrucciones para leer a Cortázar

Instrucciones para leer a Cortázar

La Biblioteca Nacional ofrece un recorrido por la obra del escritor con la intención de llegar a chicos y grandes a través de un referente de la literatura fantástica argentina.

El Centro de Literatura Infantil y Juvenil de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno inauguró la exposición Julio Cortázar. Instrucciones para viajar  que invita a conocer parte de la vida y obra del famoso escritor argentino de una manera lúdica y amena con el fin de acercar su lectura a las nuevas generaciones. 

Las curadoras Eugenia Santana , Solana Schvartzman y María Ragonese proponen un primer acercamiento a la obra de Cortázar para chicos y jóvenes. La muestra cuenta con tres salas:   “Instrucciones para leer”,  donde se aprecia una línea de tiempo con sus datos  más relevantes y donde se exhiben manuscritos originales de Cortázar: el  cuaderno de trabajo donde fue apuntando Rayuela,  capítulos mecanografiados, dibujos y pasajes de esa  novela que nunca fueron publicados.

En la siguiente sala  “Instrucciones para explorar”, se aprecia  el trabajo del autor de Bestiario como traductor, las cartas enviadas a sus afectos desde distintas partes del mundo y algunos de sus libros traducidos en diferentes idiomas.  En la última sala  “Instrucciones para jugar”, el equipo de diseño de la Biblioteca Nacional construyó una biblioteca donde los más pequeños se pueden sentar a leer los libros que el escritor leía en su infancia,  pintar y jugar. En esta sala se exhiben  ilustraciones realizadas por la artista plástica argentina Isol sobre algunos cuentos del escritor, mientras se escucha jazz, música favorita del autor de Final del juego.

Al igual que Rayuela, el recorrido de la muestra se puede comenzar por la sala que más guste o convenga,  un homenaje tan lúdico y fantástico al estilo  de Julio Cortázar  para celebrar los  110 años de su nacimiento.

ANCCOM conversó con Eugenia Santana y  Solana Schvartzman dos de las curadoras.

¿Cuál fue la inspiración de la muestra?

Solana Schvartzman: Por un lado es el año Cortázar, pero la idea fue justamente que sea una puerta de entrada distinta de lo que se hace en otras instituciones o museos. Tenemos el cuaderno de bitácora, las cartas manuscritas de Cortázar, tenemos capítulos que él escribió y descartó, tenemos materiales que son riquísimos que pertenecen a la institución y era hora de mostrarlos y exponerlos pero también era una oportunidad de exponerlos no solo para un público interesado en la obra de Cortázar sino especialmente para chicos y jóvenes, los que tal vez no lo leyeron que comiencen a leerlo, la idea es que se acerquen a este autor de una manera distinta.

¿Cuál es el enfoque principal que eligieron?

Eugenia Santana: El enfoque principal de la muestra es, justamente,  recuperar el aspecto lúdico de las instrucciones, la idea de viaje que nos pareció muy amigable para los chicos en general  pero sobre todo el enfoque es casi de divulgación, es como decir cómo hacemos que estos materiales se vuelvan accesibles a los chicos , cómo contemplamos este nuevo público que queremos traer a la biblioteca.

Sch.: La idea se llama “ Instrucciones para viajar” tiene que ver con distintos viajes que hizo Cortazar a lo largo de su vida. Nace en Bélgica muere en París pero más allá de esto la idea también es pensar a la muestra como un viaje, por eso es que tiene tres alas muy distintas pero que se pueden recorrer en un orden o en otro de manera lúdica, como él mismo pensaba en sus libros.

¿Hay alguna obra de Cortázar que haya sido especialmente significativa en el proceso de la curaduría?

E.S.: Para mí fue Los autonautas de la cosmopista que yo no lo había leído antes de hacer esta muestra, había leído bastantes cosas de Cortázar, pero no Los autonautas y cuando entré, dije: “Claro, esto está buenísimo”. Todos estos títulos, medio fantasiosos, refieren a los viajes, había momentos que me hacía mucha gracia, habían registrado todo lo que habían comido en el día, el café, las medialunas, esto, lo otro con lujo y detalle y me pareció espectacular también por eso. Yo decía que lo del viaje es muy importante porque también lo veía en su obra.

S.Sch: En la muestra tienen un lugar muy protagonista  El manual de instrucciones, Historias de cronopios y de famas, de ahí sacamos el título de la muestra y así están escritos los textos de cada una de las salas. Obviamente tienen un protagonismo muy importante Rayuela porque es imposible que no lo tuviese, pero también tienen libros que uno no pensaba , en mi caso por ejemplo Silvalandia, donde se ve un estilo Cortázar que uno piensa que lo escribió para los chicos, es un escritor que se ríe mientras escribe y esa también es una impronta que queríamos que marcase de alguna manera el recorrido de la exposición.

¿Qué aspectos de la vida personal consideran relevantes para entender la obra?

S.SC:  Yo remarcaría muchos datos fundamentales de cuando él era chico, que escribe una primera novela a los 8 años, que lee a Poe a esa edad y el director de su escuela le dice a la madre que por favor lo aleje de los libros, que no le están haciendo bien, que vaya a tomar sol. Pero la madre responde que confía en los libros y confía en Cortázar. Con ese gusto en la lectura es que después se hace escritor y de alguna manera concreta, concretar muchos de sus sueños porque él quería ser marinero y se hace escritor, y de alguna manera viaja por todos lados y con la traducción viaja con sus libros.

E.S.: Una, generalmente, conoce como el producto acabado de Julio Cortázar, alto con barba como una especie de prócer de la literatura y está bueno también mostrarlo más desarmado. Pensamos en su infancia, por eso hicimos esa reconstrucción de la biblioteca para pensarlo a él en la situación de lectura cuando era chiquito: qué cosas lo atraían, le interesaban. Hay muchos viajes que para él son muy significativos: su viaje a Cuba no está tan presente en la muestra, pero si está en la línea de vida, la centralidad de ese viaje para sus ideas políticas, pero también el viaje de la imaginación, poder viajar sin moverse del lugar.

¿Cómo creen que Cortázar influyó en la literatura contemporánea?

E.S.: En Argentina es imborrable su huella, el lugar que ocupa en la literatura fantástica es inédito, en comparación con el resto del mundo. Muchas veces hay cierto desprecio por el género fantástico, que se considera una especie de género menor y acá entre Cortázar y Borges es el centro de nuestro canon. Creo que es muy significativa su influencia, también en sus traducciones de Poe porque las traducciones de Cortázar se siguen editando y la mayor parte de los chicos que leen Poe, probablemente lean la traducción de Cortázar.

S.Sch.: No por nada es un autor que se lee en la escuela, especialmente los cuentos, pero Rayuela, que hoy se lee menos, es una novela que si la lees no te la olvidás y en ese sentido marca a quien la lee y creo que va a perdurar en la literatura Argentina.

E.S.: Es un autor inicial, uno está dando los primeros pasos en la literatura y generalmente  alguien te va a acercar un texto de Cortázar y eso también es impresionante, es un autor que abre muchas puertas, si leés a Cortázar después leés otras cosas.

S.Sch.: Atrapa a chicos pero es Interesante como atrapa a adolescentes también, es nuestro esfuerzo que los chicos entren a Cortázar, pero en los adolescentes no hace falta ni hacer ese esfuerzo, entran enseguida.

La exposición “Julio Cortázar. Instrucciones para viajar” se puede visitar hasta el 3 de noviembre de 2024, de lunes a viernes de 9 a 21 y sábados y domingos de 12 a 19 en la Sala Leopoldo Marechal de la Biblioteca Nacional. Entrada libre y gratuita.

Una mano a los niños del Barrio Mugica

Una mano a los niños del Barrio Mugica

Los domingos, la capilla Caacupé, del Barrio Mugica, recibe a los jóvenes de la organización Manos en Acción, que acompañan a las niñas y niños de la zona a pasar una jornada más acorde a sus derechos, en un momento en que más del 60 por ciento de los chicos se encuentra debajo de la línea de pobreza.

“Llegaron tarde, llegaron tarde”, gritaban con sonrisas y ojos brillosos en sus rostros ilusionados cuatro niñas de unos nueve años agarradas de las manos haciendo una cadena cuando los vieron llegar. Abrazos, besos y la llamada de atención sobre algunas ausencias. Es domingo, son las 10 de la mañana y después de una caminata de dos kilómetros adentro del Barrio Mugica llegan los chicos de Manos en Acción (Maenac) a la capilla Caacupé. Van al encuentro con niños y niñas que viven entre enjambres de hierro oficiando de escaleras, botellas de plástico vacías que se convierten en pelotas de fútbol, personas enrolladas en mantas durmiendo que se vuelven parte del paisaje y una banda sonora que logra pasear a quien escucha por toda Latinoamérica. 

Con una cruz pintada de blanco con brillo plateado salido en partes, “santos de jean y zapatillas” -como decía Juan Pablo II- se juntan desde las 8:45 en la Torre de los Ingleses, en Retiro, para intentar cambiar el color de la mañana de los niños que comparten la jornada. La plaza Fuerza Aérea Argentina es un sitio de la Ciudad de Buenos Aires donde la desigualdad no pide permiso:ahí emergen el Sheraton y el Barrio. En bolsas de tela de supermercado llevan una caja decorada con círculos de colores de papel afiche, lápices de distintos colores, tamaños, marcas, algodón, pegamento, tijeras, fibras. También hay tuppers con torta casera: de chocolate, dulce de leche y granas coloridas. La Pastoral Universitaria de Buenos Aires alberga desde la fe a estudiantes, muchos del interior del país, y de ella dependen distintos grupos de acción solidaria: uno de ellos es Maenac. 

El reloj marca las 09:40 cuando, con pecheras de color naranja y verde fluo, jóvenes de entre 20 y 26 años cruzan la arcada ubicada en la intersección de la Avenida Ramos Mejía y la calle Sara Beatriz Fernández, “Bienvenidos al Barrio Mugica”, dice el mural ubicado a la derecha, que también contiene un mapa ilustrativo del lugar. Con mochilas en la espalda y los celulares guardados, sin desconcentrarse unos de otros y con toda la atención puesta en lo que están haciendo. Unos pasos después, vienen de frente, formando un bloque hermético, cuasi marchando, un grupo de oficiales uniformados con cascos negros brillosos, borcegos acordonados, chalecos antibalas, pantalones cargo y caras inanimadas. Eran la misma cantidad o algunos más que los integrantes de Maenac. 

Mientras bordean el predio que corresponde a la terminal de ómnibus, con una reja de por medio, un chofer de colectivo chista a un vecino del barrio. Metros más adelante, en un bar varios beben cerveza. El aroma es una mezcla entre comino, asado, humo y basura. Antes de pasar por debajo de la autopista, una enorme araña de cables logra rozar algunas cabezas y grandes charcos de agua turbia en las calles orientan el ritmo y la linealidad del caminar. Mientras tanto, a los costados de las angostas calles: la feria del domingo. Esa mañana, la presencia del Estado, que da prioridad al equilibrio fiscal a costa de todo, se reduce a policías y carteles de la campaña electoral 2023 de Jorge Macri y Clara Muzzio.

Mientras se pudren alimentos en los galpones por desidia del Ministerio de Capital Humano, Josefina, una de las coordinadoras de Maenac, empezó a organizar el desayuno junto a un par de compañeros. El resto, la mayoría, emprendió el recorrido de llamar (o despertar) a los niños que suelen acercarse a los encuentros que organizan. Se dividen entre los pasillos, tocan las palmas, gritan sus nombres, esperan un rato, si salen, continúan el recorrido con ellos, si no, siguen. Los perros ladran y se pelean, mientras Yisus toca unos acordes en la guitarra. 

Son casi treinta chicos: la mesa está servida. Bandejas con tortas, galletitas, cereales, magdalenas y budines. Vasos de plástico color pastel están distribuidos esperando, desde la última visita, llenarse de leche chocolatada. En Argentina hoy más del 60% de los niños son pobres, y lidiar con la cobertura de las necesidades básicas se torna, en muchas familias, imposible. “De a uno”, “profe yo quiero”. Impacientes, eufóricos, inquietos, exaltados, algunos introspectivos, otros por momentos tensos y otros que sonríen sin parar. Cuatro que no superan los cuatro años se aíslan para balancearse en una cadena, con la cabeza gacha y la vista perdida. Tal como “todos para uno, uno para todos” unen sus manos sobre la mesa luego de que, junto a Tony, hicieron un canto para bendecir la comida. Canciones de campamento en ronda en el pequeño playón entre la capilla y un volquete lleno de cajas de cartón, invadido de palomas, con perros que muerden madera y se rascan las pulgas, un hombre revolviendo lo que había y otro reposando al sol con el torso descubierto y bermudas de jean fueron testigos con la próxima actividad: hacer ovejas en cartones y recrear el pelaje tupido de animal exteriorizó furia y frustración en algunos niños. Otros se ayudaban entre ellos, y algunos quisieron volver a empezar. Aunque el tiempo se detenga por instantes, sabían que era el mediodía y que la jornada estaba llegando a su fin. Una foto de todos los voluntarios de Maenac y los niños con las palmas extendidas inmortalizó el momento, otro domingo más juntos, predicando el amor por el prójimo, el buen trato y el respeto. 

“Profe hoy es el cumple de mi hermanito” avisó e insistió Tomi, a quien las fechas no le resultan poco importantes. Todos cantaron el feliz cumpleaños a Santino y disfrutaron de un pedazo de torta con su mamá, hermanos y vecinos. Personas del barrio empezaron a acercarse a la capilla Caacupé para presenciar la misa, y los jóvenes de Maenac emprendieron el camino de regreso a los niños. Un altar a San la Muerte, una casa con más de cien muñecas, peluches y juguetes sucios colgados de un panel y de las rejas de la autopista, con esqueletos de autos y materiales de construcción; una cancha y detrás de ella Noah, de unos cinco años, distingue y alerta. “Seño, algo está pasando allá que está la policía” mientras señalaba un patrullero, con más de siete oficiales abajo. Como las veredas son casi invisibles, los vecinos caminan por las calles. Llegando a la esquina, dobla un automóvil policial a alta velocidad casi derrapando, “cuidado cuidado córranse” gritó uno de los jóvenes de Maenac. 

 “Abrazo de oso” fue la premisa para despedir a Elif, una beba de menos de dos años que apenas camina y fue protegida toda la mañana por su hermana mayor, que la desabrigo cuando calentaba el sol, la alzó para jugar a la mancha con los más grandes y nunca desatendió sus pasos. Los padres miraban con ojos llenos de ternura desde la puerta. “La basura se saca de 19 a 21hs”, Buenos Aires Ciudad firmaba al pie del enorme cartel que hace base en medio de casas hacinadas, pintadas de distintos colores, con garabatos de hierro para acceder, algunas a medio hacer. El ruido de la autopista no cesa, las motos que andan por el barrio esquivan bultos no siempre inertes, y los jóvenes de Maenac se despiden, como siempre en grupo y alertas, hasta el próximo encuentro. 

 

Menos gritos y más palabras

Menos gritos y más palabras

Bajo el lema “El silencio” se llevó a cabo la 16° edición del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires en 16 espacios de la ciudad, para poner en valor la lectura y la palabra.

El Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) es una organización privada sin fines de lucro, que se creó en 2009 con el fin de promover la literatura en todas sus formas y a diferentes tipos de lectores, a través de actividades libres y gratuitas. En un contexto de un fuerte desmantelamiento cultural por parte del Gobierno nacional, la 16° edición del FILBA —que tuvo como temática central el silencio— llegó para satisfacer la necesidad literaria de miles de aficionados, que llenaron cada uno de los 16 espacios de la ciudad donde se llevó a cabo el festival.

“Lejos de ser un llamado a silenciarnos de manera imperativa, de censurarnos o de autocensurarnos, es una búsqueda de aquel silencio que comunica y que permite también poder escucharnos”, expresó la directora del FILBA, Amalia Sanz, en el discurso inaugural de esta nueva edición. “Estamos en una época de mucho ruido, de gritos, de reproducciones de mentiras, de opiniones sobre todo, y ese ruido no deja escuchar lo importante y lo peligroso también”, agregó Sanz.

El penúltimo día del FILBA —que tuvo lugar desde el jueves 26 hasta el domingo 29 de septiembre— constó de múltiples actividades en diversos espacios culturales de la ciudad. “Vivir entre lenguas” se desarrolló el sábado 28 en la Microgalería del Centro Cultural 25 de Mayo; un espacio emplazado en una casa antigua del barrio de Villa Crespo, con paredes intervenidas y salas pequeñas desbordadas de expresiones artísticas en múltiples lenguajes.

Media hora antes del inicio de la primera actividad, el patio interno, con paredes descascaradas, intervenidas con graffitis y plantas que emergen de ellas, ya estaba repleto. En él, decenas de personas con bebidas en mano mantenían conversaciones en diversas lenguas —inglés, francés, italiano, portugués y claro, español— mientras aguardaban el comienzo de “Traducciones homofónicas”. Esta primera actividad tuvo lugar en la sala más próxima a la puerta de entrada, en la que, con una atmósfera íntima y cercana con el público, el autor haitiano, Makenzy Orcel, y el poeta esloveno, Aleš Šteger, leyeron textos propios en su idioma original. Las traducciones fueron llevadas a cabo por los poetas argentinos Ezequiel Alemian y Andi Nachón, aunque no se trató de traducciones literales, sino “homofónicas”, en las que los autores dieron su propia interpretación de los poemas utilizando palabras fonéticamente similares..
Fiel a su estilo, el espacio contaba con una pequeña barra en la que los asistentes podían comprar comida y bebidas entre actividad y actividad. En la pared que se encontraba justo detrás, se podían leer las iniciales “KDA”. “Significa ‘Kiosco De Artistas’ —contó Camila, la joven que atendía en la barra—, es un proyecto que nació en el año 2002  con la intención de agrupar a distintos artistas argentinos que no tenían un espacio para exponer y comercializar sus obras”.

La segunda actividad de la noche tuvo lugar en la sala más grande de la Microgalería. Al ingresar, todos los asistentes se sentaron en el suelo, sin que nadie se los pidiera. Tres mujeres esperaban al fondo de la sala, alumbradas por una luz cálida y tenue. Tras unos segundos esperando a que todos se ubicaran en sus lugares y guardaran silencio, la primera de las tres mujeres, Lucía Pietranera, se puso de pie. Sin emitir sonidos y a través de la lengua de señas, se dirigió al público para dar inicio a la performance. La siguieron la bailarina y profesora Tania Dick, y la escritora francesa Mónica Zwaig. Las tres, ahora paradas frente al público, comenzaron a leer anécdotas sobre cómo sus vidas se vieron atravesadas por la lengua.
“Tuve insomnios tratando de entender a Los Redondos o a Spinetta. Ahora esa época ya pasó. Ahora cuando no entiendo, no sufro más”, contó Zwaig, quien se mudó a Argentina en el 2007 y aprendió a hablar castellano asistiendo a los juicios de lesa humanidad. “Tengo que hacer un esfuerzo para que los taxistas no descubran mi acento y quieran dar vueltas más largas para cobrarme de más”, agregó la escritora, refiriéndose a los problemas que atraviesa diariamente al tener que hablar en una lengua distinta a su lengua de nacimiento. Luego de unos minutos y muchas emociones distintas por parte del público, la performance terminó y las escritoras fueron despedidas con aplausos fuertes, aplausos mudos y algunas lágrimas.

La última actividad de la noche —y una de las más esperadas— fue en la misma sala de la antigua casa. Nuevamente, el espacio quedó repleto de personas —y también se sumó un gato— que se sentaron en el piso a la espera de la “Lectura al unísono”, protagonizada por Kim Thúy, Verónica Jordan, Eugenia Zicavo, Ana Prieto y Luciana Barbieri. Fue la autora vietnamita Kim Thúy quien rompió el hielo y comenzó a narrar en francés su historia de vida y la influencia que la lengua tuvo en ella, cuando a los 10 años huyó junto a su familia de la guerra que transcurría en su país para finalmente instalarse en Quebec, Canadá. La siguieron las otras cuatro mujeres, quienes continuaron con la narración de la historia de Kim en distintos idiomas: español, inglés, italiano y portugués. Cada algunos minutos, la lectura se veía interrumpida por una campana y un breve silencio, que parecía separar la narración en capítulos. Cerca del final, las cinco mujeres leyeron el relato al unísono. El recital de voces que hablaban distintas lenguas, paradójicamente, dificultó la comprensión.  Luego, siguió un nuevo silencio. La lectura había terminado. El público, conmovido, despidió a las mujeres con una cálida y prolongada ovación.